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“El Siluetazo: Procesos de memoria en una representación plástica de los detenidos- desaparecidos.” Autora: Maria Jazmín Ohanian Presentación del tema En el siguiente trabajo realizará un abordaje de los procesos de construcción de memorias en una manifestación artística de 1983, conocida como el Siluetazo 1 . Se parte desde el entendimiento de dicha manifestación artística como una representación social y plástica de las víctimas del terrorismo de Estado. Para realizar el análisis, se recurrirá a dos tipos de conceptualización: por un lado, la comprensión y recorrido de algunos términos analíticos de la memoria y sus disputas, y por el otro, se abordará la representación de las víctimas desde los aportes del concepto de representación social desarrollado por Denise Jodelet. Con los aportes de Le Breton y Clastres sobre la construcción del cuerpo, se analizará la representación del cuerpo del otro mediante el trazado de la silueta a escala natural ante una realidad de ausencia de los cuerpos de los detenidos desaparecidos de la última dictadura militar. La pregunta que guiará será: ¿es posible analizar un proceso de disputa por los significados de la memoria en una representación social y plástica del cuerpo de otro violentamente ausentado? Representación Social Diversos autores se han preguntado acerca de los procesos de representación social. En este caso, se opta por el análisis realizado por la Dra. Denise jodelet 2 por su riqueza en la explicación de la relación entre los procesos simbólicos y las conductas y por sus aportes para comprender los mecanismos de objetivación y anclaje. La autora parte por definir a las representaciones sociales como una forma de pensamiento social y como conocimiento práctico; la manera en cómo aprehendemos los acontecimientos y cómo estos participan en las construcción de nuestra realidad y le dan sentido a la misma. Realiza también una importante aclaración: toda representación social es el representante mental de algo ausente y de alguien, “siempre significa algo para alguien y hace que aparezca algo de quien lo formula, su parte de interpretación, por eso, no es simple reproducción sino construcción” 3 . Desde esta afirmación es desde donde se origina el cuestionamiento de la autora sobre la intervención de la elaboración psicológica en lo social, y es aquí donde expone los dos procesos que explican cómo “lo social transforma un conocimiento en representación y cómo esta representación transforma lo social: objetivación y anclaje”. 4 El proceso por el cual lo social construye la representación, la autora lo encuentra en la noción de objetivación: es una operación con la propiedad de hacer concreto lo abstracto, o dicho de otra manera, de formar imágenes estructurantes; tal como dice Jodelet (2002) de “hacer corresponder cosas con palabras”. Y a su vez, la representación transforma lo social a través de lo que la autora conceptualiza en la noción de anclaje: es un proceso en el cual se produce un enraizamiento social

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  • El Siluetazo: Procesos de memoria en una representacin plstica de los detenidos-desaparecidos.

    Autora: Maria Jazmn Ohanian

    Presentacin del tema En el siguiente trabajo realizar un abordaje de los procesos de construccin de memorias en una

    manifestacin artstica de 1983, conocida como el Siluetazo1. Se parte desde el entendimiento de

    dicha manifestacin artstica como una representacin social y plstica de las vctimas del

    terrorismo de Estado. Para realizar el anlisis, se recurrir a dos tipos de conceptualizacin: por un

    lado, la comprensin y recorrido de algunos trminos analticos de la memoria y sus disputas, y por

    el otro, se abordar la representacin de las vctimas desde los aportes del concepto de

    representacin social desarrollado por Denise Jodelet. Con los aportes de Le Breton y Clastres

    sobre la construccin del cuerpo, se analizar la representacin del cuerpo del otro mediante el

    trazado de la silueta a escala natural ante una realidad de ausencia de los cuerpos de los detenidos

    desaparecidos de la ltima dictadura militar. La pregunta que guiar ser: es posible analizar un

    proceso de disputa por los significados de la memoria en una representacin social y plstica del

    cuerpo de otro violentamente ausentado?

    Representacin Social Diversos autores se han preguntado acerca de los procesos de representacin social. En este

    caso, se opta por el anlisis realizado por la Dra. Denise jodelet2 por su riqueza en la explicacin

    de la relacin entre los procesos simblicos y las conductas y por sus aportes para comprender los

    mecanismos de objetivacin y anclaje.

    La autora parte por definir a las representaciones sociales como una forma de pensamiento social y

    como conocimiento prctico; la manera en cmo aprehendemos los acontecimientos y cmo estos

    participan en las construccin de nuestra realidad y le dan sentido a la misma. Realiza tambin una

    importante aclaracin: toda representacin social es el representante mental de algo ausente y de

    alguien, siempre significa algo para alguien y hace que aparezca algo de quien lo formula, su parte

    de interpretacin, por eso, no es simple reproduccin sino construccin3. Desde esta afirmacin es

    desde donde se origina el cuestionamiento de la autora sobre la intervencin de la elaboracin

    psicolgica en lo social, y es aqu donde expone los dos procesos que explican cmo lo social

    transforma un conocimiento en representacin y cmo esta representacin transforma lo social:

    objetivacin y anclaje.4

    El proceso por el cual lo social construye la representacin, la autora lo encuentra en la nocin de

    objetivacin: es una operacin con la propiedad de hacer concreto lo abstracto, o dicho de otra

    manera, de formar imgenes estructurantes; tal como dice Jodelet (2002) de hacer corresponder

    cosas con palabras. Y a su vez, la representacin transforma lo social a travs de lo que la autora

    conceptualiza en la nocin de anclaje: es un proceso en el cual se produce un enraizamiento social

  • de la representacin y de su objeto y se integra as, dentro de un sistema de pensamiento

    preexistente.

