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Iremos más allá del horizonte En esta tierra Alguien una vez que España era tierra exótica y tenía razón. Desde el famosísimo inglés Lord Byron ya quedó él encandilado de nuestra tierra. Desde Catalunya hasta Andalucía, pasando por Madrid, Castilla, Galicia o el País Vasco, cada trozo de nuestro puzle, llamado Península Ibérica, es un mundo. Nuestra tierra, ha vivido y ha soportado grandes pesos y grandes barbaries. Puede que nosotros no seamos conscientes pero esta tierra todo lo vive, todo lo sufre, todo lo traga. Después es fuerte y luchadora y vuelve a renacer como el ave Fénix. La última calamidad fue una gran masacre. Una gran barbarie que nos ha dejado cicatriz: la guerra civil. Luchamos como animales ¿y para qué? Para matarnos entre familiares, amigos, hermanos. El hombre es un ser extraño, si yo ahora le pidiera a una madre que sacrificara a su hijo me insultaría. La batalla fue muy cruel, dura, larga y muchísima gente perdió muchas personas muy queridas. Si en esta tierra que todo lo vive, todo lo ve y todo lo traga pasó eso, pero en esta tierra nadie olvida. Carne en polvo Huelva, Andalucía, de las tierras más calurosas y más desquiciantes de todo la Península. Sus gentes son vagas, siempre están haciendo la siesta y bailando sevillanas, al menos eso es lo que se dice.

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Page 1: Web viewSus gentes son vagas, siempre están haciendo la siesta y bailando sevillanas, al menos eso es lo que se dice. Era un lunes, como cualquier otro lunes,

Iremos más allá del horizonte

En esta tierra

Alguien una vez que España era tierra exótica y tenía razón. Desde el famosísimo inglés Lord Byron ya quedó él encandilado de nuestra tierra. Desde Catalunya hasta Andalucía, pasando por Madrid, Castilla, Galicia o el País Vasco, cada trozo de nuestro puzle, llamado Península Ibérica, es un mundo.

Nuestra tierra, ha vivido y ha soportado grandes pesos y grandes barbaries. Puede que nosotros no seamos conscientes pero esta tierra todo lo vive, todo lo sufre, todo lo traga. Después es fuerte y luchadora y vuelve a renacer como el ave Fénix.

La última calamidad fue una gran masacre. Una gran barbarie que nos ha dejado cicatriz: la guerra civil. Luchamos como animales ¿y para qué? Para matarnos entre familiares, amigos, hermanos. El hombre es un ser extraño, si yo ahora le pidiera a una madre que sacrificara a su hijo me insultaría. La batalla fue muy cruel, dura, larga y muchísima gente perdió muchas personas muy queridas.

Si en esta tierra que todo lo vive, todo lo ve y todo lo traga pasó eso, pero en esta tierra nadie olvida.

Carne en polvo

Huelva, Andalucía, de las tierras más calurosas y más desquiciantes de todo la Península. Sus gentes son vagas, siempre están haciendo la siesta y bailando sevillanas, al menos eso es lo que se dice.

Era un lunes, como cualquier otro lunes, solo que esta vez hacía frío (cosa extraña en Andalucía). En Río Tinto se aproximaba un nuevo miembro para ese pueblo pequeñito. Era el 18 de noviembre, las doce del mediodía y no habían demasiados medios de sanidad en 1929 en un “mini-pueblo”.

Allí de la mano de Manuela Fernández y José Sánchez nacía su segundo hijo Sebastián Sánchez Fernández en un pequeño hogar campestre.

El niño nació con fuerza y espíritu pero circunstancias externas a él, hicieron de él un hombre luchador.

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Sebastián iba al colegio del pueblo donde de pequeño le enseñaron junto con los demás niños y niñas del pueblo.

Pasaban los años e iba creciendo. Un año, llegaron como cada verano las fiestas del pueblo un 16 de julio de 1936. Él como juguetón que era, sus padres lo llevaron a los caballitos y a las nueve de la noche un guardia civil los hizo regresar a casa ya que las cosas y los acontecimientos estaban turbulentos. Él no entendió nada.

Al día siguiente entraron al pueblo gente extranjera muy morena de piel con altos caballos que a él le sorprendieron muchísimo. Francisco Franco había entrado a España por Ceuta des de África, con intención de apoderarse de ella. El pueblo cayó en breve.

