a todos los que formamos la obra total de nazaria ignaciaoportuno, que nos ayudaba en la vivencia...

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A todos los que formamos la Obra Total de Nazaria Ignacia: MCI, MSI, FENI, SACERDOTES y AMIGOS DE NAZARIA A todos los que formamos la Obra Total de Nazaria Ignacia: MCI, MSI, FENI, SACERDOTES y AMIGOS DE NAZARIA Me encontraba en Roma cuando me sorprendió la noticia de la muerte de H. Aída Salek sexta Superiora General de nuestra Congregación, ella ya goza de la presencia del Señor, juntamente con Ma- dre Nazaria y todas las hermanas que nos han precedido, sus padres y familia. Recibir esta noticia en Roma, hizo que enseguida viniera a mi memoria al- go que yo palpé siempre en ella fuerte- mente y de manera especial en sus car- tas siendo Superiora General, el amor al Papa como concreción de su gran amor a la Iglesia y a la jerarquía y también la unidad, profundamente arraigada en ella desde nuestro Cuarto Voto. Por ello cuando H. Virginia Dávalos Provincial de Bolivia me comunicaba que la Eucaristía Celebrada en Santa Cruz en su funeral estu- vo presidida por dos obispos y diez sacerdo- tes y religiosos, me alegré mucho pues se me- recía la presencia de la iglesia por la que tan- to se entregó. Ciertamente estaba informada del deterioro que iba sufriendo su salud; pero la verdad es que nunca imaginé que su partida a la casa del Padre fuera tan inminente. Hoy pienso que el Señor le ha escuchado su deseo “quería morir” según me decían las hermanas, morir para dar el paso a la VIDA, donde creemos por la fe que goza de la presencia de nuestro Dios y ya vive para siempre. Qué más deciros de Aída. Desde el año 1978 conocí a Aída, en mi primer viaje a Bo- livia (posiblemente la conocí anteriormente, pues ella estuvo en España en el capítulo del 68, pero yo era novicia), allí la recuerdo mos- trándonos con gran cariño todo lo que Oruro guarda de Nuestra Madre, el archivo, objetos personales, todo lo que nos hace respirar la presencia de Nazaria de manera muy especial cuando pisamos ese lugar tan querido para to- dos. En esa como en otras ocasiones lo hizo con gran pasión y entusiasmo transmitiéndo- nos el conocimiento y la vivencia que ella te- nía de Nazaria y del Instituto, por supuesto fruto de su mucho amor. Lo hacía con tanta fuerza que solíamos decir algunas hermanas que era “intensa” en todo lo que hacía y vivía. En estos momentos se evocan en mí, mu- chos recuerdos de todo lo vivido con ella o cerca de ella, tanto alegrías como tristezas, ya que compartimos bastantes años juntas en este servicio de gobierno. Durante sus años como Superiora General, son muchas cosas las que viví junto a ella y que me ayudaron bastante en mi vida. A tra- vés de sus cartas y escritos, siempre nos re- mitía a Nazaria, en toda fiesta o celebración del Instituto era frecuente recibir de ella algún recordatorio bien por carta u otra comunica- ción, donde descubrí la importancia de saber “hacer memoria” de la vida de la Congrega- ción y la nota específica en cada momento oportuno, que nos ayudaba en la vivencia del Carisma. En las comunidades nos repetía con frecuencia la importancia de “salvar siempre la proposición del prójimo”, se- ñalar sólo lo negativo no construye y ella puso un gran esfuerzo que fuéramos mujeres constructoras de unidad y la co- munión. Podría seguir enumerando otros, pero no quisiera olvidar todo el empeño que puso en fortalecer la OBRA TOTAL DE NAZARIA IGNACIA, el cuidado y la cer- canía con los Sacerdotes, que les dio su primer impulso, con miembros de FENI y en general con todos los amigos de Na- zaria. No sé si el vivir con tanta intensidad, o qué, fue lo que hizo que pronto en Aí- da se notasen las huellas del desgaste, en las ocasiones que visité Bolivia, después de su regreso, sentía gran pena al verla “tan gastada”, ya no tenía fuerzas, eso sí su amor a Jesucristo, a Nazaria, al Instituto y a los po- bres, siempre bien vivo. Quiero terminar agradeciéndole a Dios todo lo que nuestra hermana Aída vivió como mu- jer y como hermana, en una palabra como M.C.I. y que todo lo “bueno” que en ella des- cubrimos, lo vivamos también cada uno de nosotros. Que nuestra oración por ella nos una a to- dos y a través de ella, que ya estará “cerqui- ta” de Nazaria, le arranque al Señor el mila- gro que deseamos para su Canonización. Uni- dos fraternalmente. Superiora General Condolencia S. E. Julio Cardenal Terrazas CSsR, Arzobispo de Santa Cruz; Obispos Auxiliares, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y Agentes Pastorales del Pueblo de Dios en Santa Cruz, hacen llegar su adhesión y solidaridad cristiana, a la Congregación Misioneras Cruzadas de la Iglesia que acompañan con su oración el trayecto al encuentro con Dios-Padre que ha convocado a su Servidora Hna. Aída Salek Gutiérrez Q.D.D.G. La Hermana Aída nació en Charagua el año 1937, era licenciada en Servicios Sociales y licenciada en Sociología. Como religiosa y profesional trabajó arduamente en gran parte de Bolivia. Fue responsable de la parroquia de Porongo en Santa Cruz, luego docente y decana en la Universidad de La Paz, colaboró en la Conferencia Episcopal Boliviana, trabajó en Oruro, apoyó en el proceso para la beatificación de la Hermana Nazaria, fue Superiora General de su Congregación de 1999 al 2005. Llegó a Santa Cruz el 2007 aquejada por la osteoporosis y falleció en las últimas horas a la edad de 74 años por una complicación bronconeumonía. La misa de cuerpo presente se realizará el día de hoy miércoles 18 de mayo en la parroquia La Santa Cruz a las 15:00 h. (Avda. Cristóbal de Mendoza, 855) para luego dirigirse al cementerio general donde encontrará su última morada. Esperamos que la vida de la hermana Aída que cesa en la tierra, dé frutos de vida para la Iglesia y su Congregación, a la vez que pedimos a toda la Iglesia de Santa Cruz su oración fraterna por el descanso del alma de nuestra hermana Aída. Agradecemos al Dios de la vida por la vocación y ejemplo misionero de esta hija suya que encontrará descanso en sus brazos. Santa Cruz, 18 de mayo de 2011

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Page 1: A todos los que formamos la Obra Total de Nazaria Ignaciaoportuno, que nos ayudaba en la vivencia del ... gastada”, ya no tenía fuerzas, eso sí su amor a Jesucristo, a Nazaria,

A todos los que formamosla Obra Total de Nazaria Ignacia:MCI, MSI, FENI, SACERDOTES y AMIGOS DE NAZARIA

A todos los que formamosla Obra Total de Nazaria Ignacia:MCI, MSI, FENI, SACERDOTES y AMIGOS DE NAZARIA

Me encontraba en Roma cuando mesorprendió la noticia de la muerte de H.Aída Salek sexta Superiora General denuestra Congregación, ella ya goza de lapresencia del Señor, juntamente con Ma-dre Nazaria y todas las hermanas quenos han precedido, sus padres y familia.

Recibir esta noticia en Roma, hizoque enseguida viniera a mi memoria al-go que yo palpé siempre en ella fuerte-mente y de manera especial en sus car-tas siendo Superiora General, el amor alPapa como concreción de su gran amora la Iglesia y a la jerarquía y también launidad, profundamente arraigada en elladesde nuestro Cuarto Voto. Por ellocuando H. Virginia Dávalos Provincial deBolivia me comunicaba que la EucaristíaCelebrada en Santa Cruz en su funeral estu-vo presidida por dos obispos y diez sacerdo-tes y religiosos, me alegré mucho pues se me-recía la presencia de la iglesia por la que tan-to se entregó.

Ciertamente estaba informada del deterioroque iba sufriendo su salud; pero la verdad esque nunca imaginé que su partida a la casadel Padre fuera tan inminente. Hoy pienso queel Señor le ha escuchado su deseo “queríamorir” según me decían las hermanas, morirpara dar el paso a la VIDA, donde creemospor la fe que goza de la presencia de nuestroDios y ya vive para siempre.

Qué más deciros de Aída. Desde el año1978 conocí a Aída, en mi primer viaje a Bo-livia (posiblemente la conocí anteriormente,pues ella estuvo en España en el capítulo del68, pero yo era novicia), allí la recuerdo mos-trándonos con gran cariño todo lo que Oruroguarda de Nuestra Madre, el archivo, objetospersonales, todo lo que nos hace respirar lapresencia de Nazaria de manera muy especialcuando pisamos ese lugar tan querido para to-

dos. En esa como en otras ocasiones lo hizocon gran pasión y entusiasmo transmitiéndo-nos el conocimiento y la vivencia que ella te-nía de Nazaria y del Instituto, por supuestofruto de su mucho amor. Lo hacía con tantafuerza que solíamos decir algunas hermanasque era “intensa” en todo lo que hacía y vivía.

En estos momentos se evocan en mí, mu-chos recuerdos de todo lo vivido con ella ocerca de ella, tanto alegrías como tristezas, yaque compartimos bastantes años juntas eneste servicio de gobierno.

Durante sus años como Superiora General,son muchas cosas las que viví junto a ella yque me ayudaron bastante en mi vida. A tra-vés de sus cartas y escritos, siempre nos re-mitía a Nazaria, en toda fiesta o celebracióndel Instituto era frecuente recibir de ella algúnrecordatorio bien por carta u otra comunica-ción, donde descubrí la importancia de saber“hacer memoria” de la vida de la Congrega-ción y la nota específica en cada momentooportuno, que nos ayudaba en la vivencia delCarisma.

En las comunidades nos repetía confrecuencia la importancia de “salvarsiempre la proposición del prójimo”, se-ñalar sólo lo negativo no construye y ellapuso un gran esfuerzo que fuéramosmujeres constructoras de unidad y la co-munión.

Podría seguir enumerando otros, perono quisiera olvidar todo el empeño quepuso en fortalecer la OBRA TOTAL DENAZARIA IGNACIA, el cuidado y la cer-canía con los Sacerdotes, que les dio suprimer impulso, con miembros de FENI yen general con todos los amigos de Na-zaria.

No sé si el vivir con tanta intensidad,o qué, fue lo que hizo que pronto en Aí-da se notasen las huellas del desgaste,

en las ocasiones que visité Bolivia, despuésde su regreso, sentía gran pena al verla “tangastada”, ya no tenía fuerzas, eso sí su amora Jesucristo, a Nazaria, al Instituto y a los po-bres, siempre bien vivo.

Quiero terminar agradeciéndole a Dios todolo que nuestra hermana Aída vivió como mu-jer y como hermana, en una palabra comoM.C.I. y que todo lo “bueno” que en ella des-cubrimos, lo vivamos también cada uno denosotros.

Que nuestra oración por ella nos una a to-dos y a través de ella, que ya estará “cerqui-ta” de Nazaria, le arranque al Señor el mila-gro que deseamos para su Canonización. Uni-dos fraternalmente.

Superiora General

CondolenciaS. E. Julio Cardenal Terrazas CSsR, Arzobispo de Santa Cruz; Obispos Auxiliares, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y Agentes Pastoralesdel Pueblo de Dios en Santa Cruz, hacen llegar su adhesión y solidaridad cristiana, a la Congregación Misioneras Cruzadas de la Iglesiaque acompañan con su oración el trayecto al encuentro con Dios-Padre que ha convocado a su Servidora

† Hna. Aída Salek GutiérrezQ.D.D.G.