    Lo corporal El diccionario de la Real Academia Espaola define al cuerpo como aquello que tiene extensin

    limitada, perceptible por los sentidos. Siguiendo los aportes de algunos antroplogos, es posible

    complejizar la definicin y llevarla al horizonte de lo simblico. El cuerpo tangible comprende una

    extensin limitada ya que la materia que lo conforma tiene un comienzo y un fin. Pero Qu pasa

    con el cuerpo in-material? Cmo podemos comprender la complejidad de las prcticas corporales

    y los significados que una determinada sociedad imprime en l?

    Realizando un gran aporte a las corrientes simblicas, el antroplogo Pierre Clastres lleva a cabo

    ciertos ensayos sobre torturas en sociedades primitivas y analiza la funcin del cuerpo al trabajarlo

    como un espacio de memoria donde se inscriben leyes sociales sin posibilidad de olvidar. El autor

    ilustra una alianza entre la Ley, la escritura y el cuerpo ya que explica cmo las sociedades han

    dictado las Leyes (sociales y punitivas) en un sistema de escritura sobre el cuerpo (condena,

    cicatrices y huellas) imposible de escindirse del individuo portador. Ya sean las huellas de un rito de

    iniciacin, como los grabados penitenciarios de una condena social, las marcas corporales no se

    pueden borrar. Es as, como el cuerpo mediatiza la adquisicin de un saber () y la sociedad

    imprime su marca sobre el cuerpo. 5

    Dentro de los estudios sobre el cuerpo, David Le Breton introduce el estudio a las sociedades

    modernas. Afirma que la existencia del hombre es corporal y que cada sociedad, tal como lo afirma

    Clastres, le asigna un saber particular al cuerpo. En el caso de la modernidad occidental, el

    ascenso del individualismo racional positivo6 marca los cuerpos de manera tal, que los reduce

    simblicamente y los convierte en signos diferenciados, en materia posible de distinguir entre s. En

    palabras de Le Breton (2002) el individualismo le pone la firma a la aparicin del hombre encerrado

    en el cuerpo, as como tambin, pone lmite entre los hombres. Lmite preciso y material que

    desarma el sentir de una red basada en la comunidad.

    Al afirmar la existencia de una variedad de saberes y representaciones sociales aplicadas al cuerpo,

    hay que definir tambin al cuerpo como una construccin simblica y no reducirlo a una realidad

    material en s misma, como la posesin de un cuerpo7. Hay que entenderlo, tambin, desde las

    relaciones de poder ya que, siguiendo conceptos de Le Breton y Jodelet, de todos los campos

    simblicos que le otorgan sentido a la existencia colectiva, la objetivacin de uno de ellos primar

    sobre el resto.

    Le Breton explica cmo en la modernidad, el cuerpo (siempre significativamente presente) y sus

    manifestaciones se normalizan y reprimen. El cuerpo y su sentir se distancian y el sujeto simboliza

    en su propio cuerpo, el tipo de relaciones establecidas con el mundo, en beneficio de una

    generalizacin y borramiento del cuerpo. La intencin de ausentar simblicamente a los cuerpos se

    construye, obligadamente, en la existencia corporal. Ya lo dijo Foucault: es dcil un cuerpo que

    puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado. La

  • importancia de visualizar el sometimiento de los cuerpos, debe entenderse, nuevamente, desde las

    relaciones de poder. Memorias y olvidos Las ciencias sociales se han preguntando innumerable cantidad de veces sobre los procesos de

    memoria y su campo de accin. En este trabajo se retomar el carcter social y constructivo de la

    memoria trabajada por Maurice Hallbawchs (1997), as como tambin las definiciones de Michael

    Pollak (1989) y Yoseph Yerushalmi (1989) en las cuales entienden a la memoria como un campo de

    disputa por los sentidos acerca del pasado. Es desde estos tres autores, que es posible analizar

    cmo los grupos sociales integran, re-significan, olvidan y recuerdan selectivamente sucesos del

    pasado y los integran (y objetivan) en una construccin intencional en el (y del) presente. Este

    campo de disputa se encuentra en la esfera pblica ya que es aqu donde se dirimen los conflictos y

    las luchas de poder. De tal manera, es imposible pensar a la memoria como una sucesin de relatos

    que se transmiten, ingenuamente, de generacin en generacin.

    Aqu es importante reconocer al contenido de esa memoria hegemnica construida, pblica y

    colectiva como resultante de una disputa de significados para poder dar cuenta de las intenciones

    en lo dicho y lo no-dicho. Valeria Barbuto (2007) lo expresa claramente: Es un proceso que se

    realiza seleccionando algunos significados y que requiere transmitirse entre generaciones

    reintegrando dichos significados en un sistema de valores. Los conflictos en la construccin de la

    memoria colectiva son disputas por lograr la inscripcin de ciertos significados como hegemnicos,

    de hacerlos pblicos y compartidos con el mismo sentido poltico.8

    Este proceso de seleccin tiene que ser comprendido junto con el de transmisin. Yoseph

    Yerushalmi complejiza este ltimo proceso y lo analiza en cuanto a su funcin (u objetivo) de olvido

    o de memoria. El autor reflexiona sobre los procesos colectivos de olvido y expresa que un pueblo

    olvida cuando la generacin portadora de ese pasado no lo transmite o cuando la generacin

    receptora lo rechaza. Sera interesante analizar cmo los mecanismos de transmisin y de

    recepcin se construyen y re-construyen tambin desde las disputas de poder, ya que en palabras

    de Yerushalmi: lo nico que la memoria retiene es aquella historia que pueda integrarse en el

    sistema de valores. El resto es ignorado, olvidado. Aqu vale tambin preguntarse acerca de la

    construccin hegemnica de ese sistema de valores.

