antología escuelas posmodernas
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ANTOLOGÍA
ESCUELAS POSMODERNAS
INTRODUCCIÓN
Tarragona, M. (2006). Las terapias posmodernas: una breve introducción a la terapia colaborativa, la terapia
narrativa y la terapia centrada en soluciones. Psicología Conductual, 14 (3), pp. 511-532.
Introducción
A partir del último cuarto del siglo XX han surgido nuevas formas de pensar en
la psicoterapia que cuestionan muchos de los supuestos en los que se ha basado
esta disciplina a través de su historia. Este cuestionamiento ha resultado en el desarrollo
de prácticas terapéuticas que han recibido diferentes nombres: terapias «posmodernas
», «narrativas», «discursivas», «posestructuralistas», «colaborativas»
y «socio construccionistas». Cada uno de estos términos subraya algún aspecto
importante de estos abordajes ya que éstos ven la terapia como un proceso conversacional
o discursivo; se interesan en la forma en la que las personas creamos
narraciones o historias sobre nuestras vidas; proponen que el conocimiento y la
identidad se construyen a través de la interacción con los otros; no piensan en
las dificultades humanas en términos de estructuras «profundas» o subyacentes y
conciben la terapia como una relación de colaboración entre clientes y terapeutas.
En este trabajo se utiliza el término «posmoderno» por considerar, como Marlene
Anderson (1997, 2006), que éste constituye una amplia «sombrilla» bajo la que
caben muchas corrientes de pensamiento distintas pero interrelacionadas.
En este artículo se discuten tres escuelas o terapias posmodernas: la Terapia
Colaborativa (Anderson y Golosina), la Terapia Narrativa (White y Epson) y la
Terapia Centrada en Soluciones (De Shazer y Kim-Berga)1 aunque, como menciona
Anderson (2003a), hay muchos otros profesionales cuyo trabajo se puede considerar
parte de esta corriente. Entre ellos, Tom Andersen, Lynn Hoffman, Pegó Pen,
Loas Shaw ver y Jakob Seikkula.
La Terapia Colaborativa, la Terapia Centrada en Soluciones y la Terapia Narrativa
tienen características particulares y estilos de trabajo específicos de cada una. Existen
diferencias importantes entre ellas, pero frecuentemente se agrupan porque comparten
algunas premisas básicas sobre el lenguaje, el conocimiento, los problemas,
las relaciones interpersonales y la identidad (Paré y Tarragona, en prensa; Anderson,
2006, Anderson, 2003b).
Psicoterapia y posmodernidad
La crítica posmoderna ha tenido un gran impacto en las disciplinas sociales, en
la psicología y en la psicoterapia. Ha invitado a reconsiderar muchas de las premisas
tradicionales sobre la naturaleza de las personas, de los problemas y de la
relación terapéutica (Anderson, H., 2003a). Nuevamente puede ser útil contrastar
las posturas modernas y posmodernas, esta vez en cuanto al trabajo terapéutico:
Las psicoterapias ubicadas dentro de la tradición moderna parten de la base de que
el terapeuta es un observador objetivo de sus clientes. Muchas veces están inspiradas
en un modelo médico y el proceso terapéutico se entiende como análogo
a la intervención de un médico con un enfermo. Se cree que el terapeuta posee
un conocimiento experto sobre la naturaleza humana o sobre las dificultades del
cliente (Anderson, 1997). Este conocimiento privilegiado con frecuencia se traduce
en una marcada diferencia de jerarquía, ya que el terapeuta «sabe más» que el
paciente, sabe lo que «realmente» le está pasando a éste y probablemente tenga
algunas ideas sobre como «deben ser» las personas y las relaciones humanas sanas
o funcionales (Anderson, 1997). Las terapias «modernas» generalmente parten
de un diagnóstico que determina el tratamiento a seguir y los objetivos de éste. El
terapeuta puede saber qué pasos o etapas se darán en la terapia y diseñar intervenciones
o estrategias para lograr las metas del tratamiento. Con frecuencia es el terapeuta
quien «da de alta» al paciente o decide cuando debe de terminar la terapia.
Varios autores dentro de las corriente posmodernas y posestructuralistas en
psicología (Anderson, 1997; Gergen, 1990; Anderson, Gergen y Hoffman, 1995;
White y Epston, 1989) subrayan que históricamente el lenguaje de la psicoterapia
ha sido un lenguaje de déficit y que la terapia frecuentemente es vista como una
tecnología para «componer» personas defectuosas. También han expresado su
preocupación por los efectos negativos que los diagnósticos psicopatológicos pueden
tener sobre las personas.
Cabe mencionar que esta preocupación por la atención excesiva que se le prestado
al déficit y la patología en la psicología, es compartida por investigadores
y terapeutas que no se ubican en la línea socio construccionista o posmoderna,
por ejemplo, los exponentes de la Psicología Positiva (Seligman y Csikszentmihalyi,
2000; Seligman, 2002; Peterson y Seligman, 2004).
Friedman (1996) llama a los terapeutas que trabajan desde estas perspectivas
«terapeutas constructivos» y los describe de la siguiente manera:
«Los terapeutas constructivos:
• Creen en una realidad construida socialmente.
• Enfatizan la naturaleza reflexiva de la relación terapéutica en la que el cliente
y el terapeuta co-construyen significados mediante el diálogo o la conversación.
• Se mantienen empáticos y respetuosos ante el predicamento del cliente y
cree en la capacidad de la conversación terapéutica para liberar aquellas
voces e historias que han sido suprimidas, ignoradas o no tomadas en cuenta
previamente.
• Se alejan de las distinciones jerárquicas hacia una oferta de ideas más igualitaria
en la que se respectan las diferencias.
• Co-construyen los objetivos y negocian la dirección de la terapia, colocando
al cliente en el «asiento del conductor», como experto en sus propios predicamentos
y dilemas.
• Buscan y amplifican las habilidades, fortalezas y recursos y evitan ser detectives
de la patología o reificar distinciones diagnósticas rígidas.
• Evitan utilizar un vocabulario de déficit y disfunción, reemplazando la jerga
de la patología (y la distancia) con el lenguaje cotidiano.
• Están orientados hacia el futuro y son optimistas respecto al cambio».
TERAPIA CENTRADA EN SOLUCIONES
García, M., F. (2013). Terapia breve centrada en la solucio n: hacia una psicoterapia positiva En García, M., F.
(comp.). Terapia sistémica breve: fundamentos y aplicaciones. (pp. 63-99). Santiago de Chile: RIL,
Editores.
Como primera parte de un experimento, imagine que usted se ha pasado la u ltima media
hora hablando con el señor A sobre todos los problemas de la vida de esta
persona, haciendo particular énfasis en sus sentimientos de depresión. ¿Cómo
se siente usted después de esa media hora? (...) Si eso es lo que sienten los
terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente? (...) Como
una segunda parte de este experimento, imagine que ha pasado usted la última
media hora hablando con el señor B sobre todo lo que ha marchado bien en la
vida de esa persona, haciendo particular hincapié en sus sentimientos de éxito.
¿Cómo se siente usted después de esa media hora? (...) Si eso es lo que sienten
los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente? (de
Shazer, 1999: 95).
Introducción
La Terapia Breve Centrada en la Solución (TBCS) es un modelo terapéutico desarrollado
por el Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee, Estados Unidos, a finales de los
anos setenta, bajo la dirección de Steve de Shazer e Insoo Kim Berg. Es un modelo adscrito
al movimiento sistémico, y como tal recibe las influencias de Gregory Bateson, de Milton
H. Erickson y del Mental Research Institute de Palo Alto (MRI). Además, se le vincula a
los movimientos posestructuralistas (puesto que no indagan lo que hay detrás y debajo del
lenguaje, sino lo que hay en el lenguaje), constructivista (puesto que no creen que el
lenguaje representa la realidad, sino que el lenguaje es la realidad, por cuanto la constituye
y ordena) y posmodernista (puesto que consideran que el lenguaje científico es un medio
más de acercarse al conocimiento, no es el único medio).
Este enfoque se ha caracterizado por descartar el desarrollo de una teoría de la terapia
(entiéndase por esta un marco teórico del cual se deriven sus estrategias y metas a las cuales
adaptar a los clientes), abocándose al desarrollo de un enfoque más pragmático, es decir, al
estudio de pautas de entrevistas o conversaciones para realizar una psicoterapia e caz. Esto
le ha valido a Steve de Shazer el apodo de «el hombre con una navaja de Ockham», por el
estilo parsimonioso, simple y económico de su modelo.
Para la construcción de esta modalidad terapéutica con huyeron varias influencias: la del
antropólogo ingles Gregory Bateson, con sus estudios acerca de la comunicación y el doble
vinculo; del hipnoterapeuta Milton H. Erickson, con su forma innovadora y efectiva de
tratar los problemas humanos; y de los integrantes del Mental Research Institute de Palo
Alto, California, con sus propuestas terapéuticas basadas en un enfoque sistémico-
cibernético.
La influencia de Bateson
Gregory Bateson funda en el año 1952 un grupo de investigación de la comunicación (o
«Proyecto Bateson») de gran influencia para el desarrollo de la psicoterapia, causando una
verdadera revolucio n al introducir una perspectiva sistémica y cibernética que se apoyaba
en teorías ajenas a la psicología como la teoría general de sistemas, la teoría cibernética y
otros modelos del área fisico-matema tica. Esta conmoción resultó finalmente en un cambio
de paradigma.
La Teoría General de Sistemas postula que un sistema esta conformado por muchos
elementos que interactúan entre si. Ningún elemento puede ser considerado de forma
individual, sino que debe ser estudiado en el contexto de sus interacciones. Adoptar una
perspectiva sistémica significa desplazar completamente la atención desde por que sucede
un fenómeno o por que existe un síntoma, a como este síntoma se mantiene en el presente.
Bateson decía que cualquier tipo de síntoma se mantiene en el ámbito de las relaciones
familiares en el presente y, por lo tanto, si lo que se pretende es una modificación de los
síntomas tenemos que trabajar sobre la modificación de las interacciones actuales.
La Ciberne tica, por su parte, se enfoca en el feedback (traducido comúnmente como
retroalimentación) como elemento que mantiene la estabilidad en un sistema complejo.
Emplea el termino homeostasis para describir el proceso por el cual el sistema se regula
para mantener un estado estable. Por lo tanto, la comunicación humana, cuyos sistemas
abiertos operan en dos direcciones, puede verse limitada por un estado de homeostasis. Este
punto es muy importante cuando se considera en problemas familiares y la falta de
habilidad para resolverlos.
Una de los conceptos fundamentales de Bateson es la «doble coacción» o «doble vínculo».
La doble coacción se explica planteando una situación donde uno de los implicados en la
interacción envía un doble mensaje a su interlocutor. Por «doble mensaje» se entiende una
paradoja comunicativa en la que hay una orden: se pide al sujeto que simultáneamente haga
y no haga la misma acción («¡quiero que me regales flores, pero que se te ocurra a ti!», «si
quieres, hijo, puedes ir a tu esta, no importa si me dejas sola»). Este tipo de mensajes causa
inestabilidad en el receptor, quien no sabe como reaccionar ante el mensaje por la
naturaleza de este. El doble vinculo fue observado por el grupo de Bateson como una forma
de comunicación disfuncional en familias que enfrentaban situaciones patológicas. Un su-
jeto que esta inmerso en un sistema de comunicación de esta naturaleza, sea cual sea su
manera de responder al imperativo, entra en un estado de culpa y disonancia del cual no se
puede librar por la misma forma en que el mensaje lo acorrala.
Basándose en este hallazgo, Gregory Bateson, junto a sus ayudantes Jay Haley y John
Weakland, se interesaron por seguir estudiando la comunicación de carácter terapéutico y
para ello se interesaron en la practica clínica que por ese entonces desarrollaba Milton
Erickson.
La influencia de Erickson
Milton H. Erickson fue un hipnoterapeuta norteamericano de gran influencia en distintas
corrientes de la terapia sistémica y de la terapia breve, cuya principal cualidad era que hacia
sus intervenciones sin apoyarse en ninguna teoría psicopatológica ni tampoco se interesaba
en averiguar sobre el origen de los problemas. Las cosas que otros terapeutas consideraban
psicopatológicas, Erickson las consideraba habilidades, «mecanismos mentales» que
podrían usarse tanto para curar como para producir problemas.
Por ejemplo, cuando Erickson estaba tratando a un joven con poca confianza en si mismo
que acababa de obtener un trabajo en un banco, le preguntaba con cierto detalle sobre su
trabajo interesa ndose especialmente por los errores que había cometido. Erickson comento :
«Cada vez que come- tia un error en su trabajo, lo que me interesaba siempre era el
procedimiento que utilizaba para corregirlo, nunca los detalles de como había cometido el
error». Al destacar las correcciones que el joven hacia, utilizaba sus errores como una
forma de ayudarle a reconstruir su confianza en si mismo.
Erickson consideraba que los clientes tenían en ellos mismos, o dentro de sus redes
sociales, los recursos para realizar los cambios que necesitaban hacer. La función del
terapeuta era acceder a estos recursos y ayudar a los clientes a usarlos en las áreas
apropiadas de sus vidas.
Su peculiar modo de hacer terapia, las prescripciones paradójicas, los dobles vínculos
terapéuticos, el empleo de la resistencia, entre otras pacto- cas, fueron para el MRI la base
principal en su formulación teo rico-practica.
La influencia del Mental Research Institute (MRI)
Influidos directamente por el trabajo investigativo de Bateson y la practica psicoterapéutica
de Erickson, Don Jackson, John Weakland, John Haley y Virginia Satir, entre otros, fundan
en 1958 el MRI, al cual posteriormente se incorporan Richard Fisch y Paul Watzlawick.
Posteriormente, en 1966, convencidos de que la terapia se podía realizar en un tiempo
mucho más corto de lo presupuestado, iniciaron un proyecto de estudio de la terapia breve.
Trabajaron entonces con un limite prefijado de 10 sesiones, destinadas a intentar resolver el
problema presentado en vez de reorganizar las familias o producir insight. Este modelo de
tratamiento se llama «centrado en los problemas», porque los terapeutas que lo aplican
intentan aliviar solo las quejas específicas que los clientes llevan a terapia. Siguiendo a
Erickson, no hacen ningún intento de buscar la patología subyacente o la fuente del
problema, ni se hacen esfuerzos deliberados de promover el insight. Siguiendo a Bateson,
consideran que los problemas son de naturaleza interaccional, es decir, dificultades entre las
personas más que algo que surge desde el interior de los individuos.
Señalan que los problemas se desarrollan cuando se manejan mal las dificultades de la vida
cotidiana. Una vez que una dificultad se ve como un «problema», este es mantenido o
empeorado por los ineficaces intentos de las personas para resolverlo. En otras palabras, el
problema es el intento de solución. Este patrón de «más de lo mismo» es, entonces, en este
modelo, el objetivo principal de la intervención terapéutica.
Origen y sustentos de la TBCS
El Centro de Terapia Familiar Breve (BTFC) de Milwaukee
Este centro fue fundado por Steve de Shazer, directamente influido por las enseñanzas del
MRI, modelo al cual adscribió en sus inicios. Posteriormente, las investigaciones del
Centro de Terapia Familiar Breve (BFTC) hicieron un mayor énfasis en las soluciones y en
como funcionaban.
El equipo, conformado entre otros por su esposa Insoo Kim Berg, Michelle Weiner-Davis,
Bill O Hanlon, Scott Miller y Eve Lipchik, dejo de lado el centrarse en la identificación de
patrones de interaccio n en torno a la queja para interrumpir la secuencia problema, tal como
proponía el MRI, para dedicarse a identificar lo que funcionaba, y así establecer y
amplificar estas secuencias de solución. Es importante subrayar que, si bien en un principio
la TBCS se plantea desde una posicio n opuesta al MRI (de hecho, el nombre del modelo es
una parafrasis del conocido arti culo relacionado al MRI: «Terapia Breve Centrada en el
Problema», escrito el año 1974 por Weakland y otros, publicado en la afamada revista
Family Process), comparten sin embargo muchos de los postulados y estrategias de
intervencio n, tratandose, más bien, de modelos complementarios que se integran con
facilidad.
Steve de Shazer ha empleado la analogía de la ganzu a para describir este enfoque: mantiene
que el terapeuta no necesita saber mucho sobre la naturaleza de los problemas que se llevan
a terapia para resolverlos, pues es más importante la naturaleza de las soluciones. En otras
palabras:
«Lo que más importa es la llave que abre la puerta, y no la naturaleza de la
cerradura».
Analizar y entender la cerradura no es necesario, si se tiene una ganzu a que se ajusta
a muchas cerraduras.
Desde los años ochenta, de Shazer y su equipo han abogado por que las terapeutas
acomoden sus intervenciones a las solicitudes de las consultantes y han realizado y
promovido investigaciones para defender que esta acomodación lleva a una mayor eficacia
y brevedad de las terapias. En 1985, de Shazer propuso que las descripciones que hacen las
consultantes, cuando se les pregunta por el motivo de consulta, pueden servir para
encontrar el tipo de intervencio n más adecuado..
DE LA PATOLOGIA DE LA SALUD:�LAS PREMISAS DE LA TERAPIA ORIENTADA A
LAS SOLUCIONES
Puesto que lo que esperas influye sobre lo que consigues, los terapeutas centrados en las
soluciones mantienen aquellas presuposiciones que aumentan la cooperación cliente-
terapeuta, fortalecen a los clientes y hacen más eficaz y agradable nuestro trabajo.
Mantenemos premisas que se centran en los recursos y las posibilidades; por fortuna, estas
asunciones también ayudan a crear profecías auto cumplidoras.
Los clientes tienen recursos y fuerzas para resolver sus quejas
El trabajo que Erickson hizo con “Ma” (narrado en nuestra introducción) apunta a la idea
de que todas las personas ya disponen de habilidades y recursos que pueden usarse para
resolver las quejas. Es tarea del terapeuta acceder a esas capacidades y lograr que sean
utilizadas. A menudo, los clientes, abrumados por las dificultades de la vida, pierden de
vista sus recursos de resolución de problemas. Tal vez solo necesiten que se les recuerden
las herramientas de que disponen para que desarrollen soluciones satisfactorias y duraderas.
Otras veces, puede que tengan algunas aptitudes que pueden ser aumentadas o perfiladas
para ayudarles a superar su situación.
Una maestra de primero fue a la consulta de Michele porque ya no podía manejar la
relación frustrante que mantenía con su hija de 15 anos; estaba al limite. Explico que las
constantes coacciones y recordatorios, las charlas francas y las voces no conseguían que su
hija colaborara más en casa. Según su madre,
la chica era autocomplaciente, desafiante e irrespetuosa.
Se hizo evidente que el único método que usaba esta mujer para manejar a su hija era
verbalizar su desagrado. Aunque ocasionalmente variaba el volumen de la voz, no
consideraba nunca otro tipo de disciplina. La madre pensaba que su hija debía tener más
consideración con ella y obedecer por esa razón. Por desgracia, su hija no estaba de
acuerdo.
