alquimia democrÁtica: conflicto, democracia y pol

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ALQUIMIA DEMOCRÁTICA: CONFLICTO, DEMOCRACIA Y POL~TICA César Rojas Ríos' "Desde el estricto punto de vista de la pacificación social, el mido y el furor (relativo) de las luchas democráticas se presentan, en profundidad, más eficaces para regular las pasiones y prevenir descarríos incontrolables". Philippe Braud El jardín de las drlicias democráticas RESUMEN a democracia permite la pacificación y solución de los conflictos politicos y L sociales, teniendo en cuenta que estos no son fenómenos que se resuelven en un ambiente de felicidad sino, por el contrario, son procesos inacabados y constantemente revitalizados. El conflicto no está fuera del sistema democrático y, por el contrario, la democracia "soluciona" el tema del poder, convirtiéndolo en una eterna disputa. pues el sistema en referencia no corresponde a otra cosa que a la necesidad de poner fin, pacíficamente, a las dificultades de la vida social. En tal sentido, es un conflicto pacificado en el que todos buscan el poder, pero dentro de ciertas reglas. PALABRAS CLAVES Alquimia, Democracia, Conflicto, Política, Conflicto Político, Conflicto Social, Politi- ca Democrática, Parlamento, Estado, Capiialismo, Poder, Violencia Organizada. N Sociólogo y comunicador social. Doctorando por la Universidad Complutense de Madrid. <;e- rente sociocultural de la Fundación Unir Bolivia. Consultor del Departamento de Sustentabili- dad Democritica de la OEA en Washington.

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A L Q U I M I A D E M O C R Á T I C A : C O N F L I C T O ,

D E M O C R A C I A Y P O L ~ T I C A

César Rojas Ríos'

"Desde el estricto punto de vista de la pacificación social, el mido y el furor (relativo) de las luchas democráticas se

presentan, en profundidad, más eficaces para regular las pasiones y prevenir descarríos incontrolables".

Philippe Braud El jardín de las drlicias democráticas

RESUMEN

a democracia permite la pacificación y solución de los conflictos politicos y L sociales, teniendo en cuenta que estos no son fenómenos que se resuelven en un ambiente de felicidad sino, por el contrario, son procesos inacabados y constantemente revitalizados. El conflicto no está fuera del sistema democrático y, por el contrario, la democracia "soluciona" el tema del poder, convirtiéndolo en una eterna disputa. pues el sistema en referencia no corresponde a otra cosa que a la necesidad de poner fin, pacíficamente, a las dificultades de la vida social. En tal sentido, es un conflicto pacificado en el que todos buscan el poder, pero dentro de ciertas reglas.

PALABRAS CLAVES

Alquimia, Democracia, Conflicto, Política, Conflicto Político, Conflicto Social, Politi- ca Democrática, Parlamento, Estado, Capiialismo, Poder, Violencia Organizada.

N Sociólogo y comunicador social. Doctorando por la Universidad Complutense de Madrid. <;e- rente sociocultural de la Fundación Unir Bolivia. Consultor del Departamento de Sustentabili- dad Democritica de la OEA en Washington.

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ABSTRACT

Democracy allows the pacification and the resolution of political and social con- flicts, considering that these disputes are not the kind that resolve themselves in a setting of happiness, it is quite the opposite these conflicts seem endless and are in constant evolution. Conflict does not occur outside democracy, on the contrary, democracy "resolves" the conflict of power by converting it into an eterna1 dispu- te. Under this understanding, democracy is nothing more than a pacified conflict in which everyone seeks power.

KEY W O R D S

Alchemy, Democracy, Conflict, Politics, Political Conflict, Conflict in democra- tic Politics, Parliament, State, Capitalism, Power, Organized Violente.

¿Cuál es la relación entre democracia y conflicto? No necesitamos de un innecesario rodeo para dar en el clavo. Philippe Braud lo expresó sin ambages en Eljardín de las delicias democráticas: "Muy pocos sistemas de gobierno con- sideraron que el elemento dinámico de su funcionamiento fuera, justamente, el conflicto (. . .) la vida política democrática se basa en la aceptación práctica del conflicto y, más precisamente, del conflicto de intereses" (1993: 103). Esto nos lleva a dos tipos de consideraciones: una, la democracia institucionaliza y paci- fica la resolución del conflicto político violento, y otra, la democracia metaboliza cotidianamente la presencia de conflictos sociales de diverso calado. Tanto el conflicto politico como los conflictos sociales, no son fenómenos a resolverse en un estadio social finalmente feliz, sino procesos inacabados y permanente- mente revitalizados. Uno puede entonces entender a cabalidad la frase lúcida de Octavio Paz en El ogrojilantrópico: "Las sociedades no mueren víctimas de sus contradicciones, sino de su incapacidad para resolverlas". Los antagonismos son propios de las sociedades humanas, también su capacidad para solucionarlos. Y si no fueron capaces de hacerlo en su debido momento (falta de lucidez), por lo menos, con el paso del tiempo, pueden tener la capacidad de sacar las debidas lecciones (aprendizaje histórico).

El conflicto no está fuera del sistema democrático ni se pretende extirparlo de su interior. La pretensión es más modesta y eficaz: transformar al institucionali- zarlo? Para ser más claros: la lucha encarnizada por el poder politico fue trans-

La bibliografia europea ha marcado el énfasis, no sin razón, en la democracia como principio de legitimidad, pues históricamente representa el salto revolucionario de la legitimidad divina en-

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fonnada en competencia pacifica por el ejercicio del gobierno. La competencia no cesa ni cesará jamás mieiitras perviva la democracia. Esto no sucede en las inonarquias. ni en las dictaduras militares. ni en los regímenes totalitarios. Allí la aspiración resulta bastante distinta: eliminarla. En realidad lo invisibilizan y si- lencian, pero cuando reaparece, luego de largas estaciones de exilio, lo hace baju la forina incontenible de sublevación social.

