alfonso reyes obras completas viii

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Ensayos de Reyes

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  • letras mexicanasOBRAS COMPLETAS DE ALFONSO REYES

    VII

  • OBRAS COMPLETAS DE

    ALFONSO REYES

    VII

  • ALFONSO REYES

    Cuestiones

    Tres

    Pginas

    gongorinas

    ngora

    adicionales

    letras mexicanas

    alcances a G

    Varia

    Entre libros

    FONDO DE CULTURA ECONOMICA

  • Primera edicin, 1958Segunda reimpresin, 1996

    D. R. 1958, FoNDo DE CULTURA ECONMICAD. R. 0 1996, FoNDO DE CULTURA ECONMiCACarretera Picacho-Ajusco 227; 14200 Mxico,D. F.

    ISBN 968-16-0346-X (edicin general)ISBN 968-16-0859-S (volumen VII)impreso en Mxico

  • CONTENIDO DE ESTE TOMO

    1. Las Cuestiones gongorinas salvo breves lneas adicionales quese indican en el lugar oportuno datan de la poca madrilea ypertenecen a los aos 1915 a 1923. Sobre la elaboracin del vo-lumen, ver Historia documental de mis libros (captulos V, VIII,IX, l~parte, X, 1a parte y XII, 2a parte, en Universidad de M-xico, IX, nms. 10-11, junio-julio de 1955; X, 6, febrero de 1956;X, 8, abril, 1956; XI, 4, diciembre de 1956; y XI, 10, junio de1957). Ver tambin Correspondencia entre Raymond Foulch-Del-bosc y Alfonso Reyes (bside, Mxico, 1955, XIX, 1 en adelante),que especialmente se Tefiere a la preparacin de las Obras Complew~sde Gngora, en tres volmenes, que ambos publicamos en 1921.

    II. Tres aicances a Gngora: Sabor de Gngora y Lo popu-lar en Gngora, que antes aparecan en la segunda serie de losCaptulos de literatura espaola (1945), pasaron al presente tomopor la afinidad del asunto. Por igual motivo se recoge aqu el en-sayo, muy posterior, sobre La estrofa reacia del Polifemo.

    III. Varia no requiere explicacin.Sobre casi todos los temas de las tres secciones anteriores es ya

    indispensable referirse a los trabajos de D. Dmaso Alonso, que mesuperan desde luego, pero adems me completan y aun rectifican:Monstruosidad y belleza en el Polifemo de Gngora (Poesa es-pauola, Madrid, Gredos, 1950) y, en general, todo el vol, de Estu-dios y ensayos gongorinos (Ibid., 1955).

    IV. Entre libros es un conjunto de reseas sobre publicacionesliterarias. La coleccion comienza en 1912 la primera poca mexi-cana, a que pertenecen los tres primeros artculos y se extiendehasta 1923.

    En la Historia documental de mis libros, cap. V (Universidadde Mxico, X, nms. 10-11, junio-julio de 1955), he escrito: De1912 a 1923 se extienden las reseas que recog en Entre libros,1948. Las tres primeras son de Mxico (Argos, Mundial, Biblos, 1912.1913); treinta y cinco se publicaron ya en la Revista de FilologaEspaola, comenzando por una noticia sobre la antologa espaolade Hills y Morley... y acabando con una noticia sobre los ensa-yos de literatura cubana de Jos ~Iara Chacn y Calvo...; una apa-reci en la Revue Hispanique, sobre una edicin de La espaola deFlorencia. ..; sesenta y nueve corresponden al diario El Sol y vande 1917 a 1919; una, sobre la edicin de Espronceda preparada porMoreno Villa, se entreg a la Revista de Occidente... ; y dos ms,sobre Dos mil quinientas voces castizas, de Rodrguez Marn, y so-

    7

  • bre un bestiario de Hernndez Cat, a la revista Social, de LaHabana. . - El escritor cubano Csar Rodrguez ha publicado tam-bin una obra con el ttulo de Entre libros, ttulo que l vena usandopara sus crnicas bibliogrficas en la revista Avance, de La Habana,desde 1934 segn entiendo. En su nota all aparecida el 23 de juniode 1948, en vez de gruir como otro lo hubiera hecho, se declaraufano de la coincidencia; la cual, aunque involuntaria, bien pudoser una verdadera influencia inconsciente.. .

    V. Aado al final unas Pginas adicionales, hasta hoy no re-cogidas en libro, y que datan de 1914 a 1919.

    8

  • 1CUESTIONES GONGORINAS

  • NoTIcIA

    EDICIN ANTERIORCubierta: Cuestiones // Gongorinas // por // Alfonso Reyes II (Ca-beza de Gngora en cartela) // E8pasa.Calpe, S. A. // M.CMXXVII.

    Falsilla: Cuestiones Gongorinas.Portada: Alfonso Reyes // Cuestiones // Gongorinas II Ma-

    drid // 1927.49, 268 pp. e ndice.

    lo

  • PRLOGO

    HACE tiempo que pensaba reunir estos trabajos, y el prxi.mo aniversario de Gngora (muerto el 23 de mayo de 1627)me anima al fin a realizar el proyecto. Salvo leves e indis-pensables retoques, dejo cada artculo tal corno apareci porprimera vez en la revista que le dio acogida; y as, de unoa otro estudio, podr apreciarse el proceso de una idea enmarcha, la rectificacin de un dato, la aclaracin de algnconcepto. S que las apreciaciones literarias que hay en estevolumen van como ahogadas entre el frrago erudito; perono he querido hacer un libro ameno (tiempo habr paratodo), sino un libro documental. Por lo dems, me atrevoa pedir a ios lectores que no se dejen ahuyentar por la apa-riencia de tal o cual pgina demasiado rida, porque, a lomejor, en el discurso de una investigacin erudita se desli-zan frmulas y definiciones estticas sobre la poesa de Gn-gora, que yo materialmente no he tenido tiempo de sacaraparte todava.

    Todos estos trabajos son anteriores a la obra fundamentalde Miguel Artigas, Don Luis de Gngora y Argote, biografay estudio crtico, Madrid, 1925, que ha venido a refundircuanto se haba escrito sobre la materia, aadiendo copiososdescubrimientos documentales.

    Para ms tarde reservo estudios de otra ndole y de lectu-ra menos laboriosa. No es que me sienta ya disgustado de latarea humilde y paciente del erudito, tan semejante al trabajode la hormiga y tan necesitada de cristianas virtudes. Sinoque mi vida, mis viajes, los compromisos de mi conductame van alejando por puntos del reposo de las bibliotecas, delsilencio de los archivos, de la concentracin espiritual quehace falta para seguir, con minuciosidad microscpica y amordiligente, las piruetas de unavariante en diez manuscritos su-cesivos, la inefable diferencia de temperatura que produceel cambio de un signo ortogrfico entre dos ediciones igual-mente dudosas. Y as, cada vez, voy teniendo que atenerme

    11

  • ms y ms al material que se lleva en un solo libro, al saldogeneral de la obra de mi poeta, a su ltimo valor humano odeshumano (esttico), al solo brinco de la emocin que sulectura provoca en m, al documento solo de las corrientesde fantasa o de gozo mental que la poesa gongorina desatadentro de m mismo.

    Va de lo uno a lo otro la diferencia que hay entre estu-diar el nudo y la trama del tapiz, aplicando la lente y usan-do de las noticias tcnicas, o apreciar de lejos y al golpe devista la belleza del cuadro queel tapiz mismo representa. Sondos rdenes distintos de felicidad, igualmente aguda en am-bos casos. Beatos los que sepan disfrutar de tales placeres.Ya pueden jactarse de que encuentran compaa en su sole-dad y consuelo siempre.

    Par4, 1926.

    12

  • NOTA EDITORIAL

    Bajo el ttulo de cada artculo hago constar, en letra pequea, larevista en que fue publicado por primera vez, y a la que debo agra-decer la libertad de reproducirlo en este volumen. Cuando falta estaindicacin, se trata de un artculo indito.

    El poema atribuible a Gngora Alegora de Aranjuez se pu-blica aqu por vez primera, despus de las ediciones de obras deVillamediana que aparecieron en el siglo xvii. Mi texto fue prepa-rado en 1915, a la vez que el estudio sobre Gngora y La gloria deNiquea.

    Agradezco a mis amigos Enrique Dez-Canedo y Martn LuisGuzmn el permiso de publicar aqu las Contribuciones a la biblio-grafa de Gngora, que juntos formamos en Madrid.

    13

  • 1. GNGORA Y LA GLORIA DE NIQUEA

    AL CONDE DE VILLAMEDIANA, correo mayor de Felipe IV, hayque figurrselo como un Don Juan. Caballero opulento, ga-llardo poeta gongorino, lleno de epigramas contra los viciosde la Corte, aunque en todos sola incurrir acaso, en Lasparedes oyen, inspir a Ruiz de Alarcn el personaje del DonMendo, maldiciente y enamorado, hermoso y burlador.Vemoslo en la cabalgata en que cuenta Gngora a, porno deslucir parndose a buscar una venera de diamantes quese le haba cado, prefiere perderla, y sigue galopando. Ve-moslo en aquella justa en que se presenta con un traje borda-do de reales de plata y la intencionada divisa que dice: Misamores son reales; o en la corrida de toros en que, vindolelancear, deca la reina: iQu bien pica e! conde!, y le con-testaba el rey: Pica bien, pero muy alto. Imaginemos almonarca mismo dudando tntre la aficin al Villamediana, aque le incita la reina, y los celosos consejos de su privadoel conde-duque de Olivares. Imaginmosle cuando, estando lareina al balcn, el rey vienepor detrs a cubrirle los ojos conlas manos, y ella, descuidada, exclama: iEstaos quietos, con-de! Otra vez hay funcin real en Aranjuez: se representauna comedia de Villamediana y otra de Lope de Vega. Villa-mediana, a media funcin, incendia el teatro para salvar ensus brazos a la reina y hurtarie el favor de tocar sus pies.Denncialo un pajecillo que lo ha visto huir por el jardn,llevando el precioso fardo a cuestas. Y tres meses ms tarde,el conde de Villarnediana es herido por mano desconocida, alpasar en coche por la calle Mayor. ~Jess! Esto es he.cho!, grita. Y desnuda todava la espada al caer.

    1 Entr Su Malestad aquel da por el Parque a las tres de la tarde, contreinta y seis caballos gallardos, mucho de plumas principalmente; y todoslos que corran, tan galanes como honesto., porque el luto no dio facultad a maque a desnudar la. avestruces. Vlllamediana luci mucho, tan a su costa comosuele; y fue de manera que, an corriendo, se le cay una venera de diamante.valor de seiscientos escudos; y por no parecer menudo nl perder el galope, quisom. perder la joya. (Carta de don Luis de Gngora a Cristbal de Heredia,Madrid, 2 de noviembre de 1621.)

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  • De aquella obra teatral La gloria de Niquea, cuyarepresentacin ilumina con su fulgor entre fastuoso y funestola vida y la muerte de Villamediana, voy a ocuparme ahora,tratando de rastrear en ella la colaboracin fortuita de Gn-gora.

    Al frente de las obras del conde de Villamediana aparecela Comedia de la gloria de Niquea y descripcin de Aran-juez, representada en su real sitio por la reina nuestra seo-ra, la seora infanta Mara y su~danuzs, a los felkssimosaos que cumpli el rei nuestro seor don Filipo quarto, alos 9 de abril de 16222

    Consta la comedia de tres partes: 1) un prlogo aleg-rico; 2) una loa seguida de un coro de ninfas, y 3) el episo.dio que le da nombre, y qi~erepresenta la.gloria de Niquea,libre de los encantos de Anaxtrax, su hermano,.por Amadsde Grecia, en dos actos, el segundo de los cuales es el msbreve que se ha visto en mesa de poeta. Los versos estnmezclados con trozos de prosa gongorina en que se describela fiesta de Aranjuez. Y todo ello, con el acompaamientode msica de la capilla real, el aparato, las luces y los dis-fraces de las damas, da un tipo de singular contextura queno sera despropsito considerar como un intento de comediaculta. Don Antonio de Mendoza, al describirla, se cree en lanecesidad de explicar que estas obras, a que en palaio seda el nombre de invenciones, no se ajustan a los preceptoscomunes ni desarrollan una fbula unida~que en ellas lavista lleva mejor parte que el odo, y ni es necesario el casa-miento final de los amantes como en la comedia %ulgar.8

    2 Obras de Villamediana, Zaragoza, 1629, pg. i. Adems de las edicionesdescritas por el Sr. E. Cotarelo y Mori, EL Conde de Villamediana, 1886, hemospodido examinar una de Zaragoza de 1634, de cuya existencia l h.Wa dedado. Se reproducen en ella las aprobaciones y licencia de la antenor, peroalterando las fechas, y se ha suprimido la fe de erratas por haberse corregidoel texto en los lugares correspondientes. (Bibl. Nac. de Madrid: R-3722.)

