ahora mismo lo único colectivo · impacto en todo el escenario internacio- ... tener que dar un...

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En los últimos meses se han ido cono-ciendo datos y situaciones que llevába-mos experimentando bastante tiempo, yque empiezan a airearse a través de losmedios de comunicación de masas, sincontextualizarse adecuadamente, y sinprofundizar demasiado en las verdaderascausas, seguramente para desorientar aúnmás y para salvaguardar ciertos intereses.Últimamente de lo que más se habla esde la crisis financiera de EE.UU. y suimpacto en todo el escenario internacio-nal, en forma de aviso para navegantes.Mientras, siguen creciendo y extendién-dose entre el proletariado los diferentesgrados de explotación y supervivenciaque estamos alcanzando en esta fase delCapitalismo. El aumento disparatado delos precios en relación con los sueldoscontinúa su carrera, sin tope alguno. Paratener un salario con el que “malvivir”tenemos que aceptar el aumento crecien-te de la explotación, la subcontratación, ytodas las formas de sumisión que el siste-ma nos depara. De repente tomamosconciencia de problemas que ya existían,pero que no salían a la luz. Las condicio-

nes laborales continúan empeorando,sobre todo en ciertas capas de la pobla-ción. Se empieza a hablar de 1 millón dejóvenes (menores de 30 años) sin trabajo,y un 50% de ellos, trabajando de maneratemporal. Según datos del INEM ennoviembre ya hay casi 3 millones de para-dos, a los que habría que sumar los des-empleados que no existen en los datosoficiales. Además, hay que tener en cuen-ta que en épocas de crisis se da un repun-te de la economía sumergida, aquella enla que se dan por lo general unas peorescondiciones laborales. Por otro lado, losdatos del INEM suelen tirar a la baja,dadas las restricciones que emplea parasu definición de parado.1 Según la EPA,la tasa de paro actual (datos de octubrede 2008) se sitúa en el 11,33 %. Como sepuede ver también en los datos oficiales,la reducción del empleo no se está dandotan sólo en la construcción, sino tam-bién, y sobre todo, en el sector servicios,el sector más grande de “nuestra” econo-mía. Esto da una muestra bastante evi-dente de que la crisis no es tan sólo elpinchazo de la burbuja inmobiliaria, sino

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Ahora mismo lo único colectivoque conocemos es el despido

1. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), un parado es aquel trabajador que forma partede la población activa y que busca trabajo activamente, mientras que según el INEM, el paradoes aquel que tiene una solicitud de empleo abierta a final de mes, con unas cuantas restricciones.Con estas restricciones podemos hacernos a la idea de que los datos del INEM no son muy fia-bles. Por algo no se utilizan para comparaciones internacionales, y sí se emplean sin embargo losde la EPA. Para hacernos una idea, en diciembre de 2001, según el INEM había 1,1 millones deparados, y según la EPA era justamente el doble.

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que se está cebando con la economía real.No es que se hayan hecho las cosas mal;es que el capitalismo es así.Desgraciadamente para nosotros, a díade hoy el paro no es el derecho a disfru-tar de más tiempo libre sin ser explota-dos, sino la condena a malvivir sin garan-tías de realizar muchos de los proyectosvitales que nos parecen irrenunciables.

Queremos realizar una serie de reflexio-nes sobre la coyuntura actual desde ellado que nos toca: el de pagadores de losplatos que otros rompen. A lo que esta-mos asistiendo es ni más ni menos que alfin de un ciclo expansivo del capitalismobasado en las finanzas y la especulación.Pero esto no acabará con la imposiciónde la dictadura del Capital sobre millonesde personas que no contentas con serdóciles, también imitan ese modelo en suvida cotidiana.

A nivel individual, se está demostrandohacia dónde nos conduce una sociedadbasada en el lucro y el individualismomás depredador: en cuanto alguien tienecuatro “perras” mal juntadas se dedica aespecular con ellas con el objetivo de notener que dar un palo al agua, a costa deque se jodan otros, claro. Ése es el resul-tado de unos valores y unos interesescarroñeros, que hay que derribar si deverdad hablamos de cooperación y soli-daridad. Tras el festín que durante años yaños se han dado empresas e individuosde distintos sectores económicos y de laAdministración del Estado a nuestracosta, ahora quieren que encima lespaguemos la cuenta quienes no hemosvisto sino las migajas del banquete. Por

otro lado, también se habla del pinchazode la burbuja inmobiliaria, pero ésta yano es el motivo de alegría de las manispor la vivienda digna, como se puede ver,puesto que las medidas adoptadas por losdirigentes políticos van encaminadas aque nada cambie de manera sustancial,como proveer liquidez a los bancos yfavorecer las megafusiones para dar más“seguridad” al mercado y a la Banca, perohay que cuestionar quién pone loscimientos y de qué están hechos.

El nivel de vida sigue empeorando díatras día, más que a algunos les pese quesea precisamente ahora cuando se vandando cuenta de lo insignificante delsigno del partido político que esté en elgobierno. El lado progre de éste es preci-samente una de las ilusiones que másdaño puede hacer al proletariado. Si algobueno tiene la crisis es que abre la puertaa que la gente reconozca que el culpablees el propio sistema capitalista y es con-génita a él. Los grandes castillos de arenase han venido abajo, demostrando que noes oro todo lo que reluce, y que lo pocode oro que hay se lo reparten entre cua-tro. La manera de afrontar la situación esla única elección que tenemos a día dehoy. Éste es un buen momento para ofre-cer respuestas; las necesidades de lapoblación estaban siendo más o menoscubiertas por el Capitalismo, pero seempieza a percibir que estos periodos deprosperidad siempre llegan a su fin, y poreso es una buena oportunidad para atre-verse a plantear un modelo radicalmentedistinto, aunque también es un momentode gran competencia entre los explotadosy de miedo ante las incertidumbres que

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están en la mente de cualquiera. Quizásea difícil realizar planteamientos revolu-cionarios sin una conciencia generalizadade clase, y sobre todo de intereses colec-tivos, pero al menos se hace evidente queel Capitalismo no es el paraíso que pare-cía.

Es necesario recordar que los Pactos deLa Moncloa fueron la vía necesaria delGobierno y la Patronal para la salida de lacrisis en los años 80. Con este acuerdo seabrió para los trabajadores un procesobasado en la pérdida progresiva de losderechos laborales, económicos y socia-les, en beneficio de los empresarios, queempezaron con las reconversiones de laindustria, la acumulación de capitales y laconcentración de empresas. Los empre-sarios aprovechan cualquier oportunidadque tienen para ejecutar ERE´s (despidosmasivos) y no somos capaces de dar unarespuesta contundente, pero no es por-que no sepamos de dónde vienen las hos-tias, sino que no nos atrevemos a darlas,y en una pelea, si sólo golpea uno, eso seconvierte en una paliza. Uno de los sec-tores que ha sido buen indicador del sis-tema durante todos estos años ha sido elde las fábricas de automóviles, que hanido eliminando puestos de trabajo, justifi-cados por los sindicatos como necesariopara el mantenimiento productivo, laestabilidad (¿para quién?) y el futuro. Ahíestán los resultados: seguimos en crisiseconómica y social y se ha demostradoque la productividad no depende de lascesiones de los trabajadores, sino de laspropias leyes del mercado. Este año en elestado español se han destruido 15.000puestos de trabajo en ese sector. La pér-

dida de competitividad en el mercado laestamos sufriendo los trabajadores: baja-da de los costes del despido y prolifera-ción de contratos a tiempo parcial, quesólo crean empleo precario. Por su parte,los capitalistas sí obtienen los mayoresbeneficios de su historia, acumulando yconcentrando en pocas manos capitalespara sus proyectos de reconversión yfusiones empresariales, además de paravivir con todo lujo. Quienes nos han lle-vado a esta situación con sus mentiras,sus acuerdos y sus planes de negociaciónpractican a día de hoy, casi obligados porlo obsceno de la situación, manifestacio-nes confeti y mini concentraciones con-tra la directiva europea de las 65 horassemanales, en un baile de disfraces quepor suerte o por desgracia ni siquieraconvoca masivamente.

Desde 2004, se apuntaban algunos dar-dos dirigidos hacia la población, cuandoGobierno y Sindicatos profundizaban enlas reformas del mercado laboral. Los“desencuentros” de los pasados años,por llamarlos de alguna forma, que des-embocaron en una huelga general en2003, han ido derivando desde la llegadadel gobierno socialista al poder en unauténtico cementerio de los derechoslaborales, entre otras cosas, a raíz de laspromesas electorales, dando rienda sueltaal capitalista para aumentar la temporali-dad y la precariedad. Los empresarios nose han movido más que para pedir másflexibilidad laboral, cosa que supera concreces la inmovilidad de los sindicatos.Según sus propias palabras, para mejorarla competitividad de la economía españo-la. Las propuestas de la patronal, en

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negativo para los trabajadores, son tanclaras como la reducción generalizada delas cotizaciones, la simplificación de con-tratos y el cambio de la negociacióncolectiva. En 2008, desde las filas delgobierno, algunos ya empiezan a asumirlas propuestas de la patronal como pro-pias, como el abaratamiento del despido,cada vez más solicitado por el presidentede la patronal, Díaz Ferrán, y que pareceque Solbes comparte (“tenemos un viejocontrato con despidos muy altos”), parareducir la temporalidad y tener un merca-do más eficiente. Cuesta abajo y sinfreno.

Pero no sólo la patronal tira de la cuer-da; también los banqueros reabren el fan-tasma de la relación entre los salarios y lainflación, como si fuese el problemaprincipal, y no se habla de la relaciónentre el precio del dinero, las subidas deprecios y el poder adquisitivo de los asa-lariados. Por su parte, el poder políticoinyecta liquidez a los bancos para quepuedan seguir concediendo préstamospara hipotecas, puesto que para ellos loimportante es que siga repitiéndose elmodelo de los últimos años que ha sidoel culpable de esta crisis, es decir, másparches para que nada cambie, a cuentade los explotados, por supuesto. La espe-culación inmobiliaria ha sido el destinodel Capital que no encontraba rentabili-dad en la inversión productiva, y duranteaños un pequeño sector se ha enriqueci-do a costa de la mayoría de la población.Y encima quieren que lo rescatemos yarrimemos el hombro. Veremos si detrásde las promesas políticas comenzamos adiferenciar los intereses de una y otra

clase, y forjamos lazos entre los explota-dos que consigan traspasar los cantos desirena con que los partidos y los sindica-tos nos bombardean cotidianamente. Losefectos de la crisis acentúan una situaciónque ya de por sí motiva una toma de con-ciencia por nuestra parte, pero pareceque esto no ha hecho mas que empezar,puesto que es inherente al capitalismo, yvolverá a aparecer una y otra vez, conmayor o menor intensidad. Sin dotarnosde herramientas estamos vendidos. Pactotras pacto, se fomenta la contratacióneventual, el abaratamiento del despido, elalargamiento del tiempo de cotizaciónnecesaria para alcanzar la pensión….Para enfrentarse a esta perspectiva losexplotados necesitamos oponernos a lafalsa solidaridad de la defensa de los inte-reses de la economía (del sector o de laregión), que en realidad nos ata a los inte-reses del capital nacional. No es interéscolectivo lo que en realidad son las nece-sidades de los explotadores. Ahora escuando los sindicatos empiezan a hacerseeco de la precariedad y del paro, parapropiciar un acercamiento con sectoresdel proletariado de los que nunca quisie-ron saber nada, más que para utilizarloscomo moneda de cambio en sus tejema-nejes.

Nuestros intereses son opuestos a losde la patronal y sería ridículo cooperarpara superar la crisis. No obstante sabe-mos, por la experiencia histórica, que lossindicatos contribuirán a mantener la“paz social” allí donde el Gobierno losolicite. En este caso, siguiendo el mode-lo que la patronal necesita para continuarcon el proceso de reproducción del

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Capital durante este momento de menorcrecimiento económico, como dicenellos. Para acostumbrarnos a la resigna-ción. Todos sabemos que la patronal nosólo no regala conquistas, sino que tratade arrebatarlas.

La única forma realista de afrontar lacrisis es hacerlo desde una postura declase, sin esperar nada de burgueses ypolíticos, preocupados por salvar, antetodo, sus privilegios y beneficios.

El proletariado no se define por traba-jar en tal o cual sector, ni siquiera porestar trabajando. El proletariado se defi-ne por su desposesión de los medios deconstruir su propia vida, los medios deproducción.2 Esta desposesión, premisay resultado de la relación capitalista, con-diciona nuestra forma de estar en elmundo, obligándonos a mantener deter-minadas relaciones con lo que nos rodea.Despojados de los medios de produc-ción, el capitalismo nos ofrece, comosolución para vivir, la venta de nuestrascapacidades creativas, convenientementemutiladas en forma de fuerza de trabajo.El trabajo asalariado es la condena quedía tras día sufren millones de proletarios.Negarse a trabajar implica que parasobrevivir hay que romper la propiedadprivada, la base sobre la que se construyeel capitalismo, y por tanto enfrentarse a laley y al sistema judicial construido paraprotegerla. Para sobrevivir, el proletaria-do solo puede elegir entre trabajar y

robar, y normalmente hace las dos cosas.Muchos suelen construir falsas identida-des sobre la idealización de una de lasdos soluciones. Unos mitifican al trabaja-dor honrado y el carácter “dignificante”del trabajo. Otros mitifican el “no-traba-jo”, la okupación, el recicle, el robo, etc.Además de falsas, (los unos acaban traba-jando, habitualmente en las peores condi-ciones posibles, y los otros siempre hanrobado en el curro, en el super o en elemule) estas identidades sólo sirven paradividirnos aún más a los proletarios,enfrentándonos los unos a los otros.