La democracia institucionaliza (y asi domestica) el conflicto politico, primero, en acto eleccionario y, posteriomente, en diiiáiiiica parlamentaria. Asi, en el primer caso, el momento donde se revisan las alternativas ideológicas, los partidos ri- vales pugnan por el inás diáfano objeto de su deseo: el poder gubernamental. En el segundo. el momento de la alternancia, una ver que uno lo alcanza y otro lo pierde, el resultado se institucionaliza (y vuelve a domesticar) en la relación oficial de gobiernoloposición. Inclusive tiene construido su propio cuadrilátero ideológico: el Pai-lamento. ¡Por la magnitud y gravedad de su tarea no puede ser un adorno ornamental de la democracia! Y su campana dc resonancia: los medios masivos. El objetivo: que la dialéctica gobiernoioposición no se salga de su ór- bita. permitiendo seguir el camino de las reglas acordadas y el incesante debate politico. para no extraviarse en el t~iinulto de las pasiones desgarradoras. Y la de- mocracia como "método politico" cierra las coyunturas de suspenso (elecciones. debates parlamentarios, consultas ciudadanas) privilegiando un tnecanismo de decisión que no es excelso, pero se muestra práctico: no recurre a la unanimidad (consulta que da como resultado el que todos estén de acuerdo), ni al consenso (acuerdo producid« por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos), ni a la sabiduría (elección de un consejo de sabios o tilóso- fos). ni al conocimiento (elección de una junta de expertos o especialistas), sino al principio de iiiayoria. Una acotación: iio se trata de una mayoria orgánica (colec- tividad cohesiva), sino agregada: sc suinan los votos individuales y quien inis suma resulta siendo el ganador. En otras palabras: la mayoria manda t i e n e razón

-

camada en la aristocracia y el rey al pueblo como soberano del poder politico. En Idatinoamerica. el anteccdenie de las repúblicas es la inonarqiiia española. pero dc las drniocracias \ igcntcs son las dictaduras militares. permitiendo ver con toda claridad que el paso de estas a la democracia fue la transforniación notable de la lucha sangrienta a la competencia pacifica por el ejercicio del poder. Se ha sustituido el inicio sangriento del poder. su dcsarrrilio y su fin. por la "vía de- niocritica". Fuc afectada en su previsibilidad, parcialniente cn tcuador y Bolivia (Vc.iiczurln tiivo un golpe de estado que devino en una restitución del niandato de Hugo C'havcz). debido a la caída iiisurreccional de cuatro de sus presidentes. perri donde en post fuerrin los mecanismos democráticos los que se activaron, no la instauración dictatorial. En América latina. quien dice "fin de la democracia" enciende en nuestro imaginario el retrimo a la prrsrcuci6ii política y al drrramainientu de sangre. No vemos por dclantr la restauracinn dcl "aiicien regime". riiiri el retorno trágico de la inestabilidad y la vinlcncia.

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Innerarity cuando plantea que "la politica [gubernamental] es siempre acción de una parte, parcialidad legitimada" (2002: 95). En el acto eleccionario, decidimos por los decisores, que harán a su vez valer sus resoluciones para todos.

Si la democracia es competencia, la mateviaprima de la que está hecha son las fmstraciones, temores y anhelos de la población, transfigurados luego en la arena politica en relucientes promesas. Y sobre su cumplimiento o no, su grado de satisfacción o no, su realismo o no, se abre el campo de juego inacabado y dramático entre gobierno/oposición. ¿Por qué debería llamamos la atención esa relación áspera y tirante entre gobierno y oposición, así como entre los pro- pios gobernados y los gobernantes, o que finalmente la oposición aproveche toda oportunidad para excitar y organizar el descontento contra los gobernantes?

Por tanto, la democracia "soluciona" el tema del poder convirtiéndolo en una eterna disputa. De esta singular manera, ordena, desordenando; une, dividiendo; cohesiona, disgregando. La regla primordial a respetarse, sin embargo, para que esa estabilidad-inestable funcione: asegurar la competencia pacifica, por tanto, no erosionar el monopolio de la violencia organizada ni las reglas de juego de la competencia electoral.

Al hacer suyo el conflicto, la democracia ha logrado desterrar la guerra. Y pretende procesar pacíficamente el conflicto, para de esa forma conjurar la vio- lencia organizada. No es el paraíso (donde el hombre se siente como pez en el agua, pero es porque el agua está congelada), tampoco el infierno: la suya es una estación intermedia, donde muchas veces se inflaman las llamas amenazando por demmbar todo el edificio democrático, pero también de largas temporadas de relativa estabilidad.

Cuatro consideraciones de distinto orden respecto al conflicto en los sistemas de- mocráticos: una referida a su latencia, otras dos a su manifestación y una última referida a tres situaciones de riesgo. Primera consideración, el orden democrático tiene (como todo orden) la aceptación condicional de su población, entonces, ¿qué considera ésta como aceptable y qué como inaceptable? Segunda considera- ción, la sociedad es un caldero de conflictos de distinta tesitura para el gobierno, pero ¿cuánto conflicto y de qué gravedad puede metabolizar una democracia sin quebrarse? Tercera consideración, la organización política del conflicto social, en consecuencia, ¿qué puede y no resistir la democracia? ¿Qué le agrega lo político a la dimensión social del conflicto? Y la cuarta consideración, la democracia, amenazas, enemigos y riesgos, Les el capitalismo el mayor aliado o la mayor

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amenaza de la democracia'!, ¿por qué fue el socialismo su mayor enemigo'?, ¿que tipo de riesgo entrañan los movimientos identitarios?

