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N U E V A E D I C I Ó N I L U S T R A B A
O B R A S
D E
1M
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C O N U N PROLOGO
D E
Juan de Dios Peza
4
B A R C E L O N A
C a s a E d i t o r i a l M a u c c i . — C o n s e j o d e C i e n t o , 29 6
Buenos-Ayres % México
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1 .
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Maucci Herma nos £ Maucci He-ma nos
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P^*») ODO se vá , todo se muere. A medida que se avan
te^) za en el cam ino del m un do , se van dejand o pe-,
' '$ dazo s del corazón sobre la fosa de cad a un o de
de los seres queridos que nos abandonan para s iempre.
H oy es un triste aniversario para las letras nac iona les:
hace veint icuatro años—¡parece que fué ayerl—que el poe
ta más inspirado de la generación de entonces, puso f in á-
sus días cegado por no sabem os qué internas y pavorosas
sombras.
V ivíam os él y yo tan l igados, fuim os tan ínt im os ami
gos,
qu e pu ed o asegurar, sin jactan cia, que poc os le estu
diaron com o y o tan de cerca, por lo cual juzgo u n deber
narrarlo sobre su vid a y sobre su mu erte , en esta trist ísi
m a fecha, no sólo porq ue á través de los año s se ha adul
terado su historia , s ino tam bié n porque mu ch os se intere-
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. VI
san cua nd o lee n sus versos en saber con toda la verda d
posible cóm o era, có m o vivió y có m o m urió el infortuna
do poeta.
Así es que refund iendo ant iguos apu ntam ientos , enla
zando recuerdos que todavía están frescos en mi memoria,
y juzgando con ma yor experienc ia lo que en aquel la épo
ca no pude apreciar, encuentro ocasión oportuna para es
cribir un artículo en qu e ha n de cam pear la verdad y la
justicia.
M anu el A cu ña nació en el S alt i l lo , capital del Es tad o
de Coahu ila, el año 1849, y vin o de catorce año s, ó poco
m en os, á esta ciudad de M éxico , entrando com o alu m no
inter no en el colegio de S. Ildefon so. H ac e él t iernisim a re
ferencia á su salida de la tierra de su padre;
«Sus brazos me estrecharon
Y después á los pál idos reflejos
Del sol que en el crepúsculo se hundía,
Sólo v i una ciudad que se perdía
Con mi cuna y mis padres á lo lejos»
Cursó con notorio talen to los añ os de latinid ad, m ate
máticas y f i losofía y pasó á esa histórica Escuela de Medi
cin a de do nd e han sal ido tanta s lum brer as de las letras y
de las ciencias.
Lo recuerdo como si lo viera en la víspera de su fin trá
gico. De lgad o de con textur a, co n la frente l im pia y tersa
sobre la cual se alzaba rebelde el obscuro cabe l lo ech ado
hac ia atrás y que parecía no tene r otro pe ine que la m a
no indolente que sol ía mesarlo; cejas arqueadas, espesas y
negras, ojos grand es y sal ien tes com o si se escaparan de
las órbitas; nariz pe qu eñ a y afilada; boc a chic a, de lab io
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vn
inferior grueso y caído, ornada por un bigote recortado en
los extrem os; barba aguzada y con hoyu elos; s iemp re ves
t ido con levita obscura de largos faldones, rápido en el an
dar y algo dificultoso en su palabra.
Triste en el fond o pero jovia l y pun zan te en sus frases,
sensible com o un niño y leal com o un caballero ant iguo;
le atormentaban los dolores ajenos y nadie era más activo
que él para visi tar y atender al amigo enfermo y pobre.
V ivía en el corredor bajo del seg un do patio de la Es
cuela de M edicina, en el cuarto núm ero 13, e l m ism o
cuarto qu e ocu pó Ju an Díaz Covarrubias y del cua l sal ió
para ser infamemente fusi lado en Tacubaya el 11 de
Abri l de 185 9.— Ac uña tenía s iemp re en su derredor u n
cortejo de am igos que lo am áb am os sin doblez, sin renci
l las , s in env idia de su genio , s in censurar sus extravagan
cias, evi tándo le todos los disgustos y s iend o los primeros
en aplaudir sus obras. D e ese cortejo ha n mu erto A gu stín
F. Cuenca, Gerardo M. Si lva, y viven, Javier Santa María,
Ju an B. Garza, Gregorio Oribe, Fr an cisc o Ortiz, M igu el
Porti l lo, A nto nio Coel lar y Ar gom aniz, Ju an de D ios Vi-
Halón y V ice nte M orales qu e ha sido Secretario de nu es
tras Legaciones en Washington y en ItaHa.
Nosotros habíamos presenciado de cerca los trabajos de
aque l ado lescen te sub lime ; con las lágrim as en los ojos le
vimos sal ir á la escena en medio de aplausos atronadores,
cond ucido por el em inen te José Valero y por Salvadora
Cairón, en la no ch e del Dstreno de su dr am a
El Pasado;
temblando de gozo le admiramos cuando hizo en unos fu
nerales estrem ecerse á los viejos y sabios ma estros di
ciendo:
«La muerte no es la nada
Sino para la chispa transitoria
Cuya Luz ignorada
Pasa s in a lcanzar una mirada
De la pupila augusta de la historia.»
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vm
O cuan do con su brindis t i tulado «U n rasgo d e bu en
humor» hizo que lo miraran sonriendo aquellos sabios se
veros que se l lamaron Río de la Loza, Vertiz y Barreda.
No sotros recog íamo s con cuid ado fraternal cada perió
dico en que aparecían su s verso s, gua rdá bam os los párra
fos en que lo elogiaban y nos sentíamos fel ices con mirar
le recibir cartas de su hogar lejan o, y d esp ué s de leerlas,
besar la f irma de su madre diciendo: «¡Hace muchos años
qu e no la veo Pobrecital Y a sólo m e cono ce en retrato.»
Esa ausencia lo mataba. Leed su p oesía «En tonces y
hoy,» escrita con las lágrimas más t iernas del fondo de su
pecho y veréis que es una verdad la que os digo.
E l v iernes 5 de Diciemb re; de 1873, and uv imo s juntos
desde la mañana y nos fuimos por la tarde á la Alameda.
E l vien to arrancaba las hoja s am aril lentas de los fresnos
y de los chopos que al caer bajo los pies del poeta atraían
sus miradas de mayor tristeza.
«Mira—m e di jo m ostrán dom e un a de esas hojas que
aún guardo seca por haber señalado con el la un capí tulo
del l ibro que le íam os aqu el la tarde;—Les feui l les d' Au -
tomne» de Víctor Hugo—mira: una ráfaga helada la arre
bató del tronco antes de t iempol
All í me recitó la poesía «El Génesis de mi vida» que al
guien extrajo de sus papeles el día de su muerte. Era una
poesía l ind ís im a de la cual vag am en te recuerdo un o qu e
otro verso. Ya sentados en una banca de piedra me dijo:
«Escribe» y m e dictó el son eto «A un arroyo» po nién do
m e desp ués de su pu ño y letra un a cariñosa dedicatoria.
Es te soneto es e l úl t im o que escribió; m uc ho s creen que
el «Nocturno» es su obra postrera, pero su s am igos no s
sab íam os de m em oria esos versos desd e tres m es es a'ntes
de aquel día á que me refiero.
A propó sito del «Nocturno» haré un a digresión intere
sante. Una mañana estando en Sal t i l lo , sa l imos muy tem
prano Jesús M. Rábago y yo , pue s íbam os de exp edic ión
fuera de la ciudad . La parroquia dá su e spalda al Orien-
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rx
te ,
así es que el sol se alzaba detrás de la torre y enfrente,
rum bo al Ocaso, se ext ie nd e un a cal le en que A cu ña vi
vió cu and o era niñ o. A l f ijarse e n esto m e dijo Rá bag o:
Ve a V . cóm o es verdad aque l lo de:
i
«El so l de la mañana
detrás del campanario,
y abierta allá á lo lejos
la puerta del hogar.»
Pero reanudemos el hi lo de los acontecimientos .
Ab an don am os la A lam ed a á la hora del crepúscu lo , lo
dejó en la pue rta de un a casa de la cal le de Sa nta Isa be l
y me dijo al despedirnos:
—Mañana á la una en punto te espero s in fa l ta .
—En punto?—le pregunté .
—Si tardas un minuto más. . .
—Qué sucederá?
—Que me iré s in verte .
—Te irás adonde?
—Estoy de viaje. . . s í . . . de viaje. . . lo sabrás después.
Estas úl t imas palabras cayeron sobre mi a lma como go
tas de fuego. Quise preg untar le m ás; pero él se m etió en
aqu ella casa y yo m e f ai triste y m alhu m ora do co m o si
hubiera recibido una not icia infausta .
Y o sólo sabía que aque l g igantesco espíri tu estaba en
fermo y temía una crisis .
Ac uñ a l legó a lgo tarde á la Esc uela en aquel la noche;
rompió y quemó muchos papeles que tenia guardados; es
cribió varias cartas l istadas de negro, una para su ausente
madre, otra para Antonio Coel lar, otra para Gerardo Si lva
y dos para unas amigas ínt imas. Dicen que a l día s iguien
te se levan tó tarde, arregló su ha bita ción , se fué des pu és
al baño, volvió á su cuarto á las doce, y sin du da en esos
m om entos , con m an o segura y f irme escribió las s iguien
tes l íneas:
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«Lo de m en os era entrar en detal les sobre la causa de
m i m uerte, pero no creo que le imp orte á n ingu no ; basta
con saber que nadie m ás que yo m ism o es e l culpa ble—
Diciembre 6 de de 1873.—Manuel Acuña»
Salió des pué s á los corredores, estuv o cony ersan do de
asun tos indiferen tes, y cerca de las doce y me dia volvió á
meterse á su cuarto.
Fác i l es presum ir lo que suced ió enton ces . Y o l legué á
visi tarlo á la un a y minu tos , porque un am igo me detu vo
en la puerta de la Escuela . Encontré sobre la mesa de no
che una buj ía encen dida y á Acuñ a tendido en su cam a
oon la expresión natural del que duerme.
Toq ué su frente guiado por extrañ o prese nt im iento y
la encon tré t ibia; alcé en u no d e sus ojos u n párpado y la
exp resió n de la pu pila m e aterró; v olví en ton ces con so
bresalto el rostro hac ia la m esa de no ch e y m e enco ntré
en el la, jun to á la vela, un vaso en que se apoyaba el pa
pel que antes he copiado. Me incl iné para leerlo y un acre
olor de alm end ras am argas m e descorrió el velo de aque l
misterio.
Aturdido, loco , l lam é á los enton ces estudiantes y ho y
médicos Vargas, Vil lamil y Oribe, que vivían en el cuarto
de jun to. Oribe se pre cipitó sobre el ca dáver que riend o
volverlo á la vida y le hizo un a insuflación de boca á bo
ca,
á t iem po qu e Vargas mov ía el tórax para prod ucir la
respiración artificial.
Tod o fué en van o. Oribe cayó presa de un vértigo into
xica do por el olor del cianuro , pu es Acu ña hab ía apurado
cerca de dos dracmas de esta substancia.
La fatal not icia c irculó instan táne am ente en la Escu e
la . E l prefecto d el establecim iento , Dr. Ma nuel Do m ín
guez, los m éd icos y los alu m no s que á esa hora estab an
allí , acud ieron al lugar del siniestro y rival izaron en em
pe ño y ac tividad para tratar de devolverle la vida [ la vid a
que una hora antes le había abandonado
Llegó á pocos m om en tos m i amigo Fran cisco Sosa, y á
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X I
las cuatro de la tarde el Sr. Gaxiola, Juez en turno, que
dictó las m ed ida s oportun as, con ced iend o que fuera en la
Escuela de Medicina y no • en e l H ospi ta l de Sa n Pab lo
donde se hiciera la autopsia del cadáver.
Los miembros todos de la «Bohemia l i teraria» visi taron
por la tarde al poe ta m uer to, que al anoc hec er fué coloca
do en la excapil la de la Escuela.
Alejandro Casarin acom pañ ado del in olv idab le Alam i
n a,
sacó en yeso blan do la m ascari l la del rostro, para ha
cer un busto y trazó á lápiz un magnifico retrato.
El cadáver estuvo constantemente velado por los a lum
nos de la Esc uela , qu ien es lo inye ctaro n á todo costo y
con todas las reglas de la ciencia.
E l m iércoles, diez, fué el entierro, que tuv o u na po m pa y
un a majestad inusi tadas. A las nue ve de la m añ an a u n
inmenso gent ío l lenaba la plazuela de Santo Domingo, en
tanto que en el interior de la Es cu ela de M edicin a se
agrupaban los representantes de las sociedades científ icas,
literarias y de obreros.
Los hom bres m ás notables , los profesores m ás dist in
guido s, estaban al l í dispu estos á acom pañ ar al infortuna
do soñador de veinticuatro años. El ^ran Ignacio Ramírez
había dicho al saber la muerte de Acuña: «Es una estrel la
que se apaga.» Altamirano que lo dist inguía y mimaba co
m o á un hijo, hab lase sen tido enfer m o de pesar con la
triste no ticia, y el sab io Río de la Loza á pesar de su s
arraigadas con vicc ione s rel igiosas, ordenó com o director
de la Esc uela, que no se om itieran gastos para enterrar á
Acuña como lo exig ía su ta lento .
Para no mu ti lar aqu el cadáver que rido, se extrajo del
estómago el veneno con una bomba exofagiana, y después
lo inyectaron cuidad osam ente los m ás intel igen tes a lum
nos.
Dura nte el t iem po que estu vo tend ido y exp ues to a l
púb lico en la ex cap il la de la Esc uela, se recibier on m ul
t i tud de coronas y de ram il letes rem itidos por corporacio
nes y adm iradores particulares. Sea por el efecto del em -
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balsamiento, sea porque los tej idos se estrecharon por la
rigidez, el hecho es que de los cerrados ojos del poeta es
tuviero n brotando lágrim as c ons tante m ente : lloraba, co
mo lo había dicho en una estrofa:
«¡Cómo deben l lorar en la últ ima hora
Los inmóvi les párpados de un muerto »
A las diez los am igos ínt im os de A cuñ a cargamos en
hom bros su cadáver y sa l imos de la Esc uela en m ed io de
un s i lencio y de una consternación profunda.
Detrá s de nosotros iba n los com isiona do s de las Socie
dad es Literarias pre sidiend o las del «Liceo H idalgo ,» la
«Concordia» y el «Porvenir;» de las científicas pr esid idas
por la de Geografía y Estad íst ica y la Fi loiátrica, un a di
putación del Gran Círculo de Obreros y después todos los
inv itado s. Por detrás iba el carro fúneb re m ás elegan te de
la capital l leva nd o en su rem ate un a l ira de oro con las
cuerdas rotas y sobre ella la corona alcanzada por el poeta
en el estreno de su drama.
E n pos del carro fúneb re iban m ás de cien carruajes
particulares.
E l cortejo recorrió las calles de la Cerca de Üanto Do
mingo, Esclavo, Manrique, San José el Real , San Francis
co,
San Juan de Letrán y H osp i ta l Real , con t inuan do en
l inea recta hasta el cementerio del Campo Florido.
All í , bajo un cobertizo de madera en donde se puso una
tribuna se le tributaron los últ imos honores.
Los alum no s M anue l Ro cha, Porfirio Parra y Fr anc isco
Frías y Cam acho hablaron en nom bre de la Socied ad Fi
lo iátrica y Gustavo Baz en nombre del Liceo Hidalgo. En
seguida ocupó la tr ibuna Justo Sierra.—Acuña quería con
profunda ternura á Justo , le miraba com o á her m ano sa
bio y erud ito y la aparición de éste en aqu ellos ins tan tes
causó inmensa sensación en todos los presentes .
Dice Franz Cosmes en una crónica de entonces , a l ha
blar de Justo Sierra, lo siguiente:
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Sólo los qu e ha yan oido a lguna vez esa palabra pode
rosa, hija de u n cerebro de luz y de ú n corazón de fueg o,
podrán concebir hasta dond e se rem ontó esa im agin ació n
audaz, l lorando sobre el cadáver de su her m ano . N o era
u n dolor co m ún el que exp resab a, era el grito de desesp e
ración de la hu m an ida d por la pérdida de un o de sus
apóstoles, el sol lozo trém ulo de la poesía por la m uer te de
uno de sus hijos.»
«El só lo pu do comprend er esas aspiraciones s in l ím ites
del poeta que en un mundo raquít ico se ahogaba.»
En efecto, sólo Sierra condensó la vida del poeta en ad
mirables versos captándose la respetuosa venera ción del
auditorio desde que comenzó diciendo:
«Palmas, triunfos, laureles, dulce aurora
D e un porve nir feliz, todo en. un a hora
De soledad y hastío,
Cambiaste por el triste
Derecho de morir , hermano mío »
Hablaron después en nombre de la sociedad «El Porve
nir» los señores Ram írez de Ar el lano y Fr anc isco de A .
Lerdo; luego el inspirado José R osas M oreno leyó un a
poesía herm osís ima; ocuparon la tr ibuna Ed uardo E . Za
rate y Jos é Rafae l Alvarez por la So cied ad Literaria «La
Concordia;» Ped ro Porrez, Vic en te Fu en tes , Alberto del
Frago que leyó uno s versos de José María Valen zuela y
Becerri l , José Carri llo, Ju l ián Mon tiel y el ú lt im o el que
estas l íneas escribe.
H ab lé en nom bre de los am igos ínt im os de M anuel : te
nia yo entonces veint iún años y hablé l lorando. . .
A las doce del día el prim er pu ña do de t ierra cayó so
bre el ataúd, la piqueta del sepulturero resonó huecamen
te en aquel s i t io y todos nos separamos conmovidos.
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«¡Ayl de aquel la mañana á esta mañana,
de aquel sol á este sol.
como dice el poeta, han corrido fugaces veinticuatro años.
De bajo de la t ierra en que ya ha n brotado f lores nue
vas , ocu ltos por u n m an to de fresco césped sobre el cual
arrastra el vien to las hojas secas, du rm ien do están para
no despertar nunca, muchos dé los maestros , de los ami
gos y de los compañeros del poeta: Ignacio Ramírez, Igna
cio M. Altam irano , V ice nte R iva P alacio, F lores, Rosas,
M oreno, Fra ncisc o Lerdo, Plaza, Alam il la, M anu el Oca-
ranza, pero sería larga é inte rm ina ble la l ista de los que
han bajado á la eterna sombra.
Los versos de Ac uñ a han recorrido todos los do m inios
de la leng ua castel lana y en todas partes los adm iran y
los repiten , pu es entre el los ha y m uc ho s que bastan para
revelar su genio.
A cu ña fué víc tim a del has tío, de la nostalgia moral , de
esa enfer m eda d sin no m br e que m arch ita las f lores del
a lm a cuand o apen as están en capul lo . E n sus úl t im os
días viv ía de un a m ane ra extraña: sus vigi l ias eran cons
tantes; leía y escribía ha sta el am anece r; gustab a de to
m ar un café espeso, al qu e l lam aba M anu el Flore s «el
néctar negro de los sue ños blancos» y aparentab a un a jo
vial idad que servía de antifaz á su secreta tristeza.
S u trágica m uer te es el resultado de un estravío cere
bral: na die aparece com o causa de el la y so n consejas tri
viales las que corren en boca del vulgo.
E n el Sal t i llo ha n honra do su m em oria constru yend o
u n precioso teatro que l leva su no m br e y que t iene el pa
tio en forma de lira.
E n M éxico , debido a l constante em pe ño de a lgunos de
sus amigos especia lmente de Luis A. Escanden y de Aga-
pi to Si lva , se le construyó un mo nu m en to qne en esta fe
cha está con cluid o ya en el cem ente rio de Dolores, á don-
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de ha n s ido con orden de la A utoridad trasladados sus
restos.
Dicen que a l exhumar los restos en la mañana del vein
t inu eve de N oviem bre , encontraron intacta la ropa, cu
brien do los hue sos; ten ía todo el cabe l lo qu e cayó de l crá
ne o al prim er im pu lso del aire, y el Dr. Ab el F . Gon zález
le encon tró en la bolsa del ch aleco u na p eseta del año
de 1830.
Ac uñ a «si tan prem aturam ente no se roba á su propia
gloria» com o m e dice ha blan do de él el inspirad o Nú ñez
de Arce, sería h oy un a de las m ás altas per sona lidade s l i
terarias de M éxico . Las com posic iones qu e dejó escritas
revelan todo lo que pud o llegar á ser: el des tino apagó la
l lam a de su vida, pero no logrará extin gu ir su impe rece
dera memoria .
M é x i c o , 1 8 9 7
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Q Q Q ® Q
JCT"
I l i l BE M A P E kWM
Á
L A
S O C I E D A D F I L O I A T E I C A
E N S U I N S T A L A C I Ó N
¿ H a s t a c u á n d o l l e g a r á e l d í a e n q u e s e a p r e c i e
m á s s i h o m b r e q u e e n s e ñ a q u e a l h o m b r e q u e m a t a ?
31 . Ocampo.
Sombras gigantes de Scipión y Ciro,
De César y Alejandro,
Nos os a lcéis de la tumba á mis acentos;
Que si es verdad que vuestra gloria admiro,
Me espanta vuestra g loria resonando
Entre ayes de dolor y entre lamentos.
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O B R A S D E M A N D E L A C U Ñ A
Yo no canto á vosotros, cuyos lauros
En la sangre crecidos
Respiran con el aire de la muerte;
Yo no canto á vosotros los temidos,
I ios que formáis las leyes con la sspada
Sin tener más derecho que el del fuerte.
Vuestros nombres subl imes
No hacen arder la sangre de mis venas;
Yo canto á Atenas enseñando á Roma,
No canto á Roma conquis tando á Atenas .
Como el águila audaz que surca el viento
En pos de espacio que bastante sea
Para dar á sus a las movimiento ,
Lo mismo mi a lma cuando ha l lar desea
La luz de la poesía,
No busca sus raudales en la noche,
Sino en la aurora al despuntar el día;
Y al encontrar la l lama indeficiente
D e . la ver dad sagrada,
Mi pecho entonces se electriza y siente,
Y de mi l ira tosca y olvidada,
Brotan cantares que sonar quisieran
Desde el nuevo hasta el v iejo cont inente.
Era la sombra: entre su negro manto
Vegetaban los hombres ,
Nutriéndose con penas y con l lanto ,
Sin otra ciencia que sufrir humildes
Del infortunio las amargas leyes ,
Y s in otros señores que verdugos
Con el pomposo t í tulo de reyes.
Esqueletos del cuerpo
Y esqueletos del a lma.
Los seres como Dios , no eran entonces
El Adán pensador del primer día ,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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0 B B A 8 D E M A N U E L A C U Ñ A
19
Sino siervos que ató, con mano airada,
A su carro triunfal la tiranía.
Momias v iv ientes que a l dejar el mundo
Para volver al hueco del osario,
Legaban á sus hi jos en recuerdo
La cicuta del Sócrates profundo
Y Ja sangre del Cristo del Calvario.
Y así pasaron siglos y más siglos
Que de su inmensa huel la en la distancia
Solo dejaban sombras y vest ig los ,
Vagando entre las nieblas
De la noche sin f in de la ignorancia.
Mas de pronto la luz del pensamiento
Iluminó vivíf ica y radiante
D e la san ta Ra zón el firmamento,
Y Dios apareció, bel lo y gigante,
Haciendo despeñarse en e l ab i smo
Al soplo de sus labios soberanos
El sangriento puñal de los t iranos
Y la máscara vi l del fanatismo.
Entonces fué cuando la Europa vía ,
Trémula y espantada,
La mans ión ignorada
Que la voz de Colón le predecía,
Y á Frankl in elevándose a l espacio
De su genio atrevido tras la huel la,
Para robar á la rojiza nube
El fuego aterrador de la centella.
Entonces fué cuando se a lzó la c iencia ,
Dis ipando las sombras
Que huyeron en tropel á su presencia;
Y entonces cuando Méjico miraba
En la mans ión maldi ta
Del crimen y del miedo,
En vez de la cadena y del lev i ta
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2 0 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
La figura grandiosa de Escobedo.
Y no tembléis al recordar la historia
Del lugar maldec ido ,
Donde el buitre feroz de la ignorancia
Ocultó sus pol luelos y su nido;
No tembléis á la tétrica memoria
Del ca labozo inmundo
Repi t i endo los ú l t imos lamentos
Del márt ir moribundo;
Ya es tá lavada de su impura mancha
La guarida del crimen,
Que hasta la infamia misma desparece
Donde las huel las del saber se imprimen.
En vez de los verdugos,
Y de l h irv iente p lomo y e l veneno ,
La Medicina que consuela y sana'
Y los hijos de Herófi lo y Galeno.
Subl ime redención , mis ión subl ime
La del que sufre al consolar las penas,
La del que l lora y g ime
Al enjugar las lágrimas ajenas;
Misión de caridad y bienandanza,
Empezada por Cristo en el Calvario,
Que redime y que canta en su santuario
Los himnos del amor y la esperanza.
Seguidla , pues , vosotros , que impasibles
Desafiáis á la muerte y los pesares;
Y s i queréis que el mundo agradecido
Conserve vuestro nombre en la memoria ,
Y que os levante altares,
Seguid vuestro sendero bendecido,
Que al f in de ese sendero está la gloria;
Y continuad sin dirigir la vista
Al espinado y escabroso suelo,
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O B R A S D E M A N U E L A C U N A
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Y si ansiáis la conquista
Del lauro inmarcesible de la fama,
Elevad vuestros ojos hasta el cielo
Donde está quien os mira y quien os l lama.
Y no penséis en la escarpada roca,
Ni en la espina punzante
Que atraviesa la planta que la toca;
No cejéis ni un instante
En vuestra noble y
celes
ial carrera,
¡Adelante.. . ¡Adelante.. .
Aún es tá muy d i s tante
La corona de rosas que os espera.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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L A B R I S A
IMITACIÓN)
A M I Q U E R I D O A M I G O J . C . F E R N Á N D E Z
o -o
Al iento de la mañana
Que vas robando en tu vuelo
La esencia pura, y temprana
Que la violeta lozana
Despide en vapor al cielo:
Dime, soplo de la aurora,
Brisa inconstante y l igera,
¿Vas por ventura á esta hora
Al val le que te enamora
Y que g imiendo te espera?
¿O vas acaso á los nidos
De los j i lgueros cantores
Que en la espesura escondidos,
Te aguardan medio adormidos
Sobre sus lechos de flores?
¿O vas anunciando acaso,
Soplo del alba naciente,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Al murmurar de tu paso,
Que el muerto so l del Ocaso
Se alza ya niño en Oriente?
Recoje tus leves alas,
Brisa pura del Estío,
Que los perfumes que exhalas
Vas robando entre las galas
De las violetas del río.
Deten tu fugaz carrera
Sobre las risueñas flores
De la loma y la pradera,
Y ve á despertar l igera
Al ángel de mis amores .
Y di la, brisa aromada
Con tu murmul lo sonoro,
Que el la es mi i lusión dorada,
Y que en mi pecho grabada
Como á mi vida la adoro.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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YA SE POR QUE ES
D O L O R A
A E L M I R A
E r a m u y
niña
María,
Todavía ,
Cuando me di jo una vez:
—Oye, ¿por qué se sonríen
Las f lores tan dulcemente,
Cuando las besa el ambiente
Sobre su aromada tez?
—Ya lo sabrás más delante,
N i ña a m a nt e ,
La contesté yo . . . (después
Y más tarde , una mañana ,
La niña pura y hermosa,
Al entreabrirse una rosa,
Me dijo:
¡Ya sé por qué
es
Y la graciosa criatura,
Blanca y pura
Se ruborizó. . . y después,
Ligera como las aves
Que cruzan por la campiña,
Corrió hacia el bosque la niña
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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OBRAS D E MANUECi ACU ÑA 25
Diciendo:
¡Y a sé por qué es
Y yo la seguí jadeante,
Palpi tante
De ternura y de interés ,
Y. . . o í un beso dulce y blando,
Y una voz después del beso ,
Que fué á perderse en lo espeso ,
D i c i endo :
¡Ya sé por qué es
E r a m u y
joven
María,
Todavía ,
Cuando me di jo una vez:
—Oye, ¿por qué la azucena
Se abate y l lora marchita
Cuando el aura no la agita
Ni besa su blanca tez?
—Ya lo sabrás más delante,
Niña amante ,
La contesté yo. . . ¡despuésl
Y más tarde ¡ayl una noche,
La joven de angust ia l lena,
Al ver triste á una azucena,
Me di jo:
¡Ya sé por qué es
Y ahogando un suspiro ardiente,
La inocente
Me vio l lorando. . . y después,
Corrió al bosque, y en el bosque
Esperó mucho la be l la ,
Y al fin.. . se oyó una querella
D i c i endo :
¡Ya sé por qué es
E r a m u y
linda
María,
Todavía ,
Cuando me di jo una vez:
—Oye, ¿por qué se sonríe
El niño en la sepultura,
Con una risa tan pura,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Con tan dulce senci l lez?
Ya lo sabrás más delante,
Niña amante ,
La contesté yo. . . ¡después
Y. . . murió la pobre niña,
En vez de l lorar, sonriendo,
Y voló al azul , diciendo,
Dic i endo: / Ya sé por qué es
Ya lo ves , mi hermosa Elmira ,
Quien del ira
Sufre mucho, ¡ya lo ves
Y así , i lusiones, ni encanto,
Ni acaricies ni mantengas,
Para que, al l lorar, no tengas
Que decir: /
Ya sé por qué es
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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Y A V E R A S
D 0 L 0 K A
( IMITACIÓN)
Goza, goza, niña pura,
Mientras en la infancia estás,
Goza, goza esa ventura
Que dura lo que una rosa.
—Qué, ¿tan poco es lo que dura?
—Ya verás , niña graciosa ,
Ya verás .
Hoy es un verjel r i sueño
La senda por donde vas;
Pero mañana , mi dueño ,
Verás abrojos en ella.
—Pues qué, ¿sus f lores son sueño?
Sueño nada más, mi bel la ,
Ya verás.
Hoy el carmín y la grana
Coloran tu linda faz;
Pero ya verás mañana
Que el l lanto sobre ella corra.. .
—Qué, ¿ los borra cuando mana?
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
—Ya verás como los borra,
Ya verás.
Y goza, mi t ierna Elmira,
Mientras disfrutas de paz;
Delira, niña, del ira
Con un amor que no existe,
—Pues qué, ¿el amor es mentira?
—Y una ment ira muy tr i s te ,
Ya verás.
Hoy ves la dicha delante
Y ves la dicha detrás;
Pero esa estrella brillante"
Vive y dura lo que el v iento .
—Qué, ¿nada más un ins tante?
—Sí , nada más un momento ,
Ya verás.
Y así , no l lores , mi encanto .
Que más tarde l lorarás;
Mira que el pesar es tanto,
Que hasta el l lanto dura poco.
—¿Tampoco es eterno el l lanto?
— T a m po co , n i ña t a m po co ,
Ya verás.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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LA AUSENCIA Y EL OLVIDO
D O L O K A
A L O L A
Iba l lorando la Ausencia ,
Con el semblante abat ido,
Cuando se encontró en presencia
Del Olvido,
Que al ver su faz marchitada,
Sin colores,
La dijo con voz turbada:
—«Ya no l lores , niña bel la ,
Ya no l lores,
Que si tu contraria estrel la
Te oprime incansable y ruda,
Yo te prometo mi ayuda
Contra tu mal y contra ella.»
Oyó la Ausencia l lorando
La propuesta cariñosa,
Y los ojos enjugando
Ruborosa,
— « A dm i t o desde e l m o m ent o ,
Buen anciano,»
Le d i jo con duke acento ,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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0 B K A S D E M A N U E L A C U Ñ A
«Admito lo que me ofreces
Y que en vano
He buscado tantas veces ,
Yo que, triste y sin ventura,
La copa de la amargura
He apurado hasta las heces .»
Desde entonces , Lola bel la ,
Cariñoso y anhelante
Vive el Olvido con el la,
S iempre amante;
Y la Ausencia ya ni g ime,
Ni dol iente
Recuerda el mal que la oprime;
Que un amor ha concebido
Tan ardiente
Por el anciano querido,
Que si sus penas resiste,
Suspira y l lora muy triste
Cuando la deja el Olvido.
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M E N T I R A S D E L A E X I S T E N C I A
D O L O K A
|Qué triste es vivir soñando
Con un mundo que no ex i s te
Y qué triste
Ir v iv i endo y caminando .
Sin ver en nuestros del irios,
De la razón con los ojos,
Que si hay en la vida l irios,
Son muchos más lod abrojos.
Nace e l hombre , y a l momento
Se lanza tras la esperanza,
Que no alcanza
Porque no se alcanza el viento;
Y corre, corre, y no mira
Al ir en pos de la gloria,
Que es la gloria una mentira
Tan bel la como i lusoria.
No ve al correr como loco.
Tras la dicha y los amores,
Que son flores
Que duran poco, ¡muy poco
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O B R A S D E M A N D E L A C U Ñ A
|No ve cuando se entus iasma
Con la fortuna que anhela,
Que es la fortuna un fantasma
Que cuando se toca vuelal
Y que la v ida es un sueño
Del que, si al f in despertamos,
E nco nt ra m o s ,
El mayor placer pequeño;
Pues son tan fuertes los males
De la existencia en la senda,
Que corren al l í á raudales
Las lágrimas en ofrenda.
Los goces nacen y mueren
Como puras azucenas,
Mas las penas
Viven s iempre y s iempre hieren;
Y cuando vuela la calma
Con las i lusiones bel las,
Su lugar dentro del a lma
Queda ocupado por el las .
Porque al volar los amores
Dejan una herida abierta
Que es la puerta
Por donde entran los dolores;
Sucediendo en la jornada
De nuestra azarosa vida,
Que es para el pesar «entrada»
La que para el bien «salida.»
Y todos sufren y l loran
Sin que una queja profieran,
¡Porque esperan
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O B R A S D B M A N U E L A C U Ñ A
33
Hallar la i lusión que adoran.. .1
Y no mira el hombre tri ste
Cuando tras la dicha corre,
Que solo el dolor existe
Sin que haya bien que lo borre.
No ve que es un fa tuo fuego
La pasión en que se abrasa,
Luz que pasa
Como relámpago, luego:
Y no ve que los deseos
De su mente acalorada
No son s ino devaneos,
No son más que sombra, nada.
Que es el amor tan l igero
Cual la amistad que manci l la ,
Porque bri l la
Solo á la luz del dinero;
Y no ve cuando se lanza
Loco tras de su creencia,
Que son
la fe y la esperanza
Mentiras de la existencia.
3
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L A R A M E E A
A M I Q U E R I D O A M I G O M A N U E L R O A
Hum a ni da d p i g m ea ,
Tú que proclamas la verdad y el Cristo,
Mintiendo caridad en cada idea:
Tú que, de orgullo el corazón beodo,
Por mirar á la altura
Te olv idas de que marchas sobre lodo:
Tú que d ic i endo hermano,
Escupes a l g i tano y a l mendigo
Porque son un mendigo y un gi tano:
All í está esa mujer que gime y sufre
Con el dolor inmenso con que g imen
I
ios
que cruzan sin fé por la existencia;
]Escú pela tam bién . . . [anda. .. |no im por ta
Que tú hayas s ido quien la hundió en el crimen
Que tú hayas s ido quien mató
s u
creencia
Pobre mujer, que abandonada y so la
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
3 5
Sobre el obscuro y negro precipicio,
En lugar de una mano que la sa lve
Siente una mano que le impele a l v icio ,
Y que al fijar en su redor los ojos
Y á través de las sombras que la ocultan
No encuentra más que seres que la miran
Y que burlando su dolor la insultan. . .
Y antes era una flor.. . una azucena
Rica de galas y de esencias rica,
Llena de aromas y de encantos l lena;
Era una f lor hermosa,
Que envidiaban las aves y Jas flores,
Y tan bel la y tan pura,
Como es pura la nieve del armiño,
Como es pura la flor de los amores,
Y como es puro el corazón del niño.
Las brisas la brindaban con sus besos,
Y con sus t ibias perlas el rocío.
Y el bosque con sus á lamos espesos ,
Y con su arena y
B U
corriente el río;
Y amada por las sombras en la noche,
Y amada por la luz en la mañana,
Vegetaba magnífica y lozana
Tendiendo al aire su purpúreo broche;
Pero una vez el soplo del invierno
En su furia maldita,
Posó , sobre el la y la arrancó sus hojas
Pasó sobre el la y la dejó marchita;
Y al contemplar sin galas
Su cál ice antes de perfumes l leno,
Le arrebató implacable entre sus alas
Y fué á hundirla
cadáver
en el cieno.
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36 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
¡Fi lósofo mentido. . .
¡Apóstol miserable de una idea
Que tu cerebro v i l no ha comprendido
Tú que la ves que gime y que sol loza,
Y burlas su sol lozo y su gemido. . .
¿Qué hiciste de aquel ángel
Que amoroso y sonriente
Formó de tu niñez el dulce encanto?
¿Qué hiciste de aquel ángel de otros días,
Que l loraba contigo si l lorabas
Y gozaba contigo si reías.. .?
¡Te acuerdas. .. Lo arrancaste de la n u b e
Donde f lotaba vaporoso y bel lo,
Y arrojándole al hambre,
Sin ver su angustia ni su amor siquiera,
Le convertiste de camelia en lodo:
¡Le transformaste de ángel en ramera
¡Maldito tú que pasas
Junto á las frescas rosas,
Y que sus galas sin piedad les quitasl
¡Maldito tú que sin piedad las hieres,
Y luego las insul tas por marchitas
¡Pobre mu jer. . . ¡Juguete misera ble
De su verdugo mismo. . .
Víct ima condenada
A vegetar sumida en un abi smo
Más negro que el abismo de la nada
Y á no escuchar más eco en sus dolores,
Que el eco de la horrible carcajada
Con que el hombre le paga sus amores .
¡Pobre mujer, á la que el hombre niega
El subl ime derecho
De l lamar hi jo á su
hijo
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
3 7
¡Pobre mujer que de rubor se cubre
Cuando le escucha que la grita
madre
Y que quiere besarle, y se detiene,
Y que quiere besarle, y cal la y gime,
Porque sabe que un beso de sus besos
¡Se convierte en borrón donde lo imprime
Deja ya de llorar, pobre criatura,
Que s i del mundo en la escabrosa senda,
Caminas entre fango y amargura,
Sin encontrar un ser que te comprenda
En el cielo los ángeles te miran,
Te compadecen , t e aman,
Y l loran con el l lanto lastimero
Que tus ojos bel l í s imos derraman.
¡Y que te burle el hombre, y que se ría
¡Y que te l lame harapo y te desprecie
Déjale tú reir, y que te insulte,
Que ya llegará el día
En que la gota cristal ina y pura
Se desprenda del lodo
Para elevarse nube hasta la altura.
Y entonces en lugar de un anatema,
En lugar de un desprecio ,
Escucharás al Cristo del Calvario,
Que añadiendo tu pena
A tus lágrimas tristes en abono,
Te dirá como ha t iempo á Magdalena;
Levántate, mujer, yo te perdono.
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E L H O M B R E .
