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Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VI, n. 31 14
La educación liberadora como instrumento de
emancipación del ser humano: una relectura del
Libro de Job a partir de los conceptos de Paulo
Freire Natalino das Neves
*
Luis Alexandre Solano Rossi**
Resumen: Considerando que en la actualidad se han multiplicado las prácticas de
dominación de personas por parte de sistemas religiosos que ejercen la
deshumanización, el presente artículo se propone identificar, a partir de una relectura
freireana, la práctica educativa teológica presente en el Libro de Job y si ella persiste
en la contemporaneidad. Para esto, en un principio se aborda la concepción de
educación que Paulo Freire presenta en el libro Pedagogía del oprimido y a partir de
esa concepción se realiza una relectura del Libro de Job. Se trata de una investigación
de abordaje cualitativo demostrando como resultado que los dos conceptos de Paulo
Freire (educación bancaria y educación liberadora) se encuentran en el Libro de Job.
Esta investigación es importante principalmente para la educación teológica, ya que
los conceptos educación bancaria y educación liberadora continúan siendo
practicados, destacando el crecimiento de la educación bancaria, identificada
actualmente en la teología de la prosperidad.
Palabras clave: Educación, Paulo Freire, teología, Libro de Job, Antiguo
Testamento.
* Maestría en Teología por la Pontificia Universidad Católica de Paraná (PUCPR) y en Tecnología
por la Universidad Tecnológica Federal de Paraná (UTFPR). Gerente del Departamento de
Gestión. E-mail: [email protected]. **
Doctor en Ciencias de la Religión por la Universidad Metodista de São Paulo (Umesp). Profesor
del Programa de Pos Graduación en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Paraná
(PUCPR). E-mail: [email protected].
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Introducción La historia de la humanidad demuestra cómo la educación ha influenciado en la
formación de los pueblos como un instrumento poderoso de difusión de ideologías que,
infelizmente, no siempre contribuye a la humanización y al crecimiento del ser humano,
sino a la dominación por una minoría.
La propagación de ideologías es una forma de dominación, ya que ellas sirven para
prescribir “a los miembros de la sociedad lo que deben pensar y cómo deben pensar, lo que
deben valorizar y cómo deben valorizar, lo que deben sentir y cómo deben sentir, lo que
deben hacer y cómo lo deben hacer” (Chauí, 1980, p. 114).
La importancia de la educación en la formación de los pueblos y en el servicio del
mantenimiento de ideologías continúa acentuada para el control y perpetuación de prácticas
y estructuras de poder, ya que ella interfiere en la consciencia y formación del individuo.
En el contexto teológico y religioso no es diferente. Las instituciones religiosas, en el
intento de mantener sus ideologías y control sobre los fieles, utilizan la educación para
mantener sus miembros fieles a las prácticas y a los liderazgos.
La sociedad contemporánea, formada por una sociedad de consumo, donde el
inmediatismo y la búsqueda desenfrenada por el crecimiento económico y estatus
determinan la forma de vida de las personas, han influenciado las prácticas teológicas.
Denominaciones en la búsqueda de respuestas a las necesidades generadas por esa
sociedad han ofrecido lo que Rossi (2007) llama teología consumista, que pone a
disposición de los consumidores experiencias espirituales innovadoras, con resultados
rápidos, en cantidad y con menores esfuerzos, listas y terminadas. En cambio, exigen la
fidelización de esos consumidores, así como también la pasividad, complicidad y sumisión
ciega.
En un ambiente donde la mercantilización de la sociedad ha moldeado prácticas
religiosas y prestado servicio a la deshumanización, se hace necesaria la búsqueda por una
práctica educativa que contribuya a la emancipación del ser humano.
El resultado de esta investigación contribuye a una reflexión de todo educador serio
que se preocupa con el papel de la educación en la sociedad y en la formación del ser
humano, y que está en la búsqueda de una educación para la construcción de individuos
como sujetos de la propia historia, inconclusos, éticos y solidarios, así como también para
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el educador que también posee el hospedero de la educación bancaria dentro de sí, pero que
puede ser emancipado.
