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I N D I C E CAPITULO I NATURALEZA Y TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN 1.- NATURALEZA DE LA REVELACION. 2.- TRANSMISIÓN DE LA REVELACION. CAPITULO II NOCIONES GENERALES DE LA BIBLIA 1.- DEFINICION Y NOMBRES. 2.- DIVISIÓN Y NUMEROS DE LIBROS. 3.- DIVISIÓN EN CAPÍTULOS Y VERSÍCULOS. 4.- MANEJO DE LA BIBLIA. 5.- COMPOSICIÓN O FORMACIÓN. 6.- AUTOR. 7.- LENGUAS. 8.- CONTENIDO ( BREVE SÍNTESIS DE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN). 9.- ¿CÓMO SABER SI UNA BIBLIA ES CATÓLICA? 10.- IMPORTANCIA DE LA LECTURA Y ESTUDIO DE LA BIBLIA. CAPITULO III TEXTOS ORIGINALES Y VERSIONES ANTIGUAS 1.- TEXTOS ORIGINALES. 2.- VERSIONES ANTIGUAS. CAPITULO IV LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA 1. DATOS BÍBLICOS. 2. LA INSPIRACIÓN EN LA TRADICIÓN Y REFLEXIÓN TEOLÓGICA. CAPITULO V PROPIEDADES DE LA BIBLIA 1.- UNIDAD. 2.- VERDAD. 3.- SANTIDAD. 4.- PERENNIDAD E INMUTABILIDAD . CAPITULO VI EL CANON BIBLICO Y SU FORMACION 1. DEFINICIÓN. 2. DIFERENTES CÁNONES. 3. DIVISIÓN DE LOS LIBROS CANÓNICOS. 4.- HISTORIA DEL CANON DEL AT. 1

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I N D I C E

CAPITULO I NATURALEZA Y TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN1.- NATURALEZA DE LA REVELACION.2.- TRANSMISIÓN DE LA REVELACION.

CAPITULO IINOCIONES GENERALES DE LA BIBLIA1.- DEFINICION Y NOMBRES.2.- DIVISIÓN Y NUMEROS DE LIBROS.3.- DIVISIÓN EN CAPÍTULOS Y VERSÍCULOS.4.- MANEJO DE LA BIBLIA.5.- COMPOSICIÓN O FORMACIÓN.6.- AUTOR.7.- LENGUAS.8.- CONTENIDO ( BREVE SÍNTESIS DE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN).9.- ¿CÓMO SABER SI UNA BIBLIA ES CATÓLICA? 10.- IMPORTANCIA DE LA LECTURA Y ESTUDIO DE LA BIBLIA.

CAPITULO IIITEXTOS ORIGINALES Y VERSIONES ANTIGUAS1.- TEXTOS ORIGINALES. 2.- VERSIONES ANTIGUAS.

CAPITULO IVLA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA1. DATOS BÍBLICOS.2. LA INSPIRACIÓN EN LA TRADICIÓN Y REFLEXIÓN TEOLÓGICA.

CAPITULO VPROPIEDADES DE LA BIBLIA1.- UNIDAD.2.- VERDAD.3.- SANTIDAD.4.- PERENNIDAD E INMUTABILIDAD .

CAPITULO VIEL CANON BIBLICO Y SU FORMACION1. DEFINICIÓN.2. DIFERENTES CÁNONES.3. DIVISIÓN DE LOS LIBROS CANÓNICOS.4.- HISTORIA DEL CANON DEL AT.5.- HISTORIA DEL CANON DEL NT.6.- LIBROS APÓCRIFOS.

CAPITULO VIIINTERPRETACION DE LA BIBLIA1.- TEORÍA DE LOS SENTIDOS.2.- PRINCIPIOS Y CRITERIOS DE LA INTERPRETACIÓN BÍBLICA.3.- MÉTODOS Y ACERCAMIENTOS.

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CAPITULO I

NATURALEZA Y TRANSMISION DE LA REVELACION

En la Constitución dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II se profundiza y se expone la doctrina sobre la revelación y su transmisión.

1.- NATURALEZA DE LA REVELACION.

Definición.

La palabra griega apocalipsis = apokalufis (formada de apo “ab”, idea de separación; y kalupto cubrir, ocultar) significa alejamiento de lo oculto, es decir, revelar. Por eso re-velar, en su etimología, es quitar el velo.

“Revelación” es la manifestación amorosa que Dios hace de Sí mismo y de su misterio (o verdades necesarias) en orden a nuestra salvación.

Elementos.

Punto de partida: Dios es quien toma la iniciativa como fruto de su Bondad. Es Él quien sale a nuestro encuentro (cf. DV 2).

Objeto: es Jesús mismo. En Él se nos muestra quién es Dios, quién es el hombre, y cuál es el proyecto divino de salvación (cf. DV 1.2.3.4.6).

Finalidad: es la salvación del hombre. Es el poder participar en la misma vida de Dios.

Medios: Dios se revela por medio de las obras y palabras íntimamente unidas. Dios entra en la historia humana y se comunica a través de su obras y comenta su actuar por medio de sus palabras (ver DV 2; cf. 1.4.7.8.14.17.18).

Por momentos también se puede dar la trilogía de palabra- obra- palabra, es decir, palabra que anuncia una obra y que ésta cumple lo anunciado para que después una nueva palabra interprete y esclarezca, narre y recuerde el acontecimiento.

Destinatarios: es para todos los hombres sin exclusión de nadie (cf. Jn 1,1-18; Hech 10,34; 1 Tim 2, 3-6; Dv 14; GS 22).

Economía y etapas: se trata de una economía parcial y progresiva que ha tenido su culmen en Jesús. Son dos las etapas fundamentales: el Antiguo y Nuevo Testamento.

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En el Antiguo se da una economía parcial y progresiva, donde hay múltiples mediadores (Moisés, profetas, etc) y que tiene como finalidad preparar la venida de Cristo (cf DV 15; cf 3.14.16). En el Nuevo se da una economía nueva y definitiva en Cristo Jesús (cf. Heb 1,1-2).

Mediador y Plenitud: el perfecto mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo, el Señor (cf. 1 Tim 2,5; DV 2; cf 4.7). Jesús como mediador es el Revelador, pero a la vez es la plenitud de la revelación, porque él mismo es el misterio revelado. Es el predicador y el predicado. Estos dos aspectos son inseparables.

Características.

Trinitaria-Cristocéntrica. La iniciativa procede del Padre creador y revelador. Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, es mediador y plenitud de la revelación. El Espíritu Santo es enviado como Espíritu de Verdad. Sin embargo, es Jesús que revela a Dios, no como un ser solitario, sino como Padre, fuente de comunión perfecta y de vida sobreabundante, y promete al Espíritu Santo.

Salvífica o Liberadora.

Salvífica: Dios se nos revela porque quiere nuestra salvación (cf. DV 1-4. 6-8. 10)

Dialogal: Dios invita al diálogo, y espera del hombre una respuesta (cf. DV 1.5.8.1.21.25)

Universal: es para todos los hombres, sin excluir a nadie (cf. DV 1-7; cf. LG 16; GS 22; AG 7)

Comunitaria y personalizante: la primera, mediante la elección de un pueblo. En el AT fue el pueblo Israel y en el NT el nuevo pueblo de Israel (cf. DV 3-4. 14.17). En la segunda, mediante la elección particular: Abraham, Moisés, etc. y está en referencia al pueblo. Lo personalizante está en que lo encamina a su crecimiento personal: Leví, Zaqueo, etc.

Escatológica: la revelación-salvación llegará a su plenitud al final de los tiempos, en la consumación definitiva. Ya existe una prenda de nuestra salvación, pero aún no se ha manifestado en plenitud lo que seremos (cf. DV 8; 4. 7).

Histórica. La revelación se da en la historia, es decir, la historia es el escenario de la revelación. También la historia tiene un valor apologético, es decir, las obras en la historia confirma lo que las palabras proclaman. Y por último, es histórica porque es reveladora, es decir, Dios se revela en y desde la historia.

Sacramental: Dios entra en la historia a través de los acontecimientos, las obras y los signos y, explica sus intervenciones a través de sus palabras (cf. DV 1.2.4.7.8.14.17.18).

Dinámica: hay una pedagogía divina en la revelación. Dios va llevando a su pueblo de forma gradual.

Encarnacional: lo es en varios sentidos. Primero al darse en un tiempo, cultura y lugar muy específicos; segundo, porque Dios habla a los hombres en lenguaje humano; y sobre todo es encarnacional por que el Logos eterno del Padre se hizo carne, hombre como nosotros, menos en el pecado (cf. DV 13).

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Cósmica: el universo creado constituye una primera presencia y manifestación divina (cf. Rom 1,19-20; DV 3). El pueblo de Israel primero confesó su fe en un Dios que intervenía en la historia, y sólo después lo reconoció como creador de todo el universo. La creación tiene su plenitud en Cristo, por quien todas las cosas fueron hechas (cf. Jn 1,3-5).

2.- TRANSMISIÓN DE LA REVELACION.

Dios se ha revelado en la historia y la misión de Israel es contemplar e interpretar ésta revelación. Primero es la experiencia histórica, luego la tradición oral y vital que constituye la memoria histórica del pueblo, y por último, de ella surge poco a poco, la fijación por escrito, sin que esto elimine la tradición oral y vital.

La Iglesia heredó del judaísmo la noción de una Tradición que unida a la Escritura nos comunican la revelación. Surge así la predicación viva de Jesús con todo lo que esto significa, y luego se da la puesta por escrito (cf. DV 7).

La transmisión, primero tiene que conservar fiel e íntegramente la Revelación y segundo, tiene que transmitirse a todos las generaciones y las épocas.

Tradición

Podemos hacer una distinción de significado. Tradición (con mayúscula) designa al mismo Cristo presente en la vida de la Iglesia; tradición (con minúscula) designa el proceso de la tradición o transmisión. El término tradiciones (en plural9 tiene dos sentidos: confesionales, indica la diversidad de las formas de expresión (tradición luterana) y culturales que son las diversas expresiones de las diferentes culturas.

Pero podemos decir, de manera general, que la Tradición es a la vez enseñanza y vida, La Tradición está presente no solamente en la doctrina apostólica sino también en la organización y vida de la Iglesia (dogmas, sacramentos, etc.). Los testigos privilegiados de la Tradición son los Santos Padres, la Liturgia y la vida de la comunidad.

Quien trasmite la Tradición es la comunidad eclesial presidida por sus pastores (cf. DV 7-10). Lo que contiene la Tradición es todo lo referente a la fe y costumbres del pueblo de Dios. Los medios con que se trasmite son: la vida, el culto, las costumbres, las leyes, los escritos (cf. DV 7-8). La Tradición no se reduce a una mera repetición de palabras y hechos pasados sino que está llamada a crecer con la ayuda del Espíritu Santo en su percepción y comprensión mediante la contemplación, la oración, el estudio… (cf. DV 8).

Escritura

Es la consignación por escrito de una tradición vital que conserva en su frescor la memoria de las intervenciones salvíficas de Dios en la historia. La Escritura es un momento privilegiado de la Tradición y por consiguiente la tradición es el medio vital de la Escritura.

Relación entre Tradición y Escritura

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Existe una íntima relación y unidad entre Tradición y Escritura. Ambas proceden de la misma fuente que es Dios que se revela, tienen un servicio común que prestar, poseen el mismo contenido y se orientan a la misma finalidad: la salvación en Cristo.

La Escritura depende de la Tradición pues nace de ella. La Escritura no puede ser conocida como santa, inspirada y canónica, sin la Tradición (cf. DV 8). También podemos afirmar que la Tradición depende de la Escritura, pues ésta califica las auténticas tradiciones, es decir hace que la Tradición no se desvíe.

Actitud de la Iglesia.

A la Iglesia (el pueblo cristiano) le ha sido confiada la revelación o depósito de la fe (Tradición y Escritura) tendrá que conservar, practicar y profesarla (cf. Mt 16,19; DV 10). Al mismo tiempo, la Iglesia en su comprensión va creciendo y camina hacia la verdad plena (cf. Col 3,16; DV 8; 23).

Ahora bien, es el Magisterio de la Iglesia el intérprete auténtico de la Palabra de Dios (cf. DV 10). Además, no está por encima de la Palabra de Dios sino a su servicio y antes de enseñar debe aprender de la Palabra de Dios. Escucha, custodia y explica fielmente (cf. DV 10; EN 78).

CAPITULO II

NOCIONES GENERALES DE LA BIBLIA

1.- DEFINICION Y NOMBRES

Definición.

La palabra Biblia, es una palabra griega, es el plural baxqiblion (librito) en plural libritos, sin embargo, ha perdido ese valor, y se puede traducir por “libros”.

Así pues, diremos que Biblia es el conjunto de libros, inspirados por Dios, que nos narran la historia de nuestra salvación y que constituyen el canon bíblico.

Biblia, en su acepción teológico-gramatical, más que conjunto de libros, indica la unidad que existe entre ellos, por la que constituye el “Libro” por excelencia.

Nombres.

En la Biblia encontramos diversos nombres con los que se denomina al conjunto de libros que se consideraban normativos, puesto que en ese tiempo no se tenía aun los 73 libros que ahora tenemos:

Libros: Dn 9,2

Libros Santos: 1 Mac 12,9

Escrituras: Mt 21,42; Mc 14,49

Escritura: Mc 12,10; Lc 4,21

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Santas Escrituras: Rom 1,2

Escritura inspirada: 2 Tim 3,16

Sagradas Letras: 2 Tim 3,15

2.- DIVISIÓN Y NUMEROS DE LIBROS.

Biblia Hebrea

La TeNaK o TaNak no es una palabra sino una sigla que designa las tres grandes partes de la Biblia Hebrea que contiene los 24 ó 22 libros (debido a que Ruh se juntaba con Jueces; y Lamentaciones con Jeremías):

Torá (Ley, revelación): Génesis, Éxodo, Levítico, Número y Deuteronomio.

Nebi’im (Profetas):

4 Profetas anteriores: Josué, Jueces, I y II Samuel, I y II Reyes.

4 Profetas posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y los 12 menores (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías).

Ketubim (Escritos):

3 Poéticos: Salmos o Alabanzas, Job y Proverbios.

5 Rollos o Meguillot (leídos en las fiestas principales) : Rut (Pentecostés), Cantar de los Cantares (Pascua), Eclesiastés o Qohelet (Tabernáculos), Lamentaciones (Destrucción del Templo) y Esther (Purim).