La primera. la aceptación condicional del urden democrático

¿Existe un orden que sea sostenido incondicional y ciegamente'? ¿Pueden los pueblos caminar hechizados por la dulce retórica política de un flautista de Hamelín hacia el abismo histórico'? No necesitamos ir muy atrás para decir que sí, basta mirar lo sucedido en el siglo XX con el nazismo alemán, el fascismo italiano, el estalinismo soviético y el Jemer Rojo camboyano; pero no es el caso generalizado de los sistemas democráticos. La razón es sencilla: un régimen ba- sado en el pluralismo y activado por la dialéctica gobierno/oposición, a diferencia de uno asentado en el partido único y la verdad oficial, tiende a acercar (inclusive a exagerar) más que a cegar a sus ciudadanos sobre la realidad de su gobiemoy el estado de la nación. Por tanto, "que el antagonismo y el conflicto deben existir no debería extrañar a nadie: el consentimiento condicional o la aceptación instru- mental del statu quo es potencialmente inestable, precisamente porque es condi- cional o instmmental" (Held, 1993: 289). Entonces, ¿qué considera la ciudadania como aceptable y qué como inaceptable? Una consideración general y otra tiene que ver con el grado de desarrollo de cada régimen democrático. La primera y siguiendo a Held, la lealtad u1 gobierno y al sisfenta democrático resultan siendo directamente proporcionales al nivel de gratificacidn de los gobernados: en prin- cipio ningún pueblo llegará a morder la mano del partido de gobierno, menos si se trata de la mano que vela por sus intereses materiales y espirituales, y mucho menos si esa mano los trata con guantes de seda. La segunda, algo que puede ser aceptado en una democracia (los parlamentarios eligen presidente entre los dos candidatos mas votados) puede no serlo en otra (existencia obligatoria de la doble vuelta), y algo que en un momento acepta la sociedad (las decisiones estratégicas sean tomadas por los jefes partidarios) en otro posterior lo puede rechazar enérgicamente (el pueblo dirá su palabra sobre cuestiones estratégicas vía referéndum).

Dicho esto, podemos marcar ciertas sendas de evolución de las democracias contemporáneas que, a su vez, generan fuertes tensiones internas, pues dirime lo que la ciudadania de ciertos paises (en especial en América latina) está dispuesta o no a aceptar. La cita de una frase de Raymond Aran y su posterior parafraseo ayudarán en el cometido: la democracia entraña un principio de legitimidad que reposa en el pueblo y "sólo una vez que se ha puesto en circulación la noción de que los gobernantes son los representantes y no los dueños de los gobernados, las consecuencias pueden ir más allá de lo que desearían los gobernantes" (1999, p. 73 [subrayado propio]). Es decir, los gobernados son los dueños de las deci-

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plataforma de las calles y la presión. Lo suyo resulta siendo la organización de la multitud sugerida como un misil humano contra el contendiente: movilizaciones, cabildos, concentraciones. O también puede ser visto como el áspero lenguaje de interlocución de la sociedad entre sí y de la sociedad con la autoridad: lo suyo es el vocabulario (repertorio táctico) de la presión social. La cantidad puede resultar siendo tan grande y variopinta, que la coyuntura se densifica de conflictos, o si se quiere, se configura la polifonía de la conflictividad: distintas voces y por distintas causas se agolpan en una misma coyuntura pidiendo la solución a sus demandas. Aquí y ahora.

Las sociedades pueden ser atacadas por todos los flancos. Si el conflicto es malestar contencioso, todo disgusto o agravio (intenso o no, persistente o no, multitudinario o no) puede desarrollarse hasta ser planteado como un conflicto. Pasar de la congoja y el lamento individual o gmpal, a mantener una relación hostil o de duelo con otro, quien en la escala social generalmente resulta sien- do el gobierno. Marx puso el acento en los conflicto de clase, por supuesto que las sociedades capitalistas los experimentan con mayor o menor intensidad; pero además están los conflictos étnicos, religiosos, regionales, nacionalistas y de in- tereses. iY la querella por los recursos naturales! En términos generales podria- mos hablar de dos grandes fuentes de conflicto: discrepancia en los intereses, y divergencia en las metas. El conflicto entre empresarios y obreros puede ser de intereses (aumento de los salarios y por ende, disminución de las ganancias), pero puede transformarse en un conflicto de metas: los capitalistas defienden el statu quo, mientras los trabajadores persiguen su transformación hacia el socialismo. Tomando el ejemplo y abstrayendo, sale de suyo señalar que la divergencia en las metas enciende los conflictos más graves y de mayor intensidad (inclusive revo- lucionarios), a diferencia de la discrepancia en los intereses, que puede encontrar en la negociación su vía de s~ luc ión .~

Por tanto, no es la cantidad per se la amenaza real de una democracia, lo que no significa que esto sea indistinto, inocuo o deseable para un sistema social, sino el tipo de conñictividad. ¿Cuál de todos son los más graves? Respondo a

Una "sociedad de clase media nivelada" presenta un suelo más aligerado para la regulación del conflicto de clases y para la propia viabilidad democrática; una sociedad de clases extremada- mente desnivelada abre la posibilidad de la salida extrema de la revolución o el despotismo. Seymour Lipset en El hombre politico llamó la atención sobre las condiciones sociológicas de la democracia. es decir, sobre que tipo de suelo le permite crecer con vitalidad. Por supuesto, la democracia que lleva como uno de sus ideales la igualdad, convive mal con una situación real de extrema desigualdad -salvo que se trate de una clase politica cínica-. La enajenación entre lo que se pregona y la forma de vivir salta a la supeificie de la conciencia, generando movilización y rebeliones constantes -por decir lo menos. De ahí la importancia de constmir una infraestmc- tura social equitativa.

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la segunda cuestian. La historia nos orienta y las ciencias sociales lo explican: los conflictos religiosos, étnicos y de clase. ¿,A qué se debe su gravedad'? Para decirlo con un concepto planteado por Hirschmao y con indudables bondades ex- plicativas como predictivas: los "conflictos no-divisivos" (1996) que se plantean tajantemente en términos de "esto, o lo otro". No hay puntos intermedios, y si el conflicto se desarrolla de forma maximalista, todolnada, acabará pareciéndose o convirtiéndose en la propia guerra. La alerta roja: polarización, cotidianamente sentida y sostenida de la sociedad y la politica.

;,Por qué sucede esto'! ¿Locura, desvario, irracionalidad7 Responder con cualquiera de esos términos seria desconocer la utilidad del conflicto. ;,Utilidad'! ;,Acaso saltamos de una confusión menor a un extravio mayor'? Explicamos: más allá de que el conflicto, en muchos casos, abra las puertas del cambio social y por tanto tenga un valor futurizo -construcción del mañana en nuevas y mejores co- ordenadas-, lleva a la medición defuerzas, donde el resultado de la confrontación dicta lo que cada uno de los contendientes puede arrancar o ceder (balance de poder), y no es el cálculo subjetivo de la negociación el que determina lo que se da o se toma, dejando siempre un resquicio de duda sobre si se concedio mucho o poco. Si se fue blando o duro.s

El martillo del conflicto golpea sobre el yunque de la realidad, la moneda caerá, cara o cruz. A partir de ese resultado se dará la relación entre los conten- dientes, sumisión o imposición, y lo que cada uno de ellos podrá empezar a andar o desandar.

