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El Secuestro hacia lo Desconocido :
In Memoriam Armando Luna Ponce
Carlos Alejandro Ponzio de Len
Armando estaba convencido de que sus alumnos realmente aprendan a
componer, no tanto dentro de su Taller de Composicin, sino en su clase de
Instrumentacin - Orquestacin, transcribiendo a los Grandes. Nunca aceptaba como
alumno de composicin a alguien que no hubiese estudiado Contrapunto. La Armona
moderna no le pareca tan importante, eso se poda ir aprendiendo de un libro como el de
Persichetti, al mismo tiempo que se escriba. Jams recomendaba componer frente al
piano ni en un teclado midi: uno se limitara a escribir nicamente lo que es capaz de
tocar, y dadas las limitaciones al teclado de algunos de sus alumnos, era importante
seguir el consejo. Pero no evitaba experimentar sonoridades, ni al piano ni en en
cualquier otro instrumento, antes de planear una obra. Exiga no escuchar la pieza hasta
que no estuviese concluida. Desconfiaba totalmente de su propio gusto musical, influido
por lo que ya haban escrito otros compositores (camino seguro a la trivialidad sonora
para un compositor nuevo). Le pareca imposible que alguien pudiese convertirse en
compositor si no contaba con una cultura musical extraordinariamente amplia. Por ello,
sola prestar a sus alumnos un disco duro con su acervo personal de msica en formato
digital, y recomendaba escuchar msica con la partitura en la mano. Al inicio, peda a sus
alumnos escribir en papel, luego les permita hacerlo directamente en la computadora. l,
por supuesto, escriba directo en el software. Planificaba sus obras a la Stravinsky, y a
sus planes les llamaba mapas. Compona aislado del mundo, encerrndose en su casa, a
veces en penumbra, a la luz de unas velas, de prisa, bajo presin. Dejaba de asistir a los
Conservatorios, de dar clases. As era al menos cuando yo lo conoc.
Cuando lo conoc a los 35 aos, l tena 45 y despreciaba la ambicin de fama o
reconocimiento. Senta que a esa edad, el medio artstico ejecutante apenas comenzaba
a distinguir sus piezas. Y sospechaba que morira pronto. A partir del prximo ao es
factible; antes de los cincuenta, seguro, me dijo en un viaje por carretera. Y en ese
momento, an le faltaba escribir su Sinfona No. 2, su Concierto para 2 Arpas, su
Concierto para Flauta, su Concierto para Piano, y su Quinteto con Clarinete.
Crea en el destino. Si en tu camino est escribir msica, vas a componer, tomes
o no clases conmigo, o las tomes o no con alguien ms, respondi, meses despus de
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que lo conoc, cuando le expliqu que por razones de trabajo deba dejar de asistir a su
clase de Instrumentacin. Infiero que tambin crea en Dios, aunque pblicamente fuera
escptico ante la visin tradicional que la sociedad o la iglesia sostienen al respecto. De
sus clases comprend, sospech, que escriba melodas a partir de las publicadas en el
Liber Usualis, y entiendo que en ocasiones empleaba el Rosario para establecer series.
Las notas del Dies Irae Gregoriano son una constante en muchas de sus obras, y
regularmente, Armando me preguntaba si yo crea en Dios. Nunca me atrev a preguntarle
si l crea en Dios. Yo senta que me cuestionaba, porque deba realizar el chequeo
regular y comprobar que yo estuviera siguiendo el camino correcto en mi aprendizaje.
Algunos de sus alumnos ms cercanos, los jvenes, pensaban que a Dios, Armando lo
identificaba con el bien; pero sospecho que al compositor, en realidad le llamaban la
atencin los aspectos ms duros y crudos que el Ser superior puede imponer a la
humanidad.
Entre sus compaeros de generacin, siempre lo recordaron por sus
extraordinarios conocimientos de Orquestacin an desde que era estudiante. Y tambin
porque era el portero del Conservatorio. La impaciencia que tuvo con algunos, se
trasladara posteriormente hacia quienes seran, aos despus, sus alumnos. Yo haba
presenciado cmo, en el saln de clases, revisando partituras, les poda destrozar el
corazn a algunos aspirantes a compositor. Nunca en mi vida conoc a un docente ms
duro, ms incisivo, ms despiadado. Confieso que me daba miedo que algn da me
revisara alguna partitura. Pero si Mario Lavista me haba enviado con l, era por algo.
