in memoriam armando luna-libre

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| El Secuestro hacia lo Desconocido: In Memoriam Armando Luna Ponce Carlos Alejandro Ponzio de León Armando estaba convencido de que sus alumnos realmente aprendían a componer, no tanto dentro de su Taller de Composición, sino en su clase de Instrumentación - Orquestación, transcribiendo a los Grandes. Nunca aceptaba como alumno de composición a alguien que no hubiese estudiado Contrapunto. La Armonía moderna no le parecía tan importante, eso se podía ir aprendiendo de un libro como el de Persichetti, al mismo tiempo que se escribía. Jamás recomendaba componer frente al piano ni en un teclado midi: uno se limitaría a escribir únicamente lo que es capaz de tocar, y dadas las limitaciones al teclado de algunos de sus alumnos, era importante seguir el consejo. Pero no evitaba experimentar sonoridades, ni al piano ni en en cualquier otro instrumento, antes de planear una obra. Exigía no escuchar la pieza hasta que no estuviese concluida. Desconfiaba totalmente de su propio gusto musical, influido por lo que ya habían escrito otros compositores (camino seguro a la trivialidad sonora para un compositor nuevo). Le parecía imposible que alguien pudiese convertirse en compositor si no contaba con una cultura musical extraordinariamente amplia. Por ello, solía prestar a sus alumnos un disco duro con su acervo personal de música en formato digital, y recomendaba escuchar música con la partitura en la mano. Al inicio, pedía a sus alumnos escribir en papel, luego les permitía hacerlo directamente en la computadora. Él, por supuesto, escribía directo en el software. Planificaba sus obras “a la Stravinsky”, y a sus planes les llamaba mapas. Componía aislado del mundo, encerrándose en su casa, a veces en penumbra, a la luz de unas velas, de prisa, bajo presión. Dejaba de asistir a los Conservatorios, de dar clases. Así era al menos cuando yo lo conocí. Cuando lo conocí a los 35 años, él tenía 45 y despreciaba la ambición de fama o reconocimiento. Sentía que a esa edad, el medio artístico ejecutante apenas comenzaba a distinguir sus piezas. Y sospechaba que moriría pronto. “A partir del próximo año es factible; antes de los cincuenta, seguro”, me dijo en un viaje por carretera. Y en ese momento, aún le faltaba escribir su Sinfonía No. 2, su Concierto para 2 Arpas, su Concierto para Flauta, su Concierto para Piano, y su Quinteto con Clarinete. Creía en el destino. “Si en tu camino está escribir música, vas a componer, tomes o no clases conmigo, o las tomes o no con alguien más”, respondió, meses después de 1

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In Memoriam Armando Luna-libre

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    El Secuestro hacia lo Desconocido :

    In Memoriam Armando Luna Ponce

    Carlos Alejandro Ponzio de Len

    Armando estaba convencido de que sus alumnos realmente aprendan a

    componer, no tanto dentro de su Taller de Composicin, sino en su clase de

    Instrumentacin - Orquestacin, transcribiendo a los Grandes. Nunca aceptaba como

    alumno de composicin a alguien que no hubiese estudiado Contrapunto. La Armona

    moderna no le pareca tan importante, eso se poda ir aprendiendo de un libro como el de

    Persichetti, al mismo tiempo que se escriba. Jams recomendaba componer frente al

    piano ni en un teclado midi: uno se limitara a escribir nicamente lo que es capaz de

    tocar, y dadas las limitaciones al teclado de algunos de sus alumnos, era importante

    seguir el consejo. Pero no evitaba experimentar sonoridades, ni al piano ni en en

    cualquier otro instrumento, antes de planear una obra. Exiga no escuchar la pieza hasta

    que no estuviese concluida. Desconfiaba totalmente de su propio gusto musical, influido

    por lo que ya haban escrito otros compositores (camino seguro a la trivialidad sonora

    para un compositor nuevo). Le pareca imposible que alguien pudiese convertirse en

    compositor si no contaba con una cultura musical extraordinariamente amplia. Por ello,

    sola prestar a sus alumnos un disco duro con su acervo personal de msica en formato

    digital, y recomendaba escuchar msica con la partitura en la mano. Al inicio, peda a sus

    alumnos escribir en papel, luego les permita hacerlo directamente en la computadora. l,

    por supuesto, escriba directo en el software. Planificaba sus obras a la Stravinsky, y a

    sus planes les llamaba mapas. Compona aislado del mundo, encerrndose en su casa, a

    veces en penumbra, a la luz de unas velas, de prisa, bajo presin. Dejaba de asistir a los

