cristalizacion de sulfato de magnesio (1)
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CRISTALIZACION DE SULFATO DE MAGNESIO
1. INTRODUCCIÓN:
La cristalización es una operación de transferencia de materia en la que se produce la
formación de un sólido (cristal o precipitado) a partir de una fase homogénea (soluto en
disolución o en un fundido).
Destaca sobre otros procesos de separación por su potencial para combinar purificación
producción de partículas en un solo proceso. Comparado con otras operaciones de
separación la cristalización en disolución presenta varias VENTAJAS: El factor de
separación es elevado (producto casi sin impurezas). En bastantes ocasiones se puede
recuperar un producto con una pureza mayor del 99% en una única etapa de
cristalización, separación y lavado.
Controlando las condiciones del proceso se obtiene un producto sólido constituido por
partículas discretas de tamaño y forma adecuados para ser directamente empaquetado y
vendido (el mercado actual reclama productos con propiedades específicas).
Precisa menos energía para la separación que la destilación u otros métodos empleados
habitualmente y puede realizarse a temperaturas relativamente bajas.
Sus principales DESVENTAJAS son:
En general, ni se puede purificar más de un componente ni recuperar todo el soluto en
una única etapa. Es necesario equipo adicional para retirar el soluto restante de las aguas
madres.
La operación implica el manejo de sólidos, con los inconvenientes tecnológicos que esto
conlleva. En la práctica supone una secuencia de procesado de sólidos, que incluye
equipos de cristalización junto con otros de separación sólido-líquido y de secado.
2. FUNDAMENTO TEÓRICO:
La cristalización es un proceso por el cual a partir de un gas, un líquido o una disolución los
iones, átomos o moléculas establecen enlaces hasta formar una red cristalina, la unidad
básica de un cristal. La cristalización se emplea con bastante frecuencia en Química para
purificar una sustancia sólida.
Método de separación de sistemas materiales homogéneos
Permite separar sustancias que forman un sistema material homogéneo por ejemplo:
el agua potable es una solución formada por agua y sales disueltas en ella. Los tres
métodos más conocidos son: Evaporación o capitalización, cromatografía y
destilación. La operación de cristalización es el proceso por medio del cual se separa
un componente de una solución liquida transfiriéndolo a la fase sólida en forma de
cristales que precipitan. Es una operación necesaria para todo producto químico que
se presenta comercialmente en forma de polvos o cristales, ya sea el azúcar o
sacarosa, la sal común o cloruro de sodio.
Enfriamiento de una disolución concentrada
Si se prepara una disolución concentrada a altas temperatura y se enfría, se forma
una disolución sobre saturada, que es aquella que tiene, momentáneamente, más
soluto disuelto que el admisible por la disolución a esa temperatura en condiciones de
equilibrio. Posteriormente, se puede conseguir que la disolución cristalice mediante
un enfriamiento controlado. Esencialmente cristaliza el compuesto principal, y las que
se enriquecen con las impurezas presentes en la mezcla inicial al no alcanzar su límite
de solubilidad.
Para que se pueda emplear este método de purificación debe haber una variación
importante de la solubilidad con la temperatura, lo que no siempre es el caso. La sal
marina (NaCl), por ejemplo, tiene este efecto.
Cambio de disolvente
Preparando una disolución concentrada de un sustancia en un buen disolvente y
añadiendo un disolvente peor que es miscible con el primero, el principal del sólido
disuelto empieza a precipitar, y las aguas madres se enriquecen relativamente en las
impurezas. Por ejemplo, puede separarse ácido benzoico de una disolución de éste en
acetona agregando agua.
Evaporación del disolvente
De manera análoga, evaporando el disolvente de una disolución se puede conseguir
que empiecen a cristalizar los sólidos que estaban disueltos cuando se alcanzan los
límites de sus solubilidades. Este método ha sido utilizado durante milenios en la
fabricación de sal a partir de salmuera o agua marina.
Sublimación
En algunos compuestos la presión de vapor de un sólido puede llegar a ser lo bastante
elevada como para evaporar cantidades notables de este compuesto sin alcanzar su
punto de fusión (sublimación). Los vapores formados condensan en zonas más frías
ofrecidas por ejemplo en forma de un "dedo frío", pasando habitualmente
directamente del estado gaseoso al sólido, (sublimación regresiva) separándose, de
esta manera, de las posibles impurezas. Siguiendo este procedimiento se pueden
obtener sólidos puros de sustancias que subliman con facilidad como la cafeína, el
azufre elemental, el ácido salicílico, el yodo, etc.
