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Dpto. de LCL / Literatura Universal / 1º Bach / Prof. Elisa Garrido
Tema 2: La literatura en la Edad Media
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TEMA 2: LA LITERATURA EN LA BAJA EDAD MEDIA: LUCES ENTRE LAS
TINIEBLAS
Introducción: la Baja Edad Media y la transición al Renacimiento.
1. Los nuevos héroes épicos medievales: el rey Arturo, el caballero Roland y el Cid Campeador; la
épica germánica. Cantares de gesta, poemas caballerescos, novelas de caballerías y romances.
2. El amor en la lírica popular y en la lírica culta medieval: lírica provenzal, Dolce Stil Nuovo y
cancioneros.
3. Florencia, cuna del incipiente Renacimiento. Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni
Boccaccio.
INTRODUCCIÓN
La Edad Media es un período histórico que abarca diez siglos: desde el siglo V, cuando en el año
476 se produce la caída del Imperio Romano de Occidente [Roma] por las invasiones de los
pueblos germánicos, hasta el siglo XV, cuando tienen lugar la caída de Constantinopla (actual
Estambul, Turquía) en manos del imperio otomano en 1453 y el descubrimiento de América en
1492.
La sociedad medieval es estamental y está regida por el feudalismo: hay una fuerte
distinción entre las clases privilegiadas –nobleza y clero− y las no privilegiadas −pueblo llano,
formado por campesinos y artesanos−, entre las cuales existe una relación de vasallaje
(dependencia), de modo que:
− La nobleza: los grandes señores feudales eran guerreros que protegían a sus vasallos y servían
al rey.
− La iglesia (clérigos y monjes) se convirtió en la depositaria del legado cultural de la
Antigüedad. Conocedores del latín escrito, en los scriptorium de los monasterios los religiosos
copiaban los manuscritos preservando así el patrimonio cultural europeo.
− El pueblo llano, integrado como hemos dicho por artesanos y campesinos que habitaban en
núcleos rurales en torno a
un castillo o a un
monasterio, vivía del
trabajo de sus manos.
(A la derecha, fotograma de la
película El nombre de la rosa,
basada en la novela homónima de
U. Eco, en que observamos cómo
sería un scriptorium medieval.)
Otro hecho histórico-
cultural de capital
trascendencia es el triunfo
del cristianismo. El
teocentrismo, es decir, la creencia de que Dios rige el destino de los hombres hace que la religión
vertebre las existencias individuales y la vida social. Hemos de tener en cuenta que a partir del
siglo VII surge y se extiende el islam; las relaciones entre cristianismo e islam serán a menudo
conflictivas (Reconquista en la Península Ibérica, las Cruzadas en Tierra Santa…), pero también
dieron lugar al intercambio cultural, piénsese por ejemplo en la famosa Escuela de Traductores de
Toledo.
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El cristianismo se convirtió en seña de identidad de la Europa medieval toda vez que la
invasión de los pueblos bárbaros llevó aparejada la progresiva e irreversible fragmentación del
latín en las distintas lenguas románicas. El latín, no obstante, siguió siendo durante siglos la
lengua escrita de la cristiandad aunque eran muy poco los que lo conocían –de hecho, la mayoría
de la población era analfabeta−; habrá que esperar hasta el siglo XII-XIII para que las lenguas
romances se conviertan en las lenguas utilizadas en la escritura desplazando poco a poco el latín.
En cualquier caso, no podemos olvidar que durante la Edad Media existió una importante cultura
oral en lengua romance: cantares de gesta que relataban hazañas de héroes (género predilecto de la
nobleza), composiciones de carácter lírico o fabliaux de carácter burlesco (del gusto del pueblo
llano y de la burguesía) serán difundidos por los juglares, que los recitaban o cantaban
acompañados de la música, como tendremos ocasión de ver en este tema.
En el siglo XII se asiste a un gran desarrollo en
Occidente y más concretamente en Francia. También
en el norte de Italia a partir del siglo XIII se produce
un importante desarrollo del comercio y de una
primitiva industria que dará lugar a una nueva clase
social: la burguesía, clase social que debe su
nombre a los burgos (según el DRAE: fortaleza
construida por los nobles feudales para vigilar los
territorios de su jurisdicción). Confiada en sus
posibilidades gracias al esfuerzo personal, a medida
que esta nueva clase social se va enriqueciendo irá desplazando a la antigua nobleza. A los cambios
sociales y económicos que se produjeron hay que sumar un importante desarrollo cultural y
artístico, del que destacamos la aparición de las primeras universidades (Oxford, París, Bolonia)1,
con las cuales el saber y la cultura comienzan a traspasar los muros de monasterios; nace una
literatura profana diferente a los poemas religiosos y a los cantares de gesta, y el mundo clásico
reservado hasta este momento a los clérigos comienza a divulgarse ya en lengua romance. (En
la imagen, construcción de una ciudad medieval.)
Digamos por último que, según una metáfora creada por los primeros humanistas, los diez
siglos medievales estuvieron dominados por la oscuridad. El humanista italiano Lorenzo Valla
(1407-1457) consideraba que el retroceso intelectual, pedagógico y moral ocurrido en los tiempos
oscuros de la Edad Media se habría producido por una triple degradación: la corrupción bárbara del
latín, la depauperación del legado filosófico griego y la pérdida del mensaje original del Evangelio.
Desde el siglo XIV y sobre todo a partir del XV se asiste (especialmente en Italia) a una decidida
recuperación de la lengua y la literatura grecolatinas, a una vuelta a la filosofía griega y a un
conocimiento directo de las fuentes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pero esto no debe
hacernos pensar que durante la Edad Media no se leyeran y estudiaran algunos autores clásicos
latinos: en estos siglos los escritores de la Antigüedad eran admirados por su belleza formal, por la
elegancia de su lenguaje, por su teoría y preceptiva literaria, pero se desconfiaba de la doctrina de
sus escritos dado que durante el Medievo el centro del universo era Dios (teocentrismo).
