a elena

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A Elena. To Helen, Edgar Allan Poe (1809-1849) Te ví una vez, sólo una vez, hace años: no debo decir cuantos, pero no muchos. Era una medianoche de julio, y de luna llena que, como tu alma, cerníase también en el firmamento, y buscaba con afán un sendero a través de él. Caía un plateado velo de luz, con la quietud, la pena y el sopor sobre los rostros vueltos a la bóveda de mil rosas que crecen en aquel jardín encantado, donde el viento sólo deambula sigiloso, en puntas de pie. Caía sobre los rostros vueltos hacia el cielo de estas rosas que exhalaban, a cambio de la tierna luz recibida, sus ardorosas almas en el morir extático. Caía sobre los rostros vueltos hacia la noche de estas rosas que sonreían y morían, hechizadas por ti, y por la poesía de tu presencia. Vestida de blanco, sobre un campo de violetas, te vi medio reclinada, mientras la luna se derramaba sobre los rostros vueltos hacia el firmamento de las rosas, y sobre tu rostro, también vuelto hacia el vacío, ¡Ah! por la Tristeza. ¿No fue el Destino el que esta noche de julio, no fue el Destino, cuyo nombre es también Dolor, el que me detuvo ante la puerta de aquel jardín a respirar el aroma de aquellas rosas dormidas? No se oía pisada alguna; el odiado mundo entero dormía, salvo tú y yo (¡Oh, Cielos, cómo arde mi corazón al reunir estas dos palabras!). Salvo tú y yo únicamente. Yo me detuve, miré... y en un instante todo desapareció de mi vista (Era de hecho, un Jardín encantado). El resplandor de la luna desapareció,

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A Elena.To Helen, Edgar Allan Poe (1809-1849)

Te v una vez, slo una vez, hace aos:no debo decir cuantos, pero no muchos.Era una medianoche de julio,y de luna llena que, como tu alma,cernase tambin en el firmamento,y buscaba con afn un sendero a travs de l.Caa un plateado velo de luz, con la quietud,la pena y el sopor sobre los rostros vueltosa la bveda de mil rosas que crecen en aquel jardn encantado,donde el viento slo deambula sigiloso, en puntas de pie.Caa sobre los rostros vueltos hacia el cielode estas rosas que exhalaban,a cambio de la tierna luz recibida,sus ardorosas almas en el morir exttico.Caa sobre los rostros vueltos hacia la nochede estas rosas que sonrean y moran,hechizadas por ti,y por la poesa de tu presencia.

Vestida de blanco, sobre un campo de violetas, te vi medio reclinada,mientras la luna se derramaba sobre los rostros vueltoshacia el firmamento de las rosas, y sobre tu rostro,tambin vuelto hacia el vaco, Ah! por la Tristeza.

No fue el Destino el que esta noche de julio,no fue el Destino, cuyo nombre es tambin Dolor,el que me detuvo ante la puerta de aquel jardna respirar el aroma de aquellas rosas dormidas?No se oa pisada alguna;el odiado mundo entero dorma,salvo t y yo (Oh, Cielos, cmo arde mi coraznal reunir estas dos palabras!).Salvo t y yo nicamente.Yo me detuve, mir... y en un instantetodo desapareci de mi vista(Era de hecho, un Jardn encantado).

El resplandor de la luna desapareci,tambin las blandas hierbas y las veredas sinuosas,desaparecieron los rboles lozanos y las flores venturosas;el mismo perfume de las rosas en el aire expir.Todo, todo muri, salvo t;salvo la divina luz en tus ojos,el alma de tus ojos alzados hacia el cielo.Ellos fueron lo nico que vi;ellos fueron el mundo entero para m:ellos fueron lo nico que vi durante horas,lo nico que vi hasta que la luna se puso.Qu extraas historias parecen yacerescritas en esas cristalinas, celestiales esferas!Qu sereno mar vaco de orgullo!Qu osada de ambicin!Ms qu profunda, qu insondable capacidad de amor!

Pero al fin, Diana descendi hacia occidenteenvuelta en nubes tempestuosas; y t,espectro entre los rboles sepulcrales, te desvaneciste.Slo tus ojos quedaron.Ellos no quisieron irse(todava no se han ido).Alumbraron mi senda solitaria de regreso al hogar.Ellos no me han abandonado un instante(como hicieron mis esperanzas) desde entonces.Me siguen, me conducen a travs de los aos;son mis Amos, y yo su esclavo.Su oficio es iluminar y enardecer;mi deber, ser salvado por su luz resplandeciente,y ser purificado en su elctrico fuego,santificado en su elisaco fuego.Ellos colman mi alma de Belleza(que es esperanza), y resplandecen en lo alto,estrellas ante las cuales me arrodilloen las tristes y silenciosas vigilias de la noche.Aun en medio de fulgor meridiano del da los veo:dos planetas claros,centelleantes como Venus,cuyo dulce brillo no extingue el sol.