ensayo caos, creatividad y conciencia cósmica
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LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
AUTORES TRANSPERSONALES
ALUMNO: DIEGO ALBERTO CASTAÑEDA DE LA MADRID
QUINTO CUATRIMESTRE
TURNO SABATINO
PROFESOR: GABRIELA CHAVARRIA MONTIEL
05 DE ABRIL DE 2014
Introducción
En el presente ensayo, hablaremos de algunos temas que se desarrollan en el libro
“Caos, creatividad y conciencia cósmica” de Rupert Sheldrake, Terence McKenna y Ralph
Abraham.
Este libro es la transcripción de una serie de “triálogos” públicos que realizaron los autores
acerca de teorías e ideas que cuestionan los paradigmas actuales de la ciencia. Diversos
temas son tratados en estos debates; desde la relación entre el caos (la nada), la
imaginación y la creatividad; hasta el inconsciente, el “alma del mundo”, las entidades
incorpóreas, la luz y la visión, los campos mórficos, la educación y el apocalipsis.
Para los fines del presente ensayo y tomando en cuenta la diversidad de temas tratados
en el libro, nos enfocaremos únicamente en las teorías que hablan acerca del caos, los
campos mórficos y el inconsciente personal y colectivo.
El Caos y el Orden
“La Nada no puede ser conocida plenamente, sólo supuesta, inferida, imaginada, concebida de manera
indirecta. No controlada por el intelecto. La Nada supone algo mayor que la capacidad humana de
comprenderla. No es factible conocer lo que supera nuestro entendimiento, por lo que la Nada, de entre todas
las cosas, es lo que más escapa a nuestra manera de describirnos el mundo.”
Héctor Sevilla Godínez
¿Por qué comenzar con el Caos? ¿Por qué es importante hablar del Caos y no más bien
del Orden? ¿Podemos pensar en el Caos como el principio de donde surge la forma?
El paradigma de la ciencia mecanicista, que surgió a partir de las teorías de Newton y
Descartes, presenta una visión del Cosmos como algo predecible, determinado,
permanente y ordenado. La ciencia convencional ha dicho mucho acerca del orden, por lo
tanto es necesario rescatar aquello que se diga del Caos.
Así como en filosofía pocas personas se han encargado de estudiar la Nada, enfocándose
más bien en el Ser, pocos individuos le han dado importancia al Caos, postulando la
hegemonía del Orden.
Rupert Sheldrake menciona que ya no es posible seguir creyendo que el universo tiene
una serie de leyes inmutables porque el universo evoluciona, lo que ha quedado
demostrado con la teoría del “Big Bang”. Si el universo cambia progresivamente y si las
formas surgen del Caos, entonces las leyes, que surgen de la Nada caótica, también
evolucionan. Incluso Sheldrake dice que “la idea misma de las leyes de la naturaleza
podría no ser adecuada: sería mejor pensar en los hábitos evolutivos de la naturaleza”
(Sheldrake, Abraham, & McKenna, 2005, pág. 32).
Para que exista un cambio evolutivo tiene que modificarse el hábito anterior y surgir uno
nuevo. Entonces, ¿a qué se refiere Sheldrake cuando habla de hábitos evolutivos? “Lo
que sugiero es que existe un tipo de memoria inherente en cada organismo en lo que yo
llamo su campo mórfico o morfogenético. A medida que pasa el tiempo, cada clase de
organismo forma un tipo específico de memoria colectiva acumulativa. Por tanto, las
regularidades de la naturaleza son habituales. Las cosas son como son porque fueron
como fueron. El universo es un sistema de hábitos en evolución” (Sheldrake, Abraham, &
McKenna, 2005, pág. 33).
En los campos mórficos se almacena la información de los hábitos de cada especie y
cuando algún individuo produce un nuevo hábito, queda disponible la información para
que las generaciones posteriores puedan utilizarla.
Con esto podemos ver que el orden no existe en la naturaleza. No hay leyes universales y
eternas que la rijan, todo es mutable porque surge del Caos, donde todo carece de forma
y nada está determinado.