En este tema nos vamos a ocupar de la literatura de la Baja Edad Media, la literatura que
utiliza ya las distintas lenguas vulgares (entiéndase, obras que no emplean el latín). Por un lado,
nos referiremos a las obras que tienen por protagonistas a los nuevos héroes medievales: cantares
1 Los estatutos legales de las universidades citadas datan de entre 1214 y 1219; sin embargo, su fundación realmente
habría que adelantarla a varias décadas antes. Las primeras universidades eran herederas de las antiguas escuelas
catedralicias. A lo largo del siglo XIII irán fundándose otras universidades en toda Europa: Salamanca, Cambridge,
Montpellier, Salerno a las que se irán sumando otras tantas en esta misma centuria.
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de gesta, pero también breves romances así como narraciones que utilizan la prosa. Por otro lado,
veremos cómo el sistema feudal traslada sus valores al amor dando lugar al llamado amor cortés,
que se materializará en la lírica provenzal y en el Dolce Stil Nuovo (lírica culta), sin olvidarnos de
las producciones líricas más populares. Por último, profundizaremos en las figuras de Dante,
Petrarca y Boccaccio, cuya labor (sobre todo la de estos dos últimos) constituyen claramente una
transición hacia el Humanismo y el Renacimiento que se extenderá por Europa a partir del siglo
XVI.
1. LOS NUEVOS HÉROES ÉPICOS MEDIEVALES: EL REY ARTURO, EL
CABALLERO ROLAND Y EL CID CAMPEADOR. LA ÉPICA GERMÁNICA
La épica medieval reúne un conjunto de narraciones en verso presentes en todas las tradiciones
literarias europeas desde el siglo VIII al XV en las que se relatan hechos gloriosos de héroes
antepasados. Hemos de suponer que estas narraciones eran compuestas por un autor culto que
reelaboraba un material legendario previo, pero la difusión de estas composiciones era oral y corría
a cargo de los juglares.
Hacemos en primer lugar una breve referencia a la épica germánica, para después ocuparnos
de la épica románica, tratando de comprender cómo este género va evolucionando a lo largo de los
siglos hasta su desaparición en el siglo XVI, cuando el público gustaba ya de otro tipo de
narraciones en prosa cuyos protagonistas eran más cercanos a la nueva realidad sociohistórica.
ÉPICA GERMÁNICA: El Cantar de los Nibelungos
Esta epopeya anónima escrita hacia el año 1200 en
estrofas regulares se caracteriza por la profusión de
elementos maravillosos. En ella se narran las hazañas y
la muerte de Sigfrido, quien, tras haber matado a un
dragón, se baña en su sangre para hacerse invulnerable
(aunque una hoja de tilo caída en su espalda impedirá
que la sangre impregne toda su piel); más tarde se
apodera del tesoro de los nibelungos y de un manto
mágico que lo hace invisible. Enamorado de la princesa
Krimilda, para conseguir su mano ayuda a Gunter (rey
de los burgundios) a conquistar a su vez a Brunilda (reina de Islandia que somete a duras pruebas a
sus pretendientes) gracias a su manto mágico. Tiempo después, Krimilda revelará el engaño a
Brunilda, la cual se venga mandando matar a Sigfrido, herido en su único punto vulnerable.
Posteriormente Krimilda vengará a su vez la muerte de su esposo Sigfrido. El compositor alemán
Richard Wagner compuso un ciclo de cuatro óperas (estrenadas en 1876) inspiradas en esta
epopeya. (En la imagen, pintura actual inspirada en el Cantar de los Nibelungos.)
LOS HÉROES ROMÁNICOS: cantares de gestas, poemas caballerescos, novelas de
caballería, romances.
Las narraciones épicas medievales, fueran éstas en verso o en prosa (cantares de gestas, romans,
historias…), tomaban sus temas de tres ciclos o materias:
La materia de Bretaña (ciclo artúrico): relatos artúricos ficticios cuya finalidad era
divertir, entretener.
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La materia de Francia (ciclo carolingio): centrada en Carlomagno2 y sus paladines, era
veraz y tenía un alto valor patriótico.
La materia de Roma o materia clásica: formada sobre las novelas grecolatinas, de las
cuales se podían obtener numerosas enseñanzas; los autores fundían anacrónicamente el
mundo clásico y el contemporáneo al gusto del lector noble (translatio).
En las obras épicas medievales poco a poco el latín irá dejando paso a la lengua romance y el
verso a la prosa. Lo vemos brevemente a continuación.
Entre los años 1135 y 1138 el monje normando Geoffrey [Godofredo] de Monmouth
compuso una obra histórica en latín (Historia regum Britanniae); en ella trazaba la historia de los
reyes de Gran Bretaña desde su conquista por Bruto hasta Cadvaladro, sucesor del rey Arturo.
Aprovechando los relatos de los juglares bretones que habían hecho de Arturo un personaje
legendario, Monmouth lo presenta como un mítico caudillo de la talla de Carlomagno o de un
nuevo Alejandro Magno; de esta manera tanto el rey Arturo como los caballeros de su corte se
convirtieron en personajes de una extraordinaria popularidad. Un clérigo anglo-normando, Robert
Wace, tradujo esta obra al francés (en pareados octosílabos) con el nombre de Roman de Brut (h.
1155), la cual gozó de gran éxito en Francia: supuso un paso intermedio entre las obras históricas y
las novelas artúricas e influyó de forma importante en los primeros romans3 franceses.
