declaración política del x festival nacional de la juventud
Post on 13-Jul-2015
404 Views
Preview:
TRANSCRIPT
DECLARACIÓN POLÍTICA DEL X FESTIVAL NACIONAL DE LA JUVENTUD
Con la alegría, la creatividad, la esperanza y el anhelo de fortalecer un movimiento
juvenil que está llamado a superar la dispersión y la carencia de referentes, a
través de la unidad, nos reunimos en la ciudad de Bucaramanga los días 2, 3 y 4
de Noviembre jóvenes de todos los departamentos y regiones, de los más
diversos sectores y expresiones sociales, estudiantiles, ambientalistas, de
campesinos, trabajadores y barristas; del movimiento por la liberación sexual y de
género, de expresiones culturales, artísticas y políticas, en este X Festival
Nacional de la Juventud, en el cual se cumplen 30 años de este gran movimiento
de festivales que, históricamente, han representado los anhelos de la juventud en
la búsqueda de la paz con justicia social.
Esta vez, unidos y unidas por la paz a la medida de nuestros sueños, no como
una simple consigna, sino como expresión del más profundo sueño transformador
de los y las jóvenes en el país, entendemos que la idea de este Festival, es la idea
de que hoy los y las jóvenes derrotamos la indiferencia y abrimos las puertas de la
participación en política, como parte activa en las grandes transformaciones que
se avizoran en Colombia. Construir y llenar de contenido las consignas de
la soberanía, de la democracia y de la paz con justicia social; de la diversidad,
la pluralidad y heterogeneidad. La juventud colombiana comprende que puede
enmarcarse en una lucha decidida sobre la base de estas perspectivas.
El momento político del país está atravesado por inmensas contradicciones al
interior de los sectores en el poder. Por una parte, el Gobierno Nacional, en
cabeza del presidente Juan Manuel Santos enfrenta una impopularidad de cerca
del 70%, producto de su intento de consolidación del modelo de acumulación por
despojo, en donde ha venido afianzando la idea de las llamadas locomotoras de la
miseria, con especial énfasis en la minero-energética, para la consolidación del
modelo extractivita; así también, la implementación y profundización del modelo
del libre comercio, frente a lo cual se vienen adelantando negociaciones de
nuevos acuerdos de este tipo con países como Corea del Sur e Israel, así como el
intento por revivir el ALCA, a través de la Alianza del Pacífico, todo esto, cuando
ya son claros los nefastos efectos de estas políticas en el país. Dentro de ello,
mantiene una lógica demagógica, en cuanto a la garantía de derechos sociales, en
donde su política, continúa orientándose a buscar los caminos para privatizar lo
poco que aún se mantiene como público, reflejo de ello es la profunda crisis de la
salud y la educación colombianas. De igual forma, se perpetúa el discurso
ambivalente frente a la paz, pues aun cuando se dialoga sobre esta, se mantiene
intacto el presupuesto para la guerra, a su vez, que se robustecen las fuerzas
militares y de policía, en el marco de una doctrina militar basada en la lógica del
enemigo interno. Por otro lado, las ansias guerreristas del uribismo buscan, a toda
costa, la vuelta al poder, con el fin de consolidar su modelo de estado confesional,
desde la perspectiva neoliberal y mafiosa, que en ocho años de gobierno del
expresidente Álvaro Uribe Vélez no se lograron consolidar. Su herramienta, en
esta ocasión, es un continuo lanzamiento de dardos al proceso de paz.
A partir de ello, la situación de la juventud colombiana, continúa siendo cada vez
más precaria, pues la posibilidad de construir un proyecto de vida digno, de
desarrollar identidades culturales, urbanas y rurales propias enfrenta enormes
dificultades. El derecho mismo a ser joven se encuentra cercenado en las
dificultades para acceder a la educación pública, al empleo digno y al sistema de
seguridad social y pensiones, consecuencia directa de la implementación de un
modelo en donde los y las jóvenes no somos más que mano de obra barata para
las transnacionales y los monopolios nacionales, o pie de fuerza para engrosar las
filas de las fuerzas militares. Por lo cual, seguimos rechazando con ímpetu el
servicio militar obligatorio, invitando a afianzar los procesos de objeción de
conciencia.
En los últimos tiempos, brotan en el país vientos de
cambio y, sabemos pues, que nos encontramos ante un auge de la movilización
social y popular, con grandes hitos como el movimiento estudiantil a partir de
2011, a través de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, el movimiento indígena
desde esa Minga que hoy recorre valles y montañas y, cómo no, el valiente
movimiento campesino, que desde la Mesa de Interlocución y Acuerdo –MIA-, el
Coordinador Nacional Agrario –CNA- y otras expresiones, nos llama a la más
profunda unidad por la defensa del territorio y el rechazo al modelo agro-minero-
industrial de la muerte y el saqueo, al que se ha sometido al campesinado
colombiano. Es este un resurgir de la rebeldía popular que trae consigo, la
rebeldía juvenil y que se manifiesta en el fortalecimiento de un gran movimiento
por la defensa del espacio desde la perspectiva del territorio, producto de la
indignación que despierta la exclusión política, la marginalidad y la represión,
únicas respuestas dadas por un régimen político, a todas luces, obsoleto.
