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PAPERS Nº 3 COMITÉ DE ACCIÓN AMP 2014-2016 Patricio Alvarez Vilma Coccoz Jorge Forbes Clotilde Leguil Clara Holguin Maurizio Mazzotti (coordinador) Guy Poblome Responsable de la edición Marta Davidovich Editorial Patricio Alvarez Cuatro conceptos: el cuerpo, lalengua, lo real y el escabel, en esta tercera edición de los Papers se interrogan otra vez, y en esa indagación demuestran cómo progresa el saber del discurso analítico a diferencia del discurso universitario: es necesario dar vueltas sobre lo mismo, para que en cada vuelta reste un saldo de saber. En este caso, este saldo de saber podría titularse así: el escabel del AE, el cuerpo no es sin sexuación, lalengua que nomina, el analista desafía lo real. Marina Recalde, AE de la EOL, ilumina un aspecto del concepto de escabel, interrogando la frase de Miller que dice: “hacer el pase es valerse del síntoma, limpiado de este modo, para hacerse con él un escabel, ante los aplausos del grupo analítico”. A partir de su propio testimonio se centra en el difícil momento donde un cartel del pase anterior responde con un No, para poder situar la diferencia 1

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AMP 2014-2016 - Papers 3 Español

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PAPERS N 3COMIT DE ACCINAMP 2014-2016Patricio AlvarezVilma CoccozJorge ForbesClotilde LeguilClara HolguinMaurizio Mazzotti (coordinador)Guy PoblomeResponsable de la edicinMarta Davidovich

Editorial

Patricio AlvarezCuatro conceptos: el cuerpo, lalengua, lo real y el escabel, en esta tercera edicin de los Papers se interrogan otra vez, y en esa indagacin demuestran cmo progresa el saber del discurso analtico a diferencia del discurso universitario: es necesario dar vueltas sobre lo mismo, para que en cada vuelta reste un saldo de saber.

En este caso, este saldo de saber podra titularse as: el escabel del AE, el cuerpo no es sin sexuacin, lalengua que nomina, el analista desafa lo real.

Marina Recalde, AE de la EOL, ilumina un aspecto del concepto de escabel, interrogando la frase de Miller que dice: hacer el pase es valerse del sntoma, limpiado de este modo, para hacerse con l un escabel, ante los aplausos del grupo analtico. A partir de su propio testimonio se centra en el difcil momento donde un cartel del pase anterior responde con un No, para poder situar la diferencia entre la narracin de la propia vida y la formalizacin del anlisis que le permiti la separacin final con la hystoria, con el anlisis y con el analista, que luego dieron lugar a su nominacin. As demuestra cmo un AE logra forjarse un escabel con el goce opaco del sinthome.

Lalengua es exprimida en el texto de Fabio Galimberti de la SLP, que interroga a Joyce para establecer los distintos niveles de su nominacin. En una investigacin original -que no pasa por las escenas de Joyce a las que estamos habituados por leer a Lacan- el autor interroga lalengua del Finnegans Wake para lograr extraer por un lado el sin, el pecado que hace su sntoma, y por otro lado aqul insecto que nomina un goce: el de parasitar la oreja de sus lectores, es decir, un modo singular de hacer lazo con el Otro.

Luego, cuatro textos muestran un punto en comn: el cuerpo no es sin sexuacin.

Araceli Fuentes de la ELP indaga la frase de Lacan sobre el misterio del cuerpo hablante. Examinando cmo lo real del cuerpo est en la misma dimensin que lo real del inconsciente, ubica la articulacin entre esos tres niveles, a partir de la contingencia traumtica del acontecimiento del cuerpo. Y luego nos sorprende al situar la relacin entre el misterio del cuerpo hablante y el misterio del goce femenino, a partir de la lgica del no-todo.

El artculo de Helene Bonnaud de la ECF, interroga la presencia del cuerpo en los sueos. Conocemos al sueo como la manifestacin por excelencia del sujeto y del inconsciente estructurado como un lenguaje. Pero aqu es examinado dando un paso ms all del sujeto en direccin al parltre, mostrando cmo el sueo puede dar cuenta de lo indecible: los sueos que ponen en juego lo que Lacan llama el goce de la vida, los sueos que hacen entrar en el inconsciente lo irrepresentable de la muerte, y los sueos que presentan lo indecible del goce femenino. De este modo, demuestra que el sueo es la va regia para decir cmo el cuerpo se goza.

Jos Fernando Velazquez de la NEL, mediante una serie de variaciones clnicas, muestra un rasgo de lo femenino: lo mltiple, que no permite hacer conjunto, y que slo puede mostrarse como serie. Una serie que ubica los avatares de la relacin de la mujer con su cuerpo: el cuerpo de la belleza, el cuerpo que se ofrece al deseo del Otro, el cuerpo del rgimen flico, el cuerpo del ideal y del padre, pero tambin el cuerpo no regulado, el cuerpo que no se deja localizar. Para ello, ubica la relacin que ese cuerpo tiene con sus marcas de goce, es decir, cmo ese cuerpo es determinado por los acontecimientos de cuerpo en su articulacin con el Otro goce: en consecuencia, demuestra cmo una mujer tiene una relacin con el cuerpo diferente a la de un hombre.

Casi en respuesta a ello, Camilo Ramirez de la ECF se centra en el cuerpo masculino, a partir de la articulacin que puede tener el goce flico con la pornografa. Al no acordar con la posicin de aqullos que remarcan la atemporalidad del inconsciente a lo largo de las pocas, se pregunta qu hay de nuevo en la sexualidad a partir de la explosin a escala planetaria del porno? Las variables de poca: el vaciamiento de la palabra, la prevalencia de lo imaginario, el goce solitario, se articulan con la degradacin al fetiche y el intento fallido de capturar escpicamente el goce femenino imposible de decir, produciendo en algunos casos un efecto de goce adictivo para aqullos que estn obstaculizados por el falo.Por ltimo, Jorge Forbes de la EBP se centra en la relacin que a travs de las pocas tuvo el hombre con lo real,para situar en la poca actual una dimensin tica,aqullo que Lacan destaca en La Tercera: el analista en posicin de desafiar a lo real. Para esto, cules son sus herramientas?Los conceptos de la segunda clnica de Lacan nos permiten abordar lo real de un modo indito para las pocas anteriores: el sinthome, el escabel, el cuerpo hablante, el parltre, son herramientas conceptuales para ese uso,a partir de una posicin del analista novedosa: la posicin de responsabilidad frente al acontecimiento inesperado.De lo privado a lo pblico, y retorno

Marina Recalde

Vida ntima quiere decir que no se debe contar a todo el mundo lo que le sucede a uno.

Son cosas que no se dicen a cualquiera

En el marco de la preparacin del prximo Congreso, en el Comit de Accin partimos de la Conferencia El inconsciente y el cuerpo hablante, Presentacin del tema del X Congreso de la AMP, a cargo de Jacques-Alain Miller, que funcion como Cierre del Congreso anterior.

Tal vez animada por mi funcin actual como Analista de la Escuela en ejercicio, y tomando en cuenta lo urgente de una puesta al da preguntndonos por lo nuevo, quisiera detenerme en esta ocasin en un prrafo que llam mi atencin: Entregar al pblico los relatos del pase, eso nunca se hizo en la poca de Lacan. La operacin permaneca enterrada en las profundidades de la institucin, solo era conocida por un nmero reducido de iniciados el pase era un asunto para menos de diez personas. Digmoslo: yo invent llevar a cabo una mostracin pblica de los pases porque saba, pensaba, crea, que estaba en juego la esencia misma del pase()El acontecimiento de pase no es la nominacin, decisin de un colectivo de expertos. El acontecimiento de pase es el decir de uno solo, Analista de la Escuela, cuando pone en orden su experiencia, cuando la interpreta en beneficio de cualquiera que acuda a un congreso que se trata de seducir y de inflamar ().