    3 El Fnix Castellano O. Antonio de Mendoa, renascido de la Cran Di-bliotheca deL Ilustrssimo Seior Luis de Sousa... Lisboa, 1690, 428,440, 441 y 452. Explica que estas representaciones no admiten el no re vul.gar de comedia y se le da de nvencion la decencia de Palacio desprecioms que imitacin de los espectculos antiguos, de que aun oy Italia presumetanto de gentil pg. 428). Ya advert al principio que esto que extraar&el pueblo por Comeda y se llama en Palacio Invencin, no se mide a los pre-ceptos comunes de la(s) farsa(s), que es una fbula unida; sta se fabricade variedad desatada, en que la vista lleva mejor parte que el odo, y la os-16

  • Ms de una mano parece haber intervenido en esta pieza.Desde luego es dudoso que, como hasta hoy se ha dicho, elmismo Villamediana redactase las acotaciones en prosa. Enotra ocasin expondremos nuestras razones.4El prlogo alegrico de La gloria de Niquea, en que va-mos a ocuparnos especialmente, forma una pieza diminutay separable de la comedia, y consta de 24 octavas que se ex-tienden de la pgina 6 a la 14, interrumpidas por trozos deprosa despus de las octavas nms. 4 y 13. Las figuras quehablan en l son la Corriente del Tajo, el Mes de Abril yla Edad, quienes dan la bienvenida al rey y le desean aosfelices. En el trozo de prosa que viene inmediatamente des-pus ocurre una cita expresa de dos versos de Gngora Mu-chos siglos de hermosura En pocos aos de edad paraponderar la belleza de la ninfa que sali a recitar la loadoa Mara de Guzmn.5

    Este prlogo alegrico, que pasa por ser de Villamedia-na, aparece atribuido a Gngora, y creemos que con justicia,en libros de Martn de Angulo y Pulgar. Acaso no fue stala nica vez que el maestro colabor con el discpulo, y conrazn se ha credo que entre las obras del uno pueden ha-berse deslizado algunas del otro, y viceversa.6 No sera tam-poco la primera vez que Gngora se ensayaba en alegorassemejantes. Del mismo gnero es la Congratulatoria: el aode 1619, viniendo de Portugal el rey don Felipe tercero...,lleg a Guadalupe, y a la entrada de la iglesia ava un arcotriunfal bien adornado, y en lo ms alto una nube, la qualfue baxando quando su magestad lleg, y, abrindose, se des-tentacin consiste ms en lo que se ve que en lo que se oye (pgs. 440-441).En la relacin en verso de la fiesta, que sigue a la relacin en prosa, sealaotra singularidad del gnero: Los amantes generosos, Pagados slo de serlo,De las comedias vulgares Desdean los casamientos (pg. 425).

    En 1654 fueron traducidas al ingls las relaciones de la fiesta de Aranjuezde Mendoza, e impresa la traduccin en Londres por William Godbid, 1670.Se equivoca el ao de 1622 por 1623, y se aplica a La gloria de Niquea elnombre de pera. Ni sera exagerado el comparar estos espectculos con cier-tas alegoras de trajes y luces en las modernas revistas del Music-Hall.

    4 Vase Resea de estudios gongorinos, en este mismo volumen, pp. 84-111.

    5 A continuacin de este artculo, doy una edicin del prlogo alegrico.O El romance Las tres auroras que el Tajo, por ejemplo, aparece en los

    manuscritos como de Villamediana, y ha sido impreso en las obras de Gngora.Vase Cotarelo, op. cit., pgs. 178-9. Este romance alude, precisamente, a lasfiestas de Aranjuez.

    17

  • cubri la Justicia y Religin, que saludaron al rey con losversos de la Congratulatoria, donde hay tambin un trozo enoctavas.7Martn de Angulo y Pulgar escribe a Francisco de Cas-cales:

    Y si para defender estas proposiciones dixesse y. m. (puesno le queda otra escusa) que el vituperio que atribuye es sloal Polifemo y Soledades, y las alabanas a las dems obras, nosatisfaze, porque como habla contra la mayor, que es las So-ledades .. y el Polifemo, que es otra de las quatro mayoresque compuso don Luys, y sta y aqulla las primeras que ledieron el lauro de mayor poeta, claro es que pretendi y. m.arrastrar con stas el crdito de los dems poemas que guar-dan el mismo estilo, como son el Panegrico [al duque de Ler.mal, la Congratulatoria y las veynte y cinco otavas que sonintroducin a la comedia de La gloria de Niquea, que saliimpresa con las dems obras de don Juan de Tasis, conde deVillamediana (y aunque son de don Luys, no ha faltado quiense atribuya proprios estos dos poemas) ..

    En adelante, al hablar de los poemas mayores de Gn-gora, Angulo sobrentiende que habla tambin de dichas oc-tavas, a las que, como se ve, considera caractersticas de lasegunda manera. Las Soledades tienen muchos perodosclaros. - - En las dems obras que despus hizo guardandoel mismo estilo, hallar la misma claridad. Y cita comoejemplo una estancia del Panegrico, una de la Congratula-toria y una de la comedia de Niquea (folio 37 y.).

    Obsrvese que en las obras impresas de Villamediana lasoctavas en cuestin son veinticuatro y no veinticinco, comodice Angulo, y la que l transcribe bajo el nm. 20 corres-ponde a la nm. 19 del texto que hoy conocemos.

    Aos ms tarde, Angulo public un centn de versos deGngora en forma de gloga, cuyos personajes son Alcidas,Licidas, Napeca, Clo y Nsida, y en que se disfraza y se can-ta a Gngora bajo el nombre pastoril del Daliso.9

    7 Todas las Obras de Don Luis de Gngora, publicadas por G. de Hozes yCordoua. Madrid, 1654, pg. 142.

    ~Episeolas satisfatorias... Granada, en casa de Blas Martnez, folios 5 y.y 6. (La epstola a Cascales est firmada en Loja a 4 de julio de 1635.)

    ~ gloga fnebre a Don Luis de Gngor~de versos entresacados de susobras... Sevilla, por Simn Fajardo, 1638.

    Tanto Fr. Juan de la Plata en su aprobac~incomo el propio Angulo ad-18

  • Al folio 10 y. hay un ndice de las obras de Gngora quehan sido aprovechadas en el centn, y a la altura del signoN, Niquea, una nota impresa que dice: Su comedia en lasobras de Villamediana, son de don Luis las octavas primeras.

    Examinando detenidamente los versos de la alegora queAngulo traslad a su centn, y a los que corresponden lasapostillas que llevan el signo N, se advierte: 1. Que los cin-cuenta versos por l aprovechados constan en la edicin deVillamediana. 2. Que en el centn, lo mismo que antes enlas Epstolas, supone Angulo la existencia de veinticinco oc-tavas, siendo as que slo veinticuatro constan en el texto deVillamediana. 3. Que la numeracin de las cuatro prime-ras octavas en Angulo corresponde exactamente al texto deVillamediana. 4. Que ya la octava nm. 6 de dicho textolleva el nm. 7 en la gloga o centn de Angulo. Esta diver-gencia se mantiene hasta el fin (nmero 24 en Villamedianay nm. 25 en Angulo), sin que podamos saber el instantepreciso en que se produce, porque Angulo no cita versos dela que es en Villamediana octava nm. 5. Tampoco creemosque la divergencia se deba a un error de cuenta: Angulo ten-dra buena informacin de las obras de Gngora, como apo-logista suyo, y en unas explicaciones que preceden a lagloga dice:

    No cito los versos por las obras impresas, porque niestn all todas, aunque lo dize el ttulo, ni estn fieles, aun-que lo presume el prlogo; antes estn llenas de infinitosyerros y de notable culpa. Las citas de las Soledades tam-bin las saco de mis manuescritas.

    Acaso posey tambin un texto manuscrito del prlogo

    vierten que el actual es el segundo centn que se escribe en versos castellanos,habiendo sido el primero el Christo nuestro seor en la cruz, hallado en losversos del prncipe de los poetas castellanos, Garcilaso de la Vega (1628), porJuan de Andosilla Larramendi.

    Simplemente por no desperdiciar la noticia, advierto que, en esta glogafnebre, en las notas en prosa que corresponden al pasaje del fol. 24, que serefiere a Lope, declara Angulo y Pulgar que no es suyo el soneto: Nadiete alabe, Lope, que t solo, soneto que aparece atribuido a l en la FamaPsthuma, de Montalvn (Madrid, 1636, fol. 131), y que, segn anotacionesmanuscritas, de letra del siglo xvii, que aparecen en un ejemplar de la FamaPsthuma que fue de Gayangos y que se custodia en la Bibi. Nac. de Madrid(R-18730), deber atribuirse a Francisco Lpez de Aguilar Coutifio (JulioColumbario), el mismo que procur la publicacin de la Expostulacin de laSpongia.

    19

  • alegrico donde habra una octava ms que en el de Villa-mediana, ya despus de la nmero 4, o ya despus de lanmero 510

    En dos casos, finalmente, hemos advertido, adems dela divergencia en el nmero de las octavas, divergencia en lanumeracin de los versos; pero se trata notoriamente de erra-tas de imprenta, pues cada uno de estos versos ha sido apro-vechado dosveces por Angulo, y en una de ellas ha sido desig-nado con el nmero que le corresponde, nico admisible dadala composicin mtrica de la octava.

    Confesamos que el testimonio de Angulo y Pulgar no haceprueba plena: es el nico panegirista de Gngora en quienhemos encontrado hasta hoy la atribucin discutida, y en lasEpstolas donde es ms explcito, aunque menos definitivoque en el centn publicado tres aos despus l mismo ad-vierte que no ha faltado quien se atribuya propias la Con-gratulatoria y las octavas en cuestin.

    Se imponen, pues, algunas consideraciones complemen-tarias.

    Por qu, si el prlogo alegrico fue escrito por Gn-gora, no se declar as en la edicin de Villamediana?

    Conocidas son las circunstancias de la fiesta de Aranjuez(15 de mayo de 1622). Se acusa a Villamediana de que,para salvar a la reina en sus brazos, provoc el incendio quesobrevino en el segundo acto de El vellocino de oro, de Lope,pieza que se represent a continuacin de La gloria de Ni-quea;1 se murmura de sus reales amores, y al fin muere

    10 ngulo y Pulgar dej, en efecto, un manuscrito de las obras de Gngora,que ha sido estudiado y parcialmente publicado por E. Linares Garca, Cartasy Poesas inditas de D. Luis de Gngora y Argote, Granada, 1892. Es pro-bable que en el manuscrito figure el prlogo alegrico con la octava adicional.No me ha sido dable examinarlo.

    Por otra parte, la edicin de Villamediana, de Zaragoza, 1629, no mereceabsoluto crdito: el Dr. Juan Francisco de Salazar nos advierte, en su aproba-cin, que no contiene todas las poesas, ni responde de que estn conformescon su original por ser obra psthuma, que pocas veces se acierta. El re-copilador declara, en la dedicatoria al conde de Lemos, que salen los versosde Villamediana a que los goce el mundo si bieq con el achaque de borra-dores, en que an no[s] los dex su autor; y aade en las palabras AlLector, que no ha publicado las stiras porque no le fue permitido, y que sifaltan algunos papeles es porque ha sido poca la mayor diligencia para obte-nerlos. Como prueba de las deficiencias del texto, comprese el poema delFnix (pg. 267) con la leccin que de l da Pellicer en su libro El Fnix ysu historia natural. Madrid, 1630, pg. 187.

