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INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGIA
El Plan Diocesano de Pastoral de la Arquidiócesis de Tuxtla (2009-2010) nos
plantea las distintas situaciones que nos desafían el mundo de hoy,
concretamente cuatro desafíos:
1. Una cultura posmoderna. Desafía y cuestiona las grandes verdades de la
fe, los altos ideales, rechaza las instituciones tradicionales como la familia,
la iglesia, la sociedad; se releja la religión, la moral, y el arte a una creencia
privada, tal parece que importa más lo económico lo político. También
propicia un ambiente sumamente materialista, consumista, hedonista y un
permisibismo exacerbado.
En el tiempo que vivimos hay sentimientos de inseguridad y desesperanza.
Tal parece que el ser humano vive en un estado de desesperación
reprimida, tratando de encontrar formas de distraerse con el fin de no ver la
realidad tan difícil. Tal parece que hay una gran fascinación por los
vampiros, los extraterrestres y la magia, por lo oculto, sobre natural y lo
preternatural. Como dice (Joanna Macy, el terror de lo que nos deparara el
futuro está en los márgenes de la conciencia, demasiado profundo para
nombrarlo y demasiado terrible para afrontarlo) (citado por Albert Nolan,
Jesús hoy, pág. 30.
2. El secularismo y la indiferencia religiosa. Hay una búsqueda y
hambre y sentido y conciencia de espiritualidad generalizada en nuestra
sociedad se percibe la necesidad de algo que nos de fuerza interior para
afrontar la vida frente a los sentimientos de miedo y angustia. Tal parece
que hay una angustia y ansia profunda de Dios especialmente en los
jóvenes y hasta piden una espiritualidad que incluya el cuerpo y su
sexualidad. Por eso en muchas partes el hambre de espiritualidad se sacia
por las religiones orientales ejemplo el yoga y la meditación. También hay
en el hombre de hoy un hambre de unicidad con Dios o sea que se quiere
ser feliz, alegre, confiado, humilde, amable, libre y seguro. También se
1
quiere tener una sanación holística o sea se quiere estar sano tanto en el
cuerpo, en el alma y en la sociedad. Hay pues un sin número de personas
buscadores espirituales que quieren encontrar algo, dígase paganismo,
magia, superstición, animismo, panteísmo.
Por eso el plan diocesano nos recuerda que hay una creciente proliferación
de propuestas religiosas, un clima de competencia y confusión, lo que lleva
a muchos católicos a vivir un cristianismo sin Cristo, en un creciente
bombardeo proselitista de sectas, impulsados por intereses políticos.
3. El modelo económico globalizado. Cuando se habla de este desafío
pareciera que son dos conceptos por una parte lo económico y lo otro lo
globalizante. Quiere decir que es un fenómeno complejo que no es fácil
explicitar con algunos conceptos. La globalización provoca una creciente
pobreza desigualdad, marginación destrucción de la ecología, alcoholismo,
violencia, migración, individualismo.
¿Qué se entiende por individualismo en el mundo global? Es la persona
autodidacta, autosuficiente y autónomo que se basta a sí mismo no
necesita a nadie (excepto para el sexo) y no debe nada a nadie. Es pues el
hombre libre y feliz que se identifica con la independencia y autosuficiencia
por eso es un postulado básico o sea se trata de dar culto al ego, es una
especie de narcicismo psicológico, social, político, económico y espiritual.
Por eso el individuo pierde contacto con la realidad y se suscita una
alienación, soledad falta de amor, infelicidad e incapacidad de mantener
relaciones. En el ámbito económico conduce a una acumulación ilimitada
de riqueza por parte de algunos y hasta dice “lo he ganado todo sin
transgredir las leyes o es mío y no soy responsable de la vida de otras
personas”. Y en el ámbito espiritual como es egocéntrica hasta se da el
consejo de: “sigue el camino de tu corazón” por eso el individualismo
globalizante destruye millones de personas todos los días y no deja de ser
una constante amenaza para la misma libertad que se espera alcanzar.
En la economía globalizante las estructuras de poder dominan haciendo
que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. De una manera muy
2
sutil sin que nos demos cuenta millones de personas son marginadas y
excluidas porque no hay lugar para ellos en la economía. No son nadie.
Entonces es un capitalismo neoliberal con una cosmovisión completamente
materialista basada en el principio de la supervivencia de los más aptos. Es
el poder del dinero, o sea este poder de dinero es opresor a través de las
armas por eso se dice que nadie puede dominar al mundo con su dinero
sino tiene armas para proteger sus riquezas en ese sentido el imperio
norteamericano con sus armas de destrucción masiva, sus ejércitos
extendidos por todo el mundo (tienen setecientos cuarenta y cinco bases
militares en ciento veinte países ) de ahí que la economía globalizante
quiera ser un modelo económico y un ideal en horizonte y hasta dicta y
decide por todos nosotros lo que es mejor para cada persona.
4. La cultura de muerte. Provoca pérdida de valores y falta de respeto por la
dignidad humana. Impide vivir la comunión y la solidaridad como camino de
santidad. Como dice el documento de Santo Domingo … el origen de los
males individuales y colectivos que lamentamos en América Latina: las
guerras, el terrorismo, la droga, la miseria, las opresiones en justicia, la
mentira institucionalizada, la marginación de grupos étnicos, la corrupción,
los ataques a la familia, el abandono de los niños y ancianos, las campañas
contra la vida, el aborto, la instrumentalización de la mujer, la depredación
del medio ambiente, en fin, todo lo que caracteriza una cultura de muerte.
(SD 9).
Y el documento de Santo Domingo continua diciendo de una manera dramática,
¿Quién nos librará de estas fuerzas de muerte? (cf. Rm 7, 24). Sólo la gracia de
nuestro Señor Jesucristo, ofrecida una vez más a los hombres y mujeres de
América Latina, como llamada a la conversión del corazón. La renovada
evangelización que ahora emprendemos debe ser, pues, una invitación a convertir
al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres (cf. Juan Pablo
II, Discurso Inaugural, 18), para que los cristianos seamos como el alma en todos
los ambientes de la vida social (cf. Carta a Diogneto 6). (SD 9).
3
El documento de Aparecida nos recuerda “…Se trata de confirmar renovar y
revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un
encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y
misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de
hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como
discípulos de Jesucristo y misionero de su reino, protagonistas de vida nueva…”
(DA 11). Y el mismo documento nos sigue desafiando que… a todos nos toca
recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser Cristiano por
una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,
con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva”. (DA 12).
“…El reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para
promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y
comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro
con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra
prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo
sea, encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no
obstante todas las dificultades y resistencias. Éste es el mejor servicio -¡su
servicio!- que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones”. (DA 14).
Continua el documento de Aparecida “… el discípulo y misionero de Cristo que se
desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de
decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el
materialismo, los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la
visión cristiana. Por eso, es imprescindible que el discípulo se cimiente en su
seguimiento del Señor, que le de la fuerza necesaria no sólo para no sucumbir
ante las insidias del materialismo y del egoísmo, sino para construir en torno a él
un consenso moral sobre los valores fundamentales que hacen posible la
construcción de una sociedad justa”. (DA 506).
El Papa Juan Pablo II en la magna inauguración CELAM, recordó las palabras del
Papa Pablo VI:
4
“¡Cristo!
Cristo, nuestro principio.
Cristo, nuestra vida y nuestro guía.
Cristo, nuestra esperanza y nuestro término…
Que no se cierna sobre esta asamblea otra luz
que no sea la de Cristo, luz del mundo.
Que ninguna otra verdad atraiga nuestra mente
fuera de las palabras del Señor, único Maestro.
Que no tengamos otra aspiración que la de serle
absolutamente fieles.
Que ninguna otra esperanza nos sostenga, si
no es aquella que, mediante su palabra,
conforta nuestra debilidad…”. (SD Pág. 14).
I. PERFIL MINIMO DE JESÚS DE NAZARET1
NOMBRE: Jesús. 557 veces en los Evangelios, 905 en todo el N.T. Es un
apócope del nombre hebreo yehoshúa (para nosotros Josué, como el libro
bíblico del A.T.) Este nombre contiene el tetragrama Sagrado YHWH que es el
nombre de Yavé y una forma del verbo hebreo “Yasha” que significa: Salvar.
Por lo tanto, Jeshùa, significa: yavé salva.
1 González Roser Antonio, El mundo, el reino y la iglesia, E. Progreso, México 1989 Págs. 37 38.
5
1. PADRES: José; descendiente de David (Lc 1, 27); habitante de Nazareth
(Lc 2, 39); carpintero (Mt 13,55). Y María: originaria de Nazareth; esposa de
José (Mt 1, 16); pariente de Isabel, la madre de Juan el Bautista (Lc 1, 36).
2. FECHA DE NACIMIENTO: Jesús nació en tiempos del emperador Octavio
Cesar Augusto (27 A.C. al 14 D.C) (Lc 2,1) y el Rey Herodes el Grande
(27 A.C. al 4 D.C) (Mt. 2,1). Por lo tanto nació en el año 6 A.C., 747 años
después de la fundación de Roma. El monje Dionisio el Exiguo en el siglo
VI después de Cristo, al diseñar el calendario gregoriano no sincronizó bien
las fechas y empezó a contar la era cristiana seis años después.
4 LUGAR DE NACIMIENTO: Belén de Judá. Algunos investigadores dicen
que pudo ser Nazareth. De hecho siempre se le conoció como el Nazareno,
o el Galileo, si nació en Belén fue circunstancial más o menos en ocasión
del censo de Cirino (Lc 2, 1).
5 SEXO: MASCULINO.
6 NACIONALIDAD: Judío, perteneciente a un insignificante pueblo dominado
por el imperio Romano. Israel llevaba más de 600 años de haber sido
invadido por 5 imperios diferentes. Estaba cansado. Ardía en ansiosa
espera de un libertador, de un Mesías. El pueblo judío era profundamente
nacionalista y religioso. Gobernado por sacerdotes, constituía una singular
teocracia en la que nunca hubo división entre lo político y lo religioso.
7 IDIOMA: Jesús hablaba un dialecto Galileo (Mt 26, 73) del arameo, lengua
semítica pariente del hebreo. Seguramente sabía también algo de hebreo
pues era el idioma oficial en que se hacían las oraciones y las lecturas de la
sinagoga. Es probable que a causa de la ocupación romana supiera algo de
latín y tal vez un poco de griego debido al contacto con judíos de la
diáspora.
6
8 ESCOLARIDAD: Jesús no fue un rabino, ni un intelectual. No dejó nada
escrito, sin embargo sabía escribir (Jn 8, 6) y leía incluso en hebreo
(Lc 4,16). Aunque su saber no fue escolarizado, aprendió mucho en la
escuela de la vida (Lc 2,52) pues a todos admiraba la autoridad con que
hablaba (Mt 8,28_29; Jn 8, 6) y leía incluso en hebreo (Lc 4, 16). Su gran
sabiduría, superior a la de Salomón (paradigma del sabio en aquel tiempo)
(Mt 12, 42), se compaginaba con zonas de ignorancia como es normal n
todos los hombres. Por ejemplo, Jesús ignoro cuándo sería la venida
definitiva del Reino (Mc 9, 1).
9 DOMICILIO: Hasta que empezó su ministerio; Nazareth (Lc 4, 16). Luego
andaba de un lugar para otro sin tener siquiera donde reclinar su cabeza
(Mt 8, 20). Cuando subía a Jerusalén se quedaba en casa de Lázaro y sus
hermanas. Su centro de operaciones en Galilea fue Cafarnaúm, donde
probablemente ocupaba algún cuarto de la casa de Pedro.
10 OFICIO: “carpintero”, que en aquel tiempo también era albañil y ebanista.
La palabra griega “TEKTON” (Mc 6, 1) designaba un obrero o un artesano
que trabajaba con materiales preexistente (madera, piedra o metal). Podía
ser escultor o hasta arquitecto. Estaba en posibilidades de construir una
casa de todo a todo. Era un oficio manual apreciado. Los últimos años de
su vida abandonó su oficio, para convertirse en un predicador itinerante.
11 ESTADO CIVIL: Soltero (Mt 19, 12) y laico (no fue sacerdote).
12 SALUD: No sabemos nada de sus enfermedades, por lo tanto era muy
buena.
13 POSICIÓN SOCIAL: Aunque el episodio de su nacimiento nos muestra a
Jeshua como un peregrino “sin techo”, nacido en extrema pobreza al
7
interior de un corral ajeno (Lc 2,7) por el oficio de José y luego de Jesús,
podemos deducir que en Nazareth era una familia media, sencilla y pobre,
pero con un trabajo digno y remunerador. Lo que sí queda claro a través de
los Evangelios, es que si su origen familiar fue modesto, llegado a la edad
adulta Jesús hizo una opción radical por el pobre; los desheredados, los
enfermos, los marginados, los pecadores, etc. Vivió en extrema pobreza (Mt
8, 20) y desde el pobre y con el pobre anuncio y construyó el Reino de Dios
para todos.
14 RELIGIÓN: Judía hasta el fin de su vida, en que heréticamente se separo
de la ortodoxia del Judaísmo y fundo una nueva religión.
15 COMIENZO DE SU VIDA PUBLICA: A los 30 años (Lc 3, 23) justamente en
un año sabático, el 27 D.C. Era emperador Tiberio (14 d.C. a 37 d.C.),
gobernaba Judea y Samaria Poncio Pilatos en calidad de procurador y era
Tetrarca de Galilea Herodes Antipas (hijo de Herodes el Grande), Filipo de
Traconitide y Lisanias de Abilene, bajo el Sumo Pontificado de Caifás,
sucesor de Anás. En ese año, Jeshùa dio a comienzo a su ministerio
público (Lc 3; 1-2).
16 PRINCIPALES HECHOS DE SU VIDA PUBLICA: Históricamente podemos
distinguir 3 etapas en el ministerio de Jesús:
a) Discípulo de Juan Bautista: Jeshua inauguraba su vida pública
integrándose a uno de los numerosos grupos de su época: el de su
primo Juan.
b) Profeta del Reino de Dios: Jesús se separa de Juan y comienza a
anunciar la cercanía del Reino de Dios (Mc 1, 15). Inicialmente tiene
un éxito arrollador y su predicación levanta grandes esperanzas.
8
Predica en parábolas. Obra prodigios. Las multitudes lo siguen. Elige
algunos discípulos y los envía a predicar.
c) Profeta mártir: Hacia la mitad de su vida pública tiene lugar la
llamada “crisis de galilea”, pues defraudado deja esta región para
dirigirse a Cesarea de Filipo y luego a Decápolis. Las masas lo
abandonan (Jn 6; 66_ 67). Los jefes de su pueblo lo rechazan. Ni
siquiera sus discípulos lo entienden (Mc 8, 21). Es cuando Jesús
comienza a hablar de su pasión y el sufrimiento en el sacrificio
(8,34). El día de ramos hace una entrada triunfal al templo y
expulsa por la fuerza a los vendedores, acto violento que lo pondrá
en abierta contradicción con las autoridades.
17 MUERTE: En la última pascua de su vida Jesús cena con sus discípulos. Es
traicionaba por Judas y arrestado. Acusado de blasfemo y agitador político, es
condenado y crucificado fuera de las murallas de Jerusalén. El sábado sus
discípulos encuentran la tumba vacía y proclaman que Jesús ha resucitado.
18. FECHA DE DEFUNCIÓN: “Actualmente hay un amplio acuerdo sobre la
fecha de la muerte de Jesús: murió bajo el Prefecto Poncio Pilatos el 7 de abril
del año 30 de nuestra era.
19 RESURRECCION: Aunque ningún historiador tiene la foto de la
resurrección de Jesús, es un dato histórico incuestionable que sus discípulos
así lo proclamaron y a partir de ese anuncio empezaron un movimiento social
que actualmente es el más numeroso del orbe. Jesús sigue vivo en nuestro
mundo de hoy.
9
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
Leer y resumir el Evangelio según San Marcos.
Ubica al Jesús Histórico en el contexto social –político –religioso y
económico de su tiempo.
