cuentos de xopa
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8/17/2019 Cuentos de Xopa
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Monkape
Un día lluvioso, en cualquier tiempo, en cualquier ciudad de nuestro
México, en uno de esos cinturones de miseria que suelen refejar el
desarrollo de los pueblos; cobijado por el río de cuatro paredes de
cartón y un techo de lminas viejas, en!alanadas por clavos y
corcholatas aplastadas, nació rata sarnosa, producto de una de tantas
noches de vicio en los basureros a cielo abierto"
#u padre era uno de los muchos pepenadores que pululan por ahí en
busca de papel, cartón o peda$os de %erro viejo que pueden vender para
comprar alcohol y así atenuar el hambre ancestral que los acompa&a"
#u madre, una mujer demacrada con los senos vacíos y la piel reseca,
había perdido la edad y los ras!os aciales bajo una capa de mu!re y
mal olor"
'oco o nada se puede decir de la ni&e$ de rata sarnosa, salvo que vivió
entre tiras de papel dejadas por las ratas, lamido (no sé si por cari&o o
por hambre ) por perros amélicos que entraban y salían de su casa" #in
embar!o, era la *nica compa&ía que tenía, ya que su madre sólo lle!aba
por las noches, y muy entrada en humos alcohólicos" #e puede decir quelle!ó precipitadamente a su juventud, juventud que inició a los seis a&os
de haber aparecido en el amar!o escenario de su existencia"
Rata sarnosa era pues, un joven que no le importaba a nadie ms que a
esos perros huesudos, envueltos en una piel sarnosa y purulenta, con
quienes se disputaba, entre ladridos y !arrota$os, las sobras putreactas
de basura que podían servirles de alimento"
+as noches invernales las !uardaba en bolsas de polietileno junto con los
días lluviosos; los días soleados los atesoraba en una caja repleta de
experiencias"
Muy pronto ue recompensado por la vida" ntre aquel mundo de basura
y mu!re, aprendió el o%cio de reclamador de limosnas; aquello se lo
ense&ó un viejo pepenador que durante un tiempo lo explotó
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inmisericordemente a cambio de dejarlo comer las sobras de su comida,
pero que murió en una triulca con otros cole!as" -al hecho dejó a rata
sarnosa en condiciones de ser su propio patrón, y de aprender un mejor
o%cio. el de ne!ociar unas monedas a cambio de car!ar las bolsas a las
se&oras y hacer uno que otro mandado" / también, de paso, una que
otra ratería en el mismo supermercado" 0sí pudo ase!urar su
alimentación en condiciones ms di!nas, hasta que por %n lle!ó a la
mayoría de edad" 1abía lle!ado el momento de obtener un apelativo de
respeto que supliera al de rata sarnosa que tanto le recordaba las
patadas y los palos recibidos; había lle!ado el momento de reclamar sus
derechos y marcar su territorio; había lle!ado a la mayoría de edad y
eso había que celebrarlo"
#alió de los límites del basurero y en la primera esquina arrebató una
bolsa con comida y dulces a unos ni&os que ju!aban en el parque"
mprendió la u!a hacia su vieja casa y armó la comelitona" 0quella
noche no pasaría hambre; después de devorar tan suculentos manjares
y de inhalar una me$cla de pe!amento y thinner que !uardaba
celosamente en una botella de plstico, se quedó dormido en su sucia
cama" 'or %n tenía trece a&os"l ruido de los camiones recolectores de basura y las violentas
expresiones de los pepenadores, lo despertaron a su nueva vida" #e
rotó el rostro con sus huesudas manos, se estiró cuan lar!o era y salió
de aquella cueva de cartón" chó una *ltima mirada a aquel mar de
basura y emprendió la marcha decidida sin voltear a ver una sola ve$"
'enetró en la enorme ciudad sopesando las posibilidades que tenía de
dar un !ran !olpe y obtener un buen botín; al %n que la suerte estaba
echada y él nunca re!resaría a la basura ni a los cinturones de miseria
donde había pasado su des!raciada vida"
2espués de caminar varias cuadras de aquella amplia avenida, se topó
con una rosticería" 34'or qué no5 6pensó3" Un peda$o de pollo sería
bueno para empe$ar el día3" / ya puesto en acción, emprendió una
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rpida carrera" 7i!$a!ueó entre los transe*ntes y, cual fecha que sale
velo$ del arco, estiró la mano hacia el caliente rosti$ador y prendió una
suculenta pierna de pollo" l auda$ ca$ador parecía volar" 2io vuelta a la
esquina y de pronto8 todo se volvió a$ul"
'or un momento no supo que pasaba, pero cuando levantó la vista se
percató que había chocado con un policía y éste ya lo llevaba en
volandas, asido por la mano, mientras el enmandilado propietario de la
rosticería proería ruidosos insultos" 390 la carcel: 6!ritaba3, 9a la carcel:3"
'or primera ve$, rata sarnosa subiría a un automóvil;
desaortunadamente, era la patrulla de policía que lo trasladó a la
dele!ación sin mayores averi!uaciones" ue puesto tras las rejas, no sin
antes surir un par de patadas en el trasero que no le dolieron tanto
como haber abandonado su rico botín a orillas de aquella maloliente
alcantarilla"
Rata sarnosa no sabía qué hacer; sus tripas se peleaban como perros y
!atos entre un !ru&idero que ms parecía un llamado de auxilio, pero
nadie lo tomaba en cuenta" 'ara el medio día, su peque&o ombli!o ya se
rascaba en las salientes de la espina dorsal" 2e pronto dos uertes
!olpes resonaron en sus oídos, se abrió la reja y aquella vo$ lo volvió a larealidad. 390 comer, $n!anos:, 9a comer:3 +os prisioneros ormaron
rpidamente dos %las y dos re!ordetes cocineros empe$aron a repartir la
comida" Uno de los prisioneros lo jaló de la mano poniéndolo en una de
las %las mientras un viejo le ponía en las manos un cuenco de cartón, el
cual de inmediato le llenaron con un ma$acote de arro$ y rijoles
acompa&ados de un pu&o de tortillas" -odo aquello rebasaba los límites
de su entendimiento" <orrió a un rincón y por primera ve$ comió sin
temor a que le quitaran su alimento" <uando terminó de lamer su cartón,
hi$o sus clculos. si por una pierna de pollo le daban eso, 4qué le darían
por un pollo entero5
-odo marchaba de maravillas" #u vida había dado un !iro de ciento
ochenta !rados; tenía tres comidas se!uras día tras día, a!ua hasta para
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ba&arse y un buen lecho para dormir" <laro que el trato no era muy
amable, pero sí mejor que el que le dieron sus anti!uos protectores"
-odo parecía un sue&o" 0l día si!uiente, tendría una satisacción ms.
uno de sus compa&eros de ortuna, porque para él era una ortuna haber
caído en ese =paraíso>, le !ritó. 391ey, t*, mono cara de perro:, ven para
ac3" l cocinero recriminó al !ritón. 39<almado, llantas, calmado:, trata
al muchacho con ms respeto3, le dijo" l llantas haciendo !ala de chispa
e in!enio le contestó. 3st bien, viejo" 4?ué te parece si le llamo
Monkape5, con @a para que se escriba bien y no se oi!a tan mal3"
0quello era ms de lo que rata sarnosa podía esperar" Monkape8 0l %n
tenía un nombre decente. Mon-ka-pe; no le importaba que su nuevo
nombre si!ni%cara mono cara de perro" -anta elicidad no podía durar
mucho tiempo" 0l mediodía si!uiente, unos !uardias lo llevaron ante
unas damas de la alta sociedad, de esas que or!ani$an %estas de
bene%cencia, hablan de prodi!ar ayuda a todo el mundo, declaran en las
revistas emeninas su desa!rado por el maltrato a la ni&e$, luchan
enconadamente contra el aborto y terminan en !randes chismes en los
caés" sas damas habían lo!rado la libertad de Monkape y declararon
en la radio y la televisión que no permitirían ms abusos contra menoresde edad"
Monkape ue puesto nuevamente en las calles" Atra ve$ a enrentar el
río, la depravación, el vicio; pero sobre todo, el hambre" Atra ve$ a los
basureros, otra ve$ a pelear con los perros un mendru!o y un lu!ar entre
los cartones o las alcantarillas que pudieran servirles de casa; otra ve$ a
pedir limosna, a robar, a caminar descal$o sobre camas de vidrio; otra
ve$ a tra!ar ue!o y a morir lentamente hora tras hora sin importarle a
nada ni a nadie"
n ese no vivir transcurrieron dos a&os ms de su desastrosa vida" +a
sarna y el vicio se incrementaron" n ese tiempo conoció los humos del
alcohol, ue violado por sus compa&eros de arra, desarrolló una extra&a
enermedad que, se!*n le dijeron lue!o, era tuberculosis" / todo !racias
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a aquellas damas que lo habían sacado de la crcel y lo habían devuelto
al in%erno de su libertad" sas damas que le recordaban
reminiscentemente a otras damas que impidieron que su madre lo
abortara" 'ero no hay mal que dure cien a&os, ni cuerpo que los resista,
re$a el ada!io"
0l %n una dama, una verdadera dama, se compadeció de él" Una dama
tan ría, hambrienta y faca como él" Una que se llamaba Parka, también
asi, con @a, como Monkape, quien amaneció muerto a la edad de quince
a&os"
0quello a nadie extra&ó, ya que aquel remedo de humano podía haber
muerto de cualquier cosa" 0quel día su espíritu recorrió todo el país, y
descubrió que en todas las ciudades existen de esas piadosas damas
que luchan contra el aborto haciendo %estas y saliendo en televisión,
para traer a la vida (si eso puede llamarse vivir), a cientos de monkapes
como él"
Monkape lle!ó a una !ran sala de espera" Bba vestido con una t*nica
blanca y su piel resplandecía de limpia; no le quedaba una sola mancha
de mu!re, ni una pi$ca de sarna" #e acercó a una de las muchas almas