Las narraciones pertenecientes al llamado ciclo
artúrico están escritas fundamentalmente en francés y
en inglés y fue Chrétien de Troyes quien las llevó a su
punto culminante. (Más tarde aludiremos nuevamente
a este autor.) Es conocidísima la leyenda de la espada
Excalibur, arrancada del yunque (incrustado a su vez
en una roca) por el joven Arturo que es proclamado
rey inmediatamente. En su castillo de Camelot, en
torno a la Tabla (o Mesa) Redonda, se rodea de
caballeros como Lanzarote (Lancelot) o Perceval
(Parsifal). Lanzarote se convertirá en amante de la
reina Ginebra, mientras que Perceval es uno de los
caballeros que acomete la búsqueda del santo grial.
Destaca también en este ciclo la leyenda Tristán e Iseo (o Isolda), que se enamoran al beber por
error un filtro mágico y cuyo destino será trágico, como en tantas otras historias de amor. Ni que
decir tiene la gran presencia de estas historias en el cine, así como en la pintura y en la música. [En
la imagen, pintura de J. Duncan (siglo XIX) inspirada en la leyenda de Tristán e Isolda.]
En cuanto a la materia clásica, podemos distinguir cuatro grandes ciclos épicos clásicos:
Alejandro, Tebas, Troya y Eneas4. De estos cuatro grandes ciclos épicos clásicos es Alejandro
Magno el personaje que más atrajo a los franceses (y también al inglés Chaucer5). Las Cruzadas
2 Carlomagno (¿742? ¿747? ¿748? , ¿Aquisgrán? – 814, Aquisgrán). En el año 768, a la muerte de su padre Pipino el
Breve, heredó el trono de los francos. Carlomagno fue incorporando a su reino amplios territorios de Europa Occidental y
Central y en el año 800 fue coronado emperador por el papa. Fue el único
3 El término roman se aplicaba a las traducciones adaptadas en lengua romance de textos latinos.
4 Estos cuatro ciclos están representados por los relatos: Roman d’Alexandre, Roman de Thèbes, Roman de Troie y Eneas.
5 Geoffrey Chaucer (c. 1343-1400) es un escritor inglés conocido fundamentalmente por ser el autor de los Cuentos de
Canterbury. Otra obra suya es Troilo y Criseida (de inspiración clásica, concretamente, en la guerra de Troya). Fue
determinante el hecho de que utilizara el inglés medio en un momento en que las lenguas literarias por excelencia eran el
francés y el latín. Este autor suele relacionarse con Boccaccio.
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habían generado un interés creciente por el mundo exótico del Próximo Oriente, interés que halló
su mito en Alejandro, quien con sus maravillosas experiencias y sus fantásticos viajes se convirtió
en referente obligado para los héroes literarios.
Desde el primer tercio del siglo XII se hicieron redacciones sobre Alejandro, unas en franco-
provenzal, otras en latín, unas en prosa, otras en verso. Pero la forma propiamente épica es el
Roman d’Alexandre, único texto de tema clásico que recurre a la tirada monorrima; además,
emplea fórmulas épicas para describir ciertos motivos (combate, persecución). En este roman
apenas tiene cabida el tema amoroso; sí aparece, en cambio, el sueño premonitorio, tan
característico de los personajes de la épica.
El Roman d’Alexandre alcanzó un enorme éxito y podemos relacionarlo con el poema épico
francés por excelencia: la Chanson de Roland. Compuesta en el siglo XI, la obra recrea un suceso
histórico acaecido en el año 778: la
derrota que los vascones infligieron a
las tropas de Carlomagno en el valle
pirenaico de Roncesvalles. Estos hechos
reales, ya lejanos en el tiempo, se
mezclan en la composición con otros
fantásticos.
El argumento, de forma resumida, es el
siguiente: Marsil (Marsilio), rey moro de
Zaragoza no sometido por Carlomagno,
recibe a Ganelón, enviado por el emperador
para negociar la paz. Sin embargo, movido
por su odio al caballero Roldán, Ganelón traiciona a los suyos y pacta con Marsil un ataque a la retaguardia
carolingia, a cuyo frente está precisamente Roldán. A pesar de su desesperada defensa ante el ataque, los
franceses son aniquilados. Justo antes de morir, Roldán decide tocar su olifante (cuerno de marfil), a cuya
llamada acude Carlomagno, que retrocede, ataca y vence a los moros. Ganelón será ajusticiado por su
traición. (En la imagen, reproducción de una edición antigua de la obra.)
Con respecto a su estructura, este cantar se divide cuatro partes desiguales en cuanto a su extensión:
1. Traición de Ganelón, adelantada en sueños a Carlomagno (I-LVII).
2. Derrota, muerte y salvación de Roldán (LVIII-CLXXVI).
3. Victoria de Carlomagno y entierro de los caballeros Roldán y Oliveros (amigo de Roldán,
hermano de su amada Alda) (CLXXVII-CCLXIX).
4. Proceso, castigo y muerte de Ganelón (CCLXX-CCXCI).
La Chanson de Roland está compuesta en versos decasílabos divididos por una cesura en dos hemistiquios
desiguales (4 + 6), con rima asonante y agrupados en tiradas. El cantar suma más de 4000 versos.
En cuanto a su estilo podemos citar:
mezcla de elementos fantásticos con datos históricos y reales.
emoción poética, exaltación de valores como el heroísmo y el honor.
sencillez en la expresión: frases breves, léxico preciso, recursos propios de la épica
(epítetos épicos, paralelismo, estructuras bimembres…).
Los personajes encarnan los valores propios de la épica: Carlomagno, el anciano reflexivo; Roldán, el héroe
valiente, temerario y generoso; Turpín, el clérigo que mata moros, es decir, que une la cruz a la espada,
representa la lealtad a Roldán; Oliveros, caballero disciplinado, prudente y leal también a Roldán; Ganelón,
padrastro de Roldán, representa la traición.
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Algunos estudiosos destacan la influencia de la épica francesa en la hispánica. En este sentido
se destaca cómo el Camino de Santiago constituyó una verdadera vía de intercambio cultural entre
la Europa cristiana y la península ibérica, donde tanto peso tuvo el elemento musulmán (Al-
Ándalus).