    11 Corrjase en este sentido la Historia de la literatura espaola, de J.20

  • acuchillado pocos meses despus por impulso soberano, se-gn las maliciosas coplas de la poca. Mendoza, en sus yacitadas relaciones, evita el nombrar al poeta, aunque celebrasu invencin y sus versos.

    Prefiri Gngora, por iguales razones, no aclarar sucolaboracin conVillamediana? No me atrevo a asegurarlo.12Sabemos, por lo menos, que la muerte del conde lo descon-cert de manera que pens en alejarse de la corte.3

    En todo caso, ni la edicin de Villamediana merece mu-cha fe, ni sera la primera vez que se deja oscuro el nombrede un colaborador, por ilustre que sea. El prlogo seguiracopindose con la comedia de Villamediana, y como obra deste se public dos aos despus de muerto Gngora, y aspas a las ediciones posteriores.

    Hay razones crticas para admitir que Gngora escribiel prlogo alegrico? Es posible distinguirlo de Villame-diana, su ms cercano imitador?

    Villamediana imit al maestro en todas las exteriorida-des tcnicas de su arte, pero difcilmente pudo repetir el pro-ceso psicolgico que aquellas exterioridades envuelven. Se-ra, pues, intil examinar una a una las semejanzas verbalesque con los dems poemas gongorinos ofrece el actual: laestacin florida, la luz purprea, las cerleas sienes, el verdesoto, el uso peculiar del verbo pisar que se advierte ya enpoesas de Gngora publicadas por Espinosa (Flores, 1605),los trminos del da y el beber el Nilo en la celada, quetambin se encuentran en la Oda a la toma de Larache, y al-gn verso de la Soledad primera, que se repite aqu con unaligera transposicin: En campos de zafiro estrellas pace. Losdiscpulos saquearon el vocabulario y los giros del maestro;tanto, que sus obras parecen, como la gloga de Angulo,verdaderos centones de versos entresacados de los poemas de

    Fitzmaurice-Kelly, pg. 335, edicin 1914. Cf. Cotarelo y Mori, op. cit., y elvol. VI de obras de Lope de Vega publicadas por la R. Acad. Esp., pgs. 41 u.

    12 Parece que cierto espritu de prudencia hubiera presidido a la edicinde las Obras de Villamediana. As, ya he dicho que se suprimieron las stiras.As, en las acotaciones en prosa a La gloria de Niquea apenas parece haberuna tmida alusin al incendio: Y aun si no tuviera fianas de tanto abono[la fiesta], el ltimo sarao se atreviera a desluzirla, etc. (pg. 54).

    3 Carta a Cristbal de Heredia, 23 de agosto de 1622. (E. Linares Garca,op. cit., pg. 14.)

    21

  • Gngora. Lo mismo hay que decir del hiprbaton, la supre-sin de artculos, las alusiones eruditas y dems~ardides delcultismo usados por Gngora, y hasta de aquella preocupa-cin por las cualidades sensoriales de los objetos, por la luzy el color, que hacen de l el poeta menos oscuro en el sen-tido inmediato de la palabra. En el prlogo alegrico hayun verso que compendia su representacin de la naturaleza:urprea luz y plcido ruido. Por todos los poemas de estepoeta, a quien Cascales acusa de pintar noches, se nota laobsesin del color, color que a veces ms bien parece dictadopor una especie de retrica herldica. Pero en esto Villame-diana le imit hasta el exceso, si bien es cierto que en lamuerte del Fnix hace ms uso de la luminosidad pura fue-go, llamas, rayos, globos de luz que de los colores.14

    No menos le imit en la tcnica de la octava, procurando,como l, aunque nunca logr igualarlo, producir, hacia losversos nms. 4 y 8 de cada estrofa, cierta bifurcacin mentalen virtud de la cual se expresan dos acciones paralelas, su-cesivas o disyuntivas. En el Polifemo este procedimient esconstante Al cuerno en fin la ctara suceda, Gimiendotristes y volwzdo graves, O prpura nvada o nieve roja;y aunque no sea privativo de los gongorinos, ellos lo aplica-ron de un modo ms consciente y premeditado que los dems.El prlogo alegrico, con excepcin de unas seis estrofas enque el procedimiento es menos aparente, se ajusta a l, comopodr advertirlo el lector. Esta habilidad de estilo noto-ria, por ejemplo, en Carrillo y Sotomayor y en Gngoraaparece un tanto amortiguada en Villamediana. Si se exami-nan sus octavas Faetn, Apolo y Dafne se ver que usdel procedimiento con menor soltura y menor constancia quelas reveladas en el prlogo alegrico.

    Pero no es en la tcnica donde habra que buscar lascaractersticas absolutas de Gngora. De l a .Villamedianahay, seguramente, una diferencia de intensidad, esttica. Nocreemos que la frase del imitador haya alcanzado nunca elvigor rtmico de la octava nm. 5 del . prlogo alegrico,la eficacia metaf,rica del primer verso de la octava nm. 15

    14 Cfr. L.-P. Thomas, Le lyrisme et la prciosit cultiste en Espagne.Halle-Pars, 1909, pg. 121.

    22

  • Luz de estrellas a estambre reduzida, ni tampoco queVillamediana haya escrito una sola estrofa que iguale lafinura de la nm. 13. Villamediana, que pudo acertar conla sobriedad graciosa del epigrama, no era capaz de unaplena concepcin alegrica.

    Adems, en las metforas de Gngora hay que distinguirlas que debe al conceptismo ejemplo: la que le censurabaPedro de Valencia: el arroyo revoca los mismos autos de suscristales de aquellas que slo se explican dentro de una es-ttica personal cuyo secreto escap a imitadores y a enemi~gos: esfuerzo por devolver a la emocin toda su complejidadvital, por traducir la emocin primaria prescindiendo dela limitacin en que los vocablos usuales la encierran, quehemos de encontrar, siglos ms tarde, en el simbolismo fran-cs.15 Pero la definicin de esta calidad esttica exigira unvolumen.

    Dentro de la obra de Gngora, el prlogo alegrico ten-dra un valor especial: el poeta, que ha pasado ya por laexperiencia del Polifemo y las Soledades, ha morigerado, encierto modo, aquel desenfreno o generosas travesuras quedeca Pedro de Valencia. Aunque quedan todava lugaresconfusos, el prlogo alegrico es mucho ms mesurado queaquellos grandes poemas. Sobraban razones para que el poetase reportara en esta ocasin: la pieza haba de ser recitadapor damas de la corte y en una fiesta no acadmica. Men-doza insiste sobre la poca licencia que se conceda a los versosescritos para palacio, y asegura que no salan airosos de laprueba los que se han criado lexos de la severidad de suescuela.6

    Revi.sta de Filologa Espaola.Madrid, 1915, u, 3.

    ~ Ejemplo la octava nm. 13, que recuerda la nm. 27 del Polifemo: aqula difana cortina del aire, y all las vagas cortinas de Favonio.

    16 Escrivise con atencin a la soberana de Palacio, por saber la cortalicencia que se les concede en l a los versos, y el atino con que se han deescrivir,en que se ven poco plticos los que se han criado lexos de la seve-ridad de su escuela. No atendan los versos a lo prometido de la historia,sino al respeto de los personages. En este coloquio mostr el autor. - - eldecoro con que se han de escrivir los versos para las Damas: Los que oyen,atinados; ios que dizen, severos; donde quanto no es desconfianza es osada;todo finezas. y nada amores. Don Antonio de Mendoza, op. cit., pgs. 429,430, 439 y 441.

    23

  • II. ALEGORA DE ARANJUEZ(POEMA ATRIBUIBLE A GNGORA)

    A CONTINUACIN transcribo el prlogo alegrico de la come-dia La gloria de Niquea, ya que corriendo este prlogola suerte de las obras de Villamediana, entre las cuales andaimpreso no es accesible a todo lector. Sigo el texto deZaragoza, 1629, y aprovecho la nica variante de importan-cia que se encuentra en ediciones posteriores. Conservo laortografa primitiva, salvo la substitucin de la antigua spor la s moderna. Tambin modernizo la puntuacin, laacentuacin y el uso de las maysculas.

    1915.

    LA CORRIENTE DEL. TAJO

    Del Tajo, gran Filijo, la corriente 1Soi que, en coturno de oro, las arenasDesde las perlas piso de mi fuenteHasta ilustrar de Ulises las almenas.Inclino a tus reales pies la frenteEntre estas sienpre verdes, sienpre amenasJurisdiciones frtiles de Flora,Que un ro las argenta, otro las dora.Inclino al nombre tuyo, agradecida, 2Una vez y otra las cerleas sienes,Pues a pisar, en la estacin florida,Las esmeraldas de mis orlas vienes.La ocasin muchos siglos repetidaSea tu deidad, y a los que tienesAos siempre felices, les respondasVencidas de su nmero las ondas.Conduze la que ves Isla inconstante 3Quantas contiene ninfas la ribera,Desde la fuente donde .nace, infante,En breve el Tajo, de cristal esfera,Hasta donde despus logra, gigante,Los abraos de Thetis, que la espera

    24

  • De velas coronado, qual ningunoLquido tributario de Neptuno.Pero ya en selva inquieta se avezina 4El mes, ponpa del ao agora tanta,No porque florecer haze una espinaO matizar de estrellas una planta,Sino porque en los braos de LucinaBes primero tu primera planta;Que aun no bien en sus mrgenes impresa,Un mundo la venera, otro la vesa.

    EL MES DE ABRIL

    Deidad undosa, honor desta ribera: 5El manto mira que espirando agoraEl mejor nbar de la primavera,Bord el mejor aljfar de la aurora.Con l vengo a esperar la Edad ligeraQue, del Evo prolixa moradora,Del quarto lustro el ao trae segundoAl gran monarca deste y de aquel mundo.T, pues, tantos regando aqu claveles 6Quantos al cielo oy niegan arreboles,Con ondas no ms puras que fielesEl culto restituye a tantos soles;El pie argentado de sus chapiteles,Simtricos prodigios espaoles,A cuyo sienpre esclarecido dueoDos orbes continente son pequeo.Y en quanto el sol adoro yo de Espaa, 7Atiendo de la Edad el diligenteBuelo, que lisongero no se engaaY nos huie veloz Febo luziente;A quien los muros que Pisuerga baaCelajes fueron claros de tu oriente;Rayos tuyos los reinos sean, y levestomos las provincias menos breves.El que ves toro, no en las selvas nace 8A mis floridos jugos obediente:En. canpos de zafiro estrellas pace,Signo tuyo feliz siempre luziente;A cuyos vaticinios satisfaze,Y al nudo sacro que, gloriosamente,

    25

  • Con la feliz consorte que oi te asiste,De esperana y de luz dos orbes viste.Lilio francs, emulacin de flores, 9Crisol de reinos, Fnix de mugeres;La bella Infanta, a quien le deve alboresTantos la aurora como rosicleres;Carlo, el que ya esplendor de enperadoresSexto le admito, y t, Fernando, que eresPurprea luz del cielo Baticano,Qu mucho si de un sol eres hermano?Sus aos numerando quantas guijas, 10mulas del diamante, guardan brutas,Apuren las del Tajo rubias hijasEn los tersos cristales de sus grutas;Desordenando luego las prolixasTrenas, mal de los zfiros enjutas,Coros voten alternos, y a su voto,Verde sea teatro el verde soto.Mis Idus ya te dieron natal da, 11Propicios astros concurriendo en ello;Al padre de las flores se devaTan hermoso clavel, jazmn tan bello.Las Gracias cuna, sueo la harmonaTe fueron de las Musas, si del cuelloDe Latona pendiente, no te davaYa el plectro de sus hijos, ya la aljava. A Palas quntas vezes inclinada 12A tu voluble lecho y a ti, en vano,Repelando le hall de su zeladaLos despojos del pxaro africano!Que la mina de ti no fue tocadaCon duro afecto, si con tierna manoTraslad de tu manto, en vez alguna,Al pays corbo de la instable luna.

    EL TAJO

    Ya corre la difana cortina 13El ayre. Oyes, Abril?

    ABRIL

    La Edad desciendeCon aquella su prpura ms finaQue el veneno del Tirio mar enciende.

    26

  • EL TAJO

    Su huelo en el real solio termina.

    ABRIL

    O, qun hermosa en plumas de oro pende!

    EL TAJOY qu contiene al fin?

    ABRIL

    Aos felicesQue muchas piras vean de Fenices.