que esperaban en aquel lu!ar y pre!untó. 34?ué es aquí53" 0quellapersona le respondió. 3sto, ami!uito, es el limbo" Un lu!ar en donde
esperan los que mueren, hasta ser llamados para asi!narlos a una vida
eli$3" Co entendió nada, pero eso no le importaba" +o que le importaba
era que lle!ara la hora de comer, aunque tenía que reconocer que ya no
sentía aquella sensación de su ombli!o rascndose contra las salientes
de su espina dorsal"
Co supo cunto tiempo esperó, hasta que un se&or de luen!a barba le
pre!untó. 34-u nombre"""53" 3Monkape, monkape con @a, se&or3,
respondió rpidamente" 6Monkape8 Monkape8 Monkape83, iba
repitiendo su interlocutor mientras buscaba aanoso en una lar!a lista"
3Co, no, no8, monkape no aparece en esta lista3, dijo al tiempo que
llamó a otra persona" 30dministrador, este joven no aparece en la lista3"
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#e armó un !ran revuelo ya que allí sólo accedían quienes estaban
enlistados" #e citó a una junta ur!ente" #e pidieron opiniones, pero nadie
encontraba una solución" <ien almas trabajaban a marchas or$adas,
hasta que por %n, después de catorce horas límbicas (una hora límbica
equivale a un a&o terrestre), un empleado encontró en el costado de un
viejo escritorio una borrosa anotación que a la letra decía. =<uando
exista la ms mínima duda sobre la identidad de al!*n visitante, ser
necesario promoverlo al in%erno=" ra todo, pero su%ciente para quitarse
de encima a aquel molesto huésped"
0 la ma&ana si!uiente, Monkape ue remitido al in%erno con un !aete
prendido sobre su blanca t*nica que decía. =#in expediente>" Monkape
no entendía lo que estaba sucediendo, y lo que ms le preocupaba era
que no lle!aba la hora de la comida" 0l ser recibido en el in%erno, los
demonios menores, que servían de secretarios, lo pasaron a la sala de
expedientes; cotejaron sus huellas dactilares, lo impre!naron con !ases
a$urosos y lo llevaron ante el mismísimo diablo" Dste, tras buscar en sus
malévolas computadoras, las cuales le proporcionaron inormación
pormenori$ada de la vida de Monkape en la tierra, lan$ó una
estruendosa carcajada que hi$o temblar los cimientos del in%erno" 3Coes posible3, decía al tiempo que reía" 3Co es posible3, y se detenía el
vientre para soportar la risa" 3sta orma de vida sí que es inernal,
nunca pude ima!inar tanta hermosura de maldad"
+stima que no podemos alojar a este muchacho en nuestro averno, ya
que no podemos aplicarle un casti!o ms inernal que la vida que llevó
en la tierra; 9nosotros mismos no somos tan malos, ja, ja, ja:3, reía el
diablo al tiempo de apa!ar una l!rima de ue!o que corría por su
mejilla" 39Ee!résenlo al cielo:3, !ritó y se retiró envuelto en una nube de
humo rojo"
<on sus nuevas órdenes de presentación y a*n sin haber comido,
Monkape se presentó de nuevo en el cielo, adonde ue recibido con los
honores que corresponden a quien ha vuelto completamente ileso del
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in%erno" Cuevamente se buscó su expediente, pero su nombre se!uía
sin aparecer en la lista; por lo tanto, no estaba cali%cado para trasponer
las puertas de la !loria y acercarse al creador" 0sí que lo re!resaron al
in%erno" Ms tarde el in%erno lo re!resó al cielo" l cielo al in%erno, y así
sucesivamente, hasta que a al!uien se le ocurrió reali$ar un cónclave
divino e inernal en donde lle!aron a la conclusión de consultar aquel
terrible problema, nada ms y nada menos que con el !ran creador"
2ios, después de un concien$udo anlisis con su in%nita sabiduría,
concluyó. 3Monkape ser reubicado en una se!unda vida terrenal, sin
surimientos, sin problemas, sin sobresaltos, sin preocupaciones, sin
tareas, ms que un $n!ano; irresponsable hasta la desver!Fen$a, con
permiso para mentir, con viajes pa!ados, y mucho descanso3"
2urante mucho tiempo la comisión de secretarios divinos e inernales
buscó una vida modelo para ese desdichado, pero cada día las
posibilidades se a!otaban" 39+o haremos utbolista, ju!ar en el Eeal
Madrid:3, opinó uno, pero nadie secundó la idea" 39+o haremos un !ran
empresario, nunca tendría que trabajar, sólo mandar:3, !ritó otro, pero
sin voto al!uno de apoyo" 39strella de cine:3, dijo otro, pero se!uían sin
estar de acuerdo" +as propuestas si!uieron lloviendo. 39?ue lo ha!anmaestro, no importa que no sepa leer ni escribir:3" 'ero nada8 'or %n,
al!uien su!irió consultarlo nuevamente con 2ios" 0sí lo hicieron, y le
inormaron del racaso para buscarle nueva vida" 2ios hi$o un mohín de
enado y, en una rase llena de sabiduría, les dijo. 391!anlo diputado:3"
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El tigre de la sierra
ran las nueve de la ma&ana cuando entré en la o%cina del director de
El informador (periódico en el que trabajo encar!ado de la nota roja)"
Dste me esperaba con cara de ur!encia" 3Eamiro 3me dijo3, tienes que ir
de inmediato a -apijulapa" 9/ a!rrate"": 9Mataron al tigre de la sierra:
#í""" no me mires con esos ojos""" me acabo de enterar que murió o
mataron, qué se yo, nada menos que a don Eosendo Marín, el que se
perdió en la sierra" 0 eso vas a -apijulapa, a enterarte de qué pasó con
ese antasma que los policías de dos estados no pudieron encontrar, y
adems a recopilar esa historia que parece un romance entre el sur de la
selva chiapaneca y el norte de la sierra tabasque&a, ese romance que se
perdió entre la lluvia y el lodo; con esa historia quiero dar el salto a un
periodismo ms a!resivo y maduro3"
0 mi automóvil le sonaba hasta la tapa del aceite, y el camino a -eapa
no era precisamente una autopista" Ms bien parecía una dura
advertencia para quien pensara en viajar; un reto de ms de medio día o
tal ve$ ms" +le!ar a -eapa ue un alivio; primero, porque pude car!ar
!asolina (sólo me quedaba un suspiro); se!undo, porque la sed yaapenas me había dejado saliva para pedir un po$ol que, por cierto, le
cayó a mi humanidad como un cordona$o de #an rancisco; y tercero,
porque pude estirar las piernas casi entumidas por los %erros del clutch
y el reno" 2ie$ o quince minutos después, partí hacia -acotalpa, el
*ltimo municipio serrano de -abasco, y al que pertenece -apijulapa, una
esmeralda hecha pueblo, con calles empedradas, casas con tejas de
barro y un eterno olor a lluvia, a caé, a canela y a pa$" se era mi
destino"
stacioné lo que quedaba de mi carro y me diri!í cru$ando la calle
empedrada hacia una casa blanca que quedaba enrente" +a casa tenía
una puerta con dos hojas de madera que daban acceso a una !ran sala
en cuyo centro había un viejo mostrador de esos que usaban los
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anti!uos tendajones" #obre el eterno mostrador se encontraba el cuerpo
inerte del casi olvidado y le!endario tigre de la sierra, envuelto en una
sbana blanca, con una cru$ de fores de papel crepé cubiertas de
para%na y rodeado de velas de cebo que ardían soltando su
característico olor ad calendas graecas" 3Guenas tardes3, dije
tímidamente a al!unos de los con!re!ados en el velatorio, y sólo obtuve
un leve asentimiento por respuesta" <on la vo$ que a penas salia de mi
!ar!anta pre!unté al!o a un viejo que estaba a mi lado" 6#í3, me
contestó casi sin querer responderme" +o tomé por un bra$o y lo invite a
salir de la casa" 0dentro se quedaron el olor a velas de muerto, el
cuchicheo de los se&ores, los lloriqueos de las comadres y las avemarías
de las re$anderas"
0uera, el sol ostentaba su calor y el verde de los montes le oponía una
inne!able resistencia, pues éste comen$aba a declinar ante el empuje
de una brisa proveniente del caudaloso río que bordeaba a aquel pueblo
m!ico" 2on Manuel rompió el encanto de aquel cuadro que orecía la
naturale$a, cuando me contestó la pre!unta que le había hecho un poco
antes" 30sí es muchacho, nadie lo conoció mejor que yo" uimos juntos a
la primaria y eramos los mejores ami!os" n ese mostrador en dondehoy est tendido Eosendo, su pap cortaba los cueros para orrar los
ustes, para hacer undas de machetes, porta estribos, cinturones y
protectores contra la picadura de la nauyaca" ra el mejor talabartero
del pueblo"
<hendo, como le decíamos de cari&o al tigre, era un muchacho tan
bueno y educado, que no era necesario saber de quién era hijo; estaba
dedicado al trabajo, al estudio y a so&ar que cuando uera médico le
daría consulta y medicina !ratis a su pueblo para que no murieran
tantos ni&os de sarampión, diarrea o tos erina" #iempre procuró hacer el
bien y siempre estaba contento, hasta que cumplió los catorce a&os en
que la des!racia lo llevó a poner los ojos en carmita"
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<armita era una muchacha de quince a&os, pelo ne!ro como el
a$abache, ojos entre verdes y violetas que en ve$ de mirar, acariciaban;
una sonrisa entre burlona y provocativa, una vo$ de terciopelo que casi
modelaba las palabras y un cuerpo que se movía al ritmo de los
carri$ales que rerescan sus raíces en las orillas del río" 'ero tenía un
deecto, era hija de don Malaquías, el odiado y malhumorado cacique del
pueblo y la re!ión" <hendo no pudo quitarse la idea de que carmita
podía ser su novia y, en cuanto a él, su pobre$a la dejaría atrs con
mucho trabajo y dedicación" +o malo es que carmita también se prendió
de chendo y por ahí empe$ó la leyenda del tigre de la sierra, que es ms
ima!inación que verdad.
