enrique martínez ruiz - un ambiente para una reforma militar
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7/21/2019 Enrique Martínez Ruiz - Un ambiente para una reforma militar...
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ISSN: 0213-2079
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR: LA
ORDENANZA DE 1525 Y LA DEF INICIÓN DEL MO DELO
DE EJÉRCITO DEL INTERIOR PENINSULAR
1
An environment for military reform: the Order o f 1525 and
the definition of the model o f the inside peninsular Arm y
Enrique MARTINEZ RUIZ
Depto . de His tor ia Moderna . Facul tad de Geograf ía e His tor ia . Univers idad
Complutense de Madrid . Edi f ic io Β de Filosofía . Ciudad Universi taria , s /n .
28040 Madrid .
C o r r e o - e : enr imart@eucmax.s im.ucm.es
Magdalena de Pazzis PI CORRALES
Depto . de His tor ia Moderna . Facul tad de Geograf ía e His tor ia . Univers idad
Complu tense de Madr id . Ed i f i c io Β de Filosofía . Ciudad Universi taria , s /n .
28040 Madrid .
C o r r e o - e : pazzis.pi@retemail .es
RESUMEN: La presente investigación analiza las circunstancias en que
se gesta la reforma del Ejército y de las guardas de la época de Carlos V en
1525,
cuyas claves orgánicas y económicas se cont ienen en diversos
memoriales. La eficacia de la reforma fue relat iva, como se desprende de
la minuciosa visita que se realiza el año siguiente a las fortalezas y guarni
ciones del reino de Granada.
1. El presente trabajo forma parte de las investigaciones que se vienen desarrolland o den tro
de l Proyec to de Inves t igac ión «Fe l ipe I I y l a Defensa de la Monarquía» , f inanc iado por l a
Dirección General de Enseñanza Superior e Investigación Científica de la Secretaría de Estado de
Univ ersidades, Investigación y Desarro llo del M inisterio de Edu cación y C ultur a, n.° de referencia
PB 97-0296-C04-01.
© Ediciones Universidad de Salamanca
Stud, his., H.
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mod., 21 , pp. 191-216
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ
Y
MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
Palabras clave: Ejérc i to , Car los V, guardas , guerra moderna , Cast i l l a ,
España, siglo XVI.
ABSTRACT: Th is stu dy analyses the c ircum stanc es u nd er w hic h the
reform of the A rm y, and th at of the gua rds of the era of Cha rles V, in 1525,
too k p lace and w ho se organic and econo m ic keys are conta ined in var ious
memoranda. The efficiency of the reform was relat ive, as revealed by the
meticulous inspect ion visi ts paid the fol lowing year to the fortresses and
garr i sons of the Kingdom of Granada .
Key words: A r m y , E m p e r o r C h a r l e s V , g u a r d s , m o d e r n w a r e f a r e ,
Castile, Spain, XVI
th
cen tury .
A mediados de la década de 1520 se estaban cumpliendo algunas de las previ
s iones mi l i ta res que los Reyes Cató l icos ten ían presentes cuando acomet ieron la
reforma de sus t ropas , nada más te rminar la guerra cont ra e l re ino nazar í de
Gr ana da y se pre pa rab an a luchar en Ital ia. E n especial, era ya un h ech o el enfren-
tamiento con Francia , una posib i l idad s iempre preocupante y que se h izo
realidad en el cambio del siglo
XV
al
XVI,
y lo era con o casión d e la prim era guerra
ent re Francisco I y Car los V
2
.
Jus tamente en prev is ión de males mayores y para neut ra l izar con éx i to
futuras invasiones del suelo peninsular a t ravés de los Pirineos por parte de
Francia y alcanzar la victoria en Ital ia o en cualquier otro escenario de la guerra,
e l em pera dor y sus co labo rado res van a em pren der un a reforma mi l i ta r que t iene
como e j e l a Ordenanza de 1525 , gene rándose en to rno a e se año un c l ima de
interés por la materia , que se manifiesta en diversos niveles con diferentes proce
d imien tos .
La docum entac ión qu e manejamo s en es tas páginas ofrece una bue na mue st ra
del ambien te qu e se respiraba p or entonce s. La carencia de fechas en algunos de estos
d o c u m e n t o s n o s h a n o b l i g a d o a o r g a n i z a r l o s s e g ú n l o q u e s e d e s p r e n d e d e
su conten ido en re lac ión con la Ordenanza —también l lamada «reformación» —
de 1525.
2. Para lo que sup on e el «m odelo militar» español y el amb iente político-bélic o de finales del
siglo XV y primeras décadas del siglo XVI, remitimos a QUATREFAGES, R.: La revolución militar.
El crisol español. M ad rid, 1997, y MARTÍNEZ RUIZ, E.: «Política y milicia en la Eu ro pa de C arlos V:
la Monarquía hispánica y sus Guardas». En CASTELLANO CASTELLANO, J. L. y SÁNCHEZ-MONTES
GONZÁLEZ, F. (co ord s.): Carlos V. Europeísmo y Universalidad. Congreso Internacional, Granada,
mayo de 2000. Vol. II. Mad rid, 20 01, pp . 369-387.
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UN AM BIENTE
PARA
UNA REFORMA MILITAR
I 9 3
Vamos a comen zar po r referirnos, en prim er lugar, a un aviso que se presenta
a Carlos V y que precede con claridad a la O rde nan za en cuestión
3
. Dicho aviso
es una propuesta de reducción de efectivos de las Guardas, de lo que en ese
m om ent o costaban y los efectivos que tenían, así com o lo que la nueva planta de
las mismas supo ndría de ahorr o para las arcas reales. C om o veremos con p oste
rioridad , las cifras qu e se manejan en este do cum ento no parecen ser plen am ente
exactas, ya que difieren de las que se manejan en un memorial que estudiamos
después, que nos parece más fiable y preciso y de finalidad parecida a la de este
aviso,
es decir, m ostra r el ahor ro logrado con la reforma. P ero la falta de exactitud
del aviso no le resta valor como precedente y como pionero en el camino de la
reforma que se planeaba.
Empieza señalando que la dotación existente era de 1.600 hombres de armas
y 1.000 jinetes, cuyo costo eran 128.000 y 48.000 ducados anuales, respectiva
mente. En cuanto a la dotación de efectivos, se propone una reducción de los
hom bres de armas, igualando su nú m ero al de los jinetes, que se m anten dría tal
y co m o estaba. Es decir, habría un total de 2.000 hom bres que se organizarían de
la forma siguiente: 6 compañías compuestas por 100 hombres de armas y 100
caballos ligeros, cada una ; lo que da un total de 1.200 h om bre s; y 8 comp añías de
50 hombres de armas y otros 50 caballos ligeros, o sea 800 hombres en total,
com pletan do así los 2.000. Estas compañías ten drían un a oficialidad com puesta
po r 1 capitán de caballos ligeros, 1 alférez, 1 teniente y 1 capitán de los hombres
de armas, que sería quien tendría el m and o de la unida d. Los capitanes estarían
facultados para recibir y despedir a los hom bres a sus órdenes, proc ura nd o tener
«buena gente».
En cua nto al arm am ent o, los caballos ligeros se han de arm ar «a la ligera, a la
estradiota o a la bastarda con lanzas estradiotas», de forma que en las compañías
con 100 hombres de armas, los 100 caballos ligeros se armarían de acuerdo con
la pr op or ci ón siguie nte: 60 a la estr adi ota , 30 a la jineta y 10 ball este ros; en el
ot ro tipo de comp añías, la pro po rció n sería 30 estradiotes, 15 jinetes y 5 balles
teros. Según esta distribución, los efectivos de las Guardas quedarían repar tidos
así:
1.000 hombres de armas, con dos caballos cada uno, 600 estradiotes, 300
jinetes y 100 ballesteros. Organización que tendría la ventaja añadida de poder
utilizar, en caso de necesidad, las 1.000 monturas dobladas de los hombres
de armas.
3. Se trata de la «Relación del aviso que se dio en Vitoria a Su Mag estad para po ne r ord en en
la gente de armas de las Guard as de C astilla para que Su Magestad pu eda ser servida y a meno s costa.
Lo qual es en la manera siguiente», Archivo General de Simancas (en adelante AGS),
Guerra
Antigua, leg. 1, fol. 166.
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Los sue ldos que se les pagar ían a es tos hombres anualmente supondrían un
incremento respecto a los que perc ib ían en ese momento . Y as í , los 80 ducados
que venían percibiendo los hombres de armas, se convert i r ían en 100, con la obl i
gac ión de mantener dos buenos cabal los y un pa je o mozo que cu idara de e l los
y le l levase la lanza. Po r su parte , los cabal los ligeros verían có m o los 48 d uca dos
anuales que cada un o co brab a se conv er t i r ían en 70:
Assi que parece que su magestad ganaría en cada un año 82.000
4
d. de los quales
se pod ría pagar el sueldo de 1.000 ynfan tes debaxo de un co rone l con tres vanderas
que montana 35.000 d. por año y a la artillería de su magestad se havria de
aum entar 12.000 d. demás de los
8.000
que de ordinario se pagan por que no bastan
los dichos
8.000
d. y devria se hazer de las dos artillias. Una y que siempre esto-
viese bien proveyda. Haziendose lo qual su magestad ternia mayor numero de
cauallos y mas holgados y paganse 12.000 ds. mas de lo que se solia dar para la
artillia. Y ahun quedan a su magestad pagado todo lo sobredicho 35.000 d. de lo
que se solia pagar de mas a las dichas guardas. De los quales dichos 35.000 d. se
havian de pagar los salarios de los capitanes de gen te darm as. Tenientes y alferezes
y tronp etas, que m ontan agora 20.000 d. por año sin los atabales. Los quales parece
que se devrian despedir, salvo al del capitán general. Y de esta manera no havria
necesidad de contadores de conpañias.
Lo s sueldos de los oficiales serían los siguientes: 600 ducad os pa ra los 6 capi
tanes de hombres de armas, lo que supondría un to ta l de 3 .600 ducados; los 6
tenientes y los 6 capi tanes de cabal los l igeros percibirían 200 ducados cada uno,
es decir , total izarían 2.400 ducados. Los 6 alféreces cobrarían 100 ducados por
cabeza, alcanzando 600 ducados. Los 8 capi tanes de cabal los l igeros, a 400
duca dos cada un o , supo ndr ían u n to ta l de 3 .200 duca dos; sus ten ien tes rec ib i rían
200 ducados y los alféreces, 100. Finalmente, «a los capi tanes de caual los l igeros
que se l laman en Flandes guidones» se pagarían 200 ducados a cada un o, m on tan do
el total 4.000.
En cuanto al personal subal terno, se contemplaba la existencia de 3 t rompetas
por compañía de 100 hombres de armas y 2 por compañía de 50 ind iv iduos . Es
dec i r , hab r í a 34 t rompe tas en l a s 14 compañ ías , que a 90 ducados cada una
suponen 3 .060 ducados en to ta l .
Sumando el costo de las plazas de oficiales y el de los t rompetas resul ta un
gasto por salarios de 16.860 ducados, salarios que hasta ahora cuestan 20.000
du cad os , es dec ir , se pr od uc e un ah or ro d e 3.140 ducad os «a l lende de los d ichos
a tabales y sa lar ios de contadores de compañías» .
4.
En el docu me nto, las cant idades aparecen indicadas en num eración rom ana. N oso tros
hemos preferido utilizar la arábiga ante la imposibilidad de reflejar fielmente la grafía original.