Con la que nos viene encima esto es lomejor que le puede pasar a los burgueses.Para afrontar la crisis debemos empezar aconstruir, desde ya, estructuras establesde solidaridad y apoyo mutuo entre losproletarios, trabajadores o no. No sólopor motivos políticos, todo indica que, deaquí a poco, estas estructuras probable-mente van a ser lo único que tengamos alo que aferrarnos. La idea es simple,como proletarios nos enfrentamos a unmundo hostil en todo momento: por unlado para conseguir los medios de subsis-tencia, tanto en el trabajo como fuera deél, a la hora de conseguir un salario oacceder a un subsidio, o a la hora deafrontar un alquiler, pagar una hipoteca uokupar una casa. A la hora de asumir lasubida de los precios en los artículos deprimera necesidad o a la de robarlos. Porotro lado, al enfrentarnos a una sociedad

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2. No hay espacio para entrar aquí, pero, obviamente cuando hablamos de medios de produc-ción no nos referimos actualmente existentes, sino a todos los posibles. Llegado el momentode la revolución y con los medios de producción que estén en nuestras manos, tendremos cua-les queremos conservar, de cuales deshacernos y cuales desarrollar.

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cada vez más represiva, donde el control se intensifica día a día a todos los niveles: pre-ventivo y disciplinario. No se pueden disociar ambos aspectos de la sociedad capitalis-ta: explotación y control social. La lucha contra los centros penitenciarios, de adultosy de menores o por nuestros compañeros presos en lucha debe plantearse, en nuestraopinión, desde esta perspectiva.

Así que en vez de preocuparnos por cómo se busca la vida cada uno y hacer de ellouna opción moral, deberíamos empezar a tratar de desarrollar entre nosotros relacio-nes de solidaridad, de apoyo mutuo. Relaciones que sustituyan el individualismo por lacooperación, el aislamiento por la comunicación real entre iguales y la sumisión por lalucha.

No va a ser nada fácil con el giro que está tomando la situación, pero vamos a tenerque empezar a resolver nuestros problemas por nosotros mismos, porque nadie másse va a preocupar por nosotros. La autoorganización, la autonomía de clase y la radi-calidad van a dejar de ser una opción ideológica más para ser la única opción posiblepara sobrevivir dignamente.

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1.Introducción: crítica, autocrí-tica, homenaje

La campaña a favor de la liberación deAmadeu Casellas ha sido, probablemen-te, la que más ha conseguido movilizar enlos últimos tiempos a todo ese conjuntode individuos, colectivos y centros socia-les que componen el “espectro” liberta-rio de Madrid.

Esto, junto con las características de lapropia lucha, ha hecho que esta moviliza-ción haya mostrado como ninguna todauna serie de carencias, rutinas, clichés yposicionamientos firmemente ancladosen dicho “espectro” que deben ser criti-cadas, pero también una serie de aciertosy fuerzas que deben ser explotadas ypotenciadas.

Ante todo debemos dejar claro que nopretendemos “dar lecciones” a nadie,sino, mediante el análisis y la crítica denuestras propias experiencias, construirun movimiento más fuerte. En este sen-tido este artículo es, ante todo, una auto-crítica ya que, por diferentes motivos, nopudimos implicarnos tanto como reque-ría la ocasión y, cuando lo hicimos, fuetarde ya que al poco tiempo todo acabó.Igualmente este texto es un homenaje alos compañeros que, nos consta, seimplicaron hasta la extenuación en estalucha y, por supuesto, al propio Amadeu,que ha sido un ejemplo de determina-ción, firmeza y coraje.

Afortunadamente, Amadeu llegó a unacuerdo con Instituciones Penitenciariasy, presumiblemente, acabará saliendo deltalego. Esto seguramente ha hecho que, apesar de haber sido una enorme fuentede experiencias, las valoraciones públicaso colectivas hayan sido escasas, por deciralgo. Incluso, cuando las ha habido, se hadejado sentir un cierto triunfalismo ennuestra opinión bastante inocente. Sinembargo, la lucha de Amadeu no ha ter-minado aquí, sólo ha alcanzado un altoen el camino. Sabemos de la fiabilidad delas promesas del Estado y por eso mismono deberíamos confiarnos. Valorar loserrores cometidos y buscarles soluciónno es, por tanto, un ejercicio de mastur-bación intelectual sino una necesidadpara afrontar más eficazmente las luchasdel futuro, sea por Amadeu, por cual-quier otro compañero preso o por cual-quier otro motivo.

2.Una lucha fuera de lo común

Pocas veces se ha enfrentado en los últi-mos tiempos el “espectro” libertario auna lucha como ésta. Sin duda este es elaspecto más destacable de la campaña: lacrudeza de su motivo. Pocas veces le tocaa uno la desagradable sensación de teneren sus manos la vida de un compañero,porque en vista de la determinación quemostraba Amadeu en llevar hasta el finalla huelga de hambre, esto era, ni más nimenos lo que estaba en juego: la vida deun compañero.

Algunas reflexiones sobre lalucha por Amadeu Casellas

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Comparado con esto, los “grandes clá-sicos” de la movilización parecen unjuego de niños. No porque lo sean, yaque en muchos casos (inmigración, luchacontra la guerra imperialista, FIES, etc.)el motivo en cuestión conlleva la muertey el sufrimiento de miles o millones depersonas. Y sin embargo, la cercanía locambia todo. El fracaso de la lucha ten-dría unas consecuencias cercanas, palpa-bles, en muy corto plazo: la muerte encuestión de semanas de un compañero. Yéstos son otros dos factores a tener encuenta: no sólo se luchaba contra elEstado, también se luchaba contra eltiempo, y este no da tregua; y además nohabría vuelta de hoja ni segunda oportu-nidad: o se ganaba o se perdía; o se vivíao se moría.

Creemos que recalcar esto es importan-te, porque, ante una lucha tan extrema,todas esas carencias y clichés que comen-tábamos no podían sino mostrarse deforma extrema.3.ActivismoEnfrentados a una situación tan grave,

se respondió, como viene siendo habi-tual, en gran parte recurriendo al activis-mo. El activismo, en su sentido peyorati-vo, es hacer las cosas por hacerlas, repi-tiendo unos esquemas predeterminados,básicamente porque se llevan haciendo“toda la vida” o, dicho de otro modo,porque es lo único que se sabe hacer. Elactivismo se puede presentar en un senti-do formal, como por ejemplo la repeti-ción de la rutina cartel-panfleto-pegata-manifa-charla (el orden de los factores nosuele alterar el producto), sin ver más allá.

Últimamente se le suma alguna que otraacción simbólica que poder colgar en elYoutube, pero poco más. No es que lapropaganda, las manis o incluso lasacciones simbólicas sean inútiles, no. Elproblema es que se repiten clichés sinpensar muchas veces en lo que se quiereconseguir con ellos o en a quién-a dóndese quiere llegar. Esto es mucho más claroa nivel de contenidos, donde el activismose muestra en todo su esplendor. Sin unanálisis claro y explícito de qué es lo quese quiere y cómo se pretende conseguir,los contenidos suelen derivar a “lo detoda la vida”: el mismo mensaje, lamisma estética, etc., que muchas veces estotalmente inadecuado para lo que sepretende.

Por supuesto, el activismo no puede serla excusa para la pasividad, quien haceesta crítica no hace más que mostrar suspropias carencias. Al activismo debemosoponer el análisis, la estrategia, la expe-riencia y la experimentación. No se tratade repetir clichés pero tampoco de inno-var por innovar, se trata de buscar losmedios que se adecúen a los objetivos y alas propias fuerzas: tan fácil de decir,como difícil de conseguir.4.ConcretandoPlanteado como objetivo liberar a

Amadeu, la pregunta era aún más obvia“¿cómo vamos a conseguirlo?”Descartada cualquier tipo de liberaciónforzosa, algo que se intentó varias vecesen los setenta pero que a día de hoy esuna opción ridícula, el único caminoposible era el de la presión a las institu-ciones. Está claro que a Instituciones

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Penitenciarias, a la Generalitat, alGobierno o al Estado se la suda la vidade los presos en general y la de Amadeuen concreto. Podrían haberle dejadomorir como dejaron morir a los presosde GRAPO, o como dejan morir día trasdía a los enfermos terminales de SIDA, o,peor aún, podían haberle liberado unavez que su estado de salud fuese irrever-sible, para que muriese “en libertad”.Quien no tenga esto claro vive en unacasa de gominola en la calle de la pirule-ta. Todo pasaba, en nuestra opinión, porconseguir que la muerte de AmadeuCasellas se convirtiese en un problemapara las instituciones, por conseguir quefuese más cómodo dejarle vivir quedejarle morir. Así expresada, la lógica delpoder se muestra en toda su aterroriza-dora frialdad.

Llegados a este punto empiezan losproblemas, o mejor dicho, la contradic-ción entre deseos y realidades, entre loque se quiere conseguir y lo que se puedeconseguir, entre lo que se busca y lo quese tiene. Esto, que es lo habitual, alcanzótintes dramáticos cuando lo que está enjuego es la vida de un compañero.

A nosotros nos hubiera gustado ver unamanifestación de miles de personas exi-giendo la libertad de Amadeu Casellas,dispuestas a hacer lo que fuese necesariopor sacarle de la cárcel: a dar un paseopor la ciudad, a enfrentarse a la policía, aarrasar los edificios del gobierno quehiciesen falta, o a su sabotaje continuo yrepetido, a la ocupación de edificios, losescraches públicos de políticos, etc. Sinembargo somos lo suficientemente rea-

listas para saber que esto no iba a ocurrir,y no porque sea imposible, sino porqueno se dan las condiciones para ello, yaque no existe un movimiento lo suficien-temente fuerte y decidido para llevarlo acabo.

Es cuando nos enfrentamos a las situa-ciones concretas cuando las verdaderascarencias salen a la luz, y cuanto másempuja una lucha, más carencias salen,porque es el día del examen cuando unose da cuenta de lo que pasa si no se hanhecho los deberes.

Teniendo en cuenta que la huelga dehambre había comenzado a finales dejunio, cuando el tema comenzó a agrupara un número considerable de gente y aalcanzar las cotas máximas de moviliza-ción, a mediados de agosto, ya se habíaperdido un tiempo precioso. Unido a lagravedad de la situación, aplicar presiónsignificaba aplicar la máxima presión enel mínimo tiempo posible. Teniendo encuenta nuestras limitaciones, esto signifi-caba, como mínimo y en primer lugar,dar a conocer el caso lo más ampliamen-te posible, de forma que, al menos,Instituciones no pudiese mantenerlo ensecreto y que Amadeu contase con labaza de la incomodidad que le supone alEstado tener que justificar públicamentepor qué deja que alguien se pudra en eltalego o muera por un formalismo legal.Esto no es nada nuevo, el propioAmadeu, pidió acciones “públicas” omediáticas, y todo el mundo comprendióque éste era el primer paso. Las páginaswebs “de contrainformación“ se satura-ron con noticias, comunicados y reivindi-

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caciones referentes a Amadeu Casellas,de forma que llegase al mayor número degente que visitaba estas webs. Por lo quesabemos, probablemente hacía muchotiempo que no se repartían tantos panfle-tos en tan poco tiempo.

Sin embargo, es aquí donde entra elactivismo. Es evidente que semejantevolumen de propaganda estaba destinadohacia fuera del “espectro” libertario, quecuenta con otros canales de comunica-ción (desgraciadamente en su mayorparte a través de internet). Es decir, elobjetivo era que el mayor número degente conociese el caso de Amadeu. Ysin embargo, para este objetivo, tanto elcontenido como la estética y la forma delmensaje son bastante poco adecuadosteniendo en cuenta a quién se pretendellegar. Cojamos como ejemplo el carteltitulado “Libertad o Muerte”. Puede quepara nosotros el lema “Libertad oMuerte” suponga un ejemplo de deter-minación que nos conmueva, nos hagapensar y nos movilice. Sin embargo, nocreemos que para la mayoría de la pobla-ción suponga lo mismo. Lo mismopodría decirse de la imagen de la panteranegra o de la frase de Amadeu. Este car-tel, perfectamente válido para ponerlo enlos centros sociales o para movilizar a lagente más cercana y concienciada, fraca-sa estrepitosamente, en nuestra opinión,a la hora de plantear la cuestión a alguienparcial o totalmente ajeno a la realidadpenitenciaria o al propio “espectro”libertario. El propio contenido del textoestá lleno de referencias y códigos dirigi-dos fundamentalmente a dicho “espec-tro”, pero ajenos al resto de la población.

No habría sido mala idea montar unaweb que “centralizase” toda la propagan-da y donde la gente interesada por lalucha de Amadeu pudiese encontrar deforma fácil, ordenada y comprensibletoda la información del caso, los comuni-cados de Amadeu, las acciones de solida-ridad, etc.

Que no se nos entienda mal. No esta-mos diciendo que haya que rebajar el dis-curso, por ejemplo, diciendo chorradasdel estilo “Amadeu es inocente”, no. Loque estamos diciendo es que si queremosque el resto de la población se entere delcaso de Amadeu debemos poner losmedios para que les llegue esa informa-ción de la mejor forma posible, no repi-tiendo esquemas que si bien funcionanen determinados ambientes, son difícil-mente ampliables. Lo mismo puededecirse al contrario, de nada valdría lan-zar a nuestra gente el mismo mensaje queal resto de la población. La página webque mencionábamos arriba se quedaríacorta para nuestra propia gente, que tieneotros medios para enterarse de lo queocurre.

Se trata, en todo momento, de saber aquién te diriges y “hablarle” de la formanecesaria. Puro sentido común. A pesarde todo, y aunque más adelante tratare-mos el tema de los medios de comunica-ción con más detalle, es un gesto a aplau-dir y, sinceramente, nos quitamos el som-brero por el esfuerzo realizado, que sehaya tomado como opción principal elcamino mucho más difícil y trabajoso,pero también mucho más real, de tratarde llegar a la gente directamente, sin

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intermediarios, que recurrir directamentea ruedas de prensa o huequitos que nosdejen periodistas enrollados.