3Cunca olvidaré aquel acia!o día""" <hendo y carmita estaban platicando
al %nal de esta calle" 0ll donde ve usted aquella construcción vieja por
aquel entonces era una brica de rerescos embotellados, la *nica
industría que yo he conocido en este pueblo" 'ues por ese rumbo
andaban los enamorados, sin ima!inar que don Malaquías había
ordenado a su hijo mayor y a cuatro de sus esbirros, que buscaran a
carmita, que se la llevaran a como diera lu!ar y que le dieran una pali$a
a chendo, para que supiera que hay de clases a clases"<uando los encontraron, el hermano de carmita sacó una pistola y le
metió dos tiros a chendo; el primero lo hirió en el bra$o i$quierdo y el
se!undo le pasó $umbando la cabe$a, mientras los esbirros se
abalan$aban hacia él con machetes queriendo hacerlo picadillo" 0l sentir
el caliente abejorro que mordió su bra$o, chendo dio un salto y ue a
caer tras un pital" n el mismo salto aprovechó y echó mano a la cintura,
sacando una hermosa escuadra cuarenta y cinco (de esas que le llaman
del caballito), que días antes le había comprado a un trabajador de la
embotelladora" Haló dos veces del !atillo y dos de los atacantes rodaron
heridos de muerte; un tercer disparo hi$o impacto en la rente del
hermano de carmita, quien salió impulsado como si hubiera recibido el
!olpe de un pu&o invisible" Mientras tanto, otro atacante recibió un
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certero disparo en la !ar!anta que casi le tumba la cabe$a" <armita se
desmayó por la impresión, mientras el *ltimo atacante corría como
liebre se!uida por los perros mientras !ritaba. 39Mataron al hijo de don
Malaquías: 9mataron al hijo de don Malaquías:3
Mas tarde don Malaquias, la policía municipal y los dos hijos restantes
del viejo cacique, lle!aron al lu!ar con la intención de dar muerte a
chendo, porque así lo habia ordenado el viejo" Una vecina de esas
piadosas que nunca altan, les dijo que mi ami!o había huído rumbo a la
cueva de la sardina y que iba como endemoniado; que los ojos le
echaban lumbre; que del hocico le salía una baba san!uinolenta que olía
a a$ure y que las manos eran como !arras de ti!re; de ahí le nació el
mote"
Mientras los muertos eran trasladados a la casa del pueblo para ser
velados, la policía y seis trabajadores del cacique salieron al monte para
dar una batida por toda la ribera del Axolotn" 0quel río ue testi!o de la
desaparición de chendo, aquel peli!roso asesino cuyo *nico pecado ue
enamorarse"
0quella tarde el sol, como apenado por el lamentable suceso, se
escondió tras una nube ne!ra que minutos ms tarde descar!ó unaterrible tormenta" 'arecía que el creador se hubiese molestado con el
pueblo, o que quisiera prote!er la huida del tigre, no se sabe; el caso es
que llovió como nunca" 2e los tejados caían chorros de a!ua roji$a, y por
las calles bajaban hacía el río verdaderos arroyos de san!re, como
advirtiendo a los perse!uidores la torpe$a de su aventura" +a verdad no
sé qué sucedió, pero ue la *nica ve$ que he visto llover de esa manera
durante tanto tiempo"
0l amainar la tormenta se trató de armar otra b*squeda, pero el miedo y
la superstición lo impidieron" Bncluso corrió el rumor de que a chendo se
lo había llevado el diablo y que lo había convertido en un ser poderoso
que recorría la serranía asaltando a la !ente que se aventuraba por
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aquellos rumbos" +a *nica verdad es que nunca se le volvió a ver, como
si se lo hubiera tra!ado la selva"
0&os después, una ve$ por semana, se veía bajar de la sierra teapaneca
a un hombre de lar!os bi!otes y barba mal recortada" -raía un ancho
sombrero de paja que malamente dejaba ver un rostro endurecido" +o
conocían como el arriero del a!ua porque, lloviera o tronara, siempre
lle!aba a las orillas de -eapa acompa&ado de cinco mulas car!adas de
costales de caé en !rano" #olía lle!ar los viernes por la tarde o los
sbados por la ma&ana, cobraba en dinero la mitad de su car!a y le
encar!aba al tendajonero que la otra mitad se la pa!ara con bultos de
sal, a$*car, arro$, ósoros y dems cosas con las que car!aba sus mulas
para re!resar a las alturas chiapanecas"
l dinero lo envolvía con un paliacate rojo y lo !uardaba en un morral de
henequén que siempre llevaba terciado al cuello, pendiendo del hombro
i$quierdo" 'oco era el tiempo que pasaba en el pueblo; si acaso en
al!una ocasión entraba a tomar una o dos cerve$as en una cantina
cercana al tendajón, balbuceaba al!unas palabras como recordando
al!*n encar!o y salía, siempre mirando a lado y lado bajo el ala del
ancho sombrero"0quel sbado no ue tan rutinario como todos los dems días de su
solitaria existencia" 2espués de car!ar y cubrir con capas de hule su
mercancía, emprendió un ati!oso ascenso con sus mulas por un camino
que casi se ne!aba a llevarlo" 1abía llovido toda la noche y todo estaba
cubierto de un lodo resbaladi$o y chicloso que hacía hundirse las
pesadas botas de piel y que casi se las arrancaba a cada paso" +levaba
un !rueso palo que le servía de cayado y resistía con %rme$a el peso de
aquel a*n poderoso cuerpo" +a pertina$ lluvia y el aire río bajaba en
ra!as, mientras que las acémilas parecían vencerse con el peso de la
car!a" 0penas el arriero pensó en darles descanso, cuando un silbido
caliente le arrancó el sombrero de paja que llevaba calado hasta las
orejas" Un se!undo disparo lo hi$o tirarse por entre una alambrada, y
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correr hasta prote!erse tras una ceiba" <asi al unísono se arrancó la
capa de hule con que se cubría de la lluvia y metió la mano en el morral
que traía terciado" #acó su escuadra (aquella <olt, que llaman del
caballito) y jaló tres veces del !atillo" -res disparos de aquella adiestrada
mano dieron al suelo con tres de sus atacantes" 0travesó corriendo por
entre unos naranjales, se detuvo y disparó dos veces ms, provocando
sendos !ritos entre la arboleda" Cuevamente emprendió la carrera y se
dejó escurrir por la lodosa ladera" Una ve$ ms el tigre de la sierra
rea%rmó su leyenda; el odio y la ven!an$a nuevamente lo hacían
convertirse en próu!o, y otra ve$ tuvo que buscar un lu!ar apartado
para ir a lamer las heridas de su alma y su conciencia"
0l abrir las inda!atorias el a!ente del ministerio p*blico, se supo por uno
de los sobrevivientes de la rerie!a sostenida en la ladera, que los
muertos eran de -acotalpa, concretamente de -apijulapa, y que uno de
ellos era hijo de don Malaquías" Dste, en su sed de ven!an$a había
vuelto a contratar matones para que acompa&aran a los de la policía
montada, quienes ase!uraban saber en dónde estaba el tigre de la
sierra3"
Mi interlocutor hi$o un alto en su relato y me invitó a pasar a la casa de
don Eosendo" Cuevamente sentí el olor que despiden las velas de cebo
al quemarse" n un rincón de la sala de velatorio había un taburete
sobre el que descansaba el morral de enequén que siempre acompa&ó
al tigre, la bien aceitada <olt y un par de car!adores repletos de balas;
en el rincón opuesto había una mesa con una olla de caé y una bandeja
de tortillas !ruesas hechas con maí$, rijol y shish de chicharrón" Cos
hicimos sendos potes de caé y nuevamente salimos a la calle para
continuar el relato" +a tarde estaba en todo su esplendor" +a sierra era
toda una poesía de tonalidades de verde que, ante la presencia de los
rayos del sol, parecía que el pueblo col!aba del cielo para remojar el
%nal de sus calles en las caudalosas a!uas del río" 2on Manuel rompió
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de nuevo la ma!ia del momento y continuó, al tiempo que encendía un
ci!arrillo de hoja"
32espués de aquel sbado de triste memoria, se dio una serie de
asaltos, abi!eatos, asesinatos y dems delitos en toda la re!ión, delitos
que le eran achacados al tigre de la sierra, cuya ama si!uió creciendo"
+o ms raro es que aquellos delitos se daban en el mismo río, lo mismo
en -eapa que en -acotalpa o en 'ichucalco, y en cada lu!ar había
testi!os que juraban haber visto y reconocido a Eosendo"
+a policía de esos lu!ares lo buscaba aanosamente" 1abía recompensa
por cualquier inorme que llevara a su captura y don Malaquías orecía
un rancho de die$ hectreas, ms cincuenta mil pesos, a quien se lo
entre!ara vivo o muerto"
<on el paso del tiempo yo me ui del pueblo para trabajar de ca&ero en
el Bn!enio 2os patrias y no supe ms de este asunto; de lo que si me
enteré, es que don Malaquías murió lue!o, mordido por una nauyaca"