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I95
P e r o
el
a h o r r o ,
en
real idad,
es
m a y o r , c o m o o p o r t u n a m e n t e
se
señala
en el
memor ia l :
De m anera que montan todos los salarios 16.860 d. los quales se ha n de quitar
de los sobre dichos 35.000 que sobran de lo de las guardas y assi pagado to do
lo sobre dicho quedarían a provecho de su magestad 18.140 d.
El s igu ien te cu idado reco gido en el me mo r i a l e s la l impieza en las paga s, a fin
de qu e se reciba n por los in teresados «s in enga ño, rob o ni deso rden» . Pa ra cons e
gui r lo se n o m b r a r í a «un paga dor so lo que sea ho nb re suf ic ien te y seguro y que
n o se e n t r e m e t a ni tenga que h a z e r en otra cosa y las pe rsonas que el d icho
pagador tou iere debaxo de si par a su ayuda que sean suyos y personas de recaudo,
fiables y por los quales responda » . Al pagad or, q ue daría las cuentas de su gest ión
u n a vez al a ñ o , se le asignaría un salario de 1.000 ducados , «ahunque no le den
agora t an to» , de fo rma que todavía qu edar ían 17 .140 duca dos , con los que el
emperado r pod r í a paga r 20 capi tanes ord inar ios de gente de a pie los cuales
cos t a r í an unos 3 .000 ducados anua le s ; t amb ién pod r í a paga r 10 capi tanes
a l emanes , a r a z ó n de 200 duca dos anuales cada un o , con un costo to ta l de 2.000
d u c a d o s , de m a n e r a que persist i r ía un a h o r r o de 12.140 ducados.
Por o t ra par te , la guarda de p ie y de a cabal lo de la cor te , cuyo ma nten im iento
cuesta 6 .000 ducados ,
se
debería incluir
en los
200.000 ducados
de la
casa real
«po rque bas t a r í a pa ra t odo» ; y en c u a n t o a los 140 escope teros y a l aba rde ros de
la guardia
de la
re ina
«se
p o d r í a n p o n e r
del
n u m e r o
de los mil
ynfantes suso
dichos» .
Pe ro las preocup aciones económicas no se l imitan a los salarios que acabam os
de ver. Van más allá:
Y para euitar y ganar el daño de los intereses de las dichas guardas y para quitar
toda d esord en parece que seria necesario de concertar
y
dar un trance co n la gente
de armas de toda la deuda vieja que se les deue hasta com ienço de la sobre dicha
orden que aqui
se
da.
La
qual dicha deuda vieja
se
hauia
de
consignar
en
alguna
cosa extraordinaria y en lugar seguro y a luengos plazos, porqu e es de creer que
ellos serian contentos con menos de lo que se les deue dándoles la consignación
segura com o dicho es.
Y parece que seria bueno que se buscasen los dineros. De la prim era paga a inte
reses para pagar la dicha gente darm as el pagamiento de los tres meses primeros.
La qual paga primera se hauia de començar a hazer en tiempo que ya ouiesen
cor rido tres meses las rentas consignadas p ara la paga de las dichas guardas y seria
bien que el tal dinero de
la
paga segunda de los tres meses la recibiese
el
pagador antes
del tiempo de la paga segunda
y
continuándose de esta manera
y
por este orde n su
magestad sino
el
interés
de
los tres meses prime ros ahunque durase dos
mil
años
las guardas. El qual interés de los dichos tres meses monta 6.000 ducados y su
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magestad se quitaría de todos estos intereses que paga agora de dos en dos meses
sin ser su magestad servido ni hauer causa para que porque el dicho interés da
causa a la desorden que hay en todo y a la comezón que se hace en los pueblos.
En definitiva, según estos cálculos, con lo que se ahorraría con la nueva organi
zación de las Gua rda s, se pod rían cub rir las otras necesidades y eliminar los intereses,
ahorrando e l emperador 12 .140 ducados , que podría emplear en o t ras cosas .
Los «capi tanes viejos» se mantendrían en sus cargos, «si no ay causa para los
despedir» y entre el los se repart i r ían la gente de armas, según las cifras estable
c idas . Igualmente , se ob l igar ía a los hombres de armas a «es tar b ien armados y
bien encaualgados y de t raer sus lanzas de hombres darmas guarnecidas como
de ue n y no a la estrad iota y que no sean obl igad os a t raer bar das ni cubiertas sino
a la vo l unt ad de cada uno» .
Lo s a lardes se rea l izarán cada t res meses y se apro vec hará n par a prep arar las
nóminas , es tando presentes e l veedor , e l pagador y e l cap i tán de la compañía ,
p lan teándose la posib i l idad de que como es t ímulo para la t ropa e l rey es tuv iese
presente en e l a la rde de mayo.
También se preveía un s i s tema de promoción o ascenso , a l es tab lecer que
cuando quedara vacante la p laza de un capi tán de compañía de c ien hombres de
armas, d icha vacante se cubr i r ía por un capi tán de las de c incuenta hombres y la
plaza de éste la ocuparía su teniente, que al dejar vacante la suya la ocuparía ,
según su capacidad, el al férez o el teniente de cabal los l igeros y a esta vacante
pasar ía «un hombre de los de la compañía que sepa la guerra y e l mas ydoneo y
que los cap i tanes es tén s iempre en sus compañías de sus honbres darmas, s ino
ouiere jus to inpedimiento o causa de es tar ausentes» .
El memoria l concluye con una especie de recapi tu lac ión o s ín tes i s sobre las
excelencias o venta jas de l s i s tema propuesto a lo la rgo de su conten ido , te rmi
nando con una f rase lap idar ia : «Si su magestad fuere seru ido de poner orden en
su casa y en sus conse jos gana ra o t ro t an to como en e s to t ro y se ra se ru ido y
a c o m p a ñ a d o m e j o r y m a s h o n r r a d a m e n t e » .
En def in i tiva , po de m os ver que es tamos a n te un tex to qu e pr op on e las claves
orgánicas y económicas de la re forma que se considera necesar ia . Dado que no
fue e l ún ico memoria l
5
y como va s in fechar , no podemos saber e l g rado de
influencia real que pudiera tener en las medidas apl icadas en 1525. En cualquier
caso , es tá c la ro que su con ten id o m ues t ra una de las preo cup acion es pr inc ipa les
imperantes en e l p roceso .
5. Vé ase , p o r ejem plo , QUATREFAGES: Op. cit., pp . 281 y ss.
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Otras cuestiones importantes, como son el reclutamiento, la organización y
el régimen disciplinario de la gente de infantería, las enco ntram os en otro m em o
rial
6
, carente, por desgracia, de fecha, situado entre los documentos que anali
zamos, pero cuyo contenido no nos permite situarlo con garantías en este
con texto, ya que tiene algunos elementos que perm iten pensar q ue su elaboración
tuvo lugar en otros momentos más próximos a la consolidación de la
Ordenanza
7
, concretamente en 1511, cuando Fernando el Católico se une a la
Santa Liga y pr om ete enviar a Italia un n utr ido contingen te m ilitar, unos 10.000
hombres
8
, curiosamente el mismo número cuya recluta se propone en el docu
mento que vamos a analizar. Con independencia de la fecha de su realización, es
una buena muestra de las tendencias —o innovaciones— que se proponen en
relación con el reclutam iento y demás cuestiones que en él se aborda n.
El docu m ento pro po ne que el proceso de reclutamiento de 10.000 infantes se
inicie con la designación de una persona, qu e recorre ría todas las ciudades, villas y
ciudades con una patente general y con cartas para las autoridades municipales (sobre
to do para el corregidor y regidores), a las que se comunica el deseo real de levantar
10.000 infantes y q ue a yuden a la persona com isionada al efecto a realizar esta tarea.
En cada lugar, por un pregón general se convocará a todos los hijos de los
vecinos que estén entre los 20 y 35 años a hacer un alarde, donde un individuo
autorizado al efecto por una credencial elegirá «las personas que a él bien visto
fuere». Ese individuo llevará una carta firmada por el rey, que lo acreditará y
tend rá en cuenta a la ho ra de elegir, que deberá prescin dir de aquellos que p osean
una hacienda superior a un determinado límite y que los elegidos deben ser
solteros, quedan do asentados ante escribano y au toridades locales.
La persona elegida cobrará 10 ducados y se le pagará una d oblad ura p ara u n
tam bor; deberá conocer la O rden anz a y encargarse todos los doming os y fiestas
principales del año de sacar al cam po y ejercitar a los reclutad os, que deb en saber
que habrá un a pena para el que no acuda a la instrucción, pena que el corregidor
se encargará de que se cum pla; «y si esto se acostu m bra en España , sera en m ano
de su alteza ser señor del mundo».
6. «La mane ra que se ha de tener para hazer la gente de orden anza en estos reinos de Castilla»,
A G S , Guerra Antigua,
leg. 1, fols. 167 y ss.
7. Algo que Qu atrefages, en su ya citada obra, sitúa en 1504: «Fue por tanto en 1504 cuando
se institucionalizó de forma efectiva la gente de ordenanza, es decir, la nueva infantería», p. 228.
8. H ay razon es para dud ar que po r entonces se llevara a efecto un reclutam iento de tal enver
gadura. El mismo Quatrefages, a cuya obra recurrimos otra vez, escribe sobre el particular: « Dud amo s
de un reclutam iento tan masivo, habida cuenta de las sangrías anteriores. Na tura lm ent e Na va rro fue
el jefe de toda la infanter ía esp añola. Poco después del com ienz o de las ope racion es, a pr im ero s
de 1512 se decidió retirar de Oran todas las tropas disponibles, para reforzar el ejército de la liga
limitan do a la vez los reclutamien tos y los costes».
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UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
Se hará n
dos
alardes anuales antes
las
au to r idades munic ipa les
y la
per sona
encargada , com pro ban do qu ién fa lt a
y
las razon es
de
las ausencias , su s t i tuy end o
a los m u e r to s o idos por o t r o s m o z o s a los que se en t regarán las armas de los
ausentes , dando cuenta a sus padres o par ientes más cercanos al reg im ien to .
Los r ec lu tados ,
en un
p l a z o
de
tres días
a
par t i r
del que
recibieran
el
aviso,
h a n de estar d ispue s tos a salir hacia do nd e el rey los reclame y al par t i r , los regi
dores y personas des ignadas por el monarca ano ta rán las señas de cada uno
n o m b r e s y fil iación, f irmando ante un escr ibano , que dará fe del alarde y por el
alarde se justificará la paga . Al que deser tare pos ter iorm ente , si es cap tura do «sera
pasado por las picas en la o r d e n a n z a en la tal c iudad» , dond e fuere cap tu rad o y
a
su
cos ta el regimiento n om bra rá
a
otr o para estar s iempre
al
c o m p l e t o
el
n ú m e r o
de soldados .
De los 10.000 hombres previstos, 1.500 serán escopeteros, a los que se abonará
un ducado anua l y dos reales me nsuales m ás que los dem ás, ejercitán dose en t irar
con sus armas . No habrá cabos de escuadra , s ino «una compañía de tan tos en
t a n t o s ni a de aver alférez sino por sus m ér i tos».
E n la pres tac ión del servicio, no p o d r á n ser sus t i tu idos por nadie salvo en
casos de enfe rmedad g rave , p rocurando buscar al sus t i tu to en el reg imien to , al
q u e se darán p res tadas las armas del enfe rmo, el cual en cuan to r ecupere la salud,
volverá
al
se rvic io q ued and o
el
sus t i tu to
en
l iber tad
de
marchar se
a
don de qu ie ra
si no es necesario en el ejército. Los sus t i tu tos tendrán que conocer la O r d e n a n z a
y jurar su c u m p l i m i e n t o .