    La autora Susana Griselda Kaufman (2006) introduce el estudio de la transmisin de memorias

    dentro de los lazos familiares y expresa la importancia de comprender el vnculo y el rol de los

    sujetos desde la transmisin y recibimiento, por convertirse as en portadores de un singularidad,

    que la autora la entiende como identidad. En el caso puntual de situaciones trgicas o de extrema

    violencia es donde la autora identifica un mayor grado de quiebre en la transmisin por

    silenciamientos que una generacin transmite cargada de significaciones congeladas9 que sern re-

    significadas por las generaciones receptoras. El obstculo producto del dolor debe ser superado

    para lograr una eficaz transmisin y brindarle mayores herramientas a las futuras generaciones,

    quienes re-construirn y re-significarn las implicancias de la memoria.

  • Est claro, segn la autora, que el proceso de transmisin debe ser entendido desde la dinmica

    que los sujetos ejercen en la que las luchas de sentido transforman constantemente la manera de

    transmitir, lo transmitido y las construcciones simblicas acerca de ello.

    Los conceptos de memoria y transmisin pueden aplicarse para comprender el problema de la

    reconstruccin de los lazos sociales luego de una experiencia Estatal de terror y dolor. En el caso

    argentino, el pasado reciente est todava demasiado silenciado por las polticas estatales y por una

    narrativa de ocultamiento de la biografa poltica de lucha de las vctimas, situaciones que

    obstaculizan el proceso de transmisin de los que lo vivieron y de recepcin de las nuevas

    generaciones. Elizabeth Jelin (1995) explica un problema en esta situacin: la autoridad simblica

    basada en el monopolio de los significados de la verdad y la memoria puede ahogar los

    mecanismos de transmisin inter-generacional de la memoria, al no otorgar a las nuevas

    generaciones el permiso de reinterpretar, en sus propios trminos y circunstancias histricas, el

    sentido de las experiencias transmitidas.10. La poltica Estatal de silenciamiento, alimenta una

    imposibilidad de generar mecanismos transmisores y rompe con la dinmica de re-interpretacin

    que sera lo que le otorgara sentido a ese pasado y a este presente. Y el peligro es que si la

    sociedad no lo integra a su sistema de valores, tal como lo expres Yerushalmi, lo olvida.

    Terrorismo de Estado El 24 de Marzo de 1976 los Comandantes en Jefe del Ejrcito, la Marina y la Fuerza Area

    derrocaron al gobierno electo y se constituyeron como la Junta y el supremo poder de la Nacin.

    Como primer acto, la Junta nombr al General Jorge Rafael Videla Comandante en Jefe del

    Ejrcito- como presidente, disolvi al Congreso y reemplaz a la gran mayora de de los jueces,

    suspendi artculos claves de la Constitucin y decret varias Actas institucionales a las que otorg

    preferencia sobre la Constitucin y a su vez, promulg una nueva legislacin que modific artculos

    fundamentales del Derecho Penal con la intencin general de permitir la participacin de las fuerzas

    militares en la represin de la subversin sin la inconveniencia de la vigilancia judicial.

    Hasta fines de 1983, el pas estuvo gobernado por una dictadura militar que no slo modific los

    estatutos legales del Estado sino que oper por medios clandestinos para conducir su lucha contra

    la subversin11 y cometi crmenes y delitos en todo el pas con una ferocidad y una organizacin

    sistemtica incomparables en la historia Argentina como Nacin. El accionar Estatal represivo que

    caracteriz este perodo fue la desaparicin forzada de personas. El terror no solo operaba a un

    nivel de la presencia de la muerte por los asesinatos, sino que, gracias al accionar clandestino,

    tambin lo haca mediante el silencio y las acciones ocultas. Este mecanismo, estaba a cargo de

    grupos de tareas de las tres fuerzas -Armada, Marina y Area- con la colaboracin de la Polica y de

    diversos rganos estatales: secuestraban a sospechosos de subversin sin orden de arresto y

    eran destinados a centros clandestinos de detencin para ser interrogados, torturados y asesinados.

    Tal como lo explica Emilio Crenzel, las desapariciones objetivaron una decisin de exterminio

    poltico12 ya que casi la totalidad de personas que ingresaban a los centros clandestinos nunca ms

  • fueron vistas con vida. Hacia finales de la dcada del 70, tanto las organizaciones armadas urbanas

    como la gran mayora de militantes sociales e intelectuales haban sido asesinadas.