0quello trajo de nuevo un poco de pa$ al pueblo y la ama de su
enemi!o se ue diluyendo en las hojas del almanaque"
+a maldad siempre deja semilla y este caso no sería la excepción" ntapijulapa quedó paquito, otro de los hijos del cacique que todos
queríamos olvidar" l joven heredero, si bien es cierto que no !o$aba de
los mismos avores del !obierno en turno, las autoridades se hacían de
la vista !orda cuando aquel remedo de cacique armaba problemas
contra los ms desvalidos, y sus abusos lle!aban hasta las o%cinas del
mismísimo !obernador" #iempre al!*n diputado lame suelas trataba de
!anarse avores y minimi$aban los abusos aduciendo que quienes se
quejaban, era porque a*n !uardaban viejos rencores de la época en que
don Malaquías Iquitaba y ponía presidentes municipales en -acotalpa,
cuando en realidad el voto popular era quien decidíaI" +a realidad era
otra, no pasaba un día en que paquito no armara escndalos en la
cantina, para lue!o pasar rayando su caballo rente a la casa del viejo
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padre de Eosendo, al que le !ritaba. cobarde, padre de asesino y otras
linde$as" 'or supuesto, siempre se le veía acompa&ado de cuatro tipos
mal encarados que cumplían todos los antojos de =don rancisco=" n
ms de una ocasión abusaron de muchachas indeensas a las que se
llevaba a su rancho para divertirse un tiempo y lue!o las abandonaba en
al!*n camino sin ms amparo que el del creador" <reo que paquito,
como le !ustaba que le dijeran, era ms malo que su diunto padre"
Un día en que re!resaba de su rancho, se encontró al pap de chendo en
el mercado" l anciano talabartero estaba entre!ando una silla de
montar que había reparado" Paquito y sus cuatro lebreles insultaron al
viejo y, sin decir ms, dispararon sus armas, subieron a sus caballos, y
se dieron a la u!a" +a !ente se arremolinó" -odos trataban de
explicarse aquel iname asesinato" +as autoridades no hicieron otra cosa
que llenar las ormalidades de una deensa propia que sólo el silencio
atesti!uó"
0l sepelio sólo asistimos unos cuantos que tuvimos la ortuna de ser
ami!os del diunto, pero no hay duda de que el que siembra vientos,
tarde o temprano cosecha tempestades" 'or eso no hay que soplar a los
rescoldos aunque pare$ca que estn apa!ados, lo que necesitan es unara$ón para arder con ms uer$a y prousión; eso le paso a paquito, se le
ue la mano con la le&a"
Una tarde aquel tipo entró a la cantina, como siempre, acompa&ado de
sus hombres" 0l verlos entrar, los parroquianos abandonaron la barra y
aunque al!unos deseaban salir, el miedo a molestar a =don 'aquito> los
hi$o arrinconarse" l cantinero limpió solícito el lu!ar que ocuparían los
recién lle!ados que paseaban miradas retadoras entre la clientela que
!uardaba un temeroso silencio" -odavía no probaban un tra!o de sus
bebidas cuando de un rincón salió un tipo que llevaba un sombrero de
paja calado hasta las cejas y un morral de enequen terciado al cuello" 2e
su boca salió una seria vo$ que dijo. 3#oy Eosendo Marín3" ue todo" l
in%erno se desató en aquel antro" +a muerte abra$ó a paquito y sus
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!uardaespaldas, mientras aquel individuo salió tan silencioso como
había entrado" Cadie intentó detenerlo, nadie siquiera hi$o nin!*n
comentario y sólo se escuchó el relincho de un caballo" 'ara cuando la
policía lle!ó, no había un solo parroquiano en la cantina, salvo el
cantinero que se limitó a comentar que ni el mismo diablo se hubiese
atrevido a ver a aquel en!endro que tenía un cierto parecido al %nado
talabartero, y que lo ms probable es que uera su espíritu que re!resó a
cobrarse lo que le debían"
0 partir de aquel día, el pueblo como que despertó de su letar!o" l
miedo que deormaba el rostro de la !ente se convirtió en cari&o y
convivencia" +os peque&os terrenos de sembradío se ueron extendiendo
y los chismes de aquel amoso tigre de la sierra se volvieron piedra
hasta conundirse con el lecho del río" / mire usted, las mujeres caminan
por las calles con la con%an$a de que son respetadas" -odo a partir de
aquel día en que el creador universal usó a chendo como su bra$o
ejecutor"
Cunca se volvió a saber nada de él, como si se lo hubiera tra!ado la
sierra" #u casa, esa casa donde hoy lo estn velando, se cerró desde la
muerte de su padre" / ya ve usted, hasta hoy se ha vuelto a abrir suspuertas" 3/ 4para qué53 dijo con un tono que ms bien parecía un
reclamo" Juardó un prolon!ado silencio mientras preparaba otro ci!arro
de hoja; se quedó mirando hacia la sierra como si buscara al!o en ella,
mientras una urtiva l!rima rodaba por su mejilla, escondida en el
humo del tabaco" 0quella l!rima que secó con la man!a de su raída
camisa de me$clilla, simulando secarse el sudor"
3<uando supe de la muerte de paquito 3continuó3, me re!resé a vivir a
este pueblo que me vió nacer" n mi vieja casa puse un ne!ocito de
matan$a de puerco y de eso me he sostenido" 1oy !racias a la ayuda de
mi esposa y de mis hijos que terminaron siendo los due&os, es la
carnicería ms importante y la rutería mejor surtida del lu!ar"
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El círculo
Drase una ve$, que a un pueblo de un país lejano, lle!ó un hombre que,
a decir de la !ente, actuaba de una manera tan sin!ular que se podía
pensar que estaba loco" #in embar!o, todos los habitantes del pueblo lo
admiraban por una u otra ra$ón" #u sin!ularidad era encomiable" 'odría
decirse que era uno de esos raros ejemplos de ciudadano que sólo
aportan bienes a la sociedad; siempre bien vestido, $apatos recien
boleados, correctamente rasurado, con una pronta mueca que parecía
ser una sonrisa, e invariablemente respetuoso de las normas sociales"
#e!*n comentaban quienes lo trataron de manera cercana, era un
excelente trabajador, con un !ran sentido de la puntualidad, dispuesto a
cumplir con sus obli!aciones y a buscar soluciones a los problemas a
que se enrentaban sus compa&eros de trabajo" #iempre comentaba que
Iquien est satisecho de hacer lo que le !usta, siempre tendr un
espíritu bien nutridoI" #iempre ue moderado en lo que a bromas se
re%ere, era asíduo cliente de la biblioteca p*blica, y su pasatiempo
avorito era cuidar los rboles que él mismo había sembrado en un
costado de la brica donde trabajaba" 0r!umentaba que todo debíallenarse de rboles. canchas deportivas, jue!os inantiles y espacios de
lectura; decía que los pueblos limpios hacen a sus habitantes contentos
y de carcter sencillo"
+o que no dejaba de ser un tanto extra&o, incómodo y hasta
compremetedor, era el hecho de que a donde este individuo lle!aba,
daba una vuelta alrededor del lu!ar en el que iba a reali$ar al!una
actividad; como si uera un perro que se quisiera echar, sólo que éste no
se echaba sino que, por el contrario, se dedicaba a recolectar todo tipo
de basura que se encontrara, dentro del extra&o círculo que había
tra$ado, siempre repitiendo la rase. =al!*n día se unirn todos los
círculos>"
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<on esto iniciaba sus actividades" Cunca se vió en su extra&o círculo una
envoltura de dulce, un palito de paleta, una colilla de ci!arro o al!o que
entrara en la denominación de basura, lo que mantenía su espacio
limpio y a!radable; eran dos metros de dimetro de absoluta limpie$a "
<omo queriendo justi%car su actitud, siempre comentaba. 3Cada hay
ms relajante que dar una buena asepsia al lu!ar en que se tiene que
reali$ar al!una actividad e inclusive, es una muestra de autoestima"
2urante a&os, aquel individuo se la pasó tra$ando círculos, hasta que un
día desapareció" Cadie volvió a saber de él, y todos sentían que al!o
altaba en el pueblo" xtra&aban a aquel amable y respetuoso tra$ador
que de al!una orma lle!ó a ormar parte del entorno cotidiano de aquel
lu!ar; sin embar!o, poco a poco se ueron dando cuenta del le!ado que
les habia dejado, pues ya nadie tiraba basura en las calles, todos barrían
el rente de sus casas, el trato entre vecinos era cordial y amable, todos
cuidaban las reas verdes del pueblo, y muchos dedicaban parte de su
tiempo libre a construir mesas de cultivo de hortali$as para su consumo"
+as autoridades, con el an de rendirle un merecido homenaje a su
memoria, construyeron a la entrada del pueblo un !ran círculo de
concreto en el que se leía lo si!uiente. "Los habitantes de este pueblorespetamos y cuidamos el círculo en que nos toco vivir" 'or otra parte,
en los lu!ares ms recuentados, se colocaron letreros que decían.
