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LA APARICIÓN Y EL REFUERZO DEL VÍNCULO RELIGIOSO: EL CASO
DE LA INMIGRACIÓN RUMANA Y LA IGLESIA ORTODOXA
Ángel Belzunegui Eraso. Universidad Rovira i Virgili. Tarragona.
angel.belzunegui@urv.cat. Av. Catalunya, 43. $3002 Tarragona. Tel.977245068
(autor de correspondencia)
Jorge de Andrés Cardona. Universidad Rovira i Virgili. Tarragona.
jfdeandrescardona@yahoo.es
Teo Mellen Vinagre. ESADE. Barcelona. teodor.mellen@esade.edu
Resumen
En la lógica de la teoría clásica de la secularización, parecería razonable pensar que los
individuos irían dejando de lado progresivamente la religión a medida que se afianza su
proceso migratorio. Sin embargo, algunos autores que han analizado la conexión entre
los procesos migratorios y la experiencia religiosa de las personas que los protagonizan,
han llegado a cuestionar esta tesis y han advertido de la necesidad de profundizar el
estudio de las comunidades religiosas en contextos migratorios. En esta comunicación
presentamos los primeros análisis de un trabajo cualitativo basado en entrevistas en
profundidad a los párrocos de la Iglesia Ortodoxa Rumana en Cataluña y residentes en
toda la comunidad autónoma. El trabajo ha permitido situar contextualmente las 14
iglesias repartidas en territorio catalán y descubrir la estructura de la Iglesia ortodoxa
Rumana, la composición de su feligresía y la adscripción a la religión ortodoxa
adoptando un enfoque en el que la religión aparece como oferente de recursos en un
marco de incremento de pluralidad religiosa y de secularización.
Palabras clave: Sociología de la religión; Migración; Iglesia Ortodoxa; Mercado
religioso; Secularización.
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1. Introducción
La creación de las distintas iglesias ortodoxas a nivel internacional está muy relacionada
con los procesos nacionalistas producidos a lo largo del siglo XIX. La autocefalia de las
distintas iglesias ortodoxas, entre ella la iglesia rumana, se inscribe dentro de esta
dinámica. La Iglesia Ortodoxa Rumana (IOR) consiguió en 1885 el reconocimiento del
patriarca ecuménico. Este reconocimiento comportó el abandono del eslavo como idioma
de culto y su substitución por el rumano (Rodríguez González, 2015). En 1925 se creó el
Patriarcado Ortodoxo Rumano del que dependen en la actualidad los centros de culto
implantados en Cataluña.
Las relaciones entre el régimen comunista y la IOR atravesaron vicisitudes de todo tipo a
lo largo de la segunda mitad del siglo XX. La caída del régimen comunista y la llegada de
la democracia abrieron nuevas perspectivas para la IOR (Stan y Turcescu, 2000). Binns
(2009) ha estudiado la expansión de la religión ortodoxa en Rumanía destacando el
incremento de creyentes, la apertura de nuevos monasterios y el crecimiento también del
número de monjes y sacerdotes. En la actualidad puede considerarse que la IOR es un
importante actor de la dinámica social y cultural de Rumanía (Hosu y Frunza, 2013).
Este fenómeno no es específico de Rumanía, sino que se puede observar también en otros
países ex-comunistas en los que las diferentes religiones ortodoxas han jugado un papel
muy activo como elementos cohesionadores y de refuerzo de las identidades culturales y
nacionales. Se puede hablar de un proceso de resocialización de la población de los
antiguos países del este europeo, basado ahora en los principios de la comunión entre
nación y religión (Tarţa, 2012). La religión ortodoxa autocéfala ha estado en disposición
de representar este papel (re)identitario y nacionalizador en cada país, profundizando las
idiosincrasias tanto culturales como las especificidades de la práctica ortodoxa de cada
iglesia. Ejemplo de ellos son la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Iglesia Ortodoxa Búlgara o la
Iglesia Ortodoxa Serbia, entre algunos de los casos más destacados en los países de
Europa del este. Todas estas iglesias tienen presencia en Cataluña, junto a la IOR. De
entre las comunidades ortodoxas en Cataluña, la más numerosa y activa es esta última,
hecho que nos ha llevado a plantear su estudio. En concreto, en Cataluña hay 14 centros
de culto de la IOR distribuidos en las localidades de Tarragona, Reus, Vilanova i La
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Geltrú, Barcelona, Lleida, Girona, Solsona, Manresa, Guissona, Amposta, Tortosa,
Gandesa, Arbúcies y Figueres.
El estudio1 tiene dos enfoques que implican la combinación de distintas técnicas de
recogida de información. El primer enfoque es claramente descriptivo y pretende conocer
algunos aspectos de la composición y organización de la IOR. El segundo enfoque tiene
un carácter más analítico y se dirige a conocer la estructura de relaciones de las
comunidades de creyentes ortodoxos rumanos en Cataluña. En esta comunicación
abordamos aspectos relacionados con el primer enfoque más descriptivo y apuntamos
algunas líneas interpretativas correspondientes al segundo enfoque.
La investigación contiene una hipótesis general que conecta la adscripción religiosa de los
individuos con la oferta de recursos que realizan las confesiones religiosas. Entendemos
que la adscripción a una confesión religiosa y la participación frecuente en la liturgia y en
los actos que organiza, están relacionados con los recursos que están en disposición de
ofrecer dicha confesión. De tal manera que cuanto más específicos son los recursos que
la religión ofrece, mayor probabilidad de desarrollar el vínculo religioso a la misma.
Derivada de esta hipótesis, la intensidad de la adscripción religiosa por parte de la
feligresía estará en función de la fuerza cohesionadora de la Iglesia y de su papel
protector. Cabe decir que los recursos de los que hablamos no son exclusivamente bienes
y/o servicios materiales, sino que se trata también de bienes relacionales y emocionales
que sirven para mejorar el encaje de las personas en la nueva sociedad de acogida, ya que
en este caso estamos hablando fundamentalmente de la expansión de una religión en un
contexto migratorio.
La formulación de estas hipótesis no cierra la posibilidad de descubrir otras dinámicas que
tengan que ver con la adscripción. Tampoco son la única explicación a la adscripción
religiosa, pero a efectos del estudio que hemos planteado se trata de una hipótesis que nos
interesa contrastar y que explicaría, en parte, la formación de comunidades de creyentes
en contextos de inmigración.