    Dentro de los estudios sociales realizados sobre el terrorismo de Estado se destacan muchos

    trabajos que complejizan la categora de desaparecido por el accionar caracterstico clandestino en

    Argentina y por la prioridad de correrlo del velo de silencio en la re-fundacin del Estado de orden,

    as como tambin la importancia del mismo en los procesos de memoria y transmisin del pasado

    reciente. Ludmila Catena da Silva (2001) realiza un anlisis muy interesante de la categora y

    explica que la importancia que la ausencia del cuerpo deja, no solo a los familiares de las vctimas

    sino a toda la sociedad, refiere al valor simblico de los rituales de la muerte. En nuestras

    sociedades occidentales, la muerte es entendida como el final de una vida; como el fin de un

    proceso normal y natural en el cual existe un cuerpo material que debe ser sepultado para dar fin al

    ritual de la muerte al hacerla concreta y definitiva. Las vctimas detenidas estn desaparecidas, sus

    asesinos no entregaron los cuerpos. Y los familiares de las vctimas no tienen cuerpos para

    sepultar, por lo que la desaparicin de personas quiebra una configuracin en los rituales de la

    muerte generando nuevos rituales y mecanismos de duelo y nuevas formas y estrategias de

    recordar a los fallecidos. Es as, como la categora desaparecido representa una triple condicin: la

    falta de un cuerpo, la falta de un momento de duelo y la de una sepultura13.

    Sumado a la negativa de entregar los cuerpos, el Estado niega y esconde la informacin de los

    detenidos, provocando una confusin entre la vida y la muerte: Estn vivos? Estn en el exterior

    esperando poder volver? Estn muertos? Estn en campos de recuperacin? En muchos de los

    testimonios recogidos por Catena da Silva (2001), se puede interpretar una esperanza, por parte de

    los familiares, del regreso del familiar detenido. Es en relacin a esta indeterminacin, que se puede

    comprender cmo en el ao 1980, las Madres de Plaza de Mayo realizaban la siguiente consigna:

    Aparicin con vida. Con vida los llevaron, con vida los queremos14. Es una muerte que no es; una

    muerte no declarada; una muerte in-material; o como sostiene Catena da Silva: es la privacin de la

    muerte.

    Los rituales y los mecanismos de representacin de esa vida privada de muerte, son variadas y

    algunas de ellas socializadas. Segn Catena Da Silva, en cierta manera combaten la muerte o al

    menos la atenan, la controlan, la tornan reversible, culturalmente modelable, aprehensible,

    conceptualizable15.

    Al inicio de la dcada del 80 se comenz a fracturar la estructura estatal que mantena a la

    dictadura16: luchas internas por el poder, y el espejismo de la prosperidad econmica lleg a su

    fin17. Un intento de conseguir un mayor apoyo social y mayor solidez al gobierno de Facto lo llev a

    cabo el General Leopoldo Galtieri, presidente desde diciembre de 1981, al invadir las Islas Malvinas

    el 2 de Abril de 1982. La invasin dur poco ms de un mes y tuvo graves consecuencias humanas

    y econmicas para Argentina, como tambin lo tuvo para el rgimen Militar.

    Hacia finales de 1982, una Junta interina eligi al General Reynaldo Bignone para presidir la

    transicin a un gobierno democrtico con un objetivo claro: asegurar el no enjuiciamiento y futuros

  • procesamientos por los delitos cometidos. En el clima previo a las elecciones, ningn partido poltico

    concret ningn acuerdo con los militares que abandonaban el poder, motivo por el cual el gobierno

    de facto emiti el Documento Final Sobre la Lucha Contra la Subversin y el Terrorismo y

    promulg una ley de auto-amnista:

    Ley de "Autoamnista" N 22.924 / (Extracto) 23 de Marzo de 1983. Decretada el 23 de Septiembre 1983 Art. 1 Declranse extinguidas las acciones penales emergentes de los delitos cometidos con motivacin o finalidad terrorista o subversiva, desde el 25 de mayo de 1973 hasta el 17 de junio de 1982. Los beneficios otorgados por esta ley se extienden, asimismo, a todos los hechos de naturaleza penal realizados en ocasin o con motivo del desarrollo de acciones dirigidas a prevenir, conjurar o poner fin a las referidas actividades terroristas o subversivas, cualquiera hubiera sido su naturaleza o el bien jurdico lesionado. Los efectos de esta ley alcanzan a los autores, partcipes, instigadores, cmplices o encubridores y comprende a los delitos comunes conexos y a los delitos militares conexos. Art. 2 Quedan excluidos de los beneficios estatuidos en el artculo precedente los miembros de las asociaciones ilcitas terroristas o subversivas [] Art. 5 Nadie podr ser interrogado, investigado, citado a comparecer o requerido de manera alguna por imputaciones o sospechas de haber cometido delitos o participado en las acciones a los que se refiere el art. 1 de esta ley o por suponer de su parte un conocimiento de ellos, de sus circunstancias, de sus autores, partcipes, instigadores, cmplices o encubridores. Art. 12 Los jueces ordinarios, federales, militares u organismos castrenses ante los que se promuevan denuncias o querellas fundadas en la imputacin de los delitos y hechos comprendidos en el art. 1 las rechazarn sin sustanciacin alguna.

    Ms all de las garantas jurdicas que la Ley de Auto-amnista manifestaba, Ins Gonzlez

    Bombal (2004) enuncia que los militares necesitaban dos condiciones para comenzar la transicin:

    se requera la legitimacin social de la guerra anti-subversiva y una aceptacin del rol tutelar de las

    FF.AA en el futuro esquema institucional.