La concepción freireana de educación Para Paulo Freire (2005, p. 65-68) existen dos clases en nuestra sociedad: opresores y
oprimidos. La primera representada por una minoría que oprime y controla a la segunda,
que es oprimida y alienada. La mayoría es controlada por la minoría.
A la educación que sirve como instrumento de la minoría para la domesticación de la
mayoría Paulo Freire la llama bancaria, donde el oprimido recibe un contenido
previamente formateado por el sistema opresor dominante, que tiene interés en el
mantenimiento del status quo.
En esa educación el educador es el sujeto que deposita los comunicados en el
educando, que funciona como vasija a llenar, que recibe, memoriza y repite los
comunicados, en una relación estrictamente verticalista, verbalista y autoritaria, donde los
dominadores, que se consideran superiores, son los dueños y definidores de los contenidos,
y los dominados, considerados inferiores, son los que reciben pasivamente y se adaptan a la
realidad impuesta.
Tal forma de práctica presupone un mundo armonioso y sin contradicciones que sirve
para mantener la ingenuidad de la clase oprimida y favorece el sistema de dominación.
Cuanto más el educador deposita contenido narrado, mejor será evaluado; y el educando,
cuanto más se deje pasivamente ser llenado como simple recipiente, mejor será evaluado.
Cuanto más el educando actúe de forma ingenua y pasiva, más los intereses de los
opresores serán atendidos. Los opresores son también, considerados generosos por el
depósito efectuado por su humanitarismo (falsa generosidad), que es diferente de
humanismo.
Lo que se busca es el mantenimiento de la ideología impuesta, nunca una orientación
para la concientización del educando. A pesar del servicio a que se prestan, según Freire,
algunos educadores no lo hacen conscientemente y las contradicciones con la realidad
diaria del educando, impuestas por la educación bancaria, podrán producir naturalmente, en
determinado momento, la revolución de los oprimidos.
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Tal educación conduce a la muerte del ser humano, como afirma Freire (p. 74): “La
opresión del yo es un control aplastante, es necrófila. Se nutre del amor a la muerte y no del
amor a la vida”. Esta práctica educativa no es novedad, ya que en todas las épocas
dominadores en defensa del mantenimiento del poder siempre monopolizaron a la clase
dominada, no permitiendo que ella pensase (Freire).
Dobberahn (1991) cita a Freire para conceptuar la educación como una transmisión
de valores que simbolizan la autoridad que está por detrás de esta, por lo tanto desnuda de
neutralidad, ya que cada educación sirve a intereses específicos.
Según Paulo Freire, la educación bancaria es una educación anti dialógica y presenta
cuatro características para definirla: la conquista, dividir para mantener la opresión, la
manipulación y la invasión cultural, siendo que las tres últimas sirven a la primera. Surge,
entonces, la necesidad de una nueva educación que evidencie la comunicación entre
educador y educando, que no se proponga solo al acto de depositar conocimientos
predeterminados, sino que sea dialógica.
Los educandos domesticados, al percibirse como tal, no tienden a tener una reacción
revolucionaria inmediata, por eso la necesidad de la acción del educador humanista y
revolucionario que se identifique con el educando para orientarlo. Esa acción debe estar
infundida de la profunda creencia en el poder creador del ser humano y en la relación de
compañerismo, al servicio de la liberación y contra la educación que sirve a la opresión y a
la muerte del ser humano (Freire).
Al contrario de la bancaria, en la educación problematizadora la función del educador
no es solo de educar, sino también recibir educación mientras enseña, educador y educando
son simultáneamente sujetos del proceso educativo.
El educador debe imponer un carácter altamente reflexivo, haciendo emerger en los
educandos el poder creador, problematizándolos como seres en el mundo y con el mundo,
desafiándolos a una “negación del hombre abstracto, aislado, suelto, desconectado del
mundo, así como también la negación del mundo como una realidad ausente de los
hombres” (Freire, p. 81) y al desvendar la realidad del mundo en que viven de forma
crítica, con vistas a la transformación creadora.
