manuel jose othon - obras completas othÓn, Épica voz de la montaÑa. - tarsicio herrera zapiÉn

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Poesía completa de Manuel José Othón, máximo representante de la escuela modernista en la poesía mexicana del siglo XIX e inicios del XX. Edición preparada por el Gobierno del Estado de San Luis Potosí, editada por TARSICIO HERRERA ZAPIÉN.

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  • OTHN, PICA VOZ

    DE LA MONTAA.TARSICIO HERRERA ZAPIN

    GOBIERNO DEL ESTADO DE SAN LUIS POTOS

    EDITORIAL PONCIANO ARRIAGA

    BIBLIOTECA OTHONIANA 4OT

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  • OTHN, PICA VOZ DE LA MONTAA.

  • OTHN, PICA VOZ DE LA MONTAA.

    ~ Ensayo estilstico ~ Sus estrofas majestuosas ~ Sus fuentes

    clsicas latinas ~ Sus fuentes barrocas ~

    TARSICIO HERRERA ZAPIN

    Mxico, 2010

  • Fernando Toranzo FernndezGobernador Constitucional del Estado

    Fernando Carrillo JimnezSecretario de Cultura

    Armando Herrera SilvaDirector General de Desarrollo CulturalJos Armando Adame DomnguezDireccin de Publicaciones y Literatura

    Primera edicin, 2010

    D.R. 2010 Tarsicio Herrera ZapinD.R. 2010 Gobierno del Estado de San Luis Potos

    Secretara de CulturaDireccin de Publicaciones y Literatura

    Editorial Ponciano ArriagaVallejo Nm. 300

    Barrio de San Miguelito / C.P. 78330Tel: (01 444) 814 07 58

    e-mail: [email protected]

    Impreso y hecho en Mxico Printed and made in Mxico

  • A mi esposa y a mis tres hijas,

    a mis tres yernos y a mis cuatro nietos.

  • 9PREMBULO

    ... tienes para tus penas un amigo,

    en ese fuego salvador abrigo

    y un inmenso palacio: la montaa.

    Psalmo del fuego, M.J. Othn

    Cmo pudo Manuel Jos Othn capturar la

    desafiante majestad de los bosques tropicales y estar

    presente en los momentos ms gloriosos de la vida de

    las selvas y los valles, de los abismos y las cumbres?

    Ello se debi ante todo a su amor hacia la

    poesa, por el cual no poda presenciar un momento

    memorable de la inmensa vida silvestre sin lanzarse

    a expresar sus emociones en rotundos sonetos y en

    magnficas estrofas.

    Se debi, adems, a que nunca encontr una

    profesin satisfactoria en la cual pudiera obtener

  • 10

    ingresos suficientes para poder vivir desahogado al

    lado de su amada esposa.

    As que la parte ms significativa de la vida del

    poeta que naci y muri en San Luis Potos, eran las

    horas ms felices de cada jornada, aquellas en que

    tomaba su rifle al amanecer y sala al campo a practicar

    su deporte favorito: la caza. A veces regresaba sin

    piezas de cacera en la mochila, pero con memorables

    estrofas en la fantasa. El poeta Armando Adame

    anota que llegaba a poner en riesgo su precaria salud

    ante los rigores del clima a la intemperie.1

    Todava a fines del siglo XIX, lo que el estudioso

    conoca de Manuel Jos Othn eran sus grandes

    poemas y romnticas leyendas, y se pasmaba de sus

    desarrollos emotivos y de sus desenlaces impactantes.

    Tales eran los contenidos de poemas othonianos

    como Los amores de la tierra y La loca de las olas, de 1880, y

    hasta de su Cristbal Coln, de 1876.

    Mas poco a poco el poeta se va trasladando

    hacia los austeros prados y las serenas estrofas del

    1 Adame, Armando, M.J. Othn. En el desierto. Idilio salvaje. San Luis Potos, 2006. Introduccin, p.4.

  • 11

    modernismo. As, sus vivencias lricas se volvern

    ms mesuradas. Sus producciones, de tres o seis

    sonetos cada una, mostrarn un estado de nimo

    sereno y sonriente.

    As suceder en pginas como el soneto titulado A

    Augusto Comte, o como en las dcimas A Cervantes, todo

    ello publicado en Nuevas poesas de 1883.

    Pero, de pronto, el lector se topa con un Othn

    renovado: el del volumen Poemas rsticos, de 1902. All

    surgen revelaciones como el Himno de los bosques, de 1891

    y, pginas despus, la Noche rstica de Walpurgis, de 1897,

    y el Psalmo del fuego, de los mismos aos.

    Es entonces cuando se vuelve a encontrar el lector

    con el narrador poderoso y fulgurante que gusta

    de entreverar sus visiones lricas con sus actitudes

    dramticas.

    Y as, encontramos a un Manuel Jos Othn

    que ya es modernista en lo atildado de sus imgenes

    lricas, pero que todava recuerda sus juventudes de

    dramaturgo y de narrador de leyendas en obras como

    su culminante En el desierto. Idilio salvaje, de 1904.

  • 12

    Todo ello aparece al fin sabiamente coleccionado

    en el libro Poesa(s) completa(s) de Manuel Jos Othn, por

    obra de don Joaqun Antonio Pealosa, en 1974.2

    Y as encontramos a un Manuel Jos Othn que

    ya es modernista en lo relevante de sus imgenes

    lricas, pero que todava recuerda sus juventudes de

    dramaturgo y de narrador de leyendas.

    Por eso Othn, el cantor de las montaas y de los

    desiertos, resuena a nuestros odos con una voz lrica

    pero tambin marcadamente pica. Porque sus ciclos

    poticos tienen una actitud heroica y un mensaje

    poderoso. Ellos son los que lo han inmortalizado.

    DE LAS SOMBRAS A LA INMORTALIDAD

    Porque ha resultado que Othn se catalogaba a s

    mismo como un oscuro cantor de los campos, pero

    las generaciones sucesivas lo han exaltado.

    As, Othn cierra su Noche rstica de Walpurgis en

    2 Manuel Jos Othn, Poesa(s) completa(s), recopilacin, prlogo y notas de Joaqun Antonio Pealosa. Mxico, Editorial Jus, 1974. Es un significativo volumen de 512 pginas. Luego, el propio investigador reuni toda la produccin del egregio potosino en M.J. Othn,Obras completas, Fondo de Cultura Econmica, dos volmenes, 1997.

  • 13

    1897 cantndole a Jos Pen y Contreras, objeto de su

    dedicatoria, quien era dramaturgo, mdico y senador:

    T al teatro, a la clnica, al Senado;

    yo a vegetar tranquilo y olvidado

    en el rincn oscuro de mi aldea.

    Mas hoy da, a un siglo de la muerte de Othn,

    el encumbrado objeto de la dedicatoria es slo un

    dramaturgo romntico entre tantos, mientras que el

    autor de este ciclo rstico y pico se alnea entre los

    astros de la poesa mexicana.

    Hay que aadir en esta visin inicial de Othn

    como poeta, que todava hoy es motivo de debates

    acerca de numerosas estrofas y versos sueltos los

    cuales, o l nunca public en libro, o los public

    varias veces en revistas, retocndolos en cada ocasin.

    Esto nos recuerda el caso de un pintor francs

    que, en una exposicin de pintura impresionista, sac

    su caja de pinturas al leo y comenz a retocar con

    decisin uno de los cuadros expuestos. Cuando un

    vigilante le dijo: Quin es usted, y cmo se atreve a

    retocar una pintura en exposicin?, l contest: Yo

    soy Pierre Bonnard, autor de este cuadro.

  • 14

    El vigilante le prohibi a Bonnard tocar, ni menos

    retocar, ningn cuadro all expuesto. En cambio, nadie

    poda impedir a Othn retocar interminablemente sus

    sonetos, en busca del ms pequeo matiz adicional.

    Por ello mismo, aunque Othn siempre viva

    escribiendo, su produccin lrica no pas de dos o tres

    lbumes publicados, pese a que dej manuscritos otros

    tantos. Y, adems, dej slo anunciados los ttulos de

    otros dos libros lricos: Poemas del odio y Poemas brutales.

    Adems, su libro que l titul Pginas internas qued

    disperso, mas don Joaqun Antonio Pealosa lo tiene

    ya incluido en sus Obras completas. Seccin Poesa no

    coleccionada.

    Qu diferencia con muchos otros poetas de hoy,

    cuyas obras son conocidas en edicin completa, y a

    veces casi abrumadoramente completa, hasta en una

    media docena de volmenes!

    Por lo dems, mientras Othn lleg a firmar

    muchas poesas un tanto dbiles, es autor de algunos

    de los versos ms poderosos del Parnaso mexicano.

    Bstenos recordar pasajes como:

  • 15

    El esqueleto rgido y monstruoso

    de un muerto sol pesando sobre el mundo

    (Las montaas picas, I)

    Por tal motivo, nos concentraremos en estudiar la

    creacin lrica de Othn, y dejaremos de lado por ahora

    sus cuentos de espantos, novelas rsticas y novelas

    cortas, en su mayora incompletas o extraviadas. Slo

    aadiremos un ltimo captulo referente a sus seis

    dramas escenificados y publicados, impresos casi

    todos desde 1877 a 1886 (excepto dos, hoy perdidos), y

    su nica comedia (La sombra del hogar), que se imprimi

    en 1878.

    Es cierto que Othn se inicia como dramaturgo

    en 1877 con Herida en el corazn. Pero, como anota

    acertado don Rafael Montejano y Aguiaga en su

    magistral biografa de Othn, el poeta acab por

    opacar al dramaturgo3.

    MI PROSPECTO

    He decidido estudiar primero los poemas mayores de

    Manuel Jos Othn: Himno de los bosques (1891), Noche

    3 Montejano y Aguiaga, Rafael, Manuel Jos Othn y su ambiente, San Luis Potos, Universidad Autnoma de S.L.P., 1984, reimpresin 2001, p. 76.

  • 16

    rstica de Walpurgis (1897), y En el desierto. Idilio salvaje

    (1904). Los llamo poemas regios.

    Analizo luego sus poemas de mediana amplitud,

    que denomino principescos: Psalmo del fuego, Angelus

    Domini, Pastoral, Las montaas picas, Oda a la inauguracin

    del Teatro de la Paz y sus varias Elegas.

    Completar luego mi anlisis de los Poemas rsticos

    menores, as como el de otras poesas de especial

    inters, aunque no las haya publicado el poeta durante

    su vida. Los llamar joyas familiares.

    Terminar aadiendo un breve captulo referen-

    te a sus obras teatrales, las cuales curiosamente

    fueron las que le dieron celebridad mientras viva, en

    tanto que hoy da ya en su mayora estn olvidadas.

    Y lo ms lamentable es que Othn ya tena en la

    imprenta potosina de Bruno E. Garca un segundo

    libro ordenado por l, titulado Nuevas poesas. Ya

    estaba impreso en 1883. Empero, dentro de la misma

    lnea de Edgar Allan Poe, no logr reunir un poco

    de dinero para completar el pago de un libro suyo

    ya impreso. En el caso del norteamericano, como

    pasmoso contrapeso, la carta en que Poe lo comunic

  • 17

    as al editor, hace pocos aos fue subastada en muchos

    miles de dlares.

    Mas, en el caso de Othn, por fortuna el editor

    no cumpli del todo la amenaza que haba hecho al

    poeta de destruir toda la edicin ya terminada. El

    licenciado Primo Feliciano Velzquez conserv un

    ejemplar, que ya don Joaqun Antonio Pealosa ha

    logrado rescatar para la posteridad en las citadas

    Obras completas.

