9 de abril de 1948 violencia y persecucion

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    9 de abril de 1948: Violencia y persecucin.

    Anlisis de la violencia.

    Una de las cosas de que ms se ha hablado en el mundo durante los ltimos aos ha sido lapersecucin religiosa en Colombia. Persecucin anti protestante, cruel y despiadada, con

    propsito de exterminio. No intentamos dar aqu una explicacin minuciosa de las causas de tal

    persecucin, ni pretendemos describir tan amarga historia en sus detalles. Para ello se

    necesitaran muchos volmenes. Bstennos por ahora algunas observaciones al respecto.

    Permtasenos primeramente declarar que la predicacin del Evangelio nunca ha gozado de

    absoluta libertad en Colombia; pero es preciso anotar aqu en honor a la justicia, que las

    autoridades civiles hasta 1948, si bien no garantizaron en forma completa el ejercicio pleno de la

    libertad de cultos, por lo menos hicieron lo posible para proteger las vidas, la honra y los bienes de

    los cristianos protestantes. Solamente en casos aislados algunos funcionarios subalternoscontribuyeron activa o pasivamente a los actos de hostilidad, inspirados generalmente por los

    miembros del clero. Estos por su parte, no han cesado en ningn momento en su campaa de

    difamacin contra la obra protestante, procurando presentar a cada creyente, y sobre todo a los

    pastores y misioneros como lobos rapaces, enemigos de Dios y de la virgen, corruptores de

    almas y envenenadores de conciencias.

    Pero en el ao 1948 fue por muchos hechos un ao trgico en la historia nacional. Las ambiciones

    polticas llevadas al extremo lanzaron al pas en un ambiente cargado de amenazas y zozobras;

    hechos sangrientos ocurrieron en distintos lugares del Pas, se declar turbado el orden pblico y

    las fuerzas militantes de varias tendencias desencadenaron la ms sangrienta racha de feroces

    represalias, en forma tan cruel y despiadada que nos hace recordar el vandalismo de pocas

    remotas, que ya considerbamos superadas para siempre. La iglesia catlica, que segn poda

    notarse, haba esperado desde mucho antes una oportunidad semejante de desorden social, inici

    sin prdida de tiempo una insistente campaa encaminada a hacer aparecer a las iglesias y grupos

    protestantes como enemigos del gobierno, agentes subversivos, cmplices de revoltosos y

    guerrilleros. En consecuencia se desat al amparo del caos poltico, la persecucin religiosa ms

    violenta que hayan sufrido los cristianos protestantes en las ltimas dcadas.

    El 27% de los templos protestantes cayeron reducidos a escombros y cenizas. 110 escuelas

    primarias fueron cerradas por orden oficial o por efectos de la violencia armada muchos edificios

    protestantes dedicados al culto o a la enseanza fueron arbitrariamente ocupados para diversos

    fines, por agentes oficiales o con la complicidad de ellos. En muchas ocasiones el atropello fue

    cometido por los curas prrocos al urente de turbas enardecidas. Centenares de cristianos

    sufrieron la prdida de sus bienes, encarcelamientos y torturas espantosas y no menos de sesenta

    Tomado del libro Historia del Cristianismo Evanglico en Colombia, escrito por Francisco Ordoez, capitulo34, p. 477.

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    mrtires sellaron con la muerte, a manos de verdugos, el heroico testimonio de su fe, escribiendo

    con su propia sangre un capitulo ms en la conmovedora historia del cristianismo. Los hechos

    llegaron a ser tan escandalosos y repugnantes que la misma prensa catlica levanto su grito de

    protesta. Copiamos en va de testimonio un artculo publicado en la pgina editorial en el nmero

    2076 del peridico El Nacional, de Barranquilla. Con fecha de 2 de octubre de 1951. Dice:

    ACTOS DE BARBARIE

    Fue testigo ayer Colombia de otro acto de salvajismo religioso, de esos que en los ltimos aos han

    exhibido al Pas desde la prensa mundial como una caterva de bestias salvajes. Cerca de Cali fue

    dinamitado un templo protestante. La explosin se produjo a las cuatro de la maana y se asegura

    que por lo menos tres personas murieron y otras quedaron heridas, de tan repugnante atentado

    contra la civilizacin universal. Hace unos meses un ministro protestante fue encontrado castrado y

    muerto, amarrado de un rbol. Entonces la prensa mundial ocup sus columnas editoriales

    sealando este hecho terrible y tremendo como digno de una intervencin universal para

    sancionarlo. Reproducan los diarios de todo el mundo prrafos de una de esas espantosas

    circulares eclesisticas del Obispo de Santa Rosa de Osos, en que se recomienda el exterminio de

    todos los anticatlicos, incluyendo al partido liberal colombiano

    Por qu tratamos de humillar nuestra iglesia ante el mundo? cmo es posible que las

    autoridades eclesisticas no condenen asesinatos no condenen asesinatos, atentados dinamiteros

    y hechos tan tremendos contra una iglesia hermana de la catlica, como es la protestante, y ms,

    mucho ms, si tenemos en cuenta que es exclusivamente a los ejrcitos protestantes de Estados

    Unidos e Inglaterra a los que debe el Vaticano su vida ahora? No son los protestantes los que

    levantan la barrera que detiene el ejrcito ruso hacia Roma? Qu sera de la iglesia catlica sin

    esas defensas protestantes? Nos imaginamos cmo sern los comentarios contra este pobre Pas

    de los 50.000 cados en revueltas desde 1948 a estos das, en la prensa mundial. En los Estados

    Unidos, por ejemplo, no pueden comprender cmo es que se quiere imponer en pleno siglo XXI la

    religin a culatazos. Ni lo comprenden tampoco en Mxico, Cuba, Argentina, Venezuela ni en parte

    alguna del Continente. La figura del padre Jordn bendiciendo los puales en Mlaga como armas

    que, cuando se esgrimen para defender la religin catlica, son benditas, es cosa que no puede ser

    entendida por las gentes de esos pueblos buenos, trabajadores y confiados, en donde cada quien

    practica la religin que quiera y todos respetan la del prjimo.