Decid quedarme. Durante la niez, a m me haba tocado escuchar los golpes de los
reglazos que algunas maestras dieron en las manos a mis compaeros. Pero la rudeza de
Armando era nica. Y su seguridad para revisar tareas y para componer y orquestar,
eran an mayores. Por eso, cuando por primera vez coloqu una partitura ma sobre su
escritorio tuve que confesrselo, senta ganas de vomitar. Entonces, vas bien, me dijo, y
tom mi libreta de pasta negra, un engargolado de cien hojas tamao legal, con veinte
pentagramas por hoja. Comenz a revisar.
Meses antes, en su clase de orquestacin, se haba desesperado conmigo: Por
qu usas un cuaderno de primaria para escribir?. Y luego le grit al grupo: A ver, denme
una pinche hoja de su cuaderno para que Carlos la fotocopie!. Varios alumnos se
ofrecieron. Deba bajar de la Fonoteca y pedirle al Chino un engargolado de 50 hojas. Lo
orden de 100. A m me va a tomar el doble de tiempo el aprender a componer, pens.
Pero su precisin fue admirable; durante el total de meses en el que me revis partituras,
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utilic 49 hojas. Algunas de ellas en ejercicios que llenaban mi curiosidad por cosas
simplonas, un tanto estpidas, debo confesar, y que nunca me hubiera atrevido a
ensearle, pero que un da descubri sin querer, al hojear mi libreta. Le rogu que no los
viera. Ech una mirada a los primeros compases y me dijo: Tralos, qumalos. Que nadie
se entere.
Repito que haba conocido a Armando Luna gracias a Mario Lavista, quien me
puso en contacto con l cuando yo buscaba clases privadas de composicin. Es difcil
transmitir aqu la emocin, siendo que no soy escritor, de lo que sent al momento en que
le el correo electrnico del Maestro Lavista, con el nmero celular de Armando. Tuve que
descender 39 pisos, desde mi oficina en la torre corporativa en la que trabajaba, para
poder saltar por la calle y gritar emocionado. No poda tranquilizarme, creo que me
temblaban las manos cuando a las 11 de la maana le marcaba al compositor de
Chihuahua. Hoy mismo, ah estar a las dos de la tarde, le dije luego de presentarme
diversas opciones para encontrarnos. l llevara su cabello largo y pantalones negros al
reunirnos junto a la fuente del Conservatorio, cerca de la cafetera. Al colgar el telfono,
me dirig al estacionamiento del edificio y saqu del auto doscientas hojas con anlisis de
obras que haba vena realizado durante el ltimo ao.
No me import dejar la oficina en aquel momento. Tom un microbs que media
hora ms tarde me dej en Polanco. Camin quinientos metros sobre la calle de
Ferrocarril de Cuernavaca e intent tranquilizarme antes de entrar: divis en la calle de
Masarik, en la puerta del Conservatorio: guardias. Yo no sospechaba que Armando Luna
tambin perda la paciencia cuando se topaba, en ocasiones, y lamentablemente, con
seres humanos dignos, pero sin el nivel de educacin requerido para ejercer el papel de
autoridad que deban. Un dato que yo mismo comprobara tiempo despus, cuando l y
su colega J. Durn defendieran a un estudiante de Direccin Orquestal del ltimo ao,
quien intentaba ingresar a las instalaciones del Conservatorio por la puerta, pero habiendo
olvidado su credencial.
Ese martes de nuestro primer encuentro, frente a la fuente, me pregunt. Yo le
dije: La historia corta es de un minuto, la larga de cinco. Cul quieres escuchar? Opt
por la ltima, que en realidad se extendi, entre preguntas y respuestas, a quince o veinte
minutos. Le habl de los libros que haba ledo por mi cuenta: Turek, Kostka y Payne,
entre otros. Al terminar habl en voz alta, encabronado: Mario me dijo que estabas listo
para composicin, y no lo ests. Yo no iba dejar pasar esa oportunidad.