    Gracias a esta edicin magnfica del poeta y

    crtico que las edit en 1997, dos aos antes de morir,

    hemos podido disfrutar de la poesa completa (hasta

    donde cabe) de las 210 poesas que nacieron del

    atormentado genio lrico de San Luis Potos, en cuya

    Noche rstica de Walpurgis ha encontrado el suscrito un

    extenso reflejo del Primero sueo de Sor Juana Ins de

    la Cruz, que parece ser el primero en sealar.

    Subraya gallardamente este centenario mortal de

    Othn el poderoso MEMORIAL OTHONIANO que

    el poblano maestro de poetas Salvador Cruz pone

    a los pies del vate potosino para aadir una nueva

    corona a dicho centenario. Lo ha tejido con relevante

  • 18

    habilidad. Son 17 sonetos en bronce mayor, los cuales

    llevan al frente el siguiente

    OFERTORIO

    Dueo y seor de la rural escena:

    te traigo mis saudades como pauta,

    al tenue son de la silvestre flauta

    del dios Pan o de Ttiro la avena4

    4 Cruz, Salvador, MEMORIAL OTHONIANO, Homenaje en el primer centenario luctuoso del poeta Manuel Jos Othn. Puebla, diciembre de 2006. Es algo as como la propia Noche rstica de Walpurgis que entreteje don Salvador Cruz en honor de su precursor Othn.

  • 19

    CAPTULO I

    SUS ALTIBAJOS VITALES Y EDITORIALES

    Manuel Jos Othn es el escritor ms prestigiado

    de San Luis Potos, donde nace el 14 de junio de

    1858. Su resonancia tiene eco hasta en la capital de la

    literatura espaola.

    Ahora bien, surge una duda ocasionada por la

    historia de esa ciudad. Cuando Mxico haba tenido

    que ceder en 1848 todo Texas y la Alta California

    a los Estados Unidos, el estado de San Luis Potos

    qued situado en el centro estratgico de la repblica

    y se volvi el eje de todas las actividades sociales,

    polticas y comerciales del pas. Pero justamente por

    su importancia, su capital, ocupada polticamente

    por conservadores, sufri un saqueo ms terrible que

    nunca en junio de 1858.

  • 20

    Pues bien, si la familia Othn viva en el nmero

    225 de la calle llamada Diamante, Jimnez, o

    bien Sacrista de Catedral, y haba provisto a los

    conservadores diversos funcionarios, era probable

    que ellos anduvieran temerosos a salto de mata

    durante ese ao en que atacaba a la ciudad un temible

    cabecilla liberal, el fronterizo Zuazua. Por ello,

    Manuel Jos pudo haber nacido en pleno monte,

    cerca de Ojo Caliente, S.L.P. Empero, la mayora

    sostiene que naci en el domicilio de la familia5.

    Es sintomtico saber que su padre, Jos Guadalupe

    Othn, fue descendiente de alemn y de andaluza,

    cosa que se refleja especialmente en las poesas

    juveniles de Manuel Jos, en las que hay huellas del

    romanticismo alemn y espaol. Por lo que hace a su

    madre, Pudenciana Vargas originaria de Coahuila; ella

    le infundi al poeta el amor a las cosas de la propia

    tierra y del ms all, como se ve en sus poemas mayores.

    5 Montejano y Aguiaga, op. cit. , p 34 s.

  • 21

    Manuel Jos curs en forma regular sus estudios

    de bachillerato en el Seminario Guadalupano Josefino

    de San Luis Potos, desde 1869 hasta 1875. Es sabido

    que los seminarios eran los centros de educacin

    media por excelencia en el siglo XIX mexicano. O

    sea que muchos jvenes vean el seminario como un

    excelente centro de cultura, y adems asimilaban en

    l una buena informacin eclesial. All fundament

    Manuel Jos su inspiracin del todo religiosa, y

    descubri y cultiv su acendrado gusto por la lengua

    latina. Por cierto, se dice que desde que termin la

    primaria haba comenzado a estudiar latn con un

    fraile franciscano.

    A su vez, casi todo muchacho que deseaba hacer

    una carrera relacionada con la literatura o con la vida

    pblica, no vea la hora de trasladarse a cursar Leyes.

    As lo hizo Manuel Jos en el Instituto Cientfico y

    Literario de la capital potosina.

    Posea el talento necesario para ser profesionista,

    pero no para ser jurista, pero siempre le entusiasmaron

  • 22

    ms las revistas que trataban de las actividades

    literarias de la capital del pas e inclusive de las de

    Espaa, que los sesudos estudios jurdicos. Manuel

    Jos viva ms en los teatros y salas musicales que en

    las aulas. Bstenos decir que, durante su cuarto ao

    de jurisprudencia, hay constancia de que acumul

    ms de ciento treinta faltas de asistencia a clases.

    De l se cuenta esa ancdota que a tantos uni-

    versitarios les ha sucedido. Su novia, Josefa Jimnez

    Muro, lo enfrent a un ultimtum: o te apuras a

    terminar la carrera de abogado y a presentar tu

    tesis profesional, o no hay boda. Inclusive hablaba

    Josefa de un plan de irse a Espaa a profesar con las

    Carmelitas Descalzas. Manuel, ya con cinco aos de

    noviazgo con Josefa, reanud sus estudios y prometi

    recibirse en menos de un ao..., o bien, de dos.

    Finalmente se recibi de abogado en 1881

    con una tesis que trataba del principal medio de

    enriquecimiento que se conoca por entonces en la

    zona centro norte del pas: De la hipoteca y el registro

    sobre las acciones mineras. Regulacin antigua

    Era ya el momento de casarse con Josefa, si bien

    en un plan de absoluta austeridad.

  • 23

    Se cuenta, para colmo de lo inslito de la boda de

    Othn, que cuando sus amigos lo esperaban en casa

    de la novia para ir a la ceremonia en el templo de San

    Sebastin, l no llegaba. Fueron los amigos a su casa, y

    lo encontraron dormido. Valle Arizpe, con su picaresca

    fantasa, declara que se haba pasado la noche en vela,

    leyendo. La realidad fue que, tras las desveladas previas

    al examen profesional, el da de la boda Manuel sufri

    una recada de sus males bronquiales. Y es sabido que

    le ocasionan sopor al enfermo.

    Fue se un mal ao para Manuel. Su padre, quien

    haba sido causa de interminables noches de desvelo

    para el poeta, falleci un mes despus de que ste se

    casara. El poeta estaba ya muy enfermo de enfisema

    pulmonar y de irregularidad cardaca. En vez de

    viajar en luna de miel, tuvo que guardar cama.

    Pero, apenas pudo, procedi a desempearse como

    abogado. Claro que trabajaba sin dejar su amada vida

    bohemia, la cual aumentaba sus afecciones cardacas

    y pleurticas, bajo las cuales fue marcada su carrera.

    Y la enfermedad siempre encuentra la manera de

    conectarse con la pobreza.

  • 24

    Pues Othn fue siempre poeta por esencia,

    abogado por accidente, como ha sido peculiar de va-

    rios otros relevantes escritores.

    As, ya recorriera puestos de Juez del Registro

    Civil en diversas cabeceras del estado, o ya viajara a

    labores administrativas o incluso a declamar en otras

    poblaciones sus poesas ms sonadas o algunos versos

    de ocasin, siempre vivi achacoso.

    LA ODISEA PROFESIONAL DE OTHN

    Qu extrao fue el periplo de la vida profesional de

    Othn! No por nada se autodenominaba abogado

    de la legua.

    Se habl de que, recin casado, le ofrecan el

    Registro Pblico de la Propiedad, empleo jugoso que

    nunca le otorgaron. De inmediato la pareja viaj a

    Santa Mara del Ro para vivir l como juez de paz.

    Qu tan incmodo se sentira all Manuel Jos, el

    poeta de los inmensos campos, que en un par de aos

    decide regresar a San Luis, pero cesante? Consigue

    entonces un nuevo empleo de juez en Cerritos. Claro

    que a los tres aos ya se est ahogando el poeta en su

  • 25

    oficina y renuncia al juzgado. Decide entonces viajar

    a Guadalczar, y lo hace en varias ocasiones, sin duda

    buscando algunas oportunidades de hacerse de algn

    modesto capital, cosa que no consigue.

    Regresa la pareja a San Luis Potos. All Manuel

    Jos vuelve a la vida bohemia, sin empleo alguno.

    Tngase en cuenta, como comenta tambin Montejano

    (op. cit, p. 121) que Othn estaba inadaptado para

    el ejercicio de la abogaca por su carcter franco,

    bonachn y bohemio. Ni las letras le dieron para vivir

    ni la profesin le satisfizo... Ni pudo jams morar

    en un solo lugar, pues si encontraba los corazones

    abiertos, en cambio topaba con los bolsillos cerrados.

    No le quedaba ms remedio que emigrar. Y emigr.

    Se convirti en frase de l (arriba citada) en

    abogado de la legua6

    Hasta se lleg a hablar de un intento de suicidio

    bebiendo arsnico y casi ahogndose con el cido

    carbnico que emanaban numerosos jarrones de

    flores. Como es natural, este infundio lo fantase

    Valle Arizpe.

    6 Montejano y Aguiaga, op. cit., 121.

  • 26

    Como quiera que haya sido, comenta Montejano,

    su inspiracin, lejos de las ciudades, tom la forma

    original que le dio valor a su poesa (Ibdem, p. 128).

    Por esa poca, sabe l de buenas perspectivas para

    trabajar como administrador en Tula, Tamps., y all

    van. Sin haber logrado nada, regresan a San Luis

    durante tres aos, en el 94.

    En el 97 vuelve a conseguir Othn un empleo de

    juez de paz en Santa Mara del Ro. Mas el ansia de

    viajar lo hace salir hacia Saltillo. En busca de algn

    buen negocio, Othn decide pasar a Torren. Y su

    odisea contina hacia Ciudad Lerdo, Dgo., de la cual

    sali varias veces hacia los alrededores, en especial a

    la Hacienda de No, propiedad de los Lavn.

    Entonces el poeta se vuelve solo a San Luis, de-

    jando a Pepita en Ciudad Lerdo. Y todava hizo viajes

    a diversas ciudades entre 1904 y 1906. Todava el ao

    1906, el de su muerte, titubeaba entre quedarse en

    Ciudad Lerdo o venir a recitar su Elega a Rafael ngel

    de la Pea en el teatro del Conservatorio de Mxico.

    An as, el padre Montejano aade en su clsica

    biografa (p. 111) que Manuel Jos no habiendo

  • 27

    tenido hijos propios supo hacer de padre a tres

    sobrinos polticos, hijos de su cuado Antonio

    Jimnez. l y Josefa firmaron las participaciones de

    boda de su sobrina Felcitas.

    Eso es lo que se llama vivir desposado con la

    pobreza y dar al ms pobre lo que a uno mismo

    le escasea. Montejano insiste con toda razn en la

    paradoja de la vida de Othn:

    En nuestro poeta advertimos una contradi-

    ccin: voluntariamente se encerr en poblados

    de segunda categora, y era feliz en el campo

    donde, en el contacto con la naturaleza, enri-

    queca y fortaleca su numen; pero, al mismo

    tiempo, padeca una intensa aficin por las

    grandes ciudades7.

    Por su parte, el padre Pealosa nos da una clave

    ms de dicho amargor de mi ostracismo:

    La tensin constante y enfermiza de Othn,

    que padeca tuberculosis, hallaba descanso y

    alivio en la contemplacin de la naturaleza...

    por prescripcin mdica pas una temporada

    7 Montejano, Ibdem, p. 129. Cap. VI El amargor de mi ostracismo

  • 28

    de campo en El Salitre, preciosa quinta a una

    legua de Tula8.

