alonso - el pensamiento de martínez de osma

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 © Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev . filos. 12, 2010, pp. 173-208 EL PENSAMIENTO DE MARTÍNEZ DE OSMA: DE LA RECEPCIÓN TEOLÓGICA A LA RECEPCIÓN HISTÓRICO-FILOSÓFICA The Thought of Martínez de Osma: From Theological Reception to Historical-Philosophical Reception Pab lo L. ALONSO BAELO Universidad de Salamanca BIBLID [(0213-356)12,2010,173-208] Fecha de aceptación definitiva: 20 de febrero de 2009 RESUMEN En este artículo mostramos las líneas de investigación que se han seguido en la recepción del pensamiento de Martínez de Osma. La más importante de estas líneas es la recepción teológica, centrada en la condena a su doctrina sobre la confesión y en la renovación del método teológico. A partir del análisis de esa recepción y concediendo más importancia al aspecto aristotélico de su pensamiento, intentaremos exponer la necesidad de una recepción dentro de la historiografía filosófica de los procesos de constitución del sujeto moderno y dentro del pensamiento político republicano. Palabras clave: T eología, Conciliarismo, Republicanismo, Humanismo Cívi- co, Aristotelismo, Ma rtínez de Osma, Alfonso de Madrigal, Historia de la Filo- sofía, Filosofía Política. ABSTRACT In this article we show the research lines followed in the reception of the thought of Martínez de Osma. The most important of these lines is the theological ISSN: 0213-3563

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Pensamiento renacentista

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  • Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 12, 2010, pp. 173-208

    EL PENSAMIENTO DE MARTNEZ DE OSMA:DE LA RECEPCIN TEOLGICA A LA RECEPCINHISTRICO-FILOSFICA

    The Thought of Martnez de Osma: From Theological Receptionto Historical-Philosophical Reception

    Pablo L. ALONSO BAELOUniversidad de Salamanca

    BIBLID [(0213-356)12,2010,173-208]

    Fecha de aceptacin definitiva: 20 de febrero de 2009

    RESUMEN

    En este artculo mostramos las lneas de investigacin que se han seguidoen la recepcin del pensamiento de Martnez de Osma. La ms importantede estas lneas es la recepcin teolgica, centrada en la condena a su doctrinasobre la confesin y en la renovacin del mtodo teolgico. A partir del anlisisde esa recepcin y concediendo ms importancia al aspecto aristotlico de supensamiento, intentaremos exponer la necesidad de una recepcin dentro de lahistoriografa filosfica de los procesos de constitucin del sujeto moderno ydentro del pensamiento poltico republicano.

    Palabras clave: Teologa, Conciliarismo, Republicanismo, Humanismo Cvi-co, Aristotelismo, Martnez de Osma, Alfonso de Madrigal, Historia de la Filo-sofa, Filosofa Poltica.

    ABSTRACT

    In this article we show the research lines followed in the reception of thethought of Martnez de Osma. The most important of these lines is the theological

    ISSN: 0213-3563

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    reception, focused on condemning his doctrine on confession and on the renewalof the theological method. Based on an analysis of this reception and concedingmore importance to the Aristotelian aspect of his thought, we attempt to posethe need for a reception within philosophical historiography of the processes ofconstituting the modern subject and within Republican political thought.

    Key words: Theology, Conciliarism, Aristotelism, Republicanism, Civic Huma-nism, Martnez de Osma, Alfonso de Madrigal, History of Philosophy, PoliticPhilosophy.

    Se cree que Pedro Martnez de Osma naci en la dicesis de Osma en 1424y que ingres en 1444 en un Colegio de San Bartolom muy cercano a lascorrientes aristotlicas que haba introducido Alfonso de Madrigal, antiguocolegial y rector de San Bartolom. Parece que hizo la licenciatura en Artes y,una vez que obtuvo la ctedra de Filosofa, curs el bachillerato y licenciaturaen Teologa. A partir del 18 de septiembre de 1457, como maestro en Artes,lee y explica en la ctedra de Filosofa Moral. El 12 de junio de 1463 alcanza lactedra de Prima Teologa, que regentar hasta 1478. Con ese nombramiento cul-mina sus aspiraciones acadmicas, pues obtiene el ms alto puesto de la funcindocente y el gran reconocimiento cientfico que lleva aparejado. Pero Osmano se detiene en el estudio y en la lectura, sino que participa activamente enla vida administrativa de la universidad, aspecto en el que tambin obtiene elapoyo y reconocimiento de sus colegas, en la medida que es nombrado rei-teradamente catedrtico diputado. Pero con la publicacin en 1476 de susdoctrinas sobre la confesin y las indulgencias, comienza la etapa ms abrumado-ra de su vida: el 15 de diciembre de 1478 se condena y se declara hertica laobra en Zaragoza; el 24 de mayo de 1479 se promulga otra sentencia condena-toria tras el proceso de Alcal, en la que se ordena la quema de su obra sobrelas confesiones; y el 29 de junio de 1479 Osma se retracta en Alcal y se le pro-hbe la entrada en Salamanca durante un ao. Osma muere en el destierro deAlba de Tormes el da 16 de abril de 1480.

    Pedro Martnez de Osma fue un eminente telogo en un mundo donde laTeologa era el canon y el criterio del saber; todo lo empapaba y lo llenaba consu aliento. Pero, Osma tambin fue un sagaz comentador de Aristteles, capazde proyectar sus investigaciones polticas sobre los episodios de su poca. En unapoca donde las cuestiones teolgicas afectaban a la distribucin y el ordendel poder social, la resolucin de tales cuestiones no constituan ni muchomenos una disputa especulativa, sino que afectaban a la estructuracin de lasociedad. Sobre esta estructuracin haba ya Osma lanzado algunas reflexiones,pues haba comenzado a estudiar al hombre y a la sociedad desde sus lecturasaristotlicas. Sin embargo estas reflexiones han pasado largo tiempo ocultas y se

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    han perdido para la historiografa filosfica, pues su condena entra dentro deljuego de la definicin de las verdades teolgicas, una definicin que se resuelvea lo largo de la historia a partir de la definicin de la tradicin de la Iglesia y elcampo que estudia y reescribe esa historia legitimndola es la teologa.

    En este trabajo intentaremos mostrar lo relevante que sera una recepcin ylectura de la obra de Martnez de Osma a partir de la historia de la filosofaprctica, pues se requiere para completar el conocimiento de las significacionesy comprensiones que en el final de la Edad Media y en el Renacimiento estabanintentando, desde su pluralidad polmica, dar sentido a las experiencias y a loshorizontes de posibilidad de ese momento histrico. Ello es importante porquela subjetividad moderna y su comprensin del hombre, la sociedad y la polticaprocede de una sntesis y reduccin de la complejidad semntica que se gene-r en la resolucin de aquellas polmicas. Para ello partimos del anlisis dela insuficiencia de la recepcin teolgica de su pensamiento y mostramos cmoa partir de la clarificacin de esa insuficiencia la recepcin histrico-filosficase vuelve necesaria.

    1.

    Aunque la labor intelectual y filosfica de Martnez de Osma ha pasadolargo tiempo desapercibida, quedando su memoria relegada al olvido, cabe afir-mar, sin ningn gnero de dudas, que desde la celebracin del quinto centena-rio de su muerte, han crecido las investigaciones y la atencin dedicada a sufigura. La publicacin conmemorativa del Centro de Estudios Sorianos1 marcaun hito en la recuperacin de su labor intelectual. En ella Goi Gaztambidelleva a cabo una exhaustiva exposicin del estado en el que se encuentra lainvestigacin y el conocimiento de su obra2. Fras Balsa nos ofrece un catlogo desus obras3 aunque ya antes haba publicado algn artculo sobre su biografa4.Otros autores destacan la centralidad de Osma a la hora de estudiar las bases delsurgimiento de la Teologa moderna5, su vinculacin con los nuevos tiempos y

    1. Pedro Martnez de Osma ( 1480): homenaje en el V centenario de su muerte,Soria, Centro de Estudios Sorianos. Esta publicacin se corresponde con el monogr-fico de Celtiberia (1980), 30.

    2. GOI GAZTAMBIDE, El estado actual de los estudios...3. FRAS BALSA, Obras de Pedro Martnez de Osma...4. FRAS BALSA, Pedro Martnez de Osma, catedrtico...; y Pedro Martnez de

    Osma: Vida y obras.5. GONZALO MAESO, La Escriturstica..., pp. 117-129; y ANDRS MARTN, Antiver-

    bosismo en Pedro Martnez de Osma..., pp. 131-138.

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    las nuevas tcnicas en la produccin y difusin del saber6, o comienzan a referira las dimensiones polticas de su pensamiento, aunque sea de un modo insegu-ro y cuestionable7. Tambin encontramos la presentacin de la Conclusio PetriOsma anni LXIII y las Conclusiones disputandae cum Pedro de Ocaa8, as comola edicin de tres sermones9. Sin embargo, la publicacin seala y tambinmuestra la existencia de graves deficiencias en el conocimiento o en la inves-tigacin de la labor del maestro salmantino, que afectan a la misma posibilidadde abrir lneas de investigacin rigurosas.

    El Homenaje manifestaba explcitamente que se requeran un conocimien-to crticamente ms fundado de su biografa y una recuperacin y edicin de subibliografa; ambas labores necesarias para conocer sus vinculaciones persona-les e intelectuales, as como su insercin en los contextos de produccin delsaber y en las polmicas sociales e intelectuales de su poca. En la subsana-cin de esta deficiencia han venido trabajando desde entonces diversos investi-gadores, pero el ensayo ms completo y meditado es el que presenta LabajosAlonso en la Primera Parte de su edicin del Compendium super sex librisMethaphysicae10. Este trabajo no slo perfila la trayectoria vital de Martnezde forma rigurosa y crtica, sealando los puntos polmicos o problemticos,dando razones e indicando fuentes para su resolucin, sino que se nos ofreceun completo y crtico catlogo de sus obras, as como sus ediciones actuales,junto con una amplia exposicin de su labor acadmica y docente. Sin embar-go, por razones obvias, es preciso sealar que desde 1992 hasta la fecha hanaparecido nuevas ediciones que vienen a completar la recuperacin y edicin dela obra de Martnez de Osma. Fuertes Herreros y Panchn Cabaeros han publi-cado una traduccin y edicin crtica de dos opsculos del de Osma contra losverbosistas: Respuesta a algunos disparates de dos verbosistas de esta poca11y Dilogo en el que se muestra que los fundamentos de la filosofa humana, enlos que se apoyan los verbosistas, generalmente fallan en la Teologa12. El mismoLabajos ofrece, junto con Flrez Miguel y Garca Castillo, la traduccin y

    6. ROMERO DE LECEA, El Maestro de Osma en el transito..., pp. 89-98.7. BARTOLOM MARTNEZ, Pedro Martnez de Osma, las regalas hispnicas...,

    pp. 139-152.8. GOI GAZTAMBIDE, Conclusiones y nuevas obras...9. REINHARDT, [et al.], Tres sermones...