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De mi back pack saqu el paquete con partituras y sus anlisis. Debi
enternecerle. Mira, lo que podemos hacer es que de aqu a septiembre cubras lo que te
estoy pidiendo, ya entonces te vienes al Taller de Composicin. Por lo pronto puedes
entrar a mi clase de Instrumentacin. Estamos iniciando cuerdas. A mis alumnos los hago
leer los tratados de Berlioz y Rimsky-Korsakov una lista larga; si quieres, consguela.
Pero s compra el libro de Samuel Adler, y los discos: sbelos a tu i-pod, y te vienes a la
Fonoteca el prximo martes a las 12; le dices al guardia que vienes conmigo. Dio una
fumada larga a su cigarro, se acomod el cabello y finalmente cabece en seal de s.
Como otras veces, Armando Luna estaba cambiando la vida de alguien ms.
Su clase de Instrumentacin era ms grupal que la de composicin, revisaba de
manera solo ligeramente distinta a lo que haca en el Taller. Sentado en el escritorio,
citaba alumno tras alumno. Lea la transcripcin, por ejemplo: el Allegro de una Sonata
para Piano de Mozart, pasado a cuarteto de cuerdas. Cuando haba algo importante qu
mencionar, reuna al grupo frente a un atril en el que colocaba la transcripcin del alumno,
luego se diriga al piano con el Allegro original; tocaba ocho o diecisis compases y le
preguntaba al grupo: qu notaron?, qu est mal?. El asunto poda ir desde la
longitud de las ligaduras, hasta: las arcadas van hacia arriba en el primer tiempo de cada
comps. Contaba con estudiantes que detectaban el problema inmediatamente. Armando
atraa a algunos de los mejores pupilos del conservatorio, pero solo algunos de ellos
soportaban su nivel de exigencia y permanecan. Debo notar que tambin llamaba la
atencin de estudiantes que no eran los ms sobresalientes; pero a veces, s, los ms
fieles. l los estimaba.
El manejo de la forma le era importante, pero la consideraba un tema muy bsico
como para gastar tiempo en el asunto durante sus clases. Se limitaba a vociferar frases
como Grbenselo con sangre: la instrumentacin hace la forma, y lo deca haciendo la
mueca de estrselo escribiendo con una navaja sobre el antebrazo. En alguna ocasin lo
vi dibujar en el pizarrn una serie de tres arbolitos de navidad, uno seguido de otro y el
ltimo inclinado, para ilustrar con sus alumnos algn punto sobre la importancia de
manipular la forma. Sus propias explicaciones le parecan obviedades que en lugar de
esclarecer, a veces disfrutaba en complicar. En los contrastes entre secciones creo que
estaba la clave de lo que deseaba comunicar una y otra vez. Cabe decir que detestaba la
repeticin exacta de una seccin entera en una obra, por ejemplo con forma A B A; lo
cual, aplicado por l, poda colocar fcilmente en aprietos a los ejecutantes de sus piezas,
sobre todo en casos como el de su Concierto para Flauta, que demanda una
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concentracin extraordinaria para recordar fielmente las diferencias y sutilezas entre cada
uno de los movimientos ritornello.
En el ao 2010, le marqu a su celular, le confes que haba renunciado a mi
trabajo para poder asistir a su Taller de Composicin. El viaje a Puebla que habamos
realizado meses antes, para escuchar su Tro para Clarinete, Violn y Piano, sera un
presagio de la historia que me tocara vivir luego de la difcil decisin que tom. Nos vimos
en el Conservatorio Nacional a medio da, un sbado. Subimos al auto y platic la historia
que nos llevara a comer pizzas con una nia de acaso cinco aos, horas ms tarde. Pero
antes, a los pocos minutos de iniciar el viaje, recibi llamada al celular de un alumno que
deseaba acompaarlo. Me orill y esperamos a que nos alcanzara sobre la lateral de
Circuito Interior. Mientras tanto, Armando confes que un da haba querido tener un auto
convertible, pero que debi abandonar el sueo de poder llegar a conducir. Una condicin
mdica que habra de reflejarse en los complicados ritmos de su obra. Cuando
reanudamos el camino a Puebla, conect su i-pod al estreo del auto, en modo aleatorio,
y comenzamos el juego que sola aplicar en clase: escuchbamos una pieza y debamos
reconocer: autor y nombre de la obra.
Ya en nuestro destino, nos vimos con una ex-alumna del Conservatorio y su nia.