La Hermana Aída nació en Charagua el año 1937, era licenciada en Servicios Sociales y licenciada en Sociología. Como religiosa y profesionaltrabajó arduamente en gran parte de Bolivia. Fue responsable de la parroquia de Porongo en Santa Cruz, luego docente y decana en la Universidadde La Paz, colaboró en la Conferencia Episcopal Boliviana, trabajó en Oruro, apoyó en el proceso para la beatificación de la Hermana Nazaria, fueSuperiora General de su Congregación de 1999 al 2005. Llegó a Santa Cruz el 2007 aquejada por la osteoporosis y falleció en las últimas horas a laedad de 74 años por una complicación bronconeumonía.

La misa de cuerpo presente se realizará el día de hoy miércoles 18 de mayo en la parroquia La Santa Cruz a las 15:00 h. (Avda. Cristóbal deMendoza, 855) para luego dirigirse al cementerio general donde encontrará su última morada.

Esperamos que la vida de la hermana Aída que cesa en la tierra, dé frutos de vida para la Iglesia y su Congregación, a la vez que pedimos a todala Iglesia de Santa Cruz su oración fraterna por el descanso del alma de nuestra hermana Aída. Agradecemos al Dios de la vida por la vocación yejemplo misionero de esta hija suya que encontrará descanso en sus brazos.

Santa Cruz, 18 de mayo de 2011

Page 2: A todos los que formamos la Obra Total de Nazaria Ignaciaoportuno, que nos ayudaba en la vivencia del ... gastada”, ya no tenía fuerzas, eso sí su amor a Jesucristo, a Nazaria,

AídaAída“Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor, si morimos, morimos para el

Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para eso murió y resucitó Cristo, para ser Señor de vivos y muertos” Rm 14,7-9.

Aída fue consecuente. VIvió para el Señor. Su entregagenerosa y exigente fue un testimonio para quienes tuvi-mos la dicha de vivir con ella. Las hermanas de la comu-nidad de Santa Cruz, tuvimos el privilegio de compartir conella los últimos nueve meses de su paso por esta tierra yde acompañarla en el momento de su paso a la casa delPadre. Verdaderamente, vivió para el Señor y murió parael Señor. Se fue con mucha paz. El lunes 16 vino el P.Eduardo de nuestra Parroquia, le dio el Sacramento de launción de los enfermos y el 17, a las 2,30 de la madruga-da, el Señor se la llevó.

El día 29 de septiembre de 2010, trajeron a Aída de LaPaz, muy grave y directamente a terapia intensiva a la clí-nica INCOR. Debido a una subida de presión, porque fuede Cochabamba a La Paz. El 1 de octubre, en la clínicaHAMACAS, le pusieron marcapasos. El día tres la trajerona la comunidad.

Se encontraba muy débil y fue difícil sacarla de su es-tado de anemia y deshidratación. Con los cuidados y me-dicamentos volvió a ser la Aída de siempre. Fue mejoran-do, y hasta salía sola, con la ayuda de su carrito, a dar unpaseo por el barrio.

Eran frecuentes sus salidas con su hermano Carlitos,que la llevaba con la familia o a tomar un “tesito” “La Mon-señor” (frente al Cristo). Compartía momentos agradablescon la comunidad, participaba en todo. Se puso muy bien,aunque no le faltaban dolores.

Así pasaron los meses, hasta la última semana de cua-resma. Llegaron los primeros “sures” (vientos del sur) ycon ellos el frío húmedo que aumentó sus dolores. Le cos-taba levantarse y en esa semana apareció varias mañanassentada en el suelo, tal vez intentaba hacer yoga. El sá-bado, 16 de abril, vísperas del Domingo de Ramos, fue in-ternada en una clínica y estuvo hospitalizada tres sema-nas por una broconeumonía y subida de presión. Ya no se

levantó más. La Semana Santa fue para ella un verdade-ro calvario y así siguió sufriendo mucho, hasta el 17 demayo, que el Señor se la llevó.

Recibió mucho cariño de los suyos, que la acompaña-ron todo este timpo, colmándola de detalles. También dela comunidad y de las enfermeras y médicos. En su vidadio mucho amor y debió gozar al recibirlo, aunque al finalya no se daba cuenta. Fue bueno que pasara sus últimosdías en Santa Cruz, donde tiene a sus hermanos y sobri-nos.

El lunes por la tarde estuvo rodeada de hermanos, so-brinos, sobrinos nietos. Los médicos se despidieron conmanifestaciones de cariño, uno de ellos lloró y la besó. Su

hermano Fernando la animó diciéndole que se fuera tran-quila, que ellos estaban bien. Tal vez ya no se daba cuen-ta, pero la paz se manifestaba en su rostro. Esperábamosque viviera un poco más y todos se retiraron. En la nochese quedó Hna. Marina con la enfermera. A las 2,30, des-pués de una breve fatiga, se durmió para siempre en elSeñor.

Llegó Hna. Viky con Carmencita y Lucía. También lle-garon hermanas de todas las comunidades de Bolivia.

Los obispos auxiliares, Mons. Sergio y Mons. Estanis-lao, se encontraban en una reunión en nuestra Parroquia,al recibir la noticia, vinieron a rezar. Por la tarde, el P. Max,de la Parroquia, celebró la Eucaristía. El Cardenal estabaen Montevideo y Mons. Braulio en Corea.

Nuestras alumnas, participaron por cursos con sus pro-fesoras y el profesor de música dirigió los cantos. Seguroque Aída, desde el cielo gozó escuchándolos como todoslos presentes. Sus familiares, quedaron muy agradecidos.

La misa fue en la parroquia, concelebrada por Mons.Estanislao, Mons. Tito Solari, que vino expresamente deCochabamba, los tres padres de la Parroquia y otros sa-cerdotes amigos. La iglesia estaba llena. Nuestras her-manas jóvenes amenizaron con los cantos y todos parti-ciparon, animados por el P. Roberto y Adán, el organistade la parroquia. Se dio lectura a un mensaje de Viky yotro de Jesús de Machaca.

Familiares de Aída y muchas amistades nos acompa-ñaron al cementerio, donde se dio una emotiva despedida.Se sentía mucha paz. Estamos en la novena de misas, enla parroquia, como es costumbre aquí.

“Si el grano de trigo muere, da mucho fruto”. Pedi-mos al Señor que nos dé muchas vocaciones, como Aída,amantes del Carisma y locas por el Reino.

Cristina Ventura, m.c.i.

AIDA SALEK FUE ENTERRADA EN SANTA CRUZ

Fallece la vicecanciller de Iglesia cochabambinaAIDA SALEK FUE ENTERRADA EN SANTA CRUZ

Fallece la vicecanciller de Iglesia cochabambinaLa religiosa y vicecanciller de la Iglesia cochabambina, Aída Salek Gutiérrez, falleció y fue enterrada ayer en el cementerio general de la ciudad de Santa Cruz.El 25 de febrero de 2008 se dio a conocer el nombramiento oficial de la vicecanciller de la Iglesia cochabambina, Hermana Aída Salek Gutiérrez, que pertenece a la comunidad re-

ligiosa Misioneras Cruzadas de la Iglesia...

De la seguridad a la intemperieQuisiera tener una pluma ágil y sabiduría para hacer memoria de nuestra querida hermana Aída sexta superiora General de nuestro Ins-

tituto.En una llamada de teléfono desde Bolivia se nos dio la noticia... ¡nunca estas noticias se esperan... interrogantes... preguntas!... pero des-

de el corazón también nos brotó: “el Señor nos la dio el Señor nos la quitó ¡Bendito sea el nombre del Señor!”.Mujer intensa, tenaz, que juntaba el día con la noche... mujer inteligente, despierta y a la vez sencilla en su porte y en su comunicación,

de palabra fácil y casi siempre larga, de muchos escritos y papeles pero siempre disponible para quien los necesitara. Todas la recordaremospor su amor a la Congregación, a la Iglesia, a los Pobres y a lo que ella amaba, hablaba, trabajaba y quería hacer realidad. La Obra Total.

Su vida fue un camino con salidas a lugares geográficos y simbólicos, haciendo evocación de Jon Sobrino, podríamos decir que tuvo esetriple desplazamiento: el desierto, la periferia y la frontera.

Cuando hablamos de desierto, hablamos de la soledad, de la prueba, de la experiencia de Dios desnuda...Cuando decimos, periferia decimos que apostó siempre por la causa de la justicia, de los que buscan la paz, de entrelazar la vida con los

sencillos, también de desplazamiento, de lugares de responsabilidad hacia lugares de impotencia y limitación.Cuando hablamos de frontera, la percibimos con la fuerza de ir desde la seguridad de lo conocido, hacia la intemperie... uno de sus sue-

ños fue Filipinas... salir hacia lo desconocido, porque nuestra vocación es, “para cualquier parte del mundo”.Esa misma tarde del 17 de Mayo, nos reunimos las hermanas con un grupo de laicos, para celebrar la Eucaristía a las 19,30 en la Casa

de Ejercicios de Carabanchel. Presidió la Celebración Javier Sánchez, uno de los sacerdotes con los que Aída hablaba mucho y participa deese grupo de sacerdotes que ella inició alrededor del Carisma.

Fue una celebración pausada, emotiva, con lazos de afecto, partimos desde el agradecimiento a Hermana Aída por su entrega a la Con-gregación. Hermana Margarita Torrubia, con su verbo fluido, hizo una semblanza de ella desde su entrada a la congregación, pasando por

los distintos momentos de su vida. Hubo muchas intervenciones tanto de hermanascomo de laicos en donde su vida se iba enriqueciendo, y siempre desde la acción degracias.

Quiero que estas líneas sean sólo un dar gracias, como cuerpo de provincia uni-das a la Congregación por su vida y el reconocimiento por el servicio de SuperioraGeneral que realizó durante seis años.

Oremos por ella y pidamos que interceda por nosotras para que seamos lo queNazaria Ignacia soñó para la Cruzada Pontificia que “Nos estrechamos en un soloabrazo, sí así tiene que ser, una sola alma, un solo corazón... Por las ausentes,tan presentes de América y de España. Un nuevo abrazo de corazones” (carta

desde la fundación de Málaga).

María Jesús de Miguel, m.c.i.Provincial de España

De la seguridad a la intemperieHermana Cristiana:

Soy Julián Nicolás el sa-

cerdote de Madrid que estoy

en Argentina, amigo del caris-

ma de M.N.I., la hermana

Mercedes me ha pasado el

correo y me comunica que ha

muerto la M. Aída, lo siento y

he ofrecido la misa y mis ora-

ciones por ella, no he podido

escribir antes pues hemos es-

tado toda la semana de retiro

y recién llegamos a la madru-

gada y ahora que termino las

misas y los pueblos me deci-

do a escribir y responder a

los correos que se han acu-

mulado en estos días.

Ruego que transmita mi

pésame a todas las herma-

nas y a la M. Provincial tanto

en mi nombre como de todos

los sacerdotes amigos del

Carisma, ella fue la que nos

convocó, nos reunió y alentó

para empezar y Gracias a

Dios parece que vamos cami-

nando, seguro que desde

donde esté nos ayudará a to-

dos.

Un saludo y gracias por lo

bien que nos tratasteis en

esos días en Bolivia, hasta

pronto.

P. Julián Nicolás

SACNI

Prensa Boliviana

Hna. Aída, joven religiosa entre obispos

y sacerdotes, en su entrega por la Iglesia en Bolivia.

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Palabras de Hna. Virginia Dávalos,Provincial de Bolivia

Palabras de Hna. Virginia Dávalos,Provincial de Bolivia

Hermana Aída Salec Gutiérrez, nació en Charagua,Santa Cruz el día 6 de Febrero del año 1937, ingresó enel Instituto de Misioneras Cruzadas de la Iglesia, de unamanera, romántico-mística, escapando de su casa, comouna joven enamorada detrás de su Amado, el 3 de Mayodel año 1958.