    Conservatorios, de dar clases. As era al menos cuando yo lo conoc.

    Cuando lo conoc a los 35 aos, l tena 45 y despreciaba la ambicin de fama o

    reconocimiento. Senta que a esa edad, el medio artstico ejecutante apenas comenzaba

    a distinguir sus piezas. Y sospechaba que morira pronto. A partir del prximo ao es

    factible; antes de los cincuenta, seguro, me dijo en un viaje por carretera. Y en ese

    momento, an le faltaba escribir su Sinfona No. 2, su Concierto para 2 Arpas, su

    Concierto para Flauta, su Concierto para Piano, y su Quinteto con Clarinete.

    Crea en el destino. Si en tu camino est escribir msica, vas a componer, tomes

    o no clases conmigo, o las tomes o no con alguien ms, respondi, meses despus de

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    que lo conoc, cuando le expliqu que por razones de trabajo deba dejar de asistir a su

    clase de Instrumentacin. Infiero que tambin crea en Dios, aunque pblicamente fuera

    escptico ante la visin tradicional que la sociedad o la iglesia sostienen al respecto. De

    sus clases comprend, sospech, que escriba melodas a partir de las publicadas en el

    Liber Usualis, y entiendo que en ocasiones empleaba el Rosario para establecer series.

    Las notas del Dies Irae Gregoriano son una constante en muchas de sus obras, y

    regularmente, Armando me preguntaba si yo crea en Dios. Nunca me atrev a preguntarle

    si l crea en Dios. Yo senta que me cuestionaba, porque deba realizar el chequeo

    regular y comprobar que yo estuviera siguiendo el camino correcto en mi aprendizaje.

    Algunos de sus alumnos ms cercanos, los jvenes, pensaban que a Dios, Armando lo

    identificaba con el bien; pero sospecho que al compositor, en realidad le llamaban la

    atencin los aspectos ms duros y crudos que el Ser superior puede imponer a la

    humanidad.

    Entre sus compaeros de generacin, siempre lo recordaron por sus

    extraordinarios conocimientos de Orquestacin an desde que era estudiante. Y tambin

    porque era el portero del Conservatorio. La impaciencia que tuvo con algunos, se

    trasladara posteriormente hacia quienes seran, aos despus, sus alumnos. Yo haba

    presenciado cmo, en el saln de clases, revisando partituras, les poda destrozar el

    corazn a algunos aspirantes a compositor. Nunca en mi vida conoc a un docente ms

    duro, ms incisivo, ms despiadado. Confieso que me daba miedo que algn da me

    revisara alguna partitura. Pero si Mario Lavista me haba enviado con l, era por algo.

    Decid quedarme. Durante la niez, a m me haba tocado escuchar los golpes de los

    reglazos que algunas maestras dieron en las manos a mis compaeros. Pero la rudeza de

    Armando era nica. Y su seguridad para revisar tareas y para componer y orquestar,

    eran an mayores. Por eso, cuando por primera vez coloqu una partitura ma sobre su

    escritorio tuve que confesrselo, senta ganas de vomitar. Entonces, vas bien, me dijo, y

    tom mi libreta de pasta negra, un engargolado de cien hojas tamao legal, con veinte

    pentagramas por hoja. Comenz a revisar.