En la épica española destaca la figura del Cid, personaje histórico que vivió en el siglo XI. De
Rodrigo Díaz de Vivar pronto circularon cantares sobre sus hazañas, incluso existe una crónica en
latín. A partir de mediados del siglo XII un poeta culto reuniría todo el material sobre el héroe y
compondría el Cantar de Mío Cid que luego los juglares recitarían. La importancia de esta obra
radica en que es el único cantar de gesta que ha llegado a nuestros días casi en su totalidad, más de
3700 versos agrupados en tiradas de rima asonante. (En la imagen, caballeros en una miniatura de la Biblia
de San Isidoro de León, s. XII.)
Parece claro que existieron muchos cantares de gesta
que, desgraciadamente, no se han conservado como
tales. Sin embargo, la materia épica castellana
encontró un nuevo cauce de expresión: el romance. A
partir del siglo XV comenzarán a recopilarse por
escrito esas composiciones orales en las que lo épico
−entiéndase aquí tanto narrativo como hazañoso y
heroico− parece fundirse con lo lírico –intensidad de
los sentimientos− y lo dramático –por la importancia
del diálogo entre los personajes y el dinamismo− que
conforman el llamado Romancero Viejo. Existen
romances inspirados en los personajes de la épica
castellana (el Cid, Fernán González y otros condes de
Castilla, el rey Sancho II…), pero también hay otros que se inspiran en los personajes caballerescos
del ciclo carolingio (Carlomagno) y bretón (el rey Arturo), además de los que narran las batallas
entre moros y cristianos en la última fase de la Reconquista en la Península Ibérica.
En otro orden de cosas, no debemos olvidar que el telón político e histórico de fondo de las
obras de las que venimos hablando era el de unas monarquías jóvenes necesitadas de un pasado
glorioso. Así, en el caso de la monarquía inglesa era necesario exaltar la figura de un caudillo como
Arturo frente a otros monarcas europeos. A esta labor (diríamos, propagandística) contribuyó
Chrétien de Troyes6, autor que lleva a su plenitud el roman courtois (o poema caballeresco,
como también es conocido este género): una narración extensa en verso compuesta por un autor
culto y destinada a un receptor cortesano cuya diferencia fundamental con la épica propiamente
dicha es la alternancia de los pasajes amorosos con las aventuras guerreras.
Chrétien de Troyes sigue la técnica del “entrelazado” de aventuras en las que el caballero se
dirige hacia un mundo misterioso en búsqueda de una persona o de un objeto maravilloso; al
principio de sus narraciones el escritor nos ofrece una corte armoniosa (formada por el rey, la reina
y los caballeros); pero esta armonía se ve rota, lo cual motiva que los caballeros se vean obligados
a restablecer el orden primitivo.
6 Clérigo de Champaña (h.1135- h. 1183) considerado como el fundador de la novela cortés. Chrétien de Troyes recoge
toda la tradición de la materia de Bretaña (leyendas artúricas). Su principal mérito reside en la reelaboración formal de
fuentes muy diversas que van desde la Antigüedad clásica (Ovidio en especial) y las gestas juglarescas de los caballeros
del rey Arturo. Algunas de sus obras son: El caballero del león, Lancelot o El caballero de la carreta, Perceval o El
cuento del graal; están escritas en pareados octosílabos de rima consonante.
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A finales del siglo XII algunos de estos romans (los que tratan el tema del graal o grial)
comienzan a escribirse en prosa, usada hasta entonces por los cronistas que escribían sus obras en
latín; frente al verso, el uso de la prosa ofrecía al narrador una mayor flexibilidad para desarrollar la
historia y enriquecerla con una mayor variedad de matices: es éste el germen de las futuras novelas
de caballería y, en definitiva, de la novela.
En Castilla, durante el reinado de Alfonso X (s. XIII), aparece el anónimo Libro de Alexandre,
escrito en cuaderna vía; también se realizaron versiones de las
narraciones de la materia bretona. Los primeros libros de
caballerías españoles autóctonos son el Libro del caballero Zifar y
el Amadís de Gaula primitivo, a los que se puede sumar la obra
del valenciano Joanot Martorell (1414-1468) Tirant lo Blanch.
Las características más destacadas del género caballeresco
medieval son las siguientes:
− La presencia de elementos maravillosos (dragones,
enanos, gigantes, magia…).
− La tendencia a situar la acción en lugares lejanos y en un
pasado remoto.
− Son habituales los matrimonios secretos.
− Los temas principales son el amor y la aventura.
− La itinerancia permanente de los caballeros andantes.
− El héroe se caracteriza por su resistencia física y su perseverancia, así como por su
humildad, abnegación y castidad heroica.
− Es constante la lucha armada: justas, combates…
− Referencias realistas como la preocupación del héroe por comer, beber o dormir.
− Se alternan con normalidad los episodios maravillosos con las vivencias cotidianas.
EL DECLIVE DE LA ÉPICA
Ya sabemos que en la literatura latina Virgilio había tomado como fuentes las epopeyas de
Homero para crear su Eneida. Pues bien, este mismo proceso se verificará al final de la Edad
Media, cuando poetas cultos toman los personajes de la épica medieval y los transforman según los
ideales del Renacimiento en unos caballeros cultos y refinados, lo cuales no se movían ya por los
viejos ideales de defensa de la fe religiosa y de fidelidad a su señor (Arturo o Carlomagno según
los casos), sino por la defensa del amor. Estamos ya ante obras de clara inspiración renacentista
como el Orlando innamorato de Matteo Maria Boiardo (s. XV) o el Orlando furioso del también
italiano Ludovico Ariosto (s. XVI), ambas escritas en verso y encuadradas en lo que se da en llamar
épica culta7.
