nacimiento, apogeo y decadencia de una elite …filosofia.uaq.mx/nugahu/fils/his0002.pdf · la...
Post on 11-Oct-2018
215 Views
Preview:
TRANSCRIPT
1
Nacimiento, apogeo y decadencia de una elite intelectual.
El grupo científico, 1868-1904
Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia
Presenta:
Emilio Zúñiga Solís
Directora:
Mtra. Maribel Miró Flaquer
Sinodales:
Mtra. Paulina Latapí Escalante
Dra. Cecilia del Socorro Landa Fonseca
Dra. Margarita Espinoza Blas
Dr. José Oscar Ávila Juárez
2
Índice
Agradecimientos p. 5
Introducción p. 9
Capítulo I: Años mozos
La gestación de un nuevo sistema cultural p. 21
La fundación de la sociedad metodófila p. 28
La libertad. Diario pre científico p. 31
Capítulo II: Juventud
Entre viejos liberales y nuevos conservadores p. 46
La Unión Liberal de 1892 y el mito del “partido científico” p. 53
La oposición periodística ante el manifiesto y la reelección p. 60
El sentido profundo del manifiesto p. 66
Capítulo III: Madurez
De la apoteosis a la ignominia p. 74
Los científicos gonzalinos “sin buen comienzo ni happy end” p. 75
Los científicos en la opinión de uno de ellos: José Ives Limantour p. 83
Limantour, el político p. 89
Un adiós sin feliz regreso p. 98
Francisco Bulnes el indómito o de su versión de los hechos p 103
Bulnes y su interpretación de los años porfíricos p. 107
Bulnes y su percepción de los científicos p. 112
3
Los entresijos del “tribuno de México p. 115
Capítulo IV: Ocaso
1903, o de la ansiedad del Demiurgo p. 119
1904, o del ardid científico p. 133
El credo científico a través de un inédito de Bulnes p. 137
Reflexiones Finales p. 146
Bibliografía p. 149
5
Agradecimientos
Lo que no tenemos
lo encontramos
en el amigo.
Carlos Fuentes
Este apartado es básicamente para agradecer a aquellos, que motivaran, ayudaran,
reprendieran, financiaran, quejaran y permitieran que la llegada a la meta no fuese
en solitario. Debo decir que una de las razones por las que escribí esta tesis fue
para poder dejar un sustento escrito de los agradecimientos.
En nuestra Alma Mater quisiera agradecer los siempre sabios comentarios que
hicieran a este trabajo los profesores investigadores Oscar Ávila Juárez, Cecilia
Landa Fonseca, Margarita Espinosa Blas y la maestra, Paulina Latapí.
Como parte del área de Historia merece una mención especial la Mtra. Maribel Miró
Flaquer, directora de este proyecto de investigación. Su particular forma de entender
la historia, ligado a su aguda percepción histórica permitió dar coherencia a estas
ideas, lo mejor de esta tesis a ella se le debe, de los desaciertos me hago
responsable yo. Quien de alguna forma esté familiarizado con el trabajo de la Mtra.
Miró sabrá que su determinación, inteligencia y perseverancia sazonadas con una
dosis de buen humor, la convierten en una investigadora y ser humano excepcional.
Agradezco al personal de la Hemeroteca Nacional, de la Galería 7 del Archivo
General de la Nación, así como a los empleados del Archivo y Biblioteca del Centro
de Estudios de Historia de México-CARSO, en particular al Dr. Samuel Ramos por
la paciencia que me tuvieron mientras fue cliente frecuente.
Agradezco al Centro de Estudios de Historia de México-CARSO, el otorgamiento de
una beca para la elaboración de esta tesis, es gratificante el haberme colocado entre
los seleccionado para otorgar aquel apoyo.
6
Agradezco en particular al Dr. Rogelio Jiménez Marce de la Universidad
Iberoamericana campus Puebla, quien con su avisada experiencia me orientó en la
consecución de este proyecto, gracias totales Roger.
Agradezco sinceramente al ex profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro
y director del Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas, Eugenio Martín
Torres Torres, por la confianza brindada al que fuera su equipo de investigación,
seguramente sin la guía y palabra de apoyo hoy no seríamos los mismos.
Agradezco a la familia Huerta Paredón y Rodríguez García por haberme brindado
su apoyo, siempre desinteresado.
Al club de calaveras, José Luis Martínez, Andrés Laguna, Salvador Huerta, Martín
Chávez, Luis Daniel Tovar, Judith Hernández, Ericka Campos, Alan Ramírez, Arturo
Rodríguez con quienes, además de variaciones también han existido discrepancias
y de vez en cuando, algunas similitudes. Sin ustedes la experiencia universitaria no
habría sido tan divertida como lo fue, gracias por la amistad sincera.
Agradezco a mis ex compañeros de hogar en la Niños Héroes, con quienes tantas
noches invertí tiempo en la tesis y en conversaciones que aún hoy, parecen no tener
solución; Artemio Sotomayor, la declamación en diciembre nos la agradece don
Carlos Monsiváis; Berenice Luna, como diría Fito “el mejor momento aún no vino
está por llegar”, Sandra Guerrero, de vez en mes me gusta Paz; Alma Delia
Hernández, “puede que no exista el sitio a donde voy”; Rodolfo Zavala, espero
duermas mejor y Benjamín Cruz Soto, “And so it is, just like you said it would be
[…]”. Que bonitos recuerdos, que linda época.
A mis compañeros del Movimiento de Resistencia Juvenil, donde hemos aprendido
que este país cambiará en la medida que la gente actúe y se comprometa a no dejar
de hacerlo. Roxana González, Víctor Martínez, Violeta Pacheco, Ana Aguilera, Erick
Morales, Alejandra Sánchez, Ángel Balderas; la lucha es compromiso.
7
Agradezco a Marco Antonio Valdez Morales por su apoyo constante, por sus
consejos, por prestarme su casa cuando en la semana mayor los visito y también,
por poner los mezcales.
Agradezco a mis compañeros de generación por conservar esa alegría que siempre
nos caracterizó como grupo Ceci, Fanny, Nayeli, Ernesto, Ramiro, Mancilla, Solorio.
Si bien, una buena parte ya no mantenemos lazos amistosos de cercanía, muchas
veces las distancias conservan en un buen estado los ya tejidos con anterioridad.
Agradezco a mis amigos del barrio, que siempre tenían para mí una cerveza fría el
fin de semana o una mano amiga cuando se necesitó. Andrés Mejía, Fernando
Guerrero, Juan Guerrero, Giovanni Hernández, Damián Sánchez, Juan Pablo
Romero, Jesús Feregrino, Iván Trejo, Alexis Mejía, Damián Mejía son ustedes la
familia que elegí hace ya más de doce años para pasar el resto de mis días ¡larga
vida a los de abajo!
A los de fuera; Elda Juárez Titla, Diana Isabel López, Fernando Castrillo, Rocío
Hernández, Elisa Cárdenas, Tadeo Ricardo Anaya, Elizabeth Vázquez, Sergio
Rosas, Angélica Rodríguez, David Rojas y los que por omisión se me escapen, lo
único que puedo decirles es que estoy en deuda con ustedes.
Tan importante como los conocidos son también los centros de trabajo y las
personas que en ellos conocí, gracias al Colegio Nueva Generación, que me brindo
la posibilidad de descubrirme como profesor, gracias a Miguel Ferro que me permitió
entrar en el fantástico mundo de la edición, son ustedes, parte importante de este
proyecto.
Gracias a los que ya no están conmigo, Baldomero Zúñiga, no puedo decir que
fuiste mi guía pero, allá donde estés, quiero que sepas que sin tu persona nosotros
no estaríamos aquí. A los que se fueron voluntariamente por aquello de que hay
ocasiones en que la amistad hiere, gracias por los momentos de felicidad
inexpresable.
8
Agradezco a mi familia, que con el paso de los años se fue uniendo cada día un
poco más y que, también fue creciendo, Beni, gracias por templar con tu dureza mi
carácter, Oca, gracias por enseñarme que en la distancia también se sabe querer,
Tessa, gracias por tu sinceridad y tus abrazos, Moreno, gracias por mantenerte
cerca en todo momento como lo hacen los hermanos, familia; sin ustedes no soy
nadie. Fla, ya eres pararte de esta familia, sin tus regaños seguramente habría
tardado un poco más y me habría divertido menos.
Finalmente quiero agradecer a mis padres Emiliano Zúñiga González y Teresa Solís
Rangel quienes a través de su entrega me orientaron en la toma de decisiones y
me enseñaron a sentir. Mamá, eres la columna que sostiene mi andar, tu
constancia, entrega y amor son las velas que iluminan y calientan mi existir.
9
Introducción
Fue durante el segundo año de formación en la materia de Historiografía II,
impartida en aquel momento por la maestra Maribel Miró, que tuve el primer
contacto con mi tema de estudio. Parte de la dinámica del curso consistía en elegir
un escritor que nos permitiera tener un acercamiento con la producción histórica en
el siglo XIX o XX. Para bien o para mal, fruto de mi elección, quedé vinculado a
Francisco Bulnes con una de las lecturas más a propósito cuando se quiere obtener
una visión objetiva e imparcial de Benito Juárez García: “El Verdadero Juárez y la
verdad sobre la Intervención y el Imperio”. La lectura no abarcaba más de 30
páginas dado que era un compendio de historiógrafos mexicanos editado por Trillas;
la sugerencia fue leer el texto íntegro. Fue apasionante debo reconocer; al concluir
dicho libro el gran Juárez era para mí un presidente más, el afán de tener una
opinión verosímil de la figura me hizo leer las refutaciones a la obra hechas entre
otros por Genaro García e Hilarión Frías. En aquel distante momento me di cuenta
que Francisco Bulnes tenía una particular forma de apreciar la Historia, su visión se
basaba desde mi personal punto de vista, en la destrucción de los mitos sobre
humanos para así poder caracterizar a los hombres como parte de un proceso que
tiene tiempo y espacio, intentando evitar que fueran convertidos en mitos políticos
como el caso del benemérito elegido para polemizar en vísperas de su apoteosis
onomástica.
Fue también durante los cursos de Porfiriato y Revolución Mexicana que volví a leer
al ingeniero Bulnes, esta vez con otros de sus textos emblemáticos como fueron “El
porvenir de las naciones hispanoamericanas ante la conquistas recientes de Europa
y los Estados Unidos” donde dejó ver su desprecio sobre las clases populares e
intentó probar la inferioridad de la raza latina sobre la sajona, en función de la
alimentación de cada grupo racial. Posteriormente, y pensando en mi proyecto de
tesis, analicé “La guerra de independencia: Hidalgo-Iturbide” con el objeto de
distinguir el manejo que el ingeniero daba a los héroes nacionales, en el contexto
de las conmemoraciones patrias del año 2010. Poco a poco la idea primigenia fue
modificándose al leer los estudios de Luis González, Alfonso de María, Javier García
10
Diego, Alicia Salmerón, José Ives Limantour, Luis Cabrera, Manuel Calero, José
López Portillo y Rojas y una de las bases de esta tesis, el mismo Bulnes. La
interpretación que éste tenía de la historia del país (los caminos para llegar al
progreso y la época en que vivió) fue compartida en parte por algunos de los
miembros del grupo al que perteneció.
Con pausas y prisa, me fui acercando al grupo científico y en mí despertaron un
nuevo interés. Con el avance en las lecturas, me fui planteando algunas preguntas
que buscaban estructurar una visión organizada de la asociación ¿quiénes eran?
¿qué eran? ¿qué función cumplían? Estas interrogantes fueron la brújula de esta
misión. La tesis que había nacido en Francisco Bulnes había cambiado; el uso
ideológico, dado a la historia patria, tendrá que esperar un poco dado que no me
pude permitir no entender los entresijos del pensamiento bulnesiano, sin antes
haber explorado su faceta como parte de un grupo que mucho dice de él.
Para entender una de las formas de pensamiento del proto-porfiriato debí remontar
las lecturas hasta la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria1; nudo gordiano
educativo del último cuarto del siglo decimonono, donde participaron activamente
nuestros científicos. Posteriormente analicé la integración de estos profesores y
alumnos a las filas del naciente porfiriato, primero, a través de la maquinaria
propagandística creada por ellos mismos con el fin brindar respaldo periodístico al
naciente gobierno, desde la consideración de que la paz era igual a progreso,
manque la paz fuera mantenida con brazo de hierro; después, su inserción como
parte de un cuadro político joven tanto en las cámaras como en algunas secretarías
y subsecretarías. Con el fin de no negar y dar cabida a otras voces existente en la
época, se consignaron los movimientos oposicionistas al régimen y se evidenciaron
las diferencias entre el grupo de estudio y los resquicios de la escuela reformista
que tenía como base de pensamiento el corpus de ideas presentes en la
constitución de 1857. Ya entrados en al asunto y después de una contextualización
pertinente, abordé el nacimiento de la agrupación científica en los albores del tercer
periodo de gobierno del general Díaz (1892). Di seguimiento al programa de
1 En adelante ENP.
11
gobierno propuesto por los científicos quienes fueron rechazados por Díaz Morí,
dejando ver una de las facetas menos conocidas del grupo: el intento de poner un
freno constitucional al poder omnipotente del general. Y, para terminar, analicé el
proceso acaecido con la elección de Ramón Corral como vicepresidente del país
para el período comprendido entre 1904 y 1910. La designación de Corral y su
subsecuente elección es uno de los aparentes grandes logros del grupo; la
reinstalación de la vicepresidencia había sido perseguida desde 1892. El hecho
habría sido un triunfo de no ser por la poca fe y desconfianza que “el necesario”
tenía en ella y en la integración de los científicos a las altas esferas de la política
nacional, con la elección de Corral se abre una etapa diferente dentro de la historia
de la agrupación, caracterizada por la pugna existente entre reyistas versus
limanturistas prolongándose hasta las elecciones del centenario2.
La historia es el campo de desenvolvimiento de las filias y fobias de quienes en ella
actúan; a los científicos les tocó probarlo. Si bien es cierto que desde su nacimiento
como asociación eran impopulares por sus críticas contra lo que llamaron la utopía
liberal del 57, las críticas se incrementaron a raíz de la importancia ganada por José
Ives Limantour en el Ministerio de Hacienda. El trabajo desempeñado por Limantour
pronto fue reconocido por el general, quien hizo de él su protegido. Bastaba con que
Ives contemplara la posibilidad de abandonar el ministerio para que Díaz se
colocara de su parte, como lo hizo ante la diferencias del ministro con Joaquín
Baranda o Bernardo Reyes; en ambas situaciones, los ministros opositores
abandonaron sus puestos quedando incólume Limantour.
Díaz era, ante todo, un estratega que sabía mover muy bien las piezas de la política
nacional. En múltiples ocasiones hizo sonar el nombre de Limantour como posible
favorecido para sucederlo en el poder ante un viaje que planeaba al viejo continente,
con la llegada de Bernardo Reyes al Ministerio de Guerra y Marina se llegó a pensar
que Ives Limantour sería respaldado en las armas por el tapatío. Los
2 Antes de aprobarse la creación de la vicepresidencia, la responsabilidad de hacerse cargo del ejecutivo a falta del presidente, recaía en el Ministro de Relaciones Exteriores por la reforma constitucional hecha a la carta magna durante 1896.
12
posicionamientos no se hicieron esperar y vinieron desde varios ángulos, llegaron
de la voz de los liberales que alegaron la “nacionalidad francesa” del ministro o de
sus contrincantes políticos quienes achacaban a su labor en la secretaría
nepotismo, malos manejos o control de monopolios. Las críticas se exacerbaron con
el surgimiento del reyismo, los reyistas consideraron que Bernardo Reyes era más
popular entre la sociedad mexicana que Limantour –cosa por demás cierta–. La
llegada de Reyes a la Secretaría de Guerra y Marina y su posterior abandono como
consecuencia de las rencillas en que se enfrascaron sus adeptos con los científicos,
las elecciones de 1904, la creación de la vicepresidencia y las elecciones de 1910
son los momentos en que estuvieron más vivas las campañas de mutua agresión
entre ambos grupos.
Los reyistas y antirreeleccionistas hicieron figurar a los científicos como
sajonizantes, racistas, traidores, vende patrias, ladrones de capital, fovoritistas,
secuaces de las compañías extranjeras o vampiros del capital, los rivales de la
asociación hicieron su parte, poco pudo hacer la agrupación para revertir dichas
apreciaciones, para las clases populares “[…] sufrían de una especie de alteración
funcional en los órganos destinados a las manifestaciones sentimentales hacia los
miembros de una colectividad, y en general, hacia nuestros semejantes […]” en las
citicas vertidas en su contra no se negaba su inteligencia sino […] su repugnante
deformación moral […]3. La leyenda negra comenzó a elaborarse durante el
porfiriato con la ventaja de contar con el derecho de réplica ante los escritos de sus
contrincantes. La caída del general Díaz significó para ellos el naufragio, sin la voz
de mando del general los científicos se vieron envueltos en múltiples disputas que
los llevaron, en muchos casos, a abandonar el país viviendo sus últimos años en el
extranjero como es el caso de Pablo Macedo, Justo Sierra, José Ives Limantour o
regresando a la patria para pasar sus años postreros en el caso de Francisco
Bulnes.
Ramón Prida escribió que Díaz fue el autor intelectual del desprestigio político del
grupo científico durante el proceso electoral de 1896, el general –según el autor –
3 El Antirreeleccionista, 13, agosto.1909, p. 31-32.
13
sintiendo la frialdad de la opinión pública hacia su persona e intentó revertir esta
situación haciendo blanco de todos los ataques a los científicos, quienes, en un
primer momento, hicieron caso omiso de lo que de ellos se decía. Para finales de
ese año los científicos representaban para los liberales una bandada de
conservadores deseosos de que el país quedará poblado de sajones, para los
católicos representaron el ateísmo, para los amigos del general representaron el
favoritismo oficial, para los militares que sostenían el régimen el grupo representó
el antimilitarismo y para el pueblo llano, representó el sostenimiento de la dictadura;
de esta manera nació la ola de críticas que, al no ser contestadas generaron una
cresta de injurias cuyo punto más alto fue durante el proceso electoral del
centenario.
Decir que el gremio logró eludir triunfante los problemas que enfrentaron por la
indulgencia del héroe del cinco de mayo, es restar méritos a su trabajo. Debe verse
en la asociación, la existencia de un capital cultural capaz de sacarlos victoriosos
de los debates en que se veían envueltos. Los intelectuales del siglo XIX fueron
plurifuncionales, lo mismo escribían de minería que de historia patria, como se verá
en el cuadro de profesiones que se presenta más adelante; si bien, no se puede
decir que existía una unión completa entre los miembros, sí se puede hablar de
cierta afinidad, que les permitía hacer equipo con miras a la consecución de un
proyecto en común: insertar al país en el concierto de las naciones civilizadas y
repeler las críticas con cierta unidad de criterio.
La virulencia de los ataques no impedía que se reconociera su inteligencia, José
López Portillo y Rojas –reyista confeso– dirá de ellos que fue un grupo que trabajó
sin descanso revisando códigos, formulando bosquejos de leyes, extendiendo
dictámenes o elaborando presupuestos. Al cientificismo del grupo, el porfiriato debe
el Código de Comercio, la Ley Bancaria, la Ley de Ferrocarriles, la Ley Monetaria o
las enmiendas a la Constitución en beneficio del régimen. Su participación no se
limitó a la elaboración de leyes, encomiendas, reglamentos o códigos sino también
defendió dichas propuestas ante las instancias correspondientes. En palabras de
López Portillo “[…] la organización del país, tal como apareció en el periodo más
14
brillante del gobierno de Díaz, fue obra casi exclusiva de los científicos […]”. El
mismo López Portillo diría muchos años después que Porfirio Díaz le recordaba al
emperador Justiniano que lo único bueno que hizo fue rodearse de sabios, lo mismo
el presidente oaxaqueño quien supo aprovechar los trabajos de Limantour, Macedo,
Casasus sólo por citar algunos.
Siguiendo tanto a Portillo como a Prida es conveniente resaltar que, sin el trabajo y
labores del grupo científico no podría haberse presentado México ante el resto de
naciones como un país con posibilidades de integración al concierto de naciones
“civilizadas”, y con los dos autores anteriores es justo también decir que, la historia
posrevolucionaria y aún la reciente no ha reconocido con suficiencia la amplía y
ejemplar labor de la primera “tecnocracia” nacional.
Ahora bien ¿por qué Francisco Bulnes? ¿por qué José Ives Limantour? Bulnes es
el origen de esta tesis; el acceso a sus publicaciones no me resultó sencillo dado
que las bibliotecas del estado cuentan con pocos de sus materiales pero, ya
decidido, en alguna de las estancias de investigación realizadas en el Distrito
Federal me di a la tarea de buscar y seleccionar libros y documentos inéditos que
me permitieron acercarme al pensamiento que, el ingeniero, tenía del grupo
científico y la función que ostentó durante el porfiriato, siendo concreto, el fácil
acceso y la afición por las lecturas de Francisco Bulnes me acercaron al tema. Con
José Ives Limantour ocurre algo semejante, el acceso a sus textos es complicado
por la rareza de ellos por lo que debí buscarlos en la capital, tuve la fortuna de
acceder al fondo Limantour donde seleccione algunas cartas permitiéndome tener
una imagen de su labor en su puesto y su pensamiento sobre la asociación donde
fungió como líder. El que ambos hayan formado parte del mismo grupo y hayan
escrito acerca de él fue ventajoso para mí, al seleccionar como metodología la
prosopografía.
Los escritos de Limantour pueden ubicarse temporalmente, no contamos con la
misma suerte para el caso de los de Bulnes quien no fechó su documentación, por
los temas tratados se puede suponer una fecha tentativa. José Ives escribe sobre
los científicos desde el exilio francés y cuando el odio posrevolucionario es menor
15
al vivido hasta 1915, sus reflexiones hacen ver que no se puede hablar de la
conformación de un partido y pretenden lavar el nombre tanto de él como del grupo.
Francisco Bulnes por su parte, escribe una parte de sus reflexiones también desde
el exilio y al igual que Ives, niega que el grupo haya sido un partido, sin eximirlos
totalmente de su cuota de responsabilidades en el hundimiento del porfiriato.
Tomada una posición, vayamos al método.
¿A través de qué herramientas teóricas y metodológicas me acerqué al grupo? Para
poder actuar de una forma pertinente en cuanto a grupos se refiere, me incliné por
identificarlos como una elite dentro de otra4, las peculiaridades de finales del siglo
XIX en México confieren a aquellos que pudieron profesionalizarse en un país de
analfabetas la categoría de elite en sí. Al ubicarlos como elite, me di a la tarea de
encontrar rasgos que tuviesen en común a saber: la década de nacimiento,
formación profesional, lugares en común, lecturas de pertenencia o acción,
pensamiento evolucionista y racial a raíz de la lectura de Spencer—Darwin y análisis
de la realidad nacional coherente con su forma de pensamiento, como buenos
letrados que fueron muchos de los científicos escribieron prolíficamente no solo
acerca de economía, política y sociedad, sino que también tuvieron buena mano
para la literatura, crónica, poesía, derecho, geografía, medicina o arte, sabemos de
ellos por sus escritos, pero y de los que no lo hicieron, se sabe muy poco. Tal es el
caso de Enrique Creel, los dos Macedo, Rosendo Pineda y Roberto Núñez, por
mencionar algunos. Aunado al análisis como elite de letrados uso la prosopografía
para así poder enmarcar a los miembros del grupo dentro de una categoría de
análisis5. El uso de esta técnica responde por un lado a que, a través de la
4 Al hablar de una elite al interior de otra quiero decir básicamente que al ser beneficiados con una educación universitaria ya los colocaba en una elite, un porcentaje mínimo de la población podía acceder a este grupo privilegiado. La otra elite a la que hago referencia es la de los allegados a los círculos gobiernistas del que los científicos fueron parte trascendental. 5 Entiendo con Marcela Ferrari prosopografía como el término con que se designa la técnica para hacer biografías colectivas. Esta aproximación parte de la delimitación de un corpus de individuos que integran un actor colectivo; luego, a cada miembro del conjunto, se lo somete a un cuestionario común referido a sus características (edad, nacionalidad) y atributos (nivel educativo, título, ocupación, patrimonio, entre otros). Se siguen además las trayectorias de los individuos en el campo específico a analizar, recuperando la
16
pertenecía de los individuos analizados a ciertos lugares comunes puede ayudar a
interpretar los intereses que los unieron en una asociación; por el otro, analizar la
relación de esos individuos en sociedad, cómo esos roles contribuyen a actuar en
grupo y finalmente cómo el grupo se mantiene o mueve con el paso del tiempo, en
esta tesis no se llegará a los últimos días de los científicos dentro de la cúpula
gubernamental pero, debe quedar anotado que no fue hasta finales del porfiriato –
como lo ha probado Fernando Curiel con los estudios sobre la fundación de la
Revista Moderna y la avanzada ateneísta– cuando se favoreció el relevo
generacional en lo que a la cultura respecta, la falta de movilidad política, social,
cultural y la negación a hacer un viraje ideológico o cultural fueron parte del iceberg
que hundió al régimen.6 La prosopografía está estrechamente ligada con la historia
de las generaciones la cual vale decir tiene sus limitantes, sin dejar de ser válido el
argumento de José Ortega Gasset que postula que toda generación adquiere una
fisionomía propia que la diferencia de la anterior a fuerza de convivir en un mismo
tiempo y aunque se pertenezca a una corriente distinta siempre existe una “filigrana”
común. El enfoque generacional nos recuerda que los científicos fueron parte de su
tiempo y como parte de él, defendieron su punto de vista con las herramientas
propias de su ideología llamada por Charles Hale “liberal-conservadora”7.
multiposicionalidad de los individuos, en otros campos. Una vez procesada esa información es posible describir los perfiles emergentes del conjunto y analizar las relaciones entre los individuos del mismo o de diferentes campos, o entre los individuos y otros actores colectivos para, finalmente, contribuir a explicar al actor colectivo como una configuración social siempre cambiante y que actúa dentro de una sociedad en un tiempo determinado. Antítesis, vol. 3, n. 5, jan.-jun. de 2010, pp. 529-550. 6 La principal limitante que encontré en la metodología seleccionada es que, las biografías hasta ahora hechas de los miembros del grupo científico se concentran en los miembros más importantes, dejando de lado a los que no ostentaron grandes cargos dentro de la administración porfirista. Del resto del grupo se sabe por referencias cruzadas y notas biográficas escuetas. Añadimos a las complicaciones el difícil acceso a publicaciones propias del grupo como el diario La Libertad. 7 El análisis generacional fue usado por Lawrence Stone, François Dosse, José Ortega y Gasset, Wigberto Jiménez Moreno y Luis González. González en “La ronda de las generaciones” hace un temprano estudio del grupo científico; esta tesis difiere de la idea de González que en algunos momentos llega a parecer una sucesión interminable de nombres y lugares, cuyo rasgo principal sería la fecha y lugares de nacimiento de alrededor de cien personajes volviéndose por ello prácticamente imposible establecer vínculos entre ellos.
17
En lo que corresponde a las fuentes, son de tres orígenes; las secundarias
corresponden a obras de los autores que uso con mayor abundancia, aún y con los
peros que esto podría representar, se ha cuidado con suficiencia la veracidad de lo
dicho por ellos haciendo un ejercicio de contraste con sus opositores políticos y
textos académicos de reciente manufactura. La hemerografía consultada fue
ubicada por un lado en la Hemeroteca Nacional y por el otro en la Biblioteca Miguel
Lerdo de Tejada. Por último la parte documental a la que se hace alusión proviene
tanto del Fondo Francisco Bulnes que resguarda celosamente el Archivo General
de la Nación como de la colección José Ives Limantour protegida por el Centro de
Estudios de Historia de México Carso; cabe destacar que en el caso de la
percepción que Bulnes tenía de los científicos y el porfiriato, se trabajó con
documentos inéditos.
Dando orden a las ideas; en el primer capítulo titulado La gestación de un nuevo
sistema cultural se tratan las que podrían denominarse las raíces educativas del
grupo científico; al poner fin al segundo imperio, la facción liberal, convencida de
que una de las formas de evitar la división ideológica que a la larga sólo problemas
había generado era a través de la educación, esta desempeñaría la misión de
transmitir a los mexicanos que llegaran a esas instancias un fondo común de
verdades. El proyecto auspiciado por el reformismo triunfante recayó en las manos
de Gabino Barreda quien estableció como punta de lanza una Escuela Nacional
Preparatoria, donde los estudiantes se prepararían dentro de una nueva doctrina de
pensamiento, el positivismo según mi apreciación favoreció la creación de una elite
en quien recaería la administración del país. En dicho capítulo se abordan también
los problemas generados por la implementación de esta doctrina teórica y los
avatares que se tuvieron que librar para poder instaurar el proyecto barredista sin
olvidar la construcción del círculo duro del positivismo donde participó uno de los
científicos: Miguel Macedo8. Como colofón del apartado se menciona a los
8 Macedo presentó un trabajo en donde dejaba ver la influencia que habían ejercido teorías eugenésicas como el darwinismo social en su formación positivista. Pablo S. Macedo, “Ensayo sobre los deberes recíprocos de los superiores y de los inferiores, en Anales de la Asociación Metodófila Gabino Barreda”, Imprenta del comercio de Dublán y Chávez, México, 1877.
18
miembros del grupo que tuvieron alguna relación cercana con la ENP ya fuera como
alumnos o profesores.
En el segundo capítulo --El cientificismo a santo y seña-- se hace referencia la
integración de aquellos que comulgaron con la ENP a la recién inaugurada primer
administración porfirista. El primer paso dado por el proto-grupo científico fue brindar
su apoyo desde la prensa con la fundación de La Libertad que defendía la
implementación de una política de mano dura con miras a evitar nuevos
levantamientos armados que evitaran la consolidación del nuevo gobierno. En La
Libertad aparecen como redactores varios miembros del grupo científico. Ya en la
década de 1880 se analiza la integración de los redactores del periódico arriba
mencionado a la política ya fuera como propietarios o suplentes de curules en del
legislativo, inaugurando otra etapa del grupo, el apoyo a la reelección como caso
excepcional y la construcción de la figura del “necesario” o la idea de que los
dictadores bondadosos debe conservárseles hasta la muerte. Se da cabida en este
capítulo a los movimientos opositores a la reelección de 1887 para no aislar aquella
corriente de opinión y acallar sus voces. La década de los noventa y en particular
1892 presenta un punto de quiebre en la historia del grupo y de sus relaciones con
Díaz, explico, todo aquel que ha escrito acerca del grupo reconoce que en ese año
se funda y visualizando que el gobierno del general podía convertirse en dictadura,
procura colocar un candado al autoritarismo que según consideraron podía derivar
en dictadura, don Porfirio consciente de que el grupo podía convertirse en un riesgo
ignoró –ese mismo año– el programa de gobierno que el grupo le presentó a través
de la Unión Liberal asociación de carácter nacional que lo hizo figurar como
candidato a las elecciones de 1892 y donde participaron los científicos ya
constituidos. Ahora bien, es en este capítulo donde se comparece que ante la
evasiva del héroe del dos de abril a ceñirse al programa de gobierno que le
propusieron los científicos, estos en su mayoría se apartaran de la política para
concentrarse en sus actividades personales sin abandonar por completo algunas de
las propuestas que se aceptaran tardíamente como fue, la independencia del poder
judicial y la creación de la vicepresidencia.
19
En el capítulo nombrado Los científicos: versiones disímbolas se analiza a dos de
los miembros más conspicuos de la asociación: Francisco Bulnes y José Ives
Limantour. Ambos análisis se sostienen en documentación propia y visiones de
contemporáneos de aquellos años, la sazón lo ponen los análisis más recientes que
se han hecho de personajes de esa talla. El objeto de dicho capítulo es evidenciar
la concepción que cada uno de ellos tenía del grupo, Limantour como jefe de la
asociación, Bulnes como Egeria Ninfa que derivó en Zoilo del mismo grupo9.
Finalmente, en el capítulo cuatro titulado 1903 o la ansiedad del demiurgo, se
analiza la designación y posterior encumbramiento de Ramón Corral en la
vicepresidencia. Designación que coloca al grupo científico en la cumbre del círculo
de confianza que se podía general en derredor del general Díaz, pero, que también
significaba ponerse en la mira de todos los críticos de la “dictadura”
Para finiquitar esta ya larga introducción baste decir que, la misión planteada
consiste en hacer el análisis de la participación del grupo científico en el porfiriato;
bajo la idea de que el grupo fue la primera oposición interior a la construcción de un
sistema de gobierno autoritario contrario a la imagen que hoy se tiene de ellos, esto
bajo las siguientes ejes:
a) El grupo representó una novedad en el México posterior a la República
Restaurada en lo que respecta a su formación académica.
b) Podemos ligar su nacimiento y años mozos a su participación en la Escuela
Nacional Preparatoria.
c) Su integración al porfiriato supone un respaldo intelectual que construye la idea
de Díaz como “el necesario”.
9 Ninfa Egeria era una expresión usada para aquéllos a quienes se acudía en busca de concejo. Zoilo, por su parte era la transmutación de la expresión en el sentido de que pasados los años ya nadie pedía asesoría sino más bien se echaban en cara los consejos antes dados.
20
d) Su labor en las cámaras facilita la consolidación y permanencia de Porfirio Díaz
Morí.
e) En 1892, en el marco de la tercera reelección, son ignorados desde la cúspide
del poder por considerarlos un riesgo.
f) A contra corriente logran hacer avanzar la independencia del poder judicial y la
vicepresidencia de la república.
g) Con la obtención de la vicepresidencia se cierra el ciclo empezado en 1892,
nuevamente por las dudas que el general Díaz tenía en el grupo impidiendo que el
grupo científico en persona de Ramón Corral accedan al círculo de la toma de
decisiones.
Capítulo No. 1
La gestación de un nuevo sistema cultural
Aún no había partido el cuerpo ya sin vida del Habsburgo cuando en el país
soplaban renovados vientos anunciando el inicio de la transformación. Las cruentas
experiencias por las que el país había pasado, evidenciaban la irreconciliable
división de grupos. Los saldos políticos de la intervención francesa hicieron figurar,
como protagonista en la escena nacional, al triunfante partido liberal. Ya en el poder,
Juárez y los suyos pusieron manos a la obra, el proyecto; la reconstrucción del país.
21
Pacificación patria, atracción de capitales que permitieran la ampliación del mercado
interno, fortalecimiento del ejecutivo en detrimento de los poderes legislativo y
judicial, perfeccionado con la búsqueda de unificación de las conciencias
ciudadanas en un fondo común de verdades; el liberalismo triunfante deseaba “la
formación de [una] clase burguesa, de mayores medios económicos, pero, sobre
todo, ilustrada, con nuevas aspiraciones, poseedora de nuevas técnicas […]10”, todo
ello, y sin ser “la prioridad”, al través de una nueva organización educativa que a la
larga evitara los otrora comunes levantamientos armados11.
Los albores del positivismo mexicano
Las consecutivas guerras intestinas que se libraron en el país, desde principios de
siglo XIX hasta el último tercio del mismo, además de las divisiones ideológicas
enfrentadas entre las élites y clases sociales en ascenso, impidieron la construcción
y consolidación de un sistema educativo exitoso. Las tentativas por hacer de la
educación superior uno de los caminos hacia el México moderno se advirtieron por
vez primera durante el gobierno de Valentín Gómez Farías quien, en 1833,
estableció una preparatoria transformando los viejos colegios coloniales de San
10 Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. La República Restaurada, V, México, Hermes, 1988, p. 15. 11 Debemos el triunfo reformista –nos dice Justo Sierra- a la clase media de los estados, a la que había pasado por los colegios, a la que tenía lleno de ensueños el cerebro, de ambiciones el corazón y de apetitos el estómago: la burguesía dio oficiales, generales, periodistas, tribunos, ministros, mártires y vencedores a la nueva clase. Leopoldo Zea, El Positivismo en México: Nacimiento, Apogeo y Decadencia, FCE, México, 2002, p. 46. La recomposición del país quedó en manos de “lo treinta” todos ellos participantes en los conflictos nacionales, la nómina queda así: Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias, José María Lafragua, José María Castillo Velasco, José María Vigil, José María Mata, Juan José Baz, Manuel Payno, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio Luis Vallarta, Ignacio Manuel Altamirano, Antonio Martínez de Castro, Ezequiel Montes, Matías Romero, Francisco Zarco y Gabino Barreda. La nómina del grupo militar ha pasado al cajón de los ilustres desconocidos, con las excepciones de Porfirio Díaz, Manuel González y Vicente Riva Palacio, Ramón Corona, Mariano Escobedo, Donato Guerra, Ignacio Mejía, Miguel Negrete, Gerónimo Treviño, Ignacio Alatorre, Sóstenes Rocha y Diódoro Corella. Los orígenes de los treinta son especificados en El liberalismo triunfante y quedan acomodados de la siguiente forma: cuatro capitalinos, tres poblanos, un guanajuatense, un duranguense y un oaxaqueño. Con respecto a la docena militar: Riva Palacio, capitalino; Sóstenes Rocha, guanajuatense; Mejía y Díaz, oaxaqueños; Negrete, poblano; el resto: Corona, tapatío; Escobedo, Alatorre, Treviño, Corella González, de cuna norteña.