Otro aspecto a tratar es la implicación ysus grados. Supongamos que alguien leeel panfleto o el cartel y se interesa por elcaso ¿qué puede hacer?, el cartel lo dicebien claro, podrá “ignorarle” o “ayudar-le”, pero en este último caso no le damosninguna opción de cómo hacerlo. No esque pensemos que la gente sea tonta yque haya que decirle lo que tiene quehacer, al contrario, cuando la gente seinteresa por algo suele mostrar una grancreatividad, lo que decimos es que si paramuchos de nosotros, que supuestamentenos hemos enfrentado a situaciones“parecidas”, la situación casi se nos esca-paba de las manos, ¿cómo podemos pre-tender que alguien sepa qué puede hacerpara “ayudar” a Amadeu? Lo más lógicoes que empiece por meter Amadeu

Casellas en el Google y, si el interés vamás allá, esté dispuesto a escribir uncorreo para informarse del caso, pregun-tar qué puede hacer, o quejarse a alguien.Esto no son suposiciones nuestras, esalgo que hemos visto en la lucha contralos centros de menores. La página web“central” que comentábamos podríahaber contado con un correo electrónicode contacto al que dirigirse. Tambiénpodría tener ristras de mails de institucio-nes, políticos, etc. a los que dirigir quejas.No creemos que se las vayan a leer, o quede hacerlo realmente les interese, perosaturarle el mail a un político nunca estáde más. Lo mismo podría haber textosque enviar por correos en cadena, etc.Seguro que a cualquiera se le ocurrendiez ejemplos mejores. Da igual. Loimportante aquí es que, por un motivo opor otro, no se han sabido explotar todaslas posibilidades a nuestro alcance paradar a conocer la lucha de Amadeu. Y esto

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no se limita a los medios telemáticos.Que en una lucha de este calibre e impor-tancia no hayan aparecido en Madrid nipegatinas ni carteles a color, por lo llama-tivo más que nada, en cantidades indus-triales, es un síntoma de que algo no sehizo bien, o al menos, no lo suficiente-mente bien. No creemos que sea porfalta de medios, esto sí que sería bastantelamentable, así que deberíamos plantear-nos cuál ha sido el motivo. También essintomático el uso de las pancartas en lospuentes, teniendo en cuenta la velocidada la que van los coches, lo poco quepuede decirse, la cantidad de vallas publi-citarias por kilómetro y lo poco que sue-len durar, deberíamos plantearnos si real-mente sirven para algo más que paratirarles una foto y subirlo a internet. Quese considere que algo así merece serpublicitado en la web lo dejamos paraotra ocasión…

Hasta aquí lo referente a dar a conocerlo que estaba pasando. Sin embargo, esobvio que la presión no podía habersedetenido ahí, sino que debía ir más allá.Por motivos obvios, nos abstendremosde comentar los actos de presión reales“no públicos”. La valoración y la críticade este punto son tan necesarias como lasdemás pero este no es el espacio ni elmedio.

En lo referente a los actos públicos, lacampaña en Madrid se planteó, en nues-tra opinión, mal por varios motivos. Enprimer lugar, las competencias peniten-ciarias están transferidas a la Generalitatde Cataluña por lo que a quien había quepresionar y exigir la libertad de Amadeu

era a ésta y no a InstitucionesPenitenciarias, que no tiene competen-cias. Dicho esto, la concentración delcinco de septiembre frente aInstituciones podría tener más o menoscarácter simbólico pero de medida depresión, nada de nada. Pero quizás másgrave aún es que la concentración se con-voque con todas las características paraque sea un acto puramente simbólicopero luego se deje de lado a medios deinformación y contrainformación, enteoría para potenciar la comunicación“real” frente a la “mediática”. Si realmen-te se quería jugar, ante todo, la baza de lacomunicación “real”, la concentracióndebería haberse convocado en un sitiomasificado donde se nos viese y pudiéra-mos llegar a la mayor cantidad de gente:Sol, Atocha, Gran Vía, etc., pero no enun sitio relativamente desértico un vier-nes por la tarde como era ese, en el que lapolicía pudo rodearnos con las furgonasy casi evitar que se nos viese desde laacera de enfrente. La concentraciónpodría haber quedado muy bien para unafoto o un video, pero comunicación“real” más bien poca.

¿Cuál es el problema? Para nosotros,una cierta falta de análisis. Se decideapostar por la comunicación “real” y porla presión “directa”, lo cual, dejémosloclaro, nos parece un acierto tremendo yel camino a seguir, pero sin embargo laconcentración se hace en un sitio relati-vamente poco transitado peatonalmentey frente a una institución que carece decompetencias directas en el caso. Se eligeel destino correcto pero se pretende irpor el camino contrario, lo cual es total-

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mente comprensible, teniendo en cuentaque últimamente la mayoría de las luchasy campañas, eligen la vía mediática yespectacular, a la cual la acción real estáen muchos casos subyugada (el RES, laobsesión por los videos y las imágenes enInternet, aparecer en el telediario, etc.).Por la importancia general que se le da, ypor la excepción que ha supuesto la luchade Amadeu Casellas, nos gustaría acabartratando, brevemente, el papel de losmedios en esta y otras luchas.5.Medios de ComunicaciónSobre los medios de comunicación se

han dicho tantas cosas que pareceríainnecesario decir más. Nosotros sóloqueremos recalcar algunos breves apun-tes. Respecto a los medios podemosencontrar dos posturas bien diferencia-das. Los que creen que los medios decomunicación pueden y deben ser utiliza-dos, con diferentes grados de reserva, yaquellos que piensan que los medios decomunicación, en general, no deben serutilizados, también con diferentes gradosde matices. A pesar de estar más extendi-da, no comentaremos en detalle la prime-ra postura, que da para un análisis aparte.Nos limitaremos a exponer, brevemente,porque compartimos la segunda posturay también porque nos diferenciamos deuna determinada manera de expresarla.

Para nosotros rechazar el uso de losmedios es, ante todo, una cuestión estra-tégica y política. La utilización de losmedios de comunicación suele distorsio-nar el contenido del mensaje que se quie-re lanzar, por no hablar de que llamarcomunicación al monólogo unidireccio-

nal que escupen los medios es pocomenos que obsceno. Es cierto que el usode los medios de comunicación permiteun acceso rápido a grandes sectores de lapoblación, lo que probablemente sea unaoferta irrechazable para los que tienenalgún mensaje que ‘vender’, sin embargo,es un acceso de lo más fugaz, o dicho deotro modo, el periódico de hoy envuelveel pescado de mañana. Para que algúntema cale en la población por la víamediática hay que recurrir al bombardeo,al martilleo sistemático. Como todo exconcursante de Gran Hermano sabe, hayque currárselo para mantenerse en el“candelabro”. No es de extrañar quealgunas tácticas fundamentalmenteorientadas a los medios traten de concen-trar una batería de acciones en una sema-na, de otro modo su mensaje se diluiríaentre sucesos, crónica rosa y desgraciasnacionales e internacionales. Además, losmedios tienden a personalizar los con-flictos: les encantan los portavoces, lasruedas de prensa, las opiniones, lasencuestas, etc. De alguna forma estoimprime su sello en el propio movimien-to. Los portavoces, generalmente aque-llos con mejor labia y presencia, acabantransformados en vedettes mediáticas,por no hablar de las consecuencias de lafama, la adulación, etc. Hay que tener lacabeza muy bien amueblada para nodejarse arrastrar por todo esto y, siendosinceros, tanto en esta sociedad como ennuestro movimiento se suele abusar delestilo IKEA: rápido, barato, baja calidady difícil montaje. Por todo esto es lógicoque tengamos más que reservas en la uti-lización de los medios de comunicación.

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Nosotros creemos que para que unalucha sea efectiva a corto y largo plazodebe orientarse, ante todo, a generarlazos de clase entre iguales, relacionesbasadas en la solidaridad, el apoyo mutuoy el enfrentamiento con la opresión y laexplotación. Difícilmente el uso de losmedios de comunicación puede aportaralgo significativo a esto.

Dicho esto, repetimos que nuestroposicionamiento se basa sobre criteriospolíticos y estratégicos y esto es lo quenos diferencia de determinadas posturasque rechazan el uso de los medios decomunicación, pero que lo hacen en basea argumentos morales, es decir, el uso delos medios de comunicación sería‘bueno’ o ‘malo’ en sí mismo. Usarlossería ‘mancharse las manos’, casi ‘pecar’.Esta moralización, muy frecuente en

determinados ambientes libertarios, nose limita al uso de los medios de comuni-cación sino que se extiende a muchasotras cuestiones. Ojito con equivocarse,no estamos diciendo que no existan crite-rios morales en determinadas cuestiones,lo que criticamos es una tendencia amoralizar todos y cada uno de los deba-tes políticos, a expresarlos en términosdel ‘bien’ y del ‘mal’.

No tenemos sitio aquí para analizar endetalle de dónde viene esta tendencia amoralizar los asuntos políticos, aunquesería interesante hacerlo, ya que pareceser una tendencia secular entre determi-nados anarquistas. En muchos casospuede entenderse como una respuestahistórica al vomitivo posibilismo de leni-nistas y socialdemócratas, o, al “valetu-do” que se ha impuesto últimamente endeterminados ambientes “ciudadanistas”,el cual, en el fondo, sólo es una versiónenrollada de lo anterior, donde hunde susraíces. En otros casos seguramente seauna forma de “codificar” de una formasimplista todo un conjunto de leccionesextraídas de experiencias previas. De estaforma uno se ahorra tener que afrontaresas incómodas contradicciones de lavida real.

Lo que más nos interesa ahora mismoes valorar algunas de sus consecuenciasmás dañinas. Por un lado, la codificaciónmoral elimina de un plumazo cualquiervaloración estratégica: “los medios sonmalos. Punto”. Se sustituye el análisis dela situación por un cómodo resorte cere-bral. Por otro, al plantear estas cuestionesen el plano moral, el debate suele acabar

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derivando hacia la personalización de lasmismas en términos de “falta de cohe-rencia”, “hipocresía”, “asco”, etc. Sólo eleterno debate de “la coherencia” podríallenar páginas así que nos limitaremos adecir que, lamentablemente, en muchasocasiones el recurso a la coherencia esmás pose que integridad y más veces aúntrata de maquillar una desorientación res-pecto a cómo actuar en la realidad.

Decimos todo esto porque creemos queen el caso de la campaña de AmadeuCasellas, esta moralización del “asuntomedios” ha podido desorientar un pocoal personal, mostrando algunas de suscontradicciones. Partiendo de la valora-ción de este conflicto que hemos hechomás arriba, creemos que este es uno delos pocos casos en los que se podía haberintentado jugar la baza mediática. Estono significa lanzarnos ahora a dar ruedasde prensa y a mendigar huecos en losperiódicos progres. No. Nos referimos atratar de que las acciones y la difusión(por internet o en la calle) tuviesen lamayor repercusión mediática posible,para intentar que el caso de Amadeuempezase a conocerse en la calle. Esto nosignifica en ningún caso rechazar lacomunicación real y las acciones, sinotodo lo contrario, potenciarlas al máxi-mo. El problema de la ‘lógica mediática’es que invierte el orden lógico de lossucesos. Pretende recurrir sistemática-mente a los medios para crear un movi-miento real, cuando la realidad es quesólo un movimiento real puede aparecersistemáticamente en los medios.

Sin embargo, una postura moral contra

los medios de comunicación no aceptaexcepciones. La manifestación del día 5no fue comunicada a los medios, ni tam-poco se preparó algún comunicado paralos mismos en caso de que apareciesen.Simplemente se hace como que no exis-ten. La gran contradicción del moralismose muestra cuando hay incluso quien sólose opone a ‘llamar a los medios’ pero notiene mucho en contra de que ‘aparez-can’. Como decimos, el problema es‘mancharse las manos’… cogiendo unteléfono.

Para acabar con este tema nos gustaríahacer una advertencia. Ya hemos comen-tado que consideramos esta campañacomo un conflicto “excepcional”, no cre-emos que recurrir a los medios sea degran utilidad en la mayoría de los conflic-tos reales y desde luego no creemos quecentrar la lucha en la aparición mediáticasea útil en ningún caso (ni siquiera enéste). La advertencia es que las excepcio-nes son excepciones, no reglas. Es muyhabitual que mediante el recurso conti-nuado a ‘lo excepcional’ se trate de nor-malizar determinadas actitudes, tácticas,etc. Para ello debemos recordar siemprelas condiciones que hacían necesario oposible las diferentes tácticas usadas paraque no nos la cuelen con el “aquella vezhicimos esto, así que no se qué problemahay en hacerlo otra vez”.6.ConclusiónEste texto es una crítica hecha desde

dentro, intentando transmitir nuestrasdudas y nuestras opiniones, sobre todo anivel estratégico con el objetivo de lucharpor la liberación de Amadeu con las

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mayores expectativas de victoria posibles,y contemplando todas las posibilidades.No se trata de ningún tipo de lecciónmoral, como ya hemos apuntado. Por esoqueremos que se entienda y se asumanlas aportaciones críticas como una refle-xión por nuestra parte de lo que supon-dría encauzar todos los esfuerzos hacialos lugares más indicados para presionarrealmente a quien hay que presionar paraque se concedan las revindicaciones deun preso en estado crítico tras una huel-ga de hambre tan larga. Seguramentepuedan encontrarse culpables o respon-sables directos de la situación deAmadeu, y posiblemente, puedan haber-se llevado a cabo acciones que pudieranhaber presionado en ese sentido, tanto deinstituciones competentes de este caso,como de personas. Es por eso que nocreemos que para campañas de este tipopuedan y deban utilizarse los mismosmedios que para otras labores más coti-dianas.

La campaña por la liberación deAmadeu Casellas ha tenido sus luces ysus sombras. En lo positivo, destacaría-mos sobre todo el esfuerzo realizado pormuchos compañeros así como el recursoa la comunicación real y la propaganda enla calle frente al ciberactivismo o la luchamediática. En lo negativo, que no se hasabido aprovechar las oportunidades queofrecían en este caso la difusión porinternet y la difusión mediática y el queen muchos casos se ha caído en el activis-mo, seguramente por falta de un análisismás detenido. Sea como sea, el camino eslargo y este sólo ha sido un pequeñopaso. Sigamos aprendiendo.