3 Escritos: Daniel, Esdras-Nehemías, I y II Crónicas.

Biblia Griega de los LXX

Esta Biblia se divide en dos grandes partes que contiene 24 ó 39 libros de la Biblia hebrea:

Legislación e historia:

Legislación: Génesis, Éxodo, Levítico, Número y Deuteronomio.

Historia: Josué, Jueces, Rut, los cuatro “libritos de los Reinos” (=I yII Samuel; I y II Reyes), Paralipómenos (= I y II Crónicas), I Esdras (apócrifo), II Esdras (= Esdras y Nehemías), Esther (+ fragmentos griegos deuterocanónicos), Judit (deuterocanónico), Tobías (deuterocanónico), I y II Macabeos (deuterocanónicos); III y IV Macabeos (apócrifos).

Poetas y Profetas:

Poetas: Salmos, Odas (apócrifo), Proverbios de Salomón, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Job, el libro de la Sabiduría (o Sabiduría de Salomón, deuterocanónico), Eclesiástico (o Sabiduría de Sirac, deuterocanónico), Salmos de Salomón (apócrifo).

Profetas: los 12 profetas menores (Oseas, Amós, Miqueas, Joel, Abdías, Jonás, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías: Dodecaprofetón), Isaías, Jeremías, Baruc (=Bar 1-5 deuterocanónico), Lamentaciones, Carta de Jeremías (=Bar 6, deuterocanónico), Ezequiel, Susana (=

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Dan 13, deuterocanónico), Daniel 1-12 ( 3,24-90 es propio del griego, deuterocanónico), Bel y el Dragón (= Dan 14, deuterocanónico).

Biblia Cristiana

El canon católico de la Biblia comprende un total de 73 libros, divididos en dos grandes partes: el Antiguo y Nuevo Testamento. Cabe mencionar que Testamento equivaldría a “Alianza”.

- Libros del Antiguo Testamento (46)

HISTÓRICOS O NARRATIVOS (21): Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, I y II Samuel, I y II Reyes, I II Paralipómenos o Crónicas, Esdras, Nehemías, Tobías, Judith, Esther, I y II Macabeos.

POÉTICOS Y/O DIDÁCTICOS (7): Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, Sabiduría, Eclesiástico.

PROFETAS MAYORES (6): Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel.

PROFETAS MENORES (12): Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías.

- Libros del Nuevo Testamento (27 libros)

LIBROS HISTÓRICOS (5): San Mateo, San Marcos, San Lucas, San Juan y Hechos de los Apóstoles.

LIBROS DIDÁCTICOS (21): Romanos, I y II Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, I y II Tesalonicenses, I y II Timoteo, Filemón, Hebreos, Santiago, I y II de Pedro, I, II y III de Juan, Judas.

PROFÉTICO (1): Apocalipsis.

3.- DIVISIÓN EN CAPÍTULOS Y VERSÍCULOS

En 1226, Esteban Langton, arzobispo de Canterbury, dividió toda la Biblia en capítulos sobre el texto de la Vulgata. Esta división es la que se siguió en todas las biblias (el texto hebreo y la de los LXX).

En 1528, Santos Pagnino, judío converso, después dominico, realizó la división en versículos de la Biblia hebrea.

En 1551, el impresor Roberto Estienne (Stephanus), introdujo los versículos en el margen del texto del Nuevo Testamento, conservando la hecha por Pagnino para el Antiguo Testamento. La división en versículos fue introducida por primera vez en el texto hebreo por Sabionetta en cuanto a los Salmos (año 2556) y por Arias Montano en toda la Biblia (año 1569-1572).

4.- MANEJO DE LA BIBLIA.

Primero se cita el nombre del libro de la Biblia. Luego se pone el número del capítulo del libro. Y finalmente se pone el versículo o versículos separados del capítulo por una coma y entre los versículos por un guión.

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Por lo tanto, Mt 28, 19-20 significa el Evangelio de Mateo, capítulo 28, versículos del 19 al 20.

Significado de los signos:

La “coma”: separa el capítulo del versículo (os). El “guión”: significa varios o “al”, ya sea de capítulos o versículos.El “punto”: significa “ y ”, separa versículos en lectura saltada.El “punto y coma”: significa otro texto pero del mismo libro.

5.- COMPOSICIÓN O FORMACIÓN.

Los libros del Antiguo Testamento fueron escritos aproximadamente entre el año 1000 al 50 a.C. Parece que la obra más antigua es la tradición Yahvista (J) del Pentateuco –se llama así porque en estos textos a Dios se le da el nombre de Yahvé- y la historia de la sucesión en el trono: 2 Sam 9-20; 1 Rey 1-2. La obra más reciente es Sabiduría (del 50 a.C.).

Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos aproximadamente entre el 50 y el 150 d.C. la primera obra parece ser la 1 Tes (hacia el 49-50). Y la última, la 2ª. Pe (entre 120-150 d.C.)

6.- AUTOR.

El autor principal de la Biblia es Dios. El autor secundario o instrumental es el escritor sagrado o hagiógrafo. Por ejemplo, Moisés, el profeta Isaías, San Mateo, San Pablo, etc.

Cabe mencionar que en la época de formación de la Biblia no había un concepto individualista de autor, no cabe lo que nosotros hoy conocemos como derecho de autor, sino que la composición de un libro tenía un remarcado sentido y dimensión comunitaria y social. Aquí podemos poner como ejemplo a Isaías (que por tener remarcado 3 etapas de la historia de Israel se afirma que por lo menos 3 grandes autores intervinieron en su composición), entre otros.

De allí que fenómenos como: el anonimato; la atribución genérica (hecha por la misma Biblia o por la tradición judía y/o cristiana, sin tener la paternidad literaria estricta: como Moisés que se le atribuye el Pentateuco –cf. 2 Cro 25,4; Neh 8, 1-3); la seudonimia (atribuir un libro a un autor famoso o un personaje importante de la misma Biblia: es el caso de Salomón y de los libros de Prov, Qohelet y Cantar) son cosas frecuentes y ordinarias en algunos libros bíblicos. Y en otros casos es su verdadero autor: ver Sir 51,30; Gál 1,1-2; etc.

7.- LENGUAS

Tres son las lenguas originales de la Biblia: HEBREO, ARAMEO Y GRIEGO.

En HEBREO se escribió:

La mayor parte del Antiguo Testamento. Puesto que era la lengua propia del pueblo de Dios. Su origen es bastante oscuro, parece que lo hablaban los cananeos y lo aprendieron los israelitas cuando llegaron a la tierra prometida, a Canaán.

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En ARAMEO.

Tobías

Judit

fragmentos de Esdras, Daniel, Jeremías y del Génesis

el original de San Mateo

Debido a que después del cautiverio, el pueblo comenzó a hablar el arameo. Esta era una lengua más antigua que el hebreo y comenzó a extenderse en Israel hacia el s. IV y II a.C. hasta el punto que se habló más el Arameo. Pero la Biblia continuaba siendo escrita, copiada y leída en Hebreo.

Como mucha gente ya no entendía la Sagrada Escritura, por eso, para que el pueblo pudiera leer la Biblia se crearon pequeñas escuelas en todas las comunidades, donde se enseñaba el hebreo. Jesús hablaba como el pueblo en Arameo aunque debió de ir a estas escuelas para comprender la Biblia.

En GRIEGO se escribió:

Sabiduría II de Macabeos Eclesiástico partes de los libros de Ester y de Daniel el Nuevo Testamento, excepto el original de San Mateo

Los judíos, que después del cautiverio emigraron de Palestina hacia Egipto, se fueron olvidando de la lengua materna. Ya no entendían el hebreo ni el arameo sólo comprendían el griego, la lengua de Grecia que era hablada en Egipto.

8.- CONTENIDO ( BREVE SINTESIS DE LA HISTORIA DE LA SALVACION).

ETAPA EVENTOS LIBROS BIBLICOS

CREACION Y ORIGENES Preámbulo histórico ??? GENESIS 1-11

PERIODO PATRIARCAL 1850: Abraham baja a Canaán.1700: Jacob y sus hijos en Egipto.Su opresión 1650-1250 a.C.

GENESIS 12-50

EXODO, LIBERACION,

ALIANZA Y DESIERTO

1250: Moisés saca al pueblo de Egipto, hacia Canaán. Alianza en Sinaí, marcha por el desierto. 1250-1230 a.C.

EXODO, LEVITICO, NUMEROS, DEUTERONOMIO.

CONQUISTA Y JUECES Guerras cananeas. 1230-1030 a.C. JOSUE, JUECES, 1 SAM 1-7

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MONARQUIA UNIDA 1030-1010 a.C.: Saúl Rey1010-971 a.C.: David Rey971-931 a.C.: Salomón Rey, periodo dorado.931 a.C.: División del Reino: Norte (Israel) / Sur (Judá).

1 SAM 8- 1 REY 111 CRÓN 8- 2 CRÓN 9

PERIODO DE LOS DOS REINOS

Reino del Norte: 931-722 a.C.

Reino del Sur: 931-586 a.C.

586 a.C.: Caída de Jerusalén.

1 REY 12- 2 REY 25 2 CRON 10-36AMOS-OSEASISAIAS 1-39MIQUEASNAHUMSOFONIASHABACUCJEREMÍAS, BARUCLAMENTACIONES

EXILIO EN BABILONIA En Babilonia, 586-539 a.C. EZEQUIELISAIAS 40-5

PERIODO DE LA RESTAURACION

539-333 a.C. 538 a.C.: Expansión persa. Edicto de Ciro.539 a.C.: vuelta del destierro. Nace el judaísmo. 520 a.C.: reconstrucción del Templo.

Se desarrolla la escuela sapiencial y la recolección de los escritos antiguos.

ESDRAS, NEHEMIAS (cf. AG, 1 ZAC 1-8)

CRONICAS 1 y 2AGEO, ZACARÍASABDIAS, MALAQUIAS,JOEL, IS. 56-66ESCRITOS SAPIENCIALESPROVERBIOS, JOB,RUTH, JONAS. TOBIAS. CANTAR.

EPOCA GRIEGA Y DOMINACION ROMANA

(hasta nacimiento de Jesús)

333- 63 a.C.: imperio griego. 63 al 7/6 a.C.: imperio romano.

Lucha por la sucesión de Alejandro. Crece la "diáspora"Siglo II: Dominio de los SeléucidasPersecución de Antíoco IV. Los Macabeos63 a.C.-70 d.C. Dominio Romano.

DANIEL1 y 2 MACABEOS

Creación literaria:

ESTERJUDITBARUC, ECLESIASTICO, ECLESIASTES SABIDURIA

JESUCRISTO 7/6 a.C. y muere quizá el 30 d.C.

Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María.

Ministerio de Jesús.

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Misterio Pascual.

LA IGLESIA 30 d.C. - …

Venida del Espíritu Santo.

Testimonio y expansión universal de la Iglesia.

Conversiones.

Los del Nuevo Testamento

Se crea todos los libros del Nuevo Testamento: del 50-150 d.C.

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO (LA PARUSIA)

??? Se narra en 1 Cor 16,22; Ap 22,20

9.- ¿COMO SABER SI UNA BIBLIA ES CATOLICA?

Es bastante fácil distinguir una edición católica de la Biblia. Hay dos señales:

Por el número de libros.

Si el Antiguo Testamento tiene 46 libros y por supuesto incluidos los deuterocanónicos (Tobías, Judit, 1 y 2 de Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc), esa Biblia es casi seguro católica. “Casi” porque ya algunas Biblias protestantes incluyen estos libros al final del Antiguo Testamento.

La aprobación eclesiástica.

Sólo en la Biblia de edición católica se encuentra en las primeras páginas la autorización de la Iglesia, a través de un obispo, que permite la impresión y garantiza la buena traducción de la edición. Por tanto, debe tener el “Nihil Obstat” (No hay dificultad) y la autorización de un obispo para imprimirla (“Imprimatur”).

10.- IMPORTANCIA DE LA LECTURA Y ESTUDIO DE LA BIBLIA.

La Iglesia recomienda la lectura de la Biblia con mayor insistencia hasta llegar a afirmar que “es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura” (DV 22). Se puede decir que la lectura de la Biblia es una necesidad para:

La Vida espiritual: “Porque en los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual” (DV 21). “Pues la Palabra de Dios es viva y eficaz” (Heb 4,12).

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La Predicación: pues “el ministerio de la palabra, esto es, la predicación pastoral, la catequesis y toda instrucción cristiana, en que es preciso que ocupe un lugar importante la homilía litúrgica, se nutre saludablemente y se vigoriza santamente con la misma palabra de la Escritura” (DV 24).

La Teología: porque “la Sagrada Teología se apoya como en cimientos perpetuos en la palabra escrita de Dios, al mismo tiempo en la Sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo. Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología” (DV 24).

Por ello, la Iglesia exhorta a todos los fieles con insistencia a que, por la frecuente lectura de las Escrituras, aprendan “el sublime conocimiento de Cristo”... “Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo” (cf DV 25).

Las disposiciones que se deben tener para leer y estudiar la Biblia son: fe y amor a la Palabra de Dios, intención recta, piedad y humildad para aceptar lo que Dios dice. Respeto y responsabilidad, y espíritu de oración.

CAPITULO III

TEXTOS ORIGINALES Y VERSIONES ANTIGUAS

1.- TEXTOS ORIGINALES.

No se conserva ningún texto bíblico original. Cuando se dice “original” se refiere a las lenguas en que originalmente fueron escritos (ya sea hebreo, arameo o griego según el caso).

Los Libros Sagrados se escribieron al principio en papiro y más tarde en pergamino. El papiro es una planta que abunda en Egipto y el pergamino es una piel de cabrito que permite escribir por las dos caras.

Originalmente la Biblia estaba en rollos, es decir, largas fajas de papiro o de piel unidas en los extremos a dos bastones en torno a uno de los cuales giraba. O también el Códice o libro ordinario (más común en pergaminos) fue empleado por los cristianos desde el s. II.

El tipo de escritura era continua, sin separación de palabras ni de letras. Después vino la “colometría” (del gr. kólon = miembro), es decir, en frases más o menos breves con un sentido completo. Y luego la escritura esticométrica o por esticos (del gr. stíchos = línea, fila), que en cada línea entraba más o menos unas 36 letras.