    Este editorial fue traducido y publicado en varios peridicos de los Estados Unidos y otros pases y

    ms elocuente que todo lo que nosotros mismos pudiramos aadir. Al mismo tiempo, las

    restricciones oficiales en torno a la moribunda libertad religiosa iban hacindose ms aflictivascada da. Se prohibi la entrada de nuevos misioneros al pas; se clausuraron poco a poco todos los

    programas radiales de carcter protestante; se prohibi el libre reparto de nuestra literatura; se

    nos ved el uso de la prensa y se impartieron normas oficiales de estricto control de actividades

    no catlicas, poniendo a los protestantes casi al margen de la ley. La iglesia catlica, en cambio,

    haciendo uso de las ilimitadas facilidades de que goza, lanza desde los rganos hablados y escritos,

    algunos de carcter oficial, los ms audaces e infundados ataques contra la obra protestante,

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    llegando a decir en ms de una ocasin que haba llegado el momento de acabar con los

    enemigos de la iglesia. Las consignas ms horrendas sembraban el terror, y el horizonte pareca

    ms brumoso cada vez.

    La iglesia romana ejerce el control pleno de la enseanza religiosa en las escuelas y colegios

    oficiales. En varios departamentos son sacerdotes los directores de educacin y en casi todos losmunicipios es un sacerdote un inspector local. En una gran cantidad de escuelas, son eclesisticos

    tambin los profesores de religin. En las aulas de las escuelas debe haber un cuadro de la virgen y

    un crucifijo. Las tareas se inician con el rezo del rosario. En la mayora de las escuelas la asistencia

    a las clases de religin se hace obligatoria, como es obligatorio tambin asistir a misa todos los

    domingos y fiestas catlicas, bajo penas de disciplina y aun de expulsin, en caso de reincidencia.

    No hay fase de la vida donde la iglesia romana no trate de imponer su omnipotente influencia

    dictatorial y exclusivista.

    Sin embargo, el Evangelio crece. Lo extrao y admirable es que a pesar de todo, la obra evanglica

    crece incesantemente, dando as pruebas de una vitalidad inexplicable, si no fuera por la asistencia

    divina del Espritu de Cristo, quien nunca ha faltado a su promesa cuando dijo: Estar con ustedes

    siempre hasta el fin del mundo.

    En agosto de 1953 se reuni en Ibagu la Asamblea General de la CEDEC con el objetivo de hacer

    un anlisis de la situacin, a raz del cambio de gobierno (cuando el presidente de Colombia era

    Laureano Gmez) cuando todo pareca indicar que la persecucin llegara a su fin. En tal

    oportunidad se consideraron los informes detallados de la Comisin de Estadstica de la CEDEC, y

    se lleg a establecer que en los cinco aos que haba durado la violencia poltico-religiosa (1948-

    1953) la membreca de las iglesias protestantes haba aumentado en un 51%. Durante el mismo

    periodo fueron destruidos 57 templos o capillas (incluso una poblacin entera: Betel), pero 46

    fueron organizados en otros lugares y haba mucho ms en perspectiva.

    La obra que el cristianismo protestante est desarrollando en el pas ha sido ltimamente

    sometida a un anlisis tan apasionado como injusto, tratando de presentarlo como un agente

    imperialista, elemento extico, manzana de discordia, y lo que ms sorprende, se le ha acusado de

    ser una especie de antecmara del comunismo. Adems, dicen los voceros del catolicismo, Por

    qu vienen los protestantes a predicarnos sus creencias? Acaso no somos cristianos? Colombia

    no es un pas para misiones.

    Los que han fabricado tal conseja obran seguramente siguiendo la ley de las comparaciones.

    Tomemos por ejemplo el nombre de la iglesia catlica, la cual adems de eso insiste en llamarse

    apostlica y romana, es decir que depende de Roma; all esta el centro principal. De all salen las

    consignas, las voces de mando, los hilos sutiles, pero no invisibles de la diplomacia tonsurada y las

    orientaciones polticas a seguir en cada caso, todo en beneficio del Vaticano. Al contrario, el

    protestantismo es un sistema de creencias independiente de algn lugar o sistema de gobierno.

    Ningn misionero protestante sale de su patria llevando en la mente la idea de que va a servir a su

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    gobierno o sistema poltico. En el fondo de su corazn lo impulsa aquel sentimiento que animaba a

    Pablo cuando deca:

    Ay de m si no predico el Evangelio!

    Tambin se ha dicho y se ha repetido a menudo que el Evangelio es extico en Colombia.

    Preguntamos en qu pas del mundo podra resultar extico el Evangelio de Cristo? Acaso l no

    dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda criatura? Podramos imaginar que

    Colombia sea una excepcin? El Evangelio no conoce fronteras de pueblos, razas, culturas ni

    naciones; y si Cristo no puede sentirse extranjero en ningn rincn del mundo, Su mensaje

    tampoco podra quedar circunscrito a una determinada seccin de la tierra.

    Claro est que en el cristianismo protestante hay ciertos factores que chocan con el cristianismo

    tradicional de nuestro pueblo. Por ejemplo, para ser miembro de una iglesia protestante se exige

    dar evidencia de una fe sincera por medio de una vida transformada, en la cual los vicios y todo

    asomo de maldad hayan sido superados por la accin santificadora del Espritu de Dios. Esto

    parece extremadamente raro a un pueblo donde siempre se ha credo que para ser cristiano bastacon haber sido bautizado en los primeros das de su vida; hacer de vez en cuando alguna

    penitencia y dejar que despus de la muerte alguien pague sufragios por el descanso eterno de su

    alma.

    El arrepentimiento, la fe, el verdadero amor, la sinceridad, el perdn, el gozo santo de la vida, la

    paz, la mansedumbre, la tolerancia, la pasin por la justicia; todas estas son doctrinas netamente

    protestantes , muchas personas las rechazan a primera vista, considerndolas demasiado msticas,

    impracticables y extravagantes. Por otra parte, el Evangelio ha sido rodeado de una medrosa

    aureola de misterio. No son pocos los que lo han confundido y siguen confundindolo con las

    cosas ms extraas y contradictorias. En cierta ocasin, hace aos, cierto hombre se acerc, entretmido y resuelto, a una iglesia protestante con el propsito de vender el alma, pues segn dijo,

    varias personas le haban informado que los protestantes las compraban a buen precio.

    Reconocemos que el pueblo ha vivido demasiado acostumbrado al parpadear de los cirios, el olor

    del incienso, los templos sper adornados, los altares cubiertos de santos y de vrgenes, las

    imponentes ceremonias, los sermones rimbombantes y la aparatosa liturgia teatral. Ante tanta

    ostentacin, el Evangelio ciertamente puede parecer extico, con su mensaje sencillamente

    espiritual, desnudo de toda ceremonia, con sus templos escuetos, sin misas, sin rezos

    mecanizados; sin procesiones ni estatuas; ni confesionarios, ni estolas, ni mitras, ni cayados, ni

    indulgencias, ni reliquias milagrosas, ni meritos supererogatorios, ni medallas, ni rosarios, ninovenas, ni fiestas patronales, ni responsos para despus de la muerte. Tal sencillez, y sobre todo

    la insistencia en el sentido espiritual y redentor del mensaje de Cristo Vivo y la devocin por la

    Biblia como nica regla de fe y de conducta, han sido causa para que muchos lo estimen como una

    modalidad extraa de cristianismo. Es extico, han dicho simplemente, no estamos

    acostumbrados a l. Pero esto no es sino una ingenua confesin del bajo nivel espiritual en que

    se encuentra nuestro pueblo, y la adulterada clase de cristianismo que se le ha enseado.