    Los ingresos de Othn siempre fueron inferiores a

    sus necesidades, y cuando intentaba realizar algunos

    sencillos negocios entre la gente rica de Torren y de

    Saltillo, el dinero se le iba de entre las manos.

    En muy contadas ocasiones lleg a recibir ciertas

    cantidades, pero entonces sala a relucir lo que l

    mismo llamaba su carcter derrochador, carente de

    facultad retentiva9. Acaso ese carcter derrochador

    haya sido exhibido en las que con buen humor son

    llamadas casas de salud. Lleg a escribir a su

    esposa: Porque en materia de dinero soy, no un

    Quijote, sino un... que viene a ser lo mismo10.

    La enfermedad no le daba tregua. Ya en 1898,

    tres una excursin por las sierras de Chihuahua, pas

    un mes de reumas inflamatorias, sin movimiento ni

    para comer, pues por manos ajenas yantaba... A un

    gustazo, un trancazo11. Es difcil creer que Othn

    8 Pealosa, J. A., en Montejano, op. cit., p. 132-133. 9 Montejano, loco citato, p. 118.10 M.J. Othn, Epistolario, Glosa, esquema, ndices y notas de Jess Zavala, Mxico, UNAM, 1946, p. 23.11 Montejano, op. cit., p 181.

  • 29

    haya decidido emprender una excursin por cumbres

    heladas, exponiendo a lo peor su punto ms frgil:

    los pulmones.

    Cuando agrav fue en 1900. Le escriba a Pepita

    desde Mxico: Estuve dos das en cama, pero no

    por enfermedad, sino por miedo, pues haca un fro

    horrible, y ya sabes que me dan unas bronquitis

    horrorosas (Ibdem).

    A esas pocas corresponde la ancdota que refiere

    Alfonso Junco en su discurso Manuel Jos Othn en mi

    recuerdo y en mi entraa12.

    All cuenta que el poeta, cuando iba a participar

    en un homenaje a Benito Jurez por invitacin del

    general Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo Len, a

    quien reconoca como su primero y nico mecenas,

    coment que se senta dbil de la garganta. Por lo

    dems, Othn nunca destac como recitador. Lea en

    el teatro de manera deficiente, aferrando las manos

    al papel contra la luz de las candilejas. Entonces don

    Bernardo le recomend hacer grgaras de coac.

    12 Junco, Alfonso, Othn en mi recuerdo y en mi entraa. En Memorias de la Academia Mexicana. Mxico, Tomo XVII, 1960. p. 72.

  • 30

    De qu?pregunta intencionadamente

    Othn.

    De coac.

    No puedo, porque me las trago.

    Estaba presente don Celedonio, padre de don

    Alfonso Junco, y de inmediato le improvis este

    epigrama:

    Buen Manuel, para que hables

    bien maana en el teatro,

    tmate unas tres o cuatro

    grgaras de las potables.

    Justamente cuando haba acudido a la ciudad

    de Mxico en 1906 con el fin de declamar para la

    Academia Mexicana de la Lengua, en el Conserva-

    torio, su Elega a la memoria del maestro don Rafael ngel de

    la Pea, Manuel Jos fue vctima de una crisis tanto

    pulmonar como cardaca.

    As que, cuando apenas contaba 48 aos, regres

    grave a San Luis Potos en 1906. Lleg a la casa de

    su hermana Mara, pues su esposa segua en Ciudad

    Lerdo. La llam a San Luis, prometindole que la

    llevara a Tampico, a un clima clido. Pero, como

  • 31

    escribe Jos Lpez Portillo y Rojas, permaneci

    varios das en su ciudad natal, retenido, quiz, por

    un destino misterioso que quiso cavar su fosa al pie

    mismo de su cuna13.

    Fue entonces, estando ya grave, cuando le escribi a

    su esposa este telegrama: No tengas cuidado. Quiero

    vengas para irnos. Recibirs fondos. Escrbeme.

    Montejano escribe: Lo del viaje fue pretexto:

    la llamaba para que estuviera con l en sus ltimos

    momentos14.

    All, el da del cumpleaos de su esposa, acab

    dndole, como trgico obsequio, su propio funeral.

    La viuda del poeta, Josefa Jimnez, qued en total

    penuria. Aos despus obtuvo del gobierno federal

    una modesta pensin. En agradecimiento, ella puso

    en manos del doctor Pedro de Alba todos los papeles

    que conservaba de su esposo.

    Esa acumulacin de versos y prosa fue publi-

    cada en la SEP, en 1928, con el nombre de Obras de

    M.J. Othn, en un conjunto del todo desordenado y

    13 Lpez Portillo y Rojas, Jos, Obras, I, XXXIXIX.14 Montejano, op. cit., p. 185.

  • 32

    plagado de erratas. Por ello, don Francisco Gonzlez

    Guerrero escribe que es preferible considerarlo

    como inexistente.

    As que nos quedamos con las Poesas completas

    que le edit el doctor Pealosa, y con el libro

    complementario de Jess Zavala, Manuel Jos Othn,

    Epistolario, de 194615.

    Ya se ve que la vida del vate supremo de San Luis ha

    quedado satisfactoriamente dilucidada por la esmerada

    y amorosa labor de don Rafael Montejano y Aguiaga,

    quien, despus del concurso del Cincuentenario

    de la muerte de Othn (1956), ha sufrido un grave

    desaire al participar en el certamen del Centenario

    de su nacimiento (1958). Particip en el certamen

    Francisco Estrada, pero fue declarado desierto.

    Toda nuestra admiracin para don Rafael

    Montejano, bigrafo sumo de Othn, y para don

    Joaqun Antonio Pealosa, recopilador de sus Obras

    completas en dos volmenes, los cuales dan as un total de

    1134 pginas: el primero, con 573; el segundo con 561.

    15 Manuel Jos Othn, Epistolario. Glosa, esquema, ndices y notas de Jess Zavala. Mxico, UNAM, 1946.

  • 33

    LOS INFORTUNIOS EDITORIALES

    Nos preguntamos por qu motivo Othn, quien

    toda su vida la pas retocando sus propias poesas y

    corrigindolas de nuevo cada vez que decida publicar

    una de ellas en alguna revista literaria o hasta en algn

    diario importante, haya elaborado una coleccin de

    sus primeras creaciones juveniles en un libro cuyo

    manuscrito conserva la Universidad Potosina.

    En un ejemplar copiado a mano, ese libro inicial

    de Othn se denomina Ensayos poticos, y est fechado

    en 1879. Suma 92 pginas numeradas y forma un

    libro manuscrito, que se conserva empastado. Un ao

    despus saldra a la luz con el ttulo de Poesas.

    Don Joaqun Antonio Pealosa16 seala que ese

    libro inicial se alnea decididamente bajo el rubro

    del romanticismo. Era lo que poda esperarse de un

    pecho sensitivo y joven sumido en la moda literaria

    de finales del siglo XIX.

    Los tpicos peculiares de la poca eran, como lo

    especifica el mismo crtico, fides, amor, Patria. Tanto los

    16 Idilio salvaje, de Manuel Jos Othn. En Memorias de la Academia Mexicana de la Lengua, Tomo XVII, Mxico, 1960. p. 61 ss.

  • 34

    asuntos como los desmayos de los vates de la poca

    giran entre esos tpicos apasionados: el Creador, la

    mujer y la patria.

    Pues bien, la ocasin para que Othn reuniera su

    primer centenar de pginas lricas es la siguiente. Por

    ese tiempo, don Victoriano Ageros buscaba entre la

    juventud potosina a algn talento lrico prometedor.

    Todos los jvenes de la bohemia le sealaron a

    Manuel Jos Othn.

    As fue como, a peticin de Ageros, qued reunido

    el librito inicial de Othn, titulado Poesas, y formado

    por dos partes contrastantes. La primera parte se

    titula Violetas y contiene 35 poemas breves. En cambio,

    la segunda, denominada Leyendas y poemas, encierra seis

    piezas narrativas, todas de enorme dramatismo, cada

    una compuesta por media docena de pginas o pocas

    ms. Se edit en San Luis Potos, en 1880.

    Muy pronto se declar insatisfecho Othn con

    este su libro de primicias juveniles, en el cual an no

    se manifestaba la originalidad de su talento lrico.

    Inclua, en cambio, las narraciones poderosas que

    Othn gustaba crear por entonces. Su emotividad

  • 35

    estremecedora nos recuerda mucho a las Leyendas de

    Bcquer.

    Por el contrario, cuando ocho aos despus llev

    a la imprenta su nuevo libro con el nombre de Nuevas

    poesas, impreso en 1888, fue el poeta mismo quien no

    logr su publicacin, pues no pudo reunir el importe

    de la impresin.

    Adems, dej al nivel de proyecto sus Poemas del

    odio, y Poemas brutales. En carta a Juan B. Delgado17

    refiere que la primera serie proyectada ya estaba

    escrita en parte, y que en cambio la segunda estaba

    slo en proyecto. Bajo esos ttulos tengo la impresin

    de que se trataba de piezas que seguan la citada

    tendencia de las baladas romnticas de Bcquer, as

    como de los poemas patticos de Espronceda, Nez

    de Arce y el Duque de Rivas.

    Al mismo gnero pertenece El canto de Lodbrok,

    escrito en 1882, que cierra la serie de sus Nuevas poesas

    de 1888, al igual que los inditos cantos El lago de los

    muertos (de 1879) y el poema fantstico El viaje del alma,

    que en los manuscritos de la Universidad Autnoma

    17 En el Epistolario citado. Carta del 22 de noviembre de 1901.

  • 36

    Potosina se titula tambin Caminos eternos.

    As que el nico libro publicado a su gusto por

    Manuel Othn fue el titulado Poemas rsticos, su obra

    maestra de 1902, que probablemente le patrocinaron

    sus amigos de la ciudad de Guadalajara, tales como

    don Jos Lpez Portillo y Rojas. A esa ciudad dedica

    el volumen. En l concentraremos principalmente los

    anlisis estilsticos de esta obra.

  • 37

    CAPTULO II

    POEMAS REGIOS: EL HIMNO DE LOS BOSQUES

    Conocamos ya el gusto de Othn por desplegar escenas

    dramticas en largos poemas, como los de la parte final

    de su primer libro de Poesas, editado en 1880.

    Despus emprendi en sus Nuevas poesas de 1883,

    una mesurada depuracin del dramatismo romntico

    inicial cuando, por ejemplo, crea su balada La noche

    buena en un estado de fra depresin, y cuando le dirige

    un enrgico soneto A Augusto Comte, donde le espeta:

    Esa es tu pena!

    por un sabio hay mil tontos que a porfa

    unen a ti su voz.

    Queda subrayado su despertar al modernismo

    cuando ha apuntado a la deshumanizacin del

    arte. Podemos destacar las estrofas y pasajes ms

  • 38

    majestuosos de Othn, como cuando concluye al

    entonar su soneto Morituri te salutant:

    Bien venido y acrcate, Progreso!...

    La humanidad que muere te saluda.

    Pero de pronto vemos que el Othn ya asomado

    al modernismo se decide a combinar su entusiasmo

    hacia la escena narrativa con el cincel certero del vate

    atildado.