Enfriamiento selectivo de un sólido fundido
Para purificar un sólido cristalino éste puede fundirse. Del líquido obtenido cristaliza,
en primer lugar, el sólido puro, enriqueciéndose, la fase líquida, de las impurezas
presentes en el sólido original. Por ejemplo, este es el método que se utiliza en la
obtención de silicio ultra puro para la fabricación de sustratos u obleas en la industria
de los semiconductores. Al material sólido (silicio sin purificar que se obtiene
previamente en un horno eléctrico de inducción) se le da forma cilíndrica. Luego se
lleva a cabo una fusión por zonas sobre el cilindro. Se comienza fundiendo una franja
o sección del cilindro por un extremo y se desplaza dicha zona a lo largo de este hasta
llegar al otro extremo. Como las impurezas son solubles en el fundido se van
separando del sólido y arrastrándose hacia el otro extremo. Este proceso de fusión
zonal puede hacerse varias veces para asegurarse que el grado de pureza sea el
deseado. Finalmente se corta el extremo en el que se han acumulado las impurezas y
se separa del resto. La ventaja de este proceso es que controlando adecuadamente la
temperatura y la velocidad a la que la franja de fundido se desplaza por la pieza
cilíndrica, se puede obtener un material que es un mono cristal de silicio que presenta
las caras de la red cristalina orientadas en la manera deseada.
Crecimiento cristalino
Monocristal de lizosima para estudio por difracción de rayos X.
Para obtener cristales grandes de productos poco solubles se han desarrollado otras
técnicas. Por ejemplo, se puede hacer difundir dos compuestos de partida en una
matriz gelatinosa. Así el compuesto se forma lentamente dando lugar a cristales
mayores. Sin embargo, por lo general, cuanto más lento es el proceso de cristalización
tanto mejor suele ser el resultado con respecto a la limpieza de los productos de
partida y tanto mayor suelen ser los cristales formados. La forma y el tamaño de los
cristales pueden ser influenciados a aparte por condicionantes como el disolvente o la
concentración de los compuestos, añadiendo trazas de otros componentes como
proteínas (esta es la manera con que los moluscos, las diatomeas, los corales, etc.,
consiguen depositar sus conchas o esqueletos de calcita o cuarzo en la forma
deseada.)
La teoría más aceptada para este fenómeno es que el crecimiento cristalino se realiza
formando capas mono moleculares alrededor de germen de cristalización o de un
cristalito inicial. Nuevas moléculas se adhieren preferentemente en la cara donde su
adhesión libera más energía. Las diferencias energéticas suelen ser pequeñas y
pueden ser modificadas por la presencia de dichas impurezas o cambiando las
condiciones de cristalización.
En multitud de aplicaciones se puede necesitar la obtención de cristales con una
determinada forma y/o tamaño como: la determinación de la estructura química
mediante difracción de rayos X, la nanotecnología, la obtención de películas
especialmente sensibles constituidas por cristales de sales de plata planos orientados
perpendicularmente a la luz de incidencia, la preparación de los principios activos de
los fármacos, etc.
Recristalización:
3. MATERIAL DE METODOS:
3.1 Materia prima:
SULFATO DE MAGNESIO
El sulfato de magnesio o sulfato magnésico, de nombre común sal de Epsom (o sal
inglesa), es un compuesto químico que contiene magnesio, y cuya fórmula es Mg
SO4·7H2O. El sulfato de magnesio sin hidratar MgSO4 es muy poco frecuente y se
emplea en la industria como agente secante. Por esta razón, cuando se dice «sulfato
de magnesio» se entiende implícitamente la sal hidratada. El mismo criterio se aplica
a la sal de Epsom. Para las preparaciones medicinales en las que se utilizará como
solución acuosa se emplea el hidrato, porque los cristales hidratados de esta sal, que
no son delicuescentes, pueden pesarse con escaso error y ser sometidos sin mayores
inconvenientes a los procesos de control de calidad en la manufactura.
