declaración política del x festival nacional de la juventud

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DECLARACIÓN POLÍTICA DEL X FESTIVAL NACIONAL DE LA JUVENTUD Con la alegría, la creatividad, la esperanza y el anhelo de fortalecer un movimiento juvenil que está llamado a superar la dispersión y la carencia de referentes, a través de la unidad, nos reunimos en la ciudad de Bucaramanga los días 2, 3 y 4 de Noviembre jóvenes de todos los departamentos y regiones, de los más diversos sectores y expresiones sociales, estudiantiles, ambientalistas, de campesinos, trabajadores y barristas; del movimiento por la liberación sexual y de género, de expresiones culturales, artísticas y políticas, en este X Festival Nacional de la Juventud, en el cual se cumplen 30 años de este gran movimiento de festivales que, históricamente, han representado los anhelos de la juventud en la búsqueda de la paz con justicia social. Esta vez, unidos y unidas por la paz a la medida de nuestros sueños, no como una simple consigna, sino como expresión del más profundo sueño transformador de los y las jóvenes en el país, entendemos que la idea de este Festival, es la idea de que hoy los y las jóvenes derrotamos la indiferencia y abrimos las puertas de la participación en política, como parte activa en las grandes transformaciones que se avizoran en Colombia. Construir y llenar de contenido las consignas de la soberanía, de la democracia y de la paz con justicia social; de la diversidad, la pluralidad y heterogeneidad. La juventud colombiana comprende que puede enmarcarse en una lucha decidida sobre la base de estas perspectivas. El momento político del país está atravesado por inmensas contradicciones al interior de los sectores en el poder. Por una parte, el Gobierno Nacional, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos enfrenta una impopularidad de cerca del 70%, producto de su intento de consolidación del modelo de acumulación por despojo, en donde ha venido afianzando la idea de las llamadas locomotoras de la miseria, con especial énfasis en la minero-energética, para la consolidación del

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Page 1: Declaración política del x festival nacional de la juventud

DECLARACIÓN POLÍTICA DEL X FESTIVAL NACIONAL DE LA JUVENTUD

Con la alegría, la creatividad, la esperanza y el anhelo de fortalecer un movimiento

juvenil que está llamado a superar la dispersión y la carencia de referentes, a

través de la unidad, nos reunimos en la ciudad de Bucaramanga los días 2, 3 y 4

de Noviembre jóvenes de todos los departamentos y regiones, de los más

diversos sectores y expresiones sociales, estudiantiles, ambientalistas, de

campesinos, trabajadores y barristas; del movimiento por la liberación sexual y de

género, de expresiones culturales, artísticas y políticas, en este X Festival

Nacional de la Juventud, en el cual se cumplen 30 años de este gran movimiento

de festivales que, históricamente, han representado los anhelos de la juventud en

la búsqueda de la paz con justicia social.

Esta vez, unidos y unidas por la paz a la medida de nuestros sueños, no como

una simple consigna, sino como expresión del más profundo sueño transformador

de los y las jóvenes en el país, entendemos que la idea de este Festival, es la idea

de que hoy los y las jóvenes derrotamos la indiferencia y abrimos las puertas de la

participación en política, como parte activa en las grandes transformaciones que

se avizoran en Colombia. Construir y llenar de contenido las consignas de

la soberanía, de la democracia y de la paz con justicia social; de la diversidad,

la pluralidad y heterogeneidad. La juventud colombiana comprende que puede

enmarcarse en una lucha decidida sobre la base de estas perspectivas.

El momento político del país está atravesado por inmensas contradicciones al

interior de los sectores en el poder. Por una parte, el Gobierno Nacional, en

cabeza del presidente Juan Manuel Santos enfrenta una impopularidad de cerca

del 70%, producto de su intento de consolidación del modelo de acumulación por

despojo, en donde ha venido afianzando la idea de las llamadas locomotoras de la

miseria, con especial énfasis en la minero-energética, para la consolidación del

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modelo extractivita; así también, la implementación y profundización del modelo

del libre comercio, frente a lo cual se vienen adelantando negociaciones de

nuevos acuerdos de este tipo con países como Corea del Sur e Israel, así como el

intento por revivir el ALCA, a través de la Alianza del Pacífico, todo esto, cuando

ya son claros los nefastos efectos de estas políticas en el país. Dentro de ello,

mantiene una lógica demagógica, en cuanto a la garantía de derechos sociales, en

donde su política, continúa orientándose a buscar los caminos para privatizar lo

poco que aún se mantiene como público, reflejo de ello es la profunda crisis de la

salud y la educación colombianas. De igual forma, se perpetúa el discurso

ambivalente frente a la paz, pues aun cuando se dialoga sobre esta, se mantiene

intacto el presupuesto para la guerra, a su vez, que se robustecen las fuerzas

militares y de policía, en el marco de una doctrina militar basada en la lógica del

enemigo interno. Por otro lado, las ansias guerreristas del uribismo buscan, a toda

costa, la vuelta al poder, con el fin de consolidar su modelo de estado confesional,

desde la perspectiva neoliberal y mafiosa, que en ocho años de gobierno del

expresidente Álvaro Uribe Vélez no se lograron consolidar. Su herramienta, en

esta ocasión, es un continuo lanzamiento de dardos al proceso de paz.

A partir de ello, la situación de la juventud colombiana, continúa siendo cada vez

más precaria, pues la posibilidad de construir un proyecto de vida digno, de

desarrollar identidades culturales, urbanas y rurales propias enfrenta enormes

dificultades. El derecho mismo a ser joven se encuentra cercenado en las

dificultades para acceder a la educación pública, al empleo digno y al sistema de

seguridad social y pensiones, consecuencia directa de la implementación de un

modelo en donde los y las jóvenes no somos más que mano de obra barata para

las transnacionales y los monopolios nacionales, o pie de fuerza para engrosar las

filas de las fuerzas militares. Por lo cual, seguimos rechazando con ímpetu el

servicio militar obligatorio, invitando a afianzar los procesos de objeción de

conciencia.