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En este artículo queremos hacer unareflexión teórica sobre un conflictoemergente en el que algunos miembrosdel grupo Ruptura estamos implicad@s:la lucha contra los centros de reclusiónde menores (“reformatorios”).

Cuando se aborda la lucha contra lascárceles y, en el caso que nos ocupa, con-tra los centros de menores, a menudo sedesvirtúa la lucha de clases. Entendemosque los problemas aparecen si:

-Se entra en una espiral asistencialista.Nos referimos a aquellas luchas en lasque ciudadan@s bienintencionad@sintentan ayudar a un@s “pobres desva-lid@s”. En estos casos los activistaspasan a “luchar por otr@s” que, por otraparte, no toman parte en la lucha y sontomad@s como “objetos del conflicto”,pero no participan en la toma de decisio-nes ni tienen un papel protagonista.

- Se apoya una imagen del “lumpen”que se idealiza, pensando que el “delin-cuente”, por serlo, ya es revolucionario.No es revolucionario, igual que no lo esel currito, o el estudiante a priori. Debetener conciencia. Por tanto, ni desdeña-mos ni fantaseamos con la imagen revo-lucionaria de un sector concreto de lasociedad.

No queremos abordar este tema desdeninguna de las dos perspectivas que enprincipio nada ayudan al fortalecimientoy avance de la lucha de clases. Pero tam-poco queremos obviar la realidad carcela-

ria, cosa que muchos denominados anar-quistas y comunistas parecen hacer bienpor miedo a la represión, bien por faltade interés (“lo que no me pasa a mí nome importa”), o bien por falta de encon-trar un nexo de unión entre la lucha anti-carcelaria y la lucha de clases.

El conflicto entre explotad@s y explo-tador@s no puede resumirse en unalucha dentro del mundo del trabajo, puesestaríamos contribuyendo a ese “obreris-mo” clásico que olvida aquellos aspectosde la vida ajenos al ámbito laboral. Alafrontar la lucha contra los centros demenores, tenemos en cuenta quiénessufren esta realidad. Los reformatoriosafectan casi exclusivamente al sector másempobrecido de la clase proletaria, queno por pobre o excluído deja de ser unsector de nuestra clase al que podemospertenecer nosotros en un futuro o nues-tros amigos y seres queridos en el presen-te. El empobrecimiento progresivo al quenos somete el capital está haciendo cre-cer el porcentaje de ese "lumpen juvenil"día a día, principalmente a base de hij@sde trabajador@s inmigrantes, y es deesperar que la tan manida “crisis econó-mica” aumente las cifras también conhijos e hijas de trabajador@s locales. Enesta sociedad clasista no tod@s tenemoslas mismas oportunidades para desarro-llar nuestra vida y cubrir nuestras necesi-dades, ni siquiera tenemos las mismasposibilidades de acabar en la cárcel (sea

HOY POR TI, MAÑANA POR MÍ…Represión a los más jóvenes y lucha de clases.

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de menores o de adultos). Es por tantoun problema que nos afecta, y muy direc-tamente, como clase.

Por otra parte entendemos que la pri-sión es una estructura de violencia y unmecanismo de castigo. La cárcel se confi-gura como el sistema punitivo corres-pondiente a la modernidad que no es otracosa que la consolidación de una clasesocial en Europa a partir del siglo XVII:la burguesía. Se desarrolla un modelo desociedad mercantilista, donde todo tipode intercambio entre las personas se haceen términos de mercancía. Esto es lo quesustenta, desde el punto de vista penal, la“teoría retributiva de la pena”. Es decir,el concepto mercantilista de la pena con-siste en pagar un tiempo de condena enrelación con el delito cometido o con eldaño causado a la sociedad. Antes de laemergencia y consolidación del estadomoderno existían otros sistemas puniti-vos que no tenían como centro la cárcel.Todo esto se baña de un barniz presunta-mente “reinsertor” que en la cárcel deadultos no pasa de palabras que pocostoman en consideración seriamente, peroque muchos de los que participan en elsistema de reclusión de menores han asu-mido como propio. Quienes abren y cie-rran las puertas se llaman “educador@s”en las cárceles de menores, y se incideespecialmente en cambiar las conductasdel chico o la chica pres@s con constan-tes actividades y correcciones, a menudodesesperantes y en algunas ocasiones, porqué no decirlo, efectivamente formativas.

Al abordar públicamente este conflicto,el mensaje irá dirigido a que la clase obrera

entienda que es a ella a quien la estánreprimiendo, no a l@s "delincuentes"concret@s. La delincuencia que puedeafectar a nuestros barrios, con sus efectosdesagradables (como que nos roben yasalten, o el narcotráfico en nuestroentorno) son consecuencia del actualorden económico y social. Los actos dequienes en un momento concreto noshacen daño perteneciendo a nuestra pro-pia clase no pueden disociarse del con-texto capitalista en el que se producen.Esto no significa que se obvie el proble-ma real que suponen muchos actos“delictivos”, pero cuando se produce unconflicto de intereses en el seno de laclase obrera lo lógico sería solucionarlosen ese mismo marco. Esto, que puedeparecer utópico en el Madrid de nuestrosdías es una práctica que se ha producidoen aquellos barrios donde la auto-organi-zación obrera ha llegado a niveles altos.Ejemplos hoy en día los tenemos en algu-nas zonas de Latinoamérica, y hace añosen el los barrios de influencia anarquistade nuestro propio territorio.

Las ideas de “delincuencia” y “delin-cuente” son utilizadas por el Estado paraintervenir y “proteger la sociedad”. AlEstado no le preocupan otros hechos,construye su realidad y da sus respuestas.Logra así convencer a l@s ciudadan@s“normales”, domesticad@s, los quenunca van a tener contacto con la policía,ni van a tener capacidad de transgredir laley, de esa maravillosa sensación que lesva a evitar darse cuenta de la perversidadde la lógica dominante. La dominación sepresenta como una combinación de laideología capitalista, los organismos pro-

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ductores de ella, el material e instrumen-tos necesarios para su difusión y por otrolado el aparato coercitivo que ejerce ladominación directa.

¿Qué hacer en la lucha contra los cen-tros de menores?

Estamos empezando en esto y, cierta-mente, experimentamos en el caminoque hemos decidido tomar. En pocotiempo se han obtenido algunos logros,pero también es verdad que estamos enun momento de clarificación política quenos permita avanzar y enfocar mejor lalucha desde una perspectiva de clase,necesaria si algún día queremos hacer larevolución.

Para comenzar, habrá que aclarar aquiénes afecta este problema. Tenemos al@s directamente reprimid@s que sonl@s chaval@s, y sus familias. Por exten-sión al barrio del que vienen, ya que sibien hoy el resto de chaval@s no estándentro de la prisión, se trata de un pro-blema que les afecta directa o indirecta-mente. Para nosotr@s se trata de fomen-tar el espíritu solidario y unitario, es decir,hay que fomentar en nosotr@s mism@sy en los demás, actitudes de colaboracióny apoyo mutuo. Es vital para nosotr@scomo clase establecer unos nexos deunión y construir organización dentro yfuera de los centros, constituir asambleasde solidari@s y afectad@s directamenteque intenten actuar sobre las condicionesde control y dominación que sufre nues-tra clase por parte de la burguesía. Elobjetivo es que nuestras exigencias vayansubiendo poco a poco de tono hasta queno puedan ser asumidas por el capitalis-

mo. De momento se trata mejorar lascondiciones de reclusión, que en perso-nas encerradas es decir mucho. Y si sepuede, conseguir que ningún menor sevea en la situación de ser encerrado.

Los puntos clave del conflicto sonactualmente:

•Violaciones de los “derechos huma-nos”. Torturas, medicación forzosa, aisla-miento… Son sólo algunas de las atroci-dades que se cometen con l@s [email protected] trata de que ell@s sean conscientes delos abusos que sobre ell@s se cometen, yactuemos desde dentro no consintiendoningún abuso y desde fuera presionandocon los medios que se crean necesarios.

•La represión como negocio. Como yahemos dicho, este es uno de los muchosnegocios de donde l@s capitalistas sacanpartido económico. Actuamos sobreestas empresas que se lucran de la tortu-ra. Sus dueñ@s se preocupan de lo queles pueda pasar a sus empresas. Y tienenintereses por muchos lados. Es interesan-te estudiar las conexiones que bancos yotros negocios capitalistas tienen conestas empresas con actividad represiva.La industria farmacéutica es otro sectorque saca buena tajada del encierro de l@schaval@s.

•Sacar a la luz lo que está pasando.Actuar en el entorno cotidiano de nues-tra vida haciendo saber qué pasa con l@schaval@s del barrio, qué sucede en elinterior de ese edificio que vemos cadadía cuando vamos a coger el autobús.Con un lenguaje sencillo, directo y expli-cando claramente quién y por qué seencuentra encerrad@ tras esos muros.

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•El papel del personal “educativo” delos centros. En cuanto a l@s educa-dor@s, es difícil plantear el tema, ya queen general se ven arratrados por la lógicade dominación y encierro que promueveel sistema. No ven el problema de l@schaval@s desde una óptica de clase queles hace solidarizarse con ell@s, sino querápido pasan a adoptar aquel papel por elque se les contrató: el de [email protected] a personas, torturan física ypsíquicamente a l@s chaval@s y se auto-justifican posicionándose en contra del@s excluíd@s. No queremos generali-zar, pero sí queremos que est@s trabaja-dor@s tengan en cuenta el papel que lesha tocado realizar (que en nada se parecea aquello que algún día aprendieron en sufacultad) y que su trabajo tiene unas res-ponsabilidades que tienen que tener encuenta, ya que no queremos permitir quela tortura quede impune.

Al afrontar esta lucha nos encontramoscon varios problemas:

- Los planteamientos ideológicos de losjóvenes no se traducen en general en unapostura política clara. Comprenden másfácilmente que otr@s que su miseriatiene relación con el sistema capitalista,pero no es fácil crear conciencia revolu-

cionaria.- Nos damos cuenta que las "minorías

marginadas" no están dentro de lasluchas prioritarias de la clase trabajadora.Esto es así principalmente porque lagente no lucha más que cuando se venafectadas directamente sus condicionesde vida. Si apostamos por una visiónamplia y profunda de la lucha de clases,llegará un momento que los trabajadoresya no solamente se plantearán por quétienen que soportar unas condicionesmiserables de vida, sino por qué tienenque existir cosas como los centros demenores (como los transgénicos, elTAV…).

- No se trata de una lucha con grandesresultados inmediatos. Somos conscien-tes de que el fin de los sistemas de reclu-sión sólo llegará en un contexto revolu-cionario, pero es importante reconocerque se consiguen mejoras muy importan-tes para la vida de l@s afectad@s.

- Por último, ésta corre el riesgo de con-vertirse en otra lucha moda. Es un temadel que hoy se puede hablar mucho,como ayer molaba la insumisión y maña-na la ecología. Esto pasa muchas vecespor no tener una visión de conjunto de loque pasa y de la lucha como algo queafecta a nuestra clase.

Son muchos los pasos que nos quedan,pero también muchas las ganas que nossobran de acabar con todo esto. Sonmuchas las dudas y preguntas que nosvan surgiendo y a los aciertos y victoriasse sucederán también los errores.

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“La crisis no es económica, pero se presentacomo tal. La crisis expresa la inestabilidadestructural de las relaciones sociales capitalistas,la inestabilidad de la relación básica entre capi-tal y trabajo sobre la que se basa la sociedad. Sepresenta como crisis de la economía, que podríallegar a tener efectos en otras esferas de la vidasocial”1. Otro cambio de cicloTodo apunta a que la crisis en la que nos

vemos inmersos supondrá un nuevocambio de ciclo para el capitalismo.Vivimos y viviremos épocas de cambios,de “turbulencias”, para que todo sigaigual. Comprender los motivos de la cri-sis es fundamental para los que intenta-mos oponernos al capitalismo, para tratarde prever sus giros estratégicos, para des-arrollar argumentos frente a las excusascapitalistas y sus llamadas a “salvar laeconomía”, y, sobre todo, para construiralternativas de clase que nos permitanafrontar los tiempos, duros, que se aveci-nan.

¿Cuánto durará la crisis? ¿Cuál será sualcance? No lo sabemos. Y es probableque nadie lo sepa. Iniciamos con éste unaserie de artículos en los que trataremosde explicar lo que vamos entendiendo dela crisis, con el único objetivo de afron-tarla mejor. Animamos a todos los com-pañeros a que se nos unan y nos criti-quen, corrijan y apoyen para, entre todos,desarrollar herramientas teóricas y prácti-cas con las que preparar la lucha.

2. La esencia de la crisis en elcapitalismo

La crisis actual se manifestó inicialmen-te como una crisis financiera a mediadosde 2007. Un año y medio después,comienza a golpear con fuerza a la llama-da economía “real” (¿debemos suponerque el resto es imaginaria?). El paroaumenta, las empresas cierran, se produ-cen fusiones y bancarrotas, aumenta lamorosidad y los desahucios, etc. Y esto essólo el comienzo. El origen financiero dela crisis dificulta su explicación debido alas complejidades propias de dicha esferaeconómica. Antes de entrar en sus cau-sas, mecanismos y manifestaciones con-cretas (en próximos números), nos gusta-ría reflexionar sobre la esencia de la crisiscapitalista y de su resolución. Para ellohay que interpretar la crisis capitalistadesde el núcleo esencial del propio capi-talismo: el conflicto entre capital y traba-jo, lo que significa resituar la crisis en elcontexto de la lucha de clases. No sóloporque este sea el camino que nos permi-tirá ir analizando sus manifestacionesmás concretas, sino porque nuestro prin-cipal interés no es el tratamiento acadé-mico de la crisis, sino, como decimos,desarrollar estrategias colectivas que nospermitan enfrentarnos a ella.

