a per tura jimenez

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1 Palabras de inauguración del señor Tomás Jiménez Araya Representante del FNUAP en Nicaragua y Director para Costa Rica y Panamá Buenos días y bienvenidos a este Taller Subregional de Sistemas de Indicadores del Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo. Quiero expresarles nuestro agradecimiento desde el FNUAP y también desde la agencia hermana CEPAL, por su asistencia a este evento. Espero que el Taller realmente produzca un avance sustantivo hacia el propósito común de establecer mecanismos y sistemas nacionales de indicadores que permitan que cada país pueda dar seguimiento al cumplimiento de sus compromisos asumidos en la Conferencia de El Cairo. Al mismo tiempo, los sistemas nacionales de indicadores permitirán evaluar en qué medida las metas planteadas se están cumpliendo y, sobre todo, verificar que el país esté logrando avances significativos en la reducción de las disparidades y los atrasos respecto a los objetivos de El Cairo.

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Page 1: A Per Tura Jimenez

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Palabras de inauguración del señor Tomás Jiménez Araya

Representante del FNUAP en Nicaragua y Director para Costa

Rica y Panamá

Buenos días y bienvenidos a este Taller Subregional de Sistemas

de Indicadores del Programa de Acción de la Conferencia

Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo.

Quiero expresarles nuestro agradecimiento desde el FNUAP y

también desde la agencia hermana CEPAL, por su asistencia a este

evento. Espero que el Taller realmente produzca un avance

sustantivo hacia el propósito común de establecer mecanismos y

sistemas nacionales de indicadores que permitan que cada país

pueda dar seguimiento al cumplimiento de sus compromisos

asumidos en la Conferencia de El Cairo. Al mismo tiempo, los

sistemas nacionales de indicadores permitirán evaluar en qué

medida las metas planteadas se están cumpliendo y, sobre todo,

verificar que el país esté logrando avances significativos en la

reducción de las disparidades y los atrasos respecto a los

objetivos de El Cairo.

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Quisiera aprovechar la ocasión para referirme muy brevemente,

desde la visión del FNUAP, a lo que nos parece que son algunos de

los puntos sustantivos que deberían articular la acción de cada

país y, sobre todo, la articulación de acciones nacionales a un

nivel regional y también en un plano internacional. Porque no

deberíamos olvidar que en definitiva este ejercicio de seguimiento

a las metas en el área de población y desarrollo es una pieza más

de un sistema o mecanismo nacional, regional e internacional,

que trata de seguir y evaluar el avance hacia toda esa

constelación de metas que se fueron estableciendo a lo largo de la

década de los 90 en la serie de Cumbres y Foros Internacionales

que, en cierto modo, estableció una agenda de desarrollo

internacional.

En ese sentido quisiera referirme, en primer lugar, a que

deberíamos hacer un esfuerzo todos, en conjunto, por hacer una

lectura más integral del Programa de Acción de El Cairo. Creo

expresar una visión, ya ampliamente compartida, de que por

razones históricas, perfectamente explicables y que ahora no

vienen al caso detallar, el Programa de Acción de El Cairo y los

resultados de la Conferencia quizás focalizaron la acción en un

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área sustantiva y muy estratégica, pero no única, del Programa de

Acción: el área de la salud sexual y reproductiva.

Si ahora con la distancia de los seis años transcurridos desde

entonces uno hiciera una nueva lectura del Programa de Acción,

vería que hay áreas, con metas y objetivos claramente señalados y

especificados, que hasta ahora no han recibido la atención que

merecen. Y quizás la causa de esta situación sea esa lectura un

tanto reduccionista que se hizo del Programa de Acción,

centrándolo casi exclusivamente en el área de la salud

reproductiva.

Esto es particularmente significativo en el caso de América Latina,

donde las estrategias generales de desarrollo y las políticas

públicas en áreas claves, como son la salud y la educación,

directamente ligadas a la reducción de la pobreza, tienen

vinculaciones muy claras con temas emergentes de la dinámica de

población, quizás más visibles en América Latina, que en otras

partes de los países en desarrollo. Me estoy refiriendo sobre todo

al cambio de la estructura por edades de la población, el

progresivo envejecimiento en algunos países, los movimientos

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migratorios, tanto dentro de los países como a escala

internacional, la urbanización, la distribución de la población en el

territorio y en qué medida esa distribución está añadiendo

factores de riesgo a la vulnerabilidad ambiental y social, cada vez

más visible en Centroamérica.

Todos esos temas están también presentes en el Programa de

Acción, no sólo el área de salud sexual y reproductiva. Creo que

sería muy interesante tenerlos en cuenta a la hora de establecer

los sistemas de indicadores que cada país está tratando de

estructurar para tener una lectura más integral de los avances

pero también para visualizar las vinculaciones existentes entre las

diferentes áreas.

Es decir, no se trata de que ahora pongamos un énfasis en las

estrategias de población y desarrollo a costa de restarle atención

al área de salud sexual y reproductiva, sino más bien de ver cuáles

son las vinculaciones horizontales entre un área y otra, y valorar

en qué medida estos indicadores pueden reflejar esa interacción

en el marco, por supuesto, de las estrategias prioritarias para casi

todos los países aquí representados, que tienen que ver con la

reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible.