La práctica problematizadora reconoce al ser humano como inacabado, inconcluso,
en y con una realidad histórica igualmente incompleta. El punto de partida es el propio ser
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humano problematizando su situación, superando su percepción ingenua de la realidad y
creyendo en la transformación de la realidad por medio de su participación como sujeto y
no como objeto, en la búsqueda del ser más.
No obstante, esto no es posible en el aislamiento y en la individualidad, sino en la
solidaridad del existir de los seres humanos conscientes que están inconclusos y en la lucha
por su humanización. Esta educación no le sirve al sistema de dominación, ya que “ningún
„orden‟ opresor soportaría que todos los oprimidos pasasen a decir: „¿por qué?‟” (Freire, p.
83).
Mendonça (2008, p.145) afirma que la práctica educativa que lleva al ser humano a
reconocer su inconclusión y su estado permanente de estar siendo es que produce una
acción liberadora y afirma la creencia del ser humano creador y recreador de su propia
historia.
La esencia de esa educación como práctica de la libertad está en su práctica dialógica,
lo que Paulo Freire llama de dialogocidad. No hay diálogo cuando las palabras no están
comprometidas con la transformación, así como no alineadas con la praxis, no como simple
intercambio o deposito de ideas. Esta práctica debe ser un acto de creación de conquista de
los sujetos dialógicos, nunca para la dominación de un ser humano por otro (Freire).
La base para la formación de ese diálogo es el amor al mundo y a los seres humanos,
posible solo con la ausencia de la situación de opresión y arrogancia (Freire). El contenido
construido por la dialogocidad de la educación liberadora lleva al ser humano a percibir las
situaciones límite no solo como una frontera entre el ser y la nada, sino como una frontera
entre el ser y el más ser, que debe ser superada para la desaparición de la opresión
deshumanizante (Freire).
Para llegar a esa etapa, Freire enfatiza la necesidad de una metodología de
concientización que deberá conducir a la consciencia dominada a tener la visión totalizada
del contexto para, luego, estratificarla en partes y reconstruirla a partir de las partes,
analizando sus interacciones. Esto posibilitará una nueva postura crítica con relación a su
realidad hasta entonces no descubierta y la creación de un espacio para el aprendizaje.
Según Freire, esto solamente es posible cuando los educandos pasan de un nivel de
consciencia real o efectiva, cuando aún no perciben más allá de situaciones límites al nivel
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de consciencia máximo posible, cuando el individuo es capaz de ver más allá de las
situaciones límite y vislumbrar soluciones para la realidad concreta.
Por lo tanto, la problematización es caracterizada por un proceso de reconstrucción
del ser humano a partir de su historia o experiencia de vida, donde su desestabilización
inicial provoca una laguna del conocimiento adquirido, que lo conduzca a una búsqueda
permanente por nuevos conocimientos, considerando y creyendo en la transformación de la
realidad opresora y de la injusticia impuesta por instituciones en cuestiones políticas,
ideológicas, teológicas, entre otras, siendo capaz de generar una nueva práctica que
construya condiciones sociales más igualitarias e inclusivas.
No obstante, la libertad no se da solo en la construcción de la consciencia crítica de la
opresión por parte de los oprimidos, sino en la transformación de esa realidad por medio de
un trabajo de concientización y politización.
A pesar que los conceptos sobre educación de Paulo Freire son modernos, su práctica
no es aplicable solamente para los días actuales y para la educación secular, sino para la
historia de la humanidad y en todo el aspecto educativo, incluso el teológico.
La práctica educativa en el Libro de Job El Libro de Job es una obra especial entre las literaturas sapienciales de Israel, ya que
presenta una búsqueda de la sabiduría de vida, bajo la tutela del temor a Dios, a partir de un
cuestionamiento de la ideología predominante. La comprensión de este hecho le posibilita
al lector el entendimiento del modo sabio de vivir, libre de la dominación, en comunión
divina, exento de culpa y constreñimiento espiritual.
El Libro cuenta la historia de una colectividad que es representada por un personaje
llamado Job, que pasa por situaciones de tristeza y sufrimientos al perder sus bienes,
familia y salud, víctima de una ideología de opresión. Esto lo somete a una situación de
soledad, miedo y falta de perspectivas, llegando al límite de la tolerancia del ser humano.