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    Aquellos que se han tomado el trabajo de estudiar desapasionadamente la historia y han

    escudriado las escrituras, ya han llegado a convencerse de que el cristianismo verdadero, el

    cristianismo de Cristo (si se nos permite esa expresin) fue siempre as. De tal manera que lo

    extico en la religin de Cristo son precisamente las ceremonias y la pompa externa, hechas para

    agradar a los sentidos y cubrir el vaco en que se queda el alma.

    Otra arenga contra el cristianismo protestante es que es indeseable porque viene a romper la

    unidad nacional y amenaza la tranquilidad de nuestra patria. Pero la pregunta es a qu unidad y a

    que tranquilidad se estn refiriendo?

    Nadie puede decir que hay unidad en un pas donde los bandos polticos se declaran guerra a

    muerte como ha sido el caso de Colombia; donde en los aos de violencia cayeron ms de cien mil

    personas bajo la bala fratricida; se diezmaron los pueblos y se arrasaron los campos con diablica

    venganza, prueba bien elocuente que el catolicismo en tantos siglos no ha sido capaz de

    establecer la unin entre hermanos. Porque naturalmente, la violencia produce violencia. La

    prdica del Evangelio, en cambio, ha producido pueblos unidos, compactos, fuertes y prsperos.

    Los pueblos protestantes son pueblos pacficos, progresistas y demcratas; all estn como nobles

    ejemplos: Inglaterra, Holanda, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Australia, Estados Unidos y

    Canada. Pueblos libres y respetuosos de la libertad de creencia de los dems. Alguien ha dicho que

    los protestantes saben gozar de libertad sin abusar de ella, y eso es lo que constituye

    precisamente el ideal de la libertad y el orden, que en otras latitudes es meramente un vocablo sin

    sentido prctico.

    Podemos ver, pues, por el testimonio que est a la vista del mundo entero, que el Evangelio no

    produce divisiones ni engendra discordias como quieren hacer creer los apologistas catlicos. Es

    todo lo contrario, elemento de paz, venero de libertad, lazo de unin entre los hombres.

    La ltima acusacin que se ha hecho contra la obra protestante en Colombia, es que los

    protestantes son aliados del Comunismo. Funcionarios pblicos y jerarcas romanos por igual han

    venido repitiendo la increble conseja. Quin no se sorprendera de tan peregrina inculpacin?

    Hace poco (1956) el seor obispo de Cali hizo pblica una pastoral en que hace cargos totalmente

    infundados acusando de procomunistas a los protestantes. Cmo se sentiran los seores

    Truman, Churchill y Eisenhower si les dijeran que son comunistas por ser protestantes? Y sin

    embargo, eso es lo que estn diciendo los obispos en Colombia. Esto nos parece el colmo de la

    ceguera. Pues si paseamos la vista por el mundo, vemos que los pases menos infiltrados de

    comunismo son precisamente los protestantes. En cambio all estn Francia e Italia, pases de gran

    mayora catlica, clamando socorro y ahogndose en las aguas letales del comunismo. Y Rusiamisma, a caso no fue catlica antes de ser comunista? Yugoeslavia, paraso del comunismo

    titosta, acaso no es de mayora catlica? Los censos dicen que tiene el 50% de griegos catlicos

    ortodoxos y 37% de catlicos romanos. Esos son los frutos del catolicismo. Y Amrica Latina? All

    estn Cuba, Chile, Brasil, para no citar ms que tres pases, donde el comunismo se ha propagado

    de forma alarmante. Y son catlicos! Acaso Stalin no fue seminarista catlico antes de

    convertirse en lder de la hoz y el martillo? El catolicismo es la religin que ms fcilmente se deja

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    penetrar por el comunismo porque ambos son similares en varios puntos. Uno y otro son

    autoritarios, ambos son dictatoriales, ambos son totalitaristas. No es extrao entonces, que

    algunos hayan llegado a pensar que no tardar el da cuando de las dos cosas resulte una sola.

    En esto como en todo la iglesia demuestra su doble moral. Aqu, en Colombia, donde el

    protestantismo es minora, nos tratan de comunistas para enemistarnos con el gobierno y con elpueblo; para justificar el atropello y dar paso libre a la persecucin sangrienta. En los pases

    protestantes nos tratan como a los ms nobles defensores de la libertad. Por qu el Papa se

    empea en mandar con el menor pretexto, mensajes de congratulacin y de amistad a los

    gobernantes de pases protestantes? Seguramente l no piensa que los protestantes son

    comunistas. Pero aqu los obispos piensan lo contrario. Quin tiene la razn?

    Un testimonio elocuente.

    El Dr. Samuel Ruiz Lujan, ex-sacerdote catlico, fue profesor en la Universidad Javeriana de Bogoty ocupo otros altos cargos eclesisticos en Medelln, ampliamente conocido en el pas, conoci el

    Evangelio hace pocos aos en la Capital de la Montaa, acepto la salvacin de Cristo y

    actualmente se halla efectuando una prodigiosa labor entre las juventudes latinoamericanas en los

    Estados Unidos. Es interesantsimo su testimonio, del cual, por razones de espacio, solamente

    tomamos unos prrafos. Dice Ruiz Lujan:

