la familia primera escuela de la fe
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LA FAMILIA PRIMERA ESCUELA DE LA FE
Arzobispo de La Plata, Monseñor
Héctor Ague
La Plata (Buenos Aires), 13Feb. 07 (AICA)
“La familia es la primera escuela en la formación integral de la persona humana.
Mucho antes de que el niño acceda a la primera instrucción elemental o incluso a
la catequesis en una parroquia o en un colegio católico es en la familia donde
debe recibir los fundamentos de la cultura humana y de la fe”, recordó el arzobispo
de La Plata, monseñor Héctor Ague, en su primera reflexión por televisión tras
participar de la reunión de la Comisión Pontificia para América Latina, de la que es
miembro Tras explicar que durante esas jornadas de trabajo -que culminaron con
una “formidable” audiencia con el papa Benedicto XVI- se analizó sobre el tema
“La Familia y la Educación Cristiana en Nuestro Continente", destacó que se trata
de “una cuestión de máxima actualidad”, dado que “permite descubrir problemas
fundamentales de la evangelización y de la cultura de los pueblos americanos”. El
prelado platense mencionó en este sentido “aquellos valores elementales que
hacen a la ubicación del hombre en el mundo” como “el respeto, el trato con los
demás, el sentido de la generosidad, la posibilidad de integrarse adecuadamente
en una comunidad determinada, los distintos ambientes donde el niño empieza a
sociabilizarse y luego, también, es en la familia donde el niño recibe los
rudimentos de la fe”. “A veces observamos que cuando inicia un niño de 8, 9 o 10
años el proceso catequístico para completar la iniciación cristiana ni siquiera sabe
hacerse la señal de la cruz o ignora las oraciones fundamentales”, reconoció. El
Arzobispo reiteró que “es en la familia donde se orienta el camino de una persona
humana”, y argumentó que “los expertos aseguran que es en los primeros años de
vida, incluso antes de los 6 años, cuando se configura de un modo casi definitivo
esa personalidad”.
También se preguntó “cómo se hace en un contexto social y cultural como el que
vivimos para que la familia asuma en plenitud esta misión que es un derecho y un
deber”, y consideró que “nuestra cultura no ayuda precisamente a eso, más bien
todo lo que hace fortalece al debilitamiento interior de la familia, a la quiebra de la
unidad familiar, la preocupación a veces imprescindible por sobrevivir en un
contexto económico y social muy negativo, la formación escasa de padres y
madres para educar a sus hijos.” Opinó, además, que “todo esto hace necesario
una revisión de aquellas posibilidades concretas que la familia tenga para llevar
adelante, con éxito, la formación de sus hijos y también hace que el papel
subsidiario del Estado no se entrometa indebidamente sino que custodie con
equidad aquella situación para ayudar a la familia a que pueda desarrollarse de un
modo adecuado y hacerse cargo ella de esta educación”. Por último, monseñor
Aguer estimó que sería bueno “volver a pensar en
Escuelas para Padres, no tratando como si fueran menores de edad a los padres
de familia pero si para ayudarles buenamente a que adviertan la seriedad, la
gravedad de su papel y puedan cumplirlo como corresponde
ASPECTO 2
Felipe Santos
Fuente: es.catholic.net
Puede que los gobiernos pasen de la familia, pero tú, que eres parte integrante,
tienes que defenderla contra viento y marea Me imagino que tu familia te ilusiona.
En ella encuentras paz, tranquilidad, sosiego y bienestar humano, social y
religioso. Este tercer milenio, cuyo segundo año estás celebrando, se presta a que
mejores tus relaciones familiares.
No esperes que las demás instituciones puedan suplirla. Ella es la, y su misión es
la de ser, cada vez más, una.
Juan Pablo II, conocedor como nadie de la humanidad, dice que este es el
horizonte en el que hay que encuadrar a la familia, considerándola al mismo
tiempo “decisión la mediante unión una forman mujer hombre un que en
sacramental vínculo sociales células pequeña más” en la aventura y desventura.
Para los cristianos, el matrimonio y la familia forman parte del designio de
salvación y desempeñan un papel singular para el bien de la persona y de la
sociedad humana. Dios eligió para encarnarse una familia humana.
Cuando tu familia marcha bien, se puede decir que en ella actúa Dios
directamente, no de forma mágica, sino porque ella se deja permear por la obra
del Espíritu de Dios en su vidas entera.
En este tercer milenio, la familia tiene un gran desafío: restituir los valores
fundamentales de que pertenece al patrimonio de la humanidad. Si una familia
está amenazada, es la humanidad entera la que sufre este zarpazo.
El primer valor, dice el Papa, es.
Cuando hay ideas claras y una vivencia ejemplar de la situación familiar, eres tú,
joven, el primero que paga las consecuencias. No te sientes a gusto en casa, no
dialogas, te arrastra la sociedad con reclamos e incitaciones, y te sientes cómodo,
a primera vista, yendo a tu bola.
Cuando en la escala de la familia, el valor fundamental es tener antes que ser, el
desequilibrio no tarda en venir. Tú, que vives en una familia concreta, estás
llamado no a criticarla y chantajearla, sino que estás llamado a construirla con tu
aportación personal.
Puede que los gobiernos pasen de la familia, pero tú, que eres parte integrante,
tienes que defenderla contra viento y marea contra las corrientes de la Nueva
Era: hoy no debe haber compromisos de por vida sino parejas sentimentales que,
al hartarse de vivir juntos, se separan y se acabó.
Estás llamado a vivir.
Todo lo que no sea vivir esta realidad de comunión en familia, es como
encontrarte en una pensión en la que te da de comer, te dan dinero y no te falta
nada para tus intereses económicos. Pero los demás valores se esfuman y
volatilizan en el vacío.
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