Las copias o manuscritos más antiguos del Antiguo Testamento.

Del AT hebreo, completo o casi completo, son: Manuscrito de Leningrado (hoy San Petersburgo) del 1009 o 1008 d.C.; Códice de Aleppo (A) del 930 d.C.; Códice del Cairo o códice de los Profetas (C) del 895.

Del AT hebrero, fragmentos, son: del Qumrán del s. III o II a.C. – I d.C.; Papiro de Nash del s. II a.C. y II d.C.; rollos de plata, parecen ser del s. VII a.C. o principios del VI a.C.

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Del AT griego, completo o casi completo, son: Códice Vaticano (B=03) del s. IV d.C.; Códice Sinaítico (S=01) del s. IV d.C.; Códice Alejandrino (A=02) del s. V d.C.

Del AT griego, fragmentos, son: del Qumrán; John Ryland’s, del s. II a.C. – II d.C.; Chéster Beatty, del s. II d.C.

Las copias o manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento.

Del NT, es completo el Códice Sinaítico (S a) del s. IV d.C.; y casi completo el Códice del Vaticano (B).

Del NT, fragmentos, son: Papiro John Ryland’s; Papiros de la cueva 7ª. de Qumrán; Papiros de Chéster Beatty; Papiros de Bodmer II (ca. 200); entre otros.

2.- VERSIONES ANTIGUAS.

Versión griega o de los LXX:

La traducción comienza entre los ss. III-II a.C. su nombre de los LXX responde a una leyenda contenida en el libro apócrifo llamada “carta de Aristeas a su hermano Filócrates”, donde Demetrio Falerio, bibliotecario de Alejandría, mandó a pedir de Jerusalén la ley Judía (Pentateuco) y unos traductores. Le es enviado 72 sabios judíos y el trabajo les llevó 72 días. Del número 72 se redondeo a 70, de ahí su nombre. Detrás de esta leyenda existe un hecho histórico, bajo Ptolomeo II Filadelfo, en Egipto, se comenzó a traducir el Pentateuco (hacia 250 a.C.).

Son varios los motivos por lo que los LXX tiene un valor: por su traducción, es un intento serio de inculturación de la Biblia hebrea; por el testimonio indirecto que ofrece, en ocasiones, de un texto hebreo distinto al que quedó fijo en los ss. I-II d.C.; por sus interpretaciones mesiánicas de algunos textos; y por que fue la Biblia de la Iglesia primitiva.

Versión aramea:

En el s. II a.C., el hebreo ya no se habla sólo se escribe o se lee, puesto que el arameo había ocupado su lugar como lengua propia. Quizá desde el s. V a.C. fueron surgiendo por la vía oral los targumes o traducciones litúrgicas de la Biblia hebrea al arameo y sólo hasta el siglo III d.C. empieza a ponerse por escrito.

Los targumes no eran una simple traducción, sino una paráfrasis y actualización del texto bíblico, por lo que había la posibilidad de deformar y alejarse del texto sagrado. Existen targumes de casi todos los libros de la Biblia hebrea (faltan de Esd-Neh y Dn).

Versiones latinas:

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Vetus Latina: proviene de la Versión de los LXX para la mayoría de los libros del A.T. y de los originales griegos para los libros del N.T. y Sabiduría, 2 Macabeos y Eclesiástico. Estuvo en uso en Occidente desde el siglo II hasta el siglo V.

La Vulgata: por el encargo del Papa Dámaso, San Jerónimo empieza la versión latina de los evangelios y del Salterio, entre los años 382 y 385. Su traducción se basa en un texto hebreo-arameo no vocalizado. También traduce los libros de Tobías y Judith y también las adiciones griegas de Esther. Sin embargo, los libros de Baruc, Sabiduría, Eclesiástico y 1 - 2 de los Macabeos, que los transcribió, sin alteración alguna, de la Vetus Latina. Se denominó "Vulgata" porque la intención de la obra era "vulgarizarla", volverla popular.

La Neo-Vulgata: Pablo VI, el 20 de noviembre de 1965, formó la Pontificia Comisión para la Neo-Vulgata. La tarea consiste en revisar la traducción tomando en cuenta los avances de la ciencias de la traducción y de la crítica bíblica, corrigiendo las imprecisiones pero respetando el espíritu de la Vulgata. En abril de 1979 Juan Pablo II, con la Constitución Apostólica “Scripturarum Thesaurus”, promulgó la edición de la Neo-Vulgata, para hacer traducciones de la Biblia a las lenguas modernas y para realizar estudios bíblicos.

Otras versiones.

Siríacas (La Peshitta, del s.II d.C.; El Diatessaron de Taciano, del 170); Coptas; Etiópicas (traducido del griego); Armenias (dependientes de las Siríacas, que después tuvieron como base el griego); Arabes.

Versiones al castellano.

Entre las más conocidas están las Biblias de la Reina-Valera (ss.XVI al XVII). Las versiones de la Nácar-Colunga (1944); Bover-Cantera (1947); Straubinger (1944-51). La Biblia de Jerusalén (1ª. ed. Española de 1967); Biblia Latinoamericana (1972); Dios habla hoy; Nueva Biblia Española; Cantera-Iglesias (1975); Sagrada Biblia (1978); La Biblia (1992); Biblia del Peregrino (1993); Biblias de América (1994); La Biblia de Estudio. Dios habla hoy (1994).

CAPITULO IV

LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA

La Sagrada Escritura es una obra privilegiada respecto a otros escritos u obras humanas debido a tres motivos fundamentales:

Primero: Tiene un origen divino sobrenatural, pues, habiendo sido escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo tiene a Dios como Autor principal.

Segundo: Su contenido posee la más alta revelación hecha por Dios a los hombres.

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Tercero: Tiene como finalidad la de llevar a los hombre hacia la plenitud de la perfección, como afirma el apóstol: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia, con fin de que el hombre de Dios este bien dispuesto, preparado para toda obra buena” (2 Tim 3,16-17).

Por consiguiente, trataremos la inspiración bíblica, es decir, el origen divino de la Biblia (y que con ello se tratara la autoría de Dios y los hagiógrafos) a partir de los datos bíblicos y a la historia de la interpretación y formulación de esta verdad sobre la inspiración.

El Concilio Vaticano II se refiere a la inspiración bíblica con las siguientes palabras:

“Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, por que, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo (cf Jn 20,31; 2 Tim 3,16; 2 Pe 1,19-21; 3,15-16), tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Para la composición de los libros sagrados, Dios eligió y empleó hombres en posesión de sus facultades y capacidades, y actuó en ellos y por medio de ellos, para que escribiesen como verdaderos autores, todo y solo lo que Él quería” (DV 11).

1. DATOS BÍBLICOS.

El Antiguo Testamento visto como Palaba de Dios: la Ley, Profetas y Escritos tienen un valor sagrado y normativo.

La Ley: por orden de Dios se consigna por escrito su ley (cf. Ex 34,27-28). En los momentos significativos de la vida se proclama esta Ley (cf. 2 Re 23,1-3). El israelita estudia, medita y pide a Dios que le enseñe su Ley para ponerla en práctica y hacerla vida (cf. Es 7,10). Y al mismo tiempo lo alaba (cf. Sal 19,8-9).

Los Profetas: en ellos hay conciencia profunda de haber sido enviados por Dios para proclamar su Palabra (cf. Is 6; Jr 1,9; Ez 2-3;), en ocasiones expresan lo que dice la Palabra de Dios para ellos (cf. Jr 20,9; Am 3,8), las fórmulas que utilizan muestran que son portavoz de Dios (“Oráculo del Señor…”, entre otras) y en ocasiones para consignarla ellos mismos por escrito por orden de Dios y otras veces se los dan a sus discípulos (cf. Jr 36,1-2; Is 30,8).

Los escritos: en los autores sapienciales sobresale su trabajo, raciocinio e investigación como la meditación y la oración (cf. Qoh 1,13-8; Sir 39,1-8). En los Salmos Israel expresa su plegaria de alabanza, de acción de gracias, de súplica al Señor. El Nuevo Testamento muestra que en ellos ha hablado el Espíritu Santo (cf. Mc 12,36 ; Sal 110,1).

De forma general, se puede verificar la autoridad y el valor de que gozaban todos los libros de la Escritura: en el Antiguo Testamento (cf. 1 Mac 12,9; Dn 9,2; Prólogo del traductor griego del Sirácide). En el Nuevo Testamento hay fórmulas que constata el valor que tenían los libros del Antiguo Testamento, como: “Esta escrito” ( cf. Mt 4,4.7.10; 21,13); “Para que se cumpliera lo que dice la Escritura” (cf. Lc 24,44-48; Jn 19,24.28.36; Hch 1,16; 2 Cor 1,20).

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El Nuevo Testamento visto como Palabra de Dios

Tanto en los Evangelios y en los escritos apostólicos se verifica su carácter sagrado.

Los Evangelios nos transmiten los hechos y dichos de Jesús, quien es el Hijo de Dios (Mc 9,7), el testigo, la Palabra eterna del Padre (cf. Mc 1,9-11; Jn 1,1-18; 5, 19-47), superior al Antiguo Testamento (cf. Mt 5,21-48; Jn 5,39-47). En sí, el Evangelio predicado (cf. Hch 5,42; Rom 1,16) y el Evangelio puesto por escrito (cf. Lc 1,1-4; Mc 1,1; Jn 20,30-31) gozan de una autoridad y valor indiscutibles.

Los escritos apostólicos también gozan de una autoridad en la comunidad cristiana por que nos transmiten la Palabra del Señor y la tienen como tal (cf. 1 Tes 2,13; Gal 1,11-12; Hch 6,7; 2 Pe 3,15-16). Es bueno decir que la tradición oral y la que ha sido consignada por escrito es norma para la vida (cf. 2 Tes 2,15).

El Espíritu y la Escritura.

En este apartado se trata del actuar del Espíritu Santo en ambos Testamentos.

El Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento. La misión del Espíritu en el Antiguo Testamento es tanto para actuar como para hablar.

Actuar: como en la creación (cf. Gen 1,2; Sal 33,6), en los grandes personajes (cf. Jue 3,10; Ex 31,3), en el Mesías o Ungido del Señor (cf. Is 11,1-9).

Hablar: en los diversos personajes (como Balaan –cf. Num 24,2-3-, como David –cf. Sam 23,1-2-); en el Ungido del Señor (cf. Is 61,1); en sus profetas (cf. Ez 11,5; Miq 3,8; Zac 7,12); y en los carismas : profético (cf. Jer 1,9; Dt 18,18), funcionales de lenguaje (que sirve para conservar, elaborar y desarrollar la palabra proclamada: cf. Dt 33,10) y escriturario (cf. Jer 29,; 30; 36).

El Espíritu de Dios en el Nuevo Testamento. Aquí encontramos la promesa y función del Espíritu (cf. Lc 11,13; Jn 16,13), el don del Espíritu (cf. Gal 4,6; Jn 19,30.34), el actuar del Espíritu (cf. 1 Cor 12,4-7; Hch 8,29-39; Rom 8), el hablar del Espíritu (cf. Mt 10,19-20; Lc 1,41-67), en los carismas de proclamación apostólica (cf. Ef 3,5-6), funcionarios de lenguaje (cf. Jn 14,16-19; 1 Tim 5,17; 2 Tim 4,1-2), y escriturario (cf. Ap 22,18-19; 1 Tim 5,18)

La Biblia inspirada por el Espíritu de Dios. Con todo lo anterior, podemos decir que en toda la Biblia se encuentra el hablar y actuar del Espíritu, así lo atestigua Mc 12,36 y Hch 1,16.

Por eso, todo lo escrito goza de una verdadera autoridad para toda la comunidad (cf. Ap 22,18-19; 2 Pe 3,15-16).

Textos clásicos sobre la inspiración de la Biblia son:

2 Tim 3,14-17:

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“Tú en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena”.

Aquí es evidente el origen divino de la Biblia, pues es “ inspirada por Dios”.

2 Pe 1,20-21:

“Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres, movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”.

En este texto se declara: el origen divino de la Biblia, pues por la acción del Espíritu Santo ha impulsado a los profetas a hablar en nombre de Dios; cuál es la naturaleza de la inspiración (ya que Dios actuó en y por medio de los hagiógrafos); y que la Biblia, por su origen divino, tiene necesidad de una guía, también divina, para ser interpretada adecuadamente.

También podemos citar a 2 Pe 3,15-16

“La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, como os lo escribió también Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le fue otorgada. Lo escribe también en todas las cartas en las que habla de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente –como también las demás Escrituras- para su propia perdición”.

El origen divino de estos escritos se pone de manifiesto en el hecho de que son equiparadas a las “demás Escrituras”.

2. LA INSPIRACIÓN EN LA TRADICIÓN Y REFLEXIÓN TEOLÓGICA.

Época Patrística.

Este periodo tiene mérito de haber establecido los conceptos bíblicos fundamentales y algunas fórmulas centrales relacionadas con la composición de la Biblia, que han servido a la reflexión teológico para su desarrollo, ellos ponen de manifiesto que ambos Testamento tienen el mismo valor, pues tienen el mismo origen; utilizan los textos bíblicos clásicos sobre la inspiración, aceptan los libros canónicos y rechazan los apócrifos, así decimos que en este periodo existió una sólida continuidad entre los pensamientos de los padres y la doctrina del Nuevo Testamento: podemos decir, que este periodo se caracterizó por una verdadera profundización doctrinal. Entre las nociones fundamentales se encuentran: Dios autor de los Libros Sagrados; el hombre instrumento de las manos de Dios; la Escritura como dictado divino, manifestación de la condescendencia divina y carta de Dios enviadas a los hombres.

Dios autor de los Libros Sagrados. Con esta fórmula de la Teología Patrística (será elevada a doctrina magisterial en el Concilio de Florencia de 1442, Concilio de Trento de 1546 y en los Concilios Vaticano I de 1870 y Vaticano II en la DV 11) defiende la verdad de que el único y

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mismo Dios es el autor del Antiguo y Nuevo Testamento y rechazaba así aquellas tendencias heréticas como el gnosticismo, marcionismo y maniqueísmo, que oponían el Antiguo al Nuevo Testamento, éste es del Dios bueno y el otro del Dios malo.