La operacin permaneca enterrada en las profundidades de la institucin es decir, no era un asunto privado o secreto, sino un asunto de unos pocos, elegidos, y quedaba entre ellos. La comunidad no se enteraba, e infiero que eso deba darle al asunto un halo enigmtico, con lo que eso implica. Un grupo muy reducido, tal como subraya Miller, anunciaba a la comunidad que alguien haba sido nominado Analista de la Escuela. Y all quedaba todo. Se entiende por qu el pase era entonces la nominacin. No exista ni la exigencia ni el compromiso de la transmisin de ninguna enseanza, por fuera de esos pocos.

Si en la mostracin pblica de los pases est en juego su esencia misma, es porque la esencia finalmente es poner en orden su experiencia, interpretndola en beneficio de cualquiera que acuda a un congreso. Es decir, la esencia adviene a posteriori, en la prctica del pase misma, cuando esa experiencia es puesta en orden, podramos decir, formalizada, frente a un pblico en general vido de escuchar cmo un sujeto se las ha arreglado para encontrar un estilo, y un saber decir bien aquello que ha obtenido.

Quisiera situar aqu lo que afirma Jacques Lacan en otro Cierre, el de las Jornadas de Estudio de Carteles de la Escuela Freudiana, cuarenta aos atrs.

All, Lacan se pregunta: qu es el anlisis al fin de cuentas? A pesar de todo es esta cosa que se distingue por lo siguiente, que nosotros nos hemos permitido una suerte de irrupcin de lo privado en lo pblico. Lo privado, evoca la muralla, los asuntitos de cada uno. Los asuntitos de cada uno tienen un ncleo perfectamente caracterstico, son asuntos sexuales. Ese es el ncleo de lo privado () cmo distinguir lo privado de aquello que nos da vergenza? Es claro que la indecencia de todo esto, indecencia de lo que ocurre en un anlisis, esta indecencia, si puedo decirlo, gracias a la castracin () esta indecencia desaparece.

Entonces, cmo entender estas dos dimensiones de lo pblico? Cmo entender este pasaje de lo privado a lo pblico, presente tanto en el marco de un anlisis como en el marco de un testimonio?

Evidentemente, no se trata de lo mismo. De qu Otro se trata, en cada caso? Si un anlisis implica que lo privado irrumpe en lo pblico, si un analizante habla de sus asuntos a un analista, es porque eso emerge de lo ms ntimo, de lo que mortifica, de lo que hace sufrir, es decir, de aquello que pone en juego su fantasma, venciendo decencias e indecencias, aunque algo del pudor ltima barrera frente a lo real- siempre o casi- se conserve. Y, aunque implique a un Otro al que se le dirigen estos dichos e incluso se llegue a su punto de conclusin, eso no sale de esa particular intimidad analtica. Otro (es decir, el inconsciente, y el analista partenaire en tanto forma parte del concepto del mismo) del cual aun se espera, al menos, una interpretacin.

Jacques Lacan, en su respuesta a Andr Albert, seala que el anlisis es algo que nos indica que hay que sudar la gota para llegar a lograr aislar el sinthome. Y que hay que sudar de tal manera que uno puede hacerse de all un nombre. Pero, agrega, no es esa nuestra intencin (conducir a alguien a hacerse un nombre o una obra de arte). Sino que nuestra intencin consiste en incitarle a pasar por el buen agujero de aquello que le es ofrecido como singular.

Es decir, es una decisin de cada quien lo que se quiere hacer con lo que se obtuvo. Pero ese hacer implica una vuelta ms. El Pase no es obligatorio sino efecto de un deseo de aqul que quiera hacer pasar lo obtenido al Otro de la comunidad analtica, y volver eso una transmisin que implique soportar en acto y con el cuerpo, la propia enunciacin.

En mi propio caso, puedo decir que la formalizacin que se produjo en el ltimo tramo analtico, fue necesaria para poder producir la separacin final. De mi hystoria, del anlisis, y del analista.

Me haba presentado tiempo atrs, y el dictamen en esa ocasin me haba sorprendido con un no que en un primer momento me dej angustiada y furiosa. No que funcion como una interpretacin, y que exigi una nueva respuesta, ya no ligada a quedar devastada por un Otro cruel que siempre dice no, que pide ms y angustia, sino que pona a prueba si lo obtenido en el recorrido analtico por casi veinte aos se verificaba y si poda responder a este no sin caer bajo las redes de la repeticin, que me hubieran llevado a una huida para no encontrarme con lo real en juego. Si no era lo que el fantasma haba dictado, y si algo de esa negra, ya no ligada fantasmticamente a la injuria, sino que ahora se ligaba al decidida surgido en el tramo final, resonaba en m, con un nuevo uso, permitindome decir s o no frente a una demanda del Otro, entonces, haba que volver al anlisis para poder ubicar ese no del Cartel, y poder concluir. Me llevara o no nuevamente al pase.

Volverme a presentar al pase, dar ese paso suplementario, se decidi bajo las coordenadas que implican decir s o no, sin el Otro, ya por fuera de las coordenadas fantasmticas que se embrollan en un anlisis. Cambio de rgimen que incide tambin en mi lazo a la Escuela: poder decir s o no, conforme a mis razones, y no decir siempre s, alocada e inevitablemente, tal como el fantasma haba alentado, para evitar la supuesta crueldad o enojo del Otro.

La respuesta encontrada, volver al anlisis y al trabajo analtico, finalmente me llev de vuelta al pase, volviendo a consentir a la ficcin del Otro del psicoanlisis y apostando a otro destino de la libido.

Entonces, al hacer el pase, se deja la dimensin esotrica de un anlisis, y se pasa a la dimensin exotrica que el pase implica. Un Otro al que uno se dirige sin esperar una interpretacin, pero con la intencin y por qu no- la decisin, de que algo pase, con las resonancias que eso implica.

Ahora bien qu agrega al pase el hecho de hacerlo pblico? Cmo no volver obscena esa escena? Cmo no volverlo un Big Mac para muchos?(5)

En un testimonio pblico de pase, es esperable que ese marco dado por el pudor se mantenga. Pero all algo de su ncleo ms ntimo, y ms singular (que en el mejor de los casos, dirigindose a un Otro, pasa al pblico) pone ahora en juego una satisfaccin. Hay algo de la hystoria de cada uno, y de sus propias invenciones, que en un sentido deja de ser propia y pasa al Otro. Y, cada vez, con cada vuelta, con cada esfuerzo de transmisin, esa mordida de real se vuelve ms efectiva.

Es as como entiendo lo que Miller en esta Conferencia ubica en trminos del escabel forjado sobre el goce opaco del sinthome, que ahora vuelve a hacer lazo, de un modo tan singular como Analistas de la Escuela haya.

La comunidad interroga, el AE responde, elabora. Muchas veces no alcanza, y se le exige ms. All el AE, cada uno con su estilo, tendr que ingenirselas para responder hasta donde quiera y pueda (y se pueda). El pase tambin es no-todo. Y la comunidad podr recepcionar (cuando sucede) algo de lo que cada AE pueda aportar.