Como todos sabemos, no nos enfrenta-mos a nada esencialmente nuevo, el capi-talismo ha sido sacudido periódicamentepor graves crisis: 1873, 1929, 1973..., conmás o menos problemas, siempre ha con-

Cambiando de cicloEl significado de la crisis capitalista

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seguido reponerse. En todos los casos, lacrisis ha supuesto el inicio de una perio-do de reestructuración de las relacionesentre capital-trabajo, es decir, entre bur-guesía y proletariado, y también entre losdiferentes capitales a nivel internacional,entre sus diferentes burguesías naciona-les. Esto es así porque la crisis es laexpresión económica extrema del anta-gonismo entre capital y trabajo, contra-dicción fundamental del capital en tantoque relación social.

Comprender las crisis como el resulta-do del agotamiento de un determinadomodelo de relaciones de clase, de su quie-bra, nos facilitará entender las medidascapitalistas contra la crisis como un pro-ceso de reestructuración de dichas rela-ciones. Al colocar, de esta forma, a lalucha de clases como el verdadero epi-centro de la crisis podemos abandonarnuestro papel de meros espectadores, ode meros sufridores de las consecuenciasde la misma, y tomar un papel activo enla confrontación.

Como desarrollaremos más adelante, ennuestra opinión, esta crisis es consecuen-cia de la incapacidad de la burguesía paraimponer totalmente un nuevo patrón derelaciones de clase tras la crisis del mode-lo keynesiano de postguerra. El resultadode que esta victoria de la burguesía sólose completase a medias lo estamossufriendo en forma de crisis y constituirála excusa perfecta para acabar lo comen-zado hace 30 años. Para comprender enqué consiste esta reconfiguración de lasrelaciones de clase debemos partir delmarco anterior: el keynesianismo.

3. Keynes al rescate...“Puedo estar influido por lo que me parece ser

justo y correcto; pero la lucha de clases me encon-trará al lado de la burguesía culta”

J.M. KeynesKeynes ha pasado a la historia como el

defensor de la intervención del estado enla economía y así, en cierto modo, comoel defensor de la moderación frente a losexcesos del mercado. Para la actualsocialdemocracia y buena parte de laizquierda progre, Keynes es el gran refe-rente económico y todos los males actua-les se deberían al cambio de la rectasenda keynesiana por el fundamentalis-mo de libre mercado. Sin embargo, estono es más que un cuento de hadas. Loúnico que hizo Keynes fue retocar lojusto la economía burguesa para quepudiese afrontar de alguna forma la GranDepresión de 1929. La teoría keynesiana,y la de sus discípulos, no es más que unateorización económica del proceso dereestructuración de las relaciones de claseque tuvo lugar después de la PrimeraGuerra Mundial 1

El primer asalto a la sociedad de clases(Rusia, Alemania, Hungría, Italia, etc.),con toda su virulencia, supuso un enfren-tamiento directo, masivo e internacionalentre burguesía y proletariado. La res-puesta del capital fue un hábil manejo delpalo y la zanahoria, una combinación derepresión e integración en la que lasocialdemocracia tuvo un papel crucial.La socialdemocracia clásica es la repre-sentación del proletariado exclusivamen-te en tanto que fuerza de trabajo dentro

1. A pesar de nuestras diferencias con el autor, gran parte del proceso está descrito en “Seabre el abismo: auge y caída del keynesianismo” de J. Holloway. Puede encontrarse en http://argentina.indymedia.org/uploads/2006/05/04_holloway_-_marxismo__estado_y_capital.rtf

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del capital2, que, asumiendo la divisióneconomía-política característica del capi-talismo, puede ser política, en forma departidos, o económica en forma de sindi-catos.

La integración suponía el reconoci-miento de los trabajadores, esto es, de susrepresentantes, como un interlocutorválido, y por tanto el capital se mostrabadispuesto a hacer concesiones a la clasetrabajadora a cambio de que ésta se man-tuviese en los límites del capital. Porsupuesto, el capitalismo no había sufridoun repentino ataque de buen rollo, sinoque se veía obligado a ello por el empujedel proletariado revolucionario, desgra-ciadamente muchas veces integrado enlas filas de la propia socialdemocracia eincapaz de ir más allá.

Por supuesto, esta integración presupo-nía la exclusión y represión, e incluso elexterminio, de toda perspectiva revolu-cionaria de superación de la relación declase. En un principio también de todasaquellas formas políticas que representa-ban alternativas burocráticas de gestióncapitalista: los partidos estalinistas. Unavez consolidada la Unión Soviética y

aceptada entre el resto de naciones, elpapel de los partidos estalinistas (quecomo derivados del leninismo sólo sonformas radicalizadas de la socialdemocra-cia) fue el de contener o exterminar cual-quier expresión revolucionaria del prole-tariado (en Mayo del 37, en Francia en1936 o el papel clave que tuvieron paracontrolar muchos movimientos partisa-nos tras la Segunda Guerra Mundial,como en Italia o Grecia) y ponerla a losintereses del imperialismo de Moscú.

Este proceso se inicia al final de la IGuerra Mundial, y no culmina hasta elfinal de la Segunda, expresión máximapero también solución de la GranDepresión de 1929. Al principio de losaños 20, los alzamientos revolucionariosconsiguieron una serie de concesionesantes de ser rápidamente reprimidos3 Amediados de la década, toda expresiónrevolucionaria del proletariado había sidoduramente reprimida, y el capitalismotrató de volver al orden prebélico (vueltaal patrón-oro, reprivatización de lasempresas nacionalizadas durante la gue-rra, etc.4). El fracaso de esta vuelta alorden anterior resultó en la Gran

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2 Cuando decimos representación en tanto que fuerza de trabajo dentro del capital, lo que que-remos decir es que trata de representar al proletariado respetando y manteniéndose dentro de larelación de clase, tratando de desplazarse dentro de ella, pero jamás de suprimirla. Por este moti-vo acaba asumiendo los medios y las formas organizativas típicas del capitalismo (división diri-gentes-dirigidos, secretismos, “traición” a las bases, etc.) y por eso mismo es el primer enemigoal que debe enfrentarse el proletariado cuando adopta una perspectiva comunista que trata deabolir la relación de clase suprimiendo el capitalismo. Esta perspectiva comunista jamás podráexpresarse bajo medios alienados (partidos, sindicatos, etc), sino sólo en el desarrollo de prácti-cas colectivas que tiendan a nuestra autosupresión como clase.3. Excepción hecha del proletariado ibérico, que habiendo llegado su capitalismo tarde, tambiénretrasaría hasta 1936 su asalto y derrota.4. Simon Clarke. “Keynesianism, Monetarism, and the Crisis of the State”. Puede obtenerse en:http://www.warwick.ac.uk/~syrbe/mst/kmcs.doc

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Depresión y su inmediata consecuencia,la Segunda Guerra Mundial, que fueronel punto de inflexión a partir del cualcomienzan a imponerse los mecanismosintegradores. No hace falta decir que larepresión no desaparece, pero ahora esun complemento a la integración. El‘New Deal’ (‘nuevo acuerdo’ entre capitaly trabajo) de Roosevelt, los programas deintervención estatal de principios de losaños 30 en Suecia y Alemania son ejem-plos prácticos cuyo reflejo ideológico esla publicación, en 1936, de la Teoría generalde la ocupación, el interés y el dinero, deKeynes, y la posterior elevación del key-nesianismo a los altares de la ortodoxiaeconómica.

El ‘compromiso keynesianismo’ de losaños 50-70 es la expresión más desarro-llada de esta integración del proletariadoen tanto que fuerza de trabajo dentro delcapital. Podemos afirmar que este patrónde relaciones de clase giraba en torno atres ejes básicos:

-Pleno empleo: El gran ‘shock’ de laGran Depresión fue el aumento del des-empleo hasta niveles que nunca se habíanvisto anteriormente. En la concepcióneconómica neoclásica dominante hasta lafecha, la existencia continua de paroinvoluntario era sencillamente imposible.A nivel teórico, Keynes planteó la idea deque el capitalismo era incapaz de asegurarpor sí mismo el pleno empleo (y tambiénla plena ocupación de recursos producti-vos) e introdujo un nuevo formalismoeconómico que explicaba la existencia dedesempleo en condiciones de equilibrio.Consciente de los riesgos que podíasuponer para el capitalismo la subocupa-ción de recursos y, sobre todo, la existen-cia de una masa de trabajadores desem-pleados, Keynes hizo del “pleno empleo”

el objetivo prioritario de la política eco-nómica. Puesto que el capitalismo eraincapaz de lograrlo por sus propiosmedios, el estado debía sustituir y estimu-lar, mediante el gasto público, un gastoprivado insuficiente causado por unainsuficiente “propensión a consumir y ainvertir”.

El estado intervenía para salvaguardaral capitalismo de sí mismo, y permitir asíque continuase explotando a los trabaja-dores, para lo cual estaba dispuesto aestablecer como objetivo prioritario quetodos los trabajadores tuviesen acceso aun trabajo y por tanto a un salario. Dealguna forma el objetivo del plenoempleo representaba un reconocimiento,en el plano económico, del derecho de laclase trabajadora a ser explotada por elcapitalismo.

-Salarios, sindicatos, consumo: Quizásmenos conocida que la anterior es laposición de Keynes respecto a los sala-rios. Keynes se dio cuenta de lo difícilque sería disminuir directamente los sala-

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rios nominales (lo que cobras en euros)de todos los trabajadores, ya que estosuponía un enfrentamiento directo en suscentros de producción. Por el contrario,era mucho más sencillo aumentar ligera-mente el nivel de precios de forma que elsalario real (lo que puedes comprar conesos euros) bajase para todos los trabaja-dores. Una política monetaria ligeramen-te inflacionaria disminuía la proporciónde los costes laborales en la inversión,aumentando los beneficios y, por tanto, lapropensión de los empresarios a invertir.De hecho, las medidas keynesianas deaumento de gasto público recurriendo aldéficit fiscal, son, por sí mismas, inflacio-narias. La inflación servía para contra-rrestar el acuerdo de las subidas salarialesnominales proporcionales al aumento dela productividad en el trabajo, otra formade reconocer el papel del trabajo dentrodel capital, esta vez en los propios cen-tros productivos. Una inflación equiva-lente al aumento de la productividad erasuficiente para compensar los aumentossalariales nominales.

En este contexto, los sindicatos son, alfin, plenamente reconocidos institucio-nalmente. De ser un estorbo con el quehabía que tratar o reprimir, pasan a seragentes sociales con un lugar muy defini-do en la política económica y social:como representantes de la fuerza de tra-bajo en la producción son los interlocu-tores válidos en la negociación de su pre-cio. A cambio, mantienen las reivindica-ciones dentro de unos límites tolerablespara la economía nacional y se encargande manejar situaciones potencialmenteconflictivas o potencialmente revolucio-narias. Para este fin empiezan a surgirorganismos tripartitos (estado, sindica-tos, patronal) en los que se definen las

líneas económicas de los años siguientes.Si los sindicatos y los acuerdos de ajus-

tar los salarios a la productividad supo-nen el reconocimiento de la clase trabaja-dora en la esfera de la producción, elascenso del consumo de masas supone su“reconocimiento” en la esfera del consu-mo. Las técnicas de producción estanda-rizada del Fordismo y la popularizacióndel crédito permiten el acceso por prime-ra vez de grandes sectores de la pobla-ción a niveles de consumo cada vez máselevados. De esta forma la clase trabaja-dora es considerada no sólo como un“gasto” en la fábrica sino también comoun posible cliente fuera de ella.

-Estado del bienestar: La intervenciónsocial del estado es el tercer gran pilar del‘compromiso keynesiano’. El estado delbienestar se basa en la consideración delestado como un agente neutro cuyopapel es redistribuir la riqueza de formaindirecta mediante la provisión social.Los servicios públicos: sanidad, educa-ción, cobertura de desempleo, bajas, pen-siones vienen a ser una especie de “sala-rio indirecto” (en tanto que todos estosservicios entran dentro del precio de lafuerza de trabajo) que el estado se encar-ga de gestionar. Por supuesto, al mismotiempo que provisión social, los serviciospúblicos constituyen un mecanismo decontrol de la población a través de laimplantación de determinadas políticassanitarias, escolares, seguimientos, etc.

Lo que hay que tener en cuenta es quelos gastos públicos provienen de losimpuestos sobre, por un lado, los salarios,y por otro, los beneficios empresariales.Dependiendo del régimen fiscal la pro-porción de unos u otros será mayor, loque significa que, globalmente, la inter-vención estatal puede suponer un flujo

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de dinero neto de la burguesía al proleta-riado (una redistribución de la riqueza) oviceversa, una transferencia de los prole-tarios a las empresas capitalistas, ya que elestado no se limita a proporcionar servi-cios públicos sino que subvencionaempresas, financia obras públicas, etc.

Ahora bien, puesto que los beneficiosempresariales provienen de la extracciónde plusvalía a la clase trabajadora, eldinero público proviene fundamental-mente del proletariado, bien directamen-te a través de impuestos sobre sus sala-rios (incluyendo su consumo) o bienindirectamente a través de la plusvalíaque genera, por lo que la farsa de un esta-do neutro “redistribuidor” de la riquezase cae a pedazos.

Por supuesto, la socialdemocracia clási-ca encontró aquí su nicho en la forma departidos “serios” capaces de gestionar elcapitalismo de postguerra. De hecho, elestablecimiento del estado del bienestarsupuso, básicamente, la aceptación anivel estatal de buena parte del programaclásico socialdemócrata. En la mayoría delas democracias de Europa Occidental,tanto los partidos socialdemócratascomo los “conservadores” estuvieronesencialmente de acuerdo en la existenciade dicho sistema de provisión social.