    Nac en la hermosa tierra colombiana. Y en Colombia se meci mi cuna en la regin ms

    tradicionalmente catlica del pas, en un pequeo valle a orilla del caudaloso Cauca y enmarcado

    geogrficamente entre las grandes montaas de Antioquia. Ordenado sacerdote, trabaj con toda

    mi alma desde distintas y delicadas posiciones al servicio de la iglesia de Roma que yo identificaba

    como la nica y verdadera iglesia de Cristo. Vi a mi alrededor lamentables cadas en mis colegas y

    mucho farisesmo e hipocresa. Llegaron los aos ms sangrientos de la violencia en Colombia;

    renunci voluntariamente a una holgada posicin de profesor y a una vida cmoda en la ciudad

    para irme a pueblos pequeos y an aldeas del occidente antioqueo para estudiar el problema

    social de la violencia, con el nimo de presentar ms tarde alguna apropiada solucin. Fui entonces

    testigo ocular de crmenes atroces en sucesin progresiva y vi con pena en mi espritu el caer

    verticalmente, para ser pisoteados en casos concretos, los ms grandes principios morales que

    haba aprendido a respetar desde nio. Vi que toda aquella chusma de forajidos no slo eran

    bautizados, sino que usaban escapularios, medallas, rosarios y crucifijos y an frecuentaban los

    sacramentos. Profundice en el anlisis sociolgico en medio de la gran descomposicin social queme rodeaba y amenazaba asfixiarme y llegu en ltimo anlisis hasta situar las causas de todo

    aquello en donde no debera ni quera encontrarlas. Empec a hacer privadamente un estudio

    comparativo de las enseanzas de la Sagrada Biblia y las enseanzas de mi propia iglesia y llegu a

    la conclusin, con sorpresa y dolor de mi alma, que todo aquello de sacramentos y sacramentales,

    escapularios, medallas y convencionales principios eran slo y nada ms que la estructura de un

    sistema religioso humanamente elaborado. Un da inolvidable mientras lea las Santas Escrituras,

    despus de haber invocado la presencia del Espritu Santo, empec a ver desarrollarse

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    maravillosamente ante m el plan de la salvacin en Cristo por la fe y sus transcendentales

    consecuencias. Ca de rodillas y qued como extasiado en gozo ante lo divinamente sublime de

    tantas maravillas. Cuando horas ms tarde cerr el Bendito Libro una dulce paz y una alegra

    interior embargaron mi espritu; una fuerza dinmica me invitaba a la accin; nueva luz en los ojos

    de mi alma, me haca ver las cosas en forma distinta. Pero no era el dejar a Roma para considerar

    la reforma protestante como punto de partida. La reforma de Lutero fue slo el movimientoprovidencial de que se sirvi el Altsimo para hacer que los hombres de buena voluntad volviesen

    los ojos a las Santas Escrituras y al cristianismo de la Iglesia Neo testamentara.

    Muchos otros sacerdotes en Colombia han llegado a las mismas conclusiones; pero les falta

    decisin y coraje para romper el yugo y enfrentarse a la lucha con la iglesia.

    Las misiones protestantes en Colombia.

    Colombia no es un pas para misiones. Somos un pas totalmente catlico. Mas del 99% de lapoblacin colombiana es catlica.

    Hagamos algunas consideraciones al respecto.

    1. Es cierto que Colombia no es tierra de misiones? Puede ser que se sienta algo de orgullonacional, pero debemos resignarnos a saber lo siguiente: las tres cuartas partes del

    territorio nacional son tierras de misiones (1956) en las cuales los misioneros catlicos, en

    su mayor parte extranjeros, ejercen poderes que sobrepasan a la labor puramente

    religiosa; y esto en virtud de un tratado suscrito a largo plazo por el gobierno con el

    Vaticano en virtud del concordato. As pues no hay derecho a decir que este no es pas de

    misiones, y que por lo tanto los misioneros protestantes tienen que salir.

    2. No estamos quitando adeptos a la iglesia catlica. Si estudiamos a fondo la situacinreligiosa en el pas, veremos que la petulante afirmacin del 99% carece de fundamento;

    al menos no corresponde a la realidad. Puede ser que la mayor parte de personas digan

    que son catlicas y hasta pueden ser que hayan sido bautizadas en la iglesia catlica. Pero

    decir no es ser. Las juventudes, los intelectuales, las gentes ms bien preparadas, en su

    gran mayora, carecen de fondo religioso y han cado en un vano desmo sin orientacin

    clara o definida. Son barcos en busca de puerto donde echar el ancla. No pertenecen a

    religin ninguna, porque puede decirse que cada uno tiene su credo personal, aunque

    superficialmente traten de adaptarse al rito catlico, como puro cumplimiento social.

    Hablando de esto, pero en trminos generales, refirindose al catolicismo en Amrica Latina, dice

    el famoso conferencista Dr. Jorge Howard: Los estudiantes y las clases preparadas en la Amrica

    Latina, no han sido ganados para el cristianismo. Son personas tradicionalmente indiferentes y an

    hostiles a la religin. Ser religioso o concurrir a la iglesia es considerado como signo de inferioridad

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    para muchos intelectuales. Han roto los grilletes de una religin oscurantista llena de supersticin y

    todava no se le ha enseado que se puede ser cristiano y seguir conservando el decoro

    intelectual.

    El P. Alberto Hurtado Crchaga, de la Sociedad Jesuita, en un libro hace algunos aos publicado en

    Chile con la aprobacin eclesistica dice: Creen algunos que la fe persevera en la casi totalidad delos chilenos. Los resultados que arrojan las encuestas y estadsticas nos obligan, sin embargo, a

    pensar de otra manera. En verdad que an en la mayora de nuestro pueblo hay un fondo de

    religiosidad que se manifiesta por el bautismo de los nios, por las imgenes que se conservan en

    las casas, y por algunas prcticas, muchas de ellas ms supersticiosas que religiosas. La vida

    cristiana, empero, se va debilitando casi hasta desaparecer en algunas regiones. Esto que el

    jesuita mencionado dice refirindose a la repblica de Chile se puede repetir sin variacin alguna a

    la realidad colombiana.

    Aade Howard: Nunca tuvo el cristianismo una oportunidad misionera tan esplndida como la

    que se le ofreci a la iglesia catlica romana en el periodo de la conquista y la colonizacin de las

    Indias, como se llamaba entonces a Amrica Latina. El campo estaba libre, el apoyo de las

    autoridades civiles era completo, no haba otra iglesia rival, no haba oposicin. Sin embargo,

    despus de cuatro siglos de posesin indiscutida, todava est por hacerse la cristianizacin del

    continente. Por eso, Miguel de Unamuno, el gran filsofo espaol, daba este consejo a un

    educador latinoamericano: Vuestro problema en la Amrica Latina es el de fertilizar el suelo

    espiritual. Bajo la nieve pueden crecer flores, pero nunca en la arena. La vida en vuestra Amrica

    necesita ser enriquecida con humus espiritual.Eso es lo que estn tratando de hacer las misiones

    protestantes. A los que dicen ser cristianos se les est mostrando la manera de ser cristianos de

    verdad.

    3. Y qu decir en cuanto a la moral en nuestro pueblo? Lo que hemos visto en estosltimos aos es propio de un pueblo que se llama cristiano? No lo digamos nosotros.