    10. MARTNEZ DE OSMA, Pedro de Osma y su comentario a la metafsica..., pp.15-86.

    11. FUERTES HERREROS y PANCHN CABAEROS, Pedro Martnez de Osma: Res-puesta a algunos disparates...

    12. FUERTES HERREROS y PANCHN CABAEROS, Dilogo en el que se muestra quelos fundamentos de la filosofa humana...

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    edicin crtica del De officio milities13. Tambin Labajos, fruto de su dedica-cin a este autor, ha editado en 1996 el Comentario a la tica de Aristteles14.Sin embargo, la novedad ms sealada es la que se refiere a la deteccin de unanueva obra de Martnez de Osma: el Comentario a la Poltica de Aristteles15.Esta obra, que generalmente se haba venido atribuyendo a Fernando de Roa,ha de ser considerada como una obra conjunta de Osma y de Roa. En su presen-tacin de la edicin del Comentario16, Labajos parece demostrar, a partir de unexhaustivo trabajo filolgico, que la base, estructura y orientacin del texto edi-tado por Martn de Fras es obra de Martnez de Osma. Roa tom para su labordocente e inquisitiva el trabajo de Martnez de Osma y lo fue ampliando y com-pletando, probablemente en virtud de las exigencias docentes e intelectuales.Debido a esto y a que fue Roa quien comenz a preparar la edicin del textoque llevara a la imprenta su discpulo Fras, la obra pas por ser creacinexclusiva de Roa. As pues, aunque no contamos con la edicin crtica y reuni-da de todas sus obras, en estos ltimos treinta aos tenemos editadas crtica-mente sus obras filosficas ms importantes y una parte de los opsculos yfragmentos que se conservan17. Sin embargo, en lo que se refiere a estos lti-mos, sera necesario completar su edicin y reunirlos en una nica publicacin.

    2.

    Aun as, concluir la edicin de sus obras slo ofrece la base para recuperarsu pensamiento y su labor intelectual, pero no permite, por s sola, alcanzaruna valoracin apropiada de la importancia de ese pensamiento Esta compren-sin depende en gran medida del modo de la recepcin de sus trabajos; unarecepcin apropiada slo ser posible si consigue liberrsele del proceso decensura al que se vio sometido y que encontramos reproducido en casi todoslos estudios que se le han dedicado. Tomar como punto de partida su doctrinasobre la confesin, las indulgencias o el poder de las llaves como un error delque ha de excusrsele para revalorizar y vindicar la calidad y autoridad de suobra, no slo es una grave deficiencia que muestra su recepcin antes, despusy en 1980, sino un obstculo que enturbia el conocimiento cientfico de la

    13. MARTNEZ DE OSMA, Pedro de Osma y Fernando de Roa: Comentario a la pol-tica...

    14. MARTNEZ DE OSMA, Comentario a la tica...15. MARTNEZ DE OSMA y ROA, Pedro de Osma y Fernando de Roa: Comentario a

    la poltica...16. Idem, pp. 7-6517. Ver Apndice bibliogrfico.

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    significacin de su pensamiento, ya que frena e impide que se extienda el inte-rs de tal recuperacin ms all de la mera curiosidad histrica o de la aficinelectiva. Prueba de ello es que hasta hace bien poco su conocimiento ha que-dado encerrado dentro del mbito de reflexin de la teolgica cristiana sobresu propia historia y sobre su pretendida labor anglica de definicin y preci-sin de una verdad radicada en su mundo privado de fe.

    En 1980, ms all de ofrecer una serie de estudios sobre el de Osma ouna descripcin del estado de la investigacin sobre su pensamiento, se convo-caba a los posibles lectores del Homenaje a empear su tiempo mortal y susesfuerzos finitos en la tarea de recuperar la labor del insigne maestro salmanti-no, pero no se ofreca ninguna razn relevante para ello ms all de la meracuriosidad o del crculo teolgico. No decimos con ello que toda labor cien-tfica tenga que tener un valor utilitario inmediato, pero s ha de tener un valorpragmtico; y esto refiere al destino de las humanidades en nuestro mundo y,en concreto, al destino del conocimiento histrico, pues no hay que olvidar lavinculacin que la produccin de saber tiene con la gnesis y despliegue delos poderes sociales en los que nos constituimos, desempeamos y proyectamosinstituyendo los diferentes planos y redes de nuestro mundo comn. Pareceque si la historia tiene especial relevancia dentro del proyecto moderno e ilus-trado, entendido como un proceso de llegar a alcanzar conciencia incluso deaquello que nos es indisponible, es porque en ella se trata de adquirir concien-cia de cmo y por qu hemos llegado a ser lo que somos, ante qu hemos de serhumildes y asumir nuestros lmites y ante qu valientes y controvertir nuestraslimitaciones. Descubrir la significacin histrica de un texto sera determinaren que medida ese texto nos ayuda a ampliar esa conciencia y a iluminar nues-tra condicin. Demandar la investigacin de una labor intelectual sera mostrarlas razones, hipotticas si se quiere, de por qu el estudio de esa labor nosayuda a comprender mejor el devenir de los hombres y las sociedades que hoysomos, permitindonos adquirir una mayor responsabilidad sobre nosotrosmismos y nuestro destino, o al menos promoverla.

    Puede considerarse esto un mero excurso retrico y quiz sea bueno que asse considere, pero lo que intenta plantear es que la investigacin cientfica den-tro del mbito de las humanidades no puede caer en un mero bucle autorrefe-rencial y privado, si es que quiere sobrevivir como disciplina de ciencia y decultura. Nadie busca el mero saber por el saber, ni siquiera el nuestro Arist-teles, pues la bsqueda del saber tiene que ver ms con el florecimiento huma-no, sea alegra o felicidad, que con la mera curiosidad o contemplacin, ya seadel bien supremo o de un pergamino polvoriento. Por ello, hay que tener muyen cuenta que en su poca aunque quiz ya no en la nuestra o no de un modorelevante, el problema de la confesin o de las indulgencias no es una meracuestin de fe y religiosidad, sino de ordenacin y estructuracin de los poderes

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    sociales; hecho que se descubre cuando Lpez de Salamanca reprueba la doc-trina de Osma sealando que su doctrina niega el orden establecido por Diospara que las criaturas alcancen sus fines; orden que se sustancia en la estructu-ra jerrquica del reino y de la Iglesia, orden que garantiza la justicia en el fin desus decisiones y realizaciones; semejen lo que semejen, siendo tan slo intere-sante para su legitimidad su sola proclamacin, sea el Viva el Rey! o elTenemos Papa!18. Lgica, por otro lado, que impone la ms pura defensadel consecuencialsimo relativista, dejando a un lado cualquier bien, valor o jus-ticia que quepa dentro de una cabeza humana, al afirmar la ms frrea defen-sa de la bruta dinmica del poder, pues aunque afirma la obligacin del podera unos valores y principios absolutos y mantiene que es su observancia la queconstituye su legitimidad, sea ese valor definido como un mejor acceso al SumoBien, o sea definido como la eleccin directa del sujeto del poder por Dios paracumplir sus planes, afirma una obediencia ciega, sin referencia a ningn valoro principio tico o moral, ya que en el mejor de los casos esos valores absolu-tos e incontrovertibles slo son interpretables, comprensibles y decidibles en suprctica por aquellos que ya cuentan en su capital con los resortes y energas de

    18. Para probar la efectividad de las indulgencia y fundamentar su acuerdo conla verdad mantenida por la Iglesia, Lpez de Salamanca desarrolla la fundamentacinteolgica del poder, a partir de textos no poco reveladores: Por m los reyes reinan ylos magistrados administran justicia, Prov., 8, 15; Somtanse todos a las autoridadesconstituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, porDios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad se resiste alorden divino, Rom., 13, 1-2. De este modo se seala que la negacin de la efectividadde las indulgencia supone negar la legitimidad y autoridad del Papado para conceder-las, lo que viene a ser negar su carcter vicario dentro del plan de la providencia paraconducir las cosas a su fin, negacin que se combina con la negacin de la infalibilidad.Pero hay ms, se le pinta no slo contraviniendo el orden divino y oponindose a Diosmismo, sino tambin a los poderes terrenales, es decir, al orden social y poltico. Noslo lo seala como hereje, sino como rebelde o sedicioso. Est claro que en el fondohay, a nuestros ojos, una conversin de la injusticia o de la tirana en justicia, en la medi-da que stas son condiciones necesarias para desarrollar el plan divino, es decir, son enltimo termino justas. Los que se revelaran contra ellas seran as mismo injustos, lo quecasa muy bien con la idea de Judas, es decir, que Dios usa a los injustos para generarjusticia y extender su amor; ello nos da que usa a los justos para mantener la injusticia,mientras sea necesaria. Aunque en el fondo, no hay injusticia, no tiene ser, ya que todotiene su ajuste en la resolucin final del plan. En el fondo se defiende la tesis contraOsma de que el poder, tanto sacro como profano, es el poder y ha de ser obedecido entanto es poder. Por ello, a su entender Osma est atacando la fundamentacin sagradadel poder poltico, cuestin que no est desligada de la fundamentacin de las indul-gencias y del poder papal. Ver: LPEZ DE SALAMANCA y MARTNEZ DE OSMA, La confe-sin y las indulgencias..., pp. 43-46.

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    ese poder, y en el fondo para el mantenimiento asegurado del mismo. As, en lalectura teolgica actual de esta cuestin se llega a afirmar que la oposicin a unabula de cruzada es hereja o camino hacia ella, pecado en suma, porque se apar-ta de la verdad de la Santa Madre Iglesia; pero, seguidamente, no se tiene empa-cho alguno en afirmar que, ms all o ms ac del camino, la verdad y la vida,slo se trata de la extrema utilidad de las bulas para combatir y matar al hom-bre de ms all de la frontera, al fin infiel y condenado, amenaza de la civiliza-cin y de la fe19. Hay que estar seguro y saber mucho, casi todo, sin dejar lugara una mota escptica, para lanzar estas afirmaciones emparejadas sin rubor nivergenza, pues si, en el fin, no se manifiesta escatolgicamente, en todos sussentidos, el plan divino tal como es ledo por la viga del ojo del poder, contrala intuicin de Natn, por ejemplo, en el caso de que haya tal plan, todos lossantos y los descargados de hombros por indulgencias claviculares son tan slocriminales y bandidos de la peor calaa.