Sus padres seguían adelante ante las adversidades que les venían encima. José Sánchez trabajaba duramente en las minas del pueblo y su madre trabajaba lo que podía el campo.

Río Tinto con la llegada de los falangistas tuvo que ponerse a merced de ellos, así que desde bien pequeños los niños pertenecían a grupos de adoctrinamiento franquista. Mi abuelo, hoy en día me recuerda siempre “¡Soy el único que puedo decir y tengo el orgullo de no haber formado parte de ellas en mi vida!”. Después me diría que por esa razón se le cerraron muchísimas puertas como a la del mundo laboral.

Con sus nuevas “reformas” también llegaron los famosos fusilamientos. Durante un año entero desde su casa oían disparos día y noche y después pasaban los camiones de la muerte amontonando blancos cuerpos por delante de su casa, pues se encontraban cerca del cementerio.

Mi abuelo seguía siendo un niño por entonces tenía once años así que jugaba arriba del todo de un monte que había cerca de allí. Un buen día, por debajo de la colina pasó una camioneta del cuál saltó un hombre con la cabeza tapada, le dispararon. Mi abuelo asustadizo, bajo rápidamente del monte hacia su casa, y Manuela Fernández, lo entendió todo. Aquel fusilamiento del año 40 sería el último en toda la historia del pueblo.

Dentro de la cueva del lobo

La vida, diferente a la de antes, continuaba. Sebastián iba al colegio y a la vez crecía. Académicamente valí muchísimo y el profesor avisó a sus padres para comunicarles su gran capacidad intelectual. Así pues les recomendó que hiciera una carrera y uso estudios profesionales. Mi abuelo, por aquel entonces y durante toda la vida, ha querido ser médico. Pero con ocho pesetas diarias no daba apenas para una carrera.

El tiempo no se detenía y ya era hora que Sebastián buscara faena y se encontró las puertas cerradas en muchos sitios por no pertenecer desde pequeño a la agrupación falangista del pueblo. Su padre, mi bisabuelo, trabajaba en las minas, pero quién entraba allí ya no salía vivo. Mi bisabuela no quería un hijo muerto a los 40 años de edad.

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Minas de Río Tinto

Barcelona tiene un color especial

Por fin llegó la gran oportunidad a mi abuelo. La hermana de mi bisabuela, Tía Belina, vivía a Barcelona con su hija Aurora y Salomé, primas de mi abuelo. Un buen día decidieron ir al pueblo a visitar la familia y fue entonces cuando la abuela Manuelita (como suelo llamar yo a mi bisabuela), le pidió por favor a su hermana si podía acoger a mi abuelo para que trabajase en Barcelona, y saliese de ese reducido mundo.

Con 14 años de edad mi abuelo fue a vivir a Barcelona con su tía, y para casualidad de la vida, realizaría los 15 años de edad durante el tren que le llevó de Río Tinto a Barcelona.

Toda la familia, compuesta por nueve miembros incluyendo mi abuelo, vivía en un pequeño piso de Pueblonuevo.

Rápidamente mi abuelo se introdujo en el mundo gracias a la ayuda de su prima Salomé que trabajaba en la fábrica de Cal Arañó. En su estancia realizó diferentes amistades, una de las más importantes fue su amistad con Josefa Pasamonte Lozano, hermana de mi abuela.

Mi abuelo, por parte de sus padres iba recibiendo noticias y en año 47 supo que su padre había muerto de tuberculosis causada por las duras condiciones laborales de los mineros. Este hecho, supuso un gran golpe para mi abuelo ya que con 18 años perdía a su padre. Por otro lado sugirió una gran pregunta: ¿Qué iba a hacer mi bisabuela y mi abuelo? Se quedaba ella en el pueblo y él en Barcelona, volvía mi abuelo o venía mi abuela. Finalmente se optó por la última opción. A falta de dinero, la abuela Manuelita se dispuso a hacer un largo viaje en un tren lento, ya que no podía en uno de rápido. Tardó tres meses en llegar, hoy en día impensable tardar ese largo tiempo.

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Mi abuelo y su prima Aurora

Barracas de Barcelona tras la Guerra Civil Josefa Pasamonte Lozano (tía abuela)

La voz del pueblo

Barcelona siempre ha sido luchadora con su gente, ha defendido hasta al final sus ideales y se ha mantenido fuerte y unida. En la guerra ya lo demostró, dejándola después como una de las grandes perdedoras. Al acabar la guerra la situación era lamentable y miserable, llegando la pobreza hasta en el mundo laboral.