    Meses antes, en su clase de orquestacin, se haba desesperado conmigo: Por

    qu usas un cuaderno de primaria para escribir?. Y luego le grit al grupo: A ver, denme

    una pinche hoja de su cuaderno para que Carlos la fotocopie!. Varios alumnos se

    ofrecieron. Deba bajar de la Fonoteca y pedirle al Chino un engargolado de 50 hojas. Lo

    orden de 100. A m me va a tomar el doble de tiempo el aprender a componer, pens.

    Pero su precisin fue admirable; durante el total de meses en el que me revis partituras,

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    utilic 49 hojas. Algunas de ellas en ejercicios que llenaban mi curiosidad por cosas

    simplonas, un tanto estpidas, debo confesar, y que nunca me hubiera atrevido a

    ensearle, pero que un da descubri sin querer, al hojear mi libreta. Le rogu que no los

    viera. Ech una mirada a los primeros compases y me dijo: Tralos, qumalos. Que nadie

    se entere.

    Repito que haba conocido a Armando Luna gracias a Mario Lavista, quien me

    puso en contacto con l cuando yo buscaba clases privadas de composicin. Es difcil

    transmitir aqu la emocin, siendo que no soy escritor, de lo que sent al momento en que

    le el correo electrnico del Maestro Lavista, con el nmero celular de Armando. Tuve que

    descender 39 pisos, desde mi oficina en la torre corporativa en la que trabajaba, para

    poder saltar por la calle y gritar emocionado. No poda tranquilizarme, creo que me

    temblaban las manos cuando a las 11 de la maana le marcaba al compositor de

    Chihuahua. Hoy mismo, ah estar a las dos de la tarde, le dije luego de presentarme

    diversas opciones para encontrarnos. l llevara su cabello largo y pantalones negros al

    reunirnos junto a la fuente del Conservatorio, cerca de la cafetera. Al colgar el telfono,

    me dirig al estacionamiento del edificio y saqu del auto doscientas hojas con anlisis de

    obras que haba vena realizado durante el ltimo ao.

    No me import dejar la oficina en aquel momento. Tom un microbs que media

    hora ms tarde me dej en Polanco. Camin quinientos metros sobre la calle de

    Ferrocarril de Cuernavaca e intent tranquilizarme antes de entrar: divis en la calle de

    Masarik, en la puerta del Conservatorio: guardias. Yo no sospechaba que Armando Luna

    tambin perda la paciencia cuando se topaba, en ocasiones, y lamentablemente, con

    seres humanos dignos, pero sin el nivel de educacin requerido para ejercer el papel de

    autoridad que deban. Un dato que yo mismo comprobara tiempo despus, cuando l y

    su colega J. Durn defendieran a un estudiante de Direccin Orquestal del ltimo ao,

    quien intentaba ingresar a las instalaciones del Conservatorio por la puerta, pero habiendo

    olvidado su credencial.

    Ese martes de nuestro primer encuentro, frente a la fuente, me pregunt. Yo le

    dije: La historia corta es de un minuto, la larga de cinco. Cul quieres escuchar? Opt

    por la ltima, que en realidad se extendi, entre preguntas y respuestas, a quince o veinte

    minutos. Le habl de los libros que haba ledo por mi cuenta: Turek, Kostka y Payne,

    entre otros. Al terminar habl en voz alta, encabronado: Mario me dijo que estabas listo

    para composicin, y no lo ests. Yo no iba dejar pasar esa oportunidad.

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    De mi back pack saqu el paquete con partituras y sus anlisis. Debi

    enternecerle. Mira, lo que podemos hacer es que de aqu a septiembre cubras lo que te

    estoy pidiendo, ya entonces te vienes al Taller de Composicin. Por lo pronto puedes

    entrar a mi clase de Instrumentacin. Estamos iniciando cuerdas. A mis alumnos los hago

    leer los tratados de Berlioz y Rimsky-Korsakov una lista larga; si quieres, consguela.

    Pero s compra el libro de Samuel Adler, y los discos: sbelos a tu i-pod, y te vienes a la

    Fonoteca el prximo martes a las 12; le dices al guardia que vienes conmigo. Dio una

    fumada larga a su cigarro, se acomod el cabello y finalmente cabece en seal de s.

