LOS GOBIERNOS CENTRALISTA Y LA DICTADURA DE SANTA ANNAActividad de aprendizaje 1.6

ANTONIO LÓPEZ DE SANTA ANNA

Criollo, nació en Veracruz en 1794; su biografía corre a la par del acontecer político del país, pues logro ocupar en diferentes períodos la presidencia de México. Adorado por muchos y odiado por tantos otros, se las ingenió para ocupar y desocupar no sólo la presidencia si no también el poder tras ella.

El general gustaba de las apuestas, los gallos, la vida en la hacienda. Sabía acomodarse al aire de los tiempos, tender al conservadurismo cuando así se requería o mostrarse liberal cuando mejor le convenía

EL REGRESO DE SANTA ANNA

En tanto los movimientos federalista crecía y se extendían por el país, de manera que el mismo presidente Bustamante, pidió permiso al congreso para ausentarse de su cargo y viajar a combatir la sublevación en Tamaulipas. Entonces se llamó a Antonio López de Santa Anna nuevamente para ocupar la presidencia, quien ya había recuperado su popularidad.

Santa Anna gobernó durante seis meses sin hacer caso de las Siete Leyes y pasando por encima de lo poderes Legislativo y Judicial: Suprimió la libertad de imprenta, fusiló a sus enemigos, contrató un préstamo en Londres, sin permiso del congreso e inicio las reformas de la constitución.

Para mediados de 1840, el país era un verdadero caos; los poderes estaban divididos y enfrentados, había levantamientos armados en casi todo el territorio, el erario se encontraba en bancarrota y parecía solo haber dos caminos para México: La dictadura o monarquía.

Santa Anna, Gabriel Valencia y Mariano Paredes, preparaban el golpe militar contra el gobierno de Bustamante, el cual se consumó en Tacubaya, en octubre de 1841.

Con las Bases de Tacubaya, Santa Anna fue electo presidente, investido con facultades extraordinarias para gobernar, mientras se escribía la constitución. Con este hecho se consumó el fin de la Primera Republica Centralista, y el cese de las Siete Leyes.

En 1842, Santa Anna reunió a una junta de notables, con algunos de lo diputados, la cual fue encargada de elaborar, en 1843, una segunda constitución centralista con el nombre de Bases de Organización Política. En las elecciones de 1844, el triunfo fue nuevamente para Santa Anna.

En el campo que era la mayor parte del país, las estructuras sociales coloniales no habían cambiado. Los hacendados y caciques mantenían el poder político y económico, y la mayoría de los campesinos vivían en las haciendas como peones. Algunos trabajaban como aparceros en las tierras de las iglesias, que poseía las tres cuartas partes de la tierra cultivable del país; y otros eran rancheros (pequeños propietarios) y arrieros.

La agricultura se destinaba básicamente al consumo local y la industria era sumamente rudimentaria: solo algunos talleres domésticos utilizaban todavía como fuerza motriz el agua, pues la maquina de vapor no era rentable. El comercio se llevaba a cabo en los mercados o tianguis que se establecían determinando días en cada poblado.

La pobreza y la ausencia de autoridad provocó el crecimiento de bandolerismo, bandas de asaltantes, algunas integradas por antiguos soldados de leva cuyas armas les fueron dadas por participar en algunos de tantos levantamientos militares.

EL EXPANSIONISMO ESTADOUNIDENSE.

El siglo XIX, inauguró un nuevo orden mundial basado en la expansión del liberalismo capitalista, cuyo centro eran las nuevas potencias: Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos de América. Fue así que México nació como nación justo en el momento de la llamada expansión imperialista, que no era otra cosa que el resultado de la industrialización y la libre competencia que se había implementado en las naciones desarrolladas. Un expansionismo que requería mercados para su producción industrial y fuentes para la obtención de materias primas.

La fragilidad de la nación mexicana en sus primeros años de vida, provocó las esperanzas de España de reconquistar a su antigua colonia, por otra parte, Estados Unidos, se había convertido en una potencia industrial, comenzó con su expansión territorial con la compra de Louisiana a Napoleón, con la obtención de las Floridas de España mediante el Tratado de Adams - Onis, con la compra de Alaska a Rusia y después, con la anexión de los territorios de México.

DESTINO MANIFIESTODurante la conquista y colonización

de América en el siglo XVI, España justificaba sus acciones con el pretexto de llevar a cabo la evangelización. Con argumento similar, la Inglaterra anglicana inició la colonización en la región norte del continente; los ingleses puritanos se decían elegido por Dios para llevar a cabo esa empresa y lo único que hacían era responder a esa vocación, para la cual estaban predestinados, es decir, aceptar su “destino manifiesto”

Esta es la idea que “justificó” durante el siglo XIX, las incursiones a territorio mexicano y la subsecuente negociación en la que más de la mitad pasaría a manos de los estadounidenses. Y será también el argumento que validará la Doctrina Monroe, en su momento, así como el carácter imperialista de Estados Unidos de América en la siguiente centuria.