En las fábricas (la mayoría textiles) había muchas protestas. Se reivindicaba por una mejora salarial, un aumento del racionamiento y unas mejores condiciones laborales. En el año 48 se hizo una gran Huelga General. Pero esa gran Huelga, tendría consecuencias para todas aquellas fábricas que decidieran hacerla. Aún exponiéndose al riesgo, Cal Arañó decidió hacerla. El resultado fue el cierre de la fábrica, demostrando así una vez más, el poder que ejercería Franco para hacer callar al pueblo.

Mi abuelo al poco de empezar a trabajar ya se había quedado sin trabajo, en consecuencia rápidamente se buscó otro.

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Así empezó un sinfín de intentos en entrar a nuevas fábricas entrando y saliendo hasta que encontró su sitio definitivo.

Entró, gracias a la ayuda de un amigo suyo llamado José, en una fábrica de gomas en San Andrés. Pero no le duró demasiado.

Posteriormente estaría en una fábrica de la calle Bailén llamada Soladura Aguilar, donde estuvo durante un tiempo más prolongado. Esta vez lo echaron por decir la verdad. La empresa daba sueldos más altos a determinadas personas (incluyendo a mi abuelo) y resultó que a un hombre que le hacía más falta no se lo dieron. Mi abuelo lo encontró injusto, pues creía que esos aumentos les tocaban a todos los trabajadores en diferentes meses. Sintiéndose engañado y mentiroso decidió decírselo a su compañero. Mi abuelo, como escarmiento, fue despedido y acusado de chantaje a la empresa yendo pues a juicio. Allí diferentes compañeros testificaron y uno de ellos (falangista acabado), lo defendió hasta el final. Mi abuelo después me diría que ese hombre aún incluso siendo del bando contrario tubo más honor y demostró ser más persona que muchos de sus mismas ideas.

Finalmente tras todo este sin fin de trabajos y peripecias, mi abuelo encontró su trabajo definitivo en la empresa Aparicio de calentadores. Mi abuelo reconoce que su dueño, al cual le tenía un especial aprecio y emocionándose me dijo: Ese hombre me dijo con él que no tendría más problemas laborales y económicos, pues no se equivoco en nada el hombre. Nos cuidaba mucho a todos”.

Mi abuelo con su madre durante esos años turbios

¡Adiós Orgulloso!

La juventud, por mucho que hayan malos tiempos, sigue teniendo ese espíritu de alegría y aventuras. Mi abuelo no era menos y así, su pensamiento favorito era ir a bailar con sus amigos. El problema era que todos tenían novia y él no. Supongo que siempre toca a alguien estar solo y en los grupos de amigos hay el típico chico/chica solísimo; esta vez le tocó a mi abuelo. Pero él, no siendo menos, me contaba que tenía más libertad: Todos los otros tenían novia. Yo no ¿y qué?, podía bailar con la chica que quisiese pero más de dos veces no porque entonces, se consideraba que

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estábamos saliendo”. Eran otros tiempos pero las personas, aunque pasen las generaciones somos iguales.

Pero llegó el día en que todo aquello cambió. Mi abuelo se encontraba en una sala de baile llamada Granada. Pasando al lado de un bar una chica le dijo: “¡Adiós orgulloso!”. Era la hermana de su íntima amiga Josefa Pasamonte Lozano, de Cal Arañó. Aquella chica, Pilar Pasamonte Lozano, la había conocido de pequeñita cuando salía con su hermana. Por aquel entonces ella ya era una mujercita de 15 años y él de 20. La verdad que era un amor típico de películas, un amor a primera vista, y es cierto que puede ocurrir aunque parezca imposible. Fue así entonces, cuando mi abuelo le pidió salir la siguiente noche, y como en un cuento de hadas, allí se besaron.

Mi abuela a la edad de 15 años Mi abuela, mi abuelo y mi tía abuela

Las hermanas Pasamonte Lozano

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¡We’re a family!