    Sujetos y Derechos Humanos Mientras se producan las desapariciones forzadas de personas, hubo sujetos que lograron

    agruparse y generar espacios contra-hegemnicos de reclamos de justicia y de democracia y

    gestaron diversos organismos de Derechos Humanos que fueron logrando mayor visibilidad en la

    escena pblica.

    Es importante sealar para dar cuenta de la complejidad de los sujetos participantes, la existencia

    de una heterogeneidad de agrupaciones, narrativas y sus orgenes, as como tambin de una

    variedad en las reacciones de los familiares de las vctimas. Todos los grupos defensores de los

    Derechos Humanos tenan, segn aclara Elizabeth Jelin, dos ejes fundamentales: por un lado, la

    difusin y denuncia pblica de las violaciones, incluyendo la accin en el plano internacional para

    conseguir solidaridad y apoyo en la lucha contra el rgimen dictatorial; por el otro, la solidaridad y el

  • apoyo a las vctimas y sus familiares.18 Algunos aos antes del golpe de Estado se fundan algunos

    Organismos como reaccin a la represin poltica, detenciones, torturas y desapariciones que ya

    haban comenzado. Entre ellos se encuentra [] el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) creado en

    1974 por Adolfo Prez Esquivel como parte de un movimiento latinoamericano que impuls la

    filosofa de la no violencia activa, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH)

    creada en 1975 como convergencia de dirigentes religiosos, polticos y sociales; y el Movimiento

    Ecumnico por Los Derechos Humanos (MEDH) que surge en Febrero de 1976 por la unin de siete

    iglesias. A partir del golpe se forman algunas organizaciones como consecuencia directa del

    Terrorismo de Estado: la comisin de Familiares y Desaparecidos y Detenidos por Razones

    Polticas en 1976, las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo en 1977 y el

    Centro de Estudios Legales y Sociales en 1979. Solo la Liga Argentina por los Derechos del Hombre

    las preceda, habiendo sido creada en 1937 con el objetivo de atender al problema de la

    persecucin poltica, torturas y detenciones de militantes de izquierda y que estuvo vinculada al

    Partido Comunista []19.

    El Organismo protagonista de los reclamos al rgimen del Estado de facto fueron las Madres de

    Plaza Mayo, quienes, al buscar respuestas sobre el paradero de sus hijos, intentaron romper con la

    barrera de la negacin y el silencio y lograr solidaridad social. En este caso, como en las otras

    organizaciones de familiares, es fundante la legitimidad por los lazos de sangre, que tal como lo

    explica Maria Pita (2004) su aparicin en la arena pblica se presenta luego de atravesar el mbito

    privado y domstico para ingresar al espacio pblico y poltico. Entre los aos 1977 y 1982, el

    accionar de las Madres fue de reclamo y considerado defensivo ya que su objetivo estaba

    marcado por la bsqueda de sus hijos desaparecidos, mientras que luego del fracaso nacionalista

    de la invasin de las Malvinas20, las Madres tuvieron un mayor apoyo social y encararon una

    accin ofensiva21 que se puede ver plasmada en las tomas de la Plaza desarrolladas en las

    Marchas de Resistencia en las cuales se exige que se haga pblica la verdad. Es posible considerar

    a las Madres como las responsables del quiebre entre el mbito privado y el pblico, ya que en sus

    rondas pudieron poner en escena las memorias de los desaparecidos combatiendo el mecanismo

    silenciador y aterrador del Estado.

    Con la cercana victoria de la democracia, se comenz un proceso de re-configuracin de ciertos

    sentidos hegemnicos que estaban nucleados en un orden violento e inconstitucional y pasaron a

    articularse en sentido de, tal como lo enuncia Barros (2002), un punto nodal democrtico. Esta

    nueva articulacin, permiti la emergencia de mayores demandas sociales que exigan la aparicin

    con vida de los detenidos y el cumplimiento de las funciones del Estado como garante de las

    libertades individuales y de la seguridad de los ciudadanos. Al debilitarse el orden establecido por la

    estructura militar se posibilit una nueva organizacin y un nuevo sentido del orden y se dio el

    quiebre del paradigma de guerra.

    El 30 de Octubre de 1983, Ral Alfonsn ganaba las elecciones con ms de un %51 de los votos

    emitidos, y un mes antes de las elecciones, ante el reclamo por el posible decreto de la Ley de auto-

  • amnista, la Plaza de Mayo fue protagonista de la III Marcha de la Resistencia, conocida como El

    Siluetazo.

    El Siluetazo El mircoles 21 de Septiembre de 1983, an en tiempos de la dictadura y durante la III Marcha de la

    resistencia22 convocada por las Madres de Plaza de Mayo, se llev a cabo la prctica artstico-

    poltica/manifestacin esttica conocida como el Siluetazo. La Doctora Ana Longoni (2002)

    describe que la prctica implic la participacin, en un improvisado e inmenso taller al aire libre que

    dur hasta medianoche, de cientos de manifestaciones que pintaron, pusieron el cuerpo para

    bosquejar las siluetas, y luego las pegaron sobre paredes, monumentos y rboles, a pesar del

    dispositivo policial imperante23. La propuesta del presente apartado es conocer la gestacin y

    realizacin de este proyecto, desde la prctica y desde los sujetos.

    El proyecto fue iniciado por tres artistas visuales que compartan el espacio de taller: Rodolfo

    Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel. Segn sus relatos, originalmente el proyecto fue

    pensado en 1982 con la intencin de dimensionar el espacio que ocupan 30.000 cuerpos humanos.