Cuáles son las principales corrientes religiosas del tiempo de Jesús y
haz una síntesis.
Comenta la frase de E. Schillebeeckx “La razón principal de que
nuestras Iglesias se vacíen, parece residir en que los cristianos estamos
perdiendo la capacidad de presentar el Evangelio a los hombres de hoy
con una fidelidad creativa”.
.
LA TAREA DE JESÚS2.
1. Lo primero que hizo Jesús.
Leyendo los evangelios, en seguida se comprende un hecho que en ellos está
muy claro: lo primero que hizo Jesús, en cuanto empezó su ministerio
apostólico, fue reunir una comunidad, es decir, un grupo de personas que iban
siempre con él y vivían como él. Así aparece claramente tanto en los
evangelios sinópticos (Mt 4,18-25; Mc 1,16-20; Lc 5,1-11) como en el
evangelio de Juan (Jn 1,35-51). por eso se comprende la extraordinaria
frecuencia con que la palabra “discípulo” (mazetés) aparece en los cuatro
evangelios: 73 veces en Mateo; 46 en Marcos; 37 en Lucas y 70 en Juan.
Concretamente, por lo que se refiere a Marcos, tenemos el siguiente dato
estadístico: de los 671 versículos que cuenta el escrito de su evangelio, 498 (el
2 Tomado de José María Castillo, Teología para comunidades, Págs., 112-126
10
76 por 100 del escrito) relatan palabras y hechos de Jesús en que los
discípulos están presentes. Y se debe tener en cuenta que siempre que se
habla de los discípulos, en realidad de lo que se está hablando es de la
comunidad que Jesús reunió en torno a sí. Se puede, por tanto, concluir que el
hecho de la comunidad de los discípulos que Jesús reunió constituye un dato
de importancia decisiva para la inteligencia del evangelio.
Esta comunidad de discípulos, tal como aparece en los evangelios, era un
grupo relativamente amplio. Es decir, no se limitaba sólo a “los doce”. Así
consta expresamente en Mt 8, 21 y 27, 57. Lo mismo en Mc 4, 10 y 10, 32. Es
más, se puede afirmar que fue un grupo numeroso: setenta y dos de ellos
fueron enviados por Jesús a una misión especial (Lc 10,1.17); en otras
ocasiones se habla de un grupo abundante ( Lc 6, 17; 19, 37; Jn 6, 60),
muchos de los cuales se echaron atrás y dejaron de seguir a Jesús (Jn 6, 66).
En el grupo había varones, como Leví, el hijo de Alfeo (Mc 2,14); José,
apellidado Barsabá, y Matías (He 1,23); también había mujeres (Lc 8,1- 3; Mc
15, 40-41), seguramente viudas, ya que disponían de sus bienes.
En repetidas ocasiones, los evangelios distinguen netamente al grupo de la
gente en general ( Mt 9, 10; 14, 22; Mc 2, 15; 3, 9; 5, 31; 6, 45; 8, 34; 9, 14; 10,
46). Se trataba, por tanto, de un bloque de personas, diferenciadas del resto de
la población, con unos vínculos que les unían muy estrechamente, como
enseguida vamos a ver. Se puede, por consiguiente, hablar de una comunidad.
Como sabemos, Jesús escogió a doce de entre los miembros de esta
comunidad (Mt 10, 1-2; 11, 1; 20, 17; 26,20; Mc 3, 14-16; 4, 10; 6, 7; 9, 35;
10,32; Lc 6, 13; 8, 1; 9,1; 18, 31; Jn 6,67-71; 20,24). A estos doce discípulos
les confió una misión y unos poderes especiales (Mt 10,7; Mc 1, 22.37; 2,10;
11,28-29.33). A ellos les comunico el espíritu (Hc 2, 1ss), que el resucitado les
había prometido (Lc 24,49; He 1,5.8), para que fueran “testigos” de Jesús en
todo el mundo (He 1,8). De hecho, estos “doce” desempeñaron una función de
primera importancia en la constitución de la Iglesia (cf 1Cor 15, 5; Ap 21, 14).
Pero conviene hacer una advertencia, que a veces no se tiene en cuenta
11
cuando se habla de la comunidad de discípulos que Jesús organizó. Los
“doce”, además de la función histórica que desempeñaron en la organización y
estructuración de la Iglesia, tenían evidentemente una dimensión simbólica:
ellos representaban a las “doce tribus” de Israel (Mt 19,28; Ap 21, 14. 20), es
decir, simbolizan la plenitud del nuevo pueblo de Dios. Dicho más claramente,
de la misma manera que el pueblo de Israel había sido como la posteridad, la
expansión y la multiplicación de los doce hijos de Jacob, así la Iglesia, nuevo
pueblo de Dios, no era otra cosa que la posteridad y el desarrollo de los doce
apóstoles.
De lo dicho se sigue una conclusión: la intención fundamental de Jesús fue
constituir una comunidad. Dentro de esta comunidad los doce desempeñaron
una misión particular. Pero debe quedar muy claro que lo primordial y básico
en la Iglesia es la comunidad toda entera. Los doce no son anteriores y
exteriores a la comunidad, sino que surgen dentro de ella y al servicio de ella.
La tarea principal de Jesús fue, por tanto, formar una comunidad de
discípulos.
2. Una comunidad, ¿para qué?. La incorporación a esta comunidad no es presentada por los evangelios como
necesario para obtener la salvación eterna.
Es decir, la función del grupo cristiano o comunidad no consiste en asegurar la
salvación para la otra vida. Esto se ve claramente en el pasaje del joven rico
(Mt 19, 16-29 par). A la pregunta del joven, “¿Qué tengo que hacer para
conseguir la vida eterna?” (Mt 19, 16 par), Jesús contesta: “Si quieres entrar
en la vida, guarda los mandamientos” (Mt 19, 17). La respuesta, por lo tanto,
no se refiere a la necesidad de entrar a formar parte de la comunidad para
obtener la salvación eterna; esa salvación es fruto de la observancia de los
mandamientos. En definitiva, lo que Jesús le quiere decir al joven es esto: tú
eres judío; y según tu religión judía, lo que hay que hacer para salvarse es
observar los mandamientos. Pues bien, haz eso y conseguirás la salvación
eterna. Hasta ahora, Jesús no le ha dicho nada de entrar en la comunidad. Eso
12
vendrá después, cuando el muchacho diga que quiere algo más. Entonces es
cuando Jesús le habla del “seguimiento” ( Mt 19, 21 par). Por consiguiente, la
entrada en la comunidad no es para conseguir la vida eterna, sino para otra
cosa, de la que hablaremos enseguida.
La misma conclusión se deduce del relato en que aquel letrado planteó la
cuestión: “¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” (Lc 10, 25). La
respuesta de Jesús es exactamente paralela a la que dio al joven rico: “¿Qué
está escrito en la ley…Haz eso y tendrás la vida” (Lc 10, 26-28). Y más
claramente aún se advierte este mismo planteamiento –aunque desde otro
punto de vista- en el juicio final, el juicio de las naciones (Mt 25,31-46). La
cuestión decisiva, que en aquel momento se va a plantear, no se refiere ni a la
fe ni a la pertenencia a la comunidad Jesús. Es decir, lo que va a decidir el
destino definitivo de unos y de otros es el comportamiento del hombre con el
hombre, especialmente con el pobre, con el que sufre y con el perseguido (Mt
25,35-36.42-43), lo cual, de alguna manera, ya existía en el judaísmo y en
religiones extrabíblicas, concretamente en Egipto.
Por lo demás, este planteamiento no contradice la afirmación de Jesús, según
la cual él renegará ante el Padre de aquellos de sus discípulos que le hayan
negado en vida (Mt 10,32-33); como tampoco contradice la sentencia de
condenación que sobrevendrá a quienes se hayan negado a creer (Mc 16,16).
Evidentemente, en estos dos casos se trata de hombres cuya situación
religiosa está esencialmente condicionada por la oferta exigente de la fe y por
la resistencia consciente ante el don de Dios. En tal situación, la condena es el
resultado in evitable del rechazo deliberado que el hombre adopta ante dios
mismo.
El concilio Vaticano II se sitúa en esta misma línea de pensamiento. Porque, en
definitiva, lo que decide el destino último del hombre es la aceptación o el
rechazo, según la propia conciencia, de la gracia salvadora de Dios. Y eso se
puede dar tanto dentro como fuera de la Iglesia.
Ahora bien, supuesto todo lo que acabo de explicar, se plantea una pregunta:
si el fin de la comunidad no es asegurar la salvación para la otra vida –puesto
13
que eso depende, en última instancia, de la fidelidad del hombre a su propia
conciencia y de acuerdo con la exigencia de Dios tal como se le manifiesta a
él-, entonces, ¿qué pretendió Jesús al formar la comunidad que constituyó en
torno a sí?; ¿a qué se orientó, por tanto, la tarea de Jesús?. Para responder a
estas preguntas explicamos tres puntos:
2.1La condición de admisión en la comunidad.
Está claro en los relatos evangélicos que la condición indispensable,
absolutamente necesaria, para entrar a formar parte del grupo o comunidad es
la renuncia al dinero y, en general, a todo lo que se tiene. Así en efecto,
plantea Jesús el ingreso en el grupo desde el primer momento, cuando
empieza a reunir discípulos en torno a sí: Pedro y Andrés “dejaron
inmediatamente las redes y lo siguieron” (Mt 4,20 par); los hijos de Zebedeo
“dejaron inmediatamente la barca y a su padre y lo siguieron” (Mt 4,22 par). Al
letrado que le pidió entrar en el grupo, Jesús le respondió: “Las zorras tienen
madrigueras y los pájaros nidos, pero este hombre no tiene donde reclinar la
cabeza” (Mt 8, 19-20 par). Mateo dejo al momento su negocio de impuestos y
lo siguió (Mt 9,9 par). Y conviene observar que en todos estos casos lo que
realmente ocurrió es que aquellos hombres abandonaron efectivamente todo lo
que poseían. Así lo reconoció Pedro más tarde, en nombre de los demás:
“Nosotros ya lo hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mt 19, 27 par). El
acento no se pone en el desprendimiento efectivo, sino en el despojo efectivo.
Aquellos hombres, efectivamente, se quedaron sin nada.
La misma exigencia inicial de despojo total vuelve a aparecer cuando Jesús envía
a los discípulos a misionar, tanto en el caso de los doce (Mt 10,5) como cuando
mando un numero más numeroso, los setenta y dos (Lc 10,1). Las palabras de
Jesús son tajantes: “No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla para llevarla en la
14
faja ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón” (Mt
10,9-10); “no llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias” (Lc 10,4).
Pero sin duda alguna donde aparece con más evidencia esta condición
indispensable de admisión en la comunidad es en el caso del joven rico: el primer
paso que se le exige para seguir a Jesús y entrar en el grupo es vender todo lo
que tiene y dárselo a los pobres (Mt 19,21). Aquí conviene notar que esta
exigencia de renunciar a todo es condición necesaria no para heredar la vida
eterna, sino para entrar en el reino de Dios, que es lo que Jesús dice cuando
afirma: “Mas fácil es que entre un camello por el ojo de una aguja que no que
entre un rico en el reino de Dios” (Mt 19,24). O sea es imposible que un rico, uno
que sirve al dinero (Mt 6,24), entre en la comunidad.
Este ideal de pobreza no consistía en el solo hecho de la renuncia por la renuncia,
como un valor ascético aceptable por sí mismo.
Consistía más bien en el ideal de compartir lo que se tiene con los que no tienen,
sean o no sean del grupo. Por lo demás, sabemos que en la comunidad de Jesús
había bolsa común (Jn 12,6). Como también sabemos que Jesús educó a los
discípulos en esta nueva mentalidad. Así se advierte claramente en el relato de la
multiplicación de los panes (Mc 6,30-46 par). La reacción, humanamente lógica,
de los discípulos ante una masa enorme de gente hambrienta es mandar a todo
aquel gentío que se vayan a comprar para comer (Mc 6,36). Es decir, se trata,
como es natural, del dinero como medio de subsistencia. Frente a eso, lo que
Jesús propone es: “dadle vosotros de comer” (Mc 6,37). O sea, compartir con ellos
lo poco tenéis. Y a partir de ahí, mediante ese gesto, se produjo el milagro de la
abundancia, hasta saciarse todos y sobrar en exceso (Mc 6,42-44). El mismo
hecho se vuelve a repetir poco después (Mc 8,1-10; Mt 15,32-39).
En resumen, la condición indispensable de admisión en el grupo cristiano es la
renuncia al dinero y a toda atadura humana. Porque la comunidad de Jesús se
construye sobre la base del compartir. Sólo a partir de esta base se puede
15
construir la comunidad cristiana. En ella el proyecto de compartir tiene que sustituir
el proyecto humano de poseer.
2.2 El programa de vida.
Jesús presenta al grupo cristiano un programa de vida y acción. Se trata de las
bienaventuranzas (Mt 5,3-12; Lc 6,20-26). Tanto Mateo como Lucas sitúan esta
proclamación programática de Jesús, dirigida a los discípulos (Mt 5,1; Lc 6, 20), en
contextos muy significativos: Mateo inmediatamente después de la convocación
de los primeros seguidores (Mt 4,18-25) y en el comienzo del gran discurso de
proclamación del reino de Dios (Mt 5-7); Lucas a continuación de la elección de los
doce (Lc 6, 12-16) y cuando Jesús se reúne con otro buen número de discípulos
(Lc 6,17). Se trata, por tanto, del programa básico que Jesús presenta a la
comunidad.
Ahora bien, lo primero que aparece en este programa es que Jesús promete a sus
discípulos la felicidad. Una felicidad que no proviene de los valores que el mundo
considera necesarios para ser feliz, sino exactamente de todo lo contrario. Por
consiguiente, el programa del grupo cristiano comporta una transmutación de
valores. La tarea de Jesús se encamina, ante todo y sobre todo, a rehacer al
hombre, devolviéndole la dicha y la paz.
De momento, como resumen sintético, podemos decir lo siguiente: el programa de
vida que Jesús propone a su comunidad consiste, ante todo, en elegir ser pobres
(primera bienaventuranza: Mt 5,3; Lc 6,20), para tener de verdad solamente a Dios
por rey. Se trata de la condición de admisión en el grupo cristiano. Jesús acepta
entre los suyos solamente a quienes no reconocen como absolutos ni al poder, ni
al dinero, ni al prestigio, sino únicamente a Dios.
De este planteamiento de base se siguen tres consecuencias: en primer lugar, los
que sufren van a dejar de sufrir (segunda bienaventuranza: Mt 5,4; Lc 6,21); en
segundo lugar, los sometidos van a salir de su situación humillante y humillada
16
(tercera bienaventuranza: Mt 5,5); en tercer lugar, los que tienen hambre y sed de
justicia van a ser saciados (cuarta bienaventuranza: Mt 5,6). Estas promesas de
Jesús expresan la abundancia mesiánica, que colma las aspiraciones del hombre
hasta rebosar.
Las tres bienaventuranzas siguientes exponen las razones profundas de esta
situación desconcertante. Ante todo, lo que se dice en la quinta bienaventuranza:
“Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda” (Mt 5,7). En la
comunidad de Jesús nadie le va a faltar nada, porque todo va a estar a disposición
de todos. Y más en el fondo, la causa que aduce la sexta bienaventuranza: en la
comunidad todos serán personas de un corazón limpio (Mt 5,8),es decir, gente sin
mala intención, sin ideas torcidas, incapaces de traicionar. Por eso tales personas
“van a ver a dios”. Esta expresión –que es netamente cultual- quiere decir que los
miembros de la comunidad van a ser personas que existen para servir a los
demás.
En la séptima bienaventuranza, Jesús elogia a los miembros de la comunidad
porque van a trabajar por la paz (Mt 5,9). La comunidad cristiana va a ser una
fuente de reconciliación y de armonía entre los hombres, de tal manera que así se
va a instaurar un orden nuevo, no basado en la represión y la competitividad, sino
en la igualdad y en la aceptación incondicional del otro. Aquí se trata de la
actividad del grupo en la sociedad ambiente, no solo a nivel interpersonal
(reconciliar a los individuos entre sí), sino además en el ámbito de lo social y
político, que tan fuertemente condiciona la convivencia humana.