    La EDAD

    Salve, o monarca no de un orbe solo, 14Que tuyos son los trminos del da,Si deste, si de aquel opuesto poloEl dosel pende de tu monarqua;Si a tus gloriosas armas sienpre ApoloLuminoso es farol, luziente gua,Manifestando incgnitas nacionesQue alumbren, que penetren tus pendones.Luz de estrellas a estanbre reduzida, 15Florida edad de Lchesis hilada,Que el ao diez y siete es de tu vida,Esta vara te ofrece coronada;Y quanta gloria tienen prometidaA tu cetro los cielos, a tu espada,Que al quinto de los Carlos, al segundoVer de los Filipos en ti el mundo.

    Sienpre feliz y tan capaz de aumento, 16soberano seor, tu imperio sea,Pues dex de pisar el firmamentoPor assistir a tu govierno, Astrea;Marte su escudo te dar, sedientoDe que, al reflexo de su azero, vea

    27

  • La inbidia respetadas tus hazaas,Propagado el honor de las Espaas.

    Preciarte heroicamente, seor, puedes, 17Que Religin conduze tu milicia,Justicia distribuye tus mercedes,Y Piedad executa tu Justicia. Qu mucho ya, si en equidad excedes,Siendo al humano gnero delicia,Al monte Adonis, Marte ~a la campaa,Si divino dictamen no me engaa?

    Anbos te ceder mares Neptuno, 18Y desde Calpe igualmente veremosVelas mil tuyas coronar el unoY encanecer el otro iguales remos.Fulminars piratas, que oportunoAl medio tanto quanto a los estremos,Dominarn, seor, tus armas solasDel Indio mar a las Hesperias olas.

    Tus tronpas oyr presto esclarecidas, 19Libre por ti, Jerusaln sagrada;Y en sus fuentes, aun oi mal conocidas,El Nilo bevers en tu celada.Las dos polares metas convencidas,Ser tu monarqua dilatada,Hasta que falte a tus progresos orbeY tu inperio a tu mismo inperio estorbe.

    T, protector de Csares, en tanto, 20Con religioso zelo de monarca,Timn tu cetro, vela sea tu mantoA la de Pedro militante barca.Firme siendo coluna al Tenplo Santo,Tu nombre, en menosprecio de la Parca,Le miro eternizado, y en la esfera,Que vivo quede, aun quando el tienpo muera.En superior decreto han confirmado 21Purprea luz y plcido ruido,Lo que de alto valor hars armado,Lo que de zelo dispondrs vestido.Crece a tantas naciones destinadoQuantas respetar siempre el olvido,Y quantas saldrn tmidos a verlasEn crisoles el Norte, el Sur en perlas.

    28

  • De Borbn planta sienpre generosa 22Propagar, seor, tu regia cuna,Que rayos muhiplique generosa1A la rueda feliz de tu fortuna.Tiaras les dar con judiciosaDisposicin, el sacro Tber, una;Otra, el Albio su inperio dilatado,Donde el curso del sol an no ha llegado.Qul vencedora planta no obedece 23A las futuras glorias que previenesCon la que, en claro polo, luz te ofreceEl cielo, a quien propicio sienpre tienes?Entre estas esperanas, Dafne creceCon anbicin de coronar tus sienes,Consagrado a tu nonbre el rbol soloQue los abracos mereci de Apolo.Aplaudan, pues, el vaticinio mo 24Coros festivos, tuyos a lo menos,O con las ninfas del luciente roO con las destos rboles amenos.

    ABRIL

    Las verdes almas ya del soto umbroDesnudan a tu voz los rudos senos.

    EDAD

    Queda gozoso.ABRIL

    Muchos siglos buelvasPor tan alta ocasin a nuestras selvas.

    1 La falsa cd. de Madrid 1634, corrige: poderosa.29

  • III. LOS TEXTOS DE GNGORA

    (CORRUPCIONES Y ALTERACIONES)

    1REFIRINDOSE a Gngora, escribe Juan Lpez de Vicua ensu dedicatoria a D. Antonio de Zapata:1

    Su modestia fue tanta viuiendo, que lleg a ser el aborre-cimiento y desesperacin de los verdaderamente estudiosos,porque casi con pertinacia les defendi la fcil y agradablecomunicacin de sus obras, de que gozaran, si las permitieraa la.estampa.

    Y aade en su prlogo Al lector:Nunca guard original dellas. Cuidado cost harto hallar-

    las y comunicrselas, que de nueuo las trabajaua; pues quan-do las ponamos en sus manos apenas las conoca: tales ile-gauan despus de auer corrido por muchas copias.

    Por su parte, el autor del Escrutinio 2 advierte que hayen la obra de Gngora poesas

    que se quedan en confuso, para que el lector les d el dueo quequisiere. Porque si tienen assomos o imitaciones de don Luis,por cierto (perdone este gran varn) que, si culpa pudo tener,lo es dexar cosas tan superiores a la eleccin de sus afficiona.dos; no obstante que esto sea el extremo de modestia que elnatural de don Luis profess en sus obras, pues muchas vezesse l oi, persuadindole sus amigos a que estampasse, por te-mor de este peligro: No; mis obras dixo--- en mi estimacinno lo merecen. Si dicha tuvieren, alguno avr despus de misda$ que lo haga.

    Tambin sera enemigo de que se le elogiara en libros,segn lo que dice la Vida mayor de Pellicer:3

    1 Obras en verso del Homero espaol que recogi Juan Lpez de Vicua.Madrid, Luis Snchez, 1627.

    2 Figura en el Ms. Estrada, descrito por R. Foulch-Delbosc (Rey. Hisp.,VII, 23 y 24, 1900), e incompleto, en el Ms. Cuesta Saavedra (Bibl. Nac. deMadrid, Ms. 3906).

    8 Designo con este nombre la que, escrita para los preliminares de las Lec-30

  • Ofrec yo en vida a don Luis el comentarle sus obras, yaunque l lo rehus siempre, entre la modestia y el agradeci-miento, yo he querido cumplir mi obligacin...

    Antes, el mismo Pellicer haba dicho algo semejante enel prlogo de sus Lecciones y al fin del comentario a las So-ledades.4Entretanto, las obras de Gngora circulaban profusa-mente en colecciones manuscritas, que se vendan a precioscuantiosos.

    Archivo fue dellas asegura Juan Lpez de Vicua lalibrera de don Pedro de Crdova y Angulo, cavallero de la Or-den de Santiago, Veintiquatro y natural de Crdova. De allhan salido algunos traslados.

    Archivo fue de ellas la librera de D. Martn de Anguloy Pulgar, y, en general, las de sus comentaristas y amigos.5stos, en vida del poeta, repitieron ms o menos el procesode Juan Lpez de Vicua queaseguraba haber recopiladodurante veinte aos las obras de Gngora, o el de D. An-tonio Chacn Ponce de Len, quien, en su dedicatoria al con-de-duque de Olivares,6 declara:

    Quando junt todas las que la diligencia de don Luis ila ma pudo adquirir en ocho aos; quando trabaj con l lasemendasee en mi presencia con diferente atencin que solaotras vezes, i quando le ped me informasse de los casos par.ticulares de algunas cuia inteligencia depende de su noticia, medixease los sujetos de todas i los aos en que hizo cada vna,slo tuve por fin el inters que mi afficin a estas obras lo-graua.

    ciones donde, al fin, no pudo publicarse, qued indita y la ha dado aluz R. Foulch-Delbosc (Rey. Hisp., XXXIV, 86, 1915).

    4 Lecciones solemnes a las obras de don Luis de Gngora y Argote, Pn-daro Andaluz, Prncipe de los poetas lricos de Espaa. Escrivilas don JosephPellicer de Salas y Tovar. Madrid, Pedro Coello, 1630.

    ~ Haciendo estoy copiar tres o cuatro borrones que he hecho estos das;razonables, porque, como se ayune, est ms espedito. Remitirlos a Vm. paraque los comunique al S.0r don Pedro de Crdenas, cuyas manos beso. Cartade Gngora a Corral. Madrid, enero 20 de 1620 (Rey. Hisp., X, 33 y 34, 1903).

    Bibi. Nac. de Madrid. Ms. descrito por R. Foulch-Delbosc, quien pre-para su publicacin (Rey. Hisp., VII, 23 y 24, 1900). Nota de 1921: tal Ma.es la base de la edicin de Obras de Gngora, en 3 yola., que R. F.-D. acabade publicai.

    31

  • Por eso la Vida menor7 dice, refirindose a los trabajosde Chacn para coleccionar las obras de Gngora:Juntlas en vida de don Luis con aficin y cuidado, comu-

    niclas con l con libertad y dotrina...Los recopiladores de Gngora se precian, en general, de

    haber recibido del mismo autor los textos y los datos que ofre-cen. Con todo, la obra no saldr perfecta de sus manos, yel propio manuscrito de Chacn, con ser la coleccin msautorizada, deja vivos todava algunos problemas.

    Medio ao despus de la muerte de Gngora aparece laedicin de Vicua (1627). Ya ha advertido R. Foulch-Del-bosc que estaba dispuesta y aprobada la coleccin desde 1620.El mismo editor declara no haberla tocado desde entonces:

    Muchos versos se hallarn menos: algunos que la modestiadel autor no permiti andar en pblico y otros que en sieteaos, desde el veinte, compuso.

    Acaso contina R. Foulch-Delbosc Gngora se opusoa ltima hora a la publicacin, causando as el aborrecimientoy desesperacin de los estudiosos que deca Vicua; acasofiaba ms en su nuevo amigo D. Antonio Chacn, y habacomenzado ya a dictarle sus versos. ste dice haberlos reco-gido durante ocho aos de los propios labios de Gngoracon quien profes amistad los vltimos aos de su vida,y que se prest a concederle por escrito lo que a otro nin-guno de sus amigos.

    En todo caso, los siguientes pasajes de cartas escritas enMadrid por Gngora al licenciado Cristbal de Heredia, queresida en Crdoba, prueban que el poeta se pas los ltimosaos de su vida pensando en dar a la estampa sus obras, apre-tado por la necesidad; que dudaba entre ,dos seores quequeran les dedicase su impresin, y que en esto, como encasi todos sus dems actos, procedi con cierto estril des-orden:8

    7 Llamo as la que, sin nombre de autor, aparece en las ediciones de Gn.gora por Hoze~(1633, 1634, 1648, 1654), en la de Bruselas de 1659 y en elMa. Chacn. Es atribuible a Pellicer.

    E. Linares Garca: Cartas y poesas inditas de... Gngora. Granada,

    32

  • Julio 11 de 1623: Yo trajo en buen punto la imprein yenmienda de mis borrones, que estarn estampados por Na-vidad; porque, seor, hallo que devo condenar y condeno misilenio, pudiendo valerme dineros y descanso alguna vergencaque me costarn las puerilidades que dar al molde.

    Julio J0 de 1625: El cartapaio, suplico a Vmd. me lobusque Vmd. y me lo compre, si no es que dice que no seteje en Crdova.

    Octubre 14 de 1625: Aier de maana, el pie en el estribo.me dijo [el Conde-Duque]: V md. no quiere estampar. Yole respond: la pensin puede abreviar el efecto. Replicme:Ya e dicho que corre por V~md. desde 19 de febrero. En bol-viendo, se tratar de todo; no tenga pena. Con esto e quedadosuspenso, porque veo que quiere sin duda que el hbito [queGngora solicitaba para un sobrino] sea satisfacin de la di-recin de mis borrones, y llome impedido para la estampa;porque dos que quieren parte en ella es ms de lo que a mmeest bien; y as, estoi como la picaa que ni huela ni anda.Deseo acabar esto i no puedo... y ass, no s qu me aga parasalir honradamente estampando y satisfaiendo al Sr. D. Fran-cisco Luis de Carcamo, que ya no slo es reputain, sinointers mo, y remediarme con eso e ir a descansar, que lodeseo como la vida.

    Noviembre 4 de 1625: V. md. me tenga lstima del estadoen que me veo.., para ver si hallo Cirineo que me aiude a laimpresin de mis borrones, que es lo que ms importa parami remedio.

    Julio 15 de 162. . . -. .aadirle quanto e hecho despuspara estampar este septiembre y procurar me valga aun la mi-tad de lo que me asignaran. Si vuestra mered quiere parte,le servir con ella; que como vuestra mered tiene caudal, pue-de remitilla a las Indias y esperar una ganancia exesible.