Empezó su vida de consagración al Señor con toda lafuerza y el ímpetu de su corazón juvenil, siendo una reli-giosa con mucha experiencia de Dios, alegre, generosa,entregada a los trabajos, sin medirse, con gran amor a lospobres y a los más necesitados.

Antes de terminar el tiempo del Noviciado, las Supe-rioras, dándose cuenta de su capacidad intelectual y espi-ritual, la enviaron a La Paz a estudiar servicio social en laUniversidad de San Andrés, de la que años más tarde fueDecana de esa facultad.

Por las situaciones sociales de nuestro país, de enton-ces, tuvo que salir de Bolivia y fue enviada a Bélgica a ha-cer una especialidad en sociología, en Lovaina.

Fue Canciller del Obispado de Oruro, siendo Obispo deesa Diócesis Mons. Julio Terrazas.

Al interior de la Congregación, tuvo muchos envíos, deservicio a las comunidades como: Superiora, Maestra denovicias, Maestra de junioras y Maestra de Tercera proba-ción como formación antes de los Votos Perpetuos. Tam-bién fue Consejera Provincial en varios períodos.

Fue Consejera General y finalmente Superiora de laCongregación.

Aída fue una hermana que se distinguió por su granamor al Instituto, por amar con ternura a la Madre Na-zaria Ignacia, Nuestra Fundadora, fue la que organizó laBiblioteca Nazariana, desde sus inicios en Oruro. Pro-fundizó muchísimo el Carisma de las Misioneras Cruza-das de la Iglesia, sobre todo en el Cuarto y Quinto Vo-tos que tenemos: dar la vida en la misión trabajando porel Reino y sobre todo en el amor y unidad con la Iglesia,en la persona de nuestros pastores, el Santo Padre y losObispos.

Su amor a la Congregación y a las hermanas la lle-vaba a querer que todas entrásemos a gozar de esos co-nocimientos que ella descubría en su investigación teo-lógica y espiritual, y a veces machaconamente, comopresintiendo que no iba a estar mucho tiempo con noso-tras.

Al final de su vida el Señor, amorosamente, la prefi-rió una vez más, pero a su estilo, abrazándola a su Cruzpor medio de la enfermedad. Fueron muchos meses desufrimiento, hasta que el día Martes 17 de Mayo a las2.30 de la mañana, el Señor vino como un ladrón y se lallevó dulcemente a la presencia de nuestro Padre Dios,donde ya descansa y nos bendice, al Instituto, a su fa-milia que la ha acompañado con amor y dedicación todoeste tiempo, a sus amigos y a sus preferidos los pobresy pequeños.

Santa Cruz,18 de Mayo de 2011

Apenas una semana después de la muerte de Aída lo que me sale es expresaruna profunda acción de gracias al Padre por su vida, una vida especialmente senci-lla y entregada a dos tareas fundamentales: el amor a los pobres, su tesoro desdesiempre, y el amor a Nazaria, el otro tesoro que descubrió también desde muy joven.Siempre que compartía ratos con ella, y tengo que decir que por suerte fueron mu-chos, eran esas sus dos únicas preocupaciones también para mí como cura: ama alos pobres, entrégate a ellos, dales lo mejor de ti, y conoce y encomiéndate siemprea Nuestra madre, a Nazaria.

Estos eran los dos tesoros de “la ópera”, como cariñosamente yo la conocía, pe-ro además tengo que decir y resaltar de ella su profundo sentido de la misión, la mi-sión que había recibido desde Dios era continuar el carisma de Nazaria Ignacia des-de hacer posible lo que ella misma también quiso desde siempre: extender el Reinode Dios pero desde el marco incomparable de la Iglesia de Jesús. En Aída tambiénse juntaban ambas cosas, como si hubiera descubierto que en la Iglesia, con todassus dificultades, y desde la Iglesia, se podía contribuir al sueño de Nazaria de ex-tender y trabajar por el Reino.

Ha sido también, como su madre Nazaria, una mujer en la que se unían elamor a las hermanas desde trabajar intensamente por ellas, por sus preocupa-ciones y por sus sentimientos, y el amor al Instituto, por quien trabajó hasta elfinal de sus días. Una mujer de gran temperamento, exigente, pero que volca-ba la exigencia a los demás desde su propia exigencia; su única obsesión fue-ron sus pobres, los pobres de Bolivia, los pobres de su patria... A mí me hizoenamorarme también de esas dos realidades; cuando marché la primera vez aBolivia fue desde el impulso especial que ella me hizo para conocer in situ esamisma realidad de la que ella estuvo siempre enamorada. Y cuando llegué aOruro, y me encontré en la cripta, ante Nazaria, escuché aquel himno com-puesto en tierras bolivianas, que daba música a las palabras de Nazaria “Ade-lante, siempre adelante, sirviendo y amando a todos por igual, por igual...” y to-davía recuerdo el sentimiento que me produjo de seguimiento, de encuentro es-pecial con el carisma, y sobre todo de fortaleza, de manera que desde enton-ces ha acompañado mi vida, y en momentos duros y de sufrimiento ha reso-nado en mi interior: Adelante siempre, adelante, eran y son las palabras de Na-zaria hacia mí, hacia mi ministerio y hacia mi misión.

Su insistencia siempre fue que conociera a Nazaria cada día más, que me em-bebiera de sus escritos y de su carisma y cuando últimamente la hablaba de la cár-cel y de mis experiencias con los presos siempre me decía lo mismo: estás con Na-zaria, donde ella siempre ha estado, con los pobres, sigue adelante... y cuando esospobres, esos presos en la cárcel llevan las reliquias de la madre y rezan a NazariaIgnacia, recuerdo a Aída, y a sus palabras...

Hoy por eso sólo me sale decir GRACIAS, gracias a Dios y a Nazaria por su hi-ja muy querida... sus desvelos seguro que serán premiados... no sé con quien se ha-brá encontrado antes si con Jesús, a quien amó profundamente, o con Nazaria, dequien también se enamoró... quizás haya sido un encuentro simultáneo y ahora estéya gozando de los dos para siempre... Gracias, Aída, gracias “opera”, gracias her-mana y amiga... estarás siempre donde se guardan las cosas más importantes... enlo más profundo del corazón... nuestro de tantas personas que te conocimos y com-partiste tu vida...

Javier Sánchez (SACNI)

Hasta siempre AídaHasta siempre AídaA Aída la conocí desde su venida a Europa y después en mis visitas a Bolivia. Tu-

vimos ocasión de trabajar juntas en la comisión de preparación de las Constituciones,según nos pedía el Concilio Vaticano II, y fueron aprobadas en 1991. Comisión en laque trabajamos intensamente, y Aída, con su habitual entrega exhaustiva, acarreaba in-numerable material que nos serviría de respaldo en la iluminación necesaria. Exhaus-tiva siempre. Diríamos que era un ser que se perdía de vista detrás de sus carpetas...

Pero nuestro trato más entrañable lo vivimos como compañeras, durante el gobier-no de la tercera elección de M. Auxiliadora Pérez como General del Instituto 1992-1998.

A Aída, le correspondió como consejera general, el servicio de la formación y amí, el de evangelización.

Fueron los años en los que por varias razones, yo volví más veces a España, yaque seguía radicada en México. Y pude seguirla más de cerca, en su trabajo, quecomo ya es dicho común, no conocía límite entre el día y la noche. Su secretaria,tampoco conocía límite de papeles, carpetas y proyectos...

Con ella iniciamos lo que habría de ser su dedicación más especial, “la Obra to-tal”. Y juntas convocamos el primer grupo de Madrid, en la casa de Ejercicios. Gru-po que comenzó con brío y esperanza.

Como preparación al Capítulo General de 1998, elaboró con infinito empeño elDocumento de “La Obra Total de Nazaria Ignacia”. Documento que toda la ObraTotal debe conocer y vivir.

Fueron incontables las horas que le dedicó, porque Aída trabajaba desde su con-dición de profesional, tomando todas las medidas necesarias para llegar al fin. La do-cumentación reunida sigue siendo una fuente importante para el estudio y profundi-zación de la Obra.

Conocí también su empeño por hacer nacer la incorporación de los Sacerdotes a laObra Total. Traía ya un legado de Jaime Virreina quien en Bolivia había profundizado te-ologica y afectivamente el carisma de Nazaria Ignacia y había congregado a algunosamigos sacerdotes y seminaristas en torno al carisma. Fue así, como manifestarán otrostestimonios como convocó en Madrid a los primeros sacerdotes, que han seguido des-pués de su marcha, su encuentro, hoy vinculados España, Argentina, Uruguay y Bolivia.

Otra dimensión compartida fue su disponibilidad para abrir el paso al Oriente.Aceptó la invitación que la M. General le hizo para iniciar ese camino en Filipinas,acompañada de H. Rosalba Gutiérrez. Fue un viaje importante en el que dejaronabierta la posibilidad de una fundación con Obispos que incluso vinieron a visitarnoscon el ánimo de formalizar nuestra presencia en el país. No se pudo realizar, sin em-bargo, durante su gobierno como General del Instituto, pero dejó abierta la puerta,que hoy se ha hecho realidad en la fundación de la India.

Mis últimos recuerdos aquí en España, como General del Instituto, están referi-dos sobre todo, al momento en que comenzaba su enfermedad y manteníamos unacomunicación fluida, en la que pude acompañarla afectivamente. Empezaban a ma-nifestarse síntomas, que la mantenían en su celda, donde igualmente no faltaban lospapeles, las revistas, los trabajos... Y ella tenía confianza de hermana conmigo paracompartir sus sentimientos. Así nos despedimos, sin dejar de mantener una entraña-ble fraternidad y amistad sincera, que certificaban nuestra mutua correspondencia. Elúltimo día de su vida, le enviaba, junto a las otras hermanas de María Goretti, al sa-ber que seguía muy malita, mi último beso fraternal.

Aída nos deja el testimonio de la entrega incondicional y lúcida, de la vivencia delcarisma que nos convoca.

Mª Mercedes de Cristo, m.c.i.

Aída, compañera de caminoAída, compañera de camino

En Oruro con Aída.

Con Monseñor Villane abriendo el Camino de Filipinas.

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Fisonomía de la Hna. Aída SalekFisonomía de la Hna. Aída SalekNo es fácil hablar de cualquier persona, me-

nos de las personas amigas; siempre o casi siem-pre nos equivocamos, porque lo íntimo del cora-zón sólo lo conoce el Señor, nosotros apenasatisbamos a descifrar algunos rasgos que los in-terpretamos de acuerdo a nuestros gustos o pre-juicios.

Mi primer encuentro con la Hna. Aída fue a raízde mi nombramiento de Obispo Auxiliar de Oruro,encuentro que después se convirtió en una profun-da amistad y en un gran aprecio, sin duda fue elcomienzo de una sincera y auténtica relación de fey de apoyo pastoral.

Al día siguiente de salir la noticia de mi elecciónpara el servicio de obispo, se apareció presurosapor La Paz tocando las puertas del convento de losCarmelitas la Hna. Aída Salek. Bajo su brazo por-taba un fajo enorme de papeles, revistas, resúme-nes de las Asambleas Diocesana, planes de traba-jo de la Diócesis de Oruro, para que el nuevo Obis-po se enterara donde quedaba esa Iglesia, cualeseran las líneas Pastorales, el camino recorrido,la fi-sonomía de ese pueblo, su cultura y todo lo que unpastor debía conocer de la Iglesia. Ni que decir tie-ne que me asustó, pues si ya el hecho del nom-bramiento le sobrecoge a uno, cuanto más si hayque meterse, así de golpe, tanta literatura.

Sin duda, fue un gesto que define a Hna. Aídaen todo su ser: amor a la Iglesia, preocupación pas-

toral, cercanía con las personas, sintonía con elpueblo, profunda amistad y urgencia de que lospastores sientan a la Iglesia desde dentro, desde elcorazón.