    Aqu surge la famosa anttesis interna de Othn

    que apunta certero Evodio Escalante: No podra

    sugerirse, por ms que esto pueda rayar en la paradoja,

    que Othn se vuelve moderno en la medida en que se

    opone al espritu de su tiempo?18. Y Evodio contina

    citando a Amado Nervo, quien declara que el Othn

    que prefiere es el parnasiano (entindase: el autor de

    castigadas composiciones de tpico corte buclico)19.

    Y as nacen tres poemas mayores: el Himno de los

    bosques, de 1890-91, la Noche rstica de Walpurgis, de 1897,

    y En el desierto. Idilio salvaje, de 1904. Es hora de saborear

    las bellezas de cada uno.

    18 Escalante, Evodio, El dios en el precipicio. La poesa de M.J. Othn, S.L.P. Biblioteca othoniana, 3. 2006, p. 22.19 Escalante, Evodio, Ibdem, p. 33.

  • 39

    Comencemos por el Himno de los bosques. Es sabido

    que lo dedic Othn en 1891 al entonces goberna-

    dor de San Luis Potos, don Carlos Dez Gutirrez.

    Le escribe que el poemita (as se autodenigra el

    genial vate) naci luego de leer a Manuel Puga y

    Acal (Brummel), quien anota que se quejaba de no

    encontrar en Mxico un poeta que comprendiera,

    amara y describiera la naturaleza20.

    Por lo dems, debe recordarse el famoso ensayo

    de Othn titulado El padre Pagaza21, donde se

    declara un fiel admirador de este poeta mexiquense,

    y lo elogia ampliamente: De qu manera la poesa

    de Pagaza se ha abierto amplio espacio en el campo

    de las hispanas letras... La voz dulce y acariciadora de

    esa poesa, cuando lleg por primera vez a acariciar

    mis odos... (Yo) abra el libro de Pagaza... y lea y lea

    y lea... Y lleg a tal grado mi entusiasmo y amor por

    la buclica, que despertse en m la ya dormida y casi

    muerta inspiracin, y escrib, escrib versos a los que

    intent dar sabor y colorido campestres.

    20 Carta de Othn al gobernador Carlos Dez Gutirrez, S.L.P., 1891.21 Publicado en La repblica literaria, Mxico, marzo 1889, pp. 538-542.

  • 40

    Artemio de Valle Arizpe afirma que el citado

    gobernador le haba prometido al poeta una copa por

    cada diez versos del poema. Es una total deformacin

    del autor del Anecdotario de M.J. Othn, uno de los libros

    ms plagados de trampas maliciosas. Se debe a

    la inquina de un escritor que pretende acrecentar el

    dudoso prestigio propio con el ataque soez a otro

    escritor mucho ms encumbrado que l.

    Coincidimos del todo con Marco Antonio

    Campos, en que una cosa es real: entre Valle Arizpe

    y Alfonso Toro (estara de acuerdo Montejano)

    parece haber existido una contienda para ver quin

    escriba la mejor obra de ficcin sobre el amigo22.

    En efecto, es sabido que Othn gustaba de acu-

    mular los brindis, pero nunca habra compuesto un

    poema de esta calidad si hubiera estado envuelto en

    los vapores bquicos. Por lo dems, el poeta lleg

    a acumular tal cantidad de correciones para cada

    verso, que ello no correspondera a una produccin

    realizada bajo impulsos simplemente festivos.

    22 Campos, Marco Antonio, El San Luis de M.J. Othn, Biblioteca othoniana, 1. 2006, p. 39.

  • 41

    Y, dato fundamental, Valle Arizpe conoci a un

    Othn en los ltimos aos de su vida, ya cuando el

    confesado vicio del vino estaba muy menguado en l.

    Adems, esta composicin es una serie de cuadros

    que van describiendo el concierto de un da tropical.

    Es demasiado resplandeciente para ser fruto de las

    grgaras potables.

    En un enfoque certero, el poeta Marco Antonio

    Campos ha escrito que el Himno de los bosques es una

    de las maravillas rtmicas de la lengua espaola. Una

    maravilla de maravillas... Para conseguir una sinfona

    verbal semejante, el joven director de orquesta escuch

    en minucia cada instrumento que tocan los seres del

    orbe vegetal y animal en el mbito de los bosques a

    fin de recobrarlos en endecaslabos armnicos23.

    Qu soador acento horaciano resuena desde la

    primera estrofa del soneto inicial de este himno!:

    En este sosegado apartamiento,

    lejos de cortesanas ambiciones,

    libre curso dejando al pensamiento,

    quiero escuchar suspiros y canciones.

    23 Campos, Marco Antonio, Ibdem, pp. 5759.

  • 42

    Este incipit de Othn con la variante inicial

    vengo a escuchar suspiros y canciones es, con toda

    seguridad, tambin el inicio del podo II de Horacio:

    Beatus ille qui procul negotiis (Dichoso aquel que lejos de

    inquietudes).

    Es curioso que don Gabriel Mndez Plancarte

    no haya sealado en su Horacio en Mxico24 las huellas

    horacianas de esta inspirada introduccin, mientras que

    s localiz al Horacio del Exegi monumentum aere parennius

    (Oda III, 30, 1), en el soneto Al seor general Daz. Me

    refiero al segundo y cuarto versos de esa convencional

    poesa Paladn, caballero... de 1906. All leemos:

    erigiste, seor, un monumento (...)

    aere perennius, contra el mar y el viento25.

    El ms de la UAP seala una serie de variantes.

    En las Poesas completas leemos: Estrofa ardiente de los

    antros brota. Y all se seala la variante: De los senos. En

    el prrafo II del poema, Othn dio dos versiones de

    sus versos 3 a 5. La edicin publicada dice:

    24 Mndez Plancarte, Gabriel, Horacio en Mxico, UNAM, 1937.25 Othn, M.J., Poesa(s) completa(s) citadas, p. 43.

  • 43

    Los mochuelos ocltanse medrosos

    en las ruinas, y exhalan los alcores

    sus primeros alientos deleitosos.

    Y en el ms de la UAP se lee:

    El mochuelo a sus antros cavernosos

    va a esconderse, y derraman los alcores

    los primeros perfumes deleitosos.

    Es sorprendente que tantas variantes en cada

    verso, no cambien la vivencia lrica y la emocin

    penumbrosa, sino slo ciertas minucias de la

    inspiracin. Y ello se debe a que, para Othn, el

    verso es la msica del idioma. Y en cada estrofa la

    rima era su preocupacin constante. As transcribe

    Montejano en su magnfico libro citado26.

    Luego, al iniciarse el prrafo III, admira el lector

    todo el orquestal podero del Othn de las pocas

    en que se complaca en poemas como La loca de las

    olas, de 1879. Ahora, ya en 1891, Othn canta con

    un seero entusiasmo:

    26 All cita unos Recuerdos de M.J. Othn en Tula, por el maestro Manuel Villarreal Ortiz.

  • 44

    All, tras las montaas orientales,

    surge de pronto el sol como una roja

    llamarada de incendios colosales,

    y sobre los abruptos peascales

    ros de lava incandescente arroja.

    Despus, en la segunda silva del mismo prrafo

    III, nos sorprende por ensima vez el gusto de Othn

    por ir variando verso tras verso. As es un cuarteto

    en la versin dada a la revista El Estandarte en 189027:

    Bala el ganado que al majuelo llevan

    silbando los pastores mansamente,

    pacen los bueyes y mugiendo abrevan

    en las lmpidas ondas de la fuente.

    Mas la versin definitiva de 1891 opta por estos

    acordes, igualmente polcromos:

    Mugen los bueyes que a los pastos llevan

    silbando los vaqueros, mansamente,

    y perezosos van , y los abrevan

    en el remanso de la azul corriente.

    27 Redaccin inicial en la revista El estandarte, S.L.P., 1890, antes de la definitiva, de 1891, dedicada al gobernador Carlos Dez Gutirrez.

  • 45

    Y todava contina el bardo potosino variando

    algn acento y matizando algn epteto. Es cierto

    que en 1890 haba anotado:

    Arrojan las campanas de la aldea.

    Mas en 1891 asume un humor juguetn y tintinea as:

    Forman las campanitas de la aldea...

    Surge luego el prrafo IV. Othn sigue compla-

    cindose en retocar el acorde de algn endecaslabo.

    El verso 12 deca primero:

    Las ureas puntas de la espiga blonda.

    Un ao despus vibra as:

    rozando apenas las espigas blondas.

    Los versos 16-17 sonaban as en 1890:

    Y sobre la onda de cristal fundido

    caen los escarabajos de colores.

    Pero al ao siguiente ya tiene esta nueva resonancia:

    sobre el glido estanque adormecido

    zumba el escarabajo de colores,

    Y luego, todava leemos otra travesura del poeta.

    Antes deca en el verso 22:

    El manantial palpita y gorgorea.

  • 46

    Mas ya en 1891 juguetea as:

    El limpio manantial gorgoritea

    A tal grado era minucioso el vate para bordar los

    perfiles de un endecaslabo, que as ha ido formando

    aqu una de las ms rotundas cosechas de la poesa

    buclica de nuestro continente.

    Cuando proced a revisar el prrafo V, me com-

    placi leer un pasaje en que Manuel Jos aproxima

    traviesamente las rspidas lagartijas a las roncas

    cigarras que pasean por la gloga II de su amado

    maestro Virgilio. Othn canta en estos versos:

    y las ondas armnicas desgarra,

    con desacorde son, el chirrante

    metlico estridor de la cigarra.

    Corre por la hojarasca crepitante

    la lagartija gris;

    Es una de las mismas juguetonas lagartijas de

    Virgilio en el pasaje donde canta:

    Nunc virides etiam occultant spineta lacertos...

    Raucis / sole sub ardenti resonant arbusto cicadis

    (gl. II, 9 y 13).

  • 47

    (An ahora las espinas ocultan a los verdes

    lagartos... Bajo ardiente sol resuenan arbustos

    con roncas cigarras).

    Podemos imaginarnos aqu al slido compositor

    Miguel Bernal Jimnez, cuando compona las osadas

    pginas de su cantata El himno de los bosques, creando los

    ms rspidos y poderosos pasajes orquestales una vez

    que hubo ledo el episodio conclusivo de este prrafo V.

    Al ser gloriosamente estrenada esta obra en

    Morelia, se oy al actor dramtico Narciso Busquets

    leer con su magnfica voz de bartono el pasaje

    culminante de la partitura de Bernal:

    En tanto yo, cabe la margen pura,

    del bosque por los sones arrullado,

    cedo al sueo embriagante que me enerva

    y hallo reposo y plcida frescura

    sobre la alfombra de tupida hierba.

    AGONA SINFNICA EN EL BOSQUE

    Hasta aqu haba llegado la msica instrumental de

    Bernal Jimnez para este Himno de los bosques de Manuel

    Jos Othn. Por cierto que all escribi Bernal pasajes

  • 48

    tan angustiosos, que parecen transparentar el decado

    estado de su salud.

    El compositor escriba en el acogedor saloncito

    que le haban preparado en Len, Guanajuato los

    familiares de su esposa Kitty para que estuviera a sus

    anchas durante las vacaciones veraniegas de la Loyola

    School of Music en la Universidad de Nueva Orleans,

    donde l era director.

    Era el 28 de julio de 1956. Don Miguel sinti

    fuerte opresin en el pecho y sali a la calle para

    golpear a la puerta de sus suegros, que vivan all

    enfrente, cruzando la calle.

    Cuando el seor Macouzet abri su puerta, el

    compositor ya se haba desplomado en plena banqueta,

    vctima de un infarto masivo. Su corazn no resisti

    que l volviera a Mxico slo para trabajar jornadas

    dobles, tanto como maestro cuanto como compositor.