Hay que dejar claro que esta integraciónno suponía, ni mucho menos, la desapa-rición de la lucha de clases o del antago-nismo capital-trabajo. Las huelgas, las rei-vindicaciones, las maniobras de losempresarios, las reivindicaciones sindica-les, etc., no desaparecieron durante trein-ta años. Lo que se intentó fue contenerde alguna forma ese conflicto dentro de

los márgenes del sistema capitalista.Algunos autores califican este fenómenode “monetización” del conflicto. El capi-tal reconocía cierto papel al proletariadoen tanto que fuerza de trabajo que explo-tar. Esto le permitía reivindicar una cuotacreciente en la prosperidad económica,en forma de mayores salarios, de máspasta que gastar en un consumo que porprimera vez era accesible a los trabajado-res. Sin embargo, la burguesía nuncaestuvo dispuesta a renunciar a su papel deorganizador y gestor de la producción.Las inhumanas condiciones técnicas detrabajo debían ser compensadas poraumentos salariales, no por un cambio endicha condición.

Sin embargo, este modelo era terrible-mente caro para la burguesía, que sólopudo ceder tanto gracias al extraordina-rio crecimiento de postguerra, y comen-zaría a entrar en crisis a finales de los 60,manifestándose abiertamente durantetoda la década posterior.3. La ofensiva “neoliberal”Como dijimos al principio, los verdade-

ros orígenes de esta crisis se encuentranen la crisis de los años 70, la quiebra delllamado “compromiso keynesiano” o la“economía mixta”, en su irresolución. Lacrisis actual es el resultado de las medidastomadas durante finales de los 70 y prin-cipios de los 80 para tratar de superaraquella otra. Durante la mitad de la épocadorada del capitalismo, los llamados“treinta gloriosos”, la tasa de beneficio delas empresas capitalistas no hizo sinodescender (ver gráfico). Diferentes auto-res han mostrado este hecho empírico, apesar de que difieran en su explicación5.

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5. Como por ejemplo, R. Brenner, A. Shaikh, G. Dumenil y D. Levy o M. Husson.

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No nos detendremos aquí en comentarlas causas generales de la crisis capitalista,pero diremos que son intrínsecas a lapropia dinámica de acumulación capita-lista.6 Por si fuera poco, los años 60-70fueron un ciclo de potentes luchas prole-tarias, en Italia, en Francia, en España,etc. y también de luchas interimperialistasa gran escala como la Guerra Fría, gene-ralmente manifestadas en pequeñasluchas interburguesas7, lo que se traducía

en enormes costes militares para muchospaíses, especialmente para las cabezas decada bloque, Estados Unidos y la extintaURSS. A todo esto había que sumarle, enmuchos países occidentales, el tremendogasto que suponía mantener el compro-miso keynesiano.

Igual que en la crisis actual las hipotecas‘subprime’ han sido la chispa que haprendido el barril de pólvora, en lossetenta fue el aumento del precio del

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6. No hay espacio aquí para entrar en detalles sobre las diferentes explicaciones de la crisis. Ennuestra opinión, la teoría de la sobreacumulación es la más consistente. Una buena explicación,aunque quizás demasiado economicista, puede encontrarse en ‘Crisis y Teoría de la crisis” deMattick, (http://www.geocities.com/cica_alt/pdfs/Mattick_crisisyteoria.pdf) o en los capítulosXI y XII de ‘Fundamentos y límites del capitalismo’ de Louis Gill (Ed. Trotta). Acumular no esnada más que reinvertir la plusvalía arrancada a los trabajadores para aumentar el capital.7.La mayoría de las llamadas ‘guerras de liberación’ acabaron siendo bien la lucha de una bur-guesía nativa por liberarse del dominio de una potencia colonial, o la lucha por el poder entredos facciones rivales apoyadas por sus respectivas potencias. Aunque, sin duda, en muchas deellas es posible encontrar movimientos de base y prácticas de clase interesantes, sería estúpidocaer en las ilusiones leninistas de los ‘movimientos de liberación nacional’

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petróleo producido por las tensionesgeopolíticas de Oriente Medio8. El‘shock petrolero’ de 1973 no fue el cau-sante de la crisis, simplemente fue eldetonante de todos los problemas de laeconomía cuya causa fundamental era undescenso de la rentabilidad del capital.

En los países occidentales, la crisis semanifestó en la forma de la ‘estanflación’,un aumento simultáneo del paro y lainflación, algo inconcebible para la orto-doxia keynesiana de la época, que losconsideraba inversamente relacionados.La respuesta capitalista a la crisis supusouna contraofensiva de la burguesía parareimponer su dominio de clase y unasnuevas condiciones de rentabilidad paracontinuar la acumulación capitalista. Apesar de su virulencia y extensión, estaofensiva sólo consiguió ambas cosas amedias y, en cierto modo, la crisis actuales la consecuencia de que aquella victoriano fuese completa y será la excusa per-fecta para relanzar la ofensiva.

En una primera aproximación, pode-mos afirmar que esta ofensiva se lanzósobre tres frentes: la transformación delas condiciones productivas a lo largo yancho del mundo, lo que se ha llamadofinanciarización de la economía y la rees-tructuración del Estado como herra-mienta de dominación de clase. Comoveremos, las políticas desarrolladas enestos tres frentes se encuentran profun-damente interrelacionadas.

Los diferentes aspectos de este procesode transformación de las relaciones declase a escala internacional y sus conse-cuencias han recibido muchos nombres:posfordismo, financiarización, capitalis-

mo-casino, globalización, quiebra delestado del bienestar, bla, bla, bla. Deentre todos los posibles hemos elegido,por comodidad, el término ‘neoliberalis-mo’ para referirnos al mismo. Este térmi-no no está libre de problemas, por lo quequeremos hacer unas matizaciones pre-vias. Como veremos en los próximosapartados, el neoliberalismo no es lanegación absoluta o el reverso tenebrosodel “keynesianismo”, como algunos nosquieren hacer creer, sino simplemente susuperación. Esto significa, por supuesto,negar algunos de sus aspectos, pero tam-bién conservar o modificar muchosotros. Fruto del antagonismo entre capi-tal y trabajo, el capitalismo es un sistemainherentemente contradictorio. Ahorabien, estas contradicciones se presenta-rán de una forma u otra en función de lascondiciones concretas de acumulación,gestión y producción de cada época. Elkeynesianismo fue un intento de supera-ción de las contradicciones de la épocaliberal y, como tal, funcionó durante uncierto tiempo, el justo para que las mis-mas contradicciones volvieran a surgir enuna forma diferente, asociada a las for-mas concretas del periodo. La contrao-fensiva neoliberal de los 70-80 trató desuperar la forma keynesiana de dichascontradicciones y ahora sufrimos susconsecuencias. El capitalismo seguirá así,de crisis en crisis, indefinidamente, por-que la superación de sus contradiccionesfundamentales no puede hacerse en elmarco del propio capitalismo. Sólo ladestrucción del mismo y la creación deuna sociedad comunista nos librarán delas miserias del capital.

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8. Tensiones que, en gran parte, el capitalismo había creado y alentado. “Oil wars and Worldorders. Old and New”. Aufheben #12. http://libcom.org/library/oil-wars-aufheben-12

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3.1. Las transformaciones productivas

En la memoria colectiva el keynesianis-mo ha quedado reflejado como la épocade la fábrica. Algunos autores inclusohan caracterizado como ‘fordismo’ adicho periodo. Desde principios del sigloXX, la producción fabril sufrió una trans-formación caracterizada por la produc-ción en masa, la línea de montaje y la lla-mada “organización científica del traba-jo” taylorista.

La crisis de los años 70 fue el punto deinflexión para dos tipos de transforma-ciones en la producción capitalista quellevaban en marcha unos años. Por unlado la internacionalización de la produc-ción, por otro las transformaciones delmodelo productivo.

La internacionalización de la produc-ción buscaba unos menores costes deproducción, esencialmente de la fuerzade trabajo, lo que suponía trasladar laproducción a regiones caracterizadas porunos salarios más bajos, una fuerza detrabajo más disciplinada o unos menoresimpuestos. Este proceso ya había comen-zado antes de que estallase la crisisdurante los años 60. Durante esta épocapaíses como Argentina, Brasil o Corea,con regímenes políticos dictatoriales omás autoritarios que las democraciaseuropeas, vieron desarrollarse su tejidoindustrial9. El proceso se agudizó segúniba golpeando la crisis a los diferentespaíses y no siempre supuso “internacio-nalizar” la producción. En Estados

Unidos muchas fábricas de trasladaronde las regiones altamente sindicalizadasdel Norte (ahora conocidas como el ‘cin-turón de óxido’) a las menos sindicaliza-das y combativas del Sur. En Inglaterra aveces se vivió un proceso similar deregiones urbanas con alta tradición delucha a zonas semirurales con tasas deparo altísimas.10 En España se vivió en laforma de la llamada ‘reconversión’, y asísucesivamente. En general, la industriapesada asociada a los años 60 y 70 ha sidodesplazada fuera de Europa, que se espe-cializa en una industria de alta tecnologíay en el sector servicios.

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10. “Fuerzas de Trabajo: los movimientos obreros y la globalización desde 1870” Beverly J.Silver. Ed. Akal11. ‘State of the unions: Recent US labour struggles in perspective” Aufheben #7.http://libcom.org/library/us-labour-aufheben-7 .J. Holloway ‘La rosa roja de Nissan’ en “Keynesianismo: una peligrosa ilusión”

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Las transformaciones del modelo pro-ductivo corrieron paralelas a esta interna-cionalización. Muchos han señalado esteproceso como un paso de un modelofordista a otro posfordista o toyotista.Este último modelo, importado deJapón, supondría un mayor control delproceso de producción por parte de lostrabajadores. Sin embargo, está es unaidea muy criticable11. Sin duda, la pro-ducción industrial ha incorporado trans-formaciones importantes como la pro-ducción Just-in-time, o el control de cali-dad durante el proceso, pero en ningúncaso ha sustituido a características fordis-tas como la cadena de montaje, sino quelas ha complementado gracias a unamayor flexibilidad laboral y la externali-zación de buena parte de la producción.Igualmente, la imposición del sector ser-vicios en los países desarrollados hasupuesto la incorporación de técnicas deproducción y gestión típicamente indus-triales a dicho sector. Poco se diferencianla cadena de montaje de la Seat y la barrade un McDonalds o un puesto de teleo-perador. En una entran coches paramontar y en otra clientes que atender.Cualquiera que haya sufrido esta ‘fordiza-ción de la atención del cliente’ difícilmen-te podrá tragarse las chorradas postmo-dernas de que el ‘trabajo inmaterial’ y ‘laproducción de comunicación y afectos’tienen algo positivo o vuelven a la socie-dad ‘más comunicativa y afectiva’. Másbien al contrario suponen un paso másen la alienación y subsunción de las capa-cidades humanas por el capital.

No entraremos en más detalles sobreeste aspecto de la transformación del

capitalismo así que sólo haremos dosbreves apuntes. El primero sería recalcarque, en un principio, esta transformacióntenía como objetivo flanquear a los sec-tores más tercos de la clase trabajadoraeuropea y estadounidense, los más con-flictivos y por tanto, los más caros. Elsegundo, que aunque el traslado de lasfábricas pueda suponer la desaparicióndel trabajador fabril en Europa, ni muchomenos puede decirse que es un “adiós alproletariado”. En primer lugar porqueesta transformación requirió la proletari-zación de la población, en su mayoríacampesina, de las regiones que recibieronlas fábricas. En segundo lugar porque elproletariado nunca se ha limitado al obre-ro grasiento de mono azul. Con la des-aparición de la fábrica lo que desapareciófue un determinado tipo de rama produc-tiva y por tanto un determinado sectordel proletariado. Exceptuando los que semontaron bares, el cierre de las fábricassupuso en su mayoría que dichos proleta-rios engrosasen las filas del paro o la jubi-lación. Sus hijos, si bien no encontrarontrabajo en la fábrica, lo encontrarían enlos bares, en las tiendas, en los bancos,etc. o en el paro, la heroína, el robo y lacárcel. Sólo un (ex)obrerista puede pen-sar que el adiós de la fábrica es el adiósdel proletariado.

3.2. Financiarización

Si en los últimos 30 años se ha visto unauge de la llamada economía financieraes en parte porque el keynesianismohabía tratado de contenerla, sin lograrlo.La crisis del 29, se manifestó inicialmen-te como un enorme y gigantesco crack

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11. F. Gambino “A Critique of the Fordism of the Regulation School”http://www.wildcat-www.de/en/zirkular/28/z28e_gam.htm

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bursátil que se contagió luego a la econo-mía “real”. El keynesianismo supuso eneste sentido un intento de contención delcapital financiero bajo el objetivo decla-rado de la “eutanasia del rentista”. Esteobjetivo se tradujo en una serie de restric-ciones tanto a los movimientos financie-ros globales como al capital financieronacional. Poco a poco, a partir de losaños 60, es decir, aún dentro del llamadokeynesianismo, estas regulacionescomenzaron a ser eliminadas. Este proce-so, largo y complejo, se agudizó a partirde la crisis en vista del estrepitoso fraca-so de las políticas keynesianas.12

Cuando se habla de financiarización sesuele pasar por alto cualquier referencia ala lucha de clases. Algunos suelen opo-ner dos modelos capitalistas presunta-mente contrapuestos: un capitalismo‘malo’, especulativo, parasitario o ‘decasino’, asociado a un origen anglosajón(ya que la City londinense y Wall Street sonlos dos grandes centros financieros) yotro productivo, regulado y ‘menos malo’o incluso ‘bueno’ asociado a Alemania,Japón o Francia. El primero se caracteri-zaría por un capital financiero fuera decontrol impondría su lógica a toda la eco-nomía. La actividad financiera de unospocos capitalistas ‘malos’ guiada por laespeculación y los riesgos a corto plazointroducirían unas tensiones que podríanhundir a toda la economía. La soluciónsería introducir regulaciones que impidie-sen estos desajustes financieros y susconsecuencias. Alguna versión más ela-borada habla de una lucha entre faccio-nes burguesas financieras y no financie-

ras. Según este esquema, la burguesía‘financiera’: banqueros, inversores, etc.habrían dado a finales de los 70 un‘golpe de estado’ al timón de mando delcapitalismo para reorientarlo hacia unalógica financiera y especulativa que lesbeneficia pese a que perjudica al resto decapitalistas, por no hablar de los trabaja-dores. Dejando de lado los posibles erro-res teóricos de ambas concepciones, lasconsecuencias políticas suelen ser la opo-sición de un “capitalismo bueno” a un“capitalismo malo” o de unos “capitalis-tas buenos” a unos “malos”. Teniendo encuenta que el capitalismo financiero seasocia a movimientos globales por enci-ma de los estados y el capital productivoa la economía real en su interior (lo cualno es, ni mucho menos, cierto), los dis-tintos socialdemócratas se asocian a unau otra postura y se ven a sí mismos regu-lando desde el poder los desajustes delcapitalismo (introduciendo por ejemploalgún tipo de tasa o un organismo supra-nacional de control) o bien defendiendoal pequeño capital nacional frente a lasmalvadas multinacionales.