Desde entonces fueron muchos los momentosde diálogo, amistad, reflexión y compartir los gran-des y pequeños proyectos que se fueron gestandoen Oruro: la Misión Popular, el Sínodo Diocesano,la marcha de las CEBs, la Pastoral Juvenil y todoun camino que recorrimos juntos durante muchosaños por las pampas y comunidades más alejadas,comenzando por Bengalvinto y siguiendo por Ucu-masi, Challapata y Huari donde tenían Comunidadlas Cruzadas.

No menos profundos fueron las experiencias,encuentros y celebraciones junto a la tumba deMadre Nazaria en el silencio atento de la escuchade la Palabra y en las búsquedas de los problemasque día a día venían de las minas, de los barriosperiféricos y de los pobres.

Madre Nazaria Ignacia decía a sus hijas que de-bían bajar a la calle, pero yo diría que Hna. Aídaestaba en la calle, sentía el palpitar de la gente yse hacía eco de las necesidades de los más pobresy sencillos. Gran conocedora de la espiritualidad ydel carisma de la Madre no se contentó con de-gustarlo o trasmitirlo a los demás, sobre todo a lasjóvenes postulantes que moraban en la casa, sugran preocupación fue hacerlo vida, encarnarlo en

su persona para descubrir en los necesitados elrostro de Jesús.

Nuestra amistad no fue idílica ni mucho menos,tuvo también sus momentos de discusión y con-frontación, pues si algo uno tiene que decir de Hna.Aída es que vivía las cosas con pasión, ya que sucarácter y su personalidad no se quedaba en me-dias tintas, pero siempre llegábamos a mirar losacontecimientos desde la perspectiva de la fe y ba-jo la lupa del Evangelio.

Mujer de grandes convicciones, mujer de fe y deoración, de un gran amor a la Iglesia y a los pas-tores. Su pasión fue siempre la misión y el anunciodel Evangelio sin recortes, ya que el mensaje deJesús parte siempre desde los más pobres y de lossectores más olvidados de la sociedad.

Y, ¿qué más?... cierto hay que poner puntossuspensivos y sé que me he quedado a mitad decamino, porque no se puede encasillar su perso-nalidad en unas cuantas líneas y desde una solamirada. Mi pequeño testimonio ha querido ser untestimonio sencillo pero agradecido a esta mujer,que además de ser mujer, fue creyente, misioneray enamorada de Cristo y su Iglesia. ¡Que ahora,desde la presencia del Padre, me siga y nos sigaanimando a construir el Reino!

† Braulio Sáez GarcíaObispo Auxiliar de Santa Cruz

Madre Aída Salek, Superiora General (1998-2004)Madre Aída Salek, Superiora General (1998-2004)M. Aída Salek, fue Superiora General desde

1998 a 2004. Fue nombrada en el XII Capítulo Ge-neral, en Madrid, después de una vida larga e in-tensa, entregada a dar a conocer y a vivir el caris-ma de M. Nazaria, el que ella misma vivía y teníatotalmente asimilado y vivenciado.

De Juniora estudió Asistencia Social en La Paz,Bolivia y ya de Votos perpetuos, se licenció en So-ciología en Lovaina, Bélgica. En Bolivia estuvo va-rios años en el consejo Provincial, siendo Maestrade Novicias y Maestra de Junioras, y trabajando ar-dientemente en estudios sobre la Madre Fundado-ra, intentando desde entonces incorporar a estostrabajos y estudios a grupos de laicos con los quetrabajó codo a codo formando laicos profundamen-te cristianos y totalmente imbuidos por el carismade la Congregación, sobre todo marcándoles pro-fundamente en el amor a la Iglesia, y la preocupa-ción por los problemas sociales de su entorno.

Al terminar sus estudios en Bélgica, asistió porprimera vez al X Capítulo General Extraordinario enMadrid, y desde entonces participó en todos los Ca-pítulos Generales siguientes, quedando en 1992consejera General, encargada del área de forma-ción. En realidad este era su campo: forjar misione-ras como las que quería M. Nazaria. Acompañó co-mo consejera General a varios grupos de HermanasTerceronas en Bolivia para prepararse a sus VotosPerpetuos. Durante este tiempo su esfuerzo era ver-daderamente intensivo, profundamente espiritual, eintentando que las hermanas jóvenes pudieran pro-fundizar en el conocimiento del espíritu de nuestraFundadora y de cómo deberíamos interpretarla hoy,ante las exigencias de nuestra época.

Repetimos, su trabajo fue siempre intensivo,profundo, incansable... deseaba que todas las her-manas se introdujeran afectiva y espiritualmente entodo lo que era el patrimonio espiritual de las Mi-sioneras Cruzadas de la Iglesia.

En el XII Capítulo General, la M. Auxiliadora Pé-rez cumplía 18 años de Superiora General, y se im-ponía el nombramiento de su sucesora, el que re-cayó en M. Aída Salek.

Su salud estaba ya un tanto quebrantada, sobretodo su problema óseo, con una fuerte osteoporosis,que iba proporcionándola no pocas complicacionespero a pesar de todo ella mantenía fuerza y vigor in-terior para seguir trabajando a tiempo completo.

No me puedo entretener en detalles sobre sustrabajos como Superiora General, sino que me li-mitaré a decir que una vez más, entregó todos susafanes y preocupaciones a impulsar, revitalizar y or-ganizar la Obra total, la gran Familia de Nazaria Ig-nacia, delegando en una hermana para visitar coneste objetivo todas las Casas de la Congregación,tanto en España, como en Latinoamérica y África,reuniendo y convocando a todos cuantos de algu-na manera se sentían vinculados con nuestro Ca-risma. Fruto de este trabajo, fue la elaboración delos Estatutos de Familia de Nazaria (FENI), en losque intervinieron los grupos de diferentes países, ylos que fueron aprobados por el XII Capítulo Ge-neral en Bolivia y por la Sagrada Congregación enRoma en 2005.

M. Aída, tuvo mucho que ver con la organizaciónde reunir sacerdotes que vivieran su sacerdocio for-talecidos y animados por carisma eclesial de Na-zaria: de Unidad, Comunión y Disponibilidad. Estegrupo sigue creciendo y consolidándose gracias alapoyo y acompañamiento de Hna. Mercedes Gar-cía Gutiérrez.

Este trabajo de Aída como General, creemosque ha sido como la meta de todos sus trabajos an-teriores, dejando abierto el campo para seguir tra-bajando en la socialización del Carisma de M. Na-zaria, que ante todo consistía en “meter a todoslos creyentes en la barquilla del pescador... PorCristo, la Iglesia y las almas”.

M. Aída fue una mujer de Iglesia, comprometi-da, igualmente con las realidades sociales de nues-tro tiempo, tanto más que lo social, era parte inte-grante de su carisma, como en M. Nazaria.

Terminó su período de Superiora General, conuna salud muy quebrantada, su problema óseo seintensificó y tuvo que pasar por algunos tratamien-tos duros que la iban restando actividad.

Después de un proceso de deterioro físico gran-de, tuvo que ir reduciendo más y más sus activida-des, pero siempre mantuvo su interés, su oración ysu entrega, especialmente preocupada por la for-mación de las jóvenes.

Hoy, cuando ya M. Aída Salek está en Dios, to-das la recordamos como una mujer de dotes ex-traordinarias, y de gran capacidad de trabajo. Re-vestida del carisma de M. Nazaria y con gran capa-cidad para comunicarlo. La conocíamos entre noso-tras con el apelativo de “Aída , la intensiva”..., por lafuerza y la intensidad de su palabra... Nos unimos atoda la Congregación y a la gran familia de Laicos,por los que tanto trabajó y se entregó. Deseamos decorazón que M. Aída por fin, “descanse en paz”.

Víctoria Azuara, m.c.i.

Sí, para todos ha sido dolorosa la muerte de Aí-da. En la homilía que tuve a los nueve días decíaque me daba dolor de corazón su separación, pe-ro no tristeza, sino más bien envidia porque ella hapodido presentar una vida totalmente entregada alservicio de Dios y de los hermanos/as. Lo que a mímás me impresionaba es que era una mujer que“amó mucho”. Tuvo un gran amor a la Iglesia y es-tuvo siempre disponible para ayudar a los obispos,como lo hizo en Oruro con Mons. Terrazas, y en

Santa Cruz con Mons. Tito en la redacción de lahistoria de la Arquidiócesis. Un gran amor al Insti-tuto como apareció a lo largo de toda su vida y alque sirvió como General. También manifestó siem-pre un gran aprecio por la Compañía de Jesús ypor los jesuitas. Y procuró vivir intensamente el Ca-risma de las Cruzadas muy semejante al de San Ig-nacio.

Siempre se distinguió por talento brillante y sueficiencia en el trabajo. Pero lo que más me llama-

ba la atención es la solidez de su vida espiritual. Yotuve ocasión de acompañarla espiritualmente alláen su juventud y siempre encontré en ella una per-sona enamorada de su vocación y con una voca-ción y espiritualidad sólida y gozosa. La recordare-mos siempre como una religiosa entregada porcompleto a Dios y a los intereses de su Reino y alservicio de todos.

Carlos Palmés, S.I.

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Mi recuerdo de Aída SalekMi recuerdo de Aída SalekConocí a Aída Salek en los años 60, en Lovaina (Bél-

gica), cuando ella hacía estudios de Sociología y yo de Te-ología. Desde entonces se comportó siempre como si fue-ra mi hermana y yo su hermano y así lo decía a todos. EnLovaina tenía muy buena amistad con el grupo de bolivia-nos y bolivianas que estudiaban en diversos lugares (en-tre ellos había médicos, sociólogos, abogados, la mayoríade los cuales han ocupado importantes cargos a nivel pro-fesional y político). Aída hizo especial amistad con ellos ycon sus familias. Y recuerdo que tenía especial cariño ycercanía con los niños. Algunos de ellos todavía hoy re-cuerdan con estima a la que llamaban y llaman “Aidita”.

Me resulta difícil resumir lo que me ha impresionado enla Hna. Aida Salek. Era una mujer de una personalidad muyrica y dotada de muchas cualidades. Yo sólo me fijaré enalgunos rasgos que me llamaron la atención en ella desdeel principio y que pueden ayudarnos en nuestra vida.

1. Su personalidad femenina: No sólo era una perso-na preparada en el campo de la sociología, sino que eramuy inteligente y vivaz. Sus conocimientos los puso muytemprano al servicio de la Iglesia, del País y de su Institu-to. Podía discutir de tú a tú con profesionales, sacerdotes,obispos y lo hacía con firmeza, al punto que en ocasionessu seguridad podía incomodar a algunos. Su capacidad or-ganizadora le fue de gran ayuda para los cargos que ocu-pó, aunque un cierto tic gerencial pudiera dar la impresióna algunas y a algunos de que quería imponer o por lo me-nos empujar en exceso. De ánimo fogoso, ella no com-prendía siempre por qué algunas personas la seguían condificultad. Pero yo la he visto algunas veces callar o dis-minuir la marcha cuando veía que no todos la seguían. Semovió mucho para inculcar la formación en su Instituto, es-pecialmente la de las jóvenes, con destinos y estudios po-co comunes en otras Congregaciones femeninas.

Para mí es evidente que personas como ella nos ha-blan de lo desaprovechadas que están en la sociedad, pe-ro sobre todo en la Iglesia, las potencialidades de la mu-

jer. Y de cómo es preciso no sólo dedicar más años a laformación de las religiosas, sino aprovechar mejor sus ta-lentos en la Iglesia.