El hagiógrafo como “instrumento”. Este concepto de “instrumento” tiene un origen bíblico pues la misma Biblia afirma que, con el uso de metáforas, Dios ha hablado “por boca” de los santos profetas (cf. Lc 1,70; Hch 1,16)., o que estos hablaron “movidos por el Espíritu Santo” (cf. Mc 12, 36; 2 Pe 1,20). Se habla del hagiógrafo como instrumento y se utiliza imágenes como la del instrumento musical (Atenágoras) o de la mano que escribe lo que le ordena la cabeza (San Agustín) y al mismo cuerpo. También se utiliza la expresión “intrumentum” (en el ámbito de la Teología de la inspiración) y así se dirá de él que es la lira, la cuerda, la flauta del espíritu Santo o que es la pluma del Espíritu. O se le presenta como la mano, como la boca de Dios. La reacción contra el montanismo (que tenía una concepción estática y adivinatoria de la inspiración) produjo como consecuencia que se precisara el significado de la comparación entre el profeta (o escritor sagrado) y el instrumento físico. En otras palabras se habla de la cooperación entre Dios y el hagiógrafo, como la hubo entre el profeta y el Señor.

“Dictado”. Esta expresión surge de la tradición latina en el s. IV. Se encuentra, entre otros, en San Jerónimo y San Agustín. Dicha expresión no era entendida en el sentido mecanicista de un dictado verdadero y propio hecho por Dios al hagiógrafo. De hecho, “dictar”, en el latín clásico tiene un significado mucho más amplio, que va desde el acto de “componer” hasta el acto de “enseñar”.

La “condescendencia” divina. Esta noción se encuentra en Orígenes y fue elaborada sobre todo por San Juan Crisóstomo, que la aplicó a las diversas acciones de Dios en favor de los hombres. Mejor aún, Dios, al dirigirse a los hombres, tiene en cuenta su pequeñez y condesciende (se rebaja) con sus modos de decir, su lenguaje ordinario, sus palabras, su sentir y pensar.

La Biblia, “carta de Dios”. Con esta fórmula y otras como “testimonio divino”, “diálogo del Padre con los hijos”, etc., con las que llaman a la Biblia, manifiestan el origen divino de los textos inspirados.

Escolástica.

Las principales líneas de reflexión de esta época son: la explicación filosófica de la instrumentabilidad del hagiógrafo y los nexos que hay entre inspiración, revelación y conocimiento profético.

Causa principal y causa instrumental. La causa principal o eficiente primaria, es la que actúa por sí misma, en este caso Dios es el autor principal. Causa instrumental es aquella cuya actuación es propia o es movida por la causa principal, en nuestro caso, es el hagiógrafo que es el autor instrumental.

Nexo entre inspiración, revelación y profecía. El tema de la inspiración se analiza en la línea de la profecía. Se piensa que quien tenga el carisma de la inspiración debe tener el carisma de la revelación. Hay cierta confusión.

Del Concilio de Florencia al Vaticano I.

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Siglo XV – XVI: los Concilios de Florencia y Trento. Ambos concilios subrayan el origen divino y la inspiración de las Escrituras teniendo como a Dios autor de ambos Testamentos. Trento nos ofrece la lista definitiva de los libros sagrados y canónicos.

Siglo XVI – XVIII: la Teología postridentrina. Aunque sigue confundiéndose la interrelación de inspiración y revelación, a partir del s. XVI se acentúa el interés de ver la dimensión de libro en la Escritura y de estudiar los fenómenos literarios. Se estudia así mismo el caso de la inspiración. En este apartado la Escritura es fundamentalmente el libro donde la Teología extrae sus argumentos para probar las verdades de fe. La Escritura es la regla de fe infalible.

En relación a la inspiración hay dos tendencias: quienes defienden la inspiración real y quienes llegar a sostener la inspiración verbal.

La inspiración real (Cano, Suarez, Lessio). Esta inspiración afirma una presencia del espíritu en el hagiógrafo cuando escribe, pero rechaza que sean necesarias siempre una revelación e iluminación natural de Dios.

Inspiración verbal (Bañez). Esta inspiración afirma la necesidad de una revelación e iluminación sobrenatural en orden a escribir sin error aun las cosas que el hagiógrafo ya conoce. Esta inspiración desemboca al dictado divino en el sentido de una iluminación interior, pero sus seguidores defenderán en algo totalmente mecánico.

Siglo XIX: El Concilio Vaticano I. Antes de este concilio, las dos escuelas, la inspiración verbal y la real, llegaron sin un avance mayor. Dentro de otras reflexiones está la de Daniel B. Haneberg, enfatiza que bastaba la aprobación de la Iglesia para que un libro tuviera carácter de inspirado.

El religioso Juan M. Jahn, hizo consistir la inspiración en la simple ausencia de error.

El Concilio Vaticano I se enfrenta ante el racionalismo con la necesidad de defender el origen divino de la Escritura. Este Concilio en su definición es el primero que habla sobre el dogma de la inspiración: dice lo que no es la inspiración, pues es evidente que condena las tesis de Jahn y la de Haneberg; y al mismo tiempo dice lo que sí es la inspiración, pues la Escritura tiene a Dios como autor.

Entre el Concilio Vaticano I y II.

Este ha sido el tiempo privilegiado para el estudio en torno al dogma de la inspiración, sobre todo a partir de la “Providentissimus Deus” (1893).

Algunas de las reflexiones de esta época son:

Inspiración e inerrancia: algunas respuestas ante este cuestionamiento son: bajo el carisma de la inspiración cae solo cuestiones de fe y moral; se recurre a los géneros literarios para responder a los problemas que se presentan en la línea de la inerrancia; entre otras.

Dios autor: Franzeli dice que Dios es autor literal de las Escrituras, es decir, Dios inspiró las ideas pero no las palabras, éstas corresponden a los hagiógrafos.

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Psicología de la inspiración: Lagrange, siguiendo a Santo Tomás presenta a Dios como la causa principal, y al hagiógrafo como la causa instrumental, sin quitarle toda su dimensión humana; en la Escritura todo procede de Dios y todo procede del Hombre. Para explicar la psicología de los hagiógrafos hay que tener presente dos grande modelos: el de León XIII, en la Providentissimus Deus, quien afirma que el hagiógrafo es necesario que tenga conocimiento (de lo que se va a escribir), voluntad (que lo quiera comunicar) y lo ejecute (que lo sepa transmitir). Y de Luis Alonso Schökel, este se mueve bajo la luz de la ciencia del lenguaje y es una aportación valiosa, que distingue tres pasos: materiales –es la experiencia propia o ajena-, intuición –puede ser una iluminación o hallazgo de una analogía, etc.-, y ejecución –se trata de dar vida a la experiencia y a la intuición con el poema u obra literaria.

Sociología de la inspiración: Se refiere a la dimensión social que tiene el carisma de la inspiración. Se trata de una inspiración personal del hagiógrafo que no está aislado del pueblo de Dios. En este sentido hablan: Rahner, McKenzie, McCarthy, Benoit, Grelot.

Las enseñanzas del Magisterio.

Providentissimus Deus (Encíclica de León XIII, 18 de nov.de 1893) describe la psicología de la inspiración. Nos habla de Dios como autor (literario), y del hagiógrafo como instrumento. El problema de la inerrancia aparece muy conectado con el de la inspiración. No debe haber conflicto entre verdad de la Biblia y Ciencia.

Lamentabili (Decreto del S. Oficio bajo Pio X, 3 de jul.de 1907) se condena las tesis de los modernistas que afirmaban: el sostener que Dios es el autor de ambos Testamentos es una excesiva simplicidad o una ignorancia, la inspiración y la inerrancia no se extiende a todas las partes, la Escritura se ha de interpretar al modo humano, y no con el perjuicio del que tiene origen sobrenatural, entre otras.

Spiritus Paraclitus (Encíclica de Benedicto XV, 15 de sep.de 1920) precisa la doctrina sobre la verdad de los textos históricos de la Biblia. Los hagiógrafos son instrumentos de Dios y que la Escritura es obra del Espíritu Santo.

Divino Afflante Spiritu (Encíclica de Pio XII, 30 de sep.de 1943) reafirma la doctrina de la inerrancia. Precisa que el hagiógrafo es un instrumento vivo y dotado de razón. Da vía libre a la aceptación de los géneros literarios que saca del atolladero el problema de la inerrancia y hace que se mire desde otra perspectiva la verdad de la Escritura.

El Concilio Vaticano II.

Aportaciones y sus novedades. Analizando DV 11, se saca sus puntos:

La inspiración viene descrita en el contexto de la Revelación. El objeto de la inspiración es la fijación y consignación escrita mediante la cual la palabra de la revelación se hace Escritura.

Se repite la doctrina del Vaticano I. La inspiración no tiene ningún límite: toda la Biblia esta inspirada. Dios es autor como causa u origen, no como escritor.

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El hagiógrafo es el verdadero autor literario. De esto se deduce que Dios es autor en sentido analógico, no es escritor en sentido estricto y propio, como si lo son los hagiógrafos.

Las ausencias en el texto definitivo.

Se quita la terminología de autores “instrumentos” de Dios, o de la causa principal y causa instrumental, aunque sí se sigue manejando la concepción instrumental.

No se describe la psicología de la inspiración con el modelo de León XIII. Simplemente se subraya el empleo de sus facultades y talentos.

No hay mención alguna de la dimensión social del carisma de la inspiración.

Se cambio del singular al plural (hagiógrafos o autores inspirados) para estar más concordes con la realidad de la composición de los libros sagrados, donde en ocasiones varios autores intervinieron en un mismo libro.

Podemos concluir: si el Vaticano I se fija en la inspiración, Vaticano II en la verdad. A la inspiración se le libera del problema de la inerrancia, y se le sitúa en el contexto de la revelación. Además, se revalora el papel del hagiógrafo como verdadero autor literario, pero ratificando también la verdadera autoría de Dios.

CAPITULO V

PROPIEDADES DE LA BIBLIA

El carácter divino de la Biblia comporta una serie de consecuencias. A estas se les llama propiedades y son cuatro, a saber: unidad, verdad, santidad y la perennidad e inmutabilidad.

1.- UNIDAD

Unidad en la Diversidad.

A pesar de la diversidad en ambos testamentos puesto que sus autores pertenecen a diferentes categorías sociales y culturales (por ejemplo: Isaías es un profeta que tiene contacto con la corte real de Jerusalén, en cambio Amós es un profeta que se dedicaba al pastoreo y cultivador de higos), como las tradiciones que encontramos en los libros ( que se refieren a temas muy variados en cuanto lugares, personas, experiencias, acontecimientos, conceptos, etc.) existe una unidad. Ésta se hace palpable:

Debido a su origen divino: Dios es el mismo autor, origen o causa de ambos testamentos.

Debido a su contenido: la historia de la salvación es narrada en el Antiguo y Nuevo Testamento.

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Debido a la finalidad: la salvación divina es realizada por Jesucristo, esbozada en el Antiguo y esclarecida en el Nuevo Testamento. Hay unidad de proyecto en el plan divino: el de comunicarnos su propia vida.

Unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Centralidad cristológica de la Biblia. Ambos Testamentos dirigen su mirada a Cristo como su punto central. El Catecismo de la Iglesia Católica 102 expresa: “a través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien Él se dice en plenitud”.

Relación entre los dos Testamento. Dios dispuso que “el Nuevo Testamento estuviese escondido en el Antiguo y el Antiguo se hiciese patente en el Nuevo” (San Agustín), pues si los textos del Antiguo Testamento “adquieren y manifiestan su significado pleno en el Nuevo”, a su vez “ lo iluminan y explican” (DV 16).

Esta relación la podemos describir así: “la economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, a preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino mesiánico” (DV 15).

Los textos de Lc 24,44; Jn 5,39; 1 Pe 1,10 muestran la dimensión cristológica y eclesiológica que poseían las profecías del Antiguo Testamento. Estos tres textos expresan que los misterios relacionadas con la persona de Cristo y su obra habían sido proclamados con anticipación en los textos del Antiguo Testamento.

La ordenación del Antiguo al Nuevo Testamento se expresó también por medio de figuras o tipos, un ejemplo sería: el maná del desierto prefiguraba la Eucaristía, el verdadero pan del cielo (cf. Jn 6,32), entre muchas más.

El Nuevo Testamento, plenitud del Antiguo. El Nuevo Testamento posee el carácter de plenitud (desarrolla de modo explícito y total el mensaje de Salvación) de lo que el Antiguo Testamento contenía en germen, en promesas o en figuras.

Cristo, el Hijo de Dios Padre, el Verbo hecho carne, es, a la vez, el portador supremo de la revelación (cf. Hb 1,1-2). En Cristo, la revelación alcanza su plenitud (cf. DV 2).

2.- VERDAD

La Dei Verbum 11 expresa: “como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación”.

La verdad que enseña la Biblia es consecuencia del origen divino de los libros sagrados, es decir, puesto que Dios es el autor principal de los libros inspirados y como Él es suma Verdad no pueden contener error ni llevar a engaño. Se habla aquí del error lógico, es decir, la falta de conformidad entre el juicio del hagiógrafo y la realidad objetiva, teniendo presente el género literario.

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La Biblia no trata de enseñar y explicar los fenómenos naturales sino en la medida en que están relacionadas a la salvación, de estos fenómenos se ocupa las ciencias naturales. Pero no pasa así con los hechos históricos pues la revelación se da en la historia. Existe una conexión más estrecha. Por tanto, la verdad de la Biblia es en orden a la salvación.

En el Antiguo Testamento podemos encontrar narraciones distintas de un mismo acontecimiento (por ejemplo, la doble narración de la creación en el Génesis). También en los evangelios nos narra la vida de Jesús donde se encuentra algunos aspectos diferentes. Todo esto se explica debido a que los autores humanos pusieron por escrito la Palabra de Dios cada uno a su estilo y dirigido a una comunidad concreta con situaciones diversas en el tiempo. Sin embargo, el tema de géneros literarios que explica estos hechos lo veremos más adelante.

Por todo esto, nuestra Iglesia, desde su inicio y de forma constante ha reflexionado sobre la verdad de la Biblia.

3.- SANTIDAD

Así como la verdad de la Biblia deriva de la inspiración, de igual forma, la santidad. Es decir, la Biblia participa de la Santidad de Dios. La Santidad, por una parte, enseña una doctrina moral justa y buena, capaz de llevar al hombre a la participación divina; por otra parte, en los textos bíblicos no hay nada que desdiga la Santidad de Dios, estando libre de cualquier carencia o error moral.