A d e m á s , c u a n d o la tro pa salga a alguna jornad a, sus indiv iduos confesarán y
c o m u l g a r á n t o d o s
y
h a r á n
el
v o t o
de
servir
al rey
l e a lm e n t e , r e p r e n d e r á n
a
«los que r e n e g a r e n y h a c e r a a l g u n o s un rec io cas t igo para sea e x e m p l o » y se
c o m p r o m e t e r á n a:
Guardar las yglesias do estubiere el Santo Sacramento que ningún robo ny
desonestidad
en
ellas se aga
y
en las otras do
no
estub iere el Santo Sacramento que
ni le pongan fuego ny duerman ninguno con su muger en ellas.
Guardaran
las
honrras
de las
mugeres
asy no las
hazer merca... como ninguna
desonestidad.
Que morirán todos juntos y no volverán por ningún peligro que les venga las
espaldas a los enemigos y que el que lo cometiere hazer que los otro s sean obligados
a le matar hermano a hermano y capitán a com pañero y compañero a capitán.
El ab an do no del ejército s in licencia del rey,
es
decir,
la
deserción,
se
castigaba
c o n la p e n a de ser pasado
por
las picas, la m i sm a p e n a que se i m p o n í a a los que
en los a l a rd e s a c t u a r a n f ra u d u l e n t a m e n t e , b i e n p r e s e n t á n d o s e en más de una
compañía , b ien en lugar de un com pañ ero , cas t igándose le por «f raudador de la
h o n r r a
de
t o d o s
y del
servicio
de su
al teza», máxime
si
t e n e m o s
en
cuen ta
que
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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE
PARA
UNA REFORMA MILITAR
I99
nadie podía t ras ladarse
de una
capi tanía
a
otra . También ser ían pasados
por las
picas los que hablasen con el e n e m i g o sin p e r m i s o del capi tán general . El a b a n
d o n o de los pu es tos de guardia se penal izaba la pr im era vez con «seys es t ropad as
de cuerda» y la reincidencia , con ser p a s a d o por las picas . Igualm ente se p e n a b a
co n las picas a qu ien no ayudara a «vandera capi tana ni c o m p a ñ e r o » . Con «seys
es t ropadas de cuerda» se castigaría a los que no cumpl ie ran con la ob l igac ión de
do rm ir todas las noches en las estancias destin adas al efecto, estancias que estarán
«junto con su vandera» .
U na pe na más dura, ser hech o cuartos po r ser considerado traidor, se im pon dría
a los que se enterara n
y no
los denunciara n
al
capitán general que entre ellos había
ind iv iduos in t r igando para hacer les abandonar el servicio real y p o n e r l o s al
servicio
de
otro pr íncipe. Ser hecho cuar tos era tamb ién
el
castigo
que se
aplicaría
a los que tuvieran not ic ias de un m o t í n o de la presencia de a l b o r o t a d o r e s y no
lo pus ieran en c o n o c i m i e n t o del cap itán general .
O t ro p rob lema que
el
escri to a bordaba con de tenimiento
era el de
las p end en
cias y rencil las entre los so ldados y así, los que se e n z a r z a r a n en una pelea reci
bir ían «seys estropadas
de
cuerda», sa lvo qu e
la
culpa
de
u no fuera tan man ifiesta
que l iberara al o t r o y nadie in tervendr ía a favor de a lguno de los c o n t e n d i e n t e s
n i deber ía s epara r los mien t ras r iñe ran , s a lvo el cap i tán o el a lguac i l , a los que
d e b í a n o b e d e c e r — a u n q u e no fueran de su c o m p a ñ í a — los que se pe learan ,
que que dar ían presos has ta e l m om en to
de
ser prese ntad os a la justicia.
En
cam bio ,
si uno atacaba a o t r o a t ra ic ión, ser ía pas ado por las pic as.
E n la mism a línea de garantizar la pa z y la t ranqui l idad in terna y externa están
otras previs iones , com o cas t igar
con
pasar lo
por
las pica s
al
que tom are cosas
en
los pue blos s in pagar las , «po rque es to t rae muc hos inconv enientes». Ig ualm ente ,
n inguno l levará
o
tendrá
a una
pros t i tu ta com o mujer,
so
pena
de que se le den
los consabidos seis tratos de cuerda , «le desposean a el y a ella de t o d o c u a n t o
tuvieren y les desp idan de la o r d e n a n z a y a su cos ta en tren el c o r r e g i d o r y reg i
dores a o t r o en su lugar».
Los p rob lemas
que el
juego or ig inaba
en la
convivencia es taban presentes
a
la hora
de
redac ta r
el
d o c u m e n t o , p u e s
en él
leemos
que
nad ie pod rá ven der
ni
jugarse sus armas , ya q u e el que lo hiciere será obl igad o a comprar o t r as ; por su
p a r t e ,
el
c o m p r a d o r
las
p e r d e r á
y si no es
c o m p a ñ e r o
del
ven ded or r ec ib ir á ,
a d e m á s , c i e n a z o t e s . Y es que el j u e g o era s i e m p r e una p o t e n c i a l f u e n t e de
conf l ic tos , por eso se establecía que «n ingun o pue da jugar si no en las estancias
de sus capi tanes so p e n a que p ie rda los d ineros y le den seys t ra to s de c u e r d a y
q u e el capi tán tenga a yuda de en t re su gente y que no p u e d a d o r m i r si no d o n d e
es tubiere su gente , so pena que p ie rda la capi tanía y q u e no pued a tener su lugar
ten ien te si no es tando enfe rmo» . Esa misma pena de 6 t r a tos de cuerd a ser ía el
castigo
de los que
tuvieran naipes
o
dados falsos.
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2
ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
Pues bien, lo dicho hasta aquí es «lo que ellos an de jurar y cumplir so las
penas sobre dichas, las quales sean de esecutar sin remisión alguna». Por otra
par te , «lo que su al teza a de m an dar cum plir y a sentar co n el los es esto»:
Primeramente a les de mandar dar de acostamiento en cada un año un ducado y
las libertades siguientes.
Q ua nd o los llamaren a se les de dar la paga ordinaria que se suele dar a la gente que
su alteza suele traer en sus exerçitos y esta se a de hazer el dia que hizieren la
segunda jornada de sus casas por que si se la dan antes que partan dexanla to da a sus
mugeres y en sus casas,
que no paguen moneda forera.
que no les den huespedes y que no les den ropa de sus casas,
que puedan traer armas.
que en quanto estubieren en la guerra no les puedan poner pleyto a ellos ni a sus
mugeres ni bienes asta que vengan.
que no paguen sello ni otro ningu no derecho que a su alteza pertenesca de ninguna
merced que se les aga.
que el que muriere y dexare hijo de hedad conbenible entre en lugar de su padre
y goce de las libertades suso dichas.
si algo se les quedare deviendo acabada la guerra desde agora se a de obligar el regi
miento que llevando ellos librança de los oficiales del sueldo y licencia del capitán
general de les pagar de las rentas de su Alteza y desde luego se a de dar facultad al
dicho regimiento y mandarles que prometan y cumplan asy por que por
ninguna manera puedan poner cabsa ni achaque para no servir.
M ientras tanto , la prim era g uerra entre Francisco I y Carlos V estaba dejando
sent ir sus efectos, tanto más sensibles cuanto más nos aproximamos a 1525, en
particular en el ejército de Italia, donde los atrasos en las pagas eran espectacu
lares y d i f icu l taban los remedios , lo que nos permi te comprender la omnipre-
sencia de la cuest ión ahorro, la obsesión por disminuir el costo que encontramos
en la mayoría de los documentos relacionados con esta cuest ión. En semejante
tesi tura, el emperador se decide, después de la victoria en Pavía, a disminuir los
costos de l e jé rc ito de l in ter ior de la pen ínsu la Ibér ica re f orm an do la cabal le ría
de las Guardas
9
.
Unos cuarenta días después de la victoria de Pavía, en abril , veía la luz la
Ordenanza de 1525
10
, com puesta po r 82 artículos precedidos de un c orto p reá m bu lo,
9. Para po rm en or iza r en ese pr oc es o, QUATREFAGES:
Op. cit.,
pp. 273 y ss.
10. Qua trefages la estudia en su tantas veces citada obra, pp. 290 y ss.; ejemplares d e la misma
se conservan en el Archivo General de Simancas, tanto en Consejos suprimidos, 1.
a
serie, leg. 1, com o
en Contaduría del Sueldo, Serie 2.
a
, leg. 1. Igualmente en el Servicio Histórico Militar. Colección
Aparici. Microfilm n.° 3. Do cu m ent o 1402, pp . 310-333.
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ
Y
MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN A MBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
2 0 I
con la que se iban a cons ol idar algunas si tuaciones de he cho , co m o los estradio tes
y el veedor general , existente desde hacía años. Se del imitaba la si tuación de los
capi tanes y sus tenientes, así como las funciones de veedores y contadores; se
reform aba el régim en de con cesión de las l icencias, mie ntras se man tenía casi igual
el régimen establecido en la Ordenanza de 1503 para las disposiciones sobre las
pagas .
Una de sus grandes novedades fue la integración de la infantería , que por
primera vez aparece en las ordenanzas mil i tares de manera oficial
11
.
En e l mismo año de la Ordenanza de 1525 empiezan a hacerse las eva lua
c iones consiguien tes , a l t i em po qu e se m ant ien e e l esp í r i tu de mejora do m ina nte
en todo e l p roceso reformis ta . De los documentos generados en es te sen t ido
merece la pena des tacar e l memoria l a l que nos hemos refer ido a l comienzo de
es tas páginas , que es una especie de ba lance eco nóm ico de l ah orr o que s upo ne la
ap l icac ión de refer ida medida , en comparac ión con lo que las Guardas cos taban
an tes de l a re fo rma . Documen to
1 2
de gran in terés por la prec is ión de su conte
n i d o ,
que const i tuye la mejor exposición del estado orgánico de las Guardas antes
y después de la Ordenanza de ese año . En c ier to modo, es te documento es e l
cont rapunto o corre la to de l que hemos anal izado en pr imer lugar a l comienzo de
estas páginas.
Para la com parac ión d e ambas situaciones —el antes y el después d e las Gu ard as,
podríamos dec i r— hemos optado por re f le ja r su conten ido en dos co lumnas en
las que podemos ver los diversos elementos en juego, su costo antes de la reforma
y a lo que quedan reducidos con e l ahorro consiguien te . Hemos encarado las
part idas similares y entrecomil lamos las frases o aclaraciones que nos han pare
c i d o e s p e c i a l m e n t e s i g n i f i c a t i v a s p a r a l a m e j o r v a l o r a c i ó n d e d i c h a s c i f r a s .
La lec tura de l documento hace pensar que es de 1525 aunque en su conten ido ,
11 . José Contrera s Gay, en un sugerente ar tículo don de se cuest iona la oportu nidad y val idez
de la denomin ada revolución militar, señala la significación de la Or de na nz a d e 1525, así com o la de
1551,
indicando al respecto «la importancia, a mi juicio, de las ordenanzas de 1525 y 1551 estriba
no sólo en que abarcan el marco del reinado de Carlos V... sino también por su carácter general. . .».
La Ordenanza de 1525 respondía a la necesidad de poner orden en las Guardas después de la
grave situación por la que había atravesado la Coro na de Castilla duran te la rebelión de las C om unid ade s
y las acciones militares emprendidas en Italia, Magreb y contra Francia.. .
La Or den anz a de 13 de junio de 1551 respondía a otro contexto his tór ico mu y diferente de la
anterio r reforma: la amenaza creciente de turcos y berb eriscos en el Mediterráne o occidental. . .». Vid.
CONTRERAS GAY, J.: «El sistema militar carolino en los reinos de E spaña» . En El Emperador Carlos
V y su tiempo. Sevilla, 2000, pp . 346, 347 y 348.