    La idea era enviar la obra al Saln de Objetos y Experiencias que realizara la Fundacin Esso, pero

    fue suspendida cuando Argentina comenz la Guerra de las Malvinas. Explica Julio Flores que el

    disparador de la idea fue una obra del artista polaco Jerzy Skapski reproducida en la revista El

    Correo de la Unesco de octubre de 1978, en la cual se presentan veinticuatro hileras de diminuta

    siluetas de mujeres, hombres y nios seguidas por este texto:

    Cada da en Auschwitz moran 2370 personas, justo el nmero de figuras que aqu se reproducen. El campo de concentracin de Auschwitz funcion durante 1688 das, y ese es exactamente el nmero de ejemplares que se han impreso de este cartel. En total perecieron en el campo unos cuatro millones de seres humanos.

    Visualizar la cantidad de vctimas representndolas una por una: ese es el procedimiento que

    retoman de Skapski los artistas argentinos, con el agregado de la escala natural24. Ante la

    imposibilidad de presentar el trabajo en el concurso, pero con el deseo de proseguir con la

    realizacin, los tres autores comenzaron a buscar alternativas para concretar el trazado de las

    siluetas. Luego de algunos clculos, tanto Julio como Rodolfo y Guillermo dedujeron que para la

    realizacin de las 30.000 siluetas necesitaran una cantidad de 300 ayudantes y 60.000 metros

    cuadrados para su presentacin. En ese preciso instante comprendieron que no podran hacerlo

    solos.

    Segn algunos testimonios recogidos por Ana Longoni (2002), Envar Cacho El Kadri, uno de los

    participantes de AIDA25 y militante peronista exiliado en Francia, les recomend que se contactaran

    con las Madres para que fueran ellas quienes garanticen el espacio, la seguridad, la repercusin

    meditica y la financiacin; y que podran plantear que los manifestantes sean quienes realicen las

    siluetas. Tal como afirma Julio Flores: [] pasamos entonces de una propuesta, que si bien era

    poltica y riesgosa en tiempos de dictadura, restringa su circulacin y su impacto- al mbito

  • artstico, a otra cosa: un acontecimiento social con cualidad de herramienta de lucha en el marco de

    la creciente movilizacin anti-dictatorial []26.

    Los artistas presentaron la siguiente propuesta27 por escrito a las Madres de Plaza de

    Mayo: Realizar 30.000 imgenes de figuras humanas a tamao natural realizadas por todas las entidades y militantes de distintos sectores que coincidan en reclamar por los derechos humanos. Objetivos: Reclamar por la aparicin con vida de los detenidos por causas polticas y todas las otras exigencias que se hicieron cuando la marcha de repudio al informe militar / Darle a una movilizacin otra posibilidad de expresin y perdurabilidad temporal / Crear un hecho grfico que golpee al gobierno a travs de su magnitud fsica y desarrollo formal y por lo inusual renueve la atencin de los medios de difusin / Provocar una actividad aglutinante, que movilice desde muchos das antes de salir a la calle. Desarrollo de los objetivos: Su desarrollo quedar a cargo de cada entidad o sector poltico. / Una movilizacin en la que cada manifestante se presente con una imagen duplica su presencia, agregando al reclamo verbal y de su presencia fsica, la presencia de un ausente. Ms breve: el que est dibujado, no est. La perdurabilidad temporal se dara en el hecho de que la manifestacin al desconcentrarse deja las imgenes realizadas, con lo que volveramos al esquema anterior: el que est, no est. En este caso, lo que no estara sera la movilizacin y los desaparecidos reclamaran por s mismos y por un perodo de tiempo tan prolongado como el que le llevara a la dictadura hacerlos desaparecer nuevamente. / La magnitud es un hecho matemtico y meramente cuantitativo. Una silueta con las piernas y brazos medianamente abiertos se resuelve en un espacio de 2mx1m; si multiplicamos 2m2 por 30.000 tenemos 60.000m2 de superficie. En otras palabras, seis manzanas. Se puede llegar a forrar un buen pedazo de Buenos Aires. Las tcnicas: Las tcnicas a las que hacemos referencia permiten resolver una imagen y reproducirla una cierta cantidad de veces sin que sean necesarios conocimientos especiales de dibujo. 1. Se unen los trozos de papel necesarios para que se pueda acostar una persona encima y entrar de cuerpo completo. 2. Se marca la silueta con un marcador grueso. 3. Se levanta el compaero y se completa la imagen. La accin: La distribucin de la tarea y su promocin se har a travs de todas las organizaciones de los derechos humanos y de todos los partidos polticos que las apoyen. Las imgenes se realizarn en las distintas Unidades Bsicas y comits polticos [].

    La cuestin de la autora del proyecto fue una reflexin que los artistas previeron desde la

    presentacin a las Madres ya que plantearon su necesidad de que el proyecto se diluyera entre la

    militancia, con el doble objeto de fundirnos en la actividad para que sta naciera como de todos y

    preservar la seguridad personal para poder llevarlo a cabo.28

    Cinco das antes de la III Marcha de Resistencia, los artistas presentaron la propuesta a la Comisin

    directiva de las Madres de Plaza de Mayo y luego de una reunin de 40 minutos a puertas cerradas,

    las Madres la aceptaron con algunas correcciones: las siluetas podan pegarse en paredes, rboles,

    monumentos y en todo lugar posible salvo en el suelo; no se deberan agregar rasgos distintivos en

  • las siluetas que las convirtiera en personas individualizadas tales como caractersticas fsicas o

    vestimenta; las siluetas no deben tener nombre y apellido ya que el listado de las vctimas era

    incompleto; y no deben figurar consignas partidarias en las siluetas de los desaparecidos. Un aporte

    significativo fue el de las Abuelas que sealaron la ausencia de siluetas representativas de nios y

    de mujeres embarazadas.