=0mi!o visitante, te suplicamos que mientras permane$cas en este
pueblo, traces un círculo alrededor de tu persona y lo manten!as lleno
de ale!ría respeto y limpie$a"
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La expedición
0quella tarde, tal ve$ por eecto del alcohol o por locura de juventud,
decidimos ir a enrentar al !i!ante verde que, se!*n decían, escondía un
pueblo en el que se encontraba la respuesta al ori!en del hombre
americano" 0l si!uiente día ya estbamos acomodando nuestras
hamacas en una champa de jahuacte y !uano, que nos re!alaron en #an
'edro, el *ltimo pueblo que encontraríamos antes de internarnos en la
selva"
n la madru!ada del día si!uiente abordamos un cayuco que nos llevaría
a través de una !ran la!una hasta donde comien$a la selva" <uando
lle!amos a tierra %rme nuevamente, el sol se desli$aba trabajosamente
por entre la mara&a ormada por bejucos, lianas y ramas de aquel nudo
!ordiano; su andar era cansino" Eevisé mi reloj" Dste marcaba las die$ de
la ma&ana, pero las uer$as apenas alcan$aban para avan$ar por aquel
suelo soporíero ormado por hojas, ramas, mus!o y restos podridos por
eecto de la eterna humedad" l ambiente putreacto de ese suelo era
una clara invitación para todo tipo de bichos rastreros y voladores que
adoraban aquella temperatura, remedo del in%erno, que alcan$aba loscuarenta y cinco !rados, y que se hacía acompa&ar del ensordecedor
escndalo de los monos, loros, chachitas, !uacamayas y dems
habitantes de aquel terrible lu!ar"
ramos cinco los locos expedicionarios que, en un arranque de delirio
juvenil, habíamos iniciado aquel reto al in%nito, sin ms experiencia que
los viajes reali$ados en nuestras aventuras de cacería y nuestras
acampadas a la orilla del mar" <arlos, de veinte a&os, semi calvo,
re!ordete, de mirada escrutadora y movimientos !iles; Mateo, faco,
enjuto, con una pelambrera que envidiarían los que cuidan los detalles
de las estrellas del cine; +uis, el clsico habitante de los !imnasios, de
bra$os uertes y protuberancias en todo el cuerpo, cuello de toro y una
espalda que parecía cincelada en roca, siempre dispuesto a deender a
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!olpes el presti!io del !rupo; Ea*l, personaje de porte com*n, sin nin!*n
interés por la vida, con una inteli!encia subyacente que rayaba en lo
extraordinario, y umador empedernido; el narrador de esta locura,
porque no se le puede llamar de otro modo a la orma en que nos
enrentamos a aquel !i!ante verde; y por supuesto, nuestro !uía, un
viejo le&ador de unos cuarenta y cinco a&os, que sólo nos acompa&aría
un trecho del camino"
Marchamos durante varias horas, pero al cru$ar el medio día, todos
estbamos cansados, nadie hablaba, el andar se volvió lento y el
brecheo se tornó ms diícil; Ea*l rompió el silencio para su!erir un
descanso, pero nuestro !uía ordenó se!uir caminando hasta las cuatro
de la tarde para instalar un campamento se!uro, y de ahí ms tarde,
reanudar la a!otadora marcha"
l brecheo nos lo alternamos <arlos, el !uía y yo, hasta que lle!amos a
un lu!ar que tenía un claro de una rare$a hermosa" #ólo un rbol crecía
en aquel claro y bajo sus ramas no había ni una bri$na de pasto" -odo
parecía preparado para instalar un buen campamento" <arlos se tiró en
calidad de bulto y yo corrí para recar!arme en aquel musculoso tronco,
cuando escuché al !uía decir. 390rriba:, todos tomen sus cosas y acontinuar, o morirn irremediablemente" 0caban de dar con el rbol del
sue&o, se llama chechén, y produce unos vapores que son veneno para
todo ser vivo" Una hora a su sombra y no despertarn jams" 0unque al
borde de nuestras uer$as, continuamos el camino por dos horas ms,
hasta que casi a punto de desmayarnos, +ucas (así se llamaba nuestro
!uía) ordenó detenernos para preparar otro campamento" 1icimos un
claro alrededor de unos rboles !emelos, cortamos varas lar!as a las
que les sacamos tiras de corte$a y a las varas les hicimos cortes para
que sirvieran de se!uros" 0rmamos una uerte tarima de
aproximadamente tres por dos metros con las varas peladas y las
amarramos con las tiras de corte$a" ncima de la tarima aser!uramos
los pabellones para contener los mosquitos y cru$amos cuatro !randes
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ramas para col!ar las hamacas" +ue!o construímos un vallado de
tronquetes alrededor del rbol, y en los extremos hicimos peque&as
techumbres para prote!er las o!atas"
0 las cinco de la ma&ana del día si!uiente, todo despertó como por arte
de ma!ia, y con ese todo desperté sobresaltado" Eevisé nuestro
campamento; casi debajo de mi dormitorio estaban los rescoldos de una
o!ata" Gaje rpidamente de la tarima e hice dos disparos para
despertar a los dems" ntonces me percaté de lo extra&o del lu!ar; no
habían moscos, ni pjaros, ni nin!*n otro ser vivo que no uéramos
nosotros; todo el ruido venia de los alrededores del campamento" Me
acerqué a <arlos y le comenté aquello, pero él dijo que qui$ se debía a
la cercanía de los rboles del sue&o o a las o!atas" /a no hice nin!*n
comentario y me dispuse a preparar un rpido desayuno mientras los
dems levantaban el campamento" 0l llamar a los expedicionarios me dí
cuenta que Mateo y Ea*l tenían los pies infamados debido al constante
a!uijoneo de las espinas de jahuacte que abundaban en aquel suelo de
lodo, hojas y ramas podridas" 0quello nos obli!ó a improvisar un hospital
ambulante" 1asta ese momento me di cuenta que el !uía no estaba
entre nosotros, por lo que su!erí que trasladramos nuestrocampamento a un lu!ar ms se!uro, ya que debido a nuestros enermos
tendríamos que retrasar la marcha por lo menos un día y medio"
<on la salida del sol reiniciamos la marcha, ahora con un par de camillas
y con la esperan$a de que +ucas se reuniera con nosotros ms tarde"
1abíamos caminado aproximadamente una hora, cuando de pronto sentí
atravesar una pared invisible" #e me pusieron los pelos de punta y de
inmediato el ruido, los moscos, los monos en la copa de los rboles y el
calor soocante, retornaron a nosotros" Cadie hi$o comentario al!uno
sobre el asunto y pensé que se trataba de una cuestión personal"
2etuvimos la marcha al pie de un a&oso huapaque y procedimos a
instalar un campamento ms se!uro que el de la noche anterior"
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<on cuerdas y eslabones de rapel, subimos al huapaque; construimos
una !ran tarima entre sus ramas y a unos quince metros de altura
montamos una uerte empali$ada que casi lo hi$o inexpunable, ya que
sólo quedaban como acceso a aquella atalaya un par de escaleras
retrctiles" 'or la parte del suelo, a punta de machete, limpiamos un
!ran círculo" <onstruimos una empali$ada exterior y cuatro techados
para mantener las o!atas encendidas" <erca de las seis de la tarde, ya
instalados, nos dispusimos a tomar los *ltimos alimentos del día y a
preparar sobre la tarima nuestras casas de campa&a que, atadas unas a
otras, soportarían mejor el viento y la lluvía propios de estas selvas"
Gajamos para encender las o!atas, preparar caé y comentar las
incidencias de aquel día, cuando +ucas hi$o su aparición diciendo que
era hora de subir a la tarima" Ms que por estar oscuro, porque los
monos se oían nerviosos y había visto correr a una manada de jabalíes,
lo que sin duda hablaba de la peli!rosa presencia del monarca de las
selvas de 0mérica, el ja!uar" Epidamente subimos a nuestro reu!io y
preparamos las armas; aquella noche sin duda no dormiríamos"
0 la media noche las o!atas comen$aron a ceder, lo que aumentó
nuestro temor" +os uertes ru!idos de los !randes elinos se oían cadave$ ms atrevidos y la lluvia pareció darse cuenta, ya que se intensi%có
hasta lle!ar a convertirse en una auténtica tormenta" n la copa de los
!i!antescos rboles los monos !ritaban espantados por una terrible
%esta eléctrica, cuando de pronto, un silencio sepulcral lo cubrió todo;
al!o fotaba en el ambiente, y entre el sue&o y la vi!ilia no supe cuanto
duró aquel extra&o enómeno, hasta que nuestro !uía llamó a !ritos que
el desayuno estaba listo" 1abía amanecido" 0quella ue la *ltima ve$ que
vimos a +ucas" Ms temblando de miedo que de río, acudimos al
llamado" -ras aquel momento de comunión con nuestro estóma!o,
reemprendimos el viaje"
'ara entonces, nuestras ropas estaban ras!adas y nuestro nimo
abatido" 0quello no era ni remotamente lo que habíamos ima!inado, ya
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que no creímos enrentar un monstruo de aquella talla que oponía cada
ve$ ms resistencia" +os machetes parecían incapaces de abrirnos paso
en aquella muralla verde, cuando de pronto, un enorme claro partido en
dos por un arroyo de a!uas cristalinas, que semejaba una lar!a cicatri$,
nos dio la bienvenida" 0l ondo, una hermosa casa de madera rodeada
de jardines parecía esperarnos"
Un hombre cincuentón, de bra$os uertes y rostro curtido por el sol, nos
salió al paso; nos dijo que su nombre era Cicasio y que su casa estaba a
nuestra disposición, que su mujer ya nos había preparado una buena
comida y que todo estaba dispuesto tal y como se lo indicara su
compadre +ucas"
Mientras disrutabamos un rico tepe$cuintle al achiote, le comenté a don
Cicasio aquel raro enómeno que silenció a la selva, y aquella extra&a
presencia que yo sentí, de al!o o al!uien que nos vi!ilaba" Mi
comentario causó cierto nerviosismo y después de un breve silencio,
como no dando importancia a mi comentario, comentó. 30quí las noches
se vienen de pronto y la de hoy no tarda en lle!ar, por lo que les
aconsejo que preparen un campamento a la orilla del arroyo" Mis hijos y
yo les ayudaremos" Ma&ana continuaremos la charla3"0l despertar, al día si!uiente, levantamos el campamento, armamos
nuestras mochilas, disrutamos un desayuno de rutas y nos dispusimos
a ayudar con las labores amiliares para a!radecer el sustento del día"
+impiamos !allineros, recolectamos huevos, des!ranamos maí$,
molimos nixtamal, cosechamos la hortali$a, dimos de comer a los
animales, recolectamos miel, reacomodamos las conejeras, cribamos
tierra para las mesas de cultivo, tarrayamos peces en la represa del
arroyo, orde&amos un par de vacas, salamos y secamos al humo carne
de puerco, preparamos queso y en %n, nuestras manos se multiplicaron;
en aquel lu!ar había todo lo necesario para que una amilia viviera sin
preocupaciones; nada le quitaban a la selva que no uera indispensable,
la selva era para ellos como un !ran dios verde que cuidaba y vi!ilaba