12.
Titu lado «M emo rial de la gente de guardas y gasto antes de la reforma que se hizo a prin
cipios de 1525 y la gente y gasto que hay despu és», se encu entra en Guerra Antigua, leg. 1, fol. 110
y es de 1525. Las discrepancias en las cifras se mantienen, aunque no son grandes y se mueven en
parámetros muy próximos. Pueden compararse con las que ofrece Quatrefages, en su ya citada obra,
en particu lar los de la p. 289.
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Stud, his., H.
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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
co m o o po rtu na m en te se recoge al referir las cifras g lobales, se habla del año 1526.
Ello puede indicar dos cosas, que el escri to es de tal fecha o que su redactor ha
hecho el cálculo del importe de los intereses en ese año y lo ant icipa para cono
c imiento de aquel los a qu ienes va des t inado e l memoria l . Veamos su conten ido:
ANTES
1.850 HO MB RES DE ARMAS: 80 DU CA DO S C/U
AL AÑO = 144 .000 DUC ADOS O 55 C UENTOS Y
500.000 M ARAV EDÍS.
DESPUÉS
1.020 HOMBRES DE ARMAS, INCLUIDA LA CAPI
TANÍA DE MARTÍN DE CÓRDOBA, DE 40 LANZAS,
EN VEZ DE LOS 40 JINETES QU E TEN ÍA, CU YOS
SUELDOS AL AÑO MONTAN 81.600 DUCADOS O 30
CU EN TO S Y 600.000 MARAVEDÍS.
1 .122 JINETES, ESTRADIOTES, ESCOPETEROS Y
BALLESTEROS A CABALLO, DE LOS QUE 840 SON
DOB LAD OS Y EL R ESTO SENC ILLO, QUE C OB R AN
54.150 DUCADOS Y 150 MARAVEDÍS O 20 CUENTOS
206.300 M ARAV EDÍS.
640 JINETES, 400 DE ELLOS SENCILLOS Y 200
DOBLADOS, QUE COBRAN 28.337 DUCADOS O 10
CU EN TO S Y 626.400 MARAVEDÍS.
VENTAJAS DE 26 ALFÉRECES DE OTRAS TANTAS
C A P I T A N Í A S D E H O M B R E S D E A R M AS A 8
DUC ADOS O 3.000 MARAVEDÍS AL AÑ O C/U .
26 CONTADORES DE LAS 26 CAPITANÍAS, A 13
D U C A D O S Y 1 25 M A R A V E D Í S C / U O 5 0 0 . 00 0
MARAVEDÍS.
VENTAJAS D E 27 ALFÉRE CES DE 27 CAPITA NÍAS DE
JINETES A RAZÓN DE 10.000 MARAVEDÍS ANUALES
C/U. QU E SUBEN A 26 DUC AD OS Y 66 MARAVEDÍS.
27 CONTADORES DE LAS COMPAÑÍAS DE JINETES
A 11.800 MARAVEDÍS ANUA LES C /U, Q UE SUMA N 31
DUCADOS Y 175 MARAVEDÍS.
VENTAJAS DE ALFÉR EC ES Y C ONTADOR ES Y
O T R O S O F IC I O S - C O M O SE I N D I C A E N E L M E M O
R IAL PR EVIO A LA R E FO R M A- 3.641 DUC AD OS Y
37 MARAVEDÍS O 1 CUENTO Y 365.600 MARAVEDÍS
( I N C L U Y E N D O E L S A L A R I O D E A N T O N I O D E
BAEZA).
E N TOTAL 1.543 DU CA DO S O 578.600 MARAVEDÍS
SALARIO D EL PA GADO R D E LAS GUARD AS: 600
DUCADOS O 225.000 MARAVEDÍS.
SALARIO DE GARCÍA ALONSO G ARCÍA DE ULLOA,
VEEDOR GENERAL: 100.000 MARAVEDÍS ANUALES
O 266 DUC AD OS Y 66 MARAVEDÍS.
SALAR IO DEL ALC AIDE (O ALC ALDE) DE LAS
GUA RDA S: 120.000 MARAVEDÍS O 320 D UC AD OS
SALARIO DE DOS VEEDORES DE GUARDAS: 50.000
MARAVEDÍS O 266 DUCA DO S Y 66 MARAVEDÍS.
SALARIO DE DOS OFICIALES DEL SUELDO: 60.000
MARAVEDÍS C/U O 320 DUCA DOS .
SALAR IO DEL TENIENTE DEL VEEDOR GENER AL:
26 DUCADOS Y 62 MARAVEDÍS POR SU LANZA Y
10.000 MARAVEDÍS DE AYU DA D E COSTA.
SALAR IO DE PEDR O DE LA C UER VA, VEEDOR
GENERAL, 200.000 MARAVEDÍS, QUE SON 533
DUC AD OS Y125 MARAVEDÍS (PERO N O
SE
LE PAGAN
POR QUE AHOR A NO SIR VE DIC HO OFIC IO) .
SALAR IO DEL ALGUAC IL DE LAS GUAR DAS,
A L O N S O D E Á V I L A , 1 2 . 0 0 0 M A R A V E D Í S O 3 2
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ
Y
MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
2O3
DUC ADO S POR SU LANZA Y AYUDA DE COSTA.
EN TOTAL: 687.000 MARAVEDÍS O 1.832 DU CA DO S
SALARIOS DE 40 CAPITANES QUE SE PAGABAN
AUNQUE NO RESIDIERAN CON SU GENTE: 22.578
DUC ADO S Y 66 MARAVEDÍS.
S A L A R I O D E A L O N S O D E B A E Z A « D E L A
C OB R ANZA DEL DINER O DE LAS GUAR DAS»:
100.000 MARAVEDÍS ANU ALE S O 266 DUC AD OS Y 66
MARAVEDÍS.
S U P O N Í A N E S T A S P A R T I D A S A N T E S D E L A
REFORMA 85 CUENTOS Y 639.000 MARAVEDÍS O
228.370 DUC AD OS Y 75 MARAV EDÍS.
LOS SALARIOS DE LOS CAPITANES DE LA GENTE
DE AR MAS Y J INETES MO NTA N 8 C UEN TOS Y
333.000 MARAVEDÍS, A LOS QUE HAY QUE SUMAR
LOS 900.000 MARAVEDÍS DEL ADELANTADO DE
GR ANADA, MAR QUÉS DE VILLAFR ANC A Y D.
A N T O N I O M A N R I Q U E , Q U E S O N E N T O T A L 9
CUE NT OS Y 233.000 MARAVEDÍS, PERO N O SE LIBRA
EL SUELDO A LOS 22 QUE NO R ESIDEN C ON SU
G E N T E , S A L V O L O S C A S O S D E L M A R Q U É S
D E D E N I A Y ¿ D . J U A N O D I E G O ? H U R T A D O D E
MENDOZA, AUTOR IZADOS POR C ÉDULA R EAL.
TAMPOCO SE LIBRA EL SUELDO DE LOS 22
TENIENTES QUE NO R ESIDEN, DE FOR MA QUE A
80 DUC ADOS POR C ADA TENIENTE «UNOS C ON
OTR OS PODR A MONTAR C ADA AÑO» 4 C UENTOS
Y 331.000 MARAV EDÍS PO C O M ÁS O ME NO S, O 11.700
DUC ADOS.
SUELD O DE LOS 1.000 SOLD ADOS D E INFANTER ÍA:
1.012 MARAVEDÍS MENSUALES C/U, LO QUE AL
AÑ O SU PON E 12 CU EN TO S Y 150.000 MARAVEDÍS O
32.400 DUC AD OS .
TRES ALFÉRECES, TRES PÍFANOS, TRES TAMBORES
Y C UAR ENTA C AB OS DE ESC UADR A, SON 49
VENTAJAS A 1.012 MARAVEDÍS CADA UN A AL MES
POR PAGA DOBLE G AN AN DO ADEMÁS LAS SENCI
LLAS,
POR LO QUE AL MES SUPONEN 49.612
MARAVEDÍS O 132 DUCADOS Y 112 MARAVEDÍS Y
AL AÑO 595.350 MARAVEDÍS O 1.587 DUCADOS Y 37
MARAVEDÍS.
EL CORONEL DE ESTA INFANTERÍA COBRA 200.000
MAR AVEDÍS ANUALES, O 533 DUC ADOS Y 125
MARAVEDÍS.
EL ALCALDE DE LA INFANTERÍA COBRA 50.000
MARAVEDÍS ANUALES, ES DECIR 133 DUCADOS Y
125 M ARAVED ÍS.
DOS CONTADORES DE LA INFANTERÍA, A 50.000
MARAVEDÍS AL AÑ O C/U, 267 DU CA DO S Y 62
MARAVEDÍS.
LA PAGA DEL MAESTRE DE CAMPO ES DE 30.000
MARAVEDÍS O 80 DUCA DOS .
EL SUELDO DE DOS SARGENTOS, «QUE GANAN
PAGAS DOBLES», A 24.000 MARAVEDÍS POR A Ñ O, O
64 DUCADOS Y 112 MARAVEDÍS, LO QUE GANA
CADA U NO , EN CO NJ UN TO , 486.600 MARAVEDÍS O
129 DUC AD OS Y 37 MARAVEDÍS.
TRES ALGUACILES A 5 DUC AD OS MENSUALES C /U
SON 180 DUCADOS AL AÑO.
S A L A R I O S D E L O S 1 . 0 0 0 I N F A N T E S , C O N S U
CORONEL Y OFICIALES: 13 CUENTOS Y 241.000
MARAVEDÍS O 35.310 DUCADOS AL AÑO.
TODO ELLO MONTA 496.100 MARAVEDÍS O 1.327
D U C A D O S .
LOS 50 ALABARDEROS DE LA GUARDIA DE LA
REINA COBRAN 900 MARAVEDÍS C/U AL MES, ES
DECIR, 2 DUCADOS Y 150 MARAVEDÍS, LO QUE
MONTA UN TOTAL ANUAL POR TODOS DE 540.000
LA GUARDIA DE LA REINA «NTRA. SRA. COMO
ESTÁ D ICH O» , 662.400 MARAVEDÍS O 1.766 D UC AD OS
Y 150 MARAV EDÍS.
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m od. , 21 , pp . 191-216
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
MARAVEDÍS, QUE SON 1.440 DUCADOS.
E L S A L A R I O D E L C A P I T Á N E S D E 5 0 . 0 0 0
MARAVEDÍS AL AÑO, O SEA 133 DUCADOS Y 125
MARAVEDÍS.
EL DEL CONTADOR ES DE 40.000 MARAVEDÍS
ANUALES O
106
DUC ADOS Y
62
MARAVEDÍS AL AÑ O.
EL ALFÉREZ Y DOS CABOS DE ESCUADRA, CON
VENTAJAS Y PAGAS DOBLES A 10.800 MARAVEDÍS
AL AÑO CADA UNO Y LAS PAGAS SENCILLAS A
32.400 MARAVEDÍS POR LOS TRES, EN DUCADOS
SO N 86 Y 150 MAR AVED ÍS.
EN TOTAL SUPONEN 662.400 MARAVEDÍS O 1.766
DU CA DO S Y 150 MARAVEDÍS.
LA GUAR DIA ESPAÑOLA DEL R EY A PIE Y A
C AB ALLO, SUPONE UN C OSTO DE 2 C UENTOS Y
352.000 MARAVEDÍS O 6.272 DUCADOS («NO SE
PON E AQU Í PAR TIC ULAR MENTE EL SALAR IO DEL
CAPITÁ N Y LA GEN TE Y LAS VENTAJAS DE ELLAS
POR QUE SU ASIENTO NI LIB R ANZA NO VA POR
LOS LIB R OS DE LA C ONTADUR ÍA SALVO QUE
A L O N S O D E B A E Z A D I C E Q U E M O N T A E S T O
CAD A A ÑO 101 CU EN TO S 894.850 MARAVEDÍS»).