Elaboración
El sulfato magnésico puede elaborarse a partir de magnesio y ácido sulfúrico, según la
siguiente reacción:
También partiendo de los óxidos de magnesio o de sus hidróxidos, más ácido
sulfúrico:
Propiedades físicas
Apariencia Sólido cristalino blanco
Densidad 2660 kg/m3; 2,66 g/cm3
Masa molar 120.36 g/mol (Anhidroso)
246.48 g/mol (Heptahidratado) g/mol
Punto de fusión 1.397 K (1.124 °C)
Propiedades químicas
Solubilidad en agua 35.5 g/100 ml (20 °C)
3.2 Reactivos:
Se usó agua destilada y materia prima.
3.3 Material de vidrio y Equipos:
1 vaso de precipitación de 250 mL (pyrex)
1 probeta graduada de vidrio de 100 mL (pyrex)
1 varilla de agitación de vidrio
1 termómetro (-10 a 360) (boeco)
1 luna grande de reloj (pyrex)
2 papel filtro
1 embudo de vidrio mediano (pyrex)
1 cocina eléctrica
1 balanza electrónica
1 pizeta
1 cubeta de hielo
1 pinza
1 toalla
3.4 Procedimientos Experimentales
En el laboratorio se realizo el siguiente procedimiento experimental:
Primero se armó el equipo a utilizar
El sulfato de magnesio se entrego en solución con agua
Antes de utilizar la solución se filtro ya que contenía impurezas.
Se llevo a la cocina para concentrarla
Pasado 20 minutos y a temperatura de 102 °C ,se retiro del fuego ya que dicha
solución comenzó a cristalizarse
Se dejo enfriar un par de minutos, para luego pasar a llevar el vaso con la
cristalización al hielo.
Finalmente colocamos los cristales en un papel de filtro, para secar .
Una vez secos se pesan los cristales para luego colocarlos en un frasco.
4. RESULTADOS (TABLAS Y GRÁFICOS)
Se obtuvo 3.20 g de cristales de sulfato de magnesio.
La temperatura a la cual se obtuvo fue a 100 °C.
5. DISCUSIÓN Y RESULTADOS
Durante la elaboración de la cristalización al inicio se concentró demasiado la solución y
no se pudo obtener los cristales deseados, sino solidos secos; esto sucedió por poca
información buscada.
Finalmente los resultados fueron que al realizar dicho procedimiento experimental se
obtuvo con satisfacción la cristalización de Sulfato de Magnesio.
6. CONCLUSIONES:
Se concluye que Sulfato de Magnesio en comparación con otros compuestos tiende a
cristalizarse de manera rápida debido a su elevado punto de fusión , esto nos ayudo a
obtener cristales, pero es difícil mantenerlo en forma de cristales ya que es hidroscópico
es decir capta humedad del ambiente, es por eso que se mantiene en un frasco ambar
cerrado.
7. RECOMENDACIONES:
Se recomienda mantener los cristales del Sulfuro de Magnesio , en un frasco cerrado ; ya
que si dichos cristales captan la humedad del ambiente pueden diluirse
8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Química orgánica. Robert T. Morrison
Química orgánica laboratorio. Brewste
9. APÉNDICE:
CRISTALIZACIÓN DE COMPUESTOS ORGÁNICOS
INTRODUCCIÓN
Hoy día esta técnica se mantiene como el procedimiento más adecuado para la
purificación de sustancias sólidas. En general, la purificación por recristalización se basa en
el hecho de que la mayoría de los sólidos son más solubles en un disolvente en caliente
que en frío.
El sólido que se va a purificar se disuelve en el disolvente caliente, generalmente a
ebullición, la mezcla caliente se filtra para eliminar todas las impurezas insolubles, y
entonces la solución se deja enfriar para que se produzca la cristalización. En el caso ideal,
toda la sustancia deseada debe separarse en forma cristalina y todas las impurezas
solubles deben quedar disueltas en las aguas madres. Finalmente, los cristales se separan
por filtración y se dejan secar. Si con una cristalización sencilla no se llega a una sustancia
pura, el proceso puede repetirse empleando el mismo u otro disolvente.
