aliaga bajo las bombas - copia

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ALIAGA BAJO LAS BOMBAS Gonzalo Tena Gómez* El día 16 de febrero de 1938, a las 11 y 13 minutos de la mañana, once trimotores Savoia 79, de la Aviación Legionaria italiana de Mussolini, empezaron a dejar caer un total de 110 bombas de 50 kilos, sobre una parte del casco urbano de Aliaga (alejada del frente de guerra), las inmediaciones del castillo y zonas próximas a la salida hacia Ejulve. Las víctimas mortales causadas fueron veintidós al menos y las personas heridas superaron el centenar, entre los habitantes del pueblo y soldados republicanos. Teniendo en cuenta la cuantía de la descarga destructiva, las reducidas dimensiones de la villa y el número de bajas, se puede considerar el bombardeo como uno de los más desproporcionados efectuados sobre poblaciones aragonesas en la última guerra civil. En los dos meses y medio posteriores, el pueblo y su término recibieron 9 bombardeos más, 3 de ellos el día 20 de febrero; a cargo de la 2ª escuadra de La Aviación Hispana, de la 17 Legión Cóndor hitleriana y de los mentados

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ALIAGA BAJO LAS BOMBAS

Gonzalo Tena Gómez*

El día 16 de febrero de 1938, a las 11 y 13 minutos de la mañana, once trimotores Savoia 79, de la Aviación Legionaria italiana de Mussolini, empezaron a dejar caer un total de 110 bombas de 50 kilos, sobre una parte del casco urbano de Aliaga (alejada del frente de guerra), las inmediaciones del castillo y zonas próximas a la salida hacia Ejulve. Las víctimas mortales causadas fueron veintidós al menos y las personas heridas superaron el centenar, entre los habitantes del pueblo y soldados republicanos. Teniendo en cuenta la cuantía de la descarga destructiva, las reducidas dimensiones de la villa y el número de bajas, se puede considerar el bombardeo como uno de los más desproporcionados efectuados sobre poblaciones aragonesas en la última guerra civil.

En los dos meses y medio posteriores, el pueblo y su término recibieron 9 bombardeos más, 3 de ellos el día 20 de febrero; a cargo de la 2ª escuadra de La Aviación Hispana, de la 17 Legión Cóndor hitleriana y de los mentados

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Savoia italianos, entre otros. El 12 de marzo, por ejemplo, se lanzaron 180 bombas sobre las tropas republicanas… Toda esta información preliminar se debe al historiador alcañizano José Mª Maldonado Moya .

Pero el presente escrito no pretende ser una crónica histórica del primer bombardeo, sino el reflejo de unas emociones humanas y en suma, un discreto homenaje a las personas que perdieron la vida en aquella ocasión, y el reconocimiento a otras cinco aliaguinas que, amablemente, el último agosto, se ofrecieron a contarme sus vivencias testimoniales, traumáticas para algunas de ellas y nítidas predominantemente: Alicia Ariño Mallén, Moisés Gómez Escorihuela, Carmen Carceller Escorihuela, Elena Gómez Gresa y María Cinta Arpio Gascón.

Alicia tenía 21 años. Recuerda la planta baja de su casa ocupada por soldados, el sobresalto provocado por las explosiones y los desperfectos que causaron en la vivienda: Nomás sé que estaba aquí solica con una hermanica mía y una prima. Yo estaba barriendo la entrada y había un militar painándose en la entrada… Oí el bombardeo y él salió corriendo, se echó largo en el suelo y ya no lo vi más… Todo era caer tierras, y mi hermana y mi prima [gritaban]: ¡ay, Alicia, que nos tiran tiros, que se han roto los cristales!… Las casas se conmovieron mucho. Esta nuestra por arriba tenía muchas badas… Había fuego en la entrada.

La familia buscó la seguridad en una aldea, a unos pocos kilómetros de distancia: Y después nos marchamos a Campos por la loma, y a mitad de camino ya vimos cómo venían otros aviones y se amorraban aquí al pueblo, para ametrallar. Al día siguiente volvió a Aliaga.