A L S E Ñ O R D O N I G N A C I O M . A L T A M 1 R A N O
HOMENAJE
. . . . O ú v a l ' h o m m e a u r t e r r e ?
V.
Eugo.
*
* *
Allá va . . . como un átomo perdido
Que se alza, que se mece,
Que luce y que después desvanecido
Se pierde entre lo negro y desparece.
Allá va. . . en su mirada
Quién sabe qué fulgura de profundo,
De grande y de terrible.. .
Al lá va , s in dest ino y vagabundo,
Tocando con su frente lo invisible,
Con sus plantas e l mundo. . .
¿De dónde vino. . .?
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
39
Preguntadlo al caos
Que dio forma á los seres
De su potente voz al «levantaos;»
Decídselo á la nada,
Que ella, tal vez, sabrá cual fué la cuna
De ese arcángel vestido con harapos
A que l lamamos hombre;
Que ella, tal vez, sabrá de donde vino
Ese t i tán p igmeo
Tan grande y tan mezquino,
¿Del lodo? puede ser; pero su frente
Está demasiado alta para el lodo;
¿Del cielo? puede ser; pero la tumba,
Donde concluye todo ,
No dista de sus plantas más que un paso,
Y si fuera del cielo, debería
Ya que t iene un ocaso,
Tener también su oriente como el día .
Aborto incomprensible de la nada
Que lo lanzó, destel lo de su abismo,
Esperad, esperad á que las sombras
Entre sus negros pl iegues os cobi jen,
Que al l í tal vez, escrito entre esos pl iegues
Encontraréis su origen. . .
Esperad el momento en que se os abra
Negro y aterrador ante los ojos,
Ese l ibro de sangre donde labra
La triste muerte en caracteres rojos
De sus cal ladas v íct imas el nombre,
Y allí veréis, acaso, la palabra
Que os ayude á saber quién es e l hombre.
Y entre tanto.. . allá va.. ,
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4 0
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Solo. . .
en e l mundo
Que t iembla con su peso de gusanos
Y que al mirarle se estremece y duda;
Sobre la t ierra inmensa
Que le siente su rey y le saluda,
Que le siente su dios y que le inciensa.
Allá va. . . soberano cuya frente
Circunda por diadema el infinito,
Monarca cuyo trono omnipotente
Es el trono de mármol y granito
Tallado por los buitres en la roca;
Y que marcha , y que marcha dominando
Lo mismo en lo que ve y en lo que toca,
D esnudo y m end i g a ndo .
Un pedazo de pan para su boca.
*
* *
Polluelo de ese cóndor de lo obscuro
Que se l lama el misterio,
Y que sin alas y sin luz se lanza
Por el supremo espacio de la idea
En pos de una esperanza. . .
Pol luelo que adormido entre la noche
Sueña ver una estrel la,
Y enamorado de el la, y atrevido,
Se escapa de su nido
Creyéndose capaz de ir hasta ella;
Quién sabe anoche en su del ir io blando
Que luz ó que i lusión dist inguiría,
En medio de esas nubes caprichosas
Que pueblan, al soñar, la fantasía;
Quién sabe lo que en su a lma
Durante la embriaguez germinarla;
Pero capullo que despierta rosa
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
41
Con los halagos de la brisa amante,
El , creciendo de formas en el sueño,
Durmió pequeño y despertó g igante.
Y «El Universo es mío»
Clamó al sentirse poderoso y fuerte,
Y agitando su cráneo en el vacío,
Sin escuchar la ruda carcajada
Que como eco á su voz daba la muerte,
«¡Adelante »—se di jo—¡El mundo es poco
Para encerrar mi espíritu.. . hasta el cielol
Y sin mirar siquiera por donde iba,
Se lanzó despeñado como un loco,
Con la mirada arriba.. . siempre arriba.
*
Sonámbulo que duerme y deja e l l echo
A l suprem o m a nda t o
De yo no sé qué voz grande y div ina
Que alzándose en
¿u
pecho
Le sorprende y le grita poderosa;
«¡Levántate y camina. . . »
Pisando aquí una espinu y una rosa ,
Y más a l lá una rosa y una espina,
El hombre con un cielo de esperanzas
Germinando en montón en su cerebro ,
Sigue á t ientas y á obscuras por la senda
Desde antes á sus pasos señalada,
Soñando. . . y en los ojos una venda
Que con sus pl iegues lóbregos y espesos
Le impide que comprenda
Su marcha entre sepulcros y entre huesos .
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42
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Y allá va.. . ¡pobre niño que aún suspira
Como en los dulces t iempos de la infancia
Mas dejadle seguir, y será el hombre
Que haga nacer la vida del osario,
El apóstol s in nombre,
Que Dios admire y que mortal asombre*
Lo mismo en el Tabor que en el Calvario.
Dejadle caminar, dejad que s iga
El vuelo de su genio por los mares,
Y mañana ese n iño
Será el anciano pálido y fecundo,
Que, moderno criador, haga que brote
Del seno de las o las otro mundo.
*
* *
Allá va. . . con un tronco por apoyo
Y un girón miserable por abrigo,
Val iente y ambicioso y soberano,
Bajo su m ism o harapo de g i tano •
Y su corteza sucia de mendigo.
¿Qué busca? ni aun él sabe
Lo que busca en su loco devaneo. . .
Ni aun él acierta á definir ese algo
Que le hace encontrar siempre su deseo;
Pero t i tán del sueño que en la sombra
Forja un espacio y á escalarlo sube,
El , mientras pisa en el inmundo cieno,
Se duerme con el pie sobre una nube.
*
* *
Soñar. . . esa es la vida, ese es el puente
Que entre la cuna y el sepulcro media,
El papel miserable del v iv iente
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¡Ondinas que so t ienden por el aire
Al despuntar la v ida, a l lá á lo le jos
(Pag. 48.)
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O B R A S D E M A N U E L A O B Ñ A
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De la existencia vi l de la comedia:
Soñar un cielo en que revuel tos vagan
Hermosos y inagnif icos vapores ,
La esperanza, la dicha,
La gloria y el placer y los amores;
¡Ondinas que se t ienden por el aire
Al despuntar la vida, al lá á lo lejos
Y que con el la crecen y con el la
Mueren entre los últ imos reflejosl
*
*
Y, hermoso cisne que en el l impio lago
Agitando las o las con su pluma,
Ve brotar de su juego al dulce halago
Mil copos blancos de rizada espuma,
Y arroja un canto dolorido y vago
Al mirarlos perderse entre la bruma
El hombre en su tristeza,
Al ver rodar sus blancas i lusiones,
Sin colores, sin luz y sin bel leza,
De la noche que empieza
Por yo no sé qué lóbregas regiones;
Suspirando y en lágrimas deshecho
Ante la triste real idad que asoma,
Arranca un ¡ayl terrible de su pecho,
Y luego, al dar un paso, se desploma.
*
Atieta del dolor, de nu evo em pr en de
La lucha formidable
Con ese gladiador de las t inieblas
Que se l lama el destino;
Y cantando y sonriendo
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Para insultar la palpitante pena
Que le destroza el corazón mezquino,
Lanza un grito feroz y entra á la lucha.. .
Pero, vencido al f in, rueda en la arena
Que su a lma es poca y su amargura es mucha.
*
* *
Y entonces . . . cuando hambriento de placeres
. Soñ án dolo s s u p resa,
Se mira débil y abatido y solo
Sobre el obscuro borde de la huesa,
Recuerda el Dios á quien por darle oculto
El se f ingiera omnipotente y bueno;
Pero al sentir dentro del alma oculto
Del pesar y del dolor todo el veneno,
En su miser ia misma
Lo ve pequeño, pobre,
Y cogiendo del cieno en que se arrastra
Miserable repti l con su congoja,
Burlándose de su ídolo, á la frente
Como un supremo insulto se lo arroja.
*
Después. . . el aire de la muerte zumba
Con su bramar inquieto ,
El átomo vaci la, y. . . se derrumba.. .
La t ierra es una tumba.. .
El hombre un esqueleto .
*
Todo acabó. . . la noche de la nada
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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Confundiendo en sus pl iegues
Todo eso grande que la mente forma
Y que en el cráneo encierra,
Sólo dejó al pasar, como en recuerdo,
Un pedazo de t ierra. . .
Y allí . . . ¿qué hay más allá.. .?
¿Qué encuentra el hombre
Tras ese velo negro que separa
La luz de las t inieblas. . .?
¿Es en la tumba, acaso, donde toca,
Viéndola cara á cara,
Esa i lusión que en su carrera loca
Convertida en vapor se le escapara?
¿Es a l l í donde encuentra los perfumes
Y las notas dulcís imas y suaves .
Que no pudieron darle en sus encantos
Las flores ni las aves...?
O luminoso punto que camina
Partiendo de la nada,
Por un círculo estrecho, y que termina
Su ex i s tencia mezquina
Al l í donde ha empezado la jornada,
¿Concluye en el sepulcro
Que sus despojos últ imos recibe?
¿Es al l í donde muere para siempre?
¿Es a l l í para s iempre donde v ive?
¡Quién sabe. . . Nuestra mente
No alcanza á descifrar esos arcanos
Escri tos entre huesos y mortajas
Por yo no sé qué fétidos gusanos. . .
Remueve y busca en e l inmundo hueco
Donde ha v isto rodar un ser inerme,
Y sin hal lar á sus preguntas eco,
Sólo ve un cráneo seco
Que entre sus antros asquerosos duerme,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Y entre tanto.. . allá va.. .
Luz tenebrosa
Cuyo dest ino y cuyo ser esconde
La impenetrable niebla del abismo. . .
Al lá va . . . tropezando y caminando,
¡Sin comprender adonde,
Sin comprenderse el mismo. . .
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E N L A A P O T E O S I S
D E L A C T O R
M E R C E D M O R A L E S
Mentira el ¡más allá ¡Mentira el alma
Que el retroceso impuro
Hace nacer l lenando lo futuro,
Del triste cementerio entre la calma
¡Engaño esa creación que el fanatismo
Hace brotar del úl t imo lamento
Q ue
m
s l leva al ábismol
¡Mentira ese
ad terrorem
que el convento
Lanza á la humanidad mezquina y nec ia
Que, oyendo á la razón y a l pensamiento
No abarca esa mentira y la desprecia
El hombre es só lo el hombre,
Pobre criatura de miseria y lodo,
Que sueña, que del ira, y que en la fosa
Mira rodar con su existencia todo;
Pobre ser que termina la jornada
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Con el eco de su últ imo latido,
Para volver en sombra convertido
A su punto de origen,
á la nada.
Es un astro misterio que atraviesa
La curva de la vida y se derrumba
Al coi cluir la carrera de ese cielo
Que en Oriente de la cuna empieza
Y acaba en el Ocaso de la tumba;
Molécula que, oculta entre la gasa
De la noche, s in ruta y s in dest ino,
Como una exhalación f lébi l y escasa,
Nace, se mece y pasa
Sin dejar una huel la en su camino,
Y que á veces l legándose val iente
Hasta el gol de la gloria,
Se enciende en él y vuela ,
Pero dejando entonces , donde acaba,
El germen de otra luz sobre la estela.
Luz inmortal idad con que del iran
El sabio y el artista y el guerrero
En medio de esos éxtasis soberanos
Que son la hora suprema
En que el genio prepara con sus manos,
Para ceñir sus frentes la diadema;
H ora en q ue el ho m br e alcanza.
Por el zodiaco de la fe y del arte,
Llegar hasta el zenit de su esperanza
Para robarle el rayo que algún día
Sobre su pobre lápida mortuoria,
Caiga á encender, subl ime de peesía ,
La antorcha fulgurante de la gloria.
Luz inmortal idad con que soñaban
Sonriendo de placer en su del irio,
El mártir l ibertad en el cadalso
Y el espectro conciencia en el martirio;
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O B K A S D E M A N U E L A C U Ñ A 49
Fulgor que, en la conquista
Del saber y el talento, se levanta
Descorriendo grandioso ante la vista,
El soñado horizonte de una t ierra
Donde bendita y mágica se encierra
La t ierra prometida del artista,
Esplendor auroral que era el ensueño
Consolador y grato en su pobreza
Del actor inspirado,
Que aún ayer se encontraba circundado
Con la aureola del genio en la cabeza;
Del audaz fingidor que ayer hacía
Sollozar ó reir bajo este techo,
Y que hoy, cadáver, duerme
De un pedazo de t ierra sobre el lecho.
Cayó. . .
sobre su tumba
Gime, el arte y la patria inconsolada
Con sus hermosos besos maternales
Deposi ta una lágrima adorada,
En tanto que la fama que abandona
De la muerte en los antros funerarios
Al despojo. . . y al hombre,
Vuela augusta á escribir en sus santuarios
Las letras de su nombre.
¡Muerto, rep osa e n paz y si en la fiebre
De tu ambición y tu querer fecundo
Soñastes con un mundo más r i sueño
Que es te pequeño y miserable mundo;
Si astro que cruza la extensión vacía
Soñaste con dejar escrita en el la
Algo como la luz que en t í vivía
Para hacerte inmortal con esa huel la ,
Tu sueño está cumpl ido. . . tus cenizas
Y a no son m ás qu e escoria; 4
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Pero el azul radioso de tu patria
Cuenta otra luz, la luz de tu memoria.
Los hombres como tú , jamás perecen
Al tocar los umbrales
De la obscura región de lo ignorado;
Los hombres como tú , mueren y crecen
Con la f igura inmensa de granito
Que de pie y magestuosa se levanta
De entre el polvo impalpable que la planta
Envuelve al resbalar en lo infinito.
Para t í no hay sepulcro, que el reflejo
De tu luz poderosa
Te basta en la caída,
Para seguir v iv iendo en otra v ida,
No en la estrechez de tu escondida fosa. . .
Tú como el astro hermoso de la aurora
Que rueda en el ocaso,
Dejando como huel la de su paso
La luna bri l ladora,
Caíste en el abismo,
Nítido sol de mejicano cielo:
Pero dejando al terminar el vuelo,
La luna de t i mismo.
Sacerdote t i tánico del arte,
Envuélvete sonriendo en la mortaja
Que te arropa en la huesa. . .
Donde tu cuerpo misero reposa
Y se alza el pedestal de tu grandeza.
¡Adiós , muerto subl ime
¡Sublime y noble atleta del proscenio
Descansa en paz mientras tu patria g ime
Sobre el recuerdo que tu gloria abona,
Y mientras teje en su santuario el genio,
Para rodear tu nombre, una corona.
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OCAMPO
«|AIláI» se dijo, y extendiendo al aire
Las g igantescas p lumas ,
Con la mirada fija en los fulgores
Que á través de las brumas
Conducen en su vuelo á los condores ,
Subió asentando la atrevida garra
Sobre la cumbre inmensa,
Donde e l mundo genés ico concluye
Y se l evanta e l mundo de l que p iensa;
Sobre la blanca cima de esa roca
Cuyas piedras de mármol y grani to
Se alzan entre lo azul de lo infinito,
De pedestal sublime al que las toca;
Al l í donde se encienden los tabores
Con su grandiosa y santa refulgencia
Al resonar del cánt ico que entona
Como un gri to de a larma la conciencia .
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5 2 O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
S ubió, l legó, y al extender los ojos,
Sobre la turba de hombres
Que germinaba de sus pies debajo ,
Anhelando mirar lo que es un pueblo
Que marcha por la senda del trabajo,
En vez de la i lusión de su utopía,
Hal ló un pueblo de l ibres
Envuel to del incienso entre el aroma
Y enlazando á su cuel lo esa cadena
Cuyo es labón primero empieza en Roma;
Halló la l ibertad aprisionada
Entre los negros muros del convento ,
Y u n más-allá de luto y de t inieblas
Marcando el hasta aquí del pensamiento;
Al Dios dulzura convertido en otro
De sangre y venganza,
Al Dios creador entrando en la pelea
Con el rojo puñal de la matanza;
Y gozando al murmul lo de los sa lmos
Y gozando al gemir de la agonía,
Al Dios que sólo quiere que en sus altares
Los himnos del amor y la poesía .
* *
Y «¡No » dijo él, ard ien do
En esa inepiración senci l la y santa
Que hizo del vagabundo de Judea
El muerto más subl ime de los muertos
En el martirologio de la idea;
«Ya es t iempo de volver á su santuario
El dulce amor de la famil ia humana,
Sustituir el hogar al rel icario,
Sustituir la violeta al incensario,
Y el trino del turpial á la campaña;
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O B E A S D B M A N U E L A C U Ñ A
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Ya es t iempo de rascar el negro abismo
Que ocul ta la verdad ala existencia ,
Y cambiar por el Dios del fanatismo
El Dios de la razón y la conciencia.»
Dijo ,
y abandonando las remotas
Cumbres de la esperanza y de la vida,
Bajó á la t ierra entre las dulces notas
De esa cant iga t ierna y bendecida
Cuya primera vibración se escucha
Brotando de las arpas del del irio,
Y la úl t ima en la lucha
Con el ¡ayl estertóreo del martirio.
*
* *
Bajó ,
y apóstol de la
hiena-nueva,
De la luz y el derecho,
Su palabra de paz sonó en los aires
Anunciando a l Mes ías
Que el porvenir en su i lusión espera,
Y de quien son augustas profecías
Las protestas del mártir en la hoguera.
Bajó, y envuelto entre el vapor espeso
De los blancos perfumes conventuales
El pueblo suyo, por el monje opreso ,
Escuchó la palabra de progreso
Salida de sus labios inmortales;
Y al buscar al apóstol atrevido
Donde su airado grito resonara,
Oyó el nombre de Dios . . . luego un gemido,
El incienso quedó desvanecido. . .
Y allí estaba el cadáver junto al ara.
* *
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
La lucha fué un instante. . .
Un instante no más, y aquel v idente,
Misionero de luz entre los ciegos,
Se hundió en la sombra y ocultó la frente.
*
* *
Fué el cóndor que se lanza de las nubes
Sobre el tigre feroz que le arrebata
Los pol luelos hermosos de su cría ,
Y que baja, se mece,
Lucha, se aparta, vuelve, le provoca,
Y en el punto de herirle se estremece
Cayendo á agonizar sobre una roca.
Murió. . . su apostolado
Hizo temblar en su poder al frai le,
Y el frai le en nombre de ese dios maldito
Que vive entre la noche y lo encubierto,
Armó su mano entre la niebla impía ,
Y después, al nacer del otro día,
Hal ló e l mundo . . .
un patíbulo y un mu erto.
. .
# -5-
Ese muerto al l í está. . . dentro el sepulcro
Cavado para ahogar en su si lencio
La gigante protesta de sus labios. . .
Esqueleto subl ime y majes tuoso
Más grande y elocuente en el reposo
De su lecho eternal y soberano,
Que en medio de la grita atronadora
Que alzara en su redor el Vaticano.
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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All í está. . . en ese túmulo sombrío
Regado con el l lanto de los l ibres. . .
Santa rel iquia que la edad presente
Guarda de su cariño
En el inmenso y dulce rel icario ,
Como un recuerdo de tristeza y gloria,
Que evoca del pasado en la memoria
Su camino de sangre y su calvario.
Al l í sstá , , . murmurando una esperanza
De miel y l ibertad para el íuturo
Precursor auroral de esa lumbrera
Tanto soñada y esperado tanto
Y á cuya luz en hoy v ienen tu¿ hi jos
Á arrullar tu dormir con sus canciones,
Á gemir en tu polvo, y á decirte
Sus nobles y sent idas bendiciones .
¡Mártir, descansa ya de la tarea,
Y duérmete en el lecho de perfumes
Con que la gratitud cubre tu foso. . .
Duérmete ya . . . mientras la fé y e l t tmplo
Cuyo poder al cabo se derrumba,
Vienen á despertarte en su caída.
De tu sueño inmortal bajo la tumba.
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UNO Y QUINIENTOS
Pensando las quin ientas unidades
Que e l núm ero qu in ientos co m pon ían ,
Que s i quinientas eran
Al uno y nada más se lo debían;
En sociedad se unieron, y los miembros
Sin vaci lar ni protestar alguno,
Levantaron un templo y en sus aras
Pusieron como Dios a l número uno.
*
Mientras que unidos todos le adoraban
Á nadie aquello le causó extrañeza;
Pero cierta ocasión en que uno de el los
Llegó solo del templo á los umbrales ,
Á pesar de la fe y el fanatismo,
Se hal ló con que él y Dios eran lo mismo,
Puesto que el uno y él eran iguales.
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OBRAS DE MANUEL ACUÑA 57
* *
Después de recorrer estos renglones
Que tantas reflexiones nos ofrecen,
Deduzco entre otras muchas conclusiones ,
Que en materia de Dios y rel ig iones
Los quinientos y e l mundo se parecen.
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LA SOÑADORA
O D A
L e í d a p o r J o s é Z a m o r a , á n o m b r e d e s u a u t o r , e n e l b e n e f i c i o
d e M a r í a S e r v l n
Pueblo: tú que prorrumpes en g igantes
Himnos de admiración y de entus iasmo
Ante el arte y lo bello;
T ú , de cuya alma toma
La vestal de la gloria y de la fama
Fuego para encender á su destel lo
De una lámpara míst ica la l lama;
T ú , que eres soñador y eres artista,
Lo mismo entre la paz que entre la lucha,
Prepara una guirnalda de tus f lores
Más queridas y. . . escucha.
Era una cuna, un lecho entretej ido
De gasas y jazmines. . .
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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Pequeño, vaporoso, recogido. . .
Una forma de nido
Como esos que se ven en los jardines.
Y en ese nido columpiado al aire
Con el vaivén arrullador del viento,
Era una n iña hermosa que soñaba
Con yo no sé qué blanco pensamiento;
Una n iña inocente que dormía
Entre los chales de su t ibia cuna,
Como una de esas hadas misteriosas
Que f ingen las t inieblas y la luna
Entre el húmedo cál iz de las rosas;
Virgen de amor en cuya casta frente
El so l de lo inmortal resplandecía
Majestuoso y ardiente,
Con su rayo de luz grabando en el la
Esa chispa radiosa que, más tarde,
Ante el sepulcro abierto se alza estrel la
Y en la
vía-láctea
de los genios arde.
Y la noche era negra, era una noche
Que f lotaba impalpable como un velo
Prendido en las montañas,
Sin la luz de un zig-zag entre las sombras
Ni la luz de un cocuyo entre las cañas;
Negro y basto ropaje
Que cobi jaba al átomo del mundo
Como al grano de arena el oleaje,
Quedando aquel la niña en el vacío
De las t inieblas , escondida y so la ,
Como queda la gota de rocío
Cuando cierra la brisa una corola. . .
Mas de pronto la curva de los cielos
Recogió su g igante vest idura,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Y libre de los pál idos fantasmas,
Que rodaban informes en la altura,
El aire se cubrió de resplandores
Que se acercaron t ibios y temblantes ,
Circu yend o la f re ate de la niñ a
Como un laure l inmenso de d iamantes ;
Y entonces una voz cuya candencia
Sonaba arrulladora
Como el canto de amores de la virgen,
Se oyó que repetía
En su dulce cascada de gorgeos:
—Duérmete , v ida mía ,
Gozando con la luz y la poesía
De la región que pueblan tus deseos . . .
Duérmete, f lor del arte,
Á la que el beso de las auras mece. . .
Duérmete. . . y cuando venga á despertarte
La voz de tu destino,
Y o ,
el ángel de tu cuna,
Regaré de perfumes y de galas
La áspera cumbre que tu genio adora,
Y á donde t ienden las inmensas a las
Tu ambición y tu fe de soñadora.
Dijo la voz: y la corona ardiente
E nsa ncha ndo su cerco l um i no so
De estrel las inmortales,
Se perdió en los lejanos horizontes,
Mezclada con el fuego de la aurora
Que asomaba su luz tras de los montes.
Después, aquel la niña
Despertó de su mágico letargo,
Y emprendiendo e l camino
De la jornada que á la gloria l leva
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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Entre el dolor y e l desal iento amargo,
El mundo la miró sobre el proscenio
Arrancando un laurel á su dest ino
Y esculpiendo su busto peregrino
Sebre el augusto pedestal del genio.
Blanca y t ierna paloma
Que hasta el templo del arte alzó las alas
Para robar al arte sus secretos,
Descendiendo después sonriente y be l la
Entre el aplauso universal de un mundo
Lleno de amor y admiración por el la.
Por el la, que eres tú, la que hoy recojes
E l ideal de ta s sue ños in ían t i les
Entre el incienso embriagador del triunfo. . .
Por t i que haces sa l ir entusiasmado
El corazón del pueblo que hoy arranca
La cadencia más dulce y más sent ida
Del arpa de su gloria,
Para arrojarla con su ñor más blanca
Sobre el gigante altar de t'u victoria.
Por el la, que eres tú, la más querida
Esperanza de Méjico , la v irgen
Á qu ien el poi ven ir desd e la cu na
Prometiera su espléndida guirnalda,
Y que hoy v iene el rumor de las conquistas
Que tu celeste inspiración abona
Á ceñir tu frente esa corona
Que hace iguales á Dios y á los artistas.
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OBLACIÓN
A L O S M U E R T O S D E L A S O C I E D A D F I L O I Á T R I C A
Cuando la aurora enciende las montañas,
Y el águi la que duerme
Se siente acariciada por sus besos,
El águila se agita entre las rocas
De su salvaje y sol i tario nido,
Tiende la vista al cielo
Dominio de su empuje soberano ,
Y desatando el poderoso vuelo ,
Cruza la selva el l lano,
- D el l lano se levanta hasta las cum bres
Que la extensión corona,
Y allí , fuerte y robusta,
En pie sobre la nieve y el granito,
Se alza de nuevo y sube hasta que incrusta,
Sus formas de gigante en lo infinito.
Cuando el sol de la gloria,
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Surt iendo en el espacio- intel igencia
Baña á un niño en su luz, el niño se alza
Sobre el desierto oscuro de la vida;
Y guiado por la fe que en su conciencia
Lleva como una lámpara encendida ,
Desterrado del cielo sobre el mundo
Y entreviendo su patria
A través de la bruma de su ensueño,
¡áe lanza de su ensueño por la vía,
Dejando al confundirse con la nada,
De su carrera de astros como huel las,
Las letras de su nombre,
Que son como las mágicas estrel las
Que bri l lan al crepúsculo del hombre.
Letras que al proyectar sobre la tumba
Sus luces inmortales ,
Son la más grande historia
Que pudiera grabar en sus anales
La virgen soberana de la gloria.
En la cuna de aquel los
Que hoy t ienen nuestras a lmas por santuario ,
Y por incienso, el de las rosas blancas
Que nacen en los bordes del osario,
También surgió con su fulgor de aurora
La chispa de la idea, también el los
Sintieron palpitar sobre su frente
Los ósculos de ese ángel que en la noche
Baja á inspirar sus sueños al creyente. . .
Sueños blandos y dulces , como todos
Los que su ánfora encierra
Y que a l fundirse con el hombre, lo hacen
La encarnación de Dios sobre la t ierra.
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6 4
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
El ideal de sus almas, el que en el los
Infiltraba la luz de sus caricias,
Era el amor bajo la doble forma
Del espacio y del mundo,
Del mundo, en la expresión de sus dolores
Marcados por la faz de un moribundo,
Y del espacio, como la hostia blanca
En donde ocul ta su div ina esencia ,
Ese Cristo del pobre y del que sufre,
Que se l lama la ciencia.
Y esa f ué su visió n, esa la d oble
Senda en que div idieron el camino,
Señalado en su afán supremo y noble
Por la sonrisa de ángel del destino,
Esa la ardiente cima en que se alzaron
Pensad ores y apóstoles á un t iem po,
Buscando la verdad mientras vert ían
La miel de sus virtuosos corazones. . .
Iguales á esas nubes que se lanzan
Tras la huella del sol por el vacío,
Derramando á la vez sobre la t ierra
Las caricias de amor de su rocío.
Y así fueron en tanto que la vida
Latió bajo de sus cráneos;
Fe y corazón, estrel las y perfumes;
Subl ime dual idad de una a lma misma
Que en dist inta región alzando el vuelo ,
Arriba, era la forma de la idea,
[Y abajo, era la forma del consuelo
Así fueron. . . constante sacrif icio
Sobre el altar del bien, mártires prontos
A morir por sus creencias en el ara
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De la impiadada suerte:
Grupo de caridad que aparecía
Fie l en cumpl ir su augusto pensamiento
Donde quiera que hal laba un sufrimiento ,
|0 el buitre de la muerte se mecía . . .
Y cuando l lenos de ese santo orgullo
Que la virtud derrama en la conciencia,
Tocaban ya la cumbre bri l ladora
De su v is ión querida,
]La vida los dejó . . . pero las frases
Que al dolor arrancaron con su muerte,
Fueron bajo el destel lo sacrosanto
Que irradiaba al fulgor de su memoria,
Las primeras estrofas de ese canto
Qus hoy los arrulla en su mansión de gloria.
Al l í duermen, y a l l í como un perfume
Se alzan las bendiciones por la noche,
Flores del corazón que agradecidas
Bajo el ojo de Dios abren su broche:
Al l í duermen, y a l l í los que en el mundo
Les d i j imos hermanos ,
Deposi tando la oblación senci l la
De nuestro amor, hacemos de sus nombres
El gri to de entusiasmo que en la lucha
Dará al cobarde animación y brío;
Y del radioso albor de su recuerdo
Un astro suspendido en el vacío ,
Que será en los instantes de la prueba,
Cuando el cansancio nuestra frente amague,
La antorcha s ideral en donde el a lma
Encenderá su fe cuando se apague .
4
1^T ~_ »
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RASGO DE BUEN HUMOR
¿Y qué? ¿Será posible que nosotros
Tanto amemos la gloria y sus fulgores,
La ciencia y sus placeres,
Que olv idemos por eso ios amores ,
Y más que los amores, las mujeres?
¿Seremos tan ridículos y necios
Que por no darle celos á la ciencia,
No hablemos de los ojos de Dolores ,
De la dulce sonrisa de Clemencia,
Y de aquella que, t ierna y seductora,
Aún no hace un cuarto de hora todavía ,
Con su boca de aurora,
«No te vayas tan pronto,» ¿nos decía?
¿Seremos tan ingratos y tan crueles,
Y tan duros y esquivos con las bel las,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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Que no a lcemos la copa
Brindando á la salud de todas el las?
Y o ,
á lo menos por mi, protesto y juro
Que si al irme trepando en la escalera
Que á la gloria encamina,
La gloria me dijera:
—Sube, que aquí te espera
La que tanto te halaga y te fascina;
Y á la vez una chica me gritara:
—Baje usted, que lo aguardo aquí en la esquina,
Lo juro, lo protesto y lo repito,
Si sucediera semejante historia,
A riesgo de pasar por un bendito,
Primero iba á la esquina que á la gloria.
Porque será muy tonto
Cambiar una corona por un beso;
Mas como yo de sabio no presumo,
Me atengo á lo que soy, de carne y hueso,
Y prefiero los besos y no el humo,
Que al fin, al fin, la gloria no es más que eso.
Por lo demás, señores,
¿Quién será aquel que al ir para la escuela
Con su libro de texto bajo el brazo,
No se olvidó de Lucio ó de Robredo
Por seguir, paso á paso,
A alguna que nos hizo con el dedo
Una seña de amor, así . . . al acaso?
¿O bien, que aprovechando la sordera
De la obesa mamá que la acompaña ,
Nos dice:—¡No me s igas
Porque mamá me pega y me regaña?
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68 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
¿Y quién no ha consent ido
En separarse del objeto amado
Con tal de no mirarlo contundido?
¿Quién será aquél , en f in, que no ha sentiJo
Latir su corazón enamorado,
Y á quién, más que el café , no ha desvelado
E l
café
de no ser correspondido?
• Al aire, pues, señores,
Lancemos nuestros hurras por las bel las ,
Por sus gracias, sus chistes, sus amores,
Sus perros y sus gatos y sus flores
Y cuanto t iene relación con el las.
Al aire nuestros hurras
De las criaturas por el ser divino,
Por la mitad del hombre,
Por e l género humano femenino .
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E N E L T E R C E R A N I V E R S A R I O
D E L A
S O C I E D A D P I L O I A T R I C A Y D E B E N E F I C E N C I A
Falange de soñadores
Que de tu del irio en pos.
Marchas entre los negrores
De la vida á los fulgores
Que en tu alma refleja Dios.
Juventud grande y ardiente
Que á la luz que centel lea
Tu porvenir esplendente,
Muestras ceñida la frente
Con el laurel de la idea.
T u , que l levando cont igo
Cuanto hay de noble y humano
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Al que miras sin abrigo,
En vez del nombre de amigo
Le das e l nombre de hermano .
T ú, que s iguiendo la huel la
Qué á tu conciencia se ajusta ,
Has atesorado en el la
La virtud que te hace bel la,
Y el saber que te hace augusta.
No cejes en tu camino
Aunque e l des t ino te mande
Luto y penas de cont inuo,
Que si es muy fuerte el destino
Tú también eres muy grande.
Y si en tu alma de inspirada
Hay fuerza y valor de sobra
Para concluir la jornada,
Ya que tu obra está empezada,
Juventud, completa tu obra.
Sigue, sigue tras el vuelo
De esa v irgen cuyo encanto
Forma tu v ida y tu anhelo;
Sigue tu marcha hacia el c ie lo
De tus del irios, y en tanto,
Recibe de quien te admira
Proclamando tus v ictorias ,
Los acentos de una l ira
Que con tus glorias se inspira.
Porque hace suyas tus glorias.
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LAGRIMAS
A L A M E M O R I A D E M I P A D R E
Q u u m s u b i t i l l i u s tr i f t i s i i n a n o c t i s i m a g o
Q u a e m i h i s u p r e m u m t e m p u s i n u r b e f u i t :
Q u u m r e p e t o n o c t e m , q u a t o t m i h i c a r a r e l i q u i ,
L a b i t u r e x o c u l i s n u n c q u o q u e g u t t a m e i s .
Ovidio.—Elegia III.
Aún era yo muy niño, cuando un día ,
Cogiendo mi cabeza entre sus manos
Y l lorando á la vez que me veía
« ¡Adiós [ Adiós » me dijo;
« De sde este instan te un horizonte nu ev o
Se presenta á tus ojos;
Vas á buscar la fuente
Donde apagar la sed que te devora;
Marcha. . . y cuando mañana
Al mal que aún no conoces
Ofrezcas de tu l lanto las primicias,
Ten valor y esperanza,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Anima el paso tardo,
Y mientras l lega de tu vuelta la hora,
Ama un poco á tu padre que te adora,
Y ten valor y.. . marcha.. . yo te aguardo.»
Así me di jo , y confundiendo en uno
Su sol lozo y el mío,
Me dio un beso en la frente.
Sus brazos me estrecharon. . .
Y.después. . . á los pál idos reflejos
Del so l que en el crepúsculo se hundía
Sólo v i una ciudad que se perdía
Con mi cuna y mis padres á lo lejos .
El v iento de la noche
Saturado de arrullos y de esencias,
Soplaba en mi redor, tranquilo y dulce
Como al iento de niño;
Tal vez l levando en sus l igeras alas
Con la t ibia embriaguez de sus aromas,
El acento fugaz y enamorado
Del s i lencio beso de mi madre
Sobre del blanco lecho abandonado. . .
Las campanas d i s tantes repet ían
El toque de oraciones. . . una estrel la
Apareció en el seno de una nube;
Tres de mi obscura huel la
La inmensidad se alzaba. . .
Yo entonces me detuve ,
Y haciendo estremecer el inf ini to
De mi dolor supremo con el grito:
«Adiós, mi santo hogar, exclamé l lorando;
«¡Adiós, hogar bendito,
En cuyo seno viven los recuerdos
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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Más queridos de mi a lma. . .
Pedazo de ese azul en donde anidan
Mis i lus iones candidas de niño. . .
iQuién sabe si mis ojos
No volverán á verte. . .
| Q uién sabe si ho y te e nv ío
El adiós de la muerte. . .
Mas si el destino rudo
Ha de darme el morir bajo tu techo,
Si el ave de la selva
Ha de plegar las alas en su nido,
¡Guáidame mi tesoro hasta que vuelva »
Las lágrimas brotaron
A mis hinchados párpados. . . las sombras
Espesas y agrupadas de repente
Se abrieron de los astros á la huella.. .
Cruzó una luz por lo alto, alcé la frente,
El cielo era una página y en el la
Vi esta cifra:—¡Detente
Detente. . . y á mi oído
Llegó como un arrul lo de paloma
La nota de un gemido,
Algo como un suspiro de la noche
Rompiendo de l s i l enc io la honda ca lma. . .
Algo como la queja
De una alma para otra alma.. . .
Algo como el adiós con que los muertos ,
Del amor al esfuerzo soberano,
Saludan desde el fondo de sus tumbas
Al recuerdo lejano.
Al despertar de aquel supremo instante
De letargo sombrío,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
La noche de la ausencia desplegaba
Su impenetrable velo ,
Sus sombras sin estrel las,
Su atmósfera de hielo. . .
Esa odiosa ceguez en que el ausente
Proscrito del cariño,
Cumple con su dest ierro, suspirando
Por sus recuerdos v írgenes de niño;
Ese inmenso dolor que hace del a lma
En el terrible y solitario viaje,
Un árido desierto
En donde es un miraje cada punto
Y en donde es un amor cada miraje. . .
Y así de la ampol leta de mi v ida
Se desl izaban las eternas horas
Sobre mi frente must ia y abat ida,
Sonando al extenderse en lontananza,
Como una dulce estrofa desprendida
Del arpa celestial de la esperanza;
Así , cuando una vez, en el instante
En que la blanca ñor de mi del ir io
Desplegada en los aires su capullo;
Cuando mi muerta fe se estremecía
Bajo sus ropas fúnebres de duelo ,
Al ver flotando en el azul del cielo
El alma de mi hogar sobre la mía;
Cuando iba ya á sonar para mis ojos
La úl t ima hora de l lanto ,
Y se cambiaba en música de sa lve
La música elegiaca de mi canto;
^ M i corazón co m o la f lor ma rchita
Que se abre á las sonrisas de la aurora
Esperando la v ida de sus rayos,
También se abrió. . . para plegar su broche,
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Á las caricias del amor abierto,
Encerrando en el fondo de su noche
¡Las caricias de un muerto . . .
En el espacio blanco y encendido
Por los trémulos rayos de la luna,
Yo vi asomar su sombra. . .
La gasa del sepulcro lo envolvía
Con sus espesos pl iegues . . .
En su frente espectral se dibujaba
Una aureola de angust ia , lo que di jo
Se perd ió en la reg ión do nd e flotaba.. .
Su mano me bendi jo . . .
Su pecho sol lozaba. . .
La sombra se e levó como la niebla
Que en la mañana se a lza de los campos;
Cerré los ojos suspirando, y luego. . .
Oí un adiós en la profunda calma
De aquel la inmens idad muda y tranqui la ,
Y al levantar de nuevo la pupi la
¡El cielo estaba negro como mi almal
En el reloj terrible
Donde cada dolor marca su instante,
El dest ino inf lexible
Señalaba la cifra palpitante
De aquel la hora imposible;
Hora tri ste en que el int imo santuario
De mis sueños de g loria ,
Vio
su altar solitario,
Convert ido un sol en tenebrario ,
Y su cul to en memoria . . .