Y teniendo en cuenta este panorama literario construyó Cervantes el último de los caballeros
andantes, Don Quijote, en una época en la que la aparición del soldado profesional ponía en
entredicho la función guerrera de la nobleza, toda vez que las monarquías europeas estaban
relativamente consolidadas. El viejo héroe caballeresco era sustituido por personajes más cercanos
a la realidad, y la novela sustituía el cantar épico.
7 En estas obras se funden los temas y motivos del ciclo carolingio y los del ciclo bretón, el primero caracterizado por los
valores guerreros, el segundo de carácter más cortés, más fabuloso y con mayor cabida para el amor. En definitiva, el
caballero Orlando (Roland) vivirá aventuras amorosas y maravillosas con el telón de fondo de las luchas entre moros y
cristianos.
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2. EL AMOR EN LA LÍRICA POPULAR Y EN LA LÍRICA CULTA MEDIEVAL:
LÍRICA PROVENZAL, DOLCE STIL NUOVO Y CANCIONEROS.
La lírica provenzal o lírica trovadoresca puede ser considerada como la primera escuela lírica
medieval. En el sur de Francia surge una serie de poetas (el primero conocido es Guillermo de
Aquitania, señor feudal y protector de otros trovadores) que trasladan al amor las relaciones
feudales. Se trata del denominado amor cortés, según el cual el trovador es un servidor o vasallo de
la dama, que es su señor; los motivos y tópicos bélicos se convierten en amorosos (la conquista del
castillo, el duelo entre caballeros…); el objeto de este amor es la consecución del galardón, o
recompensa de la dama a su servidor, esto es, el reconocimiento o aceptación de éste por parte de
aquella; este amor debía guardarse en secreto, de ahí que el nombre de la dama se ocultase bajo un
pseudónimo o senhal; en la mayoría de los casos se trata de un amor absolutamente casto,
sentimental, espiritual diríamos, aunque a veces el galardón que espera el galán sea la unión carnal.
La lírica provenzal se caracteriza por su refinamiento y por su complejidad formal.
Los trovadores provenzales cultivaron: la canço (canción de tema amoroso), el sirventés (de
carácter satírico), la tenço (disputa, discusión de temas variados), la albada (despedida de los
amantes al amanecer), la pastorela (encuentro entre caballero y pastora idealizada), la balada y la
dansa (destinados al baile) y el planh (planto, ‘llanto’, lamento fúnebre).
Por su proximidad geográfica este tipo de lírica también se cultivó Cataluña. También la lírica
galaico-portuguesa entronca con la poesía trovadoresca provenzal.
En la corte siciliana de Federico II primero y en la corte toscana después se cultivó este tipo de
poesía en la que se rendía culto a la mujer. Pero existe una diferencia entre la lírica provenzal y el
que se conoce como Dolce Stil Nuovo. En
los poetas italianos se produce una nueva
concepción del amor, espiritualizado al
máximo: la mujer se convierte en un ser
perfecto cuya sola contemplación puede
producir la felicidad y la salvación del
amado. Al poeta le interesa el proceso
interior de perfeccionamiento al que le
conduce el amor, que está desprovisto de
cualquier aspecto físico; de hecho, la
mujer no es descrita, sino que es
idealizada hasta tal punto que podemos
hablar del tópico de la donna angelicata:
la mujer se convierte en el símbolo de la
perfección espiritual que el poeta puede alcanzar mediante el amor; esta mujer se presenta siempre
con ciertos rasgos idealizados (cabello rubio, piel blanca, ojos claros…) que prevalecerán durante
siglos. (En la imagen, detalle del cuadro Nacimiento de Venus de Sandro Botticelli, 1484.)
Los principales exponentes del Dolce Stil Nuovo son Guido Guinizelli (1235-1276) y Guido
Cavalcanti (h. 1255-1300), que compusieron sonetos y canciones; también se vincula a dicha
escuela Dante Alighieri en su obra juvenil Vida nueva. En ella el autor mezcla la prosa con
poemas (sonetos, canciones, baladas…) para expresarnos su encuentro con la amada Beatriz (que
también aparecerá en su Divina Comedia), el enamoramiento y la exaltación idealizadora, el amor
fingido a otras mujeres, el desdén de Beatriz, etc. La crítica ha identificado la Beatriz de las obras
de Dante con una tal Bice Portinari, a quien el poeta florentino habría conocido a los nueve años, la
cual se habría casado con un rico banquero y que habría muerto en 1290.
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En este apartado dedicado a la lírica no puede faltar una referencia a
la lírica popular o tradicional que coexiste con la lírica
trovadoresca así como con los cantares de gesta difundidos por los
juglares.
Nos interesa reseñar la vinculación entre la lírica árabe y la lírica
europea medieval. En Al-Ándalus el poeta Mucaddam de Cabra
(siglos IX-X) utilizaba en sus composiciones en árabe clásico la
estrofa denominada moaxaja, en cuyo final incluía cinco o seis
versos en árabe vulgar o en romance (mozárabe) a modo de
estribillo: se trata de las jarchas, que pasan por ser la expresión
lírica medieval (no compuesta en latín, claro) más antigua
conservada.
Las jarchas suelen presentar a una enamorada que se queja de la ausencia de su amado o que
expresa sus celos o, simplemente, sus anhelos amorosos. Se relacionan, por tanto, con las llamadas
canciones de mujer que se cultivaron en toda la Europa occidental: las cantigas de amigo gallegas,
los villancicos castellanos, los refrains y las chansons de toile francesas y las Frauenlieder
alemanas.
Los temas fundamentales de estas canciones eran entre otros los
siguientes:
Sobre el encuentro amoroso (la espera, el alba, la fuente
o el río, la romería…).
Las penas de amor (el insomnio, la ausencia, el olvido, la
infidelidad, los celos, la malcasada).
Las fiestas del amor (fiestas de mayo, las fiestas de San
Juan).
Sobre la niña (la piel morena, los ojos, los cabellos).
Desenfado y protesta (la niña que no quiere ser monja).