    No hay irona en esta esperanza? Gngora no era hom-bre para repetir la fbula de la lechera.

    IIMuerto Gngora, sus editores y crticos se acusarn mutua-mente como corruptores del texto heredado. As dice Pelliceren la dedicatoria de sus Lecciones:

    ~ La edicin Linares Garca pone 1629, fecha posterior a la muerte delpoeta. Tampoco es errata por 1626, pues Gngora muri en mayo. 1921. R.F.-D., en su edicin de Obras de Gngora, III, pg. 234, asigna a esta carta lafecha de 1625.

    33

  • - - sus obras, tan ajadas en la edicin passada de la Pren-sa, y no s si diga la Malicia. .. no fue mucho que. .. salies-sen... impressas tan indignamente, con tantos errores y aunsin nombre; pero sabrn bolber por s ellas mismas, copiadasde ms fieles originales...

    En el prlogo de las mismas Lecciones, A los ingeniosdoctssimos de Espaa, afirma que la tercera razn que lemovi a escribir sus comentarios

    fue la lstima de ver las obras de don Luis impressas tan in-dignamente, acaso por la negociacin de algn enemigo suyoque, mal contento de no aveno podido desluzir en vida, insten procurar quitarle la opinin despus de muerto, traandoque se estampassen sus obras (que manuscriptas se vendan enprecio quantioso) defectuosas, ultrajadas, mentirosas y malcorrectas, barajando entre ellas muchas apcrifas y adoptn-doselas a don Luis, para que desmereciesse por unas el crditoque ava conseguido por otras. Al fin salieron, estampadas, aluz, tan sembradas de horrores y de tinieblas que, si el mismodon Luis resucitara, las desconociera por suyas... Salierontambin sin nombre, dando ocasin para que por libro anny-mo se recogiessen por edictos ; 10 que todo esto sabe causar laEmbidia y la Malicia.

    Al fin de su comentario a las Soledades se queja todavade tanta sobra de mentiras como los traslados causan. Yaade en la Vida menor que

    todva, aun en siglo libre de mortales accidentes don Luis,sus obras los padecen; y ya cudicia, ya curiosidad fuessen lacausa, las estamp la prissa; con que faltas, si no reparadas,mendosas todas y prohijadas muchas, aun las propias, con age-no y obscuro ttulo si bien ilustre nombre a, con amor ~providencia de mayor autoridad recogerla import. [Dice estoltimo por el manuscrito Chacn.]

    Chacn, en su dedicatoria, asegura que las obras de Gn-gora estn ms necesitadas que nunca del amparo del conde-duque,

    10 La edicin de Vicua: Obras del Homero espaol, 1627. El haberse man-dado recoger pudiera explicar que no haya salido la segunda parte.

    11 Confiranse estos lugares con la nota anterior. Entre las irregularidadesde la edicin de Vicua represe en que la fe de erratas ni siquiera parececorresponder al volumen en que va impresa, o,~porlo menos, no lo designa porsu ttulo de portada, sino por el de Varias Rimas, recopiladas por Iutm deVicua Carrasquilla. As los ejemplares de la Bibi. Nac. de Madrid: R. 8641,It. 3720, It. 10673, y Gallardo, nm. 4429.

    34

  • no tanto por las censuras de sus mulos, por lo que ignorandellas los ms de sus aficionados, por los defectos con que hanandado aun quando mejor manuscniptas, por auerse per-dido muchas i prohijdosele injhstamente no pocas, quantopor ayer una subrepticia impressin comunicado a maior pu-blicidad estas injurias, en un volumen que, tenido por de D.Luis, las renovava, i recogido (bien que slo por falta de sunombre) le ha acrecentado otra.. 12

    La parte relativa de la Vida mayor repite los mismos con-ceptos:

    Quedaron los escritos deste insigne varn, con su muerte,desamparados y sin quien cuidase de ellos; sujetos a perderseen los originales y a echarse a perder en las copias. Y no ha.viendo querido dallos a la prensa en vida con cuidado, se losestamp o la enemistad o la cudicia, con priessa, con desalio,con mentiras, y con obras que le adopt el odio de su nom-bre. Tan otras salieron de las que eran antes, que lleuaronbien sus afectos que se recogiessen de orden justificada y so-berana. Y no falt, pues, quien con la aficin de amigo yla piedad de noble tratase de conservallas, acudiendo al re-paro de la opinin de don Luis, que iba desmoronada. -. [D-celo por Chacn.] 13

    Los textos impresos de Gngora tenan, pues, poca auto-ridad. Angulo y Pulgar, al hacer su gloga-Centn,14 ad-vierte:

    Que no cito los versos por las obras impresas porque niestn all todas, aunque lo dize el ttulo, ni estn fieles, aun-que lo presume el prlogo; antes estn llenas de infinitosyerros y de notable culpa.

    12 Esta otra puede ser la primera de Hoces, 1633, que R. Foulch-Delboscdesigna con el nm. 65 en su Bibliographie de Gngora (Rey. Hisp., XVIII,1908). Esta edicin an no contiene la Vida menor, la cual apareci primeroen el Ms. Chacn, para el cual fue escrita. En el mismo ao de 1633 saliotra edicin de Hoces (nm. 66 en Foulch-Delbosc), que ya contiene la Vidamenor, tal vez para darse autoridad con ella, haciendo entender que las censu-ras de dicha Vida menor no pueden referirse a la edicin en que sta se pu-blica.

    La Vida menor, en efecto, parece ignorar los textos de Hoces; y, como seescribi para el Ms. Chacn, podemos inferir que ste estaba formado para1633. El prlogo de dicho Ms. segn las anteriores consideraciones pudoredactarse en el mismo ao de 1633, entre una y otra de las ediciones de Ho-ces, que llevan en Foulch-Delbosc los nmeros 65 y 66.

    13 Concuerda este dato con los anteriores sobre haberse mandado recogerla edicin de Vicua. La Vida mayor parece tambin ignorar las ediciones deHoces y ser, por lo mismo, anterior a la primera de 1633.

    14 Egloga fnebre a don Luis de Gngora. Sevilla, Simn Fajardo, 1638.35

  • El Escrutinio, finalmente, alude as a las ediciones deVicua y de Hoces. Las obras de Gngora, dice, se hanestampado a troos por hombres eminentes i affectos a ellas.Dbeseles agradecimiento: a la intencin s, al hecho no; por-que el primero lleg a manos de su auctor, no con lunares nicon borrones, con ms s abominables errores: offensa sin cul-pa, si no lo es la ignorancia. Censura despus, no sin acier-to, los comentarios de Salcedo Coronel y de Pellicer (1629y 1630), y dice a continuacin, sobre el tomo de Hoces: Esde admirar que, siendo por la disposicin de un curioso affi-cionado, hijo de Crdoba i de el mismo tiempo, saliesse contantas offensas para la legalidad que se debe a intentos ta-les. Ms valdra declara refundir el volumen, que nosealar todos sus yerros. Despus hace reparos a la Vida me-nor de Pellicer, y advierte errores de atribucin y de asuntoen las poesas que contiene el volumen de Hoces, amn derepeticin de algunas en dos lugares.

    III

    En Zaragoza, 1643, Pedro Escuer imprime Todas las obrasde D. Luys de Gngora (impr. Pedro Verges) .1~

    Pero tampoco Pedro Escuer escapar a la censura de losentendidos. Salazar Mardones, que segua con inters todapublicacin relativa a su autor favorito, escribe en Madrid,y a 16 de enero de 1644, las siguientes lneas a FranciscoAndrs de Uztarroz, que viva en Zaragoza:

    Srvase Vm. embiarme un tomillo de la impresin nueuade las obras de D. Luys de Gngora que se ha impreso allltimamente; que, aunque lleno de mentiras, de qualquier im-pressin son respetosas las obras de aquel varn incomparable.

    Y el 30 de enero aade:Seor mo: mucha merced me ha hecho Vm. con este li-

    brito de las obras de aquel gran padre de las musas que, mal15 Dedicatoria a don Enrique Felpez de Guzmn: Y. Excelencia inc pidi

    unas obras del famoso cordovs don Luis de Gngora, y, no hallndome conellas, busqu unas; y las hall tan tradas, que no me atrev a ponerlas en ma-nos de V. E. Helas impreso en pequeo volumen, para que V. E. las puedatraer consigo en el camino y campaa.

    36

  • o bien impressas por Pedro Escuer, son venerables .. ~Bib1io-

    teca Nacional de Madrid, Ms. 8391, fois. 442 y 443.)Pero cmo haban de escapar a la censura los editores

    ordinarios, si los mismos editores crticos no escapan?Salazar Mardones, que publica su edicin y comentarios

    de la fbula de Pramo y Tisbe seis aos despus del textoanotado de la misma que trae Pellicer en sus Lecciones esdecir, en 1636, aunque evita cuidadosamente el citarle, re-vela el nimo de rectificarlo cuando dice que va a restituirla fbula a su leccin primera. Esta fbula si hemos decreer las palabras preliminares de don Antonio Cabrero Aven-dao le fue enviada a Salamanca por el propio Gngora.

    Por otra parte, las cartas de Angulo y Pulgar a Andrsde Uztarroz estn llenas de censuras a los textos y comenta-rios gongorinos de Salcedo Coronel. La mayor parte de ellas,ms que a los textos, se refieren a los comentarios. Pero hayen ellas un pasaje curioso, en que Angulo reclama cierta par-ticipacin en los textos de Coronel, que ste no parece haberconfesado, con ser tan cuidadoso de declarar sus deudas,como resulta de un lugar de su Polifemo comentado (1629) ~16Dice, pues, Angulo y Pulgar, hablando de su reciente viajea la corte: De Loja a Zaragoza, octubre 6 de 1943: Dxo.me D. Garca Coronel imprimira comentados los dems poe-mas en verso grande de Gngora. Oy lo est haciendo, i cespor falta de papel. Le el soneto primero: su estilo es el deesotro comentario suyo. Dile dos sonetos i emendle otrascosas. Tantos yerros espero en essa obra como en las impre-sas, por donde se sigue. (Biblioteca Nacional de Madrid,Ms. 8389, fol. 310.) Y dice ms tarde: Marzo 6 de 1646:Yo le tengo notados muchos errores. (Ibidem, fol. 320.)

    De esta correspondencia resulta que Andrs de Uztarrozescriba unas anotaciones a Salcedo Coronel, cuya amistosacomunicacin vanamente solicit Angulo desde el ao de 1641hasta el de 1647.

    16 . - .Pedro Das Ribas, hombre de mucho ingenio, y a quien yo no usur-par la gloria que se le deve por esta fatiga, declarando siempre en este Co-mento lo que fuere suyo - - . (foL 2).

    Los Comentarios de Daz de Rivas, que haban de publicarse en la fracasadasegunda parte de Lpez de Vicua, se conservan inditos en la Bibi. Nac. deMadrid (Ma. 3906, fois. 68-91), y han sido estudiados por L. P. Thomas, Lelyrisme et la prciosit cultistes en Espagne, 1909, pgs. 131-134.

    37

  • En este ao de 1647, dice el editor lisbonense Paulo deCraesbeeck en su dedicatoria a D.5 Magdalena de Castro:17

    Se alguns romances parece de estilo mais bayxo, cuide\r. S. que no so de Gngora; que como estas obras se im-primir~odepois delle morto, achacaraolhe algunas que elleno fez...

    Finalmente, D. Gernymo de Villegas y no Fernan-do, como le llama Vaca de Alfaro en su Lira de Melprnen.e,Crdoba, 1666 escribe en su dedicatoria a D. Luis deBenavides, ao de 1659:18

    Seor: las primeras luzes a que se vieron en Espaa lasobras de don Luis de Gngora, famoso poeta andaluz, fuerontan escuras, que a quien las estima le ha parecido sacarlas tanclaras en el Pas Baxo. -.

    Parece, pues, que los editores de Gngora se hubieranpropuesto desacreditarse mutuamente. Resulta de sus muchascensuras que las colecciones de Gngora publicadas todascon achaque de pstumas son colecciones de fe sospechosa.Por una parte, los textos autnticos aparecen corrompidos,incompletos .o zurcidos de mano ajena; por otra, le han pro.hijado al poeta obras extraas, desposeyndole en cambio dealgunas propias.