    Si haba sido un enfisema pulmonar el que haba

    atrapado al poeta Othn a sus 48 aos en 1906,

    fue un infarto cardaco el que, medio siglo exacto

    despus, ahog al compositor Bernal Jimnez todava

    ms joven, a los 46. Paralelos ante el arte, paralelos

    ante la muerte.

  • 49

    EPLOGO DECLAMADO

    A continuacin, el prrafo VI es una especie de scherzo

    donde tintinean pasajes como el inicial:

    Trepando audaz por la empinada cuesta

    y rompiendo los speros ramajes,

    llego hasta el dorso de la abrupta cresta,

    donde forman un himno a toda orquesta,

    los gritos de los pjaros salvajes.

    Con los temblores del pinar sombro

    mezcla su canto el viento, la hondonada

    su salmodia, su alegre carcajada

    las cataratas del lejano ro.

    Y aqu y all contina esa inagotable algaraba

    musical que pocos vates han hecho resonar mejor

    que Othn:

    y al mirarle por tierra destrido,

    expresin de su clera sombra,

    aterrador y lgubre graznido

    unen a la tremenda sinfona.

    El creador de aquellos efectistas dramas como

    Despus de la muerte, hace desarrollar esos mismos

  • 50

    efectos al huracn y al terremoto, para cerrar el

    pasaje VI:

    Se desgaja el esplndido follaje

    del viejo tronco que al rajarse cruje;

    el huracn golpea los peones,

    su ltima racha entre las grietas zumba

    y es su postrer rugido de coraje

    el trueno que, alejndose, retumba

    sobre el desierto y lbrego paisaje...

    Si analizamos esta sinfona verbal que es el Himno

    de los bosques, encontramos que su conclusivo prrafo

    VII, en forma paralela a la introduccin musical

    del movimiento cumbre de la Novena Sinfona de

    Bethoven (Coral), es una recapitulacin de las vivencias

    magnficamente sonoras que la obra ha recorrido. Se

    puede decir que ya no necesitaba ms msica que su

    propio contenido verbal. Y suena as:

    Son las ltimas notas del concierto

    de un da tropical (...)

    Ya empiezan melanclicos los grillos

    a preludiar en el solemne coro (...)

    y la balada azul, la precursora

  • 51

    de la noche tristsima y sombra...

    Todo ese inmenso y continuado arpegio,

    Y Othn todava tiene aliento para crear un pa-

    saje culminante que sin duda el compositor Bernal

    Jimnez ansiaba convertir en un coro magnfico

    para voces y orquesta. Se lo habr llevado al Paraso

    dentro de su fantasa:

    Y en el instante mstico en que al cielo

    el ngelus se eleva, condensando

    todas las armonas de la tierra,

    el himno de los bosques alza el vuelo

    sobre lago, colinas, valle y sierra;

    y al par de la expresin que en su agona

    la tarde eleva a la divina altura,

    del universo el corazn murmura

    esta inmensa oracin: Salve, Mara!

    Para el uncioso corazn de Manuel Jos, nada

    mejor para culminar su Himno de los bosques, que un

    impulso hacia el ms all.

  • 52

    CAPTULO III

    DEL PRIMERO SUEO DE SOR JUANA

    A LA NOCHE RSTICA DE WALPURGIS

    Ya veamos que, en su Himno de los bosques, le nace

    espontnea a Othn la descripcin de todo un da

    en pleno bosque a travs de los siete episodios que

    acabamos de analizar.

    All brota fluidamente de la fantasa de Othn

    la sucesin de episodios del pleno da, del atardecer

    y del anochecer, hasta formar toda una sinfona de

    una jornada estival en medio de la hojarasca boscosa!

    Ello se insertaba en el decidido gusto de Othn

    por referir escenas dramticas en largos poemas. Lo

    desarroll desde su libro inicial Poesas, de 1880, cuya

    segunda parte, titulada Leyendas y poemas, ya

    hemos dicho que despliega extensas narraciones de

    poderoso ambiente romntico.

  • 53

    Pues esto mismo esperbamos encontrar en la

    Noche rstica de Walpurgis. Inclusive eso sugiere el ttulo

    que inicialmente haba dado Othn a esta obra: La

    noche de las selvas. Sinfona dramtica.

    Empero, en este ciclo cincelado de abril a mayo

    de 1897 en la pequea poblacin de Cerritos, y

    por cierto sin la necesidad habitual en Othn de

    dedicar semanas enteras al cincelado de cada soneto,

    sino slo uno o dos das, no hay ya una sucesin

    directamente narrativa.

    Es ms bien un desfile de miniaturas refinadas

    y modernistas. Dice bien Hugo Gutirrez Vega:

    Othn, enemigo jurado de los modernismos,

    prob la justicia del refrn que afirma que ms

    pronto cae un hablador que un cojo y, para nuestra

    fortuna, dej que el virus modernista se metiera por

    la puerta entreabierta e infectara maravillosamente

    algunas de sus obras28. Lo que aqu nos topamos

    es una magistral sucesin de 22 sonetos iridiscentes

    y polcromos, que describen la noche de brujas (30

    28 Gutirrez Vega, Hugo, Acercamientos a Manuel Jos Othn. Biblioteca othoniana, 2. S.L.P., 2006, p. 22.

  • 54

    de abril), que se menciona en el Fausto de Goethe.

    Mas aqu nos acecha un hallazgo absolutamente

    inesperado.

    Othn se ha acordado del Primero Sueo de Sor

    Juana, en cuanto que es ste un ciclo en que el vate se

    sumerge en las sombras de la noche para experimentar

    serenamente sus diversas emociones.

    A continuacin musita sus temores. Y final-

    mente se regocija del retorno de la aurora y de las

    actividades diversas del pleno nuevo da, que lo relaja

    de los escalofros de la noche.

    Nos encontramos ante una especie de vela de las

    armas de un caballero que se lanzar das despus a la

    lucha contra las injusticias del mundo. Claro que, con

    la actitud pattica que complace a Othn, desde sus

    primeros versos convoca a su encumbrado amigo el

    mdico, dramaturgo y senador Jos Pen Contreras.

    As lo proclama calurosamente la inicial Invitacin

    al poeta:

    Coge la lira de oro y abandona

    el tabardo, desclzate la espuela,

    deja las armas, que para esta vela

    no has menester ni daga ni tizona.

  • 55

    As Othn comienza con este primer fragmento

    magistral del teln de fondo:

    T que de Pan comprendes el lenguaje,

    ven de un drama admirable a ser testigo.

    Ya el campo eleva su cancin salvaje;

    Venus se prende el luminoso broche...

    Sube al agrio pen, y oirs conmigo

    lo que dicen las cosas en la noche.

    El vate recuerda entonces el misterioso inicio del

    Primero sueo, donde canta Sor Juana:

    Piramidal, funesta, de la tierra

    nacida sombra, al Cielo encaminaba

    de vanos obeliscos punta altiva,

    escalar pretendiendo las Estrellas;29

    SURGEN LAS SOMBRAS

    Y l no se quiere quedar atrs de los cultismos de

    Sor Juana. Ante todo, se acuerda de que ella es una

    privilegiada latinista en hexmetros como aquel del

    Neptuno alegrico:

    29 Sor Juana Ins de la Cruz, Primero sueo, Obras completas, Tomo I, Lrica personal. Mxico, FCE, 1951, p. 335.

  • 56

    Clarus honor caeli mirantibus additur astris30

    (El claro honor del cielo a los astros pasmados

    se aade).

    Y decide titular a su soneto II Intempesta nox (esto

    es, en el latn de Virgilio, Noche desfavorable,

    avanzada). Y entonces canta exttico:

    Media noche. Se inundan las montaas

    en la luz de la luna transparente

    que vaga por los valles tristemente

    y cobija, a lo lejos, las cabaas.

    Y, si Juana Ins comenz a cantar los misterios

    de la noche evocando una piramidal sombra, Othn a su

    vez se refiere a otros rsticos misterios, y proclama

    que lanzas de plata en el maizal las caas /semejan al

    temblar. El vate vibra luego a tono con las sutilezas de

    los pasajes sucesivos de Sor Juana, la cual canta all:

    si bien sus luces bellas

    exentas siempre, siempre rutilantes

    la tenebrosa guerra

    que con negros vapores le intimaba

    la pavorosa sombra fugitiva (vv. 5 ss.)

    30 Idem, Neptuno alegrico, epigrama I. En Obras completas, Tomo IV, Comedias, Sainetes y prosa, Mxico, FCE, p. 388.

  • 57

    En su turno, Othn murmura en su soneto III,

    El (h)arpa, o bien El rbol:

    Cuando, como a travs de fino encaje,

    el rayo de la luna tremulento

    pasa, desde el azul del firmamento,

    la verde filigrana del follaje,

    desbartase en haz de vibradores

    hilos de luz que tiemblan, cual taidos

    por un plectro que el cfiro menea.

    Luego, lo que Sor Juana invadiendo terrenos

    musicales llama meldicamente Este, pues, triste

    son intercadente, Othn lo denomina con una

    intencin an ms canora, eligiendo un instrumento:

    (H)arpa inmensa del campo! Sobrecogedora ha

    sonado luego Juana Ins al esbozar este paisaje:

    En los del monte senos escondidos,

    cncavos de peascos mal formados (...)

    cuya mansin sombra

    ser puede noche en la mitad del da, (vv. 97 ss.)

    Othn, a su vez, canta con voz tenue en su soneto

    IV, El bosque:

  • 58

    Bajo las frondas trmulas e inquietas

    que forman mi baslica sagrada,

    ha de escucharse la oracin alada,

    no el canto celestial de los poetas.

    Y volvemos luego hacia el soneto V, El ruiseor.

    Sor Juana cant acerca de las aves en la noche, con

    estos versos:

    Y en la quietud del nido,

    que de brozas y lodo instable hamaca

    form las ms opaca

    parte del rbol, duerme recogida

    la leve turba, descansando el viento

    del que le corta, alado movimiento. (vv. 123 ss)

    Othn toma aqu una direccin opuesta. l

    proclama los muchos acentos del ruiseor nocturno

    que lleg inclusive a dar consuelo al dulce Rab de

    Galilea:

    Todo eso hay en mis cantos. Me enamora

    la noche; de los hombres soy delicia

    y paz, y, entre los rboles cubierto,

    slo yo alc mi voz consoladora

    con una blanda y celestial caricia

    cuando Jess agoniz en el huerto.

  • 59

    PAUSA LUMINOSA

    El soneto VI, El ro, es, decididamente, junto con

    el numerado como VIII, un parntesis dentro del

    paralelo de esta Noche rstica con el Primero Sueo. Othn

    desborda aqu una efervescencia de metonimias y

    metforas:

    Soy vuestro padre el ro. Mis cabellos

    son de la luna plidos destellos,

    cristal mis ojos del cerleo manto.

    Es de musgo mi barba transparente,

    palos desledos son mi frente

    y risas de las Nyades mi canto.

    Y, aunque Othn se est alejando un poco del

    poema de Sor Juana, todava en el soneto VII, Las

    estrellas31, recuerda este pasaje del Sueo:

    ... aqullas

    que intelectuales claras son Estrellas, (...)

    en s, maosa, las representaba

    y al alma las mostraba.

    31 Titulado Canto de las estrellas en El estandarte.

  • 60

    La cual, en tanto, toda convertida

    a su inmaterial sr y esencia bella,

    aquella contemplaba,

    participada de alto Ser, centella

    que con similitud en s gozaba; (vv. 295 ss.)