Hora negra en que la urna consagra
Para envolverte, ¡oh, padre
Del cariño en la esencia perfumada,
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Fué un sepulcro sombrío
Donde sólo dejaste tu recuerdo
Para hacer más inmenso su vacío .
¡Padre. . . perdón porque te amaba tanto,
Que en el orgullo de mi amor creía
Darte en él un escudo
¡Perdón porque luché contra la suerte,
Y desprenderme de tus brazos pudo
¡Perdón porque á tu muerte
Le arrebaté mis últ imas caricias
Y te dejé morir s in que rompiendo
Mi alma los densos nublos de la ausencia ,
Fuera á unirse en un beso con la tuya
Y á escuchar tu postrera confidencia
Sobre la blanca cuna en que de niño
Me adurmieron los cantos de la noche,
El cielo azul flotaba,
Y s iempre que mis párpados se abrían,
Siempre hal lé en ese cielo dos estrel las
Qué al verme desde al l í se sonreían;
Mañana que mis ojos
Se a lcen de nuevo hacia el espacio umbrío
Que se mece fugaz sobre mi cuna,
Tú sabes, padre mío,
Que sobre aquel la cuna hay un vacío ,
Que de esas dos estrel las me falta una.
Caíste.. . de los l ibros de la noche
Yo no teugo la ciencia ni la clave;
En la tumba en que duermes
Yo no sé si el amor t iene cabida. . .
Yo no sé si el sepulcro
Puede amar á la vida;
Pero en la densa obscuridad que envuelve
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Mi corazón para sufrir cobarde,
Yo sé que ex i s te e l germen de una hoguera '
Que á tu memoria se estremece y arde. . .
Yo sé que es e l más dulce de los nombres
El nombre que te doy cuando te l lamo,
Y que en la rel ig ión de mis recuerdos
Tú eres el dios que amo.
Caíste. . . de tu abismo impenetrable
La he lada nie bla arroja /
Su negra proyección sobre mi frente, '
Crepúsculo que avanza'
1
Derramando en el aire trasparente
Las sombras de una noche s in oriente
Y el capuz de un dolor sin esperanza.
Padre. . . duérmete. . . mi a lma estremecida
Te manda su cantar y sus adioses;
V ue la ha cia tí , y flotando
Sobre la piedra fúnebre que sel la
Tu huesa sol i taria,
Mi amor la enciende, y sobre t í , sobre el la,
En la noche sin f in de tu sepulcro
Mi alma será una estrel la,
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A L A U R A
Yo te lo digo, Laura. . . quien encierra
Valor para romper el yugo necio
De las preocupaciones de la t ierra.
Quien sabe responder con el desprecio
A los que, amigos del anacronismo,
Defienden el pasado á cualquier precio.
Quien sacudiendo todo despot ismo
A ninguno somete su conciencia
Y se basta a l pensar consigo mismo.
Quien no busca más luz en la existencia
Que la luz que desprende de su foco
El so l de la verdad y la expei iencia ,
Quien ha sabido en este mundo loco
Encontrar el disfraz más conveniente
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Para encubrir de nuestro ser lo poco.
Quien al amor de su entusiasmo s iente
Que algo como una luz desconocida
Baja á imprimir un ósculo en su frente.
Quien t iene un corazón en donde anida
El genio á cuya voz se cubre en f lores
La paramal tristeza de la vida;
Y un ser al que combaten los dolores
Y esa noble ambición que pertenece
Al mundo de las a lmas superiores;
Culpable es, y su l ira no merece
Si debiendo cantar, rompe su l ira
Y s i l enc ioso y mudo permanece .
Porque es una tri st í s ima mentira
Ver cal lado al zentzontle y apagado
El t ibio sol que en nuestro cielo gira;
O ver el broche de la flor cerrado
Cuando la blanca luz de la mañana
Derrama sus caricias en el prado.
Que indigno es de la gloria soberana,
Quien siendo l ibre para alzar el vuelo,
Al ensayar el vuelo se amilana.
Y tu, que a l ientas ese noble anhelo ,
Mal harás si hasta el cielo no te elevas
Para arrancar una corona al cielo.. .
Álzate, pues, si en tu interior aún l levas
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El germen de ese afán que pensar te hace
En nuevos goces y del ic ias nuevas.
Sueña, ya que soñar te satisface
Y que es para tu pecho una alegría
Cada i lusión que en tu cerebro nace.
Forja un mundo en tu ardiente fantasía ,
Ya que encuentras placer y te recreas
En viv ir del irando noche y día .
Alcanza hasta la c ima que deseas ,
Mas cuando bajes de esa cima al mundo
Refiérenos a l menos lo que veas .
Pues será un egoísmo s in segundo,
Que quien sabe sent ir como tú s ientes
Se envuelva en un s i lencio tan profundo.
Haz incl inar ante tu voz las frentes,
Y que resuene á tu canción unido
El general aplauso de las gentes.
Que tu nombre do quiera repet ido,
Resplandeciente en sus laureles sea
Quien salve tu memoria del o lv ido;
Y que la t ierra en tus pupilas lea
La leyenda de una alma consagrada
Al sacerdocio augusto de la idea.
Sí , Laura. . . que tus labios de inspirada
Nos repi tan la queja misteriosa
Que te dice la alondra enamorada;
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Que tu l ira tranquila y armoniosa
Nos haga conocer lo que murmura
Cuando entreabre sus pétalos la rosa;
Que oigamos en tu acento la tristura
De la paloma que se ocul ta y canta
Desde el fondo sin luz de la espesura;
O bien el grito que en su ardor levanta
El so ldado del pueblo , que á la muerte
Envuel to en su bandera se adelanta .
Sí, Laura.. . que tu espíritu despierte
Para cumpl ir con su misión subl ime,
Y que hal lemos en t í á la mujer fuerte
Que del oscurant ismo se redime.
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, S A L V E
E N U N O S P R E M I O S
Hoy que radiante de v ida,
De ensueños y de placer,
Vienes , juventud querida ,
A palpar estremecida
Tus i lusiones de ayer.
Hoy que la g loria sonriente
Que con sus gracias te atrajo,
Te acaricia dulcemente,
Ciñendo sobre tu frente
Las coronas del trabajo.
Hoy que á la luz que destel la
La estrel la de la victoria
Sobre tu empezada huel la ,
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O B R A S D E M A N D E L A C U Ñ A
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Ves surgir al cabo de ella
Todo un porvenir de gloria;
Gózate mientras agite
Tu noble a lma la emoción,
Y entre tus goces , permite
Que á tus plantas deposi te
Mi lira y mi corazón.
Y mañana que á seguir
Tus pasos vuelvas tr iunfante,
Recuerda hasta sucumbir
Que el lema del porvenir
Es marchar s iempre adelante.
Y graba un tu pensamiento
Si tu valor se rebaja
Porque se agote tu al iento,
Que en el tal ler del talento
Quien triunfa es el que trabaja.
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» J C» » J C» O G= C° O
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A tí , niña, la voz del sentimiento,
La palabra dulcísima y serena. . .
Que me has hecho al arrul lo de tu acento ,
Olvidar este eterno sufrimiento
Al que Dios ó la suerte me condena.
]A tí . . . la blanca estrella, á la que debo
La luz de un rayo de i lusión y calma,
Yo que hace tanto t iempo que no l levo
Más que luto y t inieblas en el a lma
A tí . . . la que te l lamas mensajera
De un porvenir de ensueños y de gloria
Que mi espíritu muerto ya no espera. . .
La dulce golondrina, la que me hablas
De una mañana y de una pr imavera ,
En medio de es tas brumas inverna les ,
Y en medio de estos ásperos breñales
Que ya no brotan ni una f lor siquiera.
G R A C I A S
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¡Gracias... si tú no sab es ni ad ivin as
La suprema ventura que se s iente
Cuando de la corona de la frente
Viene a lguien á qui tarnos las espinas;
Si ignoras lo que vale
Una frase de amor y de consuelo
Para aquel que suspira sin un cielo
Que guarde el ¡ay que de su pecho sale;
Yo no, que acostumbrado
A l lorar mis dolores siempre solo
Y en el fondo de mi alma retirado,
Y o ,
niña, he comprendido que no hay queja
Como la queja que respuesta no hal la,
Que no hay pesar como el pesar oculto,
Que no hay dolor como el dolor que cal la,
Y que triste el l lorar, agobia menos
La calcinante lágrima que rueda,
Cuando una mano cariñosa enjuga
La que temblando en las pestañas queda.
¡Sí, niña de sde ahora
Ya al sufrimiento no seré cobarde,
Ni me hará estremecer aterradora
La l legada, trist ísim a de esa hora
Que empieza en las t inieblas de la tarde;
Te tengo á t í . . . la que á mi lado vienes
Cuando el consuelo de tu voz reclamo.. .
La que me das tus brazos y tu abrigo,
La que sufres conmigo si yo sufro,
La que al verme l lorar l loras conmigo. . .
¡Gracias y si algún día,
Cuando tu pecho al desengaño abras,
Llegas á padecer esta agonía
Y esta negra y letal melancolía
Que tanto han endulzado tus palabras,
Si alguna vez te miras en el mundo
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Sola y abandonada á tu congoja,
Sin encontrar en tu dolor profundo
Quien tus cal ladas lágrimas recoja;
Llámame entonces , y á tu blando lecho,
Mientras que tú dormitas y descansas
Yo iré á velar tranquilo y satisfecho
Y á encender en el fondo de tu pecho
La estrel la de las dulces esperanzas;
Llámame. . . y cuando en vano
Tiendas la v ista en tu redor sombrío ,
Yo iré á l levarte en el consuelo mío
Los besos y e l cariño de un hermano.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
http://slidepdf.com/reader/full/acunamanuel-obras-de 99/319
P O R E S O
Porque eres buena, inocente
Como un sueño de doncel la ,
Porque eres candida y bel la
Como un nectario naciente,
Porque en tus ojos asoma
Con un dulcís imo encanto ,
Todo lo hermoso y lo santo
Del a lma de una pa loma,
Porque eres toda una esencia
De cast idad y consuelo ,
Porque tu alma es todo un cielo
De ternura y de inocencia,
Porque al sol de tus virtudes
Se mira en tí realizado
El ideal vago y soñado
De todas las juventudes;
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Por eso, niña hechicera,
Te adoro en mi loco exceso;
Por eso te amo, y por eso
Te he dado mi vida entera;
Por eso á tu luz se inspira
La fe de mi amor subl ime;
¡Por eso solloza y gime
Como un corazón mi l ira
Por eso cuando te evoca
Mi afán en tus embelesos ,
Siento que un mundo de besos
Palpita sobre mi boca;
Y por eso entre la calma
De mi existencia sombría ,
Mi amor no anhela más d ía
Que el que una mi a lma con tu a lma,
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^ p 5 0 — s
" ~ u ¡ — — U T - S U — S ^ - ^ ^ ^ ^ S T U — S U
U i — U í —
U 2
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M I S T E R I O
Si tu alma pura es un broche
Que para abrirse á la vida
Quiere la calma adormida
De las sombras de la noche.
Si buscas como un abrigo
Lo más tranqui lo y espeso ,
Para que tu a lma y tu beso
Se encuentren so lo conmigo .
Y s i temiendo en tus huel las
Testigos de tus amores,
No quieres ver más que flores,
Más que montañas y estrel las;
Yo sé muchas grutas , y una
Donde podrás en tu anhelo ,
Ver un pedazo de cielo
Cuando aparezca la luna,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Donde á tu t ímido o ído
No l legarán otros sones
Que las tranqui las canciones
De algún ruiseñor perdido.
Donde á tu mágico acento
Y estremecido y de hinojos ,
Veré abrirse ante mis ojos
Los mundos de l sent imiento .
Y donde tu a lma y la mía,
Como una sola estrechadas,
Se adormirán embriagadas
De amor y melancol ía .
Ven á esa gruta, y en el la
Yo te diré mis desvelos,
Hasta que se hunda en los c ie los
La luz de la última estrella,
Y antes que el ave temprana
Su alegre vuelo levante
Y entre los á lamos cante
La vuel ta de la mañana,
Yo te volveré al abrigo
De tu estancia encantadora,
Donde al recuerdo de esa hora
Vendrás asonar conmigo . . .
Mientras que yo en el exceso
De la pasión que me inspiras
Iré á soñar que me miras,
E iré á soñar que te beso.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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T¡C T¡T T¡T ~ ¡ \ ' /¡C 7¡T s\\ /¡C T¡C /¡ ^ 7'¡\
E S P E R A N Z A
Mi alma, la pobre mártir
De mis ensueños dulces y queridos ,
La viajera del cielo, que caminas
Con la luz de un del irio ante los ojos,
No encontrando á tu paso más que abrojos
Ni s int iendo en tu frente más que espinas;
Sacude y deja el luto
Con que la sombra del dolor te envuelve,
Y olvidando el gemir de tus cantares
Deja la tumba y á la v ida vuelve.
Depon y arroja el duelo
De tu tristeza funeral y yerta,
Y ante la luz que asoma por el cielo
En su rayo de amor y de consuelo ,
Saluda al porvenir que te despierta.
Transforma en sol la luna
De tus noches eternas y sombrías;
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Renueva las sonrisas que en la cuna
Para hablar con los ángeles tenías;
Y abrigando otra vez bajo tu cielo,
De tus horas de niña la confianza,
Diles tu t \ l t imo adiós á los dolores,
Y engalana de nuevo con tus f lores
Las ruinas del altar de tu esperanza.
Ya es hora de que alt ivas
Tus a las surquen el azul como antes ,
Ya es hora de que vivas,
Ya es hora de que cantes;
Ya es hora de que enciendas en el ara
La blanca luz de las antorchas muertas,
Y de que abras tu templo á la que v iene
En nombre del amor ante sus puertas .
Bajo el espeso y pál ido nublado
Que enluta de tu frente la agonía,
Aún te es dado que sueñes , y aún te es dado
Vivir para tus sueños todavía. . .
Te lo dice su voz, la de aquel ángel
.Cuya memoria celest ial y blanca
Es el solo entre todos tus recuerdos .
Que ni quejas ni lágrimas te arranca. . .
Su voz dulce y bendita
Que cuando tu dolor aún era niño,
Bajaba entre tus cánticos de muerte,
Mensajera de amor á prometerte
La redención augusta del cariño. . .
Y yo la he visto, ¡mi almal desgarrando
Del manto de la bruma el negro broche
Y encendiendo á la luz de su mirada,
Esas dulces estrel las de la noche
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
9 3
Que anuncian la a lborada. . .
Yo he sent ido e l pertume vo luptuoso
Del crespón virginal que la envolvía ,
Y he sent ido sus besos , y he sent ido
Que al acercarse á mí se estremecía. . .
|S i , mi pobre cadáver, desenvuelve
Los pl iegues del sudario que te cubre
Levántate, y no caves
Tu propia tumba en un dolor eterno . . .
La vuelta de las aves
Te anuncia ya que terminó el invierno:
Saluda al sol querido
Que en el Levante de tu amor asoma,
Y ya que tu paloma vuelve a l nido,
Reconstruyele e l nido á tu paloma.
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R E SIG N AC EON
A...
|S in lágrimas, s in quejas ,
Sin decirlas adiós, sin un sol lozo
Cumplamos hasta lo úl t imo. . . la suerte
Nos trajo aquí con el objeto mismo,
Los dos venimos á enterrar el alma
Bajo la losa del escepticismo.
Sin lágrimas. . . las lágrimas no pueden
Devolver á un cadáver la existencia;
Que caigan nuestras ñores y que rueden,
Pero al rodar, siquiera que nos queden
Seca la vista y firme la conciencia.
¡Ya lo ves para tu alm a y para m i alm a
Los espacios y el mundo están desiertos. . .
Los dos hemos conclu ido ,
Y de tristeza y afl icción cubiertos,
Ya no somos a l f in s ino dos muertos
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
95
Que buscan la mortaja del olvido.
Niños y soñadores cuando apenas
De dejar acabábamos la cuna,
Y nuestras vidas al dolor ajenas
Se desl izaban dulces y serenas
Como el ala de un cisne en la laguna;
Cuando la aurora del primer cariño
Aún no asomaba á recoger el velo
Que la ignorancia v irginal del niño
Extiende entre sus párpados y e l c ie lo ,
Tu alma como la mía,
En su reloj adelantando la hora
Y en sus t inieblas encendiendo el día ,
Vieron un panorama que se abría
Bajo el beso y la luz de aquella aurora;
Y sintiendo al mirar ese paisaje
Las alas de un esfuerzo soberano,
Temprano las abrimos , y t emprano
Nos trajeron al término del viaje.
Le dimos á la t ierra
Los t intes del amor y de la rosa;
A nuestro huerto nidos y cantares,
A nuestro cielo pájaros y estrel las;
Agotamos las f lores del camino
Para formar con el las
Una corona al ángel del destino. . ."
Y hoy en medio del tr i ste desacuerdo
De tanta f lor agonizante ó muerta,
Ya sólo se alza pál ida y desierta
La f lor envenenada del recuerdo.
Del l ibro de la vida
La que escribimos hoy es la úl t ima hoja . .
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96
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Cerrémoslo en seguida,
Y en el sepulcro de la fé perdida
Enterremos también nuestra congoja .
Y ya que el c ie lo nos concede que este
De nuestros males el postrero sea,
Para que el alma á descansar se apreste,
Aunque la úl t ima lágrima nos cueste ,
Cumplamos hasta el f in con la tarea.
Y después cuando al ángel del o lv ido
Hayamos entregado estas cenizas
Que guardan el recuerdo adolorido
De tantas i lus iones hechas trizas
Y de tanto placer desvanecido,
Dejemos los espacios y volvamos
A la tranquila vida de la tierra,
Ya que la noche del dolor temprana
Se avanza hasta nosotros y nos cierra
Los dulces horizontes del mañana.
Dejemos los espacios, ó si quieres
Que hagamos, ensayando nuestro a l iento ,
Un nuevo viaje á esa región bendita
Cuyo sólo recuerdo resucita
Al cadáver del a lma al sent imiento .
L a ncém o no s en t o nces á e se m undo
En donde todo es sombras y vacío ,
Hagamos una luna de l recuerdo
Si el sol de nuestro amor está ya frío;
Volemos, si tu quieres,
Al fondo de esas mágicas regiones ,
Y f ingiendo esperanzas é i lusiones,
Rompamos e l sepulcro , y l evantando
Nuestro atrevido y poderoso vuelo ,
Formaremos un cielo entre las sombras,
Y seremos los duendes de ese c ie lo .
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E P I T A L A M I O
A M I Q U E R I D O A M I G O J . M . B A N D E R A
Pues que en tu cielo aún bri l la
la luz de la esperanza,
Pues que en tu mundo aún v ierte
la fé su resplandor,
Poeta , duerme y sueña
mientras que tu a lma avanza
Por esa blanca huel la
que te abre en lontananza
La encarnación bendita
del ángel de tu amor.
Embriagúete la copa
de sueños y ventura
Que acerca hasta tus labios
su mano virginal ,
La misma que en tus horas
inmensas de amargura
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9 8
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Rasgaba de tu noche
la negra vestidura
Para encender en el la
la luz de lo inmortal .
Que lance tu arpa al aire
su acento enamorado;
Que t iemble entre sus cuerdas
tu ardiente corazón,
• Tu afán está cu m pl id o,
tu ensueño real izado:
Ya t iene una ave el nido
que es taba abandonado ,
Ya vuelve a l cul to el templo
cerrado á la i lusión.
Del viaje que á los cielos
tu noble fé emprendiera,
Buscando lo que e l mundo
jamás te pudo dar,
Ceñida de i lus iones
ha vuelto la viajera,
Trayéndote en sus brazos
la dulce compañera
Que tanto reclamaban
los ecos de tu hogar
Piadosa de tu luto,
piadosa de tu duelo ,
Tendió al oir tus quejas
sus alas hacia aquí . . .
|Poetal dale gracias
y fórmale en tu anhelo ,
U n m undo do nde a ca be
por olvidar el cielo,
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O B R A S D E M A N U E L / A C U Ñ A
99
El cie lo venturoso
que abandonó pjpr tí.
Despiértate á la aurora
dichosa de este día
E n qu e por fií i-acaban
tus noches de dolor;
Y en brazos de la] v irgen
que tu i lusión te envía,
Elévate á ese espacio
donde alza su armonía
La voz del infinito,/
del alma y del amor.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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DOS VICTIMAS
¿Se acuerda usted de Juan? de aquel muchacho
De quien le di je á usted
Que eran aquellos cuadros tan bonitos
¿Y el paisajito aquél?
¿Si? pues, señor, ayer por la mañana
Como á eso de las diez,
Se suicidó por celos de su novia;
¿Lo pasará usted á creer?
Yo no pude ir á verle, porque he estado
Muy malo desde ant ier;
Pero Antonio, el que en casa de Jacinta
Nos habló aquella vez,
Cuando por poco mata á usted á palos
El papá de Isabel ,
Dice que estaba el pobre hecho pedazos
Desde el cuel lo á los pies,
Con la lengua de fuera y con los ojos
Volteados al revés;
Que el pavimento estaba ensangrentado,
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OBRAS DE MANUEL ACUNA
101
Manchada la pared,
Y que además del pecho en que tenía
Dos heridas ó tres
Se rasgó la garganta y, según dicen,
La barriga también.
Juzgando por el dicho de los guardas
Y el dueño del hotel ,
El arma con que Juan se
dio
la muerte
Fué un trónchete leonés .
El caso es que en la bolsa del chaleco
Le hal laron un papel
Que, sobre poco más ó menos, dice j
Lo que va usted á ver:
—Para que á nadie acuse de mi muerte
Don Tiburcio Montiel ,
Sépase que me mato, porque quiero
Dejar de padecer. . .
Porque ya estoy cansado de esta v ida
Que tan odiosa me es ,
Y porque ya he bebido hasta las heces
El cáliz de la hiél.
Mi novia Sinforiana se ha casado,
Y esto no puede ser. . .
Un desgraciado menos. . . Pasajero,
¡Ruégale á Dios por él . . .t—
Así dice la carta que yo mismo
Vi en «El Siglo» de ayer,
¿Quién se hubiera pensado hace tres días ,
Figúrese usted, quién,
Que aquel huero tan gordo y colorado,
Que el barbencito aquel ,
Tan cal lado y tan serio, moriría
Pocas horas después. . .?
¿Verdad que nadie? pues el hecho es ese ,
As i como también
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102
\
Que la tal Sinforiana ha derramado
Mil lágrimas por él ,
Pues dice que su esposo el comandante,
So lamente en un mes ,
Le ha dado tres pal izas soberanas
Sin contar la de ayer;
Que l lega por la noche en un estado
Incapaz de embriaguez;
Que sin l levarle el diario le está siempre
Pidiendo que comer,
Y, en f in, que una y mil veces le ha pesado
Haberse ido con él .
La pobrecita está tan apurada
Que ya no hal la qué hacer,
Y según yo la he visto, apostaría
Doscientos contra cien,
A que si dura, durará á lo mucho
¡Hasta fines del mes.. .
Conclusión.—Sinforiana se ha matado.
¿No se lo dije á usted?
O B S A S D E M A N U E L A C U N A
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6
|2)
(^p <S|2) Gj2 S |3 (SjS
E N T O N C E S Y H O Y
Ese era el cuadro que, al romper la noche,
Sus velos de crespón,
Alumbró, atravesando las ventanas,
La tibia luz del sol:
Un techo que acababa de entreabrirse
Para que entrara Dios,
Una lámpara pá l ida y humeante
Bri l lando en un rincón.
Y entre las almas de los dos esposos,
Como un lazo de amor,
Una cuna de mimbres con un n iño
Recien nacido . . .
¡yo
Posadas sobre la áspera cornisa
Todas de dos en dos;
Las golondrinas junto a l pardo nido
Lanzaban su canción.
En tanto que á la puerta de sus jaulas ,
Temblando de dolor,
Mezclaban la torcaza y los zentzontl is
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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104
O B B A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Sus trinos y
SU
V O Z .
La madreselva, alzando entre las rejas
Su tallo trepador,
Enlazaba sus ramas y sus hojas
En grata confusión,
Formando un cort inaje en el que había
Por cada hoja una flor,
En cada f lor una gotita de agua,
Y en cada gota un sol ,
Ref lejo del dulcís imo de entonces
Y'del dol iente de hoy.
Mi madre, la que v ive todavía
Puesto que v ivo yo,
Me arrullaba en sus brazos suspirando
De dicha y de emoción,
Mientras mi padre en el senci l lo exceso
De su inf ini to amor,
Me daba las caricias que más tarde
La ausencia me robó,
Y que á la tumba en donde duerme ahora
A pagarle aún no voy. . .
Forma querida de l amante ensueño
Que embriagaba á los dos,
Yo era en aquel hogar y en aquel día
De encanto y bendición,
Para mi cuna blanca, un inocente,
Para el mundo un dolor,
Y para aquel los corazoues buenos
fUn tercer corazón.. . .
De aquel las horas bendecidas , hace
"Veintitrés años hoy...
Y de aquella mañana á esta, mañana,
De aquel sol á este sol,
Mi hogar se ha retirado de mis ojos,
Se ha hundido mi i lus ión,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 1 05
Y la que t iene al cielo entre sus brazos,
La madre de mi amor,
Ni v iene á despertarme en las mañanas,
Ni está donde yo estoy;
Y en vano trato de que mi harpa rota
Module una canción ,
Y en vano de que el l lanto y sus sol lozos
Dejen de ahogar mi voz. . .
Que solo y frente á todos los recuerdos
De aquel t i empo que huyó ,
Mi a lma es un santuario en cuyas ruinas ,
Sin lámpara y s in Dios ,
Evoco á la esperanza, y la esperanza
Penetra en su interior,
Como en el fondo de un sepulcro ant iguo
Las miradas del sol . . .
*
Bajo el c ie lo que ext iende la existencia
De la cun a al pa nte ón , *
En cada corazón palpi ta un mundo,
Y en cada amor un sol . . .
Bajo el cielo nublado de mi vida
Donde esa luz murió,
¿Qué hará este mundo de los sueños míos?
¿Qué hará mi corazón?
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A L P O E T A M Á R T I R
J U A N D I A Z C O V A R R U B I A S
I
Hoy que de cada laúd
Se eleva un canto á tu muerte,
Con la que supiste hacerte
Un altar del atatid;
Unido á esa juventud
Que tu historia viene á hojear,
Mientras ella alza el cantar
Que en su pecho haces nacer,
Yo también quiero poner
Mi ofrenda sobre tu altar.
I I
En la tumba donde f lota
Tu sombra augusta y querida
Descansa muda y dormida
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 107
La lira de tu alma, rota.. .
De sus cuerdas ya no brota
Ni la patria ni el amor;
Pero en medio del dolor
Que sobre tu losa g ime
Ese s i lencio subl ime,
Ese es tu canto mejor.
n i
Ese es el que se levanta
De la harpa del patriotismo;
Ese s i lencio es lo mismo
Que la l ibertad que canta;
Pues en esa lucha santa
En que te hirió el retroceso,
Al sucumbir bajo el peso
De la que nada respeta ,
Sobre el cadáver del poeta
Se alzó cantando el progreso.
IV
U n m o ns t ruo cuy a m em o r i a
Casi en lo espantoso raya,
El que subió en Tacubaya
Al cadalso de la historia,
Sacrif icando su gloria
Creyó su triunfo más cierto,
Sin ver en sü desacierto
Y en su crueldad olv idando,
Que un labio abierto y cantando
Habla menos que e l de un muerto .
V
De tu ex i s tencia temprana
Tronchó la f lor en capullo,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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108
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Matando en el la al orgullo
De la l ira americana.
Tu inspiración soberana
Rodó ante su infamia v i l ;
Pero tu pluma gent i l
Antes de romper su vuelo ,
Tomó por página el c ie lo
Y escribió
él once de Abril.
V I
La patria á quien en tributo
Tu santa vida ofreciste,
La patria l lora y se viste
Por tu memoria , de luto . . .
Y arrancando el mejor fruto
De su glorioso vergel ,
Te erige un altar y en él,
Corona tu al iento noble
Con la recompensa doble
De la palma y el laurel .
V II
Si tu afán era subir
Y alzarte hasta el infinito,
Ansiando dejar escri to
Tu nombre en el porvenir;
Bien puedes en paz dormir
Bajo tu sepulcro, inerte:
Mientras que la patria al verte
Contempla enorgul lecida,
Que si fué hermosa tu vida,
Fué más hermosa tu muerte .
v i /
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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SONETO
Á MI QUERIDO AMIGO Y MAESTRO MANUEL DOMÍNGUEZ
Sabiendo, como sé, que en esta v ida
Todo es l lanto, tristeza y amargura,
Y que no hay ni siquiera una criatura
Que no lamente una i lusión perdida.
Sabiendo que la dicha apetecida
Es la sombra y no más de una impostura,
Y que la sola aspiración segura
Es la que a l sueño eterno nos convida:
Mi voz no puede levantar su acento
Para desearte, á más de los que t ienes,
Otros años de lucha y sufrimiento;
Pero mi voz te da sus parabienes,
Porque sé que hasta e l ú l t imo momento
Bril lará la honradez sobre tus sienes.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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0 © © © @ © © 0 © © © © © © © © 0 © ©
H I M N O
A L A S O C I E D A D F I L O I A T R I G A
C O R O
Hoy es nuestro cumpleaños ,
hoy es la luz del día,
La misma de aquel día
que nos sintió vivir,
Cuando era nuestra gloria
la niña que nacía,
Cuando era el sol la ciencia,
y el cielo el porvenir.
I
Viajeros de la gloria,
que en fe de vuestra creencia
Buscáis donde á la c iencia
rendir adoración,
Ni os hace fa l ta un templo
teniendo la conciencia ,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
111
Ni os hace falta una arpa
teniendo el corazón.
I I
Que l ibres y tranqui los
se mezclan en el v iento
La t ímida vio leta
y el pálido azahar,
Teniendo en vuestras a lmas
Las flores del talento
Ningunas son más propias
ni dignas de su altar.
n i
Para esa nueva Vesta
que exige del que la ama
Velar constantemente
de su ara junto al pié,
¡Ni antorchas ni perfumes.. .1
soplad sobre la l lama,
Y que jamás se ext inga
la luz de vuestra fé.
IV
Así es como á la c iencia
se deben los cantares,
Así es como á la c iencia
se debe la ovación;
Cambiando para el cul to
del mundo en sus a l tares ,
Al hombre en sacerdote,
Y al l ibro en oración.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
http://slidepdf.com/reader/full/acunamanuel-obras-de 124/319
A N T E U N C A D Á V E R
¡Y bienl aquí estás ya. . . sobre la plancha
Donde el gran horizonte de la c iencia
La extens ión de sus l ími tes ensancha .
Aquí donde la r íg ida experiencia
Viene á dictar las leyes superiores
A que está sometida la existencia.
Aquí donde derrama sus fulgores
Ese astro á cuya luz desaparece
La dist inción de esclavos y señores.
Aquí donde la fábula enmudece
Y la voz de los hechos se levanta
Y la superstición se desvanece.
Aquí donde la c iencia se adelanta
A leer la solución de ese problema
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
http://slidepdf.com/reader/full/acunamanuel-obras-de 125/319
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
113
Cuyo sólo enunciado nos espanta .
Ella que t iene la razón por lema
Y que en tus labios escuchar ansia
La augusta voz de la verdad suprema.
Aquí estás ya. . . tras de la lucha impía
En que romper a l cabo conseguiste
La cárcel que al dolor te retenía.
La luz de tus pupilas ya no existe,
Tu máquina vi ta l descansa inerte
Y á cumplir con su objeto se resiste.
¡Miseria y nada másl dirán al verte
Los que creen que el imperio de la vida
Acaba donde empieza el de la muerte.
Y suponiendo tu mis ión cumpl ida
Se acercarán á t í , y en su mirada
Te mandarán la eterna despedida.
Pero,
¡nol. . . tu misión no está acabada,
Que ni es la nad a el pu nto en que nace mo s, »
Ni e l punto en que morimos es la nada.
Círculo es la existencia , y mal hacemos
Cuando al querer medirla le as ignamos
La cuna y el sepulcro por extremos.
La madre es só lo el molde en que tomamos
Nuestra forma, la forma pasajera
Con que la ingrata v ida atravesamos.
8
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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114
O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Pero ni es esa forma la primera
Que nuestro ser reviste , ni tampoco
Será su úl t ima forma cuando muera.
Tú sin al iento ya, dentro de poco
Volverás á la t ierra y á su seno
Que es de la vida universal el foco.
Y al l í , á la vida en apariencia ajeno,
El poder de la l luvia y del verano
Fecundará de gérmenes tu c i eno .
Y al ascender de la raíz al grano,
Irás del vegetal á ser test igo
En el laboratorio soberano.
Tal vez para volver cambiado en trigo
Al triste hogar donde la triste esposa
Sin encontrar un pan sueña cont igo .
En tanto que las grietas de tu fosa
Ve rán alzarse de su fondo abierto »
La larva convertida en mariposa,
Que en los ensayos de su vuelo incierto
Irá al lecho infel iz de tus amores
A l levarle tus ósculos de muerto .
Y en medio de esos cambios interiores
Tu cráneo l leno de una nueva vida,
En vez de pensamientos dará f lores,
En cuyo cál iz bri l lará escondida
La lágrima, tal vez, con que tu amada
Acompañó al adiós de tu part ida.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
http://slidepdf.com/reader/full/acunamanuel-obras-de 127/319
O B R A S D E M A N D E L A C U Ñ A
115
La tumba es el f inal de la jornada,
Porque en la tumba es donde queda muerta
La l lama en nuestro espíritu encerrada.
Pero en esa mansión á cuya puerta
Se ext ingue nuestro a l iento , hay otro a l iento
Que de nuevo á la vida nos despierta.
All í acaban la fuerza y el talento,
All í acaban los goces y los males,
Al l í acaban la fé y e l sent imiento .
All í acaban los lazos terrenales,
Y mezclados el sabio y el idiota
Se hunden en la región de los iguales .
Pero al l í donde el ánimo se agota
Y perece la máquina, a l l í mismo
El ser que muere es otro ser que brota.
El poderoso y fecundante abismo
Del ant iguo organismo se apodera
Y forma y hace de él otro organismo.
Abandona á la historia just ic iera
Un nombre, s in cuidarse, indi ferente,
De que ese nombre se eternice ó muera.
Él recoje la masa únicamente,
Y cambiando las formas y el objeto
Se encarga de que v iva eternamente.
La tumba sólo guarda un esqueleto ,
Mas la v ida en su bóveda mortuoria
Prosigue a l imentándose en secreto .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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116 O B R A S D E M A N U E L A C O Ñ A
Que al f in de esta existencia transitoria
A la que tanto nuestro afán se adhiere,
La materia, inmortal como la gloria,
Cambia de formas; pero nunca muere.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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L A F E L I C I D A D
Un cielo azul, dos estrellas
Bri l lando en la inmensidad;
Un pájaro enamorado
Cantando en el florestal;
Por ambiente los aromas
Del jazmin y el azahar;
Junto á nosotros el agua
Brotando del manantia l :
Nuestros corazones cerca,
Nuestros lab ios mucho más ,
Tú levantándote a l c ie lo
Y yo s iguiéndote a l lá ,
Ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad.. .
Cruzar con las mismas alas
Los mundos de lo ideal ;
Apurar todos los goces,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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OBRAS DE MANUEL ACUNA
Y todo el bien apurar;
De los sueños y la dicha
Volver á la real idad,
Despertando entre las f lores
De un césped pr imavera l ;
Los dos mirándonos mucho ,
Los dos besándonos más ,
Ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad.. .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O D A
A N T E E L C A D Á V E R D E L D E . J O S É B . D E V I L L A Q R Á N
Si la vida es un cielo, y si la muerte
Es la noche más negra de ese c ie lo ,
Cuando el hombre a l morir deja encendida
La luz inmaculada de sus huel las;
Cuando igual á la tarde,
Sucumbe ceronándose de estrel las
Y haciendo en su caída
De un astro nuevo aparecer la cuna,
Entonces esa sombra maldec ida
Que se alza del abismo de la nada,
Si es la noche en el cielo de la vida,
En el cielo del triunfo es la alborada.
La tumba se convierte
En el primer peldaño de esa escala
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Que los Jacob del genio sueñan tanto;
La l ira de la muerte
En lugar de un gemido ensaya un canto;
Y la cripta mortuoria
Se cambia ante la losa que la cierra,
En la últ ima jornada de la t ierra
Y en la primera jornada de la gloria.
Al l í es donde comienza ese paisaje
Con qu e á su fé y á su d es tin o fieles,
Deliran én su afán los soñadores;
Donde está la partida de ese viaje
Que t iene por bel l í s imo miraje
Todo un mundo de palmas y de ñores . . .
All í es donde el Colón-intel igencia,
Divisando en la playa de su anhelo
La santa real idad de su creencia,
Se alza en todo el vigor de su conciencia
Gritando al verla y al tocarla.. .
¡cielo
La muerte no es la nada,
Sino para la chispa transitoria
Cuya luz ignorada
Pasa, sin alcanzar una mirada
De la pupila augusta de la historia;
Pero la f lor que muere y que se incl ina
Falta de al iento y de vigor al suelo,
Sigue v iv iendo aún en el mismo ocaso
Que de sus ricas galas la despoja,
Cuando al rodar del vaso la últ ima hoja
Queda su esencia perfumando el vaso .
Tú sucumbiste as i ; y aunque el abismo
Al mundo robe con tu cuerpo un hombre ,
Tú para el mundo seguirás e l mismo
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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OBRAS DE MANUEL ACUÑA
Mientras v iva el perfume de tu nombre;
Por eso el sent imiento
Que en torno á este ataúd nos ha reunido,
No es el dolor hipócrita que al viento
Lanza la inút i l queja de un gemido;
No es e l pesar que apaga su lamento
En el si lencio ingrato del olvido,
Sino el placer que brota y se levanta
Sobre la eterna maica de tus huel las ,
Y que del himno que escribiste en el las
Hace el himno inmortal con que te canta .
Venimos á ceñir sobre tu frente
La corona de luz que tú querías;
A recoger para tu fé naciente
La l lama que en tu espíri tu escondías . . .
Y al mundo triste y de dolor cubierto
Que aguarda á que la tumba te devore
Venimos á decirle que no l lore,
Venimos á decirle que no has muerto . . .
Que hoy es cuando tú naces
A la luz de la gloria y de la vida,
Y hoy cuando te despiertas y cuando haces
Tu entrada por la t ierra prometida,
Que en vez de ser test igos
De un crepúsculo débi l que se apaga,
Los que hoy venimos á entregar un hombre
Al antro de las sombras eternales,
Venimos á encender en su des i erto
El sol que se alza de ese l ibro abierto
Donde quedan tus hechos inmorta les .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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AL RUISEÑOR MEJ ICANO
Hubo una se lva y un n ido
Y en ese nido un j i lguero
Que alegre y estremecido,
Tras de un ensueño querido
Cruzó por el mundo entero.
* *
Que de su paso en las huel las
Sembró sus notas mejores ,
Y que recogió con el las
Al ir por el cielo, estrellas,
Y al ir por el mundo, flores.