22
Ildefonso y Minería, en instituciones de carácter laico asestando así un duro golpe
contra la educación colonial, hasta aquel momento, en manos del clero. Pasados
los años, la Ciudad de México vio nacer en 1843 la Escuela de Artes y Oficios, en
1853 la Escuela de Agricultura y, finalmente, en 1854, la Escuela de Comercio; la
amplia secularización educativa debió esperar hasta el gobierno juarista12.
El México de la primera mitad del siglo XIX navegó entre dos aguas. La primera
pretendía el mantenimiento del pasado colonial y la conservación de la memoria
hispánica, la segunda por su parte, deseaba un mayor número de transformaciones
sociales que beneficiaran a más mexicanos. La facción liberal encarnó una parte de
estos deseos haciendo suyo el pensamiento ilustrado pretendiendo aplicarlo a la
realidad mexicana a través de la Constitución de 1857.
Uno de los factores que contribuyó al reforzamiento de lo hecho durante el gobierno
de Gómez Farías en educación fue que, el triunfo de la República sobre el Imperio,
permitió la renovación de la educación en México; el primer acto encaminado a ello
fue el nombramiento del jurista sonorense Antonio Martínez de Castro13 como
ministro de Justicia e Instrucción Pública quien, a su vez, confió la reforma educativa
a una comisión presidida por el médico poblano Gabino Barreda14. En esta labor,
12 Charles A. Hale, La Transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, Ed. Vuelta, México, 1991, p. 232. 13 (1825-1880) Nació en Sonora. Estudió en la Ciudad de México. Abogado en 1850, se especializa en Derecho Penal. En 1862 el Presidente Juárez le encarga la preparación del Código Penal del Distrito Federal y Territorios; la guerra interrumpió sus trabajos, continuados en 1868. En marzo de 1871 quedo terminado dicho ordenamiento, que lleva su nombre. Diputado al Constituyente de 1856-57, Ministro de Justicia e Instrucción Pública de don Benito Juárez, redactó una Ley llamada Tinterillos, para defender a los pobres de los malos abogados. Muerto en la Ciudad de México. Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, Porrúa, México, 1964, p. 1271. 14 (1818-1881) Nace en Puebla, Puebla. Muy joven se trasladó a México. Inscrito en el Col.de San Ildefonso, hizo en la Universidad los estudios de Jurisprudencia. No llegó a obtener el título, pues su afición a las Ciencias Naturales lo decidió a seguir los cursos de Química en el Colegio de Minería, y en 1843 inicia los de Medicina. En la invasión norteamericana de 1847 se alistó como voluntario y cae prisionero después de la batalla de Molino del Rey. Acabada la guerra se fue a terminar sus estudios de Medicina a París, en donde vive de 1847 a 1851. Allí Pedro Contreras Elizalde lo interesó en los cursos que daba Augusto Comte, cuya influencia fue decisiva para Gabino Barreda. De regresó a México obtuvo el título de médico, y enseñó filosofía médica, Historia Natural, Anatomía y Patología Natural. En 1863 se trasladó a Guanajuato. […] Decidida la fundación de la Escuela
23
Barreda fue secundado por cuatro eminentes republicanos: Pedro Contreras
Elizalde15, Ignacio Alvarado16, Eulalio M. Ortega17 y Francisco Díaz Covarrubias18
cuñado del mismo Juárez19.
Los liberales consideraron que la mejor forma de evitar, nuevamente, alteraciones
en el orden público nacional era a través de la creación de un fondo común de
Nacional Preparatoria, Barreda fue nombrado Director. Implantó el sistema positivista en el plan de estudios, y el mismo ocupó las cátedras de lógica. […] Su personalidad y vasta cultura influyó en el desarrollo de las ideas comtinas, en parte modificadas para adaptarlas al medio mexicano. La oposición, no obstante, que su proselitismo produjo tanto entre los liberales de la escuela russoniana como entre los católicos, contribuyó a que el gobierno de Porfirio Díaz le nombrará ministro en Berlín en 1878. Ibid. pp. 226-227. 15 Nacido en España de madre yucateca, Contreras estudió medicina en Paris con dos discípulos de Comte, conoció a este personalmente y fue miembro fundador de la Societé Positiviste en 1848. Regresó a México en 1855 y entabló una estrecha relación con Juárez al desposar a una de sus hijas y servir en el ministerio de Justicia e Instrucción Pública de 1861 a 1863y de nuevo de 1867-1872. Hale, 1991, p. 234. 16 (1829-1904) Médico- Ganó una plaza de prosector de anatomía de la Escuela de Medicina siendo estudiante. Colabora en 1852 con su maestro Rafael Lucio en el famoso estudio sobre la Lepra, o mal de San Lázaro, que firman los dos. Al morir Manuel Carpio en 1861, obtiene por oposición la cátedra de fisiología, a la cual llegaba con la experiencia adquirida en igual materia de la Escuela de Medicina y Veterinaria, donde había formado discípulos, entre ellos, Gabino Barreda. Deja la enseñanza para seguir a Benito Juárez, y aunque el Imperio le respeta, nunca asistió a clase, y figuró siempre como “catedrático ausente”. Al triunfo de la República, inicia sus clases (1867-1876). Colaboró en la preparación de la Ley de enseñanza de 1867 […] Factores político disfrazados de mala salud, le obligan a abandonar la cátedra cuando trataba de elevar el nivel científico de la Escuela. Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, Porrúa, México, 1964, p. 84. 17 Abogado. Nació durante el primer tercio del siglo XIX. Hizo sus estudios de Derecho en el Colegio de San Gregorio de México. Asociado con Mariano Riva Palacio, Rafael Martínez de la Torre y Jesús María Vázquez, llevó la defensa del archiduque Fernando Maximiliano de Austria en el proceso seguido ante el Consejo de Guerra que lo juzgó y condenó a muerte, por la aplicación de la ley de 25 de ene. de 1862. Diccionario, 1964, p. 1531. 18 (1833-1889) nació en Jalapa Veracruz y murió en Paris. En 1849 entró a la Escuela de Ingenieros en México. En 1855. Ingeniero Topógrafo. En 1855 profesor de topografía y astronomía. Encargado ese año de levantar la carta geográfica del Valle de México. En 1857 calcula el eclipse de sol verificado el 25 de marzo. En la época del Imperio pasó a Tamaulipas rehusando servir a Maximiliano. En 1867, a la restauración de la República, es nombrado oficial mayor de Fomento, puesto que ocupó hasta 1876. Dio a luz Nuevo métodos astronómicos, 1867. Determinación geográfica de México; Sistema métrico decimal; tratado de topografía, geodesia y astronomía. 1870; Viaje de la comisión geográfica Mexicana al Japón para observar el tránsito del planeta Venus por el Disco del Sol 8 de diciembre de 1874, México, 1876. Diccionario, 1964, p. 675. 19 Leopoldo Zea., El Positivismo en México: Nacimiento, Apogeo y Decadencia, FCE, México, 2002, p. 55.
24
verdades: por ello su preocupación en la reorganización educativa. No olvidemos
que a la cabeza del movimiento reformista se encontraban los “jacobinos” quienes
al obtener el triunfo requerían de una filosofía que les permitiera conservar el orden;
el sustento a sus ideas lo encontraron en el positivismo20. Fueron estos hombres
quienes crearon un sistema educativo en el que se hicieron presentes los deseos
de la “burguesía mexicana”. Al procurar definirlos, Antonio Caso deja asentado que
“fueron hombres de ideales, hombres que pecaron por su extremado idealismo,
[esos] hombres […] quisieron dar a México una serie de derechos absolutos, un
gobierno perfecto, una república ideal, una utopía, pero se olvidaron de que no
legislaban para la eternidad ni para los arquetipos incorruptibles de Platón, sino para
los mexicanos”21.
La comisión nombrada por Martínez de Castro pronto rindió frutos dando como
resultado la Ley Orgánica de Educación Pública del 2 de diciembre de 186722,
misma que creaba la Escuela Nacional Preparatoria bajo un “positivista” programa
de estudios. Así, el 3 de febrero de 1868 abrió sus puertas en el antiguo Colegio de
San Ildefonso a novecientos estudiantes23.
El positivismo se caracterizó por la supeditación de las diversas esferas sociales a
la primacía de la ciencia; mediante ella, todos los problemas en teoría tenían
solución ya que el futuro fue concebido como una era donde el progreso habría de
conseguir un amplio bienestar. Así, el método científico se convirtió en la panacea
que debía remediar el anarquismo intelectual. Leopoldo Zea habla de un cambio en
los esquemas teóricos de los “jacobinos” que van, de una fe combativa a una
ideología estática, en donde “el hombre moderno burgués deposita su fe en la
ciencia”24.
20Ibid., p. 47. 21 Ibid. P. 17. 22 François-Xavier Guerra, México del Antiguo Régimen a la Revolución, Tomo 1, FCE, México, 2003, p. 379. 23 Hale, 1991, p. 235. 24 Ibid., pp. 40, 45, 48, 75.
25
Sobre el positivismo Zea afirma que “es un concepto que expresa un conjunto de
ideas, las cuales, al igual que otros muchos sistemas filosóficos, pretenden o han
pretendido poseer un valor universal”. Es decir, pretende valer como solución a los
problemas que se plantea el hombre, cualquiera que sea su situación espacial o
temporal, geográfica o histórica25.
El positivismo mexicano arriba vía Francia, y su llegada no puede ser atribuida en
forma directa a Barreda. Hale argumenta que es Pedro Contreras Elizalde quien
debería ostentar el título de primer positivista mexicano; es a través de él como
Barreda incursiona en el positivismo, pues, durante una de las estancias del
segundo en Francia (1847-1851) asiste por intermediación de Contreras a las
conferencias impartidas por Augusto Comte en el Palais Royal26. Pronto el
positivismo se convirtió en la doctrina imperante en los círculos universitarios tanto
de la capital como de provincia, pues el ritmo del siglo hizo heredero al nuevo
régimen de los institutos científicos y literarios que en los estados ofrecían estudios
superiores desde mediados del siglo XIX; éstos, a usanza de los novedosos
programas de la ENP, articularon y ampliaron las carreras ofrecidas, volviéndose
así participes de la “modernización” patria27.
La pretensión positivista de hacer pensar de forma semejante a todos los mexicanos
permitiría que se llegase a comunes acuerdos. Sin embargo, dicho proyecto no pudo
tener el éxito deseado ya que los programas eran exclusivos de la formación
preparatoriana, dejando fuera a quien no accedía a esa esfera educativa. Para
conseguir dicho objetivo era necesario empezar desde las primeras letras.
Siete años más tarde, en 1875 Barreda propuso que la educación básica fuera
obligatoria para todos los ciudadanos; propuesta consecuente con el compromiso
25 Zea, 2002, p. 17. 26 Ibid., p. 234. Moisés González Navarro, Sociedad y cultura en el porfiriato, Conaculta, México, 1994, p. 169. 27 Milada Bazant, Historia de la educación en el Porfiriato, El Colegio de México, México, 1993, p. 180. En el último tercio del siglo XIX dieciséis estados en el país contaban al menos con un instituto donde se ofrece educación preparatoria o superior, en 1902, veinticuatro sobre veintiocho poseen una enseñanza pública preparatoria y ocho de estos estados tienen varios. François Guerra, 2003, p. 422.
26
cultural que Gabino tenía, pero poco factible dadas las condiciones que en el país
se vivían28. En el nuevo orden que se pretendió construir los principios metafísicos
pasarían a formar parte de la vida privada en forma completa, de esta forma no
habría desorden alguno; en el orden público cobró importancia el lema que serviría
de corolario a esta etapa “orden y progreso”.
El primer programa educativo de la ENP, a diferencia de los programas usados en
los colegios superiores que le antecedieron, ofrecía una educación integral que
contemplaba las diferentes ramas del conocimiento. Hacía hincapié en las hoy
llamadas ciencias duras y cubría el vacío existente entre la educación elemental y
la profesional. La currícula preparatoriana estaba organizada de la siguiente forma:
matemáticas y mecánica en los dos primeros años, se revisaba en el tercero,
cosmografía y física, y en el cuarto año se pasaba de las formulaciones hipotéticas
a la experimentación a través de la química, en el último se aprendía lo respectivo
a la historia natural; esto en lo que respecta al área dura del conocimiento, sin olvidar
que también se tomaban cursos de historia general, Historia de México, lógica,
idiomas, moral y en algunos programas, paleografía29.
En este sentido la Preparatoria instituyó un programa escolar uniforme, de carácter
enciclopédico y con una ordenación jerárquica; el objeto final de ello, era eliminar la
anarquía intelectual imperante y coadyuvar en la reconstrucción del país a través
de una educación basada en la búsqueda del “progreso”.
Currícula de la Escuela Nacional Preparatoria Plan de 1867
Gramática española Francés
Griego Alemán
Ingles Aritmética
Italiano Geometría
Algebra Trigonometría esférica
28 Zea, 2003, p. 126. 29 Ibid., p. 122.Hale, 2001, p. 238. Bazant., 1993, p. 163-164. Para una visión completa y más amplia de los diferentes programas de estudio que se usaron en la ENP, ver Milada Bazant, Historia de la educación en el Porfiriato, 1993, pp. 182-185.
27
Trigonometría rectilínea Geometría descriptiva
Geometría rectilínea Mecánica racional
Cálculo infinitesimal Química general
Física elemental Cronología
Elementos de historia natural Historia nacional
Historia general Geografía física y política,
especialmente de México
Cosmografía Lógica
Ideología Moral
Metafísica Dibujo de figuras, de paisaje, lineal y
de ornato
Literatura, poética, elocuencia y
declamación
Paleografía
Taquigrafía
Teneduría de libros
Latín
Fuente. Milada Bazant, 1993.
La historia de la ENP pude ser fraccionada en dos etapas hasta el colapso que
devino en el país para 1910, año por demás trascendental pues, por un lado nos
remite a la fundación de la Universidad Nacional y por el otro al inicio de las
conflagraciones anti porfiristas. La primera a considerar abarca de 1867 a 1878; el
rasgo esencial durante esos años fue que la ENP estuvo bajo la dirección de Gabino
Barreda. La segunda etapa abarca de1878 a 1910 y el factor de cohesión fue la
presencia paternal de Justo Sierra30.
El esquema positivista de educación presentado en 1867 tenía como propósito
construir una opinión colectiva uniforme y estable que asegurara el progreso social.
Años más tarde, cuando se tuvo que rendir cuentas a la nación, el positivismo quedó
desvirtuado entre otras cosas por su carácter elitista; su incapacidad para integrar,
30 Bazant., 1993, p. 160.
28
lidiar y conciliar con los nuevos grupos e ideas. El positivismo no tuvo el papel de
ideología oficial pues, contrario a lo que se piensa, estuvo restringido a un lugar y
un grupo, la ENP y los científicos; después de la intervención francesa reinó en el
país un liberalismo que gradualmente se anquilosó con los postulados positivistas.
Juárez murió el dieciocho de julio de 1872 y Lerdo tomó la estafeta que debía
abanderar con el empeño del fallecido patriarca liberal. Durante el gobierno del
segundo, el funcionamiento de la Preparatoria no se vio afectado; la institución se
mantuvo al margen de los problemas políticos nacionales. El proyecto ya estaba en
marcha, había que esperar los resultados.
La fundación de la sociedad metodófila
Como muestra de lo hecho en la ENP tenemos que uno de los quehaceres en que
con mayor claridad podía notarse la “rigurosa” aplicación del método científico, era
en los trabajos realizados en la Sociedad Metodófila Gabino Barreda. Dicha
sociedad se fundó el 4 de febrero de 1877 y en ella participaron alrededor de
veinticinco discípulos de Barreda; la composición del grupo fue mayormente de
médicos aunque, su carácter no fue excluyente, pues se tienen datos de la
participación de dos jurisconsultos, un ingeniero y un farmacéutico. En dicha
agrupación –como podrá verse en el reglamento- se efectuó el culto a los grandes
hombres; aquellos que prestaron grandes servicios a la humanidad. El propósito
esencial; consistía en aplicar de forma contundente el método científico a “toda
clase de fenómenos” y así, contribuir “al levantamiento del gran edificio de la
reconstrucción”31.
En esta sociedad participaron los que se convertirían, en el mediano plazo, en
maestros de lo que Zea ha llamado, la “segunda generación de positivistas
mexicanos”. En el grupo puede apreciarse un interés por escudriñar profundamente
31 Zea, 2002, p. 151, 244.
29
las diferentes ramas de la ciencia a través de un amplio estudio. Como prueba, el
propio reglamento:
I. En cada sesión será leída una memoria cuya cuestión será señalada
con un mes de anticipación.
II. Los socios elegirán por escrutinio al que debe tratarla.
III. Todos los socios pueden proponer cuestiones.
IV. El socio que la formule, debe manifestar la idea que se propone.
V. Las sesiones serán los domingos, principiaran a las diez de la
mañana, y durarán dos horas improrrogables.
VI. En caso de no haber quien pida la palabra, el presidente puede
concedérsela a cualquier socio.
VII. Cada tres meses se sustituirá la disertación científica, con la biografía
de alguno de los benefactores de la humanidad.
VIII. La sociedad no se opone a que si alguna persona de la concurrencia
desea hacer uso de la palabra en alguna cuestión, lo haga en el
sentido que guste32.
Fue en la Sociedad Metodófila donde convivieron por primera vez hombres
educados en diferentes áreas, pero que en común tienen haber sido preparados en
un fondo homogéneo de verdades adquiridas en la Preparatoria. Los temas
presentados en las reuniones de la Sociedad fueron de lo más diverso: física,
química, biología, matemáticas, astronomía y sociología. También se analizaron
dos biografías de hombres que contribuyeron al engrandecimiento de la humanidad:
Galileo y Dante33. En el grupo llegaron a destacar Porfirio Parra, Miguel Macedo,
Luis F. Ruíz, Manuel Flores y Agustín Aragón.
A principios de 1878 Gabino Barreda tuvo que partir a Berlín, donde fue nombrado
ministro plenipotenciario. Su ausencia contravino la continuidad del grupo que
durante ese año se vio fragmentado hasta desaparecer. Barreda había servido
desde 1867 como maestro e inspirador del grupo; cuidó que sus pupilos hicieran
32 Ibid., p. 151. 33 Ibid., pp. 152-155. Hale, 2001, pp. 244-246.
30
buen uso del método positivo y no lo abandonaran en caso de réplica. Tras su
partida, los ex estudiantes de la Preparatoria comenzaron su ascenso a los círculos
políticos porfirianos.
La lucha por la implementación de la educación positivista empezada en 1867,
encontraría en la doctrina “político científica” a su compañera de fórmula. Fue en el
decenio de 1880 cuando aquellos elementos educados en la doctrina positivista se
incorporaron en la política nacional. Fue también durante esa década cuando se
enunciaron y perfeccionan los métodos de enseñanza, culminando con dos
congresos educativos a los que asistieron representantes de todos los estados de
la federación, convocados por el ministro de justicia e instrucción pública Joaquín
Baranda. La uniformización de la educación en el país era urgente.
La Libertad. Diario pre científico
Los alcances de la Escuela Nacional Preparatoria no se limitaron a preparar cuadros
para el ingreso a las escuelas profesionales. Muchos de sus alumnos, al concluir su
formación buscaron acomodarse en la administración pública, la oportunidad llegó
con el ascenso al poder del general Porfirio Díaz. El porfiriato sería en un primer
momento, “un régimen de liberales que lucharon, de liberales llegados al poder”34,
pero, pasados los años, daría cabida a quienes no concordaban con la ideología
liberal dándoles una oportunidad a aquellos jóvenes que se habían formado en la
ENP.
Así, tenemos que, después de 1867 paulatinamente este liberalismo abandonó el
papel de ideología desafiante de los valores e instituciones conservadoras para
convertirse en “mito político unificador”35, es decir, a falta de un partido conservador
fuerte, el liberalismo se convierte en slogan del régimen. Este nuevo liberalismo
34 Francois Guerra, T. 1, 2003, p. 63. 35 Op. Cit., p. 15.
31
sería permeado por la presencia de la filosofía positivista. Muerto el Imperio, ya no
hacía falta una ideología combativa que reivindicara los derechos del hombre
emanados de la revolución francesa, ya se había demostrado que la comodidad
individual no podía anteponerse al bienestar general.
Entre el establecimiento de la preparatoria y el advenimiento político del positivismo
pasó una década. Durante esos años, en cuestiones políticas el país vio sucederse
el plan de la Noria, la muerte de Juárez, la presidencia de Lerdo de Tejada, el plan
de Tuxtepec, la rebelión Iglesista y la llegada de Díaz al poder.
Los años pasaron no sin dejar consecuencias; el liberalismo que, un día, brindó la
posibilidad de modernizar al país a través de una novedosa y estructurada forma de
educar, pronto se convirtió en encarnación del “espíritu negativo”, según los
positivistas, pues, su forma doctrinaria, ya no era compatible con los nuevos
tiempos. Para esas fechas Barreda escribió:
Nosotros no queremos atacar a nadie, no venimos a ocupar una plaza que
está ya desierta, venimos a poner una bandera, la de la Ciencia, en donde
todas las otras han caído por sus peso, […] venimos a poner el diamantino
guión de la verdad y de la plena concordancia de lo objetivo con lo subjetivo,
en vez de la desolante discordia que nos dejó el siglo XVIII por herencia; no
venimos a herir creencias, sino a despertarlas en los que ya no las tienen…36.
El liberalismo del que, un día, se valió Gabino Barreda ya no era un buen compañero
de fórmula, sus postulados contravenían el modelo de sociedad que se buscaba
conseguir a través del positivismo. El liberalismo también vio en el positivismo un
enemigo que atacaba la libertad de conciencia del hombre defendida en la
Constitución del 57. Los positivistas en cambio, consideraban que ese tipo de
libertad era perjudicial para la sociedad, no podía existir en el sentido del “dejar
hacer” pues atentaba contra los principios de orden y progreso que tanto el
positivismo como el porfiriato compartieron como objetivos comunes. En su defensa,
los liberales doctrinarios arguyeron que el hombre tenía pleno dominio de su
36 Zea, 2003, p. 131.
32
conciencia y sólo él, podía decidir lo más adecuado para su formación académica,
aduciendo que libertad y orden eran incompatibles. Barreda por su parte consideró
que “lejos de ser incompatible con el orden, la libertad consiste, en todos los
fenómenos tanto orgánicos, como inorgánicos, en someterse con entera plenitud a
las leyes que lo determinan”37. Gabino se opuso, en forma contundente, a permitir
al hombre llevar la libertad por donde deseara, no se podía anteponer el bien
individual, al bien común38.
El postulado positivista primigenio de “amor, orden y progreso” pronto fue
modificado y adaptado a las expectativas políticas del nuevo régimen, el amor fue
sustituido por la “libertad” quedando como lema: “libertad, orden y progreso”; donde
la piedra angular sería el “orden” que conduciría al “progreso” permitiendo así la
“libertad” política. Los hombres de la reforma habían depositado sus esperanzas en
“un nuevo grupo de líderes, vástagos de la viril generación de la Reforma, quienes,
utilizando las ideas modernas, harían a un lado el faccionalismo y acudirían a la
“santa labor de la reconstrucción de nuestro país”39.
Este nuevo grupo al que hacen referencia, fue en su mayor parte educado en el
ambiente comteano de la Escuela Nacional Preparatoria, donde tuvo a su
disposición “los 20 000 volúmenes de la biblioteca de la Preparatoria más los 6 000
de la Nacional”, privilegio no de todos y sólo existente en la ciudad de México. Entre
las lecturas cotidianas -según José Díaz Covarrubias- estaba Augusto Comte, John
Stuart Mill, Bean, Herbert Spencer y Lewes; siguiendo el argumento de Covarrubias
se puede deducir como lógico el rechazo del liberalismo pues “las doctrinas
puramente negativas de Voltaire y de Rousseau [habían] sido remplazadas”40. Zea
con ideas tomadas de Samuel Ramos, dirá de ellos que
Decepcionados de su pasado, sentirán en forma negativa su propia historia.
De sus auténticas raíces, las hispanas, no verán estos hombres sino al
37 Ibíd., p.110 38 Ibíd., pp. 109-111. 39 Hale, 2001, p. 145. 40 Zea, 2003, p. 179.
33
conquistador español y a los clérigos. Trataran de olvidar a España,
volviendo sus ojos a otros países, como Francia. Desechando una cultura de
la cual eran legítimos herederos, buscarán en la cultura francesa los modelos
frente a los cuales no serán sino imitadores serviles41.
La República Restaurada confió el futuro del país a la reforma educativa barrediana;
no se tuvo que esperar demasiado para que los educados en ese sistema se
integraran tanto a la administración pública como a la política. La primera trinchera
tomada, después de un año del gobierno de Díaz, fue, como ya se vio, el periódico
llamado La Libertad; órgano que, por un lado, era crítico moderado del nuevo
gobierno y por el otro, trampolín político para algunos de los que ahí colaboraron.
Tras tiempo de inactividad, la “nueva generación”, de la mano de Justo Sierra
Méndez puso en marcha el mencionado proyecto. El diario vio la luz pública por vez
primera el cinco de enero de 1878. Sierra quien ya era reconocido --más que por
haber sido alumno de Ignacio Manuel Altamirano y posteriormente de Gabino
Barreda-- por su prestigio como jurista, periodista y escritor, aglutinó en torno a su
persona elementos caracterizados por su juventud -todos habían nacido entre 1848
y 1853-, nexos de parentesco, previa colaboración política y periodística,
distinguiéndose por su formación intelectual e ímpetu por formar parte de la
administración que reconstruiría la nación42.
Durante los seis años que el rotativo fue editado se mantuvo con un equipo de
trabajo mayormente integrado por personas ligadas a la ENP. Al lado de Sierra
participaron en la dirección el periodista y empleado de la legación en mexicana en
París Francisco G. Cosmes; el publicista, comerciante y mecenas español
naturalizado mexicano Telésforo García. En el segundo frente destacó Santiago
Sierra, hermano de Justo, quien abandonaría la redacción en 1880 para ocupar un
cargo diplomático en Chile y quien, a su regreso, moriría en un duelo con Irineo Paz,
director de uno de los periódicos rivales: La Patria. Junto a ellos estuvo también
41 Ibid., p. 145. Ver Samuel Ramos, El Perfil del hombre y la cultura en México, Espasa-Calpe Mexicana S. A., México, 1982, pp. 45-49. 42 Hale, 2001, pp. 51, 53.
34
Jorge Hammeken amigo de los anteriores; en el órgano informativo participaron
también, como editorialistas, articulistas, comentaristas o periodistas Enrique
Olavarría y Ferrari, Carlos Olaguíbel y Arista; los profesores positivistas de la
Preparatoria, Manuel Flores, Porfirio Parra, Luis E. Ruíz además de los literatos
Agustín F. Cuenca, Jesús E. Valenzuela y Manuel Gutiérrez Nájera43.
En un contexto donde el liberalismo, en su versión más doctrinaria, era cuestionado,
este grupo trató de imponer nuevos esquemas intentando evitar las luchas
fratricidas fruto del faccionalismo. Puesto que sus redactores eran civiles y no
militares, se oponían a la lucha armada. La Libertad representó una novedad, pues
se convirtió en el corto plazo, en la palestra de los “positivistas” mexicanos en la
lucha que emprendieron contra las ideas de los liberales radicales.
Los directivos del periódico nunca negaron recibir subsidio gubernamental.
Consideraron que, en ninguna forma, tal contribución comprometía su juicio dado
que, abiertamente, eran partidarios de las acciones orientadas a recuperar la paz
en el país. En el “compromiso” con el presidente aceptaron apoyar, desde sus
páginas, una política de mano dura en caso de nuevos levantamientos armados.
Los redactores y directivos, a sabiendas de los problemas ocasionados por un poder
ejecutivo débil, abogaron por una reforma constitucional acorde a las condiciones
reales del país. Solicitaron incrementar el poder del ejecutivo para que se evitaran
los problemas ocurridos a Benito Juárez quien estaba disminuido con respecto a las
cámaras. El rotativo fue un crítico moderado durante sus dos primeros años, los
problemas electorales previos a las elecciones presidenciales de 1880 les hicieron
recordar y temer la manifestación del profundo faccionalismo que privaba en el país
y que debía ser erradicado, este año es además significativo por la separación de
Sierra tras la muerte de su hermano Santiago poco después de su llegada de
Chile44.
43 Ibid., pp. 51-53. 44 Ibid., pp. 52, 53.
35
La Libertad consideraba que los pueblos incapaces de imponerse ante las
tendencias anárquicas necesitaban, forzosamente, de un gobierno fuerte que
llevara las riendas del Estado –el caso del México de aquellos años--; pero, también
aclaraba que existían diferentes tipos de gobiernos fuertes, a saber:
1. Los de carácter absoluto, capaces de fundar o salvar ciudades, pero que
siempre se mostraban opresores.
2. Los que simulan respetar la ley, pero que en realidad gobiernan sin la ley o
contra ella misma, “gobiernos de mentira, que no teniendo más instrumento
que la corrupción hipócrita, acaban por podrir y gastar todos los resortes […]
de la sociedad”.
3. Aquellos gobiernos cuya fuerza proviene de una ley amoldada en lo posible
a las necesidades de orden y conservación del pueblo, gobiernos que se
apoyan en una ley que puede practicarse y que al mismo tiempo resguarda
el pasado, “base de la estabilidad social, y que por llevar en sí misma el
germen de su transformación prepare el porvenir”45.
Esta “nueva generación” consideró que debía ponérsele un freno a la anarquía
social mediante un gobierno que tuviese su origen en una ley consecuente con las
condiciones reales del país, es decir, apoyaban el tercer tipo de gobierno y
procuraron en la medida de lo posible abogar por la construcción de leyes basadas
en la realidad nacional. Díaz fue la cabeza del proyecto que esta generación
apoyaba.
La Libertad se convirtió en el representante de la propaganda científico-positivista,
que no era otra cosa que, la aplicación del método positivo a problemas de carácter
social de una manera científica; como rasgos sobresalientes se caracterizó por su
ataque frontal al liberalismo combatiente; por la apología de un gobierno fuerte y la
exigencia de una reforma constitucional que permitiera la consolidación y éxito de
un gobierno46.
45 Ibid., p. 273. 46 Ibid., p. 54.
36
El diario ofendió la susceptibilidad de los “jacobinos” quienes desencadenaron un
ataque contra sus oponentes cuando fueron criticados por la llamada “ficción liberal”
que se caracterizaría entre otras cosas por: la inexistencia de votaciones libres a lo
largo de la centuria decimonónica; imposibilidad de uso del sufragio universal en
una sociedad carente de cultura democrática; fraude electoral que permitía la
conservación de las instituciones liberales; existencia tanto de una élite militar como
de otra intelectual que ejercían el poder en nombre del pueblo y carácter meramente
formal de las constituciones ya que su uso podría significar inestabilidad, etc47.
Sin negar su herencia reformista los positivistas pretendieron la realización de una
política más conservadora, no en el sentido asociado al anti patriotismo, ni al
clericalismo; en palabras de Sierra: “Para nosotros el conservadurismo significa
conservar el orden social, único medio de aclimatar la libertad, planta exótica en
nuestra historia”48. Los colaboradores de La Libertad plantearon un liberalismo-
conservador que: “fue un ingenioso ejercicio semántico tendiente a llenar viejos
términos con significados nuevos”49, la dividida facción liberal debía ser hábil para
lograr exitosamente la reorganización patria.
En su defensa los viejos liberales apelarían a través de Francisco Zarco, quien,
alegó que durante la elaboración de la Constitución del 57 se había descartado el
autoritario “principio latino de la omnipresencia del Estado” por el “principio sajón o
germánico de la libertad individual”50.
Lo cierto es que los tiempos habían cambiado. Vencida la intervención francesa, el
gobierno se dio cuenta de que prestando mayor atención a las cuestiones militares
y regionales se podían evitar problemas mayores: “La labor característica del
general Díaz en su primer periodo presidencial […] fue seguramente la política. La
47 François Guerra, t. 1. p. 392. 48 Hale, 2001, pp. 66-68. 49 Idem. 50 Ibid., p. 130.
37
necesidad de neutralizar, para el restablecimiento del orden público, las diversas
influencias maléficas que agitaron al país”51.
El enfrentamiento político del Partido Liberal y el germinal “Partido Científico” vivió
una etapa álgida durante 1880. Cuando Díaz cedió la estafeta a Manuel González
se dio un viraje en los enfoques de la política educativa; como ministro de Justicia
e Instrucción Pública en la nueva nómina figuró el abogado queretano y liberal
Ezequiel Montes, quien al ocupar el cargo emitió un decreto en el que se obligaba
a la ENP a sustituir los textos usados en su curso de lógica, lo que en cierto grado
puede considerarse como una medida tendiente a restringir el avance del
positivismo.
La Lógica era considerada “piedra angular del sistema” ya que, suplía los cursos de
Metafísica y Filosofía. Se revisaban los textos de Lógica tanto de Stuart Mill como
de Alexander Baín; el decreto favorecía en cambio la Lógica de Tiberghien. El
descontento por la sustitución del libro sirvió como pretexto tanto a católicos como
liberales descontentos con la educación barrediana para descalificar la corriente
positivista e intentar posicionarse por encima de ella52.
Los liberales decían que la educación positiva, atacaba la libertad de conciencia
defendida por la Constitución del 57 al cuestionar la enseñanza que los padres
daban a sus hijos en casa, además de considerar que, el positivismo pretendía
convertirse en la única filosofía imperante.
La filosofía positiva –según el decreto de claro tinte liberal- había sido la causante
de la reciente hostilidad estudiantil contra las instituciones democráticas nacidas de
la reforma, permitiendo el crecimiento de las instituciones educativas católicas que
predican contra los valores del liberalismo. Para muestra puede decirse que, de los
diecinueve seminarios que había en el país en 1878 se llegó, durante el porfiriato,
a treinta, en cuanto al alumnado, para 1878 son calculados 3800 y para 1900 tan
51 José Yves Limantour, Apuntes sobre mi vida pública, Porrúa, México, p. 3. 52 Bazant, 1993, p. 165. Op. Cit., El positivismo mexicano, p. 134. El problema para los positivistas es que la lógica de Tiberghien contenía lo que ellos consideraban como elementos metafísicos.
38
solo el seminario de Guadalajara daba cabida a cerca de 600 estudiantes. Los
seminarios México, Guadalajara, Puebla y Mérida además del sacerdocio, contaban
con jurisprudencia, y si pensamos en que México, Puebla y Mérida fueron ciudades
captoras de buena parte de jóvenes que estudiaban y calculamos un número
semejante al de Guadalajara, tendríamos que, en sólo cuatro seminarios existiría
una población estudiantil semejante a la de 1878, cosa preocupante si lo que se
buscaba era la reconstrucción ideológica del país sobre un cumulo de ideas
científicas y anticlericales53.
Los ataques vinieron desde dos bandos, el primero formado por antiguos
conservadores y eclesiásticos que reclamaban el regreso del antiguo orden
aduciendo que desde la apertura de la Preparatoria se habían incrementado el
número de suicidios y duelos. El segundo frente fue el de los liberales radicales,
quienes se oponían a la política de conciliación asumida por el incipiente gobierno
porfirista, además de sentirse ofendidos por las críticas que la “nueva generación”
había vertido en su contra por la “ficción liberal”54. La polémica por el texto que debía
usarse para las clases de lógica duró en prensa alrededor de dos años, tras los
cuales terminó por imponerse la posición del gobierno en turno que apoyaba a
Ezequiel Montes.
En la polémica sostenida por católicos, liberales y positivistas, cada grupo contó con
su representante. Por los segundos y desde las columnas y editoriales de El
Monitor, José María Vigil defendió las primicias del liberalismo, acusando a los
redactores de La Libertad de atacar la libertad defendida por los hombres de la
Reforma. El periódico contestó a través de la pluma de Justo Sierra quién alegó no
estar contra la libertad, manifestando que el significado de la palabra se había
modificado con el paso de los años; invitándolos a […] salir de su estrecha y poco
iluminada “capilla del constitucionalismo absoluto y puro” y a entrar a “nuestra
53 Zea, 2003, p. 135. Bazant, 1993, p. 181. 54 Zea, 2003, pp. 202-203.
39
iglesia, […] más grande. Allí no necesitamos velas, nos basta la luz: esa luz es la
ciencia”55.