Tras esta introducción, en el siguiente apartado proponemos un marco conceptual y
teórico que dirige el estudio de la IOR. Posteriormente mostramos algunos indicadores
que reflejan la importancia de la religión en la sociedad catalana, para entender mejor el
1 Esta investigación ha sido financiada por la Dirección General de Asuntos Religiosos del Gobierno de
Cataluña en la convocatòria pública de 2015.
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contexto en el que implanta la IOR. A continuación abordamos algunos aspectos de las
entrevistas realizadas a sacerdotes que tienen que ver con el vínculo religioso. Por último,
planteamos los límites de la investigación y algunas sugerencias para profundizar en
análisis del vínculo religioso.
2. Pluralismo religioso y diversidad: la apertura del mercado religioso
El estudio de la apertura del campo religioso, la manera de entenderlo y de analizarlo,
plantea retos interesantes cuando se trata de contextos en los que históricamente se ha
dado una situación de “monocultivo religioso”. Es el caso de España y de Cataluña,
aunque la preponderancia de la religión católica y su exposición pública y política no
dejaran ver otras realidades religiosas que se daban de facto y que han sido ignoradas,
cuando no perseguidas, en determinadas épocas de la historia de nuestro país. De aquí
que las nuevas confesiones religiosas en Cataluña conecten con dos fenómenos
simultáneos, a saber: 1) el creciente pluralismo religioso en contextos de secularización
(Estruch, 1996), y 2) los procesos migratorios que aumentan la diversidad social y
religiosa (Martínez-Ariño et al. 2012).
Siguiendo a Bourdieu y Wacquant (1994), entendemos por campo religioso un conjunto
de elementos que incluyen a) los actores que operan dentro del campo, b) las relaciones
que se establecen entre dichos actores, c) las estructuras institucionales que forman y d)
las relaciones de los actores propios del campo y de sus estructuras e instituciones con el
resto de la sociedad. El campo religioso puede ser más o menos plural en función de
determinadas constricciones como por ejemplo las disposiciones legales que lo afectan.
En este sentido, parece contrastarse que cuantas menos restricciones legales e
institucionales se presentan al ejercicio de la libertad religiosa, más amplio es el campo
religioso (Beltrán 2010; Hamui, 2006).
Una mirada atenta a las transformaciones del campo religioso pone de manifiesto que la
sociedad catalana viene experimentando cambios en su campo que podríamos sintetizar
con las siguientes características (Belzunegui, 2015): 1) La aconfesionalidad de las
instituciones, hecho que facilita el desarrollo de las actividades de un mayor número de
confesiones religiosas (Casanova, 2004); 2) El aumento de la competencia en el mercado
religioso; 3) La diversificación interna del catolicismo que con la pérdida de hegemonía
social y política, ha optado por dar un mayor protagonismo a los movimientos religiosos
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internos; 4) los procesos de secularización de las instituciones políticas y sociales y el
impacto de la secularización en una parte de la sociedad con mayor formación y en
entornos urbanos que nos permiten hablar de una “religiosidad difusa” (Leege, 1993;
Leege y Kellstedt, 1993); 5) La pérdida paulatina de la hegemonía religiosa del
catolicismo y en consecuencia de su influencia social y política.
Todos estos factores muestran cambios de tendencias que vienen de lejos. El proceso de
secularización en Cataluña no empieza con la llegada de la democracia, a partir de 1976-
1978, o el llamado proceso de transición política, sino que se origina mucho antes, en el
siglo XIX, con las dinámicas sociales impulsadas por el desarrollo industrial, la
modernidad técnica y el proceso de urbanización. Es un proceso que se puede observar
también en otros lugares de Europa que han experimentado procesos económicos y
sociales parecidos. En el contexto español, la secularización en Cataluña ha sido más
gradual y con una mayor profundidad. Más gradual porque, como ya hemos dicho, se
origina antes que en otros territorios con desarrollos económicos y urbanos más tardíos.
Más profundo si atendemos a los indicadores de religiosidad de la población catalana
respecto a los mismos indicadores en otros territorios. El caso catalán parece encajar con
los aspectos más generales de la teoría clásica de la secularización, como por ejemplo la
menor importancia que tiene la religión en la vida cotidiana de las personas y con la
separación de las instituciones respecto de la religión.
La libertad de culto garantizada constitucionalmente a partir de 1978 impulsó el
pluralismo religioso tanto en España como en Cataluña, hecho que supuso también hacer
visible la presencia de otros cultos diferentes al católico. En la actualidad, una buena
parte de este pluralismo religioso es debido a la afluencia de inmigración a partir de
finales de la década de los años 90 del siglo pasado. Las religiones que se han visto
reforzadas por la inmigración han sido el islam, el pentecostalismo y la ortodoxia
cristiana.
Son muchos los estudios que han puesto de manifiesto la necesidad de un contexto
pluralista de competición para superar los monopolios religiosos tutelados
institucionalmente. De tal manera que cuánto mayor pluralidad religiosa, mayor pérdida
de hegemonía religiosa por parte de una sola confesión (Kurtz, 2011; Iannacone, 1997,
1992, 1991; Stark, 2009; Peña y Sánchez, 2005) y, en consecuencia, las instituciones
suelen permanecer más neutrales frente a la tentación de arrogarse un tipo de
representación religiosa.
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Autores como Stark (1999) rebaten la idea de la secularización a nivel individual,
alegando el resurgir de comunidades de creyentes más implicadas. Berger (2004) afirma
que el mundo está actualmente atravesando un periodo de des-secularización. En
determinados contextos sociales, entre los que pueden encontrarse los individuos en su
proceso migratorio, podemos asistir a un resurgir de específicas comunidades de
creyentes. En Cataluña esta sería la realidad para el caso de estudio que presentamos, la
IOR. A efectos comparativos Belzunegui (2015) propone el concepto de secularización
difusa para el caso de Cataluña en un contexto de modernidad individualista. La
modernidad individualista se basa fundamentalmente en el papel relevante del individuo
como protagonista de la acción social. La secularización difusa hace referencia a un tipo
de secularización que se mezcla con una presencia religiosa que se integra en algunos
aspectos de las formas sociales e incluso institucionales.
Los más recientes estudios en sociología de la religión sugieren que la competición
religiosa normalmente implica un fortalecimiento de la actividad religiosa y el
crecimiento del número de adeptos (Wilcox y Wald, 2008; Ediger, 2005). Cuanto más
abierto es el mercado religioso, es decir, cuanto menos regulado por parte del Estado,
mayor intensidad en la práctica religiosa y mayor número de confesiones en competencia
(Pena y Sánchez, 2005; Stark y Iannaccone, 1992). Según las teorías económicas de la
religión, la variable que modifica el compromiso religioso es la oferta y la actividad de
las organizaciones religiosas, puesto que las necesidades y las preferencias de los
individuos son las que van variando. Por lo tanto, no puede haber una única empresa
religiosa para satisfacer tanta diversidad individual y se hace necesaria la pluralidad
religiosa y la diversidad de organizaciones.