• Elección del disolvente
La mejor forma de encontrar un disolvente adecuado para la recristalización de una
sustancia determinada es ensayar experimentalmente distintos disolventes. No obstante,
algunas generalizaciones, razonablemente válidas, pueden ayudar a simplificar la
búsqueda.
1. Los compuestos iónicos se disuelven en disolventes polares y los compuestos no
iónicos en disolventes no polares.
2. Los compuestos no iónicos se pueden disolver en agua si sus moléculas se ionizan
en solución acuosa o puedan asociarse con moléculas de agua a través de puentes
de hidrógeno.
Por este motivo, los hidrocarburos y sus derivados halogenados son prácticamente
insolubles en agua, pero los compuestos en cuyas moléculas existen grupos
funcionales tales como alcohol (-OH), aldehído (-CHO), cetona (R-CO-R), ácido
carboxílico (-COOH) y amida (-CONH2)], que pueden formar puentes de hidrógeno
con agua, son solubles en este disolvente, a menos que la relación del número
total de átomos de carbono al de tales grupos funcionales en la molécula sea
superior a 4 ó 5.
3. Los disolventes hidroxílicos asociados como metanol, etanol, ácido acético,
presentan un poder intermedio entre agua y el éter etílico o benceno. Son buenos
disolventes para los compuestos orgánicos que pueden asociarse.
Un disolvente ideal para una recristalización debe poseer las siguientes
características:
a) Un coeficiente de temperatura elevado para la sustancia que se va a purificar,
esto es, debe disolver una gran cantidad de la misma a su temperatura de
ebullición y sólo una pequeña cantidad a la temperatura ambiente o
ligeramente por debajo de ella.
b) Un coeficiente de temperatura bajo para la impureza.
c) Al enfriarse debe suministrar rápidamente cristales bien formados del
compuesto que se purifica, de los cuales debe ser fácilmente separable.
d) No debe reaccionar con el soluto.
e) Su utilización no debe ser peligrosa (inflamable).
f) Debe ser barato.
Preparación de la solución
Como regla general, el objetivo es disolver el soluto en la mínima cantidad de
disolvente a su temperatura de ebullición. Se recomienda el siguiente procedimiento:
el compuesto a recristalizar, finamente pulverizado, se coloca en un matraz de fondo
redondo del tamaño adecuado al que se acopla un refrigerante de reflujo. Se echa un
trocito de plato poroso y se cubre el sólido con un volumen del disolvente elegido que
se juzgue todavía insuficiente para disolverlo totalmente.
Sobre un baño de agua (o directamente sobre la placa calefactora si el disolvente tiene
un punto de ebullición mayor que el del agua) se calienta la mezcla hasta ebullición,
agitando constantemente al comunicar al líquido un movimiento de giro. A la solución
hirviente se añade más disolvente en pequeñas porciones y continuando la agitación.
Entre cada dos adiciones se debe dejar el tiempo suficiente para que el soluto pueda
disolverse. Se continúa la adición de disolvente hasta que todo el soluto se ha disuelto
a la temperatura de ebullición.
Decoloración
Frecuentemente la solución se colorea con impurezas orgánicas de peso molecular
elevado que acompañan al producto natural deseado o que se han formado como
productos de descomposición o subproductos en el proceso de síntesis. En estos casos
el color se puede eliminar hirviendo la solución durante cinco o diez minutos con una
pequeña cantidad de carbón adsorbente activado.
Filtración de la solución caliente
La solución caliente se debe filtrar de tal forma que no cristalice nada de soluto ni en el
papel de filtro ni en el embudo. Generalmente, para ello se requiere una filtración
rápida con un mínimo de evaporación en el embudo de pitorro corto, previamente
calentado en una estufa, y provisto de un filtro de pliegues para aumentar la velocidad
de filtración.
Enfriamiento
Durante el enfriamiento de la solución caliente se pretende que cristalice la máxima
cantidad de la sustancia deseada con un mínimo de impurezas. El proceso se realiza en
un matraz Erlenmeyer, tapado. Generalmente, es preferible que los cristales tengan un
tamaño medio, porque los cristales grandes pueden incluir gran cantidad de
disolvente, el cual lleva impurezas disueltas, y los cristales pequeños presentan una
gran superficie sobre la que éstas quedan adsorbidas. El tamaño de los cristales se
puede controlar por la velocidad de cristalización; una cristalización rápida favorece la
formación de cristales pequeños y una cristalización lenta origina cristales grandes.