Lo que tratan de explicar cuando hablan del Caos, es que hay muchos fenómenos que
están más allá de nuestra comprensión. Las ideas y concepciones del universo de la
ciencia racionalista carecen de humildad y suponen, con cierta arrogancia, que el ser
humano puede llegar a conocer y predecir todo lo que ocurre en el Cosmos.
Hablar del Caos no quiere decir que el orden esté ausente, es reconocer la imposibilidad
de llegar a la comprensión total y absoluta de ese orden que se encuentra detrás de todo
lo que observamos. Como apunta Héctor Sevilla: “La idea del caos es precisamente eso:
una idea. Y la utilizamos para describir aquella situación de lo existente que no podemos
explicar debido a que su complejidad es mayor que nuestra capacidad de dilucidación e
interpretación de las cosas[…] Detrás de semejante caos hay también un orden, un
cosmos que no entendemos del todo pero en el que interactúa, sin duda alguna, la Nada”
(Godínez, 2012, pág. 166).
El Caos y el Orden son principios que operan en conjunto, pero hay quienes han
profesado un amor incondicional al orden y se han olvidado del caos. Así también, han
promulgado que la razón es la única herramienta que tiene el ser humano para conocer el
mundo y correr el velo que oculta la verdad; pero también hay quienes, más conectados
consigo mismos, con la Tierra y el Cosmos, están logrando recuperar la importancia de la
intuición.
El Caos y el Orden, parecen formar parte de dos principios que se encuentran en la
naturaleza y que son fundamentales para la creación de nuevas formas. Del Caos surge
el Orden, dando vida a nuevas formas, y estos nuevos elementos volverán a desaparecer,
regresando al Caos.
El Caos y el Orden actúan como aquellos dos principios alquímicos, solve et coagula. En
el Caos todo está disuelto; el Orden se encarga de coagular los elementos y dar forma a
la energía; el principio del Caos se hace presente nuevamente, y todo se disuelve en la
nada caótica.
Rupert Sheldrake dice que el proceso de creación de la forma está influenciado por el
enfriamiento. A temperaturas elevadas todo está disuelto, ni siquiera existen los átomos
como tales, sólo sus componentes que se encuentran dispersos en la nada.
Con el frío disminuye la vibración de lo que potencialmente ‘es’ dentro del Caos. Y
entonces surge la forma, La energía se condensa y empieza a formar núcleos de materia.
Y tenemos desde lo más diminuto y microscópico, hasta los planetas, las estrellas, las
galaxias y el Cosmos.
El Caos, la Nada y la realidad
Todo surge de la Nada. El Caos y el Orden bailan la danza infinita de la creación y la
destrucción. Si Todo está en la Nada, la Nada también está en el Todo, luego entonces,
cada individuo, como parte integral del Todo, es capaz de crear a partir de la Nada. Así,
con poderes creadores fascinantes, damos forma a nuestra realidad. Es por ello que no
existe una realidad absoluta; hay muchas realidades, infinitas interpretaciones.
La ciencia mecánica moderna, desequilibrada, inclinada hacia los procesos racionales del
ser humano, cree ser poseedora de la verdad. Según los científicos mecanicistas,
imitando a los religiosos más ortodoxos, ellos son los únicos con la objetividad suficiente
para interpretar la realidad, proclaman que el mundo interno y el mundo externo, el
Cosmos y el microcosmos, son como la ciencia los interpreta. Pero algunos científicos,
como es el caso de los autores del libro “Caos, creatividad y conciencia cósmica”, han
abierto su perspectiva, están intentando romper paradigmas y con la idea del Caos están
descubriendo lo que los chamanes han sabido desde hace algunos siglos: que el
individuo crea su realidad.