Desde este punto de vista se debe centrar la atención en el comportamiento de las
“empresas religiosas” y no tanto en los “consumidores religiosos” (es decir, un enfoque
más de oferta que de demanda). La pregunta pertinente es, entonces, ¿en qué condiciones
se crea una demanda por parte de nuevos grupos religiosos? Una revisión de la literatura,
nos conduce a concluir que para la formación de un nuevo mercado religioso lo más
importante es, 1) que haya diversidad de alternativas, pero sobre todo 2) que estas
alternativas se adapten a las necesidades de los potenciales creyentes (nuevamente el
enfoque de la oferta). En cualquier caso, no existen modelos de monopolio puros ni de
libre competencia en el ámbito religioso, por lo que aquello verdaderamente determinante
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no es tanto la pluralidad cuanto la no interferencia del Estado en el campo religioso
(Iannaccone, 1991).
En Cataluña, el mercado religioso se ha abierto como resultado del incremento de la
competencia y de los procesos migratorios. No existe pluralidad si no hay oferta, y en
nuestro caso la oferta ha ido incrementándose a medida que se han ido produciendo
fenómenos como la importante llegada de población inmigrada en tres oleadas
consecutivas. La primera oleada fue la llegada de población marroquí y subsahariana, a
finales de la década de los años noventa del siglo pasado. Esta oleada inmigratoria trajo
un incremento importante de la presencia del islam. La segunda oleada se produjo
durante la primera mitad de la década del siglo XXI y tuvo como protagonista la
población procedente de varios países latinoamericanos, particularmente de la región
andina, entre la que destacaron las personas de fe católica y de diversas denominaciones
evangélicas. Y la tercera oleada, que se sitúa a partir de 2005, procede de los países
europeos excomunistas, especialmente Rumanía, que han situado el cristianismo
ortodoxo en el mapa religioso catalán.
Este fenómeno de incremento del pluralismo religioso aporta más complejidad al campo
religioso (Gómez-Quintero, 2000; 2004), sobre todo en cuanto a las relacionas que se
establecen entre los actores religiosos (las iglesias, fundamentalmente) y las relaciones de
estos nuevos actores con el resto de la sociedad. Una sociedad, como la nuestra, que
venía de un elevado grado de monopolio religioso, se tiene que enfrentar en la actualidad
a retos de mucha envergadura en relación a la gestión de la diversidad religiosa. La
mayoría de los retos que plantea el pluralismo religioso están alrededor del papel que
tienen que jugar hoy las religiones en la esfera pública (escuela, calle, lugares de culto,
relacionas con las administraciones, hospitales...) (Fons, Luque y Forteza, 2013).
Paradójicamente, la mayor amplitud del campo religioso y, en consecuencia, un mercado
religioso más plural, vuelve a poner en el centro del debate social el papel de la religión.
Lejos de arrinconarse, la religión se reaviva como a elemento de debate.
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3. La IOR en Cataluña y las características de la práctica religiosa de los ortodoxos
rumanos en Catalunya
Como ya hemos señalado previamente, en Cataluña hay en la actualidad 14 lugares de
culto pertenecientes a la IOR, todos bajo la tutela del Patriarcado de Rumanía.
Las principales características de la práctica religiosa de los ortodoxos rumanos en
Cataluña no pueden entenderse sin hacer referencia explícita a los procesos de
inmigración que los acompañan. Principalmente son los creyentes de origen rumano
quienes mayoritariamente pertenecen y asisten a las iglesias, pese a que también se
encuentran minorías ortodoxas de otros países y también, aunque en mucha menor
medida, son muchas las comunidades que cuentan con un buen número de catalanes
conversos (Estruch, J. et al, 2004). En Cataluña, y también en el conjunto de España, la
membresía ortodoxa tiene prácticamente el mismo origen que la denominación nacional
de cada una de las Iglesias (Cazarin, 2012).
La IOR en Cataluña surge, pues, como necesidad de dar respuesta a las demandas y
necesidades de la comunidad rumana. Estas necesidades experimentaron un gran
crecimiento cuantitativo a partir del 1 de enero de 2007, fecha en la que Rumanía entró a
formar parte de la Unión Europea, en paralelo al importante aumento de nacionales
establecidos en territorio catalán.
Si bien la mayoría de los inmigrantes rumanos son de religión ortodoxa, muchos de ellos
son poco o nada practicantes (Pajares, M., 2007). En cualquier caso, de lo que no hay
duda es del destacado crecimiento de la implantación ortodoxa que presentan las iglesias
vinculadas al Patriarcado de Rumanía. Así, por ejemplo, si en 1980 se registra la Iglesia
Santísima Virgen María de Madrid, que durante más de veinte años es el único centro de
la IOR en España, con el cambio de milenio se incrementa su número de tal forma que en
el año 2015 son más de cien el número de centros de culto que la Iglesia Ortodoxa tiene
en España (Díez de Velasco, 2015).
Esta presencia de comunidades e iglesias ortodoxas rumanas en Cataluña no se
corresponde de modo equivalente al impacto e importancia que tienen en un escenario
global (Díez de Velasco, 2015). Así, por ejemplo, si en la actualidad la Iglesia Ortodoxa
Rusa es la más numerosa en el mundo, en Cataluña su impacto se ve muy superado por el
papel local que juega la IOR, circunstancia que se explica por la transcendencia de la
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inmigración rumana en Cataluña. Con Martínez-Ariño et al. (2012:126) diremos que “la
relación entre inmigración y diversidad religiosa se refleja en el aumento del número de
centros de culto de las diferentes tradiciones religiosas y en la pauta de distribución que
siguen éstos”.
3.1. Rumanos ortodoxos y sus procesos migratorios.
Que inmigración y religión van de la mano queda demostrado, tal y como sostiene
Stepick (2006), con numerosos estudios que ponen de manifiesto la importancia crucial
que adquiere la religión en los procesos migratorios. Pese a ello, muchos investigadores
sociales y especialistas en inmigración no han tenido suficiente en cuenta esta
importancia (Levitt y Jaworsky, 2007). Sostienen Cadge y Ecklund (2007) que hasta la
década de 1990 son relativamente pocos los sociólogos que abordaban la cuestión de la
importancia de las creencias religiosas, prácticas e iglesias en las vidas de los
inmigrantes, con algunas excepciones importantes como la de Haddad y Lummis (1987),
Kim (1981) o Shin y Park (1988). A partir de la década de los 90 diferentes sociólogos de
la religión comenzaron a realizar investigaciones sobre la vida religiosa de los
inmigrantes, principalmente a través del análisis de los patrones de migración de base
religiosa en los Estados Unidos y en el estudio de las diferentes confesiones y
comunidades en las que los inmigrantes se reúnen (Warner y Wittner, 1998).