2. Mujer de Iglesia: Aída Salek asimiló bien las ense-ñanzas de su Fundadora. Era sin duda una de las perso-nas que conocía mejor el Instituto de las Misioneras Cru-zadas de la Iglesia. Amaba a la Iglesia y lo manifestaba ensu oración, en su asimilación del Concilio, en su trabajo, ensu amor a la Jerarquía y al Pueblo de Dios, en su colabo-ración con las labores parroquiales, diocesanas y otras. Unrasgo que le vi desde el principio y que creo fue creciendo,especialmente cuando era Superiora General de las MCI,era que no permitía que delante de ella se hicieran críticasfáciles a la Iglesia. Las respetaba si era constructivas y res-petuosas o si eran a modo de información. Pero no las to-leraba fácilmente si notaba en ellas un deje de amargura osi las consideraba negativas o exageradas. En todo casoprefería mirar el lado bueno, aunque era suficientemente in-teligente para ver que no todo lo que reluce es oro.

Para mí este ser “mujer de Iglesia” es un toque de aler-ta frente a una visión sesgada de la vida eclesial y a ve-ces amarga. Y esto se da en grupos progresistas y en gru-pos integristas... Si es verdad que debemos estar abiertosa la realidad y no esconder la cabeza bajo el ala frente alos males eclesiales que por desgracia no faltan, por otrolado hemos de mirar el futuro con ojos de fe y sobre todovivir con coherencia.

3. Misioneras Cruzada de la Iglesia: La Hna. Aída fi-gurará a mi parecer entre las Misioneras que amó más alInstituto, que luchó más por conservar el espíritu de suFundadora y por llevar a la práctica el estilo propio de lasCruzadas de la Iglesia. La Iglesia, el Reino, Bajar a la ca-lle, inculcar las enseñanzas y hacer conocer los escritosde la Beata Nazaria Ignacia son realidades de la vida, delas acciones y de las palabras de Aída Salek. Si cuandoestaba en Madrid, Roma era un lugar de peregrinaje, cuan-do estaba en Bolivia, Oruro era el lugar hacia el que seorientaba su corazón. Oruro y los estudios y archivos dela Bta. Nazaria Ignacia eran el sueño de sus últimos años.No lo logró todo, pero quizá nos enseñó en esos años di-fíciles para ella que la última palabra de nuestra vida la tie-ne el Señor. “Cuando seas viejo extenderás los brazos yserá otro el que te ponga el cinturón para llevarte a dondeno quieres” (Jn 24,18).

Este profundizar en las raíces me recuerda y nos re-cuerda que un pueblo desmemoriado o que no hace me-moria de su pasado, tampoco tiene porvenir, ni futuro. To-do esto se me ha quedado grabado de Aída. Sin duda noera perfecta, como nada humano es perfecto. Pero Aídame enseñó y me recordó todo esto en su vida y ahora es-pecialmente en su Pascua, en su paso al Señor, ¡Gracias,mi querida hermana Aida!

Cochabamba, 26 de mayo de 2011

Luis Palomera, S.J.

En memoria de hermana Aída Salek GutiérrezEn memoria de hermana Aída Salek GutiérrezNuestra querida hermana Aída, salió de las manos del

Padre en el año 1937 que donó, como un regalo preciosoa su Iglesia y a nuestra Congregación. Volvió a los brazosamorosos del Padre que la protegieron y guiaron durantetoda su vida. Volvió a sus manos, como digo, el día 17 demayo de 2011 a la una de la madrugada, hora boliviana.

Nuestra querida hermana Aída era boliviana. Nació enCharagua, pueblo del departamento de Santa Cruz. Su pa-dre libanés y su madre boliviana, hicieron de ella una per-sonalidad rica y al mismo tiempo compleja, pienso yo, por-que en ella se conjugaba la fortaleza, el coraje, la energíay la exigencia de la raza árabe junto con la delicadeza yternura de la raza boliviana.

Así era Aída. Era muy exigente consigo misma y con losdemás, especialmente con las jóvenes que tuvo a su cargo.Pero al mismo tiempo era de una ternura y delicadeza in-comparable con las hermanas mayores y las enfermas. Te-nía detalles de verdadero cariño, me conmovía cuando ha-blaba de nuestra “Catita” Hna. Catalina Espada, la númerosiete del Instituto, con tanta veneración y respeto.

No fue fácil su vida. De pequeña tuvo que sufrir la sepa-ración de sus padres. Más tarde su madre se casó en se-gundas nupcias de cuya unión nacieron varios hijos, a losque ella cariñosamente les decía “los Calderón” y a los otros“los Salek”. A ambos los quiso por igual. Para ella no hubodivisión. Todos ocupaban un lugar privilegiado en su corazón.

Siendo muy joven entró en nuestra Congregación y enel segundo año de noviciado, fue enviada por Hna. AnaMaría Poves (Provincial de Bolivia) a La Paz, donde estu-dió la carrera de trabajadora social en la Universidad; es-tudios que completó más tarde en Lovaina (Bélgica), y quehicieron de ella una persona que amaba entrañablementea los pobres, que luchaba por la justicia social. Era paraella todo lo social una fuerte llamada a luchar y a trabajarpor los pobres, los marginados.

Muy joven, todavía juniora, Hna. Ana María Poves pu-so en sus manos junto a Hna. Virginia Dávalos los tesorosde nuestro Instituto que estaban en el archivo guardados:los diarios de nuestra Madre y las ediciones de “El Adalidde Cristo Rey”. Ayudadas por el jesuita Fernando Manre-sa profundizaron en ellos. De ahí nació en ella un amorapasionado, profundo, sincero, exigente a nuestra Madrefundadora y al Instituto. La amó entrañablemente y por eso

yo pienso que para ella, éste amor a Nazaria, al Instituto,a los pobres, necesitados y marginados fueron como alasque la hicieron remontar por las alturas y le exigieron sa-crificios superiores a sus fuerzas físicas.

Aída no tenía fronteras entre el día y la noche. Traba-jaba sin descanso, ni horarios establecidos.

Como misionera trabajó incansablemente en Bolivia,quizás no tanto en las misiones rurales pero sí en la uni-versidad con los estudiantes como decana y profesora quefue; también con la Conferencia Episcopal, ¡cuánto cola-boró con los obispos! En ocasiones ayudó a sacerdotes yseminaristas en la elaboración de sus tesis.

Fue delegada junto con hermana Aída Quiroga por Bo-livia para asistir al Capítulo General Especial que se cele-bró en nuestro Instituto en el año 1968. Sus intervencionesfueron muy valiosas para todas. Después, pienso, queasistió a todos los Capítulos Generales que se celebraronen nuestro Instituto.

Cuando se inició el proceso de Canonización de nues-tra Madre Nazaria Ignacia en Roma, el año 1985, fue nom-brada Vice-postuladora por Bolivia para trabajar en la cau-sa. Inmediatamente se preocupó por conseguir toda la do-cumentación, no sólo de nuestros archivos sino de los ar-chivos de todas las diócesis de Bolivia. Esta documentaciónla envió a Roma por medio de la Nunciatura Apostólica, quenosotras recibíamos desde la secretaría de estado.

Recuerdo que en una ocasión, se presentó monseñorJorge Manrique con un paquete que contenía las fotocopiasde todos los diarios publicados en Bolivia con relación a Ma-dre Nazaria y su Instituto. La recopilación de todos estos do-cumentos nos ayudó grandemente para elaborar la “Positio”y poder presentarla rápidamente a los teólogos para su es-tudio. Pero no quedó solamente en esto su trabajo por Na-zaria. Renunció ir a Roma para la Beatificación y se quedóen Bolivia propagando la devoción a Madre Nazaria Ignaciapor todos los Departamentos especialmente en Oruro, dón-de celebró la fiesta de acción de gracias por la beatificacióncon gran pompa y solemnidad. Me contó que en este díarepartieron gran cantidad de comida entre todos los pobresy asistentes. Así era nuestra querida Aída con un amor gran-de a Nazaria y con un amor grande a los pobres.

A finales de 1992 se convocó al Capítulo General de laCongregación y en él, fue elegida Consejera General. Du-

rante 6 años estuvo en el gobierno dedicada especialmen-te a la formación de las que hacían la Tercera ProbaciónOrdinaria y Especial, tratando de incentivar en ellas el amora Nazaria y a su Instituto. ¡Cuánto trabajó en éste períodohermana Aída Salek! Todas la recordamos abnegada, exi-gente consigo misma y con las demás. Al terminar éste pe-ríodo de gobierno como Consejera General a finales de1998 y principios de 1999, fue elegida como sexta Supe-riora General del Instituto. Recibió este nombramiento converdadera sencillez y humildad. Y durante su gobierno, to-das hemos conocido cómo viajaba de una parte a otra pro-curando avivar en todas el amor a la Congregación, el amora Madre Nazaria e impulsando el desarrollo de la Obra To-tal. Poco antes de que terminara su período de gobierno,su salud física se deterioró grandemente. Los trabajos, lasvelas nocturnas, su exigencia consigo misma hicieron quesu salud se quebrantara. Preparó con esmero el CapítuloGeneral, convocado para finales de 2004, y a principios de2005 entregó el gobierno del Instituto en las manos de lanueva superiora General H. Lucila Choya Brezmes. A par-tir de éste momento fue destinada a Bolivia con una saludmuy precaria, que se deterioraba día a día en lo físico, pe-ro también en lo anímico.

Yo pienso que el Señor le dio un motor tan fuerte y po-tente que su carrocería física no podía resistir. Y así a los74 años de edad, nos dejó en Bolivia en la ciudad de San-ta Cruz.

Ahora se ha encontrado con nuestra Madre Fundado-ra, a la que tanto amó y con tanto fervor propagó su de-voción. También se habrá encontrado con H. Ana MaríaPoves a la que quiso muchísimo porque en ella tanto con-fió. Y al encontrarse con ellas, yo le pido insistentementeque rece por nuestro Instituto, para que vivamos con fer-vor las virtudes propias de nuestra vocación de MisionerasCruzadas de la Iglesia y que nos alcance del cielo muchasvocaciones que continúen la Obra que nos legó Madre Na-zaria Ignacia y, si entra en los designios de Dios, se pue-da realizar pronto la Canonización de nuestra Beata Ma-dre tan esperada y deseada por todas.

Que Dios nos bendiga y que Aída desde el cielo nosalcance una bendición especial para cada una de nosotras.

Margarita Torrubia, m.c.i.

Aída SalekAída SalekConocí a Aída hace más de 30 años y traté frecuente-

mente con ella en Oruro, Cochabamba y Santa Cruz. Mu-jer muy valiosa y capaz, muy dinámica, a veces inclusoarrolladora, siempre apasionada.

Su pasión la puso al servicio de sus tres grandes amo-res: amor al Señor y su Reino, al que se entregó con al-ma, vida y corazón; amor a la Iglesia, concretamente a laIglesia local boliviana, que le llevó a colaborar estrecha-mente con el episcopado y el clero diocesano; amor a Na-zaria Ignacia y a su Congregación de Misioneras Cruzadas

de la Iglesia, con una entera dedicación a su servicio y mi-sión, que culminó en sus años de Generalato.

Todo ese dinamismo estaba animando desde una espi-ritualidad profundamente ignaciana que nacía de los Ejer-cicios y que le hacía sentirse muy hermana de los jesuitas.Un detalle familiar: en una de sus viajes a Barcelona fue asaludar a mi madre y hermanos para agradecerles el tra-bajo que mi hermano Gabriel y yo hacíamos en Bolivia.

Pero esta pasión en sus últimos años se volvió dolorosa,tuvo que sufrir las pasividades de una vida físicamente dis-

minuida y de algún modo marginada, participando así de lapasión del Señor. Su muerte le ha abierto el camino para par-ticipar ahora de su resurrección, pues habiéndole seguido enla pena, también ahora le puede seguir en la gloria...

Pero sin duda desde el cielo Aída no dejará de inter-ceder por su Iglesia y su Congregación. Y espero que tam-bién por sus hermanos jesuitas.

Víctor Codina, S.J.Cochabamba, 29 de mayo de 2011

Aída con Hna. Teresa Auchen en su secretaría.