La tercera, politizución del confiictu social

¿,Que puede y no resistir la democracia'? Pregunta cmcial. Puede con mucho, pero no con todo -tampoco se ha encontrado un régimen que logre meta seme- jante ni seria deseable, pues estaría llevado por su inercia estructural y no por la mente, la libertad y la mano de los hombres-. Tiene una gran capacidad de me- tabolización de los conflictos, pero también un limite. Descubramos ese umbral conclusivo.

El sistema social y económico son lasgrandesfitentes que nutren de diversos conflictos en orden y calado al sistema politico que pretende regularlos. La peor entrega: una sociedad escindida o dividida. La peor actitud: cuando el conflicto

tsta idca es extremadamente importante, sobre todo para las sociedades latinoamericanas. diin- de la debilidad constitucional y del Estado de Derecho, muchas veccs no logra contener el desarrollo dr l conflicto, acabando entregado éste a sii propia lógica. es decir. donde la dinamica contenciosa termina por ocupar el primer plano y ss vuelve la loma central de interacción entre los contendientes,

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social "sube" a la esfera politica y lejos de encontrar respuesta, cada frente social en pugna polariza al sistema de partidos en dos bandos y se incardina con el suyo. La peor pareja: un sistema social extremado en sus contradicciones es acompa- ñado (porque la condiciona) por un sistema político extremista. Las distancias ideológicas son máximas y las posiciones maximalistas. Un paso más allá: la confrontación abierta. El choque de locomotoras -inclinados por lo fácil, parece más cómodo empujar todo al despeñadero que reconstmir lo uno y lo otro, y lo uno con lo otro.

La enfermedad social (sociedad fracturada) manifiesta su sintomatología política: partidos radicalmente enfrentados. La politica no logra mediar el con- flicto social, más bien es capturada por éste a su imagen y semejanza: no lo domi- na, más bien resulta siendo dominada y espoleada. Peor: lo conflictúa y excita aún más, así lo empuja por la pendiente que termina en la guerra civil. ¿Se puede dar? Por supuesto. Si el cálculo es uno: dirimir el relativo equilibrio de fuerzas en una absoluta clarificación de poder, de un lado los derrotados y de otro, los victoriosos. Los contendientes quieren alcanzar sus metas sin obstáculo posible -Promete0 desencadenado, libre de la sujeción ya de su rival, piensa hacer rimar la realidad con su particular poesía politica; sólo hay una pieza que no encaja, los rivales aparecerán y reaparecerán y el estadio poético de la sociedad será con- stantemente pospuesto por incesantes coyunturas de opresión.

El paso en falso, por lo avanzado, no resulta dificil señalarlo: la competencia pacífica no logra contener y canalizar ni el extremismo político ni los antagonis- mos de La sociedad extremada. Nadie acude a la cita de /as urnas, todospreparan el campo de batalla. Entonces, o uno o el otro, ya no desean que el antagonismo político sea contenido, sino que estalle en toda su f u e r ~ a . ~ La implosión democ- ratizadora da paso a la explosión de la confrontación violenta. Es el fracaso de la politica democrática, la regresión al estadio primigenio de la política: la fuerza de los leones. No la ley de la política (la búsqueda de arreglos para asegurar la convivencia pacífica), sino las sombras de la caverna.

"na acotación relevante: la amenaza puede provenir del gobierno y la oposición; pero también sólo puede provenir de uno de los dos. A esto se llamo "oposición desleal" -para ser democrá- ticos v no seseados en nuestras aoreciaciones-. también oodriamos hablar de eobiemo desleal. puesto que ambos pueden ser desleales a la democracia. Lo primero tiene que ver con el peifil tan bien trazado oor Juan Linz sobre la actitud sistemáticamente perniciosa, obstruccionista v hostil de la oposición que lleva a dividira la población y a los cruciales" en sus lealtades (1995). Lo segundo, con la preocupación de Ralf Dahrendorf, cuando se pregunta sobre "¿qué pasa si quienes salen del poder creen en la democracia. mientras que quienes los reemplazan no? En otras palabras, ,qué pasa si la gente 'errada' resulta electa?", o sea, una democracia sin demócratas o una democracia de antidemócratas (2004).

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;,Cuál sería entonces la tarea de la politica o en que consistiría la politización del conflicto'? En poner sus múltiples recursos en juego y así potenciar el con- flicto. Y la organización del propio bando, darle cohesihn, dirección y mando; instauración de una "mentalidad suma-cero", los grupos rivales preconizan obje- tivos que según ellos no admiten concesiones y se consideran totalmente incom- patibles y contradictorios (Entelman. 2005); la constriicción hi~zoriu, laboriosa y radical de la interacción contenciosa como "enemistad absoluta", donde el otro bando cada vez más representa la negación absoluta y la causa perversa, mientras el bando nuestro cado vez mtís constituye la afirmación absoluta de la causa justa, dejando así en un descanipado total el campo compartido de lo común (Serrano Gómez. 2001): y lo resolutivo: una vez que se ha establecido la identidad del enemigo y tomado la decisión de "ir a la guerra" porque se cree que se puede vencer s ó l o la guerra misma probará o falseará la creencia, de ahí el riesgo lógico que entraña y las sorpresas que depara, donde no está excluido el resultado perder-perder- y existen grupos que piensan poder sacar ventaja de la situación. o sea, una vez que se implanta una mentalidad ganadora, sólo queda la guerra. Los métodos y caminos de la violencia: los guerreros y sus sucesivos campos de batalla sustituyen a los políticos y sus fracasadas mesas de negociación. porque de ellos en adelante dependerá la Victoria.

Vista la incandescente acera de enfrente sólo resta decir lo siguiente: no está claro si el ser humano tiene o no un destino, si le esperan batiendo las puertas del paraíso o la calidez imperecedera de la Edad de Oro. pero si quiere sobrevivir y convivir y tener algo del esquivo cielo y un puñado del ansiado oro, jojalá su destino siga siendo la política democrática!