    Aqu reside, pues, la gran deficiencia mostrada, inconscientemente, por lapublicacin de 1980 y repetida por los trabajos teolgicos que han venido guian-do la recuperacin del pensamiento del maestro salmantino; esta deficienciaconsiste en encerrar la originalidad de su produccin dentro del error de unasdoctrinas herticas y, en el mejor de los casos, en resaltar su vala por introdu-cir en el estudio salmantino la renovacin de los estudios teolgicos descar-gndolos del manierismo verbosista y sutil de un nominalismo decadente.Esto se hace defendiendo su excelencia al citar noticias contemporneas sobre supersona20, pero sin dejar de afirmar que, dadas sus limitaciones y lo ingente dela tarea, no pudo llegar a buen trmino, al no poder alcanzar a combinar todosestos elementos con seguridad y destreza. Se llega incluso a afirmar que fue estefracaso, entre otros factores, el que le condujo a errores doctrinales y faltas con-tra la verdad de la fe y del dogma21, por lo que aquello que se le concede porun lado, se le resta por otro. Y esto ltimo se constituye en el elemento bsicode todas las polmicas, a saber: cul fue el factor determinante de su error y de

    19. Elementos estos que veremos ms abajo al exponer el anlisis de GoiGaztambide.

    20. En casi todos los estudios aparece la recurrente y cargante cita de Nebrija enla que valora su vala intelectual, que slo demuestra la estima y respeto que se le tena,si la vinculamos con el apoyo dado por el general del estudio salmantino durante el pro-ceso. Adems seala hacia la amistad o al menos relacin entre ambos, cuestin staque es la que debe ser explorada, pues el halago no tiene necesariamente que respon-der a la verdad, por mucho que sea Nebrija quien halague. Una muestra ms de cmo,en gran parte de los estudios realizados se corta el hilo y se tira el ovillo.

    21. Esta posicin es la que mantiene Melquades Andrs, como veremos msabajo.

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    su deslizamiento hacia la hereja? Pero, quiz antes de exponer las diferentesposiciones de los investigadores del pensamiento teolgico, sera mejor sealarcules fueron los errores, que slo se conservan en las censuras de sus acusado-res22, para indicar despus cules pueden ser los rasgos caractersticos de unaposible recuperacin de su figura dentro de la historia de la filosofa, apoyn-donos en las deficiencias e inconsistencias que para la comprensin de su pen-samiento ha manifestado su recepcin teolgica, pero sin despreciar su trabajodocumental.

    3.

    Respecto a la confesin y a la absolucin afirma Osma que no son institui-das por derecho divino, sino por derecho eclesistico, dado que tienen unafinalidad puramente disciplinar, a saber: mantener y restaurar la relacin, noentre el hombre pecador y Dios, sino entre el pecador y la Iglesia. Estableci-do de este modo, el sacramento se defiende como un instrumento para mante-ner reunidos a los fieles en la Iglesia de Cristo. Por ello afirma que los pecadosde los hombres slo alcanzan perdn a partir del acto sincero de contricin yenmienda, en la que el sacerdote slo acta como consejero y apoyo, y no comomediador entre Dios y el hombre. Visto as, el sacerdote aporta ayuda a lacomprensin del pecado y a la gnesis en el alma del pecador de la disposicinapropiada de la contricin y propsito de enmienda. Con ello el individuo esten disposicin de ingresar de nuevo en la comunidad de la Iglesia y participarapropiadamente en sus actos. El perdn, en lo que respecta a los deudos paracon Dios, se alcanza, pues, slo a partir de la reconversin hacia Dios, de modoque la absolucin con respecto a esos deudos queda encerrada en el misterio dela relacin de amor entre el pecador y Dios, as como la condonacin o no deltrnsito por la purgacin o purificacin de los pecados perdonados tras lamuerte, sea esa condonacin parcial o total. Elementos sobre los que el hom-bre no puede entrar a juzgar, dadas sus limitaciones. Por otro lado, la peniten-cia que se impone a partir de la relacin entre el confesor y el pecador slo sirvepara mantenerse en el seno de la Iglesia.

    El corolario de estas consideraciones es que el perdn ocurre a partir de unamisteriosa relacin entre el hombre y Dios, que no puede ser resuelta ni determi-nada por ningn poder humano, de modo que la accin del sacerdote o de cual-quier otra dignidad eclesistica no absuelve al hombre, sino que ayuda en elproceso de contricin y re-conversin hacia Dios y solicita o pide humildemente

    22. Ver Apndice bibliogrfico.

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    por la absolucin o por la liberacin de todo vnculo con el pecado cometido.La penitencia impuesta tiene, al igual que el sacramento completo de la confe-sin, el sentido de predisponer la disposicin psicolgica para alcanzar plena-mente la contricin y la enmienda y la misin de reparar el vnculo del pecadorcon la comunidad de fe que es la Iglesia a partir de una especie de conmutacin;reparado el vnculo el hombre recibe todos los beneficios y mritos ganadospara la Iglesia por la accin de Jesucristo y de la santidad de sus activos; tesoroque Osma parece no negar, aunque s parece cuestionar que sea posedo en usu-fructo vicario por la Iglesia de Roma.

    En este sentido, la confesin y las penitencias tienen un carcter netamen-te disciplinario o legal, habituador, y las indulgencias, el otro aspecto de la pol-mica, el carcter de una amnista, una liberacin del seguimiento, en ciertasocasiones y bajo ciertas condiciones, de esa disciplina reparativa. Debido a esto,las indulgencias no aprovechan inmediatamente a la salvacin ni de vivos ni demuertos, ni a la absolucin directa de sus pecados. Si la funcin del clero den-tro de la Iglesia reside, pues, en el mantenimiento de las normas disciplinariasy administrativas que mantienen unida a la comunidad de fieles a travs deltiempo, entonces sus determinaciones son apropiadas o no respecto a la con-secucin de tal fin, por lo que no tienen el carcter de jueces de los fieles, sinoun carcter de magistrados y, por tanto, las indulgencias no son ms que un ins-trumento establecido en esa funcin y para la satisfaccin del fin que busca, porlo que no pueden liberar de las penas que escapan a su jurisdiccin ni a loshombres que ya se encuentran fuera de la misma, aunque pueden resultar ti-les o no, dependiendo del estado del siglo, hecho que se muestra, segn Osma,en que no han existido desde siempre. As, si es verdad esto, su aplicacin o elmodo de su institucin por parte del cuerpo administrativo, la Iglesia de Roma,puede ser errada o acertada, til o daosa, ortodoxa o hertica. De hecho, lamagistratura de la comunidad de la Iglesia, del grado ms alto al ms bajo,puede errar y caer en hereja, pues la infalibilidad reside en la Iglesia Univer-sal, as como los mritos y beneficios de Cristo y el famoso poder de las llaves,aunque algo recortado, como es evidente tambin residen, indivisiblementey sin grado alguno, en la comunidad de los fieles, como totalidad. La IglesiaUniversal, por otro lado, es la nica que puede establecer los estatutos porlos que se rige la Iglesia de Roma y conforme a los cuales ha de guiar su actua-cin, pues es la nica autoridad segura, Iglesia Universal que suena demasia-do a Concilio Universal, como para dudar de a qu se refiere el oxomense conese nombre.

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    4.

    En trminos generales, si no hemos errado en nuestra exposicin23, estosson los errores doctrinales para los que se trata de encontrar una explicacin,es decir, de descubrir de dnde proceden, de quin pudo tomarlos, o bsica-mente y en lenguaje llano: quin se los meti en la cabeza aprovechando un des-liz o confusin de su inteligencia. As, aunque Menndez Pelayo seala que sudoctrina recoge los ecos de Wiclif y de los Husitas, as como tambin de losValdenses, por lo que lo convierte en el primer protestante espaol, no analizamucho ms la gnesis de sus doctrinas, salvo para distinguirla de la manteni-da por Alfonso de Madrigal en su Defensorium trium propositionum, salvandoas a este ltimo de toda heterodoxia. Sin embargo, esta procedencia es critica-da por Melquades Andrs24, que defiende que sus doctrinas tienen ms que ver

    23. Hemos optado por ofrecer una sntesis de las proposiciones condenadas, lo queno est exento de interpretacin. Tendemos a interpretar su sentido a partir de lasdescripciones indicadas por los telogos que han investigado estas cuestiones, y de nues-tras lecturas de los comentarios aristotlicos, pues son desde esas posiciones desdedonde se nos clarifican. Difcilmente podramos describirlas sin entenderlas y tal comolas entendemos las enunciamos. Sin esta lectura no podramos ms que construir unamera lista, que ya se encuentra en otros textos que se ocupan de estas cuestiones. Esevidente que aqu anticipamos nuestra defensa de una recepcin tico-poltica de supensamiento en plena crtica de la recepcin teolgica, pero ambos aspectos de nues-tro exposicin no estn separados. En el Apndice bibliogrfico ofrecemos los textosque se pueden seguir para el estudio de su doctrina de la confesin, pero para un con-traste inmediato quiz sea bueno citar el resumen de Reinhardt: El ncleo fundamen-tal de su doctrina es la escisin radical entre la penitencia como sacramento natural yla penitencia como sacramento de la Iglesia. El perdn de los pecados y la remisin de laspenas temporales se sigue slo de la contricin, es decir, a travs de un proceso queatae exclusivamente a Dios y al hombre, sin mediacin de la Iglesia. La accin sacra-mental de la confesin y absolucin no son derecho divino; no han sido instituidas porCristo, sino introducidas por la Iglesia, y pueden por ello ser modificadas, aunque nopor el Papa, sino slo por la Iglesia universal. El poder de atar y desatar otorgado a laIglesia no se extiende a las relaciones directas entre Dios y los hombres, sino solamen-te al orden externo de la Iglesia. La Iglesia no puede, pues, ni actuar como mediado-ra para el perdn de los pecados ni puede remitir las penas temporales a vivos o muertospor medio de indulgencias, MARTNEZ DE OSMA, Pedro de Osma y su comentario alsmbolo Quicumque, p. 58.

