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64 l Martes 23 de agosto de 2016

En la última

«Hace falta una arquitectura más cercana a la gente

y a los barrios» LAURA FLORENTÍN

Estudiante de Arquitectura

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Una de mis mejores amigas va a ser madre. Pongo mi oído en su vientre, como si espiara a un ve-cino a través de una pared, y me parece oír el latido de un corazón chiquitín. Estamos en el campo, de pie bajo un ciruelo de dulce aroma. Nos hemos puesto som-breros y gafas de sol. Posamos sonrientes para la cámara. Me da un poco de reparo mostrarme de-

masiado feliz. Como soy de natu-raleza desconfiada tengo miedo de que los hados puedan arreba-tarme este instante de felicidad si la exhibo descaradamente. Cru-zamos el río Aranda y seguimos hasta la Juntura con el río Isuela. Un par de niños juegan en el agua con barquitos de plástico que po-nen sobre la corriente y recogen un poco más abajo, casi donde

muere el río. El agua del río Isuela es más clara que la del río Aranda. Por las alturas planean majestuo-sos buitres de alas brillantes que me hacen pensar en los ángeles cinematográficos de Wim Wen-ders. Es uno de esos momentos en los que querría ser capaz de pronunciar una frase elocuente, profunda y filosófica, pero lo úni-co que se me ocurre es preguntar

a uno de los niños si el agua está muy fría. El niño me mira extra-ñado. Está normal, responde con cierta displicencia. Mi amiga dice que huele a hierbabuena. Desde que está embarazada su olfato se ha agudizado, y el mío también. Hay tanta vegetación que nos cuesta dar con la planta aromáti-ca. También huele a río, a meloco-tones, a hinojo y a eternidad.

¿Qué supone para el desarrollo de su carrera haber ganado el concurso de la Fundación Arquia Caja de Arquitectos? Es una gran oportunidad poder acceder a un despacho de arqui-tectos tan importante como es Ábalos+Sentkiewicz en Madrid, con oficinas también en Estados Unidos o China. Empezar mi de-sarrollo profesional allí es ilusio-nante. Tengo muchas ganas. ¿Participaron en el concurso de Arquia muchos estudiantes? Se presentaron 294 de toda Espa-ña en la modalidad de concurso y somos 10 los elegidos para es-tas becas que se reparten geográ-ficamente. De la Escuela de Inge-niería y Arquitectura de Zarago-za (Eina) me la han dado a mí. El proyecto que diseñó para el concurso, ‘Vértigo y silencio’, ¿le costó mucho prepararlo? Tuve poco tiempo. Busqué una idea muy potente para un tema, ‘La capilla laica’, que venía dado por uno de los miembros del ju-

rado, el arquitecto Jordi Badia, que planteaba diseñar un espacio singular para la plaza de las Glo-rias que fuese un icono de la Bar-celona contemporánea. Quería que, como las antiguas catedra-les, que ocupaban la centralidad de las ciudades, fuese un espacio de espiritualidad. Busqué vaciar un espacio y convertirlo en un re-fugio de silencio, penumbra y re-flexión en el ruido de la gran ciu-dad. Los concursos son muy complicados, pero salió bien. ¿Y ahora qué? Estoy esperando que me digan cuándo me incorporo al despa-cho. Antes de ir a Madrid, me gustaría entregar el proyecto fin de carrera. Es una escuela de jar-dinería en la huerta del barrio de las Fuentes. A la salida del Ebro en Zaragoza hay un soto muy bo-nito, para el que he propuesto una arquitectura ligera que combina un espacio para cultivar y otro en aula para estar dentro y fuera, en contacto con la naturaleza.

Laura Florentín, ganadora de una de las becas Arquia. RAQUEL LABODÍA

EL PERSONAJE

Con 24 años, esta joven nacida en Fraga (Huesca) ha consegui-do una de las becas de la Fun-dación Arquia para empezar su carrera profesional en un pres-tigioso despacho de Madrid

que puedes volver cuando termi-nas y seguir estudiando en tu fa-cultad. En realidad, es como si no te hubieras ido, pero marcharte a trabajar es otro tema. Y si pudiera seguir en Zaragoza, ¿cómo la mejoraría desde el punto de vista urbanístico? En la facultad hemos estado tra-bajando mucho en la rehabilita-ción de las periferias urbanas, buscando darles un uso que pue-da atraer gente a barrios que es-tán un poco aislados o que les fal-ta comunicación con el centro. ¿A la ciudad le falta cohesión? En el centro se han hecho muchas cosas, unas mejores y otras peo-res, pero en los barrios queda mucho por hacer. ¿Qué piensa del ‘star system’ en la arquitectura internacional? Se han hecho demasiados edifi-cios como símbolos y muchas ve-ces no hacen falta tantos grandes gestos sino una arquitectura que sea más para la gente y que esté más cercana a los barrios. Pienso que hay que tener más en cuenta el sentimiento de donde constru-yes y ser más receptivo a las par-ticularidades del lugar. En esa vo-luntad de hacer solo grandes edi-ficios o iconos, eso se pierde. ¿No habría que buscar un uso a los edificios antes de hacerlos? Sí, hace falta la sostenibilidad a nivel social porque un edificio sin uso es una pérdida muy grande. Hay que buscar edificios que puedan ser reconvertibles y úti-les para la gente de la ciudad.

M. LLORENTE

LA COLUMNA Cristina Grande

Aroma de verano

¿Qué le llevó a estudiar arquitec-tura en plena crisis? Lo tuve muy claro desde bachi-ller. Me gustaba el dibujo técnico. Aunque ya veía que la cosa en ese momento no iba muy bien, me lancé. Todo el mundo me decía: ‘qué haces estudiando arquitec-tura’, y mi respuesta era siempre ‘bueno, es lo que quiero’. Tam-bién se aprenden cosas, puede ser que más en tiempos difíciles.

¿Cómo imagina su futuro labo-ral? ¿Pasa por irse o quedarse? No lo sé. En Ábalos son seis me-ses de prácticas y después ya ve-remos. En Madrid hay más opor-tunidades que en Zaragoza. Tam-poco tendría problema en mar-charme fuera. De hecho, ya hizo un Erasmus en la capital portuguesa, ¿no? Sí, en Lisboa, pero a un Erasmus es muy fácil irse porque sabes

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