LA GUAR DIA ESPAÑOLA DEL R EY A PIE Y A
CABA LLO, 2 CU EN TO S Y 352.000 MARAVEDÍS O 6.272
DUC ADOS.
LA AR TILLER ÍA O R DINA R IA C UESTA 3 C UEN TOS,
Q U E S O N 8.000 DUCADOS, DE LOS CUALES SE
PAGAN:
AL CAPITÁN PRINCIPAL , 2.000 DU CAD OS AN UALES.
A SU TEN IEN TE, 50.000 MARAVEDÍS O 133 DUC AD OS
Y 125 MARAVEDÍS.
AL CO NT AD OR , 60.000 MARAVEDÍS O 160 DUC ADOS.
«Y LO QUE GANA CADA ARTILLERO Y EL PAGADOR
DE LA AR TILLER ÍA Y LOS MAYOR DOMOS Y EL
ALGUAC IL DE ELLA, NO SE PONE AQUÍ POR QUE
SERÍA MUY LARGO Y PORQUE LOS ARTILLEROS
GANAN DIVERSOS PRECIOS».
LA AR TILLER ÍA OR DINAR IA, 3 C UENTOS O 8.000
D U C A D O S .
LOS PEONES DE LA ALHAMB R A DE GR ANADA Y
DE LA ALCAZABA DE ALMERÍA «CON CIERTOS
ARTILLEROS Y CIERTOS SALARIOS DE CRISTIANOS
NUEVOS». SUPONE N 2 C UEN TOS «QUE SE PAGAN
E N L A C O N S I G N A C I Ó N D E L A S G U A R D A S Y
M O N T A N
5.333
DUCADOS Y 125 MARAVEDÍS Y EN
T O D O S
1
CU EN TO Y 500.000 MARAVEDÍS, QUE SON
4.000 DUCADOS».
«SE SOLÍAN LIBRAR ANTES DE LA REFORMA A
L O S C A P I T A N E S Q U E T I E N E N S U G E N T E E N
ITALIA, QUE SON EL ADELAN TADO DE G R ANADA
Y E L M A R Q U É S D E V I L L A F R A N C A Y D O N
AN TO NIO MAN R IQUE SIN GENTE, QUE MONTAB A
EN TODOS TRES 900.000 MARAVEDÍS A RAZÓN DE
300.000 POR AÑO A CADA UNO, QUE SON 2.400
DUC ADOS» .
«30 CAPITANES ORDINARIOS DE INFANTERÍA EN
LOS QUE ENTR A N LOS DE LA INFANTER ÍA OR DI
NAR IA A RAZÓ N D E 50.000 MARAVEDÍS POR A ÑO A
C A D A U N O , Q U E M O N T A E N D U C A D O S » . E L
SA LA R IO ANU AL DE C /U 133 DU C A DO S Y 125
MARAVEDÍS Y EN TOTA L TO DO S ELLOS 1 C U E N T O
Y 500.000 MARAVEDÍS, ES DEC IR 4.000 D UC AD OS .
LOS PEONES DE LA ALHAMB R A DE GR ANADA Y
DE LA ALCAZABA DE ALMERÍA «CON CIERTOS
C ONVER TIDOS C OMO ESTÁ DIC HO», 2 C UENTOS
O 5.333 DUC ADO S Y 125 MARAVEDÍS.
«30 CAPITANES ORDIN ARIO S DE INFANTERÍA QUE
M O N T A N
1
CUENTO 500.000 MARAVEDÍS, QUE SON
400 .000 DUC ADOS, PER O ALGUNOS ESTÁN E N
ITALIA QUE SE PAGAN ALLÁ Y LOS QUE SIRVEN
A C Á P O D R Á N M O N T A R 1 C U E N T O Y 3 00 .0 00
M A R A V E D Í S , Q U E S O N 3 . 4 6 6 D U C A D O S Y 6 2
MARAVEDÍS».
© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his . , H .
a
m od. , 2 1 , pp . 191-216
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ
Y
MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
2 O 5
L O S N U E V E E S C U D E R O S DE F U E N T E R R A B Í A
COBRAN 14 . 400 MARAVEDÍS ANUALES C/U, ES
D E C I R 3 9 D U C A D O S Y E L C O S T E A N U A L D E
TODOS ELLOS ES DE 130.000 MARAVEDÍS O 346
DU CA DO S Y 62 MARAVEDÍS.
«INTERESES DE PAGA DE GUARDAS DEL AÑO DE
1523 Y DE F ORMA P ARECIDA F UE RON LOS OTRO S
Ε LOS
AÑOS ANTER IORES Y ADELAN TE HAS TA LA
REF ORMA QUE S ON
2
QU EN TO S, 800.000 MARAVEDÍS
QU E SO N 7.462 DU CA DO S Y 62 MRS».
TREINTA Y DOS P EONES DE G ALICIA, ADEMÁS DE
LAS CUARENTA LANZAS QUE ALLÍ EXIS TEN,
C O B R A C A D A U N O 2 D U C A D O S Y M E D I O
MENSUALES, LO QUE MONTA 157.000 MARAVEDÍS
O 420 DUC ADO S .
«ASÍ QUE MONTA TO DO LO QUE SE GASTABA EN
GUARDAS Y EN M IEM BROS QUE AND ABA N CO N
ELLAS ANTES DE LA REFORM ACIÓN 112 QUE NTO S
382.350 MRS. Y EN DU CA DO S 299.686 Y 112 MRS».
L O S N U E V E E S C U D E R O S D E F U E N T E R R A B Í A
130.000 MARAVEDÍS, QUE SON 346 DUCADOS Y 62
MARAVEDÍS.
« D E I N T E R É S D E E S T E D I N E R O A R A Z Ó N D E L O
QU E CO STÓ LOS AÑO S DE 1525 Y 1526, 3 QUE NT OS ,
600.000 MRS. QUE SON 9.600 DUCADOS»
1 3
.
C A T O R C E P E O N E S D E G A L I C I A , S U P O N E N 4 2 0
DUCADOS O 157.000 MARAVEDÍS.
D. MARTIN DE CORDOBA, CAP ITÁN GENERAL DE
NAVARRA TIENE UN SALARIO DE 4.000 DUCADOS
O 1 CU EN TO , 500.000 M ARAVEDÍS.
SAN CHO MARTÍNEZ DE LEIVA, CAPITÁN GENERA L
DE GUIPÚZCOA, COBRA 200.000 MARAVEDÍS O 533
D U C A D O S Y 1 25 M A R A V E D Í S Y S E L E P A G A
ADEMÁS LA TENE NCIA DE F UENTERR ABÍA.
«POR MANERA QUE EL GASTO QUE AHORA SE
TIENE CO N LAS GUAR DAS Y LOS MIEMBROS Q UE
ANDAN CON ELLAS ES DE 75 QUENTOS 255.350
MRS. QUE SON 200.680 DU CA DO S Y 125 MRS».
H asta aquí el con ten id o de l mem oria l . De su es tud io se desp rend e , e fect iva
m ente , la existencia de un a racional izació n en el gasto, en do nd e los afectados son
princ ipa lmente los hombres de armas y los j ine tes , que quedan reducidos cas i a
la mitad; mientras que la infantería , las guarniciones de la Alhambra y de la
Alcaz aba de Alm ería, así co m o las guardas del rey y de la reina se qu ed aba n p rác
t icamente como es taban .
Po r lo dem ás, tod o parece ind icar que la re forma im puesta por la O rd en an za
de 1525 se producía en un ambiente de clara aceptación y apoyo de la iniciat iva,
ac tua ndo de es t ímulo para mu cho s profes ionales que deseaban d is t ingui rse en el
momen to , o co l abo ra r en su pues t a en marcha y en e l pe r f i l de l o s nuevos
ho m br es de guerra q ue se busc aban , en part icular de los oficiales, si bien las po si
bi l idades para l levar a cabo dicha reforma no fueron muchas, toda vez que la
guerra se desarrol lará fuera de la Península, haciendo más perentoria la atención
a otros escenarios y a otras tropa s de la Co ron a, si tuadas en el centro del co n fl ic to .
13. El meno r costo de la estimación hecha antes de la reforma p uede explicarse porq ue el
cálculo del costo poste rior incluy e el im por te del gasto de las tres partidas que en la column a d e la
izquierda figuran a continuación, si bien la relativa a los peones gallegos tampoco está incluida en
el cálculo de la columna de la izquierd a.
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Stud, his., H.
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2 θ 6
ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
L o q u e p u e d e e x p l i c a r q u e u n a v e z r e a l i z a d a l a ap l i cac ión de l a Ordenanza ,
el res to de la reform a —o si se prefiere, el resto d e la pue sta a p u n to del dis pos i
t ivo mil i tar peninsular— se aplazar a y no l legara a ser nu nca un a real idad plena,
persist iendo deficiencias y carencias durante décadas, hasta el punto de que el
mismo Fel ipe II se enfrentaría a el las y por circunstancias parecidas tampoco
culminaría su apl icación práct ica, aunque lo intentó; una real idad visible, tanto
en los intentos de reforma de las Guardas como en otros t res ámbitos diferentes
desde los que se podría contribuir a la defensa mil i tar de los reinos peninsulares:
las ciudades, los prelados y los nobles
1 4
.
U n a bue na m ues tra de las iniciat ivas individuales qu e susci ta el am bien te que
rodea la reforma de 1525 la tenemos en un memorial sin fecha, si tuado entre los
documen tos que e s t amos mane jando , l o que puede pe rmi t i rnos pensa r s in
mucho error que es de 1525 o su en torno . Su au tor es e l cap i tán Hernán Pérez
1 5
y su dest inatario no figura en ningún lugar del texto; sin embargo, por el t rata
m ien to que emplea po dem os pensa r en una alta dignidad. ¿El presiden te del Co nsejo
de Estado? Es probable . En cualquier caso a lgu ien próximo a l emperador .
Los motivos por los que escribe su memorial los confiesa al principio del
m i s m o :
...porque he visto que vuestra señoría se ha inclinado a cosas del arte de guerra
parecióme que servia a
V.S.
Rm a. en que viese este mem orial y dare razó n cuando
V.S. Rm a. fuera servido de tod o lo que aquí digo.
14. Para estas cuestiones rem itim os a: MARTÍNEZ RUIZ, E.: «El Em pera dor , la guer ra y sus ejér
citos». Torre de los Lujanes, n.° 42, 2000. MARTÍNEZ R ui z, E.: «La reform a de un ejército de reserva
en la mon arqu ía de Felipe II: las Gua rdas» . En Las sociedades
ibéricas
y el mar a finales del
siglo
XVI,
vol. II. Madrid, 1998. M A R T Í N E Z R U I Z , E.: «Felipe II y la defensa de la monarquía: las Ciudades».
E n M A R T Í N E Z R U I Z , E. (dir.): Madrid Felipe II y la defensa de la Monarquía. Vol. I: Las ciudades:
Poder y dinero. Madrid, 2000, pp. 89 y ss. MARTÍNEZ Ruiz, E.: «Felipe II, los prelados y la defensa
de la monarq uía». En Felipe II 1527-1598). Europa y la Monarquía Católica. Vol. III. M adrid, 1998,
p p . 291 -30 2. MARTÍNEZ RUIZ, E.: «Fe lipe II e n la enc rucijad a: 156 5-157 5».