Los y las jóvenes del país rodeamos entonces la Mesa
de Diálogos de La Habana entre las FARC-EP y el Gobierno de Colombia, como
un escenario que responde al clamor nacional de una Salida Política al Conflicto
Social y Armado, que encuentra en estas conversaciones una nueva posibilidad
para la reconciliación y la búsqueda de la paz, como lo representa también la
eventual apertura de unos diálogos entre el ELN y el gobierno nacional. Ahora
bien, los y las jóvenes reunidos y reunidas en este Festival, entendemos que no es
posible ni deseable hablar de una paz a secas, de la paz de los sepulcros y el
silenciamiento de los fusiles con la que sueñan los apologetas de la guerra, sino
que es necesario hablar de paz, desde la justicia social, desde las verdaderas
posibilidades de democratizar el país y de construir ésta, no solamente entre el
Gobierno Nacional y las guerrillas, sino a partir de una participación activa de la
sociedad civil que hoy exige un lugar en la mesa, además de un Cese al
Fuego bilateral y un escenario democrático de refrendación de acuerdos, que
encuentra en la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente un
escenario posible para ello, pero además, para avanzar en la construcción de un
escenario de discusión política nacional deliberativo y participativo mucho más
amplio.
La decisión de la paz no reposa, exclusivamente, en el Presidente de la República.
Por tanto, rechazamos de manera vehemente el llamado referendo por la paz,
impulsado de manera unilateral por el presidente Juan Manuel Santos, ante el
Congreso de la República, el cual da carta blanca para que éste someta a
consideración cualquier iniciativa que se le ocurra, de tajo antidemocrática, que no
recoge el consenso de las mayorías, abiertamente inconsulto y que, de ninguna
manera, impulsa los diálogos, sino que por el contrario, marca los ritmos del
proceso de paz en función de su afán reeleccionista.
Decimos entonces que hoy Colombia se halla en un
momento propicio para grandes cambios, impulsado por un pueblo que no
aguanta más un régimen caduco, que representa los intereses de la oligarquía
colombiana, sometiendo al pueblo a una crisis profundizadora de la
criminalización, a la falta de reconocimiento de la territorialidad, a la ausencia de la
participaciónpolítica y a la vulneración de los derechos económicos colectivos y
sociales; por lo que proponemos a la juventud colombiana articular y desarrollar un
amplio, diverso e incluyente Movimiento Juvenil por la Paz con Justicia Social,
la Solución Política y los Derechos Juveniles, que se impulse esta noción de
paz como el componente por excelencia para la consecución de una vida digna, la
participación en una amplia lógica que garantice la intervención directa sin
mediaciones en la solución de sus más acuciantes problemas, la lucha por la
educación como una bandera de dignificación y emancipación de nuestra
condición de jóvenes y la desmilitarización como el aporte más sentido a la
finalización de la guerra.
En este sentido y como un impulso a este propósito de articulación y lucha por la
paz, desarrollaremos en esta etapa y con los aportes del X Festival Nacional, la
hoja de ruta trazada para el desarrollo de iniciativas como la lucha por el desmonte
del ESMAD, la Objeción de Conciencia al Servicio Militar Obligatorio, la campaña
por el trabajo digno, la campaña por la derogación de la ley 100 y su reforma, y la
Marcha Nacional de Jóvenes por la Paz con Justicia Social, por los derechos
juveniles, y de impulso de la Asamblea Nacional Constituyente, entendiendo que
los y las jóvenes de Colombia somos poder constituyente y que Vamos avanzando
hacia un movimiento juvenil por la paz con justicia social y la solución política al
conflicto social y armado, con las más diversas iniciativas.
Los jóvenes colombianos nos sumamos a este gran torrente de transformación
que hoy recorre el mundo entero y se asienta en América Latina con la esperanza
de trastocar las fibras más sensibles del modelo, permitiéndonos avanzar en la
construcción de un nuevo modo de vida. Por tanto, desde el X Festival Nacional,
saludamos el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se realizará
en la hermana ciudad de Quito-Ecuador, entre los días 7 y 13 de diciembre,
disponiéndonos a partir de este momento a contar con una gran participación en
este escenario como un grito de rebeldía juvenil y estudiantil contra el
imperialismo, un grito de dignidad por la autodeterminación y la vida.
top related