    Dejemos que lo digan los mismos jerarcas catlicos-romanos. A fines de 1955 se reuni en

    Bogot la XVII Conferencia Episcopal de Colombia, presidida por el Cardenal Luque, la cual

    expidi una pastoral conjunta analizando la desastrosa situacin social, moral y religiosa

    en que vive Colombia. He aqu algunas palabras aparecidas en la introduccin del

    mencionado documento: La verdadera causa de la tremenda crisis moral que sufre el

    pueblo colombiano, radica nica y exclusivamente en el alejamiento de Dios. Se ha alejado

    de l, de sus mandamientos, de Su Evangelio, de Sus sacramentos, de Su gracia y de Su

    amorEl Seor Jesucristo dice que Por sus los frutos se habr de conocer a sus hijos..

    pero el fruto que han dado los colombianos a travs de la historia, especialmente en los

    ltimos aos (1948 - 1953), no son dignos de un pueblo cristiano. Es un pueblo que ni

    siquiera es catlico, segn la amarga queja del episcopado colombiano.

    4. Y que de raro habra que los protestantes hicieran proslitos en Amrica Latina, y enColombia, para ser ms concretos? Acaso los catlicos no hacen lo mismo en Estados

    Unidos y otros pases protestantes? La iglesia catlica se jacta de ganar convertidos entre

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    los protestantes, y mantiene numerosos misioneros en los pases protestantes. Y los

    protestantes nunca han pedido que sean echados los misioneros catlicos del pas. Los

    tratan con las mismas garantas como a cualquier otra persona. El hermano Eugenio Len,

    escritor colombiano, autor de varios libros, de texto para escuelas y colegios, acrrimo

    enemigo del protestantismo, dice sin embargo en su libro Historia de la Iglesia, pagina

    235: en Estados Unidos, tanto la Constitucin de 1787, como los gobernantes, si noreconocen ninguna religin oficial, se muestran respetuosos de la Divinidad y tienen cada

    ao un da de Accin de Gracias. A la sombra del derecho comn y de la libertad, la iglesia

    catlica se ha desarrollado paralelamente al pas.Nadie les ha puesto obstculos para

    que desarrollen su obra proselitista. Prueba de que el protestantismo es libre y tolerante.

    De modo que la iglesia catlica se siente muy satisfecha por la manera como se le trata en los

    pases protestantes. Hasta ahora ni el Papa ni jerarca alguno se ha quejado de atropellos,

    persecuciones, asesinatos, incendios de templos o cosas semejantes por parte de los protestantes

    contra los catlicos. Lo extrao es que la iglesia an exige ms y ms privilegios dentro de los

    pases protestantes. Incluso se atrevi a solicitar en el Congreso de los Estado Unidos subsidios

    para sus escuelas confesionales. Y haba protestantes inocentes e ingenuos que estaban

    dispuestos a concederlos! Y los catlicos se aprovechan de ello. Los catlicos all piden, reclaman

    y exigen a voz en cuello ABSOLUTA LIBERTAD. Eso es all, donde estn en minora. Aqu, donde son

    mayora, niegan esa misma libertad a los grupos protestantes. Y les llevan a la crcel si insisten

    demasiado en defender sus derechos conculcados. Aqu han suplantado la libertad con lo que ellos

    llaman simple tolerancia, pero lo cierto es que en la prctica an la tolerancia se nos niega.

    La iglesia catlica es, pues oportunista. Cuando Pern en la Argentina resolvi dar la espalda a la

    iglesia que lo subi al poder y comenz a limitar las actividades clericales, los curas enseguida

    levantaron el grito al cielo pidiendo ABSOLUTA LIBERTAD RELIGIOSA. Pero eso mismo es lo que

    nosotros estamos pidiendo y exigiendo en Colombia hace mucho tiempo. Sin embargo, no la

    hemos obtenido, porque la iglesia catlica aqu niega lo que en otras partes pide.

    Nuestro gobierno nacional se empea en afirmar que sus ideales son cristianos y bolivarianos.

    Magnifico. No puede haber mejores ideales. Como cristianos protestantes adherimos a tan

    sublimes ideales y slo invitamos al gobierno y al pueblo en general a convertir los ideales en

    tangible realidad.

    DIJO CRISTO: Dad a Dios lo que es de Dios, y al Csar lo que es del Csar. Es decir, noconfundamos los intereses materiales de la vida con los valores eternos del espritu. Administre el

    gobierno las cosas temporales y deje libres las conciencias, que pertenecen solo a Dios. Reciba el

    gobierno nuestro respeto, nuestra obediencia cvica, nuestras contribuciones; pero gurdese de

    legislar sobre religin, porque la religin es patrimonio del alma, y en el alma slo Dios tiene

    autoridad. Ese es el ideal de Cristo.

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    DIJO BOLIVAR: En una constitucin no puede haber lugar para la prescripcin de una fe religiosa

    en particular, porque las leyes deben garantizar nicamente los derechos polticos y civiles. La

    religin gobierna al hombre en el hogar, en su oficina y en su propio interior; es la nica que tiene

    derecho a examinar lo ms ntimo de su conciencia. Las leyes, por el contrario, cuidan la superficie

    de las cosas; no gobiernan sino lo que est fuera del alma de los ciudadanos. Aplicando stas

    consideraciones, puede un Estado gobernar la conciencia de sus sbditos, cuidar que cumplan lasleyes religiosas y premiar o castigar, cundo los tribunales estn en el cielo y cuando Dios es el

    Juez? Slo la Inquisicin sera capaz de tomar el lugar de esos tribunales en este mundo. Deber

    volver la Inquisicin con sus antorchas ardientes? La religin es la ley de la conciencia. Toda ley

    que la sobrepuje, la anula; porque haciendo impositiva la necesidad de cumplir, se destruye el

    mrito de la fe, que es la base de la religin. (Cita de Searle Bates).

    Este es el ideal bolivariano.

    Esto, y nada ms que esto, es lo que tras un siglo de lucha contra la intolerancia, reclama y exige la

    Iglesia protestante de Colombia: PAZ, RESPETO, LIBERTAD.

    Atrs queda un siglo (1856 - 1956) sombro coronado de triunfos, a pesar de todo; adelante est el

    futuro con todas sus promesas, hacia el cual seguimos con la frente erguida, seguro y confiados,

    porque Dios va con nosotros.

    Al Dios slo sabio, nuestro Salvador,

    Sea la gloria y magnificencia,

    Imperio y potencia,

    Ahora y en todos los siglos. Amn.

    Los sucesos del 9 de abril de 1948 como legitimadores de la violencia oficial.