* *
Del nido y de la enramada
Ninguno la historia sabe;
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 123
Porque la t ierra admirada
Dejó esa historia olvidada
Por escribir la del ave.
*
* *
La historia de la que un día,
Y al remontarse en su vuelo,
Fué para la patria mía
La estrel la de más val ía
De todas las de su cielo.
*
* *
La de aquel la á quien el hombre
Robara el nombre galano
Que no hay á quien no le asombre,
Para cambiarlo en el nombre
De Ruiseñor mej i cano .
Y de la que al ver perdido
Su nido de f lores hecho,
Hal ló en su suelo querido
En vez de las de su nido
Las f lores de nuestro pecho.
* *
Su historia. . . que el pueblo ardiente
En su homenaje más jus to
Viene á adorar reverente
Con el laurel esplendente
Que hoy ciñe sobre tu busto.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Sobre esa piedra be nd ita ,
Que grande entre las primeras,
Es la página en que escrita
Leerán tu gloria infinita
Las edades venideras;
*
* *
Y que unida á la memoria
De tus hechos soberanos,
Se alzará como una historia
Hablándoles de tu g loria
A todos los mej icanos.
* *
Porque al mirar sus destel los
Resplandecer de este modo,
Bien puede decirse entre el los
Que e l nombre tuyo es de aquel los ,
Que nunca mueren de l todo .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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LA VIDA DEL CAMPO
B e a t u s U l e q u i p r o c u l n e g o t l i s . . .
Horacio.
Yo no sé s i e l señor Horacio Flaco
Fué quien se alzó el primero,
Echando á noramala la cul tura
Y hablando de la dicha y la ventura
Que se goza viviendo á lo ranchero;
Yo no sé si el buen vate poseería
Quinta ó hacienda, ó lo que al lá se est i le,
Ni si viviendo en el la se hal laría
Cuando
dio
en escribir su
Beatas Ule;
Pero el hecho y el caso
Es que desde él á Rosas ,
Sin contar á Fray Luis y á Garci laso,
No hay poeta que no hable á cada paso
De la vida del campo y de sus cosas;
Y tanto de magníf ico y de bueno
Nos dicen de esa vida,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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i ? 6 O B R AS D E M A N U E L A C U Ñ A
Y tanto nos repi ten
la escondida
Senda y la fruta del cercado ajeno,
Que ganas dan de veras
De comprar unas buenas chaparreras ,
De abandonar el fieltro por el ancho,
El bastón por la reata,
Y adiós diciendo á la ciudad ingrata,
A caballo ó á pié lanzarse á un rancho.
Y como esos señores
Saben decirlo y presentarlo todo
Con ese memodeodo
Exclusivo á los buenos escritores,
De aquí resulta en consecuencia clara,
Que ante cuadros tan bel los y fel ices,
Más de cuatro lectores
Se quedan con un palmo de narices
Y soñando en rediles y pastores.
De estos cuatro entusiastas, el que menos
Es seguro que exclama:
« |Oh | la v ida del cam po |Cuán herm oso
Debe de ser en la abrasada siesta
Gozar de la frescura y del reposo,
Cabe la margen del r iachuelo undoso
Que corre serpenteando en la floresta »
O bien si se hal la cerca la señora
Con la que piensa dar en el
busilis,
Y que t iene por fuerza que ser Pi l is
Desde el momento en que entre á labradora,
Le dirá: «Por la tarde, Filis mía,
Nos iremos a l monte, y desde el monte
Verás cuan grato es al morir el día
El cuadro que presenta el horizonte.»
Y ésto , que ciertamente
Es de una grande y poética bel leza,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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Le parece al
señor
tan conv incente ,
Que s in andarse
en chicas,
Ni pensarlo primero,
Se mete de ranchero en la confianza
De que el dolor no puede ser ranchero.
|Ah ¡si yo refiriera una por una
Las v íct imas que debe
Este error, en el siglo diez y nueve
Va haciéndose tan raro por fortuna
Sin caminar más lejos ,
Yo que conmigo aún no me reconci l io
Por haberme buscado esa desgracia;
Yo soy el más completo verbi gracia
De un mártir de su amor por el idi l io.
Dióme hace t i empo ya por la manía
De leer y releer cuanto á mis manos
Sobre la vida pastoril caía,
Y tanto di en pensar noche y día
Sobre los bienes rústicos y urbanos,
Que convencido al f in de que la corte
Solo es del mal y del dolor la senda,
Exclamé: ¡Que el demonio te soporte. . .
Y después de pedir mi pasaporte
Me puse en dirección para una hacienda.
Aún no asomaba e l rubicundo Febo
Poniendo a l universo como nuevo ,
Y el saltador y alegre ji lguerillo
Aún no alzaba su canto entre las breñas,
Cuando yo y mi tordil lo,
Un animal muy bruto por más señas,
Atravesando cerros y asustando
Aquí á un conejo y más al lá á una l iebre,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
íbamos ya en vereda y caminando
Yo en busca de un hogar y él de un pesebre.
Después de una hora larga
De correr y correr á la ventura,
A despecho y pesar de mi andadura
Que protestaba ya contra la carga,
Más que pesada, dura,
Y más que dura y que pesada, amarga,
Pues era nada menos mi amargura;
Después de una hora impia
De correr y de andar inút i lmente,
Sin poder dist inguir ni aún vagamente
Las señales de a lguna ranchería ,
Dimos por f in con una
Donde cansados ya de correr tanto,
Mi animal se alzó y dijo:
¡qué fortuna
Y yo me bajé y dije:
¡aquí implanto
Hacerlo,- y que tres perros
Se me echaran encima, fué todo uno;
Pero á la voz de alarma,
Salieron de la choza unos pastores,
Y cogiendo unas piedras , que son la arma
De que se valen s iempre esos señores ,
A su sola presencia fué acabando
Del canino furor hasta el residuo,
Y yo pude por f in en eco blando
Cantar la instalación de mi individuo.
—¡Oh habitantes fe l ices
De esta comarca rústica y tranquila. . . —
Les di je yo tan luego
Que vi los canes en Jugar seguro.
—Yo vengo aquí tras del fe l iz sos iego
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í bamos ya en vereda y cami nando
Yo en busca de un hogar y él un pesebre
tl'áff. 128.)
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7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
129
Que en la alma del labriego
Derrama este a ire embalsamado y puro,
Cansado de la vida
Que se l leva en la corte aborrecida;
Yo vengo con el mal que me destroza
Y que g imiendo mi zampona exha la ,
A que me deis un sit io en vuestra choza,
Media torta de pan. . . y una zagala .—
Así fué, sobre poco más ó menos,
El pequeño y tri st í s imo discurso
Que improvisé al mirarme entre el concurso
De aquel los hombres rúst icos y buenos;
Y media hora después , una pastora,
No Flérida ni Arminda,
Pero,
eso sí , tan linda
Que casi era una chica encantadora,
Se presentó á mi v i s ta completando
Con un trozo de pan que me traía
Las tres cosas aquellas,
Y haciéndome gozar con todas el las ,
De modo que yo di je: ¡aquí es la mía
Nunca lo hubiera d icho ,
O por mejor decir, no lo hubiera hecho,
Pues apenas s int ió e l la sobre su hombro
Un beso que le di en mi desvarío ,
Cuando con triste asombro,
Cayó de mi i lus ión sobre el escombro
Un bofetón de Dios y Señor mío. . .
Después de que comí aquel pan amargo
Al que hizo más amargo este detal le ,
De mi fé y de mis creencias en descargo
Pronuncié suspirando un
sin embargo,
Y m e pu se en ca m ino para el val le. . . 9
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
All í , pensaba yo, mientras seguía
El mejor y más cómodo sendero,
All í bajo de un olmo
Encontraré un consuelo en mi tri steza ,
Ya que la pérfida esa
A mi pena y dolor ha puesto colmo,
Bajo sus verdes y bri l lantes hojas
Iré á l lorar la pena que me mata;
- Y si la m u y ingrata
Va á reírse aún al l í de mis congojas,
Pues que en mi t ierno y ardoroso ahinco
Ni una sonrisa de su amor merezco,
O le hago comprender lo que padezco,
O le hago comprender
¡cuántas son cinco
Pero,
señor, en el bendito val le,
Como en la a lma de un poeta de veinte años.
To do estaba tan seco y tan m arc hito ¡
Como el la á los primeros desengaños,
Los árboles sin ramas y sin hojas,
La hierba maci lenta y amari l la ,
Y en medio de este cuadro y á lo lejos,
Un arroyo estancado, á cuya ori l la
Rumiaban con afán dos toros v iejos .
Ante tal panorama,
Yo que soñaba coronar mi frente
Con las flores cogidas á una rama
De las verdes y muchas de la fuente;
Yo que soñaba en recrear mi oído
Con la canción dulcísima y sabrosa
D el tordo filarmónico e sco nd ido
Cabe las ramas de la selva umbrosa,
Me senté sobre el tronco de un encino
Y me puse á l lorar con tantas ganas,
Que los cielos al verme y al oirme
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
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Llorar con un dolor tan verdadero,
Empezaron también recio y de f irme
A gemir y á l lorar un aguacero.
¡ Ayl cóm o y cóm o ento nce s
Extrañé los
simones
de la plaza,
Y cómo fué aquel l íquido elemento
Que entraba hasta mis huesos poco á poco,
El mejor y más sól ido argumento
Para obligarme á ver que estaba loco.
Cuando l legué á la choza, las estrel las
Bril laban ya en el éter indeciso,
Y en derredor del fuego
Que alumbraba muy poco ciertamente,
Me hallé con que á la ley de un uso añejo,
Pero para el los bueno y necesario,
Bajo la voz de un viejo, un poco viejo,
Rezaban todos juntos el rosario.
Esto s í no es conmigo,
Me dije yo al primer
Santa Haría,
"Viendo que no era aquella la más propia
Ocasión de salvarme del infierno;
Y encontrando en la fé que mi alma acopia,
Que aquel la copia era muy mala copia
Para darle el valor de un Padre Eterno;
Y como el sueño, gente que no reza,
Me estaba ya doblando la cabeza
Y yo empezaba ya á sent ir en mi a lma
Sus primeras y dulces vaguedades,
Me decidí á dormir en santa calma
Para acabar con tantas necedades. . . .
—El sueño por lo menos
Me hará gozar de la i lus ión que ansio—
Pensaba yo temblando
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
¡Y estremecido todo por el frío
—Y como el los me han puesto en este brete
Que peor no puede ser según barrunto,
Evocaré á Fray Luís y á Navarrete
\Y
les diré lo que hay sobre el asunto. . . —
Y me dormí. . . pero una santa gota
Que cayendo del techo
Con una precisión constante y rara,
Bajaba desde el techo hasta la cara
Para seguir después por todo el pecho,
Me obligó á despertar en el instante
En que soñaba yo, l leno de galas ,
Bailar bajo la luz de un sol bri l lante
Entre un grupo magnif ico y radiante
De blancas y bel l í s imas zagalas .
¡Ah
y lo que roncan esas buenas gentes
Que á los más fuertes árboles destroncan,
Y que hacen tanto ruido con los dientes
Que parece mentira lo que roncan:
Nunca me hubiera yo n i sospechado
Ver por aquel los mundos,
Reunidos y durmiendo lado á lado
Tantos
bajos profundos...
Así es que hal lando aquello peor que el rezo,
Pues era una calumnia contra el arte,
Le di gracias á Dios, y después de eso,
M e largué con la música á otra parte.
Metido entre un trigal y decidido
A terminar con él lo que era fáci l
No estando muy crecido,
Me encontré a l animal de mi cabal lo
Tan dado y atareado en su faena,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
133
Que á no ser por un medio
Muy usado y común entre animales ,
Probablemente no hal lo otro remedio
De sacai lo de aquellos andurriales.
Y aún no asomaba i luminando a l mundo
La dulce claridad del rubicundo,
Y la pastora aquella
Aún se alzaba a ver la últ ima estrel la,
Cuando cansado ya de ser tan loco
Y de soñar en lo que ya no pasa,
Rompí de mi i lus ión las dulces redes
Y me volví á la corte y á mi casa,
Donde estoy á las órdenes de ustedes .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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ODA
Á L A M E M O R I A D E L E M I N E N T E N A T U R A L I S T A
E L D O C T O R L E O N A R D O O L I V A
Si eso fuera, si fuera cierto
Que la últ ima palabra de la nda
Es la palabra débi l y no o ída
Con que del mundo se despide un muerto
Si la ex i s tencia humana
Solo durara lo que dura el soplo
Que la a l i enta y la empuja en su camino ,
Y si el l ímite negro de las tumbas
Fuera el l ímite impuesto á su dest ino;
La majestad que su misión encierra
Con su al iento vital se perdería,
Y el cadáver de un sabio no sería
Sino un cadáver más sobre la t ierra. . .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 1 3 5
Pero,
¡no que si el golpe de la muerte
Es bastante á doblar bajo su peso
Lo mismo que al idiota al varón fuerte,
Jamás podrá la tumba
Prestarles á los dos la misma tal la.
Como el dest ino ciego
Jamás podrá bajo su golpe injusto ,
Igualar á la encina y al arbusto
Que ruedan bajo el hacha del labriego.
Los hombres son iguales
Ante el abierto fondo de un sepulcro,
Porque del hombre en el cadáver frío
La creación inmortal no ve ni encuentra,
Sino una estatua que al perder la forma
Para otra forma en sus talleres entra;
Pero a l l í donde se hunde
Todo pié , y enmudece todo labio ,
Al l í donde se pierde
y
se confunde
La huel la del idiota y la del sabio,
Si la tumba entreabierta
Cubre á los dos bajo la misma calma,
Y si al cruzar la inmensidad desierta
Los dos encuentran la misma puerta
Confundiendo en el cielo á una y otra alma;
La justiciera historia
Dejando al uno vejetar perdido,
Alza al otro un altar en su memoria,
Marcando entre los dos la diferencia
Que la tierra y el cielo
Borran ante la vida y la creencia,
Y haciendo en el lugar aborrecido
Donde acaba esta vida transitoria,
Algo como otro cielo, de la gloria,
Y algo como otro infierno, del olvido. . .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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1 3 6
C B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Podrá el cincel hebreo
Dar á Josué una estatua en sus tal leres
Y negar esa estatua á Galileo;
Pero no podrá hacer que o lv ide el mundo
El robusto y divino
e par si muove
De su credo profundo;
Que á pesar del fanático sombrío
Que en el si lencio del dolor lo encierra,
Su grito sonará sobre la tierra
Mientras ruede la t ierra en el vacío. . .
Podrá el templo crist iano
Desdeñar para su aire otro perfume,
Que el del incienso que en columnas blancas
Sobre el dorado vaso se consume;
Pero el santuario augusto de la ciencia
Jamás tuvo en su altar mejor aroma,
Que en aquel santo dia
En que era un mundo entero el incensario ,
Y un loco, un pensador, un temerario ,
Quien aquel incensario le ofrecía.
La ciencia, como el cielo,
T iene también sus h imnos y sus cantos ,
Y, lo mismo que Dios , t iene su cul to ,
Y, lo mismo que Dios , t iene sus santos . . .
En vez de las suntuosas catedrales
Que e l sue lo cubren con su inmensa mole ,
El la t iene la escuela , donde unidos
Por el amor sagrado de la idea,
Sobre el arpa bendita del santuario
' Lev antan la oración del pe nsa m iento ,
E l sabio co nte m pla nd o el f irmamento
Y el niño deletreando el si labario.
Y al l í es donde la gloria
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B B A S D E M A N U E L A C U Ñ A 137
Tiene un al tar y un busto
Para cada escogido de la historia;
All í es donde la ciencia
Va á repet ir entre el c lamor del mundo,
La palabra de luz del moribundo
Qre sucumbe en la fé de su conciencia .
Y al l í es donde tú vives, varón justo,
Al que ahora bendice en sus altares
La santa voz del porvenir augusto;
El que tu ciencia y tus virtudes premia^
Consagrando á tu ciencia y sus virtudes
Las cauciones de todos sus laúdes
En el templo inmortal de la Academia.
Allí será donde tu boca, el l ibro,
Nos seguirá enseñando las verdades
Que al Universo le arrancó tu al iento;
Y al l í donde el progreso agradecido
Cuando la historia de tus hechos abra,
Llegará con tu nombre bendecido
A tocar á las puertas del olvido
Para hacerte brotar de tu palabra.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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Porque dejaste e l mundo de dolores
Buscando en otro cielo la alegría
Que aquí , si nace, sólo dura un día
Y eso entre sombras, dudas y temores .
Porque en pos de otro mundo y de otras f lores
Abandonaste esta región sombría ,
Donde tu a lma gigante se sent ía
Condenada á cont inuos s insabores:
Yo te vengo á decir mi enhorabuena
Al mandarte la eterna despedida
Que de dolor el corazón me l lena;
Que aunque cruel y muy triste tu partida,
Si la vida á los goces es agena,
Mejor es el sepulcro que la vida.
S O N E T O
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A D I Ó S
A....
Después de que el dest ino
me ha hundido en las congojas
Del árbol que se muere
crujiendo de dolor,
Tronchando una por una
las flores y las hojas
Que al beso de los cielos
brotaron de mi amor.
* *
Después de que mis ramas
se han roto bajo el peso
De tanta y tanta nieve
cayendo s in cesar,
Y que mi ardiente savia
se ha helado con el beso
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Que el ángel del invierno
m e
dio
al atravesar.
* *
Después. . . es necesario
que tú también te a lejes
En pos de otras florestas
y de otro cielo en pos;
Que te alces de tu nido,
que te alces y me dejes
Sin escuchar mis ruegos
y sin decirme adiós.
* *
Yo estaba solo y triste
cuando la noche te hizo
Plegar las blancas alas
para acogerte á mi,
Y entonces mi ramaje
doliente y enfermizo
Brotó sus flores todas,
y todas para ti .
*
En el las te hice el nido
risueño en que dormías
De amor y de ventura
temblando en su va ivén ,
Y en él te hal laban s iempre
las noches y los días
Fel iz con mi cariño
y amándote también . . .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
141
|Ahl nunca en mis del ir ios
creí que fuera eterno
El sol de aquellas horas
de encanto y frenesí;
Pero jamás tampoco
que el soplo del invierno
Llegara entre tus cantos,
y hal lándote tú aquí . . .
*
Es fuerza que te alejes.. .
rompiéndome en ast i l las
Ya s iento entre mis ramas
crujir el huracán,
Y heladas y t emblando
mis hojas amari l las
Se arrancan y vaci lan,
y vuelan y se van. . .
* *
Adiós , paloma blanca,
que huyendo de la n ieve
Te vas á otras regiones
y dejas tu árbol fiel;
Mañana que termine
mi vida obscura y breve,
Ya sólo tus recuerdos
palpitarán sobre él .
:í:
* ' *
Es fuerza que te alejes.. .
del cántico y del nido
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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142
O B B A S D B M A N U E L A C D Ñ A
Tú sabes bien la historia,
paloma, que te vas. . .
El nido es el recuerdo
y el cántico el olvido
El árbol es el
siempre,
y el ave es el
jamás.
* *
Y [adiós mientras que puedes
oir bajo este cielo
El úl t imo [ay del himno
cantado por los dos.. .
Te vas y ya levantas
el ímpetu y el vuelo ,
Te vas y ya me dejas ,
paloma, [adiós, adiós
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A U N A F L O E
¿Cuándo tu broche apenas se entreabría
Para aspirar la dicha y el contento,
Te doblas ya y cansada y sin al iento,
Te entregas al dolor y la agonía?
4
¿No ves , acaso , que esa sombra impía
Q ue en ne gre ce el azul de l firmamento
Nube es tan sólo que al soplar el viento,
Te dejará de nuevo ver el día?. . .
¡Resucita y levántate A ú n no llega
La hora de que en el fondo de tu broche
Des cabida al pesar que te doblega.
Injusto para el sol es tu reproche,
Que esa sombra que pasa y que te ciega,
Es una sombra, pero aún no es la noche.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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E S T A H O J A . . .
Esta hoja arrebatada á una corona
Que la forma colocó en mi frente
Entre el aplauso fáci l é indulgente '
Con que el primer ensayo se perdona.
Esta hoja de un laurel que aún me emociona
Como en aquel la noche , dulcemente ,
Por más que mi corazón comprende y s iente
Que es un laurel que el mérito no abona:
Tú la viste nacer, dulce y buena
Te estremeciste como yo a l encanto
Que produjo al rodar sobre la escena;
Guárdala , y de la ausencia en el quebranto ,
Que te recuerde, de mis besos l lena,
Al buen amigo que te quiere tanto.
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© © © © © © @ © @ © © © © @ ® © 9 © © © © ® @ © © © © © @ @ © © © © ® © © @
NADA SOBRE NADA
P o e s í a l e í d a
en la
ve l ada l i t erar i a
que
ce l ebró
la
S o c i e d a d
El Porvenir la noche del
de Mayo do 1873
P u e s , señor, dije yo, ya que es p reciso,
Puesto
que así lo han
h e c h o
en el
programa,
Que rompa
yo la
bendecida prosa
Que preparada para
el
caso había,
Y que escriba en vez de el la alguna cosa
Así , que se parezca á una po esía,
P o n g á m o n o s al pun to ,
Y a que es forzoso y necesario , en obra.
Así dije,
y
t o m a ndo
N o
el
arpa
ni la
lira,
Q ue
la
lira
y el
arpa,
N o pa sa n hoy de ser una m entira ,
S i no una p l u m a de ave
Con la que escribo yo genera lmente .
10
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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146 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Violenté las arrugas de mi frente
Hasta ponerla cej i junta y grave,
Y pensando en mi novia , en la adorada
Por quien suspiro y l loro sin sosiego,
Mojé mi pluma en el t intero, y luego
Puse estas ocho letras:
A mi amada.
Su retrato, un retrato
Firmado por Mal leto y compañía ,
Se alzaba junto á mí plácido y grato,
Mostrándome las gracias y recato
Que tando adornan á la amada mía;
Y como el verlo solo
Basta para que mi amada se emocione,
Que Apolo me perdone
Si dije aquí que me sentí un Apolo.
Ello no es una rosa,
Ni es un ser ideal ni cosa que lo valga,
Pero en verso ó en prosa
No seré yo el estúpido que salga
Con que mi novia es fea,
Cuando puedo decir que es muy hermosa,
Por más que ni el la misma me lo crea;
Así es que en mi pintura,
H ec ha en rasgos por cierto no m u y fieles,
Aumenté de ta l modo su hermosura
Que casi resultaba una f igura
Digna de ser pintada por Apeles .
Después de dibujarla como he dicho
Faltando á la verdad por el capricho,
Iba yo á colocar el fondo negro
De su a lma inexorable y desdeñosa,
Cuando al hacerlo me ocurrió una cosa
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
14T
Que hundió mi plan, y de lo cual me alegro;
Porque, en úl t imo caso , >
Como pensaba yo entre las paredes
De mi cuarto sombrío ,
¿Qué les importa á ustedes
Que mi amada me n iegue sus mercedes , ,
Ni que yo tenga el corazón vacío?
Si mi vida vejeta en la tristeza
Y el yugo del amor ya no soporta,
¿Caeré de referirlo en la simpleza
Para que alguien me diga en su franqueza:
Si viera usted que á mí n ada me importa...?
N o,
de seguro, que antes
Prefiero verme loco por tres días,
Que imitar á ese eterno Jeremías
Que se l lama el señor de Caravantes.
Y convencido de ésto;
Lo que era conveniente y necesario ,
Borré el t i tulo puesto,
Y buscando á mi l ira otro pretexto
Escribí este otro título:
El Santuario.
¡El santuariol. . . exclamé; pero y ¿qué cosa
Puedo decir de nuevo sobre el caso,
Cuando en cada volumen de poesías ,
En versos unos malos y otros buenos
Hay diez odas y media por lo menos,
Sobre templos, santuarios y abadías?
Para entonar sobre ésto mis cantares
Á más de que el asunto vale poco,
¿Qué entiendo yo de claustros ni de altares,
Ni qué se yo de sacristán tampoco?
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- 1 4 8 O B R A S D E M A N U E L A C O Ñ A
N o ,
en la naturaleza
Hay asuntos más d ignos y mejores ,
Y más l lenos de encanto y de bel leza,
Y ya que he de escribir, haré una pieza
Que se l lame:
Lo s 2¡ fados y las flores.
Hablaré de la incauta mariposa
Que en incesante y atrevido vuelo ,
Ya abandona á la rosa por el cielo,
Y yá abandona el cielo por la rosa,
Del insecto pintado y sorprendente
Que de esconderse entre las hierbas trata,
Y de la ave inocente que lo mata;
Lo cual prueba que no es tan inocente;
Hablaré. . . pero y luego que haya hablado
Sacando á luz al boquirrubio Febo,
Yo pregunto, señor, ¿qué habré ganado
Con tratar lo que todos han tratado,
Si al hacerlo no digo nada nuevo?. . .
Conque si ésto tampoco es un asunto
Digno de preocuparme una sola hora,
Dejemos sus inút i les detal les ,
Ya que no hay ni un señor ni una señora
Que no sepan muy bien lo que es la aurora
Y lo que son las flores y los valles. . .
Coloquemos á un lado esas materias
Que se prestan tan poco para el caso,
Y pues ésto se ofrece á cada paso
Hablemos de la v ida y sus miserias .
Empezaré diciendo desde luego,
Que no hay virtud, creencias ni i lusiones;
Que en criminal y estúpido sosiego
Ya no late la fe en los corazones;
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 149
Que el hombre imbéci l , á la g loria ciego,
Sólo piensa en el oro y los doblones,
Y concluiré en est i lo gemebundo:
Que haya un cadáver más ¿qu é importa al mund o?
Y me puse á escribir, y así en efecto,
Lo hice en ciento cincuenta octavas reales ,
Cuyo único defecto ,
Como se ve por la que dicha queda,
Era qué en voz de ser originales
No pasaban de un plagio de Espronceda.
Como era fuerza, las rompí en el acto
Desesperado de mi triste suerte,
Viendo por f in que en esto de poesía
No hay un so lo argumento n i una idea
Que no peque de fúti l , ó no sea
Tan vieja como el pan de cada día.
En s i tuación tan tri ste
Y estando la hora ya tan avanzada,
¿Qué hago, me di je yo , para salvarme
De este grave y horrible compromiso.
Cuando n ingún asunto puede darme
Ni s iquiera un adarme
De novedad, de encanto , ó de un hechizo?
¿Hablaré de la mar yo que en mi vida
He viajado tan poco,
Que en materia de charcos sólo he visto,
Y eso una vez, el lago de Texcoco?
¿Hablaré de la guerra y de la gente
Que enardecida de las cumbres baja
Desafiando al contrario frente á frente,
Y habré de convert irme en un val iente
Yo que nunca he empuñado una navaja?
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150
O B R A S D E M A N D E L A C U Ñ A
N o ,
señor, que aunque estudio medicina
Y pertenezco á esa importante clase
Que no hay pueblo y lugar en que no pase
Por ser la más horrible y asesina,
Aparte de que en ésto hay poco cierto,
Como lo prueba y mucho la experiencia ,
Y o ,
á lo menos hasta hoy, me hal lo á cubierto
De que se a lce la sombra de a lgún muerto
A turbar la quietud de mi conciencia .
Sobre los l ibros santos, se podría
Con meditar y con plagiar un poco,
Arreglar ó escribir una peesía;
Pero ni ésto es muy fáci l en un dia
Ni para hablar sobre ésto estoy tampoco;
Porque en fiestas como ésta
Donde el placer está como en su templo,
Sal ir con el Diluvio, por ejemplo,
Fuera casi querer aguar la fiesta;
Y como yo no quiero que se diga
Que he venido á tal cosa,
Ya que en mi numen agotado no ha l lo
Ni el asunto ni el plan á que yo aspiro
Rompo mi humilde cí tara, me cal lo ,
Y con perdón de ustedes me retiro.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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CINCO DE MAYO
i
Tres eran, mas la Inglaterra
Volvió á lanzarse á las olas,
Y las naves españolas
Tomaron rumbo á su t ierra ,
Sólo Francia gritó: «¡Guerra »
So ña nd o ¡oh patria en ven cer te,
Y de la infamia y la suerte
Sirviéndose en su provecho
Se alzó erigiendo en derecho
El derecho del más fuerte.
I I
Sin ver que en l id tan sangrienta
Tu brazo era más pequeño,
La l id encarnó en su empeño
La redención de tu afrenta,
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152
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Brotó en luz amaril lenta
La l lama de sus cañones,
Y el mundo vio á tus legiones
Entrando al combate rudo,
Llevando por solo escudo
Su escudo de corazones.
I II
Y entonces fué cuando al grito
Lanzado por tu denuedo,
Tembló la Francia de miedo
Comprendiendo su del i to .
Cuando á tu a l iento inf ini to
Se oyó la palabra
sea,
Y cuando al ver la pelea
Terrible y desesperada
Se alzó en tu mano la espada
Y en tu conciencia la idea.
IV
Desde que ardió en el oriente
La luz de ese sol eterno
Cuyo rayo puro y t ierno
Viene á besarte en la frente,
Tu bandera independiente
Flotaba ya en las montañas,
Mientras las huestes extrañas
Alzaban la suya airosa,
Que se agitaba orgullosa
Del bri l lo de sus hazañas.
V
Y llegó la hora, y el cielo
Nublado y obscurecido
Desapareció escondido
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
153
Como en los pl iegues de un velo .
La muerte t endió su vuelo
Sobre la espantada tierra,
Y entre el francés que se aterra
Y el mej icauo iracundo,
Se a lzó estremeciendo al mundo
Tu inmenso gri to de guerra.
V I
Y allí el francés, el primero
De los soldados del orbe,
El que en sus glorias absorbe
Todas las del mundo entero,
Tres veces pál ido y f iero
S e
vio
á correr obligado,
Frente a l pueblo denonado
Que para salvar tu nombre,
T e
dio
un so ldado en cada hombre
|Y un héroe en cada soldadol
VII
¡Tres veces y cuan do h un did a
Sintió su fama guerrera,
Contemplando su bandera
Manchada y escarnecida,
La Francia , v i endo perdida
La i lusión de su victoria,
A despecho de du historia
Y á despecho de su anhelo ,
Vio
asomar entre otro cielo
Y en otro mundo la gloria.
VIII
Que entre la niebla indecisa
Qu e sobre el ca m po flotaba,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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154 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Y entre el humo que se alzaba
Bajo el paso de la brisa,
Su más hermosa sonrisa
Fué para tu a lma inocente,
Su canción más e locuente
Para entonarla á tu huel la,
Y su corona más bel la
Para ponerla en tu frente.
I X
' [Sí, patria de sd e es e día
Tu no eres ya para el mundo
Lo que en su desdén profundo
La Europa se suponía ,
Desde entonces , patria mía,
Has entrado á una nueva era ,
La era noble y duradera
De la gloria y del progreso,
Que bajan hoy, como un beso
De amor, sobre tu bandera
X
Sobre esa insignia bendita
Que hoy viene á cubrir de f lores
La gente que en sus amores
En torno suyo se agita.
La que en la dicha inf ini ta
Con que en tu suelo la clava,
Te jura animosa y brava,
Como ante el francés un día,
Morir por tí , patria mía,
Primero que verte esclava.
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* 4 ° « 4
a
* 4
a
* 4
a
* 4
a
* T *
4
a
* 4
a
* 4
a
*
S O N E T O
A M I Q U E R I D O A M I G O V I C E N T E F U E N T E S
¡Oh,
tü que á la l legada de mi santo
Tu tarjeta y tus plácemes me envías
En prueba de las buenas s impatías
Con que has sabido dist inguirme tanto
¡Oh, tú que en vez de música y de canto,
Y en vez de bandolones y poesías ,
Vienes y l legas y me das los días
Con un Vicente Fuentes que da encanto
Párate, y sabe que, aunque no lo creas,
Te he agradecido en mi ánimo infinito
El que tan bueno con tu amigo seas;
Pero también que sepas necesi to
Que ya que tantos años me deseas ,
Debes darme e l
remedio
y el
trapito.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O D A
Leída en la ses iOu que e l Liceo Hidalgo
Celebró en honor de Doña Gertrudis ( ¡úmez do Avel laneda.
De los tres cielos que recorre el hombre
De la existencia en la medida impía ,
Cuando la g loria me enseñó tu nombre
Yo estaba en el primero todavía.
La pena que de l pecho
Hasta el abismo lóbrego desciende,
Y del cadáver de un amor deshecho
Pinje flotando en derredor del lecho
La aparición bel l í s ima de un duende;
La sombra á cuyo peso aborrecido
Muere el placer y el alma se acobarda,
Tratando de evocar en el olvido
El recuerdo dulcís imo y querido
De los besos del ángel de la guarda;
Todo eso que en la frente
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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0 B R A 8 D B M A N U E L A C D Ñ A
157
Deja un sel lo de luto y desconsuelo,
Cuando en el alma pálida y dol iente
No queda ni la fé, que es del creyente-
La úl t ima golondrina que a lza el vuelo ,
Todo eso que de noche
Baja hasta el corazón como una sombra,
Y que terrible y s in piedad ninguna
Sus i lusiones todas despedaza,
Aún no era sobre el cielo de mi cuna
Ni la pál ida nube que importuna .
Se levanta enseñando la amenaza.
Dichoso con la dulce indi ferencia
Del que al amor de su cal lado asi lo
Ha vivido á la luz de la inocencia,
Acostumbrado á ver en la existencia ,
La imagen de un azul s iempre tranqui lo ,
Yo entonces ignoraba
Que, más a l lá de aquel humilde techo
Que sus caricias y su amor me daba,
Clamando al c ie lo y suspirando en vano
Desde el rincón sin luz de la vigi l ia,
Hubiera en otro hogar una famil ia
De la que yo también era un hermano. . .
Mi amor no sospechaba que exist iera
Más i lusión ni cariñoso exceso,
Que la mirada dulce y hechicera
De la santa mujer que la primera
Nos anuncia á la v ida con un beso . . .
Y hasta que a l dulce y mágico sonido
Del arpa que temblaba entre tus manos,
Dejé mi rama, abandoné mi nido
Y te seguí hasta ese árbol bendecido
Donde todos los n idos son hermanos ,
Fué cuando despertando de la ca lma
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
En que f lotaba la existencia mía,
Sent í asomar en lo int imo de mi a lma
Algo como la luz de un nuevo día .
Tu voz fué la primera
Que me habló en la dulzura de ese idioma
Que canta como canta la paloma
Y g i m e co m o g i m e l a pa l m era -
Las cuerdas de tu l ira,
Como la voz de la primera alondra
Que'l lama á las demás y las despierta,
Fueron las que al arrullo de tu acento
Sonaron sobre mi a lma estremecida,
Como si siendo un pájaro la vida
Quisieran despertarlo al sentimiento. . .
Tu nombre va l igado en mi cariño
Con los recuerdos santos y amorosos
De mis t i empos de n iño ,
Con los placeres dulces y sabrosos
De esa época sonriente
En la que es cada instante una promesa,
Y en la que el ángel de la fé aún no besa
Las primeras arrugas de la frente;
Tu nombre es la memoria
Del pueblo y del hogar adonde un día
Fué á estremecerme el eco de tu gloria
Y el trino arrullador de tu poesía;
La evocación de todo lo más santo
En medio de mis noches desmayadas ,
Que aún t iemblan á las dulces campanadas
De aquellas horas en que amaba tanto. . .
Y así , cuando yo supe
Que abandonada á tu dolor morías ,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
159
Y que en tu muda y lánguida tri steza
Renunciabas á ver junto á tu lecho,
Quien, al rodar sin vida tu cabeza,
Recogiera el laurel de tu grandeza
Y el últ imo sol lozo de tu pecho;
Cuando yo supe que en la huesa insana
Te incl inabas por f in pál ida y sola,
Sin que al adiós de tu alma soberana
Se enlutara la citara cubana
Ni gimiera la cítara española;
Al darte mis adioses, los adioses
De la eterna y postrera despedida,
Sentí que algo de triste sol lozaba
De mi dolor en el obscuro abismo,
Y que tu sombra que f lotaba arriba,
Al extinguirse y al borrarse se iba
Llevándose un pedazo de mí mismo.
Y entonces a l poder de los recuerdos
Borrando la distancia
Tendí mis a las hacia el nido blando
De los primeros sueños de la infancia;
Llegué a l r incón modesto
Donde tus dulces páginas le ía
A la fé y a l amor s iempre dispuesto
Y al l í de pié frente á la blanca cuna
Donde en sus f lores me envolvió el destino,
Busqué en su fondo a lguna
Que aún no cerrara su oloroso broche,
Y en él hal lé dormida
Esta con la que el a lma agradecida
Viene á aromar las sombras de esta noche.
Deuda que en mi cariño
Contraje desde niño con tu nombre,
Esta f lor es el cántico del niño
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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160
O B K A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Mezclada con las lágrimas del hombre;
Esta f lor es el fruto de aquel germen
Que derramaste en mi niñez dichosa,
Y que al rodar sobre la humilde fosa
Donde tus restos duermen,
Entre sus piedras ásperas se arraiga,
Recogiendo su jugo en tus cenizas ,
Y esperando en su cál iz á que caiga
La gota de los cielos que la traiga
La esencia y el amor de tus sonrisas.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A L A L U N A
A L S R . D . M A N U E L J . D O M Í N G U E Z
O h, luna, blanca luna,
Que desde el cielo viertes tus fulgores
A despecho de todos los vapores
Con que la negra noche te importuna,
Yo sé que al permitirme la confianza
De que á abusar cantándote me atrevo,
Antes que hablarte de otra cosa debo
Darte una expl icación de mi tardanza;
Pero sabiendo, porque así lo he visto,
No recuerdo en que parte,
Que tú eres noble y generosa y buena
Con todos los prosélitos del arte,
Entre los que me inscribo al protestarte
Que nada hay que sin t í valga la pena,
Dejo los cumpl imientos
Y las excusas fúti les y vanas
11
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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162
O B E A S D B M A N U E L A C U Ñ A
A f in de aprovechar estos momentos ,
Que tú al ver que en mis labios
Se agita el estro y mi si lencio trunca,
Recordarás que el vulgo y aun los sabios
Dicen que
vale más tarde que nunca.
N o,
y mira tú: desde hace mucho t iempo
Pensaba yo en venir á saludarte,
Y hasta recuerdo que sal í una noche
Sin más objeto que ese;
Pero aunque e l muy i lus tre Ayuntamiento
Me hizo creer que en el cielo te hallaría,
T ü,
que probablemente estabas mala ,
Te ocultaste y me diste una antesala
Que me pesa en el cuerpo todavía .
Esto no te lo digo
Por lanzarte una pulla ni un reproche;
Pero este negro bosque me es test igo
De que no más que por hablar cont igo
Me anduve por aquí toda la noche.
Lo mismo que otra vez, ya no recuerdo
Si fué en Abril ó en Mayo. . . suspirando
Por verte frente á frente
Y á tu lado pasar la noche entera,
De modo y de manera
De estar solos y lejos de la gente,
Vengo, y tú que sin duda me creíste
Algún gemidor de esos
Que porque está desesperado y triste
Ya quiere que le des un par de besos,
No bien tras de estos álamos me viste,
Que escondiéndote en medio de las nubes
Cerraste tu balcón y te metiste.