Madrid.
Revista de Arte,
Historia y Geografía,
n.° 1, 1998, pp. 73-90.
M A R T Í N E Z R U I Z ,
E. y Pl CORRALES, M. de P.: «Los
perfiles de un ejército de reserva españo l. Las Or den anz as de las Gu ardas de 1613». En
España y
Suecia en la época del Barroco 1600-1660). Madrid, 1998 (hay edición inglesa, Madrid, 2000).
MARTÍNEZ RUIZ, E. y Pl CORRALES, M. de P.: «Las Ordenanzas de las Guardas en el siglo XVI». En
USUNÁRIZ GARAYOA, J. M.
a
(éd.): Historia y Humanismo: estudios en honor del profesor Valentín
Vázquez de Prada. Vol. I . Pamplona, 2000, pp. 193-201. Pl CORRALES, M. de P.: «Aspectos de una
difícil convivencia: las guardas y los vecinos de los apo sentam ientos» . En Las sociedades ibéricas y
el mar a finales del siglo XVI. Vol. I. Lisboa, 1998, pp. 513 y ss. Pl CORRALES, M. de P: «Las
Ordenanzas de las Guardas y la búsqueda de una élite militar». En MARTÍNEZ RuiZ, E. (coord.):
Poder y mentalidad en España e Iberoamérica
siglos
xvi-xx). M adrid, 2000 (en pren sa), y G A R C Í A
H E R N Á N , D .: La aristocracia en la encrucijada. La alta nobleza y la Monarquía de Felipe II.
Córdoba, 2000.
15 .
«Avisos del capitán He rn án Pé rez de las cosas de la gue rra», A G S,
Guerra Antigua,
leg.
1, fols. 165 y ss.
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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
2O7
Como veo la desorden y poca industria y mucho descuido que [hay] en este a rte
militar de guerra, paresciome que los que han de vivir de este oficio y arte deben
ser astutos en este oficio po rque en todos los otros oficios y artes todos los omb res
aprenden para ganar de comer con ellos y para vivir e quan to m ejores oficiales son,
más peligrosa tienen la vida por qu e entonce s... los principales
y
grandes señores
a
quien sirven quierense muy bien pagar de las ciudades que les han fecho con
mandarles ir adonde puedan presto perde r la vida e paresceme que los hom bres de
guerra deben ser examinados y saber de que manera han de servir en la guerra y
saber la razón de su oficio po rque de otra m anera no se pueden decir hom bres de
guerra.
En defini t iva, lo que e stá p r o p o n i e n d o H e r n á n Pé r e z no es otra cosa que la
«profes ional izac ión» de los mil i tares u h o m b r e s de gue rra , com o él los l lama; y
e l a rgumen to que da no carece de lógica, ya que si para cualquier oficio se exige
una c ier ta preparac ión , no entendía por qu é no se procedía de la misma fo rma con
los soldados, deficiencia que él p r o p o n e c o r r e gi r con:
...estas p regun tas y capítulos para q ue el que d iere ra zón a cada cosa de ellas y que
cosa es y que es lo que de ello se conviene podranse bien servir del en este arte
porque sera claramente oficial de guerra y po rqu e veo que en todos los oficios para
usar dellos com o oficiales son exam inados n o se que es la causa po r que en este arte
no sean examinados siendo oficio de tanta h onrra y de gran peligro, porq ue con
el se sostienen siempre los estados
de
los grandes príncipe s.
Las pregu ntas que nues t ro cap i tán formula so n una especie de reflexión sob re
la vida en c a m p a ñ a , d o n d e se i n c l u y e n c u e s t i o n e s que p o d e m o s c o n s i d e r a r
«teóricas» con o t ras de carác ter más b ien «prác t ico» . Las pr imeras p regu ntas que
p l a n t e a H e r n á n Pé r e z se refieren a la f o r m a c i ó n que debe t ene r un oficial, espe
c i a lmen te los capi tanes , que deben conoce r la r a z ó n de ser de su oficio y de los
efectivos que pu ed en es tar ba jo su m a n d o , así co m o c iertas pecul ia r idades de la
adminis t rac ión mi l i ta r :
Lo prim ero conviene saber que cosa es guerra
y
por qu e fue fundada
y
que es lo que
en la guerra se contiene y para que fue fecha y que condición tiene.
Lo segundo que condición ha de tener el hombre de guerra y que tal ha de ser su
vida y en que ha de emplear su tiempo.
Lo tercero que cosa es ser capitán y la manera que ha de tener en su oficio, que
forma y manera ha de tener con la gente que to biere a cargo y de que man era la ha
de gobernar y que claramente se pueda decir capitán.
Que cosa es artillería, para que fue fecha cada pieza de artillería y de que sirve.
Q ue cosa es hom bre de armas, para que fue fecho, d e que sirve en la guerra.
De que sirven caballos ligeros en la guerra.
Qu e cosa es gente de Ho rden anza
y
por que se hizo e invento la hordenanza de los
soldados.
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2 θ 8
ENRIQUE MARTINEZ RUIZ MAGDALENA
E
PAZZIS
PI
CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
Q ue f o r ma
se ha de
tener
en el
o r de na nz a
de los
escuadrones
de
gente
Q ue a r ma
es una
pica
y
para
que fue
fecha
y que se
sirve della
en la
guerra.
Q ue ma ne r a
se
terna para
que los
capitanes
y
oficiales
no
hu rten pagas .
D e s p u é s , las p r e g u n t a s se re f i e ren a los d i v e r so s m o d o s de l u c h a r y a las a l ter
n a t i v a s que p u e d e n p r o d u c i r s e en c a m p a ñ a con s i tu a c i o n e s más o m e n o s l í m i t e s ,
e m p e z a n d o po r la l u c h a a c a m p o a b i e r t o :
Que forma tendrán ve in te hombres de pelear con ciento para v encer los veynte a
los ciento.
Q u e fo rma se terna para que en t o d o el re ino se haga gente de guerra a costa y sin
darles dineros al rey para que sean habiles en tirar de escopetas y saber bien
gobernar
una
pica
que es lo que
agora
se usa.
Toviendo un c a mpo de gente en que oviese gente de cauallo en ellos y en los
enemigos oviese mucha gente a cauallo que ma nera terna para hazer su defensa y
lograr con ella pa ra que los enemigos no los ofendan.
En u na batalla que forma e man era terna el que fuere go vern ador de un campo para
aprovecharse y vengarse de sus enemigos , que ynd ustr ia dará oviendo mu chos mas
enemigos que ellos.
L u e g o , s i g u e n las c ue s t i one s r e l a c i o na da s con el asa l to y a s e d i o de c i u d a d e s o
fo r t i f i c a c i one s , el p a s o de los ríos y la c o n s t r u c c i ó n y n e u t r a l i z a c i ó n de las m i n a s :
Que manera teman para escalar a vista de los enemigos en una mural la que fuese
alta y cada castillo o en ciudad aunq ue el foso sea lleno de agua y c o m o se defen
derán pa ra defender qu e pueda escalar de dia aunq ue los enemigos los ofendan, que
tales han de ser las escalas p ara que pued an subi r tres homb res por ellas a la par
armados , qua l es mejor escalar por la mural la o por la torre .
Q ue fo rma se ha de tener de passar artylleria por un rio que t rae mu ch o agua.
Q ue forma se ha de tener para hazer una pue nte en un rio qu e no esta sobre b ota s,
no sobre barcas ni en s obre ma de ra que pu ed a passa r ar tyl ler ia sob re e l la .
Que forma se ha de tener para ha zer un a mina qu e sea justa para qu e no espire por
ningún lado salvo
que
obre
la
mina.
Q ue fo rma han de tener los que es tán d entr o de una ciudad y m y n a n d o los que
están fuera de hallarles por dond e minan y que la mina no les haga perjuicio.
C o n t i n ú a el c a p i t á n p l a n t e a n d o a l g u n a s s it u a c i o n e s c o n c r e t a s , c o m o las que
s i gue n :
Q ue fo rma se ha de tener para pasar gente por un b ra z o de mar o por un rio en
barcas chicas que sean de p escadores . . .
Q ue fo rma se ha de tener para con gente de o rde na nz a que vayan caminando de
cinco en cinco o de nueve en nueve y estén a tercio de legua de los enemigos y
vengan los enemigos
a
rompe r
en
ellos que los hallen hechos escuadron es antes
que
l leguen a ellos y cada manga de gente pues ta en su lugar . . .
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
2 O 9
La parte final del m em oria l vuelve a centra rse en el tem a de la guerra d e fort i
ficaciones y alcanzar el éxito en su defensa o ataque:
Que forma se terna para llegar a la puerta de un castillo de una ciudad habiendo
muchos traveses y mucha artillería en ellos y llegado junto con las puertas y en
peligro de la gente que pue dan hacer sus estancias junto a las puertas.
Que forma se ha de tener los que estuvieren cerrados en un castillo para avisar a
sus amigos de la necesidad que tienen para que sean socorridos y que los
enemigos no los vean ni entiendan.
Q ue form a se terna para ab rir una puerta de una ciudad o de un castillo sin golpes
y sin llave contra la voluntad de cuya fuere la pu erta.
Q ue forma se terna para entrar en una ciudad por fuerza y ofender a los enemigos
e que los enemigos no los puedan ofender a ellos.
Q ue forma se terna para toma r un castillo que no se pued a m inar ni batir con arti
llería ni se pueda escalar.
Y concluye nuest ro hombre su ba ter ía de cues t iones y preguntas con dos de
carácter «técnico», cuyas respuestas son de induda ble valor para quien d ebe ma ndar
a sus hombres a enfrentarse con tales dificul tades:
Que forma se terna para tomar el alto de una torre o de una muralla sin medula.
Q ue forma se terna de tomar el ancho de un rio sin medillo.
El m em oria l f ina l iza bru scam ente , t ras la form ulac ión de la ú l t im a cues t ión .
N o h a y d e s p e d i d a , n o h a y n i n g u n a c o n s i d e r a c i ó n , n o h a y f e c h a . . . , n a d a .
Indudablemente las cues t iones p lan teadas son importan tes , l as que un «buen»
capi tán debe conocer para mayor eficacia y seguridad de sus hombres en el
combate, en los asedios, en las defensas de fort i f icaciones o en los desplaza
mientos de t ropas . Pero ignoramos los c r i te r ios ap l icados para se lecc ionar jus ta
m ente esas s ituac iones o supuestos , y no o t ros ; y tam poc o no s d ice nada de cóm o
dar la formación necesaria a los oficiales a f in de que estuvieran facul tados o
preparados , no só lo para responder en e l p lano teór ico a todas es tas cues t iones ,
sino para su apl icación práct ica l legado el momento de la acción.
Po r otra parte , hay m otivos para dudar que la reforma contenida en la Ord ena nza
de 1525 l legara a sus úl t imas consecuencias, como lo demuestra la si tuación que
presentan en 1526 —un año después de iniciada— las fortalezas de la costa del
re ino de G ran ada . Si tuac ión que cono cem os gracias a la v i s ita de inspección que
real iza a fines de dicho año Ramiro Núñez de Guzmán, enviado por el emperador
para visi tar «las fortalezas y gentes de guerra deste reino de Granada». Núñez de
Guzmán, de acuerdo con los datos de que disponemos
1 6
, comienza su recorrido el
16.
Los datos siguientes pro cede n de un conjun to de actas o certificaciones que tienen com o
rótulo general «Estado en que se encontraban y municiones de las fortalezas del reino de Granada»,
1526, A G S , Diversos de Castilla, leg. 44, fols. 5 y ss.