    IV

    Nuevo captulo de confusin nos ofrece la cronologa de laspiezas autnticas, pues aunque Chacn asegura que el mis-mo Gngora le dict las fechas de cada poesa, si ello fueverdad, Gngora se equivoc algunas veces, indicando fechasincompatibles con los asuntos a que las poesas ataen. Lospasajes de los comentaristas disienten en ocasiones de los da-tos proporcionados por el manuscrito Chacn.9 As, ste poneel Polifemo en 1613 y la Soledad primera en 1614. Estoltimo no puede ser, puesto que a ese poema se refiere yaPedro de Valencia en su clebre Carta censoria de 30 de

    17 Obras de D. Luis de Gngora, segunda parte. Sacadas a luz de nuevoy enmendadas en esta ltima impressin. Lisboa, Paulo Craesbeeck, 1647 (BibI.de Gngora. por R. F.-D., nm. 95).

    18 Obras de don Luis de Gngora. Bruselas, F. Foppens, 1659.19 Thomas, Foulch-Delbosc y Artigas han debido rectificar algunas fechas

    del Chacn. 1926.

    38

  • junio de 1613 (Bibl. Nac. de Madrid, Ms. 3906; se ha im-preso varias veces). Angulo y Pulgar asegura en sus Eps-tolas salsfatorias (Granada, 1635, pg. 39): En el ao de1612 sac don Luys a luz manuscrito al Polifemo, y pocodespus la Soledad primera: consta de muchas cartas suyas.Estaba viejo observa Thomas y no andaran muy clarossus recuerdos. Segn las palabras de la Vida menor, enfer-m de amnesia para morir: No fue lesin del juyzio elmal de la cabeca: en la memoria ceb la violencia toda, acasoporque al morir don Luis en nosotros todos se deva repartirsu i2Pero ya hemos visto el uso que hicieron de la herencia.La culpa como ya lo nota el Escrutinio recae sobre elabandono del poeta, que nunca coleccion sus obras.

    V

    Otra manifestacin tuvo ese abandono, y consiste en haberdejado correr poesas inacabadas, resistindose despus a con-cluirlas, a despecho de las splicas de sus aficionados y ami-gos. Podemos citar los siguientes ejemplos de poesas incom-pletas:

    A un tiempo dejaba el sol, poesa a la que faltan seis odiez versos, que ni en vida de D. Luis ni despus ac se hahallado quin tenga, dice Chacn.

    Con su querida Amarilis (Chacn, fol. 160).Del mar i no de luelra, estancia de seis versos que, a

    veces, se hallan continuados con otros dos, apcrifos paraChacn.

    De Thysbe i Pyramo quiero, primer romance de esteasunto, que se escribi por 1604, y se interrumpe en el verso:Los siguientes almotida. No pas adelante con este romancedice Chacn, y pidindole despus, el ao 618, algunosamigos suios que le continuase, gust ms de hacer el que sesigue. (La ciudad de Baby lonja.)

    En lgrimas salgan mudos. Aqu faltan quatro versos,que no se ha hallado quin ios tenga. (Chacn.)

    20 La Vida mayor explica que se recobr poco antes de morir y expir enpleno uso de razn.

    39

  • Escribs, o Cabrera, del segundo, tercetos a la Historiade Felipe II, de Luis Cabrera; asunto igual al de los sonetosVive en este volumen el que iace y Segundas plumas son, o

    \lector, quantas. De estos sonetos diche Chacn que los hizotngora a instancia de vn amigo suyo, sin ayer visto a Ca-brera ni ayer ledo sus escritos, y lo mismo dice una notamarginal del ejemplar de Vicua, de la Biblioteca Nacionalde Madrid, R. 8641 ejemplar en cuyas guardas se lee elnombre de Chacn con la misma letra de la nota. Acasopor la misma causa de no conocer el asunto de su poesa,abandona, cansado, los tercetos en cuestin en el verso Leabraa i no desiste de abraarlo.

    Generoso mancebo (en la creacin del cardenal don En-rique de Guzmn). Hio don Luis esta sylva dice Cha-cn estando ia malo de la enfermedad que muri. Det-vose en Te espera el Tber con sus tres coronas. Puede sersu ltima poesa.

    Perdona al remo, Lcidas, perdona (a la muerte del du-que de Medina Sidonia).

    Todo se raurmura, interrumpida en De que le sobre cola.De las Soledades, que avan de ser quatro en similitud

    de quatro edades del hombre (Angulo, Epstolas, 1635, fol.43 vto.), no acab la segunda. El dexarla informe fue por-que le falt la fortuna y la vida (Idem, fol. 45). En algu-nos textos acaba en Heredado en el vltimo graznido. Chacnse precia de haber obtenido que Gngora aadiese cuarentay tres versos ms, hasta Ja la stygia deidad con bella esposa,donde el poeta se interrrumpi definitivamente.

    La comedia del Doctor Carlino qued incompleta, y con-tinula Antonio de Sols; la Venatoria que Chacn supri-me sin dar sus razones aparece inconipleta en los textosimpresos.

    Hacemos gracia a Gngora del Panegrico al duque deLerma (Si arrebatado merec algn da), que interrumpial caer el prcer del favor.2 Le falt el favor, dice An.gulo en sus citadas Epstolas (fol. 46). Y le hacemos gra-

    21 Pellicer, que dice preferir el Panegrico a todas las demsobras de Gn-gora, y fue el primero en publicarlo (Lecciones, 1630), parece omitir esta cir-cunstancia.

    40

  • cia, sobre todo, de Ya cancin a la supuesta muerte del condede Lemos en Npoles, interrumpida al saberse la verdad (Mo-riste en plumas no, en prudencia cano).

    Las piezas inconclusas de Gngora, o as han quedado, onos han llegado remendadas por versificadores poco e~ru-pulosos. Ejemplos (adems del ya citado Del mar i no deHuelva):

    Cribase el Albans: Los ms de los quartetes vltimosson agenos dice Chacn, puestos en lugar de otros suiosque se an perdido.

    rase una vieja: No acab este romance ni aun sonsuios algunos quartetes (Chacn).

    Las redes sobre el arena: Slo estos dos primeros quar-tetes son suios, i los dems andan supuestos en lugar de losque l hizo, que se han perdido (idem).

    La vaga esperana ma. Letrilla que, segn Chacn,suele andar continuada con dos coplas que no son suyas.

    Los raios le quenta al sol: Slo este primer quartete ila buelta es suio; pero siguile tan bien quien lo continu,que se pone aqu. . . (idem).

    Serva en Orn al Rei. En Tan dulce como enojada, ad-vierte Chacn: Estos dos ultimos quartetes son agenos, enlugar de otros seis o siete suios que no se han podido encon-trar.

    Finalmente, aunque nada dice Chacn sobre Las firmezasde Isabela, en la advertencia que figura en los preliminaresde algunos ejemplares de Hoces se lee: . . .que la comedia deLas firmeas de Isabela, los fines de ella no son de D. Luis:porque la acab D. Juan de Argote, su hermano.~ Y diceel Escrutinio, en primer lugar, que D. Juan se llam de Gn-gora, y no de Argote,

    i assimismo, que este caballero don Juan no supo si su her-mano haca versos, ni los oi; ni desperdici (dignioslo ass)tomo de tiempo en saber si los ava en el mundo, ni Musasen el Parnaso. Ass que, en estas materias, crea el lector quedon Luis naci en Crdoba i su hermano en Philippinas o ms

    22 Ver en este libro, ms adelante, pp. 84.111, la Rese~ade estudios gon-gorinos.

    41

  • distante. 1, supuesto esto, ai alguno que se persuada a que

    don Juan acab la comedia i no don Luis? ~

    VIPero el abandono del poeta no explica todas las causas deconfusin o de corrupcin de los textos. Otra causa parecehaber sido el error contrario: un cuidado mal entendido desus poesas, un constante anhelo de corregirlas; ese deliriode perfeccin que suele darse en las casos de esttica concen-trada, y en virtud del cual el poeta, buscando la pureza decada rasgo particular, va perdiendo la conciencia generalde la obra; da un valor sagrado a las minucias y nunca lesatisface lo hecho; del acierto en una palabra sola exige el de-recho a la inmortalidad, y todos los das la sustituye porotra palabra que parece mejor. Al fin, su sensibilidad irri-tada produce aberraciones: Mallarm gasta fuerzas en calcu-lar el tamao tipogrfico de las letras para que respondana determinado matiz psicolgico, y Gngora, cada vez quesus amigos le muestran una de sus poesas en el texto quecorre por los manuscritos, la retoca y la rehace. Por lo de.ms, esto es lo malo de no hacer imprimir las obras: que seva la vida en rehacerlas.

    Nos dice de Gngora el Escrutinio:Daba orejas a las advertencias o censuras, modesto i con

    gusto. Emendaba, si ava qu, sin presumir: tanto, que ha-ciendo una nenia a la translacin de los huessos de el insignecastellano Garci Laso de la Vega a nuevo i ms sumptuososepulchro por sus descendientes, una de sus coplas comunic,i el que la oi respondi con el silencio. Preguntle donLuis: Qu? No es buena? Replicsele: S pero no parade don Luis. Sintilo con decirlo: Fuerte cosa, que no bas-ten quarenta aos de approbacin para que se me fe? No sehabl ms en la materia. La noche de este da se volvierona ver los dos, i lo primero que don Luis dixo fue: A, seor!Soi como el gato de Algalia, que a acotes da el olor. a esMdifferente la copla. 1 ass fue, porque se excedi a ss mismoen ella...

    Sola decir: el maior fiscal de mis obras soi jo. Otras ve-23 No confundimos con los anteriores el caso de la dcima Guerra me hazen

    dos cuidados. La redondilla es ajena observa Chacn i pidironle la con-tinuasse en vna dzima.42

  • ces dixo: deseo hacer oigo, no para los muchos. 1 veinte dasantes de su muerte se le oi: Ahora que empeaba a saber algode la primer letra en el A. B. C. me llama Dios? Cmplase suvoluntad. Represe en la modestia.

    He aqu al poeta, fiscal de su propia obra, queriendohacer obra exquisita, torturndose, nunca satisfecho.

    Y aade la Vida mayor:Fue docilsimo, y se reduca con facilidad a emendar lo

    que le censurauan. Jams harb soneto ni apresur obra al.guna: no contentndose con vna y otra lima, haca que pasasepor la censura rgida de sus amigos, de quien tena satisfac-cin.

    Una vez, al menos, D. Luis se mostr reacio a las adver-tencias de sus amigos, a propsito de la estrofa nm. 11 delPolifemo. De ello se queja Pellicer en sus comentarios, y lodefiende en cambio aunque sin descubrir sus razonesAngulo y Pulgar en sus Epstolas. Pero tal vez no fueronpocos los casos semejantes al de la estrofa nm. 10 del mis-mo poema, que fue corregida seguramente a instancia dePedro de Valencia, slo que demasiado tarde y cuando yaandaba copiada en su primera forma.24

    As, el mismo Gngora pudo producir varios textos paraun solo poema, aumentando las dificultades de la depuracinde su obra: unas veces por abandono, otras por cuidado...Escuro el borrador y el verso claro, dijo y nunca lo prac-tic sino a medias, es decir, en cuanto a lo del verso claroLope de Vega. De Gngora, a quien se diriga el soneto quecontiene tales palabras, podemos decir que dej siempre, ya~ue no claro el verso, escuro el borrador.

    VII

    Se pretende que hubo dos Gngoras. Al menos, en un rpidoesbozo crtico puede aceptarse as, siquiera provisionalmen-te. Al de la primera poca llamaba Cascales ngel de luz,y al de la segunda, ngel de las tinieblas (Cartas filolgi-cas, 1634). Aunque uno contiene en potencia al otro, y elotro, en resabios, al primero, hay ciertamente un trnsito de

    24 Vanse al final de este artculo los Apndices 1 y 2, pgs. 51.55.

    43

  • la manera burlesca de Gngora a su manera grave. Que huboinvasiones del uno al otro, ya lo adverta Pedro de Valenciaen su carta censoria. Que el otro se lament ms de una vezde los deslices del primero, resulta de los documentos quealegar.