    24. ANDRS MARTN, La teologa espaola..., pp. 261-266. Posicin que compartecon Goi Gaztambide, aunque este ltimo explica que Osma no defiende las ideas deWiclif, en la medida que ste niega el principio de la reserva de mritos y la indulgen-cia como tal, mientras que Osma no llega a tanto. GOI GAZTAMBIDE, Historia de labula..., p. 447.

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    con el replanteamiento que lleva a cabo del mtodo teolgico, es decir, con lavuelta a los doctores antiguos, a los padres de la Iglesia y a la Biblia, con la com-paracin histrica de la disciplina penitencial entre Oriente y Occidente y conla apertura humanstico-filolgica de las fuentes del saber y del estudio de lahistoria. Por ello parece indicar que esta pretensin renovadora del saber teol-gico, encomiable por otra parte, lo llev, por falta de preparacin metodolgicay del acceso a manuscritos selectos y suficientes para el contraste crtico textual,a caer en el error y en la hereja, contraviniendo su resistencia a la introduc-cin de novedades y a su pretensin de conservadurismo25. Como prueba deello defiende que si en 1465, es verbosista y ortodoxo, en 1476, en plena madu-rez del intento de renovacin de los modos de investigacin filosfico-teolgi-ca, con la inclusin de elementos humanistas y tomistas, es hertico. Asentadoesto, Andrs se centra en que la chispa del desvo se produce por la noticia dela prctica penitencial de la Iglesia de Oriente y por la necesidad de recoger yresolver, con los nuevos mtodos, las ideas y polmicas sobre estos aspectos queeran dominantes en algunos ambientes hispanos, concretamente, en los crcu-los conversos, a los cuales ciertos aspectos del sacramento de la penitencia lescreaban perplejidad e inseguridad.

    Precisamente de aqu es de donde ve surgir la hereja Goi Gaztambide,cuando en su Historia de la Bula de la Cruzada en Espaa analiza en el cap-tulo XV las posiciones de los adversarios espaoles de las indulgencias. Porun lado, indica la importancia de la compilacin de herejas que Fray Alonsode Espina compone en su Fortalicium Fidei (1458-1461), en la que intentan

    25. Que pretendiese huir de la novedad y mantener una postura conservadora esalgo que tampoco le cuadra a Reinhardt con su hereja, incluso sostiene que los resul-tados de su aplicacin metodolgica tuvieron que producirle una gran crisis espiritual.Al mismo tiempo, salen as a la luz las imprecisiones que desde un principio pesabansobre su programa teolgico de reforma... La aplicacin de sus principios teolgicos alproblema de la penitencia e indulgencias produjo en Pedro de Osma una crisis profun-da. l, que se haba jurado un estricto conservadurismo, se ve convertido en un inno-vador. l, que tiene como principio fundamental de su labor teolgica la vinculacin almagisterio de la Iglesia, cae en el peligro de hereja, en el peligro de poner su opininpor encima de la del magisterio. Sin embargo, Pedro de Osma supo dominar su crisis.No se convirti en un reformador protestante. Su concreta fidelidad a la Iglesia preva-leci, y l, que haba puesto en duda las atribuciones del Papa en la Iglesia, se sometisin demora a la decisin de arzobispo de Toledo. MARTNEZ DE OSMA, Pedro de Osmay su comentario al smbolo Quicumque, p. 59. Estimo que ms crisis espiritual tuvoque producirle el proceso y su retractacin. Parece que es incomprensible que la doc-trina actual de la confesin sea un resultado de tectnicas presiones histricas queactan sobre la lectura de unos textos y que el hereje es un ortodoxo y un conservadora contra corriente.

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    rebatirse los errores en torno a las indulgencias y la confesin, errores que sea-lan a ambientes cripto-judos:

    ... crey [de Espina] necesario rebatir el error de los que negaban ser verda-deras las indulgencias...// ... no faltaban algunos enemigos de la religincristiana que rechazaban la eficacia de la confesin en orden a la remisinde los pecados, diciendo que Dios perdona la culpa gratuitamente, no pormedio de la confesin. Otros admitan la confesin, pero slo la confesinhecha directamente a Dios, sin intervencin del sacerdote. En el AntiguoTestamento se obtena el perdn de los pecados mediante sola la contricin.A qu aadir ahora la confesin auricular? Esta rabiosa hereja dice Alon-so de Espina est muy en vigor en estos tiempos entre algunos que se con-fabulan ocultamente y en sus conventculos. La alusin a los cripto-judoses bastante clara.// En este ambiente se presenta Pedro de Osma, que reco-ge los elementos dispersos y los reduce a sistema, dndoles una peligrosidadinsospechada26.

    La influencia recibida de estos ambientes, su estudio de la historia ecle-sistica y de la escriturstica27, as como de fuentes de autores medievales y delderecho cannico, junto con las exageraciones de los predicadores sobre la efi-cacia de las indulgencias y la inseguridad contempornea en la comprensin dela doctrina de la confesin y de las indulgencias, lo llevaran a movilizar su refle-xin para determinar el problema recopilando y sistematizando todos esoselementos en pro de construir una doctrina verdadera28. Osma no slo erra-ba en su bsqueda de la verdad de la fe, sino que con ello pona en peligro elorden social y eclesistico, la paz y convivencia de las gentes, que comenzabana resistirse a la prctica de la confesin o quedaban con dudas de conciencia29.Por ltimo, Goi pasa a narrar el proceso emprendido contra el de Osma, quesi bien cortocircuita el error del maestro, no sana las causas que lo produjeron,

    26. GOI GAZTAMBIDE, Historia de la bula..., p. 438.27. Aunque los seala Goi cree que estos aspectos slo seran algunos de los ele-

    mentos que por su labor intelectual y acadmica introduce en el desarrollo de sus refle-xiones herticas, pero ni la comparacin de las prcticas entre los cristianismos deOriente y Occidente ni la historia eclesistica constituyen los puntos de partida de lasmismas, negando as las opiniones de Stegmler tanto como las de Andrs. GOI GAZ-TAMBIDE, Historia de la bula..., p. 448.

    28. GOI GAZTAMBIDE, Historia de la bula..., p. 448.29. Proliferacin realmente sorprendente, aun gracias a la imprenta, dado el gran

    grado de alfabetizacin de la gente, el escaso valor de los libros y la intensa labor depredicacin llevada a cabo por Osma y sus sectarios. Ahora, al igual que hace quinien-tos aos, ms vale exagerar que quedarse corto.

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    pues no se aprovech la oportunidad para exponer la verdadera doctrina dis-cutiendo ms detenidamente los errores all manifestados30. Sin embargo, tantoen estos procesos, como en los que se siguieron, se salv la verdad prctica dela doctrina verdadera, que doctrinalmente an era algo confusa, verdad que enparte expone muy bien en la conclusin del captulo:

    La Iglesia sala una vez ms por el buen nombre de las indulgencias. As laBula de la Cruzada pudo continuar prestando su eficaz auxilio a la lucha con-tra los infieles en el Norte de frica y en el mar Mediterrneo31.

    Es decir, haciendo valer en ordala la verdad de la fe cristiana hacia fuera yhacia dentro, pues tambin hay infieles interiores al orbe cristiano. Es, pues, apartir de la ordala como se construye la ortodoxa doctrina.

    5.

    El conjunto de estas consideraciones nos revelan, como decamos ms arri-ba, la direccin que ha de tomar el anlisis de sus planteamientos doctrinales.Por una parte, la constitucin del proceso, las acusaciones de desestabilizacinsocio-poltica que se ponen en juego, el discutido contenido de las tesis quetienden a reorganizar no slo la estructura de poder de la Iglesia, sino su fun-cin legitimadora, distributiva y arbitral en el espacio social y poltico indicanque hacer aqu teologa y/o interpretacin de la teologa es dejar de acceder ala significacin de los discursos, de las ideas y de las concepciones que esos dis-cursos encubren a partir de polmicas o enfrentamientos doctrinales, pues lassupuestas verdades de la fe acaban refiriendo a una cuestin poltica tanto dedistribucin y acceso a bienes econmicos como al reparto de honores y rele-vancia social, o sea, influencia, que las convierten en una cuestin material y nadaceleste de ordenacin y estratificacin social y de definicin de los actores pol-ticos. Ms all de la carga religiosa hay que tener en cuenta, pues, la carga pol-tica y la significacin que tienen para la comprensin de cmo se experimentanlos hombres en la constitucin de su individualidad y de la sociedad y de quposibilidades se abren a su responsabilidad para la organizacin de su actividaden esa constitucin. Si seguimos esta lnea, la reflexin sobre la confesin y lasindulgencias y la que versa sobre la institucin eclesistica y sus poderes, pue-den que se encuentren vinculadas con su reflexin tica y poltica, es decir, consu recepcin del pensamiento aristotlico, haciendo de esta recepcin, en la

    30. GOI GAZTAMBIDE, Historia de la bula..., p. 455.31. Idem, p. 461.

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    experimentacin de los problemas de su contemporaneidad, la clave explica-tiva que vincula los diferentes aspectos que se descubren en su labor intelectual,desde su renovacin de los modos de produccin del saber hasta las cuestionesteolgicas, pasando por sus posibles vinculaciones con el humanismo. Pues, porotra parte, estos anlisis del proceso de Osma muestran la clara vinculacin desu hereja con el proyecto de renovacin del saber y con cierto modo de produc-cin del mismo que referira a la impotencia de los mtodos de saber devenidospara hacerse cargo de las experiencias y de los requerimientos del presente, loque hace pensar que se busca resituar la posicin y la capacidad de accin yexperimentacin del hombre en el mundo, de modo que pueda enfrentar esosretos. As, tanto el error mismo como su posible causa, remitira al problematico y, en tanto tico, al problema poltico. Evidentemente, esta sera la signifi-cacin de su pensamiento en el plexo de su contexto, sin embargo, la referenciadel mismo quiz no pueda ser otra que el problema de cmo ganar un espacio,para una relacin apropiada del hombre con Dios, a partir de la cual puedanabrrsele la esperanza de la plenitud y la salvacin. Pero, para nosotros no setrata de discutir si verdaderamente alcanzara un saber seguro de Dios, sino laefectividad que el pensamiento resuelve en el intento de ganar su referencia.

    6.