Comimos y luego: fila en el Teatro de la Ciudad. Antes del concierto, creo que dos o tres
estudiantes de alguna escuela de msica, a quienes l desconoca, se acercaron a
saludar. El concierto inici minutos ms tarde con el Tro ms famoso para la dotacin
que presencibamos esa noche: el de Khachaturian. Creo que Armando not cierto
nerviosismo de los intrpretes, y quizs le hubiera gustado ver gestos ms apasionados al
escuchar su obra. Pero de cualquier manera, termin contento. Agradeci a los
ejecutantes y salimos a beber un caf antes de emprender el viaje de regreso a la Ciudad
de Mxico.
Ninguno de los tres pasajeros habramos vivido antes un extravo tan
extraordinario como el que nos esperaba. Salimos de Puebla a las diez o diez treinta de la
noche, y yo habra de llegar a mi departamento entre seis y siete de la maana del
domingo. Secuestr a Armando durante siete u ocho horas, lo tortur con msica pop, y lo
obligu a platicar sobre movimientos contemporneos toda la noche, sobre metodologas
de composicin.
El asunto complicado comenz cuando al salir de la ciudad de los ngeles,
tomamos la carretera hacia Oaxaca y no a la Ciudad de Mxico. Notamos el desvo,
regresamos y de pronto estuvimos de vuelta adentro de Puebla. Cuando finalmente
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encontramos la carretera a Mxico, se desat una lluvia infernal que apenas y poda
notarse el camino a diez o quince metros hacia adelante. Viajbamos a 30 o 40 km. por
hora. Conduca sumamente estresado. Se acab esta msica, les dije, y coloqu un ipod
con pop. Necesito despertar sin tener que poner atencin en la msica, sin distraerme del
camino ni de la pltica.
El primer tema en la conversacin fue Minimalismo. Armando lo odiaba como
gusto musical, pero le tena un profundo respeto, tanto al movimiento como a sus lderes:
Riley, Reich, Glass, Adams, y otros. Le pregunt si terminara siendo un movimiento
musical efmero. Va a trascender, de hecho ya hizo historia y no es nada efmera, eso es
un hecho. Luego le coment de una entrevista que haba ledo en Letras Libres, a Mario
Lavista, en la cual expresaba que el compositor ms importante de la segunda mitad del
siglo XX haba sido Gyorgy Ligeti. No!, exclam Armando en desacuerdo, deba haber
ms compositores en esa contienda. l habra colocado en la competencia a Schnittke, a
Glass, a Penderecki, quizs a los mismos Gorecki y Lutoslawski yo no podra
nombrarlos; la lluvia haba arreciado y frente a nosotros apareca un triler que brusca y
sorpresivamente frenaba en el camino; dej de prestar atencin a lo que en el auto se
deca y tuve que detener la msica rock.
Finalmente, entre las dos y tres de la maana, entrbamos a la Ciudad de Mxico.
Derecha o izquierda? pregunt. Ninguno contest. Saba hacia dnde nos dirigiramos
si tombamos a la izquierda, me decid por la derecha, y cuando veinte minutos despus
fue evidente que estbamos extraviados, tom mi celular y quise realizar una llamada
telefnica, a alguien que pudiese guiarnos desde algn mapa en su computadora. Son el
timbre, alcanc a escuchar bueno y mi telfono se apag sin pila.
Primero pedimos ayuda a una patrulla, y las indicaciones que nos dio fueron para
dar vueltas en crculos, volvamos una y otra vez al mismo punto de partida. Cuando
encontramos una salida, sta nos condujo a una recta interminable, con un solo carril de
ida, rodeada por lo que parecan ser pastizales a ambos lados, o quizs campos abiertos,
no haba ningn tipo de alumbrado que nos indicara en medio de qu estbamos. No
podamos parar de rer. Hasta que de pronto descubrimos que nos encontrbamos en la
carretera a Quertaro. El jbilo se asom al rostro de Armando, desde ah, l saba cmo
llegar a su casa. Regresamos a Mxico y finalmente arribamos.