    Como otras veces, Armando Luna estaba cambiando la vida de alguien ms.

    Su clase de Instrumentacin era ms grupal que la de composicin, revisaba de

    manera solo ligeramente distinta a lo que haca en el Taller. Sentado en el escritorio,

    citaba alumno tras alumno. Lea la transcripcin, por ejemplo: el Allegro de una Sonata

    para Piano de Mozart, pasado a cuarteto de cuerdas. Cuando haba algo importante qu

    mencionar, reuna al grupo frente a un atril en el que colocaba la transcripcin del alumno,

    luego se diriga al piano con el Allegro original; tocaba ocho o diecisis compases y le

    preguntaba al grupo: qu notaron?, qu est mal?. El asunto poda ir desde la

    longitud de las ligaduras, hasta: las arcadas van hacia arriba en el primer tiempo de cada

    comps. Contaba con estudiantes que detectaban el problema inmediatamente. Armando

    atraa a algunos de los mejores pupilos del conservatorio, pero solo algunos de ellos

    soportaban su nivel de exigencia y permanecan. Debo notar que tambin llamaba la

    atencin de estudiantes que no eran los ms sobresalientes; pero a veces, s, los ms

    fieles. l los estimaba.

    El manejo de la forma le era importante, pero la consideraba un tema muy bsico

    como para gastar tiempo en el asunto durante sus clases. Se limitaba a vociferar frases

    como Grbenselo con sangre: la instrumentacin hace la forma, y lo deca haciendo la

    mueca de estrselo escribiendo con una navaja sobre el antebrazo. En alguna ocasin lo

    vi dibujar en el pizarrn una serie de tres arbolitos de navidad, uno seguido de otro y el

    ltimo inclinado, para ilustrar con sus alumnos algn punto sobre la importancia de

    manipular la forma. Sus propias explicaciones le parecan obviedades que en lugar de

    esclarecer, a veces disfrutaba en complicar. En los contrastes entre secciones creo que

    estaba la clave de lo que deseaba comunicar una y otra vez. Cabe decir que detestaba la

    repeticin exacta de una seccin entera en una obra, por ejemplo con forma A B A; lo

    cual, aplicado por l, poda colocar fcilmente en aprietos a los ejecutantes de sus piezas,

    sobre todo en casos como el de su Concierto para Flauta, que demanda una

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    concentracin extraordinaria para recordar fielmente las diferencias y sutilezas entre cada

    uno de los movimientos ritornello.

    En el ao 2010, le marqu a su celular, le confes que haba renunciado a mi

    trabajo para poder asistir a su Taller de Composicin. El viaje a Puebla que habamos

    realizado meses antes, para escuchar su Tro para Clarinete, Violn y Piano, sera un

    presagio de la historia que me tocara vivir luego de la difcil decisin que tom. Nos vimos

    en el Conservatorio Nacional a medio da, un sbado. Subimos al auto y platic la historia

    que nos llevara a comer pizzas con una nia de acaso cinco aos, horas ms tarde. Pero

    antes, a los pocos minutos de iniciar el viaje, recibi llamada al celular de un alumno que

    deseaba acompaarlo. Me orill y esperamos a que nos alcanzara sobre la lateral de

    Circuito Interior. Mientras tanto, Armando confes que un da haba querido tener un auto

    convertible, pero que debi abandonar el sueo de poder llegar a conducir. Una condicin

    mdica que habra de reflejarse en los complicados ritmos de su obra. Cuando

    reanudamos el camino a Puebla, conect su i-pod al estreo del auto, en modo aleatorio,

    y comenzamos el juego que sola aplicar en clase: escuchbamos una pieza y debamos

    reconocer: autor y nombre de la obra.

    Ya en nuestro destino, nos vimos con una ex-alumna del Conservatorio y su nia.