Mientras tanto, su mayor sufrimiento es causado por el desconocimiento del motivo
de su dolor, que lo lleva a cuestionar su situación y la ideología legitimada por la propia
institución religiosa vigente, hasta entonces incuestionable, representada en el Libro por sus
amigos, que lo visitan en el momento de dolor y aflicción, pero con discursos en defensa
del sistema de dominación.
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Varios autores, como Rossi (2005), Storniolo (2008) y Gradl y Stendebach (2001),
afirman que el Libro contiene de un lado una parte textual en prosa (Job 1-2; 42.7-17), que
sirve como molde del Libro y, del otro lado, la parte textual en forma de poesía (3.1–42.6),
como parte central del Libro. Y los capítulos 28 y 32-37, además del 42,12-17, como
agregados posteriores. Shreiner (2004) refuerza que es fundamental la distinción del cuadro
narrativo (prosa) de la parte de los diálogos (poesía) para la interpretación del Libro.
El tema del sufrimiento del inocente es un tema presente tanto en Oriente como en
Occidente, incluso anterior al segundo milenio antes de Cristo. Surgió a partir de la
opresión impuesta por las grandes potencias a lo largo de la historia, que generaron una
onda general de pesimismo y escepticismo (Storniolo). Siendo Job, según Rossi (2005),
proverbial entre los judíos exilados.
Por lo tanto, textos antiguos fueron utilizados para hacer parte del molde del Libro en
forma de prosa (Job 1-2; 42,7-11), pero Shreiner afirma que no es posible definir si fueron
total o parcialmente absorbidos por el autor del Libro.
Otro punto importante a ser destacado es el personaje de Job, que, según Storniolo,
debe ser encarado colectivamente (tres cuartos de la población israelí), y, según Rossi
(2005, p. 14), se identifica con los “muchos campesinos que perdieron sus rebaños, sus
tierras e incluso hasta sus hijos e hijas” durante la dominación del Imperio Persa.
En ese periodo la explotación de los campesinos era doble: Imperio Persa (externa) y
líderes religiosos judaicos (interna). La primera explotación se daba por medio de un
innovador sistema de cobranza de pesados tributos impuestos sobre los campesinos. La
segunda explotación se daba por medio de ricos comerciantes ligados a las familias de los
jefes de los sacerdotes que controlaban el templo y utilizaban el sistema de cobranza de
impuestos en beneficio propio (Rossi, 2005; 2008).
Según Tünnermann (2001), una de las políticas persas que tuvo éxito fue la de
tolerancia religiosa y cultural, que favorecía a la aproximación y la complicidad de los
líderes religiosos de las naciones subyugadas, y que llevó a un significativo número de
personas de la población a la pobreza, miseria y esclavitud.
Rossi (2008, p. 36) afirma que “el Imperio Persa succionaba la vida del pueblo”. Tal
sistema de dominación debía ser sustentado por una ideología para mantenerse y evitar las
revueltas de los explotados y oprimidos, y los líderes del dogma de la retribución
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participaban del sistema, siendo además de cómplices, ejecutores de aquella política de
muerte. Para eso instrumentalizaban la educación como medio de domesticación de la
mayoría oprimida.
El autor del Libro de Job se propone responder a los cuestionamientos de esos
oprimidos y confrontar la influencia política, socioeconómica y teológica a que estaban
sometidos.
El diálogo de Job con los representantes de la educación tradicional sapiencial, que
tenía como punto fuerte la teología de la retribución, es la parte central que tematiza el
problema del libro (Gradl; Stendebach).
Después de los acontecimientos catastróficos, de la llegada de los tres amigos y del
silencio de siete días y noches, Job, en búsqueda de respuestas a los motivos de su
sufrimiento y desgracia, rompe el silencio. En ese momento, cambia de actitud, de paciente
pasa a ser rebelde y cuestionador.
Según Rossi (2008), bien diferente del símbolo de paciencia formado por la tradición.