Durante ese viaje, no comprend la importancia de la discusin en la que intervena
Manuel, su alumno, cuando se abarc el tema de los libros de Stravinski y Messiaen. Pero
un ao ms tarde, en el Taller de Composicin de Armando, lo entend. Los primeros
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ejercicios fueron ms bien tcnicos, para asegurar el correcto manejo de la forma: Tres
movimientos miniatura, de un minuto cada uno, para piano. A las pocas semanas
correspondi el turno a la primera pieza libre, pero antes de que escribiese alguna nota,
me pidi un sistema de composicin. A la siguiente semana llegu con l. Ahora, una
Marcha Fnebre.
Vayan a un velorio, le dijo al grupo, pongan atencin en qu se dice, qu se
oye. A media cuadra de mi departamento, en el que viva en aquel entonces, se
encontraba un velatorio, y el lector quizs no lo vaya a creer, pero esos lugares son
increblemente socorridos todos los das, de lunes a domingo, sin importar la hora.
Aunque yo no sola acudir a su materia de Anlisis, creo que a Armando jams se
le vea tan feliz de formar parte de la tradicin misma con la que cargaba bajo el brazo,
como cuando llevaba a clase la Jpiter de Mozart o La Consagracin de la Primavera de
Stravisnky.
Los primeros movimientos que Armando me revis, quizs podran clasificarse
dentro de un estilo micro-polifnico (vase Cope, 1997). Entonces me dijo: T escuchas
pop, que se note eso en tu msica. Fue un alivio. Entre sus pupilos, haba un
extraordinario fanatismo a lo Luna Ponce, todos queran sonar a l. Me sent en libertad. Y
cuando hablo de fanatismo, lo digo en sentido literal. Todos queran arrancarle un pedazo
de su herencia musical, como si al hacerlo, pudieran robar un fragmento de esa herencia
que se extiende de Ponce, Chvez y Revueltas, hasta Lavista, sus coetneos y sus
descendientes. Algunos alumnos estaban literalmente dispuestos a sacarse los ojos por
formar parte del rbol genealgico musical en Mxico, y vean en Armando una rama
importante en ello.
Armando Luna fue miembro de la ms extraordinaria y competitiva generacin de
compositores que form Mario Lavista: La Generacin Fuerte,1 que podra situar su
epicentro en 1984, pero que puede extenderse a generaciones del Taller entre 1980 y
1990, aproximadamente, y que incluso ha salido del Conservatorio Nacional a otras
escuelas, como a la Nacional de Msica, e incluso de Mxico.
Armando Luna provocaba envidias. No haba concierto en que alguien no hablase
mal de la intensidad de su msica, o que quisiera disminuir o robarle su lugar. La
honestidad con la que se entregaba a la composicin puede resumirse en la frase que
alguna vez me dijo: si no lo sientes, no lo puedes expresar. De ah su indiferencia ante
las codicias que despertaba, saba que seran ftiles, sin eclipsarlo. En ese sentido, creo
1 Trmino que escuch por primera vez de J. J. Durn.
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que jams le import el destino de otros compositores, como aquellos otros se ocuparon
del suyo.
Creo que fue a inicios del ao 2012 cuando le marqu al celular. No te escuchas
dentro del Conservatorio, le dije. No lo estoy, ms bien ando en el hospital. Le haban
detectado el cncer. Ese da lo afront valientemente. No dejes de componer, me dijo,
aunque sea para ti mismo. Luego habr tiempo para revisar. Se hundi durante dos
meses, pero resurgi. Baj de peso y entonces lo recuper. Los sntomas finalmente se
estabilizaron y l estaba bien. Ya para entonces, mi fortuna haba dado otro vuelco hacia
lo desconocido. No puedes componer as, primero tienes que arreglar tu vida, me dijo un
da mientras comamos en el Conservatorio. Pero Armando estaba listo para continuar
escribiendo: Conciertos para solista y orquesta, monumental msica de cmara; y a
ordenar y catalogar sus obras.
Los primeros homenajes y brindis en su honor le heran profundamente. Es
porque me estoy muriendo, verdad?, es porque eres un gran compositor, y los
ejecutantes te aprecian, Armando. Y s, tambin, haba cierto pavor cuando reciba
aplausos.
Hacia diciembre de 2013, yo haba conseguido que el editor de una revista le
realizara una entrevista. El problema era que el editor lo conoca, y le tena miedo. Yo
formulo las preguntas y hablo con l, le dije. Armando acept para que nuestro encuentro
se realizara alrededor de enero de 2014, pero no contest mis llamadas durante un mes.