El gran problema de ambas posturas esque desplazan el origen de la crisis desdeel antagonismo capital-trabajo a la com-petencia entre ‘modelos capitalistas’ o‘facciones burguesas’. Para entender elsignificado y la función del capitalismofinanciero debemos volver a la esenciadel capitalismo: la explotación de la fuer-za de trabajo.

Las crisis económicas se caracterizanpor tasas de beneficio insuficientes. En elfondo esto supone una creación insufi-

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12. A. Campbell. “The birth of neoliberalism in the US: a reorganization of capitalism” en“Neoliberalism: a critical reader“.http://nodo50.org/cubasigloXXI/taller/campbell_100304.pdf

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ciente de plusvalía. El capital financieropermite superar este problema de dosformas: por un lado, permite aumentar latasa de beneficio recurriendo a las dife-rentes variantes de especulación bursátil.En los mercados, y los mercados finan-cieros no son una excepción, la competi-ción entre capitales produce un repartode la plusvalía generada en la producción.La especulación es una manera de apro-piarse de una parte de la plusvalía produ-cida en perjuicio de otros que ven dismi-nuir su propia cuota. En esta competi-ción unos capitalistas ganan más y otrosmenos, los trabajadores, claro, siemprepierden.

Pero el capital financiero no tiene sólouna dimensión especulativa, el movi-miento internacional de capital permiteaumentar la tasa de beneficio del capitalrecorriendo el mundo en busca de mayo-res rentabilidades, esto significa que loscapitales se mueven a lo largo del mundobuscando aquellas regiones donde lostrabajadores son más explotados deforma que obtengan más beneficio. Estaes la clave de la llamada ‘globalización’con su insistencia en la liberalización delos mercados domésticos de capitales y laflexibilización de los mercados laboralesnacionales. Por ejemplo, la crisis de los 70produjo un flujo de capitales haciaAmérica Latina, que vio como aumenta-ban las inversiones de capital durantetoda la década hasta que finalmenteentrase en crisis en 1982, cuando el lla-mado ‘Efecto Tequila’13 arrasó las econo-mías del continente. Más tarde le tocó elturno al sudeste de Asia, con el auge delos ‘Tigres asiáticos’ y su estrepitoso hun-dimiento en la crisis de 1997. De crisis en

crisis el capital financiero va arrasandoregión tras región en busca de mayoresbeneficios. En este sentido la financiari-zación supone una nueva arma a disposi-ción del capital para imponer la disciplinade mercado a los trabajadores a escalaglobal, haciéndoles competir entre ellospor la necesidad de trabajo, lo que empe-ora las condiciones de todos. ¿Que lostrabajadores de un país se ponen chulos yreclaman mejoras sociales? No hay pro-blema, me llevo mi dinero a otro y dejo alos trabajadores del país con tal crisisencima que acaben reclamando unascadenas al cuello más gordas. Las famo-sas deslocalizaciones no son más que uncaso extremo de esto, en vez de llevarsela pasta se llevan hasta las fábricas. Comohemos visto en toda la península, la sim-ple amenaza de deslocalización es capazde hacer que los trabajadores firmen unay otra vez empeoramientos de sus condi-ciones hasta que llegue el ERE que acabecon ellos.

3.3. Reestructuración del Estado

Generalmente se suele asociar el neoli-beralismo a una disminución del papeldel estado en la economía. Según la ideo-logía neoliberal, el Estado debe bajar losimpuestos, disminuir el gasto público, nointervenir en los mercados, etc. Eso sí,debe velar para mantener las condicionesnecesarias para que las empresas puedan“operar” libremente: fundamentalmenteel respeto a la propiedad privada. Nadamás lejos de la realidad. El neoliberalis-mo no ha supuesto una menor interven-ción del estado ni en la economía ni en lasociedad, si no una reestructuración desu papel. Obviamente, pero paradójica-mente para los neoliberales, la reimposi-

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13. A. Bonnet. “El comando del capital-dinero y las crisis latinoamericanas”

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ción del dominio de clase a través detodo lo expuesto más arriba requería unafuerte intervención estatal, conveniente-mente reorientada. Esta intervención esta-tal no puede asociarse a una forma políti-ca determinada, dictadura frente a demo-cracia, o la derecha frente a la izquierda.En Chile, Argentina y otros países deAmérica Latina la implantación de políti-cas neoliberales comenzó bajo las brutalesdictaduras de Pinochet y la Junta Militar.Sin embargo, en Estados Unidos y ReinoUnido las mismas políticas fueron puestasen práctico en el marco de una democra-cia parlamentaria. Estos dos últimos casosson paradigmáticos respecto a su indepen-dencia respecto al “color” del partidopolítico en el gobierno. Es cierto que laspolíticas monetarias y fiscales neoliberalesse llevaron a cabo fundamentalmente bajolos gobiernos de Reagan y Thatcher, sinembargo los que las iniciaron fueron losgobiernos demócratas y laboristas anterio-res14. Fue la administración Carter la queprimero aplicó las políticas monetaristasdesde la Reserva Federal que causaron elllamado ‘shock de Volcker’15 y la mayorrecesión de la economía estadounidensedesde la gran depresión. Igualmente, en elReino Unido el partido laborista renuncióal keynesianismo por el monetarismo en1976, tres años antes de perder las elec-ciones ante Thatcher.

Que el estado ha dejado de interveniren la economía es un mito que se ve por-que en los últimos treinta años, la inter-vención estatal y el gasto público hanaumentado en la mayoría de los países dela OCDE.16 Reagan, el supuesto granneoliberal, aumentó la inversión militar,favoreciendo a las empresas de alta tec-nología, aumentó los impuestos para lagran mayoría de la población, aunque losredujo para los más ricos y llevó a cabopolíticas proteccionistas de subvenciónde sus empresas nacionales. Eso sí, flexi-bilizó el mercado de trabajo, recortó elgasto público social y aumentó la vigilan-cia y el control social. Además, todos lospaíses, especialmente aquellos que hansufrido más directamente las políticasneoliberales han intervenido ampliamen-te para eliminar todas las posibles restric-ciones a la acción de los capitales: ecoló-gicas, laborales, sindicales, etc.

No podemos caer en el falso debate“estado frente a mercado”. Los merca-dos necesitan de estados que controlen lasituación para poder operar ‘libremente’y los estados intervienen necesariamenteen los mercados para corregir los des-aguisados que montan y a veces ponen elpeligro todo el sistema y para que se res-peten las reglas del juego (diseñadas paraque los capitalistas siempre ganen).

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14. David Harvey “Breve historia del neoliberalismo” Ed. Akal15. Paul Volcker fue designado presidente de la Reserva Federal en 1979 por Carter, un demócra-ta. Fue el primero en aplicar medidas monetaristas, dejando que los tipos de interés subieran hastaun 13% (para hacerse una idea, Trichet empezó a bajar los tipos de interés cuando estaban alrede-dor del 5%), lo que hizo que Estados Unidos entrase en la peor recesión desde el Crack del 29 loque permitió disminuir la inflación del 13 al 3% y, además, iniciar dos decadas negras para la claseobrera americana. Paul Volcker es uno de los asesores económicos de Barack Obama.16. Vincenç Navarro. “La lucha de clases a Escala mundial” en el libro “25 años de neoliberalis-mo.” http://www.vnavarro.org/wp/wp-content/uploads/2008/04/25anosdeneoliberalismo.pdf

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En lo referente a política económica, laspolíticas neoliberales sustituyen el plenoempleo por el control de la inflacióncomo objetivo prioritario. El objetivo delpleno empleo suponía un reconocimien-to de los intereses de la clase trabajadoraen el seno del capitalismo para contenersu interés en abolirlo. Controlar la infla-ción favorece principalmente a losempresarios (si los salarios no están indi-zados con la inflación) y en especial aaquellos con intereses financieros. Alhacer este movimiento, la burguesía esta-ba lanzando un órdago a la clase trabaja-dora, suponiendo, correctamente, queésta no sería capaz de verlo. Para ellotuvo que asegurarse primero que lasocialdemocracia, partidos y sindicatos,serían capaz de desmovilizarla o al menoscanalizarla, y así fue. Al hacer esta conce-sión, la socialdemocracia de ambos paísessacrificó el apoyo de sus bases, y tardaríaaños en recuperarse, ya totalmente com-prometida con las políticas neoliberales(con Clinton y Blair).

4. Una crisis irresuelta

A pesar de todos estos cambios, losproblemas surgidos en la crisis del keyne-sianismo están lejos de ser resueltos, yaque no se han recuperado las tasas debeneficio de postguerra. Las tasas debeneficio han aumentado mucho para lasempresas y las actividades financieras,pero para el resto de empresas y activida-des no financieras, el ligero repunte delos beneficios en los años 80 y 90 se hahecho a base de aumentar la tasa deexplotación. Gracias sobre todo a todaslas políticas de flexibilización laboral(contratos parciales y temporales, trabajarmás horas, menores sueldos directos oindirectos, menores costos de despido,etc) y de recorte de gastos sociales.

La crisis actual muestra que estos par-ches no han conseguido aumentar sufi-cientemente las tasas de beneficio reales,lo que ha hecho que gran parte del capi-tal financiero haya apostado duranteestos últimos treinta años por operacio-nes especulativas, de alto riesgo y a muycorto plazo, con la siguiente inestabilidadque esto conlleva. Junto con estas prácti-cas especulativas de buena parte del capi-tal financiero, las instituciones financie-ras, frente a la disminución de participa-ción en las plusvalías, se han lanzado a lacaza y captura de los salarios, con la ines-timable colaboración del Estado. En losúltimos años la llamada ‘financiarizaciónde las economías domésticas’ ha sufridoun boom que ha inyectado cantidadesenormes de dinero en los mercadosfinancieros procedentes de los fondos depensiones y buena parte del ahorro de lostrabajadores (en forma de acciones odepósitos a plazo). Por otro lado, los cré-ditos al consumo han sufrido un auge(especialmente hipotecas, pero también

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coches, vacaciones, etc.) bien en su forma“normal” o la llamada “depredadora”(hipotecas subprime, créditos de consu-mo a corto plazo a intereses prohibitivos,etc.). De esta forma, las institucionesfinancieras se apoderan directamente deuna parte de los salarios de los trabajado-res, por lo que algunos lo han llamado‘explotación directa’. Sin embargo, sonprecisamente este tipo de prácticas lasque finalmente han sacado a la luz losproblemas de fondo y han llevado alcapitalismo donde se encuentra ahoramismo. De la crisis del Sudeste Asiáticode 1997 pasamos a la burbuja especulati-va de las puntocom en 2000. Su estallido, yla consiguiente bajada de los tipos deinterés para evitar la recesión, infló laburbuja inmobiliaria estadounidense einternacional, cuyo pinchazo ha tiradopor tierra el complejo castillo de naipesque se había tejido en torno a los merca-dos financieros. Precisamente han sidolos sectores más pobres del proletariadolos que, al no poder pagar sus hipotecasempezaron el efecto dominó que hapuesto los mercados financieros al bordedel colapso.

Precisamente esta financiarización delahorro de los trabajadores agravará aúnmás la situación ya que hoy por hoy,muchos se están jugando sus ahorros osus pensiones en la bolsa y no parece quesea un buen momento para apostar.Crisis financieras anteriores tenían unimpacto indirecto sobre los trabajadores,esta añadirá una buena hostia financieradirectamente a su bolsillo.

Llegados a este punto, o toman medi-das que reestablezcan unas condicionesadecuadas de explotación o tendrán queseguir parcheando la crisis por tiempoindefinido hasta el próximo estallido.

5. Por dónde irán los tiros

Por supuesto, para que las tasas debeneficio aumenten de forma considera-ble será necesaria una transformaciónproductiva seria a escala global.Probablemente el centro de acumulaciónprincipal se seguirá desplazando deEstados Unidos-Europa a Asia (China-India), con su gigantesca población listapara ser proletarizada y explotada enfábricas mientras que Estados Unidos yEuropa probablemente sigan el caminode convertirse, fundamentalmente, enregiones económicas especializadas enalta tecnología. Seguramente esto seacabe traduciendo en un desplazamientodel papel de potencia hegemónica mun-dial. A nivel productivo, veremos elascenso de nuevas y no tan nuevas tecno-logías que están en desarrollo: vuelta a laenergía nuclear, auge de la bioproducciónbasada en organismos modificados gené-ticamente, desarrollo de la nanotecnolo-gía, etc. Nuevas oportunidades de acu-mulación de donde obtener nuevos ysuculentos beneficios. Pero todo estoserá a largo plazo.