    El 9 de abril de 1948, da del asesinato de Jorge Elicer Gaitn, constituye un momento de

    particular importancia en la historia de Colombia. En primer lugar, son muchos los que an hoy,

    cincuenta aos despus de su muerte, consideran que ese "magnicidio" frustr indefinidamente

    las esperanzas de todos aquellos que vean en Gaitn la posibilidad de acceder a una sociedad

    realmente democrtica, ms justa, menos excluyente. Los testimonios de muchsimos

    colombianos que vivieron la poca de "la violencia" corroboran esa misma imagen en la que

    Gaitn aparece como el abanderado en la lucha contra las injusticias sociales, la corrupcin, la

    exclusin poltica, etc. [1]

    Articulo escrito por Ricardo Arias, Profesor del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes.Bogot, 1998.

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    La importancia del viernes 9 de abril tambin se puede apreciar en otros aspectos. La muerte de

    Gaitn provoc verdaderas insurrecciones populares en diferentes lugares del pas (las llamadas

    "juntas revolucionarias" se tomaron el poder en diferentes localidades y subvirtieron

    momentneamente el orden). Por otra parte, a partir de esa fecha, la violencia, que ya vena

    manifestndose con una gran intensidad desde tiempo atrs, adquiri un ritmo particularmente

    escalofriante. El distanciamiento entre el bipartidismo se acentu, haciendo cada vez ms difcilestablecer gobiernos de coalicin. Adems, el Ejrcito, que hasta entonces haba conservado una

    cierta neutralidad en medio de todos los conflictos, empez a identificarse con el gobierno. Pero lo

    que nos interesa en este artculo es destacar otro aspecto, quiz menos conocido por el pblico en

    general a pesar de que guarda, a nuestro parecer, una gran importancia. Se trata de la

    interpretacin que hizo del 9 de abril tanto el gobierno de Mariano Ospina Prez (1946-1950),

    como las lites en general. Ese tipo de lectura de lo sucedido aquel fatdico viernes justific y sigue

    justificando hoy en da- la respuesta violenta por parte de todos aquellos que vieron en la

    irrupcin de los marginados polticos y sociales una amenaza para el "orden" establecido. En ese

    sentido, lo sucedido el 9 de abril de 1948 fue aprovechado por la clase dirigente para darle una

    determinada interpretacin ideolgica a partir de la cual se pudieran deslegitimar lasreivindicaciones de los sectores excluidos, estrategia que sera -el tiempo se ha encargado de

    demostrarlo- de una gran eficacia para acallar todo brote de oposicin. Es decir que en el mismo

    momento en que las masas populares crean adquirir su independencia como actores sociales -

    acaso no salieron, por su propia cuenta, a vengar la muerte del "lder" social, atacando y

    destruyendo todos los smbolos que representaban el poder?-, lo que en realidad se estaba

    presenciando era su desmantelamiento como actores autnomos. Hoy en da, cincuenta aos

    despus, no se vislumbra an, en el escenario poltico colombiano, un movimiento o partido de

    oposicin que ofrezca una alternativa slida, creble y legtima frente al bipartidismo tradicional.

    La interpretacin que la mayora de los sectores de la clase dirigente hizo del 9 de abril estbasada en una lectura sesgada de los acontecimientos. Antes del asesinato de Gaitn, el pas ya

    estaba inmerso en una profunda violencia en la que se mezclaban todo tipo de causas. Las 14.000

    muertes violentas correspondientes a 1947 demuestran claramente que la violencia no comenz

    el 9 de abril [3]; los aos 30, cuando los liberales retomaron el poder despus de una abstinencia de

    medio siglo, estuvieron plagados de enfrentamientos bipartidistas; y la dcada anterior se haba

    caracterizado por la violencia entre campesinos y terratenientes, por un lado y, por otro, entre el

    proletariado y el patronato (recordemos las bananeras y su cruento desenlace). Pero a pesar de

    ello, los sectores dirigentes insistieron en que la violencia slo comenz realmente el 9 de abril

    con el asesinato de Gaitn, y sobre todo con los desmanes del "populacho". Juan Uribe Cualla,

    citado en la Gran Mancha Roja, ilustra muy bien esa concepcin de una Colombia idlica y ejemplaren todos los aspectos, a la que "ms de cien aos de historia le haban consagrado como modelo

    de orden y exponente autntico de la grandeza de los prceres, de la obra de los libertadores y de

    las vidas admirables de estadistas ilustres, de sus poetas inmortales y de sus varones eximios".

    Ospina Prez, para quien los hechos del 9 de abril tambin constituyeron una amenaza al buen

    nombre de Colombia, invitaba a los ciudadanos a restablecer el orden que tanta fama le haba

    dado al pas a nivel internacional: "El Presidente pide a todos los buenos hijos de Colombia [...],

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    que contribuyan en esta hora de prueba con el aporte de su sensatez y de su prudencia para que

    no se hunda el prestigio republicano y democrtico de la Patria, que tan orgullosamente

    enarbolamos ante la Amrica invitada a reunirse en esta ciudad capital"[4].

    Ese clima de violencia que se produjo el 9 de abril se extendi mucho ms all de lo esperado;

    para ciertos sectores de la sociedad, como ya lo indicamos, fue el inicio de una ola de terror que seiba a apoderar de Colombia. Casi tres aos despus de ocurridos los hechos, el presidente

    Laureano Gmez deca que la tarea central de su gobierno consista en "la reconquista de la

    tranquilidad pblica perturbada tan profundamente como consecuencia de la subversin del 9 de

    abril..."[5]. Muchos aos despus, el general Fernando Landazbal, por ese entonces ministro de

    Defensa del gobierno Betancur, afirmaba categricamente que el partido comunista era el

    responsable de la violencia que "le ha costado al campo desde 1948 ms de 30.000 campesinos

    asesinados por guerrilleros comandados, dirigidos, auspiciados y sustentados por el partido

    comunista"[6].