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su paraíso particular" llos eran parte de aquella naturale$a desbordada"
l sol indicó el %n de las labores y todos nos sentimos satisechos de
aquel día en que aprendimos tanto"
-ras la comida de la tarde nos quedamos en una a!radable sobremesa"
0uera de aquella caba&a todo era calma" l aire comen$ó a soplar con
su rescura nocturnal y una luna temerosa asomó su diente para saludar
al sol que no terminaba de ocultarse" 2on Cicasio me invitó a salir y nos
acomodamos en sendos taburetes" 'or un momento !uardamos un
respetuoso silencio en honor de aquel anochecer que parecía asomarse
entre los rboles" +ue!o don Cicasio rompió el silencio al decirme. 3+a
selva, al i!ual que los bosques, siempre ha prote!ido a los hombres,
pero estos le han devuelto sus cuidados con la tala, la quema y la
destrucción; creando desiertos y provocando cambios climticos"
Cuestra ambición nos ha llevado a terminar con especies animales y
ve!etales, nuestra locura nos ha hecho contaminar las a!uas, nuestra
necedad nos obli!ó a enrarecer el aire y nuestra estupide$ nos esta
llevando a terminar con este hermoso planeta que tanto nos ha dado"
1oy todo proviene del petróleo, y los mares hastiados de deter!entes y
basura plstica, vomitan peces muertos3" ue todo el comentario" #elevantó y se marchó arrastrando los pies como si en sus espaldas llevara
todas las penas del mundo"
0 la ma&ana si!uiente, don Cicasio nos dio provisiones para tres días"
Cos indicó el camino a se!uir para dar con nuestro objetivo, que eran
unas ruinas mayas de las que nos habían comentado, y que habían dado
pie para reli$ar aquella locura que estabamos viviendo" Eeemprendimos
nuestro viaje, siempre acompa&ados por aquella extra&a presencia que
parali$aba la vida a nuestro alrededor y nos provocaba indecibles
temores"
0 las tres de la tarde, cansados de tirar mandobles contra aquella
muralla verde, hicimos un alto a la marcha para comer y construir
nuevamente un campamento apropiado" Cuestras casas de campa&a,
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por sí solas, no nos eran *tiles en aquella mara&a" Mientras comíamos,
comenté con mis compa&eros lo que me había dicho don Cicasio" 2e
pronto, un muro de silencio se levantó entre nosotros al tiempo que el
cielo abrió sus puertas" 0quello nos trajo desesperación y sólo nos
apretujamos entre nosotros, temerosos e indeensos, hasta que un sopor
nos envolvió y todo quedó en silencio"
<uando despertamos, el sol había iniciado su diario pere!rinar y ante
nosotros había un conjunto de pirmides con caracteres mayas, pero no
estaba en ruinas" 'arecía que el tiempo no había transcurrido ahí" +a
misma ve!etación respetaba aquel lu!ar, todo estaba %namente tallado
y limpio y los altares bellamente adornados; depósitos de piedra labrada
contenían una !ran variedad de rutos" Un a!radable olor se esparcía del
humo de resinas, y toda la majestad de la anti!ua ra$a maya brotaba de
cada una de las piedras de aquel conjunto monumental" +a pa$ que se
respiraba lle!aba hasta los huesos" Un a!radable murmullo salía de la
selva" / entonces la extra&a presencia que nos acompa&ó durante la
expedición se maniestó como una lu$ a$ul violeta en la parte ms alta
de la pirmide principal" ntonces una %na lluvia de plumas nos envolvió
y el sue&o volvió a prenderse de nosotros"0 la si!uiente ma&ana, cuando despertamos, estbamos en el interior de
una cho$a construída a orillas del río #an 'edro" Un anciano se nos
acercó y nos dijo. 3#i esperaban la barca$a que lleva la mercancía a los
ranchos de las mr!enes, ya los dejó" #e ue hace ms de una hora y no
vuelve a pasar por aquí hasta el próximo mes" Cos miramos asombrados
unos a otros, ya que cada uno de nosotros tenía una pluma de aisn
dorado en las manos"
Un duende llamado Yumka
Eoberto podía ser el modelo perecto del hombre coste&o" 1abía nacido
en un pueblo tiburonero llamado <uauhtemot$in, y su vida transcurrió
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i!ual que la de la mayoría de los habitantes del Jolo de México" <uando
sus padres decidieron irse a vivir a la villa y puerto de #nche$
Ma!allanes, =tito> como solían llamarle, se enroló con un !rupo de
sacadores de ostión con los que a veces se aventuraba mar adentro para
cambiar la rutina de la recolección del bivalvo, por la pesca del camarón"
n una de esas salidas, una ma&ana ría en que la humedad calaba
hasta los huesos y el mar parecía no estar de buen humor, el aire
comen$ó a enracharse y la lluvía amena$aba con hacer acto de
presencia en cualquier momento" -ito y sus cuatro compa&eros viajaban
en silencio y temerosos, pero nin!uno propuso la posibilidad de re!resar"
+a lancha en que viajaban parecía un caballo desbocado que sólo
dome&aba la habilidad del motorista" l cielo abrió sus caudales y el dios
olo infó los carrillos para soplar ms uerte, por lo que la embarcación
quedó a la deriva y se vio arrastrada mar adentro" -odo el día y toda la
noche aquella terrible tormenta a$otó a la tripulación" Kenciéndolos de
cansancio, los durmió hasta la lle!ada del si!uiente día en que un sol en
todo su esplendor les hi$o ver su inausta situación" staban perdidos en
la inmensidad del mar, por lo que sólo se encomendaron a 2ios y a la
esperan$a de que sus amiliares dieran conocimiento a las autoridadesportuarias para que se iniciara una b*squeda" #ólo era cosa de
mantener la calma y conservar la vida, por lo que primero hicieron una
inspección de da&os para reconsiderar el !asto de a!ua dulce, y lue!o
hacer una lista de provisiones y alternativas de alimentos" l resultado
no ue nada hala!Fe&o; a!ua para dos días o tal ve$ tres si era bien
racionada; comida para un día" l motor había perdido la propela y sólo
conservaban un carrete de sedal y un rasco con an$uelos" 'ero lo peor
era que no sabían su posición !eo!r%ca" #i al!una corriente los hubiera
alejado de las $onas de nave!ación, entonces tendrían que enrentar la
muerte"
+a orden de iniciar la b*squeda ue dada por el capitn de puerto" Una
veintena de embarcaciones de todo tipo salieron hacia los puntos ms
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conocidos por los pescadores con la orden de reportarse cada cuatro
horas con la capitanía de puerto, y por radio cada hora con el =albatros>,
la lancha de la secretaría de marina que encabe$aba aquella b*squeda"
1abía la esperan$a de encontrarlos con vida, ya que cuatro de los
desaparecidos eran pescadores acostumbrados a los %eros temporales,
y aun tito, que era apenas un joven de veinte a&os, podía decirse que
contaba con una basta experiencia"
0quella ma&ana se dividieron las tareas; dos se dedicaron a unir seis
arpillas que tenían entre la caja de herramientas, para ormar una
relativa protección contra las inclemencias del sol; otros dos desarmaron
y limpiaron el motor de la embarcación para intentar usar una vieja
propela que llevaban de repuesto en un viejo tambor de !rasa; mientras
que Eoberto se dedicó a preparar an$uelos con se&uelos de pluma de
!aviotas para ver si la suerte les sonreía y se pe!aba al!*n pe$"
<uando el sol declinó en aquel hori$onte interminable, el espectculo ue
inenarrable; la lu$ troco el a$ul del cielo en una %esta de colores que
iban del verde aceituna al amarillo limón; a$ules de distintas tonalidades
parecían emer!er del mar, abriéndose en un abanico de listones
anaranjados coronados por un halo color rojo ue!o, dando la impresiónde un ser divino que poco a poco se uera sumer!iendo en el mar"
<uando el *ltimo rayo se perdió en el hori$onte, la bóveda celeste
extendió su capa y entonces pareció que se habían conectado miles de
oquitos o que el manto nocturnal estuviera perorado en toda su
extensión, mientras el resco de una brisa nocturnal les acarició el rostro"
Eevisaron los an$uelos por enésima ve$, sólo que la suerte se!uía de
espalda; ni un pe$, y el a!ua dulce casi se había terminado" l
cansancio, la deshidratación y el hambre, los hi$o conciliar el sue&o, lo
que en cierta orma los aliviaría un momento de aquel terrible pesar"
+a madru!ada del si!uiente día, levantó a 'edro (el due&o de la lancha)
de un violento tirón" +a tabla de pescar, que le servía de almohada, y
que tenía enrollados unos cien metros de sedal, pareció cobrar vida;
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emprendió una loca carrera de proa a popa, en donde se detuvo de
pronto al atorarse con el bra$o del motor" milio y 'edro corrieron tras la
tabla y de dos saltos elinos la atraparon con desesperación" 0l!o jalaba
uertemente en el otro extremo del cordel y ese al!o si!ni%caba comida"
-ras die$ minutos de lucha, un hermoso esmedre!al era subido a bordo"
0l poco tiempo no quedó de él ms que unas pocas espinas, una cabe$a
desarticulada y al!unas visceras que ueron preparadas como carnada"
'ara completar la ortuna, el día se nubló y !ruesas !otas de lluvia
empe$aron a caer sobre sus rostros resecos como mscaras de cartón,
como un auténtico man" 0quella rerescante a!ua no cayó por mucho
tiempo, pero ue su%ciente para aliviar la sed de aquellos miserables y
para crear una peque&a reserva"
l dia transcurrió lentamente" -odo estaba nublado, !ris, sin viento, sin
ruido, como si en aquella inmensidad de a!ua salada no existiera ms
vida que la de los nura!os; parecía una peque&a lancha de ju!uete
puesta por los dioses sobre una alombra inmutable de color a$ul
acerado que absorbía todo rayo de esperan$a"
<uando la tarde comen$ó su descenso, aquella escena de los
inortunados nura!os, se ue haciendo cada ve$ ms antasma!órica"0l %lo de las cinco de la tarde, un !rito desesperado ras!ó la espesura
del ambiente; se extendió por aquel espacio de a!ua y cielo" 390lbatros:,
9son albatros:3" +a vieja lancha pareció cobrar vida" +a actividad se
desató por toda la embarcación" l motor tosió dos, tres, cuatro veces
tratando de arrancar, hasta que sus cansados caballos de poder
movieron la embarcación" ue el punto ms l!ido de las emociones"
1abía que se!uir el vuelo de aquellas soberbias aves, pues
representaban la indudable presencia de tierra %rme" 2urante dos horas
el paisaje no cambió. a!ua, nubes y dos siluetas que se desli$aban
indolentemente por el cielo; era todo lo que rodeaba a aquellos
pescadores que no perdían de vista a los albatros que los !uiaban a la
salvación" / si bien es cierto que el paisaje no variaba, tambien era
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cierto que las aves no cambiaban su rumbo" ra cuestión de tener