Lo único que hizo falta para que esta mujer saliera de su atolladero fue recordarle su trabajo
con los alumnos. ‘‘Todos los maestros saben que los niños tienen diferentes formas de
aprender”, le dijimos. “Algunos aprenden visualmente y otros aprenden de oído”. Ella
participo en la conversación ofreciendo información adicional acerca de las formas de
aprender preferidas por sus alumnos. “El método de enseñanza debe ajustarse al estilo de
cada estudiante para que se produzca el aprendizaje”. Ella asintió con vehemencia. Le
sugerimos que ella había considerado erróneamente a su hija como una alumna auditiva
y debía reevaluar la verdadera forma de aprender de la chica. Una vez que hubo tenido
acceso a sus abundantes habilidades, no tuvo ninguna dificultad para volverse más creativa
y eficaz en sus respuestas a la hija.
El cambio es constante
Si admites que el cambio es constante, te comportaras como si el cambio fuera inevitable.
Por medios verbales y no verbales los clientes recibirán la impresión de que seria
sorprendente que la queja que presentan persistiera. Los físicos nos ensenan que todo fluye;
los átomos y las moléculas están constantemente moviéndose y recolocándose en el
universo físico. Los biólogos nos dicen que nuestro organismo crea constantemente células
nuevas, de modo que finalmente el conjunto de células de nuestro cuerpo esta totalmente
nuevo. Consideramos el universo un universo cambiante. De hecho, pensamos que las
situaciones de las personas están siempre cambiando. Cuando informan que nada
ha cambiado, es su forma de ver la situación lo que ha quedado igual.
A una madre y su hija adolescente, tratadas en el centro de Michele, se les pidió que
informaran de los resultados de la tarea que habían recibido durante la primera sesión. La
tarea había sido diseñada para reducir el numero de peleas entre ellas, puesto que la madre
se había quejado previamente de que peleaban constantemente. La hija empezó
describiendo con todo lujo de detalles una discusión que había habido durante la semana.
La madre añadió sus impresiones acerca del altercado. A los 10 minutos de esta charla, la
terapeuta les interrumpió preguntando:
“Por cierto, ¿que tal fue el resto de la semana?” La expresión de la madre cambio
abruptamente. “Oh” dijo, “¡Se porto como un verdadero ángel! Aparte de esa pelea estuvo
maravillosa".
Nuestra conjetura es que si la terapeuta hubiera permitido que esta pareja siguiera
comentando su enfrentamiento, podrían y lo habrían hecho durante la mayor parte de la
sesión. Es más, probablemente hubieran dejado la sesión centrada en las difícil tardes de su
relación, pese a que la mayor parte de la semana había ido sumamente bien. Seguramente
esto hubiera tenido efectos negativos para su relación. Por fortuna para estos clientes, la
premisa de la terapeuta de que “el cambio es inevitable” la llevo a dedicar el resto de la
sesión a explorar que había contribuido a que tuvieran una semana relativamente pacifica.
De forma similar, ¿cuantas veces sucede que, pese a que un marido y una mujer hayan
tenido una o dos semanas muy agradables, un desacuerdo durante el camino al despacho
del terapeuta lleva a este a creer que no ha habido ninguna mejoría? El terapeuta ve a dos
individuos enfadados y hace juicios instantáneos, a veces inconscientes, acerca de su
evolución, con lo que se desanima. Cuando los esposos se lanzan a explicar la naturaleza de
su desacuerdo (pensando que es para eso para lo que están en terapia), sienten el desanimo
creciente del terapeuta y los recuerdos de los buenos momentos de la semana se
desvanecen.
A la inversa, si aseguramos a los clientes que comentaremos su pelea tras revisar la tarea
(ofreciéndoles así una oportunidad para que describan los sucesos positivos de la semana),
los sentimientos positivos que surgen de esta discusión crearan un contexto diferente en el
cual volver a hablar sobre el desacuerdo, si es que ello sigue siendo necesario para
entonces. También se pueden enfriar de esta forma los recuerdos de la discusión. Es obvio
que el terapeuta puede hacer mucho para influir sobre las percepciones de los clientes
respecto a la inevitabilidad del cambio y lo que “debería” suceder durante la sesión.
Tal y como indicábamos en nuestra discusión inicial, pensamos que el terapeuta conduce la
sesión en una dirección determinada basándose en sus prejuicios y presupuestos. Puesto
que la terapeuta con un enfoque centrado en las soluciones se centra en la omnipresencia
del cambio, cambiara el tema de conversación: de como las cosas han seguido igual se
pasara a como las cosas han cambiado.
El cometido del terapeuta es identificar y ampliar el cambio
Como terapeutas, tenemos un deber muy claro. Primero, conseguir claridad en nosotros
mismos; y buscar luego cualquier señal de claridad en los demás y apoyarles y reforzarles
en todo lo que haya de sano en ellos.
A partir de los ejemplos anteriores debería quedar claro que como terapeutas ayudamos a
crear una realidad determinada por medio de las preguntas que hacemos y los temas en que
elegimos centramos, así como mediante los que elegimos ignorar. En el mare mágnum de
información que nos proporcionan nuestros clientes, nos parece importante centramos en lo
que parece estar funcionando, por pequeño que sea, calificarlo como valioso, y trabajar para
ampliarlo. Describiendo sus observaciones del trabajo de Erickson, Haley escribió :
“También es característico del trabajo con familias de Erickson buscar un pequeño cambio
y ampliarlo. Si el cambio se da en un área crucial, lo que parece pequeño puede cambiar
todo el sistema. A veces emplea la metáfora de un agujero en un dique; no hace falta un
agujero muy grande para terminar produciendo un cambio en la estructura de todo el dique”
Habitualmente no es necesario saber mucho sobre la queja para resolverla. Normalmente,
los terapeutas orientados hacia las soluciones no encuentran util reunir una amplia
informacio n histo rica acerca del problema presentado. A veces so lo es necesario un mi nimo
de informacio n para resolver la queja. Nos hemos encontrado con que a menudo los
terapeutas quedan atascados por tener demasiada informacio n, más que por tener
demasiado poca, o demasiada informacio n acerca del problema,y demasiado poca acerca de
la solución.
Hace varios años Michele tuvo a una madre y a su hija de 15 anos en terapia. Al inicio de la
primera sesio n hizo una pregunta acerca de los cambios positivos en su situacio n que
habian advertido antes de la sesio n. La madre dio durante 15 minutos valioso material
positivo acerca de todos los cambios que habi a observado entre la llamada para pedir hora y
la consulta. Dijo:
“Estoy más relajada porque mi hija parece más feliz y más relajada... Me puedo concentrar
mucho mejor en el trabajo... Me he dado cuenta de mi propia responsabilidad para que todo
esto siga adelante y he hecho algunos cambios... Su padre parece estar menos encima de
ella, asi que yo me siento mucho mejor”. Luego la chica an adio su propio recuento de
mejoras, que inclui an estar más relajada, llevarse mejor con los amigos, ser capaz de
concentrarse en la escuela, y sentirse aliviada porque su madre se encontraba mejor.
A la mitad de estos informes de cambio (que eran parecidos lo que se dice durante la ultima
sesion de un tratamiento eficaz), Michele se dio cuenta de que no sabi a nada sobre la queja.
A medida que los clientes segui an enumerando los cambios se preguntaba que hacer a
continuacio n, puesto que se sentia desbordada por el nu mero y la magnitud de los cambios.
Se planteo preguntar simplemente: “¿Bien, que tiene que suceder para que las dos
continúen estos cambios?”, pero en aquel momento le parecía ilógico intentar resolver un
problema del que no sabia nada.
En vez de ello recurrió a la pregunta “¿En que puedo ayudarlos?” En cuanto hizo esta
pregunta resulto evidente que había invertido el impulso hacia adelante iniciado por su
pregunta anterior. Tanto la madre como la hija respondieron ofreciendo sus relatos acerca
de las dificultades que estaban experimentando. Sin darse cuenta, Michele les había
apartado del proceso de cambio.
En vez de una información detallada sobre la queja, lo que parece importante para los
terapeutas centrados en las soluciones es lo que los clientes hacen y que les da buenos
resultados. Hay mucho que aprender de las excepciones, es decir, de los momentos en los
que los problemas que llevan a los clientes a terapia no resultan molestos. Sea lo que fuere
diferente en esos momentos, puede identificarse y el cliente puede aprender a repetir una y
otra vez lo que funciona, hasta “no dejar espacio” al problema. Es como si hubiera una
pantalla de televisión que se llena con lo que esta enfrente de la cámara de la conversación
terapéutica, sea lo que fuere. Si la cámara se centra sobre todo en los problemas y la
patología, tanto los terapeutas como los clientes perciben problemas y patología. Si el
centro de interés de la investigación y la discusión esta en las soluciones y las capacidades,
son esas imágenes las que dominan la pantalla. De forma similar, si se consigue que los
clientes perciban o actúen sobre los recursos y las soluciones fuera de la sesión, esa
percepción o experiencia llenara también la pantalla de sus vidas fuera de la terapia.
No es necesario conocer la causa o la función de una queja para resolverla
Los terapeutas que se centran en las soluciones no aceptan la creencia de que en los
individuos, relaciones o familias, los síntomas (lo que llamaremos “quejas”) cumplen
determinadas funciones. Incluso las hipótesis más perceptivas y creativas acerca de la
posible función de un síntoma no ofrecerán a los terapeutas pistas acerca de como puede
cambiar la gente. Simplemente sugieren como las vidas de las personas se han vuelto
estáticas y por que se mantienen de esa forma.
En esencia, la idea de que los síntomas cumplen determinadas funciones tiene sus raíces en
la teoría freudiana. La doctrina de la sustitución de síntomas afirmaba que los problemas
psicológicos representan conflictos subyacentes y que cualquier intento de centrarse en la
eliminación de síntomas en vez de hacerlo sobre el tema subyacente llevaría, en el mejor de
los casos, a la reaparición de otro síntoma...
Nunca se ha demostrado empíricamente que la eliminación de síntomas tenga que llevar
inevitablemente a una ruptura de la familia o a nuevos síntomas en otros miembros de la
familia. Ciertamente no fue ese el caso en las 300 historias clínicas, aproximadamente, que
yo examine en el MRI (Mental Research Institute). La reacción más habitual de las familias
ante la mejoría de uno de sus miembros es el alivio...
Sin embargo, un terapeuta que crea que los síntomas tienen funciones puede de hecho
fomentar una ruptura familiar. Cuando la terapia está basada en la creencia de que los
síntomas cumplen funciones se hace difícil una verdadera colaboración con las familias...
El problema más serio de la idea de la función de los síntomas es que puede convertirse en
una profecía auto cumplidora, antiterapéutica.
Antes de empezar el tratamiento, la mayoría de los clientes han especulado (miles de veces)
acerca de las causas y razones de sus dificultades. Rara vez les acerca este tipo de análisis a
la solución; si lo hiciera, no estarían en terapia. Rara vez saber “por que ” se come
demasiado sirve para refrenar el apetito o cambiar los hábitos de alimentación.
Debido a experiencias terapéuticas previas, a las imágenes que transmiten los medios de
comunicación, o a la creencia cultural en la validez de una búsqueda de causas, muchos
clientes nos dicen que su objetivo en el tratamiento es entender “por que ” tienen el
problema. A esto respondemos: “¿Seria suficiente que el problema desapareciera y nunca
entendieras por que lo tuviste?” Por lo general los clientes están de acuerdo en que lo que
realmente quieren es aliviar el problema. Simplemente pensaron que tenían que entender el
problema antes de resolverlo.
Solo es necesario un cambio pequeño; un cambio en una parte del sistema puede producir
cambio en otra parte del sistema
Las personas que están en un bache hablan con frecuencia de los círculos viciosos. Saben
que salir y hacer algo aliviaría su depresión, pero están demasiado deprimidas para hacerlo.
Reconociendo su incapacidad de emprender la acción se deprimen aun más, lo que les hace
tener aun menos ganas de salir, etcétera.
Esta tendencia de que los pensamientos y acciones entren en escalada puede actuar también
en la dirección opuesta. Una vez que se hace un pequeño cambio positivo, la gente se siente
optimista y con algo más de confianza para abordar nuevos cambios. Las parejas que van a
terapia ofrecen a menudo ejemplos claros de este fenómeno. Habitualmente estas relaciones
se caracterizan por las acusaciones y el retraimiento. Sin embargo, cuando la persona A
realiza un pequeño gesto que agrada a la persona B, la persona B corresponde, lo que a su
vez estimula a la persona A a responder de igual manera, etc. (Tal vez podría denominarse
esto una “espiral benevolente”.)
Erickson empleó la metáfora de una bola de nieve rodando por una montana para describir
la importancia de los cambios pequeños. La metáfora de la bola de nieve dice que una vez
que la bola rueda, el terapeuta solamente necesita apartarse del camino. Esto se contrapone
al modelo “Sísifo” de terapia (siguiendo el mito griego de Sísifo) en el que el terapeuta
ayuda al cliente o a la familia a subir la roca del problema hasta la cima de la montana, para
descubrir que al principio de la sesión siguiente la roca esta de nuevo al pie de la montana.
Algunos terapeutas incluso suben la roca hasta la cima de la montana mientras la familia
observa desde abajo.
Otra característica del cambio es que es contagioso; un cambio en una parte del sistema
produce cambio en otra parte del sistema. En nuestros seminarios mostramos a veces el
video de una madre y su hijo que se están quejando de muchas cosas, entre ellas de la
abuela (que no esta presente en la sesión), porque interfiere en su conducta. El comentario
que con mayor frecuencia hacen los observadores tras ver la primera sesión es que el
terapeuta debe incluir a la abuela en la segunda sesión para resolver sus diferencias. La
segunda sesión empieza con que la madre informa que las cosas han mejorado mucho y el
hijo le da la razón al ciento por ciento. Ella añade que esta semana la abuela no se ha
metido donde no la llaman, y que eso les agrada. Sin embargo, esto deja perplejos a los
asistentes al seminario, ya que la terapeuta no dio ninguna tarea o mensaje referido a la
abuela. ¿Que puede justificar entonces el repentino cambio en su conducta molesta?
Hemos observado repetidas veces que un cambio en una parte de la familia lleva a cambios
en otras partes de la familia. De igual forma, un cambio pequeño en una parte de la vida de
un individuo crea a menudo un efecto de onda expansiva en otras áreas. Imagínate el
movimiento de un móvil. Poco después de que se ha movido una pequeña pieza, todo el
móvil esta girando, rotando y dando vueltas. Puesto que el cambio parece producir más
cambio, los terapeutas centrados en las soluciones, en vez de preocuparse por la sustitución
de síntomas o la recaída al final de la terapia, vislumbran un futuro aun más brillante que la
situación del cliente a terminar la terapia. Tenemos la sensación de que los cambios
positivos al menos continuarán y que tal vez se expandirán y tendrán efectos beneficiosos
en otras áreas de la vida de la persona.
De hecho, según los estudios de seguimiento realizados en el Centro de Terapia Familiar
Breve y en el Mental Research Institute, parece haber cierta base empírica para este
optimismo. Una de las preguntas de seguimiento que se utiliza es: “¿Ha mejorado, desde
que termino la terapia en el BFTC, alguno de los problemas antiguos que no fueron
abordados directamente en terapia?” En uno de los estudios, 15 de los 23 clientes
encuestados informaron que se habían producido mejorías en otras áreas (de Shazer, 1985,
pags. 156-157). Un estudio de seguimiento que utilizaba las mismas preguntas, y realizado
en el McHenry County Youth Service Bureau (Illinois), donde trabaja Michele, arrojo
aproximadamente los mismos resultados, con un 67% de los clientes informando de
mejorías en otras áreas.
Los clientes definen los objetivos
En el video citado más arriba, la madre dice al terapeuta que su objetivo para la terapia es
ser menos sarcástica con su hijo y pelear menos con el. Sin embargo, cuando preguntamos
a los terapeutas que ven la cinta cuales creen que deberían ser los objetivos, sugieren cosas
como: “La madre (que esta soltera) necesita un novio”, “La madre tiene que aprender a no
estar tan encima de su hijo”, “Necesitan más contacto visual” y “Necesitan irse de casa de
la abuela”. Todas estas sugerencias pueden ser buenas, pero tienen poco que ver con los
objetivos que se ha marcado la cliente. A veces, cuando hacemos este ejercicio, los
terapeutas ni siquiera pueden recordar los objetivos formulados por la madre.
Los terapeutas centrados en las soluciones no creemos que haya una única forma “correcta”
o “valida” de vivir la propia vida. Hemos llegado a la conclusión de que lo que en una
familia o para una persona es una conducta inaceptable, resulta deseable para otra. Por lo
tanto son los clientes, no los terapeutas, los que identifican los objetivos a conseguir en el
tratamiento. (Esto es diferente de la identificación de problemas, que consideramos una co-
creacio n entre clientes y terapeutas.)
Los terapeutas están entrenados para ver patologías, así que tal vez en la situación anterior
estén seguros de que es patológico para la madre y el hijo vivir con la abuela. Pensamos
que lo mejor es dejar la decisión en manos de las personas involucradas (abuela, madre e
hijo), y que podemos trabajar para conseguir los objetivos que han indicado, sin imponerles
nuestras ideas de como deberían vivir una vez que el tratamiento haya tenido éxito.
A este respecto, Erickson ha dicho: “Cada persona es un individuo único. Por tanto, la
psicoterapia debería formularse para satisfacer la unicidad de las necesidades del individuo,
en vez de adaptar a la persona para que quepa en el ‘lecho de Proceso’ de una teoría
hipotética de la conducta humana” (Seis, 1982, pago. vii).
Una ultima reflexión sobre el establecimiento de objetivos en terapia. Hemos trabajado con
muchos clientes cuyas experiencias terapéuticas anteriores habían sido decepcionantes por
la siguen te razón: Contrariamente a lo que el cliente identificaba como la meta a
conseguir, el terapeuta insistía en que sabia cual era el problema real, y por tanto, cual
debía ser el objetivo del tratamiento. Con frecuencia, estos clientes dicen: “Llevamos a
nuestro hijo para recibir algunos consejos sobre su problema de comportamiento, pero el
terapeuta dijo que, en realidad, teníamos problemas maritales y que en vez de eso
deberíamos trabajar sobre nuestro matrimonio. Nos enfadamos y decidimos no volver”.
Puesto que no creemos que exista un “problema real” subyacente a la queja, ni creemos que
los terapeutas estén mejor preparados para decidir como sus clientes deberían vivir sus
vidas, pedimos a la gente que solicita nuestra ayuda que establezcan sus propios objetivos
para el tratamiento. Solo en circunstancias poco frecuentes hacemos sugerencias
alternativas a los objetivos de nuestros clientes. Una excepción obvia es el establecimiento
de objetivos ilegales, como el abuso de niños.
Otra excepción es manejo de metas claramente inalcanzables o no realistas, que
abordaremos con mayor detalle más adelante.
En la mayoría de los demás casos, los clientes marcan sus propios objetivos. Si la pareja del
ejemplo anterior quiere trabajar sobre la conducta de su hijo, es eso exactamente lo que
vamos a hacer. Ni que decir tiene que es predecible que la pareja se lleve mejor cuando ya
no tengan que discutir sobre la mala conducta de su hijo. Hay más de una forma de
despellejar a un gato.
El cambio o la resolución de problemas pueden ser rápidos
Creemos que, como resultado de nuestra interacción durante la primera sesión, nuestros
clientes obtendrán una visión nueva, más productiva y optimista, de su situación.
Naturalmente, si tras la primera sesión aun piensan que su situación necesita mejorar,
esperamos que vayan a casa y hagan lo que sea necesario para hacer sus vidas más
satisfactorias. Por lo tanto es común que durante la segunda sesión se informe de cambios
significativos, y que estos cambios sean duraderos. Para los terapeutas que trabajan de esta
forma, la duración media del tratamiento varia, pero generalmente es inferior a las diez
sesiones, habitualmente más bien sobre las cuatro o cinco, y ocasionalmente solo una.