El Caos y la resacralización de la naturaleza
La ciencia ha predicado un amor ciego al orden. El pensamiento de la generalidad de las
personas tiende al aborrecimiento del Caos. Esto se ve reflejado en el individuo que
quiere controlar todo. Cuando algo se nos sale de control, nos enfurecemos, olvidamos
que en la naturaleza, de la cual formamos parte, el caos y el descontrol están siempre
latentes. Vivimos con la ilusión de la concepción ordenada del universo; esa idea se
disemina por todas nuestras células y dejamos de relacionarnos con la naturaleza como si
formara parte de nosotros. Al alejarnos del Caos nos distanciamos de nuestra propia
esencia caótica. Pero el Caos está aquí para recordarnos que no estamos separados de
la naturaleza. Es aquí donde la idea del Caos es de gran utilidad para olvidarnos de los
conceptos mecánicos que han orillado al individuo a percibir a la naturaleza como una
gran máquina que debe ser controlada para nuestro propio beneficio. Con la idea del
orden que somete al Caos, hemos desacralizado a la naturaleza y esa idea se ha
expandido hasta abarcar al ser humano: para muchos científicos, todos aquellos que le
restan importancia a la intuición y al Caos y alaban la razón y el orden, las personas
también funcionan como máquinas.
El resurgimiento de la Gran Madre Tierra no puede esperar. La resacralización de la
naturaleza es un proceso que nos ayudará a darnos cuenta de la estrecha relación que
tenemos con ella.
Campos mórficos e inconsciente colectivo
Los campos mórficos es un tema que Rupert Sheldrake ha desarrollado en otros libros de
su autoría y que los tres autores abordan en “Caos, creatividad y conciencia cósmica”.
Estos campos son regiones de influencia que actúan como receptores de información. Es
una especie de memoria a la que accedemos, generalmente de forma inconsciente.
Según Rupert Sheldrake, la información almacenada en los campos mórficos se transmite
por medio de la resonancia mórfica, que consiste en la influencia de algo sobre lo que es
semejante, a través del espacio y el tiempo.
Este concepto guarda una estrecha relación con el inconsciente colectivo de Carl Jung,
que es la “Capa estructural de la psique humana que contiene elementos heredados,
difiere del inconsciente personal (...). El inconsciente colectivo contiene toda la herencia
espiritual de la evolución de la humanidad, que nace nuevamente en la estructura cerebral
de cada individuo.”
“El inconsciente colectivo es un estrato más profundo del inconsciente personal; es el
material desconocido de donde emerge nuestro consciente. Su existencia puede en parte
deducirse de la observación de la conducta instintiva. Los instintos se definen como
‘impulsos para actuar sin una motivación consciente’. O para decirlo con mayor precisión,
y puesto que hay muchas acciones motivadas de una manera inconsciente que son del
todo personales y escasamente merecen el término instintivo, una acción instintiva es
‘heredada e inconsciente’ y ‘ocurre de un modo uniforme y regular en todas partes’. De un
modo general, pueden reconocerse los instintos; pero no así el hecho de que, tal como
nos vemos obligados a seguir ciertas líneas de acción general en circunstancias
específicas, también captamos y experimentamos la vida de un modo ya determinado por
nuestra historia. Pero con esto, Jung no implica que la experiencia en sí ha sido
heredada, sino más bien que el cerebro se ha formado y está influido por las experiencias
más remotas de la humanidad. Pero ‘aun cuando nuestra experiencia consiste de huellas
fisiológicas, fueron sin embargo los procesos mentales de nuestros antepasados los que
abrieron esas huellas. Si estas huellas pueden volver al consciente del individuo, sólo
puede ser en forma de procesos mentales; y si estos procesos pueden devenir
conscientes sólo a través de la experiencia individual y parecer de este modo una
adquisición del individuo, no por ello dejan de ser huellas pre-existentes que la
experiencia individual ha completado” (Fordham, 1955, págs. 35-36).
La ciencia mecanicista le resta importancia a teorías como la de los campos mórficos y el
inconsciente colectivo, pero actualmente hay muchos científicos que se liberan de los
convencionalismos y las ideas establecidas acerca de la realidad. Son estas personas
que se atreven a trascender las limitaciones de la perspectiva Newtoniana-cartesiana, las
que mantienen fluyendo las ideas, rompiendo paradigmas y estructuras de pensamiento
limitadas por programas educativos y creencias preconcebidas, que encarcelan al ser
humano dentro de prisiones mentales que resultan asfixiantes para todo aquel psiconauta
ansioso de conocer la verdad.