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
163
Y la verdad que si esta fué tu idea
Ante mi aparición inoportuna,
Por mi vida te juro y te respondo,
Que te l levaste e l chasco más redondo
Que te has l levado desde que eres luna;
Pues aunque ya á mis años
Se usa entre los humanos corazones
Contar los sufrimientos á montones ,
Y á montones también los desengaños ,
Yo que si algo he sufrido
De mi existencia en la carrera corta,
Tengo la convicción ínt ima y grande
De que á nadie le importa ,
Porque s i sufro no hay quien me lo mande;
Si al pisar de la vida los abrojos
A verter una lágrima me atrevo,
La dejo que se escape de mis ojos
Y al l legar á mis labios me la bebo.
Conque ya verás tú si yo sería
Quien fuera á molestarte á tales horas,
Para llamarte solitaria ó fría,
Y cometer así una grosería
De esas que no perdonan las señoras,
Aparte de que á t í , s i no me engaño,
Te debe de importar muy poca cosa
Que en la vida enojosa
Camine el goce junto con el daño,
Asi como que al t iempo de las f lores
Siga el invierno nebuloso y frío,
O que en las t ibias noches del est ío
Disminuyan de fuerza los calores ,
Cosa que á muchos saca de su casa
Por tener de decírtelo el orgullo,
Cuando todo eso en real idad no pasa
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164
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
De ser una verdad de
Pero Grullo.
Y sin mentar personas,
Por allí anda la i lustre Avel laneda,
Que en paz duerma en su lecho de coronas,
Que sin mirar que tu, rueda que rueda,
Maldi to el caso que del t iempo hacías ,
El la a l son de sus mágicos bordones
Te delataba á ese ladrón nefando
Que tantos goces con pasar nos roba,
S in
oir'
que su esposo despertand o
La l lamaba en un tono no muy b lando
Después de registrar toda la alcoba.
Y el sin igual Zorrilla,
El que nos regaló aquel mamarracho
Que yo admiraba tanto de muchacho
Creyéndolo la octava maravil la,
E l que con una ca lma
Cuyo molde es dif íci l que se encuentre,
Hizo aquí entre otros dramas el del vientre,
Y hasta allá fué á acordarse del del alma.
Y Carpió, el que de turco disfrazado
Sufrió tan honda pena
Que por poco se arroja al mar salado;
Pero que al fin se fué por otro lado
Arrastrando el alfanje por la arena.
Y Tagle, el que te hablaba al lá en los t iempos
De discordias civi les,
En que Rocha aún no andaba por e l mundo
Y en que aún eran de chispa los fusi les,
Pues éstos y otros más, si no tan buenos
Sí tan desocupados,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 165
Han emprendido de entus iasmo l l enos
La imitación de sus antepasados,
Por el placer de repetirte alguna
De esas necias é insulsas tonterías,
U porque hechos los tomos de poesías
No faltara en el índice:—«A la luna.»
Y si á lo menos fueran pasaderas
Las tantas que en tu elogio se han escrito
Y cuyas f irmas por prudencia cal lo,
P u e s , señor, con trescientos de á caballo,
Muy puesto en su lugar y muy bonito;
Pero, nada. . . que entre esas que no cito
Porque no se me diga impert inente,
Hay muchas (no agravio la presente)
Que son un verdadero gregorito.
Lo digo y lo repito,
Sí , señor, que ésta no es una indirecta,
Pues aunque sal te a lguno
Que deseando escapar á este reproche,
Reclame la palabra y manif ieste
Cargado de razones y veneno,
Que no se puede hacer nada de bueno
Sobre un terreno tan vulgar como éste,
No habiendo obl igación chica ni grande
De escribir sobre tal ó cual materia,
Se comprende y se ve muy á las c laras ,
Aunque hable de ésta con tan poco aprecio ,
Que el culpable no es el la sino el necio
Que se mete en camisa de once varas .
¿Quién obl iga á ninguna
De las v iv ientes a lmas á que escriba,
Ni menos á que suba tan arriba
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Que tenga que escribir sobre la luna., .?
Y o m i sm o , s i m a ña na
A algún crít ico ocioso y exigente
Se le diera la gana
De zurrar á esta si lva la pavana,
Y de hacerlo delante de la gente,
Pues yo mismo, aunque fuera á mi despecho ,
(No pudiendo olv idarme de que es mía)
Mirando la justicia no tendría
Más que decir á todo:
muy lien hecho.
Y tan es cierto que lo encuentro justo,
Y que me temo mucho una descarga
Por haberme sal ido con mi gusto ,
Que con objeto de que el sabio adusto
No halle esta si lva demasiado larga,
Una vez que tú, luna,
No me has de consolar si tal sucede,
Lo cual (aquí en conf ianza) muy bien puede
Por un capricho cruel de la fortuna,
Bien convencido de que en todo caso
Francos y leales seguiremos s iendo
Tan amigos como antes ,
Te dejo preparándole á la aurora
El dulce néctar de los nuevos broches ,
Y sin más que decirte por ahora,
Con el a lma, tu humilde servidora,
Me alegraré que pases buenas noches .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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E L R E O D E M U E R T E
A L E M I N E N T E A C T O R D . J O S É V A L E R O
Esa noche, ardiendo el pueblo
De animación y entus iasmo
Bajo el inf lujo subl ime
De tu genio soberano,
Todo era bravos y dianas,
Todo era vivas y aplausos,
Todo cariño en los ojos,
Todo cariño en los labios,
Y todo flores, laureles,
Admiración y . . . . entretanto ,
Al lá muy l e jos , muy l e jos ,
Sonando l ento y pausado ,
Se alzaba entre las t inieblas
Y entre el si lencio un cadalso,
Sin otro eco que el lat ido
Del pecho de l condenado
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Que en diá logo con la muerte
Velaba en un subterráneo.
Aquel cadalso se alzaba
Cada vez más y más alto,
Como un espectro, sombrío,
Como un vampiro, cal lado,
Como una tumba, implacable ,
Y como un monstruo , inhumano;
Se alzaba y sin que ninguno
Oyera aquel ruido amargo,
Por los sol lozos de un hombre
Solamente acompañado .
La humanidad impas ib le
Bajo su mudo letargo,
Miraba crecer y alzarse
Las formas de aquel cadalso,
Cuando tú, tú que escuchaste
Sus ecos tristes y vagos
Te levantaste por el la
Con la voz del entusiasmo,
Y en presencia de aquel pueblo
Y en frente de aquel tablado
Ceñida con tus laureles
La hiciste hablar por tus labios,
Salvando al sol de aquel día
Del rubor de aquel cadalso.
Yo no sé si ya habrá muerto •
Aquel que en su desamparo,
Aún más que unos pocos d ías ,
Y aún más que unos pocos años
Pudo gozar la dulzura
De ver á su hijo en los brazos,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
169
Libre del infame nombre
De hijo del ajusticiado;
Pero yo que desde niño
Aprendí l leno de espanto
Á aborrecer los verdugos
Y á maldecir los cadalsos,
Dejo á la gloria que entone
Para ensalzarte su canto,
Y del condenado á muerte
Bajo los recuerdos gratos,
En nombre suyo, las gracias
De la humanidad te mando .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A J O S E F I N A P E B E Z
(EN SU ÁLBUM)
En cambio de los c ie los
De amor y sent imiento
Que el alma adolorida
abrió tu inspiración,
Y en cambio de las horas
de olvido al sufrimiento
Que á tu arpa dulce y blanda
le debe el corazón.
En cambio, nuestros cantos
y todo lo que encierra
De bueno y amoroso
nuestra alma y nuestro ser. . .
Y en cambio nuestras f lores,
las flores de esta tierra,
Tu nido como alondra,
tu altar como mujer.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A L A E M I N E N T E A C T R I Z
SALVADORA CAYRON
Si del boscaje fecundo
No quise flores cortar,
Cuando vi en mi afán profundo
Que al robárselas al mundo
Se las robaba á tu altar;
En mi ansia por tributarte
Mi ofrenda de admiración,
Acudo, señora, á darte,
Si no las flores del arte,
Las flores del corazón.
• 5 ?
^ f j ^ f -
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E s c r i t a p a r a l a S r a . C a y r ó n y l e í d a p o r e l l a e n s u f u n c i ó n
d e d e s p e d i d a
Pues que de l des t ino en pos
Débi l contra su cadena,
Frente al deber que lo ordena
Tengo que decirte
adiós;
Antes que mi boca se abra
Para dar paso á ese acento,
La voz de mi sent imiento
Quiere hablarte
una palabra.
Que muy bien pudiera ser
Que cuando de aquí me aleje ,
Al decirte
adiós,
te deje
Para no volverte á ver.
ADIÓS A MÉJ ICO
Y así entre el mal con que lucho
Y que en el dolor me abisma,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Yo anhelo que por mí misma
Sepas
que te quiero mucho . '
Que enamorada de t í
Desde antes de conocerte ,
Yo vine sólo por verte,
Y al verte
te pase aquí.
Que mi a lma reconocida
Te adora con loco empeño-,
Porque tu amor era el sueño
Más hermoso de mi v ida.
Que del l ibro de mi historia
Te dejo la hoja más bel la,
Porque en esa hoja destel la
Tu gloria más que mi gloria.
Que soñaba en no dejarte
Sino hasta el postrer momento,
Part i endo mi pensamiento
Entre tu amor y el del
arte.
Y que hoy ante esa i lus ión
Que se borra y se deshace,
Sien to ¡ay de mí qu e se hac e
Peda zo s m i co ra zó n-
Tal vez ya nunca en mi anhelo
Podré endulzar mi tristeza
Con ver sobre mi cabeza
El esplendor de tu cielo.
Tal vez ya nunca á mi o ído
Resonará en la mañana,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D B M A N U E L A C U Ñ A
La voz del ave temprana
Que canta desde su nido.
Y tal vez en los amores
Con que te adoro y te admiro,
Estas f lores que hoy aspiro
Serán
tas últimas flores.
Pero si afectos tan tiernos
Quiere el destino que deje,
Y que me aparte y me aleje
Para no volver á vernos;
Bajo la luz de este día
De encanto inefable y puro
Al darte mi
adiós
te juro,
¡Oh dulce Méjico míal
Que s i
él
con sus fuerzas trunca
Todos los humanos lazos ,
Te arrancará de mis brazos,
Pero de m i pecho ,
¡nunca
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A ASUNCION
E N S U Á L B U M
Mire usted, Asunción: aunque algún ángel
Metiéndose á envidioso ,
Conciba al lá en el cielo el mal capricho
De venir por la noche á hacerle el
oso
Y en un rapto
glorioso
Llevársela de aquí , como le ha dicho
No sé que nigromante misterioso ,
No vaya usted, por Dios, á hacerle caso,
Ni á dar con el tal ángel un mal paso;
Estése usted dormida,
Debajo de las sábanas met ida,
Y deje usted que la hable
Y que la vuelva á hablar y que se endiable,
Que entonces con un dedo
Puesto sobre otro en cruz, [afuera miedo
No vaya usté á rendirse
Ante el ruego ó las lágrimas y á irse. . .
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Que donde usted nos deje
Por seguir en el vuelo á su Tenorio,
Después irá á l lorar al purgatorio
Sin tener quien la mime, aunque se queje. . .
Conque mucho cuidado
Si siente usted un ángel á su lado,
Que yo, como su amigo,
Con ta l que usted, Asunción, me lo permita ,
Le aconsejo y le digo
Que después de Rosario y Margarita
No admita usted más ángeles consigo.
Estése usted con el las
Compart iendo del ic ias é i lus iones ,
Que rodeada de ta les corazones
Todas las horas t ienen que ser bel las;
Viva usted muchos años
(Como un humilde criado le diría)
Y mañana que sola ó entre extraños
Se encuentre por desgracia en este día,
Si busca usted una alma que la ame
Llame usted á mi pecho, y con que l lame,
Si no estoy muerto encontrará la mía.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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@V® @ l í @ ©i f ® ©l i ® f ì i® @ì i @ @ì i @ @ì ®
R O M A N C E R O
DE LA
G U E R R A
D E
I N D E P E N D E N C I A
EL GIRO
i
Medio oculta entre
la
selva
Como un nido entre
las
ram as,
Y m ed i o hund i da
en el
fondo
Tranqui lo
de una
cañada,
Al lá por aquel los t iempos
H u b o
en
L a nd í n
(1)
una casa
Q ue
no
por ser tan sen ci l la
N i
de
u na fecha tan larga,
Era menos pintoresca,
Ni tampoco menos b lanca ,
So m brea ba
su
puerta
un
o lmo
De hojosas
y
verdes ramas,
P u n t o s
de
citas
de
todas
( l ) E s t a d o
de
G u a n a j u a t o , e n t r e S a n t a C r u z
y
C h a m a c u e r o .
1 2
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O BB AS D E M A N U E L A C U Ñ A
Las aves de las montañas;
Y en uno de sus costados,
Brotando l ímpida y clara,
Saltaba entre los terrones
Y entre las hierbas el agua,
De noche s i empre tranqui la
Y eternamente cal lada.
Apenas el so l naciente
Fi l traba por sus ventanas,
Cuando estremeciendo el aire,
Sonaban dulces y c laras ,
La voz de una cuna hablando
De cuanto los niños hablan;
La voz de una madre, rica
De sent imientos y de a lma,
Y la voz de un hombre que era
La eterna voz de la patria,
Soñando ya con sus g lorias
Y ya con sus esperanzas.
Tez cobriza como aquellos
Primeros hi jos de Anahuac.
Que tantas veces hicieron
Temblar de miedo á la España,
Cuando la España atrevida
Midió con el los sus armas;
Fuerte y ági l como todos
Los hijos de las montañas;
Como un labriego, robusto;
Como un patriota, entusiasta;
Como un val iente, atrevido,
Y como un joven, todo alma,
El hombre de aquel las selvas ,
El hombre de aquel la casa ,
Era el eterno modelo
De esas figuras sagradas
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
179
Que en el altar de los siglos
Hacen un dios de una estatua.
Veint icinco años apenas
Por ese t iempo contaba,
Y de sus nobles heridas
La suma aún era más larga,
Que no hubo por el Bajío
Ningún combate n i hazaña
Donde su ardor no estuviera,
Donde faltara su lanza,
Ni donde a l gri to de muerte
Sus huel las no señalara
Con el l icor de sus venas
u el de las venas extrañas.
Y al l í tranquilo y oculto
Su triste vida pasaba,
Lamentando en su impotencia
La esclavitud de la patria
Que renunciando á la lucha,
Re nu nc iaba á la esperanza:
Cuando una mañana, á la hora
Que el úl t imo sueño marca,
Des pertó, oy en do á lo lejos
Un ruido confuso de armas;
Y adivinando al instante
La suerte que le amagaba,
Bajó del lecho al influjo
De una decis ión extraña;
Besa en los labios á su hijo,
Besa en la frente á su amada,
Clava los ojos ardientes
En la entreabierta ventana,
Y al ver por sus enemigos
Ya casi envuel ta su casa ,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B E A S D B M A N U E L A C U Ñ A
Salta á las rocas, y entre ellos
Se escapa por la montaña.
I I
Aún no se alzaba del todo
La niebla de la mañana,
Y aún no acertaban á darse
Cuenta de tamaña audacia
Los si t iadores furiosos
Que sorprenderle esperaban,
Cuando al galope y bajando
Camino de la cañada,
Vieron venir á lo lejos
Un grupo de gente armada,
Compuesto de ocbo j inetes
Y el hombre que los mandaba,
En mayor número que e l los
Y con superiores armas,
Seguros de la victoria
Fáci l que se les aguarda,
Todos empuñan las r iendas,
Todos afirman la lanza,
Todos ven a l enemigo
Todos miden la distancia ,
Y en si lencio y todos el los
Prontos á ponerse en marcha,
Sólo esperan á que l legue
La hora de entrar en batal la.
Los insurgentes en tanto
Viendo las huestes contrarias ,
Más de coraje la encienden
Y más de amor la entusiasman,
Y ansiosos de dar su sangre
Por la salud de la patria,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
1 8 1
Sobre el caballo se incl inan,
La f loja rienda adelantan,
Y fijos los barboquejos
Y el sombrero hacia la espalda,
Entre la niebla y el polvo
Corren, y vuelan y avanzan,
Siguiendo entre los peñascos
Al hombre de la cañada.
Y ya los de Bustamante (1)
Su primer paso avanzaban,
A nhe l a ndo en su i m pa c i enc i a
Como acortar la distancia
Que la interpuesta col ina
Con un recodo aumentaba ,
Cuando de pie en lo más alto
De las rocas escarpadas,
Vieron alzarse á un j inete
Que con voz sonora y clara,
—«Yo soy el Giro—les di jo ,
—Si al Giro es á quien aguardan;
Y el que lo busque que venga
Si t iene honor y t iene a lma,
Que á todos espera el Giro
Frente á frente y cara á cara.»—•
Dijo:
y los fieros dragones
Al grito de « |viva España »
Como un solo hombre treparon
Hasta donde el Giro estaba
Dispuesto como los suyos
Á sucumbir por la patria. . .
Y fué la lucha, y terribles
Al dar la espantosa carga,
Insurgentes y real i stas
( l) E l gene ra l D . A n as tas i o B u s tam ante , pres i dente de l a R ep úbl i ca
y que en B U juventud mi l i t ó en e l e j érc i to rea l i s ta .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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182
O B K A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Ardiendo con cólera y rabia,
Se entremezclaron sedientos
De victoria y de matanza;..
Quiso la triste fortuna
Favorecer á la España,
El bri l lo de sus fulgores
Negándole á nuestras armas,
Que ya de los insurgentes
Uno tan sólo quedaba
Á caballo todavia,
Pero ya herido y sin armas.
Era el Giro, que entre doce
Dragones que le rodeaban.
Sin rendirse al desal iento
Ni incl inarse á la desgracia,
Luchaba y arremetía
Contra el que más se acercaba,
Convirt iendo á su cabal lo .
Á un t iempo en escudo y arma.
Por fin un brazo atrevido
Clavó en su pecho una lanza,
Perder haciéndole e l poco
Al iento que le quedaba,
Pero él aunque ya en el suelo,
•Con fuerza siempre y con alma,
Coge la lanza, del pecho
Sin vacilar se la arranca,
Y estremecido y al grito
De independencia y de patria ,
De pie sobre los peñascos
A sus contrarios aguarda;
Y después de herir á todos
Los que acercársele ensayan;
Hace huir á los restantes
Que ante heroicidad tamaña
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7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
183
Se alejan, y desde lejos
Lo rematan á pedradas.
III
Mártir, que toda tu sangre
Supiste dar por la patria;
T ú ,
de los desconocidos
Que murieron por salvarla,
¡Gracias por tu fortaleza,
Por tu sacrificio gracias
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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v t ' vi/ \}/ v¡/ vk .¿tí. ,¿¡¿. v¡/ \k . vl/r
TfC f\ <y> •f» /y> «T> <y» /'is /y> /ft
C I N E R A R I A
A N T E E L C A D Á V E R D E L A S R A . L U Z P R E S A
Jamás pensé al venir á estas regiones
Que mis palabras úl t imas serían
Para hablar á un cadáver.. .
Ni nunca que las notas de mi canto
Al perderse en el aire sonarían
Mezcladas con el eco de mi l lanto.
Cuando yo vine aquí , casi acababa
De sentir y estrechar entre mis brazos
Al buen amigo que en su noble empeño ,
Soñaba en un laurel para la frente
De la que hoy duerme en el sepulcro el sueño
Que dura y se prolonga eternamente.
Y ese hermano me hablaba del cariño
El más puro entre todos los amores,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A 185
Sin penas, s in temores ,
Casi volv iéndose a l hablarme un niño;
Y le enviaba conmigo sus recuerdos,
Y le enviaba conmigo sus abrazos,
Y alegre en el amor en que se ardía,
Ni s iquiera pensaba en ese instante,
Que su madre distante, muy distante,
Casi en aquella hora se moría.
Yo también tuve un padre que á la fosa
Rodó s in que mis labios lo besaran,
Y sé lo que es ese dolor profundo
Que hace una noche eterna de los días
Y un desierto tri st í s imo del mundo.
Yo sé que horizonte es el que se cierra
Delante del espíritu aterrado,
Cuando eleva sus alas de la t ierra
La que en su pecho maternal encierra
Cuanto se alza de bueno á nuestro lado.
Yo adivino esa pena, y porque casi
Siento la misma angust ia que devora
Al huérfano infel iz que en su a is lamiento
Busca á su madre y por su madre l lora ,
Yo le traigo en su nombre mi gemido,
Y la eterna promesa de que nunca
Caerá sobre esa lápida el olvido
Yo le traigo en el canto de una l ira
Que cuando se habla de la madre t iembla
Y cuando se habla de su amor se inspira,
El adiós que sus labios no lograron
Dejar caer sobre sus ojos yertos
Cuando á la luz del mundo se cerraron
Para abrirse á la sombra de los muertos;
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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186
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Mi adiós que en momentáneo regoci jo
La agitará volviéndola á la vida,
Para que pueda oir la despedida
Con que la vengo á saludar por su hijo.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A L A P A T R I A
C o m p o s i c i ó n r e c i t a d a p o r u n a n i ñ a e n T a c u y a b a d e l o s
M á r t i r e s , e l 1G d e S e p t i e m b r e d e 18 7S .
Ante el recuerdo bendito
De aquel la noche sagrada
En que la patria aherrojada
Rompió a l f in su esclavi tud;
Ante la dulce memoria
De aquel la hora y de aquel día ,
Yo s iento que en la a lma mía
Canta a lgo como un laúd.
Yo siento que brota en f lores
El huerto de mi ternura,
Que t i embla entre su espesura
La estrofa de una canción;
Y al sonoroso y ardiente
Murmurar de cada nota,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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1 8 8
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Siento algo grande que brota
Dentro de mi corazón.
¡Bendita noche de gloria
Que asi mi espíritu agitas,
Bendita entre las benditas
Noche de la l ibertadl
Hora de triunfo en que el pueblo
Al so l de la independencia ,
Dejó l ibre la conciencia
Rompiendo la obscuridad.
Yo te amo.. . y al acercarme
Ante este altar de victoria
Donde la patria y la historia
Contemplan nuestro placer,
Yo vengo á unir a l tr ibuto
Que en darte el pueblo se afana
Mi canto de mejicana,
Mi corazón de mujer.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
http://slidepdf.com/reader/full/acunamanuel-obras-de 205/319
H I D A L G O
Sonaron las campanas de Dolores ,
Voz de alarma en el cielo estremecía,
Y en medio de la noche surgió el día
De augusta Libertad con los fulgores.
Temblaron de pavor los opresores,
É Hidalgo audaz el porvenir veía,
Y la patria, la patria que gemía,
Vio
sus espinas convertirse en flores.
¡Benditos los recuerdos venerados
De aquellos que cifraron sus desvelos
En morir por sel lar la independencia;
Aquel los que vencidos , no humi l lados ,
Encontraron el paso hasta los cielos
Teniendo por camino su conciencia
I
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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15 DE SEPTIEMBRE
Desqués de aquel la página sombría
En que trazó la historia los detalles
De aquel horrible día,
Cuando la triste Méxitl i veía
Sembradas de cadáveres sus cal les;
Después de aquel la página de duelo
Por Cuahutemoc escrita ante la historia,
Cuando sintió lo inúti l de su anhelo;
Después de aquella página, la gloria
Borrando nuestro cielo en su memoria
No volvió á aparecer en nuestro cielo.
La santa, la querida
Madre de aquel los muertos , vencedores
En su misma caída,
Fué hal lada entre el los , trémula y herida
Por el mayor dolor de los dolores. . .
En su semblante pál ido aún bri l laba
De su l lanto tri st í s imo una gota . . .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 191
A su lado se alzaba
Junto á un laurel una macana rota. . .
Y abandonada y so la como estaba,
Vencido ya hasta el úl t imo patriota ,
Al ver sus ojos sin mirada y fijos,
Los españoles la creyeron muerta ,
Y del incendio entre la l lama incierta
La echaron en la tumba con sus hi jos . . .
Y pasaron cien años y trescientos
Sin que á ningún oído
Llegaran los trist ísimos acentos
De su apagado y lúgubre gemido;
Cuando una noche un hombre que ve laba
Soñando en no sé qué grande y augusto
Como la misma fe que le inspiraba,
Oyó un inmenso gri to que le hablaba
Desde su a lma de justo . . .
— Yo soy — le repet ía ,
Descendiente de aquél los que en la lucha
Sellaron su derrota con la muerte. . .
¡Yo soy la queja que ninguno escucha,
Yo soy el l lanto que ninguno adviertel . . .
Mi fe me ha dicho que tu fuerza es mucha,
Que es grande tu virtud y vengo á verte;
Que en el eterno y rudo sufrimiento
Con que hace siglos sin cesar batal lo,
Yo sé que tú has de darme lo que no hal lo:
Mi madre que está aquí porque la s iento .—
Dijo la voz y al santo regocijo
Que el anciano s int ió en su omnipotencia ,
— Si el indio l lora por su madre, — dijo,
Yo encontraré una madre para ese hi jo ,
Y encontró aquel la madre en su conciencia .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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192 O B R A S D E M A N U E L A C U N A
Á esta hora, y en un día
Como éste , en que incensamos su memoria ,
Fué cuando aquel anciano lo decía ,
Y desde ese momento, patria mía,
Tú sabes bien que el astro de tu gloria
Clavado sobre el l ibro de tu historia,
No se ha puesto en tus cielos todavía,
Á esta hora fué cuando rodó en pedazos
La piedra que sel laba aquel sepulcro
Donde estuviste , como Cristo , muerta
Para resucitar al tercer día;
Á esa hora fué cuando se abrió la puerta
De tu hogar, que en su seno te veía
Con un supremo miedo en su a legría
De que tu aparición no fuera cierta;
Y desde ese momento, y desde esa hora,
Tranqui la y s in temores en tu pecho,
Tu sueño se cobija bajo un techo
Donde el placer es lo único que l lora. . .
Tus hi jos ya no g imen
Como antes al recuerdo de tu ausencia,
Ni cadenas hay ya que los last imen. . .
En sus feraces campos ya no corre
La sangre de la lucha y la matanza,
Y de la paz entre los goces suaves
Bajo un cielo sin sombras ni vapores,
Ni se avergüenzan de nacer tus flores,
Ni se avergüenzan de cantar tus aves.
Grande eres y á tu paso
Tienes abierto un porvenir de gloria
Con la dulce promesa de la historia
De que para tu sol nunca habrá ocaso. . .
Por él camina y s igue
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
193
De tu lección de ayer con la experiencia;
Trabaja y lucha hasta acabar esa obra
Que empezaste al volver á la existencia,
Que aún hay algo en tus cárceles que sobra,
Y aún hay algo que el vuelo no recobra,
Y aún hay algo de España en tu conciencia .
Yo te vengo á decir que es necesario
Matar ya ese recuerdo de los reyes
Que escondido tras de un confesionario,
Quiere darte otras leyes que tus leyes. . .
Que Dios no v ive ahí donde tus hi jos
Reniegan de tu amor y de tus besos ,
Que no es el que perdona en el cadalso,
Que no es el del altar y el de los rezos;
Que Dios es e l que v ive en tus cabanas,
Que Dios es el que vive en tus tal leres
Y el que se alza presente y encarnado
All í donde sin odio á los deberes
Se come por la noche un pan honrado.
Yo te vengo á decir que no es preciso
Que muera á hierro el que con hierro mate,
Que no es con sangre como el siglo quiere
Que el pueblo aprenda las lecciones tuyas;
Que el s ig lo quiere que en lugar de templos
Le des escuelas y le des ejemplos ,
Le des un techo y bajo
del
lo instruyas.
Así como en tu frente
Podrás al fin ceñirte la corona
Que el porvenir te t iene destinada;
Él , que conoce tu a lma, que adivina
En tí á la santa madre del progreso,
o
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19-1
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Y que hoy ante el recuerdo de aquel la hora
En que uno de sus besos fué la aurora
Que surgió de tu noche entre lo espeso,
Mientras el pueblo se entusiasma y l lora,
Te viene á acariciar con otro beso.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A L M O Ñ O D E M E R C E D
Me cuentan que ibas corriendo
Como una sí l f ide alada,
Cuando de tus blondas trenzas
Te lo robaron las auras;
No sé yo de tal historia
Si es cierta ó es inventada;
Pero lo que sé e 3 que ardiendo
De amor y de dicha el a lma,
Traigo tu moño en la bolsa
Desde ayer por la mañana;
Que le he hecho mil caricias
Y pienso hacerle otras tantas,
Que por ser color de rosa
Y por ser tuyo me encanta,
Y que por toda la v ida
Lo guardaré donde se hal la,
Reunido con un bi l lete
Que compré, de La Esperanza,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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196
O B B A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Con cosa de diez poesías,
De dos vales y una carta
Que me escribió hace dos meses
L a que m e
dio
calabazas.
Aquí lo tengo, y á menos
Que deje esta vida amarga,
No abandonaré tu moño ,
Dulce cariño del a lma,
Ni por lo uno ni por lo otro,
Ni por esto ni por nada,
Que de esa prenda querida
Pienso, merced adorada,
Hacer e l hermoso emblema
De todas mis esperanzas.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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Q @ ® Q Q © ® © @ 0 © @ @ © © © @ © @
N O C T U R N O
Á R O S A R I O
I
¡Pues bien yo nece si to
decirte que te adoro,
Decirte que te quiero
con todo el corazón;
Que es mucho lo que sufro
que es mucüo lo que l loro ,
Que ya no puedo tanto ,
y al grito en qu¿ te imploro
Te imploro y te hablo en nombre
de mi ú l t ima i lns ión .
I I
Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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198
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Estoy enfermo y pál ido
de tanto no dormir;
Que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
Que están mis noches negras ,
tan negras y sombrías,
Que ya no sé ni donde
se alzaba el porvenir.
I II
De noche , cuando pongo
mis s ienes en la a lmohada
Y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
C a m i no m ucho , m ucho ,
y al fin de la jornada
Las formas de mi madre
Se pierden en la nada
Y tú de nuevo vuelves
en mi alma aparecer.
IV
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos ,
Comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
Y te amo, y en mis locos
y ardientes desvarios
Bendigo tus desdenes ,
adoro tus desvíos,
Y en vez de amarte menos,
te quiero mucho más .
V
A veces pienso en darte
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 199
mi eterna despedida,
Borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión;
Mas si es en vano todo
y el alma, no t e o lvida ,
¡Qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi v ida,
Qué quieres tú que yo haga
con este corazón
VI
Y luego que ya estaba
concluido su santuario .
Tu lámpara encendida,
tu velo en el altar;
El so l de la mañana
detrás del campanario,
V Chispean do las antorchas,
humeando e l incensar io ,
Y abierta allá á lo lejos
la puerta del hogar.. .
VII
|Qué hermoso hubiera s ido
vivir bajo aquel techo,
Los dos unidos s iempre
y amándonos los dos;
Tú s i empre enamorada ,
yo s iempre sat i sfecho,
Los dos una sola a lma,
los dos un solo pecho,
Y en medio de nosotros
Mi madre como un Dios
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
V III
¡Figúrate qué hermosas
las horas de esa vida
¡Qué dulce y bello el viaje
por una t ierra asi
Y yo soñada en eso ,
mi santa prometida,
Y al delirar en eso
con la a lma estremecida,
Pensaba yo en ser bueno
por tí , no más por tí .
I X
¡Bien sabe Dios que ese era
mi más hermoso sueño .
Mi afán y mi esperanza
mi dicha y mi placer;
Bien sabe Dios que en nada
ci fraba yo mi empeño,
S ino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
Que me envolvió en sus besos
cua ndo m e
vio
nacer
X
Esa era mi esperanza.. .
mas ya que á sus fulgores
Se opone e l hondo abi smo
que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez últ ima,
amor de mis amores;
La luz de mis t inieblas ,
la esencia de mis flores;
La l ira de poeta,
mi juventud, adiós
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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LAS RUINAS
A
I
Las ruinas so lam ente
quedaban del santuario ,
Y en medio de las ruinas
la virgen del altar;
Conmigo l legó un ave,
y en trino dulce y vario
Volando en torno de el la
su acento empezó á alzar.
La virgen era hermosa,
y alzándose á porfía
Las ñores se agrupaban
en torno de su s ien,
Encima estaba el c ie lo ,
y encima estaba el día,
Y el pajaro, entre tanto,
cantaba siempre. . . ¿á quién?
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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202
O B K A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Los ojos de la virgen
bri l laban dulcemente
Del astro de los astros
al mágico arrebol
Y. . . «[Oh virgen —dijo el ave--
bendita sea tu frente.
Puesto que en el la ha hal lado
como otro cielo el sol.
Para el la son los trinos
de todos los cantares
,Que vengo á darte, |oh virgen
cada hora matinal;
Que rotos y en el polvo
tu templo y tus altares,
Tu frente aún está viva,
¡tu frente es inmortal »
I I
Mañana que las penas
y el t iempo hayan destruido
El templo en que te adora
la ardiente juventud,
En medio de las ruinas
y en medio del o lv ido
Tendrás un ave s iempre
que cante tu virtud.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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A UN ARROYO
A M I H E R M A N O J U A N D E D I O S P E Z A
Cuando todo era f lores tu camino,
Cuando todo era pájaros tu ambiente,
Cediendo de tu curso á la pendiente
Todo era en t í fugaz y repentino.
Vino el invierno, con sus nieblas v ino
El hielo que hoy estanca tu corriente,
Y en situación tan triste y diferente
Ni aun un pálido sol te da el destino.
Y así es la vida; en incesante vuelo
Mientras que todo es i lus ión, avanza
En só lo una hora cuanto mide un c i e lo ;
Y cuando el duelo asoma en lontananza
Entonces como tú , cambiada en h ie lo
¿No puede reflejar ni la esperanza.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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L E T R I L L A
Sí, mi amigo D. Gregorio,
T iene usted mucha razón,
Eso mismo que usted d ice ,
Eso mismo que d igo yo . . .
I
Juzga usted que es una plaga,
Que es un castigo de Dios,
Esa turba de mocosos
Sin quehacer ni ocupación,
Que á falta de otra han tomado
La carrera de escritor;
Que s i hablan de l Nigromante
No lo bajan de chambón,
Que á Altamirano lo acaban,
Que á Peredo le hacen
fo,
Que á Prieto lo ponen de asco,
Que á Justo lo dejan peor,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
205
Y que l levando hasta Europa
Su orif ica erudición,
Destrozan á Victor Hugo
Y á Dumas y a Campoarnor,
Y á cuantos hal lan al paso,
Con su hidrofobia feroz;
Y agrega usted que sería
Muchísimo
mejor
Que hacerles caso ó echarles
Un indiges to sermón,
Dejarlos á que los oiga
La madre que los parió.
Pues sí, señor D. Grego rio,
Tiene usted mucha razón,
Eso mismo que usted dice,
Eso mismo digo yo...
I I
Juzga usted que es un espanto
Piensa usted que es un horror,
Ver tantas compos ic iones
Como se publ ican hoy,
En que después de sa l imos
El imberbe trovador
Con uno de esos ideales
Que ya se hacen de cajón,
Muy sonrosados los labios ,
Muy argent ina la voz,
Muy los cabel los de seda,
(Vaya una transposición)
Y muy l l ena de desdenes ,
Que los merece el autor,
Termina és te con que la
a m a
Con todo su corazón,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Cuando mejor que' ocuparse
Eu hablarnos de su amor
Y en pintarnos los efectos
De su estúpida pasión
Según usted, debería,
Aquí para entre los dos,
Decirse bruto tres veces
Con mucha circunspección,
Alzar al cielo los ojos,
Rezar el «yo pecador»
Y en seguida dispararse
Media pistola de Colt .
Pues sí, señor D. Grego rio,
Tiene usted mucha razón,
Eso mismo que usted dice,
Eso mismo digo yo...
III
Dice us ted que ya da miedo
Que vale lo menos dos,
Ver á tantos que pretenden
Demostrar su erudición
Llenando de lat inajos
Su inconocible español ,
Y que tal verso de Ovidio
Lo dan por de Cicerón,
Cuando nunca escribió versos
El pobrecito orador,
Que á despecho suyo t iene
Que pasar por un ladrón
Gracias al atrevimiento
De esos benditos de Dios ,
Y agrega usted amigo mío,
Que en su muy pobre opin ión
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E n c i m i l l o 1". a l i i a / .ú am o u n a l o c a
Y
l e d i o d e s u d i c h a e u u n o x c e s o
(Pág. 206.
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7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 207
Debieran esos señores
Fijarse en qué escriben hoy
Que son tan raros los sabios
En la lengua de Catón,
Y en que cada cita de esas
Sépase la l engua ó no ,
Viene á ser como un peñasco
Donde el mísero lector
Tiene á fuerza que pararse
Y aguantarse un tropezón
Que bien puede hacer á a lguno
Que mande al diablo al autor.
Pues sí, señor
D .
Gregorio,
Tiene usted mucha razón,
Eso m ismo que usted dice, .
Eso mismo digo yo...
I V
Concluye usted en su carta,
Mi buen amigo y y señor,
Dic i éndome que no ac ierta
A encontrar la expl icación
De esas ínfulas de sabio
Y ese a ire de hombre de pro
Con que se presenta a lguno
Por haber sido orador
Y haber gri tado en Sept iembre,
jViva la Constitución
Lo que l e aplaudieron mucho ,
Según dice él que lo oyó,
Y protesta usted por su alma,
Que no hal la puesto en razón
Que por sólo ese motivo
Se le haga miembro de honor
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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208
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
De cuanta academia existe
Dentro de la población,
Ni que se inscriba su nombre
Como colaborador
A la cabeza de todos
Los diarios que salen hoy,
Haciéndolo revest irse
De este aire de protección
Con que trata aun á los mismos
De donde el necio sal ió,
Y á quienes usted querría
Para acabar con la raza
Y quedarnos usté y yo ,
Que somos tan campechanos
Y hombres de tan buen humor
Y que hacemos unos versos
Que le gustan hasta Dios.
Pues si, señor D. Grego rio,
Tiene usted mucha razón,
Es.o mismo que usted dice,
Eso mismo digo yo...
Degollar de dos en dos
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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H O J A S S E C A S
i
Mañana que ya no puedan
Encontrarse nuestros ojos ,
Y que vivarnos ausentes,
Muy lejos uno del otro,
Que te hable de mí este l ibro
Como de t i me habla todo.
II
Cada hoja es un recuerdo
tan triste como t ierno
De que hubo sobre ese árbol
un cielo y un amor;
Reunidas forman todas
el canto del invierno,
La estrofa de las nieves
y el himno del dolor.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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2 1 0
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
III
¡Mañana á la misma hora
En que el sol te besó por vez primera,
Sobre tu frente pura y hechicera
Caerá otra vez el beso de la aurora]
Pero ese beso que en aquel oriente
Cayó sobre tu frente solo y frío,
Mañana bajará dulce y ardiente,
Porque el beso del sol sobre tu frente
Bajará acompañado con el mío .