    Teniendo en cuenta estas consideraciones, se requiere un anlisis histricodel proceso en el que se condenaron las doctrinas del oxomense, ya que apartir de l se podran observar algunas de las tensiones reales en las que entranen juego las doctrinas condenadas y el mismo proceso. Afortunadamente elcomienzo de esta labor ya est iniciado, contamos con la descripcin detalla-da, crtica y fundada que Labajos expone en la ya nombrada presentacin delCompendium super sex libris metaphisicae32 y, tambin, con el excelente artcu-lo de Iannuzzi, La condena a Pedro Martnez de Osma: ensayo general delcontrol ideolgico inquisitorial, en el que analiza las tensiones de poder quemotivaron el proceso junto con indicaciones muy sugerentes sobre las diferen-tes comprensiones intelectuales que acompaaban y permitan experimentar yproyectar esas tensiones y conflictos:

    El proceso y la condena de Osma tienen que leerse como seal de la luchadesencadenada entre distintas fuerzas y exigencias enfrentadas para organizary controlar la poblacin, para poder ser los protagonistas de la creacin de fie-les-sbditos renovados33.

    32. MARTNEZ DE OSMA, Pedro de Osma y su comentario a la metafsica..., pp. 67-86.33. IANNUZZI, La condena a Pedro Martnez de Osma..., pp. 18-19.

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    Esas fuerzas en liza seran, por un lado, las que intentaban constituir un esta-do real con fuerza y autoridad suficiente como para someter tanto a la aristo-cracia como a las ciudades, de modo que el resultado fuera un orden institucionalseguro y eficaz; y, por otro, el Papado que vea con recelo esa constitucin y enconcreto uno de los proyectos hispanos para alcanzarla, la Inquisicin. El casode Osma fue quiz la escenificacin apropiada para ofrecerle a Roma una com-pensacin por las prdidas de poder e influencia que podra suponer ese ascen-so del estado y de sus instituciones34. Creemos, reflexionando junto a Iannuzzi,que el arma o la estrategia utilizada fue el famoso grito Que viene el lobo!, eneste caso, estamos convencidos, es el Que viene el conciliarismo!. De hecho elamigo del alma de Martnez de Osma, Lpez de Salamanca, vincula sus errorescon los de Marsilio de Padua, que no slo est cercano a crculos conciliares, alaristotelismo y a cierto escepticismo epistmico, moral y poltico, sino que ade-ms parece defender la creacin de una Iglesia de Estado35. Sera, entonces, mejoropcin para Roma ceder parte de su poder de control a los monarcas castellanosque dejar que se extendieran tales ideaciones que podan perturbar las mentes ylas acciones por la incapacidad para ejercerlo personalmente. Si bien no pareceque Osma estuviera cercano a Marsilio en su defensa de la Iglesia de Estado, sparece detectarse en l puntos de convergencia con el conciliarismo.

    En torno a este tema es interesante resaltar que la vinculacin entre Osma yMadrigal, cuestin que ya haba percibido Elas de Tejada36, pues Madrigal yadefiende la posibilidad de yerro por parte de la Iglesia de Roma junto conla defensa de la infalibilidad de la Iglesia Universal, que tanto en Alfonso deMadrigal como en Juan de Segovia refieren al concilio, mientras dejan para elpapado funciones administrativas, requeridas no por las condiciones eternas,sino por las condiciones mundanas de organizar y cohesionar una comunidadque se mantiene dispersa a travs de grandes extensiones y que no puede estarconstantemente reunida comunicando decisiones y moviendo acciones37. Porotro lado, la reforma del mtodo teolgico, por lo que entendemos de l,tiene que ver con una vuelta a las fuentes, es decir, con una recuperacin hist-rica de la tradicin de la Iglesia, que ya comienza con la intensa labor escritu-rstica del Tostado y con sus preocupaciones histricas. En el Tostado esta

    34. Idem, p. 24.35. Idem, pp. 20-21.36. ELAS DE TEJADA, Historia de la Literatura poltica en las Espaas. T. III, pp.

    136-137.37. Sobre la eclesiestologa de Segovia ver MADRIGAL TERRAZAS, El pensamien-

    to eclesial de Juan de Segovia...; sobre el problema del conciliarismo en general,BLACK, Monarchy & Community...; as como tambin UTRERA GARCA, Conciliarismoy constitucionalismo...

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    bsqueda puede leerse en el intento de revocar creencias populares supersti-ciosas, en la depuracin de las prcticas del clero, en su preocupacin por lahistoria, etc.

    En Osma, aunque continan estas preocupaciones, los rasgos de su inten-to de renovacin teolgica estn marcados por un claro escepticismo, elementopuesto en juego por el conciliarismo38 y que no slo se detecta en este nivel desu produccin. As, la necesidad de retorno a los Santos Padres y a los textosbblicos, a los doctores antiguos, probados por la tradicin de la Iglesia Univer-sal, es un intento de fijar los puntos de partida de la reflexin teolgica, aque-llo que la labor del intelecto debe tomar como punto de partida, para explicary predicar la doctrina y las buenas prcticas cristianas. Esta vuelta sobre lahistoria y los textos es crtica, al menos en dos sentidos. Es crtica respecto a losexcesos de la especulacin teolgica y, por extensin, como se ve en el proble-ma de la confesin y las indulgencias, respecto a la prctica de las funciones dela Iglesia de Roma. En este primer aspecto es donde tiene sentido la crtica encontra del verbosismo o de la dialctica escolstica y de su modo de deriva-cin y probacin de nuevos contenidos o tesis sobre las verdades de fe. La acti-vidad de Osma en este campo consiste en limitar las posibilidades de la raznhumana para extender sus principios y mtodos ms all de los lmites de sufinitud39. Curiosamente esta limitacin se establece a partir de la crtica no slodel mtodo dialctico, sino sobre todo a partir de una comprensin del len-guaje, que exige limitar las posibilidades de significacin del lenguaje a su usocotidiano dentro de la lengua. Introducir distinciones sutiles, desgajar la signi-ficacin de la prctica, entrando en un juego de significados en los que se pier-de tanto la referencia de la palabra como la posibilidad de presentar su objeto,es decir, de ofrecer su significacin, es introducir confusin y abrir las puertasa una significacin fantasmagrica que produce errores en la comprensin dela realidad, tanto divina como humana, es decir, conduce a hablar del no-sercomo si fuese ser. Adems, todos estos excesos imposibilitan o entorpecen lacomunicacin, que es de donde surge la capacidad referencial y significativade la palabra. Dentro de este trabajo de depuracin est clara la raigambreescptica respecto a las producciones de la teologa escolar, pero tambin suoposicin a la teologa mstica, pues slo la reunin comunicativa de la Iglesiaes capaz de ofrecer sentido preciso a los trminos teolgicos. De aqu procedetambin su sensibilidad a las corrientes humanistas y a sus trabajos filolgicos,vinculacin que Flrez Miguel muestra al analizar la teora del lenguaje que

    38. Para la conexin entre escepticismo y conciliarismo ver MARN MORENO,Conciliarismo y escepticismo...

    39. FUERTES HERREROS, J. L. y PANCHN CABAEROS, Dilogo en el que se mues-tra que los fundamentos de la filosofa humana..., p. 247.

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    subyace a su comentario de la tica aristotlica40. La relevancia del humanismoes quiz ms densa aqu, en el nivel metodolgico, que en el desarrollo de susposiciones ticas y polticas, como sealaremos ms adelante, pero quiz poreso ms profunda de lo que en principio pudiera parecer. En todo caso, semuestra, entonces, que aunque la renovacin teolgica sea quiz el motor de supensamiento, los elementos que maneja en esa renovacin slo son un caso dela renovacin de la produccin de saber que lleva a cabo. Sin embargo, esta com-prensin de la lengua y de la relevancia de su aspecto comunicativo casan per-fectamente con la concepcin que tiene de la produccin de saber propia de lareunin de la Iglesia, lo que lo aleja de toda posicin reformada o protestan-te, pues detrs de ella no est el libre examen, el soliloquio de un sujeto queaccede a la verdad, sino siempre la comunicacin y, por tanto, la retrica, en eldesarrollo de la cual el individuo constituye junto con otros un mundo compar-tido de afectos, valores y creencias, que es, adems, el que les permite desplegarsu interaccin comunicativa, y no a partir del pacto o el acuerdo, que supon-dra partir de posiciones subjetivas ya constituidas y pre-comunicacionales.

    El segundo sentido en el que se muestra su aptitud escptico-crtica es lamodalidad en la que desarrolla su trabajo intelectual, y del que Acosta nos mues-tra un pequeo ejemplo41. La polmica y discusin en el tratamiento de lospuntos problemticos de la interpretacin de las fuentes del saber, que traslu-ce una mayor inseguridad respecto a la determinacin y probacin definitivadel problema tratado, pero que lo desarrolla ms extensamente, coincide conesa labor crtico-escptica, mxime cuando de lo que se trata es de formar alos estudiantes para que accedan sin mediacin a las fuentes del saber, para quesean capaces de alcanzar una comprensin de la misma desde s mismos, paraque puedan ingresar en las fuentes de la significacin del mundo compartidoy desplegar su actividad comunicativa a partir de ellas, estableciendo debates yconcordias. El polemismo se muestra entonces como el punto clave en el quese vinculan los dos sentidos de la crtica, pues se trata de formar doctores inde-pendientes de las mediaciones doctrinales inseguras generadas por los indivi-duos, pero capaces de acceder a las significaciones seguras generadas por losusos comunicativos de la comunidad, en la medida que pueden participar ydesplegar su actividad en ella desde las fuentes de la misma, es decir, que seancapaces de entablar un debate, no a partir de tradiciones escolares, sino a partirde los problemas y significaciones radicados en las fuentes compartidas, de modoque clarifiquen y renueven la efectividad de las mismas en la apertura de lacomprensin de su actualidad, dando as comunidad a la comunidad a partir del

    40. FLREZ MIGUEL, El humanismo cvico castellano..., pp. 123-128.41. ACOSTA RODRGUEZ, Introduccin de Toms de Aquino y del maestro salmantino...

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    tiempo. El saber se constituye entonces colectivamente, no a partir de la sole-dad, sino de estrategias comunicativas.

    Es un intento ms de acceder al nivel en el que se genera la comprensiny significatividad de la realidad y de evitar la sutileza escolstica, que se pier-de en malabarismos introducidos por el afn innovador y de prestigio. Esto seve claro en su recuperacin de Aristteles y en los textos editados por Labajos,con el que estamos de acuerdo en que

    su intencin no slo era la de dar a conocer la doctrina Moral de Aristteles,sino la de ensear a los discpulos a leer la tica de Aristteles por s mismo42.