Finalmente, la última bienaventuranza elogia a los que “viven perseguidos por su
fidelidad” (Mt 5,10). La razón de esta persecución está en que el orden presente
(el “mundo”) no tolera de ninguna manera el programa de vida y acción que la
comunidad vive. Ponerse a practicar el programa de la comunidad de Jesús es
una cosa que no se puede hacer impunemente. El sistema establecido se siente
amenazado por unas personas que comunitariamente no aceptan el dinero, el
poder y el prestigio como bases de la organización social.
17
2.3La actitud básica en la comunidad.
En la comunidad de Jesús se exige una actitud fundamental: el servicio.
Concretamente, el servicio a los demás. La afirmación de Jesús en este sentido tajante: “Saben que los jefes de las naciones las tiranizan y que los
grandes las oprimen. No será así entre ustedes. Al contrario, el que quiera subir,
sea servidor suyo; y el que quiera ser el primero, sea esclavo suyo; y el que quiera
ser el primero, sea esclavo suyo. Igual que este hombre no ha venido a que le
sirvan, sino a servir y dar su vida en rescate por todos” (Mt 20, 25-28 par).
El tema del servicio aparece aquí en un contexto doblemente polémico: el servicio
de Jesús y de sus discípulos se opone a una doble dominación, la política y la
religiosa. Es decir, se trata no sólo de rechazar el estilo y la forma de dominación
política, sino también la ambición y el autoritarismo de los líderes religiosos.
Porque en realidad ambas cosas se daban en el sistema político-religioso del
pueblo judío.
En contraste con lo que pasaba en la sociedad ambiente, y en contraste también
con lo que sigue pasando en nuestros días, Jesús no tolera que nadie se imponga
a nadie en la comunidad. Todo lo contrario, en el Reino que predica Jesús es
condición básica ponerse el último: “les aseguro que si no cambian y se hacen
como estos niños, no entraran en el reino de Dios; o sea, cualquiera que se haga
tan poca cosa como el niño este, ése es el más grande en el reino de Dios” (Mt
18,3-5 par). En la sociedad judía del tiempo de Jesús, el niño es el ser que no
cuenta, el que no tiene ninguna importancia, de tal manera que se alineaba con
los sordomudos y los idiotas. Por lo tanto, Jesús afirma que en la comunidad los
primeros tienen que ser los más despreciados, los que no sirven para nada.
Por consiguiente, en la comunidad de Jesús no puede haber ni ambición ni deseo
de poder o dominación. Por eso Jesús prohíbe a los suyos la utilización de títulos
honoríficos. Y así, “padre” “abad”, “papa” (es la misma palabra en tres lenguas
distintas) están prohibidos en Mt 23,9; “maestro”, prohibido en Mt 23,8; “doctor”, en
Mt 23,10;”señor”, y lógicamente también “monseñor”, en Lc 22, 25; “excelencia” y
18
“eminencia” no cuadran con Mt 20, 26-27; 23,11; Mc 9, 35; 10, 43-44; Lc 22, 25; Jn
15, 13-15. Por el contrario, en la comunidad, dice Jesús, “todos son hermanos” (Mt
23,9) y “el más grande de ustedes será servidor suyo” (Mt 23,11). De ahí que en
el grupo cristiano tiene que reinar la más absoluta igualdad, hasta que el punto
que ni siquiera Jesús se comporta como “señor” (Jn 13,13) y llama a los
discípulos “amigos” (Lc 12,4; Jn 15,15) y “hermanos” (Mt 28,10; Jn 20, 17). Se
trata de la igualdad absoluta, de la que luego Pablo va a hablar en términos
elocuentes (1Cor 3,21-23; Rom 14, 7-9; Gál 3, 27; Col 3, 11).
3. La comunidad como alternativa.
Resumiendo lo que se ha dicho hasta aquí, resulta lo siguiente: el grupo o
comunidad que forma Jesús no está pensado primordialmente para asegurar la
salvación de las almas en la otra vida, puesto que eso se puede conseguir, y de
hecho se consigue, también fuera de la comunidad. Tampoco la comunidad se
organizo para santificar a las almas, mediante la conversión individual e interior de
los corazones. La conversión de los individuos fue ya el resultado de la
predicación de Juan Bautista (Mc 1,5). Pero tal conversión no fue suficiente. Por
eso hizo falta la venida de otro “más fuerte” (Mc 1,7).
Este otro “más fuerte ” fue Jesús. Más fuerte no sólo porque era superior a Juan
Bautista, sino además porque su mensaje y su proyecto tenían una fuerza muy
superior a todo lo que hizo y dijo el Bautista. En efecto, Jesús no se limitó a
convertir a los individuos, sino que desde el primer momento se dedicó a formar
un grupo de discípulos a los que, cada vez más y más, dirigió su atención y su
mensaje. En el grupo se vivió el despojo total de los bienes, se compartió lo que
cada uno tenía, se procuró a toda costa que nadie se impusiera a los demás, se
convivió con Jesús, con su estilo y su forma de comportarse ante los ricos y ante
19
los pobres, ante los dominadores y los dominados, ante la religión establecida y
ante los poderes públicos.
¿Qué pretendió Jesús con todo esto? Sencillamente, ofrecer una alternativa al
modelo de convivencia y de sociedad en que vivimos. Frente a la convivencia y a
la sociedad basadas en el tener, el poder y el subir, Jesús ofrece la alternativa de
la comunidad cristiana, basada en el compartir, el servicio y la solidaridad. Por
supuesto, la pequeña comunidad cristiana no puede ser una alternativa al conjunto
de la sociedad en cuanto tal. Porque para eso hace falta la mediación política.
Pero la comunidad cristiana tiene que ser una alternativa válida a los principios y
valores sobre los que se asienta la sociedad y el sistema vigente. A partir de los
principios y valores que propugna la comunidad cristiana, se debe organizar la
actuación política de los cristianos.
Por consiguiente, quedad claro que la tarea fundamental de Jesús consistió en la
formación de la comunidad. Esto quiere decir, obviamente, que Jesús vio
claramente, desde el primer momento, que lo más urgente para la implantación
del reino de Dios es la existencia de la comunidad cristiana. Ni las prácticas
religiosas por sí solas, ni la observancia de la ley por sí sola, ni la ascesis
individual por sí sola, ni tampoco la revolución violenta por sí sola son
instrumentos adecuados para la implantación del reinado de Dios. Sólo cuando los
hombres se ponen a hacer comunidad, reproduciendo el modelo de la comunidad
de Jesús, se puede decir que estamos construyendo el reino de Dios. He ahí lo
que debe constituir la tarea fundamental de todo cristiano.
4. La denuncia.
La tarea de Jesús no se redujo solamente a formar el grupo cristiano, la nueva
comunidad de salvación. Su actividad fue mucho más lejos. Él sabía
perfectamente que el enemigo número uno de su proyecto, el proyecto del reino
de Dios, es el sistema establecido sobre el dinero, el poder y el prestigio. Y sabía
20
también que los dirigentes del sistema son, y tienen que ser, los más encarnizados
enemigos de su proyecto y de su comunidad. Por todo ello, los enfrentamientos
entre Jesús y los dirigentes no tardaron en venir, es decir, se produjeron apenas
Jesús empezó a predicar y a poner en acción su proyecto. De ello nos ha dejado
buena muestra el evangelio de Marcos: los conflictos empiezan casi desde el
primer evangelio de Marcos: los conflictos empiezan casi desde el primer
momento (Mc 2,1-12. 13-17. 23-28; 3, 1-6; 8, 11-12 par).
Pero interesa ver todo esto más de cerca. Es verdad que todos tenemos una cierta
idea de los ataques de Jesús contra los judíos, contra los fariseos y contra los
sacerdotes. Pero seguramente nunca nos hemos parado a reflexionar seriamente
sobre este asunto. Por eso interesa hacer aquí una enumeración de las cosas que
dijo Jesús contra los dirigentes. La lista de ataques y hasta de insultos resulta
impresionante: Jesús los llama asesinos (Mc 12,1-12) y les dice que Dios les ha
quitado el Reino (Mt 21,33-46); compara a los dirigentes con unos niños
insensatos e inconsecuentes (Mt 11, 16-19; Lc 7, 31-35); les dice que son una
“gente perversa e idólatra” (Mt 12,39); les echa en cara constantemente que son
unos hipócritas (Mt 6,1-6. 16-18; 15, 7; 23, 13. 15.23.25.29; Lc 13,15) y que su
levadura es la hipocresía (Lc 12,2); los llama ciegos y guías de ciegos (Mt 15,
14;23,16.19.24); les dice que son unos necios (Mt 23, 17) y unos “sepulcros
blanqueados” (Mt 23, 27) o “tumbas sin señal” (Lc 11,44), insensatos llenos de
robos y maldades (Lc 11,39-41) y que además son incorregibles (Mt 19,8), que el
culto que practican es inútil (Mt 15,8-9), asegura que los publicanos y las
prostitutas son mejores que los dirigentes ( Mt 21,31-32) y que pasan por alto la
justicia y el amor de Dios (Lc11, 42); a los juristas les echa en cara que abruman a
la gente con cargas insoportables, mientras ellos ni las rozan con el dedo (Lc
11,46); y denuncia que han guardado la llave del saber engañando al pueblo (Lc
11,52); pone en ridículo a los fariseos y su piedad (Lc 18,9-14), lo mismo que
ridiculiza al clero, que queda por debajo de un hereje samaritano (Lc 10,30-
37);desacredita a los letrados ante el pueblo, echándoles en cara que “se comen
los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos” (Lc 20, 45-47); denuncia
que los saduceos no entienden las Escrituras (Mc 12, 24); amenaza a los ricos, a
21
los satisfechos y a los que ríen (Lc 6,24-26). En el evangelio de Juan, los
enfrentamientos entre Jesús y los dirigentes Judíos se repiten constantemente. Es
verdad que Juan no especifica, como lo hacen los sinópticos, a qué grupos
dirigentes se dirige Jesús en sus repetidos ataques. Pero hay que tener presente
que cuando Jesús habla de los “judíos”, se refiere a los dirigentes, a no ser que el
contexto indique otra cosa. Pues bien, a esos dirigentes les dice Jesús que ni
escuchan a Dios ni observan su mensaje (Jn 5, 38); les echa en cara que sólo
buscan honores y no llevan dentro el amor de Dios (Jn 5, 41-44); los llama
idólatras, lo que ellos interpretan como si les llamara hijos de mala madre (Jn
8,41); les dice que no conocen a Dios (Jn 8,54-55) y los califica de ladrones y
bandidos (Jn 10,8).
Es claro que si todas estas cosas no estuvieran en los evangelios, nos resultaría
casi imposible creerlas. Nadie se imagina a Jesús hablando de esta manera,
porque la imagen que de él nos ha ofrecido la predicación y la literatura religiosa
es completamente distinta. Sin embargo, ahí están los testimonios de los cuatro
evangelios, para decirnos hasta qué punto la imagen usual de Jesús, como una
persona dulce y bonachona, es completamente falsa. Por otra parte, es evidente
que si quitamos de los evangelios todo lo que refiere a los enfrentamientos de
Jesús con los dirigentes, mutilamos esencialmente lo que el mensaje del nuevo
testamento nos quiere transmitir. Y lo que nos quiere transmitir es muy claro: que
Jesús fue el más radical de todos los profetas, porque no transigió con la injusticia
y la opresión que las clases dirigentes ejercían sobre el pueblo, falseando de esa
manera el significado de la religión.
22
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN.
Las actitudes de Jesús acerca de la oración, libertad, dignidad, fraternidad,
e igualdad son actitudes que se viven constantemente en tu comunidad.
Intenta comentar las bienaventuranzas según San Lc 6, 20-26.
¿Cuáles son las condiciones para ser admitido en la comunidad de Jesús?
¿Qué pretendió Jesús al proponer la comunidad como alternativa?
23
III. JESUS, LLENO DEL ESPIRITU SANTO3.
En una forma densa e impactante, Lucas escribe: “Jesús lleno de Espíritu
Santo, regreso del Jordán y era conducido por el espíritu…”:41.
El verbo griego, en tiempo imperfecto “era conducido”, marca la acción
soberana del Espíritu que inspiraba y guiaba, continuamente y desde su
interior a Jesús.
Después paso Jesús en el desierto un buen tiempo de retiro espiritual (40
días), donde, movido y dirigido por el Espíritu Santo, entro en comunicación
con Dios su padre y contemplo la misión que tenia sobre el, y venció las
tentaciones de Satanás que lo invitaba a la realización de un mesianismo de
egoísmo, gloria y poder.
Nos dice San Juan que Jesús ejerció en Judea, por breve tiempo, u ministerio
de bautismo, análogo al de Juan el precursor (Jn 3, 22).
Los evangelistas cuentan que, al saber Jesús que Juan Bautista había sido
entregado y puesto en la cárcel, se marcho a Galilea, en la fuerza del Espíritu
(Mt 4, 12; Mc 1,4; Lc 4, 14).
Finalmente, Jesús deja Nazaret y se establece en Cafarnaúm (Mt 4, 13- 16).
Después de su bautismo en el Jordán y al volverá Galilea, hay en la vida de
Jesús un viraje y un cambio de derrotero. No volverá a Nazaret para ocuparse
nuevamente de los trabajos de costumbre, sino que cerrara su taller, dejara su
casa, saldrá de su pueblo, y renunciara a la vida modesta pero tranquila en su
pequeña aldea.
3 Tomado de Salvador Carrillo Alday, M. SP. S, Jesús de Nazaret, págs. 55-67.
24
Conducido por el Espíritu Santo, emprenderá un genero de vida diferente, se
entregara por completo a su nuevo ministerio y hará una opción radical de
pobreza y de renunciamiento en abandono total a la providencia de Dios (Mt
6,25-34; Lc 9,57_62)
Baja, pues, Jesús a Cafarnaúm, ciudad comercial sobre la orilla noroeste del
Lago de Tiberías, y se establece allí. Para Mateo, este cambio de residencia
respondía al plan divino y se cumplía así la profecía de Isaías:
“¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende del Jordán,
Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran
luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha
amanecido”: Is 8,23-9,1.
“EL EVANGELIO DE DIOS”A partir de entonces comenzó Jesús a “proclamar el Evangelio de Dios”: Mc 1, 14,
es decir, la Buena Nueva que Dios le encomendaba predicar: “¡conviértanse por
que el reino de los cielos esta cerca!”: Mt, 4,7.
La expresión “proclamar una nueva” “es igual que “evangelizar”. Este anuncio
gozoso se encuentra ya en las buenas noticias que Isaías, profeta del consuelo,
proclamaba a los habitantes de Jerusalén, anunciándoles el venturoso regreso a la
tierra prometida, después del destierro en Babilonia: “Que hermoso son sobre los
montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que
anuncia la salvación, que dice a Sion: “Tú Dios reina ya”: Is 52,7. El profeta es un
heraldo de paz, de buenas noticias y de salvación: ¡Dios va finalmente a ejercer su
reinado en Jerusalén!
25
Al retomar expresiones proféticas, Jesús intenta llevar adelante el plan de
salvación querido por Dios, y anunciado por Dios y prometido en las escrituras.
Más aun, es el quién lo va a realizar.
CON LA FUERZA DEL ESPIRITU(ANUNCIO DE LA BUENA NOTICIA)
Jesús proclamaba la inminente venida del reino de Dios con la sabiduría y el
poder del espíritu Santo, que había recibido en su bautismo en el Jordán (Mc 1,10;
Is 11,2). De Allí las expresiones de los evangelistas:
“Iba Jesús enseñando en sus sinagogas, alabado por todos”: Lc 4, 15.
“y llegan a Cafarnaúm; e inmediatamente el sábado entro en la sinagoga y
se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les
enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”: Mc 1,21
“y todos quedaban pasmados de tal manera que se preguntaban unos a
otros: ¿Qué es esto? ¡una doctrina nueva, expuesta con autoridad!”: Mc
1,27.