La relación de Sebastián y Pilar se formalizó y se fueron a vivir juntos. Primero en el pasaje, un conjunto de viviendas y casas con un patio en común donde todo el mundo tenía las puertas de las casas abiertas y se visitaban como una gran familia. Ante las grandes ganas de vivir mis dos abuelos solos sin la familia, decidieron comprar un piso. Un piso en que, saliendo por el diario, se dieron cuenta que había sido todo una estafa. Así pues mi abuelo cayó enfermo del disgusto, pero por poco tiempo. Ellos igualmente seguían teniendo unas ganas infinitas y decidieron alquilar una habitación a una vecina del pasaje.

Al poco tiempo preparando la boda ya mis abuelos, falleció la bisabuela Felisa, madre de mi abuela, de un ataque repentino de corazón y cayó en los brazos de mi abuelo.

Ante el gran disgusto familiar y la reciente boda, decidieron eliminar el convite de boda, y realizar la boda con los familiares más cercanos. Pero por sorpresa de ellos, los amigos y familiares que habían de acudir al convite decidieron prepararles uno.

A los dos años de matrimonio llegó el primer hijo, mi tío Carlos. Fue recibido con gran asombro e ilusión, ya que mi abuela tenía el gran presentimiento de que no podría tener. A los tres años siguientes nació su segundo hijo, mi madre Gloria. Mi madre nació en noviembre y tuvo la mala suerte de nacer en la temporada de un gran acontecimiento ambiental: la gran nevada del 62. Toda Barcelona era un pastel blanco y hacía un frío de mil demonios.

Mi tío que era pequeño, estaba muy ilusionado y contento por tener una hermana y mi abuelo le preguntó como quería que se llamara, contestando él: ¡Yo quiero una Gloria!

Mi abuelo vio nacer a sus dos hijos en su casa y el segundo en el hospital. “Ver nacer un hijo es como de verdad se aprende a querer a la mujer y al niño”.

Los hijos fueron creciendo y dentro de lo que podían, les dieron unos estudios, siempre des de la libertad de elección en el estudio y si los querían realizar.

Mi tío realizó el COU, lo que hoy sería el equivalente a bachillerato, y por su turno mi madre después de su COU se licenció en filología hispánica.

A lo largo de los años mi bisabuelo, el padre de mi abuela, murió y años más tarde lo haría la madre de mi abuelo, ya de mayor. Mi abuelo a su turno, lo sintió muchísimo pues había sido su hijo único.

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Boda de mis abuelos

Mi tío Carlos a los 3 años de edad

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Mis abuelos y mi tío en un pueblo Mi madre con 4 años

Mi abuela y mi abuelo

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La niña de los ojos del mar

Todo el mundo se hizo mayor, mi madre conoció a mi padre Xavi, y mi tío a su mujer Rosa. Mis abuelos se jubilaron y fueron haciéndose mayores, pero siempre juntos.

Era 1997 en marzo, empezaba ya a hacer calor y temperatura veraniega, y tras esa calma y ese bienestar social llegue yo.

Mi madre rompió aguas en medio del Parque de la Ciudadela, oportuno el momento, y mis padres fueron rápidamente a hacia la clínica.

Podría decirse que con mi nacimiento, revolucioné a toda la familia ya que a su vez mis tíos se iban de fin de semana y tuvieron que volver a Barcelona. Mis abuelos con una gran ilusión, siendo la única nieta que tienen, fueron rápidamente a la clínica. Después de muchísimas horas salí, se ve que me encontraría a gusto en el vientre maternal.

Nací con mucho pelo en la cabeza, y se reían por ello, pero a su vez nací con unos grandes ojos y de allí se me quedó de por vida: La niña de los ojos del mar.

Mi madre, yo recién nacida y mi padre

Mi abuelo y yo con dos años Mi tía abuela, yo y mi abuela

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Mis abuelos y yo

El mundo necesita héroes

La vida es un sinfín de pruebas, unas pruebas alegres, entretenidas y que hacen divertirse a uno; y otras veces por el contrario muy complicadas y con ganas de rendirte. Mi abuelo me ha demostrado a luchar y por mucho que la vida te dé la espalda hay que continuar, pues al final de una manera u otra acaba cediendo.

Mis abuelos des de pequeñita me han cuidado y más que abuelos son unos segundos padres. Mi abuelo a su turno, en mi opinión no es un abuelo corriente y usual es mucho más que eso. Es un gran profesor, confidente, amigo, compañero de viaje y resumiéndolo en conjunto, mi ídolo y mi héroe. Ojalá todo el mundo pudiera sentir que es tener un abuelo así.

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