    Tal como se haba pautado con las Madres, el 20 de Septiembre se comenz la produccin de las

    siluetas en diversas locaciones: los Centros de Estudiantes no legalizados de la Facultad de

    Arquitectura, Sociologa y Filosofa y Letras, la escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano

    Pueyrredn, y en un local de Intransigencia y Movilizacin Peronista para ser luego llevados en

    micro a la Plaza al da siguiente.

    Julio Flores recuerda que cuando llegaron a la Plaza de Mayo por la tarde, no haba mucha gente y

    lo primero que hicieron fue organizar los espacios de trabajo: colocaron los materiales (diversas

    pinturas, aerosoles, pinceles y rodillos y algunas siluetas ya hechas, adems de plantillas para

    generar una imagen uniforme) a un costado de la Pirmide, ubicaron los rollos de papel y marcaron

    dos espacios: uno en el cual las personas se acostaran para ser dibujadas sobre el papel y otro en

    el que se escribira la frase aparicin con vida. A medida que los rollos eran desplegados por el

    csped o baldosas de la plaza, los jvenes comenzaron a acostarse en el suelo para contornear las

    siluetas. Rodolfo Aguerreberry recuerda con asombro la espontanea participacin de los

    manifestantes: La pobreza de los materiales que tenamos era total: a la plaza llegamos con cuatro

    pinceles, seis bobinas de papel, dos tachos de latex y no s qu ms () la gente vea lo que

    estaba pasando y volva a su casa a buscar algn pincel, o alguien pona plata de su bolsillo para ir

    a comprar materiales y lo ponan a disposicin de todos. Calculo que a la media hora [de llegar]

    nosotros nos podamos haber ido de la Plaza porque no hacamos falta para nada29. La llegada de

    una mayor cantidad de gente a medida que iba apareciendo la tarde fue dndole al proceso de

    produccin nuevos matices y diferentes direcciones que transform la intencin original de

    homogeneidad, para darle una historia de vida concreta a las siluetas: los manifestantes y las

    Madres pusieron su cuerpo sobre papel y comenzaron a escribir el nombre de algn familiar o

    conocido desaparecido y la fecha de su desaparicin, aparecieron rasgos y detalles en las figuras,

    aparecieron mujeres embarazadas. Aparecieron pedidos expresos: un nio de 6 aos se le acerc a

    Julio Flores y le pregunt: me haces a mi papa? y una mujer Le dijo: Puede hacerme a mi hijo?

    Era morocho como yo, pero ms bajito. Apareci la diversidad y la identidad.

    Los materiales, la tcnica y la idea se haban socializado.

    A medida que la produccin de siluetas se iba concretando, algunos jvenes comenzaron a

    organizar las salidas para pegarlas en los alrededores de la Plaza: las columnas de la Catedral, la

    Pirmide de Mayo, el Banco Nacin, el Cabildo, y las paredes iban a posibilitar la materializacin de

    la denuncia. Los grupos iban a acompaados por algunas Madres para brindar mayor seguridad, tal

    como relata Julio Flores (2003): [] en una esquina del microcentro, algunos policas bajaron de un

    Falcon verde para arrancar las figuras. Un grupo de militantes que estaban pegando los papeles y

    dos madres los enfrentaron: Ese que estas arrancando es mi hijo, fue el grito de resistencia []

  • Al llegar la noche del 21 de septiembre, la produccin de las siluetas comenz a disminuir hasta

    detenerse a medianoche. Los ltimos grupos salieron con las ltimas siluetas cerca de las 6 de la

    maana advertidos por las fuerzas de seguridad que si seguan con la actividad seran detenidos.

    Se hizo la ltima ronda y como medida de proteccin, se decidi frenar con la pegada de siluetas. El

    tema ya estaba en la prensa30, y los desaparecidos haban reaparecido.

    Interpelar. Incomodar. Reclamar. Exigir. Demandar. Evidenciar. Corporalizar. Toda imagen es una produccin subjetiva que adquiere significados desde los procesos de

    representacin y significacin. Hay imgenes que interpelan y afectan emocionalmente al

    observador por su accin y declaracin. Las imgenes en la Plaza de Mayo el 21 de septiembre de

    1983 exhiben una forma de reclamo y de expresin poltica.

    Las siluetas dibujadas y pegadas en las paredes y rboles de los alrededores de la Plaza de Mayo

    nada tenan de ingenuidad. Desde su gestacin, los artistas que concretaron la propuesta tenan un

    objetivo claro y poltico: reclamar la aparicin con vida de las vctimas y generar una nueva

    herramienta de reclamo social con mayor perdurabilidad temporal y espacial.