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2 I O
ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
11 de novie m bre en M ojácar, do nd e inspecciona la fortaleza y dos días después hace
lo pr op io co n la iglesia, a req uerim iento del pár roc o, para que vea el lamen table estado
en que se encon traba; la visita cont inúa p or A lmería (19 y 20 de nov iem bre), Ad ra
(24 de noviembre) , La Rábi ta (25 de noviembre) , Almuñécar (29 de ese mes) ,
Vélez-Málaga , Nerja y Torrox ( las t res e l 3 de d ic iembre) , Benalmádena (5 de
dic iembre) , Marbel la (7 de d ic iemb re) y Es tepona (8 de d ic iem bre) .
Los resul tados de la visi ta son fáci les de sintet izar: el armamento existente
estaba en pésimas co ndiciones d e conservación y la gran m ayo ría resultaba inservible;
algo mejor estaban las mural las y fort i f icaciones, pero también en un proceso de
claro deterioro; ambas real idades pueden ser consecuencia de la fal ta de ut i l idad
práct ica clara, ya que los esporád icos a taques de los berbe riscos y la amenaza que
suponían no eran lo suficientemente graves como para mantener y desarrol lar de
forma permanente una l ínea de acc ión gubernamenta l t endente a conservar en
perfecto estado y bien dotadas las torres y fortalezas granadinas. De forma que
tod o hace presum ir que lo que vamos a encontra r en este sent id o no van a ser más
que reparac iones in extremis de tal o cual fortaleza y la con cesió n de d otacion es
de las arm as o de los efectivos im presc indibles p ara m an ten er el lugar. La ausencia de
un frente constante y definido puede expl icar una l ínea de acción por parte del
emperador , que luego mantendrían sus descendien tes .
No estaban mejor las cosas en relación con el personal , pues los mandos
habían hecho dejación de sus funciones u obl igaciones en muchos casos, mien
tras que en otros se movían en una inercia inoperante y no fal taban confl ictos y
diferencias co n la po blac ión civi l, sobr e tod o, en los lugares que co ntab an c on u n
establecimiento m il itar grande y una ma yo r dotació n de t rop a; confl ictividad que
será , po r o t ra par te , una c onstan te dura n te m uchas décadas , resu l tand o especial
m ente grave en aquel los lugares dond e no había establecimientos específicos bajo
la administración mil i tar y las poblaciones tenían que asumir la carga del aloja
miento de los so ldados .
Tod os es tos ex t remo s pod em os c om prob ar los en las m em orias de la v i si ta de
N ú ñ e z d e G u z m á n
1 7
. Dichas memorias t ienen todas una elaboración similar:
empiezan consignando la fecha y la presencia del visi tador, que ve el estado de
cosas dejando constancia de los diversos extremos, empezando por lo relat ivo a
las fort i f icaciones y cont inuando con las existencias de armamento, destacando
algunas realidades significat ivas com plem entarias de la inform ación estrictamen te
militar y referentes a las «gentes» de aquel reino.
17 .
C om o los docu me ntos a que nos vamos a referir son fácilmente localizables en la referencia
indicada en la nota anterior y por las fechas indicadas por nosotros en el texto, nos limitaremos a
citar la ciudad d e procedenc ia y así evitaremos n otas superfluas.
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA
DE
PAZZIS
PI
CORRALES
UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
211
E n n u e s t r o c o m e n t a r i o e m p e z a r e m o s por referirnos al a r m a m e n t o . Por
e j emplo ,
en
E s t e p o n a
no
existen
más que
«dos r ibadoq uines encabalgados»
y
«una lombarda de h ierro gruesa sin cu reña» . No es taba mejor «La Ráb i t a de
B u ñ o l » con «un r i b a d o q u í n de me ta l y t re s buzano s de me ta l y q u e b r a d o s y una
l o m b a r d a de h i e r r o q u e b r a d a » . A veces , la s i t uac ión no p a r e c e tan m a l a por
iniciativa de los alcaides de las for ta lezas , como se puede pensa r de frases tales
c o m o la siguiente, la relativa a La Rábi ta : «En el B u ñ o l el alcayde t iene cargo de
las armas dichas y t iene o t ras muchas suyas» , aunque las posib i l idades de tales
a u t o r i d a d e s q u e d a r í a n l i m i t a d a s no a p i ezas de art i l lería , s ino a a r m a m e n t o
indiv idual por tá t i l , según vemos en el caso del alcaide de Salobreña , de qu ien se
dice que t iene, además de las cinco ballestas de rey existentes en la fortaleza, otra s
c inco «muy buenas . . .
con sus
al jabas l le na s. . .
y
bien aparejadas».
El caso de Sa lob reña pue de ser significat ivo resp ecto a lo que ven imo s seña
lando , ya que la villa posee un a fortaleza de las más im pon ente s de la zon a, fortaleza
art i l lada y m u n i c io n a d a de la s igu ien te forma: t res r ibad oqu ines , una lom bar de ta
de h ierro , doce escopetas y un arcabuz , media cu lebr ina quebrada , nueve r iba
doqu ines —de
los que
t re s es t aban qu eb rad os— ,
los
otr os seis
muy mal
c o n s e r
vados y t o d o s sin cu reñas , un t i ro de h i e r r o , un mor t e re t e , once e sp inga rdas de
«tiempo viejo», ciento setenta y cinco ballestas (de las cuales veinticinco carecían
de aparejos
y el
resto eran «de palo
del
t iem po viejo»), t reinta celadas igu alm ente
viejas, un os v einte quintales de pólv ora , diez m edias t inajas de aceite y do sc ien tas
docenas de «almazan vajo sus h ierros»
O t r a de las fortalezas im portantes en la costa del ant iguo reino de G r a n a d a era
la de Alm ería, cuya visita arroja el siguiente resultad o en lo que a rm am ent o respecta:
Primeramente un ribadoquin que es de metal, och o y uno de hierro.
Tres falconetes de metal los dos sin cureñas y ruedas.
Un cañón pedrero que tiene 30
p.
Cuatro lombardas de hierro viejas a necesidad pueden tirar sin cureñas.
Ay otras tres lombardetas qu e
no
pueden tirar
y
son viejas.
Ay muchas vallestas del tiempo de moros y son de palo, y algunas de acero.
Ay cincuenta y quatro espingardas viejas.
Ay treinta y una vallestas que pueden tirar a necesidad, si les compran gafas y
aljabas.
Ay doce aceros de ballestas por encabalgar.
Ay mili tenados de tiempo de moros, poco mas o m enos.
Ay treze barriles de pólvora que puede tener cada uno un quintal y es m uy vieja
que es conveniente renovarse.
Ay enfinidad de jaras de tiem po de moros que no hay quien las quente.
Ay otras vallestas moriscas
de
azero, todas quebradas
q. no
valen na da.
Ay ciento cincuenta lanzas, las mas quebradas y podridas.
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA
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UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
Mandosele el cargo de estas armas al alcaide y dijo que en los libros del Rey estaba,
y también lo tiene el Ade lantado de G ranada p or cuyo nombre está aqui el alcaide
y
porque
es
verdad lo firmo de su nom bre el dicho alcaide...
y
lo que esta en la for ta
leza que toque a armas esta perdido como el señor Ramiro Nu ñez de Guzman lo
vio de sus ojos.
Almuñécar , o t ra de las p lazas im por tan te s , no es taba mejor equipad a , ya que
los c inco r ibado quines que ten ía e ran peq ueñ os , sin cureña y es taban q ueb rad os ,
l o mi smo que dos mor t e re t e s de me ta l «y o t ro s muchos pedazos de t i ros de
metal»; poseía cuatro barri les de «pólvora m ala» y «ballestas y alfanjes y esp in
gardas todo de l t i emp o v ie jo» . N úñ ez de G uz m án sol icitó «la tenencia» de dichas
a rmas al alcaide, Die go Flor es, per o éste le contes tó que él no la tenía, qu e la tenía
D . J u a n
de
Ul loa «quya
es la
tenen cia» .
En cuan to a Vélez Málaga , Nerja
y
Torr ox , sus fortalezas están faltas
de
ar t i
llería; las dos ú l t imas no t ienen ni una sola pieza , la p r imera cuen ta con 10 arca
buces de hierro , 3 ó 4 lomb ardetas igualm ente de h ierro y un r ibadoqu ín de m etal
q u e b r a d o por la mitad. Si tuación parecida a la de M arbel la , de la que nues t ro
informante d ice que t iene cu at ro o c inco lombardas de hierr o faltas de cureña,
con munic iones muy v ie jas , lo m i s m o que ballestas de palo , tod o e l lo a cargo del
alcaide Ju an de Ab rao (?) , y añade :
La fortaleza esta bien reparad a, pero carece de armas
y
de artillería, que les es m uy
necesaria porq ue esta cerran do la mar
y
los enemigos con las faltas siempre pasan
cerca y no tienen con que les tirar.
Y
por lo
que respecta
a
Ad ra , s iempre de nt ro de l aspec to arm am ent í s t ico ,
hay
que señalar la existencia de las siguientes piezas, que están a cargo del alcaide,
Jua n Sedaño: dos r ibadoqu ines (un o de el los que bra do por la mi tad) , ve in t icua t ro
espingardas «viejas de t i e m p o de moros» , ocho ba l les tas «de acero sin n ingún
ade rezo y son dos de estas de palo », otras t rece bal lestas de palo «s in ad erezo de
ninguna cosa» , dos arcabuces quebrados, t rece corazas viejas y desguarnecidas ,
cuatro lanzones viejos y dos medios barriles de alma zen (?) «de tiem po de moros» .
P o r
lo
que respecta
a
las fortificacione s
y
mura l las ,
su
conse rvac ión
y
estado
no eran malos del t o d o y en algunos casos estaban bien. Gracias a la visita de
N ú ñ e z de G u z m á n s a be m o s que la fortaleza de La Rábita (si tuada a orillas del
mar, cuyo ten ien te de alcaide era A n d r é s de C a s t r e jó n , «el qua l es t en i en t e por
el com enda dor Francisco Zapata») ten ía una m ura l la de cien pies de longi tud , que
medía de ancho por la par te baja o ch o pies y seis por la par te super ior ; en cuanto
a la to r re del hom enaje ten ía por una par te t re in ta y cinco pies de g rueso y por
la otra t reinta con una al tura de veinte pies, más o m e n o s y con un grueso de
pared de seis ladrillos .
P o r
su
par te , Es tepo na ten ía « los aposentam ientos
de la
fortaleza
mal
ade re
z a d o s » con dos t o r r e s — u n a de ellas el a p o s e n t o del a lca ide— un id as por un
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ
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MAGDALENA
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UN AMBIENTE
PARA
UNA REFORMA MILITAR
2I3
p a s a d i z o que no e s ta b a n r e p a r a d a s ni se p o d í a n r e p a ra r , sin p u e r t a el « r e g i m i e n t o
d e
la
f o r t a l e z a »
y el del
a l c a i de ,
sin
a g u a ,
sin
igles ia
y sin
c a m p a n a s .
D e las d e s c r i p c i o n e s que c o n s e r v a m o s , una de las más m i n u c i o s a s —si no la
q u e m á s — es la de M o j á c a r , c u y o a l c a id e era J u a n de las H e r a s ; sus m u r a l l a s
e s t a b a n así:
A y de la una esquina de la fortaleza hasta la otra por lo mas ancho della cien pies.
Y tiene a la una esquina un tor re jon hecho pequeño a donde es tán dos tiros
pe que ños de metal y una lombarde ta de hierro . . .
Tiene otro l ienço de setenta pies de largo.
Tiene buen muro, a lmenas y pre ti l .