L.n cuarta, /u democracia, amenazas, enemigos .v rie'~go.5

;,Es el capitalismo el mayor aliado o la mayor amenaza de la democracia? La pregunta es compleja y requiere de varias apreciaciones. La primera, económi- camente Iiablando, en cuanto a producción de riqueza, acumulación, innovación, expansión y aceleración, el capitalismo no tiene competidor a la vista. De hecho. dejó en el camino a su rival más grande: el socialismo. Ningún sistema econóniico llevó tan lejos ni tan hondo la moduluci6n de la vida como un mercado competi- tivo: todos compiten con todos y por todo. La segunda, la pareja capitalisnlo y de- mocracia resultó ser una fórmula exitosa en Estados Unidos y la Unión Europea. iEn qué sentido'? Por la actitud de su población residente y los flujos migratorios. Los primeros desean preservar la triada virtuosa de bienestar, libertad y estabili- dad, y los segundos, que batallan contra todo tipo de obstáculos para ir y quedarse en uno u otro lugar, quieren gozar de la triada señalada n o es como pensaron, pero resulta siendo mucho mejor que lo vivido-~. La tercera, en Estados Unidos y la Unión Europea no se igualaron las personas pero se dignifcuron sus vidas. No

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realizaron el sueño de Marx ni mucho menos, pero ganar en dignidad representa muchísimo para las expectativas de millones de personas. Por eso, precisamente donde debió haberse realizado su profecía, ha fracasado.. . pero también el capi- talismo puede hacer fracasar o desvirtuar a la propia democracia. Esto requiere una reflexión adicional que entronca con la segunda interrogante: ¿Por qué fue el socialismo su más,formidable enemigo?

No sólo por las movilizaciones que pudo inspirar, ni por los países que pudo convertir a su causa, sino porquepuso el dedo en la herida del sistema capitalista -una herida que sigue presente, aunque el dedo marxista perdió credibilidad y nobleza- y por eso precisamente pudo inspirar las movilizaciones que inspiró y convirtió los países que convirtió a su causa. Tan es así, que inclusive hoy en día, visto el fracaso de todo lo perpetrado a su nombre, pretende resucitar de sus cenizas bajo el rótulo de socialismo del siglo Z I . ¿En que consiste la herida? El capitalismo es un sistema desigual de producción (y apropiación) de riqueza y reproductor de desigualdades. La fuente del problema: la propiedad privada, más específicamente, la propiedad empresarial. Ahí nace la división tajante entre empresarios y asalariados, entre quienes tienen la propiedad de la empresa y sus ganancias, y la masa de obreros que sólo poseen su fuerza de trabajo y su sala- rio. Esta división catapulta a unos cada vez más arriba, donde se encuentran en racimo las uvas del progreso, y a los otros, SI bien no cada vez más abajo, siempre manteniendo notables distancias (económicas, sociales y culturales).'

Para conseguir la desigualdad basta que dejemos seguir el curso de los acon- tecimientos. Pero si deseamos la igualdad no podemos permitimos el reposo. Como escribió Tawney, haciéndose eco de Rousseau: "Si la desigualdad es fácil, puesto que lo único que exige es flotar en la corriente, la igualdad es difícil, porque supone nadar contra corriente" (.. .) La desigualdad puede atribuirse a designios divinos; la igualdad sólo puede ser el resultado de los actos del hom- bre. La desigualdad es "natural"; la igualdad, desnaturalización (...) Pero una sociedad que busca la igualdad es una sociedad que lucha consigo misma, que se enfrenta con las leyes de su inercia interna (. . .) La igualdad simboliza y estimula la revuelta del hombre contra el destino y la suerte, contra la diversidad fortuita, contra el privilegio cristalizado y el poder injusto (Sartori, 1988, T. 11: 410 y 41 1 [subrayado propio]).

Esta división económica, si se le permite trabajar al descampado -con la complicidad de la política- reproducirá la desigualdad en todos los órdenes y en mayores magnitudes. La ventaja inicial permitirá (a políticos y empresarios

' Las clases medias se encuentran precisamente al medio, según vean que su destino está ligado a la suene de la una o la otra, tomarán su decisión y adoptarán una posición.

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coludidos) hacerse de todas las ventajas restantes ... sobre todo si no tienen fre- nos y contrapesos. En Estados Unidos y la Unión Europea, donde mas se ha desarrollado el capitalismo, tambien se desarrollaron más la democracia y el Es- tado, limitando, controlando y corrigiendo sus excesos. Por tanto, tampoco es allá donde el capitalismo encuentra sus mayores detractores y convulsiones; sino en sociedades donde no se instalóplenamente ni el capitalismo ni la democracia. Dicho en otros términos: el capitalismo no avanza solo en la carrera, lo hace acompañado de la democracia (ambos se retroalimentan), y si bien tiene un mal congénito, su evolución no es monolitica sino dispar: avanzan más y mejor en los paises donde los implementaron a conciencia, y menos y peor en los paises que asumen la fórmula capitalismo-democracia sin perspectiva histórica; porque el rezago no signijica sólo que van por detrus económicamente. sino que su sistemu político corrige menos, entonces las desigualdades uumentun y se acrecientan haciendo tambalear todo el edificio. En Estados Unidos y la Unión Europea, la triada virtuosa funciona como cemento social entre las clases, permitiendo alentar su lealtad al Estado y así generar sentimientos colectivos de comunidad nacional; mientras en América latina (no tocaré el caso de otras latitudes) las desigualdades generan más bien sentimientos de hostilidad entre las clases y donde las personas anteponen su lealtad de clase a cualquier otra, erosionando de esta forma la triada virtuosa (Aran, 1971; Rex, 1985). Persiste la pirámide hispánica de pocos arriba y muchos abajo y cuanto más aguzada la pirámide, más intensas y hostiles las tensiones. La politica sale del recinto parlamentario para asumir la forma de lu- cha de clases electrizando las calles y eclipsando cualquier otro tipo de conflicto. Parafraseando a Ralf Dahrendorf en Estados Unidos y Europa tenemos clases sin lucha; mientras en América latina tenemos luchas.. . de clases, regionales y étnicas (2005:85 - 109). Allá el caldero social yace templado, mientras en Lati- noamérica está a fuego vivo.