La santidad bíblica significa que existe una conformidad entre la ley moral y el juicio explícito o implícito sobre los actos y palabras del personaje del que habla o del ambiente social que describe, es decir, siempre aprueba el bien y denigra el mal. El juicio del autor inspirado basta con que alcance el ámbito de lo honesto, lo que siempre se da; no importando así la conducta de los personajes en la Biblia si es ejemplar o no.

Solo en el Nuevo Testamento, la normativa moral alcanza el culmen de la perfección. Ya que en el Antiguo Testamento la economía es preparatoria y no definitiva, y por eso se encuentran cosas imperfectas y temporales que nos hacen comprender la verdadera pedagogía divina. Por eso, las diferencias entre la moral del Antiguo y del Nuevo Testamento no son esenciales, pues no son dos vías diferentes de moralidad, sino que solo lo es de grado, y ésto en dos aspectos:

Respecto al fin al que conducían y conduce en uno y otro Testamento. En el Antiguo Testamento, los ritos y ceremonias eran solamente ocasión para reavivar esa fe, es decir, no conferían la gracia per se (ex opere operato) sino que lo anunciaban con palabras y la significaban con imágenes y figuras. El Nuevo Testamento, por el contrario, además de mostrar el pleno significado de los textos del Antiguo Testamento, presenta constituidos los canales por los cuales se recibe la gracia salvífica: los Sacramentos.

Respecto a los preceptos que contiene. La esencia de la ley moral natural fue conocida en el Antiguo Testamento a través de un recorrido progresivo. El primer hombre y la situación de pecado, después Dios fue manifestando poco a poco a los hombres los diferentes preceptos morales. Más tarde promulga la ley del Sinaí, que comprende el núcleo central de la ley moral natural. En el Nuevo

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Testamento Cristo perfeccionó los preceptos morales de la antigua ley con sus obras, con su enseñanza. Santo Tomás indica que Jesús la perfeccionó de tres modos:

Declarando su significado verdadero: como en el caso del homicidio y del adulterio: cf. Mt 5,22; Mt 5,28.

Señalando la vía más segura para realizarlos: por ejemplo, Jesús enseñó que el mejor modo para no cometer perjurio era evitar cualquier juramento que no fuese necesario: cf. Mt 5,33-37.

Mostrando el grado más alto de perfección: Jesús explicó que el amor al prójimo conlleva incluso amar al enemigo: cf. Mt 5,44-48; Jn 15,12.

4.- PERENNIDAD E INMUTABILIDAD

Perennidad.

Respecto a éste aspecto, la DV 14, afirma: “La economía de la salvación preanunciada, narrada y explicada por los autores sagrados, se conserva como verdadera palabra de Dios en los libros del Antiguo Testamento; por lo cual estos libros inspirados por Dios conservan un valor perenne: “Pues todo cuanto está escrita, para nuestra enseñanza, fue escrito, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes en la esperanza”(Rm 15,4)”.

Este texto subraya el aspecto dinámico de la Biblia, afirma la perenne actualidad del Antiguo Testamento y puesto que Dios es el autor principal de la Biblia, se puede decir que también los libros del Nuevo Testamento. Así, Pablo indica, en Rm 15,4, que cualquier texto de los libros sagrados posee una enseñanza para la vida de todo hombre.

Inmutabilidad.

El texto, DV 21, dice: “ –La Iglesia- siempre las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe, puesto que, inspiradas por Dios y escritas de una vez para siempre, comunican inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los Profetas y de los Apóstoles”.

Este texto insiste sobre la estabilidad (Inmutabilidad) de la Biblia. Si bien, la actualización de la verdad contenida en los libros sagrados ha de realizarse, pues debe adaptarse a cada época, a cada hombre y cada situación, pero de modo que se conserve íntegra e inmutable la palabra de Dios escrita, ya que juntamente con la Tradición, ha sido, es y será siempre la regla firme de fe para la Iglesia de todos los tiempos, debido a que comunica de modo inmutable la palabra del mismo Dios.

CAPITULO VI

EL CANON BIBLICO Y SU FORMACION

1. DEFINICIÓN.

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La palabra “canon” viene de la lengua griega “” que significa “caña o vara para medir” , “regla o plomada” usada en la construcción. En el s. II d. C. se le entendía como la regla de la fe cristiana.

La palabra “canonicidad” es el reconocimiento y la aceptación oficial por parte de la Iglesia del carácter inspirado de un libro o de una serie de libros.

2. DIFERENTES CÁNONES.

En la práctica se puede decir que hay diferentes cánones o listas “oficiales” de libros de la Biblia que se han hecho a lo largo del tiempo, a saber:

El canon de los judíos.

Sólo aceptan 39 libros del Antiguo Testamento. No aceptan ningún libro del Nuevo Testamento

El canon de los protestantes.

Sólo aceptan 39 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Total: 66 libros

El canon de los ortodoxos.

Alrededor de los 200 millones de cristianos del Oriente Medio. Aceptan, como los católicos, todos los 73 libros de la Biblia.

El canon católico.

Se acepta los 46 libros del Antiguo Testamento y los 27 libros del Nuevo Testamento. En total: 73.

3. DIVISIÓN DE LOS LIBROS CANÓNICOS:

Los 73 libros inspirados o canónicos de la Biblia se dividen en: Protocanónicos y Deuterocanónicos.

Protocanónicos.

Son aquellos libros que fueron y son considerados inspirados, sea por la religión judía, sea por la católica, como también por las Iglesias protestantes. Es decir, que su inspiración no ha sido puesta en duda por ninguna Iglesia.

Deuterocanónicos.

Son aquellos libros de la Biblia de cuya inspiración se dudó algún tiempo o por alguna Iglesia en particular.

Son siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiastés, Baruc, 1 y 2 Macabeos, algunos fragmentos de Daniel y Esther.

Los judíos ni los protestantes no aceptan estos libros .

Y también son siete deuterocanónicos del Nuevo Testamento: Carta a los Hebreos, Carta de Santiago, 2 de Pedro, 2 y 3 de Juan, Judas, Apocalipsis, más algunos versículos de los evangelios: Mc 16, 9-20; Lc 22, 43; Jn 8, 1-11.

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4.- HISTORIA DEL CANON DEL AT

La Iglesia ha recibido el canon del Antiguo Testamento a través de Jesús y los Apóstoles. Estos aceptaron y transmitieron como sagrados el conjunto de libros considerados tales por la tradición hebrea. La lista canónica dada por el Concilio de Trento no coincide con el canon hebreo en lo que se refiere a los deuterocanónicos; por eso, se ha de explicar cómo se formó el canon del Antiguo Testamento entre los hebreos y la historia del canon del Antiguo Testamento entre los cristianos.

El canon del Antiguo Testamento entre los hebreos.

La Biblia hebrea en los inicios de la era cristiana. En los comienzos de la era cristiana la colección de libros del Antiguo Testamento estaba establecida en 3 partes: la Torah, los Profetas y los Escritos. Sobre el número de libros se habla de 22 o 24 que corresponden a los 39 libros de la Biblia hebrea, según el modo actual de contar.

La división en tres partes lo atestigua dos textos del s. II a.C.: 2 Mac 2,13 y el prólogo del Sirácide. Esta división constituye la base de la organización de los libros de los LXX, se menciona en el Nuevo Testamento (cf. Lc 24,44) y en los textos de Flavio Josefo y del Talmud (= enseñanza. Es una obra de orientación jurídica y casuística. Contiene dos elementos: la mishná =texto, y guemará =comentario).

Las dos primeras colecciones (Ley y Profetas) tienen nombres bien determinados; no pasa así con la tercera, aunque prevalece el nombre de Escritos.

Formación de las colecciones. Las tres colecciones se formó de modo sucesivo en etapas diversas.

La Torah (Pentateuco): Los cinco libros de la ley constituyen desde una época arcaica una colección bien definida de carácter normativo. Desde el tiempo de Moisés, cuando terminó de escribir la Ley la hizo colocar en el Arca de la Alianza y dio la orden de leerlo públicamente cada siete años (cf. Dt 31,9-13. 24-26). Es obvio que se refiere a un cuerpo determinado de textos legislativos y no toda la legislación mosaica. En época posterior, dos episodios denotan el modo como los hebreos comprendían el valor normativo de la Ley: en tiempos de Josías rey de Judá en el año 621 a.C., durante los trabajos de restauración del templo se encontró el libro de la Ley y se da la reforma religiosa (ver 2 Re 22,8); y hacia el año 444, al regreso del exilio, Esdras, jefe espiritual de la nación, promueve una vez más una profunda reforma religiosa de la nación basada en la Ley.

Con el término Torah se designaba el conjunto de los libros sagrados de Israel.

Los Nebiim (Profetas). A finales del s. II a.C. esta colección ya estaba constituida. Así lo testifica tanto 2 Macabeos como el prólogo de Sirácide. Sin embargo ninguno de estos dos textos bíblicos señala cuales eran esos libros proféticos. Conviene señalar que, el judaísmo, la autoridad normativa de los Nebiim no fue tan universal como la concebida por la Torah; basta pensar que los samaritanos y los saduceos solo aceptaban la Torah.

Los Ketubim (Escritos). La formación de los Ketubim es menos conocida. Sabemos que Ezequías, rey de Judá (716-689), mandó a recoger un cierto número de proverbios de Salomón (Pro 25,1) e

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instituyó y reglamentó el canto litúrgico de los Salmos de David y de Azaf (II Cro 29,30). Quizá esas fueron las primeras colecciones de los escritos. Parece, que las exigencias litúrgicas motivaron la agrupación de un cierto número de salmos e himnos que, añadido a los anteriores, formaron el núcleo más importante de los Ketubim. Hacia el año 180 a.C. el Sirácide menciona también los proverbios, sentencias y parábolas de Salomón (cf. Sir 47,8-9). Parece ser que en el s. I a.C. no se había fijado esta colección de libros.

La fijación del canon en la Biblia hebrea. La dificultad de la fijación del canon hebreo, es decir de la determinación del momento histórico, se debe en parte a la existencia de múltiples grupos o sectas, cuyas creencias religiosas estaban lejos de ser uniformes. Se llevó a una uniformidad sólo en los años posteriores al 70 d. C., después de la destrucción de Jerusalén, cuando los fariseos se convirtieron en guías de la comunidad hebrea. Sus dirigentes empezaron llamarse rabinos. Aquí la cuestión se vuelve más compleja. Existió una primera distinción entre judíos de la diáspora y de Palestina. Los primeros estaban influenciados por el helenismo (cultura griega) y entre los judíos de Palestina están los fariseos, saduceos, esenios, la secta de Qumran y otros más, con doctrinas y principios religiosos propios. No existía una orientación universal que unificara las diversas tendencias. Esta falta de unidad se manifestó con respecto a la cuestión de canon de libros sagrados.

El dato más peculiar de esta diversidad de canon se encuentra en las dos colecciones, parcialmente diversas, de libros del Antiguo Testamento en el judaísmo posterior al año 70 d.C.: el canon corto o palestino, que le falta los libros deuterocanónicos y solo acepta 39 libros y el canon largo o alejandrino que contenían aun los deuterocanónicos, acepta los 46 libros, que dará lugar a la Biblia alejandrina o de los LXX. De esto podemos deducir que: es probable que la comunidad judía de Alejandría atribuyera a los deuterocanónicos una autoridad igual a los libros protocanónicos. También es probable que en Palestina algunos grupos aceptaban los libros deuterocanónicos, pues entre Jerusalén y Alejandría había buenas relaciones, tanto que en Jerusalén existían al menos una sinagoga para los judíos de Alejandría (cf. Hch 6,9) en donde se leerían probablemente los libros deuterocanónicos.

Es por eso que se puede deducir, que al inicio de la era cristiana, los libros deuterocanónicos gozaban de gran estima entre los judíos palestinos. Solo después de la destrucción de Jerusalén y del Templo (70 d.C.) y de la desaparición del sacerdocio levítico, la situación cambio profundamente. Fueron los fariseos quienes tomaron el caminar espiritual del pueblo y establecieron bases firmes para el judaísmo. Por ese motivo sometieron los libros recibidos a un examen escrupuloso tanto para definir como para delimitar la extensión del canon. Estos seguían tres criterios fundamentales: antigüedad de libro (antes de que la cadena de profetas se cerrase con el último de ellos: Malaquías (s. V a.C.); que estuviesen escrito en lengua sagrada (hebreo); su conformidad con los principios religiosos transmitida por la secta farisea. A estos criterios es necesario añadir dos motivaciones externas que llevaron a cerrar definitivamente el canon hacia los ss. II-III d.C.: la polémica con el cristianismo naciente y la lucha contra las sectas que surgían en el seno del judaísmo. Entonces, podemos decir que delimitaron el canon según los principios religiosos del fariseísmo. También hubo un rechazo de la versión griega de los LXX.

Aunado a la formación del texto hebreo se puede considerar bien fundamentada la opinión de que hacia finales del siglo I d.C. se formó la base textual consonántica fija e invariable sobre la que trabajaron los masoretas. Con el Texto Masorético (s. VI-X d.C.), el texto hebrero alcanza su forma

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definitiva. Los masoretas se dedicaron a recoger y poner por escrito la “masora”, es decir, el conjunto de observaciones críticas sobre el texto inspirado acumuladas desde siglos, muchas de ellas transmitidas oralmente. Además, introdujeron todo un complejo sistema para la pronunciación y comprensión correctas del texto: vocales, signos o acentos musicales, pausales (signos de puntuación), tónicos (acentos) y otros signos.

El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia primitiva.

El canon del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento. Jesús, los apóstoles y los autores del Nuevo Testamento, de hecho, recurren con frecuencia al testimonio de las “Escrituras”, término que aplica a los libros sagrados del Antiguo Testamento, que considera normativos. También se alude a las tres colecciones parciales: Ley, Profetas y Salmos (cf. Lc 24,44).

En las aproximadamente 350 citas del Antiguo Testamento que posee el Nuevo Testamento, se mencionan todos los libros protocanónicos de la primera y segunda colección, excepto Abdías y Nahum; de la tercera faltan algunos ( Esdras, Nehemías, Qohélet, Cantar de los Cantares, Proverbios). Los deuterocanónicos nunca son citados expresamente pero si hay alusiones claras de casi todos (ejemplos: Sab 12,24-15,19 de sabiduría cf. Rm 1,19-32; Tb 12,15 cf. Ap 8,2). Hay que advertir por otra parte, que el texto bíblico utilizado por los autores inspirados fue, generalmente, la versión griega de los LXX, por lo que se deduce que esta versión y su canon fueron aceptados.