Las preocupaciones que los clientes presentan a los terapeutas centrados en las soluciones
no son distintas de las de los clientes que acuden a otros tipos de tratamiento. Y, sin
embargo, en otras modalidades de tratamiento no se informa habitualmente de una rápida
resolución de problemas o de “curas espontaneas”. De nuevo estamos convencidos de que
los terapeutas y clientes con- crean realidades. Tal vez el factor más importante que
contribuye a las expectativas de cambio de los clientes sea lo que el terapeuta cree que en
ultima instancia puede conseguirse.
En Imagery in Healing (Achterberg, 1985, pa gs. 82-83) se describe otro ejemplo fascinante
de curación rápida. A una investigadora medica especializada en cáncer le fue
diagnosticado un tumor cerebral y se le dieron 6 meses de vida. Sin embargo, cuando reviso
las estadísticas nacionales de cáncer con una persona que le ayudo a interpretarlas,
descubrió que, aunque era cierto que la esperanza media de vida era de 6 meses, el 38% de
todos los pacientes en su grupo de edad tenia la expectativa de vivir 3 anos más, y que un
27% vivía al menos 10 años y se les consideraba curados tras ese periodo de tiempo.
Cuando conoció estas nuevas estadísticas, pensó : “Lo conseguiré”. A continuación “ ..
.volvió de nuevo a pensar y actuar como una persona sana. A los dos días se aclaro su
habla, mejoro su memoria y desapareció una tos persistente. Insistió en seguir un programa
de terapia física para fortalecer su mano y su brazo debilitados, y pidió que le redujeran las
altas dosis de tranquilizantes y somníferos. El neurólogo que trabajaba en colaboración con
nosotros quedo atónito ante sus rápidos progresos”.
No hay una única forma “correcta” de ver las cosas; puntos de vista diferentes pueden ser
igual de validos y ajustarse igual de bien a los hechos
Cuando se describen los diferentes puntos de vista, en vez de pensar que son “correctos” o
“erróneos”, admitimos que la percepción de cada persona representa una parte integral,
igualmente valida, de la situación.
Aunque no pensamos que haya puntos de vista correctos o incorrectos, creemos que existen
puntos de vista más o menos útiles. Es decir, las opiniones que las personas tienen acerca
de sus problemas aumentan o disminuyen la probabilidad de solución. Los puntos de vista
útiles ofrecen una salida de las redes psicológicas que tejen las personas. Los puntos de
vista que las mantienen bloqueadas simplemente no son útiles.
Por ejemplo, aunque tal vez nadie ponga en duda los “hechos” de la situación, “Steve ha
estado haciendo novillos y ha suspendido 5 asignaturas”, puede haber profundos
desacuerdos respecto al “significado” de esta conducta. La conducta de Steve podría
describirse como vaga y mal intencionada. Tal vez el padre diga que no ir al colegio es un
acto beligerante, de rebeldía. O quizá los padres hagan la conjetura de que tiene problemas
de autoestima desde que se traslado a la nueva escuela, hace seis meses. Tal vez la madre
añada que últimamente han estado bajo una gran tensión por problemas económicos y
probablemente Steve este reflejando la tensión que hay en casa. Una tercera opinión seria
que los novillos de Steve son solo un ejemplo de su conducta irregular en general,
sintomática de su intolerancia al azúcar.
Estos puntos de vista influirán en como se intenten reducir los novillos de Steve.
Considerando a este beligerante y vago, lo más probable es que sus padres empleen el
castigo o la disciplina para obligarle a mejorar su asistencia a clase. Sin embargo, si se
piensa que Steve tiene un problema de autoestima, habrá largas “charlas sinceras” y
conversaciones. (“¿Que te pasa? Dime que es lo que te preocupa”.) Con frecuencia se pide
consulta para “llegar a la raíz del problema”. Los padres que tienen este criterio por lo
general no se plantean emplear consecuencias negativas (castigos) para la conducta no
deseada.
Asimismo, si los padres están convencidos de que la causa del comportamiento de su hijo
tiene una causa fisiológica, estará por supuesto indicado un tratamiento bioquímico y no se
buscaran ni aceptaran otros enfoques.
Por tanto, los significados que las personas atribuyen a la conducta limitan el abanico de
alternativas que emplearan para enfrentarse a una situación. Si los métodos empleados no
producen un resultado satisfactorio, por lo general no se pone en duda la premisa original
acerca del significado de la conducta. Si se hiciera se podrían considerar nuevos
significados, que a su vez podrían llevar a un enfoque diferente y tal vez más efectivo. En
vez de ello, las personas suelen redoblar sus esfuerzos ineficaces para resolver el problema,
pensando que haciéndolo más, con más empeño, o mejor (por ejemplo, más castigos, más
conversaciones sinceras, etc.) terminaran por resolverlo (el “más de lo mismo” del grupo
MRI; Watzlawick, Weakland y Fisch, 1974). Su persistencia recuerda a los “turistas que
viajan por pai ses no- anglo fonos y que, cuando los nativos no entienden sus peticiones, las
repiten hablando más alto” (Weiner-Davis, 1984, pag. 47).
A veces lo único que hace falta para iniciar un cambio importante es un cambio en la
percepción de la situación. Por ejemplo, una madre estaba terriblemente preocupada por su
hija adolescente. Informo que la chica parecía deprimida porque pasaba mucho tiempo sola
en su habitacio n, y cuando estaba con la familia durante las comidas, con frecuencia estaba
callada y pareci a deseosa de volver a su cuarto al acabar de comer. Como suele suceder en
estos casos, la madre habi a intentado ayudar a su hija pregunta ndole: “¿Esta s bien? ¿Que te
pasa? ¿Estas deprimida?” Para evitar estas preguntas la chica se retiraba aun más.
Preguntamos a la madre como era capaz de diferenciar entre “depresión” y “altibajos
normales de la adolescencia”. Reflexiono un momento sobre nuestra pregunta y dijo que no
había considerado realmente la posibilidad de que su hija estuviera simplemente baja de
animo. Esta nueva visión de la anterior situación la alivio mucho. La siguiente vez que
observo a su hija leyendo en silencio en su cuarto, no se preocupo por ello y se sentó
en el sofá a leer un buen libro también ella. La chica noto que algo había cambiado al ver
que su madre no estaba en la puerta controlándola; sintiendo curiosidad, bajo las escaleras
para ver que estaba sucediendo. La presencia de la hija abajo reforzó la nueva perspectiva
de la madre en el sentido de que su hija estaba bien, etcetera.
Céntrate en lo que es posible y puede cambiarse, y no en lo que es imposible e intratable
Como terapeutas orientados al cambio, queremos centrar nuestra atención en los aspectos
cambiantes y cambiables de la experiencia de nuestros clientes. Por tanto, no nos fijamos en
las características o aspectos del cliente o de su situación que no sean susceptibles de
cambio.
Una de las modas actuales en terapia es el diagno stico de “personalidad borderline”. Hemos
hecho sondeos en nuestros seminarios y au n no hemos encontrado a nadie que haya curado
o cambiado una personalidad borderline. Lo mejor que se puede hacer con ese diagno stico,
aparte de anos de terapia intensiva y posiblemente infructuosa, es sobrellevar el trastorno.
Tal vez sea e ste el punto capital de desacuerdo entre los terapeutas centrados en las
soluciones y los terapeutas de otras orientaciones que trabajan a largo plazo. A aquellos de
nosotros que nos centramos más en las soluciones nos gusta trabajar con objetivos bien
definidos, que sean alcanzables en un peri odo de tiempo razonable (es decir, bastante
menor que los 20 años de Alby Singer). Los terapeutas que trabajan a largo plazo se
comprometen a menudo, da ndose o no cuenta de ello, a intentar cambiar las caracteri sticas
relativamente fijas de las personas, como su personalidad o sus complejos. Curar una
personalidad borderline esta más alla de nuestros conocimientos, pero ayudar a una persona
a conseguir un trabajo o a hacer amigos o a tener una relacio n sexual satisfactoria, o a dejar
de autolesionarse, si esta dentro de nuestras posibilidades.
Por lo tanto nos centramos en aquellos aspectos de la situación de la persona que parecen
más susceptibles de cambio, sabiendo que iniciar cambios positivos y ayudar a la persona a
conseguir pequeños objetivos puede tener efectos inesperados y más amplios en otras
áreas(quizas incluso en su “personalidad”). Evitamos los constructos psicolo gicos que no
son utiles para el cambio. Los constructos de personalidad pueden ayudamos a entender la
complejidad de las personas, pero se necesita todo un conjunto de nuevos constructos para
ayudar a las personas a cambiar.
Jay Haley (1976) ha expresado bien esta idea:
Catalogar a un nin o como “delincuente” o decir que sufre una “disfuncio n cerebral
minima”, o etiquetar a un adulto como “alcoho lico” o “esquizofre nico” es participar en la
creacio n de un problema de tal forma que el cambio se hace más dificil. Un terapeuta que
describe una situacio n familiar en te rminos de “una madre dominante y un padre pasivo” o
“una relacio n simbio tica entre madre e hija” ha creado problemas con ello, aunque pueda
pensar que solamente esta identificando los problemas que se le presentan. La manera en
que se etiqueta un dilema humano puede cristalizar un problema y hacerlo cro nico.
Tecnicas de intervencio n
Se emplean redefiniciones, connotaciones positivas, meta foras, tareas directas, ordali as,
tareas parado jicas y rituales. Las redefiniciones son permanentes a lo largo de toda la
entrevista. Se recurre a dos tipos de connotaciones positivas. En primer lugar, cuando
existen dificultades para identificar soluciones eficaces, se puede modificar el punto de
vista que los clientes tienen del problema asigna ndole un nuevo significado, concretamente
adscribiendo intenciones y motivaciones positivas a las conductas relacionadas con el
sintoma (Shazer, 1987). Otra clase de connotacio n positiva es la que se situ a despues de la
pausa -normalmente se hace una unica pausa para preparar la intervencio n final- y resalta
aquellas capacidades positivas que los clientes han mostrado, tanto a lo largo de la sesio n
como fuera de la misma, en forma de recursos para superar problemas. A esta u ltima
modalidad de connotacio n positiva se la denomina «elogio».
Los autores (O'Hanlon y cois., 1990) han descrito tres tipos de intervenciones generales: las
que actu an sobre la secuencia sintomatica, las que lo hacen sobre el patro n del contexto que
rodea a dicha secuencia y las llamadas «tareas de fo rmula».
Intervenciones sobre la secuencia sintoma tica
Implican que el equipo terapéutico haya realizado algún tipo de evaluación del síntoma y de
las conductas que lo acompañan. Permiten al terapeuta las opciones siguientes: cambiar la
frecuencia, momento de aparición, personas involucradas, duración y lugar donde se
produce el síntoma; añadir un elemento nuevo; cambiar el orden de los elementos de la
secuencia sintomática; descomponer la secuencia sintomática en elementos más pequeños,
y unir la aparicio n del problema a la de alguna actividad gravosa.
1. Cambiar la frecuencia, momento de aparición, personas involucradas, duracio n y lugar
donde se produce el si ntoma. En un problema de conflicto de pareja que lleva a los
co nyuges a pelear continuamente, se puede sugerir que inicien una pelea a una hora
totalmente inusual y en una habitacio n de la casa en la que nunca hayan tenido una
discusio n.
2. Añadir un elemento nuevo. Por ejemplo, si el problema consiste en comer
compulsivamente, se recomienda al cliente que se ponga antes de hacerlo sus zapatos
favoritos.
3. Cambiar el orden de los elementos de la secuencia sintomática. En un problema de
rebeldía adolescente ante el cual el padre siempre reaccione sermoneando al chico, se puede
pedir a los miembros de la familia que graben una secuencia en la que el padre sermonee al
hijo como acostumbra, y que pongan dicha cinta justo antes de que comience un nuevo
sermón.
4. Descomponer la secuencia sintoma tica en elementos más pequeños. Si el problema
estriba en continuas peleas entre dos personas, se les indica que discutan durante, por
ejemplo, periodos de cinco minutos a las horas fijadas por el terapeuta.
5. Unir la aparición del problema a la de alguna actividad gravosa. La ordalía puede
consistir, por ejemplo, en que cuando la paciente identificada se obsesione con su antiguo
novio, al día siguiente deberá levantarse a las cinco de la mañana e irse a hacer deporte
durante dos horas.
Intervención sobre el patrón del contexto
Requiere un conocimiento de la secuencia sintomática y de su contexto más amplio. El
terapeuta pide descripciones de conductas e interacciones relacionadas con el síntoma y
altera las que parecen acompañarlo habitualmente. Por ejemplo, si al problema de comer
compulsivamente se añade el de no salir los domingos, se pide al cliente que los días en que
crea que se va a atracar debe insistir en salir con los amigos.
Tareas de formula
La denominación «tareas de formula» o «llaves maestras» indica que son intervenciones
generales, que se prescriben con independencia del contenido concreto del problema
particular que presenten los clientes. Por tanto, no requieren que el terapeuta haya realizado
una evaluación detallada del síntoma. Las dos primeras -la «tarea de formula de la primera
sesion» y la «tarea de la sorpresa»- se orientan a soluciones eficaces no relacionadas
directamente con la conducta sintomática, mientras la finalidad del tercer grupo -las «tareas
genéricas orientadas a las soluciones eficaces»- es establecer y ampliar las estrategias
adecuadas de solución del problema. Para aplicar estas últimas, el terapeuta debe recoger
información acerca de la existencia o no de soluciones apropiadas -excepciones- y sobre el
grado de control que el cliente tiene en su aparición.
1. Tarea de fórmula de la primera sesión. Hace posible identificar y ampliar los aspectos
satisfactorios de la vida del cliente, a quien define como una persona capaz de hacer cosas
positivas.
Al finalizar la primera entrevista se dice al cliente: «Desde ahora y hasta la próxima
entrevista observe y anote aquello que
ocurre en su familia, su vida, su matrimonio, o su relación- que usted quiere seguir
manteniendo.»
2. Tarea de la sorpresa. Se pide a los clientes que hagan algo nuevo y sorprendente. La
intervención introduce una conducta nueva que rompe la persistencia en los patrones
conductuales habituales, propiciando que las sorpresas intentadas se conviertan en
soluciones nuevas y eficaces.
3. Tareas genéricas orientadas a las soluciones eficaces. Si el sujeto no provoca de forma
deliberada la solucio n adecuada, es decir, si a pesar de identificarla no es capaz de
establecer diferencias entre lo que sucede cuando el problema aparece y cuando no aparece,
pueden darse dos situaciones: que su expectativa de lugar de control del cambio sea interna,
es decir, que piense que inadvertidamente ha hecho algo para controlar el síntoma, o que
sea externa y situé el control fuera atribuye ndolo a otra persona o a circunstancias externas.
En el primer caso, se le puede sugerir:
«Fíjese en que hace cuando supera el síntoma o la conducta asociada al problema.» En el
segundo caso, se le indica: «Prediga todas las man anas si antes del mediodi a tendra lugar
una solucio n eficaz.»
Objetivos de la primera sesión
La terapia centrada en las soluciones establece un conjunto ordenado de pasos que se
ilustran en el cuadro IV. Este programa parte de un planteamiento estratégico que ayudara
al terapeuta a guiar el desarrollo de la sesión y al equipo en su toma de decisiones con
respecto a la intervención. Los puntos establecidos para orientar la primera entrevista son
los siguientes (Shazer, 1984¿>):
1. Definición conductual de la solución -«¿que otras cosas hará cuando el síntoma
desaparezca?»- o del problema y enunciación de un objetivo que describa un nivel
aceptable de funcionamiento.
2. Encontrar estrategias eficaces de solución de problemas, es decir, aquello que a juicio del
cliente funciona satisfactoriamente en su vida. Por consiguiente, la búsqueda incluye
situaciones en las que no aparece la conducta sintomática y situaciones referidas a otras
áreas donde el funcionamiento de los clientes sea aceptable y que aparentemente no tienen
relación alguna con el síntoma.
Cuando la persona manifiesta que no hay momentos de ausencia del problema, el terapeuta
trata de encontrar lo mejor dentro de lo malo («¿cuando es menos frecuente, intenso o de
menor duración?»).
Por otro lado, las excepciones o soluciones eficaces pueden ser espontaneas o deliberadas.
En el primer caso, no existe una regla que presida su aparición, por lo que los clientes las
perciben como fuera de su control voluntario. En el segundo caso, las personas son
conscientes de que hacen algo voluntariamente para impedir que surja el síntoma y que con
eso tienen éxito.
3. Una vez definidas las soluciones eficaces, se identifica detalladamente la diferencia entre
lo que ocurre cuando el problema no esta presente -regla de excepción- y cuando si lo esta -
regla del problema.
4. Si no se encuentran soluciones que resuelvan con éxito la situación problemática, se
buscan excepciones potenciales pidiendo al sujeto que imagine un futuro sin el problema y
describa como es. Se puede utilizar la «pregunta por el milagro», derivada de la
hipnoterapia de Milton Erickson, que consiste ba sicamente en decir al cliente: «Imagine
que una noche mientras duerme se produce un milagro y el problema se resuelve. ¿Co mo se
daria usted cuenta? y ¿que seria diferente?» Cuando el cliente refiere «su milagro», el te-
rapeuta puede preguntar: «¿Hay algo de esto que ya este ocu- rriendo?» «¿Que tiene que
hacer para que suceda con más frecuencia?» Actualmente (Shazer, 1992) la pregunta por el
milagro se suele introducir con asiduidad en la primera sesio n con la finalidad de describir,
en terminos de conductas concretas y especi ficas, que caracteri sticas tendra una solucio n.
5. En caso de que el cliente no describa soluciones eficaces ni conteste a las preguntas
orientadas a un futuro sin el problema, se adopta el enfoque del MRI y una actitud
pesimista si la optimista no da resultado. A partir de este momento, el terapeuta retomara la
orientacio n centrada en las soluciones eficaces en cuanto el sujeto le brinde el menor atisbo
de excepciones.
6. Cuando se han localizado soluciones apropiadas y se ha con- seguido que el sujeto
adopte una expectativa de lugar de control in- terno sobre la desaparicio n del sintoma,
basada en el conocimiento de aquellas estrategias eficaces que ya utiliza o puede utilizar
para evitar su reaparicio n, se trabaja sobre la consolidacio n de los cambios. Es más normal
que eso suceda en la segunda entrevista, pero tambie n puede hacerse en la primera sobre
todo si ha habido un cambio pretratamiento. El terapeuta pregunta al cliente: «¿Cua nto
tiempo debe mantenerse sin el problema para considerar que lo ha superado?»
7. La intervención se inicia con una connotación positiva, que los autores denominan
«elogio», que detalla las estrategias que el cliente tiene para controlar la desaparición o
evitación del problema, así como para hacer cosas satisfactorias en otros aspectos de su
vida.
Como ampliar y mantener el cambio
La segunda sesión y las siguientes se centran en constatar si ha habido cambio y, cuando así
es, tratan de consolidarlo y generalizarlo mediante una planificación que parte del cambio
mínimo hacia la meta final previamente establecida. En cada entrevista el terapeuta
comienza preguntando al cliente: «¿Que cosas le gustaría que continuaran sucediendo?» O:
«¿Que cosas positivas ha estado haciendo esta semana?» O: «¿Que cambios positivos se
han producido desde la u ltima entrevista?»