Sin embargo, no hay que considerar que los flujos migratorios implican una translación
automática de la práctica y de la experiencia religiosa en el país de destino, de la misma
manera que se llevaba a cabo en el lugar de origen (Furseth y Repstad, 2006). No se trata
de una reproducción mimética, sino que se produce generalmente una transformación en
las múltiples dimensiones de esta experiencia: su expresión, la práctica, el tipo de
afiliación e incluso el tipo de organización comunitaria que se lleva a cabo (Davie, 2006).
En consecuencia, si migrar no significa necesariamente abandonar la religión de origen,
tampoco implica su reproducción mimética en el nuevo país. Más bien, en esta nueva
situación la religión adquiere un nuevo papel como el de conservar rasgos identitarios que
vinculan a los migrantes con su país y sus raíces culturales. Y no sólo porque la mayoría
de las ceremonias que se realizan sean en la lengua de origen (rumano), sino también
porque suponen un mecanismo de socialización para las segundas generaciones: “La
religión justamente juega el papel de territorio familiar en el que el lugar de culto es
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también en alguna medida parte de la patria abandonada y en ocasiones bastante
añorada.” (Díez de Velasco, 2015:41).
Los centros de culto, pues, en el caso de la inmigración no sólo tienen la función de ser el
espacio privilegiado para la oración y las prácticas litúrgicas, sino que juegan también
una importante tarea en la preservación de las identidades nacionales y culturales,
favorece su integración y facilita la socialización de las segundas generaciones: “El
centro de culto deviene el lugar donde se socializa a las llamadas segundas generaciones
en cuestiones religiosas pero también lingüísticas y culturales”. (Ariño et alt., 2012:124).
En el caso de los ortodoxos rumanos en Cataluña se puede comprobar cómo a través del
conocimiento de las actividades que se desarrollan en las diferentes parroquias, y el modo
en que estas se realizan, se constata cómo estos lugares suponen un espacio en el que los
asistentes renuevan sus lazos identitarios con un país y una comunidad cultural que
tuvieron que abandonar para mejorar sus condiciones económicas, un país y una cultura
de la que se sienten integrantes y cuya pertenencia no quieren olvidar (Díez de Velasco,
2015).
Esta vinculación identitaria con los centros de culto queda reforzada por el hecho
constatado de que los procesos migratorios rumanos en Cataluña se producen a través de
una red social que para Pajares (2007) es de pocos nodos o de una red social muy
debilitada que queda reducida a familiares y a amigos más cercanos, con lo que se
produce un mayor sentimiento de aislamiento social y cultural en la persona inmigrante.
Estas características de su red social se ponen también en evidencia por el hecho de que
los rumanos que están viniendo a España son de todas partes de Rumania; así como
también por el hecho de que, una vez aquí, se distribuyen por toda la geografía española.
3.2. Características de la religiosidad de los ortodoxos rumanos en Cataluña.
Las iglesias ortodoxas rumanas en la diáspora, como sucede con otras iglesias integradas
por personas inmigrantes que se encuentras alejados de sus países de origen, sufren
algunos cambios en las formas de organización, las corrientes doctrinales y/o el grado de
adhesión a la ortodoxia litúrgica en la medida en que estas comunidades de inmigrantes
contextualizan y adaptan la vivencia y la práctica religiosa al entorno de la sociedad
receptora (Martínez-Ariño et al, 2012).
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Así, por ejemplo, una de las primeras dificultades consiste en encontrar un lugar para
llevar a cabo las prácticas religiosas de la comunidad. Para solventar esta dificultad la
IOR ha contado con el apoyo y estrecha colaboración de la Iglesia Católica, puesto que,
al igual que en otros lugares de España (Mozota, 2013), esta última ha cedido templos y
ermitas para que determinados días y horarios fueran empleados por los ortodoxos para
sus prácticas litúrgicas. Así, por ejemplo, hasta que la comunidad ortodoxa en Barcelona
no dispuso de un templo propio que se inauguró a finales del 2014, el lugar de encuentro
habitual de los ortodoxos rumanos habían sido unos locales cedidos por la parroquia de
Sant Ferran, cerca de la Plaza de España.
La colaboración entre la Iglesia Católica y la IOR se debe en buena parte a que
comparten credo y sacramentos y reconocen la sucesión apostólica de los obispos, y a que
entre ellas no hay una competición que pueda acabar en conversiones de fieles de una
hacia otra. La colaboración entre ambas confesiones queda demostrada con los
matrimonios mixtos y el proceder de la IOR al respecto. La IOR no pone ningún
obstáculo para que se lleve a cabo estas uniones y se respetan los credos de ambos
cónyuges. En su mayoría prevalecen los matrimonios donde el hombre es español y la
mujer rumana, si bien ha habido españoles que, para contraer matrimonio, se han
convertido al rito ortodoxo rumano (Mozota, 2013).
También y en la medida en que no todos los ortodoxos disponen de un templo propio, en
la mayoría de iglesias ortodoxas rumanas se prestan servicios religiosos a todos los
ortodoxos con independencia de su patriarcado de pertenencia. Las dificultades
económicas y la movilidad laboral de los inmigrantes impiden asentar diferentes iglesias
ortodoxas de todos los patriarcados en todo el territorio (Buades y Fernández, 2007).
Finalmente, convendría destacar que las principales fiestas en torno a las cuales se
congregan los fieles rumanos son la del titular de cada parroquia, la del primero de
diciembre (fiesta nacional de Rumanía) y el ciclo litúrgico cristiano que queda
constituido por la Pascua, el Domingo de Pentecostés, el Bautismo del Señor o las fiestas
de la Virgen.
Las principales dificultades con las que se encuentran las comunidades ortodoxas
rumanas para llevar a cabo sus celebraciones están relacionadas con la exigencia de dar
procesionalmente la vuelta a la iglesia, especialmente cuando existen impedimentos
arquitectónicos para realizarlo al estar ubicada la parroquia en un local comercial o en
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una manzana bastante extensa. Sin embargo, y de forma general, podría decirse que los
problemas que afirman tener proceden de la necesidad de consolidar su identidad y
tradición cultural y religiosa en la sociedad española (Buades y Fernández, 2007).