IV
En Dios le exiges á mi fe que crea,
Y que le alce un altar dentro de mí
¡A.hl ¡Si basta no más con que te vea
Para que yo ame á Dios, creyendo en t í
V
Si hay a lgún césped blando
cubierto de rocío
En donde s iempre se a lce
dormida alguna f lor,
Y en donde s i empre puedas
hallar, dulce bien mío,
Violetas y jazmines
Muñéndose de amor;
Y o quiero ser el césp ed '
Florido y matizado
Donde se asenten, niña,
Las huel las de tus pies;
Yo quiero ser la brisa
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Tranqui la de ese prado
Para besar sus labios
Y agonizar después.
S i hay a lgún pecho amante
que de ternura l leno
Se agite y se estremezca
no más para el amor,
Yo quiero ser, mi vida,
yo quiero ser el seno
Donde tu frente inc l ines
Para dormir mejor.
Yo quiero oir latiendo
Tu pecho junto a l mío ,
Yo quiero oir que dicen
Los dos en su latir,
Y luego darte un beso
De ardiente desvarío,
Y luego. . . arrodil larme
Mirándote dormir.
V I
Las doce. . . ¡adiós.. . Es fuerza que m e vaya
y que te diga adiós. . .
Tú lámpara está ya por ext inguirse,
y es necesario.
— A ú n n o .
—Las sombras son traidoras, y no quiero
que al asomar el sol,
Se detengan sus rayos á la entrada
de nuestro corazón.. .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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2 1 2
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
—Y ¿qué importan las sombras cuando entre el las
queda velando Dios?
—¿Dios? ¿Y qué puede Dios entre las sombras
al lado del amor?
—Cuando te duermas ¿me enviarás un beso?
— | Y m i a l m a
—[Adiós. . .
— ¡ A d i ó s . .
VII
Lo que siente el árbol seco
Por el pájaro que cruza
Cuando plegando las a las
Baja hasta sus ramas must ias ,
Y con sus cantos alegra
Las horas de su amargura;
Lo que se siente por el día
La desolación nocturna
Que en medio de sus pesares
Y en medio de sus angust ias ,
Ve asomar con la mañana
De sus esperanzas una;
Lo que s ienten los sepulcros
Por la mano buena y pura
Que solamente obl igada
Por la piedad que la impulsa ,
Riega de flores y de hojas
La blanca lápida muda,
Eso es a l amarte mi a lma
Lo que siente por la tuya,
Que has bajado hasta mi invierno,
Que has surgido entre mi angust ia
Y que has regado de flores
La soledad de mi tumba.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
213
Mi hojarasca son mis creencias,
Mis t inieblas son la duda,
Mi esperanza es el cadáver,
Y el mundo mi sepultura. . .
Y como de entre esas hojas
Jamás retoña n inguna;
Como la duda es el cielo
De una noche s iempre obscura,
Y como la fó es un muerto
Que no resuci ta nunca,
Yo no puedo darte un nido
Donde recojas tus plumas,
Ni puedo darte un espacio
Donde enciendas tu luz pura,
Ni hacer que mi a lma de muerto
Palpi te unida á la tuya;
Pero si gozar contigo
No ha de ser posible nunca,
Cuando estés triste, y en la alma
Sientas a lguna amargura,
Yo te ayudaré á que l lores,
Yo te ayudaré á que sufras,
Y te prestaré mis lágrimas
Cuando se acaben las tuyas.
V II I
i
Aún más que con los labios
Hablumos con los ojos;
Con los labios hablamos de la t ierra,
Con los ojos del cielo y de nosotros.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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214
OBRAS DE MANUEL ACUÑA
n
Guando volví á mi casa
De tanta dicha loco,
Fué cuando comprendí muy lejos de el la
Que no hay cosa más triste que estar solo.
ni
Radiante de ventura
' Frenético de gozo,
Cogí una pluma, le escribí á mi madre,
Y al escribirle se lo dije todo.
I V
Después, á la fatiga
Cediendo poco á poco,
Me dormí , y a l dormirme sent í en sueños
Que el la me daba un beso y mi madre otro.
v
¡Oh sueño, el de mi vida
Más santo y más hermosol
¡Qué dulce has de haber s ido cuando aún muerto
Gozo con tu recuerdo de este modol
I X
Cuando yo comprendí que te quería
Con toda la lealtad del corazón,
Fué aquel la noche en que a l abrirme tu a lma
Miré hasta su interior.
Rotas estaban tus virgíneas alas
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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M e d o r m í y a l d o r m i r m e s e n t í e n s u e n o »
Q u e e l l a m e d a b a u n b e s o y m i m a d r e o t r o
( P a g . 2 U .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B E A S D B M A N U E L A C U Ñ A 215
Que ocul taba en sus pl iegues un crespón
Y un ángel enlutado cerca de el las
Lloraba como yo.
Otro,
tal vez, te hubiera aborrecido'
Delante de aquel cuadro aterrador;
Pero yo no miré en aquel instante
Más que mi corazón;
Y te quise, tal vez, por tus t inieblas,
Y te adoré, tal vez por tu dolor,
Que es muy bel lo poder decir que la a lma
Ha servido del sol . . .
X
Las lágrimas del niño
la madre las enjuga,
Las lágrimas del hombre
las seca la mujer. . .
|Qué tristes las que brotan
y bajan por la arruga,
Del hombre que está so lo ,
del hijo que está ausente,
Del ser abandonado
que l lora y que no siente
Ni el beso de la cuna,
ni el beso del placer
I X
¡Cómo quieres que tan pronto
Olvide el mal que me has hecho,
Si cuando me toco el pecho
La herida me duele más
Entre el perdón y el o lv ido
Hay una d i s tancia inmensa;
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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2 1 6 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Yo perdonaré la ofensa;
Pero olvidarla.. . ¡jamás .
X I I
«Te amo—dij i s tes—y jamás á o tro hombre
Le entregaré mi amor y mi albedrío,»
Y al querarme l lamar buscaste un nombre,
Y el nombre que dij iste no era el mío.
X I I I
¡Ah,
glorial ¡De qué me sirve
Tu laurel mágico y santo,
Cuando el la no enjuga el l lanto
Que estoy vertiendo sobre él
¡De qué me sirve el reflejo
De tu soñada corona,
Cuando el la no me perdona
Ni en nombre de ese laurel
La que á la luz de sus ojos
Despertó mi pensamiento ,
La que a l amor de su acento
Encendió en mí la pasión;
Muerta para el mundo entero
Y aun para el la misma muerta ,
Solamente está despierta .
Dentro de mi corazón.
X I V
E l cielo está m u}' negro, y c om o un velo
Lo envuelve en su crespón la obscuridad;
Con una sombra más sobre ese c ie lo
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
217
El rayo puede desatar su vuelo
Y la nube cambiarse en tempestad .
Oye, ven á ver las naves,
Están vest idas de luto ,
Y en vez de las golondrinas
Están graznando los buhos. . .
El órgano está cal lado,
El templo solo y obscuro,
Sobre el altar.. . ¿y la virgen
Por qué t iene el rostro oculto?
¿Ves?.. . en aquel las paredes
Están cavando un sepulcro ,
Y parece como que a lguien
Solloza al l í junto al muro.
¿Por qué me miras y t iemblas?
¿Por qué t ienes tanto susto?
¿Tú sabes quién es e l muerto?
¿Tú sabes quién fué el verdugo?
X V
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L A G L O R I A
P E Q U E Ñ O P O E M A E N D O S C A N T O S
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C A N T O P R I M E R O
LA CABEZA SIN CORONA
Como decir veinte años es lo mismo
Que decir corazón, ternura, amores,
Arranques, heroísmo,
Cielos, celajes, pájaros y ñores,
Y á falta de otros úti les mejores
Tener para salvar cualquier abismo
Las alas del l irismo,
Que s i no son muy buenas, no son malas
Porque al cabo y al f in siempre son alas,
Ya que de comenzar entre los modos
Tengo por fuerza que escoger alguno,
No pudiendo á la vez usar de todos,
Á f in de no pecar por importuno
Y, lo que fuera peor, por indigesto,
Ya que en esto me auxi l ia la memoria ,
Que no s iempre me auxi l ia como en ésto ,
Seguro de que todo lo reúno,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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222 0 B R A 3 D E M A N U E L A C U Ñ A
Diré que Pablo, el héroe de esta historia,
Se hal laba entre los veinte y los veint iuno,
Al dar principio al poema de la gloria.
Así es que aunque muy al ta
La bohardi l la en que v ive, y aunque pobre,
Porque s i t iene mucho que le fa l ta ,
No t iene en cambio nada que le sobre;
El muchacho contento en su pobreza
Desde el obscuro fondo de su pieza,
S i sabe que hay un mundo es so lamente
Porque así lo ha aprendido de la gente,
Pues él con otro mundo en la cabeza
De su bendita edad bajo la calma,
No cree que exista más naturaleza,
Que la que todo joven l leva en su alma.
I I
Pobre razonamiento
Que arrastrando en su vuelo a l sent imiento ,
De esperanzas origen tan fecundo,
Hace que el hombre tri ste ,
Desconozca es te mundo donde ex i s te
Hasta la hora de entrar al otro mundo. . .
Pues aunque esos rateros
Que en español se l laman desengaños
Lo dejen de i lusiones casi en cueros,
Sin que haya una i lusión que no le roben;
Él , en medio de propios y de extraños
Sostendrá con su ciento y pico de años
Que la a lma es s iempre nueva y s iempre joven.
III
Pablo, apartado por la negra ausencia
Del dulce hogar donde la luz del día
Vio
por la vez primera en la existencia,
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0 B K A S D E M A N U E L A C U Ñ A
223
Siente f recuentemente
Esa vaga y leta l melancol ía
Del que t iene una madre y en su frente
No puede recibir , porque está ausente,
Los besos que su madre le daría;
Ve á su padre muy lejos
Á través de unos cie los muy obscuros,
Y extrañando su voz y sus consejos
Halla que, visto bien, no eran tan duros
Los que él l lamaba
achaques de estos viejos;
Recuerda á sus hermanos
Con quienes en las horas del cariño
Jugaba esos mi l juegos soberanos
Que ocupan en la edad en que uno es niño
La alma al dormir y al despertar las manos. . .
Y pensando en todo esto
Que por haber pasado le parece
Más bonito y más tri ste por supuesto ,
Se afl ige, languidece,
Y para hacer más rápido y máj pronto
El término que falta á su carrera,
Se l evanta , y después de—Soy un tonto—
Coge el l ibro y estudia una hora entera.
Y estudia. . . y dan las dos de la mañana
Que lo encuentran despierto ,
Y dan las tres con el l ibro abierto
Lo sorprende la luz por la ventana. . .
Pues aunque Pablo sabe
Que no hay fuerza ó vigor que no se acabe
Cuando se abusa más de lo debido,
Ve que su al iento juvenil se agosta,
Y arrojando esa máxima al o lv ido,
S igue s i empre lo mismo, dec id ido
Á ser un hombre sabio á toda costa.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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224 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
I V
Mas no vaya á pensarse que esto es todo
Lo que hace que él trabaje de este modo,
Pues queda y falta por decir que Elena,
Que es muy hermosa y además muy buena ,
Le dijo el otro día
Que le gustaba mucho la poesía ,
Y que si amarle más posible fuera,
Aún más de lo que le ama le amaría
Si él supiera decir lo que sentía
De la misma manera
Que un poeta cualquiera
Tratando de decirlo lo diría;
Y como Pablo , en cuanto á Elena toca,
Nunca ha sabido desplegar la boca
Mas que para rendirse á sus antojos,
Ha visto en la mirada de sus ojos
Que de ahí en adelante
Si ha de decirles á sus labios—rojos—
Tendrá para encontrar el consonante
Que ponerse de hinojos ,
Y queriendo agradarla á cualquier precio,
Aunque nunca jamás ha escri to una oda,
Por no hacerse acreedor á su desprecio
Pensó en una oda y escribió tan recio
Que en menos que lo digo, la hizo toda.
V
La oda era muy buena,
Como es fáci l pensarlo; ppro Elena
Que se oía l lamar Ja más hermosa
De todo el universo,
Y esto no en simple prosa sino en verso,
Lo cual, como se ve, ya es otra cosa,
Radiante de alegría
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B B A S D B M A N U E L A C U Ñ A
225
Propuso que la prosa
Abol ida por s iempre quedaría
En cuantas cartas él la escribiría;
Y Pablo , que no hay modo de que pueda
Resist ir á un capricho de su amada,
Tras de—la prosa queda desterrada—
No supo más que contes tar—pues queda .
Y así con la a lma henchida
De ternura y pasión por su querida,
La escribe diariamente
Una carta de dos ó de más hojas,
Donde forzosamente
Hay muchas frases débiles y f lojas,
Pero en cambio también y de repente
Alguna que por nueva y por val iente
Recuerda á los Quintanas y á los Riojas;
Pues Pablo en fuerza de escribir cuartetas
Y de educar el gusto y el oído,
Ha conseguido a l f in ser aplaudido
Y al nombre y apel l ido de otros poetas
Ver agregar su nombre y su apel l ido.
V I
Y ésto que el pobre mozo
Se encontró con grandís imo alborozo
Cierta vez que un periódico leía,
Se lo enseñó á su amada
Con mucho del rubor y la alegría,
Del que por vez primera
Mira un a
cosa
suy a pub l icada,
Cuando ha s ido , además , acompañada
De una l isonja ó de una f lor cualquiera.
Cuan cierto es que la gloria
Brotando de la cosa más senci l la
15
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226
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Toma las formas de lo real y bri l la
De la ambición en la óptica i lusoria,
En dos l íneas ó tres de gaceti l la
Que al lá en la soledad de una bohardil la
Se aprenden muchas veces de memoria .
V II
Llena de regocijo
Por la prueba de amor que le presenta,
Quedó Elena con el la tan contenta
Que queriendo hablar mucho nada di jo;
Mas si no pudo hablar porque su boca
No estaba en aquel punto para eso,
En cambio le abrazó como una loca
Y le
dio
de su dicha en un exceso
Que casi casi en la demencia toca,
Un beso de esa especie que provoca
Á hacer interminable cada beso .
V I H
Pablo, que en la pasión en que se ardía
Por la graciosa Elena,
Al pensar en el beso de aquel día,
No acertaba á encontrar ni comprendía
Que pudiera exist ir cosa más buena;
Henchido de esperanzas y r i sueño
Como aquel que no l leva en su memoria
Ni aun la sombra del duelo más pequeño,
Al entregarse aquella noche al sueño
No soñó en otra cosa que en la gloria.
Sobre su alt iva frente
Bri l laba inmarcesible y refulgente
La corona inmortal de la victoria;
Y entre el inmenso aplauso que la gente
Alzaba vitoreándole á su vista,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
227
Con esa buena fe de todo artista
Que se s iente muy grande interiormente
Cree'que el laurel de triunfo que conquista,
La gloria misma lo tej ió en persona
Aunque sabe muy bien que su corona
Salió del obrador de una modista.
IX
Sueña con que su nombre
Dicho s iempre entre muchas a labanzas
Ha hecho concebir mi l esperanzas
De que tenga la patria otro grande hombre.
Y de tan dulce sueño despertando
Y al despertar quedándose suspenso
Se incorpora en el lecho meditando
Con un placer inmenso,
En que si la ansia noble que le apena
Llegase al fin á realizarse un día,
Al corazón que ha consagrado á Elena
Su corona de poeta agregaría.
X
Y Pablo, á quien le sobra
Fuerza y valor porque le sobra afecto,
Concibe en su interior un gran proyecto
Y sin pensar en más lo pone en obra;
Llegando á ta l extremo en su demencia
Y á tal punto l legando en su arrebato,
Que ha olvidado los l ibros y la ciencia
Sin ver que está enfermándose de ausencia
Su pobre madre que le dice—
¡ingrato
X I
Y es que aunque Pablo quiere á su famil ia
Con el afecto de un amor gigante,
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228
O B B A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Por más que lo medita y lo conci l ia
Siempre hal la que el esfuerzo que lo auxil ia
Nunca l lega á auxil iarle lo bastante;
Que en la eterna vigi l ia
En que v ive soñando con su amante ,
Esta , que toda su memoria l lena,
Le hace olvidar la obligación, de modo
Que él so lo dice que ha pensado en todo
Si ha pensado en la gloria y en Elena.
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fluirá
M(ik M(fc> M1Í0 M(ík> M
C A N T O S E G U N D O
LA CORONA SIN CABEZA
1
Entre el canto primero y el segundo
Han pasado dos años,
Y como todo pasa en es te mundo
Que si en algo es fecundo
Es por desgracia eterna, en desengaños,
Aquel montón de f lores
Donde v imos dormir como en un n ido
Á nuestros dos hermosos soñadores ,
Aquel montón de f lores se ha perdido
Con la triste esperanza en sus dolores
De encontrar el remedio del olvido.
I I
Dos años han pasado,
[Y el corazón de Elena está ya helado . .
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2 3 0
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
Ella que era tan buena.
Ya no es aquel la Elena
Á la que el pobre Pablo enamorado
Le consagraba en su i lusión serena
La gloria que aún no había conquistado. . .
En la triste bohardil la
Que aunque muy miserable y muy senci l la ,
Era en t iempos mejores
Todo un cielo de encantos y de amores ,
Hoy no se encuentra más que el desal iento ,
El tedio, la amargura, la tristeza,
Y en medio de todo ésto una cabeza
Donde duerme muy tr i s te e l pensamiento .
Y así es que Pablo , e l que en su dulce encanto
No l loraba jamás con otro l lanto
Que el l lanto del placer y la alegría,
Hoy l lora en su amoroso desencanto
Con el que antes de amar no conocía;
Repasa una por una,
Aquel las dulces horas tan hermosas
En que después de hablar de muchas cosas
Siempre olvidaban al partir alguna;
Al dar la media noche, vuelve aquél la
Que por primera vez lo hal ló con el la;
Y tropezando al del irar en eso
Con aquel l indo beso de aquel día
Tan dulcemente en su memoria impreso ,
|Ni puede resist irse á enviarla un beso,
Ni puede aborrecerla todavía . . .
H I
—«|Hacer, y hacer lo que hizo —»
Saltaba él sol lozando de improviso.
—«¡Ella que era tan pura y cuya frente
Un cielo hermoso de virtudes era,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A 2 31
Tener que huir del mundo y de la gente
Como la infamia ó la traición lo hiciera
Matar al sol para sus ojos bellos
Bajo la noche en que el dolor la abisma,
Y sintiendo las lágrimas en el los
Envolverse la faz en sus cabel los
Con la vergüenza horrible de sí misma;
Buscar en otro pecho las dulzuras
De que mi pecho rebosaba l leno,
Sin dejar á mi amor salvar del cieno
Sus al i tas tan blancas y tan puras.
¡Ayl cuando yo por alfombrar su huel la
Si para alzarse al cielo hubiera sido,
Con la paloma deshaciendo el nido
Hubiera dado el corazón por el la. . .»
Y Pablo en el dolor que le devora
De su v ida ante el páramo desierto ,
Se incl ina y g ime y languidece y l lora
Como deben l lorar en la úl t ima hora
Los iumóvi les párpados de un muerto .
IV
A veces , m uc ha s vece s , Pab lo suele •
Con la i lusión de que ésto le consuele
Buscar en el trabajo y la lectura,
Olvidando las penas de aquí abajo,
Esa tregua al dolor que la amargura
Encuentra en la lectura y el trabajo. . .
Coge los l ibros que en mejores días
Formaban de su afán las alegrías,
Y abriéndolos por f in con el denuedo
De una resolución bien meditada,
Después de mucho leer y no leer nada
Concluye a l cabo por decir—jno puedo
Busca y toma en seguida
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232
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
La misma pluma aquel la
Que de manos de Elena recibida,
Le ayudó con los sueños de su v ida
A escribir tantas páginas para el la. . .
La clava en el papel febricitante
Como queriendo huir de su memoria
Y tratando de hacer la de otro amante,
Mas la historia que escribe es semejante
A la historia de Elena y á su historia,
Que aunque la buena lógica concluya
Que historia escrita así no ha de ser buena,
Raros serán los que al hacer la agena
No se acuerden un poco de la suya.
V
Sea de ello lo que fuere;
Como Pablo no puede aunque lo quiere
Olvidar el recuerdo de la ingrata
Por quien conoce el pobre que se muere,
Pues conoce que eso es lo que lo mata,
Por cuantos medios le es posible cuida
De recoger noticias de su Elena,
No habiendo á quien informes no le pida
Sobre si está contenta de la vida,
Sobre si es muy dichosa y si está buena;
Y cuando oyendo un día sus preguntas
Le contestó abrazándole un amigo:
—No sueña la infel iz más que cont igo ,
Y tus cartas las guarda todas juntas
—
Radiante de ventura al oir ésto
De su amigo, estrechándole, se aparta ,
Y nue vam ente á la i lus ión d i spuesto -
Con mano alegre y con alegre gesto
Cogió una pluma y escribió esta carta:
«Si fuiste cruel conmigo y si hubo un día
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
233
En que apartando tu a lma de la mía
Me hundiste en el dolor y en la tristeza,
En prueba de que mi a lma te perdona
Te mando con mi amor esa corona
Que anhela por estar en tu cabeza. . .
Que pues en tu a lma aún escondido t ienes
Algo de aquel amor que me tenías ,
Si yo la conquisté para tus sienes
En el las debe de estar y no en las mías.»
V I
Puso Pablo su nombre , como un hombre
Que piensa decir mucho con su nombre;
Y después de plegarla en tres dobleces
Y de leerla y leerla muchas veces ,
Hal lando en su i lusión que estaba buena
Puso en e l so bre— A E l ena —
Y en seguida radiante y sat i sfecho
Con un inmenso júbi lo en e l pecho ,
Dando forma á una idea
Que en su amorosa senci l lez se abona,
Exclamó contemplando la corona:
—|Qué dichosa va á ser cuando la veal
VII
Y en tanto , aquel la madre, aquel la ausente
Sin consuelo ni a l iv io en su congoja
Lloraba sola y t in tener ni una hoja
Que enlazar á las canas de su frente.. .
¡Cuan cierto es que en la vida, aunque ésto asombre,
En medio del placer y el regocijo,
Si el hijo no se olvida de que es hombre,
El hombre sí se olvida de que es hijo
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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234
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
V III
Lo que el amigo aquel le dijo un día
Al triste Pablo era una farsa impía;
Pues Elena la ingrata
Ni guarda aquelas cartas que decía,
Ni piensa en Pablo, ni el dolor la mata;
Que parecida en ésto y semejante
A más de a lguna amante
A quien mirándose a l espejo , he o ído
Parodiar con feroz desenvoltura
Una frase'muy vieja , de este modo:
— No se ha perdido nada, cuando todo,
Se haya perdido menos la hermosura;—
La ingrata Elena como l levo dicho,
Sin huir de las gentes y del día,
Ni l lora como Pablo suponía ,
Ni ha tenido jamás ese capricho.
Elena va a l paseo
De lucir y brillar en el deseo;
Tiene palco en el teatro y no hay velada,
Tertulia, baile, aniversario ó fiesta,
A que oportunamente conv idada
No se encuentre á as ist ir s iempre dispuesta .
Si alguna vez l loró su desvarío
Recordando su falta y sus deberes,
Después, y como todas las mujeres
En casos semejantes ,
Ha olv idado su fa l ta y su extravío ,
Tratando á sus amantes con desvío
Y aprendiendo á o lv idar á sus amantes .
De manera que Pablo que en su anhelo
Esperaba soñando con el c ie lo ,
Que su amante por f in le volvería
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N D E L A C D Ñ A
235
Todo el cariño y la pasión de un día,
Con el cerebro ardiente
Y un montón de esperanzas en la frente,
Ans iando una respuesta
Que confirmara su i lusión no escasa,
Al entrar en su casa
Se hal ló un papel y en el papel con esta: —
«Como de aquí á dos meses
Que habré arreglado j 'a mis intereses,
Pienso casarme con mi primo Antonio
Que ha pedido mi mano en matr imonio ,
Le ordeno. . . le prohibo,
Siendo ésta la razón porque le escribo,
Que se vuelva á ocupar de la que un día
Tuvo el capricho de quererle un poco,
Sin sospechar que le volviera loco
Su demasiado amor á la poesía .
Respecto á su corona
Con la que dice usted que me perdona,
Es un obsequio cariñoso y blando
Que confieso en verdad que no merezco,
Así es que la agradezco,
Y como no me sirve se la mando.»
X
Cuando el triste de Pablo hubo leído
Por una y otra vez este recado
Tan esperado como no temido,
Viendo aquel los reng lones
Que en cambio de su fé y sus i lusiones
Le bl indan el escarnio y e l o lv ido,
Lleno de ese profundo desal iento
Del que lo pierde todo en un momento,
Cogió aquella corona sin cabeza,
Fruto de su trabajo y su cariño,
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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236
0 B B A S DE MANUEL ACUÑA
Y l lorando, l lorando como un niño
Que de una falta grave se confiesa,
—«¡Oh glorial—dijo al f in—si hasta tu asiento
En una hora de amor y atrevimiento
Soñé volar del mundo á arrebatarte
Uno de esos laureles con que el arte
Recompensa el trabajo y el talento;
Tú sabes bien ¡oh gloria
Que no lo hice por mí sino por el la,
Mas ya que el la tan dura como bel la
Ha insul tado mi fé y aún mi memoria;
¡Que acaben mi laurel y el regocijo
Que sentí de ceñírmelo al anhelo. . . »
Y deshaciendo su corona, dijo,
Y la arrojó en pedazos por el suelo.
X I
Después, tranqui lo ya , bajo la calma
De otro cielo mejor y diferente,
Pablo , pensando en la que estaba ausente,
En lugar de un laurel ¡ le mandó el alma
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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E L P A S A D O
D R M E N T R E S C T O S
M é j i c o . É p o c a a c t u a l . L a a c c i ó n e m p i e z a á l a s c i n c o d e l a t a r d e , y a c a b a
a l a s c i n c o d e l a m a ñ a n a d e l d í a s i g u i e n t e .
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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E U G E N I A
M A R Í A
ANTONIO
P E R S O N A J E S
D A V I D
M A N U E L
RAMIRO
Un criado
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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CTO PRIMERO
S a l a d e c e n t e m e n t e a m u e b l a d a ,
con una
p u e r t a
en el
f o n d o
y
c u a t r o l a t e
r a l e s .
M e s a
en el
c e n t r o
con
p a p e l e s
y
r e c a d o
de
e s c r i b i r .
Un
r e l o j ,
u n a c a m p a n a ,
un
á l b u m
c o n
r e t r a t o s ,
un
v e l a d o r , p e r i ó d i c o s .
Al
l e v a n t a r s e
e l
t e l ó n , a p a r e c e n Eugenia, s e n t a d a
en un
s o f á , c o m o m e d i
t a n d o ,
y
David,
q u e
e n t r a
de la
c a l l e
y se
d e t i e n e
por un
m o m e n t o
al
v e r l a .
E S C E N A I
E U G E N I A
Y
D A V I D
D A V I D
(¡En qué estará pensando )
(Acercándose).
¡Eugenia
E U G E N I A
¡Ah ¿Eres tú, Da vid?
Qué
pronto
has
vuel to , am igo
mío.
D A V I D
¿Muy pronto?
E U G E N I A
Por
lo
m e n o s
no
has tardado tanto com o
yo
esperaba.
Y ,
á lo
que parece, v ienes m u y conten to ,
¿no es
verdad?
D A V I D
Y con razón: figúrate que
al
volver
de
T a cuba y a
me en
contré,
en el
m i sm o t ren
en
q ue
yo
venía , con
un
ant iguo
compañero
de
colegio,
á
qu i en
tú
no co noce s, pero del cual
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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240
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
te he hab lado m uc ha s veces , c i tándole com o el mejor y
más querido de mis amigos.
E U G E N I A
¿Manuel Romea?
D A V I D
Si , Manuel Romea . Muy buen muchacho: ya verás
cuando lo trates. Y yo lo quiero mucho; como que es la
personiñca ción de mis recuerdos de estudiante, época, ta l
vez, la m ás herm osa de m i v ida, pue sto que enton ces fue
cuando te conocí .
E U G E N I A
Gracias, David. Y, dime: ¿has visto ya
El Siglo XIX
de
ayer?
D A V I D
N o.
¿Qué dice de importante?
E U G E N I A
Trae u n párrafo en qu e se desh ace en elogio s para t i ,
diciendo que. . .
{Toma un periódico y se lo enseña en él punto
á que se refiere.)
mira, aquí está.
D A V I D
¡Veamos
(Leyendo).
«Te nem os el gusto de a nunciar á
«nuestros leciores qu e el célebre artista de cu yos triunfos
¡«hablamos en un o de nu estros núm er os pasad os, ha vuel-
»to, desp ués de cinc o años de ause ncia, á la t ierra que le
»vió nacer. Sabemos que este t iempo lo ha empleado estu-
»diand o en Ital ia, y recorriendo las m ás he rm osa s ciuda-
»des del ant iguo m un do; estam os seguros de que esto ,
»unido á su talento y á su genio, hará que el joven artista
»se coloq ue á la altura de los m ás afamad os pintor es m e
j i canos . Nosotros lo f e l i c i tamos s inceramente por sus
»triunfos, dese and o para su frente todas las coronas qu e
» m erece.»
E U G E N I A
¿Ya lo ves?
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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OBRAS
D E M A N U E L A C U Ñ A
241
^ D A V I D
Esta s son picardías de a lgún buen am igo que m e quie
re,
y que aumenta en su cariño el poco méri to que tengan
m is pintur as. Porque, á la verdad , los pobres no m ere cen
tanto .
Y ahora que recuerdo, podría jurar que estas l íneas
ha n sido escritas por M anue l . Sí , es un o de los redactores
de
El Siglo XIX.
N i sabe lo qu e se le espera cu an do ven
ga.
Voy á regañarle . Afortunadamente está aquí dentro de
poco.
E U G E N I A
¡Fel iz de t í , que t ienes quien te visi te
D A V I D
Si ayer apenas hemos l legado, ¿cómo quieres que ven
gan á visi tarte tus amigas?
E U G E N I A
¿Mis amigas?
D A V I D
[Vam os todav ía no t iene s razón para quejarte: Y a ves
yo:
no he visto más. que á M anu el , y eso por un a casuali
dad, y , s in embargo, nada digo. Es toy seguro de que m a
ñan a van á asediarnos todos nuestros conocid os , y . . .
(En
este mom ento, María, que llega, interrumpe á
David
arroján-
dose á los brazos de Eugenia.)
E S C E N A I I
D I C H O S , MARÍA
MARÍA
[Eugenia
E U G E N I A
[María
M A R Í A
¡Tú ...
[tú . . . ¡después de tanto tie,mpol.. . dame otro abrá-
16
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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442 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
zo...
¡déjame que te bese . . . ¿Y usted, David, bueno?
(Ten
diéndole la mano.)
D A V I D
Com o siemp re, María; aun qu e no , no com o s iemp re,
s ino mejor.
M A R Í A
Pues qué, ¿ha estado usted enfermo?
D A V I D
Desde el momento en que dejé las playas de Veracruz. . .
Es tan hermoso este país de ñores y de volcanes, tan puro
este cielo bajo cu yo azul se desl izaron las prim eras horas
de m i vida, qu e, lejos de aquí , se sintió oprim ido el cora
zón por un a ansied ad inex pl ica ble , por u na especie de
nostalg ia , semejante á la que Adán debió experimentar a l
partir del Paraíso . Y luego, que yo no pue do presc indir
de las mejicanas. . . son tan bel las. . . ¡ tan adorables . . .
M A R Í A
Gracias, en su nombre, mi querido amigo; pero no de
biera usted decir eso; delante de Eugenia por lo menos.
E U G E N I A
¿Por qué, María?
M A R Í A
Porque te encelarás de ese cariño universal de tu mari
do,
que, ya ves, hasta t iene la franqueza de decirlo.
E U G E N I A
¡Si te digo que es más enamorado
M A R Í A
¡Ahí ¡Ahí ¿Conque esas tenemos?.. .
D A V I D
E n cam bio, Eu gen ia es la am iga m ás ingrata de todas
las amigas.
M A R Í A
¿Cómo?
D A V I D
Cuando usted l legó, precisamente estaba acusando á to-
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O B B A S D B M A N U E L A C U Ñ A
243
das sus ant iguas compañeras de que la habían olv idado, y
de que. . .
N U G E N I A
E s verdad , querida; pero tú m e perdona rás que, lo h ay a
hecho en medio de mi so ledad y a is lamiento .
M A R Í A
Sin du da alguna, Eu genia , y pu ed es creer qu e s i ante s
no he venid o á verte , ha s ido porque hasta ho y en la ma
ñana me part iciparon la not icia de tu vuel ta .
D A V I D
Conque, señori tas , usted es d ebe n tener m uc ha s cosas
que decirse, y yo las dejo para que pu ed an hacerlo m ás
l ibremente .
E U G E N I A
¿Te vas?
D A V I D
Sí, querida; teng o u n poco de queh acer por al lá den tro,
y quiero conc luir esta m ism a tarde si es pos ible. M aría,
que no sea la úl t ima vez que nos v is i te .
M A R Í A
N o t iene usted razón para decírm elo , Da vid: soy dem a
siado egoísta, para no procurar me el placer de saludar á
una'hermana y á un amigo á quienes tanto quiero.
D A V I D
Gracias.
(Saluda y vase 2.
a
puerta izquierda.)
ESCENA I I I
E U G E N I A , M A R Í A
M A R Í A
Y bien , Eu gen ia: ¿qué tal has pasado estos cinc o años?
¿Te habrás divert ido m uch o habrás estado m uy con
tenta?
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
E U G E N I A
Sí, María; porq ue es u n gran placer vivir al lad o de u n
buen esposo, que nos ama, á quien amamos, y cuyos triun
fos en países tan artíst icos como la Ital ia, nos l lenan de
orgullo y satisfacción. ¡Si vieras cuan to goc é en m i pobre
casita de Flor enc ia, el día que supe por u n periód ico qu e
u n cuadro de Da vid hab ía obten ido el primer premio . ..
¡Oh , en aquel los m om en tos , no m e abría cam biado por
nadie, absolutamente por nadie. Dejando á un lado el sen
t imie nto nacional , hacien do abstracción del m ej icano , e l
autor era m i espo so, y ya tú pod rás figurarte q ue la cosa
era para volve rm e loca. Los diarios no hablab an m ás qu e
del pintor de
El tormento de Cualiutemotzin,
que era el asun
to del cuadro, elogiánd ole y aseguránd ole un porv enir de
gloria y celebridad.
MARÍA
Estarías muy alegre
E U G E N I A
¡Y s in embargo
MARÍA
¿Y sin emb argo, qué? con cluye .
i U G E N I A
María: tú, m ás que m i amiga, eres m i her m ana , y te lo
pu edo decir todo. Cuando yo consideraba que era la m u
jer del artista á qu ien todos adm iraba n y á qu ien todos
ansiaban conocer; cuando yo consideraba que era indigna
de l levar su nom br e qu e era un t í tu lo de gloria, y qu e y o
manchaba con el mío , se anegaban en lágrimas mis' ojos ,
y m ás de un a vez m e arrodillé para suplicar á D ios qu e
me matara, que me matara para dejarle l ibre.
M A R Í A
¡Pobre Eugenia
E U G E N I A
Cua ndo en el paseo , cogida de su brazo, veía yo qu e al
guno se f i jaba en nosotros y hablaba al oído de su compa-
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O B R A S D E M A N U E L A C U N A
245
ñero,
me parecía que aque l hom bre estaba al tanto de m i
situac ión, y que hasta se volvería á m í, para acusar m e de
haber unido mi nombre a l de David. Y luego que los ar
t i stas se encue ntran en un a atmósfera tan lum inosa , tan
radiante, que el borrón m ás peq ueñ o es advert ido inm e
diatam ente, y e l m un do no perdona el m un do no sólo
m ata a l gusan o, s ino tam bién al inoce nte botón que ha
carcomido.
M A R Í A
¿Y David?
E U G E N I A
D av id no m e acusa; ha arrojado al o lvido m i pasad o;
pero mi conciencia no, y la conciencia habla muy al to .
M A R Í A
Es que tú no t ienes que temer de la conciencia. Si tú le
hub ieras enga ñado , s i te hubieras un ido á él guardan do
tu secreto, ¡vaya pero una mujer que t iene la abnegación
y la lealtad de presentarse á los ojos de su amado con toda
la espantosa real idad de la desgracia, no t iene de qué acu
sarse, si apesar de eso ha y u n ho m br e qu e le ofrece su
corazón y su porvenir. T ú hicis te lo qu e deb ías, aún m ás
de lo que debías, para que David prescindiera de tu cariño;
si no lo con segu iste, si él se olvidó de todo para enlazarse
cont igo , ninguno t iene derecho de culparte.
E U G * E N I A
E l mu nd o no sabe eso , e l m un do creerá que yo he abu
sado de su am or para enga ñarle, y esto m e desesp era por
David, que tal vez l legará á pensar lo mismo.
M A R Í A
[Vam os Eu genia , rechaza esos pensa mien tos que te
ha ce n sufrir tan rud am ente , y no te vue lvas á acordar
de semejantes cosas .
E U G E N I A
¡Ojalá fuera posible, María
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246
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
M A R Í A
¿Y por qué no?
E U G E N I A
¡Porque en situac iones com o la m ía, en todas partes,
has ta en las somb ras, los ojos no encu entr an sino aqu ello
precisamente que deseáramos arrojar de la memoria
Pero dejem os esto á u n lado, com o dices tú m u y bie n.
¿Quieres visi tar la pequeña galería que ha formado de sus
cuadros nuestro artista?
M A R Í A
Iba á suplicarte que me proporcionaras es placer; así es
qu e acepto, y te do y las gracias por habe rte an ticipa do á
mis deseos .
ESCENA IV
D I C H A S Y DAVID
D A V I D
¿Has o ido sonar la campani l la , Eugenia?
E U G E N I A
N o;
hemos estado tan distraídas
D A V I D
Pu es á m i m e pareció ¿pero uste de s iban á sal ir p or
lo que veo?
M A R Í A
Sí, muy cerca.
E U G E N I A
Iba á enseñarle tus cuadros á María.
D A V I D
jAh
Muy bien .
E U G E N I A
Conque toma mi brazo, y vamos.
M A R Í A
V a m o s .
(Vanse primera puerta izquierda.)
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O B R A S
DE
M A N U E L A C U Ñ A 247
ES CE NA .V
D A V I D , LUEGO M A N U E L .
D A V I D
S i
me
habré engañad o creyendo
que
tocab an. ¡Vayal
[Vaya
Y ese
ch ico
que no
v iene.
MANUEL entrando).
I Querido Da vid
D A V I D
|Manuell
Se
abrazan).
Ya me
figuraba
yo que no
v en
drías.
Siéntate , hombre, s iéntate ,
y
d é j a m e
que te
m i re
á
toda mi satisfacción; p ero antes , dím e, ¿todavía formas
parte de la redacción de El
Siglo?
M A N U E L
Sí, y co m prendo por qué me lo preguntas . Has creído
qu e el párrafo relativo á tí ha sal ido de mi p l u m a , ¿no es
eso?
D A V I D
P u e s
qué, ¿no es
tuyo?