Tal vez, cuando el testimonio pasa, portando en su ncleo lo intestimoniable, y el pblico aplaude, e interviene, y pregunta, y elabora, tengamos all la pista para dar un sentido al hacerlo pblico: mostrar (y demostrar) cmo uno se las ha ingeniado singularmente para salir de la mortificacin, obteniendo un nuevo arreglo con el goce que, por qu no, permita una vida ms vivible (al decir freudiano). El pase no es el nico modo, claro. Pero lo que es seguro es que es un modo en cierto sentido privilegiado, que implica hacer saber al Otro, al de nuestra comunidad pero tambin (lo que no es lo mismo) al de la plaza pblica, que el psicoanlisis est vivo, que tiene una utilidad, y que analizarse bien vale la pena. La tijera en el cerebro: el nombre propio de James Joyce

Fabio Galimberti

Cada uno de nosotros, como parltre, tiene un nombre. Pero como afirma Miller, el nombre propio nunca es suficiente, debe tener siempre un complemento. Y lo que complementa el nombre es el goce. Como en el caso de El Hombre de las Ratas; su nombre propio incluye el plus-de-goce. Incluye tambin una identificacin, un t eres esto que est en estrecha relacin con el objeto pulsional: objeto anal, la rata, para el joven que se haba presentado en el consultorio a Freud.

Sin embargo, en el caso citado, el nombre propio no fue elegido por el sujeto; le fue asignado. A James Joyce tambin le sucedi lo mismo. Lacan lo ha llamado: Joyce el sntoma. Pero agrega que en Joyce el sntoma el escritor se habra reconocido en la dimensin de la dimensin de nominacin

La suposicin de Lacan es que Joyce, habra dicho que s a este complemento, el sntoma. Y no habra sido difcil, creo, porque Joyce mismo haba elegido nominarse as.

En qu sentido? Joyce se autonomin el sntoma? Hizo ms. No slo se llama con el nombre de su sntoma (y naturalmente se trata de un animal), sino que se llama con un nombre en el que reencontramos el ttulo y el tema que nos rene en el prximo Congreso en Ro: un cuerpo hecho pedazos por el impacto con lalengua y que hace de este trauma el sntoma al cual se identifica.

Joyce se hace un nombre as, afirma con letra clara yo soy esto. Por lo tanto no slo se hace un nombre en el sentido que se vuelve un clebre escritor. Sino que se hace un nombre en el sentido que se lo fabrica a travs de la escritura, es decir que lo ha escrito, lo ha puesto negro sobre blanco presentndose pblicamente como sintraumatizado.

El pecado y el trauma

Cul es el sintrauma de Joyce? El trauma es aquello que la palabra ha hecho de l y el sin (pecado) es aquello que l ha hecho de la palabra. Cul palabra? La palabra de la lalengua, aquella que nos parasita y que para Lacan es la forma de cncer que aqueja al ser humano, aquel cncer que puede volverlo loco.Para esta palabra parasitaria Joyce no tena la defensa del aparato del Nombre-del-Padre. Lacan nos dice que por esta razn No puede decirse que a Joyce no se le impusiera algo con respecto a la palabra. Y en efecto el mismo Joyce nos da una prueba casi autobiogrfica. En Las gestas de Stephen escribe sobre el protagonista que en diversas circunstancias oa de improviso una orden (), una voz que le sacuda verdaderamente el tmpano de la oreja, una llama que se desaprisionaba desde su divina vida cerebral.

Qu hizo Joyce para defenderse de esta voz que le invada el cerebro, para protegerse de los ecos infinitos de la lengua (Miller)? Ha devenido l esta voz, ha devenido esta palabra parasitaria y ha devastado aquello que habra podido destruirlo: la lengua y las letras. La lengua inglesa ante todo, pero no solamente: ha traumatizado las lenguas y la literatura en su conjunto. Este su sin.

El portemanteau

Cmo lo ha hecho? Seguramente a travs del Ulisses. Pero en aquella obra an no nos haba mostrado verdaderamente una epifana de la voz, una exhibicin de la dimensin casi slo fnica de la lengua, an no haba invitado a nuestros odos a aquel banquete de lenguajes que es el Finnegans Wake (de ahora en ms FW). Y sobre todo, no se haba dado an el nombre de su sntoma.

Porque el nombre propio que se ha dado fue custodiado por el acrnimo H.C.E., sigla omnipresente en el texto (Howth Castle Environs, Havets Childers Everywere). En la orientacin lacaniana es tomada sobre todo por las iniciales de las palabras Here Comes Everybody, presentes en la obra. Pero ms all de sus avatares, H.C.E. es el nombre del protagonista: Humphrey Chimpden Earwicker.

Por qu Humphrey? No es necesario exprimirse el cerebro, Joyce lo dice enseguida, desde la primera pgina: es un reenvo a Humpty Dumpty, el conocido personaje de una rima inglesa, la nursery rhyme de Mam Oca, Mother Goose. Es un huevo antropomorfo, sentado sobre un muro, del que cae en pedazos. Por qu cae en FW? Porque es fulminado por una palabra-trueno, que en el texto est compuesta por cientos de letras, y por el significante trueno escrito en ms lenguas. Puede haber una representacin mejor del impacto de la lalengua sobre el animal humano? Para Joyce la palabra-trueno es aquello que causa la cada del hombre (the fall).

Pero Humpty Dumpty tambin es otro. Es alguien que juega con la lengua as como lo hace Joyce. He aqu lo que a propsito dice Lacan: Lean Finnegans Wake, se darn cuenta que hay algo que juega, no en cada lnea, sino en cada palabra, con el pun, un pun muy, muy particular. Lanlo, no hay una sola palabra que no est hecha [] con tres o cuatro palabras que por su uso destellan, chispean. Y prosigue: Este pun es ms bien el portemanteau en el sentido de Lewis Carroll. Humpty Dumpty, efectivamente, es un personaje de la novela A travs del espejo y lo que Alicia all vi, de Lewis Carroll, que inventa el concepto de palabra-perchero (porte-manteau), es decir, una palabra hecha de la fusin de dos o ms significados. Es aquello que en lingstica pasa bajo el nombre de palabrahbrida (en francs mote-valise). FW fue construido as, como un gran concierto, una polifona de palabras-broche que el autor dirige como un gran maestro. El protagonista, Humphrey ( Humpty Dumpty), entonces, es el ejemplo de alguien que fue hecho pedazos por el impacto traumtico de la palabra y que a su vez se impone traumticamente a travs de la palabra, revirtiendo su sujecin y hacindola dominio. Joyce era consciente de eso y as lo confiaba a Samuel Beckett: Puedo hacer cualquier cosa con el lenguaje.

El chimpanzombre

La segunda parte del nombre, Chimpden, en ingls contiene el coloquial chimp que significa chimpanc. Es este el animal que indica el goce que complementa el nombre propio de Joyce? No, porque el chimpanc tiene ms bien un sentido en la follisofa del escritor irlands, que retomando de modo sui generis el pensamiento de Vico, representa el estado primitivo que precede la humanizacin, la forma primigenia de la humanidad, nuestro verdadero progenitor, un Adn desacralizado.