Para responder a la pregunta de partida: las desigualdades extremas ponen candentes las estructuras sociales, que bajo el orden capitalista son de por si caldeadas: se pueden aminorar, pasar de una sociedad piramidal a una en forma de rombo o una "sociedad de clase media nivelada"; pero ahí estará siempre lu herida que, de ser descuidada en su tratamiento, puede terminar en engendro 1

explosión. El capitalismo domesticado en Estados Unidos y sobre todo en Europa resultó el mejor aliado de la democracia; pero el capitalismo salvaje de América latina puede terminar siendo su mayor amenaza. La democracia cabalga encima de un caballo brioso y desaforado 4 capitalismo-, si la política no le ajusta bien las bridas s u raison d'étre-, acabará deformando y convirtiendo a la democracia en una simulación o, de lo contrario, será la 'politicu igualifaria" la que acaburci deformando el capita1ismo.v la democracia. No habrá mayor bienestar, ni mayor libertad, ni mayor estabilidad. Irá dando tumbos en el Tieinpo y haciendo remien-

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dos en el cuerpo llagado de la sociedad. Para las masas decirles que no obtendrán el vino preciado, nada les significa cuando saborean algo de agua fresca, luego de incontables y extenuantes estaciones de ~ e q u i a . ~

Una acotación sobre la relación confrontada entre capitalismo democrático1 socialismo y un hecho presente en buena parte de la historia del siglo XX: quien desee ir mas allá del pluralismo de partidos, la propiedad y la empresa pri- vadas, no sólo encontrará la revolución, sino la contrarrevolución. Magnitud de las metas: "Cuanto más trate de obtener una de las partes en conflicto, tanto mayores posibilidades habrá de que fracase; cuanto más busque, tanto mayor sera la oposición que encuentre en sus contrincantes" (Kriesberg, 1975: 264). Por eso "deberían recordar que por cada revolución que tiene éxito ha habido más contrarrevoluciones victoriosas que han supuesto no sólo el mantenimiento del statu quo, sino frecuentemente una pérdida de lo que se había ido ganando y unos costes tremendos para los que estaban a favor de aquellos cambios radicales" (Linz, 1995: 31).

Pasemos a considerar la tercera cuestión: ¿Qué tipo de riesgo entrañan los movimientos identitarios para la democracia? Herman Hesse escribió que "el hombre es una cebolla de cien telas". No existen por tanto los genes del alma, es decir, elementos constitutivos, primordiales y esenciales del ser humano: no lo son ni la raza, ni la religión, ni la lengua, ni la nacionalidad. ¿Por qué entonces algunos colectivos privilegian una dimensión de su ser (nacional, indígena, reli- giosa, por decir algunas) sobre las restantes, como si esa dimensión fuese el todo y no la parte? ¿Por qué se produce este reduccionismo?

Tres respuestas hila Amin Maalouf en su libro Identidades asesinas: discrim- inación, hostilidad y temor al ~ a m b i o . ~ Presento ahora las dos primeras por su

' Los "igualitarios" tienen para invocar la ética, la justicia social y sobre todo la lacerante realidad de su parte. Su causa es noble y está a la vista de todos. Los capitalistas tienen la economia de su parte: si se debilita severamente el capitalismo, no hay bienestar, sino socialización de la po- breza: todos (o casi todos) ubicados en el último peldano social. ¿Mal de muchos, consuelo de tontos? La vivencia desearradora v obscena de las desieualdades socioeconómicas vuede llevar a ver con buenos ojos la desaparición de la vereda de enfrente: no olvidemos que el sentimiento de clase nace en la comparación de clases, y aquél desaparece si se pierde la comparación (por eso en la ex Unión Soviética prohibían reproducir imágenes del bienestar de las democracias occidentales v sólo se mostraba lo que la uro~aranda dictaminaba). . . - Otra explicación: los fundamentalismos son obra de lideres (políticos o espirituales) que enve- nenan el alma de gmpos. multitudes o pueblos. La objeción: ¿el enemigo invocado en la cm- rada no aportó también con algo para aparecer como el enemigo? Esto no justifica de ninguna manera la agresión que recibe, pero decodificada en las coordenadas perceptivas del otro puede ayudar a resolverlo, pues sociológicamente no podemos dejar de mirar el contexto y sobre todo la interacción. Para decirlo en otros términos, el mal en el alma del hombre no se produce en el

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parentesco. Es decir, cuando sienten que su lengua es despreciable, que su religión es objeto de mofa, que se ininusvalora su cultura, que su identidad está amenazada a cada paso, tenemos una comunidad herida. Entonces se reconoce en lupertenen- ciu mas atacada .C. corivierte esu parte de su identidad udulorida en el e.standarte de su lucha. Exhibe con ostentación los signos de su diferencia. Así constituye un espiritu de cuerpo. Y ese espiritu puede oscilar entre el fundamentalismo ira- cundo o la reparación histórica. El resultado final depende del resto de la sociedad: si continúa la hostilidad, detonará la pólvora del fundamentalismo; si opta por la reparación y la inclusión, empezará a curar la herida y unificar la sociedad dividida -para que no reduzcan ellos su identidar< ríimpoco los otros deben reducirlos u un solojuctor de su identidad, en detrimento de su htrmunidad."'

Ahora queda el temor al cambio. La americaniración de la vida a escala glob- al está forjando en estos grupos o comunidades la percepción de correspondencia entre sobrevivencia = negación = capitulación. Algo así como verse obligadas a borrar sus tradiciones, creencias y costumbres para reescribir otras nuevas, o sea, un suicidio cultural. ¿Qué sienten en el recodo de su alma'! La sensación de que su entorno se transforma, que son un velero a la intemperie y a punto de naufragar en un mundo invasor y ajeno; entonces la identidad y la cultura se les presentan como un punto de anclaje en ese mar bravío y cambiante. Esta reafirmación los salva a ellos pero pone en peligros a los otros.

¿,Como salir de la lógica perdedoresiganadores y evitar que lo sociológico sea una fuente de sufrimientos? Maalouf plantea las luces de un horizonte prom- etedor: la sociedad debe asumir y afirmar la legitimidad de sus múltiples perte- nencias culturales, mostrarlas a través de síinbolos visibles para que cada ciuda- dano encuentre su identidad en una casa común. Nadie debe dejar sus zapatillas en la puerta, más bien en el interior deben esperarle los zapatos que calzará para caminar su vida, pero con todos.