paciencia" 'asadas dos horas ms, una oscura linea comen$ó a correr
hacia ellos" 9-ierra:, 9tierra: #in duda que era tierra; rara, pero tierra al
%n" Una extra&a tierra inmersa en un banco de niebla; una pared de
al!odón que cubría o parecía brotar de la tierra; una hermosa
ve!etación anunció su presencia y aquellos viajeros sólo sabían dar
!racias al arquitecto del universo" #e sentían como los nuevos Ulises en
la tierra de <irce"
-odo cuanto había en esa tierra tenía un toque de antasía; la fora y la
auna era distinta a todo cuanto conocían; los animales convivían en
pa$; el círculo vital se desarrollaba de manera perecta; todas las
especies tenían su depredador natural y la convivencia se daba sin
nin!una clase de abuso" 2espués de saciar el hambre y la sed con
rutas, se dieron a la tarea de recorrer la isla para calcular la se!uridad"
0quello les permitió tomar, sin preocupaciones, un merecido descanso"
Un sue&o revitali$ador los atrapó y sólo el canto de las aves de una
nueva ma&ana los pudo despertar"
Una enorme ale!ría los embar!aba" -ras un ru!al desayuno, caminaron
por la $ona donde acamparían" +os animales los observaban concuriosidad, pero sin temor" +a caminata se prolon!ó por ms de una hora
hasta que en un recodo del camino dieron con una caba&a en cuyo
alrededor ju!ueteaban conejos, jueches, tepe$cuintles, tu$as, monos,
cervatillos, loros, tucanes, pavos salvajes y todo tipo de rumiantes; era
como estar en el paraíso bíblico" 1asta el clima era tranquilo, pues la
rara neblina parecía mantener una a!radable temperatura" staban
sorprendidos, y sólo la silenciosa presencia de un nuevo personaje los
volvió a la realidad"
ra un hombrecito vestido a la usansa choca. pantalón y camisa de
manta, paliacate rojo al cuello, sombrero de paja, huaraches de cuero,
bush, machete al cinto y una constante y ami!able sonrisa" #u presencia
ue repentina y pací%ca, y con una melodiosa vo$ les dijo. 3spero que se
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sientan descansados, olviden sus temores" n mis dominios no existe la
maldad" 'ueden caminar con libertad por estas tierras, alimentarse con
sus rutos, acercarse a los animales y acariciarlos si así lo desean, ya
que ni el ja!uar les har da&o" n esta tierra la libertad est por encima
de todo valor; la *nica limitante es la muerte" Co podrn disponer de la
vida de nin!*n animal, ni derribar rboles" -oda acción violenta siempre
traer aparejada un resultado violento de la misma intensidad, como
resultado de la ruptura del ciclo vital de esta isla" Dste es el *nico lu!ar
que queda sin que la mano del hombre pervierta, corrompa y destruya"
0 cambio, esta isla los proveer de todo cuanto necesiten, e incluso
podrn disponer de carne para su alimentación, si es que les place, pero
sólo con la condición de que ustedes los reprodu$can, los crien y los
alimenten; sólo entonces podrn disrutar de la carne" 0provecharn sus
huesos y su piel, sin que se desperdicie nada de ellos" Co podrn
disponer de animal al!uno sólo por capricho, por costumbre, por
vanidad, por ornato o por repulsión; el que trans!reda esta ley natural
enrentar su destino y las consecuencias de su necedad" / lo mismo se
aplica para la madera; si quiere derribar un rbol, primero tendrn que
sembrar cinco rboles de la misma especie que ase!ure su eternaexistencia" <uando el hombre se dé cuenta de su estupide$ y deje de
oender a la naturale$a, sólo entonces podr ase!urar la existencia de
su especie y por consecuencia la existencia de este planeta que tanto
nos ha dado"
3#e&or 3le dijo Eoberto3, no sabemos donde estamos" 1ace ya muchos
días que salimos de nuestros ho!ares y nuestros amiliares nos han de
dar por muertos" / ya que la ortuna nos hi$o lle!ar aquí, quisieramos
que nos ayudara a tomar rumbo con buena mar y buen viento3" 3<uando
re!rese de mis labores, dentro de treinta días, quien quiera re!resar a su
tierra podr hacerlo; yo les proporcionaré los medios adecuados y el
buen tiempo para nave!ar3" <on el mismo si!ilo con que apareció aquel
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extra&o hombrecito, desapareció entre la ve!etación" -odo volvió al
silencio y a la tranquilidad"
+os visitantes entraron en la caba&a de piso de tierra y su sorpresa ue
may*scula. los muebles estaban tallados en %nas maderas; había una
cama cubierta con ricas pieles y rasadas de vistosos colores abricadas
con plumas de aves; una mesa de caoba con incrustaciones de jade;
sillas con vestiduras de piel de ja!uar; una bolsa hecha con piel de
nutria; utensilios de cocina tallados en coco, y una %na cuchillería
elaborada con bamb*" 'ero lo que ms llamaba la atención, era que todo
cuanto había dentro de la caba&a tenía !rabada la cabe$a de un ja!uar
y, debajo de ésta, escrito con ncar, un nombre. /um@a"
-oda una semana estuvieron recorriendo la isla" Cada perturbaba su
monótona espera" +a naturale$a les proporcionaba cuanto necesitaban,
e incluso en al!unas ocasiones encontraban ricas viandas preparadas
con carne de conejo, de pato, de cojolita o de pescado" #in embar!o, en
nin!una de esas ocasiones pudieron ver a su an%trión"
Una tarde en que se reunieron en la playa, Manuel, un recio pescador de
tiburones, les comentó. 3/o no puedo estar comiendo rutas y verduras
todos los días, ni voy a comer carne cada que se le antoje a estehombrecito" 0 partir de hoy voy a comer la carne que quiera, le !uste o
no le !uste a este sujeto" Me importan un comino sus absurdas re!las y
no lo voy a esperar para planear la orma de salir de esta crcel" 0 partir
de aquella tarde, el ms ero$ de los depredadores entró en acción" l
miedo y la $o$obra se extendieron como una pla!a por toda la isla" l
monstruo insatisecho de la maldad y la destrucción había despertado"
'or doquier se encontraban restos de animales parcialmente
consumidos, y !randes brechas se abrieron en la, hasta entonces, vir!en
ve!etación" 1ermosas pieles de animales se secaban al sol; manatíes
abandonados en la arena se encontraban por doquier tras aportar su
mar%l; la uria destructora del hombre se había ense&oreado de aquel
paraíso" #ólo Eoberto se había ne!ado a participar de aquella barbarie"
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'or eso lo tenían encerrado en una uerte jaula de bamb* que
representaba el poder del hombre sobre todo lo que no se doble!a a su
capricho; sus compa&eros lo consideraban traidor"
2espues de treinta días, el hombrecito !obernante de aquella isla
re!resó, y con prounda triste$a observó lo que había sucedido" 2erramó
l!rimas en tal cantidad que ormó un arroyuelo en cuyas riveras
empe$aron a crecer fores de colores tan vivos, que parecían un arco iris
al contacto con el sol"
l cansancio y la sed se habían apoderaron de Eoberto" #us resecos
labios parecían no haber tocado a!ua en mucho tiempo; sus uer$as sólo
le alcan$aron para despe!ar los prpados y darse cuenta que era
trasladado a un barco camaronero, para después sentir cómo se
sumer!ía en el po$o de la inconciencia" <uando despertó estaba siendo
atendido en el centro de salud de la villa y puerto de #nche$
Ma!allanes" #us amiliares y ami!os lo rodeaban" 're!untó que había
pasado y el capitan del puerto le comentó que el *nico que podía saber
lo que había pasado sería él, ya que ue el *nico que pudo ser rescatado"
Co sabían cómo lo!ró sobrevivir, ya que los dems que naura!aron con
él nunca aparecieron" 'ero lo mas raro era que desde el día delnaura!io ya habían transcurrido dos meses, lo que hacía imposible que
no hubiera muerto" / ms raro aun ue el parte médico, en el que se
a%rmaba no haber encontrado si!nos de deshidratación, ni alta de
alimentación, ni quemaduras en la piel, por tanto resultaba inexplicable
su condición ísica" Eoberto comentó al médico lo que recordaba" +e
habló de la isla y su raro habitante" sto hi$o sospechar al !aleno cierta
la posibilidad de una locura temporal provocada por al!una impresión"
<on el paso de los días, el re!reso del nura!o se ue olvidando y
Eoberto re!resó a su quehacer cotidiano" 'ero desde entonces le dio por
platicar sus aventuras a los ni&os, y la !ente comen$ó a llamarlo =el loco
que re!resó del mar>"
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n sus tardes libres, Eoberto se dedicó a sembrar rboles rutales; a
producir composta para bene%ciar la tierra de sus hortali$as; a la crian$a
de aves de corral y a platicarle a los ni&os su !ran aventura" +es ense&ó
a cuidar las plantas y les transmitió su !ran cari&o por los animales; les
ense&ó a convivir con la naturale$a; les hablaba de los unestos alcances
de la contaminación y del cunto suría nuestro planeta a causa de la
conducta humana, cuando rebasaba las leyes que un ser superior dejó
para que los en!ranes de la vida pudieran uncionar" <uando una
especie animal o ve!etal se extin!ue, o un río o un la!o se contaminan,
es como si los en!ranes que mueven la cadena de la vida perdieran un
diente, y esto pone en peli!ro toda la existencia"
'or muchos a&os, el loco que re!resó del mar se la pasó platicando las
aventuras que vivió en aquella rara isla que habitaba /um@a, el peque&o
hombrecito que le salvara la vida a él y sus compa&eros, y que
posteriormente los casti!ara por no respetar a la naturale$a y sus leyes"
0quella historia viajó por los senderos de -abasco y ue conocida por
muchos ni&os, los cuales ueron creciendo con aquel bello recuerdo que
se extendió en el tiempo" 0l ser hombres, estos ni&os decidieron rendirle
un homenaje a tito, el deensor de la vida" n su memoria construyeronuna hermosa reserva a la que pusieron por nombre /um@a, a la que
asisten los ni&os de los cuatro puntos cardinales de la vida, para conocer
la historia de Eoberto, el joven pescador que conoció y vivio en la isla de
donde se!uramente se ori!inó la vida"
El hombre que conoció a Dios
n el peque&o poblado de <erro pelado, ubicado en el municipio de
Honuta, -abasco, vivía un viejo que presumía de haber conocido a 2ios
cuando él tenía die$ a&os de edad, y que desde entonces sabía cual es
el ori!en del hombre" 'or las tardes se reunía en el patio de su casa,
bajo la sombra de un rondoso tamarindo, con los ni&os y jóvenes de la
localidad" +es platicaba historias que había escuchado en el transcurso
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de sus noventa a&os" +a que ms le !ustaba contar era la de la vida y la
muerte, de la cual comentaba, con or!ullo, que se la había escuchado al
mismísimo 2ios.