M A N U E L
N o , lo ha
escrito
un
co m pa ñero
que ni
s iquiera
te
cono
ce.
¡Ya
verás
D A V I D
¡Hombre
y yo que
estaba
en la
f irme persuación
de que
era tuyo
M A N U E L
Conque, vamos
á ver,
cuéntam e, ¿qué
has
h e c h o
en
todo
este t i empo que has estado ausente?
D A V I D
P o c o m e n o s que nada: pasearm e en R o m a ó Florencia
casi todo el día, después de dar a lgunos brochazos en el
l i enzo,
y
vo lverme
en
seguida como
tú lo ves.
M A N U E L
Debías añadir: después
de
obtener a lgun os triunfos
en
la tierra clásica
de los
artistas.
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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248 O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
D A V I D
¿Triunfos?
M A N U E L
Y a lo creo; en cua nto s diarios florentinos caían á m is
m an os á f ines del año pasado, s iempre encontraba algún
elogio para el autor de El tormento de Guahutemotzin.
D A V I D
Si, ya recuerdo: u n pobre cuadr ito que tuvieron la bon
dad de premiar en la Exposición.
M A N U E L
¿Bondad, eb?
D A V I D
N o,
Manuel , ni digas que es m odes tia; si lo cono cieras,
te convencerías de que en real idad vale bien poco.
M A N U E L
Ad vierte que los i tal ianos son peritos en la m ateria, y
qu e algo deb e valer tu cuadro, cua nd o ob tuv o el prim er
premio.
D A V I D
Una casual idad
M A N U E L
Pa san do á otra cosa, pu esto que tus pin tur as no me re
cen la pena, ¿qué tal viajaste?
D A V I D
Algo;
un poco de España, lo mismo que de Ita l ia , Lon-
dres,
París
M A N U E L
¡Ab estuviste en París, ¿y qué tal?
D A V I D
Y a tú lo cono ces, á pesar de no hab erlo v isi tado. U na
ciudad inmensa y populosa , donde'está reconcentrado to
do lo bueno
y
to do lo m alo de la tierra. E l cerebro de esa
loca que se l lam a Fran cia, en el que es preciso estudiarla '
para comprenderla; porque, c iertamnnte, e l que conoce á
París ,
pu ed e decir que cono ce á los franceses. Ah í es don-
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
2 4 9
de puede observarse el carácter de ese pueblo, mitad
hombre y mitad niño, que por una parte desempiedra una
calle para alzar u na barricada, rep rese nta do por s us obre
ros, y por otra se dirige á Mabille, á divertirse, representa
do por una comparsa de estudiantes y grisetas.
M A N U E L
Hombre, á propósito, ¿se bai la al l í mucho Can-Can.
D A V I D
M ucho; el entu siasm o que ha producido ese bai le casi
raya en frenesí: aquel lo es una turba de furiosos, de salva
jes ,
que se o lv idan de todo para ensimismarse en sus
piernas y en sus
p i e s
y que saltan, se retuercen y se agi
tan.
Ahí, en Mabil le, más que un sit io de recreo, le parece
á u no encon trarse en el infierno, rodeado por los espíritu s
del vértigo.
M A N U E L
¿Y por supuesto que el Can-Cán está admitido en todas
las clases de la sociedad?
D A V I D
E n todas: no tem o exagerarte, si te digo que de las tres
cuartas partes de la población apenas habrá una que no lo
haya ensayado alguna vez. Lo que yo s iento es que Méjico
está con tagiánd ose de tal ma nera en ese pu nto , qu e va á
ser otro París dentro de poco.
MANUJSL
N o;
aquí el Can-Can está reducido al teatro, y nada más;
un as-cu an tas bai larinas, de piernas m ás ó m en os afrodi
siacas, y hé aquí todo. E l pú blico lo aplau de, pero no lo
acepta por fortuna.
D A V I D
Y o m e alegro, porqu e el tal bai lecito no es de lo m ás
moral , ni de lo más decente que digamos.
(Eugenia y Maña aparecen 1
A
puerta izquierda.)
Estas señoras, por lo menos, estoy seguro que participan
en todo de nuestra opinión.
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2 5 0 O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
ESCENA VI
DICHOS, E U G E N I A Y M A R Í A .
MARÍA
Seguramente que s í . ¿Cómo vamos, Manuel?
M A N U E L
A. los p ies de u ste d, María.
EUHENIA
(A Manuel.)
Buenas tardes .
M A N U E L
Señorita
M A R Í A
Con que ¿de qu é se trataba cua nd o nosotras l legam os?
H e dicho qu e si , y quiero saber qu é es el lo, para confor
marme, ó para
D A V I D
Decía yo que el Can-Can es una innovación en la coreo
grafía que no debe aceptar nuestra sociedad.
M A R Í A
Y t iene usted mucha razón.
E U G E N I A
Yo digo lo mismo que María.
D A V I D
[Ah,
Eug enia An tes de que se m e olv ide, quiero cu m
pl irte mi promesa; te presento á mi amigo y hermano Ma
nue l R o m ea .
(A Manuel.)
Mi esposa.
M A N U E L
Señora, mucho me l i sonjea contarme desde ahora en el
número de sus más rendidos servidores .
E U G E N I A
Gracias, caballero.
M A N U E L
Ac aba m os de tratar de bai le , y aprovecho la oportuni
dad para invi taros á un o que tendrá lugar en San Cosm e
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
251
esta misma noche .
(A Haría.)
H e estado ya en la casa de
usted á convidarla; pero ya que mi buena suerte ha hecho
que la encuen tre aquí , per sona lme nte la invi to , y conf ío
en que aceptará como Eugenia , y como David.
D A V I D
Y o
M A N U E L
N o,
no vayas á decirme que no
p u e d e 3 ,
porque no ad
m i to excusas de n ing una especie; m e he com prom et ido
á l levarte, y no creo qu e seas tú qu ien m e ha ga faltar á
mi palabra: afortunadamente traigo conmigo las esquelas
M A R Í A
Yo iré con una condición.
M A N U E L
¿Cuál?
M A R Í A
Que Eugenia pase por mí , para acompañarme.
M A N U E L
¿Qué dice usted á eso , Eugenia?
E U G E N I A
Que á mí tal vez no me sea posible asist ir, porque
M A R Í A
Entonces yo tampoco iré .
M A N U E L
Na da, yo les entrego á usted es sus bi l letes ; si no los
aceptan, pu ed en romperlos en el acto , porque yo no los
recojo.
D A V I D ">
Pu es s i te em peñ as, iremos: querida Eu gen ia , pu ed es
prepararte para ir á t iempo por María.
M A R Í A
¿Es decir que se admite mi condición?
E U G E N I A
Ya lo ves.
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7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
253
aquí que te habías l levado una muchacha, pero eso lo to
mé yo por una s imple locura juveni l y nada más. Yo ig
noraba, aunque, ahora me lo supongo, que esa compañe
ra de viaje era tu esposa.
D A V I D
En efecto, Manuel , era mi esposa.
M A N U E L
Pe rm ítem e que te diga que no ent ie nd o una palabra.
E n aquel t iem po yo era tu am igo m ás int im o, e l qu e te
aco m pa ña ba á todas partes, y entre tus no vias no recuer
do haber conocido n inguna Eugenia . La ú l t ima de que me
hablaste fué Margarita, la querida de D. Ramiro; pero á
esa ni la cuento, porque para haberle dado tu nombre, era
preciso que antes hubieras perdido la razón.
D A V I D
Se gú n eso, ¿tú no te habrías enlazad o con el la?
M A N U E L
¡Hombre, nol
D A V I D
¿Y por qué?
M A N U E L
En primer lugar por mí; y en segundo lugar por los de
más.
D A V I D
No te comprendo.
M A N U E L
¿Tú crees en la rehabil i tación de la mujer caída?
D A V I D
Sí: yo sostengo que la mujer es rehabil i table, cuando su
alm a se ha conserv ado pura, y, sobre todo , cua nd o su fal
ta ha tenido por móvil , no la vanidad ni los placeres, sino
u n sen tim ien to no ble y gener oso, el de salvar la vida de
una madre, como en ese caso .
M A N U E L
E l fin no justi fica los m edio s , y e l m un do jam ás o lv ida
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O B R A S D E M A N D E L A C U Ñ A
ese refrán. Cuan do ve un o de sus m iem bro s gangren ado,
te m e corromp erse, y, s in pregu ntar la causa, se co nte nta
sim ple m en te con cortarlo . Por lo dem ás, no hace s ino lo
que tú mismo hartas en circustancias semejantes .
D A V I D
¿Yo?
M A N U E L
E s claro, y te lo vo y á probar en dos palabr as. U n día,
por ejemplo, ves á un asesino que me ataca puñal en ma
n o ,
y te interp one s; de esto resulta qu e m e salvas, pero á
costa de tu brazo que ha recibido todos los golp es en la
lucha; pu es bie n, si á con sec uen cia de esto se gang rena,
¿te det iene s en cortarlo porqu e ha ya sido el salvador de
un amigo tuyo?
D A V I D
Si puedo sanar, lo dejo.
M A N U E L
El hecho es que eso es imposible , ó por lo menos muy
diñci l . Mientras el médico
Sociedad
no se convenza de que
un miem bro podrido es susc ept ib le de curarse, no ha de
prescindir de su sistema.
D A V I D
M anu el , veo que eres m u y severo en tus apreciacio
nes.
M A N U E L
Es toy seguro de que tu piensa s com o yo; def iendes el
caso, y no m e eztraña , porq ue Margarita está com pren di
da en él; pero en el fondo, tú me concedes la razón.
DAVID (con entusiasmo creciente)
Te engañas: yo no defiendo el caso por Margarita, como
dices ,
s ino porque es m i conv icción, porque es m i creen
cia, que cualquier culpable puede rehabil i tarse de sus fal
tas .
|Yo no con de no co m o la socieda d al presidiario qu e
ha robado u n pedazo de pan para su s hi jos , yo no conde
no á la pobre mu jer s in edu cac ión y abando nada, que el
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
255
día qu e se m uere de ham bre se ven de en el vért igo de la
miseria , por un as migajas de men drugo . .. ¡Yo á qu ien
co nd en o es á la socieda d que no da trabajo al artesano . ..
¡Al qu e no edu ca á la m ujer . . . ¡Al qu e la com pral ¡Yo á
qu ien con den o es á la socied ad que se enfanga y des
pu és se asus ta de si m isma . . . ¡A esa m adr e qu e arroja á
su s hijos en el albañ al y que de spu és no quiere recono
cerlos
M A N U E L
¿Y qué le vam os á hacer? Y o quiero conve nir cont igo
en que sea un a injust i c ia imperd onable que los hom bres
castiguen faltas, de las que tal vez son cómplices; pero está
dem asiad o arraigada para qu e tú, ó yo , abriguem os la es
peranza de destruirla.
D A V I D
N o:
yo teng o m is ideas y m i m an era de ver las cosas;
pero sin la pretensión de hacérselas admitir á la sociedad.
El la pu ede seguir e l ca m ino qu e le cuadre: yo , por m í
parte, lo que nunca haré será sacrificar, en aras de sus ca
prichos y de s u 3 necedad es , n i m is sent imien tos , n i m i
corazón.
M A N U E L
Pues serás un mártir.
D A V I D
Mártir es mejor que necio.
M A N U E L
Sin embargo. . .
D A V I D
D im e, M anuel ; u n hom bre que piensa y s iente y obra
por s í m ism o s in consul tar con la m ult i tud , tú, por ejem
plo, si u n día te encontrará s con un a m ujer , áng el en el
fond o y meretriz en la superficie, qu e por la prim era vez
despertara en t í ese anac ronism o del sen t im iento que se
l lama amor; si al lado de esa mujer divisaras un horizonte
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O B E A S D E M A N U E L A C U Ñ A
de cielos y u n porve nir de f el idad, ¿renun ciarías á todo
esto por el mundo?
M A N U E L
[Francamente, sí
D A V I D
¡Mentira
M A N U E L
¿Mentira?
D A V I D
Tú no eres tan m iserable para dejarte vence r por la preo
cupación.
M A N U E L
Prescindo del
Qué dirán.
D A V I D
Entonces . . .
M A N U E L
Pero no prescindo de mí mismo.
D A V I D
¿Qué quieres decir con eso?
M A N U E L
Sup ongam os por un mom ent o que tú fueras esposo de
M argarita. D im e: ¿no es verdad que en m ed io de tus i lu
sion es ínt im as con el la, cu an do febricitante y ebrio la tu
vieras en tus brazos acariciándola, ¿no es verdad que sen
tirás algo com o el infierno, ante el recuerd o de qu e aque
l los labios estaban ma nch ado s por el ósculo de la imp u
reza?
Suponiendo que tú fueras esposo de Margarita, si maña
na te diera un hijo, ¿no es verdad que ese hijo tendría de
recho á maldecirte por haberledado una madre, cuya man
ch a se reflejara sob re su fren te? Pe ro... ¡já ¡já ¡já es ta m os
tomando este asunto tan á lo serio, que no parece sino que
m i sup osición es verdadera, segú n el ceño qu e m e estás
poniendo. ¡Vamos querido David, espero haberte conven
cido por completo , y me ret iro contando con que esta no-
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David.—
¡No
Eugenia,-
- ¡ A h
(El rasado.
— F i n a l d e l a c t o
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7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S
D E
M A N U E L A C U Ñ A
257
che
me
referirás entre dos ponches todas las circunstancias
y todos
los
pormenores
de tu
enlace.
Yo te
conozco,
y de
ben
ser
interesantes , porque
tú
t i enes
muy
buen gusto
en
materia de aventuras .
( T om a
su
sombrero.)
Conque arreglarse
y
hasta
la
vista
(Tendiéndole
la
mano)
DAVID
secamente.)
Adiós .
MANUEL
(desde la puerta.)
Mis saludos para Eugenia.
ESCENA VII I
D A V I D
(solo.)
Apoyado en
un
sillón permanece algunos instantes con
la
mirada
fija y como amo-nadado. E:i , sus palabras como en su acción se
hará, notar
la
lucha que sostiene.
Expresiones para Ei igfnia . . . ¡Sí, para Margarita . . . ¡Yyo
que nunca
me
había
fij ido en
ell<
..
¡M<nuel tiene razón
Sas primeros besos be*os, sus primeras caricias .. ]Oh |en
es te mompnto
es
cuando estoy s int iendo
ese
torcedor
de
los recuerdos,
ese
infernal suplicio
del
pasado . . .
¡Es
ver
dad
Yo
creía, tener valor para vencer
esa
preocupación
á
fuerza
de
c ar iño; yw»ro dewde
hoy, ya no
podré verla sin. . .
¡Esto es h^rriblel Y luego, si yo tuv iera un hijo.. . ¡Dios
mi" ¿qué
he
hecho para
que me
cast igues
de
este m odo?
(Pausa.)
¡Nada ¡mi porven ir destruido . . ¡mis i lusiones
tronchadas . . .
De hov más no
seré sin o
la
befa
de la
socie
dad, que me escupirá á la cara, es^ n om br e de Indo... ¡Mar
garita ¡A.h ;Manuel
no
sabe
que su*
palabras
han
hecho
germinar en mi corazón ... ¡Y el baile ... ¡Es preciso que
Eu genia va va
al
baile . . . Exploraré
el
terreno,
así
tendré
algo á qué a tenerm e.
E S C E N A
IX
D A V I D
Y
E U G E N I A
EUGE NI A
¡Amigo míol
DAVI D
¡Margarita. . Eugenia
17
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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258
OBRAS D E MANUEL ACUÑA
E U G E N I A (con amargura).
Da vid, ¿por qué pron uncias ese nom bre? ¿Tienes a lgú n
motivo de queja contra mi?
D A V I D
Yo.. .
E U G E N I A
¿Juzgas acaso que no es suficiente lo que sufro, lo que el
mundo me hará sufrir mañana para expiar una falta que. . .
DAVID (com o teniendo ser oído).
[Silencio
E U G E N I A
¿Y añades tú también tu insulto. . .?
D A V I D
Eugenia . . .
E U G E N I A
¿Crees qu e sea necesario que oiga y o ese no m br e para
acordarme de aquel t iempo en que era la. . .
D A V I D
[Silencio
E U G E N I A
¡Ah
yo pensa ba que jam ás encontraría u n torm entom ás espantoso que el que l levo en m i m ism a hace cinco
años , y s in embargo . .
D A V I D
[Vamos [perdónam e... yo te juro que. . . que no tuve nin
gú n objeto al decirte esa palabra.. . brotó de m is lab ios sin
saber cóm o.. . yo te aseguro qu e jam ás folverá á sonar en
tus oídos ...
¿Estás contenta?
E U G E N I A
1
*
[David
D A V I D
[No l lores. . . es la primer a vez que com eto esa inadver
tencia, y te ruego que me disculpes . . . Me parece que tengo
derecho para pedirte ese favor.. .
E U G E N I A
Está bien. . .
D A V I D
¿Y ya has arreglado todo lo necesario para ir al baile?
E U G E N I A
¿El bai le? No, todavía no,
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
259
D A V I D
[Perezosa p ue s apresúrate m ien tras yo vo y á hacer lo
m ism o, porque á las nu eve prom etiste estar en la casa de
María.
E U G E N I A
[Es verdad
(David se retira volviendo la cara y deteniéndose á cada paso
para mirar á Eugenia. Al llegar á la
2 .
a
puerta derecha , ter
mina la vacilación de que ha estado poseído, y como resol-
viéndoso; retrocede apresuradamente hasta Eugenia, cuya ca
beza coje entre sus mano s para besarla, soltándola brusca
mente en el instante de ir á hacerlo.)
D A V I D
¡No
(Tase precipitadamente.)
E U G E N I A
[Ahí
(Cae desplomada en el sillón cercano.)
F I N D E L A C T O P R I M E R O
C T O S E G U N D O
S a l ó n d e d e s c a n s o , p r o f u s a m e n t e i l u m i n a d o , c o n d o s p u e r t a s a l f o r o , á
t r a v é s d e l a s c u a l e s s e v e r á u n p a t i o c o n u n a f u e n t e e n e l c e n t r o , r o
d e a d a d e t i e s t o s c o n m a d r e s e l v a s y p l a n t a s t r e p a d o r a s . E n e l s a l ó n ,
e s p e j o s , c u a d r o s , c o l u m n a s , b u s t o s , s o f á s , s i l l o n e s , c o n s o l a s , a l f o m
b r a , c a n d i l , c a n d e l a b r o s , t o d o d e l u j o y c o l o c a d o c o n g u s t o .
ESCENA I
D . R A M I R O
¡Vaya un a casualidad ¡Ella aqui Lo qu e yo m en os m e
podía esperar en este bai le. Después de cinco años en que
casi hab ía acabado por olvidarla, se m e parece de rep ente
con su verdadero nom bre, y casada nad a m en os que con
el pintorcito de David, que t iene todo el descaro suficiente
para traerla á un a tertul ia y presentarla com o su esposa .
\Y
q ué bien se habrán reido de m í los dos palom os . . . E s
claro,
despu és de la partida que m e jugaron . . . pero ya, ya
les arreglaré las cuentas.
ESCENA I I
D .
R A M I R O Y A N T O N I O
A N T O N I O
Querido D. Ramiro.
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260
OBRAS D B MANUEL AC UNA
RAMIRO
Querido Antonio , ¿cómo vamos?
ANTONIO
¿Qué diablos se hac e uste d por aquí tan solo? (Precisa
mente como yo lo necesi taba) .
R A MIR O
Ya lo vé usted, fast idiarme.
ANTONIO
¿Fastidiarse?
RAMIRO
Sí, desc ansa nd o de la fatiga y h uy en d o de ese alegre
torbel l ino, donde tanto se bai la y se divierte.
ANTONIO
¿Ha estado usted muy contento de la f iesta?
R A M I R O
|Hombre, si l
ANTONIO
¿Y qué ta l de mu chach as? ¿Habrá hec ho usted m uc ha s
conquistas, no es verdad?
RAMIRO
1
¿Conquistas?
ANTONIO
¿Y por que no?
R A MIR O
Usted decididamente está de broma, porque de otra ma
nera no pue de com prend er-e quiera convert ir en Cupido
á un hombre que cuenta ya diez lustros bien completos .
A N T O N I I
Pue s lo que sov yo, m e he encontrado con un a mu cha
cha. . . jy qué muchacha
RAMIRO
¿Bonita, eh?
ANTONIO
¡Encantadora, y sobre tono novelescal
RAMIRO
¿Novelesca?
ANTONIO
Y a lo creo, si es todo un t ipo, todo un perso naje d e co
media .
RAMIRO
¿Y esta noche es cuando usted la ha conocido?
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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OBRAS D E MANUEL AC UNA 2 6 1
ANTONIO
N o ,
no , señor, ha ce algú n t iem po; sólo qu e estos últ i
mos años la había yo perdido de v ista enteramente.
U A M I K O
¡Ah
|ah
ANTONIO
(Es preciso que este viejo se ponga de mi parte.)
RAMIKU (a aparté)
(¿A. dó nd e ira á parar ese m uc ha ch o?) ¡Conqu e de cía
usted que esa chica es una historial
ANTO NIO
Pu ede usted juzgarlo por s i m ism o por este pasaje de
su vida.
R A M I R O
A ver, o igamos. (Se sientan )
ANTO NIO
Figúrese usted que la joven á que me ref iero v iv ía muy
hu tnü de m en te con su madre enferma en una casi ta de
los arrabales , cuan do un homb re, qu s prob ablem ente era
un gran f ilántropo, le propu so un a de esas infa m ias qu e
la general idad de las mujeres no escuchan sin ruborizarse
y estremecerse. La infel iz luchó por algún t iempo entre el
amor de su mad re y el sen t imie nto de la v irtud; pir o
un a noc he la pobre f-eñora se m oría por falta de u n m en
dru go, y.. . ¡el cariño fil ial ven ció E l viejo vio cu m pl id os
sus deseos.
RAMIRO
(Es Margarita, no me cabe duda.)
ANTO NIO
E l sacrificio fué inú til , porqu e la desg raciad a, al acer
car el pan de la deshonra á los labios de su madre, encon
tró que estaba muerta.
RAMIRO
¡Pobre niña. . . Pero, prosiga usted , qu e la historia está
posi t ivamente interesante.
A N T O N I O
Pu es bien; a l verse so la y enter am ente aband onada, la
joven, sin experiencia, y arrastrada por las circunstancias,
se dejó engañar por su miserable protector, que'en vez de
esposa la hizo su querida. Ante la sociedad, pasaba por su
sobrina; pero ya usted compre nderá que no todas las co-
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262 O B K A S
D E
M A N U E L A C U Ñ A
sas pueden ocultarse, y que al cabo y al fin se supo de qué
naturaleza eran aquellas relaciones.
RAMIRO
Era de esperarse; ya lo creo.
ANTONIO
U n pobre artista, sin em bargo , tom an do la f icción de
bu ena fe , se enamoró perd idam ente de la chica , que no
habiendo amado nunca, s int ió por él una atracción s impá
t ica y desconocida. Así pasaron muchos meses; é l engaña
do y cada vez m ás ciego, y el la ocu ltand o un cariño qu e
consideraba una locura. A cada instancia del amante, el la
contestaba que prescindiera de un amor que jamás podría
pagar le, elud iend o la respu esta franca, tanto por no d arle
u n golpe dem asiado rudo, com o por no tener que sonro
jarse ante sus ojos. U na noch e, sin em bargo , se lo dijo
todo , espera ndo de esta ma nera disuadirle; pero, por el
contrario...
RAMIRO
El muchacho persist ió en su idea.
ANTONIO
Y no sólo eso, sino que teniendo que partir para Ital iaen esos días, la víspera de su marcha se enlazó en secreto,
y la mañana siguiente desapareció con el la, dejando bur
lad o al viejo , qu e se ha llaba postr ado por la gota, y al
mismo t iempo á un pretendiente que tenia el capricho de
arrebatársela y hacerla su querida.
RAMIRO
¡Ah ¿Conque había otro además del afortunado?
ANTONIO
Utro,
á quien el la sólo contestaba con desprecios, sospe
chando ta l vez sus intenciones .
R A MIR O (bruscamente y levantándose).
¿Y todo esto , en resumidas cuentas , á qué v iene?
ANTONIO
[Hombre ¡Vaya un a pregunta
RAMIRO
¿Usted conoce á todos los personajes de su cuento?
ANTONIO
¿Y uste d conoc e á todos los ind ivid uo s de mi historia?
R A M I R O
Yo á todos.
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
263
A N T O N I O
Y yo también á todos.
R A M I R O
Ella es Margarita.
A N T O N I O
Y él es David.
R A M I R O
L o s o t ro s do s -
A N T O N I O
Somos usted y yo .
R A M I R O
Tenemos la venganza en nuestras manos .
A N T O N I O
Eso es precisamente lo que yo deseo.
R A M I R O
La sociedad esta de nuestra parte.
A N T O N I O
Eso era lo que pensaba.
R A M I R O
Da vid es un art i sta que no sueñ a m ás que con sus p in
celes y su Eugenia, y. . .
A N T O N I O
Perfectamente, comprendo el plan de usted, y es e l mis
mo que yo me había forjado.
R A M I R O
¡BienI pu es esta m ism a no ch e es nece sario qu e reciba
el golpe; y muy despreocupado y poco pundonoroso ha de
ser, sino se encarga él mismo de vengarnosl
A N T O N I O
¡Seguro (¡Después ella será mía )
R A M I R O
¿Qué decía usted?
A N T O N I O
¡Nada que lo de m ás de m i cu en ta corre; y o le aseguro
á usted que será el golpe de gracia.
R A M I R O
¿Qué es lo que piensa usted hacer?
A N T O N I O
Ahorre usted preguntas , y obremos cada cual por nues
tro lado. Cua lquier m ed io será bu en o, si el resu ltado co
rresponde á nuestros intereses.
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264
OBRAS D E MANUEL ACUÑ A
R A M I R O
Creo que nos hemos entendido, y no sería malo . . .
AN ON10
Pon er ma no s á la obra,¿no es ver dad ?Pu es has ta la vista.
R A MIR O
Sí, querido Antonio, hasta la vista.
(Antonio va á salir, y al llegar a una de las puertas del fo
ro,
se detiene por Eugenia y M anuel que aparecen en ella.)
A N T ON IO
(al verlos.)
¡Ahí
ESCENA I I I
•
DICHOS, E U G E X J A Y M A N U E L
M A N U E L
¿A. dó nd e tan de prisa, A m on io? Señor D . Ram iro. . .
(saludándoles.)
ANTONIO
V in e á orear m i frente b a ñ a d a de sudor por el cansan
cio, y vuelvo n ueva me nte
a l
bai le, para aturd irme en su
bul l ic io y en sus armonías . Si ustedes gustan. . .
M A I N U
I S I J
¡Gracias Eu gen ia está un poco fatigada, y mientr as. . .
A V I ' , s i l )
En tonc es , usted es , dispensarán que n o los acom pañe;
pero en cambio D. Ramiro hura mis veces.
KAMJKO
Con mucho gusto .
A N T O M • (á
Eugenia.)
A los pies de usted, (á Manuel,) ¡Adiós
ESCENA LV
DICHOS,
menos
A N T O N I O
MA . Ml f . L
Vamos , Eugenia , tome usted as i ento , y permí tame que
la presente á
D.
Ram iro, un o de los admiradores de Da
vid, y que hace un m om en to m e indicaba e l deseo d e
conocerla.
R A M I R O
¡Señora ...
EUEIE.MA
¡Caballero ...
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O BRAS
DE
MANUEL ACUÑA 265
RAMIRO
Usted
me
perdonará
si
cree
un
atrevimiento
la
indica
ción
que
hice
á
Manuel
de que en la
primera oportunidad
me presentara
con la
esposa
de uno de
nuestros
más cé
lebres artistas; pero
yo soy asi:
cuando
me
encuentro
con
una notabilidad identifico
con
ella todo
lo que se
relacio
na,
me
agrada conocerlo.
MANUEL
Y,
más,
cuando
se
trata
de la
compañera
de
trabajos
y
de
estudios, como
en
este caso,
¿no es
verdad?
RAMIRO
Seguramente, basta
coa que á sus
ojos
se
haya desarro
llado
y
tomado vuelo
el
genio artístico
de
nuestro ami
go,
para
que
sobre
su
frente irradie algo
de la
gloria
que á
él
Je
eorrecponde.
ECGEN IA
¡Señores ... (¡Qué situación
tan
espantosa )
l iAMIKO
Por
lo
demás, Manuel convenga u=ted conmigo
en que
si
la
carrera
del
artista
es un
calvario,
el
calvario
de Da
vid
ha de
haber sido
muy
dulce teniendo
á su
lado
una
esposa como Eugenia.
MANUEL
Sin duda alguna;
un
artista
de
corazón como David,.ne
cesitaba
una
joven virtuosa confo Eugenia.
i U U t N i A
(¡Dios
mío )
MANUEL
Yo
lo
digo
por mi
parte;
en el
caso
de
tomar estado,
elegirla
á una
mujer indigna.
RAMIKO
con intención).
¿Que
le
parece
á
usted, Eugenia,?
EUGENIA
A
mí.
MANUEL
Eugenia dice
lo
mismo
que yo; y
aunque
su
esposo
sea
tan soñador
que
defienda
la
rehabilitación
y
quien sabe
cuántas otras utopias,
yo me
felicito
de que
ella
se
haya
interpuesto
en su
camino, porque,
a¡-í, le ha
evitado
una
calaverada
que la
habría coi-tado muchas lágrimas.
Se levanta con naturalidad para recorrer los cuadros
del
salón)
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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266
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
E U G E N I A
(|E1 n o sab e... ¡Qué suplic io )
M A N U E L
Y o quisiera que se hal lara aquí para pregu ntarle si in
siste todavía en sus opiniones; le pondría un paralelo para
que juzgara, á ver si entonces me decía lo mismo.
(Durante la distracción de M anuel con un álbum que halla so
bre una de las consolas, Eugenia y D. Ram iro sostienen apre
suradamente el siguiente aparte:)
R A M I R O
¿Qué respondes á eso, Margarita?
E U G E N I A
¿Qu ién le da. á uste d derecho para insu ltarm e, caba
llero?
R A M Í R 0
Nada de escenas teatrales que pondrían tu s i tuación en
peor estado.
E U G E N I A
Pero, en fin, ¿qué es lo que usted quiere?
R A M I R O
Casi nada: hablarte á so las u n m om en to sobre ciertas
materias que tenemos atrasadas.
E U G E N I A
¡Imposible
R A M I R O
¿Cómo imposible?
E U G E N I A
Y o no pue do ni debo acceder á un capricho sem ejante .
R A M I R O
Te a dvierto q ue sino lo ha ces por b ien lo harás por fuerza.
E U G E N I A
Sería dif íci l que usted lo consiguiera.
R A M I R O
Yo pienso que es muy fáci l .
- E U G E N I A
M anuel es am igo de m i esposo y
R A M I R O
M anu el ignora la verda d, y tú no serás tan nec ia qu e
quieras descubrírsela.
E U G E N I A
¡Pero usted es un infame
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
http://slidepdf.com/reader/full/acunamanuel-obras-de 289/319
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 267
RAMIRO
Tal vez; mas como esto se va haciendo demasiado largo,
es preciso que termine.
E U G E N I A
¡Por com pasió n I
RAMIRO
¿No?
E U G E N I A
¡Pues bien, nol
RAMIRO
¡Perfectamente ¡Tú quieres que M anuel , que te ve co m o
un a mu jer digna y honrada, y que te l lama Eu gen ia , te
aplique lo que acaba de decir, y que reconozca á Marga
rita , que fué en u n t iem po m i sobrina M uy bien; ahora
verás cómo eso se arregla conforme á tu deseo.
(Yendo hacia Manuel).
E U G E N I A (deteniéndole.)
¡Piedad ¡Por últ im a vez, pieda d
RAMIRO
¡Vamos Inventa un pretexto para dejarle , y acabemos.
E U G E N I A
¡Pero, por DiosI
RAMIRO
Le sup licas que vay a á buscar á Da vid, por ejem plo, y
entretanto
E U G E N I A
Manuel .
(A este.)
M A N U E L
Eugenia .
E U G E N I A
Voy á tomarme la l ibertad de inferirle una molest ia .
M A N U E L
Me dará usted un placer si en algo puedo servirla.
E U G E N I A
De searía qu e se tom ara us ted el trabajo de b uscar á
David y decirle que lo espero aquí .
M A N U E L
Será usted complacida en el instante.
E U G E N I A
E nt o nces
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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268
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
M A N U E L
Con el perm iso de usted , vue lvo. (
Vase) .
ESCENA V
E U G E N I A , D O N R A M I R O
E U G t t N I A
|Y bien, cabal lero , concluyamos
R A M 1 K O
Margarita, la casualidad ha h ec ho qu e no s ve am os al
cabo de cinc o años, y es fuerza aprovecha rla para pone r
las cosas en su verdadero punto do vista. Tú creerás tal
vez que al recogerte l ibránd ote de la m iseria y del infor
tun io ,
no me impulsaba otro sent imiento que comprar de
esa manera tus caricias; tú creerás qu e un viejo resp ecto
de una inven no puede abrigar otra cosa que un capricho,
y, sin tmbargo, Margarita, si tú no lo adivinaste, la verdad
era que yo, inscontante por naturaleza, habla sentido des
pertar en m i interior algo que tu presen cia y tus m iradas
hicieron con mover y estrem ecerse. A fuerza de cariño,
pe ns é hacerte olvidar m is años; confiaba en qu e tend rías
compasión del pobre viejo, y que acabarías por amarle
y me sonreía á solas, acariciando en mi alma esa i lusión.
Y o confieso que ioi edad y las circun stancias en qu e m e
conociste debieron obligmme á desecharla; pero hay casos
en que, el hombre se empeña en una idea, y
S I
- j encuentra
capnz hasta de escalar el cii lo. Mi a l n a s i naba en que
liegaria a destruir la ba nv iii inte rp ue sta entre nosotros; y
mientras, un extraño venía y me lo arrebataba todo, ab
solutam ente todo. Tú m e dirás que un homb re pue de
comprarlo todo en una muj-jr menos el alma; tú me dirás
que el oro no te con stituía en la obligación de am arm e;
qu e yo no ten go derecho para que jarm e contigo , ni para
pedirte cuentas; más todavía, me dirás que en vez de una
deu da de gratitud, abrigabas hac ia m í todo el aborreci
m iento de una mu jer al que la h a perdido; n orabuen a,
Margarita, pero el verdadero amor es ex ige nte , y si tú no
m e has perdonad o tu desgracia, de Ja q ue yo te habría
salvado, amándome, yo tampoco he pedido ni puedo per
donarte que de un golpe mataras todos mis del irios y mis
esperanzas. Hace un instante me decías que era un infame:
pues bien, si , seré un infame, pero no es á mi á quien de-
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OBRAS
D E
MANUEL AC UÑ A
269
bes culpar
de
que
lo
sea, sin o
á la
fatal idad qu e
ha
hecho
nacer en mí esta p asión terrible y egoísta. Por lo dem á s ,
¿crees
tú
que p ueda
yo
res ignarme
á
que
un
h o m b r e
me
arrebate lo que yo había div inizado, lo que yo hab ía colo
cado
en un
altar para adorarlo? [No, Margarita,
nol Yo te
he amado , te adoro tod avía, y es necesario que tú me am es.
E U G K N I A
¡Imposiblel
RAMIRO
¿Y por qué
ha de
ser imposible?
ÍUGfciNIA
Porque
mi
a l m a
es de
David ,
y
mis deberes
RAMIRO
¿Tu s deber es? ¡No
No
so n
ni tu
amor ni tus deberes
los que te ret ienen al lado de tu esposo; porque si tú le
amaras, por
él
m i s m o ,
sin
que
tu
propio interés tomara
parte, comprenderías los sufr imientos que le torturarán
mañana , cuando
la
sociedad
te
vea,
á su
lado,
no con la
frente altiva, y ortru llosa de la, m uj er sin ma ncha , s ino c on
la frente humil lada de la mujer que ha com etido una fal
ta; comprenderías que él se ruborizará de tu vergüenza
cua ndo
el
velo
de tu
pa«ado l legue
á
descorrerse,
y que
acabará por maldecirte
a
ver encadenado
su
porveuir
al
poste de su deshonra. Tú quieres perman ecer á su lado,
no porque
la
obligación
t e lo
prescriba, sin o p orque
en la
fiebre del cariño,
t e
olvidas d^ un deber que exige que te
apartes, que
te
alej
s
para d<-j trl" lihre
y
respetado.
1 - U H E N I A
(estallando)
¡Dios m ío Pero ¿por qu é me dice usted todo eso?
RA M I RO
Porque
es
preciso que veas
la
si tuación
tal
cual el la
se
presenta; porque
es
preciso q ue palpes
esa
dob le porven ir
que se te aguarda: ó el remordí m iento y el hast ío , v iv ien
do con
tu
esporo,
ó el
sacrificio
y la
satisf tceión, antepo
n i endo á toda su M icid ad . Por otra parte, si tú no puedes
vivir sin sus caricias, ¿crees que tensa para
tí
caricias
el
ho m bre que m a ña na te mire const i tuida en su verdugo?
¡No,
Margarital ¡Aún
es
t iem p o
de
salvar
á
David
y á tu
conciencia Una separación puede hacernos dichosos á los
tres
al
que a m a s
al
q u e
te
a m a ,
y á tí
m i sm a .
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2 7 0 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
E U G E N I A
¡Está bie n yo
RAMIRO
¿Accedes? ¿Te resueltos? ¡Ahí ¡Gracias, gracias
fcüGüNlA
¡No, eso; nunca
RAMIRO
¿Qué es lo que dices? Rec hazas m i cariño y m is pro
mesas?
E U G E N I A
Sí.
RAMIRO
¿Las rechazas?
E U G E N I A
Las rechazo.
RAMIRO
Es decir qué
E U G E N I A
Nada puede haber de común entre nosotros .
RAMIRO
Por úl t ima vez, piénsalo .
i E U G E N I A
Ya lo he pensado.
RAMIRO
M ás tarde tal vez no hay a rem edio, m ientr as que ahora
una sola palabra tuya puede evitar mayores resultados.
E U G E N I A
He dicho ya que no.
RAMIRO
Enh orabue na: m e retiro ya no volveré á molestarte
ni con m i presenc ia. ¡Hasta luego , Eu ge nia ¡Hasta lueg o,
Margarita
ESCENA VI
E U G E N I A
¡Miserable ¡Cómo pu do pensar qu e yo consentiríal ¡H h
Si sólo el recordarlo me da miedo
(Pausa.)
¡Qué supli-
ciol ¡David . .. ¡mis deb eres ¡¡mi pasado N o, yo no
tengo derecho á esperar que la inquietud y la calma vuel
va n otra vez á sonre irme . A nte s, yo no sufría m ás que en
m is horas de reconcentración, cuand o po nié nd om e frente
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OBRAS
D E
MANUEL ACUÑA
271
de mí misma, encontraba en vez del semblante de la niña,
u n sem blan te qu e m e hacía bajar los ojos de vergüenza ;
[pero l legaba Dav id, y con sus alhagos m e hac ía olvidarlo
todoi ¡Sus caricias ¡Ayl ¡Ya esta tard e sus lab ios ha n
pron unc iado el nom bre de Margarita ¿Y ma ñana. . .?
pDios santo yo no quiero que él m e acu se de su desgra
cia Sufriré yo solo; pero no m anch aré su no mb re con
el m ío; no le pagaré c on un infierno e l paraíso qu e m e ha
dado. Serían un a vileza y una suprem a ingrat i tud. ¡Antes
la muerte
E S C E N A V i l "
E U G E N I A , M A R Í A Y A N T O N I O
A N T O N I O
(en la puerta).