El plan primigenio bajo el cual se guiaba la Preparatoria debió cambiar a raíz del
conflicto por el libro de lógica; el olvido de las humanidades, que fue otra de las
críticas, se corrigió medianamente agregándose cursos de literatura que debían ser
estudiados durante los seis años escolares.
Este debate aunado a la muerte del hermano, marcó el alejamiento de Sierra tanto
de la Preparatoria como del positivismo; Guillermo Prieto –hablando de don Justo-
consideró atinadamente que existían dos fuerzas que disputan su espíritu desde
sus años mozos: “[…] la poesía y el positivismo. Víctor y Spencer; fluctúa, vacila,
tiene intermitentes perniciosas, pero no puede jamás decirse en ese combate, como
dijo Víctor Hugo: eso (la poesía) matará aquello (el positivismo)”56.
El distanciamiento será fructífero para el campechano pues, durante esa época es
cuando se desarrolla uno de los tantos proyectos que no serán aceptados pero, que
son el antecedente directo de la Universidad Nacional y de su facultad de Filosofía.
Justo Sierra consideró y llevó al pleno de las cámaras la fundación de una
universidad que agrupara las escuelas profesionales existentes en una sola
institución para, así, darle continuidad al programa de la ENP. Además de la
fundación de una Escuela de Altos Estudios donde debería “cultivarse la ciencia por
la ciencia […] en donde los cursos se hicieran no con el objeto de preparar alumnos
para los exámenes, sino de revelar hombres de estudios”, y de preparar “sabios”57.
El resto del decenio la política de conciliación estaría dirigida a la mediación entre
las diversas facciones del Partido Liberal. Paulatinamente la parte liberal más
radical se alejaría del ambiente político imperante para volver a hacerse presente
durante los primeros años del siglo XX a través de los clubes liberales.
55 Ibíd., p. 189, 257. 56 Bazant, 1993, p, 194. Hale, 2001, p. 263. 57 Bazant, 1993, p. 224.
40
Para lograr unir en un credo a los liberales, se fundó un periódico --que al igual que
La Libertad recibía prebendas del gobierno-- El Partido Liberal, y el cual hizo uso
de la figura de Benito Juárez para conseguir su objetivo; la glorificación del patriarca
liberal por, un lado permitió la “fusión” y por el otro, contribuyó a que la cabeza del
estado fuera vista como continuadora de los nobles ideales juaristas al honrarlo
como se hizo el 28 de julio de 1887, durante el homenaje por el 15 aniversario de
su muerte58. En el fondo tanto positivistas como liberales sin aceptarse del todo,
cada quien desde su trinchera, unieron sus fuerzas para reconstruir el país a la voz
de “orden y progreso”59.
La proto formación del grupo científico
Las reformas educativas realizadas durante la restauración de la República dieron
como resultado que los egresados tanto de la Escuela Nacional Preparatoria como
de Institutos Científicos y Literarios, empezaran a laborar en el aparato estatal. De
la entrañas de estas instituciones surgieron los llamados positivistas de “segunda
generación” que, como parte del apoyo brindado al general Díaz se vieron
favorecidos cuando éste llegó al poder. Entre los miembros más prominentes de
ese grupo se puede mencionar a Francisco Bulnes, Francisco G. Cosmes, José
Yves Limantour, Pablo Macedo, Justo Sierra, Roberto Núñez, Rafael y Emilio Pardo,
Porfirio Parra, Rafael Reyes Spindola, Rafael L. Hernández, Ramón Prida y Miguel
Macedo.
Los programas reformados abrazaron también al resto del país. Así, bajo programas
educativos semejantes al de la ENP, destacaron hombres educados en los institutos
estatales como el chiapaneco Emilio Rabasa, el juchiteco Rosendo Pineda, además
del oaxaqueño Rafael Pimentel, quienes estudiaron tanto en el Instituto de Ciencias
y Artes de Oaxaca como en el Instituto Literario de Yucatán.
58 Hale, 2001, p. 25. 59 Ibid., pp. 165-171.
41
Las influencias que el programa positivista de la Escuela Nacional Preparatoria y
los Institutos provincianos ejercieron sobre los que se convertirían en la agrupación
conocida como los “científicos”, resultan evidentes. Las aulas de la ENP vieron
pasar como maestros u alumnos siete de los ocho miembros principales del grupo
científico. Como profesores tenemos a los abogados Justo Sierra, y Pablo Macedo,
además del ingeniero Francisco Bulnes que, a sus veinte años, era titular de la
cátedra de matemáticas; los dos primeros:
Fueron positivistas en toda la extensión de la palabra: uso del método en sus
escritos; colaboración en la difusión de la enseñanza positivista; participación
directa […] en las conmemoraciones de positivistas mexicanos y extranjeros.
En el banquillo de alumnos se destacaron José Y. Limantour, Miguel Macedo,
Rosendo Pineda y Joaquín Casasús; el primero llegó a recibir invitación expresa de
Barreda para convertirse en su secretario cuando se le nombró embajador en
Alemania, invitación que declina por su precario estado de salud; los dos últimos –
Rosendo Pineda y Joaquín Casasús- fueron estudiantes de Institutos provincianos
que, aunque no estudiaron en la capital, se prepararon, en esencia, bajo el
programa positivista60.
Uno de los órganos que con mayor consistencia sirvió como tribuna a esta
generación fue el periódico La Libertad, pues, desde su creación defendió la idea
de refundar el país sobre bases científicas, abriendo así la puerta a los egresados
de la ENP que comulgaban con las doctrinas positivistas y con la idea de hacer virar
al país asía la ciencia. Desde su primer año se observó la participación de
eminentes figuras públicas que, con el tiempo, destacaron en justicia, política y
administración nacional; como ejemplos, se pueden citar los casos de los hermanos
Macedo, Limantour y el ingeniero Francisco Bulnes. Para cuando el diario dejó de
60Alfonso de María y Campos, “Los Científicos: Actitudes de un grupo de Intelectuales Porfirianos frente al Positivismo y la Religión”, en Roderic Ai Camp (compilador), Los intelectuales y el poder, México, El Colegio de México, 1991, pp. 127-128.
42
publicarse -en 1884- los antes mencionados ya participaban activamente en política
nacional61.
La importancia de estos jóvenes en el ámbito de la política puede apreciarse de
mejor forma si se toma en cuenta que, cuando menos desde 1878, militaban
políticamente del lado del general Díaz62. El plan de Tuxtepec, bajo el cual había
llegado al poder, transformó su consigna esencial de la mano de los discursos de
apoyo “científicos”. En un principio la “no reelección” fue respetada reformándose el
5 de mayo de ese mismo año los artículos 78 y 109 de la Constitución Mexicana a
fin de impedir la reelección inmediata del ejecutivo. Originalmente ambos artículos
resultaban poco específicos, el primero sólo establecía que el presidente asumiría
su cargo el primero de diciembre estando en él cuatro años; el segundo por su parte,
establecía que los estados de la federación adoptarían, para su régimen interior, el
sistema republicano, representativo y popular negándose, al igual que a nivel
federal, la posibilidad de la reelección.
De acuerdo con la reforma, Díaz dejó en el poder para el periodo de 1880-1884 a
su compadre Manuel González, sin alejarse de forma total pues, ocupó la Secretaría
de Fomento. Al volver a la silla presidencial en 1884, preparó las reformas
necesarias –nuevamente reformar los artículos 78 y 109- para poder perpetuarse
en la presidencia, siendo uno de sus soportes intelectuales la “nueva generación”.
La participación activa que estos jóvenes tuvieron desde 1878 se incrementó
durante el siguiente año. François Guerra señala que a partir de 1879 Limantour –
quien a la postre se convertiría en Ministro de Hacienda– y demás compañeros
empezaron a reunirse periódicamente en el despacho del entonces Ministro de
Hacienda, Matías Romero. El origen educativo común, la amistad y los proyectos
61 Guerra, 1992, t. 1. p. 380. Zea, 2001, p. 277, 301. 62 La idea de la refundación de la patria sobre bases científicas que defenderá la mencionada generación, es ya expresada en El Bien Público; periódico fundado por Justo Sierra y donde participaron como redactores José María Castillo Velasco, Francisco G. Cosmes, Eduardo Garay, Jorge Hammenken Mexia, Santiago Sierra y Francisco Sosa. Justo Sierra y el programa de La Libertad. Diario Liberal Conservador (1878), o las tareas del ‘positivismo liberal.
43
compartidos son algunos de los elementos que permiten explicar la existencia del
grupo63.
Recién comenzado el decenio, La Libertad, fiel a las ideas profesadas en sus
páginas, apoyó las candidaturas de algunos de sus directivos y escritores. En las
elecciones legislativas de julio de 1880 contienden y son electos ya como suplentes
o propietarios, por vez primera, el grupo de jóvenes políticos que serviría como
soporte al Porfirismo desde la trinchera del legislativo, sus nombres: Justo Sierra,
Pablo Macedo, Rosendo Pineda, Francisco Bulnes y Jorge Hammeken Mexía64.
El caso que mejor puede ilustrar lo anterior es el del ingeniero Bulnes quien fue
elegido por vez primera, –en esas elecciones– nada menos que como suplente del
capitalino Manuel Romero Rubio –que a partir de 1881 sería suegro del presidente
Díaz–, el ingeniero renovó su cargo en quince ocasiones65.
El ex-lerdista Manuel Romero Rubio ocupó un papel central en la política de
conciliación que Díaz emprendió durante su segundo periodo de gobierno que,
según Limantour “fue tal vez más complicado y difícil que el de 1877, porque, si bien
no se había alterado la tranquilidad pública, las cuestiones políticas, no por haber
variado de forma, dejaban de ser tan amenazadoras” al atenderse de manera
directa en 1877 la seguridad, se prestó menor atención a las cuestiones
administrativas y al desarrollo del programa económico. Al sumarse Romero Rubio,
recomendó a su amigos “poner un velo al pasado”, orientando sus trabajos al
restablecimiento de la paz y encauzando sus esfuerzos para hacer marchar la
nación por el camino del progreso, todo ello auspiciado desde la administración
porfirista66.
Rubio logró reintegrar a la política y administración nacional a parte importante de
las facciones originadas en el último cuarto del siglo XIX. Gracias a sus gestiones
se integraron Emilio Velasco y Carlos Fuero, lerdistas; Sóstenes Rocha, Mariano
63 Guerra, 1992, p. 84. 64 Zea, 2003, p. 397. 65 Guerra, 1993, p. 108. 66 Limantour, 1965, pp. 3, 14.
44
Escobedo, Alfonso Lancaster Jones, Guillermo Prieto, Carlos Rivas, Manuel M. de
Zamacona, Carlos Rivas, Pedro Baranda, Francisco Mejía, Felipe Berriozábal,
liberales, juaristas e iglesistas; Protasio Pérez de Tagle, antigonzalista; Luis Méndez
y Jesús Castañeda, imperialistas; Eduardo Liceaga, Rafael Lavista, médicos; lo
anterior en lo que respecta a abogados e intelectuales. Romero Rubio atrajo
también a empresarios, banqueros e industriales como Rafael Dondé, Ramón
Guzmán, Antonio de Mier y Celis, Nicolás de Teresa, Evaristo Madero, Agustín
Cerdán y Joaquín Redo.
La conciliación con la Iglesia católica emprendida por Díaz a partir de su segundo
periodo de gobierno recibió grandes críticas pero permitió la estabilización de las
trastocadas relaciones así, los Arzobispos Antonio Labastida, Próspero Alarcón y
Eulegio Gillow pudieron llevar sus ministerios sin grandes problemas con el
Estado67.
Resulta evidente que, bajo la protección de Romero Rubio, se integraron al
Porfirismo un grupo de abogados, intelectuales y hombres con preparación técnica
que se reunían en su despacho para platicar y planear, algunos de ellos orientados
a la justicia, la administración o a la política68. Limantour explica que al volver
Romero Rubio de los Estados Unidos en 1881, abrió un despacho para dedicarse a
su profesión, pronto el despacho también sirvió como punto de reunión donde:
[…] el contacto con la mayor parte de personalidades que frecuentaban la casa
con fines políticos, la comunicación recíproca (entre compañeros) de nuestras
impresiones sobre los asuntos públicos del día, y particularmente, la presión
cariñosa y llena de delicadezas que frecuentemente ejercía sobre mí “nuestro
Jefe”, […] una vez establecida cierta comunidad de pareceres e ideales,
principalmente entre los que fuimos el productos de mismos sistemas
educativos, semejante conjunto de circunstancias influyeran sobre el ánimo de
un modo tal en determinados casos, que ya me fue imposible dejar de tomar
67 Antonio Labastida fue Obispo de Puebla mientras que, Próspero Alarcón lo fue del Arzobispado de México y, Eulogio Gillow del Arzobispado de Oaxaca. 68 Hale, 1991, p. 181-182.
45
participación en actos públicos en los que seguramente nunca me habría
ingerido espontáneamente ¡Cuántas veces en la vida somos el juguete del medio
social en que por casualidad nos hallamos!69
Ya en la Cámara de diputados y vuelto Díaz para su segundo periodo
gubernamental, los legisladores José María Lozano, Joaquín D. Casasús y José
Ives Limantour de filiación científica, llevaron ante el pleno -en 1887- la propuesta
de reelección por un periodo de gobierno extra; bajo el argumento de haber sido un
mandato excepcional. Francisco Bulnes defendió la propuesta y construyó en cierta
medida el concepto de don Porfirio como “hombre necesario”, bajo el siguiente
corpus de ideas: “el dictador bueno es un animal tan raro, que la Nación que posee
uno debe prolongarle no sólo el poder, sino hasta la vida”70.
Capítulo No. II
Entre viejos liberales y nuevos conservadores
La ola de protestas ante la reelección en 1887
La reelección continua fue profundamente cuestionada por la prensa no gobiernista,
la cual consideraba que tanto el plan de Tuxtepec como las Leyes de Reforma,
estaban siendo traicionados por la clase gobernante. Los periódicos católicos que
en teoría debían estar del lado del presidente, mostraron posturas encontradas
como es el caso de El Tiempo, mismo que se expresó de la siguiente forma sobre
la propuesta que la ciudadanía hizo a Díaz el 3 de Junio:
Antes de ayer presenció una parte de la capital el desfile de cerca de dos mil
hombres [que] se dirigieron a Palacio para […] suplicar al señor Presidente
69 Entre los jóvenes que “fueron acogidos con benevolencia” y que apenas empezaban su vida en el foro pueden mencionarse los nombres de: Rosendo Pineda, Joaquín Casasús, Roberto Núñez, Emilio Pimentel, José M. Gamboa, Fernando Duret, y yo. Gutiérrez Nájera y Juan de D. Peza fueron miembros frecuentes que con su poesía amenizaban dichas reuniones. Como era natural, cada miembro del grupo fue orientando su camino a nuevos derroteros, algunos hacia la administración, la política o los asuntos judiciales. Limantour, 1965, p. 15 70 Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México, México, Ed. Hermes, 1972, tomo IX, pp. 278-292.
46
que aceptase la reelección […] Iban esos grupos de artesanos y obreros
precedidos cada uno respectivamente por los estandartes de su gremio.
Abrían en la marcha de aquel cortejo seis u ocho hombres a caballo, con las
espadas en la mano, cosa que nos llamó la atención, pues no eran militares.
La larga fila que formaban estos grupos de paisanos, casi todos vestidos con
sólo camisa y calzón blanco, se encontraba flanqueada por ambos lados por
numerosísimos gendarmes a pie, cuya presencia allí y formación más
parecía que custodiaban a una cuerda de presos, que a un grupo de
ciudadanos arrastrados motu propio por un grande entusiasmo […] […] Todo
el mundo sabía que tal movimiento “espontáneo” estaba preparándose hacía
días con minuciosas y activas gestiones71.
El Tiempo habla de la falta de emotividad y la indiferencia, tanto de los que
desfilaron, como de los que presenciaron el acto, no hubo gritos de apoyo en las
calles, ni cortinas colgadas en los balcones; la procesión más bien fue “tristísima”.
A diferencia de los periódicos liberales oficialistas, que llenarían sus columnas con
descripciones acerca de la magnificencia de la manifestación, ofreciendo falsas
impresiones de lo que en realidad había ocurrido.
La reelección encontró diversos posicionamientos en el ambiente cultural del
México de aquella época. Desde la algarabía de religiosos, empresarios, militares y
civiles, hasta el reproche y el descontento de algunos diarios de abierta postura
liberal como: El Monitor Republicano, Las Noticias, La Política, El Diario del Hogar
y El Hijo del Ahuizote, los cuales abiertamente criticaron al régimen por considerar
que las reformas estaban abriendo la puerta a la dictadura.
El Hijo del Ahuizote, vislumbró acertadamente el porvenir a principios de 1888 en
una de sus editoriales:
Asegurada la reelección, se intentará el exclusivismo, es decir, se procurará
remover del tablero de la política toda pieza estorbosa, para ir acercándose
71 Diego Arenas Guzmán, El Periodismo en la Revolución Mexicana de 1876 a 1908, INEHRM, 1966, p. 109.
47
a una cumbre ya soñada, pero imposible, y entonces será cuando el cráter
de este volcán en que vivimos, vomite en torrentes la lava de la disensión72.
El diario tuvo un marcado anticlericalismo y no congeniaba para nada con el “pacto”
efectuado entre quienes dirigían los asuntos públicos y los representantes de la
institución católica. En una de las caricaturas que se editaron en sus páginas, el 5
de febrero de 1888, apareció el águila del escudo nacional en cuyo cuerpo se podía
leer “Constitución de 1857”; el águila caía en picada después de haber sido herida
con una flecha que a la letra llevaba grabado “reformas tuxtepecanas”, hasta
estrellarse en tierra con una roca en que se leía “democracia”.
No sólo El Hijo del Ahuizote estuvo presente a la hora de manifestar su oposición a
la reelección inmediata, en esta labor lo acompañó El Diario del Hogar, que
postularía para esas elecciones federales a José María Luis Mora quien a fin de
cuentas, no aceptó. El Diario puso el dedo en la llaga al recordar las palabras que
el general Díaz había dicho a propósito de la reelección el 16 de septiembre de 1879
y que fueron publicadas en el Diario Oficial:
Debo hacer ante el Congreso la solemne promesa de que jamás admitiré una
candidatura de reelección, aún cuando ésta no fuera prohibida por nuestro
Código, pues que siempre acataré el principio de donde emanó la revolución
iniciada en Tuxtepec73.
El 21 de octubre de 1887 se aprobó la reforma del artículo 78 permitiendo la
reelección inmediata por un nuevo periodo presidencial extra (1888-1892). El
ejecutivo podía “ser reelecto para el periodo constitucional inmediato” puntualizando
que “quedará inhábil en seguida, para ocupar la presidencia por nueva elección, a
no ser que hubiesen transcurrido cuatro años”74. La penúltima reforma se hizo en
diciembre de 1890 cuando por unanimidad se estableció la reelección indefinida; la
72 Ibíd. p. 111. 73 Ibid., p. 113. 74 Felipe Tena Ramírez, Leyes Fundamentales de México 1808-1964, México, Ed. Porrúa, 1964, p. 620.
48
última se dio durante 1904, cuando se amplió el periodo de gobierno de cuatro a
seis años además de la creación de la vicepresidencia75.
Las críticas contra la primera reelección consecutiva existieron durante todo el
periodo de gobierno y se incrementaron con la aprobación de la reforma del artículo
78 que permitía la reelección indefinida.
Un año antes de la celebración de las elecciones federales de 1892, Filomeno Mata,
funda un club liberal que pugnó por la abrogación de los artículos 78 y 109; en el
Grupo Liberal Reformista destacaron escritores de una clara filiación anti
reeleccionista como Daniel Cabrera, José P. Rivera, Gabriel González Mier, Emilio
de los Ríos, Luis del Toro, Daniel Rodríguez de la Vega, Federico García Alva,
Ángel Pola, entre otros76
Las manifestaciones en contra no fueron un acto aislado y fueron prueba fehaciente
del descontento que, tanto los nuevos sectores profesionales sin acomodo, como
los sectores de viejo cuño liberal, sentían por el endurecimiento de las medidas de
represión como el cierre de periódicos, la destrucción de imprentas o el
encarcelamiento de periodistas. Una de las acciones que el gobierno tomó para
resarcir el descontento fue la preparación de una convención que legitimara la
reelección de 1892:
Al aproximarse la nueva reelección el general Díaz pensó, con buen juicio,
[consideró] que debía hacerse cierto simulacro de elección, o cuando menos
ciertos trabajos que indicaran, para los extranjeros sobre todo, que no era la
sola voluntad la que hacía fuera reelecto77.
Los trabajos de organización de la Convención Nacional Liberal fueron puestos en
manos de Rosendo Pineda –secretario particular del ministro de gobernación- y del
75 Cosío Villegas, t. IX, 1972, p. 639. La reforma para la institución de la figura de la vicepresidencia fue incentivada por el grupo científico no así la de la prolongación del periodo de gobierno que se debe a un grupo de político que se formó al derredor del ex-ministro de Justicia e Instrucción Pública Joaquín Baranda. Limantour, 1965, p. 145. 76 Arenas Guzmán, 1966, p. 153. 77 Ibid., p. 156.
49
general Martín González, jefe del Estado Mayor Presidencial, la principal tarea era
que la Convención designara el candidato a la Presidencia del país.
Los primeros actos que se llevaron a cabo durante el primer tercio de 1892
estuvieron orientados hacia la constitución de células regionales que patrocinaron
la candidatura de Díaz para las elecciones de ese año. El 4 de enero las hojas de
El Monitor Republicano dejaron asentada la primera reunión de los amigos del
general Díaz, quienes constituyeron la Junta Central Porfirista de corte
reeleccionista, en dicha junta participaban: Ignacio Bejarano, Juan A. Mateos,
Antonio García Cubas, Luis C. Curiel, Francisco Bulnes, Pablo Macedo, Sóstenes
Rocha, Justo Sierra, Irineo Paz, Joaquín D. Casasús , entre otros78. Poco tiempo
antes de las elecciones la Junta modificó su nombre para convertirse en el Club
Político Porfirista contando con varios miembros de lo que sería el núcleo de la
Unión Liberal.
De la Unión Liberal puede decirse que formó parte el grupo de jóvenes que
estudiaron en la ENP y laboraron en La Libertad. El grupo era en principio porfirista
y, además, ferviente patrocinador del reeleccionismo; teniendo como antecedente
la crítica feroz que emprendieron contra el liberalismo radical, además de la
constante pugna por la reforma que impedía la reelección por considerarla un
“ensueño romántico”.
Desde las columnas de El Hijo del Ahuizote, El Monitor Republicano, El Diario del
Hogar y otros, se dio cabida a los escritos de oposición que cuestionaban los malos
manejos en la administración de las finanzas, la inexistencia de garantías
individuales, la conciliación con el clero, el desigual desarrollo social y las reformas
constitucionales.
El descontento estalló a raíz de las manifestaciones que, tanto el Club Morelos,
como el Comité Central Porfirista organizaron. El primero en pro de la reelección y
el segundo para conmemorar el 2 de abril en que se celebraba las hazañas militares
78 El Monitor Republicano, 1892, México, 4 de enero.
50
del general Porfirio Díaz. El evento realizado el primero de abril fue descrito de la
siguiente forma por El Monitor Republicano:
Lo notable es que [los manifestantes] iban todos cabizbajos, soñolientos y
denunciando en sus rostros el hastío más profundo. En ellos no se notaba el
menor síntoma de entusiasmo y revelaban muy a las claras que no
constituían el verdadero pueblo que se agrupa para pedir la estabilidad en el
poder79.
La segunda manifestación, un día después, no fue en forma alguna diferente a la
primera. Aunque hubo ciertamente, mayor participación que en la primera, Gabriel
González Mier redactor de El Monitor Republicano y crítico severo del régimen, la
describió en la siguiente manera:
No vamos a negar la verdad ni a desfigurar los hechos. La manifestación del
dos de abril fue numerosa. [La componían] Un número muy escaso de
diputados y algunos funcionarios del ramo penal. Un buen contingente de
oficinistas y de más empleados del gobierno. Después de esto, el personal
de los Ayuntamientos de los pueblos: cerca de mil individuos de la obrería;
cargadores de la ciudad, aguadores sobre todo esto, la gran mayoría de
indígenas de los pueblos, reclutados de una manera muy expresiva80.
Al descontento de la prensa podemos sumar el del estudiantado que, pronto se
organizó para hacerse presente en las manifestaciones antirreeleccionistas.
Durante las marchas efectuadas el primero y dos de abril, no hubo contingentes del
estudiantado y cuando este logró organizarse gracias a la colaboración de Joaquín
Clausell, Querido Moheno y José Antonio Rivera, entre otros, se recordaron las
protestas contra el reconocimiento de la deuda inglesa en donde el alumnado había
participado activamente, el año de 1884.
79 El Monitor Republicano, 1892, México, 2 de abril. 80 El Monitor Republicano, 1892, México, 5 de abril.
51
La Escuela de Jurisprudencia fue el primer foco de descontento, pero al enterarse
su director, Justino Fernández81, de la organización de un mitin, ordenó el desalojo
de alumnos rijosos. Aún en un ambiente poco propicio, los preparativos para la
marcha siguieron el rumbo planeado realizándose el siete abril a las nueve de la
mañana; los estudiantes para no llamar la atención de la policía llegaron por
separado y se concentraron en la Alameda donde Joaquín Clausell los instó a
guardar el orden para no favorecer la represión, además de felicitar a los estudiantes
por dar muestras de valor y patriotismo en una época donde el temor y la apatía
eran el común denominador82.
Sobre dicha manifestación en El Hijo del Ahuizote señalaba:
Notable contraste hacían los grupos estudiantiles con los manifestantes de
leva exhibidos por los amistosos reeleccionistas. En éstos notábase, la
carencia absoluta de una pasión que alentara sus pasos, la falta de
conciencia de lo que estaban haciendo; parecían, más que los manifestantes
de un entusiasmo como se pretendía que fueran, los dolientes que asistían
a un funeral.
No así ese grupo de jóvenes que vimos llenar de animación a la ciudad
cuando recorrió las calles. Agrupación bulliciosa, intrépida, ante el círculo de
gendarmes con que se le rodeó, llevaba el entusiasmo tras de sí; a gran
distancia escuchábase el clamoreo de aquellas ochocientas gargantas
agitadas por el patriotismo juvenil de los veinte años, sin que entre todas
estas manifestaciones de entusiasmo se notara el menor síntoma de
desorden83.
Las notas vertidas en los periódicos que dieron cabida a las opiniones estudiantiles
fueron constatadas de la misma manera. Si se ve en perspectiva podrá notarse que
en el foro hay una discusión en donde rivalizan los “liberales doctrinarios” y los
81 Fernández fue Ministro de Justicia e Instrucción Pública hasta la creación del ministerio de Instrucción Pública, conservando tan solo la cartera de justicia hasta unos meses antes de acontecer su muerte en 1911. 82 El Monitor Republicano, 1892, México, 8 de abril. 83 Op. Cit., El Periodismo en la Revolución Mexicana de 1876 a 1908, p. 159.
52
“nuevos liberales”. Los primeros, herederos del liberalismo que nutrió la Constitución
de 1857; los segundos, liberales también pero permeados por las ideas científicas
y la filosofía positivista.
Para la década de 1890, los jóvenes que habían iniciado su carrera política en el
diario La Libertad, continuaban colaborando en la prensa e hicieron de El Siglo XIX
la palestra desde la cual se contestaba a los defensores de la Constitución. Así
hablaron de la manifestación estudiantil:
En política, la juventud representa el extremo radicalismo; el grupo que
avanza más, extremando las opiniones, el que vive en lo ideal, sin abandonar
la región de las tormentas, repleto de fe y rellenando simas insondables con
esperanzas desenfrenadas, y una suma suficiente de ciencia para hacer
atendibles sus opiniones.
He aquí el elemento estudiante como factor político, en el que se realiza la
evolución observada en la historia de la humanidad: el paso del periodo
teológico al metafísico; el estudiante cree que con algunas cátedras se
modifica la condición social de un pueblo; juzga que decirle al hombre eres
libre, para que lo sea inmediatamente […]
El progreso no se realiza jamás con soluciones radicales; es el resultado de
fuerzas opuestas […]84
Los estudiantes molestos por la forma en que la prensa oficialista se refería a los
participantes y causas del movimiento, decidieron enviar una carta abierta a los
principales diarios el catorce de abril en la que ofrecían su versión de los hechos,
en ella mencionaban que Joaquín Clausell no era el organizador de la movilización,
también, se deslindaban de haber postulado como candidato presidencial al dueño
de El Monitor Republicano, Vicente García Torres.
Los acontecimientos ocurridos aceleraron la formación de un club político anti
reeleccionista conocido como: “Soberanía Popular” que, con el lema “No
Reelección. Patria y Trabajo. Libertad y Derecho”, y, bajo la coordinación de Jesús
84 El Siglo XIX, 1892, México, 12 de abril.
53
Huelgas y Campos –líder del grupo obrero- y los dirigentes estudiantiles de las
escuelas superiores, iniciaron los preparativos para una movilización de mayores
dimensiones.
En las manifestaciones de abril se distinguen claramente dos posiciones, liberales
ambas, pero una con influencia del liberalismo clásico y otra con influjo de ideas
positivistas. La primera exigía el respeto de la Constitución de 1857, y reclamaba
un gobierno con menor fuerza; la segunda exigía lo contrario, es decir, una reforma
profunda de la Constitución de 1857. La diferencia fundamental fue que los
positivistas gozaban del visto bueno de las autoridades gubernamentales, –o
cuando menos, podían pasar por alto sus acciones– además de ocupar cargos en
la administración, mientras que los primeros estaban fuera del régimen85.
La Unión Liberal de 1892 y el mito del “partido científico”
La formación de la Unión Liberal tiene su origen en la iniciativa de los
incondicionales amigos del general Díaz quienes, el 10 de enero de 1892, formaron
el Comité Central Porfirista que sirvió como centro promotor, primero, de una gran
Convención Nacional para seleccionar un candidato idóneo para la sucesión y
después, el predispuesto anuncio de la candidatura de Porfirio Díaz86. Este,
queriendo ofrecer una imagen democrática tanto al país como al extranjero
consideró oportuno reunir representantes de todos los estados de la federación en
una magna Convención para así, dar un cariz democrático al proceso electoral sin
que la reelección pudiera interpretarse como imposición o mero autoritarismo; el
encargo recayó en el Ministro de Gobernación Manuel Romero Rubio quien a su
vez delegó la organización en su secretario particular Rosendo Pineda.
La Convención quedó instalada el cinco de abril con la presencia de emisarios
regionales de casi todas las entidades federativas a excepción de Nuevo León y los
territorios. Dichos representantes en teoría habrían sido elegidos primero en
85 Para una visión más amplia de los movimientos oposicionistas de 1892 ver: Hilario Topete Lara, “Los Flores Magón y su circunstancia, en Contribuciones desde Coatepec, no. 8, 2005, p. 71-133. 86 Cosío Villegas, t. IX, 1993, p. 649.
54
convenciones municipales que designarían a sus emisarios a una convención
estatal, donde a su vez serían seleccionados los emisarios a la Gran Convención,
dotándolos con la capacidad de tomar decisiones87. Como primer paso y ya en la
capital, se seleccionó la mesa directiva donde el lugar de la presidencia
correspondió a Manuel M. Zamacona; la vicepresidencia al general Sóstenes Rocha
y como primer secretario; Rosendo Pineda.
Los objetivos fueron por un lado, la creación de un programa de gobierno que
impulsara la modernización política del país además de contribuir con la unificación
de las endurecidas facciones del “Partido Liberal”; y por el otro, la designación de
un candidato para contender en las elecciones presidenciales para el primer periodo
de reelección consecutiva 1892-1896.
En las publicaciones donde se habló del proyecto, se mencionó la buena respuesta
obtenida por la convocatoria sin que por ello se dejaran de señalar los retos que el
tiempo imponía a los convencionistas:
El movimiento inusitado y general con que la República respondió al
llamamiento de la “Unión Liberal,” la regularidad con que la gran mayoría de
las entidades federativas organizaron sus comités y representaciones en
relación con el Centro, son prueba irrefragable [irrefutable], de que el partido
liberal está ya en aptitud de imponerse una disciplina racional que le permita
ser completamente explícito en la expresión de su voluntad dentro de la
fórmula constitucional y tomar un participación más y más activa en la
dirección de los negocios públicos […]88
87 Diego Arenas Guzmán menciona que queriendo dar una imagen diferente ante el exterior, Díaz pidió a Rosendo Pineda que le expusiera un proyecto para las elecciones; Pineda sugirió preparar una convención al estilo estadounidense que tendría como base la formación de clubes reeleccionistas en los municipios del país, para ello se beneficio de la visita que todos los alcaldes municipales hicieron a la ciudad de México con motivo de las celebraciones patrias en septiembre de 1891; los alcaldes serían los mejores promotores del reeleccionismo. Por su parte Daniel Cosío Villegas argumenta que fue a Justo Sierra “a quien se le había encargado un proyecto de una Convención Nacional”. Arenas Guzmán, Vol. I, 1966, p. 517. Cosío Villegas, t. IX, 1993, p. 648. 88 Manero, El Antiguo régimen y la Revolución, INEHRM, México, 1985, p. 287.
55
La Gran Unión Liberal –que quedó establecida formalmente el 13 de marzo--ofreció
un espacio de convergencia para los “positivistas” que habían egresado de la ENP
durante la década de 1870 y que habían sido, también ex redactores de La Libertad
y legisladores pro porfiristas. Antonio Manero aseveró que siendo el “partido
científico” esencialmente conservador, debía pertrecharse tras elementos con
tendencias ideológicas orientadas a la conservación del régimen, practicando
ciertas reformas que permitieran la modernización del sistema que se estaba
construyendo, con la intención de que continuase sin la indispensable presencia del
general Díaz.
En el programa gobiernista que presenta la Convención el 23 de abril de aquel año,
se hace un recordatorio respecto a las precarias condiciones en que el país se
encontraba antes de la llegada de Díaz y se perfila el objetivo principal de, el
programa a la letra dice:
Mientras fue la paz un hecho accidental y precario, y la guerra civil nuestro
estado normal, el partido cuya voz llevamos por delegación expresa, sólo
cuidó de conservar incólumes los artículos fundamentales de su credo
político, inscritos, gracias al sacrificio de una nación entera, en los Códigos
de 57 y de Reforma. Logrando esto, plenamente comprendió que para
mantener su carácter de partido nacional […] necesitaba tornarse en partido
de gobierno, ceder en beneficio del orden su tendencia al movimiento político
incesante y agruparse en torno de sus jefes, encargados del poder, para
permitirles realizar la aspiración suprema del país a la paz, al trabajo y al
progreso89.
Los delegados en la voz de Justo Sierra -quien fuera el redactor del manifiesto-
creían llegadas las condiciones para empezar una nueva era en la historia del
partido liberal, donde los órganos directivos periódicamente se convirtieran en
elementos que trabajaran en la obtención del progreso político. Fieles creyentes en
el régimen que había conseguido la paz, además de enfilar al país rumbo a la senda
89 Ibid., pp. 287-288.
56
del progreso, sentían que hacía falta que la generalidad tuviera una opinión
semejante que permitiera conseguir esos fines; al autonombrado partido liberal
tocaba consolidar y demostrar:
“que […] en adelante, la revuelta y la guerra civil serán un accidente; y la paz,
basada en el interés y la voluntad de un pueblo, [serán] lo normal; para ello
es preciso ponerla [la paz] en la piedra de toque de la libertad”90.
Las tentativas de la Unión no consistían en la sola organización del proceso
electoral, pues, advirtieron, que de ser así estarían aceptando completo y sin
cortapisa al régimen. Conscientes del poder que la reelección indefinida daría al
presidente, sus integrantes pretendieron someterlo al respaldo y aceptación del
programa surgido de ella.
Daniel Cosío Villegas consideró que el grupo de élite que habría de convertirse en
los llamados “científicos”, temiendo no poder poner freno al poder que obtendría
Díaz con la reelección --pues se vislumbraba que en el país se avanzaba hacia un
gobierno de carácter personal donde el poder no radicaría en la base de la pirámide
social sino en la cúspide--, intentó a través de los mecanismos a su alcance, y en la
voz de Justo Sierra, subordinar a Díaz al programa emanado de la Convención91.
