All, en la isleta

All, en la isleta (Extracto de la obra)

Desde nio, le haba obsesionado la leyenda del tesoro oculto en la isleta. Aquel mito haba perdurado entre los habitantes de la aldea desde tiempo inmemorial, impreso en sus mentes como los rayos del sol en sus rostros atezados, transmitido de padres a hijos por la tradicin oral.

Coloc el cebo en el anzuelo, la lombriz coleante que se resista a su fatdico destino, lanz los brazos hacia atrs en un movimiento acompasado repetido hasta la saciedad, y de un golpe seco impuls el hilo hacia el azul intenso del mar obligando al carrete a un giro desesperado. El crujido del brazo le record que no deba excederse en los esfuerzos, pago necesario de su ancianidad que sin embargo le haba tratado bien; su cara an no soportaba demasiadas arrugas y sus ojos grises no haban perdido ni un pice de la vivacidad que expresara desde que naci, de persona inteligente, obstinada. Fij la caa en uno de los huecos que permitan las rocas del espign que se adentraba en las transparentes aguas como un intruso que rompiera la armona que la naturaleza haba diseado, y se aprest a repetir la operacin con otra caa. Despus de comprobar que estaban bien inmovilizadas y prestas a que picara algn sargo o acaso una herrera, abri el taburete plegable y se sent en la claridad de la maana, dispuesto a impregnarse de las sensaciones que el mar le transmita, del aire puro con olor a sal, del sonido de las gaviotas suspendidas sobre su cabeza como cometas caprichosas al antojo del viento, del espejo azulado que se extenda frente a l. A su izquierda, en la playa, los pescadores comenzaban a repartir el botn nocturno en cajas para su venta...