    Othn parece recordar el contenido trascendente

    de esta participada de alto Ser, centella por ser

    Dios, en las mentes humanas, que Juana Ins ha

    cantado en este pasaje, y entonces tanto la monja

    como el vate deciden subrayar aqu la alta dignidad

    del espritu humano. Y es all cuando Othn entona

    su deslumbrante soneto Las estrellas:

    Quin dice que los hombres nos parecen,

    desde la soledad del firmamento,

    tomos agitados por el viento,

    gusanos que se arrastran y perecen?

    No! Sus crneos que se alzan y estremecen,

    son el ms grande asolador portento:

    fraguas donde se forja el pensamiento

    y que ms que nosotras resplandecen!

  • 61

    Bajo la estrecha cavidad caliza

    las ideas en gnea llamarada

    fulguran sin cesar, y es, ante ellas,

    toda la creacin polvo y ceniza...

    Los astros son materia... casi nada!

    y las humanas frentes son estrellas!

    En este soneto la participada de alto ser centella

    de Sor Juana se ve reflejada en las fraguas que ms

    que nosotras resplandecen.

    Tan fulgurante soneto merece que lo inter-

    pretemos en el latn inmortal del gusto medieval

    que Juana Ins cultivaba en varios villancicos, unos

    navideos y otros mariolgicos, todos ellos medidos

    de odo y rimados:

    Quis dicit viros nobis simulare,

    A solitdine inde firmamenti,

    Atomos quos furtivi gitant venti,

    Vermes nati perire atque reptare?

    Non! Cranei eriguntur, agitantur,

    mximum sunt irradians mirculum,

    officina ut forgetur cogitatio

  • 62

    unde plus vobis lux irradietur!

    Subter vacuum cranei subtilis

    Ideae, sicut flammae urentes belle

    Flgurant indefesse, et coram illis

    Totus mundus est pulvis et est cinis...

    Sdera sunt materia!... Nil fere!

    At sublimes humanae frontes stellae.

    Una apacible pausa es a continuacin el soneto

    VIII (El grillo) que es llanamente una tierna

    evocacin de la infancia:

    Luces, flores, perfumes, armonas,

    sueos...

    EL PAVOR RETORNA

    Y vuelve Othn a recordar El sueo en su soneto IX

    (Los fuegos fatuos). Sor Juana evocaba as las

    ttricas sombras nocturnas:

    En los del monte senos escondidos,

    cncavos de peascos mal formados

    de su aspereza menos defendidos

    que de su oscuridad asegurados, (vv. 97 ss.)

  • 63

    Y as lo refleja hoscamente Othn:

    Bajo los melanclicos saces

    que sombrean el ftido pantano

    y en la desolacin del muerto llano

    sembrado de cadveres y cruces,

    Llegamos al soneto X (Los muertos) de Othn.

    La evocacin del Sueo es tenue, pero inconfundible.

    Sor Juana cantaba as a la muerte:

    El alma, pues, suspensa (...)

    no, a los de muerte temporal opresos

    lnguidos miembros, sosegados huesos,

    los gajes del calor vegetativo,

    el cuerpo siendo, en sosegada calma,

    un cadver con alma,

    muerto a la vida y a la muerte vivo, (vv. 190 ss.)

    Y, por su parte, Othn lo canta como queja de

    los muertos mismos dirigida a los propios deudos

    supervivientes mientras son rodos por los gusanos:

    Si oyerais el roer de los gusanos

    en el hondo silencio, cmo espanta,

    sintirais oprimida la garganta

    por invisibles y asquerosas manos.

  • 64

    Y escuchamos luego el murmullo del soneto XI

    (Las aves nocturnas). Sor Juana ya haba cantado

    en torno a ellas:

    del orbe de la Diosa

    que tres veces hermosa

    con tres hermosos rostros ser ostenta, (...)

    sumisas slo voces consenta

    de las nocturnas aves,

    tan oscuras, tan graves,

    que aun el silencio no se interrumpa.

    (vv. 10-20 ss.)

    Con el mismo acento aterrador, dicen las aves

    nocturnas del soneto XI de Othn:

    A seguir a los pjaros perdidos

    de la arboleda entre la sombra oscura

    y con la garra ensangrentada y dura

    a darles muerte y a asolar sus nidos!

    Llega aqu el soneto XII, Intermezzo (llamado por

    otro nombre El poeta). Se refiere al aquelarre.

    Las aves y dems fieras nocturnas han seguido

    proliferando en El sueo:

  • 65

    Y aquellas que su casa

    campo vieron volver, sus telas hierba, (...)

    aves sin pluma aladas:

    aquellas tres oficosas, digo,

    atrevidas Hermanas,

    que el tremendo castigo

    de desnudas les dio pardas membranas.

    (vv. 39 ss.)

    Y Othn vuelve insistente en su respectivo soneto

    sobre ellas y sobre el propio demonio, que la gente

    del campo llama desenfadadamente El Vaquero

    Marcial:

    Tras nahuales y brujas el coyote

    ulula clamoroso, y aletea,

    sobre negro pen, el tecolote.

    La lechuza silbando horrorizante

    se junta a la fatdica ralea

    y el Vaquero Marcial llega triunfante!

    El aquelarre se expande en el soneto XIII (Las

    brujas). Ya El sueo contena vagos antecedentes de

    amantes atormentadas:

  • 66

    Con tardo vuelo y canto, del odo

    mal, y aun peor del nimo admitido,

    la avergonzada Nictimene acecha (vv. 25 ss)

    y entre ellos, la engaosa encantadora

    Alcione, a los que antes

    en peces transform, simples amantes,

    transformada tambin, vengaba ahora,

    (vv. 93 ss)

    Pero Othn no muestra menos energa al hacer

    ganguear a estas mefticas criaturas:

    Sin ojos, pues as se ve en lo oscuro,

    como ven los murcilagos, yo vuelo

    hasta escalar del camposanto el muro.

    Trae un cadver fro como el hielo.

    Yo a los hombres dar del vino impuro

    que arranca la esperanza y el consuelo.

    El soneto XIV (Los nahuales) es uno de los

    pocos que no contienen antecedentes en El sueo.

    En ste, Sor Juana se eleva desde la tierra hasta el

    firmamento, pero no desciende al reino infernal. El

    terceto final suena as en Othn:

    Oh, representacin de los mortales!,

  • 67

    mostrad aqu vuestro asombrado gesto

    en la danza infernal de los nahuales.

    ESPLENDORES MATUTINOS

    Por el contrario, el soneto XV (El gallo), s vena

    ya anunciado en El sueo. Nos parece, incluso, que

    Othn se enamor de la metfora capital del clarn

    con que Sor Juana personifica el canto del gallo al

    amanecer. Juana Ins cantaba:

    tocando al arma todos los saves

    si blicos clarines* de las aves

    (diestros, aunque sin arte,

    trompetas sonorosos), (vv. 920 ss.)

    Y Manuel Jos canta con similar euforia en su

    soneto XV:

    Hombre, descansa. De tu hogar ahuyento

    el nocturno terror y estoy en vela.

    Sombras de muerte cuyo soplo hiela

    con mi agudo clarn* os amedrento. (...)

    Ya pondr fin a su croar la rana,

    y yo, con alegrsimo sonido,

    entonar la jubilosa diana.

    *Subrayado del autor

  • 68

    El soneto XVI (La campana) es todo un clamor

    de victoria en que Othn vuelve a aludir a Sor Juana.

    No bien amanece, la campana proclama:

    ... La muerte est vencida,

    ya en todo se oye palpitar la vida,

    ya el surco abierto la simiente espera.

    Pero, a rengln seguido, nos evoca la sentencia

    medieval de enrgico colorido:

    Vivos voco, mortuos plango, fulmina frango.

    (A vivos convoco, a muertos sollozo, los rayos

    destrozo).

    Othn la formula as:

    Convoco a la plegaria a los vivientes,

    plao a los muertos con el triste y hondo

    son de sollozo en que mi duelo explayo.

    Mas esto no es todo. El vate se acuerda aqu de un

    poderoso hexmetro de Virgilio, el cual le servir para

    formular el ltimo terceto de este soneto magnfico:

    Luctantes ventos tempestatesque sonoras

    (Eneida, I, 53; I, 80)

    (Luchantes vientos y tempestades sonoras).

  • 69

    Y entonces Othn canta:

    Y, al tremendo tronar de los torrentes

    en pavorosa tempestad, respondo

    con frrea voz que despedaza el rayo.

    Llega luego el soneto XVII (La montaa). Sor

    Juana hablaba de aquellas montaas en las que se

    aprendieron voces blasfemas, cuando cantaba:

    Estos, pues, Montes dos artificiales

    (bien maravillas, bien milagros sean),

    y aun aquella blasfema altiva Torre

    de quien hoy dolorosas son seales

    no en piedras, sino en lenguas desiguales,

    porque voraz el tiempo no las borre

    los idiomas diversos que escasean (vv. 412 ss)

    Y, a su vez, Othn canta acerca de esa voz del

    Gnesis:

    La piedra tiene acentos. Vibra cada

    roca, como una cuerda, intensamente,

    que en sus moles qued perpetuamente

    del Gnesis la voz petrificada.

    Ya desde el soneto XVIII (Un tiro), Othn

    se aleja de Sor Juana y estampa de pronto todo un

    desfile fulgurante de sujetos armferos.

  • 70

    lo producen lo mismo el caminante

    y el guarda, el asesino y el suicida.

    Despus, El perro del soneto XIX tiene la

    misma perennidad clsica del soneto Il bove de

    Carducci, aquel que contempla

    Il divino del pian silenzio verde

    (el divino del plan silencio verde)

    Toda su apacible magia queda encerrada en este

    solo dstico:

    Soy compaero fiel en tus fatigas

    y celoso guardin junto a tu puerta.

    El soneto XX (La sementera) contiene viven-

    cias memorables, como esta visin conmovedora del

    proceso fecundante:

    Oye cul se hincha el grano rubicundo

    que el sol ardiente calent en la era.

    Y luego tenemos el soneto XXI (Lumen). Significa

    el resplandor, muy diverso en latn de lux, que es

    llanamente la luz. (Ya se ve que Othn tena el

    latn clsico entre las uas). All, desde el comienzo

    en que las sombras palidecen, el vate personifica

    jubilosamente la llegada de la madrugada, la cual:

  • 71

    va a empaparse en el agua sonrosada

    que ya muy pronto verter la aurora.

    COLOFN LRICO

    En el soneto XXII (Adis al poeta), nuestro vate

    agradece a la Santa Naturaleza:

    y disipaste con tu soplo intenso

    la nube del dolor que me envolva.

    Luego, el terceto final subraya la versatilidad

    profesional del destinatario de esta corona de

    veintids sonetos, el doctor Jos Pen Contreras:

    t al teatro, a la clnica, al Senado;

    yo a vegetar tranquilo y olvidado

    en el rincn oscuro de mi aldea.

    En efecto, Othn escribi este conciso poema

    pico lrico en la que entonces segn ya hemos

    dicho era una modesta aldea llamada Cerritos.

    Disponiendo de todo el tiempo del mundo, lo cincel

    gilmente de abril a mayo de 1897.

    Desde luego, el vate llamaba as tenuemente

    la atencin del senador Jos Pen Contreras para

    solicitarle algn puesto ms relevante que el de simple

    juez en un poblado.

  • 72

    Con toda razn, Manuel Jos esperaba conseguir

    cuando menos alguna triunfadora actuacin en la

    que pudiera lucir la que llamaban su voz de trueno.