Tiene otro l ienço otros setenta pies y dos mas este lienço a menester pret i l y
a l m e n a s -
Tiene otro l ienço q. casi la fortaleza es quad rad a y son con este quatro l ienços o tros
setenta pies.
Tiene el m u r o y almenas y pret i l nuevo que se hizo despues que los m o r o s los
c omba t i e ron y después del te r remo to .
Tiene la dicha fortaleza ochenta pies el al to a l rededo r y de grueso cada l ienzo de
los tres tiene siete pies y el uno que que da cinco pies.
Ay o t ro pedaço de lienço que tiene siete pies de grueso que va a la tor re del
omenaje , que tiene cincue nta pies de largo con su pret i l y almenas.
Tiene la torre pr incipal de ancho lo grueso della diciseys pies y por la otra parte
tiene viente pies.
No t iene a lmenas ny preti l . Tiene el alto la dicha torre nueve tapias.
Tiene la dicha to rre un r ibadoq uin de me tal en cima.
Tiene la dicha fortaleza a la pu erta della un balguarte muy caido y malo que tiene
en quadrado cincuenta pies de grueso.
T a m b i é n c o n o c e m o s en lí ne a s ge n e ra l e s las d e f e n s a s de la vi l la y su e s t a d o :
Tiene la vil la alre dedo r en r e d o n d o dos mili y seysçientos y setenta pies.
Tiene la villa cerca de la fortaleza cay do un pedaço de m uro que t iene de y quarenta
y cinco pies de largo.
Tiene este m ur o dos tapias sanas a l rededor de bue n m uro que pued en armas sobre
el sin mye d o .
Tiene la ciudad por acabar alred edor el preti l y almenas sin el pedaço de m u r o que
esta derrocado ocho cientos pies.
L a i n s p e c c i ó n de N ú ñ e z de G u z m á n t a m b i én nos ha d e j a d o una b u e n a
d e s c r i p c i ó n de las de fe ns a s de A d r a , que e r a n de la s i g u i e n t e n a t u r a l e z a :
Tiene la fortaleza quatro l ienços con qua t ro q ubos a cada esquina un o.
Tiene de grueso cada un o de los dichos qubos diziseys pies.
Tiene cada un o de los lienços ciento trey nta pies de squin a a esquina que son q uatr o.
Tiene
de
grueso alrededo r los qu atro l ienços, och o pies
por lo
baxo
y
seys pies
por
lo alto.
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ENR IQUE M ARTIN EZ RUIZ Y MAGDAL ENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
Tienen los dos lienços tres tapias en alto y les falta otra tapia y pretil y alm enas.
Los otros dos lienços tienen los çimios. De fuera y lo mesmo los dos qubos.
Tiene esta fortaleza un rebellín y t orre de omenaje en el.
Tiene quatro lienços q. tienen desquina a esquina setenta y dos pies.
Tiene dos lienços destos q. no están acabados que les falta a cada uno dos tapias
en alto y pretil y almenas.
Tiene otro s dos lienzos que le falta a cada uno media tapia y pretil y almenas.
Tiene la torre del omenaje treynta y quatro pies de grueso en quadrado.
Tiene la pared de la dicha torre po r baxo diez pies de grueso y po r lo alto ocho pies.
Tiene la torre de omenaje veynte pies en alto.
P o r lo que resp ecta a las guarnicio nes o al estad o de fuerza, la visita no es nad a
út i l . Las referencias sob re los ho m bre s en servicio son poq uís im as y nad a s igni
f icativas. De manera que no permiten hacernos una idea clara de la s i tuación,
aun que las perspect ivas q ue se desp rend en de tales datos no so n m uy halagüeñas ,
s i b ien no pod em os descar tar que sean excepcionales y que po r eso precisam ente
se deja constancia de ellas.
En el caso de Marbella, su alcaide declaró que n o sabe s i D ieg o de Vargas, que
tiene la tenen cia, está «obligad o a ten er gente », or de ná nd ole el alcaide que «tuviese
tres om bres» y e l mism o alcaide tendr ía cu atro . En Es te pon a, que ya hemo s vis to
tenía los aposentos de la fortaleza en mal estado, tenía sólo doce lanzas de las
veinte que están en dicha vil la, «en la qual hay veinticinco o veintiséis vecinos»;
el alcaide de la fortaleza t iene pue sto u n h om br e en ella y se cierra la pu erta de la
misma «que sa le a l campo» , para mayor s egur idad tan to de l a v i l l a como de
la fortaleza, con «guarda en ella para estar lo uno y lo otro mas seguro y poderse
valer los unos y los otros en la necesidad».
En definit iva, poca cosa como para poder hacer conjeturas, s i bien no
podemos menos que preguntarnos en qué condiciones es tar ían los soldados dado
el es tado, que ya conocemos , en que se encontraba e l armamento.
Las noticias relativas a los paisanos son igualmente escasas, pero son de muy
variada naturaleza y no siempre conflictivas. Curiosa es la que l lega de Mojácar,
donde Núñez de Guzmán acude a la ig les ia a requer imiento del v icar io de la
misma para que viera cómo a causa del ter remoto quedó «por muchas par tes
resentida y tanto que s i no se remedia se ira en poco t iempo al suelo».
El vicario hace presente que la iglesia no t iene nin gun a ren ta, hasta el extrem o
de que desde hace algunos años no se pagaban las prebendas a los beneficiados,
además del incumplimiento de la voluntad real , ya que
...la reina católica doña Ysabel antes que falleciese enbio un visitador a vesitar las
yglesias deste obispado el qual en nombre de su alteza mando a esta yglesia
quarenta m ili mrs. para reparo y o rname ntos y al tiempo que su alteza mando dar
estos maravedís estava sana y bien reparada y los dichos quare nta mili mrs. no se
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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
2I5
an dado, quel alcayde marchena ve zino de almería a tenido cargo por su alteza de
cobrar los mrs... pero no a dado m aravedí ninguno diziendo que no era su rang o.
El vicario pide al v is i tador que se entreviste con el vecino de Almer í a y
averigüe el m e d i o de cob ra r la suma c i tada para reparar la iglesia y si cob ra r no
fuera posible,
que
avise
al rey
pa ra
que le de una
l imosna
al
t emp lo —pues
los
vecinos son p o b r e s — si quiere evi tar su ru ina comple ta . Igualmente , señala que
hay un lugar a media legua de la villa, que no t iene templo , habi tado por sesenta
vecinos , anexo en lo espiri tual a la iglesia de Mojácar, de do nd e se l levan los o rna
m e n t o s c u a n d o hay que celebrar la misa en dicho lugar, una s i tuac ión que se
mant iene pese a que al v is i tador enviado por la re ina Cató l ica se le o r d e n ó la
entrega
de
60.000 marav edís pa ra
la
con struc ción del edificio sagrado , entrega
que
n u n c a se h izo . Si tuac iones que el vicario p ide se remed ien u t i l i zando al visi tador
rea l como po r t avoz
en la
cor te .
Las not icias que llegan de Bena lmádena son muy diferentes y d e n u n c i a n la
mala relación existente entre vecinos y gua rdas . Uno de los lugareñ os , F rancisco
Medrano , d i j o ba jo j u ramen to que r i ñ e r o n con los so ldados para que éstos se
fueran a sus aposen tos , mien t ra s que o t ro vec ino , l l amado Vald iv ieso , t ambién
ba jo j u ramen to an t e Núñez de G u z m á n :
...dixo que las guardas vienen aquí muchas vezes y se están jugam do y holgando
en la villa dos
o
tres oras de noche y... que el alcaide Ribera q ue tam bién es reque-
ridor de la costa se va de la fortaleza desta villa un mes y dexa la fortaleza y queda
en ella una m uger y esto es muchas vezes en el año .../ ansi mism o les fue pregun
tado que daño an hecho los enfieles en esta costa dixeron que a dos años poco mas
o m enos... se llevaron quarenta pescadores de torr e de m olinos , una legua a levante
desta villa y también se les acuerda a estos testigos que de cinco años a esta
parte an llevado m uchas guardas y pastores que no se acuerdan la cantidad, mas
que de que son m uchos.
Los tes t igos acabaron su declarac ión d ic iend o que las G uard as de esa villa se
iban
a
Málaga , abandonando
sus
estancias,
que
que dan so las, dur an te t res
o
cuatro días.
Si un imos todas es tas re ferencias podemos pensar que los m i e m b r o s de las
Gu arda s estaban mal armad os, mal instalados y mal disciplinados. De sgraciadam ente
es p ro n to pa ra que podam os p ronun c ia rnos sob re la veracidad de esas cuestio nes .
S í p o d e m o s d e c i r que la re l ac ión con los p a i s a n o s no s i e m p r e es confl ic t iva .
A veces, se recu r re a los lugareños para c ie r tos t raba jos , co m o sucede en Adra ,
d o n d e el v i s i tado r « m ando ver la fortaleza a c ier tos vez inos» p ara que evaluaran
el cos to de lo que faltaba por cons t ru i r en la misma ; ob ras que fuero n tasadas en
250.000 maravedís.
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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES
UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR
Al margen de tales hechos y circunstancias, los datos recogidos parecen
indicar que era necesario un gran esfuerzo para arreglar el estado de cosas impe
rante en las Guardas de la costa del reino de Granada, algo que puede ser perfec
tam ente extrapolable al resto de fuerzas asimilables a estas, incluidas las G uar das .
El lo unido a que la guerra va a ser una empresa preferentemente exterior y que
el suelo peninsular parec e seguro , salvo en la raya fronteriza, m otivará q ue Carlos V
y sus colaboradores mil i tares vayan prestando atención creciente a las t ropas que
combat ían fuera de la Penínsu la , unas t ropas que rec ib i rán también su reforma,
en 1536 —que para algunos es el verdadero arranque de los Tercios— y cuya
organizac ión y desarro l lo segui rán con a tención
1 8
. Al contrario de lo que sucede
con las t ropas peninsulares, a las que sólo se dedican cuidados esporádicos al
agravarse la si tuación o hacerse más intensa la amenaza exterior; pero tales
cuidados son ocasionales y carecen de la cont inuidad necesaria para que real
m ent e fueran fruct í feros en la m edida d eseada. Esto , ta l vez, expl ique la especta-
cularidad y eficacia de los que serían llamados Tercios y la m edioc r idad de unas
Guardas que nunca fueron rea lmente puestas a prueba .
En definitiva, a fines de la década de los años treinta se perfilaba el sistema
mil i tar que predominaría en el interior de la Península y unos años después
empezaría a configurarse y a consol idarse lo que será el s istema exterior de
nuestro ejército que tendrá en el tercio su pieza clave y más significativa, siguiendo
a m b o s m o d e l o s u n a d i r e c c i ó n d i v e r g e n t e , c o m o h e m o s s e ñ a l a d o , y r e c i
b ie n do una a tención co nstan te e l ex ter ior y esporádica y nun ca de en t idad e l de l
interior. Algo que empezó a ponerse de manifiesto a fines de los años t reinta,
como podemos comprobar en e l l amentab le es tado de las Guardas , descr i to por
la emperatriz Isabel en una carta de 1529 dirigida a su marido
1 9
, de camino hacia
Ital ia , que demuestra cómo la Ordenanza de 1525 resul tó solamente y en el mejor
de los casos una dec larac ión de pr inc ip ios , pero no la promulgación de un
proyecto con vocación de fu turo .
18. Vid. sob re el part icula r ALBI DE
LA CUESTA,
J.: De Pavía a Rocroi. Los tercios de infantería
española en los
siglos XVI
y XVII. Madrid, 1999.
19. C ar ta qu e reco ge y co m en ta QUATREFAGES: Op. cit., pp. 295 y ss., sacando unas conclu
siones con las que coincidimos.
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