Durante siglos, esta clase de individuos buscadores de la verdad, han trazado mapas de
la psique y nos han mostrado diversos senderos que apuntan hacia la integración del
individuo y el autoconocimiento. Han seguido aquella máxima hermética que dice ‘como
abajo es arriba’, y así, conociéndose a sí mismos, logran desvelar los misterios del
Cosmos.
A lo largo de la historia, diversas filosofías, religiones y senderos espirituales no-
institucionalizados, han descubierto que el universo funciona como un Todo que se
encuentra conectado. Para la ciencia mecanicista, este tipo de concepciones no
concuerdan con sus teorías y muchas veces son contrarias a sus intereses, y tratan de
desacreditarlas etiquetándolas de supercherías supersticiosas. Pero el conocimiento está
en el aire, almacenado en el inconsciente colectivo y retomado por chamanes disfrazados
de científicos.
La teoría de los campos mórficos y el inconsciente colectivo amplía nuestra concepción
acerca de la conexión que existe entre todo lo que se extiende por el Cosmos. Ahora, el
conocimiento intuitivo de esas regiones de influencia que conectan a todos los seres,
logrado por chamanes y meditadores a lo largo de la historia, trata de ser explicada
mediante métodos que no olvidan la intuición, pero que tampoco basan toda su filosofía
en la razón. Porque es fundamental que logremos equilibrar las fuerzas inherentes a todo
ser humano. Lo racional y lo intuitivo deben hacer las paces y reconocerse como
complementos.
Las teorías de los campos mórficos y el inconsciente colectivo están relacionadas con la
percepción del Cosmos como un Todo unificado. Estos campos nos permiten acceder a la
información almacenada en la memoria colectiva. Esta memoria contiene fragmentos de
todas las facetas de la naturaleza, y por lo tanto, del ser humano, pues forma parte de
ella.
Están equivocados aquellos que piensan que el ser humano es sólo vida, paz y amor.
También somos muerte, guerra y odio. Ambos polos producen información que se
transmite al inconsciente colectivo. Según Jung, el Diablo representa a la sombra
colectiva, es decir, aquello que no aceptamos de la humanidad como conjunto y que
permanece oculto en el inconsciente colectivo. Esos aspectos, en forma de arquetipos,
causan estragos hasta que se les reconoce y se les acepta para integrarlos en la totalidad
de la psique universal.
Al reconocer intuitiva y racionalmente el inconsciente colectivo, nos damos cuenta de la
relevancia que implica el autoconocimiento. Ser conscientes de todo aquello que somos y
podemos llegar a ser, para elegir integrar nuestros aspectos oscuros y luminosos,
nuestros principios de muerte y vida; toda la luz y la oscuridad de nuestra psique, para
integrarnos y caminar por el sendero de lo que Nietzsche llamó el ‘Superhombre’.
Conclusión
El ser humano es un océano de posibilidades Surgimos de la Nada y hacia ella nos
dirigimos.
Una comprensión del Caos y la indeterminación que la acompaña así como vivirnos
interconectados, puede llevar a la humanidad a integrar los aspectos contradictorios de la
psique colectiva.
Nuestro Dios y nuestro Diablo internos también son parte de la colectividad. Aceptando y
amando la luz y la oscuridad, podemos transformar nuestra mente y todo el Ser individual
y colectivo para caminar juntos hacia la trascendencia de todas las limitaciones que nos
impiden el contacto con nosotros mismos y con todo lo que nos rodea.
Bibliografía
Fordham, F. (1955). Introducción a la psicología de Jung. México: Editorial Alameda, S.A.
Godínez, H. S. (2012). Contemplar la Nada: Un camino alterno hacia la comprensión del
Ser. México, D.F.: Plaza y Valdés Editores.
Sheldrake, R., Abraham, R., & McKenna, T. (2005). Caos, creatividad y conciencia
cósmica. Castellón: Ellago Ediciones S.L.
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