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Entonces, en primer lugar quería enfatizar esa necesidad de hacer

una lectura mucho más integral y menos reduccionista del

Programa de Acción del Cairo, a la hora de establecer sistemas de

indicadores en seguimiento a las metas, y contemplar la

necesidad de incluir también esos otros indicadores no

estrictamente ligados a la salud reproductiva.

El otro punto que quería mencionar, es que, evidentemente, no

se trata de hacer un ejercicio puramente formal o académico de

establecer un sistema de indicadores para medir los avances. Es

decir, eso tiene sentido en la medida de que sirva como un

mecanismo de orientación de las políticas públicas. Entonces, no

se trata aquí de hacer un ejercicio puramente analítico ni técnico.

Estos sistemas de indicadores, evidentemente sí deben ser fiables

y coherentes desde el punto de vista técnico, pero sobre todo

tienen que servir para orientar las políticas públicas. En primer

lugar, para la asignación de recursos. Los indicadores ayudan a

establecer en qué medida los avances en cada área son

suficientes y por lo tanto, orientan la asignación de recursos a las

diversas áreas en función de su prioridad y grado de avance. Así,

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los sistemas de indicadores deben ser, sobre todo, mecanismos

orientados a fundamentar la toma de decisiones.

Otro aspecto importante es que esos mecanismos de seguimiento

y evaluación tienen que tener sostenibilidad, es decir, tienen que

tener institucionalidad. Es decir, de poco serviría contar con un

sistema de indicadores si no hubiera una apropiación nacional de

su importancia y ausencia de una institución responsable de su

gestión para realizar periódicamente el monitoreo y la evaluación

de las metas del Programa de Acción de El Cairo. La sostenibilidad

e institucionalidad de los sistemas de indicadores debemos

plantearla en la medida de lo posible en una doble dimensión,

política y técnica.

Por otra parte, los mecanismos de seguimiento a la conferencia

de El Cairo, deben vincularse y conectarse con los esfuerzos en

marcha para el establecimiento de indicadores y el seguimiento

de las estrategias generales de reducción de la pobreza y de

desarrollo de los países. De poco serviría perfilar y perfeccionar un

área específica, por importante y transversal que sea, como el

área de población, si no se vincula al esfuerzo más integral y

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macro, por así decirlo, de las estrategias generales de desarrollo o

de reducción de la pobreza.

Desde la perspectiva de Naciones Unidas, yo diría que hay una

necesidad clara de vinculación entre todas las propuestas que

están surgiendo sobre todo de las instituciones financieras

internacionales (FMI, Banco Mundial, BID). Hay un proceso de

repensar, de modificar en cierto modo el cuadro de

condicionalidades e incluso el formato de los programas de ajuste

estructural, con un nuevo diseño muy ligado a las estrategias de

reducción de la pobreza y que, en cierto modo, van a enmarcar

los acuerdos de los países con estas instituciones financieras.

Por otro lado, el sistema de Naciones Unidas está en un proceso

de reforma que, como ustedes saben, apunta hacia la integración

de su programación en un marco común (UNDAF). Todas las

agencias progresivamente vincularán sus acciones en un

programa común. Por ello, sería deseable que los sistemas de

indicadores tuvieran una convergencia lo más coherente posible

con el quehacer del sistema de Naciones Unidas y, en definitiva,

los países dispusieran de un marco de referencia homogéneo y

realmente único, en el que se articulen todas las acciones para el

desarrollo.

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Creo que ese es otro de los aspectos que este sistema nacional de

indicadores para la vigilancia y el seguimiento de las metas de El

Cairo debe tener en cuenta para insertarse en ese marco más

amplio y más articulado.

Finalmente, no perdamos de vista que estamos creando un

instrumento, es decir, los sistemas de indicadores no constituyen

un fin en sí mismos. Si para algo deben servir, como decía

anteriormente, es precisamente para guiar la acción pública, para

que los tomadores de decisión puedan, por un lado, evaluar en

qué medida se está avanzando hacia las metas, pero, sobre todo,

puedan tener criterios solventes y coherentes a la hora de asignar

los recursos.

Creo que esa necesidad de vinculación de los sistemas a esos fines

de las políticas públicas es fundamental. Especialmente, si se

tiene en cuenta que hasta ahora las políticas sectoriales han

estado, en cierto modo, marchando por sendas separadas y cada

una de ellas, en el mejor de los casos, ha dispuesto de sus propios

indicadores con escasa articulación nacional.

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Debemos entonces apuntar a que uno de los resultados de este

Taller sea recomendar precisamente el establecimiento de esas

vinculaciones entre los indicadores. El sistema de indicadores

debe permitir dar seguimiento al cumplimiento de las metas de El

Cairo, pero además debe contribuir a la acción articulada de los

ministerios relevantes, en este caso fundamentalmente de Salud,

Educación y otros ministerios e instancias ligados a la planificación

económica y territorial.