Sierra se preguntó en el manifiesto: ¿qué ciudadano ostenta los mejores títulos para
mantener la paz y conducir al país por la senda del progreso? Contestando al
cuestionamiento con un proyecto a realizar por el que fuese elegido para ocupar al
alto cargo del ejecutivo. Éste, debería reformar algunos ramos administrativos para
no perder lo ganado en los años que el general Díaz había estado en el poder, bajo
el siguiente programa:
1. La nación desearía que su gobierno se encontrase en aptitud de demostrar,
que considera la paz actual como un hecho definitivo, reorganizando
económicamente algunos ramos de la Administración, como el de Guerra,
que absorbe buena parte de nuestros recursos fiscales.
90 Idem. 91 Cosío Villegas, t. IX, 1993, p. 650.
57
2. [La nación] desearía que no hubiese tregua en el empeño de sacar de
nuestro régimen tributario del periodo puramente empírico, proporcionándole
el catastro y la estadística sus bases científicas.
3. [La Nación] desearía que la libertad del comercio nacional, por la supresión
de las aduanas interiores, llegase a ser un hecho consumado y no un
aspiración periódicamente renovada con formulas sonoras e impotentes […]
4. [La nación] anhela […] el advenimiento de un periodo, […] en que suba al
mismo nivel el progreso intelectual y moral por la difusión, ya valientemente
iniciada, de la educación popular; por la apropiación continua de nuestros
sistemas educativos a nuestras necesidades; por la demostración con
hechos cada día más notorios, de que se conoce el valor de esta fuerza
mental que se transforma en inmensurable fuerza física y que se llama la
“Ciencia”.
5. [La nación considera que] la garantía de la paz social, está en la justicia, y la
democracia mexicana habría comprobado su aptitud política, si como la de
los Estados Unidos, supiese prescindir del derecho de cambiar
periódicamente sus funcionarios judiciales, conquistando para ello, con la
“inamovilidad”, la independencia, la competencia, y responsabilidad, que es
la sustancia misma de las instituciones libres.
6. [La nación considera que] en la organización del Ejecutivo, también creemos
que debería estudiarse y en un plazo no lejano, […] la manera de modificar
las vigentes disposiciones constitucionales, respecto de la sustitución del
Presidente de la República, porque ellas pueden colocar una personalidad
sin mandato nacional y sin significación alguna, en el primer puesto del
Estado, lo que expondría al sustituto y a la ley, a todas las contingencias del
azar y el desprestigio. Nuestros votos, por tanto, pueden concretarse en este
pensamiento.
7. [La nación considera que…] sobre todo, en la resultante de las múltiples
manifestaciones de la prensa. El partido liberal no volverá nunca sobre la
reforma del artículo 7° de la Constitución, que suprimió un privilegio
insostenible en derecho, y que en el hecho se había convertido en peligro no
58
político, sino social. Más no vacilaría para mayor resguardo de la más precisa
de las libertades democráticas, en modificar las legislaciones penales,
sometiendo los delitos de imprenta al jurado común92.
Para rematar, el manifiesto cierra con el previsible pronunciamiento de apoyo a la
candidatura del general Porfirio Díaz Morí quien en la votación obtuvo 201 pareceres
a su favor, imponiéndose tanto a Manuel González como a Manuel Romero Rubio,
quienes únicamente obtuvieron nueve votos, y superando con una mayoría
definitiva a Ignacio Vallarta, Joaquín Baranda, Ignacio Mariscal y Manuel Díaz que
tan sólo obtuvieron un voto93. El respaldo que la Convención le daba a Díaz --según
el documento--, se debió principalmente a que había contribuido a través de la
praxis a moldear tanto el progreso como la paz por años faltante a la nación
mexicana.
Los delegados, conscientes del “sacrificio” que para las democracias nacientes
significaba la reelección indefinida, manifestaron que la reelección del ejecutivo sólo
excepcionalmente era recomendable, pues, lamentablemente, la presidencia era
también el puesto desde el cual se podía “suplantar o bastardear el sufragio”; esa
inusitada circunstancia, consideraron, era la que se presentaba en 1892.
Los convencionistas pensaron que un cuatrienio más bastaría a Porfirio Díaz para
poner fin al periodo más complicado de la administración nacional, dado que en su
persona y liderazgo confiaban las naciones extranjeras para el otorgamiento del
crédito “motor del progreso material, fuente de la fortuna pública y de nuestra
92 La libertad de prensa desde 1857 a 1886 estuvo resguardada por el artículo séptimo de la Constitución de 1857 que a la letra dice: Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. Los delitos de prensa serán juzgados por un jurado que califique el hecho, y por otro que aplique la ley y designe la pena. Los estudiosos del tema coinciden en que a partir de 1886 inicio la etapa de represión severa contra la prensa aprobándose en ese año una ley en la que se establecía que un solo juez podía juzgar y encarcelar legalmente a un periodista. Ricardo Pérez Montfort, Alberto del Castillo, Pablo Picatto, Hábitos, normas y escándalo. Prensa, criminalidad y drogas durante el porfiriato tardío, CIESAS/Plaza y Valdés Editores, México, 1997, p. 64. 93 Cosío Villegas, T. IX, 1993, p. 599.
59
potencia financiera y sobre todo, la de la transmisión de la paz, base de toda
solución de estos problemas”94. La candidatura del general Díaz era de esta forma,
el elemento que permitiría la consolidación del estado de bienestar en la nación; era
–según el documento– obligación del partido liberal incentivar su elección a través
de los órganos de que disponía95.
El manifiesto de la Unión Liberal fue firmado por 11 hombres que a raíz de su apoyo
al régimen se les conocería como “partido científico”, sus nombres: Manuel M.
Zamacona, Sóstenes Rocha, Justo Sierra, Rosendo Pineda, Carlos Rivas, Pedro
Díez Gutiérrez, Pablo Macedo, José Ives Limantour, Francisco Bulnes, Vidal
Castañeda Nájera y Emilio Álvarez.
En Limantour se lee que más allá de organizar la convención, los proyectos de la
Unión Liberal no tenían la aprobación del presidente. El general Díaz vio en la Unión
Liberal un riesgo innecesario; si bien estaba en manos de un grupo no pequeño,
pero sí muy prestigiado que podía llevar a la Unión a convertirse en un problema.
Así, los deseos de constituir un partido no pudieron empatarse con los del general
aún y cuando sus miembros habían dado pruebas suficientes de lealtad a su
persona. Antes de que el panfleto circulara, el presidente ya tenía conocimiento de
él, dado que los redactores se lo habían presentado.
Díaz, sin entrar en polémicas, consideró el documento “una hermosa pieza literaria”
que cumplía con los fines deseados –justificar la reelección– para llevar a buen
puerto el proceso electoral, sobre sus contenidos siempre mantuvo una completa
reserva96.
La oposición periodística ante el manifiesto y la reelección
94 Para ver el Manifiesto en forma completa consultar: Manero, 1985, pp. 287-297. 95 Cosío Villegas no descarta que los candados que los jóvenes políticos positivistas querían imponer a Díaz, se debían en parte a que eran hijos políticos de Manuel Romero Rubio quién era candidateable para las elecciones de 1896. Para una visión más amplia de las cuestiones electorales de ese año ver el apartado Técnicas y tretas en Cosío Villegas, Historia Moderna de México Vol. IX, 1993, pp. 595-626. 96 Limantour, Apuntes sobre mi vida pública, 1965, p. 19.
60
En un ambiente de constantes dimes y diretes, algunos estudiantes de la Escuela
Normal, de Jurisprudencia y Preparatoria, decidieron tomar partido por los
argumentos de los oposicionistas por considerar que esta vertiente encarnaba en
cierto sentido el liberalismo de la Reforma, ya que defendía los principios emanados
de la Constitución de 1857.
En diarios como El Monitor Republicano y El Hijo del Ahuizote se dio cabida a notas
antirreeleccionistas, mientras tanto, en El Universal y El Nacional se denostaba la
participación de los estudiantes en las manifestaciones de tinte claramente
antirreeleccionista. El 21 de abril, “los radicales” para evitar que se perdiera el
espacio ganado con las primeras movilizaciones, establecieron la Junta Directiva
del Comité de Estudiantes Antirreeleccionistas que pronto se alió con el Club de
Obreros Antirreeleccionistas dando una mayor amplitud a las protestas.
Por esos días se publicó el Manifiesto de la Convención Liberal provocando se
calentaran los ánimos. La oposición se hizo escuchar desde las páginas de El
Monitor, que en los números del 29 de abril y 2 de mayo, tomó postura. Gabriel
González Mier –redactor del diario- criticó la “[…] monopolización del poder, la
conculcación del voto y las violaciones a la carta magna” en lo que a la elección de
los jueces correspondía. El estudiantado de aquel año quedó así atrapado en un
combate de ideas entre los llamados por el diario liberales “radicales” y los “nuevos
liberales”.
Buscando el reconocimiento público, el primero de mayo se estableció el Comité
Antirreeleccionista de Estudiantes y Obreros, siendo seguidos muy de cerca por los
estudiantes porfiristas quienes el 7 del mismo mes, concretaron la formación del
Club Reeleccionista de Estudiantes. Los primeros fueron reprimidos a través de una
misiva que Joaquín Baranda envío a los directores de los planteles educativos
superiores, exhortándolos a evitar todo brote de manifestación al interior de los
muros escolares que tuviese apariencia anti porfirista. A la inversa, los segundos
61
gozaron del pleno apoyo de directores y autoridades educativas tanto en reuniones
como en manifestaciones97.
El aplazamiento de una “manifestación monstruo” se verificó el quince de mayo.
Los manifestantes reunidos en San Fernando, escucharon discursos de los jóvenes
chiapanecos José Antonio Rivera y Querido Moheno, así como del campechano
Joaquín Clausell, quienes tenían encomendada la misión de preparar a los
manifestantes que, al grito de “No reelección” empezaron a marchar. La protesta
llevaba al frente el lábaro patrio nacional y transcurrió sin eventos violentos, aunque
al darse por terminada, se escucharon los “Muera el centralismo”, “Abajo la
reelección” y “Viva la no reelección”.
Los diarios oposicionistas consideraron que el espíritu cívico de los estudiantes que
en 1884 se habían pronunciado contra la aprobación de la deuda inglesa había
despertado. Al siguiente día se realizó otra manifestación:
[La Manifestación del 15] fue tan copiosa, que los partidarios de la reelección
resolvieron contrarrestarla organizando otra al día siguiente, 16 de mayo. Los
estudiantes la bombardearon con “pambazos”; hubo encuentros callejeros,
tumultos, heridos, muertos, aprehensiones… Don Daniel Cabrera, que no
había tomado parte en los disturbios, fue a parar a Belén […]98.
El último evento se desencadenó por la tarde del mismo dieciséis de mayo cuando
al salir un grupo de manifestantes de la Escuela Preparatoria se intentó dispersarlos
ocurriendo zafarrancho. Los líderes estudiantiles y redactores de periódicos que
apoyaron a los oposicionistas terminaron presos en las cárceles de la ciudad, entre
los anteriores figuraron los que años más tarde se distinguirán nuevamente como
oposicionistas: Querido Moheno, Joaquín Clausell, Gabriel González Mier, Jesús
Huelgas y Campos, Jesús Torres, Francisco Mascareñas, José Antonio Rivera,
Rutilio Rosado, Enrique Acevedo, Daniel Cabrera y tempranamente los hermanos
Jesús y Ricardo Flores Magón.
97 Topete Lara, “Los Flores Magón y su circunstancia”, 2005, pp. 35-40. 98 Arenas Guzmán, 1966, p. 160.
62
Un día antes de ser arrestado, Querido Moheno, había participado como miembro
de una delegación estudiantil que pidió al entonces Ministro de Gobernación,
Manuel Romero, que liberara a los apresados en las manifestaciones previas,
negándosele toda escucha y ayuda posible99.
A decir de El Hijo del Ahuizote:
El lujo de rigor desplegado contra los enemigos de la reelección no ha tenido
límites. La cárcel del Belén está llena de antirreeleccionistas. Las comisarias
trabajaron incesantemente recibiendo y “atormentando” a los revoltosos de
chaqueta y blusa cazados como animales por las calles de México. Los
miembros de los clubes de estudiantes y de obreros están allí bajo enormes
cerrojos. Casi incomunicados, como si de su sola presencia en las calles
dependiera que las masas populares prorrumpieran en ¡mueras! a la
reelección. ¡Las ideas no se encarcelan! Moralmente los antirreeleccionistas
siguen triunfando. El círculo de los amigos se ha cubierto de ignominia; pero
los leperitos y estudiantitos presos injustamente en Belén están cubiertos de
gloria. Muy caro la van a pagar esos rateros: ¡Han robado a Tuxtepec el
porvenir!100.
Los oposicionistas antirreeleccionistas confesos y defendidos desde la prensa,
fueron apresados (Joaquín Clausell, Daniel Cabrera, Gabriel González Mier). Al
saberlo, los diarios gobiernistas volcaron sus críticas contra ellos, tachándolos de
anarquistas y nihilistas, pues:
No tienen programa, ni candidato, ni hombres resueltos a combatir con altivez
por un programa y un candidato cualquiera […] Partidarios de Don Nadie […]
y creyentes en Nada, parece que están aprendiendo el alfabeto del nihilismo.
99 El Monitor Republicano, 1892, 17 mayo; Topete Lara, “Los Flores Magón y su circunstancia”, 2005, p. 104. 100 Arenas Guzmán, 1966, p. 160. La nota hace referencia al Círculo de Amigos que no era otra cosa que los incondicionales del Gral. Díaz, quienes se reunían año tras año para festejarlo en el aniversario de la toma de Puebla y su onomástico.
63
No conforme con proclamar la anarquía que tal hace quien grita mueras a
todo lo existente sin presentar nada ni a nadie […]
Ya no es el gobierno el objeto de sus tiros, sino el deseo de pillaje y los odios
irracionales que les guían […]101
La solidaridad y apoyo entre quienes se habían visto involucrados en las acciones
de mediados de mayo, pronto dejó de ser incondicional. Los estudiantes
encarcelados empezaron a ser puestos en libertad a partir del 24 de mayo, al no
podérseles probar su participación en los disturbios y saqueos del día 16; la
fragmentación del grupo era inminente.
La oposición estudiantil contra el régimen, creyó al menos haber obtenido una
pequeña victoria al despertar el “espíritu cívico” de sus contemporáneos. Lo cierto
es que con el paso de los días la oposición se fue retrayendo hasta volver al estado
previo a la elección. No obstante, resultado del descontento fue la creación de un
diario en el que participarían aquellos jóvenes quienes ya no tenían cabida en la
administración: El Demócrata, fundado en 1893.
François Guerra menciona que, desde la segunda reelección continua podía
vislumbrarse una clase política porfirista, formada por dos sectores con orígenes
diversos y cargos diferentes, donde nuevos sectores ya no tenían cabida:
a) Los civiles que ocuparon cargos en los gobiernos centrales y en las
cámaras de diputados (estatales y federal).
b) Los militares distinguidos por su partición en las diversas guerras
nacionales; ellos controlaron el poder en las regiones desde las
gubernaturas o jefaturas militares.
Para 1892, el tiempo ya había causado estragos en los tuxtepecanos quienes
debieron dejar sus funciones paulatinamente dado que, “no sabían mandar civiles”,
sin darse cuenta el relevo generacional los había alcanzado. La generación
“textepecadora” de la que Díaz se sirvió, había nacido entre 1825 -1840, participado
101 Topete Lara., “Los Flores Magón y su circunstancia”, 2005, p. 109.
64
en las guerras nacionales y acompañado al general en su ascenso político. Guerra
señala que en el porfiriato convivieron tres generaciones “los porfiristas”, “los
científicos” y “la generación azul”; el reparto de papeles para cada grupo significó
“una de las mayores debilidades del régimen, ya que los detentadores típicos del
poder regional estaban condenados por su edad a la desaparición” y no todos los
egresados de escuelas superiores pudieron ser integrados a un sistema que
descansaba en los notables de cada región, generando un descontento en la
generación azul102 .
Los que fueron participantes de los movimientos oposicionistas durante la primavera
de 1892, crearon dos diarios de corta vida. En 1893 nació La Republica dirigida por
Alberto García Granados y El Demócrata donde figuraron en los puestos de
redacción los tres Flores Magón (Jesús, Enrique y Ricardo) además de: José Ferrel,
José Blanco, Querido Moheno, Diódoro Batalla, Francisco O´Reyllí, Gabriel
González Mier. Aquellos que por sus principios ideológicos no cabían en la prensa
oficialista, encontraron un espacio de opinión en la prensa independiente que desde
sus páginas hizo frente al endurecimiento de las medidas contra la disidencia103.
Aun y cuando la difusión de la prensa en general, y de la independiente en particular,
haya sido deficiente, no deben desestimarse los alcances reales de ambas en la
conformación de la opinión pública, que si bien estaba formada por una pequeña
elite, era ésta a quien estaba dirigida y quien construía dicha opinión104.
102 Guerra, México del Antiguo Régimen a la Revolución, T. I. 2003, pp. 63-64. González, El Oficio de Historiar, La Ronda de las Generaciones, T. I, 2002, pp. 349-364. 103 Guerra, México, 2003, t. II, pp. 13-14. 104 La lectura del periódico durante el porfiriato no fue una práctica muy extendida entre el común de la población debido a los malos caminos, la dispersión poblacional y las escasas percepciones económicas obtenidas del trabajo, agregando como último factor el alto índice de analfabetismo. Florence Toussaint considera que durante la última década del porfiriato solo había en el país dos millones y medio de mexicanos con capacidad para ser lectores de periódicos. Toussaint es positiva en cuanto al manejo de las cifras Cosío Villegas manejo cifras menos alentadoras donde tan solo habría entre 15,000 y 20,000 lectores; las cifras que ofrece Cosío Villegas son poco creíbles ya que para 1897 tan solo los dos diarios que editaban los hermanos Rafael y Octavio Reyes Spindola, El Imparcial y El Noticioso tiraban 50, 000 ejemplares diarios contrastando con los 4 500 del Universal. Para Toussaint ver: http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/fmb/foromex/porfirio.htm Consultado el 5 de Septiembre; Cosío Villegas, Historia Moderna de México, 1993, p. 526.
65
Diarios de oposicionistas:
Nombre del diario Ciudad de edición
El Independiente Zacatecas
El Eco Zacatecas
El Gallito Zamora, Michoacán
El Zurriago El Paso, Texas
El Estandarte San Luis Potosí
El Fígaro Laredo, Texas
La Rosa de Tepeyac Zacatecas
El Heraldo Guadalajara
El Monitor Nogales
El Látigo San Antonio, Texas
El Diario Puebla
El Porvenir Brownsville, Texas
El Espectador Del Río, Texas105.
El sentido profundo del manifiesto
El análisis de las reformas políticas comprendidas en el Manifiesto de la Unión
Liberal, da cuenta de un proyecto equilibrado y bien construido con la intención de
limitar el poder del régimen. En sus puntos se evidenciaba un recatado descontento
iniciado con la solicitud de reducción en los gastos del ramo de Guerra por
considerarse que era tiempo de concentrar una mayor parte de los recursos
presupuestales en el mejoramiento material del país. En términos económicos se
pide que se mude de un sistema de recaudación empírico a uno basado en el
catastro y la estadística, además de proponer la supresión de las aduanas interiores
y la reducción en los aranceles comerciales. Se solicita también la creación de
programas comerciales atractivos, para que las naciones extranjeras fijaran sus
105 Cuadro compuesto con Información de El Periodismo en la Revolución Mexicana y “Los Flores Magón y su Circunstancia”.
66
capitales en el país; estas medidas marcarían el inicio de la construcción de una
economía sólida. En el aspecto social se recomendó la inamovilidad de los jueces
para favorecer la mejor aplicación de la justicia ya que de esta forma los candidatos
y las decisiones no estarían supeditados al visto bueno del ejecutivo.
Los convencionistas propusieron también la instauración de la vicepresidencia
intentando evitar en caso de falta del ejecutivo, los típicos levantamientos armados
que llevaran al país nuevamente a lo acostumbrado antes de 1876. Por último en
términos educativos se instaba a que las cámaras hicieran hincapié en la elevación
del estado intelectual de los distintos sectores poblacionales, a través de la
ampliación de la educación pública.
En el Manifiesto se pueden distinguir al menos tres grandes reformas que van contra
los intereses del presidente, a saber:
1. El reajuste del presupuesto en lo que respecta al Ministerio de Guerra
2. La iniciativa de inamovilidad judicial
3. La polémica creación de la vicepresidencia106
Recapitulando, en la mencionada Unión Liberal participó el grupo de jóvenes
políticos positivistas del que se ha venido hablando; estos vieron en la asamblea
una posibilidad para promover los cambios arriba mencionados. Evidentemente
optaron por la candidatura del general Díaz por considerar que él sería quien podría
llevar a buen puerto las aspiraciones de formar un nuevo y gran partido liberal, en
el que los proyectos fueran fruto de la ciencia, para de esa forma contribuir al arribo
del país al concierto de las naciones civilizadas. El restablecimiento de la paz con
ayuda de un gobierno fuerte había sido el primer paso, la atracción de capitales y
empréstitos que permitieran la llegada y vigorización del progreso, sería el siguiente.
Coherentes con lo expresado en el Manifiesto, algunos de los firmantes después de
estudiar su factibilidad llevaron ante las cámaras las propuestas que consideraron
106 Guerra, T. I. 2003, p. 390.
67
de mayor importancia para ser convertidas en leyes. Las que mayor controversia
causaron fueron por un lado, la independencia judicial que en su primera fase,
promovía la inamovilidad de los Magistrados de la Suprema Corte para llegar a una
segunda, donde la independencia del poder Judicial fuese una realidad, y por el
otro; la creación de la vicepresidencia con la cual se pretendía garantizar una
sucesión pacífica en caso de deceso u ausencia del jefe del Ejecutivo. La primera
fue aprobada por la Cámara de Diputados, siendo trabada por la comisión de
análisis en el Senado; la segunda corrió con una suerte semejante107.
La discusión sobre la inamovilidad abrió acaloradas disputas y posicionamientos
pues “en sus entrañas tenía un acento de insatisfacción con la política
contemporánea”. El treinta de octubre la iniciativa sobre la inamovilidad judicial fue
presentada ante la cámara de diputados favoreciendo una encendida toma de
posiciones en pro u en contra, siendo partícipes de las querellas El Siglo Diez y
Nueve, El Partido Liberal, El Monitor Republicano, El Universal, El Nieto del
Demócrata, La Voz de México, El Tiempo y La Patria.
El Siglo quien seguía la línea liberal ortodoxa, se declaró contra la reforma y se dijo
partidario del respeto a la Constitución del 57, la postura contra la iniciativa
repercutió en su plantilla laboral generando con ello la salida de dos de sus
principales escritores: Carlos Díaz Dufoo y Francisco Bulnes. Este último hasta ese
momento y junto a Luis Pombo dirigía el mencionado diario, ambos apoyaban la
mencionada reforma.
Con la partida de Bulnes y Díaz Dufoo, El Siglo debió integrar a su dirección a
Hilarión Frías y Soto, evidenciando un viraje hacia lo que los periódicos allegados
al régimen llamaron la “metafísica revolucionaria” que no era otra cosa que pugnar
en editoriales y artículos por el respeto a las ideas de los constituyentes del 57.
Tanto Bulnes como Díaz Dufoo se sumaron a la plantilla de El Universal, desde
donde apoyaron la reforma promovida por la Unión Liberal. El 21 de noviembre la
noticia se hacía pública El Universal. Este periódico en que se han refugiado los
107 Limantour, Apuntes, 1965, p. 18.
68
proscritos de El Siglo Diez y Nueve, será dirigido en su parte política por el Sr.
Francisco Bules”108.
A las acciones en contra del proyecto emprendidas por El Siglo Díez y Nueve, se
incorporó El Nieto del Demócrata desde donde sus redactoras juzgaron que:
[La Carta Magna] ya está suficientemente adicionada y corregida […] para
que se pretenda mutilarla más, destruyendo un tanto la autonomía popular.
Que jueces y magistrados perdieran con el tiempo sus energías en sus
funciones y que los jóvenes jurisconsultos animados de espíritu progresista
vieran cerradas ante sus ojos la puerta del porvenir109.
Para el 25 de noviembre algunos diarios asumieron posiciones más escépticas y
cercanas a la realidad como es el caso de El Monitor, el cual, juzgó estéril cualquier
argumentación en pro u en contra, ya que, “se hará lo que el General Díaz quiera y
ordene”. La toma de posturas fue analizada por El Nacional en su edición
correspondiente al 2 de diciembre; anotando que, en el seno del partido liberal se
vivía un cisma entre quienes estaban a favor [cismáticos] y los que se oponían
[ortodoxos] a la reforma judicial110. Lo cierto era que la última palabra la tendrían los
representantes en la Cámara de Diputados.
El proyecto emanado del grupo apoyado por los que impulsaron la reelección del
general Díaz fue puesto en discusión el 12 de diciembre. Las objeciones estuvieron
a cargo de los “constitucionalistas”: Juan A. Mateos, Rafael Arroyo de Anda,
Enrique Sort de Sanz y Guillermo Prieto; aduciendo respeto a los Constitución del
57 y señalando que de aprobarse las medidas, se estarían restando oportunidades
de integración a la judicatura a los sectores jóvenes. Los “reformistas” por su parte
se pusieron en manos de Justo Sierra, quien, antes de entrar en materia, deslindó
de cualquier responsabilidad a quienes firmaran a favor diciendo que no estarían
cometiendo traición alguna contra la Constitución del 57.
108 Díaz y de Ovando, 2006, p. 182. 109 Ibid., p. 183. 110 Idem.
69
Justo Sierra, ya entrado en el tema, recordó a la cámara que con meses de
antelación, se había disertado en la misma tribuna sobre el agudo descontento
nacional resumiendo la problemática de la nación en “hambre y sed de justicia”.
Sierra estaba consciente de que no era una circunstancia privativa de la sociedad
mexicana, sabía que tanto el hambre como la sed de justica:
[eran] el eco del grito que se escapa de las entrañas del mundo moderno
ante la intensidad profunda del malestar social”...“El espectáculo que
presenta el fin de este siglo es indeciblemente trágico; bajo una apariencia
espléndida, se encuentra tan profunda pena, que pudiera decirse que la
civilización humana ha hecho bancarrota, que la maravillosa máquina
preparada con tantos años de labor y de lágrimas y de sacrificio, si ha podido
producir el progreso, no ha podido producir la felicidad111.
Sierra –con plena conciencia de su militancia política-- se adscribió a un grupo “que
no sabía, que no podía y que no debía” eludir la responsabilidad de consentir el
avance de un siglo que había creado cuatro quintas partes de relegados del
progreso material, carentes de derechos y no favorecidos en la procuración de la
justicia. Sierra supeditó el problema social, económico y político a una cuestión de
justicia, afirmando que “las condiciones en que se administra la justicia en el país
son pésimas”112. Si los jueces en el país eran “buenos y probos”, el mal no radicaba
en ellos sino en una cuestión orgánica, para modificar esa cuestión se requería
atacar el mal de origen, es decir, reformar la Constitución.
La medida había sido discutida en la Convención Nacional no como solución sino,
como paso previo a la total independencia del poder Judicial, se creía que el día
que se contara con ella:
111 Discurso de Sierra sobre inamovilidad judicial, pronunciado en la Cámara de Diputados el 12 de Diciembre de 1893 en: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1893_192/Discurso_de_Justo_Sierra_sobre_inamovilidad_judici_87.shtml Consultado el 15 de junio de 2010. 112 Ibid.
70
Nuestra democracia estaría hecha, nuestra democracia tendría una garantía;
ese día podríamos ver tranquilos el porvenir; no constituiríamos […] una
dictadura togada, constituiríamos la única dictadura normal que la
Constitución quiere, la dictadura de la ley y la justicia113.
El texto nos ofrece una rica argumentación constitucional, quienes quisieron hacerlo
pasar como un proyecto anticonstitucional perdieron de vista que, la reforma
impulsaba la Constitución misma. Sierra comentó que los juristas de generaciones
previas querían que el pueblo mexicano avanzara hacia la búsqueda de la libertad
y el derecho, más no que se arrodillase ante dichos principios.
El campechano en su intervención, planteó que a través del ejercicio de una justicia
independiente del poder, el pueblo podría llegar a la consecución de los ideales
democráticos, “llámese al poder autoridad pública, o llámese pueblo, o llámese el
Presidente de la República”; el grupo representado por Sierra consideraba que sólo
de esa forma se podía garantizar la protección de la democracia.
Intentando asegurar el éxito de la reforma, Sierra hizo un recuento de las ocasiones
en que estuvo vigente la independencia del poder judicial para así asentar que había
precedentes. Ya en la Constitución de 1824 aparecía consignada la inamovilidad
del Poder Judicial al igual que en las Bases Orgánicas de 1843, con la diferencia
fundamental de que en estas últimas tal independencia fue relativa, pues, Antonio
López de Santa Anna, movía a su antojo a los magistrados. Al preguntarse la razón
por la cual la independencia judicial no se encontraba en la Constitución del 57,
respondió que desde el momento en que se colocó la figura de la vicepresidencia
en el presidente de la Suprema Corte de Justica, era imposible que el poder judicial
fuera inamovible114.
Uno de los puntos que encontró más resistencia por parte de quienes se oponían,
radicaba en que el grupo representado por Sierra consideraba que en una elección
abierta los electores eran poco capaces para determinar quiénes serían más
113 Ibid. 114 Ibid.
71
competentes para desempeñarse como jueces o magistrados, dado que “siempre
habrá un oráculo que les dicte los nombres de los competentes, y este oráculo,
señores, significa nada menos que el falseamiento de las instituciones y la
adulteración del sufragio popular”. Dicho punto debía ser resuelto al interior del
legislativo sin que por ello se contraviniera el sufragio popular, pues el legislativo
emanaba del pueblo y ello le confería investidura para poder hacer los
nombramientos sin recurrir necesariamente a quienes lo habían nombrado.
Para cerrar la defensa del proyecto, los reformistas dijeron que de aprobarse sería:
Un dique que [desviará] la corriente de falsedad que mina, que [disolverá] los
cimientos de nuestras instituciones, y que las [hará] aparecer como esos
magníficos edificios construidos por los arquitectos del siglo pasado, que
estamos viendo hundirse a nuestra vista115.
Finalmente, el debate comenzado a principios de noviembre de 1893 se vio resulto
con la discusión en la Cámara; los “constitucionalistas puros” vieron perdida la
primer batalla cuando en una votación reñida se les impusieron los reformistas por
la mínima diferencia de ocho votos116.
Sin embargo, las dos iniciativas que más revuelo habían levantado en la prensa –
independencia judicial y creación de la vicepresidencia– fueron consideras como
poco viables por don Porfirio. En su opinión, la creación de la inamovilidad de los
magistrados de la Suprema Corte de Justicia generaría grandes problemas, si no
se empezaba primero por la depuración del personal que en ella trabajaba, tarea
que implicaba tiempo. El tema de la vicepresidencia, fue desechado sin darle la
mayor importancia; se consideró que el puesto podría ser fuente de conspiraciones
contra la política presidencial.
El revés sufrido por los integrantes de la “Unión Liberal” los llevaría por derroteros
distintos. El gran partido que habían perfilado parecía una distante e irrealizable
idea; en su lugar brotó un grupo singular que intentó llevar a cabo los proyectos
115 Ibid. 116 Dumas, Justo Sierra I, 1992, p. 541.
72
emanados de la Unión, sin distanciarse, en la medida de lo posible de los planes
del régimen porfiriano117. Es de esta manera que la asociación pasó de ser un grupo
propositivo a grupo político sin un programa sólido y con escasas esperanzas,
compuesto por pocas pero muy reconocidas personalidades, a partir de la ola
reformista recibió de sus contrincantes el mote de “científicos”.
117 Hale afirma que “Francisco Bulnes y Emilio Pardo, hijo, siguieron refutando la elección popular de los jueces, como si la propuesta presentada por Sierra el 30 de octubre no hubiera sido objeto de revisiones”, además de considerar que el grupo era hostil a la soberanía popular al mostrar poca fe en la democracia.
73
Capítulo No. III
De la apoteosis a la ignominia
Los científicos: versiones disímbolas
Una de las “leyendas negras” que nos heredó el Porfiriato y que se consolidó con la
Revolución, es la que se refiere al “partido de los científicos”. Sus integrantes
pasaron a la historia como sajonizantes, corruptos, acaparadores, mentirosos,
racistas y, en muchos casos, como una de las principales causas del estallido de la
revolución.
La Revolución los hizo transitar al mundo de los derrotados; su trayectoria y
funciones políticas durante el régimen porfirista los convirtieron en el blanco de
ataque, con mayor énfasis después del nombramiento de Ramón Corral como
vicepresidente. Los científicos, como lo señaló Alfonso de María, fueron los villanos
del periodo118.
A fin de entenderlos a cabalidad, resulta necesario recapitular. Desde finales del
capítulo anterior se ha venido perfilado el inicio de su formación primero en la ENP,
segundo; su participación en el equipo de redactores del diario La Libertad y su
integración a las política a partir de las elecciones federales de 1880 cobijados por
Manuel Romero Rubio, tercero; su apoyo incondicional en las cámaras para la
consolidación del régimen porfirista y por último; el punto más alto que consiguieron
118 Alfonso de María y Campos, 1991, pp. 121-122.
74
que curiosamente representó también el inicio de su fragmentación en el año de
1892.
Los científicos gonzalinos “sin buen comienzo ni happy end”
Luis González en La Ronda de las Generaciones definió a los integrantes del grupo
científico como “los capitanes de la sociedad mexicana en el ocaso del siglo XIX y
la aurora del XX” “[…] prohombres del otoño del Porfiriato”. Según su interpretación
“les tocó representar la decadencia del estilo de vida romántico y liberal” por
consecuencia fueron “la tisis del antiguo régimen”119. No queriendo limitar el grupo
de análisis a los amigos de Limantour, González secunda lo que Germán Posada
llamó “generación ilustrada de 1875”.
González más que preocuparse por su denominación, se ocupa en definir a los
partícipes de dicha generación. Nos dice que Posada considera parte de ella a los
nacidos entre 1840 y 1855, mientras que Wigberto Jiménez Moreno, incluyó también
a los nacidos durante los cuarenta y todos los nacidos en la década siguiente; bajo
las anteriores premisas se forma una suerte de generación que se sobrepone al
romanticismo, difícil de delimitar pues, como se menciona “nunca se aglutinó ni tuvo
cara propia”. Muchos de esos “epirrománticos” se consideraron en algún momento
“científicos” y, fueron conocidos compañeros, colegas u amigos de andanzas de
José Ives Limantour --“epónimo de la tanda”--, todos nacidos entre 1841 y 1856120.
En términos numéricos y a decir de González, “la cifra de cien es la correcta”, para
los que con su trabajo contribuyeron a “orquestar” el atardecer liberal mexicano121.
De los cien a los que se refiere, sólo aparecen consignados en la citada obra en
número de 84; uno nacido en 1840,seis en cuarenta y uno, cuatro en el cuarenta y
dos, la misma cantidad para el cuarenta y tres, nueve para cuarenta y cuatro, tres
para cuarenta y cinco, uno para el cuarenta y siete, nueve para el cuarenta y ocho,
tres para el cuarenta y nueve, nueve para el cincuenta, tres para el cincuenta y uno,
cinco para el cincuenta y dos, seis para el cincuenta y tres, la misma cantidad para
119 González, La Ronda de las Generaciones, 2002, p. 365. 120 Idem. 121 Idem.
75
el cincuenta y cuatro, cinco para el cincuenta y cinco, ocho para el cincuenta y seis,
tres para el cincuenta y siete y para cerrar, uno solo en cincuenta y ocho122.
Por lugares de nacimiento resulta que cuando menos el 21% son del centro sur
(Estado de México, el Distrito Federal y Morelos), el noreste (Nueva León, Coahuila
y Tamaulipas) tan sólo tuvo tres partícipes, el noroeste (Sonora, Sinaloa, Durango
y las Baja Californias) participó con siete elementos, del occidente (Jalisco, Nayarit,
Colima y Michoacán de Ocampo) fueron convidados ocho, del oriente (Hidalgo,
Puebla y Tlaxcala) fueron doce, el centro-norte (Aguascalientes, Guanajuato, San
Luis Potosí, Querétaro y Zacatecas) colaboró con ocho; del lado de sur, el sureste
(Campeche, Quintana Roo, Yucatán y Tabasco) se hizo ver con nueve miembros,
el suroeste (Guerrero, Oaxaca y Chiapas) contribuyó con la nada despreciable
cantidad de cinco y finalmente de tierras extranjeras vinieron siete123. Buena parte
del grupo nació en años difíciles para la construcción de la nación mexicana, la
guerra México-E.U.A, la dictadura santanista y la puesta en marcha del magno
proyecto liberal.