=<uando el hombre irrumpió en la existencia del planeta tierra, la vida
ya se desarrollaba de manera cotidiana" 'or consi!uiente, la eterna
lucha entre la vida y la muerte era parte del transcurrir de los días>"
3scuchen ni&os. si aceptramos el hecho de que la vida y la muerte son
dos seres distintos, entonces nos tendríamos que pre!untar, 4quién ue
primero5 / al estar demostrado que la !eneración espontnea no existe,
entonces tendremos que encontrarles un ori!en distinto de estas
eternas contradicciones, pero continuemos3"
Un día, un viejo ermita&o me comentó que el *nico que sabía quién
había lle!ado primero a la tierra, era 2ios y que, por lo tanto, si querían
saber tendrían que pre!untarle al !ran arquitecto del universo" 'ara ello
tendrían que viajar hasta donde inicia el !ran río Usumacinta, el cual
nace muy adentro de la selva, en un lu!ar en el que los primeroshombres de 0mérica habían construido un !ran monumento para que
2ios les escribiera y resolviera todas sus dudas"
0l si!uiente día comencé a preparar todo lo necesario para hacer el
viaje" l lu!ar venía indicado en un viejo mapa de piel que el ermita&o
saco de una bolsa de cuero que había perdido su color con la ptina del
tiempo" 0quel mapa me lo aprendí de memoria, previendo la posibilidad
de una pérdida o un robo" 0 la si!uiente semana, inicié mi b*squeda"
3'rimero. debers encontrar un afuente del !ran río, que no esté
contaminado" Una ve$ que lo encuentres, se!uirs su curso hasta
encontrar la !ran morada de los loros a$ules que platican la historia de
los primeros hombres; lue!o vers a los monos que hablan el maya" +a
*nica restricción que existe es que, durante tu marcha, no podrs comer
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nin!*n tipo de carne de animal que mates, ni comer rutos que no hayan
madurado en el rbol"
#e!undo. una ve$ que los loros te hayan platicado la historia de los
primeros hombres y los monos te ense&en a hablar el maya, tendrs que
viajar durante cinco días por las copas de los rboles, sin bajar en
nin!*n momento al suelo de la selva, con la *nica condición de que
durante tu viaje por los rboles, sólo hablars en maya y contars la
historia de los hombres"
-ercero. cuando encuentres la plancha de 2ios, dormirs en ella toda la
noche, y al si!uiente día, parado en el centro de la plancha, que no es
otra cosa que el centro de la tierra, !ritars. 9arquitecto del universo,
4quién ue primero, la vida o la muerte5: Kolvers a dormir, y cuando
despiertes, escrita en la plancha encontrars la respuesta que buscas"
l viajero si!uió los caminos indicados en el viejo mapa y cumplió con
las re!las indicadas" 0l si!uiente día, encontró la respuesta que tanto
quería y que quiso compartir con todos los hombres, sólo que cuando lo
intentaba, ya sólo sabía hablar en maya y le daba mucho sue&o L
N>O:P>O y $$$$$$$$$"
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Un resultado divino
1ace mucho tiempo, cuando el espacio in%nito sólo estaba habitado por
los dioses de la creación, en un lu!ar muy lejano a lo que ahora
conocemos como la Kía +ctea, se ormó un !ran alboroto, ya que los
dioses encar!ados de proveer de diversión a los inmortales, se
maniestaron con un plantón permanente ante las o%cinas del
mismísimo 2ios, el !ran creador" #e declararon en huel!a aduciendo
como pretexto que ellos, que se encar!aban de la diversión universal,
nunca tenían tiempo para divertirse, y esto violaba sus derechos divinos"
0 partir de ese momento el departamento de diversiones cerraba sus
puertas y tomaban como se&al inequívoca, una bandera roja y ne!ra"
'ara resolver aquel penoso asunto, que preocupaba a los dioses, no era
posible recurrir a los esquiroles, ni se podía resolver vía dinero, ya que
no existían los líderes sindicales que pudieran vender el movimiento ni
había patrones que pa!aran, ni autoridades venales que se vendieran,
pero lo peor era que en aquel preciso momento, el !ran 2ios se
encontraba en una !ira de creación en los con%nes de la nada" 0 los
dioses no les quedó ms remedio que solicitar una audiencia con el !ransecretario, que era nada ms ni nada menos, que la Bdea (que era una
chispa de ener!ía divina que se quedaba a car!o de la solución de
problemas durante la ausencia del creador)"
Epidamente se ormó una comisión encar!ada de plantear el terrible
problema y, tras escucharlos pacientemente, la Bdea les advirtió que la
solución que ella les indicara debería ser aceptada por todos los dioses
durante toda la eternidad" +a solución consistía en reali$ar una
competencia de crear y contrarrestar, pero sin destruir; sin la inclusión
de intereses ajenos ni el mal uso de los poderes divinos" s de aclarar
que la Bdea a veces estaba un poco alta de ener!ía, motivo por el que
podía allar en sus clculos, pero como con 2ios siempre había
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uncionado, los dioses con%aban en que siempre sería así" ntonces se
dispusieron a competir si!uiendo el re!lamento"
30mi!os 3les dijo la Bdea3, los dioses huel!uistas tendrn como tarea el
crear todo lo que sus contrarios estarn obli!ados a contrarrestar y por
lo tanto sern los huel!uistas los que iniciaran esta sin!ular
competencia" #iendo las doce divinas horas, declaro inau!urados los
primeros jue!os de la raternidad" ?ue !anen los mejojojores y8
disculpen voy a a a solucionar un pepepeque&o problema de ener!ía
que me est aectando"
<omo primera prueba, los dioses huel!uistas tomaron lodo del divino
suelo donde habitaban" 1icieron pelotas y las lan$aron en todas
direcciones, animadas por una extra&a uer$a que les impedía
desacelerar y mucho menos retornar; a esa uer$a la denominaron
fuer!a centrífuga" +os dioses del otro equipo, tenían la obli!ación de
contarlas pero sin re!resar a aquellas eternas viajeras"
'ara poder superar aquella prueba, los oponentes le dieron a las pelotas
viajeras una extra&a uer$a que las obli!aba a atraerse unas a otras en
ra$ón directa de sus masas y en ra$ón inversa al cuadrado de sus
distancias, lo que provocó la creación de c*mulos que denominaron!alaxias" sto acilitó el conteo de las pelotas sin detenerlas ni hacerlas
volver, y a aquella extra&a uer$a le dieron el nombre de fuer!a
centrípeta" s así que aquella primera competencia dio ori!en al !ran
universo ormado por !alaxias y, por consecuencia, a los sistemas
planetarios como nuestro sistema solar"
n la se!unda prueba, los huel!uistas escondieron una divina l!rima en
una de los millones de pelotas viajeras" l equipo contrario estaba
obli!ado a encontrarla sin usar su visión divina y, adems, evitar que al
ser encontrada, la l!rima saltara y se perdiera en el insondable
espacio" 'ara superar aquella prueba, los dioses oponentes dotaron a las
pelotas viajeras de un centro de calor tan poderoso que uera capa$ de
evaporar la divina l!rima para hacerla salir de su escondite, pero como
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no querían que escapara en cuanto la vieran, rodearon a todas las bolas
del universo con una capa de !ases en la que, cuando ésta quiso
escapar convertida en vapor, se condensó y re!resó convertida unas
veces en !rani$o, otras en nieve y otras en lluvia" / allí quedó atrapada
para siempre creando sus propios cauces y lechos, ríos, la!os y mares" 0
la pelota en la que los dioses escondieron la l!rima, la llamaron tierra"
<omo la competencia consistía en cinco pruebas y dos ya habían sido
superadas, todo parecía indicar que los jue!os terminarían pronto; pero
esta ve$ la Bdea no ue tan certera"
'ara la si!uiente prueba, los dioses del crear aprovecharon la existencia
del a!ua y el oxí!eno en la tierra, para crear distintas ormas de vida,
dndole a cada ser viviente la capacidad de reproducción; por lo que los
dioses contrarios deberían controlar la reproducción y posteriormente
terminar con todo si!no de vida, pero sin intervenir en el aniquilamiento
de la vida de manera directa"
2espués de mucho pensar, los dioses lle!aron a la conclusión de que la
*nica orma de lo!rarlo era creando una orma de vida que uera capa$
de dominar y destruir las otras ormas de vida, pero que en su an de
destrucción no le importara su propia existencia" 0 tan terrible creaciónla llamaron hombre y con él, los dioses estn consi!uiendo un resultado
divino"
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