Cantadas por el pueblo o por intérpretes ambulantes
(juglares), estas cancioncillas atrajeron la atención y el
interés de los poetas cultos que las imitarían. En líneas
generales, podemos decir que las composiciones más
antiguas son las más breves y las de menor complejidad
formal. Tanto las composiciones anónimas como las de
autores conocidos fueron recopiladas en distintos
cancioneros, que a veces también recogen las partituras
musicales, desde mediados del siglo XV. (Imágenes superior y
central, miniaturas pertenecientes al Códex Manesse; imagen inferior,
miniatura de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio.)
3. FLORENCIA, CUNA DEL INCIPIENTE RENACIMIENTO. DANTE
ALIGHIERI, FRANCESCO PETRARCA Y GIOVANNI BOCCACCIO.
Ya decíamos en la introducción de este tema que los propios hombres de cultura de los siglos XV y
XVI sintieron que vivían una época de redescubrimiento de los clásicos. Los humanistas desean
aprender de los clásicos una lección humana, no sólo retórica; la cultura clásica adquiere un valor
vital; el humanista intenta forjar su propia cultura y personalidad a partir de la antigua.
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El término Renacimiento fue utilizado por primera vez en el siglo XIX (por Burckhardt) para
designar un movimiento cultural que se venía gestando en Europa Occidental desde finales de la
Edad Media y, más concretamente, en ciertas ciudades italianas, como la Florencia del siglo XIV.
Este movimiento cultural se manifiesta fundamentalmente en la restauración del ideal educativo de
la Antigüedad Clásica: la Humanitas o cultivo de las Humanidades, pues los grandes maestros del
Renacimiento (como el ya mencionado Lorenzo Valla) estaban convencidos de que la lengua y la
literatura clásica darían una formación integral al hombre de su tiempo.
A lo largo del siglo XIII en Florencia se vivieron las luchas entre los partidarios del papa y los
del emperador (güelfos y gibelinos respectivamente), al tiempo que se asistió a un auge de la
burguesía comercial y a la ruina de las viejas familias aristocráticas. Florencia se convirtió en una
república independiente gobernada por los grandes gremios de banqueros, comerciantes y
artesanos; las grandes compañías financieras (como la de los Medici) dominaban la economía
europea. Además de esta pujanza económica, y seguramente como fruto de la misma, la ciudad
toscana viviría también una de las épocas de mayor apogeo intelectual y artístico a lo largo del
Quattrocento.
Y ya en siglo XV habían adquirido la condición de clásicos tres grandes genios florentinos (o
de familia florentina) del Trecento: Dante, Petrarca y Boccaccio, en cuya obra profundizaremos a
continuación.
DANTE ALIGHIERI (1265-1321)
Dante Alighieri (Florencia 1265 – Rávena 1321), nacido en el
seno de una antigua familia nobiliaria venida a menos, participó
en la vida política de su ciudad, que abandonó en 1302 y a la que
ya no volvería jamás en su vida. En su destierro contó con el
apoyo de importantes señores del norte de Italia como los Scala
de Verona o los Malaspina y los Novello da Polenta de Rávena.
Entre los años 1292 y 1294 Dante habría compuesto su Vita
nuova, a la que hemos hecho referencia en el apartado anterior.
En sus años de destierro estaría dedicado a la composición de la
que es considerada su gran obra: la Divina Comedia. Aclaremos
desde el principio que el adjetivo Divina fue añadido en las
ediciones tardías del siglo XVI, pues el autor la tituló simplemente
Comedia, pues, a pesar de su comienzo áspero, la obra termina felizmente.
Como es sabido, la obra supone el viaje alegórico e iniciático del poeta, de siete días de
duración, por las tres regiones de la ultratumba según las creencias cristianas: infierno, purgatorio y
paraíso. En los dos primeros cuenta con el poeta latino Virgilio como guía, mientras que en el
paraíso lo acompaña Beatriz (vid. supra). Estas tres partes o cantigas están divididas a su vez en
treinta y tres cantos cada una, más un canto introductorio en el Infierno, por lo que el poema consta
de cien cantos, que oscilan entre los 115 y los 154 endecasílabos agrupados en tercetos
encadenados (14333 versos en total).
Con este largo poema Dante pretendía hacer una especie de summa completa de todo el saber
de su tiempo. A través de los condenados y de los beatificados que va encontrando por este viaje de
ultratumba, Dante, desde su visión medieval, nos resume la historia de la humanidad en lo político,
social y religioso. Al mismo tiempo, el escritor ofrece un vasto fresco de la vida política del pasado
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reciente y una visión amarga del presente italiano8; el continuo uso de las comparaciones nos
acerca la realidad cotidiana del poeta. Por otra parte, existe una amplia gama de sentimientos
humanos, desde el odio a la vergüenza, desde la gratitud a la ternura, desde la admiración a la
camaradería: los habitantes del más allá han sido seres humanos y arrastran su humanidad después
de muertos. El lenguaje también ofrece diversas modulaciones, desde el lenguaje duro y popular al
lenguaje abstracto propio de la Escolástica; asimismo, Dante emplea latinismos y otras voces
dialectales para dar mayor expresividad a su poema.
FRANCESCO PETRARCA (1304-1374)
Francesco Petrarca (Arezzo 1304 – Arquà 1374) pasó sus primeros años de vida en Aviñón, cerca
de la nueva corte papal, pues su padre huyó de Florencia (1302) antes de ser desterrado. Recibió
una sólida formación intelectual (estudió Derecho, aunque le interesaron más los estudios clásicos,
la lengua y la literatura latina) y viajó y residió en diversas ciudades italianas y europeas, movido
siempre por un afán intelectual que le llevaba a buscar manuscritos de autores latinos. Contó con el
apoyo de importantes familias del momento como los Colonna (con quienes viajó a su amadísima
Roma) o los Visconti de Milán. Fue amigo de Boccaccio y llegó a ser coronado como poeta en el
Capitolio de Roma por el rey de Nápoles.