La historiografía de la revolución mexicana hizo figurar como nacidos en cuna de
oro a muchos de ellos, aunque fueron pocos los hijos de familias poderosas, entre
ellos los siete extranjeros y once de los mexicanos enumerados. A setenta y tantos
les tocó nacer en la “clase media y [tener] fisonomía mestiza”; de los destacados,
Rosendo Pineda nació tan indio como Juárez y tan oaxaqueño como Díaz.
La mayor parte se educó en escuelas con alto prestigio en sus ciudades natales:
Guadalajara, Morelia, Puebla, Oaxaca, Mérida o México; quince probaron las
“mieles” de la Escuela Nacional Preparatoria124, ochenta ingresaron a algún centro
de estudio universitario, treinta de ellos se titularon como abogados, trece de
médicos, catorce como ingenieros, cuatro maestros, dos arquitectos, dos músicos,
dos pintores y tan solo cuatro curas pues, “la generación científica fue escasamente
122 Idem. 123 Los datos que sirvieron para forma este párrafo fueron extraídos por un lado de González, La Ronda de las Generaciones, 2003, pp. 365-380; y por el otro del, Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México II Vol. Porrúa, México, 1964. 124 González, La Ronda, 2003, p. 367.
76
católica […] ya no conoció ni de milagros ni de mitologías; se educó en el repudio
de toda metafísica y cultura clásica; se formó en el culto a la ciencia”125. Antes de
entrar a la vida adulta, en mayor o menor grado la mayor parte habían dedicado sus
horas juveniles a la oratoria, el profesorado, la poesía, el periodismo y la política, se
inauguraba la etapa del profesional plurifuncional.
Una buena parte de la centena, tuvo vocación por impartir cátedra en la
preparatoria, los colegios civiles y las escuelas de estudios superiores. Por
mencionar a algunos, Porfirio Parra lo hizo en la preparatoria adueñándose de las
clases de filosofía, José Ives Limantour impartió derecho internacional en la Escuela
Nacional de Jurisprudencia y Economía Política en la Escuela Nacional de
Comercio, Francisco Bulnes impartió clases de matemáticas en el Colegio de
Minería desde los veinte años, los hermanos Pablo y Miguel Macedo tomaron su
parte en la Escuela Libre de Derecho, etcétera.
Luis González asevera que 1877 es el año clave de “la irrupción tumultuosa de
nueva gente en la vida pública, [a raíz de la] quitada de mandos a los reformistas
[…] manque fuera como principiantes en alguno de los puestos de elite […]
comenzaron a dar color, el color gris de los científicos”126. Ya posicionados
debatieron las “utópicas” ideas de la generación previa; para ellos, México no era la
tierra rica y fértil de la que los reformistas hablaban; Macedo por ejemplo escribió
que “nuestro suelo [era] fabulosamente rico en la leyenda; difícil y pobre en la
realidad” además de sólo contar “con maravillas que encantan la vista” y Bulnes
remató: “es una gran maldición nacional el tener medio cuerpo en el trópico”. Con
los años y su afianzamiento en la escena nacional, se les tachó de racistas y
sajonizantes por asegurar que “diez mil emigrantes europeos valen más que cien
mil indios pelados, léperos, rotos y holgazanes”127.
Poco a poco, los científicos constituyeron una elite, urbana fundamentalmente, que
a la larga se inmiscuyó en los principales asuntos políticos, económicos y sociales
125 Ibid., p. 368. 126 Ibid., p. 370. 127 Ibid., p. 371.
77
acaecidos en el país. En lo económico, una parte de ellos se convirtió en la pujante
clase empresarial que entre otras cosas diversificó sus inversiones y tuvo negocios
que iban de la industria textil a la minería, tanto en el rubro de los metales precisos
como industriales, además, sus capitales estaban en los ferrocarriles, en la banca,
la construcción, el comercio de importación y exportación asociados con
connacionales y extranjeros, claro que no en la misma medida que el capital
extranjero-
En lo político, supieron mimetizarse con el régimen sin generar mayor trastorno a
Díaz, demostrando –según su criterio-- que cuando se aplicaba la “ciencia” a la
realidad nacional, se lograba una mayor eficacia; la suerte los favoreció de tal modo
que en mayo de 1893 fue nombrado --a raíz de la muerte de Manuel Dublán--- José
I. Limantour como Ministro de Hacienda. Con él a la cabeza pronto el grupo se hizo
notar; en un país que vivía constantemente en el déficit, fue todo un acontecimiento
que para 1895 se pudieran estabilizar ingresos y egresos, además de que a partir
de1896, hubiese un superávit128. El grupo se anotó un punto más ese mismo año al
suprimirse las adunas interiores y eliminarse las alcabalas; punto de reforma que
habían propuesto en 1892 en el Manifiesto de la Unión Liberal-129.
La época dorada de los científicos no podía durar para siempre, las críticas contra
ellos que siempre habían existido, se acrecentaron después del nombramiento de
Ramón Corral como vicepresidente llegándoseles a echar en cara:
[…] su desmedido amor al mando, su afán de lucro, sus crecientes
concesiones a los extranjeros, su ciencia sosa, su insensibilidad para el
misterio y la religión, su monotonía solemne y aburrida, su alarde de
mármoles, maderas finas, escudos y joyas. Las acusaciones de
128 La crisis económica de 1892 fue sorteada satisfactoriamente por las medidas tomadas tanto por Matías Romero como por, Limantour; dichas medidas consistieron por un lado en la disminución de sueldos a la burocracia que permitiera un ahorro mayor y, en el aumento de algunos impuestos como al tabaco y al alcohol. El superávit habido durante el bienio que corre de 1894-1896 reporto a las arcas naciones dos millones y medio de pesos. Alfonso de María y Campos Castelló, José Yves Limantour, El caudillo mexicano de las finanzas (1854-1935), 1998, p. 65. 129 Ibid., p. 373.
78
monarquismo, capitalismo, extranjerismo, positivismo, ateísmo,
aburrimiento, orgullo y mal gusto se hacían principalmente a los
limanturistas130.
Luis González afirma que a ninguna de las generaciones pasadas a lo largo de la
historia del país le fue tan mal como a la “científica”. En los siguientes términos,
fueron vapuleados por los intelectuales de la revolución y posrevolución sin tener la
posibilidad de replicar los argumentos vertidos en su contra. Sus bienes fueron
incautados y en muchas ocasiones se apropiaron de ellos, como es el caso de
Bulnes, de quien se llevaron su biblioteca a cuatro ciénagas sin posibilidad de
recuperarla.
La caída del régimen al que se adscribieron finiquitó en gran parte su actuación
política en los gobiernos que le siguieron a Díaz. En los últimos meses de la centena
epirromántica pasaron muchos de ellos inadvertidos; sesenta mueren en la capital
“sin pena ni gloria”, cinco “como perros” en la nación del norte, siete en otros países
y diecinueve en provincia. Dejando su definición para el final Luis González
caracterizó a generación como:
Una pléyade de metropolitanos, ya por nacimiento, ya por naturalización,
producto de la clase media, formada en el positivismo […] más conocedora
de las teorías y modas del viejo mundo que de la realidad de su propio país
[…]. A partir de 1893 [comparte] la dirección del país con […] Porfirio Díaz y
pudo, con sus gestiones, darle figura de tecnocracia al gobierno porfírico, de
ciencia a los estudios del hombre y la naturaleza y el hombre, y de realismo
a la literatura y el arte131.
A continuación se enumeran los hombres que Luis González consideró
pertenecientes a la generación científica:
130 Ibid., p. 378. 131 Ibid., p. 380.
79
Fecha de
nacimiento
Lugar de
nacimiento
Nombre Profesión Fecha
de
muerte
1840 Edo. de México. José María
Velasco
Pintor 1912
1841 Tamaulipas Alejandro Prieto Ingeniero 1921
1841 Cd. de México Santiago Ramírez Ingeniero 1922
1841 Cd. de México Manuel Villada Militar 1924
1841 Guanajuato Francisco Z. Mena Militar 1908
1841 Puebla Eulogio Gillow Arzobispo 1922
1841 Cd. de México Alfredo Chavero Abogado 1906
1842 Edo. de México Mariano Bárcena Botánico 1899
1842 Veracruz José Díaz
Covarrubias
Abogado 1883
1842 Veracruz Francisco del Paso Médico 1916
1842 Cd. de México Agustín Rodríguez Abogado 1920
1843 Campeche Olegario Molina Político
1843 Mérida José Peón
Contreras
Médico 1907
1843 Michoacán Jacinto Palleres Jurista 1904
1843 Cd. de México Eduardo Noriega Periodista 1914
1844 Madrid Enrique Olavarría Escritor 1918
1844 Veracruz Roberto A. Esteva Ingeniero 1899
1844 Veracruz Julio Zárate Abogado 1917
1844 Cd. de México Vicente de P.
Andrade
Sacerdote 1915
1844 Cd. de México Ricardo Vértiz Medico 1888
1844 Cd. de México Eduardo Tamariz Arquitecto 1886
1844 Cd. de México Domingo
Orvañanos
Médico 1919
1844 Tabasco Arcadio Zentella Periodista 1920
1844 Madrid Telésforo García Periodista 1918
1845 San Luis Potosí Filomeno Mata Periodista 1911
1845 Michoacán Félix Parra Pintor 1919
1845 Puebla Félix María
Alcérreca
Notario y
Músico
1937
1847 Cd. de México Francisco Bulnes Ingeniero 1924
1848 Veracruz Teodoro Dehesa Político 1936
1848 Hidalgo Roberto Manterola Abogado 1901
1848 Cd. de México Rafael Rebollar Abogado 1915
80
1848 Veracruz Rafael de Zayas Abogado 1932
1848 Campeche Justo Sierra Abogado 1912
1848 Veracruz José María
Villasana
Periodista 1904
1848 Cd. de México Guillermo Landa y
Escandón
Político 1927
1848 Campeche Francisco Sosa Escritor 1925
1848 Zacatecas Elías Amador Escritor 1917
1849 Coahuila Manuel Acuña Poeta 1873
1849 Tabasco José Rovirosa Ingeniero 1901
1849 Puebla Alberto García
Granados
Ingeniero 1915
1850 Nueva York Tomás Braniff Empresario 1905
1850 Nuevo León Miguel F. Martínez Educador 1919
1850 Jalisco José López Portillo
y Rojas
Abogado 1923
1850 Yucatán Francisco Molina Abogado 1932
1850 Alemania Francisco Cosmes Periodista 1907
1850 Jalisco Bernardo Reyes Militar 1913
1850 Cd. de México Alberto Bianchi Dramaturgo 1904
1850 Cd. de México Agustín Cuenca Periodista 1884
1850 Michoacán Agapito Silva Escritor 1896
1851 Durango Ricardo García
Granados
Ingeniero 1930
1851 Cd de México Pablo Macedo Abogado 1919
1851 Cd. de México Miguel Shultz Educador 1922
1852 Cd. de México Leopoldo Batres Arqueólogo 1926
1852 Cd.de México Juan de Dios Peza Poeta 1910
1852 Aguascalientes José Guadalupe
Posada
Pintor 1913
1852 Durango José Guadalupe
Aguilera
Químico 1941
1852 Guanajuato Francisco Flores Médico 1931
1853 Veracruz Rafael Delgado Escritor 1914
1853 Guanajuato Ponciano Aguilar Ingeniero 1935
1853 Asturias Iñigo Noriega Empresario 1920
1853 Saint-Martory Ernesto Pugibet 1915
1853 Veracruz Salvador Díaz
Mirón
Poeta 1928
1853 Nayarit Antonio Rivas Arquitecto 1926
81
1854 Guerrero Victoriano Agüeros Periodista 1911
1854 Sonora Ramón Corral Político 1912
1854 Chihuahua Porfirio Parra Médico 1912
1854 Cd. de México José I. Limantour Economista 1935
1854 Zacatecas Ernesto Elorduy Músico 1913
1854 Chihuahua Enrique Creel Empresario 1931
1855 Oaxaca Rosendo Pineda Abogado
1855 Oaxaca Rafael Pimentel Abogado 1929
1855 Durango Rafael Cisneros Abogado 1933
1855 Bruselas José Negrete Escritor 1883
1855 Cd. de México Ángel Gaviño
Iglesias
Médico 1921
1856 Oaxaca Pascual García Abogado 1927
1856 Cd. de México Miguel Macedo Abogado 1929
1856 Michoacán José Mora Arzobispo 1928
1856 Campeche José Castellot
Batalla
Banquero 1938
1856 Cd. de México Ignacio del Villar Geneologo 1946
1856 Michoacán Francisco
Plancarte
Arzobispo 1919
1856 Chiapas Emilio Rabasa Abogado 1930
1856 Cd. de México Agustín Miguel
(Manuel)
Chávez
Ingeniero 1902
1857 Hidalgo Roberto Gayol y
Soto
Ingeniero 1936
1857 Suiza Enrique C.
Rébsamen
Educador 1904
1857 Chihuahua Daniel Muñoz
Lumbier
Médico 1908
1858 Tabasco Joaquín Casasús Abogado 1916
Como se narró con anterioridad, 1892 es el año en que no sólo se realizaron las
elecciones federales correspondientes a la tercera reelección de Porfirio Díaz, es
también, el año en que las protestas antirreeleccionistas saltaron de las páginas de
los diarios oposicionistas a la vía pública. De manera paralela 1892 marca también
el viraje de las acciones de los miembros del grupo “proto-científico” que al saber
que en el camino político se reducían sus posibilidades, decidieron –los más-
82
dedicarse a sus asuntos personales y otros –los menos- a la “modernización
administrativa” del régimen, siendo estos últimos parcialmente favorecidos por el
nombramiento de José Ives Limantour como Oficial Mayor de Hacienda 27 de mayo
de 1892 y un año más tarde, ministro. Limantour, al tener los reflectores en su
persona, alumbró al grupo que a su lado estaba, compartiendo los halagos y las
suspicacias que implicaba estar en aquella posición132.
Los científicos en la opinión de uno de ellos: José Ives Limantour
Al ascenso de José Ives Limantour a la Secretaría de Hacienda, se pensó abriría la
puerta a la realización del programa que la Unión Liberal había presentado a la
nación en abril de ese mismo año. Pero las propuestas de la Unión tendrían que
esperar dado que no contaron, desde el inicio, con la anuencia del Gral. Díaz. Para
comprender mejor las razones y el desempeño de esa asociación de pensamiento
conviene escuchar a uno de sus protagonistas.
José Ives Limantour nació en la ciudad de México el 26 de diciembre de 1854, hijo
de Adèle Marquet y Joshep Limantour; Limantour padre, durante buena parte de su
vida, fungió como capitán de una navío de bandera francesa; ya en su mayoría de
edad se le menciona como comerciante en playas mexicanas teniendo una ruta
complicada: del Atlántico al Pacífico por Tierra de Fuego. No se tienen datos
precisos de cuándo y bajo qué razones el capitán se trasladó y estableció en la
Ciudad de México, sin embargo, se sabe que a partir de 1845 empezó a consolidar
la fortuna. Para esa misma fecha se sabe que vendía armas al gobierno mexicano,
como lo expresa un contrato por 143 448 pesos por la compra de cartuchos,
espadas, lanzas, mosquetones, rifles con bayoneta y sables. En la década siguiente
se aprecia una diversificación en sus negocios; adquirió y arrendó de fincas
obtenidas por las leyes de desamortización, además de figurar como prestamista a
132 Guerra, T. II, 2003, pp. 82-84.
83
mediano y corto plazo ejemplo de ello; son los préstamos realizados a algunos
prohombres del liberalismo como los 10 mil pesos que prestó en 1851 a José Higinio
Núñez, secretario de Hacienda durante el gobierno de Juárez. En los registros
aparecen también Guillermo Prieto con un adeudo de 7 000 mil pesos, Ignacio
Zaragoza con 2 000 mil pesos y Manuel Doblado, entre otros tantos. Ya en los
cincuenta, la fortuna Limantour aparece como una de las más importantes en la
capital, de ahí que los grupos políticos en pugna en aquellos críticos años quisieran
hacerse del apoyo del capitán Limantour133.
En 1854 nació el primer hijo del capitán, fiel a la costumbre fue bautizado como
José. La riqueza del padre permitió a Limantour llevar una vida holgada, gozando
de todas las facilidades requeridas para dedicarse al estudio, pero, a diferencia del
padre, no gozó de vigor físico, siendo delicado de salud. Sus padecimientos y las
costumbres la época lo llevaron a estudiar las primeras letras en escuelas
particulares y con tutores donde además de inglés aprendió el idioma paterno. En
1869, después, de un viaje en busca de atención médica al viejo continente,
Limantour ingresó a la ambiciosa Escuela Nacional Preparatoria. Las condiciones
de salud de Ives, lo obligaron a concluir el programa preparatoriano diseñado para
cinco años en tan solo dos y medio, desde este momento contó con el
reconocimiento de lo más granado del positivismo liberal: Manuel Fernández Leal,
Manuel Payno, Leopoldo Río de la Loza y el mismo Gabino Barreda quien, al
convertirse en miembro de la legación mexicana -1878- en Berlín invitaría e José
Ives como primer secretario siendo declinada dicha invitación134. Recién terminada
su formación preparatoriana se incorporó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia
en donde, y al igual que en la preparatoria, concluiría su formación recibiéndose
como abogado en solo tres años, esto entre 1872 y 1874. Su perspicacia y
habilidades le sirvieron para ganarse el afecto de sus maestros: Protasio Tagle,
Joaquín Eguía Liz, Jacinto Pallares, Emilio Pardo, José Ma. Lozano, Isidoro Montiel
y Duarte y Guillermo Prieto. Pensando en que en Europa podía aumentar sus
133 Alfonso de María y Campos Castelló, José Yves Limantour, El caudillo mexicano de las finanzas (1854-1935), CONDUMEX, 1998, pp. 19-24. 134 Alfonso de María y Campos Castelló, 1998, pp. 24-28.
84
conocimientos jurídicos emprende en 1875 un viaje de estudio al lado de uno de
sus profesores, Francisco de Paula Segura. En el viejo continente da los primeros
pasos en el estudio de economía política y administración pública135.
Es también durante este viaje que Limantour decide optar por la nacionalidad
mexicana136. Poco antes de decidir convertirse en connacional su padre le decía:
Para las once de la noche del 26 de diciembre tendrás ya 21 años y serás tú
el que decida qué hacer. Lo que decidas tú estará bien para mí, pues no
quiero que jamás me digas hubiera hecho esto de otra manera. Es tu decisión
y sólo tuya […] Sobre tu nacionalidad no le preguntes a nadie y haz lo que tú
quieras.
A principios de 1876, durante su estancia en Italia, se sirvió de las cartas de
recomendación que el presidente Sebastián Lerdo de Tejada le había otorgado a
petición de su padre, el cónsul en Roma, Jesús Castañeda certificó el acto137.
A su regreso a México –a finales de 1876 con una preparación de la que pocos
gozaban− el futuro ministro desempeñó diversas actividades orientadas al ejercicio
de su profesión, y a contribuir en la administración y aumento de las propiedades
familiares. Sus quehaceres se diversificaron con su nombramiento –también
durante 1876− como profesor de Economía Política en la Escuela Nacional de
Comercio, en sustitución de uno de sus ex profesores, el hacendista liberal Manuel
Payno. No pasó mucho tiempo para que José mostrara sus habilidades,
otorgándosele la cátedra de Derecho Internacional Público y Privado, en la Escuela
Nacional de Jurisprudencia, esta vez sustituyendo al “sabio” José Díaz
Covarrubias138.
135 Ibíd., pp. 24-26. 136 Limantour al nacer en México podía optar por la nacionalidad mexicana o según el Ius sanguinis, hacerse merecedor de la nacionalidad francesa por la filiación parental. 137 Ibíd., p. 26. 138 Cabe mencionar que estos puestos iban avalados por la firma del Gral. Díaz.
85
A sus múltiples actividades deben agregarse un par más: asesor-consultor del
gobierno139 y editor. Adquirió un periódico especializado en temas jurídicos, El Foro.
Y a partir de 1877 se hicieron cargo de la redacción del diario sus ex profesores
Francisco de Paula Segura y Jacinto Pellares, además del propio Limantour. El
periódico había sido fundado por Justo Sierra en 1874, al dejarlo, Sierra al lado de
su hermano Santiago y Jorge Hammeken y Mejía decidieron fundar otro histórico
diario, La Libertad140.
En su trabajo como dueño y editor que fue de El Foro entre 1877 y 1883, desempeñó
una labor distinta a lo acostumbrado en dicha publicación que originalmente estaba
dirigida a expertos en leyes, en la publicación se incluyeron temas novedosos para
los diarios mexicanos como la economía y las ciencias sociales. Limantour
aprovechó el diario para mostrar su talento como experto en leyes y conocedor de
temas de carácter público. El Foro atacó algunas de las disposiciones fiscales que
el gobierno implementaba por aquellos años141.
Analizando las cosas en perspectiva y dando una importancia mayor a La Libertad
debemos ver en ambos periódicos una dupla bien constituida; Sierra desde La
Libertad --hasta antes de la muerte de su hermano Santiago-- presentó y defendió
una plataforma política que entre otras cosas pugnaba por reformar la Constitución
de 1857; dicha reforma debía atender a la realidad y no a ideales “utópicos”. Las
circunstancias, creían lo redactores, eran las propicias dado que ni el gobierno de
Díaz ni el de Manuel González, habían podido crear una “ideología consistente”142.
El programa de reforma política se vio complementado por las reformas de carácter
económico que eran promovidas por Limantour desde El Foro; por estas fechas
139 Alfonso de María considera que es en esta labor donde adquirió una mayor práctica que le permitiría llegar a la Secretaria de Hacienda. Su primera labor como consultor la realizo a penas a los 22 años sirviendo como secretario de una comisión que debía dictaminar la prudencia de realizar un tratado de intercambio comercial con los estados unidos que no fructifico, lo interesante de este asunto es que tuvo la oportunidad de convivir como colega de lo más granado del mundo empresarial mexicano, en dicha comisión participaron entre otros Manuel terreros, Mariano Riva Palacio, Joaquín García Icazbalceta, Manuel Mendoza Cortina, Antonio Mier y Celis, etc. 140 Alfonso de María y Campos, Limantour, p. 31. 141 Ibíd., pp. 31-32. 142 Ibíd., p. 33.
86
también nació la idea de que Matías Romero era la fuente de información de
Limantour, cabe mencionar que el equipo de EL Foro no apoyaba la política
hacendaria implementada por José Landero y Cos ministro de hacienda en ese
momento143.
La década de los ochenta traería una serie de cambios importantes para la vida de
Limantour. El envejecimiento de su padre lo obligó a asumir más responsabilidades
en los negocios familiares y, por otro lado, también formó su propia familia al casarse
con María Teresa Cañas. En noviembre de 1880 nació su primera hija y fue
bautizada nada menos que por Porfirio Díaz; la década pintó bien para José Ives,
dejemos que hable el padre:
Pepe trabaja mucho, tiene una buena clientela, es profesor de economía
política en la Escuela de Comercio, diputado y la profesión de abogado libre.
Solamente como diputado gana 15 000 francos al año. Como te podrás
figurar tan solo con eso se puede vivir. En este momento es abogado de dos
empresas ferrocarrileras que para empezar le han dado 500 acciones de 500
francos cada una y honorarios no fijos de alrededor de 25 a 30 000 francos
al año. Tiene también intereses en una casa de bolsa y ha obtenido la
concesión del gobierno para otros negocios con diversos socios. Como
podrás ver, no tiene necesidad de romperse la cabeza para el futuro.
Además, como se cree que el compadre de Pepe, el general Díaz, será (otra
vez) dentro de dos años Presidente de la República, Segura (su maestro y
socio) y él serán diputados. En fin, Pepe es muy amigo del general Díaz
[…]144
Lo que el padre adelantaba en 1880 empezó a hacerse realidad a mediados de
1882; Limantour hijo agradece tanto a Porfirio Díaz como al entonces gobernador
de Oaxaca Martín González, por haber quedado electo como diputado por el tercer
distrito de Ocotlán. Pronto se decepcionó del rumbo que la política mexicana estaba
143 Ídem. 144 Ibíd., p. 37.
87
tomando en manos de los gonzalistas, alejándose de ella y emprendiendo un viaje
más a Europa, pues consideró que sus viajes anteriores le habían servido de poco,
“[…] vería yo las cosas –escribía “Pepe”—no bajo el prisma de la niñez, bajo el
noviciado de la vida, sino en condiciones de poder aprovechar algo de lo mucho que
México podría y debería imitar hoy”145.
Limantour vuelve a México en agosto de 1884 después de dieciséis meses de viaje,
al volver se convierte en cierto sentido en un agente político de conciliación a favor
del recién instalado Porfirio Díaz. Habían pasado pocos días después de la segunda
toma de posesión (1-Dic-1884), en enero de 1885, cuando Limantour se comunicó
–por petición de Díaz– con el general Gerónimo Treviño para solicitarle no romper
relaciones con el recién llegado a Nuevo León, Francisco Naranjo, quien había
fungido como Secretario de Guerra durante el gobierno de Manuel González y tenía
fama de ser amigo del dinero y la vida licenciosa146.
Tras la muerte del padre (1885), Limantour se concentró en sus actividades
personales cuando menos hasta 1888, cuando una nueva crisis de salud lo obligó
a salir del país en busca de mejores condiciones para su recuperación. José Ives
aprovechó este viaje para hacer contactos con el mundo financiero europeo, que
más adelante serían de gran ayuda para los empréstitos que requirió el país para
financiar el progreso. Alfonso de María considera que este viaje sirvió para precisar
el núcleo del que se constituiría en él grupo científico, dado los temas y la fluidez
con que escribió Limantour a Romero Rubio (El Jefe), Rosendo Pineda y Joaquín
Casasús147. En la correspondencia de 1888 puede encontrase también la famosa
ecuación que Limantour consideraba la correcta para el porvenir nacional:
¡Díaz=reconocimiento extranjero= crédito=prosperidad de México!
145 Ibíd., p. 38. 146 Ibíd., pp. 39-40. 147 Ibíd., p. 45. En la correspondencia cruzada entre Limantour, Casasús y Pineda se refieren a Romero Rubio como el jefe. Campos Castelló señala que sin los varios viajes que Limantour realizo a Europa no hubiese sido posible tener una evidencia documental de lo que acontecía en las altas esferas de la política nacional.
88
La tercera reelección del general Díaz marca el umbral de la participación política
del grupo “científico” en la palestra pública. Se ha mencionado ya que algunos
miembros del llamado grupo “científico” apoyaron las reformas constitucionales que
permitieron primero la reelección simple (1888) y posteriormente la consecutiva
(1892). Este último año marca la integración de Limantour a la cúpula política del
país; la muerte de Manuel Dublán posibilitó su ascenso, primero como Oficial Mayor
y un año después como Secretario de Hacienda, marcando el inicio de 18 años al
frente de ese ramo.
En la correspondencia privada que Limantour mantiene durante 1893, delinea los
trazos del programa que pretendía llevar a cabo como cabeza del Ministerio de
Hacienda. Entre otras cosas, Limantour planeó “la nivelación de los presupuestos,
el arreglo a la deuda pública, la supresión de alcabalas, la legislación de los bancos,
[y] la conversión de la deuda externa”148. Haciendo un recuento de los proyectos
anteriores, puede decirse que la nivelación presupuestal fue conseguida entre 1895-
1896, la eliminación de las alcabalas se llevó a buen fin en 1896, la ley sobre
instituciones bancarias fue emitida cuando corría 1897, el arreglo de la deuda
pública y la conversión de la deuda externa fueron resueltas con maestría en 1899.
Para 1900 el secretario de hacienda había dado pasos firmes para que México fuera
visto como una nación civilizada y próspera149.
Limantour, el político
Se ha venido hablando de la participación política de Limantour antes de su llagada
al Ministerio, en adelante abordaremos sus participación a partir de sus
nombramiento como secretario de Hacienda; para ello usaremos sus memorias que
aunque no son una fuente imparcial de los hechos, si nos ofrecen la posibilidad de
148 Ibíd., p. 93. 149 Luis Aboites Aguilar, “Alcabalas porfirianas. Modernización tributaria y soberanía estatal”, en Historia Mexicana, vol. LI, no. 002, pp. 363-365.
89
entender la forma en la que pensaba el ministro, completando el cuadro con el
análisis que de él han hecho otros escritores en etapas posteriores al proceso del
que estamos hablando.
Aun y cuando Limantour ya era conocido en la palestra pública y los altos círculos
oficiales, su conducta empezó a ser centro de atención de forma constante, a partir
de la última década del siglo XIX. Ser la cabeza de una de las secretarías más
importantes de la administración pública lo hizo figurar desde muy temprano, como
un posible sucesor de Díaz; ya desde 1894 en los diarios se corría el rumor, como
se lee en EL Universal “El señor Limantour, sólo se ocupa de cifras, y fuera de la
cuestión de cifras, nosotros no nos ocupamos del señor Limantour”.
La cercanía y franqueza que tenía para con Porfirio Díaz alimentaba por sí misma
cualquier clase de rumores, en 1892 después de la publicación del primer número
de las memorias del General Díaz le decía a este, a propósito de las anteriores:
¿Por qué entonces despertar recuerdos penosos, abrir de nuevo heridas
cicatrizadas, provocar celos o despechos y suscitar, en todo caso,
discusiones polémicas, no de aquellas que puedan dirimirse a la luz pública,
sino de las que no pasan de los corrillos y por lo mismo llevan más ponzoña
y tienen menos correctivos150.
Limantour podía no conocer por sí mismo las intrincadas tierras que componían el
territorio nacional pero, no por ello no estaba al tanto de las situaciones particulares
de cada región. En palabras de Alfonso de María “[Limantour] era en este sentido
como un médico que le tomaba el pulso diario al país y controlaba su torrente
sanguíneo desde Mexicali hasta Cozumel o Tapachula”, conocía la situación
existente en el país gracias a una atención constante a las misivas que recibía de
administradores de aduna y timbre, de los gendarmes fiscales151.
Bien sabido es que Limantour gozaba de la simpatía del General Díaz, este lo hizo
figurar como su favorito para sucederlo en la presidencia del país; una de esas
150 Limantour, 1998, pp. 64-65. 151 Ibíd., p. 67.
90
ocasiones fue en 1899 cuando se acercaban las elecciones de 1900. Durante ese
proceso Díaz aparentemente había renunciado -- al menos ante Rosendo Pineda
“el volcán juchiteco”— a la presidencia del país por favorecer a Limantour, durante
una de las conversaciones que Díaz sostuvo con Pineda se retractó aduciendo que
cómo iba a “renunciar a la mano de doña Leonora”, esto es, declinar una oferta que
aún no le habían hecho, en otra charla el general decía “al volcán”:
Los trabajos pueden iniciarse sin que yo renuncie, ni de él manifiesto. O
puedo dar el manifiesto sin renunciar… Porque no dude usted que habrá
gobernadores que por más que yo les diga no han de creer en la candidatura
de Pepe, pues son más papistas que el Papa, y se han de obstinar en
votarme: para ese caso es conveniente que yo tenga libertad de aceptar mi
candidatura si la de Pepe no prende bien152
Lo cierto es que nuevamente Díaz había hecho uso de la intriga para presentar su
reelección como la opción más adecuada para el porvenir nacional. La elección se
dio sin complicación alguna siendo festejada por las colonias extranjeras quienes
en desfile celebraron el inicio del siglo XX con Díaz a la cabeza.
Fue entonces cuando “el caudillo de las finanzas” dedicaría una buena parte de sus
esfuerzos a brindar apoyo y atenciones para encumbramiento de Justo Sierra como
ministro. Sierra con la anuencia de Limantour, ocupó en primer lugar la
subsecretaria de Educación, con Justino Fernández a la cabeza de la Secretaría de
Justicia e Instrucción Pública Al erigirse en 1905 como tal la Secretaría de
Instrucción Pública, Sierra sería el primer secretario permaneciendo en ella cuasi
hasta el final del régimen.
Volviendo a las intrigas que siempre traían las elecciones, esta vez tocaba a las del
periodo presidencial que correría de 1904 a 1910. La organización de esta
reelección fue encomendada a la llamada Convención Nacional Liberal; entre los
rumores sonó el nombre de Limantour como candidato, pero también se escuchó
152 Díaz se refiera a un manifiesto que había redactado con ayuda de Rosendo Pineda, en el mencionado manifiesto declinaba su candidatura para que José Ives Limantour continuara por ese camino. Alfonso de Maria y Campos, 1998, pp. 92, 99.
91
con fuerza el nombre del general Bernardo Reyes. Pronto los reyistas se dieron a la
tarea de fundar algunos diarios como El Rey que Rabió, el Correo de México y La
Protesta, desde donde se inició una feroz campaña contra los científicos por parte
de los conocidos periodistas antirreeleccionistas: Luis del Toro, José Ferrel,
Heriberto Barrón, Luis Cabrera, Diódoro Batalla, Salvador Díaz Mirón, entre otros.
Una de las notas que ocupó las páginas de La Protesta tuvo como consecuencia la
salida del gabinete del General Bernardo Reyes, al descubrirse que su hijo Rodolfo
era quien instigaba las críticas, se decía de Limantour:
1ª. Diga si es cierto, como lo es, que nació de padres franceses.
2ª. Diga si es cierto, como lo es, que éstos los fueron siempre, desde su
nacimiento hasta su muerte.
3ª. Diga si es cierto, como lo es, que él se consideró francés durante su
infancia y primera juventud.
6ª. Diga si es cierto, como lo es, que el más insubordinado del Trust lo es el
Volcán Juchiteco.
7ª. Diga si es cierto, como lo es, que aspira a ser Presidente y hace política
para ello, (puede hablar con franqueza, no es delito).
8ª. Diga si es cierto, como lo es, que la Presidencia solo la espera por el
concurso de dos voluntades; la de Díaz para dársela y la de Reyes para
sostenérsela.
10ª. Diga si es cierto, como lo es, que ya son muchos los negocios del Trust
científico.
11ª. Diga si es cierto, como lo es, que a nadie se desprecia como a los
Científicos, por saber que solo son convenencieros.
¡Ay del Ministro si calla! Quedarán eternas estas posiciones y se le declarará
confesó a la segunda citación153.
153 Ibíd., p. 105.
92
Herido por los ataques, Limantour escribió en forma confidencial a Porfirio Díaz el 5
de junio de 1903 una larga carta en donde, además de señalar el éxito obtenido en
la solicitud de un empréstito con el que se pensaba adquirir el mayor porcentaje de
las acciones de los ferrocarriles nacionales, señalaba también cuestiones de índole
personal; en defensa del grupo y de él mismo:
Se nos presenta a la nación como un grupo de ambiciosos e intrigantes,
capaces de hacer las mayores infamias, ávidos de riquezas y de puestos
públicos; se me niega hasta la nacionalidad, y mi reputación que en diez años
de Ministro nadie se había atrevido a tocar, anda ahora arrastrada en el fango
por unos papeluchos. Todo lo más sagrado: la familia, el hogar, ha sido
salpicado con la baba de la calumnia.
En tono más personal se desahoga con el “caudillo”:
¿Y qué he hecho para merecer tanta execración? Se me suponen
ambiciones políticas, y eso es todo, porque mientras no se me levanto ese
falso testimonio, solo se escuchaban alabanzas de mi gestión hacendaria; y
hoy, que han surgido por otro lado las aspiraciones mal contenidas, los
órganos de esas aspiraciones no solamente me atacan en el terreno político,
sino que me califican como el más nefasto de los Ministros de Hacienda. […]
no me parece justo que se me atribuyan [ambiciones políticas] cuando no las
tengo, y lo que es peor, que se me ataque duramente por ello154.
Alfonso de María considera que, la carta es una clara muestra de la psicología de
Limantour que más allá de sentimentalismos deja ver la lealtad y el orgullo que lo
caracterizaron. El 25 de junio del mismo año, Díaz respondió a Limantour
demostrando que cuando menos desde 1896, tenía la idea de que Limantour lo
sucediera como cabeza del ejecutivo:
154 Ibíd., p. 114.
93
La Convención Nacional acaba de dar fin a sus trabajos, notificándome que
soy un candidato para la próxima elección. Con ese hecho queda marcado
el camino que Ud. indicó a nuestros amigos políticos, como resultado de
nuestra última conversación relativa en que Ud. me obligó a prescindir de mi
propósito de 1896 para evitar el cacareo de la prensa de oposición contra la
candidatura de Ud. que aún no propuesta francamente porque no llegaba su
oportunidad, dicha prensa la suponía bien indicada por las combinaciones
que se iban realizando en la organización política de los Estados155.