En el fondo, era la acción del espíritu santo que ungía a Jesús con sus
carismas en vista de su tarea evangelizadora: dones de sabiduría y
entendimiento, de ciencia y consejo, de fuerza y confianza en Dios. De allí,
las expresiones de grande admiración que surgían de entre las
muchedumbre:” la multitud, al oírle, quedaba maravillada y decía: ¿De
dónde le viene esto? Y ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada? Y
¡esos milagros hechos por sus manos! : Mc 6,2. ¡Sabiduría y poder!
Marcos y Lucas nos cuentan que su fama se extendió por toda la región”:
Lc, 4, 14; y “bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la
región de Galilea”: Mc 1,28.
26
EL GRITO INAUGURAL DE LA PREDICACION DE JESÙS
Es Marcos quien nos entrega el texto más rico sobre “el Evangelio de Dios”,
predicado por Jesús. Este decía:
¡El tiempo se ha cumplido.
El reino de Dios está cerca!
Conviértanse.
Crean en el evangelio”: Mc 1,15.
Cuatro elementos integran el grito inaugural y el mensaje central de la primera
predicación de Jesús. Los dos primeros se refieren a Dios y a su plan de
salvación: El tiempo, la hora, el momento fijado por Dios, desde toda la eternidad
para enviar su salvación a través de su hijo, Jesús de Nazaret; y la llegada del
reino de Dios en el mundo. Los otros dos elementos se relacionan con el hombre
que escucha el mensaje: conversión y fe, regresar y creer.
La palabra “Kairòs” indica un momento, una hora, una oportunidad, marcada y
establecida por Dios eternamente para obrar la salvación de cada uno, dentro del
pueblo de Dios. Es una expresión bíblica evangélica importante, que se utiliza
para subrayar la trascendencia de ciertos momentos de la historia de un pueblo o
de una persona individual.
“Ignoran cuando será el momento…”: Mc 13,33.
“Saben discernir el aspecto del cielo y ¿no pueden discernir los signos de
los tiempos?: Mt 16,3.
El Maestro dice: “¡Mi tiempo está cerca!”: Mt 26,18.
Al acercarse y ver la ciudad, Jesús lloro por ella, diciendo: “¡Si también tu
conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a
27
tus ojos… no dejaran en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el
tiempo de tu visita”: Lc 19,44.
“Todavía no ha llegado mi tiempo, en cambio su tiempo siempre está a la
mano… Suban ustedes a la fiesta… Aun no se ha cumplido mi tiempo”: Jn
7,6.8. (Cf. Hch 1,7; Rm 5,6; Ef 1, 10; 1Ts 5,1; AP 1,3).
“Kairòs es semejante a otros términos, como “la hora” o su “hora” en el evangelio
de San Juan (Jn 2,4; 4,21.23,5,25;7,30;8,20;12,23.27;Jn 13,1;16,32;17,1);o como
el “ahora” de San Lucas (Lc1,48;2,29;5,10;6,21;19,42;22,18) y sobre todo como el
adverbio “hoy”:
“Hoy les ha nacido un salvador”: Lc 2,11
“¡Hijo mío eres tú, Yo te he engendrado hoy!”: Lc 3,22.
“hoy se ha cumplido esta escritura”: Lc 4,21.
“Es preciso que hoy permanezca yo en esta casa”: Lc19, 5.
“Hoy se ha obrado la salvación en esta casa”:Lc 19, 9.
“No cantara hoy un gallo… Antes de que cante hoy un gallo”: Lc 22,34.61.
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”: Lc 23,43.
Todos estos textos se dirigen a nuestra responsabilidad personal. También
para nosotros, en nuestra propia vida, hay “un momento, un tiempo, un
Kairos, una hora, un hoy”, que es el paso de Dios para nosotros.
Es un “hoy” de Salvación, de gracia y de felicidad. Es necesario
aprovecharlo…no lo dejemos pasar. ¿Podrá darse otro día…?
¡EL REINO DE DIOS ESTA CERCA!
Es el Reino de Dios o el reinado de Dios, anunciado en las Escrituras. (Is. 52, 7,
Dn 7,13-14. 27). Dios quiere reinar, pero no impone su reinado; lo ofrece como un
28
don y un regalo (Mt 13, 11-12; 25, 34). El hombre es libre para recibirlo con
gratitud y como gracia, o para rechazarlo. (Cf. Cat. Igl. C., n. 544- 546).
a) El “Reino de Dios” en el Antiguo Testamento.
1º El AT proclama que Dios es “rey”. Él es el soberano cósmico de la
creación y de la historia. ÈL es el emperador de toda la tierra y gobernador
de todos los pueblos. En este sentido, Dios es rey por derecho de creación
(Is 6,5; Sal 47, 3; 99, 1; 103, 19).
2º En un segundo momento surge una conciencia nueva acerca de “un
reinado de Dios” menos estático y más dinámico: Dios va a ser rey, “el rey
de Israel” y va a actuar en la historia en favor de su Pueblo (Sal 93, 1;
96,10; 97,1; Is 41, 21; 44, 6; 53,7).
3º Poco después se comienza a hablar de un reinado de Dios abierto a
horizontes universales, rebasando los límites nacionales. Dios reinara un
día, desde Jerusalén, sobre toda la tierra. Sera un acontecimiento
escatológico al final de los tiempos (Is 24,23; Za 14,9; Ab 21).
4º Mas tarde se dice que dios ejercerá su reinado a través de un
representante suyo: “el Rey- Mesías”(Ez 34,24; 37, 24).
5º Finalmente, la esperanza del Rey- Mesías y de la revelación
escatológica del Reino de Dios prosperan en el judaísmo: al final de los
días vendrá el mesías, se convertirá en rey y someterá a todos los pueblos
de la tierra (Literatura inter- testamentaria).
b) El “reino de Dios” en la predicación de Jesús.
Marcos y Lucas hablan de el reino de Dios”, en tanto que Mateo habla
de “el Reino de los Cielos”. El significado de ambas formulas es el
29
mismo. La expresión “reino de los cielos” es una circunlocución para
evitar la pronunciación del Nombre divino.
1º Cuando Jesús habla del Reino de los Cielos, a veces lo presenta
como un acontecimiento próximo a venir, a veces lo proclama como
una realidad ya existente, a veces lo anuncia como un
acontecimiento futuro escatológico.
El reino es un “acontecimiento inminente”.
Así lo anuncia Juan el Bautista, así lo proclama Jesús y así lo predican también
los discípulos. Marcos presenta de modo conciso y pleno ese tema central de la
predicación de Jesús: “¡el reino de Dios está cerca!, ya llega, está a la puerta. Se
trata de la irrupción de la soberanía completa de Dios que desciende a la tierra
para salvar a los hombres. La soberanía de Dios en el mundo y su gobierno sobre
los hombres brotan de su cuidado paterno y de su interés afectuosos por el mundo
creado (Mc 1,15; Mt3, 2; 4,17.23; 9,35; 10,7; Lc 4,43; 9,2; 10, 9.11).
El reino es una “realidad presente y operante”.
Para Jesús, el Reino de Dios está ya presente: “Habiéndole preguntado los
fariseos cuando llegaría el Reino de Dios, el les respondió: El reino de Dios viene
sin dejarse sentir. Y no dirán: véanlo aquí o allá porque ¡he aquí que el Reino de
Dios ya está en medio de ustedes!”: Lc 17,20-21.
Este reinado de Dios no es, por tanto, objeto directo de comprobación sensible, si
no que hay que percibirlo por la fe. Siendo así, hay que decidirse con un acto de la
voluntad para acogerlo o rechazarlo. Sin embargo, lejos de ser una realidad
puramente interior, intima y secreta, es observable a través de sus efectos
salvíficos.
(Mt 4,23-24; 8,8; 9,35; 10,8; 12,28; Lc 10,17-20; 11,20-21; etc.).
El reino es un “acontecimiento escatológico por venir”.
30
Hay también una serie de palabras de Jesús en que alude a una futura venida
gloriosa del Reino de Dios con poder, en la que el mismo aparece investido con la
autoridad regia. Así, cuando el sumo sacerdote le pregunto a Jesús si el era el
Mesías, el Hijo de Dios, Jesús le contesto:”Si, yo soy, y veréis al Hijo del hombre
sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo”: Mc 14,62;
(cf.Mt16,24-28;25,34; 26,29.64;Mc 8,34-38;9,1; 14,25; Lc 9,27; 24,28-35; 21,31;
22,16.18.29-30.69).
2º “El Reino de Dios” es una realidad misteriosa que Jesús admirablemente ha
comparado en sus parábolas a:
Una semilla lanzada a la tierra, que puede caer en terreno
fértil o en lugar infecundo (Mt 13,3-9).
Un campo donde brotan al mismo tiempo el trigo y la cizaña
(Mt 13,24-30).
Un grano de mostaza que, con ser tan pequeño, sin embargo
producen un arbusto donde pueden poner su nido los pájaros
(Mc 4,30-32).
Un poco de levadura que es capaz de fermentar toda la masa
(Lc 13, 20-21).
Un tesoro escondido, que causa inmensa alegría y por el cual
se vende todo (Mt 13,44).
Una perla preciosa, por cuya adquisición el mercader se
desprende de todo (Mt 13,45-46).
Una red llena de peces buenos y malos (Mt 13,47- 50).
Una semilla que crece en secreto, día y noche, sin que el
hombre se dé cuenta de ello (Mc 4,26-29).
La magnanimidad de un rey que perdona (Mt 18,23-35).
Un contratista generoso que da igual recompensa a todos (Mt
20,1-16).
31
Un banquete de bodas al que se es invitado (Mt 22, 1-10).
La venida del novio en el momento menos esperado (Mt 25,1-
13).
Al producto de talentos recibidos para ser trabajados (Mt 25,
14-30).
Al reino escatológico definitivo, donde el juez será el hijo del
hombre (Mt 25,31-46).
3º Para entrar en el “Reino de Dios” se requiere:
Hacer la voluntad del padre (Mt 7,21).
Cambiar y hacerse como niños (Mt 18, 1-4).
Recibir el reino con la sencillez de un niño 8Mc 10,15).
Humildad y apertura de corazón ante Jesús maestro (Mc 12,28).
Esfuerzo personal lleno de generosidad (Lc 16,16).
Desprendimiento total y renuncia aun a bienes legítimos (Lc 9,58-62).
4ºEl “Reino de los Cielos” es:
De los pobres y pobres de espíritu (Mt 5,3; Lc 6,20).
De los necesitados, oprimidos, lisiados, cojos, ciegos, que van en busca de
Jesús (LC 4,18; 6,20; 14,15.21).
De los perseguidos por causa de la justicia exigida por el reino (Mt 5, 10).
De las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt 15,24).
De los gentiles que muestran un corazón abierto (Mt 8,11; 24,14).
De aquellos que son como niños por su sencillez, humildad e infancia
espiritual (Mc 10.14;Mt 19,14).
De los pecadores que se convierten (Mt 21,31-32).
De los que hacen misericordia a los necesitados, con quienes Jesús se
identifica de manera particular (Mt 25, 34.40).
Del “pequeño rebaño” de discípulos que tiene a Jesús por pastor (Lc 12,32).
De los esforzados y de quienes valientemente se apartan del pecado (Lc
16,16).
32
El reinado de Dios en nuestra vida.
Dios quiere ser el verdadero Rey y Señor de nuestra existencia. El, que nos ha
creado, quiere ser también nuestro “rey” en la libertad y en el amor. ¿Le daremos
cabida? ¿Le abriremos las puertas? El es un señor que no esclaviza, ni domina, si
no que ama (Lc22, 24-27); y porque ama, elige; y al elegir, regala, da y otorga con
una generosidad que solo es propia de Dios… Rey en mi vida personal, en mi
familia, en mi trabajo; Rey de mi profesión y de mis bienes; Rey de mi presente y
de mi porvenir, Rey en esta vida y en la eternidad.
“¡CONVIERTANSE!”
El verbo griego correspondiente es “metanoéite” y significa cambiar de
mentalidad, tener otros criterios, adquirir una diferente manera de pensar; y
ordinariamente se traduce por “conviértanse” o “arrepiéntanse”. Esta última
traducción subraya el apartarse del mal.
Pero Jesús hablaba en hebreo- arameo, y el verbo que utilizo para su exhortación
fue: “¡Shúbu!” ¡Volver, regresar, retornar, responder!”. Este grito, en sus labios, iba
cargado del significado profético del verbo “shub”, pero también enriquecido por
sus perspectivas mesiánicas personales; él era consciente de ser el portador de
ese “reino de Dios”, e invitaba ardientemente a entrar en el.
“¡Shúbu!” es una invitación apremiante de mucho amor. Los profetas le gritaban a
Israel:
“Israel, yo te he formado, tú eres mi siervo; Israel, yo no te olvido.
He disipado como una nube tus rebeldías; como un nublado, tus pecados.
¡Vuélvete a mí, pues te he rescatado!”: Is 44,21-22.
“! Vuelve, Israel apostata…
Que no estará airado mi semblante contra ustedes, porque soy misericordioso –
oráculo del Señor-y no guardo rencor eternamente.
Tan sólo reconoce tú culpa, pues contra tú Dios te has rebelado!”: Jr3,12 -13.
En ocasiones es el pueblo quien invita a Dios a que regrese y vuelva:
33
“¡Vuélvete, Señor, recobra mi alma;
Sálvame, por tú amor!”: Sal 6,5.
“¡Oh Dios de los ejércitos, omnipotente, regresa ya;
Desde los cielos contempla y mira;
Visita a esta viña, cuídala,
Que ha sido plantada por tú diestra!”: sal 80, 15.
Los profetas saben que ni el pueblo ni el hombre pueden “volver a su Dios” si no
es por una gracia e iniciativa divina. Así, Jeremías, ante la experiencia de un
pueblo pecador que no se convierte, ni se arrepiente, ni vuelve a su Dios, grita:
“¡Hazme volver y yo volveré;
Pues tú, Yahveh, eres mi Dios!”: Jr 31,18.
“¡Haznos volver a ti, Señor, y volveremos.
Renueva nuestros días como antaño, si es que no nos haz desechado totalmente,
irritado contra nosotros sin medida!”:Lm 5,21-22.
El hombre creado por Dios, es pertenencia suya. Somos criaturas de Dios, obras
de sus manos; somos sus hijos. Pero por el pecado nos hemos alejado de él, a la
manera de hijos ingratos que abandonan a sus padres.
Así, el grito que Jesús lanza: “¡conviértanse! ¡Vuelvan!” entraña un grado muy
grande de misericordia, de perdón y de amor.
A la invitación apremiante del señor: “¡Shúbu!”= “¡vuelvan!”, hay por parte del
hombre una “respuesta”. Es la “teshubáh”. Esta “conversión” o “respuesta es
frecuentemente tímida y temerosa… ¿qué me ira a hacer Dios? Pero no debe ser
así, si no que debe estar inspirada por el amor y brotar de la confianza en él.
El Salmo 103 es un comentario a las investigaciones de Dios a la conversión:
“Clemente y misericordioso es el Señor,
Tardo a la cólera y lleno de amor.
No guarda rencor eternamente.
34
No nos paga conforme a nuestras culpas.
El sabe de qué estamos plasmados.
Se acuerda de que somos polvo”: Sal 103,8-10.14.
En la conversión hay dos movimientos: uno es alejarse del pecado, otro dirigirse a
Dios. Los dos son necesarios; pero ¿Cuál de ellos será más importante?
Evidentemente que el acercarse o volver a Dios.
En efecto, la oscuridad no se ahuyenta si no con la entrada de la luz. No
podremos apartarnos del pecado, si primero no nos acercamos a Dios. Cuando el
corazón se abre confiadamente a Dios, desaparecen las tinieblas del pecado.
“¡CREAN EN EL EVANGELIO!”