A corto plazo los tiros irán por otrolado. Habiendo empezado como una cri-sis causada por la “locura” de los merca-dos financieros, la respuesta se presenta-rá inicialmente como un paquete demedidas dedicadas a hacer los mercadosfinancieros más regulados, más transpa-rentes y menos especulativos. Sin embar-go ya se ha dicho que no se tomarán enningún caso medidas proteccionistas,quese impulsará el comercio internacional,etc. Seguramente intenten controlar lastendencias especulativas más fuertes delcapital financiero para que éste opere conmayor eficacia como punta de lanza de laofensiva capitalista, como elemento

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capaz de disciplinar a los trabajadores anivel internacional. Y es que ésta es laclave de lo que se nos viene encima:aprovechando la crisis nos van a lanzartodo lo que tengan. Deberíamos estarpreparados para ver una mayor proletari-zación de las condiciones de vida.Entendiendo por proletarización nonecesariamente una mayor pobrezamaterial, que seguramente también, sinoun paso más en la desposesión, indefen-sión, aislamiento e individualización de lagran mayoría de la población para quenos veamos obligados a currar más y amenor precio lo que permita aumentaraún más las tasas de beneficio. En estesentido cabe destacar algunas tendencias:

-flexibilización del mercado de trabajo:la patronal se está hartando de recalcarcomo “imprescindible” una reforma queflexibilice “en todos los órdenes” el mer-cado laboral, es decir, una mayor indefen-sión e individualización de los trabajado-res, señalando que tenemos un contratode trabajo “demasiado viejo y caro” y quelos salarios deben responder a “las exi-gencias impuestas por la competenciainternacional”. Al disminuir el coste deldespido y los salarios, aumenta la plusva-lía que se llevan los empresarios. LaComisión Europea de Empleo y AsuntosSociales recomienda seguir adelante conla política de ‘flexiguridad’. Este extrañopalabro esconde la total flexibilizacióndel mercado de trabajo (libertad total dedespido y contrato a bajo coste) a cambiode altos subsidios de desempleo. Dichode otro modo, y teniendo en cuenta quelos empresarios cada vez pagan menosimpuestos y reciben más subvenciones,esto significa transferir a los proletarios, através de los impuestos sobre sus sala-rios, la mayor parte del coste de los segu-

ros sociales mientras que los empresariosven aumentar no sólo sus beneficios sinotambién su fuerza en los tajos, al contarcon impunidad total para deshacerse delque no traga lo suficiente.

-65 horas: hacernos trabajar más es otraopción para sacar más beneficios. Quecon un aumento del paro a la vuelta de laesquina se dedicasen a pedir leyes quepermitan eliminar trabajadores alargandola jornada laboral al resto dice mucho del“interés general” que persiguen gober-nantes y empresarios. Veremos en que sequeda todo esto, pero, de alguna manera,seguramente nos acabarán colandobuena parte. Entre lo más significativo endicha propuesta era que los trabajadorespodrían negociar su jornada laboral indi-vidualmente con el empresario, es decir,que el empresario podría imponer indivi-dualmente a cada trabajador lo que tieneque trabajar, o que los trabajadores trepasdeseosos de echar horas acabaríanhaciendo que el resto tengamos queaceptar la misma jornada. Este paso ade-lante hacia la individualización de las rela-ciones entre trabajador y empresario, aparte de una manera de dividir y aislaraún más a los trabajadores, es también unataque a los sindicatos mayoritarios cuyatarea de negociar el precio colectivo lafuerza de trabajo se ha reducido a firmarlos convenios que les planta la patronal.Su papel conciliador, chanchullero y fir-malotodo de los últimos años y la deses-tructuración general de la clase trabaja-dora que decía representar, ha minado elpoco apoyo social que tenían, así comosu fuerza real en los curros por lo que nosería raro que la patronal tratase de des-hacerse de ellos, o al menos reducirlesaún más a su papel de empresas de servi-cios sindicales y de gestión individual de

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finiquitos, nóminas, conflictos judiciales,etc.

-Privatizaciones varias: La privatizaciónde las empresas públicas siempre es uncable para la burguesía, que recibe másmedios con los que explotarnos y crearplusvalía. Aunque en general suponen unempeoramiento de las condiciones de lostrabajadores de dichas empresas, trabajaren una empresa pública tampoco signifi-ca necesariamente una mejora, ya que lastécnicas de gestión empresarial privadaacaban llegando para “sanear” a laempresa pública. El mejor trato general alos trabajadores en los servicios públicostiene mucho de mito. En los últimosaños, los trabajadores de Correos estánsufriendo duras presiones de sus encar-gados para que se vayan y poder sustituira los funcionarios por fijos y a éstos portemporales. Todo esto sin que haya entra-do un duro privado en la empresa, por elmomento. El porcentaje de temporalidaden el servicio público no deja de aumen-tar, y si no lo hace más rápido es por losespeciales derechos de los funcionarios,especie a extinguir, ganados en otrostiempos. Y así sucesivamente: falsosautónomos, mobbing, enfrentamientoentre fijos y temporales, el sector públicorepite todo lo que, a mayor nivel, llevaaños produciéndose en el privado.

El caso de los servicios sociales es aúnmás sangrante. Por un lado, las nuevasmodalidades de gestión privada bajo titu-laridad pública (las famosas PFI queAguirre está implantando en la sanidadmadrileña, pero que es un modelo gene-ralizándose en el resto de Europa tanto

en la sanidad como en otros serviciospúblcios) suponen que las empresas pri-vadas que reciben las concesiones traba-jan bajo condiciones de ‘riesgo cero’ yaque los beneficios están asegurados enforma de pago por parte del estado. Esposible que una vez que el sistema estéun poco más engrasado se inicié el tras-paso de la titularidad pública al sectorprivado, pero puede que incluso lasempresas estén más contentas simple-mente gestionando el sistema ya que reci-ben beneficios sin responder ante las pér-didas, la calidad del servicio o afrontar lacompetencia.17

A esto hay que sumarle que, al mercan-tilizar aún más nuestro acceso a los recur-sos básicos, la privatización tiene unafunción muy clara en el conflicto declase. No sólo se trata de que los políticosregalen las empresas públicas a sus ami-gos. Cuanto más cosas tengamos quepagar (sanidad, educación secundaria ouniversitaria, formación, planes de pen-siones) más dinero necesitaremos, esdecir, más necesidad de trabajar tendre-mos y por tanto más nos podrán apretarlas tuercas. Si además de una hipotecatenemos que pagar el crédito que nospermitió terminar una carrera, el trata-miento para nuestra enfermedad o la deun familiar y además más los ahorrospara cuando no podamos trabajar, ¿quiénes el guapo que se permite el lujo de per-der un trabajo, rechazar unas horitas demás, denunciar un acoso laboral o pegar-le un sopapo al encargado?

-Autónomos: el sueño de la burguesíaes la liberalización total del mercado de

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17. Para ver las políticas que se están llevando a cabo en Madrid y Valencia, así como las con-secuencias de la gestión privada sobre la sanidad pública puede recomendamos echar un vista-zo a www.casmadrid.org

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trabajo, que la fuerza de trabajo pudieraser comprada y vendida como una mer-cancía más, igual que las tuercas o lospanes de hamburguesas. Los trabajadoresserían algo así como ‘empresas individua-les’ cuya mercancía es la fuerza de traba-jo. Si esto fuese así, el simple poder demercado de las grandes empresas les val-dría para imponer sus condiciones. ¿Quéno te gustan estas condiciones? rompo elcontrato y pillo a otra “empresa indivi-dual” El auge de autónomos va por ahí.Consiste en esconder tras una supuestarelación entre empresas (Repsol S.A vsJuan Pérez S.L) lo que en verdad es unarelación salarial encubierta en la que elempresario se ahorra todos los costes deltrabajo. Algunos hasta les pagan las coti-zaciones a los autónomos a los trabajado-res porque lo que ganan en flexibilidad,menor conflictividad y horas extras lescompensa. No es de extrañar que entrelas medidas contra el desempleo lanzadasesté favorecer que los parados capitalicensu subsidio para convertirse en autóno-mos.

La subcontratación y la externalizaciónde servicios siguen, a otro nivel, lamisma lógica de división y control másindividualizado de los trabajadores. Por

no hablar de sus ventajas económicas.Todas estas medidas tienen como obje-

tivo dividir, aislar y enfrentar a los traba-jadores entre sí tanto dentro como fuerade los centros de trabajo. Tras la integra-ción colectiva que supuso el keynesianis-mo, la nueva reestructuración de las rela-ciones de clase apunta a una individuali-zación de las mismas cada vez mayor,pero manteniendo a buena parte de esafuerza de trabajo integrada en el capita-lismo. Por supuesto, esto implicará laexclusión de gran parte de la población yel aumento de las medidas represivas yde control social (un capítulo a analizaraparte) están destinadas a contener elmás que probable repunte de la “delin-cuencia” en tiempos de crisis.

Fuera de los centros de trabajo, en laesfera del consumo, las empresas y lapublicidad potencian formas cada vezmás individualizadas de consumo. Seacabó el consumo de masas estandariza-do, hay que ofrecer el mayor númeroposible de opciones para que cada perso-na pueda configurar su ‘opción indivi-dual’.

La noción de ciudadanía, de individuosiguales en derechos y deberes por enci-ma de las clases sociales, es la forma

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18. Antes del auge de la socialdemocracia, los partidos burgueses se dividían en conservadoresy liberales que, además de representar a diferentes facciones de la burguesía, defendían posi-ciones ideológicas distintas: religión frente a laicismo, más o menos derechos para los trabaja-dores, etc. El auge de la socialdemocacia significó en muchos países la desaparición o perdidade representatividad de los partidos liberales ya que aquella acabó representando a trabajado-res y pequeños burgueses19. Por cuestiones sociales no nos referimos a temas como el matrimonio gay, la religión enlas escuelas, el derecho al aborto, la investigación con células madre, etc. que se plantean siem-pre en un plano moral y que son el terreno a donde se ha llevado el enfrentamiento políticosino a temas como la privatización de la sanidad, las condiciones carcelarias, el endurecimientodel código penal, la seguridad, la inmigración donde las diferencias, mínimas, cuando aparecenes para representar la oposición implícita en el juego electoral.

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política bajo la cual se está llevando acabo la integración individual. En ciertomodo esto supone la desaparición de lasocialdemocracia clásica en tanto querepresentación colectiva de la clase tra-bajadora dentro del capital y su sustitu-ción por una especie de nuevos ‘partidosliberales’18 que representen la ideologíade la ciudadanía “progre” (PSOE) frentea la de la ciudadanía “carca” (PP) perocon diferencias mínimas en cuanto a lascuestiones económicas, laborales o deter-minadas cuestiones sociales19. Analizarestas nuevas formas de mediación políti-ca no entra dentro del objetivo de esteartículo 6. Afrontar la crisisComo nos hemos hartado de repetir a

lo largo del artículo, esta crisis va a supo-ner un paso más en la intensificación dela explotación y la dominación de los tra-bajadores, continuando el proceso dedesestructuración y aislamiento de laclase trabajadora al que hemos asistidodurante los últimos treinta años. No cre-emos que la gente al sentirse más presio-nada, “vea la luz” y comience a organi-zarse. Más bien al contrario, lo más pro-bable es que se aferre a soluciones indivi-duales e individualistas, que se refuerce ladependencia de las instituciones y la ten-dencia al delegacionismo y a que otrosnos resuelvan los problemas. En un artí-culo sobre la Gran Depresión, PaulMattick comentaban como podía verse agente que se moría de hambre continuarpidiendo ayuda al estado que envenenabay quemaba comida para combatir la caídade los precios de los alimentos.Precisamente el problema es que no setrata en absoluto de “ver la luz”, nisiquiera de tomar conciencia de la situa-ción actual. Se trata de desarrollar prácti-

cas que nos permitan afrontar la crisispero que, al mismo tiempo, sienten lasbases para superar el sistema que la pro-duce.

Desde nuestra perspectiva deberíamostratar de construir pequeños núcleosresistentes basados en la solidaridad, elapoyo mutuo y la libre comunicación ydecisión entre iguales, desde donde poda-mos acostumbrarnos a resolver nuestrosproblemas por nosotros mismos, deforma colectiva. Que pongan en prácticatácticas y estrategias eficaces, pero fácil-mente asumibles y extensibles al resto delos trabajadores. Tratando de desarrollarherramientas que, actuando en el presen-te, miren más lejos. Asumiendo que vivi-mos dentro pero también contra el capi-tal.

Para nosotros, todo esto se materializaen tratar de crear pequeñas asambleasterritoriales de proletarios. El nombre eslo de menos, pero si decimos proletarioses porque no deberíamos hacer distincio-nes entre los que están trabajando, losque no lo están y los que no quieren tra-bajar. En vez de reproducir el enfrenta-miento que el capital pretende introducirentre estos grupos, hagámonos más fuer-tes tratando de complementarnos.Territoriales porque es la mejor forma deenfrentarnos a las condiciones socialesque se están imponiendo. A nivel laboral,la política de ‘flexiguridad’, de mayor fle-xibilización del mercado de trabajo, va ahacer cada vez más inviables las asamble-as de trabajo ya que un mes currarás enuna empresa y el siguiente en otra. Estamisma política, que busca también lamayor flexibilidad a nivel formativo,invalidará también las asociaciones deoficio o de ramo: tienes el título de edu-cador social pero estas currando de

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camarero mientras buscas algo de lo tuyo para acabar desistiendo y sacándote unmódulo de fontanería. Más allá del trabajo, cambiar de vivienda es difícil hoy en día:imposible para los que están atados a su hipoteca, impensable para quien ha encontra-do un alquiler decente o un barrio donde aún poder okupar, nada deseable para quie-nes aún nos sentimos apegados a nuestros barrios. La lucha de clases no se limita a lasluchas laborales, sino que se extiende por todo el territorio. Las asambleas territorialesnos permitirían afrontarla en nuestro entorno, evitando la destrucción urbanística oecológica, la imposición de la seguridad o de la degradación controlada. Asambleasporque no concebimos otra forma de gestionar los problemas individuales más queponiéndolos en común y actuando colectivamente, de forma directa y sin intermedia-rios. Porque creemos que se puede empezar a construir cotidianamente un movimien-to que acabe aboliendo las clases y el capitalismo.

Responder a los desalojos, intentar frenar desahucios por impago, evitar despidos,responder a acosos laborales o en las oficinas del paro, contrarrestar el acoso de la poli-cía sobre los trabajadores inmigrantes, expropiar lo que la crisis nos dificulte conse-guir… Si algo va hacer la crisis es intensificar y generalizar el número de problemassociales, pero también la necesidad de enfrentarse a ellos como buenamente se pueda.¿Estaremos preparados?

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