    Comimos y luego: fila en el Teatro de la Ciudad. Antes del concierto, creo que dos o tres

    estudiantes de alguna escuela de msica, a quienes l desconoca, se acercaron a

    saludar. El concierto inici minutos ms tarde con el Tro ms famoso para la dotacin

    que presencibamos esa noche: el de Khachaturian. Creo que Armando not cierto

    nerviosismo de los intrpretes, y quizs le hubiera gustado ver gestos ms apasionados al

    escuchar su obra. Pero de cualquier manera, termin contento. Agradeci a los

    ejecutantes y salimos a beber un caf antes de emprender el viaje de regreso a la Ciudad

    de Mxico.

    Ninguno de los tres pasajeros habramos vivido antes un extravo tan

    extraordinario como el que nos esperaba. Salimos de Puebla a las diez o diez treinta de la

    noche, y yo habra de llegar a mi departamento entre seis y siete de la maana del

    domingo. Secuestr a Armando durante siete u ocho horas, lo tortur con msica pop, y lo

    obligu a platicar sobre movimientos contemporneos toda la noche, sobre metodologas

    de composicin.

    El asunto complicado comenz cuando al salir de la ciudad de los ngeles,

    tomamos la carretera hacia Oaxaca y no a la Ciudad de Mxico. Notamos el desvo,

    regresamos y de pronto estuvimos de vuelta adentro de Puebla. Cuando finalmente

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    encontramos la carretera a Mxico, se desat una lluvia infernal que apenas y poda

    notarse el camino a diez o quince metros hacia adelante. Viajbamos a 30 o 40 km. por

    hora. Conduca sumamente estresado. Se acab esta msica, les dije, y coloqu un ipod

    con pop. Necesito despertar sin tener que poner atencin en la msica, sin distraerme del

    camino ni de la pltica.

    El primer tema en la conversacin fue Minimalismo. Armando lo odiaba como

    gusto musical, pero le tena un profundo respeto, tanto al movimiento como a sus lderes:

    Riley, Reich, Glass, Adams, y otros. Le pregunt si terminara siendo un movimiento

    musical efmero. Va a trascender, de hecho ya hizo historia y no es nada efmera, eso es

    un hecho. Luego le coment de una entrevista que haba ledo en Letras Libres, a Mario

    Lavista, en la cual expresaba que el compositor ms importante de la segunda mitad del

    siglo XX haba sido Gyorgy Ligeti. No!, exclam Armando en desacuerdo, deba haber

    ms compositores en esa contienda. l habra colocado en la competencia a Schnittke, a

    Glass, a Penderecki, quizs a los mismos Gorecki y Lutoslawski yo no podra

    nombrarlos; la lluvia haba arreciado y frente a nosotros apareca un triler que brusca y

    sorpresivamente frenaba en el camino; dej de prestar atencin a lo que en el auto se

    deca y tuve que detener la msica rock.

    Finalmente, entre las dos y tres de la maana, entrbamos a la Ciudad de Mxico.

    Derecha o izquierda? pregunt. Ninguno contest. Saba hacia dnde nos dirigiramos

    si tombamos a la izquierda, me decid por la derecha, y cuando veinte minutos despus

    fue evidente que estbamos extraviados, tom mi celular y quise realizar una llamada

    telefnica, a alguien que pudiese guiarnos desde algn mapa en su computadora. Son el

    timbre, alcanc a escuchar bueno y mi telfono se apag sin pila.

    Primero pedimos ayuda a una patrulla, y las indicaciones que nos dio fueron para

    dar vueltas en crculos, volvamos una y otra vez al mismo punto de partida. Cuando

    encontramos una salida, sta nos condujo a una recta interminable, con un solo carril de

    ida, rodeada por lo que parecan ser pastizales a ambos lados, o quizs campos abiertos,

    no haba ningn tipo de alumbrado que nos indicara en medio de qu estbamos. No

    podamos parar de rer. Hasta que de pronto descubrimos que nos encontrbamos en la

    carretera a Quertaro. El jbilo se asom al rostro de Armando, desde ah, l saba cmo

    llegar a su casa. Regresamos a Mxico y finalmente arribamos.