    Ms grave an: si analizamos ciertos comentarios que se siguieron emitiendo en torno a los

    sucesos de aquella fecha, encontramos que el 9 de abril, ms que una interrupcin pasajera de la

    paz y de la tranquilidad que supuestamente caracterizaban a nuestra sociedad, represent el inicio

    de una profunda descomposicin social, el desplome del orden tradicional. Un editorial publicado

    en 1953 por el peridico El Siglo, intitulado "El da de la abominacin", afirmaba que "el 9 de abril

    an no ha concluido. Esta ola de bandolerismo que ha asolado el pas en estos cinco aos es fruto

    consecuencial de esa fecha. Bajo esa negra noche, que el resplandor de las llamas criminales haca

    moralmente ms oscura, qued desecha toda la tradicin de la repblica, despedazada su alma,

    desfigurado su carcter. Apenas la mano providente de Dios, pudo salvar a nuestros mandatarios,

    conservar a nuestro partido en el poder y dejarnos un resto de patria para volverla a edificar de

    nuevo [...]. 9 de abril, da de abominacin, quin pudiera arrancarte de la historia colombianapara no seguir avergonzndonos con tu recuerdo!"[7]

    El 9 de abril debe ser entonces enfticamente condenado porque fue una manifestacin

    anrquica, catica y llena de violencia, que se ensa contra las "autoridades legtimas" y, ms

    grave an, contra las instituciones sagradas: en efecto, la Gobernacin y el Palacio de Justicia

    fueron incendiados en Bogot, y muchas otras sedes del poder fueron arrasadas en otros lugares

    del pas, al mismo tiempo que edificios, templos y centros educativos catlicos, como el Palacio

    Arzobispal, la Nunciatura y la Universidad Javeriana Femenina, quedaron completamente

    destruidos. Ante la magnitud de los daos ocasionados, ante la afrenta que signific el ataque a

    los smbolos ms representativos del poder, la condena era un primer paso para tratar de

    restablecer el "orden". La crcel y la excomulgacin cayeron rpidamente sobre los responsables

    de tan oprobiosos hechos [8]. Pero la condena no bastaba, por ms severa que fuera. Lo que habra

    que hacer es borrar ese recuerdo tan escabroso de nuestra historia, no solamente por la

    vergenza de lo acaecido, sino porque su origen, su verdadero origen, no poda encontrarse

    dentro de las fronteras colombianas ni en las almas catlicas de nuestra comunidad. Monseor

    Perdomo, arzobispo primado, dijo lo siguiente en una alocucin realizada el 12 de abril, tres das

    despus de las revueltas: "En esta hora de inmensa tribulacin para nuestra amada Patria, y con el

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    corazn profundamente acongojado ante los extremos de perversidad y de locura a donde vemos

    que ha sido llevado nuestro pueblo, por obra de extraas influencias, destructoras no slo de todo

    orden moral y religioso, sino adems de todo ideal patritico, y de todo sentimiento humanitario,

    no podemos menos de reprobar [...] los horrendos atentados y delitos..." [9]. El presidente Ospina

    pensaba que el origen del problema haba que buscarlo ms all del bipartidismo, es decir en unos

    terrenos forzosamente nocivos para el pas: "Quiere el Presidente con toda exactitud llamar laatencin de los colombianos amantes de la Patria sobre el hecho de que el curso que han tomado

    los acontecimientos ya no es de partido liberal ni de partido conservador, sino de tremenda

    amenaza a las instituciones bsicas de Colombia y a la vida, honra y bienes de los asociados"[10]. El

    origen, el verdadero origen del mal, provena entonces del exterior: del comunismo internacional

    que, apoyado en sus escasos pero peligrossimos secuaces criollos, quisieron sembrar el terror en

    el pas para, en medio del caos, tomarse el poder.

    El autor de la Gran Mancha Roja insiste sobremanera, desde el comienzo hasta el final, en el

    mismo argumento. Sin embargo, las imgenes y el texto de esta historieta suministran otro tipo de

    informacin acerca de los responsables, lo que nos permite tener una idea mucho ms clara de los"revoltosos"; este tipo de precisiones resulta valiossimo para entender la imagen que hace el

    autor del "culpable". En primaria instancia, se seala explcitamente al comunismo. Esta corriente

    ideolgica defiende una serie de postulados que amenazan, dentro de la ptica de los dirigentes,

    las bases de la sociedad colombiana. Pero si leemos atentamente el texto y observamos con

    detenimiento las ilustraciones nos damos cuenta que, al lado del comunismo, lo que est

    surgiendo, lo que est irrumpiendo, amenazante, en el escenario, es el proletariado, designado

    peyorativamente como el "populacho". Es decir, la amenaza suscitada por el enemigo adopta

    simultneamente una faceta poltica -el comunismo- y una social -los sectores populares. Pero La

    Gran Mancha Roja va an ms all. El 9 de abril no es percibido simplemente como un conflicto

    poltico entre partidos opuestos, lo que no tendra nada de novedoso; tampoco, de maneraexclusiva, como un enfrentamiento de clases [11]; ms precisamente, es percibido como la

    irrupcin, violenta, inesperada, del horror, del terror, en resumidas cuentas de la Barbarie. El 9 de

    abril, el "viernes rojo", fue la lucha entre la civilizacin y el caos, entre la cultura y el salvajismo ("el

    pueblo no quera cultura", nos dice el autor de las ilustraciones). Fue, en ltimo trmino, un

    combate entre las fuerzas del Bien y las del Mal. En efecto, ese "da de la abominacin" se

    levantaron, "energmenos" y "enloquecidos", los "revoltosos criminales", para dar rienda suelta al

    "estallido de las pasiones ms insanas y de los ms bajos y primarios instintos". Los rostros de los

    "revoltosos", desencajados, llenos de ira (en claro contraste con la perfecta serenidad y mesura

    que expresan los representantes de las lites), no hacen sino corroborar la imagen de una masa

    violenta, incontrolable, desenfrenada, que es representada destruyendo, saqueando, trastocandoosadamente el orden ("Pobres y descalzas mujeres de las barriadas bogotanas, llevaban sobre sus

    hombros pieles de cuantioso precio..."). En pocas palabras, se quiso desviar a nuestra patria de sus

    destinos histricos...

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    Y esta percepcin del enemigo -y de los hechos- fue compartida por las lites en general, sin

    distingos polticos. Es cierto que liberales y conservadores se acusaron mutuamente de asesinar a

    Gaitn. Pero tan pronto entendieron que lo que estaba en juego era el bipartidismo y su

    permanencia en el poder, los dirigentes de los dos partidos hicieron hasta lo imposible para

    deslegitimar la revuelta del 9 de abril. Los directorios de los dos partidos, luego de una reunin

    con el presidente Ospina, dieron a conocer el siguiente comunicado: "El grave clima deexacerbacin poltica creado por el execrable (sic) asesinato del seor Jorge Elicer Gaitn

    constituye un serio peligro para la paz pblica y amenaza con torcer el rumbo histrico de la

    Nacin. Los directorios de los dos partidos se hallan de acuerdo en la necesidad de restablecer la

    calma y la normalidad, no slo para salvar al pas de esos gravsimos peligros, sino tambin para

    poder encauzar el esfuerzo unido de todos los colombianos hacia la reconstruccin moral y

    material del pas, tan seriamente quebrantada por designios extraos que sorprendieron a los dos

    partidos histricos en sus mtodos de lucha cvica"[12]. Como se puede apreciar de manera muy

    clara, los dirigentes el bipartidismo, profundamente angustiados ante la ira popular, condenaron

    de inmediato a los manifestantes por interrumpir violentamente el orden tradicional. Lo que se

    aprecia, en el fondo, es que "los principales representantes del liberalismo se vieron tansorprendidos y asustados por la magnitud y las posibles consecuencias del levantamiento popular

    como los dirigentes conservadores y el clero; esta actitud se puede apreciar en la prensa liberal

    que, al igual que la conservadora, denunci la amenaza comunista y justific los acercamientos

    entre los dos partidos" so pretexto de defender las instituciones democrticas [13]. El nuevo

    gobierno de coalicin, constituido por los dirigentes de los dos partidos horas despus del

    asesinato de Gaitn, es una muestra del afn con el que liberales y conservadores queran hacer

    frente comn para resistir los embates de los sectores populares.