No profundizar en esto, pero me remito a algo curioso que no por casualidad Miller hace notar, y es que la composicin de FW recuerda el teorema de Borel, el del mono infinito. Es un teorema enunciado en 1913, segn el cual si se pusieran a millones de monos dactilgrafos a escribir en el teclado de una mquina se llegaran a reproducir las copias exactas de todos los libros de todas las lenguas conservados en las bibliotecas del mundo. No es un ejemplo que podra calzar para el FW? Un libro concebido por su autor con el material verbal de todas las lenguas del mundo?La tijera en el cerebro

Para terminar, he aqu el animal que complementa el nombre de Joyce. Es el mismo autor quien, cuando presenta al inicio del segundo captulo a Earwicker, el protagonista, nos dice que ha sido bautizado as cuando lo encontraron en un huerto tratando de matar una tijereta. Se trata de aquel insecto que en la cola tiene una bifurcacin similar a dos tenazas. En ingls tijereta se dice earwig. En latn su nombre cientfico es forfcula auricularia. Propiamente as, ya que en el pasado se pensaba que la tijereta penetraba en la oreja del humano, buscaba el tmpano para llegar al cerebro, depositaba sus huevos y proliferaba de modo devastador. Es el Joyce erudito quien nos habla en el texto de la auricular forfikle y de su efecto destructivo. La forfcula auricularia es la encarnacin perfecta de la palabra parsita, aquel animal que entra en el orificio que nunca se cierra, el odo, nidifica en el cerebro y lo devasta. No es un mito eficaz para representar el trauma de lalengua?

Traduccin: Natalia Paladino

Revisin: Raquel Cors Lo real, dir, es el misterio del cuerpo que habla, el misterio del inconsciente

Jacques Lacan, Seminario Encore 15-5-73.

Araceli Fuentes

En esta frase tomada del seminario XX Lacan hace una equivalencia entre el cuerpo que habla y el inconsciente, a partir de lo real. Dos aos ms tarde, en la Conferencia Joyce el sntoma II propondr sustituir el nombre de inconsciente por el de parltre, cuerpo que habla. Con Freud el inconsciente se sita respecto a la conciencia, con Lacan la perspectiva es otra, es la del cuerpo que habla y la forma en que qued impregnado por el habla. El Inconsciente reinventado a partir de lo real de lalengua es un saber hablado de lalengua que est a nivel del goce, es decir a nivel del cuerpo como sustancia gozante. El cuerpo, el goce y la lengua se anudan en esta nueva definicin del inconsciente como parltre.

Es un hecho extravagante y misterioso el que dentro de la especie animal el animal humano hable. l habla y no slo por su boca, habla tambin con su cuerpo, el cual es especialmente sensible a la palabra que lo afecta como lo hace un virus. El cuerpo habla por medio del sntoma histrico una vez que ha sido descifrado, as la tos de Dora dice soy hija mi padre, y habla tambin de un modo ms directo a travs de las pulsiones. Es el goce al que Lacan llama jouissance, goce-sentido que est siempre articulado a un plus de gozar.

Lo real, dir, es el misterio del cuerpo hablante

Sin duda, el anudamiento del cuerpo, el goce y lalengua es un misterio. Pero en esta frase tomada del Seminario Encore Lacan le da el estatuto del misterio a lo real que hay en el cuerpo hablante, que es a su vez lo real del inconsciente, inconsciente reinventado a partir de Lalengua y del goce.

El sntoma como acontecimiento del cuerpo, es un real por fuera del sentido en el que el cuerpo se goza solo, sin otro. El goce Uno del sntoma acontecimiento del cuerpo, es el goce de una letra del inconsciente real-lalengua que ex- siste a la cadena.

El sntoma, acontecimiento del cuerpo, nos sita a nivel de un encuentro accidental entre el verbo y el goce, entre lalengua y el cuerpo. Producto de contingencias ocurridas en los primeros aos, en adelante no dejara de escribirse. El goce opaco del sntoma, acontecimiento del cuerpo, es lo ms singular que tiene un sujeto, cada sujeto, lo que nos hace a cada uno incomparable con cualquier otro. Esta singularidad sita al sntoma acontecimiento del cuerpo fuera de la lgica del para todos, fuera de lo universal, en la lgica del no-todo.

Lo real no constituye un todo, el sntoma acontecimiento del cuerpo es una emergencia del inconsciente real pero no es el nico real del parltre, hay otro goce real, el goce en el que la femineidad se resguarda, goce suplementario ms all del falo y fuera de sentido que se experimenta en el cuerpo. A diferencia del goce del sntoma el goce no-todo no cesa de no escribirse y est excluido del inconsciente, slo tomando lo que en el inconsciente es el agujero de lo sexual podremos decir que hay con este goce excluido del inconsciente una vecindad topolgica.

El goce suplementario hace que una mujer no est toda en la funcin flica, pero eso no quiere decir que no lo est del todo. No es verdad que no est del todo. Est de lleno all. Pero hay algo ms: Hay un goce de ella, de esa ella que no existe y nada significa. Hay un goce suyo del cual quiz nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso si lo sabe, desde luego cuando ocurre. No les ocurre a todasDesde la perspectiva del goce de ella el misterio del cuerpo hablante es tambin su misterio, del cual quiz nada sabe ella misma, a no ser que lo experimente, eso si lo sabe.

Si por ser no-toda en la funcin flica, La mujer con mayscula no puede escribirse y por lo tanto no puede constituirse en el Otro del Uno, si el Otro del Uno no existe, entonces, dnde est la mujer?

la mujer est entre, el centro de la funcin flica de la cual participa en el amor y... la ausencia.

La ausencia de la que ella goza es un misterio incluso para ella misma.

Sueos de cuerpos

Hlne Bonnaud

La interpretacin del sueo es la va regia hacia el conocimiento de lo inconsciente, dice Freud en La interpretacin de los sueos. En efecto, la interpretacin de los sueos ms que los propios sueos conducen al saber inconsciente, pues aquella se inscribe en el marco del anlisis. El sueo, fuera de la transferencia y de la causalidad del sntoma debe ser ubicado bajo la rbrica de las formaciones del inconsciente, que surgen en todo sujeto que habla y solo podran interpretarse una vez establecida la funcin del Sujeto supuesto Saber.

Sublimacin del cuerpo

En algunos sueos el sujeto se ve con el cuerpo que le gustara tener, imgenes sublimes de su cuerpo que interpretan su deseo: Tal mujer se soar con una cabellera ondulada, tal hombre con una pierna o un cuerpo entero erectos y, que manifiestan potencia. Esas imgenes de cuerpo corresponden a la puesta en escena esta otra escena que es el inconsciente , de una representacin de s mismo, sublimada. Esto muestra la insatisfaccin que muchos de los sujetos tienen en cuanto a su propia imagen o al temor que tienen de no tener el cuerpo flico que esperaban. Eso es vlido para ambos sexos. As, el sueo de una ereccin no es exclusivo de los sueos masculinos y, el sueo de un orgasmo infinito tampoco lo es de los sueos femeninos. Lo sexual no se define a partir de uno y otro sexo, sino del goce que lo identifica o no al sexo biolgico que le fue asignado.

Lo que los sueos de cuerpos nos permiten leer es justamente lo que el sujeto no puede decir de su propio cuerpo, de su imagen y de su perfectibilidad, sin hablar de su propio goce.

El cuerpo es un objeto tan ntimo que a veces es puesto en reserva en el anlisis, como si se tratase de un objeto secundario o molesto, incluso un objeto vergonzoso. Tener vergenza de su cuerpo o de ciertas partes de su cuerpo es una manifestacin de la relacin del sujeto con su yo ideal. El sentimiento de vergenza es el indicio mismo de que el cuerpo no es una imagen desencarnada, sino que est tomado por el lenguaje. Lacan dice que est tomado en la dialctica del significante. Esto precisa que no hay un cuerpo-imagen sino un cuerpo-lenguaje, un cuerpo tomado en la palabra y cuya imagen se modifica, en funcin misma de la palabra que se produce en el anlisis. Es por ello que la experiencia del anlisis modifica la imagen del cuerpo. No es raro, en efecto, ver cunto los sujetos en anlisis se liberan en su relacin a su propio cuerpo, lo invisten de manera diferente y por ello, se sirven de l de otra manera. Gozan de l un poco mejor, es decir que se misman ms, si me permiten el neologismo. Ya esto indica el impacto de los significantes que actan sobre el cuerpo. Al tratar la causa del sntoma, la libido se focaliza menos en la imagen del cuerpo. Este se torna ms abierto al deseo y por este hecho las defensas que ponan trabas, caen.