    Elemento este en el que se revela tambin el carcter humanista o que almenos corre parejo a uno de los modelos del humanismo cvico:

    El ideal de Pedro Martnez de Osma, siguiendo estrictamente a Aristteles, esel de un humanismo comunitario y participativo, aunque no interpretado enun sentido tan poltico como lo hace Cicern, sino en un sentido ms literariotomando como modelo de relaciones humanas las relaciones de amistad. Rela-ciones que pueden darse dentro de la polis; pero tambin con los hombres delpasado. [...] El modelo de humanismo cvico de Osma es ms pedaggicoy literario y menos poltico que el de Cicern. // La retrica [...] puede serentendida como un arte fundamental para el ejercicio de la vida poltica talcomo hace Cicern...; o como una tcnica de lectura de textos... Este segun-do modelo de retrica es el que est presente en los partidarios de la rep-blica de las letras; y en definitiva el que se corresponde con la idea humanistadel hombre de letras, cuyo modelo es distinto del filsofo escolstico,que ha predominado en la cultura medieval43.

    Teniendo en cuenta todo esto se clarifica que la situacin de la heterodoxiase debe ms bien a la necesidad de buscar un modo de produccin de saber quepermita generar modos de experimentacin, comprensin y accin que habili-ten la resolucin de un mundo comn y pblico, tal que, a la vez que enfrentalos problemas del presente, se mantenga fiel a las condiciones de la gnesis delbien y la verdad tanto en la comunidad civil como en la eclesistica. Pero, a lavez, observamos cmo la estructura de esos modos de produccin de saber sonlos que reclaman una constitucin de comunidad determinada. Quiz el pro-blema es doble, a saber: como constituir el concilio eclesistico y la comuni-dad de fieles para que adquiera visibilidad y eficacia la Iglesia Universal y

    42. LABAJOS ALONSO, Pensamiento metafsico de Pedro de Osma..., p. 157.43. FLREZ MIGUEL, El humanismo cvico castellano..., pp. 127-128.

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    cmo constituir la sociedad de los hombres para que, satisfaciendo las condicio-nes de la humanidad en este siglo, sea posible la salvaguarda de la comuni-dad cristiana. As pues, el afn conservador y ortodoxo, la lucha contra laintroduccin de novedades y el intento de depurar las novedades introducidasno conduce a la defensa de las posiciones dominantes establecidas por el ncleode poder de una comunidad doctrinal. Ningn hereje se llama innovador as mismo, ni tampoco hereje o heterodoxo, sino verdadero ortodoxo y, comomucho, renovador, si su actitud es muy pretenciosa. Evidentemente, contra loque se combate puede ser precisamente contra una situacin de corrupcinextendida que se entiende y que mina los fundamentos de una doctrina, de suinstitucin y de la comunidad que crea. El conciliarismo, aun sin tener unidaddefinida, sigue un proyecto de renovacin institucional y doctrinal respecto ala labor de la Iglesia que responde a la necesidad de renovacin espiritual. Ian-nuzzi en sus conclusiones seala que:

    El profesor salmantino, mediante sus afirmaciones, focalizaba la atencinsobre el papel que tena o que debera tener el clero, sobre el poder sacramen-tal que ejerca el papa, sobre, casi podramos decir, los lmites que ningnpoder poda violar, ni en nombre de la autoridad ms o menos sucesora deCristo en el caso papal, ni certificada por una investidura divina en el casomonrquico. Osma cuestionaba los lmites tericos de la infalibilidad papal yno porque no creyera en la Iglesia, en su estructura y funcin mediadora, sinoal contrario, precisamente para tutelarla, dado que no quera que ambicionestemporales le hiciesen perder su primado espiritual violando normas y lmi-tes del poder divino. Sobrepasar ciertos umbrales era muy arriesgado, porquedaba lugar a fenmenos de incredulidad, porque una Iglesia demasiado munda-na perda credibilidad y autoridad. Apropiarse de fragmentos de cielo, restable-cer los limites del purgatorio y la capacidad de intervencin y absolucin eranactitudes poco ortodoxas para Osma y los que le defendieron44.

    Lo que se destaca aqu, y por eso lo hemos trado a colacin, es que la bs-queda de una recuperacin y profundizacin de la espiritualidad tanto en elindividuo como en la comunidad cristiana pasa por un cuestionamiento de laactividad legitimadora del poder que ha mantenido la Iglesia de Roma y de suenfangamiento en las luchas por el poder y determinacin de la constitucin del

    44. IANNUZZI, La condena a Pedro Martnez de Osma..., p. 41. Larga cita que secompensa por la maestra con la que resuelve todos los problemas que han afectado ala recepcin y estudio teolgico de Osma, aprovechando todas sus valiosas aportacio-nes documentales e histricas, y situando la cuestin en el cauce apropiado para suinvestigacin.

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    orden social y poltico. Este es el primer foco de la lucha, pues se trata de dis-tinguir una esfera religiosa de la esfera poltica, con ello se busca afirmar la auto-noma de la gnesis del orden social y del poder poltico que conduce hacia unasecularizacin y naturalizacin del mismo y, consecuentemente, del individuoque se forma en l. Pero, se observa que esta naturalizacin o secularizacinno implica una remocin del hombre nuevo, sino que ms bien se pretendeuna profundizacin en la efectividad del mismo a partir de su redespliegue enla revitalizacin de la comunidad cristiana. Es el hombre nuevo el que sepretende al realizar una labor de mejor comprensin y experimentacin de lascondiciones del hombre natural. Si se ha sealado que los esfuerzos vanencaminados a combatir la teologa escolar, sin dejar de distinguirse y separar-se de la teologa espiritual, en este segundo frente, o quiz primera lnea, sebusca remover tanto la teologa poltica de las teoras descendentes del poder,con la antropologa socio-poltica que llevan aparejada, como la teologa impo-ltica de las corrientes milenaristas, que con su igualitarismo y misticismo des-trozan la posibilidad misma de una sociedad. El despliegue de estos esfuerzosen Osma, as como tambin en Madrigal, pasa por la recuperacin del saberclsico, representado fundamentalmente por Aristteles, pero tambin por elpensamiento de Sneca y de Cicern. Cierto es que recogen los elementos queestaban ms presentes entre las fuentes del saber medieval, pero la orientacinde su recepcin los pone en comunicacin con el humanismo civil italiano, aun-que sin dependencia doctrinal.

    7.

    Evidentemente, estos esfuerzos hay que situarlos en un tiempo histrico enel que cada vez se percibe con ms intensidad que la ordenacin descendentedel poder poltico y de la sociedad legitimada teolgicamente no ha conse-guido establecer orden y justicia. Las aciagas y sarcsticas crticas contra lamonarqua hereditaria, contra la pretendida nobleza de la nobleza, etc., queobservamos en Madrigal45 y en Osma-Roa46 son comunes a lo largo de la baja

    45. MADRIGAL, El gobierno ideal / De optima politia..., p. 95, (p. 144).46. La Monarqua exige un tipo de hombre tan excelente que supere en virtud al

    conjunto del pueblo, cosa que no se encuentra, por eso, considerando la significacindel nombre y buscando su referente en la realidad encontramos que no slo los reyesson en verdad tiranos, sino que el carcter propio de las gentes no admite el rgimenreal, no es pragmticamente posible: Muchos que hoy son llamados regmenes realesno tienen de rgimen real ms que el nombre, y muchos que hoy son llamados reyes,solo tienen de reyes la voz del nombre, pues conforme a la verdadera significacin no

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    Edad Media, as como el creciente aumento la defensa de teoras emergentesdel poder47. Pero, la posicin de nuestros autores perdera su originalidad y sucarcter propio si slo se la considera como un caso ms de estas tendencias yno como desarrollo singular. El trabajo de investigacin que se ha de abrir paraalcanzar un conocimiento fructfero del pensamiento del oxomense es, enton-ces y en primer lugar, un estudio de la recuperacin que se lleva a cabo de Aris-tteles, trabajo que ya ha sido adelantado entre otros por Labajos gracias a sulabor de edicin de sus principales obras filosficas. As pues, sobre todo, apartir del Comentario a la tica y del Comentario a la Poltica de Osma y Roa,as como de las Cuestiones Morales, del Breviloquio de Amor y Amiiia y del DeOptima Politia de Madrigal, sin dejar de considerar las Repeticiones filosficasde Roa y algunos anlisis contemporneos que sobre estas obras se han hecho,ofrecemos un esquema aproximativo de las lneas fundamentales de su pensa-miento antropolgico-poltico48.

    son reyes, sino ms bien tiranos; ciertamente, lo que es ms [grave], las gentes quehoy son, no son dignas de rgimen real, MARTNEZ DE OSMA y ROA, Pedro de Osma yFernando de Roa: Comentario a la poltica..., II, p. 564, fol. 81, 14.481-87. Parece, quesi hubiese un hombre tal que fuera digno de rey, aquello que lo hace digno le retraerade reinar, pues dado el carcter del pueblo, su constitucin regia, por bueno que fuera elrey, le ocasionara ms daos que beneficios. Para un anlisis de la actitud antimonr-quica en Roa hay que tener en cuenta que su estudio ha sido publicado antes de la edi-cin y de la publicacin de las investigaciones de Labajos, ver CASTILLO VEGAS,Poltica y clases medias..., pp. 59-72, sobre todo esta ltima.

    47. Ullman vincula el aumento de la presencia de teoras ascendentes del podera partir del siglo XIII, con el renacimiento del hombre natural, con la recepcin de lateora tico-poltica aristotlica, y con la experimentacin en los mbitos populares dela lejana de los gobernantes respecto de sus problemas inmediatos, que haban de serresueltos a partir de asociaciones. ULLMAN, Historia del pensamiento poltico..., p. 153.Por otro lado, la presencia del conflicto y las tensiones entre la nobleza y el comn,especialmente el campesinado, as como entre la nobleza y las ciudades y los enfren-tamientos internos de las bandas de nobles, junto con la debilidad de los sucesivosmonarcas es algo que se puede constatar en VALDEN BARUQUE, Los conflictos socialesen el Reino de Castilla..., pp. 141 y ss. Si puede suponerse que son los linajes y el clien-telazgo los que constituan el medio apropiado para conformar los bandos nobiliarios,la canalizacin de las fuerzas de los comunes se obra en torno a las corporaciones muni-cipales o en torno a las hermandades, pp. 26-28. El descontento respecto al orden y pazno poda dejar de surgir en aquellos intelectuales que fuesen ms sensibles o menosdependientes del poder, as como el planteamiento de teoras o reflexiones que les mani-festarn la posibilidad de nuevas vas.