La fe que Jesús exige desde el comienzo de su actividad, y que constantemente
exigirá, no es una simple aceptación intelectual de un mensaje o de una doctrina,
sino un impulso de confianza y de abandono, por el cual el hombre renuncia a
apoyarse en sus pensamientos y fuerzas, para abandonarse a la palabra y al
poder de Aquel en quien cree” (BJ 1398; cf. Mc 1,15; Lc 1,20.45; Mt 21, 25. 32).
Para san Pablo, “la fe es un acto por el cual el hombre se entrega a Dios: verdad y
bondad, como a la única fuente de la salvación; y tiene su fundamento en la
veracidad de Dios, en la finalidad a sus promesas y en su poder para cumplirlas”
(Bj 1610; Cf. Rm 1,16- 17).
“El Evangelio de Dios” que predica Jesús, es la buena Nueva que Dios envía al
mundo, y fundamentalmente es el anuncio de “la llegada del Reino”: Mc 1,15.
Ampliando el concepto, el Evangelio será todo aquello que Jesús, a lo largo de su
35
ministerio, vaya revelando y comunicando de parte de Dios. En Mc 1,1 “el
evangelio” será la persona misma de Jesús-Cristo, Hijo de Dios”.
“Creer en el evangelio” es una gracia. Pero la fe debe ser al mismo tiempo un acto
libre: puedo aceptar o rechazar. Si con corazón abierto el hombre se abre a la
Buena Nueva proclamada por Jesús, se realizaran en el las palabras del Maestro:
“¡Dichosos sus ojos porque ven, y sus oídos por que oyen!
Pues aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, pero
no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron”: Mt 13,16-17.
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN.
Que significa el Reino de Dios en el A. T. y N. T.
36
Comenta la parábola –Una red llena de peces buenos y malos (Mt 13,47-
50).
¿Qué plan, programa utopía, estrategia propone Jesús al hablar del Reino
de Dios?
¿Cuáles piensas que son las exigencias personales y sociales acerca del
Reino?
Crees tú que estas construyendo el Reino de Dios al estilo de Jesús.
IV LOS MILAGROS DE JESÚS.
37
EN LA NATURALEZA MATEO MARCOS LUCAS JUAN
Bodas de Cana
Pesca milagrosa
Tempestad calmada
Multiplicación de panes
Camina sobre las aguas
Higuera seca
CURACIONESSuegra de Pedro
Un leproso
Un paralitico
Hombre de la mano seca
Hemorroisa
Siervo del Centurión
Dos ciegos
Un sordo mudo
Ciego d Betsaida
Paralitico de la piscina
Ciego de nacimiento
Ciegos de Jericó
Hidrópico
Diez leprosos
Malco desorejado
RESURRECCIONESHija de Jairo
Joven de Naín
Lázaro
EXORCISMOS
Endemoniado de Cafarnaúm
Endemoniado de Gerasa
Hija de la Cananea
Endemoniado mudo
Niño epiléptico
Endemoniado ciego y mudo
Mujer encorvada
-
-
8,23-27
14,13-21
15,32-39
14,22-33
21,18-22
8,14-15
8,1-4
9,1-8
12,9-14
9,20-22
8,5-13
9,27-31
-
-
-
-
20,29-34
-
-
-
9,18-26
-
-
-
8,28-34
15,21-28
9,32-34
17,14-21
12,22-23
-
-
-
4,35-41
6,30-44
8,1-18
6,45-52
11,20-25
1,29-31
1,40-45
2,1-12
3,1-6
5,25-34
-
-
7,31-37
8,22-26
-
-
10,46-52
-
-
-
5,21-43
-
-
1,21-28
5,1-20
7,24-30
-
9,14-29
-
-
-
5,1-11
8,22-25
9,10-17
-
-
4,38-39
5,12-16
5,17-26
6,6-11
8,43-48
7,1-10
-
-
-
-
-
18,35-43
14,1-6
17,11-19
22,50-51
8,40-56
7,11-17
-
4,31-37
8,26-39
-
-
9,37-43
11,14
13,10-17
2,2-11
21,3-14
-
6,1-15
6,16-21
-
-
-
-
-
-
4,46-54
-
-
-
5,1-18
9,1-41
-
-
-
-
-
-
11,1,46
-
-
-
-
-
-
-
EJERCICIO DE AUTOEVALUACIÓN
38
¿Al hablar de los milagros en los Evangelios crees que son una
realidad o fantasía?
Comenta el milagro del endemoniado ciego y mudo (Mt 12, 22-23).
¿Qué actitud personal y comunitaria invita Jesús al realizar un
milagro?
V LA MUERTE REDENTORA DE JESUCRISTO4.
Los evangelistas nos narran que la vida de Jesús acaba de una manera trágica
por eso en la cristiandad tanto su agonía, su condena y su muerte ha sido el
alimento de su fe y además la fe en Jesucristo muchas veces es objeto de la
expresión artística.
1. EL CONDENADO.San pablo (Rom 4 25=) escribe que Cristo fue entregado por nuestros
pecados y fue resucitado para nuestra justificación.
La confesión de fe apostólica es muy sobria al hablar de que Jesús ´´fue
crucificado bajo poncio Pilatos, murió…¨ por eso desde la época apostólica
la muerte de Jesús siempre fue objeto de una reflexión profunda de este
acontecimiento.
Jesús es un hombre como nosotros porque vivió de una forma ejemplar a
nuestra condición. Comparándolo con Sócrates que enfrento la muerte con
plena lucidez sin temer al fracaso creyendo (Jesucristo) que de ese modo
hacia triunfar la validez de su mensaje con el desinterés por sí mismo.
Jesús murió verdaderamente aunque su muerte está preñada de sentido
porque fue nuestra muerte la que vivió, pero la admitió atestiguando que al
aceptarla por los demás, perdía todo su carácter absurdo. Su muerte no nos
desarraiga de este mundo para trasladarnos aun más allá problemático,
4 Síntesis tomada de Ch. Duquoc, Cristología, Págs. 283-331.
39
sino que nos convida luchar en este mundo y asumirlo con toda libertad (P.
M. Van Burén).
Los textos evangélicos nos evidencian que Jesús no represento un papel el
de hombre mortal, más o menos exterior a su verdadero ser. Murió
humanamente con toda la incertidumbre, la duda, la angustia, que la muerte
trae consigo: la agonía de Getsemaní describe un combate real, nacido de
la proximidad de la muerte y del fracaso de la predicación que esto supone.
Las palabras, la conducta de Jesús, sus milagros quebrantaron la confianza
y la validez de la ley, por eso Jesús no se va a librar de la condenación,
porque los jerarcas del pueblo Judío no están de acuerdo de esta actitud.
También los Saduceos y los sacerdotes ven con malos ojos a un hombre
que discute sus privilegios y que, por su exaltación profética y su ideal de
pureza puede privarles de las buenas ganancias que obtienen con su tráfico
en el templo.
La muerte de Jesús no es solo un acontecimiento de carácter privado. Es el
resultado de una condenación, Jesús fue eliminado por la sociedad como si
se tratase de un malhechor.
Jesús se convirtió en una fuerza dentro del juego social. Era una persona
peligrosa, por eso el sumo sacerdote justifica la desaparición de Jesús
cuando proclama ´´es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que
perezca toda la nación´´. (Jn. 11, 50).
Por otra parte Jesús fue condenado por el poder civil, porque su
comportamiento y su palabra afectaban al poder político. Por eso los jefes
judíos le indican a Pilatos que Cristo es revolucionario y rebelde ante el
poder y por tanto merece la muerte.
Jesús al rechazar el poder, no puede ocupar ningún lugar en el mundo y los
poderes reinantes en ese tiempo se lo hacen ver, por eso Jesús se ve
obligado a enfrentarse con la muerte y así experimentar el fracaso de su
palabra, la ineficacia de su libertad y de su amor.
40
2. EL CRUCIFICADO.
Jesús, condenado injustamente, soporta un castigo en donde se demuestra
lo perverso de los poderes religioso y civil.
Los evangelios no hablan de la cruz sino del crucificado. Es Jesús que
quien al ser condenado se ve humillado, los soldados se burlan de este
líder que resiste y violenta todo el sistema político y religioso.
Tanto los judíos como los soldados adoran el poder, mientras que Jesús
calla. No hará nada para que cambie su destino, carga con su cruz y se
encamina hacia el Gólgota. Los tres sinópticos, que narran de diferente
manera hacia el calvario, coinciden al mencionar el gesto de Simón de
Cirene: es obligado a llevar la cruz de Jesús.
El evangelista San Lucas menciona que Jesús le sigue una gran
muchedumbre, pero no dice nada de los sentimientos de Cristo. También
dice que las mujeres lloran. Jesús les ruega que no lloren por el sino por
ellas mismas. La intención de Lucas es que hay para el crucificado testigo
misericordioso y compasivo. Quiere decir que no todos participan de la
locura que inspiran los jefes judíos y romanos.
Los evangelios señalan que Jesús fue crucificado en medio de dos
malhechores. El episodio del buen ladrón quiere decir para el malhechor
que no existe una medida común entre el castigo que ellos soportan como
bandidos y que es el final merecido de su vida de robos y asesinatos, y el
castigo que padece Jesús que es inocente e injusto. Lo contrario del buen
ladrón es la actitud del otro malhechor que insulta a Cristo y es como una
prolongación de los insultos que el pueblo y los jefes hacen a Jesús.
La condenación había desenmascarado a los ojos del pueblo la falsedad de
las pretensiones mesiánicas de Jesús.
3. EL ABANDONADO.
El abandono de Cristo es un momento esencial, porque Jesús experimenta
el abandono de Dios. Cristo experimenta el fracaso porque se ve
41
condenado y crucificado. La agonía de Jesús es la percepción de la
injusticia que se comete contra los pobres y los débiles, contra los que
esperan el reino. El abandonado es la angustia del justo entregado a las
persecuciones de sus enemigos, de quien no parece acordarse Dios,
puesto que no lo protege.
El abandono de Cristo, su desamparo se convierte en reprobación y repulsa
de parte de Dios. Tal parece que Jesús padece la cólera de Dios y la pena
de la condenación: es el sujeto de un castigo.
Según las Escrituras cuando habla del abandonado, quiere indicar la
consecuencia de la elección implicada en su repulsa del poder. El padre es
fiel a la voluntad de su hijo, lo mismo que el hijo es fiel a la voluntad de su
padre de revelar quienes son ellos y deliberar a los hombres sin
violentarles.
Jesucristo no muere rechazado por Dios muere apartado por los hombres
de una sociedad que no ha podido entender y tolerar sus palabras y sus
acciones.
4. DESCENDIO A LOS INFIERNOS.
El creyente en Cristo confiesa: ´´padeció bajo el poder de Poncio Pilatos; fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos y resucito al tercer día´´.
La inserción de la bajada a los infiernos en el credo apostólico es bastante
posterior; se remonta al siglo IV. El concepto de los infiernos para la antigüedad
era la morada de los muertos. Que Jesucristo haya bajado a los infiernos significa
que realmente murió y que permaneció entre los muertos. La mención en la
confesión de fe de esta bajada es para autentificar que la condición humana de
Jesús es verdad y por tanto la verdad de su muerte.
Muerto permaneció en los infiernos. Si el hombre difunto no es más que una
sombra sin embargo habita en una morada indescriptible llamada infierno. Ese
lugar es del desamparo. Quizás allí la sombra sienta todavía deseos de vivir, pero
no existe ningún camino de regreso a la vida. Cristo experimenta toda nuestra
condición mortal, pero, al volver de los infiernos, abre el camino de la vida y rompe
el destino.
42
La bajada a los infiernos en el credo apostólico no está separada de la
resurrección, sino que subraya toda la verdad de la vida nueva de Jesús, al
subrayar la verdad de su muerte.
Si Jesús baja a los infiernos, baja activamente. Su estancia en los infiernos toma
el sentido de una victoria sobre esa morada donde yacen cautivos los hombres.
Por tanto la bajada a los infiernos no indica tanto la realidad de la muerte de
Jesús o el desamparo de Jesús sino la fuerza de la creencia de la resurrección.
Por eso Jesús entra como héroe en los infiernos, y sale de allí como vencedor en
beneficio de la humanidad. Por eso podemos proclamar que Cristo Jesús es ya
victorioso cuando entra en la morada de los muertos.
La bajada a los infiernos es también un episodio de la lucha contra las potencias
del mal que gobernaban al mundo.
La bajada de Cristo a los infiernos que confiesa el credo quiere decir que Cristo no
estovo exentó de los límites de la condición humana. San Pablo, en la carta a los
Filipenses (2, 6-11) nos presenta la kénosis (anonadamiento) como el estilo de su
mesianismo. Quiere decir que Jesús se vació de la gloria que las esperanzas de
Israel creían que habría de ser la del mesías.
Para Jesús, bajar a los infiernos es soportar lo irremediable, es abrazar
planamente el destino trágico del hombre, es acompañarlo hasta el punto en que
se ve más abandonado.
La baja da de Jesús hacia los infiernos es para vencerlo, es demostrar que ya no
hay ningún destino que pese sobre el hombre hasta el punto de que este no lo
pueda forzar por eso la esperanza cristiana es lo que se opone a la sumisión al
destino; se apoya en el acto por el que Cristo se enfrento con la muerte.
Bajar a los infiernos es arrostrar (tolerar) la ausencia de Dios cuyo signo es la
muerte. ¨no son los muertos los que te alaban¨, dice el salmista. Jesús conoce
mejor que nadie este abandono pero al morir se pone por completo en las manos
de Dios. Espera contra toda esperanza. Vence a los infiernos como ausencia de
Dios. Es poder permanecer en este silencio sin perder la esperanza. El que Jesús
bajara a los infiernos, para regresar luego vivo, señala el espacio libre que se le da
a la acción del hombre. No hay ninguna potencia que pese sobre su libertad, a no
43
ser la de su propio instinto de la nada por eso la bajada a los infiernos de Jesús
proclama necesariamente la resurrección. La victoria esta ya decidida apenas se
ha proclamado este enfrentamiento con el poder de la muerte. Lo irremediable
puede ser superado, sencillamente porque lo irremediable no es una cosa exterior
a la decisión del hombre. El destino se lo forja el propio hombre por tanto, toda
lucha contra el destino es una subida de los infiernos. En Jesús, toda la
humanidad ha quedado asumida en este movimiento de liberación. Cristo no
reemplaza al hombre en la superación del destino. Cristo suscita, abre, entabla el
combate. Por eso cuando haya quedad vencido el ultimo enemigo (la muerte),
entonces Jesús entregara el reino a su padre.
En síntesis:
- No es la cruz lo importante sino el crucificado.
-La cruz señala un acontecimiento vulgar: Jesús ha muerto condenado.
-Ha sido rechazado, porque, siendo profeta, sus palabras y sus actitudes han
trastornado las estructuras sociales y religiosas.
-la cruz no es exaltada como un símbolo. Sigue todavía siendo lo que fue: un
suplicio.
- El hecho de que el mesías de Dios, haya soportado ese suplicio, es una
autentica locura.
- Si la cruz nos revela en rostro de Dios, no es por ser cruz sino por ser el término
de la fidelidad al mensaje que Jesús proclamaba.
-Separar la cruz de la historia es cerrar los ojos ante su verdadero sentido que
incluye la crucifixión de Jesús como motivo a la luz del acontecimiento pascual.
-El crucificado es efectivamente el resucitado (el que vive).
EJERCICIO DE AUTOEVALUACIÓN.
44
Narra con tus palabras la muerte de Jesús. Como interpreto Jesucristo su muerte. ¿Por qué la salvación tiene que pasar necesariamente por la pasión? La Iglesia ejemplifica la pasión de Jesucristo en el mundo
convulsionante y desafiante.
VI LA RESURRECCION DE JESÚS5
LA RESURRECIÓN DE Jesús es el hecho más importante de toda la historia de
la salvación. Es, por eso, el hecho central de esa historia de la salvación. Es, por
eso el hecho central de esa historia. Porque es el acontecimiento decisivo en la
existencia de Jesús; y en la vida y en la fe de los cristianos. Tan decisivo, que sin
resurrección ni la existencia de Jesús tendría sentido ni la fe de los cristianos su
más elemental consistencia.