Cuando hay cambios el terapeuta pregunta: «¿Que tiene que hacer para que los cambios
persistan? ¿Hay algo que pudiera ocurrir en las proximas semanas que fuera un obstaculo
para mantener los cambios?» Si responden que si: «¿De que otra forma lo abordara ahora?»
En aquellas situaciones en que el cliente no informa de cambios concretos, se le pide que
valore: a) en una escala de 1 a 10 la gravedad del problema antes de venir a terapia (esta
valoración conviene recogerla en la ficha telefo nica, ya que funciona como indicativo
de la línea base*); b) la ultima semana en la misma escala, y c) en que lugar de la escala
tendría que situarse para sentirse satisfecho.
Despues se le sugiere la siguiente tarea: «De aquí a la pro xima sesion observe y tome nota
de todas las cosas que esta haciendo clasificadas en la posicio n sen alada como
satisfactoria.» También se le puede prescribir que prediga todos los dias en que punto de la
escala estará al día siguiente.
En caso de que la persona informe de que las cosas esta n igual o peor que en sesiones
precedentes, lo más util es que el terapeuta pida al cliente que le convenza de que el cambio
es realmente necesario o deseable. Esto debe hacerse en un tono amable, exento de critica,
con objeto de no deteriorar la alianza terape utica.
La terapia finaliza cuando se han cumplido las metas establecidas al principio del
tratamiento o cuando el cliente decide dejar de acudir a las entrevistas. En ambas
situaciones el terapeuta le indica que re- suma de la forma más operativa posible aquello
que ha aprendido, es decir, que especifique las estrategias utilizadas con e xito para superar
el problema y como puede seguir aplica ndolas en el futuro.
TERAPIA NARRATIVA Latorre, I. (2013). Terapia narrativa: algunas ideas y prácticas. En García, M., F. (comp.). Terapia sistémica
breve: fundamentos y aplicaciones. (pp. 63-99). Santiago de Chile: RIL, Editores.
Quiero partir este capítulo reconociendo a Michael White (Australia) y David Epston
(Nueva Zelanda) como los principales desarrolladores de aquello que se ha hecho conocido
con el nombre de ‘terapia narrativa’. Ellos trabajaron en permanente colaboración, en una
estrecha relacio n profesional pero tambie n como amigos y hermanos de vida. Junto con una
gran y culturalmente diversa comunidad de trabajadores interesados en el desarrollo y la
traducción de estas ideas y prácticas a sus contextos locales, la terapia narrativa se ha
extendido y tomado nuevas formas y abierto nuevas posibilidades para dar respuesta a las
personas y comunidades que nos consultan.
La gran mayoría de lo que expondré aquí se nutre de los trabajos de estos dos autores,
especialmente de White.
Michael White fue director del Dulwich Centre en Australia -organización dedicada por
años al desarrollo y publicación de prácticas narrativas desde sus orígenes en 1983 hasta
finales de 2007. En enero de 2008 funda, junto a Maggie Carey, Shona Russell y Rob Hall,
el Adelaide Narrativa Therapy Centre, que sería su nuevo hogar narrativo para la pra ctica
(hoy lleva el nombre de Narrativa Practices Adelaide). Michael fallecio el 4 de abril de
2008.
Aquí compartiré algunas ideas que informan las practicas narrativas, sin embargo, para mi
es muy relevante aclarar que la lectura de este capitulo es el 0,1% de la historia de la terapia
narrativa.
Una definición posible sería: «la terapia narrativa es una serie de ideas y pra cticas
informadas por la meta fora narrativa y la tradicio n no estructuralista de la identidad, que
contribuyen con las personas al desarrollo de su sentido de agencia personal que les permite
tomar accio n en sus vidas en direcciones que calzan con aquello que es importante para
ellas, con aquello a lo cual asignan valor en sus vidas».
Otra podria ser: «una serie de pra cticas terape uticas en las cuales las historias que las
personas cuentan acerca de sus vidas toman protagonismo en la conversacio n. El terapeuta
realiza esfuerzos por generar un contexto en el que las personas puedan contar historias
acerca de sus identidades, historias de vida preferidas, historias que no han tenido la
oportunidad de ser contadas y reconocidas».
Quizas una tercera opcio n podria ser: «una serie de pra cticas en la que las terapeutas esta n
interesadas en los procesos en que las personas construyen significados de las experiencias
de sus vidas. A traves de la narracio n y renarracio n de historias preferidas animan un
proceso de construccio n de significado. De este modo, trabajan para hacer visibles -y
audibles- aquellas historias de vida asociadas con nuevas maneras de construir la propia
identidad y que promueven acciones más congruentes con aquello que es importante para
las personas en sus vidas, con lo que valoran».
Estas son posibles definiciones. Sin embargo, creo que las pra cticas narrativas no pueden
ser simpli cadas en pocas frases ni en pocas pa ginas. Tampoco puede definirse a si misma
como si fueran un desarrollo independiente de tradiciones de pensamiento y conocimiento
que la nutren. Citando a White (2005):
(...) podria decir que la terapia narrativa no es un desarrollo singular o una suerte de ‘bonito
nuevo desarrollo’, esta de hecho, muy fuertemente nutrido por desarrollos en teoría social,
su desarrollo no es aislado, no tenemos [ni David Epston, ni yo] ningún mérito de carácter
heroico en todo esto.
Carr, A. (s.f.). La terapia narrativa de Michael White. Contemporary Family Therapy, 20 (4), pp.
485-503.
Los terapeutas narrativos trabajan con un amplio rango de clientes que son reconocidos
dentro de los ci rculos tradicionales de salud mental como “difíciles de tratar”, incluyendo
nin os con conductas-problema, delincuencia, bullying, anorexia nerviosa, abuso infantil,
conflictos maritales, reacciones de duelo, adaptacio n al SIDA, y esquizofrenia.
Dentro de la terapia narrativa, sin embargo, ninguna de estas dificultades es vista como un
atributo intrinseco o esencial de las personas o de sus relaciones. Ma s au n, estas etiquetas
son vistas como parte del extendido discurso patologizante que caracteriza al a mbito de la
salud mental o de una narrativa que mantiene ma s que resuelve los problemas de la vida.
Las practicas de poder llevan a que estas etiquetas incrementen ma s que reduzcan la
angustia en quienes presentan estas dificultades. A partir de los trabajos de Michel
Foucault, White denomina como pra cticas totalizantes a los procesos de aplicar
diagno sticos psiquiatricos y de interpretar a las personas exclusivamente en te rminos de
estas etiquetas. Dentro de un marco narrativo, los problemas humanos aparecen y se
mantienen gracias a las historias opresivas que dominan la vida de las personas. Los
problemas humanos surgen cuando las personas cuentan su vida a si mismos o a otras
personas de un modo que no se ajusta en forma significativa con su experiencia de vida.
Desarrollar soluciones terape uticas, dentro de un marco narrativo, implica abrir espacios
para la expresio n de historias alternativas, las que probablemente fueron desplazadas por
las narrativas dominantes saturadas de problemas. Estas historias alternativas son aceptadas
por los clientes en cuanto no contradicen aspectos significativos de su experiencia y
permiten abrir nuevas posibilidades para que controlen sus propias vidas. Este enfoque
descansa en el supuesto de que las narrativas no representan una reflexio n acerca de la
identidad, la vida y los problemas; ma s bien las narrativas constituyen la identidad, la vida
y los problemas. De acuerdo a esta postura, el proceso terape utico de reescritura de las
narrativas personales es capaz de modificar la vida, los problemas y la identidad porque las
narrativas personales constituyen la identidad.
Premisas básicas
Reescribir la vida
El proceso de re-autoria, para usar una expresio n de Myerhoff (1982, 1986), es
esencialmente colaborativo y requiere que los terapeutas se involucren en pra cticas
particulares. Para White (1995), entre tales pra cticas se encuentran las siguientes:
• Adoptar una posicio n colaborativa de coautori a.
• Ayudar a los consultantes a mirarse a si mismos como separados de sus problemas a
traves de la externalizacio n.
• Ayudar a los consultantes a recordar aquellos momentos de su vida en los cuales no se
sentian oprimidos por sus problemas, los llamados acontecimientos extraordinarios.
• Ampliar las descripciones de estos acontecimientos extraordinarios con preguntas acerca
del “panorama de la accio n” y el “panorama de la conciencia”.
• Conectar los acontecimientos extraordinarios a otros acontecimientos en el pasado y
extender esta historia hacia el futuro para formar una narrativa alternativa en la cual el si
mismo es visto como ma s poderoso que el problema.
• Invitar a los miembros significativos de su red social a presenciar esta nueva narrativa
personal.
• Documentar estas nuevas pra cticas y conocimientos que apoyan esta nueva narrativa
personal a trave s de medios literarios.
• Permitir que otras personas, atrapadas por ide nticas narrativas opresivas, se beneficien de
estos nuevos conocimientos a trave s de las practicas de recepcio n y devolucio n.
La posición del terapeuta
Dentro de la terapia narrativa, el terapeuta adopta una posicio n de consejero para aquellos
que presentan experiencias opresivas tanto en un nivel personal (el problema) como en un
nivel político (un discurso de salud mental y un conjunto de pra cticas que impregnan la
cultura occidental). Así las personas con problemas son vistas como requiriendo ayuda para
enfrentar estos problemas y pra cticas que han invadido sus vidas. Esta posicio n ha sido
descrita por White, basándose en las ideas del filo sofo frances Jacques Derrida (1981),
como deconstruccionista y constitucionalista. Una posicio n deconstruccionista implica
empoderar a los clientes para que cuestionen estas definiciones y pra cticas habituales de
salud mental. Una posicio n constitucionalista implica trabajar con la premisa de que la vida
y la identidad esta n constituidas por tres conjuntos de factores:
• Los significados que dan a sus experiencias o las historias que se cuentan sobre si
mismos.
• Las practicas lingu isticas junto con el tipo de palabras que usan para contar sus vidas.
• La posicio n que ocupan en la estructura social en la que participan y las relaciones de
poder en las que esta n involucrados.
La posicio n del clínico dentro de la terapia narrativa implica preocuparse de estos tres
conjuntos de factores deconstruyendo el significado que las personas asignan a sus vidas,
las practicas lingu isticas que utilizan, y las relaciones de poder en las cuales se encuentran.
Para deconstruir las prácticas de poder, White recurre al trabajo de Michel Foucault (1965,
1975, 1979, 1980, 1984), quien señala que las personas se encuentran atrapadas
inconscientemente en el sometimiento de sus vidas por pra cticas de poder que implican
continua soledad, evaluación y comparación. Eventualmente nuestros clientes internalizan
normas sociales absurdas, pero lo creen justificado puesto que aspiran a cumplir con los
ideales de logro y excelencia. Esto conlleva, por ejemplo, a la auto-inanicio n en la anorexia,
la autocrítica extrema en la depresión, o una sensación de impotencia ante las amenazas y la
ansiedad. A su vez, los profesionales de salud mental han complejizado este problema
desarrollando un registro unitario global de estos estados, los que son propuestos como
verdades objetivas, tal como las categorías diagnosticas contenidas en el DSM-IV
(Asociación Psiquiátrica Americana, 1994) y la CIE 10 (Organización Mundial de Salud,
1992). Además, estos profesionales apoyan practicas que impiden a los clientes cuestionar
el contexto sociopolítico dentro del cual emergieron estas “verdades diagnosticas
objetivas”.
Hay una constante atencio n hacia las historias marginadas que podri an ofrecer una
oportunidad para que la persona se involucre en lo que White (1989, 1995) denomina como
una "insurreccio n de los conocimientos oprimidos". Es decir, una oportunidad que
permitira a la persona escoger construir la historia de su vida en te rminos distintos de los
dictados por la narrativa dominante saturada del problema. Esto requiere que el terapeuta
privilegie el escuchar por sobre el interrogar, y formular preguntas en una forma que ayude
a los clientes a ver que la historia de sus vidas son construidas activamente, ma s que
descritas y determinadas pasivamente.
Latorre, (2013).
¿Por que son importantes las historias y cómo se trabaja con ellas?
Las historias
El material con el que trabaja el terapeuta narrativo son las historias de las personas que
consultan. En estas historias se encuentran los conocimientos particulares de la vida y las
destrezas o habilidades particulares para vivir que las personas o comunidades han
desarrollado para responder a los eventos de sus vidas.
Cuando en terapia narrativa hablamos de historias, nos referimos a:
1. una serie de eventos,
2. vinculados en una secuencia,
3. a traves del tiempo,
4. en torno a una trama, tema o plot (White & Epston, 1989a, 1990; Morgan, 2000).
Las historias cumplen un rol constitutivo en nuestras vidas al otorgar un marco de
inteligibilidad a nuestras experiencias. Estamos permanentemente construyendo
significado, al mismo tiempo que vamos viviendo nuestras experiencias de vida. A trave s
de las historias y los signi cados que ellas contienen, interpretamos nuestra vida y el
mundo. Esa interpretacio n nos permite acceder a una determinada comprensio n de nuestras
vidas y a desarrollar una posicio n politica, valo rica y moral, posiciones que tambie n
moldean que historias se narran y co mo y cuales no. Bruner (1991: 67) comenta: ‘narrar
una historia supone ineludiblemente adoptar una postura moral, aun cuando sea una postura
moral contra las posturas morales’.
Es a través de las historias que conocemos y comprendemos el mundo, tenemos acceso a e l,
lo narramos y describimos; son también las historias las que nos viven, moldean nuestros
pensamientos y acciones. La narración trata, segu n Bruner (1991: 68) ‘del tejido de la
accio n y la intencionalidad humanas’, por tanto, es a trave s de la narracio n de historias que
estamos posibilitados a interpretar nuestras vidas dando sentido a lo que hacemos.
Historias dominantes e historias subordinadas
Sin embargo, en nuestras vidas dejamos fuera de la atribucio n de significado una gran
cantidad de experiencias vividas. Son estas experiencias subordinadas25 las que a los
terapeutas narrativos nos interesa tener acceso a través del desarrollo enriquecido de
historias que sirvan como marco de inteligibilidad a significados e interpretaciones
diferentes, contradictorias con las historias dominantes; nuevas historias cuyos significados
sean más congruentes con aquello que las personas pre eren en sus vidas, aquello a lo cual
asignan valor. Historias que estaban subyugadas e invisibles y que pueden estar más
asociadas a conclusiones de identidad preferidas para las personas, historias que promuevan
acciones que antes -teniendo solo acceso a una historia dominante singular- no estaban
disponibles para las personas.
La acción promovida por las historias es de vital importancia para los terapeutas, ya que en
esta practica no estamos interesados en buscar ni encontrar una solución. Tampoco estamos
interesados en conectar a las personas con ‘el vaso medio lleno’, ni menos en ensenarles
desde nuestros conocimientos expertos que formas de vivir la vida deberían adoptar para
ser más felices o sentirse mejor. Lo que nos interesa a través del desarrollo de historias
preferidas es el vinculo que existe entre estas y las acciones de las personas. Nos interesa
que las personas, al acceder a nuevos territorios de sus vidas a través de las historias,
desarrollen un sentido de agencia personal (personal agency27) que White (2007) describe
como:
Una sensación de ser capaz de regular la propia vida, de inter- venir la vida de uno para
afectar su curso de acuerdo a las propias intenciones, y hacer esto de maneras que estén
moldeadas por los propios conocimientos de vida y habilidades para vivir (263-264).
Entonces, la intención de la terapeuta narrativa es la de contribuir con la generación de un
contexto en el que las personas puedan tener acceso a historias preferidas de sus vidas que
han sido subordinadas por las historias únicas dominantes.
A través de preguntas descentradas e in huyentes, el terapeuta colabora con la persona en
tener acceso y desarrollar de manera enriquecida las historias subyugadas preferidas, las
cuales le ofrecen un acceso ma s completo a sus propias experiencias de vida y una
sensacio n fortalecida de identidad. Este proceso es conocido como reautori a o reescritura
de la vida (re-authoring) (White, 1995). La postura terapéutica que informa las preguntas
que hacemos es la que nombre anteriormente como ‘descentrada e influyente’. En otras
palabras, es descentrada porque descentra nuestros conocimientos expertos y nuestras vidas
profesionales y pone al centro las
Como sino nimos para dominantes se pueden utilizar: hegemo nicas, u nicas, visibles, pobres,
singulares, etc. Estas son metaforas que aluden a las historias que poseen mayor
distribucio n pero menor alcance para significar la complejidad de la experiencia de las
personas.
Como sen alaba White (2007), cuando las personas llegan a la consulta, llegan contando
historias. El terapeuta narrativo no hace otra cosa que promover la continuacio n de ese
mismo proceso, pero incentivando el desarrollo de otras historias, aquellas que han estado
subyugadas. Por ejemplo, un hombre joven llega y nos dice algo como «soy muy inseguro,
me cuesta mucho tomar decisiones, siempre espero que otros hablen primero y casi nunca
digo mi opinio n». Luego ampli a la historia conta ndonos: «por ejemplo, cuando me quiero
comprar ropa siempre pienso en que van a pensar los otros, pierdo mucho tiempo y al final
no compro nada, a no ser que alguien pra cticamente me elija las cosas». Y sigue: «creo que
porque soy asi, raro, es que no tengo pareja, me encierro, ya casi no tengo amigos y estoy
perdiendo las ganas de vivir». Lo que estamos escuchando aqui es una serie de eventos
asociados a la historia de la ‘inseguridad’. Esta es una historia u nica-dominante que
alimenta ciertas categori as y conclusiones de identidad. En el ejemplo, este hombre se
llama a si mismo ‘raro’, esta es una categori a por la que este hombre se esta identificando.
La historia a la vez invisibiliza posibilidades de accio n que este hombre podri a hacer para
llevar su vida a lugares preferidos. Las historias dominantes totalizan la identidad de las
personas, la que se aprisiona en estas conclusiones negativas sobre quie nes son, que
adquieren la categori a de ‘verdad’. Son relatos que encapsulan la identidad en una sola
historia que no hace justicia a la complejidad de la experiencia vivida y a la riqueza que
puede estar disponible en la propia vida, respecto de las mu ltiples historias que la
experiencia tiene como potencial a desarrollar.
Acceso a historias subordinadas preferidas y reescritura de la vida
Cuando las historias dominantes y las conclusiones de identidad a las que invitan adquieren
el grado de ‘verdad’ para la persona, se hace ma s dificil contradecirlas. Para esto, White
encontro que el proceso de deconstruccio n (Derrida, 1973, 1976, 1978) podia ser u til en la
recategorizacio n de las ‘verdades’. Este proceso de deconstrucción hace referencia al
proceso de historiar las ‘verdades’. Al historiar las ‘verdades’ o las ideas ‘dadas por
sentadas’, se cuestiona el grado de ‘verdad’ que adquirieron en algún punto del tiempo y se
vuelven a ubicar en el contexto sociohisto rico donde fueron desarrolladas. Preguntas que
asisten en este proceso pueden ser: ¿de do nde viene la idea de que un hombre debe tener
auto y estar casado a los 30 an os para ser un ‘hombre de verdad’?, ¿co mo llegaste a creer
en la idea de que las mujeres son ‘multitarea’?, ¿a quie n le sirve entender a las mujeres de
esta forma?, ¿que ideas y/o practicas sociales contribuyen a que el sentimiento de ‘inu til’
tome fuerza?, ¿co mo la idea de ‘no ser una buena hija’ te esta alejando de la posibilidad de
ver los esfuerzos que esta s realizando y los pasos que esta s dando para liberarte de los
efectos de tu historia de abuso?, etc.