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Tita el recuerdo presenteTita el recuerdo presenteMi tía Tita es una gran persona, ocupa entre nosotros

un lugar importante, ha sido el nexo de unión, la presenciaindispensable en los momentos necesarios, las palabras dereflexión oportunas y sobre todo el cariño incondicional.Nosotros, su familia, aún no podemos hablar de ella en pa-sado, seguramente difícilmente lo haremos, nos ha dadotanto y significa tanto que siempre será un presente.

De ella no podrían esperarse jamás “términos medios”,si uno no quería recibir una respuesta a algo, era mejor nopreguntarle porque su lucidez y claridad hacían temblar, ala vez que su comprensión absoluta y ternura te hacíansentir a salvo.

En este tiempo de enfermedad pensamos que saldríaadelante porque tenía una fuerza innata, ingenuamentecreímos que no se acabaría nunca. No fue así, fueron unosmeses muy dolorosos, ella no se lo pasó bien, como todoen su vida el final también fue intenso.

A lo largo de estos días hermanos, primos, sobrinos, he-mos intercambiado opiniones sobre lo que ella nos habíaaportado, mi conclusión es que resulta increíble que tantaspersonas pudiésemos sentirnos especiales a la vez, comodecía Vicky Dávalos ella era muy fiel, siempre se acordabade todos.

Mi tía Tita es uno de los seres más importantes en mivida, admiro su coherencia, fuerza, inteligencia y capacidadde compromiso con su Iglesia, Congregación, con su fami-lia y con todo cuanto ha emprendido. Ha sido mi amiga, mitía y porque no decirlo mi madre, ha estado presente en losmomentos importantes de mi vida, no hubo equivocaciónsobre la que no me ayudase a reflexionar y si tengo algúnmínimo de conciencia social y preocupación por la realidadse lo debo sin duda a ella. No guardaba rencores, podía re-prender pero nunca dejar de amar. No fue perfecta, no creoque pretendiese serlo, pero sí terriblemente autoexigente y

exigente con los demás. No creo que me equivoque al de-cir que su gran pasión fue Nazaria, su lugar entrañable Oru-ro y sus colores el rojo, amarillo y verde de la pequeña ban-dera boliviana que siempre llevaba a todas partes entre loslibros y papeles que constituían su equipaje más valioso enla infinidad de viajes que realizó.

Nada será igual sin ella, pero a la vez sería absoluta-mente injusto y poco agradecido permitir que la tristeza loocupe todo, porque como ella solía decir: “hay que dar gra-cias por la vida” y más por una vida que dio tantos frutos;merece ser recordada por su fuerza, vitalidad, por ese ca-risma y don de Dios que la hacía aceptar y querer por so-bre todo a las personas sin etiquetas, sin importar su se-xo, edad, religión, creencia u opciones políticas. Sí, mi tíaTita es una gran persona.

Elizabeth Salek

Les envío un saludo de condolencia por el fallecimiento de la hermana Aída Salek, me uno en oración para que el Señor las colme de paz y fortaleza en este momento. Que la pas-cua de la hermana Aída nos siga iluminando en la misión que cada una cumplimos como parte de la Obra Total.

Dios las bendiga las recuerdo con mucho cariño un abrazo fraternal, cuenten con mis oración.Bertha Feni Colombia

Con Aída,al estilo Nazaria

Con Aída,al estilo Nazaria

En algún momento de haberla conocido, se me ocurrió llamarla entre los amigos,como la “Jach’a Mama”. A la distancia, pienso que es el apelativo que mejor le des-cribe puesto que con ese nombre se designa a las autoridades originarias de nuestropueblo: los Jach’a Tatas (Jach’a= GRANDE, Tata= Padre)… Y es que nuestra queri-da amiga y hermana Aida ha sido en todo GRANDE y además una mamá que nos haguiado con mucha paciencia en la formación y crecimiento. (HABLA COMO QUIENTIENE AUTORIDAD…)

Recuerdo haberla conocido por el año 84 cuando ella llegaba a Oruro como supe-riora de su Comunidad. Mons. Julio Terrazas, entonces Obispo de esta Iglesia parti-cular, seguramente ya conocía a Aida desde cuando él estaba como Obispo Auxiliaren La Paz; lo cierto es que le encomienda una primera responsabilidad junto al P.Ángelo Fiorese OSM y a Juan Enviz SJ. y es la de organizar y dirigir nuestra IIIAsamblea Diocesana de Agentes de Pastoral. Qué desafío más grande puesto quelos tres eran unos líderes natos y con una capacidad intelectual y creativa de cuál amejor.

Estando a cargo de los Medios de Comunicación en la Diócesis, encontré variosboletines eclesiásticos del año 1925 de cuando fue erigida la Diócesis. Entre otrascosas a parte de las bulas, Decretos y otros documentos propios de una IglesiaParticular, me llamó poderosamente la atención una serie de comunicaciones epistola-res cursadas entre Sor Nazaria Ignacia y el Primer Obispo de Oruro, Mons. Abel I.Antezana relativo a lo que sería la fundación de las Misioneras de la Cruzada Pontificia.¿Qué era aquello? Le pregunté a Hna. Aida en algún descanso de nuestra Asamblea…Ella simplemente me dijo fuera a visitarla a su casa y allí me daría información.

Cuánto bebí de aquello que Aida me daba: a sorbitos y de a poco de manera queno me indigestara. Después lo supe: fui el primer laico en leer e interpretarlos. Allí ini-ció mi conocimiento cercano de la que estaba destinada a ser ejemplo de seguimientode Dios en los altares. Creo que mi aprendizaje fue como escuchar una melodía ste-reofónica en dos canales: La teoría desde los escritos de M. Nazaria, los boletinesque describen su acción, pero desde mi amistad con Aida, también su obra, porquela siento viviendo y actuando “Nazariamente”; es decir, “Diosmente”.

La he visto siempre en una actitud de profundo amor y respeto por esta Iglesia queha servido. Visitar y acoger a nuestros sacerdotes, estar siempre pendiente de sus“ñaños” en sus inquietudes, pero también como consuelo en sus momentos difíciles.

Cuán versátil era en la producción y la planeación. A veces me preguntaba yo -…Y ella, cuándo duerme?

En su trabajo se rodeó de mucha gente a la que formó, acompañó y vigiló SIEM-PRE. Aún cuando su responsabilidad la alejó de su terruño, a la distancia siempretenía un gestito para con sus “ñaños”: una medallita, unas breves notas acompañan-do algún libro… a veces también una llamada.

Somos muchos los que somos lo que somos gracias a la formación recibida deAida: Que las cosas no se las improvisa… Un pastoralista verá adelante para planifi-car su acción; pero sobre todo, un amor sin límites a Dios y a su Iglesia.

Actualmente, mi Obispo me ha confiado algunas responsabilidades en la Diócesis,las cuales las asumo con mucha alegría porque así me lo enseñó Aida y ella, comoMisionera Cruzada, así lo ha asumido como hija de Nazaria.

René Cueto FélixMiembro de la Familia Extensiva

Maestra, testigoy amiga en el Señor

Maestra, testigoy amiga en el SeñorUna de las preocupaciones fuertes de Aida fue la formación en el

Instituto, se desvivió por una formación seria y por estudios sistemáti-cos.

Fue mi maestra el primer año de juniorado y posteriormente de laTercera Probación.

Aída era un pozo de dones, un pozo de sabiduría; en sus respues-tas podíamos encontrar la historia y la novedad de lo nuevo.

¿Qué recuerdos guardo? ¡Muchos y muy entrañables!Como maestra. Aida era una mujer exigente, exigía por encima de

todo la rectitud de intensión en todos los sentidos, en el seguimientos deJesús no admitía las “medias tintas”.

Ante sus ojos el reto de formar era grande, tal vez como una made-ra por tallar, algo en bruto que necesitaba ser trabajado, y a la vez comouna joya preciosa que, con sabiduría, podía pulirse para darle brillo. Asíla percibí y la he experimentado como maestra.

Su vida misma nos hablaba del Carisma de Nazaria, el amor alInstituto era innato en ella, la espiritualidad ignaciana le brotaba demanera experiencial, su sueño fue inyectarnos por “activa y por pasiva”,como solía decir.

Fomentó entre mis compañeras de camino el ser “amigas en elSeñor” y del que formaba parte como hermana mayor, con ella, se podíaconfrontar la vida con total libertad y confianza... ¡Te echaremos demenos!

Algo que me ayudó a crecer y recuerdo con fuerza es el “fiarse” dela capacidad de cada una, y “arriesgar”... Era una mujer de fe.

Como misionera. Fue una mujer humana, sensible con la reali-dad, su amor por los pobres la llevó a ser consecuente, los llamaba“mis hermanos”. Antes de emprender alguna misión tenía la costum-bre de enseñarnos a hacer un análisis sociológico del lugar de lamisión, analizar las causas que empobrecen. Decía: “no podemosacercarnos de cualquier manera para construir el Reino”. Nos envia-ba a los centros mineros con las herramientas necesarias, siendojunioras.

Como hermana mayor. Siendo General, su presencia fue perma-nente en la casa de formación, su interés por la buena marcha, elseguimiento del proceso de las jóvenes era continuo a través de lla-madas telefónicas y cartas. Personalmente me repetía que el “envío”que tenía era del Instituto. Gracias Aida, me he sentido acompañadacomo formanda y como formadora. Estoy segura que seguirás velandopor nosotras...

Emiliana Mamani, m.c.i.

Te recordaremos siempreTe recordaremos siempreHoy un día muy especial para mí, porque al despertar

sonreí, pero la verdad que una llamada cambió en mí esasonrisa, porque me enteré del fallecimiento de una granhermana, como le decía mi Tía Aidita, (la Hna. Aída Salek),me dolió mucho su partida porque ella nos enseñó a mi fa-milia y a muchas parejas aquí en Oruro el valor de ser fa-milia entregada al servicio de nuestro Señor, amar a la Igle-sia como ella y Nazaria lo hicieron, solo me queda pedirle

a Dios que le abra las puertas de su Reino para que des-de allá siga guiándonos en el camino del bien.

Tía Aidita, te queremos mucho y siempre te llevaremos enel corazón, Dios te llevó a su lado para que desde allá sigas ha-ciendo el trabajo que más te gustó, proteger y cuidar a todos lospobres, ¡gracias por tus enseñanzas, te recordaremos siempre!

¡La distancia nos impide estar a tu lado físicamente pe-ro te sentimos en el corazón y de ahí no saldrás!

Nunca te olvides de la familia que te quiere y te recor-dará siempre.

Barrero Mendizábal, Marcelo y RuthBarrero Ortubé, Marcél, Verónica, Andrés y Leonardo

Barrero Estrada, Juan Carlos, Carmen, Jaely El nuevo Bebito

Salazar Barrero, Ruthita y MarceloOruro, 17 de mayo de 2011

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Testimonio de Hna. AídaTestimonio de Hna. AídaDoy gracias a Dios por hermana Aída Salek Gutiérrez,

por haberla conocido, para mí, fue una amiga y compañe-ra fiel. Su vida fue trasmitir la presencia de Dios, Tenía eldon de la humildad. Se identificaba con filipenses 3, subúsqueda por la corona que no se marchita, en el comba-te de serle fiel, y en la causa por extender el Reino de Dios.

El año 1982 la conocí por primera vez en la ciudad deOruro, me pronosticó mi vocación, para ser Misionera Cru-zada de la Iglesia. En ese entonces no tenía en la menteninguna motivación ni sueños de ser religiosa, pero estehecho marcó profundamente mi vida. Al año siguiente in-gresé a la congregación.

Su presencia me cautivó, Hermana Aída fue una per-sona muy cercana, alegre, sencilla, humana; lo que le ca-racterizaba.