Jesús se presento como enviado de Dios para anunciar la salvación de todos los
hombres. Pero encontra de lo que se podía esperar de él. (Lc 24,21), murió en una
cruz, abandonados por todos y con este grito en la boca: “¡Dios mío, Dios mío!,
¿Por qué me has abandonado?” (Mc 15,34). De esta manera, la muerte de Jesús
vino a enterrar todas las esperanzas que se habían puesto en el. La fuga de los
apóstoles (Mc 15,50), la decepción de los discípulos de Emaus (Lc 24,21) y el
miedo a los judíos (Jn 20,19) nos sugieren con claridad la sensación de fracaso
que invadió a los primeros creyentes. Sin duda alguna, aquellos hombres se
sintieron decepcionados, porque pensaban que Jesús había fracasado totalmente.
Esto indica claramente que si no llega a acontecer la resurrección, el fracaso de
Jesús se habría confirmado totalmente. Esto indica claramente que si no llega
acontecer la resurrección, el fracaso de Jesús se habría confirmado plenamente. Y
con el fracaso de Jesús habría fracasado también su proyecto y el incipiente
movimiento que el origino. Como dice el apóstol San Pablo, si Cristo no ha
resucitado, entonces nuestra predicación no tiene contenido ni nuestra fe tampoco
(1 Cor 15,14). Es más, si no hay resurrección, “somos los más desgraciados de 5 Tomado de José María Castillo, Teología para Comunidades, págs., 165-177.
45
los hombres” (1 Cor 15, 19) por que habríamos puesto nuestra esperanzas en un
pobre fracasado, que termino en la muerte como todos los mortales y además de
la peor manera.
Por consiguiente, es claro que el hecho de la resurrección es decisivo para la
causa de Jesús; y para la causa también de todos los que hemos puesto nuestra
fe y nuestras esperanzas en Jesús. Hablar, por tanto, de la resurrección es hablar
de la cuestión decisiva para nosotros. Porque es la cuestión decisiva que afecta al
mismo Jesús. Pero resulta que la fe en la resurrección ha sido discutida desde los
tiempos de los apóstoles hasta nuestros días. La certeza que la iglesia tiene es
una certeza de fe. Hay una constante en los relatos sobre la resurrección: el
sepulcro vacio y las apariciones no son de tal naturaleza que excluyan la duda.
Por eso en los últimos años se ha levantado una polémica, tanto en la teología
protestante como en la católica, acerca del sentido, la significación y hasta la
certeza que podemos y debemos tener en cuanto se refiere a la resurrección de
Jesús. Por ello interesa sumamente analizar los diversos argumentos y las
cuestiones que se han planteado acerca del hecho de la resurrección.
1. El hecho de la resurrección.
a) Un hecho incuestionable
Algunos días después de la muerte de Jesús resonó en Jerusalén una
noticia asombrosa: Dios ha resucitado al que fue crucificado (He 2, 23,
3,15; 4,10; 10, 39 -40). Nadie había visto el hecho mismo de la
resurrección, pero la cosa se presentaba como incuestionable. Los
seguidores de Jesús afirmaban que está vivo, porque ellos lo habían
visto, se les había aparecido. En este sentido llama la atención la
cantidad de testimonio que se acumulan todos en torno al mismo hecho
( Mc 16,1-8; Mt 28,1-10; Lc 24,1-12;Mt 28, 16-20; Lc 24, 36-50; Jn 20,
11-18.19-23.24-49;21,1-23:1Cor 15,3-8). Por otra parte, es significativo
que nadie pudo rebatir este hecho. Y menos aun demostrar su
falsedad.
46
Es verdad que el relato de Mateo da a entender una cierta polémica en
torno al hecho: el sepulcro está vigilado por soldados (Mt 27,62-66), los
cuales son sobornados por las autoridades judías, para que propalen
en rumor de que los discípulos de Jesús han robado el cadáver (Mt 28,
11-15). Además, la custodia oficial del sepulcro debía durar tres días
(Mt 27, 63-64) y se puso un sello al mismo sepulcro (Mt 27, 65-66).
Pero también es cierto que nada de esto pudo impedir la constatación
de que el sepulcro estaba vacío (28,25; cf. Jn 20,15). Y si las
autoridades no denunciaron y castigaron el presunto robo del cadáver,
es que evidentemente reconocieron el hecho incuestionable: allí había
ocurrido algo que humanamente no tenía explicación.
b) El sepulcro vacio se ha dicho muchas veces que el mismo
argumento para afirmar la resurrección de Jesús es el hecho del
sepulcro vacio. Sin embargo, si nos fijamos más de cerca veremos
enseguida que ningún evangelio aporta, como prueba de la
resurrección, el hecho del sepulcro vacio. Porque este hecho, en
vez de provocar la fe, causa miedo y espanto, hasta el punto de que
“las mujeres salieron huyendo del sepulcro”
( Mc 16, 8; Mt 28,8 ; Lc 24, 4).
Sin embargo, aquí conviene hacer dos observaciones. La primera es
que la repetida proclamación del sepulcro vacio no tendría sentido si
quienes hacían, esa proclamación no tuvieran la certeza de la
resurrección. Porque, en caso contrario, cualquiera podría haber
demostrado su falsedad, si es que el cuerpo estaba en alguna parte.
Por lo tanto, desde este punto de vista, las afirmaciones sobre el
sepulcro vacio eran, en el fondo, afirmaciones de la fe en la
resurrección.
Por otra parte_ esta es la segunda observación_, parece que las
afirmaciones sobre el sepulcro vacio estaban asociados con una
práctica en la primitiva iglesia, de peregrinación y culto al santo
47
sepulcro. Los cristianos recorrían los diversos lugares de Jerusalén que
les recordaban el viacrucis de Jesús. Como final de esta piadosa
peregrinación visitaban también el santo sepulcro. Su veneración
religiosa alcanzaría su punto culminante cuando, llegados al lugar, el
guía pronunciara estas palabras: “y este es el sitio donde lo
depositaron” (Mc 16,6).
Todo esto quiere decir que la tradición del sepulcro vacio expresa, de
manera indirecta, una fe solida y profunda en la resurrección. De todas
maneras, hay que afirmar con toda claridad que la fe en la resurrección
no tuvo su origen en el descubrimiento del sepulcro vacio ni en el
testimonio de las mujeres, sino en las apariciones a los apóstoles. De
ahí la preocupación de (Mc 16,7) en que las mujeres vayan a Pedro y
a los discípulos y les comuniquen el mensaje del ángel. Sin duda
alguna, el argumento decisivo, para afirmar la resurrección de Jesús es
el hacho de las apariciones de los discípulos. Lo del sepulcro vacio no
pasa de ser un signo de una fe previa en el hecho de la resurrección.
c. Las apariciones a los discípulos
El argumento definitivo para afirmar la resurrección de Jesús se basa
en las apariciones del mismo Jesús a su comunidad de discípulos. Las
formulas más antiguas sobre las apariciones (1Cor 15,3 -5; He 2,32;
3,15; 4,10; 5,32) indican, por su formulación estricta y desapasionada,
que estas apariciones no fueron visiones subjetivas, sino hechos
objetivos, que se podían afirmar con toda seguridad.
¿Cuántas fueron las apariciones? Resulta muy difícil responder a esta
pregunta. Porque los datos que poseen son inevitablemente
fragmentario e incompletos. Pablo nos da cuenta de cinco apariciones
del señor vivo (1 Cor 15,3-8). Marcos no conoce ninguna aparición (Mc
48
16,1-8), aunque indica que Jesús se dejara ver en Galilea (Mc 16-7).
Mateo conoce una sola aparición a los once (Mt 28, 16-20). Lucas
refiere dos apariciones (Lc 24,13-53). Juan relata tres manifestaciones
del señor (Jn 20,11-18.19-23.24.29), a lo que hay que añadir las
apariciones en Galilea de Jn 21. Pero a esta lista hay que sumar otras
apariciones, como, por, ejemplo, la que tuvo esteban mientras era
martirizado (He 7,56). Si a esto unimos la aparición a Pablo (He 9,4.6;cf
1Cor 15,8), se puede decir con seguridad que las apariciones de Jesús
a los suyos duraron varios años.
En cuanto al modo, las apariciones son descritas como una presencia
real y hasta carnal de Jesús. Come, camina con los suyos, se deja
tocar, dialoga con ellos. Su presencia es tan real que puede ser
confundido con un caminante (Lc 24,14-16), un jardinero (Jn 20, 15) o
un pescador (Jn 21, 4-6). El hecho es que los discípulos que lo vieron
tenían la seguridad de que no eran un “espíritu” (Lc 24,39) ni un “ángel”
(He 23, 8-9). El que murió y fue sepultado era el mismo que resucito
(1 Cor 15,3-5). De ahí la preocupación por acentuar el hecho de las
llagas (Lc 24,39;Jn 20,20.25-29), de que comió y bebió con sus
discípulos (He 10,41) o de que comió delante de ellos (Lc 24,42).
Por lo demás, en los relatos de las apariciones se nota una evolución:
de una representación más espiritualizante como es la de 1Cor 15,5-8;
He 3,15; 9,3; 26,16; Gal 1,15; Mt 28, se pasa a una materialización
cada vez más marcada, como ocurre en los relatos de Lucas y Juan; y
mucho más en los evangelios apócrifos de Pedro y los Hebreos.
Como conclusión de los relatos de apariciones se puede decir que tales
relatos constituyen una base sólida de la fe en la resurrección.
Efectivamente, Jesús fue visto por los suyos, que convivieron con él y
aseguraron con toda firmeza el hecho de la resurrección como
incuestionable y seguro.
49
c) ¿Un hecho histórico?
Para entender correctamente la resurrección hay que hacer una
distinción elemental: una cosa es resucitar y otra cosa es revivir.
Jesús no revivió, sino que resucitó. Revivir es volver a la vida que
se tenía antes de la muerte. Por lo tanto, el que revive vuelve a ser
un hombre mortal, porque vuelve a estar en este mundo, como uno
de tantos. Eso es lo que ocurrió en el caso de Lazara (Jn 11,43.44)
o en el hijo de la viuda de Naín (Lc 7,15). Por el contrario resucitar
es vencer definitivamente la muerte y, por, consiguiente, escapar ya
para siempre a ella. En consecuencia, se puede decir que quien
revive vuelve a este mundo, mientras que quien resucita traspasa
para siempre las fronteras de este mundo.
Ahora bien, a la luz de esta distinción elemental, ¿se puede decir
que la resurrección fue un hecho histórico? Depende: si por hecho
histórico se entiende lo que acontece realmente, sin duda alguna la
resurrección fue un hecho histórico; pero si por hecho histórico se
entiende lo que se puede comprobar en el espacio y en el tiempo ,
entonces hay que decir que la resurrección no fue un hecho
histórico. Porque Jesús resucitado no estaba ya en el espacio y en
el tiempo, es decir, no estaba en este mundo, sino que había
rebasado definitivamente las condiciones de la historicidad. Por eso,
desde este punto de vista se puede decir que lo único histórico que
ocurrió allí es que los discípulos experimentaron la presencia viva de
Jesús y así lo manifestaron a los demás.
Por esto se comprende que los evangelios no cuentan el hecho
mismo de la resurrección. Se cuentan las apariciones después de la
resurrección, pero no la resurrección misma. Por eso el evangelio
apócrifo de Pedro (escrito hacia el 150 d.C.), que en lenguaje
fantástico cuenta como resucito Jesús, fue rechazado por la iglesia,
50
porque la conciencia cristiana persiguió enseguida que no se puede
hablar de la resurrección en sí misma.
2. Significado para la comunidad cristiana
La muerte en la cruz era considerada en aquel tiempo como una
maldición divina (Dt 21,23; Gal 3,13). Además, Jesús había muerto
gritando su desamparo total: Dios lo había abandonado (Mc 15,34). Por
eso, ante los ojos de aquella sociedad, muerto de aquella manera y
sepultado era un fracasado total, un desecho del que no vale la pena
hacer caso. Así se cumplió la palabra del mismo Jesús:”Todos se van a
escandalizar de mi” (Mc 14,27; Mt 26,31). En consecuencia, los
discípulos regresaron a Galilea (Mc 14,50; Mt 26,56), sin duda alguna
decepcionados, como les pasaba a los de Emaús (Lc 24, 19-21).
Ahora bien, con la resurrección todo cambia: Jesús es visto por los
suyos como el hombre cabal y perfecto del que habla Dan 7. 21.34.
36.47; 4,33; 5,14; 7,59.60; 8,16; 9,1.5.10.11.13.15.17.27.28.35.42;
10,36; 11,16, etc.), “sentado a la diestra de Dios” y “constituido hijo de
Dios con poder” (Rom 1,4; He 13,33; Mt 28,18). De tal manera que las
confesiones de fe que presenta el Nuevo Testamento en Jesús como
señor y como hijo de Dios tienen su fundamento en la resurrección.
EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
51
¿Cómo presentan las primeras comunidades cristianas el nacimiento de su
fe en la vida o nueva presencia del crucificado?
Comenta la frase: Creemos que Dios lo ha resucitado (1 Tes 1, 10).
Comenta la frase: “La afirmación incontestable de la resurrección por parte
del N. T. no es la reanimación de un cadáver, sino la manifestación plena y
gloriosa de aquel que fue visto vivo, después muerto y ahora esta presente
con su corporeidad pneumatificada, animado por el espíritu de vida y sobre
quien ya no tiene poder la muerte”.
¿La Iglesia de hoy realmente da testimonio del resucitado?
Puedes explicar porque la resurrección es un evento trinitario.
VII Las Cristologías del nuevo testamento6.
El documento cristológico neotestamentario, apoyándose en tradiciones
anteriores, actualizó ingeniosamente la tradición experiencial cristiana a las
circunstancias concretas de las diferentes comunidades que se convertían a la fe.
Podemos decir que los elementos constitutivos de la nueva tarea interpretativa son
precisamente dos:
a. La memoria Iesu. Quienes no habían tenido la experiencia de la fe a
través de un contacto directo con el Jesús de Nazaret, seguían unidos a
su persona y a su causa a través de los recuerdos que continuamente
se narraban en el interior de la comunidad.
b. El Pneuma. Este elemento no era otra cosa que la misma
transformación de vida que iban experimentando los primeros cristianos;
la nueva vida que siempre consideraron como un don del espíritu.
Pneuma y anamnesis se unen siempre a una misma experiencia. Las
cristologías neotestamentarias están dependiendo, en su misma
constitución, tanto del recuerdo histórico como del poder del espíritu que
6 Tomado de Ezequiel Castillo Solano, Tu eres el Cristo, Págs. 58-66.
52
les hace vivir la vida nueva en Cristo en la particularidad del Sitz im
Leben de los pueblos. Veamos brevemente cada una de ellas.
1. La cristología de Marcos.La intencionalidad cristológica de Marcos consiste en dar a conocer
a los paganos el misterio de la persona y obra de Jesús, el Cristo.
El punto de partida de su reflexión es la Resurrección. Desde esta
nueva luz, su mirada retrospectiva abarca la totalidad de la vida
terrena de Jesús pero reconocido y confesado como el Cristo. Su fe
cristológica en el Señor resucitado configura toda la visión que él
tiene de la realidad y del acontecimiento Jesús.
Según el evangelista el misterio de la persona y obra de Jesús
queda expresado con los títulos “Hijo de Dios” e “Hijo del hombre”.
Con el título “Hijo de Dios”, san Marcos quiere resaltar la dignidad
cristológica y soteriológica de Jesús. Es significativo a este respecto
el hecho de la Teofanía del Bautismo (Mc 1, 9-11). La voz celestial
presenta a Jesús como el “Hijo querido de Dios”. Los lectores de
Marcos comprenden muy bien esta escena. Saben y escuchan en
ella la confirmación divina de la confesión cristológica del
evangelista: Jesús es el hijo de Dios. Este mismo título aparece en
otros pasajes también importantes: en el prologo (Mc 1,1), en la
confesión de los demonios (Mc 3,11; 5,7), en el relato de la
transfiguración (Mc 9, 7), en la confesión del centurión al pie de la
cruz (Mc 15,39). En fin, toda la vida de Jesús esta iluminada por este
título.