Existe una serie de otras pra cticas narrativas disponibles para acceder a los aspectos de las
vidas de las personas que han sido negados o subyugados. Estas practicas se llevan a cabo a
traves de preguntas descentradas pero influyentes que contribuyen con el desarrollo de
historias alternativas.
Los caminos para esto pueden ser varios, aqui solo nombrare algunos para tener una idea de
las posibilidades existentes:
• La identificación de excepciones, finales u nicos o iniciativas (en ingles, exceptions,
unique outcomes, initiatives). Las excepciones y/o iniciativas (Goffman, 1970) son eventos
o acciones que contradicen la historia dominante. En el ejemplo anterior, una excepcio n y/o
iniciativa podri a ser un evento en el cual este hombre se haya sentido bien consigo mismo,
o una persona con la que tenga una relacio n asociada al respeto y la aceptacio n, o una
iniciativa en la que se haya cuidado y valorado como persona frente a un contexto de abuso,
etc.
• Externalización del problema (en ingle s, externalization). Esta pra ctica alude a utilizar el
lenguaje de manera tal que de cuenta de una comprensio n diferente de la identidad de las
personas. Esta practica esta informada -como todas las pra cticas narrativas- en la
comprensio n no-estructuralista de la identidad y se puede expresar en la ma xima mas
conocida de White: ‘la persona nunca es el problema, el problema es el problema’ (1989b:
6). Las conversaciones de externalizacio n permiten la identificacio n de la historia del
problema separada de la identidad de la persona que consulta. Habilitan a la persona a
identificar y evaluar sus efectos y a tomar una posicio n frente al problema, una posicio n
fundamentada y sustentada por aquello que las personas valoran.
• Identificar lo ausente pero impli cito. White incorpora esta pra ctica informado tambien en
las ideas de Derrida. Esto alude a que todo lo que hablamos es testimonio de una diferencia.
Todo lo dicho, es decir, aquello que esta presente y explicito en el relato, es en relación a
aquello no dicho, por tanto, aquello que esta ausente pero implícito en el relato. Existen
diversas preguntas que pueden asistir a las terapeutas a acceder a aquello que esta ausente
pero implícito en el relato de las personas y que puede ser preferido para ellas. Preguntas
como: ‘Si odias estar en este lugar, ¿seria correcto para mi entender que esto habla de que
hay lugares en los que si te gusta estar? ¿Como son esos lugares? ¿Que hay en esos lugares
que son diferentes a este que odias y que hacen que te gusten?’. O preguntas que pretenden
hacer visibles las historias ausentes pero impli citas de las acciones que las personas hacen
para responder a situaciones de amenaza, abuso, trauma, etc.: ‘¿Hay algo que estuvieras
haciendo mientras sucedía el abuso?’ ‘¿ ‘No pensar en nada y poner la mente en blanco’ fue
una respuesta que te ayudo a disminuir el sufrimiento en ese momento?’ ‘¿Co mo
desarrollaste esta habilidad de ‘no pensar en nada y poner la mente en blanco’?’.
Una vez que tenemos acceso a alguna de las historias preferidas de las personas, nos
interesa habilitar un proceso de reautori a y enriquecimiento de ellas.
Las conversaciones de reautori a implican animar un proceso de construccio n de historias.
White, interesado en los trabajos de Jerome Bruner (1991, 2010) propone influir en las
conversaciones promoviendo la narracio n de las historias a trave s de dos panoramas o
territorios que son los que componen una historia:
1. Panorama o territorio de accio n. Se compone de una serie de eventos vinculados en una
secuencia en torno a un tema y a traves del tiempo. Aqui encontramos las acciones /
hechos, personas, lugares, e pocas, olores, etc. de una historia: ‘¿Me puedes dar un ejemplo
que me ayude a entender mejor esta sensacio n de bienestar en familia que te gusta? ¿Do nde
y cuando fue? ¿Me puedes hablar un poco ma s de ese dia? ¿Quienes estaban ahi ? ¿Que
cosas contribuyeron a hacer una diferencia? Me dijiste que habi a ‘respeto’ en esta relacio n,
¿que historias me puedes contar donde el respeto en tus relaciones este presente? ¿Tienes
en mente a alguien importante en tu vida que se relacionaba contigo desde el respeto?’.
2. Panorama o territorio de identidad. Los estados intencionales (deseos, valores,
propo sitos, esperanzas, compromisos, suen os, etc.) asociados a la interpretacio n de las
experiencias del panorama de accio n: ‘¿Que habia importante para ti en esta experiencia
que me contaste? ¿Que valoras de esa experiencia? ¿Con que compromisos se vincula el
evento que me contaste? ¿Co mo definirías ‘confianza’? ¿Que entiendes por
‘perseverancia’? ¿Que suen os estan involucrados en esto que me cuentas?’.
Carr, (s.f.).
Asociando la nueva historia con el pasado y proyectándola hacia el futuro
Pueden utilizarse "preguntas de experiencia" para conectar las historias nuevas con la
experiencia pasada. Estas preguntas invitan a los clientes a explorar aspectos olvidados o
marginados de su experiencia o imaginar modos de ser alternativos que sean consistentes
con su historia personal preferida: “¿Si yo le observara en otro momento de su vida, que
piensa usted que yo habri a visto que me ayudara a comprender co mo ha sido capaz ahora
de lograr X?”, “¿que le dice esto acerca de lo que usted ha querido para su vida?”, “¿si
pudiera mantener estas ideas en su mente durante el futuro pro ximo, que efecto podri a tener
sobre su vida?”, “¿de toda la gente que usted conoce, quie n podria estar en mejores
condiciones para mostrarle co mo ha desarrollado estas ideas y pra cticas?”, “¿si usted se
encontrase dando nuevos pasos hacia su visio n preferida de si mismo, que veriamos?”,
“¿co mo confirmari an estas acciones su visio n preferida de si mismo?”, “¿que diferencia
haria esta confirmacio n en la manera como ha vivido su vida?”.
En la posicio n de coautori a, el cliente es el participante de mayor experiencia. Toda
exploracio n del futuro es tentativa más que prescriptiva. En la pra ctica, esta posicio n
requiere que los terapeutas exploren tentativamente nuevas posibilidades usando lo que
Jerome Bruner llama lenguaje subjuntivo (condicional):
Y si ...
Podria ser... ...
Supon que tu ...
Que haria. . . Que diria...
Este es un lenguaje de posibilidades más que de certezas predefinidas
Grupos de testigos externos
Cuando los clientes descubren que hay otras alternativas a su identidad saturada de
problemas, cua ndo han explorado una cierta cantidad de acontecimientos extraordinarios y
han comenzado a unirlos en una nueva narrativa personal, la probabilidad de que la nueva
trama pueda ser engrosada y arraigada en la vida del cliente se incrementa si existen
testigos para este proceso. White, basa ndose en el trabajo de Myerhoff (1986), se refiere a
estas personas como el grupo de testigos externos. Este grupo puede contener a los
miembros de la red social del cliente que conocen su problema y que son capaces de
aconsejar o entrenar al cliente en las habilidades o conocimientos relevantes sobre co mo
manejar el problema. Los testigos externos permiten que el cliente conozca aquello en lo
que esta en contra y que esperar para superar los problemas y asumir el control de sus
vidas.
Documentos terapéuticos
White y Epston (1989, 1990) han mostrado como las cartas de invitacio n, cartas de despido,
cartas predictivas, cartas de refutacio n, cartas de referencia, cartas para ocasiones
especiales, historias de si mismo, certificados, declaraciones y autodeclaraciones pueden
ser usadas en la pra ctica de la terapia narrativa. La pra ctica de introducir documentos
terapeuticos es un proceso complejo. Algunos consejos para introducir tales documentos en
el proceso de consulta son los siguientes:
• Discutir el tema al cual pueden referirse dichos documentos
• Conversar sobre la forma como podri an realizarse dichos documentos
• Decidir en colaboracio n con los clientes la mejor forma de preparar dichos documentos
• Decidir en colaboracio n con los clientes co mo hacer circular dichos documentos en su red
social
• Decidir con los clientes a quienes podri an enviarse dichos documentos
• Decidir en colaboracio n con los clientes las circunstancias bajo las cuales los documentos
podrían ser consultados
• Predecir las consecuencias de consultar dichos documentos
• Revisar con los clientes los efectos de preparar y consultar dichos documentos
• Reflexionar sobre la exactitud de las suposiciones contenidas en dichos documentos
• Reflexionar sobre los trozos de informacio n que podrian estar ausentes de dichos
documentos cuando sus suposiciones son inexactas
Prácticas de integración e incorporación
Algunas escuelas psicoterape uticas de orientacio n individual tienen el objetivo de promover
la diferenciacio n del si mismo en relacio n a sus seres queridos. En forma caracteri stica, en
tales tradiciones psicoterape uticas se destaca la influencia negativa de la familia por sobre
sus caracteri sticas positivas y de apoyo. En contraste, en el enfoque narrativo, la familia y
la red social se interpretan como un recurso ma s que como un deficit. Un objetivo de la
terapia es asistir a los clientes a encontrar a los miembros de su red social que tengan
experiencias similares a las propias e incentivarlos a relacionarse con estas personas, como
un recurso de solucio n de problemas o una fuente de apoyo social. Por ejemplo, con nin as
que sufren anorexia, White se orienta a encontrar semejanzas entre la vida de las chicas y la
de sus madres. White estimula la discusio n de estas semejanzas e invita a las madres a
apoyar a sus hijas en la lucha contra la inanicio n.
En el abordaje tradicional del duelo, con frecuencia el objetivo de la terapia es ayudar a los
clientes a transitar por una serie de fases como el shock, la negacio n, el enojo y la tristeza,
hasta que se alcanza la fase de aceptacio n, en la que el cliente se separa de los difuntos y les
dice adio s en una forma metafo rica o ritual. En contraste, White ve como meta del trabajo
de duelo una reintegracio n del difunto y mantener viva su voz ma s que ayudar a los clientes
a olvidar y dejar atra s7. Tambien sostiene que las reacciones negativas, frecuentes en el
abordaje tradicional del duelo, podri an reflejar la necesidad de los clientes de recordar a los
difuntos e incorporarlos a sus vidas.
La palabra “re-membering” corresponde a un juego de palabras de White que podri a
traducirse, a la vez, como recordar (remember) y “volver a ser miembro” (re-member).
Frente a esto, he optado por traducirlo como “re-integrar”, como sugiere Tirotta (White,
1997) para dar cuenta de esta sutileza evitando asi el neologismo “re-membrar”, ocupado
por traductores como Laso (Payne, 2000). (N.T.).
En otro texto, White propone reemplazar la meta fora de “decir adio s”, propia de los
abordajes tradicionales del duelo, por la meta fora de “decir hola nuevamente” (N.T.)
Prácticas de recepción y devolución
En estas prácticas los clientes son invitados a compartir los beneficios de la terapia con
otras personas. Por ejemplo, pueden permitir que el terapeuta comparta sus nuevas
narrativas personales, conocimientos, habilidades, o registros literarios con otros clientes
que esten enfrentando dificultades similares. Alternativamente, ellos pueden aceptar
reunirse con otros clientes y permitir que conozcan directamente sus experiencias. Una
finalidad de estas pra cticas es proporcionar a los clientes un foro dentro del cual puedan
compartir con otros clientes el impacto positivo que sus nuevas narrativas personales,
conocimientos y habilidades tienen para ellos, de manera que los otros puedan beneficiarse
de sus resultados terape uticos positivos. Para los terapeutas, el objetivo de estas pra cticas es
proporcionar a los clientes un foro en el cual puedan conocer el impacto positivo que su
participacio n en las conversaciones terape uticas y sus nuevas narrativas personales,
conocimientos y habilidades han tenido sobre el terapeuta. Las pra cticas de recepcio n y
devolucio n cambian tanto a los clientes como al terapeuta, contrariamente al discurso
dominante, el cual enmarca la influencia terapeuta-cliente como positiva y a la influencia
cliente-terapeuta como negativa. Por ejemplo, en la tradicio n psicoanalista este tipo de
influencia es conocida como “contratransferencia” y en la tradicio n sistemica se la conoce
como “ser succionado por el sistema”. Estas pra cticas permiten que los clientes conozcan
que los beneficios de las conversaciones terape uticas son un camino de dos vi as.
Conversaciones de andamiaje
Interesado en el trabajo del psico logo ruso Lev Vygotsky (1995), en relación al desarrollo
de conceptos en las nin as y los nin os y su impacto en el aprendizaje, White elaboro el mapa
de las conversaciones de andamiaje.
La meta fora de andamiaje alude a la colaboracio n que el terapeuta hace a la persona para
cruzar el espacio que existe entre lo que es familiar y conocido hacia lo que es posible de
conocer y hacer. Vygotsky llamo a este espacio, la zona de desarrollo pro ximo. El terapeuta
ofrece un andamiaje de preguntas que van apoyando los pasos de la persona; una vez que la
persona ha construido un camino so lido y llega al lugar de lo posible por conocer y hacer,
entonces el terapeuta puede ‘quitar el andamio’ que ya no hace mas falta.
Vygotsky postulo que el desarrollo humano no antecede al aprendizaje, ma s bien son
interdependientes. Al ser interdependientes, el aprendizaje no corresponde a un proceso
individual determinado por el desarrollo biolo gico de la nin a o el nin o, sino que es
resultado de la interaccio n colaborativa con otras y otros que han desarrollado
conocimientos ma s sofisticados. Asi, la mediacio n social colaborativa contribuye al
desarrollo de la nin a y el nino y este contribuye con la sofisticación de su aprendizaje.
Para White estas ideas fueron muy atractivas en cuanto a poder transparentar el proceso
terapeutico que se desarrolla en la pra ctica narrativa. E l mismo sen alo varias veces que los
mapas de la pra ctica narrativa y las categori as de indagacio n son un andamiaje de esta zona
de desarrollo pro ximo. Las historias dominantes, las acciones que estas promueven y las
conclusiones de identidad que promocionan se podri an entender como el territorio de lo
familiar y co- nocido en la vida de la persona; por su parte, las historias subordinadas, las
acciones que promueven y las conclusiones de identidad que apoyan pueden entenderse
como ubicadas en el territorio de lo posible por conocer y hacer.
En la cultura psicoterape utica y medico-psiquiatrica es muy comu n oir frases como ‘no se
puede trabajar con esta persona porque tiene un nivel muy bajo de desarrollo’ o ‘no se
puede sostener una conversacio n terapeutica ya que su nivel intelectual es muy bajo’. Estas
y otras muchas expresiones son argumentos, muy comunes, que ponen la responsabilidad
del fracaso terape utico en la persona que esta solicitando ayuda en lugar de la falta de
conocimientos y destrezas terape uticas de los profesionales consultados. Los terapeutas
tenemos la responsabilidad de ser capaces de andamiar una conversacio n terapeutica y de
proveer de un espacio para que cualquier persona, con cualquier tipo de problema, pueda
cruzar la zona de desarrollo pro ximo y acceder a territorios de vida preferidos.
White propone cinco categori as de indagacio n para este mapa de las conversaciones de
andamiaje. Estas son:
a. Tareas de bajo nivel de distanciamiento: tareas que alientan a las personas a caracterizar
objetos específicos y acontecimientos de su mundo.
b. Tareas de mediano nivel de distanciamiento: tareas que animan a las personas a poner en
relacio n objetos específicos y acontecimientos de su mundo, al desarrollar cadenas de
asociación o «complejos» y al establecer vi nculos y relaciones entre esos objetos y eventos.
c. Tareas de nivel medio-alto de distanciamiento: tareas que animan a las personas a
reflexionar sobre esas cadenas de asociacio n y a extraer de ellas comprensiones y
aprendizajes de feno menos especi cos.
d. Tareas de alto nivel de distanciamiento: tareas que alientan a las personas a resumir esas
realizaciones y aprendizajes de su circunstancia específica y concreta en conceptos acerca
de la vida y de la identidad.
e. Tareas de muy alto nivel de distanciamiento: tareas que estimulan a la formulación de
predicciones sobre los resultados de ciertas acciones fundadas en los conceptos
desarrollados, y tareas que fomenten la planificación e iniciación de esas acciones Notas del Taller
Michael White
Conversaciones de re-memebranza
Tome la metáfora de remembranza del trabajo de Bárbara Myerhoff (1982, 1986), una
antropóloga. Estas notas representan algunas de las implicaciones para la practica
terapéutica que he extraído de mis exploraciones con esta metáfora. Las conversaciones de
re- membranza son conversaciones terapéuticas que:
1. Evocan la vida como en un “club de miembros”, “identidad” como una “asociación” de
vida.
2. Contribuyen a un sentido de identidad multifacética, más que a un sentido de identidad
monofacetico lo cual es una característica del self encapsulado que esta de moda en la
cultura occidental contemporánea.
3. Abren posibilidades para la revisión de la membresía propia a nuestra vida: para la
mejoría de algunas membresías y la degradación de otras.; para honrar algunas membresías
y para la revocación de otras; para otorgarle autoridad a algunas voces en ciertos temas de
la identidad personal y para a descalificación de otras voces en esos temas.
4. Son ricamente descriptivas de los recuentos preferidos de identidad y conocimientos de
vida así como de habilidades de vida que han sido co-generadas en las membresías
significativas de las vidas de las personas. Al revisar estas membresías, recuentos de
identidad y conocimientos y habilidades se pueden explorar sus particularidades. En estas
exploraciones de describen ricamente descubrimientos, insights, conclusiones,
aprendizajes, practicas de resolución de problemas, etc. Esto contribuye significativamente
al conocimiento del propio ser de la persona y esto a su vez, proporciona una base para el
desarrollo de propuestas especificas sobre lo que pudieran hacer más adelante en sus vidas.
5. Las conversaciones de re-membranza no son una recolección pasiva, sino compromisos
proposititos con las figuras significativas de la propia historia y con las identidades de
nuestra vida actual que nos son significativas o potencialmente significativas. Estas figuras
e identidades no tienen que conocerse directamente para que sean identificadas como
significativas en la vida de una persona. Por ejemplo, estas figuras e identidades pueden ser
los autores de libros que han sido importantes para la persona o personajes de películas o
series cómicas. Y estas figuras no tienen que ser personas. Por ejemplo, pueden ser juguetes
que la persona tuvo cuando era chico o su mascota favorita, etc.
6. Las conversaciones de re-membranza generalmente se inician a través de dos juegos de
investigación:
a) el primer juego de investigación invita a:
i. un recuento de las figuras significativas que han contribuido de alguna manera en la vida
de la persona,
ii. entrar en la conciencian de esta figura en asuntos relacionados con la identidad de la
persona, iniciar una rica descripción de las formas en que esta conexión moldeo /tuvo el
potencial para moldear el sentido de la persona sobre quien es y sobre el sentido de la vida.
9
b) el segundo juego de investigación invita a:
i. un recuento sobre la contribución de la persona en la vida de esta figura, y
ii. la persona a entrar en la conciencia de esta figura en asuntos relacionados con la
identidad de la figura, iniciando una rica descripción de las formas en que esta conexión
moldeo /tuvo el potencial para moldear el sentido de esta persona sobre si misma y el
sentido de la vida.