Petrarca fue consciente de la trascendencia de su labor como
restaurador de los estudios y de las letras de la Antigüedad,
por lo que puede ser tenido como un humanista en el más
amplio sentido del término. No en vano, él mismo
consideraba sus obras en latín el mayor de sus logros
intelectuales: el inacabado poema épico Africa; sus epístolas
y églogas a la manera de Virgilio, Bucolicum carmen; sus
tratados de filosofía moral, Secretum, De otio religioso, De
vita solitaria y De remediis utriusque fortuna.
Sin embargo, han sido sus escritos en lengua vulgar los
que le han granjeado un lugar destacado en las letras
universales, sus Triunfos y, sobre todo, su Cancionero, a los
que él llamó Rerum vulgaria fragmenta (‘Fragmentos en
lengua vernácula’) y a los que casi secretamente dedicó
cuarenta años de su vida.
El Cancionero es una colección de composiciones líricas que tienen como tema
fundamental el amor y que fue modelo para poetas posteriores en toda Europa (petrarquismo).
Consta de 366 poemas (317 sonetos, 26 canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4 madrigales) dedicados
en su mayoría a Laura, verdadera musa de esta obra poética, a la que supuestamente habría
conocido en 1327 y que moriría en 1348, víctima de la peste que asoló Florencia.
Estas composiciones suelen dividirse en dos ciclos: “in vita”, hasta el poema CCLXIII, e “in
morte” de Laura, a partir de la canción I’vo pensando, et nel penser m’assale (Yo voy pensando, y
al pensar me asalta). Además de esta gran división, en el primer ciclo se puede establecer una
ulterior subdivisión. Así, habría una primera sección (hasta el poema LX) en la que se siente la
influencia stilnovista; en una segunda sección se desarrolla lo que se ha dado en llamar “el mito de
Laura”, que podemos ejemplificar con el soneto CCXLVI; una tercera sección puede llamarse de “la
8 Quizás este término sea aquí anacrónico. En efecto, no podemos hablar de Italia como estado hasta bien entrado el siglo
XIX, cuando se produce la unificación. No obstante, en siglos anteriores los habitantes de la península italiana sentían
entre sí cierta unidad, en parte debida al hecho de considerarse herederos del Imperio de Roma.
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alabanza y la maravilla” y en ella Laura es cantada sobre todo por su belleza; una última sección
del ciclo “in vita” se conoce con el nombre de “sonetos de presentimiento”, pues en ellos parece
anunciarse la muerte de Laura. En las composiciones “in morte” es donde Petrarca parece alcanzar
la cima de su creación poética.
En cualquier caso, el Cancionero no debe considerarse una narración cronológica, no es el
diario de una historia de amor. Este conjunto de poemas constituye más bien una profunda
introspección psicológica del poeta, que experimenta los más diversos sentimientos: la pasión, el
sufrimiento por el desdén de la dama, el conflicto entre el amor carnal y la conciencia religiosa, el
dolor por la muerte de Laura, el arrepentimiento, la añoranza del pasado, el rechazo del doloroso
“error” juvenil... Lo que en los poemas encontramos es, en definitiva, el alma del propio poeta en
continuo conflicto. Y dicho conflicto no es otra cosa que el puro reflejo de las propias
contradicciones del amor, las cuales explican el frecuente uso de la antítesis, como la del fuego y la
nieve por ejemplo, que posteriormente será repetida por multitud de poetas y que, en el fondo,
entronca con la lírica del amor cortés provenzal.
La influencia de Petrarca en la literatura posterior es importantísima. De hecho se habla de
petrarquismo para referirnos a toda la poesía lírica posterior que tiene su modelo en Petrarca y su
Cancionero: serán imitados no sólo los temas sino también los moldes métricos del poeta italiano
(con el verso endecasílabo y el soneto a la cabeza). En el caso de la literatura española es Garcilaso
de la Vega (¿1501?-1536) el poeta que iniciará con éxito la poesía italianizante en las letras
españolas. En Francia destaca Pierre de Ronsard (1524-1585) y sus conocidos Sonetos para Helena
(1578); en algunos de ellos trata el tópico de la fugacidad del tiempo (como por ejemplo en Quand
vous serez bien vieille, “Cuando seáis anciana…”). En Inglaterra hasta el mismo Shakespeare
compuso sonetos siguiendo la estela petrarquista. Ampliaremos estas cuestiones en el tema
dedicado a la literatura en la Edad Moderna (siglos XVI y
XVII).
GIOVANNI BOCCACIO (1313-1375)
En las literaturas medievales europeas ejerció una
gran influencia el cuento moral de origen indio,
introducido en Occidente gracias a las traducciones e
imitaciones persas y árabes. En estas colecciones
orientales se seguía la técnica del relato marco y la
narración enmarcada, la cual constituyó una novedad en
la literatura occidental, pues en las colecciones de milagros
o vidas de santos se disponían los relatos con una escasa
preocupación por el orden y la organización de los
mismos. Esta técnica narrativa se utiliza en colecciones de
cuentos como el Sendebar, conjunto de veinteséis cuentos
en los que un joven, injustamente acusado por su
madrastra, explica con ejemplos las malas artes de las mujeres; el Calila e Dimna, que tiene por
protagonistas a dos lobos hermanos que viven en la corte del león y que van narrando distintas
fábulas, entre las que podemos mencionar la de la lechera; Las mil y una noches, donde la unidad
viene dada por el relato interrumpido de los cuentos que Scherezade hace cada noche al sultán
Schariar con el fin de mantener en vilo su interés y eludir así la resolución de éste de dar muerte a
cada una de sus esposas tras la primera noche de matrimonio.