    Durante ese viaje, no comprend la importancia de la discusin en la que intervena

    Manuel, su alumno, cuando se abarc el tema de los libros de Stravinski y Messiaen. Pero

    un ao ms tarde, en el Taller de Composicin de Armando, lo entend. Los primeros

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    ejercicios fueron ms bien tcnicos, para asegurar el correcto manejo de la forma: Tres

    movimientos miniatura, de un minuto cada uno, para piano. A las pocas semanas

    correspondi el turno a la primera pieza libre, pero antes de que escribiese alguna nota,

    me pidi un sistema de composicin. A la siguiente semana llegu con l. Ahora, una

    Marcha Fnebre.

    Vayan a un velorio, le dijo al grupo, pongan atencin en qu se dice, qu se

    oye. A media cuadra de mi departamento, en el que viva en aquel entonces, se

    encontraba un velatorio, y el lector quizs no lo vaya a creer, pero esos lugares son

    increblemente socorridos todos los das, de lunes a domingo, sin importar la hora.

    Aunque yo no sola acudir a su materia de Anlisis, creo que a Armando jams se

    le vea tan feliz de formar parte de la tradicin misma con la que cargaba bajo el brazo,

    como cuando llevaba a clase la Jpiter de Mozart o La Consagracin de la Primavera de

    Stravisnky.

    Los primeros movimientos que Armando me revis, quizs podran clasificarse

    dentro de un estilo micro-polifnico (vase Cope, 1997). Entonces me dijo: T escuchas

    pop, que se note eso en tu msica. Fue un alivio. Entre sus pupilos, haba un

    extraordinario fanatismo a lo Luna Ponce, todos queran sonar a l. Me sent en libertad. Y

    cuando hablo de fanatismo, lo digo en sentido literal. Todos queran arrancarle un pedazo

    de su herencia musical, como si al hacerlo, pudieran robar un fragmento de esa herencia

    que se extiende de Ponce, Chvez y Revueltas, hasta Lavista, sus coetneos y sus

    descendientes. Algunos alumnos estaban literalmente dispuestos a sacarse los ojos por

    formar parte del rbol genealgico musical en Mxico, y vean en Armando una rama

    importante en ello.

    Armando Luna fue miembro de la ms extraordinaria y competitiva generacin de

    compositores que form Mario Lavista: La Generacin Fuerte,1 que podra situar su

    epicentro en 1984, pero que puede extenderse a generaciones del Taller entre 1980 y

    1990, aproximadamente, y que incluso ha salido del Conservatorio Nacional a otras

    escuelas, como a la Nacional de Msica, e incluso de Mxico.

    Armando Luna provocaba envidias. No haba concierto en que alguien no hablase

    mal de la intensidad de su msica, o que quisiera disminuir o robarle su lugar. La

    honestidad con la que se entregaba a la composicin puede resumirse en la frase que

    alguna vez me dijo: si no lo sientes, no lo puedes expresar. De ah su indiferencia ante

    las codicias que despertaba, saba que seran ftiles, sin eclipsarlo. En ese sentido, creo

    1 Trmino que escuch por primera vez de J. J. Durn.

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    que jams le import el destino de otros compositores, como aquellos otros se ocuparon

    del suyo.

    Creo que fue a inicios del ao 2012 cuando le marqu al celular. No te escuchas

    dentro del Conservatorio, le dije. No lo estoy, ms bien ando en el hospital. Le haban

    detectado el cncer. Ese da lo afront valientemente. No dejes de componer, me dijo,

    aunque sea para ti mismo. Luego habr tiempo para revisar. Se hundi durante dos

    meses, pero resurgi. Baj de peso y entonces lo recuper. Los sntomas finalmente se

    estabilizaron y l estaba bien. Ya para entonces, mi fortuna haba dado otro vuelco hacia

    lo desconocido. No puedes componer as, primero tienes que arreglar tu vida, me dijo un

    da mientras comamos en el Conservatorio. Pero Armando estaba listo para continuar

    escribiendo: Conciertos para solista y orquesta, monumental msica de cmara; y a

    ordenar y catalogar sus obras.