Evoca las víctimas y algunos detalles sobre lo que hacían en el último momento: Murió mucha gente, porque [el pueblo] estaba así de militares… La madre de Maruja La Chata murió al ir a echar de comer a los animales…con la masa en la artesa…Las últimas que hablamos con tu madre [de Maruja] fuimos Francisca la de Castigo y yo… Murieron muchos militares…Hubo bastantes heridos: la madre de Rafaela…

Cuenta que en el pueblo había dos hospitales, uno arriba en la parte alta, en torno al cual resultaron afectadas algunas casas, y el de La Fábrica, militar, en la salida norte del pueblo, que se llenó de heridos, y que había varios refugios.

Comenta que bienes no podíamos esperar, que estaban pasando miedo continuamente, aunque no esperaban el bombardeo. Después, el pueblo paicía como una cosa mala, como si hubiera escombros por todo, como si hubián

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hecho obras. En los días posteriores estaba uno más temblando… ¿Qué nos pasará, qué nos pasará? Insiste: No te creas que aquello fue gordo, gordo… fue aquello malismo.

Alicia opina sobre los aviadores que debían ir estudiaos, teniendo en cuenta los objetivos escogidos.

Moisés tenía 14 años. Estaba en el cabecico El Recuenco, que se veía todo. Afirma que las bombas cayeron en el barrio alto… y ahí en Las Canales. El Ayuntamiento también lo tocó. El bombardeo duró poco rato, ahi descargan y se van. Enumera algunas de las casas afectadas: La de Felisinda de La Torreta, una; la del Choto, otra; la de Carnicer, otra, y arriba en el hospital, también. Comenta que la gente desalojó el pueblo camino de las masadas.

Recuerda el sistema de alarma cuando se acercaba la aviación, ubicado en el castillo, donde alguien tiraba un tiro, y en la torre de la iglesia, que hacía sonar las campanas a continuación.

Refiere una anécdota ligada al uso de los refugios que se hicieron después (el de la torre de la iglesia, el de El Vítor, el del Chorredor…) : El Presumido, Adolfo,… con las muletas, no podía andar… se metió corriendo sin muletas ni nada. Después ya no podía salir. Recuerda alguna falsa alarma, en que les hacían desalojar la escuela y bajar abajo.

Evoca las víctimas y comenta: Avelino Conesa estaba aparejando la yegua: él muerto y la yegua con una pata rota.

Cuenta que además de éste, hubo más bombardeos en Aliaga: El último no fue más que la casa El Roso, lo que destruyó.

Carmen recuerda la fatídica fecha exacta. Tenía 12 años: Estábamos en mi casa, en la cocina, mi hermana y yo, y mi hermano Juan, cosiendo (era sastre). Mi madre se había marchao a masar a La Masadica. Su primera intención fue subir a la falsa para huir por las peñas, pero decidieron bajar a la calle. Recuerda que delante de casa cayó una bomba, pero no explotó; hizo un aujero en la acera… Mi hermana y yo nos marchamos a La

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Masadica, ¡ah! y no aparecía mi hermano Ricardo, que no estaba en casa, prosigue.

La familia se trasladó con sus enseres a la masada en caballerías toda la noche. Allí estuvieron desde febrero a abril o más y volvieron al pueblo cuando ya se había apaciguao todo, ya habían entrado los nacionales en Aliaga.

Sobre una de las víctimas, Pascual, el dueño de Casa Pelusán, refiere que después de separarse de Enrique Tena, se marchaba a la masada con un macho del ramo y ahi donde las canales, que aún se nota, ahi cayó una bomba, partió la canal y mató al hombre. Yo lo vi: en las espinillas no llevaba carne, y otra cosa le tocaría, porque estaba muerto.

Sobre el tio Avelino, padre de Urbano Conesa, confirma: Murió en la cuadra de casa El Cortante, parejando una yegua. La yegua siempre fue coja ya.

Recuerda también un soldado herido en la entrada nuestra, que se llevaron con una camilla.

Dice que, cuando tocaban las campanas, a las piedras todos, monte arriba, que esta actitud costó la vida a algunos: por eso murieron Félix y Alejos. Manifiesta que el barrio de San Juan, subiendo por el callizo El Cortante, arriba tar cual, fue el más afectado por el bombardeo: la casa de Cinta, casa el tio Juan José, de mi tío, de Juan Cerra, la casa de Alejos…desperfectos, muchos, de tejaos, en el corral del señor Tomás Mateo…El corral de Las Eras Cortas también lo tiraron.