El cuerpo es afectado por el significante

A partir del momento en que, en la sesin, cuenta el sueo, ste pasa de la imagen a la palabra. Es afectado por los significantes. Es decir que la incoherencia propia a las imgenes encuentra un hilo desde el momento en que el sueo se hace decir. Los sueos de cuerpos acentan el alcance de la representacin del cuerpo como presencia, como la existencia propia a s mismo. Esto parece tanto ms sorprendente que el sueo convierte el cuerpo en absolutamente inerte y fuera de s, desconectado de su pensamiento. La consciencia de su propio cuerpo est adormecida. Adems es por eso que, a partir del momento en que uno suea que camina, que corre, que el cuerpo est activo en el sueo, uno es sorprendido por el intenso sentimiento experimentado por la accin de estos movimientos, si bien el cuerpo permanece inmvil.

Hay all una paradoja. Hay un cuerpo en movimiento en los sueos que indica cun vivo se manifiesta el cuerpo en la lengua del inconsciente. La lengua vivifica el cuerpo dormido. Lo muestra gozando. Como lo indica esta bella frase de Lacan en o peor lo que hay que suspender es esa ambigedad que existe en la relacin del cuerpo consigo mismo el gozar. Si el dormir lo suspende, el sueo, al contrario, lo hace surgir. El gozar, el sueo lo procura. Hay all una oposicin entre el cuerpo desprovisto del hecho de gozar al dormir, y la forma como goza en el sueo.

Despedazamiento y goce

Los sueos aparecen tambin como pesadillas en las que las imgenes del cuerpo surgen en situaciones de desmembramientos, de deformaciones, que dan al sueo su connotacin de horror. Cuerpos cortados, quemados, magullados, golpeados, encadenados, etc. evidencian la potencia de las representaciones que van de la desfalicizacin del cuerpo a su destruccin. El impacto de la violencia pone frecuentemente fin a la tortura que infringen tales sueos mediante un brutal despertar. En efecto, la imagen del cuerpo da consistencia al cuerpo viviente y atae a una cierta regulacin de las pulsiones de vida. Cuando la imagen del cuerpo aparece despedazada, deshecha, engullida, mutilada, etc., es la vida la que se ve tocada. En el sueo el cuerpo se descompone para marcar la presencia de la muerte en el psiquismo. Surge en los sueos nocturnos, recordndonos la potencia de ese real de la muerte en el inconsciente. El sentimiento de tener un cuerpo del que habla Lacan en el seminario El Sinthome, tiene como consecuencia el poder perderlo. Tener se conjuga con perder. Los sueos en los que el cuerpo aparece desmembrado, cadaverizado, etc. son a menudo sueos de castracin. Ponen en evidencia la angustia de castracin pero pueden tambin ser ledos como un real traumtico, aquel que la Shoah dej con sus imgenes de cuerpos descarnados, vaciados, apiados, quemados y que no se olvidan.

El infinito del goce femenino

Para concluir, les propongo dos sueos que tratan del goce femenino. El primero es el sueo de una analizante de Lacan. So que la existencia volvera a brotar siempre por si misma! Este fue el comentario de Lacan: El sueo pascaliano, una infinidad de vidas sucedindose a s mismas sin fin posible; se despert casi loca. Ella me lo cont. Desde luego, yo no lo encontraba divertido. Pero, vean, la vida, eso es algo slido. Es sobre lo cual vivimos, justamente.

El segundo sueo es el de una analizante de J.-A. Miller. Esclarece lo que dice Lacan acerca del goce femenino, que no puede decirse, que est fuera de lo simblico. He aqu el sueo. () un giser turbulento, impetuoso, efervescente, de vida inagotable, a lo que siempre haba querido equipararse, indica J.-A. Miller.

Estos dos sueos nos llaman la atencin: tienen las mismas resonancias, aquellas que solo pueden decirse en las metforas propias a la escritura del sueo y muestran la potencia del significante para hablar del cuerpo gozante, sin que este ltimo aparezca en el cuerpo, tal y como pude constatarse. El sueo da a leer, por la interpretacin del analista, el cuerpo que se goza. Es el cuerpo elucubrado en la metfora que de l se escribe, la de la efervescencia para el primero, y del giser para el segundo donde surge lo ilimitado del goce femenino.

Hay algo de inaudito en cotejar estos dos sueos, uno relatado por Lacan, el otro por J.-A. Miller, separados por alrededor de quince aos, y ver que interpretaron de la misma manera la metfora del goce femenino a partir de un sueo de analizante

As el sueo es la va regia para decir el cuerpo que se goza.

Traduccin: Noem Cinader

Goces y cuerpos en la multiplicidad femeninaJos Fernando VelsquezEl cuerpo femenino como protagonista.

El cuerpo ha sido uno de los principales protagonistas en la vida del ser hablante. El cuerpo se presta como territorio para hacerse engaar por un real, cuando pierde la condicin de organismo y se convierte en un aparato de goce conectado a un montaje de palabras e imgenes que se hacen significantes. Esto ocurre de modo muy singular en la vida de las mujeres de hoy: Su imagen, su deslocalizacin frente a lo simblico y su cuerpo de goces, sirven para decantar aquello femenino que no se pertenece, en una multiplicidad de formas de realizacin. Cada mujer es hoy duea y constructora de su cuerpo como una de las vas de hacerse a una identidad; cada una adornada con astucia por una pasin a la vez que con sus collares; cada una reclamando su derecho a gozar de su cuerpo como quiera, a ultranza y sin barrera en algunos casos, como en la anorexia; cada una expresando el misterio ignorado de s mismas. A esto nos conduce la prctica psicoanaltica, a reconocer que son diferentes los modos de goce de ellas como parltres y las formas como Ello habla en ellas, respecto a como lo hace el sujeto del inconsciente, que es flico por estructura. En lo femenino encontramos evidente la necesaria relacin, (ilusin de relacin), entre la imagen, las experiencias orgnicas de goce en el cuerpo, y el significante que permite que la ilusin funcione. Ellas nos ensean que la consistencia como ser de goce del parltre contemporneo puede apoyarse, pura y simplemente, en lo que se ha llamado un acontecimiento de cuerpo; que entre el caos y la percepcin de unidad hay anudamientos sintomticos que orientan al parltre femenino en su encuentro con el Otro sexo.

El cuerpo femenino ha sufrido un proceso social muy interesante y a la vez angustiante: La devaluacin del Uno universal (A tachado) obliga a las mujeres a apoyarse cada vez menos en las regulaciones colectivas, obligndolas a tener iniciativa, a construir ellas mismos los medios, las formas, con los recursos de que dispone. Examinar algunos avatares de la relacin de la mujer con su cuerpo que se exponen en nuestra prctica hoy, donde captamos lo que cada una supo aprehender e inventar frente al vaco de su sexo, en una poca en la que el cuerpo de la mujer frecuentemente queda desanudado en los desfiladeros de la fascinacin, del capricho y las competencias imperativas.

Cuerpos de la imagen: cuerpo expuesto como imagen al Otro del deseo.