En el tiempo transcurrido entre el envío de la carta de Limantour y la respuesta de
Díaz, se inició y llegó a su fin la Convención Liberal, donde Francisco Bulnes,
haciendo uso de sus dones de tribuno, pronunció un discurso que le ganó una gran
cantidad de aplausos, y críticas, debido a la polémica narrativa que le imprimió.
Entre el grupo considerado “científico”, Limantour, se “quedo perplejo y hasta
preocupado y estuvo de acuerdo con Sierra en que era un peligroso disparate”, el
“volcán juchiteco” por su parte, concordó con los juicios que Bulnes vertió, este
episodio sirve un tanto para apreciar que por esos tiempos (1903) los llamados
científicos no tenían una opinión consensada y definitiva sobre un mismo aspecto156.
Pineda que había sido quien más gustó del discurso de Bulnes, decía en
correspondencia a Limantour:
El país tiene tanto deseo y necesidad de vida pública que nuestro movimiento
práctico y por eso eficiente encontró en todas partes un eco simpático y
nuestras ideas y programa político incendiaron los ánimos de los
convencionales y comunicaron su calor a esta misma sociedad inerme de la
Metrópoli. La prueba la puede Ud. ver y sentir en todo lo que nos han dicho
y nos dicen aún capitaneados por el famoso Frías y Soto y el no menos
célebre asesino Díaz Mirón.
155 Ibíd., p. 115. 156 Idem. El discurso de Bulnes será analizado en la sección respectiva.
94
Pineda advierte primero la polémica desatada por el discurso y después, la actitud
de Díaz:
Bulnes ha contestado la diatriba-denuncia de Hilarión y ha resultado mejor
que su discurso porque en la contestación ha podido explicar y suavizar
algunos pasajes ásperos o atrevidos del discurso. Y como decididamente la
opinión imparcial está con nosotros esto los irrita hasta la desesperación.
Dios nos ampare en el chubasco de ignominias que nos espera a pesar del
propósito del caudillo, de ordenar la suspensión de hostilidades periodísticas,
hostilidades que el mismo ordenó y reglamentó157
Sobre el discurso, Díaz no tenía un buen concepto pues consideró que la ilación del
mismo estaba completamente relacionada con el proceso de su gobierno. En carta
que envió a Limantour el 9 de agosto decía de la Convención y de Bulnes:
Los trabajos de la Convención terminaron determinando la marcha de
nuestra política a los menos en sus próximas etapas; pero
desgraciadamente no concluyo todo pretexto de agitación como
supone Ud. y con mucha razón y como habría sucedido si los oradores
de la Convención hubieran estado poseídos del espíritu conciliador
que nos indujo a promoverla.
Afortunadamente los representantes de los Estados, que al
despedirse me manifestaron su alarma y me pedían instrucciones
suponiendo que estábamos en medio de dos partidos cambiantes,
tienen confianza en el gobierno y creo que pude persuadirlos de que
Bulnes hablaba bajo su responsabilidad individual y que aún en tal
carácter, sus palabras no entrañaban intención política sino deseo
157 Ibíd., p. 116.
95
pueril de exhibirse como perito en Historia y como hombre de criterio
independiente […]158
Esta carta es importante por dos razones: la primera; muestra al caudillo
verdaderamente preocupado por los efectos políticos que el discurso podría tener
en las masas populares, la segunda, evidenció que los representantes de provincia
realmente se vieron impactados en lo que al discurso de Bulnes respecta, al grado
de tener que ser tranquilizados por Díaz. Consideremos; el grupo existió, y tenía
objetivos comunes pero, caminos diferentes para llegar a la meta, para muestra
basten unos párrafos del mencionado Discurso:
La paz está en las calles, en los casinos, en los teatros, en los templos, en
los caminos públicos, en los cuarteles, en las escuelas, en la diplomacia; pero
no existe ya en las conciencias. No existe la tranquilidad inefable de hace
algunos años.
¡La Nación tiene miedo! La agobia un calosfrío de duda, un vacío de vértigo,
una intensa crispación de desconfianza, y se agarra a la reelección como a
una argolla que pende de las tinieblas.
¿Qué es lo que el país ve que se le ofrece para después del General Díaz?
¡Hombres y nada más que hombres! Para después del general Díaz, el país
ya no quiere hombres.
La nación quiere partidos políticos; quiere instituciones; quiere leyes
efectivas; quiere la lucha de ideas, de intereses y de pasiones. El Estado
antiguo era la expresión política del orden militar y religioso; el Estado
moderno es y será la expresión política del orden económico159.
158 Ibíd., p. 119. 159 Francisco Bulnes, Discurso Pronunciado por el señor ingeniero D. Francisco Bulnes, delegado del estado de Morelos, en la sesión del 21 de junio de 1903, presentando y fundando la candidatura del Sr. Gral. D. Porfirio Díaz, Tipografía Económica, México, 1903, p. 19.
96
Así, tenemos que 1903 terminó nuevamente con la candidatura y eventual
presidencia de Díaz, sólo que ya no por cuatro sino, por seis años, además de tener
que tomar una decisión complicada. A finales del mismo año se había aprobado la
reforma que los promotores de la Unión Liberal habían impulsado desde 1892: la
creación de la vicepresidencia160. Con la aprobación de la mencionada reforma
volvió a sonar el nombre de Limantour en las elecciones de 1904 con Porfirio Díaz
como compañero de fórmula. En esta ocasión, Limantour pidió al “Caudillo” que
dejara a los gobernadores en claro su postura, el general escribió a los
gobernadores el 8 de febrero las siguientes líneas:
Que dicho buen amigo [Limantour] no sólo ha estado de acuerdo con que se
realice aquella reforma sino que considerándola como una urgente
necesidad en la vida democrática republicana del país, la patrocinó siempre
con empeño y tomó participación activa e importante en su redacción; y en
cuanto a su propósito de no figurar en la elección para el delicado cargo […]
obedece a una resolución tomada por él hace varios años, de no desempeñar
más cargos públicos que los que le permiten hacer una labor meramente
administrativa […]161.
Esta carta cierra el círculo de especulaciones en que por tantos años Díaz había
mantenido a Limantour. El abandono de la contienda por parte de Limantour no
quiere decir que se haya mantenido totalmente al margen, dado que el grupo con el
cual se le vinculaba, “los científicos”, llegó a la vicepresidencia teniendo como
candidato a uno de sus integrantes, Ramón Corral, ex gobernador del norteño
estado de Sonora.
El debate político en el país con respecto a la presidencia se iba a activar ahora en
1907, al concederle el Gral. Díaz a James Creelman una entrevista en la que a
grandes rasgos decía que el país, después de un laborioso proceso de crecimiento
160 En 1899 se había llevado a cabo una reforma en donde se autorizaba al ministro de relaciones exteriores a tomar la presidencia en caso de falta parcial o definitiva de la cabeza del Estado. 161 Ibíd., p. 124.
97
y pacificación, se encontraba listo para ser gobernado por otro que no fuera él. Esto
es a lo que Daniel Cosío Villegas llamó el campanazo político pues lo dicho por el
general causó euforia entre quienes esperaban el ansiado cambio. Así, en 1908 la
oposición se vio respaldada por las declaraciones del presidente; empezando a
organizarse lo poco que quedaba del Partido Liberal Mexicano, los
antirreeleccionistas encabezados por Madero y, dentro del Porfirismo, los siempre
rivales reyistas y científicos. Entre los preparativos de novecientos ocho y el
golpeteo político habido en novecientos nueve, las cosas se movieron haciendo que
el régimen se preocupara más directamente por reyistas y maderistas.
Un adiós sin feliz regreso
Limantour daría la bienvenida al apoteótico 1910 en el país, pero a mediados de
año salió rumbo a Europa a causa de la enfermedad de su esposa. Entre las labores
de Estado el secretario llevó como misión, equilibrar las fuentes crediticias con las
que el país contaba, pues los últimos prestamos que permitían la sanidad en las
finanzas del país habían sido obtenidos en bancos y casas comerciales de los
Estados Unidos, contrario a la tradición. Alfonso de María y Campos argumenta que
entre las razones que motivaron la salida de Limantour en ese año se encontraba
la susceptibilidad del secretario; se encontraban muy cerca las elecciones y
Limantour siempre era blanco perfecto para los ataques que desde la prensa se
hacían162.
Instalado en Francia, Limantour escribió a su siempre fiel secretario Roberto Núñez
con un dejo de molestia acerca de la política presidencial:
El Presidente no ha cambiado ni cambiará de línea de conducta política, sino
que seguirá contemporizando con todos y haciendo más difícil la
construcción de un partido fuerte de gobierno. El Porfirismo subsistirá, sin
duda alguna, mientras viva su jefe, pero dejará como herencia numerosas
ambiciones, sin los medios de contenerlos163.
162 Ibíd., p. 159.1 163 Ibíd., p. 160.
98
Limantour quien pensaba volver a mediados de noviembre al país, retrasó su
regreso hasta principios del siguiente año y recibió la noticia del estallido de la
revolución en el extranjero. En una carta enviada al presidente el 5 de diciembre,
decía al general:
Me imagino que ha de haber Ud. hecho reflexiones muy tristes al ver cuánta
gente se deja guiar por sus pasiones, por su ignorancia y perdiendo de vista
todo lo que el país debe a Ud., así como el inmenso peligro que corren la
independencia y la dignidad nacionales con estas tentativas de rendición y
anarquía164.
Para finales de 1910, el grupo científico se encontraba separado y con diferentes
ideas respecto a las medidas a tomar. En correspondencia Limantour pedía a Núñez
que dijera a los “amigos” que no existía ninguna unión entre ellos y el general Reyes
con quien se les había vinculado, también le solicitaba prudencia para no dar
motivos a los reyistas que pudieran ser usados en su perjuicio. Conciliador,
afirmaba:
Estoy más que nunca convencido de que debemos perdonar muchos males
que se nos han hecho, que necesitamos admitir el concurso de cuantos
puedan ser más o menos útiles al país, y que hay que cerrar los ojos sobre
la procedencia y los antecedentes de muchas gentes, para buscar un modus
vivendi aceptable en nuestras relaciones con ellos. Si nuestros amigos no
admiten ese programa, habrá que “tocar a dispersos” y dejar que salga
tranquilamente el sol por Antequera165.
164 Ibíd., p. 169. 165 Ibíd., p. 172. La correspondencia más constante la tenía con Enrique Creel, Roberto Núñez, Justo Sierra, Rosendo Pineda y los hermanos Macedo.
99
Limantour volvió al país a mediados de marzo de 1911, poco después de sostener
tensas conversaciones de paz con los maderistas que se encontraban agazapados
en los Estados Unidos: Gustavo A. Madero, Francisco Vázquez Gómez y Francisco
Madero, padre de Francisco I. Madero. Las entrevistas se llevaron a cabo el Hotel
Astor de la ciudad de New York, entre el 9 y el 14 de marzo. De dichas
conversaciones resultó un pliego petitorio que en los puntos centrales exigía:
I. La renuncia del vicepresidente Ramón Corral.
II. La reorganización del gabinete incluyéndose en él a personas no ligadas al
gobierno.
III. El cambio ordenado de diez gobernadores por provisionales en espera de
que fueran organizadas nuevas elecciones.
IV. La aceptación pública de la no reelección.
V. Amnistía completa a los revolucionarios,
VI. Anuencia y favorecimiento para el ingreso de políticos opositores a las
Cámaras.
VII. Auxilio económico a los perjudicados por las acciones militares.
A su regreso a la Ciudad de México, el 19 de marzo, Limantour estratégicamente
concentró su actuar en dos puntos; por un lado auspiciar reformas que permitieran
llagar a la pacificación y, por el otro, presionar a los rebeldes con la idea de que el
movimiento revolucionario colocaba al país en una posición muy endeble, ya que
podía ser intervenido por los Estados Unidos. Esta táctica, según sus memorias, no
estaba orientada directamente a que se dejaran las armas sino más bien a que en
la mesa de negociaciones el pliego petitorio fuera menos exigente166.
Limantour gozó de ciertas facultades que pueden observarse en la reunión
extraordinaria de ministros efectuada el 24 de marzo, donde con las excepciones
166 Ibíd., pp. 173-174. José C. Valadés un tanto más escéptico menciona que Limantour es traído de su retiro político no para volver a desempeñar directamente su cargo como Ministro de Hacienda sino para salvar al gobierno colaborando con la “lucidez de su ingenio” y la experiencia que como diplomático tenía. José C. Valadés, 1910- El centenario de la Independencia, 1988. P. 274.
100
del mismo Limantour y de Manuel González Cosío, los ministros renunciaron para
dar pie a la creación de un gabinete, de acuerdo a las exigencias de los
revolucionarios; en este gabinete de conciliación quedaron colocados: Demetrio
Sodi, en Justicia; Jorge Vera Estañol, Instrucción Pública; Manuel Marroquín, al
frente de la cartera de Fomento y Norberto Domínguez, para Comunicaciones.
Aun y cuando las reformas promovidas desde el Porfirismo no pudieron ser llevadas
a la práctica dado el estado de la cuestión, sí dejaron una interesante perspectiva
donde se puede apreciar la búsqueda de un cambio gradual. Entre las reformas se
incluyó la del poder judicial, además del cambio de personal en la Secretaría de
Gobernación, el fraccionamiento de la gran propiedad rural y la anhelada reforma
de la ley electoral donde ya estaba contenida la no reelección.
Finalmente con la renuncia de Díaz a la presidencia el 21 de mayo, se dio fin a la
primera etapa de la guerra civil y comenzó así una nueva etapa tanto para
vencedores como para vencidos. Díaz, con un dejo de tristeza, expresó en su
renuncia enviada al congreso:
El pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha
colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra
internacional, que me secundó patrióticamente en todas las obras
emprendidas para robustecer la industria y el comercio de la
República, fundar su crédito, rodearla del respeto internacional, y darle
puesto decoroso entre las naciones amigas […] se ha insurreccionado
en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el
ejercicio Supremo del Poder Ejecutivo es la causa de la insurrección
[…] en tal concepto […] vengo ante la Suprema Representación de la
Nación a dimitir sin reserva el encargo de Presidente Constitucional
de la República […]167
167 Christopher Domínguez Michael, Antología de la Narrativa Mexicana del Siglo XX, FCE, 1996, p. 222.
101
Poco a poco la caballada porfirista saldría del país; Limantour se exilió en Francia
donde antes de morir continuó defendiéndose de los constantes ataques que desde
México se vertían contra él y los “científicos”, en la década de los sesenta finalmente
se publicaría su versión de los hechos en sus apuntes de servicio público.
102
Francisco Bulnes el indómito, o de su versión de los hechos
Hacer el análisis de la vida de un hombre no es nada sencillo, sobre todo cuando
este hombre se distinguió por ser un intelectual de primer orden. Cosa que con
facilidad se puede apreciar en su obra, la cual comprende desde ensayos de
carácter científico, hasta, cuestiones netamente sociales.
Perteneció a la generación llamada por Milada Bazant de los “profesionales
polifacéticos” que lo mismo participaban en política, como en periodismo, vida
académica y negocios. En este grupo también debemos incluir a José Ives
Limantour, Porfirio Parra, Justo Sierra, Joaquín Casasús, Pablo Macedo, Ricardo y
Rafael García Granados, entre otros.
Sobre Bulnes se han vertido tantas ideas y juicios que de alguna manera, dificultan
el considerar su obra historiográfica como ejemplo, de un andar a contracorriente
en un ambiente académico, donde dominaba el positivismo empirista. Entre las
críticas que sobre su obra se difundieron figuraron cuestiones interpretativas. Por
ejemplo, Francisco G. Cosmes pensaba que Bulnes sacrificaba el análisis de
conjunto por concentrase en detalles, desde su perspectiva el apasionamiento con
que escribía lo hacía perder todo orden de lógica y método; para Adalberto Carriedo
la obra del ingeniero Bulnes no era leal, pues atacaba verdades consagradas por la
historia, no era meritoria porque se constituía de argumentos incoherentes y no era
científica por la sencilla razón de estar llena de figuras retóricas propias de la
literatura. Genaro García por su parte, llegó a señalar que Bulnes no escribía acerca
de historia pues en sus libros no se encontraba lo que había sido sino más bien lo
que debió haber acaecido, por esa razón su obra no se ajustaba a la verdad y buena
fe, requisitos indispensables --según su argumentación—de toda obra
historiográfica. Juan Pedro Didapp por su parte decía que en los textos bulnesianos
abundaban los juicios faltando a su escritura investigación documentada, además
de afirmar que para la formulación de esos juicios se apoyaba en fuentes de
103
cuestionable autenticidad, por último, Victoriano Salado; se quejaba de que los
juicios usados pesaban más que las verdades históricas, Bulnes –según Salado—
no contrastó sus fuentes negándose a reconocer la inevitabilidad de ciertos hechos
históricos. De las críticas contra los escritos del ingeniero se puede inferir el tipo de
historia que se hacía a principios del siglo XX; una historia basada en una abundante
documentación, apegada a hechos, escrita sin apasionamientos y figuras literarias,
redactada con buenas intenciones y que, en suma, buscaba las causas del progreso
y la felicidad humana, contraria a la que tomaba partido, como la obra del
ingeniero168.
Las anteriores opiniones forman parte de la polémica en que Bulnes se vio envuelto
a raíz de la publicación de El verdadero Juárez y la verdad sobre la Intervención y
el Imperio, donde aseveró que más allá de ser el hombre fuerte que marcó las
pautas a seguir por su administración durante la intervención francesa; Juárez había
sido un hombre de una “inquebrantable debilidad y un mal estadista incapaz de
evitar la guerra de intervención”. Bajo esta argumentación, Bulnes ponía en duda el
papel de los héroes en la historia patria. La crítica vertida contra el prohombre fue
tan devastadora que le mereció a nuestro autor ser “desterrado de la vida política e
intelectual de México, tanto por su embestida contra los ídolos del siglo XIX como
por su inconsistencia para escribir historia”169.
Así, se puede decir que con la crítica a la figura del prócer liberal, Bulnes evidenció
en cierto sentido las carencias del método positivista para explicar la historia,
instigando a sus contemporáneos a pasar de la simple descripción de los datos a la
interpretación de los mismos170.
La esencia de las líneas anteriores radica en querer perfilar la importancia que en
su momento llegaron a tener las opiniones de Bulnes, quien, en sus escritos, no
solo juzgó la figura de Juárez, sino también la de Iturbide, Santa Anna, Hidalgo y
Díaz. En Bulnes se puede apreciar la selección de personajes satanizados o
168 Miranda, pp. 186-187. 169 Sergio Miranda, p. 187. 170 Miranda, p. 187.
104
divinizados por la historia oficial; sus apreciaciones no pueden ser pasadas por alto
pues constituyen un testimonio de primera mano para intentar comprender lo
ocurrido entre 1876 y 1911.
Bulnes el Hombre
Francisco Bulnes nació el cuatro de octubre de 1847 (durante la ocupación de la
Ciudad de México por parte de las tropas norteamericanas), en el seno de una
familia acomodada y emparentada con las viejas familias españolas de la ciudad de
México; cosa que no influyó mucho en su carácter, ya que rechazó el parentesco y
borró el apellido español que antecedía al Bulnes (Alonso) tal como lo había hecho
su padre.
Sus primeros estudios los realizó en escuelas particulares. Su juventud es descrita
como enigmática, pues lo único que se sabe es que era alumno brillante y que en
sus ratos de ocio formaba parte de una palomilla (los Buinduris) que se dedicaba a
hacer desmanes en las calles; juventud bohemia, así, la describió uno de sus
amigos más cercanos, Fernando Gamboa, quien también dejó asentado que
durante su primera juventud estuvo a punto de quedarse atrapado en la vida
displicente171.
Realizó su formación profesional en la Escuela de Minería donde obtuvo el título de
Ingeniero Civil y de Minas, profesión que desempeñó solo algunos años. Ya en 1869
la Sociedad de Libres Pensadores172 contaba con su participación; cosa que
contribuyó en grande forma para que en 1874, a sus 27 años, marchara al Japón
bajo la tutela de Covarrubias, con el objetivo de observar el paso de Venus sobre el
hemisferio oriental. Ocupó durante este proyecto el cargo de cronista de la comisión.
Este largo viaje le permitió iniciarse en la interpretación social escribiendo sobre sus
171 Rogelio Jiménez Marce, La pasión por la polémica: El debate sobre la historia en la época de Francisco Bulnes, Ed. Instituto Mora, México, 2003, p. 27. El grupo de los Buinduris estaba integrado por: José Miguel Echeverría, Manuel Sánchez Fracio además de Pedro, Eduardo y José Rincón Gallardo. 172 En la sociedad de Libres Pensadores participaba gente de la talla de: Ignacio Manuel Altamirano, Justo y Santiago Sierra, José Rincón Gallardo, etc.
105
percepciones acerca de las costumbres, acontecimientos y diferencias existentes
entre el hemisferio occidental y el oriental173.
A su regreso del Japón se desenvolvió como periodista participando en periódicos
como La Libertad, El Renacimiento, El siglo XIX, El Mundo, El Universal, La linterna,
La Prensa, La Revista Financiera Mexicana y El Imparcial. En el campo político
desempeñó diversas funciones públicas entre las que se pueden mencionar,
diputado suplente de Romero Rubio (1880), miembro en comisiones para la
elaboración de La Ley Bancaria, el Código Minero (1884), Crédito Público (1886),
Deuda Pública (1886), depreciación de la Plata, etc., además de fungir como
representante en diversas comisiones de educación.
En su labor legislativa se observa que durante más de tres décadas fue
representante de los estados de Morelos, México y el territorio de Baja California
ante las cámaras del Congreso de la Unión. Aún después de la caída del régimen
porfirista conservó su puesto y, contrario a lo que podría pensarse también estuvo
en el Congreso después de la caída de Madero. El exilio voluntario finalmente llegó
en 1915 por temor a represalias por parte de Venustiano Carranza, a quien
abiertamente había criticado por la “carnicería” desatada en el país. Ya con más
años sobre la espalda volvió a México con la misión de escribir un libro acerca del
Porfiriato.
Después de una larga trayectoria académica, periodística e intelectual murió en la
ciudad de México el 22 de septiembre de 1924. En su honor se editó una obra
póstuma que reúne algunos de los artículos publicados en el Universal, diario que
lo contrató a su llegada del exilio; el libro lleva por nombre Los Grandes Problemas
de México. Como se puede apreciar a vuelo de pájaro, Bulnes fue un intelectual de
lo más granado en el país.
En el largo plazo puede resultar extraño que Bulnes con toda su erudición y con el
sentimiento de rechazo que le despertaban los regímenes militares, no se haya
173 Jiménez Marce, 2003, pp. 38-40. De estas observaciones surge uno de sus primeros escritos Sobre el hemisferio norte; once mil leguas. Impresiones de viaje en Cuba, Estados Unidos, el Japón, Cochinchina, Egipto y Europa.
106
dado cuenta de que el gobierno conciliador del general Díaz había surgido
precisamente de una contienda militar, sin duda el temporal progreso económico, la
estabilidad social y la utópica unidad que Díaz le dio al país impresionaron a Bulnes,
pero no al grado de rendirle culto pues, de su pluma salieron severas críticas contra
Porfirio Díaz.
Bulnes y su interpretación de los años porfiricos
Temiendo por su vida, Francisco Bulnes se exilió en tierras cubanas en1915, ya en
la Habana, lejos –al menos territorialmente—de la situación mexicana y con cierta
tranquilidad, el ingeniero comenzó la elaboración de un par de libros donde dio a
conocer su visión de los años porfíricos. El primero de ellos The whole truth about
Mexico / President Wilson’s responsability, analiza los desaciertos cometidos por
Díaz que contribuyeron a perder el apoyo de los Estados Unidos, que desde finales
de 1910, lo otorgaría a diversas facciones revolucionarias. El segundo es en
términos generales el medio que le permitió analizar el Porfiriato entre 1876 y 1911,
pero su análisis no solo abarcó al régimen porfirista, fue más lejos dado que lo
concluye en 1917. Este texto lleva por nombre El verdadero Díaz y la Revolución,
su análisis se centra en cuatro rubros: los intelectuales, los científicos, Díaz y la
Revolución.
Dada la temática de este escrito me avocaré en la medida de los posible, a atender
tan sólo a los científicos. No debe olvidarse que durante una etapa de su vida el
ingeniero se adscribió como parte del grupo y asumió una actitud propia a esas
circunstancias. Como se ha explicado anteriormente, durante los últimos años del
régimen y con su caída se acentuaron, no siempre justamente, las
responsabilidades de los científicos en la debacle. Una de esas críticas los hizo
figurar como ladrones y vende patrias.
Bulnes consideró que tras las críticas existentes en la prensa estaba la mano de la
facción reyista quien había logrado hacer creer al país que, los científicos robaban
las riquezas nacionales para entregarlas a precios viles a los extranjeros, fueron los
científicos “traficantes de la patria, que la vendían al menudeo por cáscaras de
107
plátano”174. Ante tales cargos el ingeniero procuró deslindar responsabilidades; en
su perorata sale a relucir que los años de mayores irregularidades hacendarias
correspondieron al Ministro de Hacienda Manuel Romero. Durante los años que van
de 1882 a 1893, funcionó el “robo” en las siguientes formas:
1. Peculados.
2. Operaciones de agio.
3. Establecimientos de casas de juegos prohibidos, o asociación
con los tahúres, o participación en los beneficios de la
concusión que hace imposible la impunidad del delito.
4. Venta de consignas para los tribunales.
5. Venta a vil precio, de los bienes nacionales.
6. Contratismo virulífero y virulento175.
Francisco Bulnes alega que es durante este periodo cuando más concesiones y
contratos fueron dados y no precisamente a los científicos sino a sus “enemigos
encarnizados”, quienes después de haber tomado ventaja consideraron
conveniente culparlos.
Bulnes usa para eximir de peculado a los científicos, el argumento de uno de sus
críticos, Jesús Urueta, quien había dicho que resultaba complicado poder probar los
robos de los científicos dado que su habilidad era indiscutible y siempre obraban
dentro de las leyes que ellos mismos hacían. En cuanto al peculado, no se les podía
achacar como delito pues no existía ley alguna que lo autorizara o desautorizara.
Para demostrar lo anterior nuevamente usa los argumentos de uno de sus críticos,
en esta ocasión José R. del Castillo, quien hablando de la extraordinaria obra
hacendaría de Limantour escribió: “Moralizó extraordinariamente todos los
departamentos de su Secretaría; hizo que la percepción del impuesto fuera cada
174 Bulnes, 1979, p. 101. 175 Bulnes, 1979, p. 102.
108
vez más fácil, más completa, y más barata, y no consintió chanchullos en su
ministerio”, de acuerdo a las anteriores palabras el ingeniero agrega, “quiere decir
que el medio de enriquecimiento de los científicos que se enriquecieron, porque la
mayoría de ellos se conservó pobre, no fue peculado”176.
Así, solo quedan los cargos de enriquecimiento por venta de bienes nacionales
siendo representantes de empresas extranjeras y por medio de contratos leoninos
–ventajosos solo para una de las partes--. El ingeniero al buscar zanjar críticas
presentó a los favorecidos en lo que respecta al deslinde de terrenos baldíos en el
país hasta 1887. En la lista del grupo científico solo figura Pablo Macedo, quien no
lo hizo a título personal sino que fungía como abogado de una compañía francesa
que había reclamado yacimientos de cobre en el territorio de Baja California. Y lo
que es más importante, cuando menos para nuestro estudio, los datos fueron
presentados:
Seis años antes el grupo político científico, y de que el señor Limantour
desempeñara el cargo de Secretario de Hacienda177.
A raíz de la escandalosa concesión de terrenos baldíos, el general Díaz había visto
forzado en 1891 a suspender las operaciones en lo que a ello respecta, siendo
aprobadas tan sólo algunas concesiones por él respaldadas y otorgadas a reyistas
quienes claramente eran enemigos jurados de los científicos. En cuanto a los,
contratos el ingeniero asentó:
Todos los arrendamientos o ventas de salinas, pesquerías marítimas,
lacustres o fluviales, de explotación de bosques nacionales, casi todos
leoninos, y la mayor parte, releoninos, fueron ajustados antes de que el señor
Limantour interviniera en la marcha de los negocios públicos, del orden
económico178.
176 Bulnes, 1979, pp. 101-102. 177 Bulnes, 1979, p. 109. 178 Bulnes, 1979, p. 112.
109
No de todos los cargos deslinda Bulnes al grupo científico, pero, en los que
reconoce una responsabilidad directa a Limantour, como ocurrió con las obras del
puerto de Manzanillo donde el beneficiario fue Pablo Martínez del Río representante
del contratista Smooth; los trabajos según la perspectiva del ingeniero, no eran
necesarios por ser de escaso tránsito el Puerto de Manzanillo, además de ser
urgentes obras en otros sitios; el “chivo” para este caso y según las cifras del autor,
fue de 7 millones de pesos. Otro caso en que se vio emparentado algún miembro
cercano al grupo ocurrió cuando a Iñigo Noriega se le adjudicó el contrato para
desecar parte de la laguna de Xico. El ingeniero consideró que fue un acto
antieconómico pues con las obras pertinentes, con la posible agua que el vaso de
la laguna podía contener se podrían regar dos o tres superficies del tamaño
equivalente al de la laguna que era de doce mil hectáreas. Un desastre más
atribuido a las malas gestiones de Limantour fue el hundimiento de los bancos
yucatecos en 1908, a sabiendas de que dos de ellos se encontraban en ruina
Limantour encomendó a la casa Scherer-Limantour pusiera las acciones a la venta
en Paris. En dicho negocio se favoreció Julio Limantour hermano del secretario de
Hacienda. Mal negocio fue prestar apoyo a la familia Lavín en la adquisición de un
préstamo hipotecario sobre la hacienda algodonera de Santa Rosa que ascendió a
6 millones de francos, llegado el primer rédito los Lavín no pudieron pagar y la
obligación fue tomada por el Ministro quien “resolvió ordenar al Banco Nacional” que
proporcionara el dinero ocasionando con ello otra pérdida. Finalmente son
consignados los préstamos concedidos a Joaquín Casasús y a Lorenzo González
Treviño –amigos personales del secretario de Hacienda-- con dinero del erario
federal, cosa harto incorrecta pues “los dineros públicos no deben empelarse en
hacer préstamos a los amigos, sino en gastos de servicio o obras, interesando a la
comunidad”179.
179 Para los cargos expuestos ver Bulnes, 1979, pp. 119-128. Para ampliar la información con respecto a la laguna de Xico: la desecación del lago –ciénaga-- de Chalco en: http://fenix.cmq.edu.mx/docinvest/document/DI29141.pdf y en lo que respecta a las obras del Puerto de Manzanillo: Jorge Fernando Iturribarría, Porfirio Díaz ante la Historia, Villegas García, México, 1967, p. 211.
110
Ya en la liquidación de responsabilidades Bulnes hace uso de ese agreste juicio que
lo caracterizó durante su vida en política, es decir, en los “chivos” las mayores
responsabilidades tocan al general Díaz y a su ministro José Ives Limantour; de este
último menciona que durante los 17 años que estuvo al frente de su cargo resultó
“defraudada la nación por la suma de setenta millones de pesos”.
El ingeniero se queja de la maximización que el “chancletismo intelectual” y las
“demagogas escuelas normales” dieron a la rapiña y corrupción auspiciados por los
científicos. En su alocución culpa directamente al “Necesario”
“Goce supremo, espasmódico experimentaba, el general Díaz al autorizar y
dirigir con muestras de olímpico agrado, la campaña soez en contra de los
científicos, cuyo objeto era convencer al pueblo de que tenía un gobierno de
ladrones que habían secuestrado al general Díaz, impotente para defenderse
con sus virtudes de elegido del Señor. No pensaba el César, ni su familia, ni
sus verdaderos amigos, que la campaña era contra el “necesario”, que barría
su prestigio y pulverizaba el único baluarte de fuerza moral de la
administración […] no puede caber duda, desde 1902 la glándula tiroide del
Príncipe indicó su marcha atrofiante180.
En cuanto a los cargos de monopolio hechos contra la administración del general
Díaz y al grupo científico por “pacíficos” y “revolucionarios”, el ingeniero los enumera
y da de cada uno su parecer. Bulnes señala la existencia de los monopolios sobre
el azúcar, la introducción y venta de carne en la Ciudad de México, el guayule, la
realización de obras públicas en todo el país, el pulque, el papel de rotativa y el de
la fabricación de vestuario y equipo para el ejército. En lo que respecta al azúcar
deja en claro que no había científico alguno implicado en dichos negocios; en cuanto
al pulque, al hacer el análisis de los implicados se encuentra que una de las
haciendas productoras pertenece a Pablo Macedo, más la producción no se
concentra sólo en dicha propiedad; el monopolio sobre la construcción de obras
públicas fue un profundo fracaso económico para los inversionistas y ningún
180 Bulnes, 1979, p. 130.
111
científico se encontraba en el consejo de administración de la compañía; en lo
respectivo al papel de rotativa, es bien sabido que el control estaba en manos del
norteamericano Tomas Braniff y el español José Sánchez Ramos quienes al ser
favorecidos con el negocio otorgaron un 12% de las acciones al general Díaz; en
cuanto al guayule se impidió el monopolio con el cese de la venta de esas tierras y
por último en lo relativo a los enseres del ejército, el monopolio estaba en manos de
“un socio perteneciente a la familia presidencial” amparado por Agapito Ojeda181.
Bulnes y su percepción de los científicos
Como hemos perfilado líneas arriba, 1892 es el año de la pública aparición del grupo
científico, con la misión de organizar los trabajos de la Convención Nacional Liberal.
Es en abril del citado año que, a raíz de la organización de las elecciones a
realizarse a mediados de año, da pruebas de su existencia como asociación, dice
de ello Bulnes:
La primera vez que en México tuvo lugar la farsa de una convención electoral,
con el efecto de designar candidato presidencial de un partido político, fue en
1892; y los trabajos para organizar esa convención, tuvieron lugar en abril
del citado año, a lo más tres meses antes de del día fijado
constitucionalmente para las elecciones presidenciales182.
El Verdadero Díaz y la Revolución fue escrito –sino en su totalidad cuando menos
si en una de sus partes, cuando el ingeniero se encontraba exiliado en cuba– sin
que el citadino contara con su archivo y la interpretación esencial que tiene 15 años
después de la aparición de la opinión que el grupo científico causaba en el general
Díaz, se resume en las siguientes líneas:
181 Bulnes, 1979, pp. 134-145. 182 Bulnes, 1979, p. 283.
112
El primer acto de ese grupo, fue iniciar la reforma constitucional para establecer en
México la inamovilidad de los Magistrados de la Suprema Corte Federal, con lo que
se amputaba a la dictadura desde el ombligo para arriba. El general Díaz aceptó la
iniciativa, por desconocer sus efectos, pero cuando le fueron explicados, consideró,
instigado por el Ministro Baranda, que los “científicos” eran desleales conspiradores
contra su poder y reelección. Dio su consentimiento para una prensa de injurias
contra los “científicos”, y para organizar una cuadrilla de sicarios que los condujese
al duelo y a la riña, desamparándolos los tribunales183.
Para la elaboración de este aparatado se han usado documentos provenientes de
la Galería Número Siete del Archivo General de la Nación, es pertinente señalar que
algunos de los documentos aquí usados, carecen de fecha aunque bien debieron
haber sido escritos hasta antes de 1914. Las opiniones que Bulnes tendrá de la
participación del grupo científico en política nacional quedarán consideradas en las
siguientes líneas.