El bombardeo fue breve: ni visto, ni reconocido; diez minutos no creo que durara. Y, entretanto, Carmen preocupada por sus zapaticos de charol…

En La Masadica el tio Melchor construyó un refugio. Cuando alarmaban las campanas , ella se metía en un hueco en un barranco cerca de la masada.

También presenció otro bombardeo posterior que tiró la casa del tio Roso, suegro de Justo (el alcalde de Aliaga): Aquel día estaba yo con mi prima cuidando los corderos arriba en la loma… tal cual, a la que vimos los aviones, y al oir el ruido, nos asomamos a la misma piedra, al alto y solo vimos una humareda…un polvo…

Elena tenía 9 años. Estaba en su casa, El Molino Alto, a un kilómetro escaso del pueblo. Cuenta que en uno de los bombardeos, el tio

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Tomás, que venía de Las Cuevas (de Almudén) con el carro cargao vio los aviones, unos once o doce; la mitad se fueron hacia Montalbán.

Recuerda cómo su madre, Patrocinio, fue herida leve estando en el Ayuntamiento, por el efecto de una bomba que estalló en el recinto: oyó la campana que hacía sonar la guardia de la torre de la iglesia, alertó a los soldados que estaban en la Sala de la Villa, echó a correr escaleras arriba y le cayó la puerta del váter encima. Vio militares con críos heridos, llevándolos al hospital. Un soldado la acompañó a casa, cubierta de polvo. Durante unos días no pudo articular palabra, de la tremenda impresión.

Recuerda El Molino lleno de gente por miedo a la aviación, que traía sus perniles para protegerlos: Había más de cincuenta colgaos en el granero de encima de la cuadra. Si se acercaban los aviones, se metían en un hueco debajo de la piedra, camino de la fuente La Cedrilla. Otras veces, el tío Clemente Fandos, hacía un hoyo en el suelo en la huerta, nos hacía meter y nos tapaba con un saco, refiriéndose a sus hermanos, para no ser vistos desde el aire.

Relata que, en un tiempo impreciso, puede que hacia el final de la guerra, observó: iban diez aviones dando vueltas; asomaban por Peñas Caidas y luego se escondían por Valdeavellano. Uno empezó a quedarse detrás, detrás; se envolvió de humo y ya se cayó. Luego vio al tio Vítor acompañando al piloto, alto y rubio, supuestamente italiano, por el camino, cerca del molino.

Entre las casas afectadas, recuerda la de Remedios La Barragana y la de la tia Chotica. Entre los refugios construidos, uno debajo de la bodega de Pedrín, en la calle de abajo. Que las víctimas eran gente normal, humildes, indiscriminadas.

Cinta tenía también 9 años. También se acuerda de la fecha del bombardeo: el16 de febrero; de que duró poco; de que vio venir a los aviones; de que hubo más bombardeos y también de haber visto caer un avión en una ocasión. Cree que los atacantes buscaban la CNT o la UGT.

Estaba en casa con su hermano Félix, adolescente, que fue una de las víctimas mortales, alcanzado cuando trataba de ponerse a salvo: Estaba partiendo leña… arreó p’a arriba a una casa que había un refugio y ahí lo cogió. Recuerda la destrucción de su casa y que murieron los animales, en medio del frío interrumpido de aquella mañana y que estuvimos todo el día por las peñas. Después estábamos todos ya muertos de miedo.

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Su familia marchó a Cirujeda, pequeño pueblo que actualmente pertenece al término de Aliaga.

Refiere la anécdota del uso de un palo para protegerse los tímpanos del estruendo de los estallidos: Nos hacían poner aquí en la boca un palo… siempre llevábamos el palo en el bolsillo (otros niños lo llevaban colgado del cuello).

Y con una sonrisa cargada de amarga ironía recita una copla que le enseñarían después de la tragedia:

La vida le debo a Dios,

a mi padre y a mi madre.

También se la debo a Franco

porque vino a liberarme.

Esta sería la lista informal de las víctimas aliaguinas, según los testigos referidos:

Pascual, dueño de la masada Casa de Pelusán

Alejos, familiar del Cortante

Félix Arpio Gascón, hermano de Cinta

Un chico de Miguel y de María, la Morros

Felipa, madre de Rufino y Maruja la Chata

Avelino Conesa, padre de Urbano

* del Colectivo Sollavientos