Ceremonia de definición y respuestas de testigos externos
1. La metáfora de la ceremonia de definición estructura el terreno terapéutico como un
contexto para la rica descripción de las vidas de las personas, sus identidades y relaciones.
Esta metáfora estructura los rituales de reconocimiento y revalorización de las vidas de las
personas en contraste con muchos rituales comunes de la cultura moderna que juzgan o
degradan las vidas. Tome la metáfora de la ceremonia de definición de Bárbara Myerhoff
(1982, 1986), una antropóloga y he desarrollado aplicaciones terapéuticas a partir de esta
metáfora.
2. La estructuración del escenario terapéutico de acuerdo con la metáfora de la ceremonia
de definición se relaciona con un recuento de identidad post-estructuralista no
estructuralista. De acuerdo con esto, el moldeo de la identidad es:
a) un resultado publico y social más que uno privado e individual,
b) moldeado por fuerzas históricas y culturales más que por fuerzas de la naturaleza,
independientemente de como se conciba a la naturaleza, y
c) dependiente de un sentido de autenticidad que es el resultado de procesos sociales que
reconocen los reclamos sobre nuestra propia identidad e historia por encima de un resultado
obtenido a través de la identificación a través de la introspección de las esencias o
elementos del self y de la expresión de estas esencias, sin importar la manera en que se
conciba al self.
3. En este escenario terapéutico, se les da la opción a las personas de contar/representar las
historias de sus vidas ante una audiencia de testigos externos. Los testigos externos
responden a estos recuentos con re-narraciones de ciertos aspectos de lo que han escuchado.
Estas re- narraciones están moldeadas por tradiciones especificas reconocimiento.
4. Las estructuras de la ceremonia de definición están constituidas generalmente por
recuentos y re-narraciones multicolores de las historias de las vidas de las personas.
a) Narraciones (hechas por aquellos cuyas vidas se encuentran en el centro de la ceremonia)
b) Re-narraciones de las narraciones (primera re-narracio n – generalmente realizadas por
los testigos externos)
c) Re-narraciones de las re-narraciones (segunda re-narracio n – generalmente hecha por
aquellos cuyas vidas se encuentran en el centro de la ceremonia)
d) Re-narraciones de las re-narraciones de las re-narraciones (tercera re-narracio n –
generalmente hecha por los testigos externos o por un grupo secundario de testigos
externos)
5. Una característica de la ceremonia de definición es una disrupción del dialogo durante
las interfases de estas narraciones y re-narraciones. Cunado los testigos externos están en la
posición de audiencia, ellos están estrictamente solo en esa posición. Cuando las personas
cuyas vidas están al centro de la ceremonia redefinición están en la posición de audiencia,
están estrictamente solo en esa posición.
6. A través de estas narraciones y re-narraciones se enriquecen las vidas de las personas con
temas alternativos o con las antítesis de sus guiones y estas historias de sus vidas se unen a
través de estos temas, valores, propósitos y compromisos expresados en ellos.
7. Las re-narraciones de las estructuras de la ceremonia de definición son la autentificación
de las afirmaciones preferidas de las personas sobre sus vidas e identidades y tienen el
efecto de propiciar los guiones antitéticos de las vidas de las personas – contribuyen al
surgimiento de opciones para acciones en las vidas de las personas que de otra manera, no
habrían estado disponibles para ellos.
8. Las respuestas de los testigos externos no están moldeadas por practicas contemporáneas
de aprobación (dar afirmaciones, señalar lo positivo, respuestas condescendientes, etc.) – ni
por ninguna de la típicas practicas de juzgar (ya sea de manera positiva o negativa).
Tampoco es el lugar para que los testigos externos den sus opiniones o hagan declaraciones
sobre la vida de las otras personas o el mostrar su modo de vida y acciones como ejemplo
para los demás, ni para dar mensajes moralistas u homilías bajo la excusa de una re-
narracio n. Sus respuestas tampoco constituyen una serie de monólogos. Mas bien, los
testigos externos se enfrascan entre ellos en conversaciones sobre lo que han escuchado y
sobre sus respuestas ante lo escuchado – los testigos externos generalmente se entrevistan
entre si sobre sus respuestas y al hacerlo, contribuyen a unir y estructurar entre ellos sobre
lo escuchado.
9. La ceremonia de definición es un “movimiento” de todos los participantes que
contribuye a generar opciones para ser otros distintos a quienes han sido. El ser movido es
en el sentido de ser transportado, para estar en algún otro lugar en su vida en base a su
participación.
Respuestas de los observadores externos
Aquí presento 4 categorías de respuesta que pueden ser usadas por los miembros del equipo
reflexivo como preparación para la re-narracio n como testigos externos. Esto también
puede ser útil para los terapeutas como una manera de prepararse para entrevistar a los
testigos externos cuando este grupo no esta compuesto por terapeutas profesionales
familiarizados con la tradición de reconocimiento que caracteriza a la ceremonia de
definición. Estas categorías de respuesta no son exclusivas pero dan un ejemplo de como
podría estructurarse la contribución de los testigos externos dentro de los términos de esta
tradición de reconocimiento. Para mayor información al respecto, ver “Reflecting team –
work as definitional ceremony revisited”en Reflections on Narrative Practice (20009,
“Definitional ceremony in Narratives of Therapists Lives (1997) y “Reflecting team – work
as definitional ceremony” en Re-authoring Lives, Interviews and Essays (1995). Estos
textos están disponibles en las publicaciones del Dulwich Centre.
Las re-narraciones de los testigos externos no constituyen un recuento de todo el contenido
de lo escuchado sino que se centra en los aspectos más significativos para ellos y que
generan su fascinación.
Categorías de respuesta
1. Identificación de la expresión
Conforme se escuchan las historias de las vidas de las personas que están en el centro de la
ceremonia de definición, ¿Que expresiones captaron tu atención o capturaron tu
imaginación?, ¿Cual te hizo sentir algo?
2. Descripción de la imagen
¿Que imágenes de la vida de las personas evocaron en ti sobre su identidad y el mundo en
general? ¿Que te sugerían estas expresiones sobre los propósitos de estas personas, sobre
sus valores, creencias, esperanzas, sueños y compromisos?
3. Encarnar respuestas
¿Que hay en tu propia vida/trabajo que hizo que estas expresiones captaran tu atención o
movieron algo en ti? ¿Te das cuenta de que aspectos de tus propias experiencias de vida
resonaron con estas expresiones y con las imágenes evocadas por estas expresiones?
4. Reconocer el movimiento
¿De que manera te ha movido el estar presente para atestiguar estas expresiones de vida?
¿A donde te ha llevado esta experiencia, donde no habrías logrado llegar si no hubieras
estado presente como audiencia en esta conversación? ¿De que manera has llegado a ser
alguien distinto a quien eras a partir de haber sido testigo de estas expresiones y a partir de
responder a estas historias de la manera en que lo hiciste?
EQUIPO DE REFLEXIÓN
García, P. El equipo de reflexión de Tom Andersen : adaptaciones al modelo terapéutico y
de supervisión que ocuparemos para la práctica supervisada en orientación psicológica.
EL CONTEXTO Y LA HISTORIA DEL EQUIPO REFLEXIVO:
• El Equipo Reflexivo (ER) surgió en la década de 1970 en Noruega, país donde los
servicios de salud - incluyendo la atención psiquiátrica y psicológica- son públicos y
reciben el apoyo económico del estado.
• Tomo como base los modelos de pensamiento y de trabajo de Bate son, Bulo- Hansen, Jay
Haley, Salvador Minuchin, Paul Watzlavick, Ackermann, Boscolo, Cecchin, Seligman,
Cade, Penn, Anderson, Goolishan, Hoffman, Maturana, Varela, y otros teo ricos del modelo
sistemico.
• Se fundamenta en la ciberne tica de segundo orden, o cibernetica de segunda generacio n.
Esta plantea que:
o El problema no es algo por si mismo y aislado de la persona, sino que es parte de, y esta
relacionado con, un contexto cambiante.
o Como no es posible considerar una parte del feno meno separada de las otras, el terapeuta
(y el ER) no mantiene una posición externa e independiente del consultante simplemente
como observador del feno meno, sino que se mantiene en interdependencia, y forma parte
del mismo sistema. (El observador esta dentro de lo observado y por lo tanto no es posible
la objetividad, ni la neutralidad).
o El terapeuta (y el ER)no trabaja con el problema ,sino con la comprensio n que el
consultante tiene del problema.
o La comprensio n que el paciente tiene del problemano es una versio n definitiva, sino so lo
una de muchas versiones posibles.
o El cambio personal no es predecible porque no se puede dirigir desde afuera, sino que el
cambio personal se desarrolla esponta neamente desde adentro del paciente y el terapeuta no
puede saber co mo sera o cuando ocurrira .
• Se fundamenta también en la critica posmoderna y socio-construccionista que subraya la
importancia del lenguaje en la construcción de diferentes versiones de la realidad y valora
la multiplicidad de perspectivas y de voces.
• Alrededor de 1980, Andersen y siete colaboradores se dieron a la tarea de reducir la tasa
de internamientos en hospitales psiquiátricos y lo lograron en un 40%. En este proceso,
trabajaron tanto con los pacientes como con el personal de la salud y se dieron cuenta de
que hay una tendencia a rechazar las ideas que surgen de fuera del sistema, mientras que las
ideas que el sistema mismo origina son las que mejores frutos dan. “Aprendimos que
nuestro pensamiento ‘sistémico’ tiene que incluirnos también a nosotros y a las relaciones
con los...cuales formamos parte” (p. 30).
• De la Escuela de Milán y de Gales aprendieron que la atención se centraba en el proceso
de entrevista más que en las intervenciones, y que las preguntas o intervenciones se debían
hacer con cautela y delicadeza.
• Inicialmente trabajaron en Cámara de Giselle y se dieron cuenta de una limitación
importante: que el terapeuta casi nunca transmitida con claridad al equipo detrás del espejo
las ideas, preguntas o intervenciones que elaboraba en su entrevista, y
que era muy difícil que todo el equipo estuviera de acuerdo con una sola
intervención que el terapeuta transmitiera al paciente o familia.
• En el año de 1985, espontáneamente en una sesión donde la familia y el terapeuta
estaban estancados. El equipo de terapeutas observadores intentaba transmitir un mensaje al
terapeuta entrevistador, pero la familia volvía a jalar al terapeuta a su estancamiento. Como
no progresaban, los que estaban del otro lado del espejo decidieron interrumpirlos y
cambiar la iluminación y el sonido de modo que el terapeuta y la familia pudieran ver al
equipo hablar y discutir sobre lo que veían que estaba sucediendo en la sesión. Luego
revirtieron la iluminación y el sonido para regresarla al terapeuta y la familia.
Sorpresivamente, hubo movimientos que provocaron muy buenos resultados, y así nació el
Equipo Reflexivo.
Las conversaciones reflexivas en el trabajo clínico, el entrenamiento y la supervisión.
Elena Fernández, Sylvia London y Margarita Tarragona Grupo Campos Eli seo.
En este capitulo describiremos algunas de las maneras en las que hemos implementado
equipos reflexivos, pero antes quisiéramos detenernos un momento para clarificar los
posibles significados del termino “equipo reflexivo”
¿ Reflejamos o reflexionamos ?
Frecuentemente se dice que los miembros del equipo “reflejan”, incluso se habla a veces de
“equipos reflejantes”. Pensamos que la distinción entre “reflejar” y “reflexionar” es muy
importante. De hecho, aunque generalmente se ha traducido el termino “reflecting team”
como “equipo reflexivo”, preferimos hablar de “equipo de reflexión” porque dicho de esta
manera queda claro que es lo que hacen los miembros del equipo: reflexionan.
La idea de “reflejar” y la metáfora del terapeuta como espejo, tienen una larga historia
dentro de las psicoterapias. Esta la idea psicoanalítica del analista como una “pantalla en
blanco” donde el paciente “proyecta” sus vivencias, deseos, etc. La propuesta Rogeriana de
“reflejar” (mirroring) en la que el terapeuta es como un espejo que “regresa” al cliente sus
propias palabras y experiencias. Y esta la tradición en terapia familiar del equipo detrás del
espejo como un “meta observador”.
Estas propuestas comparten en cierta medida una premisa moderna sobre la objetividad ,
pues suponen que el terapeuta y el equipo pueden observar objetivamente la realidad del
paciente o la familia y devolvérsela de manera neutral y precisa, “tal cual es”. Después de
todo, ¿quien dice la verdad de manera más objetiva que un espejo?
Pensamos que esta analogía de espejo no solo no encaja bien con el espíritu del equipo de
reflexión, sino que incluso lo contradice. Como es bien sabido, uno de los puntos centrales
de la critica posmoderna en las disciplinas sociales es justamente el cuestionar la
objetividad de un observador en el contexto de las interacciones humanas. El equipo
reflexivo es congruente con una postura socio construccionista que subraya la importancia
del lenguaje en la construcción de diferentes versiones de la realidad y valora las múltiples
perspectivas y la multiplicidad de voces.
En esta forma de trabajo no se aspira a “reflejar” la realidad, sino a compartir lo que los
miembros del equipo piensan y sienten a raíz de lo que han escuchado durante la entrevista
entre clientes y terapeutas. Los integrantes del equipo reflexionan en presencia del sistema
terapéutico (clientes y terapeutas). Tom Andersen lo expresa muy claramente en su libro Te
Reflecting Team (1991)
“Este nuevo formato se conoció como “reflecting team” Pensamos en el significado francés
de la palabra, no en el del ingles, que hasta donde entendemos, se acerca a replicar. El
termino francés reflexión tiene el mismo significado que el Noruego “refleksjon”, que
quiere decir: algo es escuchado, se toma y se piensa antes de dar una respuesta” p.12.
(traducción de las autoras)
Las palabras de Andersen describen con claridad lo que hacen los miembros del equipo:
escuchan algo, lo hacen suyo y piensan antes de dar una respuesta.
Nosotras pensamos que si se quiere una metáfora óptica, tal vez podríamos imaginar a
los miembros del equipo como prismas más que como espejos: la luz primero pasa a través
de ellos, y la forma que toma al salir depende de sus ángulos, cortes y facetas.
¿Trabajar con o sin lineamientos para el equipo de reflexión?
Frecuentemente nuestros alumnos nos preguntan que se debe hacer y que no se debe hacer
al participar en el equipo reflexivo. Algunas de las ideas que compartimos con ellos son las
siguientes:
Tom Andersen (1991) sugería que:
· Los miembros del equipo pueden estar detrás de un espejo o bien en el mismo espacio
que los clientes y la terapeuta.
· Durante la entrevista, los miembros del equipo escuchan en absoluto silencio, sin hacer
comentarios entre ellos. El equipo nunca interrumpe la entrevista para ofrecer consejos ni
hacer preguntas.
· Después de un rato de entrevista, el terapeuta puede solicitar la participación del equipo, o
el equipo puede indicar que tiene ideas que quiere compartir.
� Si el equipo esta detrás del espejo, puede intercambiar puestos con la familia y la
terapeuta para ofrecer sus reflexiones.
· Al hablar, los miembros del equipo se miran entre ellos, no establecen contacto visual con
los clientes
· Los miembros del equipo ofrecen sus reflexiones de manera tentativa (no se , tal vez,
podría ser, se me ocurre que,...)
� Los comentarios se basan exclusivamente en lo que se escucho durante la entrevista
· La participación del equipo generalmente toma de 5 a 10 minutos.
· Tras escuchar al equipo, los clientes y el terapeuta comentan sobre lo que oyeron.
Andersen dice que a veces es más fácil definir al equipo reflexivo por lo que NO hace:
· No comenta sobre cosas que pertenecen a otros contextos (fuera de la entrevista)
· No da connotaciones negativas
· No interpreta
· No juzga
Una vez revisados los lineamientos originales de Andersen, agregamos otros desarrollos
que vienen desde la narrativa y otras terapias posmodernas:
William Lax ( 1995) recopila y propone diferentes sugerencias entorno al equipo reflexivo,
señalando dos momentos del trabajo:
I. Antes de la intervención del equipo:
Lax sugiere que los miembros del equipo pueden hacerse a si mismos algunas preguntas
antes de ofrecer reflexiones:
� ¿Que elementos de la entrevista estimularon mis ideas?
� ¿Hubo algo en especial de lo que vi u oí que me lleve a pensar de esa manera?
� ¿Hubo algo en lo que oí que me haya emociono o “llegado” personalmente?
· ¿Hay alguna experiencia en mi vida que me haya llevado a tener pensamientos o
asociaciones similares de las que quisiera comentar en este momento?
II. El Equipo en Acción: En el momento de ofrecer sus reflexiones
� Los miembros del equipo conversan entre si de 10 a 15 min.
· Un miembro del equipo puede hacer una pregunta acerca algo novedoso que noto en la
entrevista.
· Cada pregunta puede referirse tanto a la historia de la excepción como sus posibilidades al
futuro.
· Cada miembro del equipo sitúa su comentario, es decir lo contextualiza en función de su
experiencia, educación, sistema de creencias, etc. Si un miembro del equipo no lo hace
otros lo pueden hacer o ayudarle a hacerlo.
· Si un miembro del equipo hace un comentario en vez de una pregunta, otro miembro
puede preguntar de donde viene este comentario.
Lax enfatiza la importancia de hacer publico el origen de las ideas de los miembros del
equipo porque
· Al situar (contextualizar) cada pregunta, los miembros del equipo hacen evidente que sus
comentarios no son necesariamente correctos o útiles para el cliente, porque son producto
de la propia experiencia, de las propias ideas del integrante del equipo.
· Situar la pregunta también puede ayudar a explicar por que el miembro del equipo cree
que su pregunta le puede ser útil al cliente aun y cuando el cliente no lo considere así .
Grifito & Grifito, (1994) describen que en su trabajo con equipos reflexivos les son útiles
los siguientes lineamientos:
1.- Las especulaciones se limitan a las conversaciones que han tenido lugar en ese momento
y ese lugar.
2.- Las ideas se presentan de manera tentativa con invitaciones , por ejemplo “esto es solo
una idea...”
3.- Los comentarios se construyen como connotaciones lógicas o positivas y no como
criticas ni acusaciones.
4.- Los miembros del equipo mantienen contacto visual entre ellos sin ser descorteses, para
mantener la diferenciación entre la postura activa (que habla) y la pasiva (que reflexiona).
5.- Los miembros del equipo tratan de presentar los dos lados de un dilema, moviéndose de
una postura de "o" a una postura de "y- también".
Dentro de la línea de la terapia narrativa, Friedman y Coombs (1996) le sugieren tres tareas
al equipo reflexivo:
· Unirse a la familia,
· apoyar el desarrollo de nuevas narrativas y
· facilitar la deconstrucción de las descripciones saturadas de problemas.
Estos autores también describen lo que consideran como característico del trabajo en
equipo reflexivo de diferentes terapeutas, por ejemplo:
· Comentan que Lynn Hoffman tiene una sola guía para los equipos de reflexión y es que
los miembros tengan una postura afirmativa y de afiliación combinado con un optimismo a
toda prueba.
� Que Al Ross dice que ha aprendido que el equipo de reflexión tiene que ver más con la
actitud que con la técnica. Más que que hacer, la pregunta es como ser.
· Señalan que los Grifito y Grifito , en sus conversaciones en el equipo reflexivo intentan
modelar un inquirir abierto y una discusión franca de los dilemas de vida de las familias,
pero no intentan dar instrucciones especificas sobre como se deben resolver los dilemas.