    Los primeros homenajes y brindis en su honor le heran profundamente. Es

    porque me estoy muriendo, verdad?, es porque eres un gran compositor, y los

    ejecutantes te aprecian, Armando. Y s, tambin, haba cierto pavor cuando reciba

    aplausos.

    Hacia diciembre de 2013, yo haba conseguido que el editor de una revista le

    realizara una entrevista. El problema era que el editor lo conoca, y le tena miedo. Yo

    formulo las preguntas y hablo con l, le dije. Armando acept para que nuestro encuentro

    se realizara alrededor de enero de 2014, pero no contest mis llamadas durante un mes.

    En abril, l se report. Dijo que se haba deprimido nuevamente. No insist en el asunto.

    Hizo algunas preguntas sobre mis actividades, y l no dejaba de contrapuntear mis frases

    con experiencias suyas. Era una despedida; no lo supe en ese momento.

    Al final, cada viernes reciba visita de sus alumnos ms queridos en su propia

    casa. Luego, el mdico le comunic que le quedaban un par de meses. Como de

    costumbre, pas 23 y 24 de diciembre con su hija, y luego fue a Chihuahua a despedirse

    de su madre, no obstante su salud tan deteriorada.

    La noticia me la comunic una amiga. Les marqu a los alumnos cercanos de l, y

    Hctor lo confirm esa misma noche, quedamos en encontrarnos por la maana en el tren

    suburbano de la estacin Buenavista. Pero no pude dormir y tuve que levantarme a

    comenzar a redactar este documento. Cuando llegamos a Tultepec, ya estaban en el

    velorio algunos de sus alumnos y seres queridos bebiendo sotol: Fabiola, Beto, Juan

    David, Lalo y Manuel. La hermana de Armando llevaba semanas en Mxico.

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    A medioda aparecieron los primeros arreglos florales. Logr arreglrmelas para

    comprar uno, espero que hermoso. Y es que meses atrs, durante el brindis organizado

    por Luis Humberto Ramos y su ensamble en una terraza del Palacio de Bellas Artes,

    debido al estreno del Quinteto con Clarinete de Armando y dos obras de Lavista y Angulo,

    logr tomarme una fotografa con Mario. Ven Armando, le dijo a su alumno. Y ah estaba

    yo, como ensueo, junto a Mario Lavista y Armando Luna. Si sonres, te llevo flores a tu

    entierro, le dije al de Chihuahua. Creo que el nico que no sonri para la fotografa fui yo.

    El da del velatorio de Armando, lleg un viejo con bastn, quien se mova

    lentamente y ayudado por un alumno, el Maestro Savn permaneci sentado unos

    instantes y se levant para realizar la primera guardia junto al fretro, y se le unieron

    estudiantes del Conservatorio Nacional. Ms tarde, sera el compositor Durn quien

    incitara a la segunda de otras varias rondas de guardias y que se habran de extender

    durante algunas horas, hasta bien entrada la noche.

    A m me toc participar en esa segunda ronda. Cualquiera que entrase en la

    cmara, poda escuchar el respeto que sentamos por el Maestro, de todos quienes ah

    nos encontrbamos. Fue en ese momento que un fusible se fundi, y el cuarto qued sin

    luz elctrica, en la penumbra de los cirios. Todo fue tranquilidad. Creo que esa fue la

    ltima leccin de Armando. Nos hizo vivir, an despus de su partida, lo que era

    componer para l: La comunicacin con el ms all que estableci a travs de su msica.

    Una msica danzante, burlona y llena de muerte, de olor a tierra rida En pueblo viejo,

    en penumbra y la ms profunda soledad.

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    Bibliografa

    Adler, Samuel. The Study of Orchestration, New York: W. W. Norton, 2002.

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    Mario Lavista, Letras Libres, Abril de 2009, pp. 30-33.

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