Él toma la palabra, maldice el día en que nació, pide la muerte para sí y, contrariado con las
desigualdades e injusticias sociales, cuestiona a Dios (Job 3,23). No es solo un cambio de
actitud, sino también de estilo literario (de prosa a poesía), de autoría de los textos y época
de la escritura (Rossi, 2005).
El comportamiento de Job desencadena una serie de discursos que sigue un modelo,
en el cual Job alterna con sus amigos en una secuencia de tres diálogos en que discuten el
tema del sufrimiento del justo, teniendo como telón de fondo la teología de la retribución
(Ceresko, 2004).
El discurso de los amigos de Job siempre evidencian la defensa del dogma de la
retribución, entendimiento de que lo que acontecía al ser humano siempre era fruto de sus
acciones (buenas o malas). Argumentan que el Dios de su dogma protege los retos, por eso
son privilegiados y bendecidos. Acusan a Job de falsedad y de estar escondiendo algo
equivocado que supuestamente había cometido. Llaman a Job al arrepentimiento para poder
recibir las bendiciones derivadas de esa actitud.
Job es acusado de intentar destruir la educación que mantenía la religión vigente y de
juzgarse más sabio que su propia tradición por cuestionar sus conceptos. Sofar (Job 20,5-
29), procurando insinuar una falla en Job, afirma que la riqueza y el poder son conquistados
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por actos de injusticia y eso justifica la punición que reciben, insinuando que la riqueza
perdida por Job había sido conquistada injustamente.
Rossi (2005) enfatiza que en ningún momento los amigos de Job se refieren al
sufrimiento de Job, sino que se dedican a defender la educación de la teología oficial como
si fuese el acto principal, en detrimento de la vida.
Según Shreiner, si Job concordase con sus amigos estaría asumiendo la culpa y
rindiéndose a la educación teológica que ellos representaban. Al contrario, él contesta y no
implora su liberación del sufrimiento, sino la muerte o el debate con el propio Dios.
Job llama a sus amigos de consoladores inoportunos, ya que estaban en una situación
privilegiada y en nada lo ayudaban, solo empeoraban su sufrimiento con acusaciones. Se
siente abandonado, no acepta la acusación de sus amigos y pide un pleito judicial con el
Dios del dogma de la retribución, sin intermediarios. Mientras tanto, el sistema teológico
vigente pregonaba que todas las situaciones ya estaban definidas, nada podía ser diferente
de lo que estaba consolidado y solo los representantes formales podrían hablar con Dios.
Lo que le importa a Job ya no es la vida o la muerte, solo quiere ser escuchado y que
se rescate su honra, y para esto suplica por un redentor, el go’el. Según Storniolo (p. 34),
“en hebraico go’el es propiamente el rescatador de algo que se había perdido: la libertad
(Lv 25,47), la propiedad (Lv 25,33), o la propia vida, en caso de asesinato (Nm 35,21),
siendo que en este último caso el go’el es el vengador de la sangre, esto es, de la vida de la
persona asesinada”.
La defensa de Job va siendo cada vez más contundente para combatir los discursos
que representan el sistema educativo sapiencial y sus representantes legales. Habla sobre la
felicidad del injusto, que tiene familia feliz, no sufre, vive y muere en paz. Llega al ápice de
su discurso cuando afirma que todo eso ocurre justamente porque el injusto rechaza a Dios
y su proyecto y nadie lo juzga. Completa afirmando que la muerte iguala a todos, justos e
injustos (Job 21).
Según Storniolo, él estaba hablando de un cuarto de la población que representaba la
ideología dominante, que explotaba a los demás con violencia y opresión y vivía muy bien.
Según Simian-Yofre (2000), los discursos entre Job y sus amigos son
extremadamente contradictorios y nunca podrían acercarse.
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Una relectura freireana del Libro de Job Semejante al concepto de Paulo Freire, el contexto del Libro de Job presenta una
sociedad dividida en dos clases: Opresores y oprimidos. Los opresores son identificados
como los gobernantes del Imperio Persa, que realizaban la opresión externa, y los líderes
religiosos de Israel, que realizaban la opresión interna.