El año 1986 fue superiora de Oruro y maestra de noviciastuve la dicha de ser su novicia. Con ella aprendí a compartircon los demás. Uno de los hechos más significativos fue elcompartir de nuestra olla de comida, con ocho personas po-bres de la calle todos los días. Fui testigo de que Ella, buscóla manera de reabrir nuevamente el comedor del pobre en Oru-

ro, obra querida por nuestra Madre fundadora, sin tener un pre-supuesto inició esta obra solamente confiada de la misericor-dia de Dios, sabemos que se fiaba mucho en la mano del Se-ñor, el número de personas aumentaba cada día, el insulto delos vecinos también crecía, pero ella como responsable nosenseñó más con su alegría que con la respuesta a esos re-clamos. La herencia que había recibido de nuestra Madre, eralo único en lo que ponía todo su ser y empeño, veíamos có-mo les hacía sentir que tenían la misma dignidad que los de-más, eso fue para mí una de las lecciones que marcó mi vida.

El siguiente año 1987, fue ordenado Obispo AuxiliarMonseñor Braulio Sáenz García, para la Diócesis de Oruro.

Otro de los aspectos propios de su personalidad de laMadre Aída era su adhesión a la jerarquía, personalmentese encargó de hacerle conocer la Diócesis, preparando porescrito la realidad de nuestra Iglesia de Oruro. También te-nía la capacidad de coordinar y de acompañar a todos losgrupos entonces vigentes de nuestra Iglesia local, tanto dela ciudad como del área rural. Se notaba en ella ese buentrato con todos, no había color, raza o estatus social todaseran importantes.

El año 1990 nos acompañó a 10 junioras, nos capacitópara conocer más los documentos de Iglesia, las etapas dela historia de Iglesia, doctrina social de Iglesia, la cual nosayudó mucho en esta etapa de nuestra formación.

El año 1996 y 1997 hicimos nuestra tercera aproba-ción 21 hermanas, 7 mexicanas, 5 centroamericanas, 2de Argentina y 7 bolivianas. También me acompañó enesta última etapa de mi formación, su testimonio de vidame ayudó a conocerme, a ver a Dios en todas las reali-dades, fue un tiempo de gracia, como siempre imprimióen mí la riqueza del carisma, que con tanto celo trans-mitía. Doy gracias a Dios también, por acompañarme es-piritualmente.

Cuando ella fue nombrada Madre General nos separa-mos físicamente pero, espiritualmente siempre me sentíaunida, fue mi maestra espiritual con ella aprendí a crecercomo persona y como religiosa.

Doy gracias a Dios infinitamente por su vida por todo loque significaba para mí y para el Instituto.

Hna. Arminda Poma Benito, m.c.i.

Llegó el momento que esa persona tan querida ya no está presente con nosotros, no la podemos tocar, ni oír su voz...Es un gran dolor y nos parece que todo está perdido para siempre...Pero un amor sincero, no morirá jamás.La memoria de la Hna. Aida Salek Gutiérrez, m.c.i., a quien quisimos tanto vivirá siempre en nuestro corazón.Y eso es más fuerte que cualquier abrazo, más importante que cualquier palabra.En estas ocasiones, nunca se sabe qué decir... Cualquier palabra parece vacío de sentido frente a un dolor tan grande, sólo queremos decirles que el Área de Evangelización de la

CEB, les acompaña en este momento.Atte.

La Paz, 17 de mayo de 2011

Hermana Aída pa-ra mí ha sido una her-mana, amiga y madreespiritual, desde queentré a la Congrega-ción he admirado suamor apasionado porCristo y su Reino, suamor entrañable a laCongregación, a M.Nazaria Ignacia, a laIglesia y su cercaníacon los más pobres.

Aída fue mi maes-tra los primeros añosde juniora y de la Ter-cera Probación. Conella hice el mes deejercicios espirituales,me ayudó a crecer enmi conocimiento per-sonal, en el “conoci-miento interno de Je-sús pobre y humilde”y en el amor a la

Congregación. Nos hacía gustar el Carisma y la espiritualidad ignaciana.Aída, nos transmitía una profunda experiencia de Dios, se caracterizó por ser una

mujer de fe, comprometida con la realidad social, estaba atenta a los signos de lostiempos para responder con audacia y riesgo. Su seguimiento fue radical con una en-trega total a Dios.

Se preocupó por la formación, nos exigía formarnos para un mayor servicio y res-ponder a las exigencias de la sociedad actual y a las necesidades de la Misión.

Las lecturas que más le identifican es las Bienaventuranzas era como el progra-ma de su vida Mt 5,1-13 y el mandamiento del amor (Jn 15,1-17). Se notaba en suentrega a los pobres, decía: “mis hermanos”.

María Barrón, m.c.i.

Querida LucilaQuiero manifestar mi oración y mi unión a todas ante la llamada del Señor de las her-

manas, que parece que este año son bastantes las que se reúnen con el Señor y connuestra Madre Nazaria.Hoy me ha dicho Teresa de Aida. Ya tenemos un gran númeroque están protegiendo el Instituto, para que siga adelante según el carisma de Nazaria.

Mi oración, mi cariño y mi unión para ti y todo el Instituto.Un abrazo muy fuerte,

Goyita, Feni

Una vida entregada,intensa y coherente

Una vida entregada,intensa y coherente Nada más que recordar ciertos momentos del compartir fraterno que nos tocó vi-

vir a Aída y a mí en las comunidades MCI, como parte de nuestra historia.Nos conocimos antes de ingresar en la Congregación, por los años 1955-56, en

los que ella era parte de J.E.C., juventud estudiantil católica, a nivel de la Arquidió-cesis de La Paz y yo de mi parroquia de San Pedro en la misma ciudad, de tal mo-do que en las reuniones de jóvenes pudimos reflexionar y comprometernos en mu-chas tareas a este nivel.

Cuando yo ingresé al Instituto en febrero de 1959, ella se encontraba dentro co-mo novicia lo cual nos permitió ser compañeras en los primeros tiempos de forma-ción. La enviaron luego a La Paz, donde comenzó a estudiar Servicio Social, y a mídespués de mis primeros votos, me destinaron también como personal de esa mis-ma comunidad.

La M. Inés Mercado era superiora de la comunidad y nos empujaba a todas a te-ner compromisos misioneros serios con nuestra parroquia y Arquidiócesis, por estocon Aida comenzamos a trabajar en la zona del Tejar y otras zonas pobres y margi-nales que agrupaban la gente obrera y de escasos recursos. Junto a varios sacer-dotes diocesanos, religiosos y algunos laicos, como equipo de trabajo, fuimos acom-pañando en su formación y compromiso a estos grupos como L.T.C., Liga de Traba-jadores Católicos.

Así nuestra casa de la Avda. Armentia se convirtió pronto en un centro de múlti-ples reuniones, tanto de formación para los jóvenes obreros como para sus familiasy otros grupos. Todo este trabajo apostólico, a ella le iba dando la oportunidad parasus prácticas de estudio de Servicio Social. A la comunidad y al equipo, la cercanía,la vivencia, el gozo del compartir luchas, esperanzas, y búsquedas de algo mejor querespondiera a las necesidades de nuestro pueblo sencillo y marginal, nos ayudabamucho.

Han sido experiencias muy ricas y profundas que no sólo nos han involucrado alas dos en el compromiso social, sino a la comunidad y a otros hermanos con los quecompartimos eclesialmente, ya que fuimos haciendo camino y descubriendo nuevosdesafíos en este caminar, y por tanto realizamos misiones continúas en las diferen-tes fábricas, SAID, SOLIGNO, FORNO, ESTATEX, PLASTIC, FANASE, etc. Allí noterminaron nuestras jornadas; entramos en los cuarteles, cárceles, colegios, universi-dad, oficinas públicas. Así nuestra casa de espiritualidad tenía las puertas abiertaspara estos y otros grupos, con los que organizábamos los retiros, convivencias, jor-nadas de reflexión y formación. Surgieron tantos líderes, que aun hoy continúan sutarea.

No perdimos las oportunidades de dar lo mejor de nosotras y por eso mismo pue-do anotar...

¡Cuántas gracias y respuestas tan positivas de nuestro pueblo! ¡Cómo gozamosal lado de tantos hermanos, cuya vida y respuesta hacia sentir que valía la pena ju-gársela toda por el Señor y su Reino.

Hace poco tiempo, estuvimos con Aída compartiendo y recordando varias de es-tas experiencias vividas juntas en nuestro caminar y dimos gracias al Señor por ha-bernos brindado estas oportunidades de saborear junto a nuestro pueblo, los gozos,las luchas, las esperanzas de un caminar fecundo y lleno de vida. Aída fue desdeel principio de su vida religiosa muy inquieta, sobre todo en la opción por los mar-ginados. Eso nos llevó a compartir momentos fuerte y ricos de servicio a los her-manos.

Que el Señor, al que tanto buscó, le esté haciendo gozar de lo que aquí tantoprocuró.

Santa Cruz, 26 de mayo de 2011

María Luisa Rodríguez Rojas, m.c.i.

Lo que nos tocó compartirLo que nos tocó compartir

Conferencia Episcopal BolivianaConferencia Episcopal Boliviana

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Aída Salek Hermana y amiga de ayer, hoy y siempreAída Salek Hermana y amiga de ayer, hoy y siempreApareció en nuestras vidas como una luz que ilumina

nuestros corazones, pues hasta ese momento no había-mos identificado el camino que debíamos seguir.

En aquel momento la Diócesis de Oruro optó por laPastoral Familiar, Pastoral Juvenil y por las ComunidadesEclesiales de Base.

Aidita reunió a varias parejas, con el objeto de llevaradelante en nuestras parroquias la Catequesis Familiar, al-go verdaderamente nuevo para todos nosotros y algo quedebíamos hacer realidad en el trabajo parroquial, entre es-tas parejas estábamos mi esposa Ruth y yo Marcelo Ba-rrero.

Entre aquellos momentos, mi familia estaba adornadacon tres lindos hijos: Luis Marcél, Juan Carlos y Ruthita,quienes pequeños aún se quedaban en casa y nos dabanla posibilidad de asistir a las reuniones que convocabanuestra hermana Aidita, en la casa de las Misioneras Cru-zadas de la Iglesia, casa que en muchos momentos seconstituyó en nuestra casa.

En aquellas reuniones no teníamos tiempo ni para can-sarnos, ni para tener sueño, Aidita conducía estas reunio-nes con mucho conocimiento y sobre todo con mucho ca-riño, siempre con el espíritu y la fortaleza que recibíamosde madre Nazaria Ignacia, así es pues que aprendimosmucho el VER - JUZGAR y ACTUAR.

En una ocasión cuando nuestros hijos entraron a la ca-sa de las hermanas misioneras y preguntaron: “¿Dóndeestá mi tía Aidita?”, las hermanas que les escucharon sor-prendidas, porque sabían que Aída no tenía sobrinos enOruro en ese momento, preguntaron: “¿Por qué es la tíaAidita?”, a lo que casi en coro mis hijos respondieron: “Por-que mis papás le dicen hermana, entonces por eso esnuestra TIA”. Por esto y por más, Aidita para nosotros fue,es y será siempre nuestra HERMANA.

Soy odontólogo de profesión y mi esposa Ruth es pro-fesora. En una oportunidad cuando estábamos reunidos,como muchas veces, hasta altas horas de la noche, Aidita

vio que nuestra pequeña hija que nos acompañaba teníaya algo de sueño y le preguntó: “Tita” –como siempre latrató a Ruthita– “¿Quisieras quedarte a dormir con noso-tras?”, a lo que nuestra pequeña respondió con contun-dencia: “¡Sí, pero primero, tengo que ir a traer mi cepillode dientes!”, anécdotas que Aidita siempre recordó conmucho cariño.