Los deuterocanónicos del Antiguo Testamento en la tradición cristiana antigua. A lo largo de los dos primeros siglos de la Iglesia, los deuterocanónicos eran considerados Escritura del mismo modo que los protocanónicos. Hacia fines del s. II, la fijación progresiva en el ámbito del judaísmo de un canon restringido y de la proliferación de escritos apócrifos, terminó por repercutir sobre las comunidad cristianas y sobre algunos escritores cristianos, tales como Melitón y Orígenes que quizá influyó para que otros padres y escritores eclesiástico de los ss. III y IV optaran por el canon corto como Atanasio, San Cirilo de Jerusalén, San Gregorio Nacianseno, en Oriente; San Hilario de Poitiers, San Jerónimo en Occidente. Sin embargo, la tradición de los deuterocanónicos se conserva en la gran mayoría de Padres, representantes de las más diversas iglesias particulares: En África, San Cipriano y San Agustín; en Capadocia, San Basilio y San Gregorio de Niza; en Milán, San Ambrosio; en Antioquía San Juan Crisóstomo.

5.- HISTORIA DEL CANON DEL NT

El canon del NT se conforma por los 27 libros inspirados. Pero, ¿cómo se formó este Canon? Podemos decir que fue gradualmente.

Formación del Canon del Nuevo Testamento.

Período Apostólico. Los apóstoles, después de la ascensión de Jesús, cumplieron su mandato de “Id a todo el mundo” (Mc 16, 19). Entonces no había nada escrito de la vida y doctrina de Jesús. Todo era predicación oral, según el recuerdo de los apóstoles.

Los primeros escritos sobre la doctrina de Jesús son algunas cartas de san Pablo. Estamos en los años 40. Y la duración de todo el Nuevo Testamento es en un período aproximado de 100 años, debido a la necesidad de conservar los dichos y hechos de Jesús lo más fiel posible. Un testimonio

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sobre la formación del canon es el texto de 2 Pe (3,15-16) que supone una colección de cartas de Pablo. Estos escritos se difundieron rápidamente por todos los pueblos conocidos.

Para el siglo II: en casi todas las Iglesias se reconocían la autoridad canónica de dos grandes colecciones parciales: los evangelios y el corpus paulinum (incluyendo la carta a los Hebreos), a los que normalmente se añade otros escritos (Hechos, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis). El testimonio de San Justino, a mitad de este siglo, afirma que en la liturgia eucarística, junto a los escritos de los Profetas, se leían los evangelios. También en este siglo, otro testimonio es el Diatessaron de Taciano que reúne los cuatro evangelios.

Parece ser que pudo haber tenido efectos decisivos en la formación del canon los testimonios de los herejes: Marción, que aceptaba que las únicas estructuras auténticas eran las que provenían del Dios del amor y hablaban de Él (10 de San pablo, excepto las pastorales y Hebreos, y el tercer evangelio); y Montano, que postulaba un extensión de la inspiración bíblica a cualquier cristiano que acogiera la acción del Espíritu Santo.

En los ss. III-IV . Los testimonios son más claros y explícitos:

Galia Meridional: En la Galia Meridional, el canon había alcanzado la forma casi definitiva ya en los tiempos de San Irineo (202) solo faltaba Filimon, 2 Pedro y 3 de Juan .

En Roma: se encuentra el canon Muratoriano al que sólo le falta Hebreos, Santiago, 2 de Pedro y 3 de Juan. También está el testimonio de Hipólito Romano que incluye 2 de Pedro. A finales del s.IV se poseía un canon completo.

En Alejandria (Egipto) se encuentra el testimonio de Orígenes sólo le falta 2 de Pedro. El canon completo se encuentra en San Dionisio y definitivamente en San Atanasio.

En Asia Menor, África Latina, Palestina, Siria y Antioquía encontramos testimonios valiosos del canon completo.

El Canon en los Concilios de la Iglesia

Decisiones de la Iglesia antes del Concilio de Trento. Las primeras decisiones de una autoridad eclesiástica sobre el canon bíblico proceden de tres concilios plenarios africanos: Concilio de Hipona (393) y los Concilios III y IV de Cartago (397 y 419 respectivamente).

En todos ellos formó parte San Agustín, donde se redactó y se promulgó el elenco completo de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. El IV Concilio de Cartago ofrece un interés particular, por que señala el criterio de canonicidad: la tradición de los Santos Padres.

A estos documentos se le puede añadir otros dos de gran importancia: la Carta de Inocencio I al obispo Tolosano Exuperio (405) que además condena otros escritos que circulaban, atribuidos a Matías, Santiago, Pedro, y otros; y el Sínodo griego Trulano o Quinisexto (692), de gran importancia por su incidencia en la determinación del canon bíblico en Oriente.

En el s. XV el Concilio Ecuménico de Florencia que en el Decreto para los Jacobitas expone el primer catálogo oficial de libros sagrados de la Iglesia Universal. El Decreto no es definición dogmática solemne sino una profesión de fe.

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El Concilio de Trento. Este concilio afrontó el tema del canon bíblico debido a la postura que adoptaron los teólogos protestantes en tiempos de la Reforma. El protestantismo había resuelto la cuestión del canon de acuerdo con el principio de la sola escritura, rechazaban así a la Tradición y a las enseñanzas del Magisterio. Para el Antiguo Testamento aceptó el canon de la biblia hebrea; para el Nuevo, ponían en discusión algunos libros, pero más tarde en el s. XVII vuelven a los 27 libros.

El 8 de abril de 1546 el Concilio de Trento, declaró solemnemente en el decreto “De libris sacris et de traditionibus recipiendis”, el canon de los libros sagrados. Se aceptan los 27 libros que la integran.

Recepción y desarrollo de la Doctrina del Concilio de Trento.

El Concilio Vaticano I asume la definición de Trento a causa del renacer de viejas teorías que volvían a plantear dudas sobre la autoridad de algunos libros bíblicos.

El Concilio Vaticano II recoge la doctrina precedente relacionada con el canon bíblico.

Criteriología del Canon.

Son muchos los criterios que se han propuesto a los largo de los siglos para entender lo referente al canon. Ohlig divide los criterios en 3 grupos:

Los criterios externos son: Apostolicidad, la antigüedad del escrito, la aprobación apostólica, la ortodoxia doctrinal, armonía con otros libros de la Escritura.

Los criterios internos. Serían los ofrecidos por el mismo libro sagrado y reconocidos por la experiencia pneumática (del Espíritu) de la Iglesia.

Los criterios eclesiales son: La recepción de los libros por parte de las Iglesias particulares, su citación como Escritura por los escritores antiguos, el empleo litúrgico y el reconocimiento de la autoridad eclesiástica.

En definitiva, para determinar la aceptación de los libros bíblicos, se basó fundamentalmente sobre el criterio de “apostolicidad”: para que un libro se considere canónico e inspirado, su origen divino debe ser atestiguado por una tradición que se remonte a los apóstoles y haber sido reconocido como tal por la Iglesia Apostólica.

6.- LIBROS APÓCRIFOS

Definición.

La palabra “apócrifo” es griega y quiere decir “oculto, escondido”. El termino originalmente designaba a libros para el uso privado de adeptos a una secta; después, libros de origen dudoso, porque contenían hechos exagerados e imaginarios, y porque en algunos puntos no concordaban con la regla de la fe.

Son apócrifos, aquellos libros, judíos o cristianos, pertenecientes al periodo bíblico (IIa.C- IId.C.) que pretenden ser equiparados a las Escrituras, y que no han sido aceptados por la Iglesia en el canon.

Los libros apócrifos del Antiguo Testamento. 30

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Libros narrativos: Libro de los Jubileos, Carta de Aristeas, 3 de Macabeos, Vidas de Adán y Eva, Antigüedades bíblicas del Pseudo Filón, Paralipómenos de Jeremías, 3 de Esdras (LXX, I Esdras), etc.

Formas de Testamento: Testamento de los 12 Patriarcas, Testamentos de Adán, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, etc.

Sapienciales: Libro arameo de Ajicar, Libro 4 de Macabeos, Pseudo-Focílides, etc.

Apocalípticos: Libros de Enoc , Apocalipsis de Sofonías, etc.

Salmos y oraciones: Oración de Manasés o salmo penitencial, Salmos de Salomón, Odas de Salomón, etc.

Los libros apócrifos del Nuevo Testamento.

Evangelios: de Tomás, de los Hebreos, de Pedro, Protoevangelio de Santiago, de los Nazarenos, de los Ebionitas, de Marcos, etc.

Hechos: de Pedro, de Tomás, de Juan, etc.

Cartas: de los Apóstoles, de Pablo a los de Laodicea, de Corinto, etc.

Apocalipsis: de Pedro, de Pablo, de Tomás, etc.

CAPITULO VII

INTERPRETACION DE LA BIBLIA

La Biblia tiene que ser interpretada y actualizada para que conserve siempre su valor perenne, esto nos lleva al problema interpretativo y hermenéutico, que consiste en descubrir lo que significó el texto en el pasado y lo que significa hoy. La dificultad consiste en que estamos ante textos del pasado, escritos en otra lengua, cultura y tiempo, muy diferente a la nuestra, además se añade la diversidad de interpretaciones confesionales, diversidad de métodos y acercamientos a la Escritura.

El problema de la interpretación no es algo nuevo, sino que se remonta a la misma Biblia. Existen pasajes o textos oscuros. Leyendo algunos oráculos de Jeremías, Daniel se interrogaba largamente sobre su sentido (cf. Dn. 9, 2). Según los Hechos de los Apóstoles, el etíope del primer siglo se encontraba en la misma situación a propósito de un pasaje del libro de Isaías ( 53, 7-8) y reconocía la necesidad de un intérprete (cf. Hech. 8, 30-35). La segunda carta de Pedro (1, 20) declara que "ninguna profecía de la Escritura puede ser interpretada por cuenta propia", y observa, por otra parte, que las cartas del apóstol Pablo contienen "algunos puntos difíciles de comprender, que los que carecen de instrucción y firmeza interpretan erróneamente, como hacen con el resto de las Escrituras, acarreándose así su propia perdición" (2 Ped. 3, 16).

Por eso, se ha de mencionar los elementos fundamentales para realizar una auténtica interpretación. Antes de abordar los temas propios de este apartado, se da la definición de unos términos técnicos para mayor claridad.

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Definición de términos:

Exégesis: es la búsqueda del significado “original” del texto. Es decir, su objeto es descubrir el sentido primero, querido y expresado por el autor, pero también por Dios. Podemos decir entonces que existe una exégesis llamada crítica o racional y la teológica. Ambas se relacionan y se apoyan.

Para que la exégesis crítica o científica pueda realizar su labor hace uso de la crítica textual (que trata de restituir el texto sagrado, en cuanto sea posible, a su pureza primitiva), crítica literaria o interna (estudia la lengua, el estilo y género literario en que un libro ha sido escrito, las fuentes que utilizó el autor) y de la crítica histórica o externa(indaga las circunstancias concretas en que nació un texto: nombre, personalidad, vida… del autor; lugar y fecha; ambiente social, cultural y político, ocasión y finalidad de la obra, etc). Este estudio se impone también en la interpretación de la Biblia por estar escrita en lenguaje humano. Se parte del hecho de que el hagiógrafo es autor de la Biblia.

La exégesis teológica, parte del hecho de que Dios es autor de la Biblia. Se incluye un elemento nuevo: la fe. Tiene como objeto descubrir el sentido histórico-literaria expresado por el autor humano (exégesis crítica) pero querido también por Dios, y el sentido “espiritual” , desconocido por los hagiógrafos pero depositado por Dios en esos textos. Para llevar a cabo su labor deberá atender los principios fundamentales que propone el Magisterio: el contenido y unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe.

Hermenéutica: es una parte de la Ciencia Bíblica que tiene por objeto establecer una mediación entre el antiguo texto y el hombre contemporáneo, recurriendo al uso de los métodos más apropiados, con el fin de hacer el texto vivo y actual. En otras palabras, es la comprensión o actualización del texto para el presente.

Heurística: es la parte de la hermenéutica que descubre los distintos sentidos de la Biblia, sea por los estudios de los investigadores, sea por las enseñanzas del Magisterio.

1.- TEORÍA DE LOS SENTIDOS

El término “sentido” indica aquel concepto determinado que el autor desee expresar con su palabra hablada o escrita. El término “sentido bíblico” es el concepto que el autor inspirado ha querido expresar, ya sea mediante las palabras del texto bíblico, como mediante los sujetos o realidades (persona, cosas, acontecimientos), es decir, trata sobre la intención del autor y las palabras o los objetos significadas por las palabras, que constituyen los dos elementos fundamentales del sentido bíblico.

Debido a que la Biblia tiene como autores a Dios y al hombre, el sentido bíblico dependerá de la intención de lo que uno y otro autor ha querido manifestar. En esta definición también queda de manifiesto la doble especie de sentidos bíblicos: el literal, a través de las palabras escritas, y el espiritual, a través de los objetos que esas palabras significan.

La existencia de este doble sentido bíblico, literal y espiritual, es una doctrina que el Magisterio de la Iglesia ha enseñado en las encíclicas bíblicas, pero especialmente en la “Divino Afflante Spiritu”.

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Sentido Literal.

Definición. Es el sentido que tienen las palabras de la Biblia según el autor inspirado, dicho de otra forma, es el sentido que intentó directamente el autor humano y que lo expresó en sus palabras. Y como sólo por el texto podemos llegar a conocer la intención del autor, se es necesario el análisis en su contexto literario - histórico para conocer el sentido literal.

División del sentido literal. Esta división está basada en el modo de significar de las palabras del texto bíblico, por el que el sentido literal se divide en propio e impropio (o metafórico), explícito e implícito.

Sentido propio e impropio.

Es propio cuando las palabras se usan en su significado obvio y original, como en la frase: “Jesús dijo a sus discípulos”, debe interpretarse tal y como suena. Es impropio, cuando las palabras se usan en un sentido derivado del original, todo lo que de alguna manera se expresa con un lenguaje metafórico, por ejemplo, cuando se designa a Jesús “cordero de Dios”, la palabra cordero se asume con el significado derivado de víctima inocente ofrecida en sacrificio. Aquí fue una palabra pero pueden ser frases o narraciones.