A modo de síntesis podría decirse que la relación de los ortodoxos rumanos con sus
iglesias se produce, en consecuencia, por una diversidad de motivaciones, que incluye las
de apoyo religioso y espiritual, pero también las de carácter cultural y las necesidades de
proporcionarse diferentes formas de apoyo mutuo. Sin embargo, no podemos avanzar
cifras de asistencia ni de práctica religiosa extraídas de las propias comunidades ya que
no existe censo ni registro alguno que así lo permita. Las entrevistas a los sacerdotes
muestran las percepciones que ellos tienen sobre la asiduidad de la feligresía pero no
aportan datos sustantivos al respecto.
4. La aparición y el refuerzo del vínculo religioso durante el proceso migratorio
Según la lógica de la teoría clásica de la secularización, parecería razonable pensar que
los individuos irían abandonando progresivamente la religión a medida que se afianzara
su proceso migratorio, o dicho de otra manera, cuánto más tiempo de residencia en el país
europeo, menor importancia de la religión en la configuración de la vida de la persona.
Aun así, algunos autores que han analizado la conexión entre los procesos migratorios y
la experiencia religiosa de las personas que los protagonizan, han llegado a matizar y a
concluir tendencias opuestas a esta visión tan lineal de la secularización, determinando
que lejos de desaparecer, la religión se fortalece en la experiencia migratoria de las
personas (Ebaugh y Chaftez, 2000; Kim y Kim, 2001; Warner y Wittner, 1998; Menjívar,
2003). Por tanto, algunas evidencias empíricas, como las derivadas del estudio de las
comunidades de creyentes rumanos en Cataluña, nos llevan a señalar la existencia de una
especie de renacimiento de la religión entre los inmigrantes. En algunos casos hablamos
de la aparición del vínculo religioso, cuando las personas no se consideraban creyentes
previamente; en otros casos, hablamos de refuerzo del vínculo religioso, cuando las
personas manifiestan no haber mantenido práctica religiosa aunque se consideren
cristianas.
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El estudio de las comunidades religiosas en contextos migratorios nos advierte del hecho
diferencial de la vivencia y desarrollo de la religión en el lugar de acogida respecto a la
práctica y vivencia religiosa en el lugar de origen. En el estudio sobre las comunidades
religiosas inmigradas en los Estados Unidos, Yang y Ebaugh (2001) observaron la
manera en que las comunidades han redefinido los límites de los rituales, la organización
y la cultura religiosa para adaptarse a la sociedad de acogida y para ampliar su base social
a personas procedentes otras nacionalidades y etnias. Además añaden que este
comportamiento social no es específico de un proceso de “americanización”, sino que se
puede observar en otros países con mayor o menor intensidad.
Otros estudios han reforzado la tesis de la especificidad religiosa en contexto migratorio,
como por ejemplo el llevado a cabo por Wang y Yang (2006) en el que a través de
entrevistas en profundidad en dos comunidades diferentes de estudiantes chinos en
universidades norteamericanas, observaron cómo los contextos culturales y sociales del
país de origen (en este caso China) prevalecen en los relatos de la conversión y de la
opción por distintas iglesias cristianas. En general, son numerosos los estudios sobre el
papel que juegan las diferentes confesiones en la prestación de servicios formales e
informales que ofrecen a los inmigrantes en su proceso de adaptación, como por ejemplo
Bankston y Zhou (1996), Cadge y Ecklund (2006), Ebaugh y Chafetz (2000), Hurh y
Kim (1990) o Min (1992).
Los lugares de culto de la iglesia ortodoxa rumana adquieren de esta forma una nueva
función más allá de la estrictamente religiosa, puesto que pone en contacto a las personas
inmigradas que sirve, como se ha visto, para facilitar sus procesos de asimilación y
aculturación2. Sin embargo, a esta función de las iglesias ortodoxas relacionadas con la
identidad cultural se añaden otras relacionadas con la ayuda mutua, puesto que en estos
lugares de culto también se facilitan contactos, dinero, acogida en destino, acceso al
trabajo, etc. Así, por ejemplo, puede observarse cómo a las puertas de las iglesias, durante
toda la mañana de los domingos, hay grupos de rumanos charlando e intercambiando
información sobre el alquiler de habitaciones, los contactos para el empleo, etc. También
en algunas iglesias, como por ejemplo la de Barcelona, hay un tablón de anuncios en el
2 El estudio de los procesos de asimilación y aculturación puede encontrarse en los ya clásicos estudios de
la sociología de la religión norteamericana en los cuales se explica cuál es la importancia de los centros
de culto para reforzar la identidad cultural de los inmigrantes y su relación con la cultura de los países de
acogida. Entre estos estudios pueden citarse los de Barton, 1975; Janowitz, 1966; Kayal, 1973; Mol,
1961, 1971; Russo, 1969 o Tomasi, 1970.
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que se exhiben textos escritos a mano y en rumano ofreciendo y demandando servicios
(Pajares, 2007).
Para analizar con una mayor amplitud el fenómeno del refuerzo religioso tenemos que
abordar el estudio del contexto del proceso migratorio en sí mismo, en especial:
a) la oportunidad de acceso a recursos como, por ejemplo, la vivienda, el trabajo o el
apoyo a la socialización de los jóvenes; b) la existencia o no de comunidades nacionales
instaladas en el territorio y su papel de mediación entre la sociedad de acogida y la
persona migrante; y c) las relacionas de la comunidad religiosa con la sociedad civil y con
las instituciones.
De cada uno de estos tres ámbitos de estudio podemos extraer algunas conclusiones
derivadas de las entrevistas realizadas:
a) Respeto a la oportunidad de acceso a los recursos (fundamentalmente vivienda y
trabajo) por parte de las personas inmigradas.
- Cuánto mayores son las posibilidades de acceso al trabajo, las personas recurren en
menor medida a entidades mediadoras, entre las que destacan las parroquias. Este
comportamiento está estrechamente relacionado con la apertura del mercado de trabajo o,
si se prefiere, con la mayor o menor segmentación del mismo. A los mercados de trabajo
fuertemente segmentados, les corresponde una mayor necesidad de recurrir a entidades
mediadoras para garantizar la entrada y, en su caso, el acceso a otros segmentos del
mercado de trabajo. En este sentido, el sacerdote y las personas más vinculadas a él,
juegan un papel muy relevante en la orientación laboral y en la investigación de
oportunidades de trabajo.