    Y esto, ms como poeta que como litigante, que no

    era su fuerte.32

    Y sabemos bien que es algo ms que una hu-

    morada del poeta Salvador Cruz cuando le ha cantado

    a Othn en su reciente homenaje citado:

    La soledad fue tu verdad primera.

    Con esta intimidad leve y sonora

    de la provincia rancia, que a deshora

    tu voz de trueno coagul en ronquera33.

    Ahora bien, si Othn nunca obtuvo nada a cam-

    bio de su poema egregio, resulta que hoy da Jos

    Pen Contreras casi est olvidado, pues su gnero

    teatral se centra en dramas del gnero de conflictos

    familiares que Othn abandon a finales del siglo

    XIX. En cambio, este vate entr en el siglo XX con

    32 Montejano, op. cit, p. 106.33 Salvador Cruz, Memorial othoniano citado. Puebla, 2006. Cito aqu una estrofa del soneto V de Salvador Cruz. As resume travieso este poeta la situacin ya citada de un Othn que buscaba alivio a su tuberculosis en campos y montaas.

  • 73

    la publicacin de sus Poemas rsticos (1902). Con ellos

    se inmortaliz.

    Le sucedi ni ms ni menos que a Mozart frente

    a Salieri, quien (al margen del exagerado drama de

    Pushkin Mozart y Salieri) era el msico ms admirado

    de su generacin en Viena, pese a no ser austriaco

    como lo era Mozart, el salzburgus.

    Era Salieri nada menos que el Director de la

    Orquesta de la Corte de Viena, y en cambio Mozart,

    aun siendo uno de los creadores musicales de la

    historia, viva slo de sus honorarios por encargos

    ocasionales como compositor.

    Pero, al igual que Mozart, Othn, que pas toda

    su vida en extrema pobreza, despus de muerto es

    rico en prestigio e incluso ha producido beneficios a

    sus investigadores.

    ENSAYO GENERAL

    Un poco conocido manuscrito de la Universidad

    Autnoma de San Luis Potos, bajo el nombre actual

    de Noche rstica de Walpurgis, despliega un ndice de

    doce sonetos, entre los cuales se cuentan cinco que s

  • 74

    aparecen en la versin definitiva. Son: Intempesta nox,

    Los fuegos fatuos, Las campanas, Las brujas

    y Amacuzac (que tal vez sea el que Othn titul

    finalmente Lumen).

    Ahora bien, es de gran inters anotar que en ese

    ndice iban los ttulos de otros ocho sonetos que no

    se conservan. Son los siguientes: Las lucirnagas,

    Los murcilagos, Los tecolotes, La violeta,

    Las sabandijas, Las ranas, Los coyotes, El

    rancho.

    Ya se ve que predominan en esta lista de sonetos

    desconocidos, los ttulos referentes a animales muy

    mencionados a nivel popular.

    Inclusive, muestran un aire ligeramente humo-

    rstico, ttulos como Los tecolotes, Las sabandijas

    y Los coyotes. O sea que en su admirada Noche rstica

    de Walpurgis Othn haba descubierto varios rincones

    que acab por dejar en el misterio.

  • 75

    CAPTULO IV

    EL IDILIO SALVAJE.

    TESTAMENTO SECRETO DE OTHN

    Ya el Himno de los bosques, de 1891, o la Noche rstica de

    Walpurgis, de 1897, habran bastado para inmortalizar

    a Manuel Jos Othn. Pero todava nos esperaba otra

    hazaa an ms memorable de su pluma: su Idilio salvaje.

    Con la maestra que haba alcanzado el vate a sus

    46 aos, sintetiz en un breve ciclo de seis sonetos, ms

    uno de prlogo y otro de eplogo, una aventura ama-

    toria inquietante que muestra todas las caractersticas

    de ser el nico desliz grave sufrido por un poeta que

    vivi enamorado de su esposa Josefa Jimnez durante

    los 26 aos que la vida les concedi convivir.

    Es un ciclo potico secreto porque Othn lo lea

    a sus amigos ms ntimos con gran sigilo y an en voz

  • 76

    baja, escribe Joaqun Antonio Pealosa con ocasin

    del centenario natalicio del mayor vate potosino34.

    Es una obra paralela a la Suave Patria de Lpez

    Velarde en cuanto que fue el ciclo potico postrero

    de la vida del poeta. Luego, tuvo dos o tres versiones

    definitivas, con lo cual comenz a volverse una

    obra legendaria.

    Todo comienza por el ttulo mismo. Unos lo llaman

    En el desierto. Idilio salvaje. Otros lo llaman concisamente

    Idilio salvaje.

    Adems, en agosto de 1904, Othn transcribi

    para su amigo Juan B. Delgado casi todo su poema,

    sin el prlogo ni el eplogo. Luego, algunos amigos del

    poeta presentaron su obra a El mundo ilustrado, revista

    que lo dio a conocer el 16 de diciembre de 1906. Por

    su parte, el autor haba destinado su obra a la Revista

    Moderna de Mxico, la cual lo public pstumamente en

    enero de 1907.

    34 Pealosa, J.A., El Idilio salvaje de M.J. Othn citado, en Memorias de la Academia Mexicana. Tomo XVII. Mxico, 1960, p. 61-69. Ya hemos sealado que este estudio fue presentado por Pealosa en la sesin solemne de homenaje por el centenario natalicio de Othn en que tambin disert Alfonso Junco.

  • 77

    A su vez, el historiador Alfonso Toro, destina-

    tario del soneto inicial del poema, hizo despus

    varias rectificaciones:

    1) El mundo ilustrado haba publicado la obra sin

    permiso del autor;

    2) l, como slido historiador, protestaba

    porque haban suprimido el soneto inicial;

    3) protestaba tambin porque haban eliminado

    la dedicatoria A Alfonso Toro, que mucho lo

    honraba;

    4) sealaba que haban transcrito brisa y no

    grisa35, como haba escrito el poeta.

    UN POEMA CON VASTEDAD DE IMGENES

    Emociones intensas e imgenes inditas caracterizan

    a este poema nico en su gnero.

    Es una unidad cerrada y clsica por su equili-

    brio entre continente y contenido, entre sustancia y

    accidentes. Resulta un excelente ejemplo de transicin

    entre romanticismo y modernismo.

    35 El Diccionario de la Real Academia Espaola anota: grisa: femenino, anticuado, piel de una especie de ardilla de Siberia

  • 78

    Yo he encontrado en este ciclo de Othn toda

    clase de marcas virgilianas. La derivacin de la

    Eneida se perfila hasta en el hecho de que la aventura

    amatoria del vate con una india brava se consuma

    en una caverna.

    En efecto, la Eneida refiere que Dido y Eneas han

    salido en tumultuosa cacera, pero que de pronto los

    sorprende una tempestad. En esa circunstancia

    Speluncam Dido dux et Troianus eandem/deveniunt

    (En la misma caverna Dido y el jefe troyano/

    se refugian. Aen. IV, 165 s).

    Con el mismo sentido se lee en el soneto IV de

    este Idilio:

    Y en el regazo donde sombra eterna,

    del peascal bajo la enorme arruga,

    es para nuestro amor nido y caverna,

    las lianas de tu cuerpo retorcidas

    en el torso viril que te subyuga

    con una gran palpitacin de vidas.

    En el citado ensayo El Idilio salvaje de M.J.

    Othn, Joaqun A. Pealosa seala como peculiar

  • 79

    de este ciclo de Othn la atmsfera picamente

    virgiliana.

    Para Pealosa, es virgiliano todo el acento del

    Idilio salvaje. Lo demuestran esas:

    ... guilas serenas,

    como clavos que se hunden lentamente.

    Y lo muestran tambin versos como:

    La llanada amargusima y salobre,

    Porque son peculiares de Virgilio los superlativos

    con fuerte carga lrica: laetssima Dido, gratssima tellus.

    Son igualmente inseparables de Virgilio vocablos

    como lento, sereno, llanto. profundo. Ese

    epteto amargusimo que pasa del soneto 1 al 4.

    Y, ante todo, el vocablo sombra, que aparece tanto

    en los sonetos 4 y 5, como en el Envo postrero.

    Dicha sombra es el mximo acento de la poesa de

    Virgilio, pues tan slo en la Eneida aparece docenas

    de veces. Umbra(s) es, ni ms ni menos, el vocablo

    conclusivo de la Eneida en el hexmetro

    Vitaque cum gemitu fugit indignata sub umbras

    (Y con gemido la vida indignada escap so las

    sombras).

  • 80

    Llega a haber pasajes del Idilio salvaje que podran

    haber sido escritos por Virgilio si el espaol hubiera

    sido su lengua. Por ejemplo el citado verso:

    es para nuestro amor nido y caverna.

    LAS COINCIDENCIAS VIRGILIANAS

    El citado terceto de Othn encierra notables coin-

    cidencias con pasajes virgilianos como ste:

    Ingenti ramorum protegat umbra.

    (Con la enorme sombra de sus ramas te guarde.

    Gerg. II, 489)

    Y todava encontramos un pasaje del mantuano

    que acaso contiene ms coincidencias en vocablos y

    en emociones:

    Sub rupe cavata

    Arboribus clausi circum atque horrentibus umbris

    (Bajo una roca excavada. En torno envueltos

    por rboles y por sombras horrendas.

    Eneida III, 229 s.)

    Encontramos aqu, en ureo latn, la sombra, y

    la enorme arruga del peascal que nos ha cantado

    Othn.

  • 81

    Y estas sombras horrendas de Virgilio son, sin

    ms ni ms, la aterradora lobreguez del mismo

    soneto IV de Manuel Jos. Incluso, la propia voz

    caverna(s) es inseparable de Virgilio. Quin no

    recuerda el penitusque cavernas (Aen. II, 20) y el gemitumque

    dedere cavernae (Aen. II, 53).

    OTHN EN SONETOS LATINOS

    De modo que vale la pena versificar en endecaslabos

    latinos, ritmados y rimados, cada uno de los sonetos

    de este ciclo de Othn. Yo ya los haba versificado en

    198636. Aqu recapitulo esas versiones mas e imitando

    la costumbre cara al propio Othn les hago varios

    retoques.

    (Prembulo)

    A fuerza de pensar en tus historias

    y sentir con tu propio sentimiento,

    han venido a agolparse al pensamiento

    rancios recuerdos de perdidas glorias.

    36 Herrera, Z. Tarsicio., M.J. Othn ante Horacio y Virgilio. II.Latn virgiliano para el Idilio salvaje, NOVA TELLUS, 1986, p. 147-179.

  • 82

    Y evocando tristsimas memorias,

    porque siempre lo ido es triste, siento

    amalgamar el oro de tu cuento

    de mi viejo romn con las escorias.

    He interpretado tu pasin? Lo ignoro,

    que me apropio al narrar, algunas veces,

    el goce extrao y el ajeno lloro.

    Slo s que, si t los encareces

    con tu ardiente pincel, sern de oro

    mis versos, y esplendor sus lobregueces.

    Doy ahora cadencias latinas al soneto en estas

    estrofas:

    Saepe, volvuntur tuae dum historiae

    Partemque sumo tuae affectionis,

    Meae acervatur cogitationi

    Evocatio prisca amissae gloriae.

    Dumque voco tristssimas memorias,

    Nam quod recessit triste est semper, sentio

    Commixtum aurum magni tui eventus

    Vteris nostri amoris inter scorias.

    Tuam flammam percepi? Id ignoratum,

  • 83

    Nam narrans, aliquando feci lusus

    Alus meos, aliusque planctum.

    Agnosco tantum quod, si tu celebras

    penicillo flammato, meos versus

    Fcies aurum, lucem tum tenebras.