La mujer est condicionada por la cultura a responder en primer lugar con el cuerpo para el deseo del Otro. Desde que es nia estar demandada a constituirse un ser para y tambin demandar del Otro que sea para.. Es el cuerpo que alude a una esttica de la presencia ante los otros; cuerpo sobre el cual las telas, los adornos, las armaduras se ajustan. Es el cuerpo como una prtesis para el yo, bajo el velo del Ideal propuesto por el discurso del Padre y el falocentrismo, que captura a muchas y que los gimnasios, las modas y la ciruga convierten en objeto con un valor en el campo de la competencia, la rivalidad y el acuerdo.

Lo bello de la imagen del cuerpo es una obsesin y una barrera que muchas construyen para integrar y dar sentido a lo real. Es la belleza que pretende ser encarnada como cuerpo erotizado que procura satisfaccin, se adorna con la pasin y permite hacer lazo con lo hetero. La potencia flica de la belleza femenina est muy bien representada en el cuento La princesa Mamalia de Roal Dalh, una infanta amada por todos los habitantes del reino por su carcter inocente y hermoso, pero que cuando se hace mujer comprende que su extraordinaria belleza la dota de un inmenso poder un poder desconocido. Pronto descubri que el poder es un amo muy exigente, imposible detener y no usar, un poder que insiste en ser ejercido. De este modo la princesa comenz a emplear el poder de su belleza sobre los siervos, y luego sobre todos los hombres.. , al final quiere gobernar, lo que le exige planear la muerte de su padre, el rey.

El cuerpo con el que ellas se hacen ver es con el falo, rgano disarmnico respecto a su cuerpo; ideal que condensa un goce sometido a un vaivn de positividad y negatividad donde no hay garantas; cuerpo que padece en las patologas del acto o se presenta bajo el velo de las inhibiciones. Pero hoy tambin est el cuerpo funcionando separado del ideal, y lo que vemos son estticas del cuerpo cortadas, no reguladas por el discurso del Otro social en las que la radicalidad es caracterstica; ellas con su cuerpo son una constatacin de lo ms real para el Otro, desechos que llaman la atencin, que a partir de sus acting out o pasajes al acto pretenden ocupar un lugar en la vida de otros. Ambos extremos de goce pueden llegar a redoblarse en ciertos momentos vitales de una mujer, con cierto aire fundamentalista, como nominacin que anuda su ser. Real y Simblico pueden estar solo anudados por una imagen cuyo poder de eficacia se efecta desde la fase del Espejo.

Cuerpos de bordes pulsionales, cuerpos de la certeza respecto a los afectos y la angustia.

Tratndose del objeto a, de la dimensin Real, nos referimos al cuerpo de las pulsiones: Un cuerpo al que se le pertenece, a veces el ms temible antagonista. De manera solapada, por momentos, el cuerpo deja de operar como herramienta y se impone ms como molestia, un cuerpo que se arrebata, se irrita, se deja ir en la impulsin, en la ira, el grito, el exabrupto; y sobreviene la angustia.

En el cuerpo de las mujeres, ms que en el de los hombres, se retienen las marcas de experiencias de goce que se asientan en funciones sexuales o afectivas en las que tienen efecto las acciones del Otro real, dejan su trazo en el afecto, y se establecen como puntos fijos que se hacen imborrables. En la vida afectiva de las mujeres encontramos marcas, agresiones, satisfacciones, que reflejan el contacto primordial con el Otro; axiomas que iteran como formas de introducirse en la relacin con el Otro y dan lugar a certezas que determinan y bord(e)an sus existencias.

En lo contemporneo encontramos frecuentemente el afecto femenino constreido en la soledad y la decepcin, como un desengao ante el Otro que les edit una certeza en un momento dado. En este tipo de posturas casi nunca opera el Otro del supuesto saber sino algo diferente porque con lo que hay que lidiar es con el Otro Real, el que marc y traz un destino. Esta soledad aparece como la S del matema lacaniano S(A tachada) que hace resonancias en el Otro, pero sin demandarle nada.

Cuerpos anclados en el borde del discurso del Otro.

Se trata ac de un cuerpo que ex siste al significante pero que es completamente referenciado en l. Es el cuerpo que da asiento al goce en tanto que interesara no al Otro del significante sino al Otro del cuerpo, al Otro del otro sexo. Es el cuerpo en el que la carne queda como masa afectada por el goce del significante sin significacin y desde all habla; el cuerpo del snthoma. Esa carne afectada de goce, no dice; ella habla con la combinacin de elementos reales e imaginarios, pero sin significacin. Ese goce se acomoda en un significante del discurso del Otro, por ejemplo el Otro de la medicina, de la familia, del esposo o de la madre, como marca que referencia un vaco en el ser. Una marca que opera como el lugar originario del sujeto" en la que, como dice Lacan, se inscribe el todo poder de la respuesta.

Ellas pueden alojar en su ser la condicin de sinthome para un hombre en la medida en que adquieren la potencia de generar una realidad y un acontecer para l. De otro modo, los fenmenos psicosomticos, por ejemplo como la fibromialgia, que operan como un snthome expuesto, transparente, sin envoltura, las mantiene a un lado de toda cuenta de goces, que s son posibles para otros, no para ellas. Son cuerpos que imponen un tipo de realidad psquica, como una letra, de dolor, de padecimiento. La cuestin cobra importancia cuando la ciencia y el mercado han instalado en el discurso social significantes emparejados a ciertos productos farmacuticos, modos de vida, intervenciones mdicas, etc., que sirven para reforzar una determinada condicin y elevarla a la categora de identificacin significante. Dnde es que ellas escuchan lo que articulan bajo esa forma de dolor, por ejemplo, que se convierte en su S1? La respuesta est en su Otro, en el Otro vlido para cada una, su Otro constituido con su realidad discursiva, que las incapacita, que solo incapacitndolas les da su lugar y satura su propia verdad. El dolor en estos casos es un S1 autista tomado del discurso de la ciencia que no se articula en el trabajo clnico a ningn S2.

La oferta psicoanaltica con la multiplicidad femenina.

De la experiencia con esa multiplicidad femenina, el psicoanalista ha sacado enseanzas: En una poca en la que el proceso frentico del sin medida est gobernado por imperativos reduccionistas y evaluativos de la ciencia, el psicoanalista se orienta de acuerdo a como cada cuerpo hablante se ha constituido en un territorio para la existencia. La funcin del analista, como ser de carne y hueso que hace presencia, que aporta su cuerpo, es fundamental para hacer hablar al cuerpo que goza en el silencio de las pulsiones, las identificaciones y los significantes. Y por ltimo, en la poca, ms que en la vida de Freud, para el analista es necesario saber que operando con el tradicional desciframiento, no se tocan los fundamentos de los fenmenos del cuerpo que se goza. La pornografa: qu hay de nuevo?