En los últimos tiempos, brotan en el país vientos de

cambio y, sabemos pues, que nos encontramos ante un auge de la movilización

social y popular, con grandes hitos como el movimiento estudiantil a partir de

2011, a través de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, el movimiento indígena

desde esa Minga que hoy recorre valles y montañas y, cómo no, el valiente

movimiento campesino, que desde la Mesa de Interlocución y Acuerdo –MIA-, el

Coordinador Nacional Agrario –CNA- y otras expresiones, nos llama a la más

profunda unidad por la defensa del territorio y el rechazo al modelo agro-minero-

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industrial de la muerte y el saqueo, al que se ha sometido al campesinado

colombiano. Es este un resurgir de la rebeldía popular que trae consigo, la

rebeldía juvenil y que se manifiesta en el fortalecimiento de un gran movimiento

por la defensa del espacio desde la perspectiva del territorio, producto de la

indignación que despierta la exclusión política, la marginalidad y la represión,

únicas respuestas dadas por un régimen político, a todas luces, obsoleto.

Los y las jóvenes del país rodeamos entonces la Mesa

de Diálogos de La Habana entre las FARC-EP y el Gobierno de Colombia, como

un escenario que responde al clamor nacional de una Salida Política al Conflicto

Social y Armado, que encuentra en estas conversaciones una nueva posibilidad

para la reconciliación y la búsqueda de la paz, como lo representa también la

eventual apertura de unos diálogos entre el ELN y el gobierno nacional. Ahora

bien, los y las jóvenes reunidos y reunidas en este Festival, entendemos que no es

posible ni deseable hablar de una paz a secas, de la paz de los sepulcros y el

silenciamiento de los fusiles con la que sueñan los apologetas de la guerra, sino

que es necesario hablar de paz, desde la justicia social, desde las verdaderas

posibilidades de democratizar el país y de construir ésta, no solamente entre el

Gobierno Nacional y las guerrillas, sino a partir de una participación activa de la

sociedad civil que hoy exige un lugar en la mesa, además de un Cese al

Fuego bilateral y un escenario democrático de refrendación de acuerdos, que

encuentra en la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente un

escenario posible para ello, pero además, para avanzar en la construcción de un

escenario de discusión política nacional deliberativo y participativo mucho más

amplio.

La decisión de la paz no reposa, exclusivamente, en el Presidente de la República.

Por tanto, rechazamos de manera vehemente el llamado referendo por la paz,

impulsado de manera unilateral por el presidente Juan Manuel Santos, ante el

Congreso de la República, el cual da carta blanca para que éste someta a

consideración cualquier iniciativa que se le ocurra, de tajo antidemocrática, que no

recoge el consenso de las mayorías, abiertamente inconsulto y que, de ninguna

manera, impulsa los diálogos, sino que por el contrario, marca los ritmos del

proceso de paz en función de su afán reeleccionista.

Page 4: Declaración política del x festival nacional de la juventud

Decimos entonces que hoy Colombia se halla en un

momento propicio para grandes cambios, impulsado por un pueblo que no

aguanta más un régimen caduco, que representa los intereses de la oligarquía

colombiana, sometiendo al pueblo a una crisis profundizadora de la

criminalización, a la falta de reconocimiento de la territorialidad, a la ausencia de la

participaciónpolítica y a la vulneración de los derechos económicos colectivos y

sociales; por lo que proponemos a la juventud colombiana articular y desarrollar un

amplio, diverso e incluyente Movimiento Juvenil por la Paz con Justicia Social,

la Solución Política y los Derechos Juveniles, que se impulse esta noción de

paz como el componente por excelencia para la consecución de una vida digna, la

participación en una amplia lógica que garantice la intervención directa sin

mediaciones en la solución de sus más acuciantes problemas, la lucha por la

educación como una bandera de dignificación y emancipación de nuestra

condición de jóvenes y la desmilitarización como el aporte más sentido a la

finalización de la guerra.

En este sentido y como un impulso a este propósito de articulación y lucha por la

paz, desarrollaremos en esta etapa y con los aportes del X Festival Nacional, la

hoja de ruta trazada para el desarrollo de iniciativas como la lucha por el desmonte

del ESMAD, la Objeción de Conciencia al Servicio Militar Obligatorio, la campaña

por el trabajo digno, la campaña por la derogación de la ley 100 y su reforma, y la

Marcha Nacional de Jóvenes por la Paz con Justicia Social, por los derechos

juveniles, y de impulso de la Asamblea Nacional Constituyente, entendiendo que

los y las jóvenes de Colombia somos poder constituyente y que Vamos avanzando

hacia un movimiento juvenil por la paz con justicia social y la solución política al

conflicto social y armado, con las más diversas iniciativas.

Los jóvenes colombianos nos sumamos a este gran torrente de transformación

que hoy recorre el mundo entero y se asienta en América Latina con la esperanza

de trastocar las fibras más sensibles del modelo, permitiéndonos avanzar en la

construcción de un nuevo modo de vida. Por tanto, desde el X Festival Nacional,

saludamos el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se realizará

en la hermana ciudad de Quito-Ecuador, entre los días 7 y 13 de diciembre,

disponiéndonos a partir de este momento a contar con una gran participación en

este escenario como un grito de rebeldía juvenil y estudiantil contra el

imperialismo, un grito de dignidad por la autodeterminación y la vida.