Manuel decía bien, aquí está Eugenia .
MARÍA
En efecto, Antonio. Gracias.
ANTO NIO
(¿Qué habrá sucedido con Don Romiro?)
M A R Í A • # '
Que no sea yo causa de que usted desaprove che estos
instantes. Le he distraído enmedio del bai le para inferirle
una molestia, y si desea volver. . .
ANTONIO
¿Me concede usted permiso? (Asi veré al viejo.)
MARÍA
¡Por supuesto, y gracias (Vase Antonio.)
E S C E N A V I I I
E U G E N I A Y M A R Í A
M A R Í A
¡Querida Eu gen ia Pero ¿qué t ienes? ¿qué te pasa?
¿por qué lloras?
EUGENI A
¡María
MARÍA
Va m os respónd em e, ¿qué t ienes? ¿acaso estás enferma?
E U G E N I A
¡Nada, no tengo nada ¡Vete, vete
¿Qué m e vaya? ¿y por qu é quieres qu e m e vaya? N o
comprendo. . .
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272
O B R A S
D E M A N U E L A C U Ñ A
E U G E N I A (sollozando).
¿Sabes tú quién soy yo?
M A R Í A
La compañera más querida, la amiga de mi corazón.
EUGE NI A
]No, María ¡Yo soy la m an ch a que se ex tien de , el pan
tan o que lo infecta todo, y qu e lo m ata todo. . . soy la hija
del infortunio, que no puede dar
m á 3
qu e infortu nio. . . Ja
pobre criatura qu e no t ien e derec ho ni al am or, ni á la
amistad, ni á la compasión, que no t iene derecho más que
á la bur la, y al escarn io.. . ¡Vete, M aría, vete . . . E n este
m om en to estam os solas , pero s i a lguno te v iera aquí con
m i g o ,
te com pre nde ría en sus desprecios y sus risas por
habe r ten ido lástim a de m i dolor y de m i llanto . .. ¡Déja
me . . .
¡una m ujer co m o yo , debe estar aba ndo nad a, pros
crita de la socied ad, enm ed io de el la, sin am paro , sin re
fugio. . .
cuan do m as con el consu elo de sus lágrimas En
otro tii mp¡> podía yo presentarte mi frente para que la be
saras;
pero, ahora, ten go m ied o de qu e ha sta tl i , m i her
m an a, m e despr ecies al leer en el la este nom bre m aldito
que la cubre. ¡¡Ayer
(Alza la cabeza cubriéndose luego la cara con las manos.)
MAMA
¡Eugenia
E U G E N I A
¡Sí. has ta tú, María, lo único q ue m e qu eda ya sobre la
tierra
M»Rf A
¡Y David . . . ¿Por qué le olvidas?
)•
U G B N I A
¡Ahí es cierto, tú n o sabe s lo que esta tarde ha suc ed ido.
M U U A
¿Qué ha sucedido? Acaba.
EUGENI A
David. . .
M A R Í A
¡Concluye
E U G E N I A
¡Ha olv idado el nom bre de su esposa para l lamarla
Margarita
MARÍA
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OBRAS
D E
MANUEL AC UÑ A
273
[Margarita
EUGENIA
¡Sí,
y
después , cuando comprendió todo
el
m al que
me
había hecho , en un arrebato de pasión , cogió mis s ienes
entre sus manos convulsas para besarme, y cua ndo yo es
peraba sobre mis cabel los el contacto de sus labios , le vi
retroceder como horrorizado, desist iendo de su idea ¡Ah
¡María Tú
ni
siqu ieras p ue de s figurarte
lo
horrible que
es
un desprecio que viene del que se ama; tú ni siquiera pue
des figurarte cuánto
se
encierra
en
eso
de
desgarrador
y
terrible.
(Llora.)
MARÍA
¡Vamos, amiga mía Cálmate,
no
l lores
ni te
desespe
res,
si sufres m uch o , mi corazón, al m eno s , j a m á s te ne
gará
ni el
cariño que
te
debe
ni
una palabra
de
consuelo
en tus pesares.
EUGENIA
¡Gracias, con el alm a gracias
MARÍA
Quizá no estén muy lejano el t érmino ni el rem edio . . .
fcUGEMA
¡Sí, en la tum bal
E S C E N A IX
DICHAS,
D A V I D , M A N U E L , A N T O N IO , y
después
UN
C R I A D O
MANUEL
¡Bahl querido David, fuerza es que te conven zas . N o de
bes tomar
á
pecho s
un
asunto que
en
na da
te
concierne.
D A V I L >
(sombrío.)
¿Que
en
nada m e concierne?
MARÍA
¿Qué sucede, Antonio?
EUGENIA
¿Manuel , de qué se trata?
(Con interés.)
ANTONIO
Cualquiera cosa, señoritas; ha o ino David , en un grupo ,
murmurar de una joven que se hal la en este bai le, y ha
sal ido á su defensa .
MARÍ A
¿Y qué decían? 18
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274
OBRAS
D E
MANUEL AC UÑ A
EUGENI A
Sí, ¿y cómo
se
l lama?
ANTONIO
Y o no
oí su
no m bre ,
si es
q ue
lo
dijeron. No sotros Se-
ñálando
a
M anuel)
l legamos cuando let ir iéndose á sus an
t ecedentes , op inaban que su esposo hacía muy mal en
traerla á tertul ias como ésta, de personas honradas y de
educación.
MANUEL
E so
ha
sido todo; pero este D av id,
en su
gen io quijotes
co ha querido probarles que en a lgun as circunstancias la
m u j e r
es
perdonable
y en
sus debi l idades
y en sus
extra
víos , y que. . . '
CRIADO entrando).
Me han dicho que traiga esta carta.
ANTONIO
[Ha l legado la hora .]
CRIADO
Es del amo de la casa.
DAVI D
¿A quién te dijo que la dieras?
« . • R i A U t i
(Señalando
á
Eugenia.)
¿La señora se l la m a M^rg^rna?
D a v i d (reprimiéndose)
La señora se l l ama Eug enia .
C K I A D O
Eso es ,
sí,
pues entonces
es
para,
la
señora.
(S e
la
da
y
se relira)
MANUiiL,
(Pues ,
señor no ent iendo una palabra) .
EUGENI A
[Dios m ío ¿Qué contend rá esta carta?
[La abre
y
lee apa rte.]
«Señora:
su
no m bre
y su
repu tación corren
ya de
boca
»en boca entre los convidados; si uste d quiere evi tarse y
«evitar
á su
esposo un a vergüenza, m e atrevo
á
suplicarla
»que abandone mis salones, tal vez mu y pel igrosos par a
•usted .
(Eugenia permanece como petrificada, viendo
á
David
que le
arrebata
la
carta, ¿in que ella opong a resistencia David reco
rre el papel,
y
se lanza sobre Eug enia, deteniéndose
en el
mom ento casi de tocarla.)
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OBBAS D E MANUEL ACUÑA 275
D A V I D
[Tú ¡no ... o ¡la fatalidad
Sale precipitadamente entre los demás que le abren paso.
Telón rápido.
FIN DEL ACTO SEGUNDO
TO T R RO
Decora c i ón del ac to pr imero
ES EN
MANUEL, un CRIADO
MANUEL
¿Es decir que no ha vuelto todavía?
CKI. iDü
No, señor, no ha vuelto. Vin.i con la señora, y salió in-
mediatamente, llevando su caja de pistolas.
¿Su caja de pistolas? ¿Y Eugenia?
C K A U
Está
en
su
habitación.
Si
usted
quiere
que
la
llame...
MAMJ KL
No,
no, déjala. ¡Ni po Iría yo verla frente á frente ¡Sin
intención
me
he
convertido
en
su
verdugo ¡Pero
como
había de sospecharme ... Y David... Cuánto le habrá tor-
turado lo que esta tarde le dije en el entusiasmo de la dis-
cusión. ¡Si yo lo hubiera sabido На-Фа cierto punto yo
tengo la culpa de todo esto. ¡Qué diablo Por lo pronto lo
que debo hacer es evitarle otra desgracia, ya que esta es
imposible
remediarla.
Al criado.
Si
viene
tu
amo,
le
dirás
que me espere, ¡ehi que ie necesito.
CE1ADO
Está muy bien, yo le avisaré.
MANUEL
Apresurémonos antes que sea tarde. Vase.
ES EN
EL CRIADO Y EUGENIA
E U G E N I A
¿Quién hablaba aquí contigo?
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276
O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
C R I A D O
El señor Romea .
E U G E N I A
¿Vino á buscar á David?
C R I A O O
Sí, señora; le dije que no estaba en casa.
E U G E N I A
Bueno puedes retirarte.
(Tase él criado.)
ESCENA I I I
E U G E N I A
(sola.)
]Qué día tan horrible ¡Al fin se ha n realizado todos mi s
prese nt imien tos Era fuerza que sucediera de ese mo do;
era fuerza que en la cam pa na del de stino sonara la hora
de la exp iación y d el castigo. E sta noc he se ha forjado el
primer eslabón de la cadena, que debe sujetarme á los do
lores. (Pausa.)
¡Pobre Da vid ¡Cuánto hab rá sufrido á cau
sa de su infeliz esposa ¡Ahí ¡todo el cariño qu e un a muj er
puede encerrar dentro de su alma no sería suficiente para
curar la herid a, para cerrar la, l laga qu e ha abierto en su
corazón el pu ña l de m i pasadol Yo nu nc a debí con sentir
en este enlace, que á el como á mis nos condena á un mar
tirio siemp re palp itante y siem pre negro. ¡La socied ad es
m u y severa ¡Juzga, y sente ncia s in nin gu na com pasión
para el culpablel ¡Y si se conformara nada más con eso . . .
Pero en su fal los inc luy e hasta al inoc en te, al que no ha
tenido otra falta que disentir de su opinión y despreciarla.
Porqu e Da vid, ¿qué culpa t iene Da vid de m i desgracia?
¡Y y o no ten go ni á qu ién acusar . .. ¡mi madre . . . ¡no, no
¡Mi san ta y bu en a m ad re ni siquie ra se figuraría en el
instante de abandonar la t ierra que en ese mismo instante
su pobre Eu gen ia se ve nd ía para com prarle otras cua ntas
horas de existen cia ¡No, yo no tengo derech o ni á su gra
t i tud; cuando más á su perdón. . . á que no me maldiga des
de el cielo ...
ESCENA IV
E U G E N I A , A N T O N I O
A N T O N I O (colocando su sombrero en la silla próxima á la puerta)
¡Magníf ico Está so la; entrem os. Bu en as noch es E uge nia .
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
277
E U G E N I A
An tonio , bue nas noches . ¿A qué debo ver á usted á es
tas horas por mi casa?
(Antonio se sienta á la invitación muda de Eugenia.)
A N T O N I O
Eu gen ia , desp ués de lo que ha pasado en el bai le de
San Cosme, creí que no era conv enien te á m i dignid ad,
como verdadero amigo de usted y de su esposo, permane
cer en el salón un solo instan te, m i carruaje estaba á la
puerta, y me resolví á venir á acompañarlos.
E U G E N I A
Gracias.
A N T O N I O
Us ted m e hará just ic ia en creer que he sent ido com o
nin gu no la desagradable ocurrencia de que yo m ism o fui
testigo á mi pesar.
1 U G E N I A
Antonio . . .
A N T O N I O
Porque en ñn , usted no me recía que la hub ieran abo
chornado con un desaire tan grosero.
E U G E N I A
¡Ah
A N T o N I O
Pero usted no debía haber aceptado la invi tación, con
siderando que. . .
E U G E N I A
(¡Esto másl)
A N T O N I O
Esas gentes s in educación y . . .
E U G E N I A
Caballero: pod ía uste d hab erm e ahorrado un a visita
cuyas intenciones se traslucen tan á las c laras .
A N T O N I O
¿Porqué dice usted eso, Eugenia?
E U G E N I A
¡Porque sus palabras, apar entem ente de consu elo , no
son en el fondo sino un insulto cobarde y miserablel
A N T O N I O
Eug enia: perm í tame usted que l e d iga que me ha com -
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O B R A S DE M A N U E L A C U Ñ A
p r e n d i d o mu y mal, y que i g n o r o qué r a z one s pu e d a us t e d
t e ne r pa r a j u s t i f i c a r
lo que me ha
d i c ho .
EUGENIA
¿S í? ¿P iensa us ted
que
de s c onoz c o
el
o r ige n
de lo que
ha s uc e d ido? ¿ Cr e e us t e d que yo no he a d i v i n a d o en que
c a be z a s
ha
n a c i d o
el
p e n s a m i e n to
de
p e r d e r m e ,
el
pe ns a
m i e n t o de d e s p e r t a r y a v i v a r la m u r m u r a c i ó n , p a r a que
a r r o j a r a s ob r e
mi
f r en te
lo
a s q u e r o s o
de su
insu l to? ¡Ahí
U s t e d e s los h o m b r e s de m u n d o y del g r a n t o n o son así . . .
¡ in fames
y
m e z qu inos . . .
Se
figuran
que con el
d i n e r o p u e
de n a l c a nz a r lo t odo ; y c u a n d o se e n c u e n t r a n con una mu-
j e r
que
sabe r es i s t i r
á sus
c a p r i c h o s c r i m i n a l e s , p o r q u e
no
q u i e r e c o n v e n t i r s e en m e r c a n c í a, se v e n g a n de e l la , co m o
u s t e d , h a c i e n d o
una
a r m a
de su
d e b i l i d a d
y de sus
fa l tas .
S e l l a m a n c a tó l i c os y filántropos, y e n t i e n d e n la c a r i d a d á
s u m a n e r a p e r d i e n d o á una d e s g r a c i a d a que se m u e r e de
h a m b r e , y s i e n d o los p r i m e r o s en el c i n i s m o p a r a l e v a n t a r
l a p i e d r a y a r ro já r se la .
A N T O N I O
N o s a b í a yo que t e n í a u s t e d e s te o t r o m é r i t o . S a b e us t e d
d i s e r t a r pe r f e c t a m e n te .
E U G E N I A
¡ Y o t a m b i é n i g n o r a b a
que á más de
i n f a m e fue r a u s t e d
c o b a r d e
A N T O N I O
D e j é m o n o s de i n s u l t o s , y a c a b e m o s . El i n c i d e n t e de
e s t a noc he
ha
p u e s t o
la
s i t u a c i ó n
de
u s t e d d e s e s p e r a n t e ,
su esposo la a b a n d o n a r á p r o b a b l e m e n t e , h a s t a a h o r a , y
u s t e d ,
en el
ú l t i m o r e s u l t a d o ,
se
ha l la rá so la
y sin
a poyo ,
r e d u c i d a á la m e n d i c i d a d y á la m i s e r i a . E s t e p o r v e n i r se
v e
tan
c la ro ,
que ni
s iqu i e r a
se
p u e d e p o n e r
en
d u d a a b r i
g a n d o o t r a e s p e r a n z a ; lo ne c e s a r io es ev i ta r lo en c u a n d o
q u e p a .
Si
u s t e d q u i e re , m a ñ a n a m i s m o t e n d r á l u g a r
esa
s e pa r a c ión , pe r o al m e n o s no le f a l ta r á con qué v iv i r , no
d igo en la c o m o d i d a d , h a s t a en la o p u l e n c i a .
EU GEMA
indignada).
¡Cabal lero
A N T Ó N (O
P e r m í t a m e u s t e d c o n c l u i r . En o t ro t i e m p o , c u a n d o le
h u b i e r a s i d o
muy
fácil hacer feliz
á un
h o m b r e
que la
a m a b a , a c e p t a n d o sus p r o m e s a s , u s t e d se m os t r ó i n f ie x i -
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
279
ble ,
inexorable; despreció sus ruegos y sus lágrimas, por
que en el horizonte de la v ida, div isaba uste d u n m un do
m ás risueño, un porvenir m ás halagador y m ás querido.
Pu es bien, Eugenia; hoy que el amor de ese hom br e v ive
todavía, hoy que de rodil las viene á pedirle y á suplicarle
nad a m ás que un poco de cariño; ho y q ue Dav id, ese
mundo y ese porvenir soñados, se ha vuel to un imposible
para usted, Eu gen ia , ¿no tendrá derecho su pobre am ante
de ha cin co añ os para ofrecerle con su corazón y su s ri
quezas un a tabla salvadora en su infortunio? ¿No tend rá
dere cho para decirla; hu ya m os á E urop a n adie no s co
noc e, busc arem os u n lugar aislado, ocu lto entre f lores, y
al l í , unidos los dos por el cariño; obligaremos á la fortuna
á que vuelva á mostrarnos su sonrisa?
E U G E N I A
¡Basta
A N T O N I O
¿Pero qué responde usted, Eugenia?
E U G E N I A
Le perd ono á uste d este nu ev o ultraje, pero pu ed e evi
tar el continuarlo.
A N T O N I O
Es que yo. . .
E U G E N I A
De lo contrario me veré en la necesidad de l lamar á mis
criados para que le arrojen.
A N T O N I O
¿Me amenaza usted entonces?. . .
E U G K . N I A
Es s implemente una advertencia .
A N T O N I O
¡Ah
Sí; com o la que recibió ust ed en la tertulia; ¿no es
verdad?
E U G E N I A
¡Caballero, salga listed de aquí en el acto
a
NT-
mío
U na palabra nada más. Si ra iñ .ma cuan do usted ha ya
comprendido que en esta c isa nada t>ene que esperar; que
David será para usted un remordimiento y una acusación
constantes; s i m aña na, recordando lo que ho y le he pro
metido, quiere usted acojerse en los brazos. . .
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280 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
E U G E N I A
[Miserable
(Dirigiéndose á la cam panilla.)
ANTONIU (deteniéndola.)
• N o es preciso que usted l lam e, m e retiro. La am o á us
ted dem asiado para desear que la crónica escan dalosa de
mañana la tome por dos veces á su cuenta .
E U G E N I A
En el instante sa lga usted de aquí .
A N T O N I O
Obedezco. . . ¡está muy bien
(tomando su sombrero)
Adiós ,
Margarita; y cue nte con un a invita ción para m i pr óx im o
baile.
E U G E N I A
¡Esto es ya demasiado, Dios mío
A N T O N I O
¡Vaya, vaya, [Adiós
(Vase.)
ESCENA V
E U G E N I A ,
después
M A R Í A
E U G E N I A
¡Virgen santa ¿Qué he hec ho yo para que m e atormen
te de esta ma nera mi dest ino? ¿Qué he hec ho yo para no
ver en m i derredor m ás que im pla cab les verdug os que en
su crueldad hacen una diversión de mis dolores?
MARÍA
¡Eugenia
E U G E N I A
¿Le has visto?
M A R Í A
¿Á quién?
E U G E N I A
Á Antonio
M A R Í A
Le vi subir á su carruaje; ¿por qué me lo preguntas?
J i U G n í N I A
¿Sabes á que vino?
M A R Í A
N o,
ni pudiera sospecharme.. .
E U G E N I A
Á cebarse en su venganza y á ofrecerme una l imosna, á
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ugenia —
¡Miserable
Antonio.—No
es
p r e c i s o
que
u s t e d l l a m e ,
me
r e t i r o .
(El Pasado.—
Acto
3.° —Escena I V.)
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/ / . • • « и в \
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O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A 281
proponer me qu e abandon ara á D avid para marchar con
él á Europa.
MA KÍA
Pero ese hombre es un infame. . . .
E U G E N I A
Sí, u n infa m e que ha aprovech ado la ocasión de devol
verme todo el odio que le tengo, y pagarme todo el abo
rrecimiento que me inspira .
M A R Í A
- ¿Y tu esp oso n o ha vu elto todavía?
E U G E N I A
¡No ha vue lto, se fué pr oh ibién do m e que le siguiera,
ó mandara seguirle , y yo me temo que le haya pasado una
desgracial Manuel vino á buscarle, y en este momento tal
vez sea el ún ico que le acom pañ e. ¡Su am igo ínt im o. . . e l
primero que m e ha acusado de m i fa lta , ignoran do todo
el ma rtirio qu e m e cau saba n sus palabrasl ¡Ahí si yo no
hub iera estado co nv en cid a de lo contrario, hab ría creído
que era intencional aquel la especie de placer con que pa
recía gozarse en m i torm en to. Y o le disculp o y le perdo no.
M A R Í A
¡Pobre amiga mía
E U G E N I A
¡Pobre am iga tuya . . . Si , soy m u y desgraciada . .. t ien es
razón para com pad ecer m e.. . es tanto lo qu e sufro, qu e yo
no sé lo que seria de m í si esto durara m uc ho t iem po .
¡Hace un m om en to quería l lorar, y mis ojos no ha n teni
do ni un a lágrima . .. la m uer te. . . m e parece co m o el últ i
mo refugio que me concede el c ie lo .
M A R Í A
Eug enia: no m e hables de ese m odo , s i no quieres qu e
l lore yo tam bién cont igo . E s verdad que tus quejas . son
m u y justas, y que no t iene s m ás seno qu e el m ío para
depositarlas; pero no debes desesperarte, ni pensar en esas
cosas.
Tú no me harás el agravio de creerme indiferente á
tus pesares , soy tu hermana, y tengo derecho á compar
tirlos y á sufrir con ellos.
E U G E N I A
¡Perdóname pero tú lo has dicho, no teng o m ás am iga
qu e tú para decirle m is quejas y l lorar con el la, tú , m i
buena María, que me hablas de tu corazón y de tu cariño,
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282
OBRAS DE MANUEL AC UÑ A
enmedio de los insultos con que los demás me agobian;
tú ,
que vienes á mi lado en estos momentos de lucha y
agonía á enjugar el llanto de maldición que corre de mis
ojos Dan las tres.) Una, dos tres, que noche es ya,
MARÍA
Las tres.
EUGENIA
Y David que no viene todavía.
MARÍA
Ya no debe tardar, lo esperaremos.
EUGENIA
N o ,
María, tú te vas á descansar en mi habitación mien
tras él vuelve.' Después, yo te prometo ir á hacerte com
pañía.
MaRÍA
Le aguardaremos las dos, Eugenia, yo no quiero dejarte sola.
EUGENIA
¡Vamos dentro de un minuto estaré á tu lado; entre
tanto rezaré mis oraciones, y le pediré á mi madre que
me dé lágrimas y valor para seguir sufriendo.
MARÍA
Y cuando acabes...
EUGENIA
Inmediatamente iré contigo.
MARÍA
Con esa condición, acepto. Hasta luego, Eugenia.
Besándola)
EUGENIA
Adiós, María. Reza tu también por mi.
MARÍA
(¡Pobre Eugenia (
Vase.)
ESCEN
VI
. EUGENIA sola)
¡Aprovechemos los instantes; no hay tiempo que per
der Es necesario que todo haya concluido para cuando
él llegue. Ya que en un arrebato de cariño tuve la debili
dad de dejarme vencer por sus alnag.'S y sus ruegos, ac
cediendo al enlace de dos almas separadas por el abismo
de la deshonra, yo tengo la obligación de remediar, en
cuanto sea posible, los efectos de aquel momento de locu-
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O B R A S
D E
M A N U E L
ACUÑA 283
ra. Si, si,
Eugenia, ¡valor
No
t i em bl es
ni
vaci les para cu m
plir con
tu
deber.
(Toma un álbum, entre cuyas jotografias se
supone que está la de David.)
El
que amas ,
el
que adoras,
és
te ,
éste
que te ha
acariciado tantas vece s,
te
deberá
á lo
m e n o s
el
sacrificio
de tu
vida por
su
l ibertad
y
por
su di
cha ¡Te.
lo
ordena
tu
pasado . . .
¡mi
pasado . . .
¡Sí,
acabe
m os (Toma un pliego de papel y escribe.)
Ahora
sí. (Cierra la
carta, extrae el retrato
y
lo besa repetidas veces.) ¡Adiós ¡ Adiosl
¡Amado de mis
sueños (toca lacampanilla y aparece un criado)
E S C E N A
VII
E U G E N I A Y
UN
C R IA D O
C R I A D O
¿Llamaba usted, señorita?
EUGENI
Sí acércate. David
ha de
volver dentro
de
poco,
no le
digas que
he
sal ido. Cu ando te l lam e
le
entregas esta carta.
C R I A D O
E st á m uy b i en .
Así lo
haré.
E U G E N I A
No agregues
ni
una sola palabra más.
Si
M aría,
la jo
ven que está
en mi
habitación, sale
y te
pregunta adon de
he ido,
le
dirás que
no me
has visto, que
no lo
sabes, ¿en
t iendes? que
no ío
sabes . Tom a.
Le da un bolsillo.)
C R I A D O
Gracias, señorita.
E U G J C N I A
No o lv ides nada
de lo
que acabo
de
decirte.
C R I A D O
" Pierda usted cuidado,
no lo
olvidaré.
(Vase
el
criado
y
vuelve
al
mutis de Eugenia. Esta toma
su
abrigo, que estará sobre una silla, se arrebuja en él y sale apre
suradamente sin volver la cara. Al llegar á la puerta del fond o,
se detiene como vacilando, y resolviéndose al cabo dice.)
l
' .UGEXIV
¡Adiós ¡Adiós (7a.se.)
E S C E N A V I I I
E L C R I A D O
solo
P u e s ,
señor,
yo no sé qué
cosas suceden esta noche
en
casa:
el
por tón abierto ha sta las tres
de la
mañana; v is i tas
7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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284 O B R A S D E M A N U E L A C U Ñ A
y carruajes; ¡el amo que entra por un lado y la señora que
sale por otro . .. A qu í deb e hab er algo, y algo grav e nec e
sariam ente Nadal Yo voy á seguirla y á acom pañ arla,
aunque sea de lejos, siquiera para que no vaya á pasarle
u na desgr acia. Pero ¿y la carta? Cu and o ella m e hiz o tan
tas recomendaciones , debe ser de mucha importancia que
la entregue.
(Suena dentro un campanillazo.)
Apropósito: pa
rece que el am o l lega. Ten tacione s m e están dan do de
decírse lo tod o, y de.. . pero no , m ás vale hace r lo qu e se
me ha ordenado.
(Se coloca tras de la puerta para que no le vean. David y
Manuel que llegan. Después de un momento se va.)
ESCENA IX
D A V I D Y M A N U E L
M A N U E L
Gracias á Dios que he m os l legado. Entra y descansa
para qu e te acu estes en segu ida á ver si el su eñ o y la re
flexión con siguen de t í lo que yo m e he emp eñ ad o vana
mente en alcanzar.
D A V I D
E s por dem ás que insistas; lo he pensad o m uc ho , y m i
resolución es invariable. Mañana, ó yo, ó ese hombre, que
dare mo s en el cam po. ¡Si él ha querido tener el gus to de
insul tarm e en plen a sociedad, insul tan do á m i esposa, yo
se lo amargaré matándole, sí , matándole
M A N U E L
¿Y qu ién te ha asegurado qu e D. Ra m iro fué el que. ?
D A V I D
N in gu no otro pu ede haber sido m ás que ese viejo ridí
culo y cobarde.
M A N U E L
Suponiendo que él sea: ¿según tu manera de ver te ha
deshonrado?
D A V I D
Sí.
M A N U E L
Y hablando razonadamente, ¿qué provecho crees tú que
te resulte de ese duelo?
D A V I D
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O B B Í S
D E
MANUEL AC UÑ A
285
Y a
te lo he
dicho: ve ngarm e.
M A N U E L
¿Eso «i
tú
quedas vencedor
en la
partida, pero
sí,
por
el contrario, á él le favorece la casualidad?
DAVID
No seré la befa y el ba ldón de todos, y además habré
hecho cuanto pudiera ex ig irme
mi
conciencia
de
ho m bre
honrado.
MANUEL
N o ,
no; en vez de lavar esa d eshon ra, lo ún i co que al
canzarás será prestarle mayores proporciones
y
darle
más
publ icidad;
tu
conciencia
no
pue de ordenarte eso .
D A V I D
¿Es dfv.ir que yo debo sufrir con los brazos cruzados este
ultraje? Ó me aconsejarás qu e l leve este ne goc io á los tri
bunales ¿no es así, M anuel?
MANUEL
(impaciente).
¡Vamos
DAVI D
¡Para que mañana todos me señalen con el dedo como
un hombre s in d ignidad
y sin
honor Para
que
m a ñ a n a
mi satisfacción sea imposible, porque para la m urm ura
ción
y la
ca l um ni a
no
hay espada.
MANUEL
Todo esto
se
habría evitado,
si en
vez
de
dejarte arras
trar por tus ideas, hubieras reflexionado un poco en las
terribles consecuencias
á
que habían
de
con ducirte .
DAVI D
¡Manuel
MANUEL
U na a m i s t a d
de
ve int iún años , que
tú no
puedes poner
en duda , me da derech o p ara decirte esto. Sí, David; si tú
hubieras meditado entonces seriamente;
si tú
hubieras
so
focado el amor de E ug en i a en sus principios; si no hubie
ras unido
tu
nomb re con
el
suy o ,
en
este in stante
no
esta
rla destruido el edificio de gloria en que has trabajado
tanto t i empo,
ni
verías muerto
en tu
alma hasta
el
cariño
de esa misma mujer por quien hiciste el sacrificio de tu
porvenir, o lv idándote de que un homb re co mo tú , un ar
t ista, pertenece
á la
sociedad antes que to do
á
es e terri
ble juez, que ya lo has v isto , no perdona . Enh orabu ena
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286
O B R A S DE M A N U E L A C U Ñ A
los principios filantrópicos,
I03
principios
de
caridad
y de
perdón; pero
eso se
deja para Cristo.
Un
soñador,
un
obre
ro
de
Ja gloria, que tiene necesidad
del
m un do para reali
zar
sus
ens ueñ os, debe apartar
á un
Jado esas ideas,
que
en
el
siglo diez
y
nuev e
no son
más que utopias .
La
natu
raleza
de la
sociedad
es
esa: intransigible
y
ex i g ent e .
Es
una l laga que'no admite
en su
derredor
á los
leprosos;
es
un m endi g o que
no
cons iente
en su
derredor
á los
hara
p o s
no le
hagas ver tus formas,
y
estará con tenta . Per
mi te que
lo
seas todo, me no s m iseria.
Es
preciso
que te
conformes por haber cumpl ido
tus
capr ichos.
D A V I D
¿Y Eugenia?
.
M A N U E L
La abandonas, asegurando
su
porvenir, para qu e m aña
n a
no
tenga q ue pedir un a l im osn a.
D A V I D
N o , yo no
puedo
ni
debo cometer
con
e l la sem ejan te
cr imen,
mi
corazón
se
resiste
á
una infamia semejante .
MANUEL
¡Entonces déjala
á tu
lado,
eso es lo más
senc i l lo
S i
tú
quieres ver repetidos
día
po r
día,
hora
por
hora
y
m i n u t o
por
m i n u i o ,
el
infierno
y el
sonrojo
de
esta noc he,
déjala
á tu
lado
y
resuélvete
á
DAVIO
María llega: silencio.
E S C E N A
X
D IC HOS, MA R ÍA ,
luego un
C R IA D O
MARÍA
¿Y Eugenia?
D A V I D
¿Cómo? Pues qué, ¿no está
en su
h abitación?
M A R Í A
A h í
he
estado
yo
esperándola
me
obligó
á
retirarme
co n
la
pro m esa
de
que pronto iría
á
descansar con m igo,
pero
D A V I D
¿Entonces?
M A R Í A
Y o
me
sospecho que ,
en la
i nqu i e t ud
de ver á
usted ,
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0BEAS D E MANUEL ACUÑ A
287
haya sa l ido acompañada
de
algú n criado para bus carle.
MANUfcL'
Pronto
nos
co nv encerem o s
de lo
cierto.
(Toca
la
campanilla)
M A H Í A
(Y o no sé
qué
prese nt im iento horrible me acom ete, )
C K I A L I O
Señor
DAVID
¿Fias visto tú salir á Eugenia?
CRIADO
Sí, señor, sal ió como
a
las
tres
de la
m a ñ a n a .
Me
encar
gó que le diera á usted esta carta. Se la da y
vase)
DAVI D
¡Una carta [Su letra
(Rasga violentamente
el
sobre y lee con marcada agitación.)
«David: ¡perdóname si no te doy el beso de esta despe-
sd ida eterna ¡Creíste
ser
feliz
con
el a m o r de una m ujer
«manchada; te enga ñaste ¡Adiós ¡para siemp re ¡El
«ra mi do y tu fe l ic idad exig en que te deje, ubre Yo no
«debo arrastrarte
en mi
desgracia , haciénd ote v ict im a
y
«solidario de mí
¡Ayer
Dios tendrá misericordia de
mi,
ya
«que los hombre^ me la nie ga n. ¡Davidl ¡perdón ¡olvida á
»tu infel iz Eugenia, y adió s, adiós »
(Declamando.)
¡Pero
«esto es imposible »
(Vuelve
á
leer)
«¡Adiós para siempre . . .
«¡Olvida á tu infeliz Eu genia . . . y...»
(Declamando)
«¡No,
»no, Eugenia . . . espérame, perdóname. . . ya v o y , ya voy ¡Yo
te adoro á pesar
de
tu pasado »
(Se encam ina vacilante hacia
la
puerta como para correr,
y
al hacerlo se desploma.)
MARÍA
acercándose)
¡Pobre mujer
MANUEL
(señalando David)
¡¡Sí,
y
pobre mártirl
(Telón rápido.)
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Í N D I C E
Prólogo 8
A la Sociedad Filoiátrica en su instalación 17
La Brisa.—Imitación 22
Ta sé porque es.—Dolora 24
Ta vera*.-Dolor» 27
La Au>enC'a y el Olvido—Dolora 29
Mentí
a* de la existencia.—Dolora 31
La Rame 'a * 34
El H..mure 38
En la Apoteosis del actor.—Merced Morales 47
Ocainpo 51
Uno y quinientos 56
La Soñadora. — Oda 58
Oiilación.
—A
los muertos de la Sociedad Filoiátrica 62
Rasgo de buen humor 66
Eneltciceraniversaric déla Sociedad Filoiátrica y de beneficicucia 69
Lágrimas á la memoria de mi padre 71
. A Laura - 78
¡Salve —En unos premios 82
Gracias 84
Por eso. . ' S7
Misterio 89
Esp-ranza 91
-•—Resignación.— A 94
Epitalamio.—A mi querido amigo J. M Bandera 97
Dos víctimas 100
- Entonces y Hoy.. 103
Al poeta mártir.—.luán Díaz Covarruliia'" 106
Si'iieto.—A mi querido amigo y maestro Manuel Domínguez. . . 309
Himno.—A la Sociedad Filoiátrica l io
T
P
i i
ntr un ca iávcr - .112-
La felicidad 1«7
Oila.- Ante el cadáver del Dr. José B. de Vinagran 119
Al ruiscñ'.r mejicano 122
La vid* del campo . 135
Oda. A la memoria del eminente naturalista el Dr. Leonardo Oliva 134
Soneto 133
Adiós. A 139
A una flor 143
Esta neja 11*
Nada sobre nada 145
Cinco de mayo 151
Soneto.--A mi querido amigo Vicente Fuentes 155
Oda 156
A la luna 161
El reo de muerte 167
A Josefina Pérez (en su álbum) 170
A la eminente actriz Salvadora Cayrón 171
Adiós a Méjico 172
A Asunción 'i n sn álbum) 175
Romancero de la Guerra de Independencia.
—E]
Giro 177
Ciner ria.—Ante el cadáver de la Sra. Luz Presa 184
A la Patria 187
Hidalir" 189
15 de Septiembre 190
Al moño de Merced 195
«•«Nocturno.-A Rosario 197
Las ruinas.—A 201
A un arroyo 203
Letrilla 204
-«-Hojas pecas 209
La Gloria.—Pequeño poema, en dos cantos 219
El Pasado.—Ensayo dramático-en treá actos y en prosa 237
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7/23/2019 Acuna,Manuel Obras De
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Obras de J^onson u Terra i l
T o m o s p u b l i c a d o s y que s e h a l l a n en ' or i ta
El Herrero dei Convenio
2 tomos
Los A m ores d e Aurora
2
tomos
La Justicia ác los Gitanos
2 tomos
Las Máscaras Rojas
i tomo
Clara
de
Azay
^
1
.tomo
Colección completa Rocambola
: L o s . D r a m a s
d e
P a r i s
,
5 tomos
1 .
La 'Herencia Misteriosa.
2 . Sor Lui sa la H e r m a n a de
la Caridad.
3 . Club de los Explotadores .
4 .
T urquesa la Pecadora.
.
r
>.o
El
Conde
de
ArtoL'f.
L a s H a z a ñ a s
d e
R o c a r a b o l o
4 tomos
l . u
Carmen
la
Gitana.
2.» La
Condesa
de Artoff.
>5.° La Muerte del Salvaje.
4 . ° La
V eng a nza
de
Bacará.
.El Manuscrito del Dominó
4 tomos
l .o Los Camilleros del Claro
de Luna.
2 . La
Vuelta del Presidario.
8 . °
Testamento de Grano duSal
4 .
Daniela .
L a
R e s u r r e c c i ó n d e R o c a m b o l a
5 tomos
1 . El Presidio de Tolón .
2 . La
Cárcel
de
Mujeres.
o.
La Posada Maldita.
4.o
La Caya de Locas.
¡Redención
L a
Última Palabra
d e
Rccamboíe
7 TOINI'H
l."
La
T id ioma
de la
Sangre.
~
u
Los Estr:tnguladoroíí.
i>.« Historia
de un
C rimen.
4 .« Los M i llones do la Gitana.
ó.°
La
Hermosa Jardinera .
<>.«' Un D r a m a en la India .
7 . ° Los
Tesoros
del
Rajah.
L a s M i s e r i a s
d e
L o n d r e s
5 tomos
La Maestra de Párvulos .
El Niño Perdido.
La Jaula de los Pájaros.
E l Cementer io
de los
Ajus
ticiad»
>s.
La Señorita Klcna.
L a s D e m o l i c i o n e s
d e
P a r i s
2 tomos
1 .
Los
A m o res
do
Limosino.
2 . La Prisión de Kocambole.
L a C u e r d a
d e l
A h o r c a d o
2 tomos
. 1 .
El Loco de Bodlan.
2 . "
El
H o m b r e
( ¡ r i s .
L a V u e l t a d e R o c a m b o l a
*;tomos
1.
El
C o m pa dre V u l ca no .
2 . Una Sociedad An ónim a.
S.'-> Amores de una E spañola .
4 .
Venganza
de
Rocambolu.
Las Tragedias
del
Matrimonio.
2 tomos
Los Dram as Sangrientos.
2 tomos
. 1 .
-i."
ó.»
C A S A E D I T O R I A L M A U C O I < -
C A L L E C O N S E J O
DE
C I E N T O ,
29 6. —
B A R C E L O N A
a
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