En marcos el título de “Hijo del hombre” no se opone de ninguna
manera al que hemos visto anteriormente, al contrario, nos da la
posibilidad de proyectar la actuación y significación de Jesús desde
nuevos aspectos, esto es, desde el aspecto histórico salvífico. Con
este título el evangelista quiere expresar la situación kenótica,
sufriente y dolorosa de Jesús. El es el primero que nos ha
transmitido los relatos sobre la pasión del hijo del hombre. Esta
53
figura aparece siempre en su evangelio con un rostro doloroso y
propiciatorio.
Los tres anuncios de la pasión (8,31; 9,31; 10,33) han sido
introducidos conscientemente por Marcos para significar que la
salvación a llegado a los hombres por la muerte de Jesús.
Otro elemento de la cristología marcana y que domina incluso el
marco kerigmático de los títulos es lo que se ha llamado el secreto
mesiánico, que puede resumirse de la siguiente manera:
Por una parte, Jesús despliega, durante su vida terrena, un poder y
una virtud que causa la admiración de mucha gente, todo al oír su
mensaje y al presenciar sus milagros, tanto que algunos de sus
seguidores terminan glorificando a Dios por las maravillas obradas
en su siervo Jesús; por otra parte, él se empeña en retirarse del
tumulto popular, busca el retiro, quiere permanecer escondido y
todavía más impone silencio a los que los proclaman como el
Mesías. Por ultimo, este secreto mesiánico comprende todavía dos
hechos importantes: la incomprensión de los discípulos y la
obstinación de sus oyentes ante las parábolas y ante toda su vida.
El secreto mesiánico de Marcos no sólo revela la intención histórica
de Jesús de no dar pie a una falsa interpretación de su mesianismo,
sino más bien refleja la tendencia del autor de hacer comprensible la
trayectoria de Jesús hacia la muerte. Con mucha razón se ha
llamado a este evangelio el “evangelio de la pasión”.
2. La cristología de Mateo.A través del Evangelio según san Mateo, el lector podrá constatar el
especial interés del evangelista por demostrar, con mayor intensidad
que Marcos, la mesianidad de Jesús en un sentido seguramente
judío pero muy lejos de las categorías y concepciones mesiánicas
vigentes en ese tiempo. Para Mateo el principio hermenéutico para
interpretar este carácter mesiánico es el mismo Jesús.
54
La prueba “ex scripturis” y los relatos de los milagros, son los
argumentos de los que se sirve el escritor sagrado para alcanzar el
objetivo que se ha propuesto.
Antes de abordar directamente el tema que le preocupa, abre su
exposición presentando la prehistoria de Jesús, que no puede tener
otra finalidad que la de demostrar que Jesús es el mesías prometido
en cuanto que es “Hijo de David, Hijo de Abrahám” (1,1), que, según
las escrituras, procede de Belén, la ciudad de David. La genealogía
le da mucha importancia a su descendencia del pueblo de la
promesa y de la estirpe de David.
Supuesta esta introducción, el evangelista describe a su comunidad
la conducta, la actividad y el destino mesiánico de Jesús. Para este
fin se sirve de algunos títulos cristológicos que como mediaciones de
tipo religioso, vienen a estructurar su pensamiento teológico sobre el
significado de la vida de Jesús.
2.1 Jesús es el Hijo de David.
Así es proclamado cuando realiza curaciones (12,23), cuando clama
a él la mujer cananea (15,22) y cuando entra triunfalmente a la
ciudad de Jerusalén (21,9. 15). Con esto el evangelista afirma que
las promesas veterotestamentarias han tenido su cumplimiento en
Jesús. El titulo de “Hijo de David” en este contexto de denominación,
debe ser entendido, según el evangelista, en referencia a Zac 9,9
esto es, un Hijo de David como Rey pacifico y sin violencia, y un Hijo
de David como Salvador misericordioso haciendo alusión al siervo de
Yahvé de Is 42, 1-4.
2.2 Jesús es el Señor.
Esta profesión de fe ocupa un lugar privilegiado en el Evangelio de
Mateo. Y su explicación no puede ser otra que las nuevas
experiencias pascuales que determinan la visión retrospectiva del
55
evangelista acerca de la andadura terrena de Jesús de Nazaret
(7,21: 14,28. 30; 17,4; 18,21; 22,42 ss; 28,6). La luz de la pascua es
tan decisiva que el deja en un segundo termino la trayectoria de
humillación y pasión de Jesús.
Como podemos ver, los títulos de grandeza y dignidad mesiánica del
resucitado, lleno de poder tanto en boca de Jesús terreno como en
las confesiones de los que creían en el, resaltan con más fuerza y
claridad en Mateo que en el mismo Marcos.
2.3 Jesús es el hijo del hombre.
Siempre que el escritor sagrado quiere resaltar la dimensión
escatológica de Jesús, lo presenta como el Cristo de la Parusía
(10,23; 13,41; 16,28; 25,31).
2.4 Jesús es el Hijo de Dios.
A diferencia de Marcos, Mateo le concede a este titulo un mayor
espacio en todo su evangelio y no tiene reparo alguno en hacer
resonar esta confesión de fe en la misma vida terrena del Jesús
histórico, a fin de que su comunidad conociera sin duda alguna su
ser y su significado. Los títulos anteriores nos ayudan en cierta
medida a comprender el significado que para las comunidades
cristianas primitivas, principalmente para la de Mateo, tenia la
denominación de “Hijo de Dios”. Originalmente debió tener el sentido
de Mesías regio a quien Dios encomienda una determinada misión y
con quien permanece íntimamente unido. Este sentido estaría en el
fondo de las tentaciones de Jesús (4,3-10), de las burlas al pie de la
cruz (27,40-43). Especial merece la expresión de “Hijo” en sentido
absoluto. El texto paradigmático es Mt 11, 27: “Todo me ha sido
entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni
al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se
56
lo quiera revelar”. Para comprender el sentido de este concepto en el
conjunto de la cristología de Mateo, es necesario tomar en cuenta el
contexto en donde se habla del misterio del Reino de Dios que se ha
de revelar y que tiene como contenido el señorío d Dios en la
persona y actuación de Jesús. El sentido consistiría en que solo a
quien se le revele el misterio de la persona de Jesús ----como el Hijo
---, a él se le descubre el Reino de Dios.
3. La cristología de Lucas.El kerigma cristológico de Lucas esta estructurado desde un
trasfondo histórico. Su cristología es una verdadera teología de la
historia en cuanto que el acontecimiento Cristo es el que le da
sentido definitivo al devenir de la historia humana.
El centro de la historia, según Lucas, es Jesús el Crucificado
resucitado que la redime y salva, que la libera de sus estrecheces,
inmanentismos y cerrazones. Él ha hecho de la historia, una “historia
de salvación”.
Desde esta perspectiva, el evangelista acentúa algunos aspectos de
la vida terrena y celeste de Jesucristo:
a. En primer lugar, la trayectoria histórico-salvífica del hombre Jesús
inicia con la aparición de Juan el Bautista que con su bautismo
prepara al pueblo para la inminente y terrible intervención de Dios
en la historia (13,24). Su marco penitencial y apocalíptico-
profético enlaza con la predicación del Jesús sobre el Reino de
Dios que es salvación.
b. En segundo lugar, cuenta mucho para Lucas la ascendencia
davídica de Jesús con el fin de hacer ver que las promesas de
salvación, hechas en otro tiempo a los antepasados, se han
cumplido en Jesús. Él es el Mesías, el descendiente de David
cuyo reino no tendrá fin, que es rico en misericordia.
c. En tercer lugar, la actuación poderosa y curativa de Jesús, es el
signo histórico de la presencia de Dios que salva a la humanidad.
57
Consciente de su misión, él recorre las aldeas y caminos
llamando e invitando a hombres y mujeres a reconocer el Kairós
divino que irrumpe en la historia.
d. En cuarto lugar, el evangelista afirma que si Jesús puede realizar
en la historia la obra salvadora del Padre es porque posee el
Espíritu Santo. Está lleno de él y actúa en él y por él.
e. Por último, la resurrección de Jesús y su exaltación junto al
padre, lo constituye en Señor y salvador de la historia y del
mundo.
En esta visión histórico- salvífica, Lucas afirma la humanidad plena y
la innegable filiación divina de Jesús desde su nacimiento hasta su
entronización junto al padre. En esta luz deben ser interpretados los
títulos de “Hijo de Dios” (Lc 1,35; 4,9. 41; 8,28; 22, 70;), “Hijo del
Altísimo” (Lc 1, 32; 8, 28;), “Salvador” (2,11; Act 5,3; 13,23;). Son
decisivos en los escritos del evangelista los títulos de Señor y
Profeta, denominaciones que van de acuerdo con la misión
salvadora de Jesús en la historia.
Otro rasgo de esta cristología es la dimensión de misericordia del
reino que Jesús predica, especialmente, a los pobres y enfermos.
4. La cristología de Juan.Con los escritos de Juan, la reflexión cristológica llega a su plena
madurez, conoce un desarrollo bastante completo dentro del kerigma
neotestamentario. Muchos aspectos del acontecimiento Jesús se
irán armonizando maravillosamente: eternidad e historia, el Jesús
histórico y el Cristo de la fe, cristología y soteriología.
Comenzando con el prologo podemos afirmar, haciéndonos eco del
algunos exegetas y especialistas, que se trata de una profesión de fe
de alta inspiración religiosa, de un profundo e insospechado
contenido. Con mucha sencillez, pero con mucha claridad y
precisión, nos transporta inmediatamente a la vida intradivina, ve ahí
al “Logos” viviendo junto al padre desde la eternidad. De entrada
58
nos ofrece una cristología “desde lo alto”, una cristología que
solamente con el atrevimiento que nace de la fe se pone a especular
y a interpretar el sr trascendente y divino de Jesús desde el seno
incomprensible y misterioso del mismo Dios. En este punto el
evangelista-teólogo se distancia de los sinópticos cuyos proyectos
cristológicos parten de la realidad del Jesús de Nazaret. Sin
embargo, es necesario hacer la observación que fuera del prólogo,
en el resto del evangelio, Juan elabora una cristología también” de la
base”: del Jesús histórico se eleva hasta la preexistencia de Jesús,
el Hijo de Dios.
La cristología del Prólogo describe algunas características del
“Logos”, que son las suficientes para identificarlo frente a Dios y
frente a los hombres:
a. En primer lugar, el “Logos” es tan eterno como el Padre. Este
rasgo característico lo sitúa por encima de las criaturas y de
cualquier ser intermedio y lo pone en el nivel de Dios. El que
preexiste desde la eternidad.
b. En segundo lugar, el “Logos” se define por su actividad creadora.
“Todo se hizo por él y sin él no se hizo nada de cuanto existe”.
Se empieza a vislumbrar ya desde este momento que el “Logos”
actúa dentro de una economía salvífica.
c. En tercer lugar, la actividad salvífica de Jesús se expresa, según
el escritor sagrado, a través de las categorías “vida”, “luz”. “en él
estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”. podemos decir
que la obra y la misión de Cristo frente a los hombres se
encierran en estos términos tan llenos de contenido teológico
d. En cuarto lugar, el “Logos” hizo su aparición entre los hombres.
“Y el ´Logo´ se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros “. Él
decide realizar su misión haciéndose uno de tantos a fin de
hablar su lenguaje y de vivir su misma vida y de esta manera
conducirlos al padre.
59
e. Por último, Juan establece una relación de identidad entre el
“Logos” y el Jesús de Nazaret. La fe cristológica después de una
depuración conceptual, confiesa a Jesús como el Logos eterno
del Padre.
Esta profesión de fe echa sus raíces en la misma existencia
terrena de Jesús de Nazaret.
La alta especulación teológica juanina ha creado, digamos así,
una cristología de la encarnación tan decisiva para el
pensamiento posterior que se convierte en el centro de gravedad
de la cristología juntamente con la muerte y resurrección de
Jesucristo. Su objetivo es señalar la importancia decisiva de la
presencia de Jesús entre los hombres, por tratarse de la
presencia misma del Dios, salvador que esta en la historia
humana.
El titulo privilegiado por Juan para designar la realidad Jesús,
Logos eterno del Padre, es el de “Hijo”. Con el se expresa el ser
de Jesús con respecto a Dios su Padre: él es el que obedece al
padre y aprende de él.
5. La cristología de Filipenses 2,6-11.
En el mismo nivel de una cristología evolucionada y de profundidad
especulativa se encuentra la profesión de fe de la comunidad de Filipos,
que el apóstol Pablo expresa tan elocuentemente en un himno
perteneciente a una tradición anterior.
Si consideramos el tipo de cristología de Filipenses dentro de la
panorámica cristológica neotestamentaria, nos damos cuenta de que se
trata de la primera configuración cristológica completa ya que da
testimonio de los tres modos de ser de Cristo: su preexistencia, su
condición terrena y su glorificación pascual.
El contenido cristológico del himno presenta, por lo tanto, tres fases que
constituyen las tres dimensiones del acontecimiento Cristo:
60
a. La primera fase dice relación a la preexistencia y al despojamiento
voluntario de Cristo.
“El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser
igual a Dios, sino que se despojo de si mismo tomando condición de
siervo haciéndose semejante a los hombres”.
Aquí se afirma que Cristo ha subsistido y subsiste en forma y
condición divina y que no obstándose en esta condición, se despoja
de ella. La situación kenótica de la que se habla hace alusión a la
encarnación y al modo concreto como la vive Jesús en su andadura
terrena.
b. La segunda fase representa la condición humana de Cristo
caracterizada por la obediencia absoluta.
“Y apareciendo en su porte como hombre; y se humillo así mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz”.
Este texto sagrado pone en evidencia la seriedad con que Cristo
asume la existencia humana, cuya última consecuencia es la muerte.
Cristo humillado está desprovisto de poder, se entrega al designio
maravilloso del padre y se asemejan a sus hermanos los hombres.
Aquí está en juego la encarnación y la manera concreta de realizarla.
c. Esta tercera fase incluye la exaltación de Cristo y su triunfo sobre el
universo.
d. “Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo
nombre”.
Aquí se proclama la salvación de Dios que se manifiesta en la
exaltación de su hijo y en el poder que le confiere sobre toda la
creación, para que como él, todo el cosmos y toda la humanidad,
una vez vencido el pecado y la muerte, pueden sentarse a la
derecha del padre.
61
422 “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de
mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para
que recibiéramos la filiación adoptiva” (Ga 4, 4-5). He aquí “la Buena Nueva de
Jesucristo, Hijo de Dios” (Mc 1,1); Abraham y a su descendencia; lo ha hecho
más allá de toda expectativa: El ha enviado a su “Hijo amado” (Mc 1, 11).
En el centro de la catequesis: Cristo.426 “en el centro de la catequesis encontramos esencialmente una persona,
la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por
nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros… Catequizar
es…descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios… Se trata de
procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los
signos realizados por El mismo”. El fin de la catequesis: “Conducir a la comunión
con Jesucristo: sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y
hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad.
432 El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente
en la persona de su Hijo hecho hombre para la redención universal y definitiva de
los pecados. El es el Nombre divino, el único que trae la salvación y de ahora en
adelante puede invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la
Encarnación de tal forma que “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4,12).
436 Cristo viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que
quiere decir “ungido”. Pasa a ser nombre propio de Jesús porque el cumple
perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran
ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que
habían recibido de El. Este era el caso de los reyes, de los sacerdotes y,
excepcionalmente, de los profetas. Este debía ser por excelencia el caso del
Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino. El Mesías
debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez como rey y sacerdote, y
también como profeta. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su
triple función de sacerdote, profeta y rey.
63
441 Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un titulo dado a los ángeles, al
pueblo elegido, a los hijos de Israel y a sus reyes. Significa entonces una filiación
adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad
particular. Cuando el Rey-Mesías prometido es llamado “hijo de Dios”, no implica
necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que sea más que humano.