    48. Las obras fuentes sealadas pueden encontrarse en la bibliografa que se adjun-ta, respecto a los anlisis contemporneos nos referimos sobre todo a dos: CASTILLO

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    En esos textos de Osma y, por extender el campo, en los textos de Madrigalencontramos un creciente inters por revalorizar la constitucin tica y ontol-gica del individuo a partir de su ser en comunicacin con los otros. La bsque-da de encontrar modos apropiados de comunicacin con los otros para laresolucin de un ser humano completo se va a convertir en el fundamento dela consecucin de la virtud. Este punto de partida va a suponer una revaloriza-cin de la vida mundana y as como del estudio, un tanto burdo, es cierto, delas condiciones materiales y naturales que condicionan al hombre, ya seanpasionales, corporales o histrico-sociales. La inspeccin de los afectos quemueven al hombre y la investigacin de cmo trabajarlos desde la racionalidadse convierten en cuestiones ticas centrales, que se manifiestan en varios temasque constituyen las claves de sus reflexiones, por ejemplo, el amor, la felicidady la constitucin de anclajes externos, la ley, por ejemplo. En concreto, la cues-tin del amor adquiere nuevas perspectivas, pues an cuando el amor a Diossigue siendo una cuestin central, la relacin de amor hacia los hombres comien-za a revalorizarse por s misma, ms all de la exclusividad de la relacin solita-ria con Dios, donde el otro slo aparece como trnsito hacia esa relacin,planteamiento platonizante, y de la postergacin de todo otro amor obrado apartir de la conversin absoluta hacia Dios, planteamiento agustino, pues enambos casos, si el otro es amado, no lo es por s mismo, sino como criatura. Larelacin de amor adquiere un carcter individualizante que no es rechazado;carcter individualizante que alcanza mayor potencia y desarrollo al tratar la cues-tin de la amistad, que no slo se convierte en el elemento bsico de la con-secucin de la virtud y de la singularidad ms completa, sino en la relacinclave que permite constituir la ciudad como un espacio de paz. Ahora bien,sin obviar que los aspectos de reciprocidad, bienquerencia, comunicacin yconcordia son elementos claves para alcanzar esa paz, ha de sealarse que es lapaz la que adquiere un peso esencial en la vinculacin que se establece entrela tica y la poltica, y lo que creemos que ms remarca la originalidad de suplanteamiento poltico, as como su anclaje en las condiciones histricas.

    La amistad es un requerimiento clave para la constitucin del individuoporque, como hemos dicho, es un ser social, que es y se despliega en la inter-accin con otros. Lo que tiene lugar en la amistad es fundamentalmente laeducacin y la formacin del deseo. Esta formacin del deseo es clave para eldespliegue de la socialidad y el desarrollo de las virtudes en un mundo natu-ral donde no se puede obviar el cuerpo, es decir, donde el cuerpo ha de ser

    VEGAS, Aristotelismo poltico..., pp. 39-52, El humanismo de Alfonso de Madrigal..., pp.11-21, y Poltica y clases medias...; y FLREZ MIGUEL, El humanismo cvico castellano...,pp. 167-182, y La teora de la amistad y el humanismo cvico..., pp. 107-140.

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    cultivado, no negado, en cuanto forma parte de la estructura de ser del indivi-duo y su elemento relacional. La cuestin es que el cuerpo vive en un mundode bienes contenciosos, es decir, en un mundo de bienes limitados y por losque se puede entrar en conflicto con otros. Aqu, en este mundo es dondeengarza el problema de la felicidad, de la bienaventuranza. Ciertamente la con-templacin es el elemento que culmina la felicidad, pero no slo es difcil dealcanzar, sino que nunca es completa y siempre esta enturbiada por el error yla limitacin de las fuerzas humanas. Es cosa de otro mundo. Por ello, se avan-za la idea de una felicidad terrena. Esta felicidad terrena requiere de los bienescontenciosos tanto como de los bienes comunicables, es decir, la virtud. Elacceso a la felicidad est franqueado por la posibilidad de generar un ordenen el cual los bienes contenciosos sean justamente repartibles y compartibles.Esta posibilidad reside en la constitucin apropiada de las virtudes y stas sedespliegan en la comunicacin y en el ajuste de la concordia, es decir, en lagnesis de la cooperacin y bienquerencia recproca, que deja espacio tantopara la diversidad como para la semejanza. Dicho en una palabra, reside en laposibilidad de la amistad. A partir de la amistad es posible establecer, en elespacio pblico, la norma del intercambio y la distribucin, esto es, la ley. La con-secucin de la justicia permite entonces que exista una paz social y una felici-dad pblica. Esto es el bien comn. La ley y la participacin en ese espacio, elmantenimiento de la comunicacin, educa, pues, los hbitos, o reiteracin dedisposiciones correctas, que permiten disfrutar de los bienes fructificando enellos y no dejndose arrastrar por ellos, de modo que generen descompensa-ciones, es decir, que unos de los bienes requeridos para la felicidad, impidanla consecucin de otros. Bsicamente, esto es alcanzar la paz individual, es decir,que ninguna de las capacidades y necesidades del individuo, as como ningunade sus partes quiera dominar malamente sobre las otras. Tal paz constituye laconsecucin de la virtud y el principio de la libertad. El espacio poltico es,pues, el espacio pblico en el que, considerando las condiciones existenciales ymateriales en las que vive una multitud de hombres, se resuelve a partir de lacomunicacin y participacin de todos, pues a todos concierne, la institucinde las leyes y las potestades que permiten desplegar la paz.

    Y aqu se revela la inclinacin hacia la consideracin de la poltica y elpoder como constituciones emergentes o ascendentes, as como seculares; ensus textos filosficos el poder social nace de la interaccin de los hombres ydel espacio pblico y comn que crean sus vinculaciones e interacciones, de talmodo que slo a partir de la participacin en ese espacio se constituyen comotales, llegan a ser. As pues, es preciso que la constitucin poltica se instituya apartir de su participacin y sea ejercicio de la misma. Aqu entran en juegotodos los elementos anteriores y si no se puede defender la institucin de la pol-tica a partir del contrato de sujetos separados y pre-sociales, tampoco se puede

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    establecer unos principios polticos o una forma de la comunidad poltica comopredeterminada naturalmente. La sociedad poltica es una tendencia de lanaturaleza, pero una tendencia que es desarrollada por los hombres a partir delas condiciones particulares con las que se encuentran y para resolverlas hacia larealizacin ms completa de su humanidad. Las leyes y el rgimen polticodependen de las condiciones socio-naturales en las que se han de tener las inter-acciones individuales, de modo que puedan los hombres resolver un horizonteque permita la satisfaccin de sus condiciones existenciales, tanto materiales comoafectivas y anmicas, es decir, ofrecer la probabilidad de una vida buena. Estepoder no es institucin divina, aunque se encuentren santificadas los principioso la estructura bsica a la que ha de responder, pues sin la consecucin de unmundo apropiado, no es posible una individualidad apropiada para desarrollaruna vida religiosa. Aun cuando la amistad con Dios sea la amistad ms fcil dealcanzar, la virtud tica, que est en nuestras manos, es requerida para la salva-cin y sta depende de la constitucin de una sociedad y un orden poltico justoy pacfico. As, no hay una traslacin de la legitimidad del poder de Dios al pue-blo y de ste a un orden poltico, sino una naturalizacin y secularizacin de laconstitucin dinmica de la sociedad y de la repblica. La santificacinviene dada en cuanto la finalidad del poder se resuelve apropiadamente a tra-vs de una constitucin justa, pero condicional, del mismo que no viene dada.

    En principio, todo rgimen requiere la participacin y la comunicacin, sinembargo, la determinacin de los grados y las formas de las mismas divergen en elmodo de distribuir las funciones polticas, es decir, la capacidad de determina-cin y direccin de los poderes sociales. Si en principio, cualquier rgimenpodra ser apropiado, se defiende el rgimen democrtico o la repblica de lasclases medias o moderada. Por qu? Es por la tendencia republicana, una ten-dencia muy extendida en Italia por el humanismo cvico, o al menos por un sec-tor del mismo? Todo parece indicar que no, pues aunque pretenden tomar loselementos metodolgicos de las noticias que llegan de las corrientes italianas,este aspecto tendra ms que ver con el carcter propio de la recepcin de Aris-tteles a partir de las condiciones castellanas, y salmantinas. Tambin esta pare-ce la tendencia natural del conciliarismo, pero, aunque la teora conciliar, deaspecto democrtico y representativo, es el orden apropiado para la comunidadeclesistica, no quiere decir que se defienda lo mismo para la sociedad civil. Entodo caso, parece que el sujeto poltico ms apropiado es el conjunto de losms. Para ello se podrn aducir diversas razones tericas que pueden remitirsea la necesidad de la distribucin del poder poltico en la participacin y en larepresentacin para que se mantenga vinculado a la sociedad de la que surge ypara que los hombres que la constituyen no vean limitada una de las condicio-nes requeridas para alcanzar el desarrollo completo de sus virtudes y humani-dad. Sin embargo, se dice que el mejor rgimen es la monarqua, seguida de la

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    aristocracia, por lo que en principio satisfaran incluso mejor esas condicionesque la democracia. El argumento clave es que dadas las condiciones actuales,aqu y ahora, el rgimen poltico ms apropiado es la democracia, ya que ni sepuede encontrar un individuo capaz de ocupar la funcin de rey, ni los pode-rosos pueden cumplir con los requerimientos de la aristocracia sin derivar eninestabilidad, en banderas y en tiranas. La opcin por la democracia es unadecisin pragmtica, derivada de condiciones experimentales ms que tericas,aun cuando se buscan y encuentran razones tericas para ello en Aristteles.Estos elementos habra que buscarlos en los acontecimientos polticos de Cas-tilla durante el siglo XV atravesados por la inseguridad de la posicin real entre-gada a los bandos nobiliarios, pero tambin sera relevante la poltica municipalde la ciudad del Tormes que recorri ese siglo dividida y reunida por una gue-rra intestina entre linajes convertidos en bandos que pretenden monopolizarlos cargos del regimiento municipal49.