Sentido explícito e implícito.

Es explícito cuando resulta claramente percibido, es implícito cuando resulta oscuro y que se necesita un examen detenido para descubrir su sentido, por ejemplo la frase “el Verbo se hizo carne”: el sentido explícito sería la unión del Verbo con la naturaleza humana; implícito, que en el Verbo encarnado haya un cuerpo real, inteligencia, etc.

Características del sentido literal. Son dos, a saber:

Universalidad del sentido literal.

Esta propiedad significa que todas las palabras y frases del texto bíblico poseen necesariamente un sentido literal propio o impropio. Esta característica ha sido siempre considerada un principio fundamental de la reflexión bíblica.

Unicidad y polisemia del sentido literal.

El sentido literal es único, porque no es posible que un texto bíblico contenga sentidos irreducibles entre ellos, opuestos o contradictorios; por otro lado, se admite que, junto al sentido primario, digamos explícito, puede haber otros significados relacionados al primero, ya sea implícitos, plenos, que forman una unidad con el sentido literal primario. Es decir, aunque el texto o las palabras, que escribió el hagiógrafo, tenga un sentido preciso puede poseer una gran densidad de contenido.

La exégesis histórico-critica está convencida de que la unicidad del sentido literal, no es un principio absoluto, por dos razones: porque un autor humano puede referirse a la vez a más de un nivel de la realidad, como sucede en la poesía; y porque a pesar de la expresión del lenguaje humano pueda parecer que posee un solo significado, la inspiración divina puede guiarla de modo tal a otros significados, más aún se agrega una tercera razón: cualquier texto al ser situado en circunstancia

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nueva, tiene la capacidad de adquirir nuevas determinaciones de significado, por tanto en el sentido literal existe una unidad de significado en lo que se puede considerar un primer nivel, el claramente querido por el hagiógrafo (sentido explícito). A partir de ese nivel, se puede avanzar hacia otros niveles de contenido que están presentes aunque no con tanta evidencia, y quizá el autor humano desconoce pero Dios no.

Sentido Espiritual.

Definición. Es el sentido expresado por las palabras de los textos bíblicos cuando se leen bajo la influencia del Espíritu Santo en el contexto del misterio pascual de Cristo y de la vida nueva que de Él surge. O sea, a la luz del Nuevo Testamento.

De ahí se desprenden tres consecuencias: el sentido espiritual debe estar en relación con el literal, de otra forma se cae en el subjetivismo; la interpretación en clave cristológica es esencial; la lectura vivencial de la Escritura con el mismo Espíritu con que fue escrita es parte integrante para llegar al sentido espiritual.

En la mayor parte de los textos del Nuevo Testamento el sentido literal es a la vez el sentido espiritual.

En el Antiguo Testamento muchos textos ya tienen un sentido religioso y espiritual, desde el que fácilmente se puede pasar al sentido cristiano. De esta forma el sentido espiritual sería el aspecto más profundo del sentido literal.

División del sentido espiritual. En la época patrística medieval, que la escolástica luego lo aceptó, se generalizó una distinción triple del sentido espiritual: sentido alegórico o típico, el sentido moral o tropológico, y el sentido anagógico.

Sentido alegórico o típico.

Es el significado que poseen algunas realidades o acontecimientos del Antiguo Testamento en cuanto significa misterios descubiertos en el Nuevo Testamento, es decir, en cuanto se refiere a la persona de Cristo y su Iglesia. Unos ejemplos serían: cuando Pablo en Rm 5,14 considera a Adán como tipo del Cristo futuro; en Jn 3,14 la serpiente del desierto era “tipo” (figura) de Cristo exaltada en la cruz y en su Resurrección.

El sentido típico descubierto por el Nuevo Testamento se encuentra implícita pero realmente en el texto del Antiguo Testamento; fue depositado ahí por Dios como germen de revelación futura; y desde luego que fue desconocido por el autor humano.

En el sentido típico, los tipos son las realidades del Antiguo Testamento; y los anti tipos son las realidades del Nuevo Testamento.

Sentido moral o tropológico.

Es el significado que poseen algunas realidades y acontecimientos narrados en la Biblia, los cuales -a través de su significado en Cristo- manifiestan cuáles deben ser los actos y costumbres de la vida

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cristiana, de modo que el hombre aprenda a realizar en sí mismo la vida de Cristo. Por ejemplo, la oración de Cristo es modelo de nuestra oración.

Sentido anagógico (del griego “ anago”: conducir, levantar).

Es el significado que poseen determinadas realidades y acontecimientos narrados en la Biblia, dispuestos por Dios para que el hombre conozca las verdades últimas eternas y pueda así ser conducido a la patria definitiva. Por ejemplo, Jerusalén es signo de la Jerusalén Celeste que San Juan describe como Ciudad Santa.

Características del sentido espiritual. Son dos, a saber:

Sentido propio y exclusivo de la Escritura.

Con la expresión “propio”, se pone de relieve que la noción del sentido típico procede de dos verdades de la Biblia: el origen divino de los Testamentos y la disposición querida por Dios de la antigua economía orientada a la nueva. Sólo Dios, que dirige la historia y es el autor principal de la Escritura, puede haber establecido la existencia de un sentido típico o espiritual.

Y es “exclusivo” porque no se puede encontrar en ningún otro libro que no sea la Biblia.

Sentido fundado sobre el sentido literario.

Fundado en el sentido literal este principio se conoce como la regla de oro de la exégesis y fue formulado por Santo Tomás: “Todos los sentidos se fundan sobre sentido literal, que es el único del que se pueden sacar argumentos para establecer las verdades de fe”.

Sentido Pleno.

La denominación sentido pleno es relativamente reciente en la historia de la exégesis. Introducido por el jesuita A. Fernández hacia los años de 1920.

Es el sentido contenido en el ámbito de las palabras pero conocido sólo por Dios y, por consiguiente, desconocido por el hagiógrafo, al menos en toda su amplitud. En otras palabras, es un sentido literal más profunda de la palabra de Dios escrita y se ha catalogado en el amplio espacio que va desde el sentido literal hasta el sentido espiritual.

Podemos concluir que todo el Antiguo Testamento visto globalmente tiene su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento.

2.- PRINCIPIOS Y CRITERIOS DE LA INTERPRETACIÓN BÍBLICA.

Los principios y criterios de la interpretación bíblica católica se encuentran en DV 12:

“Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con

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atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.

Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a los “géneros literarios” (…).

Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta debidamente la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe (…)”.

Los dos principios fundamentales

Dos son los principios fundamentales que se derivan de la DV 12, son: Dios ha hablado a los hombres en lenguaje humano y la lectura en el Espíritu.

Estos dos principios están fuertemente entrelazados pues en ambos hay una clara referencia al origen divino de la Biblia. Sin embargo, en el primer principio se enfatiza que en la composición de la Escritura han intervenido autores humanos (intencionalidad: que se hace necesario la explicación de los géneros literarios); en el segundo, se deriva los criterios relacionados con la circunstancia de que la Biblia tiene un autor divino, que a su vez dan origen a otros criterios, como: contenido y unidad de toda la Biblia, tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe.

Para abordar estos principios y demás criterios lo haremos mediante los siguientes tres apartados: Biblia como palabra humana, como palabra divina y como palabra actual.

Biblia, como Palabra Humana.

Composición humana de la Biblia. En su dimensión humana, la Biblia es una palabra literaria, concreta o histórica, consignada por escrito.

Palabra: sujeta los conocimientos de la lengua. Por eso para su comprensión, se requiere de las ciencias de la Filología, de la traducción y de la lingüística.

Literaria: encontramos literatura, poesía. Por lo mismo, es indispensable analizarla bajo las leyes de la literatura y del arte.

Concreta o histórica: Fue escrita en un momento especifico, una finalidad propia. De allí del recurso de las ciencias históricas que nos ayudan a situarlas correctamente.

Consignada por escrito: Sujeta a las reglas de cualquier literatura escrita. Se recurre a las ciencias de la literatura.

Intencionalidad del autor. Para conocer la intención del autor (lo que quiso decir) es indispensable tomar el texto en su contexto histórico. Es necesario descubrir la dimensión histórica de los diferentes libros de la Biblia, es decir, tratar de situar bien en el tiempo y en el espacio al autor y a sus destinatarios. Y para conocer el significado de sus palabras hay que tomar el texto en su contexto literario, debido a que la intención del autor puede quedar superada por sus palabras, es decir, las

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palabras pueden significar algo que ellos ni si quiera imaginaron o no fueron conscientes y que el lector puede descubrir.

Géneros Literarios. En orden a comprender la intención del autor expresada en sus palabras, es necesario tratar los géneros literarios.

Por “géneros literarios” se entienden las formas o modos habituales y originales de entender, de expresar, de narrar, en uso en una determinada época o región, regulados por normas particulares y utilizados por el que habla o por el que escribe con una finalidad determinada. En otras palabras, es la manera que tiene un escritor de emplear el lenguaje.

Elementos de un género literario son: material (argumento o tema), formal (estructura, procedimientos, fórmulas), situación vital (origen y uso).

Los géneros literarios fundamentales son:

Histórico o narrativo: dichos (discursos, homilías), hechos (leyendas, listas, autobiografías, etc)

Jurídico: derecho casuístico, decálogos, tratados de alianza, etc

Profético: oráculos de salvación o de amenaza, visiones, relatos de vocación, etc.

Sapiencial: proverbios, reflexiones, etc.

Evangélico: anuncia las palabras y hechos de Jesucristo, para afianzar la fe.

Epistolar: material litúrgico (himnos, etc), catálogos de virtudes, doxologías, etc.

Apocalíptico: visiones simbólico-alegóricas (simbología de los números y de las imágenes).

El Midrash es un género literario muy utilizado en la Biblia, que consiste en ir haciendo una reflexión o comentario religioso acerca de los hechos de la historia del pueblo para sacar de ellos una enseñanza para la vida. Por ejemplo, el libro de Tobías, Jonás, etc.

Biblia, como Palabra Divina.

Origen divino de la Biblia. “La Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió” (DV 12).

El Espíritu es quien ha creado la Escritura, y que él mismo es quien la recrea mediante la lectura. De esta forma, admitimos que Dios es el autor principal (en sentido de causa y origen, y no de escritor) de la Escritura. Por tanto, para la interpretación de la Biblia, que es un don sobrenatural, no es suficiente la capacidad intelectual sino que se necesita de la fe para comprender su mensaje y lleve así a la vivencia de la oración, de las virtudes, a vivir una moral sana e íntegra.

Contenido y unidad de toda la Biblia. Por tener a un solo autor, Dios, la Biblia tiene unidad. Tiene además el mismo contenido, la historia de nuestra salvación; y es también idéntica la finalidad de todos los libros, la salvación, la participación en la vida divina. El Nuevo Testamento da el sentido último y definitivo al Antiguo Testamento.

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De esta forma, los textos han de interpretarse no de forma aislada sino en el contexto de la totalidad de la Historia de la Salvación.

Aquí es de vital importancia lo que se llama “relecturas”, que viene a fortalecer la unidad interna de la Biblia: es el hecho de que los escritos bíblicos posteriores se basan a menudo sobre los escritos anteriores. A veces surgen significados diferentes del sentido primitivo y otras veces son utilizados como elemento referencial. Piénsese en la relectura que practicó Jesús y los autores del Nuevo Testamento. Los escritos del Nuevo están llenos de alusiones al Antiguo Testamento. Las relecturas es la actualización de un texto para responder a nuevas situaciones.

Tradición viva de toda la Iglesia. La Escritura ha nacido en el seno de la Iglesia. Toda la Iglesia constituye la Tradición viva y por ello toda la Iglesia contribuye a la correcta interpretación de la Escritura: los Santos Padres, los fieles cristianos, los exégetas, el Magisterio. Éste último, sin embargo, goza del carisma de la interpretación auténtica (DV 12), bajo la guía del mismo Espíritu Santo que inspiró el texto sagrado.

La analogía de la fe. Entendemos por “analogía de la fe”, la iluminación mutua que hay de un misterio a otro. Por ejemplo, el misterio de la Encarnación ilumina el misterio de la inspiración (cf. DV 13).

Además de estos tres criterios mencionados de la DV, Carlos Junco en su libro “Escucha, Israel” anota uno más, tomado de la SC 7: “Está presente (Cristo) en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla”. También en el no. 33 dice: “… en la liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio…” . Esto para decir que, el ambiente ideal de la interpretación es la lectura litúrgica, en el seno de la Iglesia.

Biblia, como Palabra Actual.

La Iglesia acepta la Palabra de Dios en la Escritura, como una palabra viva y permanente (cf. Is 40,8; cf. 1 Pe 1,24-25; cf. DV 12. 7. 21.33).

El Señor habla constantemente a todos nosotros, y espera una respuesta libre de nuestra parte (SC 7.33; DV 8.12.21; EN 29.43.75).

La palabra escrita actualizada e inculturada. Es necesario “actualizar el texto bíblico”, dejar que sea nuestro y nos cuestione. Por eso, hay que leer la Biblia a la luz de la vida, a la luz de nuestras circunstancias concretas.

La actualización debe estar en consonancia con el sentido literal de los textos y la relación con el misterio de Cristo y de la Iglesia. No se ha de manipular la Escritura, ni usarla tendenciosamente, a no imponerle nuestras ideas o criterios ni mucho menos a presentar actualizaciones que sean contrarias a los valores del Evangelio y del Reino, como la verdad, la justicia y el amor.

Inculturar la Biblia la lleva a enraizarla en las diversas culturas, ya que ellas son portadoras de valores divinos.

Para esta labor de actualización y de inculturación ayudan eficazmente la predicación, la catequesis y la lectio divina.

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La palabra acontecida interpretada. Para llevar a cabo esta interpretación urge una verdadera sensibilidad espiritual para escuchar la voz de Dios en medio de los acontecimientos, aunque muchos de éstos sean contrarios a la voluntad de Dios por las injusticias. Esto exigirá una apertura y sinceridad para poder leer la historia, los signos de los tiempos a la luz del Evangelio y con la fuerza del Espíritu, en medio de la comunidad eclesial, donde lleve al compromiso.