En abril, l se report. Dijo que se haba deprimido nuevamente. No insist en el asunto.
Hizo algunas preguntas sobre mis actividades, y l no dejaba de contrapuntear mis frases
con experiencias suyas. Era una despedida; no lo supe en ese momento.
Al final, cada viernes reciba visita de sus alumnos ms queridos en su propia
casa. Luego, el mdico le comunic que le quedaban un par de meses. Como de
costumbre, pas 23 y 24 de diciembre con su hija, y luego fue a Chihuahua a despedirse
de su madre, no obstante su salud tan deteriorada.
La noticia me la comunic una amiga. Les marqu a los alumnos cercanos de l, y
Hctor lo confirm esa misma noche, quedamos en encontrarnos por la maana en el tren
suburbano de la estacin Buenavista. Pero no pude dormir y tuve que levantarme a
comenzar a redactar este documento. Cuando llegamos a Tultepec, ya estaban en el
velorio algunos de sus alumnos y seres queridos bebiendo sotol: Fabiola, Beto, Juan
David, Lalo y Manuel. La hermana de Armando llevaba semanas en Mxico.
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A medioda aparecieron los primeros arreglos florales. Logr arreglrmelas para
comprar uno, espero que hermoso. Y es que meses atrs, durante el brindis organizado
por Luis Humberto Ramos y su ensamble en una terraza del Palacio de Bellas Artes,
debido al estreno del Quinteto con Clarinete de Armando y dos obras de Lavista y Angulo,
logr tomarme una fotografa con Mario. Ven Armando, le dijo a su alumno. Y ah estaba
yo, como ensueo, junto a Mario Lavista y Armando Luna. Si sonres, te llevo flores a tu
entierro, le dije al de Chihuahua. Creo que el nico que no sonri para la fotografa fui yo.
El da del velatorio de Armando, lleg un viejo con bastn, quien se mova
lentamente y ayudado por un alumno, el Maestro Savn permaneci sentado unos
instantes y se levant para realizar la primera guardia junto al fretro, y se le unieron
estudiantes del Conservatorio Nacional. Ms tarde, sera el compositor Durn quien
incitara a la segunda de otras varias rondas de guardias y que se habran de extender
durante algunas horas, hasta bien entrada la noche.
A m me toc participar en esa segunda ronda. Cualquiera que entrase en la
cmara, poda escuchar el respeto que sentamos por el Maestro, de todos quienes ah
nos encontrbamos. Fue en ese momento que un fusible se fundi, y el cuarto qued sin
luz elctrica, en la penumbra de los cirios. Todo fue tranquilidad. Creo que esa fue la
ltima leccin de Armando. Nos hizo vivir, an despus de su partida, lo que era
componer para l: La comunicacin con el ms all que estableci a travs de su msica.
Una msica danzante, burlona y llena de muerte, de olor a tierra rida En pueblo viejo,
en penumbra y la ms profunda soledad.
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Bibliografa
Adler, Samuel. The Study of Orchestration, New York: W. W. Norton, 2002.
Benedictines of Solesmes, eds. The Liber Usualis. Tournai, Belgium: Descle & Co., 1964.
Berlioz, Hector. Treatise on Instrumentation (Adicionada y editada por Richard Strauss).
Version en ingles: New York: Kalmus, 1948.
Bavo Verala, Hernn y Mario Lavista. El Museo de la Msica: Una Conversacin con
Mario Lavista, Letras Libres, Abril de 2009, pp. 30-33.
Cope, David. Techniques of the Contemporary Composer, USA: Schirmer, 1997.
Kostka, Stefan y Dorothy Payne. Tonal Harmony with an Introduction to Twentieth-Century
Music (4th edition), USA: McGraw Hill, 2000.
Messiaen, Olivier. The Technique of My Musical Language, Paris: Alphonse Leduc, 1944.
Mozart, Wolfgang Amadeus. Later Symphonies (Nos. 31-41), N. Y.: Dover Publications,
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Persichetti, Vincent. Twenthieth-Century Harmony. New York: W. W. Norton,1961.
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Stravinsky, Igor. The Rite of Spring: In Full Score, N. Y: Dover Publications, 1989.
Turek, Ralph. The Elements of Music: Concepts and Applications, 2 volumes (2nd edition),
New York: The McGraw-Hill Companies, 1996.
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