Para concluir este punto. ¿qué se requiere para que la sociedad no salte por los aires? No sólo que se produzca la alquimia democrática, sino un proceso

retiro de la meditación. se ~ roduce en la dinámica de una relación circular (viciada v viciosa) entre dos partes. Por ende, sondear en la percepción del "agraviado" los motivos o incidentes que fueron construyendo su sentimiento de aeravio. y ctimo eso se teie con sus necesidades. - intereses y expectativas, puede ayudarnos a traba¡::: en la Nta correcta: las percepciones mutuas Y la interaccion. Reales o no, cabalgamos sobrc iiiieriras perce~ciones. y en consecuencia, tienen - . . efectos sobre la interaccion. Así se autoalimenta lo que "veo" del otro. con lo que le "hago".

'" El conflicto de clase interpela al sujeto en sii colocación económica y social. mientras el conflicto étnico interpela su ser. No dónde esta a lo largo de la escalera social. sino lo que es. Una persona que se enriquece puede moverse de clase; pero una persona rica de color en una sociedad racista continuará congelada en su estatus y prisionera de su destino etnico. No tiene escapatoria indivi- dual, sólo le queda levantar las barreras de la sociedad (probablemente levantando harricadas).

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alquímico doble: por una parte, la alquimia política, permitir que la transfor- mación de la democracia sustantiva para su recalificación y sobrevivencia- se realice sin retransformar la competencia pacífica en confrontación violenta; y por otra, la alquimia social, pasar de la defensa ciega de mis intereses sin per- spectiva colectiva a la defensa de los intereses particulares dentro del colectivo de los intereses generales, es decir, salir al encuentro del inasible y escurridizo bien común. La jugada resulta ardua por lo exigente y arriesgada: avanzar sin retroceder. Dar un paso adelante sin dar marcha atrás.

LA P E R E N N I D A D D E L CONFLICTO

¿Es posible una sociedad armónica, sin conflictos, sin ningún tipo de antagonismos? La utopía socialista afirmó que Sí. La realidad: distopía. En la ex Unión Soviética 4 mayor intento y el mayor fracaso por construir una sociedad reconciliada- no desaparecieron las clases sociales, se metamorfosearon: los altos mando de la buro- cracia estatal se constituyeron en la nueva clase privilegiada y ejercieron un poder dictatorial en nombre del proletariado y la necesidad histórica. Una vez en el poder resignaron sus viejos sueños de emancipación por "el espíritu de los constructores de pirámides": los sóviets fueron sacrificados por la electrificación, posteriormente los campesinos en aras de la industrialización, finalmente el consumo de todo un pueblo en provecho de la industria pesada. La resultante global: opresión sin pausa y sin límite. La poesía del socialismo dio paso a la tragedia de los faraones: cayó la máscara y emergió un Estado policial romantizado.

Luego, ¿es posible? No, pero hay gradaciones. De este otro lado está el capi- talismo y la democracia, el mal y la cura (parcial). Pero también los despotismos, el mal seguido de otros males. ¿Dónde es preferible vivir? No necesitamos dilu- cidarlo teóricamente, lo dicen las personas con sus pies: donde más se desplazan. Estados Unidos y Europa. Allá la economía produce desigualdad, sin duda, pero también la posibilidad de transformar su valle de lágrimas en un supermercado de consumo, y la política democrática trata de remediar lo primero sin atentar contra lo segundo. ¿Es lo ideal? No y por eso la política opera y continuará ha- ciéndolo. ¿Entonces? "El orden en toda sociedad humana no es otra cosa sino un arreglo normalizado del conflicto; el orden dispone los procedimientos de distribución de recursos, como la riqueza, el prestigio o la autoridad, y define, de ese modo, las formas del conflicto" (Martínez de Murguía, 1999: 23). Es decir, todo orden supone un avance sobre la conflictividad del orden anterior, y a la vez la instalación de su propio campo conflictivo: precisamente por la forma de disponer (priorizar) la distribución de la riqueza, el prestigio y la autoridad escasos, termina levantando los puentes colgantes para unos y bajándolos para otros." El objetivo general, en todo caso, consiste en superar los conflictos más

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riesgosos y amenazantes, de primera magnitud, para pasar a los menos riesgosos o de segunda magnitud.

Ya se puede apreciar: no hay arreglo definitivo n i siquiera teóricamente-, más bien lo que puede existir son arreglos principales (por lo elementales y ur- gentes) respecto al anterior orden y la (inevitable) producción de desarreglos se- cundarios respecto al vigente. En esto consiste la fuerza productiva de los con- flictos: en hacer avanzar a las sociedades, no en llevarlas a un estado idílico de postración paradisiaca. ¿Desaparecerán los conflictos de clase? La respuesta sólo puede ser abordada caso por caso. En Estados Unidos y la Unión Europea el mal- estar (la herida capitalista) de la desigualdad ha sido conjurado con el bálsamo del bienestar económico y la participación democrática, "resolviéndose" de esta manera su dimensión contenciosa y hostil. Pero, ¿y si se degrada sostenidamente el bienestar colectivo y se desfigura la participación democrática?

Ningún conflicto desapareció ni está superado del todo, es decir, estructural y definitivamente. El caldero social se cuece, en unos casos, a fuego lento, en otros, a fuego caldeado. Es el caso de América latina y sus democracias de alta tensión, los conflictos de clase (integrados a los étnicos en el caso de Bolivia, Ecuador y Perú) parecen salir del trasfondo escénico donde los tenía confinada la historia para reasumir el protagonismo. Y a su paso marcial todos los demás grupos y conflictos palidecen. El conflicto de clase no se ha evaporado.I2 En Es- tados Unidos y la Unión Europea se mantiene congelado, mientras en América latina se puso en ebullición. Está presente en todas las sociedades, sólo que en unas se mantiene desactivado mientras en otras (ajuste neoliberal de por medio) terminó por activarse. En esto también se diferencian las sociedades ... en sus énfisis. Nada está resuelto de una vez y para siempre, los arreglos valen lo que valen para las personas que los acordaron, otras personas pueden muy bien pasar a desarreglarlos. Y "si lo político tiene la función de regular el conflicto social, lo social ha demostrado reiteradamente ser capaz de eludir la labor apaciguadora de lo politico" (Levy, 2002: 15). Lo dicho: toda sociedad es un caldero, la diferencia estriba en la intensidad o el énfasis de la calda.

