al sol naciente

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Al sol naciente John Donne (1572-1631) Tú, viejo entrometido, incontenible sol, ¿Por qué de ese modo nos llamas A través de ventanas y cortinas? ¿Deben correr acaso a ritmo tuyo las estaciones de los amantes? Pedante, impertinente, desdichado, ve y regaña A los tardíos escolares y a los amargos aprendices; Ve y diles a los cazadores de la corte que el Rey ya monta, Y llama a las hormigas del campo (los labradores) a sus trabajos de cosecha. El amor, siempre igual, no sabe de estaciones ni de climas, Ni de horas, días, meses, que son los andrajos del tiempo. ¿Por qué imaginas Tus rayos tan reverenciales y poderosos? Podría yo eclipsarlos y nublarlos con un parpadeo, Pero no lograría dejar mi visión de ella por tanto tiempo: Si sus ojos no han cegado los tuyos, Míralos, y cuéntame mañana Si ambas Indias, la de especies y la de minas, Están donde las dejaste, o aquí conmigo. Pregunta por los reyes que ayer viste Y tú oirás “Todos aquí en un lecho yacían”. Ella es todos los estados y yo todos los príncipes, Y nada más existe. Los príncipes actúan sus papeles; comparado con esto, Todo honor es mímica, toda riqueza mera alquimia. Tú, sol, eres la mitad de lo feliz que nosotros somos, Pues el mundo así está ordenado. Tu edad requiere calma, y ya que tu tarea es Calentar el mundo, ello se cumple al calentarnos a nosotros. Brilla aquí para nosotros y así estarás en todas partes; Este lecho es tu centro, estas paredes tu esfera.

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John Donne (1572-1631) Poesía metafísica inglesa. Revaloración del cuerpo luego de las restricciones medievales. Visión renacentista del sujeto moderno: antropocentrismo.

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Page 1: Al Sol Naciente

Al sol naciente John Donne

(1572-1631)

Tú, viejo entrometido, incontenible sol,

¿Por qué de ese modo nos llamas

A través de ventanas y cortinas?

¿Deben correr acaso a ritmo tuyo las estaciones de los amantes?

Pedante, impertinente, desdichado, ve y regaña

A los tardíos escolares y a los amargos aprendices;

Ve y diles a los cazadores de la corte que el Rey ya monta,

Y llama a las hormigas del campo (los labradores) a sus trabajos de cosecha.

El amor, siempre igual, no sabe de estaciones ni de climas,

Ni de horas, días, meses, que son los andrajos del tiempo.

¿Por qué imaginas

Tus rayos tan reverenciales y poderosos?

Podría yo eclipsarlos y nublarlos con un parpadeo,

Pero no lograría dejar mi visión de ella por tanto tiempo:

Si sus ojos no han cegado los tuyos,

Míralos, y cuéntame mañana

Si ambas Indias, la de especies y la de minas,

Están donde las dejaste, o aquí conmigo.

Pregunta por los reyes que ayer viste

Y tú oirás “Todos aquí en un lecho yacían”.

Ella es todos los estados y yo todos los príncipes,

Y nada más existe.

Los príncipes actúan sus papeles; comparado con esto,

Todo honor es mímica, toda riqueza mera alquimia.

Tú, sol, eres la mitad de lo feliz que nosotros somos,

Pues el mundo así está ordenado.

Tu edad requiere calma, y ya que tu tarea es

Calentar el mundo, ello se cumple al calentarnos a nosotros.

Brilla aquí para nosotros y así estarás en todas partes;

Este lecho es tu centro, estas paredes tu esfera.