El ingeniero Francisco Bulnes, falto de modestia, aseguró que durante el porfiriato
tanto en praxis como en ideas el grupo científico había sido la única novedad, en
sus palabras “el único adelanto en ideas políticas ha sido la aparición del grupo”. Al
exponer su versión del surgimiento del mencionado grupo, Bulnes manifiesta que
más allá de nacer como una asociación con fines poco correctos, habían aparecido:
¡Porque toda agrupación intelectual es espontánea en el sentido vulgar sin
estar sujeta a la ley de causalidad fenomenal! El adelanto radicó en haber
probado “[…] la necesidad del gobierno personal temporal fuera del terreno
de la adulación durante el gobierno personal se ha educado y colocado a dos
millones de niños en las escuelas laicas para enseñar el liberalismo en las
escuelas preparatorias se hace lo mismo, en las escuelas superiores, se ha
enseñado la ciencia que conduce al apasionamiento por la verdad al ejercicio
del método para demandar toda clase de instituciones.”184
183 Bulnes, 1979, pp. 313-314. 184 AGN. Fondo Francisco Bulnes. Vol. 10. Exp. 9, Aparición del grupo, f 1.
113
En términos más completos, el ingeniero considera que la política también debe
considerarse como ciencia, dado que, el político tiene que actuar no de acuerdo a
un corpus de ideas ya existentes sino con el conocimiento pleno de las realidades
sociales del lugar en donde pretenda ejercer su “acción política”, es en este sentido
donde el grupo científico ofrece una opción más para los años posteriores a la
revuelta tuxtepecana, en sus palabras:
“El grupo científico debe llamarse así no por sus méritos, sino porque un
político es un súbdito fiel incondicional de la ley histórica, en materia de
instituciones los pueblos no tienen derecho de elegirlos si no la obligación
indeclinable de soportarlos o disfrutarlos, el legislador solo puede y debe
combinar las funciones sociales existentes para que realicen una acción
política pero insertarle una acción política a una sociedad cuyas fuerzas le
son extrañas y poco favorables es ir a dar a la estupidez, es como si un
legislador determinase que sus gobernados debieran gozar del aire
tonificante de las montañas y del sol ardiente de los desiertos para así
alcanzar los mismos beneficios que las águilas.”185
Dentro del discurso bulnesiano existe el argumento de que sólo los profesionales
deben ocupar puestos directivos pues, son ellos quienes conocen el método
indicado para dar un funcionamiento eficiente a los puestos que dirigen. De esta
manera y dentro de los cánones positivistas se integra la ciencia a la administración
pública:
En el gobierno se necesita de profesionales, en este mundo forzosamente el
poder tiene que ser ejercido por la tradición con dinero, por los hombres
profesionales con dinero, ¡Siempre el dinero! Los pobres e ignorantes han
nacido para obedecer y callar. Es menester que los mexicanos acepten y, no
olviden esta verdad, el origen de toda esclavitud popular es su pobreza, el
pobre es el esclavo natural de la civilización.186
185 AGN, en adelante AGN. Fondo Francisco Bulnes, Vol, 10. Exp.8, ¿Por qué deben llamarse así?, f 1. 186 Ibíd., f. 4.
114
Es una necesidad política desde el punto de vista de Bulnes la integración de
hombres preparados --egresados de centros de estudio donde adquirieron la
ciencia--, bajo la consigna de reforzar la administración. En la opinión del grupo, la
política no es una obra literaria dado que con los ojos no pueden darse manotazos,
ni con las manos sonreír o con los cabellos expresarse, en los cargos públicos
debían existir hombres acordes al puesto negándosele la participación dentro de
ese sistema a quien no contara con ello187.
Los entresijos del “tribuno de México”
1902; perdónese la amplitud de la nota textual:
Imaginemos un ring dispuesto para una batalla campal. En la primera
esquina: un dictador anciano, enfermo de poder y ávido de reconocimientos,
hipersensible, el oído arruinado, paranoico frente a sus ministros,
gobernadores, legisladores, jueces, sicarios. En la segunda: una pandilla
tecnocrática enquistada en el corazón del gobierno, privilegiada, oligárquica,
“darwiniana”, antipopular, dueña de los ministerios de Hacienda e Instrucción
Pública y de la vicepresidencia. En la tercera: una combinación de sectores
populares y medios decididos al cambio: burócratas, masones,
comerciantes, estudiantes, intelectuales, militares, agricultores, obreros,
ferroviarios, periodistas. En la cuarta: señalado, en plenitud, caudillo natural,
un militar y político excepcional ejecutoria guerrera y pública. Resumiendo:
Porfirio Díaz, los científicos, la creciente oposición al régimen, Bernardo
Reyes188.
Yo, agregaría, como premio de la contienda: la implementación de un programa de
gobierno acorde al modelo ideológico que cada grupo profesaba.
187 Idem. 188 Curiel, Mi Óbolo a Caronte, INEHRM, México, 2005, p. 40.
115
La duda empezaba a permear a la sociedad mexicana desde su base. Durante 1902
se sucedieron en el país la reactivación de la guerra del yaqui, la presencia de
Victoriano Huerta en el sur para hacerse cargo de los mayas, la puesta en libertad
de Ricardo Flores Magón después de la extinción del periódico Regeneración en
mayo de 1901, la erupción del volcán de Santa Martha en Guatemala causante del
sismo del 18 de abril, el desfile de La Segunda Reserva, la duda del general sobre
el ministro de guerra y marina, la posterior salida de Bernardo Reyes del gabinete
como fruto del temperamento indómito de su hijo Rodolfo, los guiños del grupo
científico a Ramón Corral en agosto y el cumpleaños 72 del “Demiurgo”. Los suerte
estaba echada, esta su historia.
Es imposible no reconocer los grandes beneficios económicos y estructurales que
la administración porfirista trajo al país. Pero, también es innegable el temor que
respiraban los que pensaban en la sucesión presidencial; en el país faltaba una
personalidad con el carácter y carisma que había permitido al general Díaz construir
un país después de medio siglo de guerras intestinas.
Las acciones del general se orientaron a la conservación de su persona al frente de
la administración del país, cerrazón completa para aquellos que quisieran contender
por el mismo cargo, al anquilosamiento del régimen antecedió aquella visión, la
generalidad vio como durante los primeros dos años del siglo XX, Díaz pretendió
democratizar al país a través de una estrategia ya chapucera, ya sincera; llevar al
Ministerio de Guerra y Marina a Bernardo Reyes para apoyar con las armas
nacionales al Ministerio de Hacienda en su labor como sucesor del héroe del 2 de
abril.
El indómito Rodolfo –hay quien dice que con la anuencia del padre– empezó a hacer
guerra sin cuartel y desde todas las direcciones al ministro de hacienda por saberlo
candidato favorito ante los ojos del presidente, cortando de tajo las aspiraciones
presidenciales de su padre –quizá sin vislumbrarlo–. El presidente, quien la mayor
parte de las veces respaldaba a Limantour –ante el temor de perder al que había
reconstruido las finanzas del país– viendo las pruebas, que fueron un par de
artículos escritos por Rodolfo Reyes que atacaban “hasta el vituperio” a Limantour
116
en “La Protesta”, exigió la renuncia del ministro, quien, con la dignidad que lo
caracterizó durante sus gestiones al lado del líder de Tuxtepec, entregó su dimisión
el veintidós de diciembre de 1902 ya muy entrada la noche, el Consejo de Ministros
la aceptó. Derribado el principal y más popular contrincante de Limantour, los
científicos tenían camino libre en la administración, lo aprovecharán lo mejor
posible189.
Rodolfo –el que dio alas al padre para quitárselas al poco tiempo– murió el viernes
4 de junio de 1954 en tierras españolas, aun en el exilio. Alfonso, su hermano, el
poeta; lloró su muerte en México, el duelo no lo vivió en la soledad pues, al menos
en lo escrito, fue acompañado por los pésames de una buena cantidad de amigos
distantes de su hermano quienes, no solo simpatizaron con él, sino también con su
padre, uno de ellos, Diego Redo, avanzada científica en el noreste como gobernador
de Sinaloa, dice del general Reyes y sus años como ministro190:
Muy querido Alfonso:
De todo corazón lo acompaño en su inmenso dolor. Pierdo un amigo de toda
la vida, un amigo a quien yo admiraba y cuya amistad me daba alegría. Era
tónico, entusiasta, sincero y amigo invariable. Llegaba yo con él hasta la más
estrecha intimidad.
Al evocar todo lo que significó para mí este grande afecto, me vienen
recuerdos de intimidades que no llegué a comunicarle a Rodolfo, pero que
deseo comunicarle a usted.
Haciendo un ejercicio de abstracción que nos lleva a la primera década del
siglo pasado:
Cuando el general Díaz de acuerdo con Limantour, llamó al padre de usted
para que viniera a colaborar como Ministro de la Guerra, ambos tenían el
189 Taracena, 2005, p. 47. 190 Existe la idea de que en la visita que Díaz y Limantour hicieron a Nuevo León en 1898
se dio un pacto para la sucesión presidencial, Díaz declinaría la presidencia en el ministro
de hacienda quien sería respaldado por el ministro de Guerra.
117
propósito de prepararlo para que fuera el sucesor del General Díaz en la
Presidencia.
Se le dijo que se le llamaba para que fuera el apoyo militar de Limantour,
pero ambos sabían que Limantour no podía ser Presidente.
Prueba de lo anterior la tiene usted en que se le permitió prestigiarse
formando los llamados “Oficiales de Reserva”, cuya reserva se integró con
más de diez mil jóvenes dinámicos. El General Díaz era celoso del poder y
muy especialmente del poder militar, y al padre de usted se le permitió lo
tuviera muy grande, como no se le permitió a hombre alguno.
[…] Su labor había sido excepcionalmente meritoria y por ello tenía
justificados merecimientos, para ser el continuador del General Díaz.
Despidiéndose:
Menciono todos estos hechos para que vea usted que tanto Limantour, Corral
y yo, no creíamos poder ser los sucesores del General Díaz, porque no
teníamos el prestigio que él tenía, ni teníamos sus merecimientos de haber
defendido la Patria contra el invasor extranjero […] Por ello, el general Díaz
y Limantour se habían fijado en el gran prestigio y merecimientos que tenía
su padre, para ser sucesor prestigiado del General Díaz191.
Los guiños que Díaz hizo tanto a Reyes como a Limantour los alentaron no sólo a
ellos sino a sus seguidores. Los seguidores tomaron partido defendiendo a uno y
atacando a otro. Los ataques se subieron de tono. Díaz apoyo a Limantour, Reyes
volvió a Monterrey. Rodolfo negó su participación en el pasquín “La Protesta”,
termino 1902 con superioridad política científica.
191 Curiel, 2005, pp. 88-91. Diego Redo cerró sus condolencias de la siguiente manera
“Hago estos recuerdos porque en la Historia de México, el padre de usted, Rodolfo y usted
mismo, honran nuestra raza”.
118
Capítulo No. IV
1903, o de la ansiedad del Demiurgo
¿Quién será Augusto?
¿Quién será Tiberio?
¿Quién Calígula?
¿Quién Nerón?
La invención de un instrumento de precisión para los cañones Krupp por parte de
Manuel Mondragón, la boda religiosa de Evangelina Sierra [sobrina del que será
Ministro de Instrucción Pública] con el versista José Juan Tablada, el nombramiento
y posterior ocupación de Ramón Corral como Secretario de Gobernación [del “buen
don Ramón” se dijo que se había beneficiado con la guerra del Yaqui cuando fue
gobernador de Sonora y sobre todo de la migración china], la reunión de las
principales personalidades políticas capitalinas para acordar la reunión de
delegados de todo el país para elegir un candidato a la presidencia del país a través
de una Convención Liberal, el discurso de Bulnes a favor de la sexta reelección del
general Díaz, la aprobación de la vicepresidencia, la asunción de Ramón Corral
como parte de la política científica, el cumpleaños 73 del general y el paseo que dio
el “Demiurgo” del brazo de su esposa Carmelita Romero el 20 de diciembre por el
jardín Zenea en la capital queretana.
Las inseguridades del régimen se evidenciaron temprano aquel 1903, siendo las
elecciones para presidente y vicepresidente el 11 de julio del año siguiente, los
preparativos comenzaron a efectuarse desde el veintidós de marzo del año arriba
dicho; ante la apatía del pueblo mexicano por elegir a su representante al ejecutivo
119
se comenzó antes procurando despertar el fervor en la ciudadanía a través de una
Convención que se denominó “Unión Liberal”. Lo más selecto de los científicos se
reunió aquella mañana en el Teatro Renacimiento con una veintena de
personalidades y antes de erigir comités locales, seleccionó a su mesa directiva que
quedó conformada en la siguiente forma: Trinidad García, presidente; Alfredo
Chavero y Gabriel Mancera, vicepresidentes; M. Macedo y Ramón Prida,
secretarios.
Era 2 de abril, se felicitó y abrazó al general en el Salón Amarillo del Palacio
Nacional, se echaron a andar las campanas de la Catedral Metropolitana, el general
un tanto dudoso se presentó al balcón presidencial, a sus pies, el Círculo Nacional
Porfirista –de la mano de Antonio Tovar y Demetrio Salazar– festejó al héroe en
vida, al que repelió a los invasores y dio pie a la restauración de la república. La
manifestación de honra según Taracena fue magna, según Ricardo García
Granados “salió bastante desairada y el mismo general Díaz la calificó de
prematura”, la fiesta nacional que suponía aquel día se vio disminuida por las
manifestaciones preparadas por los antirreeleccionistas quienes, decidieron
dificultar las muestras de afecto de los porfiristas organizando eventos simultáneos
como fue el caso de la Ciudad de México donde, los redactores de “El Hijo del
Ahuizote” y “Excélsior” organizaron una contramanifestación donde se escuchan el
ya muy común “muera la reelección” “viva la democracia”192, los saldos confirman
el anquilosamiento del régimen contra el anti reeleccionismo, las prensas de El Hijo
del Ahuizote desarmadas y amontonadas en la Ciudadela y en las bartolinas de la
Cárcel de Belén –que eran tan obscuras que no se podían ver las manos y el
espesor del fango era de tres o cuatro pulgadas, por si faltara algo, las ratas
arremetían contra los reclusos “escudadas en las tinieblas”– nuevamente presos los
hermanos Flores Magón, Juan Sarabia, Alfonso Cravioto y Santiago R. de la Vega
y también, la libre expresión.
Abril catorce, la Unión Liberal lanza convocatoria dirigida a todos los liberales de la
nación para reunirse en una Convención que designará su candidato a la
192 Taracena, 2005, p. 51.
120
presidencia de la república. Debe decirse que la convocatoria emitida por los
organizadores193, contenía fragmentos que hacían suponer una legitima búsqueda,
entre el elemento los liberal, de un candidato a la Presidencia. En el documento
jamás se habla de una candidatura ya existente, por lo contrario y después de
resaltar los beneficios obtenidos durante la gestión del general se dice:
[…] pero hay que pensar que por la virtud incontrastable de las leyes que
rigen la vida de los pueblos, un día ha de llegar fatalmente en que esa
autoridad se escape de las robustas manos de su actual depositario y como
no se improvisan instituciones, ni se improvisan caudillos, entonces, si no
están aptos para recoger y sostener nuestra soberanía, ¿Quién puede
asegurar el porvenir de la patria?
Cualquiera que echara un vistazo hasta este punto a la convocatoria podría pensar
que en verdad se buscaba una sucesión presidencial donde se cambiara al jefe del
ejecutivo. La realidad era otra, casi al final del documento se expresa:
“[…] si nuestros primeros trabajos no alcanzan el éxito deseado, el intentarlo
es ejemplo de civismo y amor patrio, y otros vendrán tras de nosotros, y ellos
realizarán, no hay que dudarlo, la evolución pacífica del país, el imperio
exclusivo de la ley, el ejercicio del voto y sólo del voto, en la conquista del
poder público”194.
La lectura que se da a la convocatoria es importante en dos sentidos, por un lado
se pronuncia por una sucesión pacífica y civil en el gobierno del país, eliminando
ipso facto cualquier candidatura presentada por un militar [piénsese en la
incontenible popularidad de Bernardo Reyes]; por otro lado, la convocatoria delinea
una preocupación existente en el ambiente de aquel año, la falta de instituciones
193 Entre los firmantes del mencionado documento se distinguen los nombres Alfredo
Chavero, Pablo Macedo, Porfirio Parra, Emilio Rabasa, Rafael Reyes Spíndola, Rafael
Pardo, Rosendo Pineda, Enrique C. Creel, Trinidad García, Francisco Bulnes, Ramón Prida
y otros. 194 Ricardo García Granados, Historia de México desde la restauración de la República en 1867 hasta la caída de Huerta, V. 1, Jus, México, 1956, p. 125.
121
que será precisamente el punto que Francisco Bulnes abordará en su ya loable
discurso del 21 de junio de 1903.
Al protagonismo de la Unión Liberal se adelantó el Círculo Porfirista quien en voz
de Juan A. Mateos –el mismo que en 1887 presentó el proyecto de reelección
indefinida– desplegó la candidatura de Porfirio Díaz Mori bajo el halo del prestigio
internacional que el presidente gozaba pues, hasta el Sha de Persia había enviado
un embajador especial para colocar en la solapa del oaxaqueño una condecoración,
dos días después, el 25 de abril, José Landero y Coss le presentó formalmente la
propuesta de abanderar como candidato al Circulo Porfirista, el general contestó
que “toda su vida ha [bía] procurado compensar su escasez de inteligencia con el
trabajo: y si el pueblo mexicano insiste [ía] en imponerle su soberano mandato, lo
acatará [ía] con respeto”195. En los estados del interior se respiraba no el ambiente
reeleccionista de la capital sino el del abuso del patrón, ante ello, 400 obreros se
pusieron en huelga en Río Blanco y qué decir de la tranquilidad sepulcral que gozó
el país por tanto tiempo y que cada día era más difícil mantener al grado de tener
que prohibir la circulación de ciertos periódicos bajo orden emitida en tribunal en
junio nueve, como fue el caso de toda publicación donde estuviera involucrados los
hermanos Flores Magón ya intolerables del régimen.
Ya el diecinueve del mismo mes, se reúne –con sede en la Ciudad de México– la
Convención Liberal y comienza a sesionar con el firme propósito de nombrar un
candidato. Tocó abrir la tribuna al distinguido Pablo Macedo quien, además de dar
la bienvenida a los delegados provincianos, les recordó su misión al hablar del
estadista clarividente detrás del cual existía un pueblo que le reiteraba su
beneplácito por “el rumbo impreso a la nave” y le agradece, no permitir –apedreando
a los reyistas– que “manos sacrílegas entronicen de nuevo en esta tierra el nefando
espectro de la guerra civil, ni que la violencia y la fuerza sustituyan a lay y el
derecho”, la convención era solo el trámite que dotaba de legitimidad a la sexta
reelección.
195 Idem.
122
Y, como todo trámite, engorroso fue. Las delegaciones del Distrito Federal, Morelos,
Oaxaca, Veracruz, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Sonora y Colima –un tercio de los
estados existentes para aquella época– nombraron como orador y defensor de la
candidatura del general de división Porfirio Díaz Mori a la presidencia de la república
para el periodo presidencial que comprendía el periodo 1904-1908 al polémico
Francisco Bulnes, que aunque científico, era también un hombre de criterio propio
y sobre todo un “apasionado de la verdad” que tenía una particular forma de
manifestar su punto de vista.
El ingeniero comienza por revelar que no hacía falta convencer a la concurrencia de
emitir su voto en favor del general Díaz pues, “[…] la totalidad de los miembros de
esta asamblea, son partidarios de la reelección […]”. Ahora bien, ¿a quién
convencer si a los que se debería convencer estaban convencidos?, al elemento
extranjero con quien se habían contraído grandes compromisos financieros y en la
realidad era quien a través de préstamos e inversiones había permitido consolidar
el crecimiento económico del país que a su vez favorecía la imagen de una nación
digna de pertenecer al llamado concierto de civilizaciones modernas.
Si México se concebía como un país democrático, Bulnes se planteó una duda,
cómo defender una sexta reelección cuando el criterio general decía que ningún
pueblo que se ostentaba como democrático había votado una sexta reelección,
siendo ese el caso –según su argumento–, debía deducirse sencillamente que aún
no se conseguía un pueblo democrático. Pero, si se probaba la conveniencia de una
sexta reelección, por el bien del país debía buscarse a pesar de lo que representara,
apoyado en el pragmatismo, el ingeniero nos dice:
El argumento de la reelección no debe buscarse en la eminencia de
instituciones que aun no podemos practicar y que estamos obligados a
venerar como santas reliquias de espíritus incendiados de excelsos liberales.
Los argumentos de la reelección deben buscarse en el terreno de las
123
conveniencias, sin miedo, sin vacilaciones, con lealtad, con vigorosa
justificación196.
El argumento basado en las conveniencias no presentaba precisamente un
escenario lleno de tranquilidad, por lo contrario, era de temerse pues, si faltase el
general estaría en duda la conservación de la paz, del crédito y el del progreso
material. Bulnes consideraba que si la reelección se realizaba bajo esos argumentos
se enviaba un mensaje al extranjero en donde claramente se les decía, que a su
falta se caería nuevamente en el abismo de las lucha de facciones que tanto daño
habían ocasionado al país.
En suma:
¿Cómo es posible que lo banqueros norteamericanos y europeos, que nos
ven, que nos escuchan, que nos observan, que nos estudian, que nos
escudriñan y que nos oyen decir todos los días a grito de partido: “sin el
general Díaz, la paz se hunde y con ella el crédito,” cómo es posible que esas
personas que en tales condiciones no debían prestarnos un solo centavo, se
apresuren a prestarnos cantidades fabulosas a pueblos que indefinidamente
pueden llenar sus compromisos?197
Nuestro autor se contesta que únicamente existen dos opciones bajo las cuales el
crédito podría ser otorgado. Los banqueros norteamericanos y europeos tienen una
plena confianza en la nación mexicana y en la obra del general Díaz más allá de su
presencia como cabeza del estado o, el crédito reposa en los formidables ejércitos,
acorazados y caños Krupp que poseen las naciones prestamistas. Si la obra del
general Díaz debía perecer con su mandato sencillamente, la nación debía exponer
que la paz, el crédito y el progreso material eran bienes insignificantes si morían con
la falta del presidente. Haciendo un gesto de retrospección el país debía gritar:
196 Francisco Bulnes, Discurso Pronunciado por el señor ingeniero D. Francisco Bulnes, delegado del estado de Morelos, en la sesión del 21 de junio de 1903, presentando y fundando la candidatura del Sr. Gral. D. Porfirio Díaz, Tipografía Económica, México, 1903, p. 4. En adelante, Discurso. 197 Discurso, p. 5.
124
He borrado de mi memoria mis largas luchas por la república, he
estrangulado mis ambiciones por la libertad; me he retorcido de dolor,
sacrificando mis impulsos de águila para ir a carbonizarme con tal que fuera
en el sol; he renegado de mis héroes que murieron por la democracia; he
hecho añicos cincuenta años de gloria por la república federal, he arrojado
mi angustia, mis esperanzas, mis sueños y mi prevaricación, sobre esa
sangre con perfume de justicia, vertida en los cadalsos por mártires
incrédulos que no disponiendo de paraísos, ordenaban a sus almas que se
refugiasen para siempre en mi corazón; he comprometido mi trabajo, mi
honor, mi riqueza y mi nacionalidad, pidiendo cuatrocientos y tantos millones
de pesos al extranjero; y todos esos sacrificios que los he hecho por la paz
bendita, por el crédito, que es el honor, por el progreso material, que es la
redención; todos esos sacrificios los he hecho para poder sentarme entre las
demás naciones civilizadas y decirles: yo también he ceñido mi frente con los
laureles del orden, del amor humano, del respeto a la ley: he peleado cien
años buscando la libertad y encontrado siempre la anarquía; llevo veinte años
de obedecer ciegamente, porque se me ha dicho que la obediencia sería mi
salvación198.
Contestando sosegadamente a la nación que todos los sacrificios hechos sólo le
habían bastado para tener un rato de paz, un rato de crédito y un rato de bienestar
que serían ultimados por la falta del general Díaz resignándose estoicamente; debía
decírsele al pueblo que su destino era errar e ir de dictadura en dictadura, de
anarquía a anarquía, debía anunciársele con bombo y platillos:
¡Decirle a ese pueblo que responde con su independencia –que es lo que
más quiere– de los millones de pesos que debe: la reelección no es más que
la bolsa de oxigeno de tu agonía, tu vida nacional y tu civilización, tienen que
caer en la misma fosa humana que la vida del general Díaz! Francamente,
señores, presentadas así las cosas, nada más lúgubre que la reelección199.
198 Discurso, p. 7. 199 Idem.
125
Ante las posibilidades negativas que entraña la no reelección, Bulnes crea un
discurso en el que distinguirá tres distintas fases por las que pasan todos los
pueblos en busca de civilización y modernidad, dichos periodos iban de la anarquía
a la dictadura y como fase final la democracia. En el caso mexicano encontramos
los tres en el siglo XIX, el primer estado estaba caracterizado por la preeminencia
de una figura rectora con arraigo militar o religioso, este periodo temporal se
caracterizaba por ser anárquico; el segundo estaba conformado por la presencia
de un individuo fuerte, estado dictatorial; en el tercero que debía existir modernidad
como consecuencia del orden económico. El primer estado había comenzado en
1821 con el final de la lucha independentistas y habría encontrado su final en 1880;
el segundo se estaría desarrollando en el país a partir de 1884 y su figura rectora
sería el Gral. Díaz. El tercero es el que defenderá y pretenderá inculcar a los
liberales presentes en la convención a través de un recordatorio de las condiciones
anárquicas del siglo decimonono.
Aun y cuando Bulnes consideraba que el periodo anárquico podía dividirse en cinco
fases de 1810 a 1821, de 1821 a 1834, de 1834 a 1855, de 1855 a 1867 y de 1867
a 1880; la obra de destrucción del antiguo régimen corresponde innegablemente a
la embestida jacobina de 1856 a 1867, quienes legaron a la posteridad las Leyes de
Reforma y la titánica defensa del país ante la invasión francesa. La crítica hecha a
este periodo es que así como se agigantaron en la demolición, se empequeñecieron
en el gobierno, pues:
Los jacobinos han dispuesto de pueblos y generaciones, de batallas y
cadalsos, de crímenes y de virtudes, de oro y de indigencias, de naciones y
de siglos y siempre el resultado de sus esfuerzos ha sido el fracaso200.
A decir del discurso, el secreto del derrumbe radicaba en que la ecuación para la
obtención de la libertad había sido planteada mal. La falsedad residía en colocar a
los derechos individuales por encima del bienestar general. A su modo de ver las
cosas:
200 Discurso, p. 10.
126
Los derechos individuales deben ser el límite poderoso, infranqueable,
decisivo, del poder público: y, si este es una omnipotencia, como las
omnipotencias no tienen límites, los derechos individuales ante ellas no
pueden existir201.
Después de haber condicionado la reelección del Gral. Díaz tan sólo a la posición
de los acreedores extranjeros el Ingeniero se en salud y comienza los halagos al
“Demiurgo” a quien le atribuye razonadamente la llegada de la paz, de la cual se
pregunta:
El general Díaz ha hecho la paz ¿Cómo la ha hecho? Voy a decirlo: con todas
las reglas del arte, delineadas por el emperador romano Augusto, que duró
cuarenta y cuatro años en el poder, y finamente percibidas, observadas y
enunciadas por Nicolás Maquiavelo.
La historia de nuestro país –dice Francisco Bulnes– es la lucha de patricios y
plebeyos, que como en Roma, se impusieron los segundos y como usualmente
ocurre, la convivencia sana en un solitario partido fue imposible. Así, en México, en
1867 después del aniquilamiento del partido conservador, el gran partido liberal se
dividió en facciones “en México las facciones alimentaban sus fuerzas sediciosas
con el pretorianismo y los cacicazgos y las demagogias de los mal llamados Estados
Federales. El pueblo desolado veía en sus grandes a opresores; el pueblo no era
fuerte para librarse de ellos. Nuestro pueblo es esencialmente latino: se conforma
con no ser oprimido y se indigna cuando los oprimen; pero no aspira a mandar ni se
enfurece cuando no gobierna”202. La paz en México de acuerdo al Discurso solo fue
posible hasta la eliminación de las facciones y como ley, de la desorganización
política de los pueblos nacen los gobiernos personales.
–Siguiendo a Bulnes– cuando el grande oprime, es natural que el pueblo busque
entre sus miembros quien los libere. El héroe en el siglo XIX eran los caudillos, los
caciques o los obispos aunque estos últimos dejaron de ocupar una posición política
201 Idem. 202 Discurso, p. 13.
127
relevante después de la Guerra de Reforma, quedaron en pie únicamente caudillos
y caciques. El general Díaz, como se leyó con anterioridad, es comparado con el
emperador romano Augusto y como él habría ejercido el poder con un “mínimum de
terror y un máximum de benevolencia”.
Para suprimir a caudillos y caciques ha hecho uso de su pragmatismo. En el primer
caso ha empleado los medios “terribles”, suprimiendo los grandes mandos,
fraccionando al ejército, eliminándolos del servicio activo al haberlos colmado de
honores y riquezas, el ingeniero aduce que esto fue una parte de la estrategia pues
el resto consistió en disciplinar al ejército y así evitar levantamientos que pusieran
en riesgo su labor redentora. En el caso de los caciques, suprimió sus guardias
nacionales, procuró ilustrar a las masas para que se volviesen menos manejables
e intentó dotar de empleo a un grupo de la población para evitar la insatisfacción.
Pero, al vislumbrar el porvenir, Bulnes se plantea que, obras de la naturaleza que
emprendió Díaz, duran lo que la vida de los autores y por regla general a un buen
gobernante seguía uno tirano: Después de Augusto, Tiberio; después de Tito,
Domiciano; después de Marco Aurelio, Cómodo; después de Pertinax, Séptimo
Severo, y así progresivamente. Lo que lleva a Bulnes a inferir que el régimen
personal como sistema es muy malo; como excepción, muy bueno.
El ingeniero nos dice que la personalidad del general Díaz ha sido posible gracias
a dos factores, su indiscutible mérito y las circunstancias de las que ha sabido
servirse.
Volviendo sobre la primera fase del Discurso, y después de reconocer que en el
país ha habido avances políticos como el reconocimiento de que el jacobinismo no
es una opción o el empezar a copiar el sistema democrático de los Estados Unidos.
Pero, en el fondo nace un pedimento:
El país quiere, ¿sabéis, señores, lo que verdaderamente quiere este país?
Pues bien, quiere que el sucesor del general Díaz se llame… ¡La Ley! 203
203 Discurso, p. 17.
128
En adelante, se podrá apreciar que el ingeniero, como representante de esa amplía
delegación, exige en un tono poco acostumbrado la creación de instituciones que
garanticen el porvenir volviendo al grupo reyista y al militarismo blanco de su
diatriba. Nos dice:
¡Para algo hemos de servir después del progreso obtenido! ¿Para nada
servimos aún? Pues entonces que se nos prepare un hombre de estado, para
que nos gobierne, bien o mal; pero civilmente. La sociedad es un organismo
esencialmente civil, que exige imperiosamente un gobierno civil, y no puede
ser tratada, ni confundida con un cuartel o con un convento.204
Finalmente y bajo tres consideraciones se recomienda que se denomine como
Candidato de la Unión Liberal al general Díaz como se leerá a continuación:
1.- El periodo magnifico de excepción lo está substanciando gloriosamente
el general Díaz, y no queda para sus sucesores, pretendientes del régimen
personal, más que un periodo de execración.
2.- La nación debe tener fe profunda en el general Díaz y, también en si
misma, o renunciar a ser nación. […] para tranquilizarse, debe recordar su
historia, nacida en la servidumbre, sin ilustración, sin fortuna, sin virtudes
públicas, sin carácter, ha hecho la peregrinación desde el régimen colonial
identificado con la Edad Media, hasta el régimen actual, deficiente pero
civilizado.
3.- […] la reelección debe servir para que el general Díaz complete su obra;
cumpla con su sagrado deber organizando nuestras instituciones, con el
objeto de que la sociedad, en lo sucesivo, y para siempre, dependa de leyes
y no de sus hombres205.
204 Idem. 205 Discurso, pp. 21-23.
129
Más allá del resultado, el nombramiento como candidato de la Segunda Convención
Liberal del General Porfirio Díaz, aparecen en el alegato de Bulnes un par de líneas
en que quisiera detenerme y son
“Pues entonces que se nos prepare un hombre de estado, para que nos
gobierne, bien o mal; pero civilmente”.
Nótese en las líneas anteriores, la búsqueda de una reforma de forma y fondo en lo
que respectaba a la existencia de la figura de la vicepresidencia. La anterior había
sufrido su última reforma en 1896 recayendo la presidencia –en caso de falta parcial
o definitiva– en el secretario de Relaciones Exteriores o en su defecto, el secretario
de Gobernación, hasta que el Congreso, por mayoría absoluta, eligiera a quien
sustituiría de manera interina al presidente en caso de falta temporal, o a quien sería
presidente sustituto, en caso de ausencia total. Dicha medida fue tomada con el fin
de controlar a los actores políticos del periodo pues, en dichas secretarias nada más
figuraron personalidades de la entera confianza del general como lo fueron Manuel
Romero Rubio e Ignacio Mariscal.
Mientras la Segunda Convención Liberal se desarrollaba en la Ciudad de México,
Limantour visitaba los Estados Unidos –donde logró conseguir un empréstito con el
fin de comparar el mayor número de acciones de Ferrocarriles Nacionales–,
Inglaterra, Alemania y Francia. En dichas naciones el ministro pudo darse cuenta
de la “preocupación” con que los hombres de Estado veían la inexistencia de una
personalidad que en caso de faltar, pudiera suceder en el poder al general Díaz
garantizando así el cumplimiento cabal de los compromisos contraídos.
A su regreso al país en 1904, Limantour se vio en la obligación de proponer la
creación de la vicepresidencia –tal como lo había hecho el grupo científico en 1892,
tal como él lo había intentando respaldado a la primera Convención Liberal, tal como
lo había perfilado Bulnes en la Convención– así, el 18 de noviembre el presidente
envía la iniciativa de creación de la vicepresidencia mediante la reforma de los
artículos 79 y 80 de la Constitución.
130
Bulnes había calentado la opinión pública y había traído a discusión nuevamente la
vicepresidencia, Limantour cerró la pinza al sentenciar que durante su estancia en
los países arriba mencionados se había encontrado con una opinión que:
Fuerte impresión me produjeron los temores de los hombres de estado de
América del Norte, Inglaterra, Francia, Alemania, etc., y de los banqueros y
hombres de negocios de esos y otros países con quienes teníamos ya ligas
estrechas de intereses, tocante a las consecuencias de la acefalia del
Gobierno, […] y a la falta de un partido gobiernista capaz de asegurar la
transmisión tranquila del poder a una persona que tuviese la experiencia y
popularidad necesarias […].206
Jorge F. Iturribarria no fue ingenuo y juzgó que las palabras de los “hombres de
Estado” extranjeros no habían nacido por generación espontánea, sino porque,
Limantour –coludido con los científicos– estratégicamente logró que esos magnates
de la banca, concibieran como un peligro el hecho de que el general llegará a los
70 años sin haber consolidado institución alguna que garantizara los años por venir
y a través de la voz de Limantour solicitaron cuando menos la creación del hombre
que Bulnes pedía en su Discurso. Arrastrado por el temor de la pérdida del crédito
internacional, Díaz aceptó, pero, ya en la senilidad el presidente vislumbró lo
delicado del asunto y se dio a la tarea de que en la vicepresidencia no estuviese
nadie que pudiera hacerle sombra, como el mismo José Ives Limantour o el general
Bernardo Reyes207.
Aprobada la reforma y a decir de Limantour, el general Díaz tuvo con él un par de
conversaciones en las que, como lo había hecho en contadas ocasiones desde
1896, le fue propuesta la candidatura para contender en las elecciones de 1904 bajo
la fórmula Díaz-Limantour. Limantour había contestado nuevamente que no podía
imponérsele una carga superior a sus capacidades. A decir de Iturribarria,
reformada la ley, Ives podía aspirar libremente a la vicepresidencia por lo que Díaz
206 Limantour, Apuntes, p. 136. 207 Jorge F. Iturribarria, “Limantour y la Caída de Porfirio Díaz”, en: Historia Mexicana, México, 1960, IX, 2, p. 259.
131
se vio en la necesidad de eliminarlo. En sus Memorias José Ives menciona que
nunca guardó resentimiento al general por el antiguo compromiso de dejarlo en su
lugar temporal o definitivamente, leamos:
Esta aseveración es enteramente infundada porque jamás existió
compromiso alguno […]. Me hizo, sí, reiterados ofrecimientos de apoyar mi
candidatura, o de solicitar él una licencia proponiéndome él al Congreso
como sustituto, ofrecimientos que mucho agradecí pero que siempre
rehusé208.
Ya fuera como medida de respaldo a la negativa por parte del ministro de hacienda,
ya fuera como cerrazón a sus ambiciones políticas ocultas en sus Memorias, el
presidente envió una carta a los gobernadores en donde se aclaraba, primero, que
Limantour había patrocinado la propuesta y había participado en la redacción;
segundo, que al colaborar el único pedimento había sido que no fuera considera
como candidato; tercero, que la resolución de no participar respondía a una decisión
tomada hacía ya mucho tiempo –¿ 1896? – pues impediría que desempeñara su
labor administrativa de manera eficiente; cuarto, que si Díaz había juzgado
proponerlo públicamente como candidato era porque esperaba que admitiera dicha
candidatura, cosa que no hizo; y, quinto, lejos de producir un distanciamiento como
se afirmaba públicamente la relación entre ambos se conservaba en los mejores
términos209.