" Precisamente se priorira porque los recursos son escasos. Si la abundancia fuera infinita, habría de todo para todos y no cabria el criterio de apurar segun una jerarquía: ¿,que le toca a quien primero'? Por desgracia no sucede as¡. El mundo de la escasez manda priorizar y quien dicc prio- ridad dice relegamiento o exclusión. Por eso Chantal Mouffe plantea que "todo orden es politico y está hasado en alguna forma de exclusión" (2007: 25).

': "Los actores colectivos han de formarse y movilizarse de modu quc los individuos que son siis miembros sientan suficiente lealtad hacia ellos como para anteponer su compromiso con esta nueva agrupación a todo lo demás. Esto quicre decir que no deben mdniiestarse apáticos, que han de estar dispuestos a renunciar a lealtades anteriores y que incluso han de anteponer su lealtad a la clase o al grupo en conflicto a su lealtad al Estado" (Rex, 1985: 103).

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La novedad histórica muestra que no hay novedad antropológica: la imper- fección de lo humano dejinird mientras seamos humanos la perfectibilidad de las sociedades, asi como la ignorancia congénita de los hombres define su sed de conocimiento. Las sociedades están hechas a escala humana, son lo que son los hombres. Unos mejores y más excelentes que otros, unas mejores y más satisfac- torias que las otras. Pero nadie, así como ninguna sociedad, se puede arrogar el acabamiento divino. No existe el paraíso, pero eso no significa que todo sea equi- parable, pues de ahí hacia abajo hay mucho trecho donde ubicarse y para recorrer. Existen estadios donde es más agradable vivir (Europa y Estados Unidos) y otros donde resulta insoportable porque casi es posible sentir las llamas inclementes del infierno (Beirut, Guinea-Bissau, Ruanda). ¿Los de arriba tienen asegurado su sitial por toda la eternidad y los de abajo su destino miserable? Ni lo uno ni lo otro, si los primeros juegan a desandar y los segundos a andar, la ecuación puede alterarse. Los dados no han sido lanzados de una vez y para siempre, el resultado dependerá siempre de lo que cada generación haga respecto a la precedente: si acertó, continuar y mejorar su tarea; si acaso erró, corregir la obra para mejorar la sociedad.

La sabiduría de los hombres y las sociedades -tampoco resulta una nove- dad-, consiste en aprender de los callejones sin salida y de las experiencias ajenas -si esto es posible-, para evitar desandar.. . y sangrar. Más bien, andar y gozar. Y despertar de la creencia humana. ;demasiado humana!, de pensar que existe incubando en el vientre de la historia un huevo espléndido que alumbrará un buen día unfituro portentoso.

LA VITALIDAD D E LA DEMOCRACIA

Paradoja: la democracia goza de una mala salud de hierro. Ya dijimos que la democracia es un "régimen ruidoso", por doble partida, mantiene viva la compe- tencia por el poder -aunque se trata de un conflicto pacificado, pero lo que está en juego (nada menos ni nada más que el poder de gobierno como su recambio de personal por los mejores puestos) lo dota de aspereza y virulencia- y porque permite la irrupción de los conflictos sociales. Y cuando uno y otros parecen desbordarla, sentimos su fragilidad, a veces, inclusive su impotencia; entonces evidenciamos su "mala salud", pues parece pronta a colapsar. Da la impresión de un equilibrista a punto de caer de lo alto de una cuerda floja. ¿Y de "hierro"? La democracia consiente que los conflictos latentes se hagan manifiestos, expresen a cielo abierto y de cuerpo entero su sintomatología; pero una vez que dejaron de ser larvados para asumir su carácter público, permiten que el poder político (y la propia sociedad) cobre conciencia y pase a la acción. La respuesta puede ser la

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aplicación de una o varias reformas, dependiendo de la gravedad de lo visto. Lo fundamental: la democracia al permitir la visibilidad o revelación del conflicto, no enceguece al poder político, más bien debiera alertury rrtroolimentarlo. Y, si además el poder político toma para si la lucidez, podrá emprender el camino del cambio social, que, una vez que se abre paso y se institucionaliza, integra a los grupos de protesta, porque al ser concedidas (en parte o totalmente) sus demandas, aumenta (en parte o totalmente) su lealtad al sistema - la relación es directamente proporcional-. En consecuencia, la democracia pasa a gozar de una salud de Iiie- rro. Lo que permite disfrutar de ella o no, como se ve. no es haber alcanzado un estadio histórico feliz, sino haber respondido a las demandas legitimas y sentidas de cambio social, sobre todo aquéllas que responden al ser y la sensibilidad de la democracia.. . con cambio, no con cerrazón y soberbia negadoras. No debiera extrañamos entonces que la democracia se trate de un sistema político estridente, agitado y de un "efecto ansiógeno" indudable. Para quienes desean puertos más calmos, sin duda, la democracia no ofrece un clima benigno para los nervios.

A la democracia, y más concretamente a la política deinocrática, denomina- da por Raymond Aron como "arte" por tratarse de un artificio. pues domeña las pasiones políticas en el recinto parlamentario; preferimos denominarla más bien como alquimia para resaltar su cualidad transformativa: transmuta la experiencia de la toma sangrienta del poder y la represión (esos barros enlodados de sangre) como método de sostenimiento del régime~i, por la competenciapacijicu por el gobierno y el buen gobierno (por estos oros de paz). es decir, se convierte en tributaria de la vida como valor supremo frente a la iiiuerte como árbitro de la "razón politica" dominante. Y transforma los dualismos irreductibles y confron- tativos en acuerdos integrativos, vale decir, construir mediante la razón, la sensi- bilidad y la voluntad, lo que el dogmatismo y la pasión pueden destruir.

Alquimia, sin duda, alquimia concreta la que ejecuta dia a día la democracia, novel maga que transfigura las guillotinas, los campos de concentración, el con- finamiento, en urnas plagadas de votos y de esperanzados ciudadanos, prueba de la infinita y prodigiosa creatividcid humana que arrancó un luminoso dia en un pueblito griego llamado Atenas.

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