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Como decimos, estos cuentos orientales no sólo aportaron gran cantidad de enseñanzas
morales de tipo práctico, sino que de ellos también se adoptó su técnica narrativa. En la literatura
española don Juan Manuel no sólo adopta esta técnica en su colección de exemplos de El Conde
Lucanor, sino que además los críticos señalan hasta nueve ejemplos tomados del Calila e Dimna.
El más importante prosista de las letras italianas del Trecento, el toscano Giovanni Boccaccio
(1313-1375) también siguió la técnica de la narración enmarcada y el relato marco en su
Decamerón.
Giovanni Boccaccio, nacido quizás en Certaldo (cerca de Florencia), era hijo ilegítimo de un
comerciante florentino que estuvo al servicio de los Bardi, una importante familia del mundo de las
finanzas. Como representante de los Bardi su padre se trasladó en 1327 a Nápoles, donde quiso que
su hijo Giovanni estudiara para formarse en el mundo de los negocios. Sin embargo, el joven
Giovanni entró en contacto con el ambiente de la corte napolitana y se interesó más por la literatura
y los estudios humanísticos que por las leyes y el comercio. Allí compone sus primeras obras y allí
conoce a una dama napolitana de la que se enamora apasionadamente y a la que inmortalizó con el
nombre de Fiammetta (“Llamita”). En 1340 o 1341 regresa a Florencia debido a los problemas
económicos de su propia familia (quiebra de los Bardi), casi un aviso de la crisis política, social y
económica que poco después conocerá la ciudad de Florencia: la epidemia de peste negra que
comenzó a manifestarse en 1348 y que acabaría (según se estima) con dos tercios de la población
de la ciudad; testigo directo de la devastación, Boccaccio toma como punto de partida estos
acontecimientos para su Decamerón. Boccaccio desempeñó diversos cargos públicos para el
Comune de Florencia, por ejemplo el de ofrecer a Petrarca la cátedra de griego; la oferta no fue
aceptada por Petrarca, pero sí se inició entre ambos escritores una amistad que duraría el resto de
sus vidas. También se le encargó que fuese a Rávena para entregar diez florines de oro a la hija de
Dante Alighieri como modo de reparar el agravio del destierro que éste hubo de sufrir varias
décadas antes. En 1373 recibe el encargo de realizar una lectura pública de la Commedia de su
admirado Dante, pero estas clases tuvieron que interrumpirse debido a un empeoramiento de su
salud, que se resintió aún más tras la muerte de su amigo Petrarca. Sus últimos meses los dedicó
Boccaccio a la redacción de sus Esposizioni sobre la Commedia de Dante, abrigado por un manto
de piel que le había legado Petrarca para las noches frías de trabajo. Boccaccio murió el 21 de
diciembre de 1375.
Boccaccio sitúa la acción del
Decamerón en una villa de las afueras
de Florencia, donde reúne a siete
muchachas y tres jóvenes
pertenecientes a la burguesía culta y
que huyen de los estragos que causa la
peste en la ciudad (1348). Allí pasarán
juntos catorce jornadas, dos semanas de
miércoles a miércoles, y con el fin de
hacer más entretenida su estancia
deciden que cada uno relatará una
pequeña historia todos los días que
permanezcan en esa lujosa residencia. El libro se plantea, por tanto, como necesidad de
entretenimiento ante los graves problemas que padece la ciudad. Los relatos se irán sucediendo a lo
largo de diez días significado literal del término griego decameron puesto que por principios
religiosos esta actividad se suspenderá los viernes y sábados de cada semana; en definitiva, cada
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uno de ellos debe relatar un cuento diferente según la temática propuesta para cada una de
las jornadas. (En la imagen, pintura de J.W. Waterhouse de 1916 inspirada en el Decamerón.)
El conjunto de los relatos posee un tema común que confiere unidad a la obra: el mundo del
amor carnal, cuyo motor es la fuerza del instinto; el tema del amor se irá reflejando en los
relatos a veces de un modo trágico, a veces cómico, a menudo de manera desvergonzada y picante.
Las historias tratan temas indecentes, burlescos, legendarios, amorosos, etc. en las que se ofrece
una visión cómica de la sociedad de la época y en las que vemos todo tipo de personajes: reyes o
pobres, nobles, judíos, religiosos, mercaderes, caballeros y damas, mujeres del pueblo, médicos,
artistas, soldados, jueces…, además de personajes históricos.
Boccaccio refleja en sus relatos los temas y preocupaciones que
sin duda interesaban a la nueva sociedad burguesa y mercantil
que, como hemos dicho, terminará por resquebrajar los cimientos
sobre los que se había asentado la sociedad medieval. En este
sentido la astucia, la inteligencia, el ingenio, la capacidad para
conseguir los propios fines y escapar de los peligros (a menudo
mediante el poder la palabra, como el de un buen negociante)
ocupan un lugar destacado en las historias narradas por lo
jóvenes. Por otro lado, la burguesía enriquecida intentará tomar
ciertos valores de la vieja nobleza, de ahí que el ideal cortés de
la generosidad y de la “grandeza de ánimo” también aparezca
en los relatos. (En la imagen, reproducción facsímil de una edición antigua
del Decamerón.)
El ya mencionado Geoffrey Chaucer (1340-
1394) puede considerarse heredero de
Boccaccio. Chaucer es conocido
fundamentalmente por ser el autor de los
Cuentos de Canterbury, los cuales constituyen
una divertida visión del mundo burgués de su
época. En esta obra (escrita en verso
endecasílabo) unos peregrinos reunidos en un
hostal londinense acuerdan contarse cuentos en
sus viajes de ida y vuelta a cierto santuario en
Canterbury. Dichos cuentos tratan los temas
más diversos: legendarios, picantes, novelescos,
religiosos, etc. que, en algunos casos, no tienen
argumentos originales, sino que son tomados
por Chaucer de otros escritores o de la tradición
oral. La importancia de Boccaccio, y del relato breve en general, en la literatura española queda de
manifiesto en el propio Cervantes con sus Novelas Ejemplares (1613).
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