    Lo esencial, para todos estos sectores dirigentes, era condenar un movimiento que amenazaba,

    como nunca antes haba sucedido en nuestra historia, el orden establecido. Para ello, a unmovimiento con claros tintes sociales y polticos se le descontextualiz completamente de la

    realidad nacional para reducirlo tan slo a la poltica expansionista del comunismo internacional; y

    a sus actores se le dieron los peores eptetos para reducirlos al nivel de los ms peligrosos y

    bestiales criminales.

    De ah la represin: el enemigo, el verdadero enemigo para la "democracia", deja de ser el otro

    partido cuando lo que est en juego no es simplemente el reparto del poder, sino la eventualidad

    de que surja un movimiento contestatario autnomo con deseos de cambiar las reglas de un juego

    monopolizado histricamente por el bipartidismo. Es precisamente ese el significado que

    queremos destacar del 9 de abril: esa fecha, gracias a la lectura que de ella hicieron los sectoresdirigentes (la irrupcin de la barbarie), sirvi para justificar plenamente una poltica represiva

    contra los sectores contestatarios, en el mismo momento en que las tensiones sociales

    aumentaban en toda Amrica latina y las lites del continente se crean amenazadas por el

    populismo. Pero ese momento tambin coincidi con los inicios de la Guerra fra. La represin,

    entonces, se haca en nombre tanto de los "principios occidentales" (la democracia, el

    capitalismo), como de los "valores colombianos" (la religin catlica y sus representantes, las

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    autoridades "legtimamente elegidas", nuestra "cultura" y "civismo", etc.). "En realidad el 9 de

    abril haba servido de pretexto a las clases dominantes para una completa reorganizacin del

    Estado el cual, al trmino de 1948, se encuentra financieramente fortalecido, ampliados y

    cualificados sus aparatos de represin, extendidos sus mecanismos de control poltico y social. La

    Ley 82 de diciembre 10 de 1948 mediante la cual se concede amnista a los procesados o

    condenados por delitos contra el rgimen constitucional y contra la seguridad interior del Estado,cometidos con ocasin de los sucesos del 9 de abril, es a lo sumo una contraprestacin a la

    colaboracin liberal en este proceso de reordenamiento estatal pero no un signo de debilidad

    frente a un peligro potencial. Las clases dominantes disponen ya de todas las armas para enfrentar

    el ms mnimo brote de rebelda de las masas"[14].

    El 9 de abril fue eso para las lites, una oportunidad ms para deslegitimar al "exterior de lo

    social": el populacho, los revoltososos, los salvajes. Y como lo dijimos desde un comienzo, la

    historia, en ese sentido, no ha cambiado mucho cincuenta aos despus, pues hoy en da los

    campesinos movilizados, los trabajadores en huelga, los defensores de los derechos humanos, y

    tantos otros sectores e individuos, siguen siendo vistos por el Estado y por una parte de lasociedad como elementos manipulados por las guerrillas comunistas y, por eso mismo, altamente

    peligrosos para el pas. En el fondo, el "otro", cualquiera sea su rostro, no tiene cabida en una

    sociedad que ha erigido a la intolerancia y a la exclusin en pilares bsicos de su funcionamiento.

    Es por ello que la asombrosa debilidad de los movimientos de oposicin, que ha caracterizado a

    Colombia a lo largo de toda su historia, no puede ser desligada de esa visin que, desde las altas

    esferas, se ha tenido -y se ha difundido exitosamente- del "otro", visin que legitima la represin

    sistemtica con que ste ha sido combatido. No olvidemos que la estabilidad de nuestra

    "democracia" ha reposado en regmenes de excepcin. Dentro de ese contexto, las recientes

    advertencias dirigidas por la Comunidad Europea al gobierno colombiano por su tendencia a

    criminalizar las protestas sociales resultan sin duda refrescantes, pero, al mismo tiempo, no dejade ser profundamente vergonzoso y humillante que la atencin de un pas en torno al respeto de

    los derechos humanos est determinada por las presiones econmicas de la comunidad

    internacional.

    [1] El libro clsico de Arturo Alape -El bogotano. Memorias del olvido: 9 de abril de 1948, Bogot, Ed. Planeta, 1987-, as

    como algunos de los trabajos realizados por Alfredo Molano -en particular Los aos del tropel, Bogot, Cerec-Cinep-

    Estudios rurales latinoamericanos, 1985-, permiten apreciar lo que representaba Gaitn para amplios sectores de la

    sociedad.

    [3] OQUIST, Paul, Violencia, poltica y conflicto en Colombia, Bogot, Instituto de Estudios Colombianos, 1978, p. 59.

    [4] Revista javeriana, nmero 144, mayo 1948, pp. 185-186.

    [5] El Siglo, 31 de diciembre de 1950.

    [6]El Tiempo, 7 de octubre de 1982.

    [7]El Siglo, 27 de marzo de 1953.

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    [8]Revista Javeriana, numero 144, mayo 1948, p. 194.

    [9]Ibd., pp. 193-194.

    [10]Ibd., numero 145, jumo 1948, p. 229.

    [11]'Si bien es cierto que los manifestantes atacaron y saquearon muchos locales comerciales de gran lujo, lo que puede

    ser considerado como una manifestacin del odio de clases, no hay que olvidar sin embargo que la oligarqua liberal no

    fue vctima de la accin de los "revolucionarios".

    [12] Revista Javeriana, nmero 144, mayo 1948, p. 187.

    [13]ARIAS, Ricardo, 9de abril de 1948, Bogot, Panamericana Editorial, 1998, pp. 39-40.

    [14]'SANCHEZ, Gonzalo, Los das de la revolucin. Gaitanismo y 9 de abril en provincia, Bogot, Centro Cultural Jorge

    Elicer Gaitn, 1983, p. 152.