Generalmente lo mejor es dejar que el enfriamiento de la disolución sea lento o al
menos moderado. Si la cristalización es demasiado lenta, se puede favorecer rascando
con una varilla de vidrio la superficie interior del Erlenmeyer (para que se formen
pequeñísimos fragmentos de vidrio que actúen como núcleos de cristalización), o bien,
añadiendo, durante el enfriamiento y de vez en cuando, un pequeño cristal del
producto para sembrar la solución y provocar su cristalización.
Separación de los cristales
En este paso se pretende separar los cristales formados, quitándoles la mayor cantidad
posible de aguas madres, con una evaporación mínima. Generalmente esto se
consigue empleando un embudo Büchner unido a un quitasato, que a su vez se
conecta a la trompa de vacío.
Los quitasatos deberán sujetarse mediante unas pinzas a un soporte. El Büchner debe
ser de tamaño adecuado, eligiéndose el más pequeño que permita la recogida con
holgura de toda la masa cristalina sin que ésta llegue a rebosar el borde superior del
embudo. El papel de filtro debe cubrir por completo todos los orificios de la placa del
Büchner, pero su diámetro debe ser ligeramente inferior al de esta placa. Al colocarlo
debe quedar completamente liso y sin arrugas para que no pueda pasar nada de sólido
por sus bordes. Esto se consigue fácilmente humedeciendo el papel con disolvente y
haciendo succión. Después, sin succión, o mejor, sólo con una ligera succión, para
evitar evaporaciones innecesarias, se echa la mezcla (o parte de ella) dentro del
embudo. Entonces se aplica todo el vacío (o el máximo deseado). Se debe utilizar una
varilla de vidrio o una espátula para que, ayudándose con ella, se pueda pasar lo más
rápidamente posible toda la masa cristalina al embudo. Si algunos cristales quedan
adheridos a las paredes del Erlenmeyer, se pueden lavar y echar en el embudo con
pequeñas cantidades del disolvente frío.
Tan pronto como la masa sólida se hace suficientemente rígida, se presiona, con
cuidado pero con firmeza, con un corcho o tapón de frasco invertido. Cuando cesa el
paso de líquido a través del filtro se interrumpe la succión. En este momento, si el
filtrado tiene valor, se deberá transferir a otro recipiente.
Entonces se procederá al lavado de los cristales para eliminar todo el disolvente que
llevan adherido (que, desde luego, contendrá impurezas solubles). Sin succión, se
cubrirán los cristales con una pequeña cantidad de disolvente puro y frío. En este
momento conviene agitar la mezcla cuidadosamente, para no romper el papel de
filtro, con una espátula o varilla de vidrio roma para asegurar que todos los cristales se
humedecen con el disolvente. Entonces se aplica de nuevo la succión y los cristales se
presionan con un tapón como antes. Este proceso se puede repetir varias veces.
Con frecuencia, por concentración de las aguas madres (filtrado) se puede obtener una
nueva cantidad de cristales. Sin embargo, éstos son casi siempre algo menos puros que
los cristales obtenidos en primer lugar.
Secado de los cristales
Como paso final de la recristalización, los cristales obtenidos deben quedar libres del
disolvente adherido mediante un secado. El Büchner se invierte sobre un papel de
filtro de superficie lisa doblado en tres o cuatro capas y los cristales se pasan a éste
con ayuda de una espátula limpia. Sobre los cristales se colocan otras hojas de papel
de filtro y la mayor parte del disolvente se exprime presionando fuertemente.
Entonces se pasan los cristales a un vidrio de reloj limpio o una cápsula plana y se
cubren con una hoja de papel de filtro para evitar que caigan partículas de polvo. En
estas condiciones se pueden dejar secar al aire a la temperatura ambiente o se pueden
introducir en un desecador de vacío sobre un desecante que sea eficaz para eliminar el
disolvente usado. El secado a temperaturas superiores a la ambiente se puede realizar
en una estufa. Se debe tener en cuenta que las muestras al principio están
humedecidas con el disolvente y que, por tanto, fundirán a una temperatura inferior a
la del punto de fusión de la sustancia pura.
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