Camilo Ramrez

El psicoanlisis cambia, lo cual no es un deseo, es un hecho, cambia en nuestros despachos de analistas y, en el fondo, este cambio es tan manifiesto para nosotros que el congreso de 2012 sobre el orden simblico y el de este ao sobre lo real llevan ambos en su ttulo la misma mencin cronolgica, "en el siglo XXI".(1) Es importante decir de entrada, que esta afirmacin de Jacques-Alain Miller no provoca en el mundo psicoanaltico, la ms mnima unanimidad. Es impactante constatar a menudo este desacuerdo fundamental cuando tenemos la ocasin de intervenir en ciertos espacios exteriores al Campo freudiano. Colegas analistas cuya prctica goza de un cierto renombre, expresan a menudo su asombro frente al inters de la orientacin lacaniana por la interseccin entre las metamorfosis de la civilizacin y su impacto clnico. Les he escuchado en varias oportunidades afirmar frente a un vasto pblico: No, nada ha cambiado fundamentalmente en la prctica analtica ni bajo el cielo estrellado de la clnica. Cambian solo las formas, no la estructura. No, el inconsciente es atemporal y permanece por lo tanto desconectado de la subjetividad de nuestra poca.Durante la discusin que acompa mi intervencin en un coloquio de psicoanlisis en noviembre 2014, al cual me invitaron colegas que dicen orientarse de Lacan, en el momento de intentar hacer audible lo que comporta como novedad en nuestra cultura la explosin de la pornografa a escala planetaria, el analista que presida la mesa, afirm frente a la sala lo siguiente : La pornografa es tan vieja como la historia del mundo y ya hace muchos siglos se desplegaba cubriendo los muros de Pompeya. Denegacin? Gusto excesivo por el pasado?, No querer saber nada?. Sea lo que sea el hecho es que no ceso de constatar en mis intervenciones en lugares extranjeros a nuestra comunidad, que el relieve del mundo no se recorta de la misma manera, cuando ste no es alumbrado por la linterna de la Orientacin Lacaniana. Qu se sirva entonces de sta quien bien lo quiera!No es para nada banal que J.-A. Miller haya optado por abrir su presentacin del tema del prximo Congreso de la AMP, detenindose en el corte introducido en la moral sexual civilizada por la avalancha pornogrfica : Cmo no bamos a concebir la idea de una ruptura, por ejemplo, si Freud invent el psicoanlisis, por as decir, bajo la gida de la reina Victoria, parangn de la represin de la sexualidad, mientras que el siglo XXI conoce la difusin masiva de lo que se llama el porno y que es el coito exhibido, hecho espectculo, show accesible para cada cual en internet con un simple clic del ratn? (2) . Su tesis es tajante: el tsunami pornogrfico es algo indito en el campo de la sexualidad. Entre ms exhibe los retozos entre parltres, mas hace surgir la ausencia de relacin sexual.

La copulacin filmada y ofrecida a la mirada a travs un amplio catlogo polimorfo es algo que se acompaa de efectos en la subjetividad, consecuencias que los analistas constatan cada vez ms en su prctica. El desfase entre hombres y mujeres respecto a la captura provocada por la imagen pornogrfica, es radical. El desinters que muestran la mayora de las mujeres contrasta con el hecho de que el hombre sea aqu el sexo dbil que sucumbe a un enganche pulsional, que puede tomar una forma inquebrantable. Hoy en da, un web site como Youporn contabiliza cien millones de conexiones diarias, mientras que el nmero de hombres que confiesan, es ms fuerte que yo, se cuenta tambin por millones. Es evidente que se ha producido aqu un encuentro entre la poca del Web y ciertos rasgos de estructura propios a la sexualidad masculina. Ha habido un encuentro entre el hedonismo desinhibido e inmediato de nuestra poca con su privilegio acordado a la imagen, y la versin masculina de la degradacin de la vida amorosa. Objetos a, objetos fetiches, objetos despreciados o humillados, goce femenino puesto en escena por hombres, fantasmas ready-made, y pedazos de cuerpo, invaden el campo escpico masculino, provocando una irresistible captura.La proliferacin del porno es solidaria de otras novedades mayores en el campo de lo sexual. Marie-Hlne Brousse haba destacado respecto a estas nuevas prcticas, la manera como la mercantilizacin y la lgica consumista haban terminado por invadir el terreno de la sexualidad, provocando as transformaciones cualitativas. En esta perspectiva ella asla as uno de los nuevos rasgos del encuentro sexual: Dichos encuentros se encuentran cada vez ms correlacionados a lo imaginario, a la imagen del cuerpo ms que al decir. Esta formulacin precisa puede aplicarse igualmente a la pornografa, en tanto lugar por excelencia del desencuentro y del desvanecimiento de la palabra. En este punto el sujeto tan solo se encuentra con la parte ms solitaria y adictiva de su goce.El Hebdo-Blog de lEcole de la Cause Freudiana, consagrara una seria de artculos a aquello que de este nuevo fenmeno puede esclarecer tanto el curso de las nuevas costumbres sexuales como sus consecuencias en el campo de la sexualidad.

Traduccin: Camilo Ramrez

Revisin: Aliana Santana

Miller, J.-A. Linconscient et le corps parlant, La Cause du dsir, Paris, Navarin diteur, n 88, 2014, p. 105.

2 Ibid., p. 105.Yendo para Rio con los nuevos desafios de lo realJorge Forbes

Rio de Janeiro. Uno de los escenarios ms bellos del mundo acoger y servir de escabel a los psicoanalistas reunidos en el prximo Congreso de la Asociacin Mundial de Psicoanlisis, en abril de 2016.

El tema, como es costumbre, fue dado por Jacques-Alain Miller, en el Congreso anterior en Pars: El cuerpo hablante Sobre el inconsciente en el siglo XXI.

Estos papers del Comit de Accin de la Escuela Una tienen por funcin hacer eco de las reflexiones sobre el tema, abriendo el debate en direccin al Congreso.

De esa forma, les traigo algunas ideas que me parecen operativas y esclarecedoras, concordando con Miller cuando, en su conferencia de presentacin del tema, entiende que ya hacemos un nuevo psicoanlisis, lo que nos invita a una revisin conceptual. Voy a privilegiar los nuevos desafos de lo Real que nos exigirn una segunda clnica para tratar al Hombre Desorientado, post-edpico. Retomo, diferentemente, mi propuesta del ltimo ENAPOL.

Est en la cabeza de muchos, de esta orientacin lacaniana, la frase premonitoria de Lacan, en La tercera conferencia pronunciada en Roma en 1974 en la cual afirma: Lo curioso de todo esto es que sea el analista quien dependa de lo real en los aos que vendrn, y no al revs. No es de modo alguno el analista quien depende del advenimiento de lo real. El analista tiene por misin desafiarlo. A pesar de todo, lo real podra tomar las riendas, sobre todo despus que pas a tener el apoyo del discurso cientfico.

Qu percibimos de esa casi profeca, hoy en da? Examinemos dos cuestiones: cmo est ese mundo en crisis de las normas? y cmo est el psicoanalista en ese mundo?

Comenzamos por la crisis de las normas; as la situara. Vivimos una revolucin en el lazo social nunca antes vista en los ltimos 2500 aos. De modo muy sinttico: nuestra civilizacin habra pasado por cuatro periodos de larga duracin que especificar.

Primer periodo: el de la organizacin del lazo social en torno a la trascendencia de la naturaleza. El humano, a semejanza de los elementos naturales, como las frutas, por ejemplo, tratara lo real adecundose al ciclo natural de las cosas: unos seran amos, otros esclavos, otros artesanos, otros guerreros, etc. Una vez que los lugares eran naturalmente marcados, slo quedara adaptarse a ellos. Al final, muri, volvi a ser semilla, como dice el habla popular.

Segundo, luego del periodo de la trascendencia natural, veo la era de la trascendencia divina. Opcin ms atractiva que la anterior por su carcter democrtico de todos iguales frente a un dios, y por la promesa de una vida eterna, lo cual se torn en un marketing potente.

El tercero es el periodo que se inicia con la Ilustracin, en el cual la trascendencia divina es substituida por la razn.

El cuarto es el periodo que se refiere a la revolucin nietzscheana, al desmantelamiento de las tres trascendencias anteriores, todas ellas vistas como negociaciones de lo real, puestas bajo la Filosofa del Martillo.