- El acceso a una zona residencial y, por tanto a la vivienda, a menudo está mediado por
los contactos de otros nacionales ya instalados. El sacerdote actúa también como buscador
y orientador a la hora de instalarse.
El vínculo religioso queda reforzado por la capacidad de la parroquia no sólo de atender
las necesidades espirituales y cultuales sino también por proporcionar información,
recursos y ayuda a los fieles de su comunidad. La iglesia se convierte en un centro en el
que se comparten experiencias e información sobre posibles oportunidades laborales,
15
recomendaciones o establecimiento de futuros contactos que pueden resultar provechosos.
En cuanto a facilitar ayuda y recursos, los sacerdotes de la IOR admiten que les resulta
muy difícil poder competir con la masiva oferta que pueden llegar a hacer otras religiones
como pueden ser las llamadas “neoprotestantes”. Alguno de los religiosos entrevistados
está convencido que las conversiones al protestantismo pentecostal se debe
principalmente a que “se van porque éstos tienen posibilidades de ayudarles
materialmente y le han ofrecido puestos de trabajo. Espacialmente estos lo tienen muy
bien. (...) Le parece más fascinante que se cantan, instrumentos no sé qué, más modernos
y que le gusta más a ellos, pero más de todo, más de todo es la apoyo material”.
Partiendo de la base de que los recursos de la parroquia suelen ser limitados, éstos se
entregan o reparten entre los fieles de una forma sincera pero limitada. Se trata sobre todo
de ayudas para personas que han sufrido algún tipo de desgracia personal y no pueden
pagar los costes de un viaje o en los casos de una defunción, la parroquia puede llegar a
hacerse cargo del traslado de los restos del difunto a su localidad natal en Rumanía. Estas
ayudas no son infrecuentes pues “Cosas de estas. Esto lo hacemos habitual. No hay
semana sin cosas de estas. No de difuntos... pero de ayudar. Cada semana”. También
debemos destacar que en caso de catástrofes naturales en Rumanía las parroquias pueden
llegar a hacer aportaciones en dinero y especie para los damnificados. Lógicamente esto
incrementa la confianza y la voluntad de los fieles en permanecer y participar en la
comunidad religiosa. Todo parroquiano sabe que puede contar con la ayuda de la iglesia
en cualquier momento y, aparte de reforzar su lealtad hacia ella también le da la seguridad
de que disfrutará de estos pequeños pero importantes beneficios (especialmente cuando
uno está tan lejos de su patria natal) a diferencia de aquellos rumanos que no pertenecen a
la comunidad. Muchos de los inmigrantes rumanos, que se habían planteado una estancia
más o menos breve, han acabado por establecerse de forma permanente y llevan ya mucho
tiempo en Cataluña. Uno de los sacerdotes entrevistados declaraba respecto a esto que:
“Porque cuando han venido aquí, siempre nos cuentan “Hemos pensado ir a España
para dos o cinco años...” y ya llevan 15”. Esto ha provocado que los hijos nacidos en
nuestro país acaben perdiendo parte de su cultura rumana y las familias se planteen el
regreso a Rumanía como algo casi utópico. Esto sucede incluso dentro de las familias de
los propios religiosos que se enfrentan al mismo dilema del posible fracaso escolar de sus
vástagos adolescentes y nos explican que “Para unos, ahora es difícil de...como para mí.
¿Qué hago si volvemos mañana a Rumanía sin bachillerato? Nunca lo va a conseguir en
16
Rumanía, porque nunca ha hecho ni un día de escuela todo esta. El habla más catalán
que castellano. Más que yo”.
b) Respecto a la existencia o no de comunidades nacionales instaladas en el territorio y el
papel que estas comunidades juegan en el proceso migratorio individual.
- Cuánto más tiempo llevan instaladas las comunidades en el territorio y cuanto más
definidas están, mayor probabilidad de refuerzo del vínculo religioso. La antigüedad de la
presencia migratoria y la formación de comunidades como consecuencia de la antigüedad
son factores que afectan la mayor o menor definición de las comunidades. Para que exista
una comunidad de feligreses estable es necesario –aunque no imprescindible– una
determinada densidad de contactos que tiene como consecuencia aquella mayor
definición. Nos encontramos que, para el caso del estudio que nos ocupa, las comunidades
vienen mayormente definidas por el hecho de compartir diferentes tipos de recursos entre
los que juegan un importante papel los de tipo identitario, emocional y espiritual, que sin
duda contribuyen al bienestar individual y a aumentar el grado de cohesión social. En esta
situación de intercambio de recursos, la Iglesia y la comunidad de feligreses tienen un
papel relevante, hecho que contribuye a que personas no practicantes en el lugar de origen
o incluso que se definían como no religiosas, aparecen ahora como protagonistas del
vínculo religioso.
El mantenimiento de la tradición es una constante repetida tanto por sacerdotes como por
los fieles con los que hemos podido contactar. De esta forma tan clara lo expresó uno de
nuestro entrevistados “Cuando marchas de casa y pasas por la Iglesia te sientes como en
tu país. La tradición jamás se olvida”. Llega a ser esto tan importante para ellos que
incluso individuos que en origen eran poco dados a acudir a los servicios religiosos en su
tierra de Rumanía, una vez llegados aquí acaban colaborando y participando activamente
en la vida cotidiana de la iglesia de su parroquia. En una de los encuentros habidos, un
religioso nos lo explicaba así de claro “Si lo preguntas a la iglesia hay pocos que digan
que “yo cada domingo participaba a la misa a Rumanía”. Pocos, muy pocos. La
mayoría, aquí participan”. Al ser preguntado por los motivos que podían haber tras esta
repentina participación activa en la comunidad religiosa, el mismo sacerdote anterior no
dudaba en referir que “Hay un sentimiento de nacionalidad. La Iglesia. Y de
“singularidad”[= del rumano “singuratate”, soledad o “singur” solo] aquí y necesita a
17
Dios y después, lo segundo esto, que es el único lugar de …encuentro de los rumanos.
Allí se conocen, hacen amistades”. La iglesia se convierte, pues, no ya en un centro
religioso sino también en un núcleo de afianzamiento identitario a la par que en un lugar
de interrelación e intercambio de información: “no hay otro lugar donde “ne”
encontramos los rumanos, sólo la Iglesia, por desgracia. No tenemos... una oficina o
así...”.