Los que designaron así a Jesús en cuanto mesías de Israel, quizá no quisieron
decir nada más.
446 En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre
inefable con el cual Dios se reveló a Moisés, YHWH, es traducido por “Kyrios”
“Señor”. Señor se convierte desde entonces en el nombre más habitual para
designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en
este sentido fuerte el titulo “Señor” para el padre, pero lo emplea también, y aquí
está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios.
451 La oración cristiana está marcada por el título “Señor”, ya sea en la
invitación a la oración “el señor este con vosotros”, o en su conclusión “por
Jesucristo Nuestro Señor” o incluso en la exclamación llena de confianza y de
esperanza: “Maran atha” (“¡Ven, señor!”) (1 Co 16,22): “¡Amén! ¡Ven Señor Jesús!”
(Ap 22, 20).
459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: “Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí…” (Mt 11, 29). “Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6). Y el Padre, en el monte de la
transfiguración, ordena: “Escuchadle” (Mc 9,7). El es, en efecto, el modelo de las
bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: “Amaos los unos a los otros como yo
os he amado” (Jn 15,12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva
de sí mismo.
464 El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo
de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que
sea el resultado de una mezcla confusa éntrelo divino y lo humano. El se hizo
verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es
Verdadero Dios y verdadero hombre. La iglesia debió defender y aclarar esta
verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.
64
470 Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación “la naturaleza
humana ha sido asumida, no absorbida”, la Iglesia ha llegado a confesar con el
correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de
inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha
tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo
pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido.
Todo lo que es y hace en ella pertenece a “uno de la trinidad”. El Hijo de Dos
comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la
Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente los
comportamientos divinos de la Trinidad.
489 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada
por la misión de algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de
su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del
maligno y la de ser la Madre de todos los vivientes. En virtud de esta promesa,
Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada. Contra toda expectativa
humana Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil para mostrar la
fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel, Débora, Rut, Judit y Ester, y
muchas otras mujeres. María “sobresale entre los humildes y los pobres del señor,
que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella,
excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el
plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación”.
495 Llamada en los Evangelios “la Madre de Jesús” (Jn 2, 1; 19, 25), María es
aclamada bajo el impulso del Espíritu como “la madre de mi Señor” desde antes
del nacimiento de su hijo (Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como
hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su hijo
según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la
Santísima Trinidad. La iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de
Dios [“Theotokos”].
496 Desde las primeras formulaciones de la fe, la Iglesia ha confesado que
Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del
Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue
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concebido “absque semine ex Spiritu Sancto”, esto es, sin semilla de varón, por
obra del Espíritu Santo. Los padres ven en la concepción virginal el signo de que
es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la
nuestra.
512 Respecto a la vida de Cristo, el Símbolo de la Fe no habla más que de los
misterios de la Encarnación (concepción y nacimiento) y de la Pascua (pasión,
crucifixión, muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrección, ascensión).
No dice nada explícitamente de los misterios de la vida oculta y pública de Jesús,
pero los artículos de la Fe referentes a la Encarnación y a la Pascua de Jesús
iluminan toda la vida terrena de Cristo. “Todo lo que Jesús hizo y enseño desde el
principio hasta el día en que… fue llevado al cielo” (Hch 1, 1-2) hay que verlo a la
luz de los misterios de Navidad y de Pascua.
520 Durante toda su vida, Jesús se muestra como nuestro modelo: El es el
“hombre perfecto” que nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su
anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar; con su oración atrae a la
oración; con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación y las
persecuciones.
522 La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso
que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de
la “Primera Alianza” (Hb 9, 15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta
venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el
corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta venida.
531 Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la
inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia,
vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios, vida en la
comunidad. De todo este periodo se nos dice que Jesús estaba “sometido” a sus
padres y que “progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los
hombres” (Lc 2, 51-52).
535 el comienzo de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el
Jordán. Juan proclamaba “un bautismo de conversión para el perdón de los
pecados” (Lc 3,3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados, fariseos y
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saduceos y prostitutas viene a hacerse bautizar por él. “Entonces aparece Jesús”.
El bautista duda. Jesús insiste y recibe el bautismo. Entonces el Espíritu Santo, en
forma de paloma, viene sobre Jesús, y la voz del cielo proclama que él es “mi Hijo
amado”. Es la manifestación (“Epifanía”) de Jesús como Mesías de Israel e Hijo de
Dios.
538 Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto
inmediatamente después de su bautismo por Juan: “Impulsado por el Espíritu” al
desierto, Jesús permanece allí sin comer durante cuarenta días; vive entre los
animales y los ángeles le servían. Al final de este tiempo, Satanás le tienta tres
veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jesús rechaza estos
ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el paraíso y las de Israel en el
desierto, y el diablo se aleja de él “hasta el tiempo determinado” (Lc 4, 13).
544 El reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo
acogen con un corazón humilde. Jesús fue enviado para “anunciar la Buena
Nueva a los pobres” (Lc 4,18). Los declara bienaventurados porque de “ellos es el
Reino de los cielos” (Mt 5,3); a los “pequeños” es a quienes el padre se ha
dignado revelar las cosas que ha ocultado a los sabios y prudentes. Jesús, desde
el pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre, la sed
y la privación. Aún más: se identifica con los pobres de todas clases y hace el
amor activo hacia ellos la condición para entrar en su reino.
548 Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el padre le ha enviado.
Invitan a creer en Jesús. Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe.
Por tanto, los milagros fortalecen la fe en aquel que hace las obras de su padre:
éstas testimonian que él es Hijo de Dios. Pero también pueden ser “ocasión de
escándalo”. No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar
de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos, incluso se le acusa de
obrar movido por los demonios.
554 A partir del Día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de
Dios vivo, el Maestro “comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a
Jerusalén, y sufrir… y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día” (Mt 16,
21): Pedro rechazo este anuncio, los otros no lo comprendieron mejor. En este
67
contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús, sobre una
montaña, ante tres testigos elegidos por él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los
vestidos de Jesús se pusieron fulgurantes como la luz, Moisés y Elías aparecieron
y le “hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén” (Lc 9, 31).
Una nube les cubrió y se oyó una voz desde el cielo que decía: “Este es mi hijo, mi
elegido; escuchadle” (Lc 9, 35).
557 “Como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su
voluntad de ir a Jerusalén” (Lc 9, 51). Por esta decisión, manifestaba que subía a
Jerusalén dispuesto a morir. En tres ocasiones había repetido el anuncio de su
Pasión y de su Resurrección. Al dirigirse a Jerusalén dice: “No cabe que un
profeta perezca fuera de Jerusalén” (Lc 13,33).
560 La entrada de Jesús en Jerusalén Manifiesta la venida del Reino que el
Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su
Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia
abre la Semana Santa.
571 El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrección de Cristo está en el
centro de la Buena Nueva que los apóstoles, y la Iglesia a continuación de ellos,
deben anunciar al mundo. El designio Salvador de Dios se ha cumplido de “una
vez por todas” por la muerte redentora de su Hijo Jesucristo.
589 Jesús escandalizo sobre todo porque identifico su conducta misericordiosa
hacia los pecadores con la actitud de Dios mismo con respecto a ellos. Llego
incluso a dejar entender que compartiendo la mesa con los pecadores, los admitía
al banquete mesiánico. Pero es especialmente al perdonar los pecados, cuando
Jesús puso a las autoridades de Israel en un dilema. Porque como ellas dicen,
justamente asombradas, “¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios”?
(Mc 2, 7). Al perdonar los pecados, o bien Jesús blasfema porque es un hombre
que pretende hacerse igual a Dios o bien dice verdad y su persona hace presente
y revela el Nombre de Dios.
619 “Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras” (Co 15, 3).
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620 Nuestra salvación procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros
porque “El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados”
(1 Jn 4, 10). “En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo” (2 Co 5, 19).
621 Jesús se ofreció libremente por nuestra salvación. Este don lo significa y
lo realiza por anticipado durante la última cena: “Este es mi cuerpo que va a ser
entregado por vosotros” (Lc 22, 19).
623 Por su obediencia amorosa a su padre, “hasta la muerte de cruz” (Flp 2,
8), Jesús cumplió la misión expiatoria del Siervo doliente que “justifica a muchos
cargando con las culpas de ellos” (Is 53, 11).
630 Durante el tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro su persona divina
continuó asumiendo tanto su alma como su cuerpo, separados sin embargo entre
sí por causa de la muerte. Por eso el cuerpo de Cristo “no conoció la corrupción”.
632 Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales
Jesús “resucito de entre los muertos” (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20)
presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los
muertos. Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de
Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió
con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador
proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí detenidos.
648 La resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervención
trascendente de Dios mismo en la creación y en la Historia. En ella, las tres
Personas divinas actúan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se
realiza por el poder del padre que “ha resucitado” (cf Hch 2, 24) a Cristo, su hijo, y
de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad –con su cuerpo—
en la Trinidad Jesús se revela definitivamente “Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos” (Rm 1, 3-4). San
Pablo insiste en la manifestación del poder de Dios por la acción del Espíritu que
ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado glorioso de
Señor.
69
680 Cristo, el señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas
todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin
un último asalto de las fuerzas del mal.
681 El día del juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a
cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña,
habrán crecido juntos en el curso de la historia.
682 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos,
revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según
sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia.
Apéndice II
LAS HEREJIAS
El empleo de la palabra (elegir, elección) no es uniforme en el A.T. En la acepción
helenística el termino se emplea para designar la elección de una determinada
doctrina que se presenta con pretensión de autoridad, así por ejemplo para
designar la secta de los saduceos (Act 5, 17), o por parte de los judío para
designar la comunidad cristiana (Act 25,5.14). Pero también se usa para referirse
a una doctrina errónea que se desarrolla fuera de la Iglesia.
1. El Gnosticismo.
El gnosticismo es un movimiento histórico y religioso que acompaña el
cristianismo desde su nacimiento se constata que desde finales del siglo1, la
iglesia tiene que convivir tanto con una expresión semítica de la fe como con su
expresión helénica. Este encuentro cultural y religioso se extiende por la cuenca
del mediterráneo, y asi el tema de la salvación es recurrente para una reflexión.
En la actitud gnóstica hay una aporía dualística entre el bien: el mal es aquello que
vivimos, es esa situación compleja de desorden y sufrimiento que caracteriza
nuestro mundo, y por eso nadie fuera de su alcance
70
Y l bien es todo aquello que proviene o tiene relación con el espíritu.
Para el gnosticismo la salvación consistirá en recorrer de nuevo el camino de la
vida, pero de forma diferente o sea que la gnosis (conocimiento) nos permitirá
descubrir el camino de regreso a Dios. Solo el conocimiento nos devolverá el
vínculo perdido con él y asegurara nuestra entrada en lo divino
Para el gnosticismo la imagen de Cristo es la de una especie de identidad (Eon)
proveniente de Dios, pero que ha escapado ,pero no se sabe como al aspecto
maldito de la emanación, y por tanto es capaz de mostrar el camino de retorno a
Dios para aquellos que siguen a Jesucristo.
Entonces en el sistema gnóstico no se puede hablar de una encarnación del
verbo. Más bien aparece un ser aislado y alejado del mundo, incomprensible,
ininteligible, que supera de un modo absoluto el mundo natural.
2. E l docetismo
Es una herejía que aparece a principios del siglo II en Asia menor. Esta herejía
niega la condición humana
De Cristo solo le asigna una existencia humana aparente.
¿Puede Dios seguir siendo Dios y pasar por las debilidades y las impurezas
propias de la condición humana? Con esta pregunta se quiere exaltar la divinidad
pero s niega la posibilidad de la Encarnación por que para el Docetismo solo se
realiza en apariencia la encarnación de Jesús.
San Ignacio de Antioquía en su carta a los Efesios es el primero que se opuso al
docetismo y afirma la plena unión entre la humanidad y la divinidad de Jesucristo:
“hay un solo medico, carnal y espiritual, creado e increado, Dios hecho carne, vida
verdadera en la muerta nacido de María y de Dios, primero apacible y, luego,
impasible, Jesucristo nuestro Señor”.
71
Ignacio de Antioquia pronunciara un famoso principio soteriológico: lo que no fue
asumido no fue redimido con este principio pudiéramos concluir: si la encarnación
de Cristo fue solo en apariencia, entonces no estamos salvados.
3. El arrianismo.
Es una doctrina propagada por Arrío, en Alejandría en el año 315 y la tesis de
Arrío es que el Logos no es eterno como el padre, sino que ha recibido la
existencia directamente del padre antes del tiempo, como ninguna otra criatura,
pero no es de la misma naturaleza que el Padre.
Según Arrio solo el Padre es sin principio y en esto es radicalmente del Hijo, que
como las demás criaturas tienen su origen en la voluntad del padre. Y el
argumento de Arrio es que en la Escritura el mismo Jesucristo dice: “El Padre es
más que yo”... ”El hijo no puede hacer nada por su cuenta, si no lo que ve hacer al
padre”... (Jn 5,19-20)
“Comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: mi alma esta triste hasta el punto
de morir”. (Mc 14, 33-34) Para Arrio es evidente la desigualdad que existe, en
cuanto al ser, entre el Padre y el Hijo, los mismos sufrimientos son para él una
prueba de la debilidad ilimitación de Cristo. Entonces Jesús no es verdaderamente
humano, ya que el alma de Jesús era el verbo; pero también no es divino por que
padece las debilidades y la limitación propia de la condición humana. Entonces
Cristo ni es verdadero Dios ni verdadero hombre. En el sínodo de Alejandría se
condena Arrio. Se argumenta si Cristo no es Dios, entonces nuestra salvación no
es la obra de Dios. Con esta afirmación hay un axioma soteriológico: Solo Dios
puede salvar.
De la herejía del arrianismo se desdobla en dos herejías: el adopcionismo y el
apolinarismo
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a) Adopcionismo:
Dice que Cristo es un hombre que en razón de su santidad fue adoptado por el
hijo por el Padre. Es una forma de concebir la relación Padre e Hijo que ignora la
divinidad de la persona de Jesús. El principal representante de esta herejía es
Teodoto de Bizancio. Teodoto precisa que es justamente al momento del bautismo
de Jesús en el Jordán que el padre le adopta como hijo.
b) El apolinarismo
(Apolinar de Laodicea la tesis consiste en afirmar que el Logos, al encarnarse,
habría tomado el lugar del alma humana de Jesús o sea que Jesucristo no asumió
una humanidad integral si no solo un cuerpo convirtiéndose en su principio vital.
Con estas herejías la consecuencia es que Jesucristo no es ni verdaderamente
humano ni verdadero Dios, si no un ser intermedio, derivado de la unión sustancial
entre Dios el Hijo y un cuerpo inanimado.
4. E Nestorianismo
La tesis principal es que la Encarnación es una sola especie de la habitación de
Dios en la persona de Jesús coexiste con él, pero sin una unión hipostática. Hay
pues el temor de que la encarnación del verbo implique un cambio en el ser de
Dios. De algún modo, la humanidad se convierte en un instrumento de la divinidad.
5. El monofisismo.
Esta doctrina afirma que Cristo es el resultado de la composición de dos
naturalezas (humana y divina) que no subsisten como distintas. El principal
representante de esta herejía fue Eutiques. Según él la unión de la naturaleza
divina con la naturaleza humana suponía la absorción de esta en la primera hasta
el punto de que no se podía hablar más que de la naturaleza divina.
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En el concilio de (Calcedonia 451 d. C) va a definir la unión hipostática entre las
dos naturalezas de Cristo: “Hay que confesar a un solo y mismo hijo y señor
nuestro Jesucristo; perfecto en la divinidad y perfecto en la humanidad;
verdaderamente Dios y verdaderamente hombre de alma racional y cuerpo; con
substancial con el padre según la divinidad, y consustancial con nosotros según la
humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado; engendrado del
padre antes de los siglos según la divinidad, por nosotros, y en los últimos días por
nuestra salvación, engendrado de María virgen, la madre de Dios según la
humanidad; se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor Hijo unigénito en
dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación...”
Bibliografía.
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