Aidita nos contagió y cautivó con el espíritu y el donque tenía madre Nazaria, de ver el rostro de Cristo en lospobres: “El día 6 abrimos el comedor de los pobres puessabiendo, la gente se levantaba por hambre, decidimos ennombre de Dios abrirlo... Que hermosa corte de andrajoshumanos; pero Él tiene sus delicias con los pobres, con losdesgraciados... Oh Jesús mío, cómo no amarte hasta eldelirio, hasta el martirio”. (Del diario de Nazaria), es asíque mis hijos crecieron y maduraron bastante en su fe, co-laborando en muchas ocasiones en el comedor en el quelas hermanas acogieron siempre a los más necesitados,gracias Aidita por ésta experiencia tan linda que hiciste vi-vieran mis hijos.

Pasaron los años y gracias al seguimiento que nosprestaba nuestra querida Aidita, maduramos en nuestrohogar y sobre todo aprendimos a llevar con mucha res-ponsabilidad la administración de la parroquia de SantoDomingo, responsabilidad que nos la dio el entonces Obis-po de la Diócesis de Oruro, Mons. Julio Terrazas.

Días muy felices pasaron cuando Aidita con muchoamor iba ordenando la documentación para la Beatificaciónde madre Nazaria, trabajo con el cual nos empapamos mu-cho más con el carisma Nazariano.

Momentos que nunca podremos olvidar fueron aquellosque vivimos junto a Aidita con motivo de la preparación yel recibimiento del Santo Padre Juan Pablo II.

Cuando tantas veces la veíamos cansada, muy agota-da y le decíamos: “¿Aidita, por qué no descansas un po-co?”, ella siempre nos respondía: “Estoy cansada pero ma-dre Nazaria es quien me da fuerzas con su ejemplo, cuan-

tas veces ella estando cansada no pudo darse el lujo dedescansar”.

Aidita, la familia ha crecido, Marcél y Verónica, nos handado dos hijos lindos, el mayor Andrés Ignacio ¿Por quéserá Ignacio, no?, el segundo Leonardo Gabriel, quienestuvieron la suerte de estar junto a ti; Juan Carlos y Car-mencita, tienen a Jaelita a quien también conociste y a Ale-jandrito, el regalo de Dios que recientemente se integró ala familia; Ruthita y Marcelo, su esposo, recibieron tu ben-dición y hoy forman un lindo matrimonio.

Gracias Señor por la vida y todo cuanto nos dejó co-mo ejemplo y enseñanza nuestra querida hermanita,“Tiay” y abuelita Aidita. Ella que, siguiendo el ejemplo deNazaria, siempre estuvo cerca de Ti a través de quienesTú tanto amas, la gente pobre y los más necesitados“...los pobres eran la herencia que Jesús me daba; deellos recibiría todo; en el cielo y en la tierra”. (Del diariode Nazaria), goce de tu presencia eterna allá en los cie-los e interceda por quienes la recordaremos siempre aquíen la tierra, ésta su familia que ella acompañó y guió des-de que érams solo dos con nuestros hijos y ahora creci-mos en las familias Barrero Mendizábal, Ortube, Estraday Salazar.

Como decía nuestro Santo Padre en ocasión de su vis-ta a Oruro: “Esperanza sembraron en vuestro país los mi-sioneros, que con el sacrificio de sus vidas dejaron en es-ta tierra del altiplano las semillas de la fe, que con la gra-cia del Señor habéis conservado intacta. De este dan tes-timonios figura ejemplo como la hermana Nazaria Ignacia.(Juan Pablo II), Aidita, ten por seguro que estas semillasde la fe quedarán intactas en nuestra familia, para que talcual tú no las transmitiste, nosotros continuemos con estamisión de Nazaria, tuya y ahora nuestra, transmitiéndolasa las generaciones venideras.

27 de mayo de 2011.

Marcelo Barrero y familia

El pasado día 17, recibimos la noticia del fallecimiento de la hermana Aída Salek.La que fuera Superiora General del Instituto de las MCI.

Aída, siempre ha sido una persona cercana al grupo. El espaldarazo real, nos lodio ella. Nos hizo sentirnos cuerpo de la Obra Total que soñó Nazaria Ignacia. Serparte y parte viva.

Siempre cerca de todos, por cualquier medio nos hacía llegar unas letras, de áni-mo en la tarea, de comunión fraterna en el seguimiento de Jesús y en el carisma deNazaria Ignacia.

Por nuestra parte, cada año le hacíamos llegar el mismo Evangelio de cada día quenos acompaña durante ese tiempo. Un saludo, un abrazo... un sentirnos siempre uni-dos en la oración. Siempre Adelante. Desde aquí, nuestro recuerdo y agradecimiento.

Grupo Misionero. España

En este mes de mayo a un día de su partida de nuestra querida Hermana Aída,queremos hacer memoria de una misionera entrañable para nuestra parroquia Jesúsde Machaca, del altiplano de la paz donde nos acompañaba. Hna. Aida tú me con-fiaste la misión de anunciar tu Palabra, de denunciar valientemente el pecado social,a riesgo de mi propia seguridad y vida, a dar testimonio, con mi propia vida, de losvalores del Evangelio a todos los pueblos de Jesús de Machaca que tenía varias co-munidades (Jesús de Machaca y San Andrés de Machaca) eran distancias... para ca-minar a pie, conjuntamente con las hermanas: Carmencita Morales, Graciela, NelyRafaela, Nancy, otras de M.C.I. que pasaron por la comunidad.

El día 17 de mayo de 2011, pasaba de este mundo al Padre, dspués de una rá-pida enfermedad que acabó con su vibrante vitalidad. En la Comunidad de la casaGortti de M.C.I. dependiente de la Arquidiócesis de Santa Cruz, la tenemos presentecomo una entusiasta compañera en los trabajos del Reino. Han sido varios años desacrificios y desvelos, para formar agentes pastorales y atender a nuestra gente de-rramados desde su consagración religiosa como Misionera Cruzada de la Iglesia.

La Hermana Aida nos contaba cómo Nazaria llevaba a los pobres en su co-razón. Los consideraba la ‘herencia’ que el Señor le había asignado y trabaja-ba sin descanso por socorrer sus necesidades más elementales y por restau-rar su dignidad.

Y cuántas veces nos relataba las peripecias de Nazaria para sostener ‘La olladel pobre’ –comedor de pobres. Un día Nazaria pidió limosna para conseguir ali-mentos y un hombre escupió en su mano extendida. Ella con serenidad, y ánimosobrenatural le respondió: “Esto es para mí, ahora ¿qué me da para mis pobres?”

Hermana Aída, nos duele experimentar que te has ido. Ya no podemos hallarteen las calles ni en las casas. Te extrañamos en las misas y en el compartir festivodesde Jesús de Machaca. Buscamos tu sonrisa entre las jóvenes y las comunidadesde bases y las familias. Mas nos consuela saber que te has adelantado para hacer-nos campito en el hogar del cielo; nos anima la certeza de creer que ahora velas pornosotras junto a Madre Nazaria.

Ancha Munata Jullakita, nos estimulan las huellas de tu vida entregada. Nos con-forta comprender que vale la pena pasar por la vida haciendo el bien con el cuidadoesmerado con que lo hiciste tú. Ahora, en medio de la ausencia, intuimos que si-guieras haciendo presente para alentarnos en los trabajos del Evangelio; más aún,sentimos cómo nos murmuras suavemente esas palabras que te llenaron de santocoraje: “¡Por Cristo, la Iglesia, los y las herman@s; adelante siempre adelante!”.

Oh Señor Misericordioso dadle el descanso eterno a tu sierva Hermana Aída Salek.

La Familia Laymedesde Jesús de Machaca

Vallecas - Madrid, 27 de mayo de 2011

Aída querida, un viento moreno que mucho vuela me acercó tu noticia al oído, y enel corazón, de repente, se me agolparon a galope muchas cosas tuyas y mías... El galo-pe me traía, emociones, sensaciones, afecto, palabras, pero sobre todo ternura, ternuraque en algún momento construyó mi ternura, en tiempos de invierno y de soledades, aun-que es justo decir que también en momentos de alegría.

“Mis queridas Mila y Martita... Las tengo muy presentes en mi recuerdo, pasamostan buenos momentos juntas, ¡me decías..!

Aída querida, Martita, nuestra niña, tú sabes, cumplió ya 22 años.A nuestra niña la debes estar viendodesde la cumbre desde la que ahora nos miras.Nuestra niña está lejos de ti y de mí,ella está cumpliendo su destinoyo el mío,tú, el tuyo que ya se ha cumplido.Aída querida quiero decirte que de entre tantas cosas tuyas y mías, el galope, me

traía especialmente una, una que tiene que ver con nuestra niña, como tú la nombrabas.¿Recuerdas? A nuestra niña convocaste, jovencita era, y darle un regalo era el mo-

tivo; regalo envuelto en papeles de colores, muchos colores y con el regalo, tu pala-bra... Nuestra niña escuchó de ti la razón del abrigo del papel que lo envolvía.

Papel que al regalo le daba calor, color y amor, servido en una caja que no de cris-tal, envuelta en paño de lino, atado con lazos de seda, que albergaba tu cariño y tupalabra. A ella le contabas cómo el regalo nos trae ilusión, sorpresa y sueños con aro-ma de flores que antes de desenvolverlo y mirarlo nos acerca al cariño de quien noslo regala. Y los soles de los ojos de nuestra niña te miraban y miraban los papeles decolores en tus manos que, tu cariño envuelto, acariciaban.

Hoy no recordaremos el regalo, recordamos la palabra, el calor, el cariño y la ter-nura que de ti siempre recibimos. Gracias por tu cercanía.

Cuando el viento moreno que tanto vuela me trajo la noticiade que las estrellas ya eran tu cama,lamenté la distancia, lamenté el silencio, lamenté no haberte buscado más y una

emoción bien triste me embriagó por un rato... pero sólo por un rato, porque sé quedesde donde estás seguirás diciéndonos “Mis queridas Mila y Martita... Las tengo muypresentes en mi recuerdo, ¡pasamos tan buenos momentos juntas!

Te recordaré siempre con mucho cariño por muchas cosas y además, por el re-galo a nuestra niña Marta, como tú la nombrabas, y por tu abriguito gris y el frío deaquel invierno...

Con mi cariño, un beso bien grande, AídaMila, ¡tu vallecana!

En memoria de HermanaAída Salek, M.C.I.

En memoria de HermanaAída Salek, M.C.I.

Hace algunos años, aún siendo seminarista, se cruzó una monja pequeña en micamino, con unas ganas de comunicarnos a un grupo de personas el carisma de Na-zaria, durante ese tiempo aprendí muchas cosas. Después más tarde ella fue elegi-da Superiora General, y yo Sacerdote, el contacto se mantuvo, y eso hizo posible miviaje a Bolivia, allí ante la tumba de la Madre nació mi deseo de unirme a la familiade Nazaria Ignacia como sacerdote.

A mi vuelta se lo conté a Aída, así poco nació el grupo de los “Sacerdotes Ami-gos del Carisma de Nazaria Ignacia” a través de varios escritos, y del acompaña-miento de Aída, dimos los primeros pasos hasta llegar al presente, donde hace unosmeses la visitamos en Santa Cruz en nuestro segundo encuentro, compartiendo conella la alegría de la familia que crece con nuevos miembros.

Lo que más me llamó la atención de Aída fue sus ganas de socializar el carisma,que rompiera los muros, y hacer realidad el sueño de Nazaria donde hombres y mu-jeres hicieran la cruzada de Amor entorno al Papa. Y por esas ganas creció la fami-lia en todos los lugares.

Yo le tengo que agradecer mucho a Aída, por acompañarnos a los sacerdotes ennuestros primeros pasos en nuestra incorporación a la Familia. Pero personalmenteme ha ayudado en muchas ocasiones a vivir mi sacerdocio al modo de Nazaria en-tregado al Pueblo y unido a la Iglesia. Sólo puedo decir ¡Gracias Aída!

Aurelio Carrasquilla Jerez (SACNI)

Se cruzó en mi caminoSe cruzó en mi camino