García. P. (s.f.)
• Las “aperturas”
o Segu n Boscolo, Cecchin, Penny Hoffman, las aperturas son palabras clave o temas clave
que resultan particularmente significativos para el entrevistador o el ER.
o Hay que explorar el significado subjetivo que el paciente les da. Por ejemplo: “mi pareja
es muy independiente”, explorar el significado tanto de la palabra independencia, como el
significado de que la pareja sea independiente.
o Solo se puede contribuir si la conversación genera una curiosidad auténtica, ya que es un
factor primordial para buscar establecer diferencias en la
percepción del paciente y de los orientadores.
o Hay que guiarnos por nuestra intuición para elegir las aperturas que se trabajaran
terapéuticamente.
o Explorar las aperturas pensando en que la gente no se relaciona con un problema que esta
“fuera” de ella, sino con lo que interpreta como problemático “dentro” de ella. Por eso es
mejor preguntar ¿que fue lo que te sucedió ?, o ¿como lo viviste tu ?, en lugar de preguntar
¿que sucedió ?
O Intentar que nuestras preguntas provoquen la construcción de un nuevo significado
“apropiadamente inusual”.
O Para evaluar el impacto de la apertura elegida, hay que poner atención a la respuesta
verbal y no verbal del paciente. Así veremos si nuestra reflexión le resulto :
! “demasiado usual” (no creo un significado novedoso como para provocar una diferencia
en la percepción del paciente);
! “muy poco usual” (el significado fue tan extraño y diferente que el paciente la rechazo
porque lo perturbo );
! “apropiadamente inusual” (el significado que creo fue lo suficientemente novedoso y
sorpresivo como para provocar una diferencia que cambia al paciente de posición, pero no
fue tan diferente como para provocar su rechazo).
• Guía de algunas preguntas que resultan útiles en este modelo: o Preguntas que se hacen
los orientadores así mismos:
! ¿Que elementos de la entrevista estimularon mis ideas?
! ¿Hubo algo especial de lo que vi o escuché que me haya “llegado? personalmente (me
provoco un pensamiento intenso o una emoción)?
! ¿Alguna experiencia de mi vida me ha provocado pensamientos o asociaciones similares a
las que quisiera comentar en este momento?
Preguntas que comparan:
! ¿Como estas ahora comparado con entonces? ! ¿Quien se enojo más?
! ¿Quien te preocupa más de todos?
o Preguntas que relacionan:
! ¿Quien te ayudo ?
! ¿Quienes hicieron equipo?
Preguntas sobre diferencias:
! ¿Cuando empeoro ?
! ¿Como disminuyo ?
! ¿Siempre fue así ?
! Si volviera a suceder, ¿como lo tomarías ahora?
Preguntas sobre explicaciones:
! ¿Tu como lo entiendes?
! ¿Como podrías explicármelo? ! ¿Que provoco el cambio?
o Preguntas sobre el futuro:
! ¿Que ocurriría si...?
! Si el tuviera que irse, ¿como lo tomarías tu ?
! ¿Piensas que siempre será así , o algo puede cambiar?
• La Posición de Escucha:
o Las personas que están en la posicio n de escucha solo participan reflexionando a través
de un diálogo interno.
o El entrevistador ignora por completo al ER, tanto para poder concentrarse en la entrevista,
como para modelarle al paciente la misma conducta: ignorar a quienes observan y
escuchan.
o En la fase en que interviene el ER, los miembros del equipo deben mirarse a la cara
mientras hablan y no mirar al sistema T-P, puesto que si los miran, los incitan a tomar parte
en la discusión y los sacan de su posición de escucha reflexiva a distancia.
o La posición de escucha reflexiva a distancia permite hacer una meta-observacio n, una
meta-escucha y por lo tanto una meta- reflexión.
o Así , tanto el ER como, el entrevistador y el consultante escuchan algo, lo hacen suyo y
piensan antes de dar una respuesta.
o Se pueden hacer tantos cambios en la posicio n de escucha como el entrevistador lo
considere necesario. Generalmente se cede la palabra al ER una sola vez, pero el sistema T-
P es quien toma la iniciativa.
o El entrevistador tiene presente que puede pasar la palabra al ER en cualquier momento
para tomar la posición de escucha, y que esto le ayude a desatorar un tema. Esto puede ser
un recurso cuando el T no sabe por dónde seguir adelante.
o Si se trata de una familia/pareja, tal vez sea necesario que alguno de los pacientes deba
estar en el ER en lugar de en el sistema T-P para que tome el lugar de escucha antes de
entrar en un diálogo con el entrevistador.
• Multiples escuchas, mu ltiples voces, mu ltiples verdades:
o Es importante tener presente que existen muchas versiones de los temas que se discuten y
que cada miembro del ER tiene su propia versión. Por ello, nada
se dice de manera contundente, tajante o absoluta.
o Más bien compartimos reflexiones de manera especulativa y tentativa,
enfatizando que so lo son versiones subjetivas del todo y que no existe una versio n objetiva
concluyente: “Quizás”, “Me pregunto”, “Me llevo a pensar”, “Tal vez”, “A mi parecer”,
“Considero”, “Desde mi punto de vista”, “No estoy seguro”, “Tengo la impresión”, Puede
ser”, “Supongo que”, “Pareciera que”, etc.
o Por lo anterior se usan conectores incluyentes:
! “Se puede ver tanto esto, como esto otro”,
! “Ademas de lo que mencionaron, yo vi esto otro”, ! “Se me ocurre agregar otra opcio n...”
o Los comentarios se contextualizan en función de la experiencia, educacio n, sistema de
creencias, etc. de quien los emite. Así , los orientadores hacen evidente que sus comentarios
no necesariamente son correctos o útiles para el cliente.
o Las reflexiones deben de ser claras y usando el lenguaje que ocupa el entrevistador y su
cliente.
o En la reflexio n se trata de incluir a todos los miembros significativos de quienes hablo el
cliente.
o Se recomienda ocupar el mismo lenguaje que usa el paciente. o Se pueden ocupar
metaforas
ENFOQUE COLABORATIVO
Anderson, H. (2012). Conversación, lenguaje y posibilidades: un enfoque posmoderno de
la terapia. Buenos Aires: Amorrortu.
Introducción
Harlene Anderson se propone en este libro elaborar nexos entre la teoría posmoderna y la
práctica clínica colectiva haciendo hincapié en la conversación y en el lenguaje y los
sistemas de relación.
La autora, en la búsqueda de un método para pensar sobre las experiencias humanas, se ha
sentido atraída por los supuestos filosóficos posmodernos. Ha elaborado el enfoque
colaborativo conceptualizándolo como un sistema de lenguaje y un acontecimiento
lingüístico que reúne a la gente en una relación y una conversación colaborativas - una
búsqueda conjunta de posibilidades. Este paradigma se nutre de las teorías del
construccionismo social, la hermenéutica y de la narrativa, los que constituyen el
pensamiento posmoderno.
Aparece como contrapartida a una concepción modernista del mundo, en la que se
privilegió el conocimiento como representación de una realidad objetiva, que existe con
independencia de la mente y de los sentimientos, que es observable y verificable, y es
universal. El lenguaje es el medio para el conocimiento, es decir, el conocimiento se
comunica a través del lenguaje, pero la función del lenguaje es ofrecer un cuadro correcto
que represente el mundo y nuestras experiencias en él, referido a lo que es real. El
posmodernismo supone una crítica a esta concepción racionalista, logrando su
reconocimiento en la década de los setenta. Representa un cuestionamiento a las meta-
narrativas fijas, las realidades objetivas y el criterio del conocimiento como algo objetivo y
fijo. Rechaza el dualismo e introduce la incertidumbre, la impredecibilidad y lo
desconocido. Ve el conocimiento como una construcción social siendo el conocimiento y el
conocedor interdependientes. El mundo se conoce a través de la experiencia relacional
intersubjetiva. El posmodernismo se apoya en la hermenéutica filosófica y el
construccionismo social. La hermenéutica se dedica a la comprensión y a la interpretación
de los textos o discursos incluidas la emoción y la conducta humanas.
El construccionismo social rechaza la noción de que la mente refleja la realidad y propone
la idea de que los seres humanos construyen la realidad a través del intercambio social.
En la práctica de la psicoterapia, la visión posmoderna supone ciertos cambios conceptuales
tales como: si el enfoque moderno se basaba en un sistema compuesto por individuo, pareja
o familia; el posmoderno propone un sistema compuesto por individuos interrelacionados a
través del lenguaje. Frente a una concepción dualista entre un experto y un no-experto,
aparece una sociedad colectiva entre personas con diferentes perspectivas y conocimientos.
Entre un terapeuta que sabe, que descubre y recoge información y otro que no sabe y que
está en la posición de ser informado. Entre un terapeuta experto y satisfecho que sabe cómo
otros deberían vivir y otro experto en crear un espacio para el diálogo.
La coproducción de sistemas de lenguaje, de relaciones y de procesos: socios en un diálogo
La autora expone en su libro los cambios que se fueron produciendo cuando aplicó esta
concepción filosófica posmoderna a la práctica psicoterapéutica.
• Utilización del lenguaje del paciente: Buscando un clima de cooperación, en lugar
del lenguaje técnico empleado habitualmente por los terapeutas, comenzaron a utilizar el
lenguaje cotidiano del paciente. Entonces descubrieron que no solo cambiaba la forma del
lenguaje, sino que se producía una nueva forma de entenderle: Aumentó el interés del
terapeuta por el relato del paciente y lo que comienza como una técnica de conversación
con un propósito estratégico, se convierte en una curiosidad natural y una forma más
espontánea de entrar en relación con el paciente.
• Lenguajes individuales: Comienzan a darse cuenta de que en vez de aprender el
lenguaje de una familia, aprendían el lenguaje de cada miembro de la familia. Dejaron de
tratar a la familia como una unidad con entidad propia y dieron más espacio a cada
individuo, tratando de mantener la riqueza de las diferencias. Para Anderson “hay tantas
familias como miembros del sistema, incluido el terapeuta”.
• Escucha activa entre los miembros de la familia: De este modo, observaron que los
miembros de las familias dejaban de interrumpirse, se escuchaban más los unos a los otros.
Los pacientes descubrían muevas explicaciones para una misma historia y al entender la
experiencia del otro su propia experiencia se enriquecía.
• Cambios fuera del consultorio: Al mismo tiempo notaron que cuando hablaban
sobre los pacientes fuera del consultorio, no los identificaban mediante le jerga profesional,
sino que los identificaban según sus propias descripciones (ej. En vez de “el trastorno límite
de la personalidad” o “la paciente pasivo-agresiva” decían “la paciente de la bicicleta” o “el
chico solitario...”) con esto los pacientes se humanizaban y cobraban vida.
• Cambios en la forma de las intervenciones: Dentro del consultorio, también notaron
cambios: las intervenciones “expertas” sobre cómo debería de ser una familia o cómo
debería de comportarse una madre desaparecieron. Las intervenciones se amoldaban a cada
caso y se hacían específicas, de forma que solo parecían coherentes dentro de una familia y
un contexto determinado.
• Indagación compartida: De esta forma, los terapeutas notaban que se envolvían
conjuntamente con los pacientes en un proceso compartido de exploración de los problemas
y desarrollo de posibilidades. Dejan de tratar de resolver el problema planteado el paciente
mediante la revisión, reordenamiento y corrección de su narrativa y tratan de facilitar y
participar en la narración y re-narración de forma conjunta a través de la relación.
• Incertidumbre: La combinación de estas experiencias les provocó un estado
constante de incertidumbre al comprender que no podían predeterminar o predecir el
resultado y consecuencias de las conversaciones terapéuticas. Esta incertidumbre se
transformó en liberación, ya que pasaron de “no saber” a “no tener que saber”.
• Cambio en el modelo de trabajo de equipo: También cambió la forma de trabajar del
equipo que empleaba hasta entonces terapeutas tras un espejo unidireccional. Los pacientes
más reivindicativos hicieron que se plantease la posibilidad de incluir a estos terapeutas
durante el transcurso de la terapia enriqueciéndola.
• Más allá de la familia: El concepto de “familia” se hace demasiado restrictivo.
Dejan de hablar de familia y comienzan a hablar de “sistema que se consolida alrededor de
un problema”. No encuentran necesario que estén presentes todos los miembros de una
familia y traen en ocasiones a personas significativas que no pertenecen a la familia.
Sistemas terapéuticos como generadores de lenguaje y sentido
La terapia ha sido tradicionalmente un lujo de clases media y alta. En las últimas décadas se
ha ido produciendo un cambio: la terapia cada vez más como un arnés social.
La mayoría de los terapeutas y de quienes diseñan y administran las terapias pertenecen a
una a un círculo privilegiado que no comparte los mismos valores y experiencias con los
pacientes a los que trata.
La voz dominante, la voz profesional designada por la cultura, suele hablar a poblaciones
marginales y decide si la terapia es necesaria, qué clase de terapia y con qué finalidad.
Al cuestionar las nociones de objetividad, narrativa universal y dualismo, la relación entre
terapeuta y paciente tiende a ser menos jerárquica y autoritaria y más colaborativa,
horizontal, e igualitaria.
En este enfoque colaborativo, los actores en el drama humano de la terapia no se definen de
antemano: El sistema de terapia es definido internamente por quienes participan en él.
El problema distingue al sistema
Para Anderson los individuos, las parejas, las familias o los sistemas más extensos no
producen problemas, si no que se articulan alrededor de estos: “no son los sistemas los que
tienen problemas, si no los problemas los que determinan sistemas” La comunicación que
surge alrededor de un problema es lo que determina al propio sistema. Conceptualizamos el
sistema del problema como un sistema relacional, organizado en torno a las narrativas sobre
los temas vitales que la gente conceptualiza como problemas. Al entrar en terapia el propio
terapeuta pasa a formar parte del sistema problema.
Por tanto para Anderson el término “problema” no tiene necesariamente una connotación
negativa, ni es algo que requiera necesariamente una solución: El terapeuta ni arregla
problemas ni resuelve nada. La exploración del problema en el curso de la terapia lleva a su
disolución, no a una solución. Los problemas no se resuelven si no que se disuelven en el
lenguaje.
De esta forma, con la disolución del problema viene también la disolución del sistema de
terapia, el sistema problema. Emerge un nuevo sistema, una nueva estructura.
La terapia como conversación dialógica
La conversación es un fenómeno lingüístico y al mismo tiempo un proceso en el que se
construye un sentido.
La naturaleza transformacional de la conversación se basa en su naturaleza dialógica y en
su capacidad de re-contar los sucesos de nuestra vida en el contexto de un sentido diferente.
En la conversación terapéutica, en el que la consecuencia natural y espontánea es el
cambio, el terapeuta no se libra de este proceso transformacional. “Es imposible que el
terapeuta no cambie”.
Conversación dialógica: indagación compartida.
La conversación dialógica se caracteriza por la indagación compartida. Los participantes no
suponen que saben lo que la otra persona dice, quiere decir o quiere, sino que cada
participante se compromete a aprender sobre el otro y a tratar de entenderlo, buscando
significaciones por medio de lenguaje.
La indagación compartida se caracteriza por:
• Espacio dialógico: Es un espacio metafórico que existe entre los participantes de la
conversación. En la conversación, se promueven ideas, y acciones fluidas, cambiantes; se
abren múltiples posibilidades a nuevos desarrollos. En realidad, cada acto de hablar abre
innumerables puertas a distintos caminos. Este espacio de posibilidades es lo que Anderson
llama “espacio dialógico”, espacio que tal vez la actividad cotidiana del paciente no le
permita encontrar fuera de la terapia.
• Exploración y desarrollo mutuos: A medida que el terapeuta comienza a aprender
sobre el paciente y a entender su historia, la exploración pasa de ser una modalidad en la
que el terapeuta pregunta y escucha a un proceso conversacional. Esto sucede porque el
aprender del terapeuta termina por despertar la curiosidad por parte del paciente, que se une
a él para desarrollar juntos el proceso de indagación compartida.
• Comprensión desde dentro de la conversación: Por tanto, el conocimiento se
adquiere a través de la conversación y es necesario estar involucrado en ella como
participante. La comprensión se aplica sólo a ese contexto y no es transmisible a un
observador externo.
• Diálogo interno: Al tiempo que conversamos, preparamos y formamos activamente
las respuestas. Dar sentido a los pensamientos y expresarlos en voz alta no es un proceso
lineal, sino un proceso, un movimiento de ida y vuelta entre pensamiento y palabra, palabra
y pensamiento. Este proceso mental que implica poner palabras a nuestro pensamiento es lo
que se denomina diálogo interno.
• Expansión y expresión de lo no dicho: Lo “no dicho” es todas aquellas
interpretaciones que pueden hacerse a través de la conversación y que no han tenido que ser
necesariamente explicitadas. Este “círculo de lo inexpresado” alude a los pensamientos y
conversaciones internas, privadas del cliente. Incluye tanto los pensamientos aún no
formados como los aún no hablados.
• Pertenecer a la conversación: Ser respondido crea una sensación de pertenencia y
conexión esencial para el diálogo. Al pertenecer a la conversación, el paciente pierde la
sensación de que el terapeuta le dice que están equivocados, que tiene ir por el camino que
el terapeuta dice, sino que el camino se hace, se crea de forma conjunta.
• Rupturas: En ocasiones, los miembros de la familia no pueden negociar sus
contrastados puntos de vista y empiezan a entrechocar. El diálogo se colapsa y se
transforma en monólogo. Nada se mueve, no hay generación de nuevos significados. Cada
uno de los participantes está pendiente de “tener razón” o “ganar puntos”: Se pierde la
colaboración. Esta situación se puede dar en la terapia. Muchos terapeutas atribuirían esto a
una “resistencia”. Para Anderson esta situación indica por parte del terapeuta:
➢ Falta de conocimiento y comprensión de las realidades múltiples que operan en la
situación.
➢ No trabajar con esas realidades de manera que se abra el flujo de la comunicación.
La responsabilidad de estas situaciones recae por tanto en el terapeuta, o al menos, es el
único cuya habilidad podemos modificar (a la única persona a la que un terapeuta puede
cambiar es a él mismo)
• La voz de los clientes: consejos prácticos de los expertos para crear conversaciones
dialógicas y relaciones colaborativas. Los clientes enseñan y los terapeutas aprenden,
invirtiendo los papeles tradicionales del terapeuta que sabe y el cliente que no sabe. Las
conversaciones dialógicas y las relaciones narrativas colaborativa son un proceso y una
relación caracterizados por la conexión, la colaboración y la construcción.
• El “no-saber”: EL no-saber es una postura interpretativa que se apoya en el análisis
continuo de la experiencia tal como ocurre en un contexto, y tal como es narrada por el
cliente. La interpretación es siempre un diálogo entre terapeuta y cliente, y no el resultado
de alguna narrativa teórica privilegiada por lo que el terapeuta entiende, por su pericia, su
experiencia o su modelo conceptual.
• Incertidumbre: Voluntad de dudar
• Voluntad de arriesgar: El terapeuta no está seguro, no está protegido por su saber.
La posición de no-saber es vulnerable. Las evaluaciones prematuras pueden hacer que un
terapeuta formule preguntas cuyo propósito sea verificar las realidades del terapeuta más
que aprender del cliente. Aquí lo decisivo no es tanto que el terapeuta tenga ideas
preconcebidas, sino lo que haga con esas ideas.