Según Rossi (2005, p. 172), el tipo de teología formada por la antieducación de la
teología tradicional solo podría interesar a ese grupo: “[...] interesa a todos los grupos
políticos, religiosos, económicos, etc., que desean ante de si personas mansas, honestas, de
buen comportamiento, respetuosas, educadas, que se sometan a todo y a todos, sin
sublevarse contra la injusticia y, principalmente, sin exigir sus propios derechos”.
Dobberahn también identifica esta división de clases al afirmar que el autoritarismo
de la educación hebraica conducía a la estratificación de clases y, a pesar que algunos
mecanismos de la ley protegían al menos favorecido, nunca fue una sociedad igualitaria.
Concuerda con Freire, afirmando que desde las antiguas sociedades de Oriente la educación
ha servido como instrumento de perpetuación del status quo vigente y como ejemplo cita a
Job 8,8ss.
Por lo tanto, la antieducación (teología de la retribución) de los tiempos de Job servía
como instrumento de una ideología de dominación, semejante a la educación bancaria
presentada por Freire, que sirve a una ideología de dominación, diseminada por la
educación como un sistema de pensamiento que legitima, justifica y contribuye al
mantenimiento del status quo vigente, impidiendo el cambio social. Chauí (p. 113-114)
hace un detalle del servicio que presta este tipo de ideología:
[...] la ideología es un conjunto lógico, sistemático y coherente de representaciones (ideas y
valores) y de normas o reglas (de conducta) que indican y prescriben a los miembros de la
sociedad lo que deben pensar y como deben pensar, lo que deben valorizar y como deben
valorizar, lo que deben sentir y como deben sentir, lo que deben hacer y como lo deben hacer.
Ella es, por lo tanto, un cuerpo explicativo (representaciones) y práctico (normas, reglas,
preceptos) de carácter prescriptivo, normativo, regulador, cuya función es dar a los miembros
de una sociedad dividida en clases una explicación racional para las diferencias sociales,
políticas y culturales [...] es la manera necesaria por la cual los agentes sociales representan
para sí mismos el parecer social, económico, y político, de tal suerte que esa apariencia (que
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no debemos simplemente tomar como sinónimo de ilusión o falsedad), por ser el modo
inmediato y abstracto de manifestación del proceso histórico, es el ocultamiento o la
disimulación de lo real
Por eso la teología oficial no podía dar respuestas a la situación de Job, ya que ella no
había sido instituida para ese fin y, como afirma Freire, tarde o temprano el oprimido iría a
rebelarse contra la educación bancaria, lo que ocurrió con Job cuando fue en busca de
respuestas. El problema es que Job cuestionaba una sentencia que, según la tradición
educativa religiosa de la época, ya estaba consumada por el Dios de la teología de la
retribución.
Según Storniolo, la fuerza del dogma de la teología de la retribución, que
privilegiaba solamente a los ricos y poderosos, colocaba al pobre y al sufriente en la
situación de condenado sin derecho a defensa, y quien lo defendiese estaría yendo contra el
propio Dios, por lo tanto estaría sujeto a la misma condena.
Tal era la condición de los tres amigos, en defensa de la religión, oprimiendo al
amigo sufriente y temiendo las consecuencias de un cuestionamiento a la ideología
dominante. Ese hecho se asemeja a lo que Freire llama miedo de la libertad y peligro de la
concientización, por causa de las inseguridades de las consecuencias, ya que para Freire el
opresor también necesita de liberación, pero para eso debe reconocer su situación de
opresor y dejar de serlo, transformando radicalmente la situación concreta que genera la
opresión.
Esa educación teológica no podía ser relevante para la sociedad de los días de Job,
como tampoco para la de los días actuales. Rossi (2008) cuestiona si una teología que
pregona la prosperidad y el éxito personal o colectivo como comprobación de la señal
irrefutable de la presencia de Dios es relevante para la Iglesia actual.