Una demanda relacionada con el espacio es la de un local para poder realizar actividades
culturales y educativas para los más pequeños de la comunidad. Las parroquias de la IOR
suelen carecer de locales de este tipo aun tratándose de una comunidad joven con
frecuente presencia de menores. Los sacerdotes suelen aspirar a poder tener este tipo de
infraestructura ya que esto les permitiría poder estar más en contacto con los miembros
más jóvenes de la comunidad además de permitir tanto una mayor sociabilidad interna
como, y esto es un punto a tener en cuenta, evitar el “olvido” de los fundamentos básicos
de la cultura rumana (lengua, historia y geografía). Los religiosos destacan con
resignación como observan con el paso del tiempo la pérdida de capacidad idiomática y,
por tanto a largo plazo, creencia religiosa, en los más pequeños y adolescentes debido a la
adaptación de éstos a la cultura receptora española. Para paliar este déficit, en días de
entre semana las parroquias pueden ofrecer talleres o cursos impartidos por miembros
titulados de la comunidad y dirigidos a los menores. En general, este rol suele ser
adoptado por la esposa del sacerdote, siempre y cuando esté titulada y capacitada para
ello. Algunas de las mujeres suelen ser licenciadas en literatura rumana, pedagogía o
geografía e historia y eso les facilita poder realizar esta actividad. Estas actividades se
convierten en una buena oportunidad para la iglesia en convertirse en un motor de
dinamización y refuerzo del sentimiento nacional – religioso.
c) Respecto a las relaciones de la comunidad religiosa con la sociedad civil y con las
instituciones.
- La interacción entre la comunidad de inmigrantes y la sociedad y sus instituciones se
refuerza con el papel central de algunos agentes mediadores entre los que se encuentran
los sacerdotes de las diferentes parroquias. Hay que anotar que no son sólo los sacerdotes
los únicos mediadores entre los miembros de la comunidad y las instituciones y entidades
sociales, sino que este papel de mediación se reparte entre varios miembros de la
18
comunidad. Aun así, la observación realizada sobre estas comunidades de feligreses ha
permitido identificar la vinculación de muchas de estas personas a la parroquia, formando
un grupo de referencia para los inmigrantes sobre todo en las primeras etapas del proceso
migratorio que coinciden con la llegada al país, el asentamiento residencial y la acogida
dentro de la comunidad. De las entrevistas realizadas se desprende que muchas personas
que eran escasamente y/o puntualmente practicantes en el país de origen, presentan una
mayor frecuencia de asistencia a los actos religiosos organizados por la parroquia en el
entorno comunitario.
En las entrevistas a los sacerdotes ortodoxos parece que hay una idea clara y compartida,
el hecho que muchos feligreses no eran practicantes o eran escasamente practicantes en el
lugar de origen, mientras que aquí frecuentan más la iglesia. Cuando se los interroga por
las razones, además de las estrictamente espirituales, aparecen enseguida razones
prácticas: aquí encuentran cobijo, personas que los ayudan en los trámites
administrativos, oportunidades de trabajo, intercambios de favores relativos a las familias
como el cuidado de los hijos, ayuda en los estudios, traducción de documentos, etc. Es
decir, la comunidad religiosa provee servicios que los tendrían que buscar en otro lugar y
que probablemente no podrían costear a precios de mercado. Es evidente que la
adscripción religiosa o el refuerzo de la misma no se pueden explicar exclusivamente
como el resultado de un intercambio de recursos, pero nosotros creemos que este aspecto
se tiene que tener en cuenta a la hora de entender la mayor frecuentación a la Iglesia y la
mayor práctica religiosa siempre si la comparamos con la que tenían antes de realizar su
proceso migratorio. Los propios sacerdotes son también de esta opinión, aunque algunos
la matizan puesto que prefieren ver un sentimiento más profundo de fe religiosa que no
una adscripción utilitarista. Por tanto, en este proceso de refuerzo del vínculo religioso
juega un papel importante la posición de la propia iglesia como proveedora de recursos y
captadora de feligreses.
Finalmente, es importante destacar que la figura del sacerdote no sólo es un referente y
una primera ayuda para los recién llegados que precisan de información y servicio de
traducción para instalarse, sino que realiza labores importantes en la reintegración social
de evidentes casos de exclusión. Uno de los testimonios a los que hemos entrevistado nos
contaba como gracias a su labor pastoral “convertí prostitutas que ahora están casadas.
Tiene niños, familias, trabajan...Ladrones de tarjetas, que ahora están camioneros. Este
19
es mi trabajo... Bueno, porque ellos también han querido. No es que... no puedo yo
obligar a nadie, pero desde nuestra colaboración se han cambiado la vida”. El mismo
sacerdote destaca con satisfacción como antiguos presidiarios “... que han salido de
cárcel, ahora vienen a iglesia. A misa. Antes no acudía a la iglesia... y ahora acuden”.
Un tema tangencial pero importante para las iglesias es su sostenimiento económico y que
tiene que ver con el sistema de relaciones del propio sacerdote y de la comunidad. La
disponibilidad de recursos económicos suele ser variable, dependiendo enormemente del
tamaño de la comunidad (lo cual está directamente vinculado a la generosidad en las
aportaciones para el mantenimiento y sostén del sacerdote y el culto) y de su prosperidad.
También influye la capacidad individual del párroco para encontrar ayudas y otros
recursos a través de la Administración aunque esto suele ser algo más inusual pues todos
los religiosos entrevistados coinciden en que lo único que precisan de la Administración
son más facilidades que subvenciones y, en general, “normalmente, no....no queremos
molestar mucho”. En los casos en que la comunidad de fieles es pequeña y las
aportaciones son escasas, el sacerdote se ve obligado a trabajar para poder mantenerse él y
su familia. Normalmente la esposa del párroco, ya trabaje éste o no, tiene un trabajo que
incorpora un ingreso más a la familia. Los trabajos de la mujer acostumbran a estar por
debajo de su nivel académico, mayoritariamente en el sector de la limpieza o del trabajo
doméstico. Por lo que se refiere al trabajo de los sacerdotes, éstos suelen optar
mayoritariamente por la construcción o el trabajo en el campo. Otra fuente de ingresos, a
todas luces escasa e insuficiente, es la paga que reciben los sacerdotes por parte del
Estado rumano o por parte del obispado.
Las donaciones relacionadas con las festividades y celebraciones ordinarias (Navidad,
Pascua) y las extraordinarias, muy vinculadas a los ritos de paso (bautizos, enlaces
matrimoniales, inauguración de un hogar) por estar tarifadas suelen ser fuentes de
ingresos excepcionales y que ayudan al presupuesto parroquial. Además, los parroquianos
proporcionan una cuota fija mensual para cubrir los gastos de mantenimiento y pago de
alquiler.