    A este primero es al que comparaban con Marcial suscontemporneos: as Tamayo de Vargas, Martn de Roa,Vera y Mendoza, Salas Barbadillo y el autor de la Repblicaliteraria. El autorizado Gracin lo alude con estas palabrasreticentes:

    Si en este culto plectro cordous huuiera correspondido lamoral enseanza a la heroica composicin los assuntos grauesa la cultura de su estilo, la materia a la vizarra del verso, ala sutileza de sus conceptos no digo yo de marfil, pero de vnfinssimo diamante mereca formarse su concha (Criticn, II,1653, 4, 89).

    Parece recordarlo fray Andrs Ferrer de Valdecebrocuando observa que, si igualaran los versos a los asuntos,Gngora haba de tener mejor lugar que Homero (Templode la Fama, 1680).

    Otros, por el contrario, lo preferan satrico, como aquelsujeto grave y docto a quien dirigi Angulo su segundaEpstola satisfatoria, el cual declaraba: Si D. Luys no hu-biera dexado el zueco, el primer hombre fuera de nuestra.nacin en lo burlesco y satrico. Por auerse calado el cotur-no ha perdido con muchos lo ganado, i yo soy uno de ellos(Angulo, Epstolas, fol. 43).

    Sea como fuere, la mordacidad de las stiras de Gngoravino a producir nuevas confusiones. Muchas de sus poesasburlescas se habrn perdido, destruidas por el arrepentidoautor, disimuladas por el editor o tachadas por el censor;muchas corrern annimas en los cartapacios de la poca, oaun atribUidas a l, pero sin criterio de certeza. As, hemosvisto mo Vicua declara que muchas lagunas de su textose deben a la modestia del autor, quien no permiti quealgunos de sus versos llegaran al pblico.

    En su aprobacin a la edicin de Hoces (Madrid, 15 denoviembre de 1632), Luis Tribaldos de Toledo declara ro-tundamente haber testado en el cuaderno algunas fbricas44

  • que. l [Gngora] no escriui para publicar por la estam-pa e(l) [n] perjuizio de nadie.

    Pellicer, tratando de disculpar estas mocedades del poeta,dice en su Vida menor:

    - - .se entreg todo a las Musas. Festivas ellas demasiadamente,en aquellos aos dulces y peligrosos le dieron a beber des-atadas las gracias en los nmeros tanta sal, que pass elsabor sazonado a ardor picante. La edad floreciente, el esp-ritu gallardo, gustoso el ingenio, ardiente y singular; la liber-tad de la nobleza mal obediente de su pluma, ni los demsescaparon della y entre las costumbres comunes, que en dotri-nalca stiras y espaolas vivezas (qual ningn otro, quandoboluiera Marcial a tomar la pluma) acus la de D. Luis, talvez salpic la tinta las personas. Deste mpetu no corregidose doli, no tal vez solamente, sino muchas. Sea quietud a losofendidos, que es raro el caso en que no han jurado los con-sonantes de mentirosos que los siglos todos lo han recono-cido ass, y que los mayores hombres del mundo han pade-cido, si sensible, desatentamente este dao.. Sale a donLuis.., disculpa su entendimiento. ., pues en prosa, conuer-sacin y trato, ms ingenuo, ms cndido hombre y ms sinofensa de otros antes con suma estimacin de los que pare-ca auer ofendido no ha visto Espaa. Escriui muchos ver-sos amorosos a contemplaciones que llaman agenas. No se leprohijen a su intento, si no se le pueden emancipar a su plu-ma todos. Sea, empero, verdad pblica como cierta que, desdeque fue sacerdote, etc.

    En la Vida mayor es ms claro y explcito; cuenta cmoGngora descollaba en los donaires cuando estudiaba enSalamanca, y aade:

    Supo con elegancia, la lengua latina... ; pero en la cas-tellana se adelant tanto, que, en su edad peligrosa, bevi conlos equvocos espaoles tanta sal a los nmeros latinos, que sehallaron mal contentos muchos a quien su donaire lleg a to-car, entre las burlas del graej o, con las veras de la ofensa;pues no se detena en los defectos su stilo, sino que se desli-aua a manchar con los rasgos las personas. Porque los aos,el espritu, el gusto, el desaogo, mal podan templar la plumao embotahla, quando el ingenio se contaua tan agudo, no sloacia las costumbres generales, sino contra particulares defec-tos, con ms viuea que Marcial pudiera.25 Este ardor vehe-

    25 En Salamanca, sefior,son mocos, gastan humor,

    45

  • mente, mal aduertido en los primeros aos, le contristaua enlos maiores despus, y le pona tan en el disgusto, que casi seroaua en escrpulo. Deca que el alivio que les quedaua alos lastimados de la styra era aduertir que siempre los con-sonantes se visten de la mentira.

    Lo pinta, despus, entregado al arrepentimiento, temero-so de Dios y deseoso de su castigo; tratando, en fin, de cons-truir en conversaciones elogiosas lo que con sus versos bur-lescos haba destruido. Casi pretende explicar la segundamanera de Gngora como un proceso de compuncin en queel poeta fuera redimindose de sus anteriores pecados.

    El manuscrito Chacn, interpretando de un modo contun-dente estos arrepentimientos, advierte al lector:

    Que se han dexado de poner entre estas obras todas lassatyricas que, en materia graue o ligera, con reboo o sin l,han ofendido a personas determinadas, o sean de poca o demucha calidad, por no renovar a la memoria de don Lvis eljusto sentimiento que l tena de la publicidad con que hanandado hasta ahora.

    En cambio, el autor del Escrutinio dice: En las burlasjoviales fue agudssimo picante (sin passar de la ropa), ienvuelto en los donaires, con que entretena, se dexaba orsentenciosamente.

    Estas reticencias y disculpas se explicarn ms si se re-para en que, una vez por lo menos, tales burlas provocaronla prisin del poeta. A D. Rodrigo Caldern que des-pus haba de protegerlo, y a quien haba de mantenersefiel hasta en los peores instantes26 parece haber dirigidola stira Arroyo, en qu ha de parar, segn testimonio delEscrutinio. Causle crcel, y entonces, retrado a su patria,escribi el soneto No ms moralidades de corrientes; sonetode arrepentimiento, segn Salcedo Coronel, pero en el cualGngora no abandona el tono zumbn, como no abandonabala rima el poeta latino al ofrecer a su tutor que no hara

    sigue cada qual su gusto;hazen donayre del vicio,gala de la travessura,grandeza de la locura:haze, al fin, la edad su ofi~io.

    (La verdad sospechosa, 1, 2.)26 Adolfo de Castro (Riyad., XXXII, p. 491 a, n. 40).

    46

  • ms versos27. Ambas piezas comprometedoras fueron supri-midas en el manuscrito Chacn.

    Ni es ste el nico enojo que acarre a Gngora su hu-mor satrico. En 1589, el obispo don Francisco Pachecode Crdoba visita la iglesia mayor y cabildo de Crdoba,y abre contra el racionero D. Luis de Gngora un captulode cargos, entre los cuales figura el vivir como muy mozo~tenaveintiocho aos!, andar de da y de noche encosas ligeras y escribir coplas profanas. Gngora, que, msque defenderse, parece burlarse de la acusacin, contesta:

    Que aunque es verdad que en el hacer coplas he tenidoalguna libertad, no ha sido tanta como la que se me carga;porque las ms letrillas que me achacan no son mas, comopodra V. 5. saber si mandase informar dello; y que si mipoesa no ha sido tan espiritual como debiera, que mi pocaTheologa me disculpa: pues es tan poca, que he tenido pormejor ser condenado por liviano que por hereje.28

    Vil

    No todas las causas de corrupcin le son directamente impu-tables, o algunas no lo son en el modo que las anteriores.

    La misma complejidad de su estilo, el esfuerzo de re-miniscencias eruditas con que produca cada metfora, lasintaxis descoyuntada tendente siempre a alejar los trmi-nos inmediatos de la frase, la extraeza de las palabras,la sutileza ideolgica, todas las condiciones de sus poesasparecen haber contribuido a hacerlas difciles de copiar yentender. Gran nmero de errores debemos a la inseguri-dad e ignorancia de los copistas. La anfibologa del sentidosuele mezclarse a la confusin fontica; y as, donde unosleen A la de viento, quando no sea cam.a (Polifemo, XXVI,7), otros han podido leer Ala de viento. Los mismos comen-taristas no estn de acuerdo sobre la significacin de algu-nos lugares, y donde aqul ha entendido Segur se hizo de

    ~ ngulo, gloga fnebre, 1638, fol. 19.Salcedo Coronel, Segundo tornode las obras de don Luis de Gngora, comentadas. Madrid, 1644, notas delsoneto en cuestin.

    28 M. Gonzlez y Francs, Don Luis de Gngora vindicando su fama anteel propio Obispo. Crdoba, 1899, pp. 14-15.

    47

  • sus aucenas (idem, XXVIII, 4), ste ha entendido Seguirse hizo. Y ambos lo defienden con abundantes razones.

    Esto por lo que al texto atae, que por lo que al sentidointeresa, recurdese tan slo el soneto a la tercera partetm dela Historia pontifical que escribi el doctor Luis de Bavia(Madrid, 1608): Este que Bavia al mundo oy ha ofrecido.Todava en el siglo XVIII disctenlo Luzn e Iriarte (vaseM. Menndez y Pelayo, ideas estticas, V, 1903, pg. 197),y los comentaristas no acaban de entender si el terceto finalsignifica la inmortalidad que da la imprenta o la cada de[caro.

    Otros ejemplos se podran citar, y acaso algunos luga-res han quedado definitivamente estropeados por no habersido entendidos nunca.

    A la poesa confusa por antonomasia la gongorinacorresponden, pues, textos de confusin tpica, cuyo estudiopudiera servir de ejercicio clsico. Una confusin redoblala otra. Llega entonces el comentarista los de Gngorafueron, a veces, de una inoportunidad desesperante, y ex-plica el enigma como puede. Bien dice el autor del Es-crutinio: Confusin sobre confusin, labyrintho sobre laby-rintho.

    IXFinalmente: toda escuela potica revolucionaria afecta cier-tos convencionalismos de tcnica, a los que parece concederun valor ritual; los adeptos de ella tratan de asemejar~eentre s, de mostrarse al pblico en grupo organizado, enfalange cerrada. El cultismo, especialmente, consiste pormucho en el uso de ciertos giros y de ciertos vocablos. Loscaracteres externos del cultismo nicos que sorprendi lacrtica del siglo Xvii han sido motivo de clebres burlas,que sirven, negativamente, para definir aquella escuela po-tica. Todos los poetas gongorinos aprendieron esas exterio-ridades ms o menos grotescas del lenguaje culto, saqueandosistemticamente el vocabulario del maestro. As, he dichoen otra parte que sus obras parecen, como la gloga de

    ~ Cuarta, dice el Ms. Chacn.48

  • Angulo, verdaderos centones de versos entresacados de lospoemas de Gngora.

    En la Agudeza, LXII, 373, dice Gracin:Algunos le han querido seguir como fcaros a Ddalo. C-

    genle algunas palabras de las ms sonoras, y aun frases de lasms sobresalientes (como el que imit el defecto de torcer laboca del rey de Npoles); inclcanlas muchas vezes, de modoque a quatro o seis vozes reduzen su cultura. 0, qu bien lesnota el juizioso Bartolom Leonardo! Con mrmoles de no-bles inscripciones (Teatro un tiempo y aras) en Sagunto Fa-brican oy tabernas y mesones.

    No extrae, pues, que anden confusas entre Gngora yotros poetas de su ciclo varias poesas cuya atribucin nosiempre es posible fijar por razones estticas puras, peromucho menos por el estudio de las exterioridades tcnicas.Y menos mal en los casos de imitadores torpes, donde laspalabras de Gngora aparecen como miembros sin esprituy artificialmente ligados. Peor cuando la copia y el origi-nal se confunden.

    Otra vez hemos estudiado un caso de atribucin dudo.sa: el prlogo alegrico que precede a La gloria de Niquea,de Villamediana.3Como de Villamediana aparece tambin la dcima Quienpudo a tanto tormento (R. F.-D., Bibi. de Gngora) y elromance Las tres auroras que el Tajo (Cotarelo, El condede Villamediana, 1886, pp. 178-9) -

    La que Persia vio en sus montes, y Dei que ja ilustr elCarmelo, figuran tambin en las Rimas de D. Antonio deParedes (1622).