• Humildad: El terapeuta es un aprendiz con cada nuevo cliente.
• Los requisitos del no-saber: El terapeuta realmente quiere aprender el sentido que
tienen las cosas para el cliente; quiere captar la historia del cliente, no determinar su causa.
• Lo que el no-saber no significa: el conocimiento profesional preaprendido.
Debemos poder ser cuestionados y cuestionarnos a nosotros mismos; embarcarnos en un
juego dialógico que aliente la búsqueda igualitaria y mutua de la comprensión. Un proceso
colaborativo tal disminuye el riesgo de que, aun sin quererlo, explotemos nuestro poder
social como terapeutas con la finalidad de preservar nuestra propia base de conocimiento o
de nuestras instituciones y discursos culturales.
• “El me creyó”: Se trata del ejemplo de discurso de un psicótico relatando su delirio.
El terapeuta cree el paciente y no intenta convencerle que esto no corresponde a la realidad,
intenta sumergirse en el mundo del cliente, con una actitud y unas acciones que demuestren
interés y respeto sinceros, y que hagan que el cliente se sienta escuchado y confirmado.
Este crear espacio para el otro es el primer paso para ser capaz de hablar con, de dialogar,
de cambiar.
• Confiar y creer: Los terapeutas no son impulsados por la búsqueda de la verdad,
sino por la necesidad de entender. La historia contada nunca es igual que la historia
escuchada. Cada narrador habla desde una posición biográfica única y, en un sentido, no
compartible. Cualquier versión o revisión de la historia es tan verdadera como cualquier
otra.
• Hacer preguntas conversacionales: La posición de no –saber permite al terapeuta
expresar interés y curiosidad por el cliente, es más probable que las preguntas formuladas
desde esa posición vengan desde dentro y no desde fuera de la conversación local. Las
preguntas formuladas desde esta posición ayudan a que el cliente cuente, clarifique y
amplifique una historia: abren nuevas avenidas para explorar lo que se sabe y lo que no se
sabe; ayudan a que la terapeuta aprenda sobre lo dicho versus lo todavía no-dicho, y la
protegen de malentendidos. A su vez, cada pregunta lleva a una elaboración de las
descripciones y explicaciones; cada pregunta lleva a otra pregunta-un proceso de continuo
preguntar que proporciona las bases de lanzamiento del proceso dialógico.
• Las preguntas retóricas se dan sus propias respuestas; las preguntas pedagógicas
implican la dirección de la respuesta. En la terapia tradicional, las preguntas son a menudo
de esta naturaleza; esto es, implican una dirección (por ejemplo la realidad correcta),
aunque le dejan al cliente un poco de espacio para elegir la respuesta. Ser tentativo no es lo
mismo que ser impreciso, sino ser abierto a la otra persona y dar espacio a su participación.
Creo que las preguntas formuladas de esta manera permiten al cliente responder a ellas,
reconstruirlas o ignorarlas.
Escuchar y responder
Escuchar es atender a, interactuar con, responder a, y tratar de aprender acerca de la historia
del cliente y su importancia percibida. Oír es un proceso que implica una elaboración de
comprensiones, un esfuerzo interactivo por alcanzar un significado compartido.
Mantener la coherencia
• Trabajar con la realidad del cliente: Su lenguaje, su vocabulario y sus metáforas. La
coherencia da espacio al cliente para que se movilice y no tenga que consumir energía en
promover, proteger o convencer a un terapeuta de su punto de vista. Hay que utilizar un
lenguaje cooperativo y colectivo.
• La diferencia entre una pregunta de contenido y una pregunta de proceso: la
diferencia está en la intención de la pregunta. Una pregunta de contenido busca datos e
información. Una pregunta de proceso facilita el diálogo. Destacar el contenido aumenta
significativamente el riesgo de acentuar la comprensión del terapeuta y perder la del cliente,
lo cual a su vez estorba el proceso dialógico.
Mantener la sincronía
El deseo de conocer es frecuentemente lo que nos acelera o nos lanza en una dirección que
puede ser demasiado diferente de la de nuestros clientes. La vida no es algo que no pueda
forzar, tiene que venir.
Honrar la historia del cliente
Un estilo abierto, centrado en el cliente se caracteriza por una selección compartida de los
temas, un control mutuo de la entrevista, menor incertidumbre por parte del cliente y menor
intervención del terapeuta en la conceptualización del problema por parte del paciente. Es
importante conectar, colaborar y construir.
La madre buena y la madre mala
Se trata de un ejemplo de cómo a partir de un discurso confuso en el que se entremezclan
los problemas de la paciente y sus sentimientos con respecto a ellos, se elabora una
narrativa, una historia en la que todas las piezas del puzzle encajan. Se trata de una paciente
actualmente casada en segundas nupcias. Tiene 2 hijos (un niño y una niña llamada Alicia)
de su primer matrimonio y un niño de su matrimonio actual. Explica la conflictiva con su
hija adolescente con la que mantiene una relación difícil y que se quiere ir a vivir a otra
ciudad con su padre. Se desmenuza allí toda la dinámica familiar. Cada vez se van
atenuando más los sentimientos de culpa acerca de su “fracaso” como madre y se van
elaborando estrategias nuevas y dando un nuevo sentido a las experiencias pasadas.
Conocimiento y lenguaje
El posmodernismo destaca la naturaleza relacional y generativa del lenguaje, con lo cual
alude a una forma de conceptualizar y describir, y a las cambiantes características de lo que
sabemos o creemos saber.
El lenguaje—las palabras habladas o no habladas, los sonidos, gestos, señales, y otras
formas de hablar y actuar utilizadas en la comunicación—es el vehículo primordial a través
del cual y en cual construimos nuestros mundos, damos orden y significado a nuestra vida,
y nos relacionamos con otros.
La naturaleza relacional del lenguaje
Para el posmodernismo el conocimiento es construido socialmente; se desarrolla a partir de
interacciones y comunicaciones entre las personas. Es una cuestión de conversación y de
práctica social, más que un intento de reflejar la naturaleza.
El conocimiento es comunitario
La realidad—incluyendo nuestras experiencias, descripciones y explicaciones de la
realidad—es un producto del diálogo social, del intercambio y la interacción, y representa
un acuerdo entre personas. Nuestras descripciones parecen realidades porque son el
resultado de un consenso y porque se las considera útiles, no porque sean verdaderas.
El conocimiento está ligado a la cultura
El conocimiento, ya sea local o universal, se inserta dentro de un contexto de contextos,
dentro de contextos locales insertos en contextos mayores (Ej.: díadas en una familia, la
familia en la comunidad, la comunidad en la cultura nacional)
El conocimiento es un proceso fluido y continuo
El terapeuta participa activamente en el lenguaje con el paciente, este proceso de asociación
crea lo que podemos concebir como un nuevo conocimiento, nuevas formas de pensar en
los problemas, nuevos significados de lo sucedido y nuevas formas de actuar.
Naturaleza generativa del lenguaje
Nacemos con un lenguaje y heredamos todo lo que viene con él: la historia, la cultura, la
tradición, y así sucesivamente. El lenguaje es el vehículo de nuestra existencia y de nuestro
compartir con otros y con nosotros mismos. Es la forma primordial en que construimos
nuestras realidades, nuestros mundos, nuestras observaciones y nuestras comprensiones. Es
el vehículo por medio del cual asignamos sentido, explicamos nuestra vida, damos orden a
nuestro mundo y narramos nuestras historias.
Lenguaje y experiencia van juntos.
El lenguaje es la manera en que vivenciamos como seres humanos lo que llamamos
realidad. El lenguaje y el dar o tomar sentido, es un fenómeno vivenciad, que depende del
modo en que las personas tratan a las cosas en el mundo que habitan.
El lenguaje es activo
El lenguaje cambia y es cambiado con el tiempo. Los cambios en el mundo requieren
cambios en el lenguaje, y los cambios en el lenguaje afectan lo que somos capaces de
comprender acerca del mundo. El lenguaje se desarrolla a través de la búsqueda de formas
nuevas de hablar sobre nuevas situaciones y experiencias.
El lenguaje crea la realidad social
Lo que sabemos (conocimientos, sentimientos, emociones, pensamientos y percepciones),
lo sabemos a través del lenguaje, lo formamos en el lenguaje y lo comunicamos por medio
del lenguaje. El lenguaje es la realidad, aunque ocurran hechos reales, los significados que
se les atribuyen se construyen en el lenguaje.
Significado
Por medio del lenguaje otorgamos significado a nuestras experiencias, las interpretamos y
comprendemos. El lenguaje interpreta, explica y sostiene lo que creemos y suponemos real.
El significado (nuestras interpretaciones y comprensiones) es construido lingüística y
colectivamente por medio del lenguaje hablado y no hablado. No hay significados más allá
de los que creamos y otorgamos a las cosas, y esos significados dependen del contexto y
pueden variar de una persona a otra.
Palabras
Usamos las palabras para desarrollar y comunicar significados. Los significados de las
palabras, como de las acciones, se actualizan dentro de las cambiantes pautas de una
relación.
El lenguaje determina y genera entendimiento
Los construccionistas sociales creen que los entendimientos compartidos son raros. Se
interesan más en cómo puede haber conversación y diálogo antes de que haya un
entendimiento compartido—proceso por el cual la gente trata de entenderse. Centran el
análisis en el nivel de la relación humana que genera tanto lenguaje como comprensión,
concluyendo que las convenciones de la relación son las que permiten llegar a un
entendimiento.
Lenguaje y coordinación
Lo que pensamos acerca del lenguaje influye sobre la posición o la postura que adoptamos
en un discurso o en una relación y sobre la manera en nos abrimos espacio unos a otros. El
lenguaje es un producto comunitario, y su función primordial es la coordinación de
acciones sociales diversas.
Narrativa e identidad propias, autonomía
El posmodernismo cuestiona la idea de un ser único y fijo, un núcleo que se revela tan
pronto terminamos de sacar todas las capas. Nos invita a pasar de la postura lógica del
modernismo (el sí mismo como realidad verificable) a una postura narrativo-social (el sí
mismo como realidad construida); a considerar el propio ser y la identidad propia como
significados que emergen del entendimiento humano. En esta perspectiva lingüística, el
propio ser es un ser narrativo, y las identidades existen en relación con una perspectiva, un
punto de vista que depende de nuestras intenciones.
Narrativa: la metáfora literaria, y algo más
Narrativa alude a una forma de discurso, la forma en que organizamos, explicamos, damos
sentido y comprendemos las circunstancias y sucesos de nuestra vida, los fragmentos de
nuestras experiencias e identidades propias para y con nosotros y otros. Es un proceso
dinámico que incluye tanto la forma en que organizamos los sucesos y experiencias de
nuestra vida para explicarlos, como la forma en que participamos para crear aquello que
explicamos, incluidos nosotros mismos. Las narrativas están sujetas a constante evolución y
cambio. De modo que las historias no son hechos completos, sino entidades en proceso de
construcción. La narrativa es la forma en que imaginamos alternativas y creamos
posibilidades, y la forma en que hacemos reales esas opciones. La narrativa es la fuente de
las transformaciones.
Identidades cambiantes y continuidad a través del cambio
Desde la perspectiva narrativita posmoderna, el ser, la identidad no se basa en la
continuidad o discontinuidad psicológica de la personalidad, sino en la constancia de una
narrativa en progreso. El sí-mismo es una autobiografía en desarrollo, o mejor dicho una
biografía multifacética que escribimos y editamos constantemente. Es la expresión siempre
cambiante de nuestras narrativas, un ser-y-devenir por el lenguaje y las historias que
contamos en el continuo intento de encontrarles sentido al mundo y a nosotros mismos. El
sujeto aparece entonces como el lector y el escritor de su propia vida, como lo concebía
Proust. Somos tantos nosotros mismos como los sí-mismos potencialmente insertos en
nuestras conversaciones y creados por éstas. El yo es un propio ser dialógico y narrativo, y
la identidad es una identidad dialógica y narrativa.
Visiones de la identidad en psicoterapia
La tarea del terapeuta es ayudar a los pacientes a volver a contar las historias de su vida de
manera tal que el cambio sea narrativamente concebible, creíble y alcanzable. El proceso de
contar la historia contiene la oportunidad para el cambio.
Acción creadora y cambio
Es a través de estas narrativas propias como devenimos actores o agentes, y obtenemos un
sentido de lo social o de la autonomía, ésta como una percepción personal de competencia
para la acción. Poseer un sentido de autonomía significa tener la capacidad de comportarse,
sentir, pensar y elegir de una manera que es liberadora, que abre posibilidades nuevas o
simplemente nos permite ver que esas posibilidades existen. Acción creadora se refiere no
sólo a elegir, sino también participar en la creación y la expansión de las elecciones
posibles. La autonomía es inherente a todas las personas, y accesible a cada una de ellas.
Los terapeutas no pueden otorgarla, sólo pueden participar en un proceso que maximice la
oportunidad de que emerja.
Las narrativas propias pueden facilitar u obstaculizar la autonomía.
El propósito de la terapia es ayudar a que las personas cuenten sus narrativas en primera
persona, de modo que puedan transformar sus identidades en otras que les permitan
entender su vida y sus aconteceres, que abran muchas maneras posibles de ser y actuar en el
mundo en cualquier momento y circunstancia, y que les ayuden a conseguir y expresar o
ejecutar su creatividad o su sentido de autonomía. Para lograr o restaurar una competencia
propia, es necesario transformar la propia historia. Los pacientes suelen utilizar dos
palabras para describir los resultados de una terapia exitosa: libertad (respecto de un
pasado, presente y futuro aprisionantes) y esperanza (de un futuro diferente). La terapia es
un acontecimiento transformador, la consecuencia natural de la conversación dialógica y la
relación de colaboración.
La ampliación del espacio
“Disolver la marejada” y “Como si”
Una terapeuta expone sus dificultades en una terapia de pareja. La terapeuta tiene
sentimientos muy hostiles hacia la esposa y se siente más cercana del marido. La esposa no
para de quejarse del marido, la define como “enojada y dominante”, “un ansioso monólogo
de quejas y un remolino de emociones”. El hermano de la esposa ha fallecido así como la
hija de un matrimonio anterior de la paciente. La terapeuta cuenta el caso a un grupo de
terapeutas y cada uno va a identificarse con uno de los personajes de la historia (la
terapeuta, la esposa, el marido, la hija difunta, el hermano fallecido), así se elabora un
grupo para cada personaje. Se escucha cada voz y cada portavoz de cada grupo,
favoreciendo así una empatía tremenda, disolviéndose la marejada. La terapeuta destacó la
influencia de la presencia y el silencio. Damos mucho a nuestros clientes si nos mostramos
abiertos, receptivos y silenciosos. Ampliamos nuestra visión periférica cuando nos
atrevemos a danzar con el otro no familiar. Se ha favorecido un diálogo interno de cada
participante así como un diálogo externo entre participantes.
Las voces “como si” no ofrecen nueva información a la presentante; ese no es el objetivo.
La novedad y la apertura de posibilidades vienen de la fluidez de las interacciones de ida y
vuelta, que siguen sucediendo a media que cada conversación (dentro y fuera de la
consulta) se hace parte de y genera otras conversaciones. Las marejadas se disuelven.
Más allá de una terapia posmoderna
Como ocurre en la terapia cada encuentro es conceptualizado como un suceso lingüístico
donde varias personas, con diferentes pericias, interactúan en la exploración mutua y la
consideración de lo que las reúne. La forma y la duración de cada sistema dependen de las
razones internas y externas de su existencia; dificultad, desafío, tarea o meta específicos
que han dado lugar a que el sistema se constituya. Cada sistema y sus miembros existen
dentro de parámetros contextuales de metas y agendas más amplias, que influyen sobre los
objetivos y estrategias locales. Se generaliza las ideas y los métodos expuestos en este libro
a la docencia, la empresa y la sociedad en general.
Aprender a ser terapeuta
Quiero que cada persona genere sus propias simientes de novedad, y que las cultive en su
vida personal y profesional más allá del contexto organizado de aprendizaje. Quiero invitar
y alentar a los participantes a hacerse responsables de su aprendizaje, a ser los arquitectos
de su aprendizaje. Para ello, quiero asegurarme de que cada participante tenga una voz,
contribuya, cuestione, explore, se sienta inseguro y experimente. Adhiero a estas premisas e
intenciones ya sea que esté enseñando en una universidad, supervisando un equipo
terapéutico o conduciendo un taller, y se trate de una situación más estructurada y formal o
menos estructurada e informal.
El aprendizaje dialógico comienza cuando el docente acepta que cada persona presente y
explore su punto de vista, y la alienta a hacerlo. El objetivo es explorar, clarificar y usar las
diferencias-en lugar de ignorarlas, compensarlas o disolverlas- por medio de una
indagación compartida que incluya la curiosidad mutua y el intercambio. La
responsabilidad de quien dicta una clase o supervisa a un equipo clínico es hacer lugar para
todas las voces y alentarlas. Como en el caso de la terapia, el ejercicio de esta
responsabilidad requiere la capacidad de participar simultáneamente en la expresión de
puntos de vista múltiples y a veces contradictorios. La oportunidad de aprendizaje-de
novedad y cambio- reside en la capacidad de todos los participantes de contar y volver a
contar, escribir y rescribir sus narrativas únicas.
Todos los participantes-docente y alumno, supervisor y supervisado-aprenden y cambian
porque cada uno construye algo nuevo y diferente a partir de compartir, explorar, conectar
y entrelazar las voces propias y de los otros. El proceso de aprendizaje no consiste en
proveer información o retenerla, ni en decir o no decir al estudiante lo que debe hacer.
Enseñar y supervisar no es algo que se haga a alguien; son proceso interaccionales que
requieren interpretación y comprensión mutuas.
Certidumbre
Solemos confundir la certidumbre, la destreza y las técnicas con las competencias. Cuando
aprendemos a reconocer nuestra propia voz y su autoridad como generadores de
conocimiento, la certidumbre deja de ser un tema, y la necesidad de certidumbre
desaparece. No nos olvidamos de lo aprendido, está catalogado en nuestra memoria y está
disponible para ser usado. Todas son simplemente posibilidades. La diferencia está en la
intención.
Autorreflexión
El autodiálogo, o autorreflexión, involucra la capacidad de hablar consigo de manera
dialógica. El objetivo no es el autodescubrimiento o el “insight”; es más bien un proceso de
desarrollo y transformación del conocimiento.
Transformación profesional y personal
Una conversación de aprendizaje, como una conversación terapéutica, no es una entidad
separada y autocontenida. “Encuentro que mi conversación interna no cesa cuando me voy
de aquí. Lo que comienza aquí sigue afuera. Es como un estado de aprendizaje que no
termina nunca.”
Consultoría de organizaciones
Se explica cómo se llevan a cabo múltiples conversaciones dialógicas en una organización
que consulta los terapeutas. Se definen unos problemas con todo el grupo. Se organiza un
retiro en el que se da la voz a todos los participantes: se realizan juegos grupales,
entrevistas diádicas, indagaciones en grupos pequeños y reflexiones en el grupo grande
para concluir con unas reflexiones finales. Una consulta consiste en varias conversaciones
entrecruzadas, de ida y vuelta. A través de este proceso se definen y redefinen los
problemas, y se crean y recrean opciones. Los problemas se disuelven o van camino de
disolverse. Los participantes se llevan resultados significativos y duraderos, producidos por
ellos y no por los consultantes.
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