El quinto periodo es el que nos cabe detectar ahora, es nuestro tempo.

Fui sinttico en esa periodizacin, pues intent resaltar en ella un solo aspecto: la razn para entender que vivimos en una revolucin jams vista. Notemos que en los pasajes de los tres primeros periodos, el objeto de la trascendencia cambia: naturaleza, dios, razn; pero se mantiene la verticalidad de la orientacin del lazo social. Es diferente de lo que nos ocurre hoy, pues vivimos una doble transformacin: la del objeto de la trascendencia como en las anteriores dada por el pasaje para una organizacin ya no vertical, sino horizontal del lazo social. De ah el gran impacto que sentimos y nombramos como crisis de las normas. El futuro del psicoanlisis depende de lo que advendr de ese real, una vez ms Lacan, al final de La tercera. Frase fuerte, casi amenazadora. A lo real, lo haba definido antes, en esa misma charla, diciendo: Lo real no es el mundo. No hay ninguna esperanza de alcanzarlo por medio de la representacin. Eso nos abre la posibilidad de examinar la segunda cuestin, a saber: Cmo est el psicoanalista en ese mundo?

Se pens que el analista andara mal, por varios motivos, especialmente dos: porque no se alcanza lo real por medio de la representacin Lacan dixit y porque lo real sera ms bien capturado por las representaciones cientficas. El fin del psicoanlisis fue anunciado en portadas de revistas y los milagros de las ciencias comenzaron a ser loados en los altares de la calidad de vida. Funcion? No! Los psicoanalistas, a partir de la orientacin lacaniana, tienen una nueva clnica, llamada segunda, que no es de la representacin, sino de la consecuencia, y los cientficos, los verdaderos cientficos, son los primeros en afirmar que las previsiones de naturalizar la experiencia humana son falsas. Los avances de las ciencias, especialmente aquella que es paradigmtica en el siglo XXI, la biologa, muy al contrario de los heraldos amenazantes, demostr como titul el trabajo presentado en Buenos Aires, en 2012, en el Congreso de la AMP que la ciencia pide anlisis. Craig Venter, para quedarnos en un solo ejemplo, quien fue la primera persona en tener su genoma decodificado, luego de esa experiencia asombrosa afirm: Hay influencias genticas, s, pero creo que las personas son responsables por su comportamiento.

El avance de las ciencias no abole la responsabilidad consagrada por Lacan en la frase: Por nuestra condicin de sujetos somos siempre responsables.

La segunda clnica lacaniana, la clnica de lo real, est en buena condicin de desafiar a lo real, como quera su creador, y ella lo hace en dos movimientos fundamentales: responsabilizar al analizante frente a la casualidad y la sorpresa, inventando una respuesta forzosamente singular pues lo real no es el mundo y, acto seguido, llevarlo a inscribir, a pasar a su diferencia singular exactamente en ese mundo. Es la forma que tenemos de continuar conmovindonos con el inevitable extraamiento real del cual somos construidos hoy ms evidente que ayer hacindolos pasar de amedrentador siniestro a accin creativa.

El desafo de lo real nos exigir volver a ver nuestro bistur de la clnica, como apuntndolo. La metfora quirrgica de Freud, El tratamiento psicoanaltico puede ser comparado a una operacin quirrgica y exigir, de modo similar, que sea efectuado sobre condiciones que sern las ms favorables para su xito. Y Lacan, en la misma lnea, en el Seminario 1, se expres as: se trataba ah, para Freud, de una herramienta, en el sentido en que se dice que se tiene un martillo en la mano. Bien seguro de mi razn, dice, en suma, y ah est como costumbre asegurarlo. Otros tal vez prefiriesen un instrumento diferente, ms afecto a sus manos. Tenemos una tarea interesante frente a nosotros: la definicin de los bisturs de esa clnica de lo real. Ya trat aqu sobre uno de ellos, es un nuevo concepto de responsabilidad frente a la casualidad y la contingencia, muy diferente de lo que normalmente se entiende como tal, especialmente en el derecho. Retomando la presentacin de Miller, destacara la serie de cinco conceptos, listados por l, de la segunda clnica: lalengua, sinthome, parltre, cuerpo hablante y goce con sentido. Dejar para una futura ocasin, dos cuestiones de lo aqu expuesto, de las cuales me tengo que enfocar:

1. Existe una nueva trascendencia para el psicoanlisis? Por quin moriramos hoy, cuando no morimos ms por la guerra, por la revolucin o por la religin? Estamos en una quinta era? Qu vino en el lugar del padre? Sera el nuevo amor, amor ese sin intermediacin, por consiguiente sin explicacin, provocador de la responsabilidad inventiva?

2. El pase que se construye o no cuando el relato llega al pblico, como se refiere Miller siempre en el mismo texto acaso se concluye en pblico porque la extimidad del cuerpo hablante se hace y gana sentido por intermedio de la confrontacin con los otros? Seguiremos.

Traduccin: Rogelio Scott

Revisin: Aliana Santana

J. Lacan., Seminario 23 El sinthome, Paids, Buenos Aires, 2006, p.160

Ibd., p. 93.

Ibd., p. 94.

Ibd., p. 162 - 163

Follisofa: Juego de palabras en italiano, entre filosofa y follia (locura). [N. de la T. ]

Jacques Lacan, Seminario XX, Encore,.P.90

Jacques Lacan, Seminario XIX, O pire, leccin del 8 de marzo de 1972),

Freud, S. La interpretacin de los sueos, Tomo V, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1979, p. 597.

Lacan, J., El Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente, Buenos Aires, Paidos, 1999, p. 281.

Lacan, J., El Seminario, Libro XX, An, Buenos Aires, Paidos, 1991, p. 103.

Lacan, J., El Seminario, Libro XIX, O Peor, Buenos Aires, Paidos, 2012, p. 213.

En francs Mort-cellement, que incluye muerte (N.de la T.)

Lacan, J., El Seminario, Libro XXIII, El Sinthome, Buenos Aires, Paidos, 2006, p. 147.

Lacan, J., Conferencia de Lacan en Lovaina, el 13 de Octubre de 1972 (indito).

Miller, J.-A., La orientacin lacaniana, El ser y el Uno, leccin del 2 de marzo 2011, indito.

Miller, J. Conferencia: El Inconsciente y el cuerpo hablante. Descargable en: wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4

Debo antes sealar que ahora que han cado todos los prototipos, tambin esta caracterstica que las haca a ellas aventajadas respecto a la rigidez de lo masculino, empieza a tocar y transformar la vida de los hombres, principalmente los jvenes.

Velry, P. De Poe a Mallarm. Ensayos de potica y esttica. BsAs. El cuenco de plata, 2010. P 152-157.

Le Bretn, D. Adis al cuerpo. Una teora del cuerpo en el extremo contemporneo. Mxico, La Cifra, 2011. P 31

Dahl, Roal. La princesa Mammalia. En: Cuentos completos. Mxico, Alfaguara, 2013, p. 736

Velry, P. op.cit.

No a su efecto semntico, no a su efecto de sujeto supuesto, sino sus efectos de goce. Esto es lo que rene bajo el trmino afecto, como tal alterando las funciones del cuerpo viviente". Miller, J. A. "Biologa lacaniana y acontecimiento del cuerpo". BsAs, Edigraf S. A. 202. P. 100

Lacan, J. El Seminario Vln. XXII, RSI. Indito. Clase 2, del 17 de diciembre de 1974.

Lacan, J. Observaciones al informe de Daniel Lagache. En: Escritos 2. Mxico, Siglo XXI Editores, 1989, p. 658.

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