    Mil aos ha que no canto, atribyese tambin a las mo-cedades de Lope.

    Ass cantaba Riselo o Riselo cantaba, a Pedro Li-n de Riaza, cuyo nombre potico es Riselo.

    De amor con intercadencias, al cannigo de SegoviaJuan de Salinas, y as figura en la coleccin de Rivadeneyra(XXXII, p. 418 a) -

    Lluvias de mayo y de octubre (que aqu comienza porAmenazas de noviembre) ,~ Yace aqu un cisne en flores

    30 Vase, antes (H.), en este mismo tomo, pgs. 24-29.31 Vase ms adelante Un romance de atribucin dudosa, pp. 163.7.

    49

  • que batiendo Ten, no pises ni pases sin cuidado Losdas de No bien recelara, aparecen en las Obras psthu.mas (1641) de D. Flix de Arteaga fray Hortensio FlixParavicino y Arteaga.

    Una cortesana vieja, aparece en el Romancero y Mons-truo imaginado, de Ledesma (1616), segn lo ha advertidoD. Francisco A. de Icaza De cmo y por qu La ta fin-gida no es de Cervantes, Boletn de la Real Academia Es-paola, 1, 1914, IV, pgina 426__.32

    X33As, pues, la obra de Gngora necesita de pacientes depura-ciones.

    Son las principales causas de error, en sentido descen-dente de su imputabilidad al poeta:

    P El abandono de Gngora: a) que no coleccion suspoesas; b) que las dej correr incompletas; c) que no fija tiempo su cronologa.

    2 Su mana de correccin, que es fuente de variantesigualmente legtimas.

    3~La mordacidad de sus stiras: a) que las hizo disimu-lar o perder;34 b) pasar por annimas; c) conservarse comoatribuidas a l, pero sin criterio de certeza.

    4~La complejidad de su estilo potico, que produjo:a) errores de ignorancia; b) divergencias de interpretacin,todo fuente de variantes.

    5~La semejanza lxica y tcnica de los poetas del ciclogongorino, que hizo: a) prohijar a Gngora piezas ajenas ;35b) prohijar a otros piezas de Gngora.

    A estas causas especiales hay que aadir las causas ge-nerales de errores m~cnicosde copia o de imprenta, orasean manuales, ora fonticos.

    32 Algunas de estas notas de doble atribucin las que proceden delEscrutinio aparecen como opiniones personales de un erudito moderno enla coleccin Riyad., vol. XXXII.(Dejo esta nota tal corno apareci en elBol. de la R. Acad. Esp, pero debe considerarse rectificada, segn lo explicoen la Resea de estudios gongorinos, 1926, ms adelante, pp. 84-111.

    33 Ver adelante, p. 92.34 Vase Apndice nm. 3, pgs. 55-56.~5 Vanse Apndices nms. 4 y 5, pgs. 56-58.

    50

  • XILa depuracin de la obra de Gngora supone tres operacio-nes principales:

    1~Estudio crtico de la bibliografa gongorina: a) va-loracin de las colecciones de obras de Gngora; b) vicisi-tudes de cada poesa en cada una de sus ediciones.

    2a Estudio de los manuscritos gongorinos, cuya impor-tancia para conocer las fases sucesivas de las poesas deGngora ha sido sealada ya por R. Foulch-Delbosc.

    3~Esquilmo cuidadoso de los comentaristas de Gngora.Y una operacin secundaria: aprovechamiento de cartas

    y documentos personales.Estos estudios deben conducir a la fijacin de los si-

    guientes cuadros:1 Indice de obras autnticas: a) acabadas por el poe-

    ta mismo; b) incompletas; c) continuadas por otros; d)annimas; e) atribuidas a otros.

    2~Indice de obras atribuibles: a) bajo el nombre deGngora; b) atribuidas a otro; c) annimas.

    39 Indice de apcrifas.49 Indice cronolgico. Donde el estudio externo de la

    obra tiene que auxiliarse con el de los documentos histricos.59 Indice de asuntos. (La misma observacin que para

    el prrafo 49).6~Reglas de la edicin crtica. Su trmino ser la fija-

    cin de textos particulares, donde el estudio externo de laobra tiene que auxiliarse con los resultados de la crticaliteraria y de la lingstica.

    Naturalmente que nunca ser posible resolver todas lascuestiones indicadas, y que los cuadros anteriores slo tie-nen un valor terico o ideal.

    APNDICES1. LA OCTAVA NM. 11 DEL POLIFEMO

    Erio es el currn de la castaay entre el membrillo, o verde o datilado

    51

  • de la manana hipcrita, que engaa,a lo plido no: a lo arrebolado;y de la enzina (honor de la montaaque pavelln al siglo fue dorado)el tributo alimento, aunque grossero,del mejor mundo, del candor primero.

    Comentando Pellicer esta estrofa en sus Lecciones, ob-serva:

    Muchos doctos aduirtieron a don Luis que emendasse esteverso [el nm. 5], porque dize arriba que el urrn era eriode la castaa y de la manana; y agora dize: de la enzina, ysuena que erizo del rbol. Porque aquel de ava de estar conel tributo, del tributo. En el urrn no vena la enzina, sino labellota. Nunca le quiso dar segunda esponja D. Luis: yo cum-plo con advertillo.

    Gngora crea tener sus razones para conservar en talestado la estrofa, y seguramente las comunic, como precio-so secreto, a sus amigos. Angulo y Pulgar, que pudo tra-tarlo en Crdoba, donde fue a morir el poeta, escribe en susEpstolas a Cascales, asegurando que no slo se equivocste en censurar el hiprbaton gongorino, pero que ni si-quiera dio con el caso tpico:

    Ni encontr Vm. con la ms dificultosa rima. Quiere ver-lo? Pues embeme construyda la octaua deste poema. Pero hade ser sin aadir ni quitar, ni suplir parte alguna de las quetiene la oracin. Dze ass: pintando la grandeza del currnde Polifemo y la confusa mezcla de frutas que n l traa[aqu transcribe la octava nm. 11]. Tan difcil es, que donJoseph Pellicer de Salas cuyo grande ingenio es muy cono-cido y cuya no menor erudicin no menos embidiada, ensus Lecciones solemnes y comento a esta fa(c) [b]ula dixo(col. 73, nm. 4): [aqu el trozo de Pellicer arriba transcrito].Hasta aqu don Joseph. Y[o] tengo por cierto que no ha me-nester nueua correccin el verso, segn la construccin que yole he dado y pedido a V. m. (FoIs. 8 y 8 vto.).

    Pero Angul y Pulgar no descubre su secreto, y la es-trofa sigue siendo un misterio de sintaxis que nadie ha con-seguido aclarar. Ella puede servir como ejemplo clsico delhiprbaton gongorino, y los discpulos del poeta se desafia-ban a construirla correctamente.36

    36 Intent, mediante la sola puntuacin, resolver esta dificultad en mi

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  • 2. LA OCTAVA NM. 10 DEL POLIFEMODice a Gngora el ecunime Pedro de Valencia en su Cartacensoria (Madrid, 30 de junio de 1613):

    Tan solamente quiero i suplico a y. m. que siga su naturali hable como en la estancia 1a i en la 52 del Polyphemo: Sen-tado, al alta palma no perdona Su dulce fruto mi valientemano,

    37 etc., i como en casi todo el discurso destas Soledades:alta i grandiosamente, con sencilleza i claridad, con breves pe-rodos i los vocablos en sus lugares, i no se vaya con preten-sin de grandeza i altura a buscar e imitar Jo estrao, oscuro,ageno i no tal como lo que a v m. le nasce en casa; i no mediga que la camuesa pierde el color amarillo en tomando elazero del cuchillo. -.

    Este ltimo pasaje no figura en el texto definitivo delPolifemo. La estancia nm. 10, que lo contena, ha sidocorregida por Gngora, muy probablemente en virtud de laanterior censura, pero cuando ya la estancia era conocidaen su primera forma. As, en el manuscrito Cuesta Saave-dra, al margen de la estrofa definitiva, se da la leccin cen-surada por Valencia. Pellicer encuentra en los manuscritosambas formas y, ayuno de sentido crtico, se inclina a Dre-ferir la desechada por el poeta y su censor.38

    El lector moderno tiende a ver en los cuatro ltimosversos de la octava nm. 10, leccin primitiva, una meraalusin al oxidarse del cuchillo con la fruta cortada, o quiz,al cambio de color que experimentan algunas frutas mon-dadas. No descubre, al pronto, el abominable juego de pa-labras que encierran dichos versos: es nada menos que una

    edicin del Polifemo (Madrid, 1923) Vase la resea que de esta edicinbago ms adelante en el presente volumen.

    37 Variante que parece definitiva: robusta mano. As lee Angulo y Pul-gar, Epstolas, fol. 37 vto.

    38 He aqu la leccin primitiva:Cercado es, quanto (5) ms capaz, ms lleno,de la fruta el urrn casi abortada,que el tardo otoo dexa al blando (5*) senode la piadosa yerva encomendada:la delicada serua, a quien el henorugas le da en la cuna; la opiladacamuesa, que el color pierde amarilloen tomando el azero del cuchillo.

    (5) Variante: quwido.(*5) Variante falsa: biwtco.

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  • metfora medicinal, en que se supone que la camuesa,como la mujer opilada, est amarilla y se cura con el acerodel cuchillo. La flor de acero era, en efecto, uno de los re-medios caseros para ese mal. As en El Diablo cojuelo(1641), de Vlez de Guevara: Essotra es la Abaricia, queest opilada de oro y no quiere tomar el azero porque es msbaxo metal (fol. 78). Vase tambin El azero de Madrid,de Lope (1618,. 1, 9), y la letrilla satrica de Quevedo Lamorena que yo adoro (Rivadeneyra, vol. LXIX, pg. 91 a).Esta metfora es frecuente en las poesas satricas de Gngo-ra. As en las que le atribuyen algunos viejos manuscritos, yque public R. Foulch.Delbosc (Rey. Hisp., XIV, 45, 1906):Cay enfermo Esguevilla de opilado y Viendo tu grandeinchan. As en las publicadas por H. A. Rennert (Rey.Hisp., 1897): Salen a las puertas Moas entonadas...; Sa-len opiladas vuelven enxertas. As en las variantes de Alldars rayo que contiene el manuscrito Alava (Bibi. de Aut.Esp., Riyad., vol. XLII, ap. II, p. 595 b, y ms adelante,en el presente libro, p. 56): Opilse vuestra hermana Ydiole el doctor su acero. As en la dcima a Cristbal deHeredia, pidindole su pensin mensual: Seor, pues soismi remedio (Hoces, 1654, fol. 66). En cartas escritas porGngora a Francisco del Corral (Madrid, 1~de enero 1619y 10 de marzo 1620, Rey. Hisp., X, 33.34, 1903), acude ala misma metfora para quejarse de que no le envan sudinero con puntualidad.

    Cmo pudo Gongora incurrir en la aberracin estticadel texto primitivo lo explica la propia carta de Pedro deValencia:

    Lo metaphrico dice es generalmente mui bueno eny. m.; algunas veces, atrevido i que no guarda la analoga icorrespondencia que se requiere; otras, se funda en allusionesburlescas i que no convienen a este estilo alto i materias gra-ves, como convenan a las antiguas que ludere solebas.

    As es el caso: trtase de una broma jugada al Gngrsragrave de la segunda manera por el Gngora burlesco de laprimera, cuyos hbitos cmicos nunca desaparecieron deltodo, sino que al concentrar su intencin se hicieron gro-tescos.

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  • Los cuatro ltimos versos de la octava nm. 10 quedaroncorregidos as:

    La serva, a quien le da rugas el heno;la pera, de quien fue cuna doradala rubia paja y plida tutorala niega avara y, prdiga, la dora.39

    3. POESAS SATRICAS CASTIGADAS

    A los ejemplos de stiras gongorinas disimuladas por los edi-tores o prohibidas pr el censor que he citado en el cuerpodel artculo, pueden aadirse los siguientes casos:

    Ya de mi dulce instrumento. Segn el Ms. 3919 de laBiblioteca Nacional de Madrid, fol. 99, dicha letrilla com-pltase co