    En este caso, las siluetas denunciaban una ideologa hegemnica Estatal en la que una generacin

    de pensadores haba sido eliminada de la sociedad mediante la in-materialidad de las vctimas del

    Terrorismo de Estado y rompa as, un pacto de irresponsable silencio social sobre las atrocidades

    cometidas por las Fuerzas Armadas. Las inmviles siluetas reclamaban, desde las paredes y

    columnas, la atencin y la accin. Accin que debe ser comprendida como reclamo de justicia y

    como prohibicin de ms silencios. No es casual que muchos participantes hayan hecho explcito el

    reclamo por la derogacin de la ley de Auto-amnista que negaba la imputabilidad de los

    responsables. Los presentes en la Plaza de Mayo se configuraban como un nuevo colectivo, un

    nuevo nosotros, incrdulo de las instituciones y con el poder suficiente para exigir la verdad y con

    la capacidad contra-hegemnica de construir nuevos sentidos. A su vez, en ese mismo momento de

    reclamo social, los participantes estaban re-significando el espacio pblico y apropindose de l.

    Esta apropiacin de lo pblico se da por la accin colectiva, o como las denomina Mara Pita

    (2004), tecnologas manifestantes. stas posibilitan y sustentan la disputa de valores y significados

    en el espacio pblico por parte de los colectivos sociales emergentes contra la legitimidad Estatal

    hegemnica.

    Mediante la lectura de testimonios y la observacin de las imgenes es posible ver cmo las siluetas

    logran relacionarse desde una materialidad simblica de los cuerpos con los sujetos presentes

    haciendo que la ausencia se haga presente. Las vctimas estaban nuevamente con sus familias que

    reclamaban justicia y verdad. Complejizando la idea de la representacin de la ausencia, Grner

    (2008) sita las siluetas como intentos de representacin de lo desaparecido: de lo

  • intencionalmente ausentado, lo hecho desaparecer y afirma que la lgica en juego es la de una

    restitucin de la imagen como sustitucin del cuerpo ausentado31. En esta accin de hacer

    presente un cuerpo, se da una doble ausencia y presencia ya que los manifestantes pusieron su

    cuerpo para dibujarlo y luego lo ausentaron para que su propia silueta fuera re-significada mediante

    un prstamo de materialidad. Roberto Amigo plantea otra relacin entre los cuerpos vivos y los

    cuerpos a representar: [] La accin de poner el cuerpo porta una ambigedad intrnseca: ocupar

    el lugar del ausente es aceptar que cualquiera de los all presentes podra haber sido desaparecido,

    correr su incierta y siniestra suerte, y a la vez, encarnarlo es devolverle una corporeidad y una

    vida- siquiera efmera. El cuerpo del manifestante en lugar del desaparecido como soporte vivo de la

    elaboracin de la silueta []32. El cuerpo es el protagonista de la manifestacin, como materia y

    como espacio de memoria. Las huellas identitarias que el cuerpo como materia ausente no puede

    socializar, son reconstruidas desde la memoria y representadas en las siluetas. Ms all del pedido

    expreso de no identificar ni personalizar a las siluetas, en el acto mismo de su elaboracin, fueron

    las Madres quienes pidieron reconocer a sus hijos mediante rasgos y nombres en las siluetas. La

    necesidad de individualizar se haca presente.

    Este ritual de representacin plstica, en su pleno carcter social, construy nuevos mecanismos de

    transmisin de memoria y posibilit superar el silencio y la imposibilidad que las vctimas tuvieron de

    contar lo sucedido. Es posible pensar al siluetazo como un nuevo mecanismo, no solo de

    transmisin, sino de disputa por los sentidos de la memoria ya que las siluetas dibujadas en Plaza

    de Mayo daban cuenta de la accin misma de desaparicin y transformaban, en palabras de Catena

    da Silva (2001), la ausencia de cuerpo en un capital de fuerza poltica y cultural, que se exprese en

    clave de denuncia.

    Considerando la declaracin de Le Breton sobre nuestra modernidad en la que el ascenso del

    individualismo racional reduce simblicamente a los cuerpos, es importante destacar la necesidad

    cultural occidental de significar desde la materialidad de los cuerpos, ya sean vivos o muertos. La

    imagen no solo materializa la ausencia (como toda representacin) sino que tambin, en ese mismo

    acto, evoca a la memoria de esa vida. Vida que fue desaparecida por una marcada ideologa. Es

    importante hacer referencia a Foucault y notar que el sometimiento de los cuerpos, hasta su

    desaparicin, es una clara accin hegemnica que plasma las relaciones de poder. La desaparicin

    forzada de personas, los vuelos de la muerte, las fosas comunes y los NN intentaron quitarles

    identidad a esos cuerpos sometidos. En ese mismo acto, los cuerpos se re-significaron como el

    lugar y la arena de lucha por el poder y la memoria. Y es, desde esta lucha de poder, desde donde

    se construye y se disputan los significados de la memoria y el cuerpo simblico de los detenidos-

    desaparecidos.

    Reflexiones finales El objetivo de este trabajo fue generar un acercamiento y una reflexin sobre las imgenes y las

    representaciones de las vctimas del Terrorismo de Estado, en la III Marcha de Resistencia, con la

    posibilidad de entender cmo este ritual puede funcionar como constructor de memorias y de

  • disputas en el mbito pblico por las mismas. El propsito no es cerrar discusiones ni concluir

    debates, la propuesta es siempre abrir interrogantes y generar nuevos cuestionamientos que sern

    retomados en futuras investigaciones.

  • Bibliografa

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