Fuera de la jugada Reyes, fuera de la jugada Limantour –al menos en lo que
respectaba a ocupar el cargo de manera formal–, quedaban los científicos
capitaneados por este último; el grupo se acerco al poder como nunca antes. En lo
político, 1903 murió con la prolongación del periodo presidencial a seis años; Díaz
Mirón, el poeta, defendió dicha propuesta, salida no de un gabinete científico, sino
de puño y letra de la diputación veracruzana. En lo consiguiente, también el 2 de
208 Limantour, 1965, p. 138. 209 Limantour, 1965, pp. 139-140. Carlos Díaz Dufoo, Limantour, México, 1922, p. 337.
132
diciembre, es aprobada la vicepresidencia esperando ser ratificada por las
legislaturas estatales.
1904, o del ardid científico
Empiezan las penurias de los Flores Magón en su exilio en los Estados Unidos al
llegar a San Antonio, Texas el tres de enero. Mientras, el general se divierte cazando
patos en el antes abundante lago de Chapala, en lo político respalda –como un
guiño al vecino del norte– la independencia de Panamá. Así hasta el dos de abril,
en que como todos los años las bandas musicales despertaron a propios y extraños
allá por las cinco de la mañana con toques de diana que presurosos se encaminan
del Zócalo a la calle de la Cadena, donde se encontraba la casa habitación del
presidente quien, celebraría un aniversario más del triunfo republicano sobre las
armas francesas.
Por la noche, después de una procesión de antorchas, Carmelita ofreció una cena
a las legaciones extranjeras y a “lo más selecto de la Ciudad”. Con pocos discursos,
sin mucha pompa, pero con muchos platillos; un día gris a lo sumo210. Mayo cinco,
en la glorieta de Chapultepec José Juan Tablada recita una oda modernista en
honor a los caídos en la defensa de los fuertes de Loreto y Guadalupe, a los
sobrevivientes, quienes desempolvaron sus mejores prendas, de manos del
presidente recibieron una recompensa. Por la noche, juegos pirotécnicos en la Plaza
de la Constitución. Mayo siete, se decreta formalmente la existencia de la
vicepresidencia, la lucha de posicionamiento comienza, el general para festejar o
evitar festejar, marcha a Morelos a cazar, dando muerte a veinte venados y un gato
montés211. Junio seis, la función comienza entrando en sesión la Convención
Nacionalista que tiene como objeto designar al candidato de fórmula para contender
codo a codo con el general Díaz en las próximas elecciones. Heriberto Barrón
210 Taracena, 2005, p. 65. 211 Ibíd., p. 66.
133
presenta la candidatura de Ignacio Mariscal a quien halaga grandemente, Juan A.
Mateos, presenta la candidatura de Ramón Corral presentándolo como persona de
gran mérito y el más joven de los ministros. De la calle de la Cadena llega sofocado
Gregorio Mendizábal –emisario del presidente– la consigna que se susurra en
secreto, “voten por el buen don Ramón”, es junio siete de 1904. Julio once, en
elecciones secundarias resultan triunfadores Porfirio Díaz, presidente; Ramón
Corral, vicepresidente. Felicitaciones a ambos, manifestaciones de regocijo a lo
largo y ancho del país, auspiciadas por los gobiernos estatales, unas cuantas,
sinceras212.
Desde antes de realizarse las elecciones y después del nombramiento de Corral
como compañero de fórmula del general Díaz, se conocía el resultado; el resto,
mero trámite. El asunto parece mecánico, pero hay en él pasiones e intereses que
se le escapan a Taracena. Barajémosla más despacio; la Convención comenzó el
siete de junio y se manejó como una posibilidad real la candidatura de Ignacio
Mariscal, mofa o escarnio del general asía la creación de la presidencia (Mariscal
era mayor que el presidente), así fue, en dado caso de haberse capitalizado dicha
candidatura, la medida de la creación de la vicepresidencia habría sido inútil dado
que Mariscal ocupaba en aquellos momentos la Secretaría de Relaciones Exteriores
y era un año mayor que Díaz.
La siguiente candidatura que se manejó fue la del reciente Ministro de Guerra y
Marina, Francisco Z. Mena, quien encontró una oposición aun mayor no sólo de
científicos, sino también de los pocos reyistas que participaban en la convención, si
la presidencia, en caso de muerte del presidente recaería en un militar, no sería en
las manos de Mena. Olegario Molina también fue presentado como opción dada su
buena gestión en la administración de la península de Yucatán. La disyuntiva fue
resuelta cuando el doctor Mendizábal subió a la tribuna y habló a favor de Ramón
Corral. Los delegados, sabiendo que era el emisario del general, no tuvieron más
212 En la Convención participaron: Venustiano Carranza, Carlos Pereyra, Heriberto Barrón, Manuel Garza Aldape, José Ferrel, Manuel Sánchez Mármol, Pablo Martínez del Río, Gregorio Torres Quintero, Diódoro Batalla, Juan A. Matos, Emilio Vázquez Gómez, José López Portillo y Rojas, Juan de Dios Peza, Rodolfo Reyes y otros.
134
opción que recibir la noticia con una rechifla muy socorrida213. Los científicos habían
ganado el round.
Díaz le regaló una plaza más al grupo científico. Plaza que no fue del todo
aprovechada debido a la escasa notoriedad de Ramón Corral. Parecía que la
popularidad la había dejado en el gobierno de Sonora, dado que, tanto el gobierno
del Distrito Federal como en la Secretaría de Gobernación, había desempeñado una
labor mediocre. La falta de carácter y el ánimo de perpetuación del general
impidieron que “el buen don Ramón” se convirtiera en el hombre de Estado hacía
falta para una posible sucesión. El raund ganado por los científicos no fue la batalla.
Siguiendo a Limantour, la vicepresidencia se convirtió en la manzana de la
discordia, cada grupo, por pequeño que fuese, buscó obtener el beneplácito del
general Díaz. Ives nos dice que el presidente le pidió que le sugiriera algunos
nombres, dado que era su obligación moral por haber declinado la candidatura
vicepresidencial. Desde un primer momento había pensado en Corral, pero no
queriendo limitar la contienda a una sola propuesta, presentó también la candidatura
de Olegario Molina.
Limantour, respaldó al cien por ciento a Corral, como se lee en sus memorias:
El candidato de mi preferencia no podía ser dudoso para el general Díaz a
quien hablé siempre con encomio de don Ramón Corral, desde que vino de
Sonora al Gobierno del Distrito y pasó después al Ministerio de Gobernación,
puestos en los que dio numerosas pruebas de ser buen gobernante y
administrador […].214
Limantour argumenta que la falta de éxito de Corral como vicepresidente, no se
debió a cuestiones que puedan importarse a su persona, sino a que el Díaz no
desprendió de su luminosa aureola algunos rayos que pudiera iluminar a Ramón
Corral. No lo involucró en el rumbo que la política tomaba, no contribuyó a crearle
213 Iturribarria, 1960, p. 263. 214 Apuntes, 1965, pp. 142-143.
135
una atmósfera de prestigio donde pudiera desenvolverse. Por lo contrario, lo
mantuvo al margen de las decisiones de importancia.
La explicación más racional ofrecida por el ministro es la siguiente:
El general Díaz veía con bastante recelo, como es bien sabido, a la mayor
parte de los “científicos”, que como intelectuales de criterio independiente
podrían tomar en determinadas circunstancias un rumbo distinto del que él
creyera conveniente dar a la política del Gobierno. Es posible que entonces
que el Presidente temiese que el expresado grupo ejerciera una influencia tal
sobre Corral que lo llevará más allá de los límites que el mismo Presidente le
marcara; y como, entre otras cosas, sabía que el licenciado Pineda, hombre
de gran carácter, y de energía poco común, cuyas inclinaciones por la política
lo hacían consagrar a ella casi todo su tiempo y sus actividades, hablaba a
diario y libremente con el Vicepresidente sobre todas las cuestiones de esta
naturaleza, no es ilógico suponer que, en el concepto del general Díaz,
existía algún peligro de que la indisciplina de los “científicos” llegase a
contagiar al que en segundo lugar personificaba al Gobierno de la Nación
[…].
Aún faltaban cinco años para que Macedo pronunciara el epitafio del grupo
científico, que aquí sirve convenientemente para cerrar esta fase del proyecto:
“¡Señor contigo hasta la ignominia!”
136
El credo científico a través de un inédito de Bulnes
Considero que el documento que se transcribe a continuación, es lo suficientemente
puntual. Por esa razón renuncio a reseñarlo y más bien invito a que a través de él
se entiendan los principios y postulados del grupo científico durante el régimen
porfirista. La condensación del pensamiento tanto de Spencer como de Comte, con
ligeros trazos de darwinismo social que degenera en un discurso eugenésico, me
hace pensar que era Francisco Bulnes un letrado, como pocos, en su generación
No apoyo muchos de sus argumentos, sin embargo, tampoco los juzgo. Su visión,
su forma de entender al mundo son para mí contrarias dadas las lecturas que me
han formado. La supeditación del bienestar político y social a la bonanza económica
es la característica que define su pensamiento al menos en este escrito.
El grupo científico, AGN, Fondo Francisco Bulnes, Caja 6. E. 8.
El grupo científico debe llamarse así no por sus sino porque un político es un súbdito
fiel e incondicional de la ley histórica. En materia de instituciones el pueblo no tiene
derecho de elegirlas sino la obligación indeclinable de respetarlas o disfrutarlas. El
legislador sólo puede y debe combinar las funciones sociales existentes para que
se realice una acción política. Pero insertarle una acción política a una sociedad
cuyas fuerzas le son contrarias o poco favorables es ir a dar a la estupidez jacobina,
es como si un legislador [ilegible] determinase que sus gobernados debieran gozar
del aire tonificante de las montañas del sol ardiente de los desiertos para así
alcanzar los mismos beneficios que las águilas y los dromedarios.
Los científicos sabemos que la forma real de gobierno es dictada por la
omnipresencia de los fenómenos económicos, los imperios bárbaros de castas han
emanado del periodo agrícola pero, las oligarquías del periodo comercial y las
verdaderas plutocracias con los nombres de democracias o gobiernos liberales son
el resultado del industrialismo, y el industrialismo no es más que la plutocracia al
137
frente de masas populares por ella disciplinadas, que le sirven de ejército para el
trabajo y la política. El pueblo para defenderse necesita estar reunido en gran [des]
centros de población, ser constantemente ilustrado por una prensa al alcance de su
razonar, ser animado, exaltado, sugestionado [por] apóstoles y mártires y por
demagogos y defensores, por los que pueden remover su conciencia, atizar su fe,
templar sus pasiones o increparlas, inundar de luz de cólera o de esperanza su
espíritu y calmar las [condiciones] de sus necesidades; esto solo es posible bajo un
régimen social industrial.
Nunca hemos pedido al general Díaz, ni a nuestros sabios, ni a nuestro pueblo
instituciones liberales ni pensamos tampoco pedirlas, las esperamos de donde solo
pueden venir, del industrialismo y // ¿de dónde puede venir el industrialismo? De los
asideros del petróleo, del carbón de piedra, del aprovechamiento y formación de las
caídas de agua y de la irrigación. La instrucción pública es secundaria para obtener
libertades: los ingleses y holandeses las han tenido antes que sus masas
aprendieran a leer y escribir.
Si es cierto que hay petróleo en nuestra costa atlántica y que se han descubierto
importantes asideros de carbón de piedra en Tamaulipas, Coahuila, Sonora y
Durango. Los científicos descubrimos que de los pozos y galerías de explotación de
esos combustibles deben salir las libertades mexicanas, solidas, brillantes,
imperecederas. Nos halagara más que el general Díaz se dedicara a realizar en
gran escala la irrigación del país que el que decretara un furgón repleto de códigos
liberales.
Somos institucionalistas no personalistas como pretenden hacerlo creer la horda de
libelistas que desde hace años nos sigue como una [romería] de escorpiones.
Creemos que en el grupo joven que tenemos ya suficientes elementos económicos,
morales e intelectuales para obtener verdaderas instituciones y esos nos salvara de
los peligros que ofrece como sistema el gobierno personal. Por supuesto que no
creemos que estas instituciones puedan ser las democráticas de Suiza o los
Estados Unidos. Estamos pues enteramente con el importante grupo social que
considera a México con elementos institucionales pero diferimos completamente
138
en un punto esencial ¿Quién estable esas instituciones? ¿Hay gato y hay cascabel?
¿Pero, quién le pone el cascabel al gato?
La vía ordinaria y desprestigiada para establecer instituciones ha sido la revolución.
Triunfante esta, se convoca una asamblea popular para dar una constitución liberal
y lo primero que hace siempre esta asamblea es decretar la omnipotencia del poder
legislativo lo que hace imposible la aplicación del principio de la división de poderes,
único eficaz contra el despotismo. Toda asamblea popular le arranca el poder al rey
para hacerla suya y oprimir horriblemente al pueblo. Todos los reyes de // tiranías
reunidas durante mil cien años no oprimieron lo que la Convención en menos de
dos años. Los derechos individuales representan el límite inevitable del poder
público y si una asamblea se declara omnipotente como lo hacen todas las
populares en los países latinos; los derechos individuales desaparecen, un déspota
omnipotente puede gobernar y gobernar bien. Una asamblea omnipotente no puede
gobernar y por lo tanto solo puede producir temor y desgobierno.
Esto no es teórico; jamás una asamblea popular ha podido dar leyes liberales
efectivas. Las libertades de la república romana emanaron del senado que nunca
fue asamblea popular. Las famosas libertades inglesas origen de las libertades
modernas actuales no emanaron de asambleas populares. La gran carta de Enrique
III es una obra aristocrática impuesta por una coalición de altos barones, obispos y
arzobispos. Lo mismo que su confirmación aceptada por Eduardo I. El Estatuto de
Tallagio Non Concedendo es la exigencia de altos barones amenazando la corona
espada en mano. La petición de derechos es obra de elementos [ilegible]
aristocráticos y plutocráticos contra la autoridad de Carlos I. El bill de derechos y el
acta de establecimiento son la obra de asambleas mixtas cuyos elementos son
plutocráticos, aristocráticos y profesionales, por último el resto de los derechos del
hombre como la libertad de prensa, de reunión y asociación emanan de asambleas
plutocráticas y profesionales.
La Constitución de los Estados Unidos, no es la obra de una asamblea popular, los
legisladores que la hicieron no eran representantes del pueblo sino de los gobiernos
de las colonias transformados en estados por la independencia. Estos miembros
139
políticamente representaban estados no pueblos y socialmente representaban
plutocracias y la ciencia de eminentes clases profesionales. La historia no presenta
caso de Asamblea popular que haya sido capaz de formar instituciones liberales
prácticas. //
La especialidad de las asambleas populares es decretar [ilegible] la libertad y anular
en la práctica con el terror; solo pueden producir demagogias. En México vemos
que lo único que subsiste serio, brillante, practico. Innegable e imperecedero son
las leyes de reforma precisamente lo que no fue obra de la asamblea popular
constituyente de 1856-1857, sino de un grupo de eminencias profesionales obrando
despóticamente en virtud de facultades extraordinarias.
Dos grandes lecciones políticas nos da la historia en materia de instituciones:
1ª Solo las asambleas plutocráticas y profesionales son capaces de formar
instituciones serias liberales.
2ª La formación de estas instituciones siempre ha sido lenta y progresiva.
Atendiendo a las dos grandes lecciones anunciadas los científicos creemos que solo
una asamblea legislativa plutocrática y profesional y de una manera lenta y
progresiva puede darnos las instituciones liberales que tanto anhelamos.
En México nos sobran elementos eminentes profesionales ¿Sucede lo mismo con
los plutocráticos? Hay más que suficiente pero, no son nuestros, pertenecen en
primer lugar a las sectas americanas, en segunda a los españoles y en tercero a los
alemanes y franceses. Como plutocrático lo único serio mexicano es la propiedad
territorial pero la mayoría de sus propietarios son tradicionalistas fuertemente
inclinados al gobierno teocrático inadmisible para el elemento profesional que ha
conducido, conduce y conducirá a nuestra civilización. Es bien sabido, cuando en
un país solo existen como elementos formidables de gobierno el profesionalismo,
tiene que resultar necesariamente a dictadura o la demagogia. En este mundo
forzosamente el poder debe ser ejercido por la tradición con dinero, por los hombres
profesionales con dinero ¡Siempre dinero! Las // clases pobres e ignorantes han
140
nacido para obedecer y callar, es menester que los mexicanos acepten y no olviden
esta verdad, el origen de toda esclavitud popular es su pobreza; el pobre es el
esclavo natural de la civilización ¿Queremos ser libres? Procuremos dinero y
ciencia.
Ninguna forma de gobierno es pura. Nuestro progreso nos permite apetecer o
disfrutar de atenuaciones en nuestro modo de ser político. Las grandes inversiones
de capital extranjero en el país, introducen la influencia extranjera en nuestro
gobierno, influencia sana, poderosa, irresistible y fuertemente moderadora de
tiranías exorbitantes. Sobre todo como soy tan apasionado de la verdad, debo decir
que la influencia norteamericana llega a sernos protectora en materia de ciertos
derechos. El gobierno mexicano sabe que si no paga [ilegible] pierde su crédito en
el extranjero y vuelven las revoluciones, nuestra historia prueba que las bayonetas
sin dinero tienen la propiedad de herir el pecho de quien las maneja por efecto de
la ley pretoriana, lo que hace que todo gobierno se fije en la necesidad de ser un
buen administrador de los caudales públicos y todo gobierno gran administrador,
tiene ganada la mitad de lo que se necesita para ser un gran gobierno.
La mejor prueba del valor político de la opinión pública está en el asunto de la
reelección. La reelección puede hacerse sin fijarse en la voluntad de los mexicanos
con la facilidad con que un hombre sano y vigoroso puede beber medio litro de vino.
Pero la reelección hecha en silencio ante la indiferencia cadavérica de los
mexicanos, ante su actitud glacial, ante su actitud de escépticos o esclavo no
agradará al general Díaz. Sus elementos oficiales pueden proporcionar el hecho,
nada puede contra la voluntad social y la adhesión de esa voluntad es para el
gobernante estadista, su verdadero titulo de legitimidad es el ejercicio del poder.
La fuerza nunca puede dar más que la usurpación, mientras que la voluntad publica
aun cuando sea sucesivamente manifestada da el derecho aun cuando no sea
escrito y el derecho ha sido, es y será siempre la verdadera fuerza del poder.
141
¿Las instituciones prácticas liberales pueden venirnos de mano del general Díaz?
La historia dice que es muy difícil, casi imposible. Aparentemente cuatro hombres
lo han hecho Licurgo, Solón, Trajano y Napoleón III.
Las instituciones de Licurgo son consideradas como liberales por todos los que
ignoran como es la libertad. Las // instituciones de Licurgo nada tienen de liberales,
son abominables, corresponden a un socialismo aristócrata, expoliando a la
mayoría de una población sin derechos o completamente esclava [ilegible] Las
instituciones de Solón, fueron liberales, pero fracasó. Los atenienses más bien que
practicarlas prefirieron adorar al tirano [ilegible] Lo que prueba que las leyes de
Solón eran propias para Solón y no para los atenienses. Napoleón III fracasó por
haber creído posible conducir su liberalismo, al punto preciso tenía que destruir el
imperialismo. Solo Trajano tuvo éxito porque se limitó a liberalizar o sea a atenuar
el gobierno personal sin destruirlo, evidentemente que Trajano ha sido el Cesar más
liberal, más eficiente, más simpático que ha existido en el mundo.
La historia enseña pues que ha habido Cesares y reyes que han llegado hasta
atenuar por leyes notablemente liberales el gobierno personal, pero no enseña que
haya habido siquiera uno que haya transformado un gobierno personal en gobierno
institucional liberal. Todo gobierno estable es la función de determinado organismo
social; no sé puede cambiar esa función radicalmente sin cambiar radicalmente al
organismo de donde proviene, la ley de modificación de los organismos es la lentitud
y la transformación progresiva; no hay organismos que den machincuepas en el aire
e en la política. Un gobernante puede iniciar o efectuar uno o varios grados de
transformación orgánica; pero no puede verificar esta repentinamente. El fracaso de
nuestra constitución lo prueba muy bien.
Así pues, lo único que podrá hacer el general Díaz, y de ello, no hay más que un
gobernante en la historia con bastante grandeza para // disminuirse así mismo su
poder, es Trajano [ilegible] Lo más que podemos esperar del general Díaz en
materia de instituciones, es que imite a Trajano, con lo cual ganaremos mucho. He
dicho que nunca hemos pedido los científicos al general Díaz leyes que estén fuera
del gobierno personal. La del poder judicial se encuentra en los gobiernos
142
personales. La independencia del poder judicial se encuentra en los gobiernos
personales. En Turquía que nadie considera dotada de gobierno existe la liberal
independencia de los jueces.
En Rusia los jueces hacen justicia en nombre del zar, pero con independencia
completa. Los jueces de Prusia cuya independencia es celebre ya lo eran en
tiempos de un gobierno tan despótico como el de Federico II y Napoleón III no alteró
la independencia judicial en Francia. No hemos pedido pues, leyes que significaran
la destrucción del poder del general Díaz fuera del gobierno personal.
Pero impugnamos que el general Díaz hubiese pensado colocarse a la altura de
Trajano ¿A quién se lo ha dicho? ¿En qué discurso, alocución, brindis o manifiesto
lo ha ofrecido? Lo que es posible que haga un gobernante no puede ni debe
presentarse como programa político de ese gobernante, equivaldría a usurpar su
conciencia.
Para nosotros la reelección no significa nada en materia de instituciones y si somos
partidarios de la no reelección es porque la no reelección tampoco significa
establecimientos de prácticas institucionales. La significación efectiva de la
reelección es continuación de la paz, del crédito y del desarrollo de nuestros
elementos económicos, el país no puede optar más que entre la reelección y
jacobinismo, y este significa ausencia de paz, ausencia de crédito, ausencia de
instituciones! //
La nación conforme el análisis que he hecho es profundamente institucionalista y
en principio reprueba el personalismo pero su inteligencia y sus intereses le señalan
la reelección como una necesidad de transición y de salvación!
[…] La renovación de del personal ejecutivo es la condición fundamental de un
gobierno llamado republicano y tiene por objeto dicha renovación impedir que se
forme el gobierno personal, pero cuando este ya está formado y el gobernante es
bueno, la sucesión no ofrece más que un espantoso peligro, ir a caer a la tiranía de
un salvaje. ¿Qué fue mejor para Roma? Los 44 años en que la gobernó Augusto o
143
los 44 siguiente donde gobernaron Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, la ley que rige
y debe regir a un gobierno personal es la perpetuidad mientras sea bueno.
El cambio de hombres en el gobierno institucional es un beneficio, en el gobierno
personal es un peligro, queda en pie el argumento del grupo liberal racionalista, la
reelección es una bolsa de oxigeno sino ofrece instituciones. La conservación de la
paz y del crédito y el progreso material si son bienes insignificantes para la nación,
si solo duran lo que dure la vida del general Díaz, y un periódico ha llegado a decir
la historia enseña: después de Augusto tiene que venir Tiberio. En esta frase
sensacional, el escritor al que aludo, alaba al grupo reyista que con una franqueza
que siempre le hará tener, le ofrece al país un militarismo bestial, salvaje y
completamente africano.
No hubo en Roma dentro del sistema pretoriano más que cuatro modos de obtener
el poder, el cuartelazo, la herencia de todos los elementos en vida del César, y la
elección senatorial y nunc se dio el caso de que el emperador o el senado
designarán a alguien que fuera antipático al pueblo, por manifestarse
anticipadamente tirano ni Calígula, ni Nerón, ni Donaciano, aparecieron tiranos
antes de ser emperadores, por el contrario durante los primeros meses o años de
su reinado merecieron el aplauso de sus gobernados. Cómodo fue el único que se
manifestó opresor antes de reinar pero adquirió la perspicacia como heredero su
padre Marco Aurelio.
Los pretorianos nunca eligieron a ninguno de sus jefes que se hubiese mostrado
tirano con ellos o con el pueblo. […] No es pues posible que un partido político que
ofrece la tiranía militar a un pueblo que la detesta y que la ha vencido en los campos
de batalla como sucedió en la guerra mexicana de reforma, logre que su jefe
ascienda al poder por elección […]
Por designación del emperador tampoco es posible // Si el emperador es malvado,
es odiado y nadie quiere ser designado para sucesor de un gobernante odiado. De
aquí resulta que solo los Cesares amantes del pueblo pueden designar sucesor y
144
estos nunca han designado sucesor que pudiera ser tormento para el pueblo que
los ama […] Entre el pueblo y los soldados siempre hay una liga destructiva.
[…] Por la puerta de la tiranía se sale, pero no se entra al poder. Antes de ser César
es preciso, ser bueno o hipócrita.
Francisco Bulnes [Circa, 1903-1904]
Reflexiones finales
145
En esta investigación pretendí acercarme a los científicos con la intención de
comprender las razones por las cuales Luis Cabrera los consideró como apátridas,
sajonizantes y racistas. Percibí que aun existe una leyenda negra que se cierne
sobre ellos y que impide considerar su trayectoria en el porfiriato como opción para
la modernización del país.
El ritmo de la investigación me hizo virar en varias ocasiones, hasta caer en cuenta
que los científicos habían formado una corriente de opinión que en determinados
momentos se opuso a la personalización del poder y, sin duda alguna, pretendieron
generar instituciones que fueran garantes de la democracia. El camino que siguieron
fue el que se desprendió del positivismo.
A continuación mis consideraciones finales:
A) Comparto con Álvarez Garibay, la valoración hecha por Roderic I. Camp donde
propone las variables que nos permiten identificar a un grupo de letrados
sirviéndonos de los estudios. Entre las variables que sirven de guía encontramos,
la fecha de nacimiento, el lugar de residencia como adulto, la nacionalidad de los
padres y antecedentes intelectuales, la posición socioeconómica, la amistad con
políticos destacados, el sexo, el nivel de estudios, el lugar donde se realizaron, la
experiencia profesional, la ideología profesada. Con base en estas primicias
podemos explicarnos de una mejor manera el papel que un letrado o un conjunto
desempeñó en la realidad que le tocó vivir.
B) El grupo representó una novedad en el México posterior a la República
Restaurada en el sentido de aportar una nueva visión de la realidad social, y de sus
formas de transformación, en función de sus lecturas y estudios positivistas, es
decir, se discute la viabilidad del proyecto liberal plasmado en la Constitución del 57
contraponiéndolo a la realidad nacional. Queda probado que la mayor parte del
grupo científico formó parte de la Escuela Nacional Preparatoria, ya sea como
alumnos o profesores.
C) Como programa general me propuse probar que el grupo científico había hecho
frente al personalismo de Porfirio Díaz a través de la implementación de una serie
146
de medidas que tendían a ponerle límites, queda probado que lo hicieron con el
programa de la primera Unión Liberal en 1892.
D) Que el llamado “partido científico” nunca existió, dado que jamás se asumieron
como partido y mucho menos actuaron como tal, a reserva de que para la
temporalidad tratada los partidos políticos eran inexistentes. Considero a la
asociación, parafraseando a Bulnes, como: un grupo dedicado a estudiar cuestiones
políticas y presentarlas como iniciativas de ley brindando respaldo al general Díaz.
E) Haciendo énfasis en Limantour y Bulnes por ser quienes dejaron una obra de
más fácil acceso, y por manifestar de manera similar que el grupo científico
pretendió modificar la realidad del país a través de un programa basado en el
bienestar económico y que al no conseguir el respaldo del general Díaz, se
concentró en sus negocios personales formando una oligarquía que monopolizó la
cultura y los negocios en el país evitando el acomodo de las clases sociales en
ascenso.
F) Es arbitrario e irresponsable considerar que el grupo científico estuvo conformado
por cien personalidades como nos lo hizo ver Luis González; en el sentido de que
“científico” fue un vocablo, que se extendió de manera inusitada a finales del XIX
siendo usado para designar a todo aquel que tenía contacto o decía tener contacto
con la ciencia creando un grupo heterogéneo en donde no encaja el grupo científico,
es arbitrario por pretender hacer encajar en una centena personales disimiles y de
formaciones dispares.
G) El grupo científico estuvo constituido por un círculo de difícil acceso que movía
al resto de agremiados. En ese círculo se puede identifica a José Ives Limantour,
Rosendo Pineda, Pablo y Miguel Macedo, Joaquín Casasús, Justo Sierra y
Francisco Bulnes, entre otros.
H) El grupo no gozó del poder omnipotente que se le ha atribuido de la Revolución
a la fecha y es necesario considerar también los aspectos positivos que trajo al
régimen, como la modernización de los códigos de justicia o hacienda.
147
I) Sus momentos de máxima brillantez los alcanzó tanto en 1892 como en 1904. La
aprobación de la vicepresidencia será el momento de mayor preponderancia en la
cúspide gubernamental, pero, contrario a lo que podría pensarse y acorde con las
circunstancias de 1892, el general Díaz supo contener sus ansías de cambio,
sepultando al grupo y al régimen.
J) Sin soberbia alguna es pertinente señalar, que el estudio que se presenta es
novedoso en el sentido de la no existencia de un estudio que cubra la temporalidad
aquí trabajada.
Fuentes Primarias
Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 10, exp. 9, Los
científicos, origen del grupo científico, fojas 1-7.
148
Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 10, exp. 8, El grupo
científico, fojas 1-11.
Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes, caja 10, exp. 7, Porqué se
detesta a los científicos ¡Toda la verdad! Fojas, 1-7.
Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 8, exp. 4, Limantour y
Reyes, fojas de la 61 a la 185.
Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 10, exp. 11. La figura
de Limantour como Político.
Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra: exp., 12. Semblanza de Don
Justo Sierra
Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra, exp. 4, Fotografías y recortes,
fojas sin folio.
Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra:, libro tres, Correspondencia
Oficial periodo 1900-1910
Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra: exp., 9, Epistolario de Don Justo
Sierra, f.422
Hemerografía
Arroyo Ortiz Juan Pablo, “Porfirio Díaz y el imperialismo”, en Historia y Sociedad,
1981, 24.
Brading David A. “Francisco Bulnes y la verdad acerca de México en el siglo XIX”
en Historia Mexicana, México, 1996, XLV, 3, pp. 621-651.
De María y Campos Alfonso, “Porfirianos prominentes orígenes y años de juventud
de ocho integrantes del grupo de los científicos, 1846-1876” en Historia Mexicana,
México, 1985, XXXIV, 4, pp.610-661.
149
González Navarro Moisés “Las ideas raciales de los científicos 1809-1910”, en
Historia Mexicana, México, 1988, XXXVII, 4, pp.565-583.
Iturribarria, Jorge Fernando, “La versión de Limantour”, en: Historia Mexicana,
México, 1967, XVI, 3, pp. 382-418.
Iturribarria, Jorge Fernando, “Limantour y la Caída de Porfirio Díaz”, en: Historia
Mexicana, México, 1960, IX, 2, pp.243-281.
Krauze Enrique, “Los intelectuales y el Estado: la engañosa fascinación del poder”,
en Proceso, México, 1996,1005, pp.20-27.
Krauze Enrique, “Místico de la autoridad, Porfirio Díaz”, Biografía del poder/1, Fondo
de Cultura Económica, México, 1992, pp.157.
Martínez Jiménez Alejandro, “La educación elemental en el Porfiriato” en Historia
Mexicana, México, 1973, XXII, 4, pp. 514-547.
Martínez Trujillo, José Manuel, “Ciencismo y positivismo”, en Expresiones, México,
2003, 4, pp.25-30.
Riguzzi Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el
Porfiriato” en Historias, 20, México, Revista de estudios históricos del INAH, 1988,
pp. 137-157.
Rodney D. Anderson, “Díaz y la crisis laboral de 1906”, en Historia Mexicana,
México, 1970, XIX, 4, pp.513-535.
Stanley R. Ross, “La protesta de los intelectuales ante México y su revolución”, en
Historia Mexicana, México. 1997, XVI, 3, pp. 396-437.
William D.R., “Los intelectuales, el positivismo y la cuestión indígena”, Historia
Mexicana, México, 1971, XX, 3, pp. 412-42.
Bibliografía
150
A, Roderic, Charles A. Hale, Josefina Zoraida Vázquez, Los intelectuales y el poder
en México, editorial, El Colegio de México, UCLA LATIN AMERICAN ENTER
PUBLICATIONS, UNIVERSITY OF CALIFORNIA LOS ANGELES, volumen 75,
Series Editor José Moya, 1991.
Bazant, Milada, Historia de la educación durante el Porfiriato, editorial, El Colegio
de México, México.
Bulnes Francisco, El verdadero Díaz y la Revolución, Del Valle de México, S.A. de
C.V., México.
Bulnes, Francisco. Defensa y Ampliación de mi discurso pronunciado el 21 de junio
de 1903 ante la Convención Nacional Liberal. Imprenta de El Mundo y El Imparcial.
México 1903.
Bulnes, Francisco. Unión Liberal. Segunda Convención Liberal. Discurso
pronunciado por el ingeniero fundando la candidatura del Sr. Gral. Porfirio Díaz.
Tipografía Económica México 1903.
Cosío Villegas Daniel, (Comp.) Historia General de México, tomo II, El Colegio de
México, tercera edición, 1981.
Cosío Villegas Daniel, Ensayos y Notas, Hermes, tomo II, México, Buenos Aires,
1966.
Cosío Villegas Daniel, Historia Moderna de México, El Porfiriato, la vida política
interior, segunda parte, Hermes, México - Buenos Aires, 1972, Vol. 10, 1086p.
Cosío Villegas. (Comp.) Historia mínima de México, El Colegio de México, México,
1981.
Dumas Claude, Justo Sierra y el México de su tiempo, Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 1992.
Duverger Maurice Los partidos políticos, México, Fondo de Cultura Económica,
1980, pp. 459.
151
Frías y Soto, Hilarión. Carta de […] al Sr. Diputado Francisco Bulnes. Imprenta
Central. México 1903.
García Granados Ricardo, Historia de México, México, 1956, T. II
García Pelayo Manuel, El Estado de partidos, Alianza, Madrid, 1986, 217p.
Garner Paul, Porfirio Díaz del héroe al dictador. Una biografía política, Planeta
Mexicana, México, 2003,291p.
Gómez Quiñónez Juan, Porfirio Díaz, los intelectuales y la Revolución, El caballito,
México, 1981, 231 p.
Gonzáles Luis, La ronda de las generaciones; Los protagonistas de la Reforma y la
Revolución Mexicana, Secretaria de Educación Pública, Cultura, Foro 2000,
México1984.
González Casanova Pablo (Coord.), Las elecciones en México evolución y
perspectivas, Siglo XXI, México, 1985, 385p.
Gramsci Antonio, La formación de los intelectuales, México, Grijalbo, 1967.
Guerra François-Xavier, México del Antiguo Régimen a la Revolución, Fondo de
Cultura Económica, tomo I, México, 1988.
Guerra François-Xavier, México del Antiguo Régimen a la Revolución, Fondo de
Cultura Económica, tomo II, México, 1992, 547p.
Hale, Charles, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX,
México, Vuelta, 1991.
James D. Cockcroft, Precursores intelectuales de la revolución mexicana, Siglo XXI,
México, Porrúa, 1988.
Kedrov M.B. y Spirkin A, La ciencia, editorial, Grijalbo, México, Barcelona, Buenos
Aires, 1989.
Knight Alan, La revolución mexicana, Grijalbo, México, 1996.
152
Krauze Enrique, El historiador liberal, Fondo de Cultura Económica, México, 1984.
Lemus, George Francisco Bulnes: su vida y sus obras, México, ediciones de Andrea,
1965.
Limantour José Ives, Apuntes sobre mi vida pública 1892-1911, México, Porrúa,
1965.
López Portillo y Rojas José, Elevación y caída de Porfirio Díaz., México, 1921
Meneses Morales Ernesto Tendencias educativa oficiales en México, 1821-1911,
México, 1991.
Moreno Roberto, Ensayos de historia de la ciencia y la tecnología en México,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986.
Quitarte, Martín, Francisco Alonso de Bulnes, México, Guajardo/UNAM, 1963.
Roderic. A. (Comp.), Los intelectuales y el poder en México, El Colegio de México,
Vol. 75, Series editor José Moya, 1991.
Solana Fernando, Cardiel Reyes R, y Bolaño Martínez R, (Coord.) Historia de la
educación pública en México. Secretaria de Educación Pública, Fondo de Cultura
Económica, México, 1997.
Touchard, J. Historia de las ideas políticas .Madrid, Tecnos, 1977.
Zea Leopoldo, El positivismo en México: Nacimiento, Apogeo y Decadencia, Fondo
de Cultura Económica, México, 1993.
top related