3.- MÉTODOS Y ACERCAMIENTOS

El Método Histórico Crítico o Diacrónico

El método histórico-crítico es el método indispensable para el estudio científico del sentido de los textos antiguos. Puesto que la Sagrada Escritura, en cuanto "palabra de Dios en lenguaje humano", ha sido compuesta por autores humanos en todas sus partes y todas sus fuentes, su justa comprensión no solamente admite como legítima, sino que requiere la utilización de este método.

Este método ve el texto como un proceso de formación lenta, estudiando su diacronía, es decir, las distintas etapas de su evolución hasta llegar al texto final. También intenta descubrir la vida y el acontecimiento histórico que está detrás de cada texto.

Este método se llama histórico, porque atiende a textos del pasado, analiza su alcance histórico y se fija en el proceso de formación del texto.

Es un método crítico porque emplea criterios científicos que pretenden ser objetivos en cada uno de sus análisis (de la crítica textual al estudio crítico de la redacción) para así obtener el sentido de los textos bíblicos.

Este método corre el riesgo de centrarse sólo en lo que el texto significó en el pasado, haciendo casi sólo consideraciones históricas-arqueológicas, sin llegar al núcleo del mensaje y significado para el hombre de hoy, es decir, a una actualización.

Los Métodos Sincrónicos o Análisis literarios

Los métodos sincrónicos consideran el texto como un producto ya terminado. La referencia se concentra principal o exclusivamente en los elementos textuales.

Son llamados también métodos de análisis literario, porque se fijan literariamente más en la unidad interna de los textos que estudian.

En general, un valor de estos métodos es fijarse en el texto final que es el canónico y definitivo. Dos grandes riesgos encierra este método: olvidar la dimensión diacrónica-histórica de la revelación y la Escritura, y aislar las unidades analizadas del conjunto canónico.

Aprovechando los progresos realizados por los estudios lingüísticos y literarios, la exégesis bíblica utiliza cada vez más métodos nuevos de análisis literario, en particular el análisis retórico, el análisis narrativo y el análisis semiótico.

Análisis retórico. Este análisis retórico pretende atender a una dimensión, a veces olvidada en los estudios bíblicos: el efecto persuasivo del texto bíblico.

Muchos estudios bíblicos recientes han puesto una gran atención a la presencia de la retórica en la Escritura. Se pueden distinguir tres acercamientos diferentes:

El primero, se apoya sobre la retórica clásica greco-latina: que toma en cuenta la autoridad del orador, la argumentación del discurso y las emociones que suscita en el auditorio.

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El segundo, se preocupa de los procedimientos semíticos de composición, analizando la estructura literaria de los textos.

El tercero, se inspira en las investigaciones modernas llamadas "nueva retórica": esta quiere ser algo más que un inventario de figuras de estilo, de artificios oratorios y de tipos de discurso. Ella investiga por qué tal uso específico del lenguaje es eficaz y logra crear una convicción en el oyente. Aplicada a la Biblia, la "nueva retórica" quiere penetrar en el corazón del lenguaje de la revelación en cuanto lenguaje religioso persuasivo y medir su impacto en el contexto social de la comunicación.

Análisis narrativo. Este análisis estudia el modo cómo se cuenta una historia para implicar al lector en el “mundo del relato” y en su sistema de valores.

Un texto sigue ejerciendo su influencia en la medida en que los lectores reales (por ejemplo, nosotros mismos, al final del siglo XX) pueden identificarse con el lector implícito. Una de las tareas mayores de la exégesis es facilitar esta identificación y lo ayude a tomar o rechazar unos determinados valores. Así, a nivel exegético, este análisis puede ser un puente para la actualización.

Análisis semiótico o estructuralista. En la raíz de este método están los estudios de la nueva lingüística, en la que tuvo una relevancia importante el suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913). En el estudio de la Biblia se suele seguir a A. J. Greimas y la escuela de París.

Este análisis se apoya en tres principios o presupuestos principales:

Principio de inmanencia: cada texto forma un sistema de significación; el análisis considera todo el texto, pero solamente el texto. No recurre a datos "exteriores", como el autor, los destinatarios, los acontecimientos narrados, la historia de la redacción.

Principio de estructura del sentido: el sentido no existe sino por la relación y en la relación, especialmente la relación de diferencia. El análisis de un texto consiste, pues, en establecer el tejido de relaciones (de oposición, de homologación...) entre los elementos, a partir del cual se construye el sentido del texto.

Principio de la gramática del texto: cada texto respeta una gramática, es decir, un cierto número de reglas o estructuras. En un conjunto de frases llamado discurso, hay diferentes niveles, cada uno de los cuales tiene su gramática.

El contenido global de un texto puede ser analizado en tres niveles diferentes: el narrativo, el discursivo y el nivel lógico-semántico (es el nivel llamado profundo. Es también el más abstracto).

Dentro de sus límites son: su lenguaje y terminología difícil; que en ocasiones solo se quede es aspectos formales, sin explicar el mensaje de los textos, entre otros.

Acercamientos

Basados sobre la Tradición. La base fundamental de estos acercamientos es el reconocimiento de que los textos bíblicos no son piezas aisladas y sueltas, sino que forman parte de un conjunto, de la gran tradición canónica y eclesial.

De ahí que, el acercamiento canónico (que interpreta cada texto bíblico a la luz del Canon de las Escrituras, es decir, de la Biblia en cuanto recibida como norma de fe por una comunidad de creyentes. Procura situar cada texto en el interior del único designio divino, con la finalidad de llegar a una actualización de la Escritura para nuestro tiempo); el recurso a las tradiciones judías de interpretación (que desde Orígenes y S. Jerónimo se ha practicado); y la historia de los efectos del texto ( que trata de medir la evolución de la interpretación en el curso del tiempo en función de las

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preocupaciones de los lectores y de evaluar la importancia del papel de la tradición para aclarar su sentido) son de gran utilidad para la interpretación de la Biblia.

Por las ciencias humanas. Debido a que Dios ha hablado en lenguaje humano, las ciencias humanas como la sociología, la antropología cultural, la psicología y el psicoanálisis, son de gran ayuda al momento de acercarse a los textos bíblicos.

A modo de conclusión: Ningún método exegético, ningún acercamiento puede absolutizarse o erigirse como el único apropiado, cada uno de ellos trata de ser una respuesta parcial a la riqueza del texto analizado. La misión fundamental de los métodos y acercamientos a la Escritura es servir de control para el lector: para no confundir nuestras imaginaciones con lo que realmente Dios nos dice. Los distintos métodos y acercamientos nos llevan a la apertura a los diversos significados del texto, al dinamismo de sentido que se encierra en los textos en su clave cristológica y en su dimensión eclesial para nuestra vida.

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CAPITULO I

NATURALEZA Y TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN

FICHA DE TRABAJO.

Aplica la siguiente encuesta

Preguntas:

1.- ¿En qué consiste la Revelación de las Escrituras?

2.- ¿Cuáles son los elementos principales de la Revelación de las Escrituras?

Respuestas de la gente:

1.-

2.-

1.-

2.-

Respuesta del alumno:

1.-

2.-

Aprende de memoria

Mt. 16,19.

Investigación personal

1.- ¿Por qué la Iglesia heredo del judaísmo la Tradición de la Escritura?

2.- Lee y haz un resumen de la Constitución Dogmática Dei Verbum.

Cuestionario

1.- Menciona el concepto de Revelación.

2.- Explica brevemente los elementos de la Revelación.

3.- ¿Por qué la Revelación es salvífica?

4.- ¿Qué es la Tradición y cómo se transmite?

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5.- ¿Por qué existe una estrecha relación entre Tradición y Escritura?

CAPITULO II

NOCIONES GENERALES DE LA BIBLIA

FICHA DE TRABAJO.

Aplica la siguiente encuesta

Preguntas:

1.- ¿Qué es la Biblia?

2.- ¿Quiénes son los compositores de la Biblia?

3.- ¿Qué diferencia existe entre una Biblia católica y una protestante?

Respuestas de la gente:

1.-

2.-

3.-

1.-

2.-

3.-

Respuesta del alumno:

1.-

2.

3.-

Lectura Bíblica: 1 Mac 12, 9; Lc 4,21; Rom 1,2

Investigación personal

1.- Investiga más a fondo el contenido (Historia de la Salvación) de la Biblia y realiza un esquema.

Cuestionario

1.- ¿Cómo se divide la Biblia cristiana?

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2.- Menciona y explica las lenguas en que fue escrita la Biblia.

3.- ¿Por qué a la Biblia se le llama también Testamento?

4.- ¿Por qué es importante leer la Biblia para la vida espiritual del cristiano?

5.- Del contenido de este capítulo haz un tríptico para difundir la importancia de la Biblia.

CAPITULO III

TEXTOS ORIGINALES Y VERSIONES ANTIGUAS

FICHA DE TRABAJO.

Investigación personal

1.- ¿Cuál fue el descubrimiento de Qumran? ¿Qué se encontraron?

Cuestionario

1.- ¿Cuáles son las versiones latinas de la Biblia?

a)

b)

2.- ¿Cuáles son los manuscritos antiguos más famosos?

a)

b)

c)

d)

3.- ¿Cuáles son las versiones más antiguas de la Biblia?

a)

b)

4.-La versión de los LXX se llama así porque______________________________ y fue elaborada en los años___________________, y el motivo principal fue______________________________.

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5.- ¿Cuáles son las versiones al castellano más conocidas?

CAPITULO IV

INSPIRACION DE LA BIBLIA

FICHA DE TRABAJO.

Aplica la siguiente encuesta

Preguntas:

1.- ¿Qué quiere decir inspiración?

2.- ¿Por qué decimos que los libros de la Biblia son inspirados?

Respuestas de la gente:

1.-

2.-

1.-

2.-

Respuesta del alumno:

1.-

2.-

Investigación personal

1.- Leer la Encíclica “Divino Afflante Spiritu” y realiza un resumen breve.

Cuestionario

1.- Explica, con brevedad, la misión del Espíritu Santo en el Antiguo y Nuevo Testamento.

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2.- ¿Cómo podemos verificar la autoridad y el valor que gozan los libros de la Escritura?

3.- ¿Cuáles eran las percepciones de Dios y el hagiógrafo (escritores) en la época Patrística y Escolástica?

4.- ¿Qué es la inspiración verbal y real?

5.- Realiza un esquema de la inspiración divina de los diferentes Concilios.

CAPITULO V

PROPIEDADES DE LA BIBLIA

FICHA DE TRABAJO.

Lectura Bíblica

Lc 24, 44; I Pe 1, 10

Cuestionario

1.- Cómo explicas la unidad de la Biblia en Hb 1, 1-2

2.- ¿En la Biblia hay unidad? SI NO ¿Por qué?

3.- ¿Por qué se dice que la Biblia es santa y enseña la verdad?

4.- ¿Cómo interpretas “El Nuevo Testamento esta escondido en el Antiguo y el Antiguo se hace patente en el Nuevo Testamento”?.

5.- ¿Por qué se dice que sólo en el Nuevo Testamento se alcanza la perfección?

6.- ¿Qué significa perennidad de la Biblia?

7.- ¿Puede ser mutable la Biblia? SI NO ¿Por qué?

8.- ¿Qué provecho o enseñanzas sacas para tu vida el hecho de conocer las 4 propiedades de la Biblia?

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CAPITULO VI

EL CANON BIBLICO Y SU FORMACION

FICHA DE TRABAJO.

Aplica la siguiente encuesta

Preguntas:

1.- ¿Qué se entiende por canon bíblico?

2.- ¿Qué diferencia hay entre los libros canónicos y los apócrifos?

Respuestas de la gente:

1.-

2.-

1.-

2.-

Respuesta del alumno:

1.-

2.-

Lectura magisterial

1.-Leer el Concilio de Trento (sobre el canon del Nuevo Testamento). Realizar un esquema.

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2.- Leer la Constitución Dogmática “Dei Verbum” del Concilio Vaticano II, sobre el canon.

Cuestionario

1.- ¿Qué se entiende por libros protocanónicos y deuterocanónicos?

2.- Enumera los libros deuterocanónicos del Antiguo y Nuevo Testamento

3.- Menciona y explica los 4 cánones que se han hecho de la Biblia.

4.- ¿Cuáles son los cánones hebreros (Antiguo Testamento) y en qué radica su diferencia?

5.- ¿Cómo se formó el canon del Nuevo Testamento en los s. I y II d.C.?

6.- ¿Qué criterios ayudaron a la Iglesia para discernir los libros inspirados, según Ohlig?

7.- ¿Por qué la Iglesia tiene esta facultad de decidir y fijar el canon de la Biblia?

8.- ¿Cuáles son los libros apócrifos más comunes del Nuevo Testamento?

CAPITULO VII

INTERPRETACION DE LA BIBLIA

FICHA DE TRABAJO.

Aplica la siguiente encuesta

Preguntas:

1.- ¿Qué es interpretar?

2.- ¿Qué es la interpretación bíblica?

Respuestas de la gente:

1.-

2.-

1.-

2.-

Respuesta del alumno:

1.-

2.-

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Investigación bíblica

1.- Cita un pasaje bíblico en donde se manifieste que el hagiógrafo utilizó un sentido pleno.

2.- En que género literario fueron escritos los siguientes libros:

- Libro de Tobías- Apocalipsis-Carta de San Pablo a los Efesios- Evangelio de San Marcos- El Cantar de los Cantares- El libro de Crónicas

3.- Profundiza sobre los conceptos de crítica textual, crítica literaria y crítica histórica.

4.- Menciona en qué consiste los aportes de las diferentes ciencias humanas que intervienen en la interpretación de los textos bíblicos.

5.- La homilía, la catequesis y la lectio divina, ¿serán buenos espacios donde se dé a conocer la riqueza de la Biblia? ¿Cómo es que ayudarían?

Cuestionario

1.- Explica con tus propias palabras que se entiende por sentido bíblico.

2.- ¿Cuál es la difería entre sentido literal y espiritual?

3.- Menciona y explica un ejemplo de sentido típico en el Nuevo Testamento.

4.- Enumera la división del sentido espiritual.

5.- Explica los principios fundamentales de la interpretación

6.- Realiza un breve esquema de los dos tipos de métodos: diacrónico y sincrónico

7.- ¿Qué es el acercamiento canónico?

8.- ¿Cómo se puede inculturar la Biblia, como Palabra siempre actual, en los grupos de pastoral, familias, etc? Haz tu aporte, tu programa.

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