    Y vuelve en el soneto I del Idilio salvaje, el superlativo

    amargusimo del verso en el mar amargusimo y

    salobre.

    I

    Por qu a mi helada soledad viniste

    cubierta con el ltimo celaje

    de un crepsculo gris?... Mira el paisaje,

    rido y triste, inmensamente triste.

    Si vienes del dolor y en l nutriste

    tu corazn, bien vengas al salvaje

    desierto, donde apenas un miraje

    de lo que fue mi juventud existe.

    Mas si acaso no vienes de tan lejos

    y en tu alma an del placer quedan los dejos,

    puedes tornar a tu revuelto mundo.

  • 84

    Si no, ven a lavar tu ciprio manto

    en el mar amargusimo y profundo

    de un triste amor, o de un inmenso llanto.

    Cur glidum eremum advenisti

    Cinrei crepsculi adoperta

    Extrema nube? Panorama specta

    ridum, triste, immenso more triste.

    Si venis a dolore in quo nutristi

    Tuum cor, bene veni usque ad perustum

    Desertum ubi vix dispersum frustum

    Mea a longinqua juventute exsistit.

    Si autem forsan non venis a tam longe

    Et adhuc aestus restant tuo in corde,

    Verti potes ad tuum sparsum mundum.

    Sin, lava tuos Cyprios amictus

    Inter mare amarissimum, profundum

    Tristis amoris vel immensi fletus.

    DENSA SNTESIS DRAMTICA

    Pealosa sostiene, en el mismo ensayo del centenario

    natalicio othoniano, que en ningn otro poema

  • 85

    logr Manuel Jos Othn una sntesis tal, ni sus

    paisajes jams, como ste, se transformaron en carne

    y en espritu, en amor y odio, en viva humanidad...

    Como en Virgilio, las cosas tienen un roco de

    lgrimas37.

    El estudioso le ha aadido tambin al carcter

    virgiliano de Othn en lo buclico y en lo pico, el

    rasgo de emotividad propio del mantuano. Alfonso

    Reyes, por su parte, declara que un divino pudor de

    su alma y el deseo de no lastimar a su compaera con

    versos de aventura lo o de sus propios labios le

    haban impedido publicarlo antes. Por fin escribi un

    soneto al frente de los dems, donde aplic la historia

    a un amigo, cuyos sentimientos fingi cantar, y los

    dio a la estampa38.

    Clsicamente humanista es tambin este rasgo: De

    un desierto inmvil y asordado, surge el dinamismo

    musculoso, el estrpito del galope, los berrendos

    salvajes que anticipan el desenfreno de las pasiones39.

    37 Pealosa, J.A., ensayo citado, p. 66.38 Reyes, A., Conferencia sobre los Poemas rsticos. Recurdese que Othn era amigo del general Bernardo Reyes, padre de Alfonso Reyes.39 Ibdem. Por el norte de Mxico cruzan los desiertos las manadas de berrendos, o antlopes americanos, comunes tambin en el oeste de Estados Unidos y de Canad. Son de vientre blanco y lomo castao, coloracin peculiar del ganado que tambin llamamos berrendo.

  • 86

    Dar mi versin latina del soneto , que as canta:

    II

    Mira el paisaje: inmensidad abajo,

    inmensidad, inmensidad arriba;

    y en el hondo perfil, la sierra altiva

    al pie minada por horrendo tajo.

    Bloques gigantes que arranc de cuajo

    el terremoto, de la roca viva;

    y en aquella sabana pensativa

    y adusta, ni una senda, ni un atajo.

    Asoladora atmsfera candente

    do se incrustan las guilas serenas,

    como clavos que se hunden lentamente.

    Silencio, lobreguez, pavor tremendos

    que viene slo a interrumpir apenas

    el galope triunfal de los berrendos.

    Panorama specta: infra, immensitatem,

    Immensitate(m), immensitatem supra:

    In fintima lnea, alta juga

    Quae subter horrent ob profunditatem.

  • 87

    Moles radcitus evulsae immanes

    A terraemotu ex rupis sinu aperto;

    Et in cogitabundo illo deserto

    Asperoque, nec smita nec trames.

    Athmsphaera debellans propter aestum,

    Ubi figuntur quilae serenae

    Ceu clavi permeantes altum, lentum.

    Silentium, tenebrae, horrendus pavor

    Quae quandquidem tantum rumpit aegre

    Cervorum vctor agitatus fragor.

    LA INDIA BRAVA

    Alfonso Toro, a quien fue dirigido el soneto encu-

    bridor, testificaba haber visto en Aguascalientes,

    durante la Revolucin, a la india brava, llamada

    Guadalupe Jimnez40.

    Inclusive, algn otro amigo de Othn hasta oy a

    la propia Guadalupe referir su aventura con el poeta,

    por lo cual s hay ciertas pruebas de que la aventura

    40 Por cierto que la nota respectiva del editor crtico puede llegar a entenderse en el sentido de que Alfonso Toro no desea que se conserve su nombre y su soneto inicial. En realidad, el historiador protesta por los desaciertos de la edicin de El mundo ilustrado, que no estaba autorizada.

  • 88

    cantada en el Idilio salvaje fue real. Sera inverosmil,

    por lo dems, que el ms excelso vuelo de Manuel

    Jos hubiera sido un trabajo de encargo, cosa que no

    se suele ver ni al alto numen de Sor Juana.

    Veamos ahora el soneto sucesivo, con mi latini-

    zacin. Comienza as:

    III

    En la estepa maldita, bajo el peso

    de sibilante grisa que asesina,

    irgues tu talla escultural y fina

    como un relieve en el confn impreso.

    El viento entre los mdanos opreso

    canta como una msica divina,

    y finge, bajo la hmeda neblina,

    un infinito y solitario beso.

    Vibran en el crepsculo tus ojos

    un dardo negro de pasin y enojos,

    que en mi carne y mi espritu se clava:

    y destacada contra el sol muriente,

    como un airn, flotando inmensamente,

    tu bruna cabellera de india brava.

  • 89

    Sub pndere, in planitie exsecrata,

    Brumae quae sbilans nos interfecit,

    Scultrea figura tua stetit

    Ut facies in fnibus calcata.

    Ventus, quem rtinet harena oppressum,

    Cntitat talis ut divina msica,

    Caliginemque figit subter hmidam

    sculum quoddam solum, indefessum.

    Vibrant culi tui sub crepsculum

    Aestus et irae ttricum venbulum

    In carne in animoque meo immersi;

    Et ante solem morientem micant,

    Quasi vexillum quod immense vibrat,

    Indae saevae capilli tui tetri.

    DOS CORRECTORES MORIBUNDOS

    El bardo potosino present al director de la Revista

    Moderna el ciclo inmortal, y alcanz a corregir las

    pruebas de imprenta. En dicha revista aparece la

    versin definitiva en enero de 1907, dos meses despus

    de fallecido el poeta.

  • 90

    All se rectifica la versin incompleta que haba

    dado a conocer un mes antes, y sin autorizacin, El

    mundo ilustrado.

    Sorprende el paralelismo entre el testamento

    lrico ertico de Othn, En el desierto. Idilio salvaje, y el

    testamento lrico patritico de Lpez Velarde, La

    suave Patria. Uno y otro bardo dieron el visto bueno a

    su poema culminante en el lecho de muerte.

    La perspectiva clsica de los ocho sonetos que

    forman el Idilio salvaje es vista por Pealosa en varios

    sentidos: Todo, todo es aqu inmenso: inmensa la

    serrana, inmensa la llanura, inmenso el desierto,

    inmenso el cielo... El paisaje como protagonista,

    como agona, pasin y vida.

    Doy aqu mi latinizacin del soneto sucesivo, que

    comienza as:

    IV

    La llanada amargusima y salobre,

    enjuta cuenca de ocano muerto,

    y en la gris lontananza, como puerto,

    el peascal, desamparado y pobre.

  • 91

    Unta la tarde en mi semblante yerto

    aterradora lobreguez, y sobre

    tu piel, tostada por el sol, el cobre

    y el sepia de las rocas del desierto.

    Y en el regazo donde sombra eterna,

    del peascal bajo la enorme arruga,

    es para nuestro amor nido y caverna,

    las lianas de tu cuerpo retorcidas

    en el torso viril que te subyuga

    con una gran palpitacin de vidas.

    Planus ille amarssimus, salober,

    Sicca concha ubi exstinctus fuit pontus;

    Et in fusca longinquitate, ut portus,

    Saxorum massa, derelicta et pauper.

    Linit vesper in meo vultu algenti

    Perhorrentes tenebras, et perustum

    Slibus super cutim tuum, cuprum

    Atque saxorum spiam deserti.

    Et in gremio ubi umbra fere aeterna,

    Saxorum massa sub ingenti ruga,

  • 92

    Nostro est amori nidus et caverna,

    Volutum corpus tuum lianarum

    Per viri latera quae te subjugant,

    In palpitatione alta vitarum.

    LA SILUETA A CONTRALUZ

    Y no menos clsica es la visin a contraluz de la prota-

    gonista, que en el soneto III haba sido captada con la

    pupila y el cincel: Irgues tu talla escultural y fina

    El editor crtico cierra su ensayo sealando otros

    dos rasgos delicados en Othn: primero, el epita-

    lamio es narrado con ritmo acelerado, no con

    morosa delectacin.

    Y, en fin, Manuel Jos se duele de la aventura

    con un arrepentimiento tan hondo y tan veraz,

    que le conturba el paisaje circundante y le estremece

    la conciencia... El campo de amor es campo de

    matanza.

    Don Octaviano Valds subraya el recurso de la

    reiteracin del mismo vocablo: Esta insistencia, tan

    caracterstica de la poesa othoniana, se desenfrena en

  • 93

    el Idilio, produciendo la sensacin de un arco siempre

    ms y ms en tensin41.

    As comienza el soneto siguiente, que sucesi-

    vamente procedo a latinizar:

    V

    Qu enferma y dolorida lontananza!

    Qu inexorable y hosca la llanura!

    Flota en todo el paisaje tal pavura,

    como si fuera un campo de matanza.

    Y la sombra que avanza, avanza, avanza,

    parece, con su trgica envoltura,

    el alma ingente, plena de amargura,

    de los que han de morir sin esperanza.

    Y all estamos nosotros, oprimidos

    por la angustia de todas las pasiones,

    bajo el peso de todos los olvidos.

    En un cielo de plomo el sol ya muerto,

    y en nuestros desgarrados corazones

    El desierto, el desierto... y el desierto!

    41 Valds, Octaviano, Amado, Manuel Jos y otros exmenes, ediciones Las hojas del mate, Mxico, 1975.

  • 94

    Quam aegrotans longnquitas, quam tristis!

    Inexorbilis quam fusca vallis!

    Vibrat in agro toto terror talis,

    Campus si foret plenus ut occisis.

    Umbraque quaedam pergens, pergens, pergens,

    Videtur, trgico in paludamento,

    Anima immanis, quassa sub tormento

    In morituris spe privatis degens.

    Atque ibi nos versamur tunc, oppressi

    Angustia cunctarum passionum

    Pndere mnium sub oblivionum.

    In plumbeoque caelo astrum confertum

    Inque crdibus nostris jam disjectis

    Est desertum, desertum... et desertum!

    EL AMOR PROHIBIDO

    Don Joaqun Antonio considera que de la misma

    hondura del hombre bueno que cant la armona

    del universo, brot este canto al episodio de amor

    prohibido. l supo, como Nervo, que pecar en la

    creacin es disonancia.