En momentos de aportaciones económicas escasas la búsqueda de recursos monetarios
puede llegar a convertirse en un tema principal de conversación. Esto se ve acrecentado
cuando en los límites o dentro de la propia circunscripción parroquial existen otras
20
parroquias más prósperas que puedan atraer a una ya de por sí dispersa comunidad
rumana.
Muy vinculado a esta dispersión territorial de la feligresía está el hecho de que el
sacerdote se tiene que desplazar con frecuencia por todo el territorio que abarca su
parroquia. En ocasiones, dicho territorio comprende varias comarcas. Ello hace más
compleja, si cabe, la labor pastoral de contacto con los fieles. A esto los sacerdotes
responden estoicamente que esa actividad forma parte de su misión aunque admiten que
les dificulta mantener el pulso real de su comunidad y atender las necesidades cotidianas
de los fieles y que les gustaría que esto no fuera así. Así lo transmitió uno de los
entrevistados, expresando su frustración por no poder conocer mejor a sus fieles:
“gasto...tiempo, tiempo para desplazamientos y que no estoy muy en contacto con...
estamos en contacto pero no como... me gustaría. Para conocerlos mejor”.
Desafortunadamente, como las parroquias se tienen que mantener directamente de los
fieles, éstas no pueden ser fundadas en aldeas o pueblos donde el número de personas no
permita la subsistencia del sacerdote. A lo sumo, si existen algunos centros pequeños pero
a la vez con cierto peso demográfico (producto del azar de la dinámica migratoria y del
mercado de trabajo), se acaba estableciendo lo que se llama una “filie”, es decir una
“filial” de la parroquia central o principal. De esa manera, el culto y las necesidades de los
creyentes quedan cubiertas mínimamente. Sin embargo, eso implicará que el sacerdote
tiene que dividir su tiempo entre su parroquia principal y el resto de “filies”. De todas
formas, no hemos encontrado que haya más de dos “filies” por parroquia.
5. Discusión y líneas de estudio
La novedad de este estudio está en el propio objeto de análisis, esto es, la IOR en
Cataluña. Si bien existen estudios sobre esta iglesia a nivel de todo el Estado, falta una
radiografía más detallada de las comunidades de creyentes ortodoxos rumanos que operan
en territorio catalán.
Hemos optado por un enfoque teórico muy próximo a la economía de la religión
entendiendo la expansión de la IOR en Cataluña como derivada de la oferta que la Iglesia
realiza entre la comunidad inmigrada. Lógicamente este enfoque tiene limitaciones a la
hora de explicar la adscripción religiosa al focalizarla fuertemente sobre el intercambio de
21
recursos, pero como ya advertimos previamente, somos de la opinión de que esta es una
aproximación más que no tiene por qué negar o substituir otras que puedan acompañarla.
De aquí la necesidad de profundizar también en el sentido que los propios actores dan a
sus actos religiosos y a su adscripción a la IOR. Para ello, en la investigación se plantea
realizar entrevistas en profundidad a los feligreses, entrevistas que en esta etapa del
estudio aún no se han llevado a cabo.
Una dificultad con la que nos encontramos es la de delimitar el alcance de las diferentes
parroquias de la IOR entre la comunidad o las comunidades rumanas. No es posible
conocer con exactitud qué porcentaje de rumanos y rumanas asisten asiduamente o
esporádicamente a los actos religiosos de la IOR, cuántos se consideran creyentes y su
nivel de práctica. Nos podemos aproximar a través de los testimonios de los sacerdotes
pero hay que tener en cuenta que es una información no concluyente.
La presencia de las iglesias de la IOR no está exenta de problemas de diferente índole que
hay que ir analizando por separado aunque formen parte de un contexto general. Por un
lado, está el problema de la ubicación geográfica, no solo en lo que respecta a la búsqueda
de un local que garantice unos mínimos para la celebración del culto. También hay que
abordar la competencia entre las parroquias que pueden llegar a disputarse una misma
feligresía, más teniendo en cuenta que son iglesias que se autofinancian totalmente. Otro
problema es la financiación de la iglesia que, como decimos, procede muy
mayoritariamente de los ingresos que voluntariamente aporta la feligresía. Estos ingresos
varían enormemente de una parroquia a otra, dando como resultado una distinción entre lo
que podríamos denominar “parroquias ricas” y “parroquias pobres”. Este hecho afecta
considerablemente las posibilidades que tiene el rector de la parroquia de poder llegar a
más o menos gente y en las condiciones en las que llega, y también el nivel de recursos
que puede aportar una parroquia frente a otra. Las parroquias con mayores recursos
monetarios pueden ofrecer mejores servicios a los feligreses, hecho que refuerza su
situación y su capacidad de captar más feligreses. Cuantos más feligreses tiene una
parroquia, más recursos monetarios capta.
Otra cuestión de interés para el estudio de la IOR es la estructura en red de las
comunidades de feligreses. Este es un análisis que pretendemos realizar a través de
cuestionario autoadministrado en una segunda fase de la investigación. Podemos avanzar
22
algunas percepciones cualitativas respecto a estas redes. La comunidad de fieles genera
redes alrededor de algunas determinadas personas que van enlazando a las personas de
forma concéntrica. Uno de los mayores protagonismos en la red corresponde al sacerdote
y a su núcleo familiar más cercano en el caso de que tenga mujer e hijos/as. A partir de
aquí, el sacerdote es acompañado por un núcleo muy cercano en el que se apoya para ir
construyendo la red de relaciones. En la red hay un elevado intercambio de recursos de
todo tipo.
Un primer análisis, que cabe profundizar, muestra que los feligreses de la IOR no tienen
una elevada participación en entidades y/o asociaciones de la sociedad civil de acogida.
Probablemente una parte de la adscripción a la IOR pueda explicarse también por esta
falta de participación. En la medida en que la IOR se fortalece, la comunidad de
nacionales tiende a desarrollar sus actividades culturales, lúdicas y festivas alrededor de la
iglesia. Sin embargo, esto no quiere decir que estemos ante comunidades cerradas e
impermeables a la influencia de la sociedad de acogida. El ejemplo de ello es el
aprendizaje y uso del catalán: tras pocos años de estancia, muchos de los rumanos
residentes lo utilizan de forma habitual. El hecho de tener un vínculo fuerte con la iglesia
no impide a la mayoría de feligreses participar de actos culturales, festivos y deportivos
organizados en el municipio por otras entidades.
23
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