Si aplicamos ese cuestionamiento al contexto latinoamericano, que se presenta con
las características, guardadas a las proporciones, de la sociedad de los tiempos de Job
(sufrimiento, hambre, pobreza, opresión), las personas no tendrían la posibilidad de pensar
en Dios y en su Reino, ya que el espacio en que viven inviabiliza el espacio para un Dios
que privilegia solamente a los ricos, personas saludables y financieramente exitosas.
Las técnicas utilizadas por los amigos de Job (revelaciones, superioridad y autoridad
impuesta por la antieducación vigente) se asemejan a las del sistema dominante de la
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educación bancaria de Freire. Muchas denominaciones cristianas en los días actuales
utilizan la misma técnica.
Rossi (2008), hablando sobre líderes que representan la teología de la retribución,
afirma que ellos usan artificios de supuestas revelaciones para legitimar sus afirmaciones, y
alimentan el proceso de mercantilización de la fe con sus discursos apasionados con varias
promesas de asociación y compromiso de Dios, manipulando a sus oyentes que están en la
búsqueda de una liberación, conquista de prosperidad y éxito. Tales líderes
instrumentalizan textos bíblicos específicos para la dominación de los oprimidos que los
siguen.
Los amigos de Job insistentemente lo acusaban de ser culpado por la propia situación
y decían que debería arrepentirse de los supuestos errores cometidos. Semejante al servicio
que presta la educación bancaria, que forma personas con sentimiento de inferioridad y
culpa por medio de contenidos preparados que les impiden pensar y cuestionar a las
determinaciones superiores.
Rossi (2008) registra un episodio que presenció en una determinada iglesia: una fiel
de la congregación pidió una oración a causa de un problema de salud y, después de la
oración del líder y la no obtención de la cura, este justificó el fracaso de la misma y el
sufrimiento acusándola de pecados encubiertos.
Ese relato en mucho se identifica con la situación presentada de Job y de la clase de
oprimidos identificada por Freire. La teología que se mantiene y disemina por medio del
sistema educativo de esas congregaciones, forma personas alienadas, que no piensan y no
cuestionan, con el objetivo de mantenerlas pasivas, pacientes y acomodadas a la situación.
Viven bajo amenazas de ser condenadas por Dios en caso que se rebelen.
Dobberahn afirma que el pueblo de Israel era ambiguo y hospedaba al opresor dentro
de sí, lo que dificultaba una sociedad de igualdad, así como Freire afirma que una de las
grandes dificultades de liberación del oprimido es el hecho de ser hospedero del opresor.
La sociedad actual, regida por una ideología de dominación y opresión impuesta por el
sistema de capitalismo de producción, que privilegia una minoría, también genera seres
humanos ambiguos.
La industria del consumismo y la constante búsqueda del inmediatismo influencian
algunas teologías presentando la posibilidad de traer al tiempo presente lo que antes era
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prometido para un futuro escatológico, según lo afirma Rossi (2008, p. 95): “[...] Se puede
percibir una concepción milenaria en esa teología que valoriza el aquí y el ahora; una
posibilidad de acceso, ya en esta vida, a las prerrogativas, representadas por la posibilidad
de ascenso social y financiero, antes postergadas para la vida post mórtem”. Esto lleva a
muchos fieles a conflagrarse en la búsqueda de una posición de dominación.
Una educación que surge en el contexto latinoamericano y que reintroduce el tema
del sufrimiento del inocente en su propuesta, buscando superar o disminuir el dolor de los
oprimidos, es la teología de la liberación. Aún con sus contradicciones tiene el mérito de
traer a la discusión el tema del sufrimiento impuesto por una ideología (Grenzer, 2005).
Clodovis M. Boff (2008) hace una crítica a esa teología de la liberación afirmando
que tuvo un inicio prometedor, pero después pasó a valorizar más al pobre que a su propio
Cristo de los pobres y, como resultado, pasó a instrumentalizar la fe para la liberación.
También, argumenta que esta teología puede ser un instrumento para recordar el
deber de integración de la dimensión socio liberadora de la fe, protagonizada por los
pobres. Con la práctica de la fe en Dios y en las enseñanzas de Cristo como primer
principio.