    Sin embargo, la crtica y censura a los poderes establecidos y beligerantesslo es un aspecto de su posicin. El otro aspecto es la censura a los movimien-tos milenaristas, al democratismo igualitario y a la defensa de la implantacinde una nueva sociedad regida por las leyes evanglicas. Estas posiciones en filo-sofa se vinculan con el comunismo platnico y se discuten desde la crtica aris-totlica a dicha ideacin poltica; la naturaleza actual del hombre no soporta talconstitucin, luego es contraproducente respecto del fin que pretenden. Laespiritualizacin de la religin, la apertura hacia Dios, ha de ocurrir en la comu-nidad de la Iglesia, no en una comunidad mundana. Nuestra idea es que lasociedad civil alcanza su fin propio en la satisfaccin de las condiciones dela felicidad terrena, pero all abre la posibilidad inasequible para ella, es decir,encuentra un fin que la trasciende y al que queda referida, es decir, ha conse-guido que los individuos estn bien dispuestos para entregarse a una gracia yun amor que no merecen en su participacin en la comunidad de los fieles. Laexploracin de esta hiptesis, as como el desarrollo de las otras, es lo que tieneque ser realizado, segn creemos.

    En definitiva, la recuperacin de su obra desde su recepcin de Aristte-les se muestra necesaria a la hora de desentraar al menos un aspecto de lagnesis plural y polmica del nuevo concepto de hombre e individuo, cuya com-plejidad semntica se resolver y se simplificar en la modernidad con la apa-ricin del sujeto moderno. En Osma, como en Madrigal, el individuo y elhombre se carga de una significacin social que es constituyente, de una inter-accin que es fundamental para su actividad y para su independencia. La sociedad

    49. Ver MONSALVO ANTN, En torno a la cultura contractual..., un estudio hist-rico sobre los bandos en Salamanca.

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    se constituye en el elemento natural de los asuntos humanos, aunque no deci-dido en su constitucin, ya que se resuelve en instituciones concretas a partirde los modos de satisfaccin que se dan a las capacidades y necesidades huma-nas en la interaccin comunicativa entre los individuos. Pero, esta interaccincomunicativa, nunca del todo pre-establecida, es mbito de posibilidad de laindividualidad. Por ello, los individuos no son sujetos pre-sociales, sino singu-lares ya referidos unos a otros por sus condiciones de existencia naturales ydesde los requerimientos que mueven a desarrollar y completar esas condicio-nes. Encontramos que es sumamente engorroso, desde los conceptos mscomunes tanto en el pensamiento tico como poltico actual, alcanzar la signi-ficacin de sus progresiones y argumentaciones y de sus significaciones, pues setienden a establecer cortes conceptuales demasiado reductores. Por otro lado,hay que tener en cuenta que esos conceptos dependen de las disputas moder-nas entre liberales y comunitaristas, o entre constructivistas e iusnaturalistas.Recuperar la diversidad conceptual y la profundidad semntica de esa recep-cin aristotlica en las condiciones sealadas parece un camino posible paracomprender el cierre conceptual que se fue derivando de la resolucin de aque-llas polmicas bajo medievales y renacentistas y que ha ido condicionandomuchos discursos tanto polticos como ticos en la modernidad y que tantainfluencia ha tenido en la constitucin de la sociedad actual y en la definicinde las diferentes polmicas y de los movimientos o grupos sociales que entra-ron en conflicto.

    8.

    Las cuestiones abiertas aqu van a tener resonancia en el acontecimientopoltico de las Comunidades de Castilla, pues ser el pensamiento de Osma-Roael que se tome para articular el proyecto de una teora y de una constitucinpropiamente polticas y el que ofrecer las bases para una definicin comn deun movimiento socio-poltico en el que convergan motivaciones y pretensionesmuy diversas. En su estudio sobre Roa, Castillo Vegas ha mostrado la vincula-cin de la Ley eterna de los comuneros con el Comentario a la poltica deAristteles50. Sin embargo, hay que cuestionar que el de Osma sea un pensa-miento propiamente poltico. No se puede negar que existe una preocupacinpoltica, que hay sensibilidad a las cuestiones y conflictos candentes delmomento y una inquietud por su resolucin, pero no hay un tratamiento direc-to de los problemas constitucionales prcticos, un anlisis histrico de los acto-res que entran en liza por el poder, de sus tensiones y de sus componendas. Su

    50. CASTILLO VEGAS, Poltica y clases medias..., pp. 127-138.

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    pensamiento no tiene ni pretende una efectividad directa en la accin mundana,es un profesor de la universidad. Sin embargo, su produccin no es un meroejercicio escolstico, pues precisamente hemos dicho que lucha contra eso. Nose trata slo de hacer que el alumno sea capaz de leer y comprender por s mismoa Aristteles, sino que se busca hacer a Aristteles comprensible para ellos. Aris-tteles se discute y explica a partir de la experiencia histrica contempornea,por lo que se produce una explicacin conjunta, una experimentacin conjun-ta de la actualidad y del texto aristotlico.

    Nuestra hiptesis es que las cuestiones que se debaten en la recuperacin delaristotelismo constituyen un reservorio para la experimentacin de las con-diciones de vida, para alcanzar a articular una experiencia de s y del mundoms certera y significativa, as como para proyectar vas de accin a partir delas posibilidades que permite el conjunto de condiciones descubiertas por laexperiencia. Pero, an as, esta produccin intelectual no busca causar unaactividad socio-poltica o un proyecto socio-poltico concretos, su pretensines educativa y busca generar un saber segn las condiciones sealadas que res-ponda al estado del mundo y del individuo en l, de modo que pueda llevar-se a cabo una accin son sentido. Sin embargo, no demanda la accin, porcrtica que sea su anlisis de la actualidad, sino que demanda la participacinen esa labor intelectual, es decir, su actividad se mantiene dentro del mbitodel saber.

    Cuando en el levantamiento de las Comunidades se realiza una apropiacinde esta produccin de sentido, cuando se convoca a los letrados, los frailes, etc.,gran parte de las demandas ya estaban en marcha, si bien eran demandas con-cretas, que irresueltas y amontonadas unas sobre otras alcanzaban una inten-sidad de oposicin general al poder y al orden establecido. Cuando se requieredar unidad al movimiento y a sus diversas acciones y una significacin y articula-cin comn a sus pretensiones prcticas; cuando requiere volverse activo, gene-rar un nuevo orden, y no continuar siendo meramente reactivo y plural, estaposicin terica encuentra su oportunidad poltica, ya que vuelve comprensi-ble su accin y la dota de un horizonte general, aun cuando las causas y moto-res de la movilizacin no fueron ni mucho menos esas ideas. La necesidad deencontrar comprensin fundada a las demandas busca y encuentra su sentido yapoyo en las ideas de estos autores, que les permiten crear un discurso unifica-do sobre s mismos que, superando su diversidad, los constituye como un suje-to poltico, remitiendo a los fundamentos que all encontramos del reino, de lasociedad y de la constitucin y relacin de los individuos.

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    9.

    Este largo periodo de tiempo desde Juan II y Basilea hasta la revuelta comu-nera, un siglo XV largo en Castilla, es una poca esencial en las que se van desarro-llando gran parte de las significaciones sobre el hombre, la sociedad y la polticaen cuya confluencia polmica se van arrojando los materiales con los que se cons-tituir el sujeto moderno y cuya problematizacin sigue abierta hoy en da, quizms que nunca, porque estamos en otra poca de crisis en la que el sujeto pro-pietario, la sociedad contractual, la democracia y la definicin de los fundamen-tos de las leyes y los derechos reclaman tambin una profunda reflexin. Elestudio de la produccin intelectual de Osma constituye como hemos sealadoun desarrollo propiamente hispano de esa produccin de significados generaliza-da en toda Europa. La necesidad de recuperar el pensamiento de Osma desde laproduccin de significados antropolgicos, sociales y polticos se revela desde elanlisis de su anterior recepcin teolgica, en la medida que, en aquel momento,la cuestin teolgica fundamentaba muchos procesos polticos y se vea refrenda-da por ellos. El mismo proceso de Osma dio profundidad poltica a su actividadsin que seguramente ste lo pretendiera expresa o inmediatamente, cuando con-fluyeron diversos intereses de poder enfrentados en la constitucin de la monar-qua hispnica que se unificaban para situarlo como opositor; por ejemplo, comose ha dicho, la necesidad de una institucin como la Inquisicin, controlada porel poder real, demandaba de Roma una cesin de autoridad y potestad, cesinque se alcanza, en parte, a partir de la creacin de un enemigo comn, el con-ciliarismo, aunque tambin los conversos, en virtud de la cual la causa comnde la defensa de la religin, en cuanto elemento unificador o comn a todos, seconvierte en un elemento clave de una articulacin efectiva de la constitucinde una sociedad ordenada y de un poder poltico legitimado en su injerenciaen jurisdicciones y estados interiores que hasta entonces le eran ajenos o reaciosa su control. Sin embargo, el espectculo se vuelve ms penoso cuando la concre-cin del enemigo y la estrategia general de la constitucin de un poder real sli-do y de un dominio del reino centralizado se ve a vista de gusano; las intrigas,luchas y vendetas universitarias por la relevancia y la posicin de influencia, loshombres buenos y doctos movidos solamente por la bsqueda de puestos depoder y beneficios ms all de toda doctrina, etc. Pero, que en esta poca ensal-zan a los viciosos y a aquellos que son los bandidos de la repblica, en cambio sonpisoteados y oprimidos los virtuosos y aquellos que podran engrandecer no slo anuestra repblica civil, sino tambin a nuestra comunidad eclesistica51 ya lo saba

    51. OSMA & ROA, Pedro de Osma y Fernando de Roa: Comentario a la poltica...,II, p. 734, fol. 108, 19862-5.

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    Osma, o quiz lo aprendi Roa. Observamos as cmo tras la ortodoxia y laheterodoxia no hay ms que una diferencia de fuerza e imposicin; cmo trasla construccin de la verdad teolgica hay verdades demasiado mundanas, cuyaefectividad no se puede derribar demostrando que los datos del experimentohan sido falseados, ni que ha existido mala praxis dentro de la comunidad, puesbien es sabido que Dios escribe recto con renglones torcidos. Sin embargo elinstante de dolor, impotencia y humillacin nunca puede ser ya borrado de lacarga de sufrimiento que va doblando la cerviz de