LA INVASIÓNEl antecedente inmediato de la

confrontación entre México y Estados Unidos de América fue el tema de Texas. Desde la compra de Louisiana, el gobierno estadounidense, dejó claro su deseo de apropiarse también del territorio texano. Finalmente cuando los texanos declararon su independencia y se separaron de México en 1836, recibieron un total apoyo de los estadounidenses, quienes vislumbraron finalmente la posibilidad de anexar dicho territorio.

El presidente estadounidense James Polk – apoyado por la resolución del Congreso estadounidense que aprobó la anexión de Texas en 1845 – buscó un pretexto para avanzar militarmente sobre el territorio mexicano.

El gobierno de Polk envió al gobierno mexicano, las siguientes condiciones y demandas: que el territorio texano se extendía hasta el río Bravo, que se pagaran las indemnizaciones a los estadounidenses afectados por las guerras en nuestro territorio y que, mediante una oferta económica, fueran vendidos a su país los territorio de Nuevo México y California.

En Enero de 1846, el presidente Polk ordenó al general Taylor ocupar el territorio situado entre los ríos Nueces y Bravo, el gobierno mexicano, a su vez, ordenó al general Pedro Impendía y al general Mariano Salas fortalecer la defensa de este territorio.

El encuentro de las tropas estadounidense y las mexicanas en la frontera fue inevitable y el presidente Polk encontró el pretexto que necesitaba para declarar la guerra. En su discurso al congreso declaró: “Sangre americana había sido derramada en territorio americano”. El 13 de Mayo de 1846 , el congreso de Estados Unidos de América declaró formalmente la guerra a México.

La desorganización del país, la ausencia de un liderazgo y la escasez de recursos materiales y humanos del ejército mexicano fueron algunos de los factores del éxito de la invasión estadounidense a nuestro país. A pesar de algunos momentos aislados de tenaz resistencia de los mexicanos, como la batalla que se libró en La Angostura, en Coahuila; y las batallas de Churubusco, de Padierna, de Molino del Rey y de Chapultepec, en la ciudad de México el 14 de Septiembre de 1847, las tropas estadounidenses ocuparon la capital del país ante el asombro y rechazo de los habitantes de la ciudad.

LA PERDIDA DEL TERRITORIO

México recibió la invasión del estadounidense en medio de su propia guerra. Como presidente estaba el general Mariano Paredes, quien había llegado al poder ejecutivo por un golpe de estado dado al gobierno de José Joaquín de Herrera. El gobierno de Paredes, más preocupado por someter a los federalistas que por la invasión militar extranjera, cayó a causa de un nuevo pronunciamiento militar a cargo del general Mariano Saleas, cuya demanda era la restitución de la Constitución de 1824 y el retorno de Santa Anna a la presidencia.

El 2 de febrero de 1848, se firmó el Tratado de Paz, Limites y Arreglo definitivo entre la República Mexicana y Estados Unidos de América, mejor conocido como Tratado de Guadalupe Hidalgo.

En dicho tratado México acepto el río Bravo como límite meridional de Texas y la cesión de los territorios de Nuevo México y California; es decir, más de la mitad de su territorio, Estados Unidos de América, por su parte, pagó a México una indemnización de 15 millones por los daños causados por la guerra y por el equivalente a las cuotas de deuda exterior que tenían los territorios anexados a ese país.

GLORIA Y FIN DE SANTA ANNA.

Después de la derrota en la guerra contra Estados Unidos de América, se vivía en el país una profunda crisis, la cual puede ser resumida en las palabras de Mariana Otero “ En México no hay ni ha podido haber eso que se llama espíritu nacional, porque no hay nación”

El 20 de Abril de 1853 Santa Anna regresó a la presidencia para gobernar sin congreso ni elecciones, según la forma centralista. Su gobierno se convirtió en una dictadura militar.

Una de las primeras medidas que tomo al regresar a la presidencia, fue perseguir y desterrar a todos los que no simpatizaran con él, suprimió la libertad de imprenta y acusó de subversión, sedición, inmoralidad y calumnia a quienes criticaban la dictadura o hablaban contra la iglesia o contra la religión católica.

Una de las ultimas medidas de Santa Anna, fue la venta de La Mesilla a Estados Unidos, en Diciembre de 1854. A cambio de ese territorio, el gobierno recibió diez millones de pesos. Finalmente Santa Anna, saldría nuevamente al exilio y comenzaría una época de importante participación de los liberales en la historia de la nación.