La emancipación del ser humano solo es posible por medio de una educación
liberadora que tenga una acción en la realidad del oprimido y tenga como primer principio
las enseñanzas de Cristo, amor y respeto al próximo, con mediación de la fe.
La forma educativa para la emancipación propuesta por Paulo Freire puede ser
percibida en la actitud de Job al cuestionar la antieducación impuesta y en el
enfrentamiento de los opresores dominantes (Imperio Persa y líderes religiosos) para
cambiar la realidad.
Esta actitud coincide con una educación problemática, que se caracteriza por un
proceso de reconstrucción del ser humano a partir de su historia (experiencia de vida), que
genera una consciencia crítica de la opresión, crea una laguna que fuerza a la búsqueda
constante por nuevos conocimientos, afirma la esperanza de transformación de la realidad
por medio de un trabajo de concientización y politización, siendo capaz de generar una
nueva práctica que construya condiciones sociales más igualitarias e inclusivas.
Metodología y resultados
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Este estudio utilizó un abordaje cualitativo, con vistas a identificar la práctica
educativa presente en el Libro de Job y por cual práctica ella está representada en la
actualidad. Para esto, se buscó, a partir de dos conceptos principales de Paulo Freire, la
educación bancaria y la educación liberadora, una relectura del Libro de Job.
Como resultado, de esta relectura permitió percibir que los conceptos freireanos están
presentes en la concepción del autor del Libro de Job, además de presentar un Job diferente
que la tradición acostumbra a presentar, un personaje cuestionador y en busca de la
superación de su situación límite.
Otro resultado importante es la identificación de la teología de la prosperidad como
representante de la teología de la retribución en la actualidad, ya que esta fomenta la
negociación con Dios y la práctica de una religión mercantil e interesada.
Consideraciones finales Este estudio demostró que los conceptos de educación de Paulo Freire pueden ser
aplicados para una relectura de un texto bíblico, como el Libro de Job.
Con esta nueva óptica para la lectura del Libro, fue posible identificar que por detrás
de los discursos de los amigos de Job había una ideología que no toleraba el
cuestionamiento y que estaba al servicio de un sistema dominante, controlado por el
Imperio Persa, que representaba al gobierno civil de la región y de los líderes religiosos,
además de algunos de sus familiares que representaban el gobierno religioso.
La minoría controladora instrumentalizaba la educación para domesticar a la mayoría
que era oprimida, a los campesinos que habían perdido rebaños, tierras e incluso familiares,
representados en el Libro por el personaje principal, llamado Job.
Con el rompimiento del silencio de Job, surge una nueva práctica educativa, llamada
por Freire “educación liberadora”, que lleva al personaje a la superación de su situación
límite y a su propia emancipación, liberándose del hospedero opresor que hacía tanto
tiempo que lo controlaba por el miedo de cambiar.
Este estudio demostró que la educación liberadora conceptuada por Freire, presente
también en el Libro de Job, hace posible cambios en la situación política, socioeconómica
del pueblo, así como también en las prácticas religiosas. No obstante, quedó evidenciado
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que los cambios no vienen solos, deben surgir a partir de los oprimidos, no
individualmente, sino con la práctica de la solidaridad y de la consciencia colectiva.
Quedó evidenciado también que la práctica deshumanizadora ejercida por la
educación bancaria está presente en los días actuales y representada por la teología de la
prosperidad, que propaga una religión mercantil, donde los fieles son incentivados a hacer
intercambios con Dios, con promesas de obtener una vida próspera, aquí y ahora, siempre
que obedezcan a todas las normas y procedimientos previamente establecidos y
fundamentados en interpretaciones interesadas de la Biblia.
Este estudio provoca una reflexión del lector a una evaluación del servicio que ha
prestado el sistema educativo del que forma parte, queriendo conducir, a querer ser
conducido: la educación religiosa de la que participa ha propagado una religión gratuita,
con énfasis en la emancipación del ser humano, ¿o es una religión mercantil e interesada,
que atiende a la intereses personales, con énfasis en la opresión humana?
Se cree que esta reflexión, si es llevada adelante de forma seria y responsable, podrá
contribuir para una sociedad más justa y próspera.
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