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PROGRAMA DE MAGISTER EN EDUCACIÓN LA CONSEJERÍA PERSONAL 1 LECTURA 2: ENFOQUES DEL ASESORAMIENTO DE ORIENTACION AFECTIVA B. Shertzer y S. C. Stone. En el capítulo anterior presentarnos cuatro enfoques del asesoramiento: el de rasgos y factores, el ecléctico, la psicoterapia como inhibición recíproca y el asesoramiento de la conducta. En este capitulo analizaremos el enfoque psicoacalítico, el centrado en el cliente y el existencial. EL PUNTO DE VISTA PSICOANALÍTICO Su creador y su material originario El psicoanálisis es, un método para tratar a los individuos por medios psicológicos, no físicos, y constituye una rama de la ciencia. El sistema originario de su doctrina fue formulado por Sigmund Freud aproximadamente entre 1890 y 1939. Freud fue reconocido como el primer investigador que logró captar y describir el subconsciente de la mente humana. Freud nació en 1856 en Freiberg. Moravia (hoy Checoslovaquia): murió en 1939 en Inglaterra. Tras graduarse en la Universidad de Viena en 1881, se interesó por la psicología, estudió con Jean Martin Chareit, y luego trabajo con Josef Breuer sobre el empleo de la hipnosis para el tratamiento de la histeria. Sus obras, excluyendo las de sus discípulos y continuadores, abarcan 23 volúmenes que cubren un período de 40 a 50 años 1 . El pensamiento de Freud; reconocido o no, se ha difundido en numerosas teorías contemporáneas de la personalidad y constituye la base de muchas prácticas del asesoramiento. Considerado en su significado más amplio, el psicoanálisis, según English y English, abarca no sólo la psicología analítica, la psicología individual y otras técnicas desarrolladas a partir del freudismo, ortodoxo, sino también las ideologías literarias, políticas y sociales, que han. Sufrido la influencia de Freud. 2 Por ejemplo, la teoría de la exploración del inconsciente ha sido aplicada al arte en el caso de la pintura surrealista y a la literatura en el caso del estilo conocido como "corriente de la conciencia". Los investigadores que aceptaron los principios freudianos básicos y, simultáneamente, trataron de modernizarlos, intentando incorporar los descubrimientos de la psicología contemporánea, reciben generalmente la denominación de neofreudianos. Entre sus filas se cuentan los siguientes: Alfred Adler (1870-1937). Adler fue uno de los primeros en romper con Freud, porque rechazaba la etiología sexual de la neurosis. Creía que los sentimientos de inferioridad eran la causa de las neurosis y que la "protesta masculina", común tanto a hombres como a mujeres, es un esfuerzo por adquirir poder sobre individuos, cosas, objetos y territorios. Para vencer los sentimientos de inferioridad la persona desarrolla: a) acciones compensatorias (logra poder para superar las debilidades), o b) sumisión o negación femenina (pautas de repliegue a través de la fantasía, las proyecciones, la racionalización, la negación de la realidad, etc.). Adler sostuvo que los desajustes sexuales eran un síntoma y no la base de las neurosis. Los impulsos que exigen la adquisición de poder son neuróticos si están dirigidos a metas que no son prácticas. Comparado con Freud, Adler acentúa el yo por sobre el ello. 1 James Stracbey (comp.), The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud (Londres: Hogart Press. 1964). 2 Horace B., English y Ava C. English. A Comprehensive Dictionary of Psychological and Psychoanalytical Terms (Nueva York: Longinans, Green & Co., Inc., 1958), p. 417.

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PROGRAMA DE MAGISTER EN EDUCACIÓN LA CONSEJERÍA PERSONAL

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LECTURA 2: ENFOQUES DEL ASESORAMIENTO DE ORIENTACION AFECTIVA B. Shertzer y S. C. Stone. En el capítulo anterior presentarnos cuatro enfoques del asesoramiento: el de rasgos y factores, el ecléctico, la psicoterapia como inhibición recíproca y el asesoramiento de la conducta. En este capitulo analizaremos el enfoque psicoacalítico, el centrado en el cliente y el existencial. EL PUNTO DE VISTA PSICOANALÍTICO Su creador y su material originario El psicoanálisis es, un método para tratar a los individuos por medios psicológicos, no físicos, y constituye una rama de la ciencia. El sistema originario de su doctrina fue formulado por Sigmund Freud aproximadamente entre 1890 y 1939. Freud fue reconocido como el primer investigador que logró captar y describir el subconsciente de la mente humana. Freud nació en 1856 en Freiberg. Moravia (hoy Checoslovaquia): murió en 1939 en Inglaterra. Tras graduarse en la Universidad de Viena en 1881, se interesó por la psicología, estudió con Jean Martin Chareit, y luego trabajo con Josef Breuer sobre el empleo de la hipnosis para el tratamiento de la histeria. Sus obras, excluyendo las de sus discípulos y continuadores, abarcan 23 volúmenes que cubren un período de 40 a 50 años1. El pensamiento de Freud; reconocido o no, se ha difundido en numerosas teorías contemporáneas de la personalidad y constituye la base de muchas prácticas del asesoramiento. Considerado en su significado más amplio, el psicoanálisis, según English y English, abarca no sólo la psicología analítica, la psicología individual y otras técnicas desarrolladas a partir del freudismo, ortodoxo, sino también las ideologías literarias, políticas y sociales, que han. Sufrido la influencia de Freud.2 Por ejemplo, la teoría de la exploración del inconsciente ha sido aplicada al arte en el caso de la pintura surrealista y a la literatura en el caso del estilo conocido como "corriente de la conciencia". Los investigadores que aceptaron los principios freudianos básicos y, simultáneamente, trataron de modernizarlos, intentando incorporar los descubrimientos de la psicología contemporánea, reciben generalmente la denominación de neofreudianos. Entre sus filas se cuentan los siguientes: Alfred Adler (1870-1937). Adler fue uno de los primeros en romper con Freud, porque rechazaba la etiología sexual de la neurosis. Creía que los sentimientos de inferioridad eran la causa de las neurosis y que la "protesta masculina", común tanto a hombres como a mujeres, es un esfuerzo por adquirir poder sobre individuos, cosas, objetos y territorios. Para vencer los sentimientos de inferioridad la persona desarrolla: a) acciones compensatorias (logra poder para superar las debilidades), o b) sumisión o negación femenina (pautas de repliegue a través de la fantasía, las proyecciones, la racionalización, la negación de la realidad, etc.). Adler sostuvo que los desajustes sexuales eran un síntoma y no la base de las neurosis. Los impulsos que exigen la adquisición de poder son neuróticos si están dirigidos a metas que no son prácticas. Comparado con Freud, Adler acentúa el yo por sobre el ello. 1 James Stracbey (comp.), The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud (Londres:

Hogart Press. 1964). 2 Horace B., English y Ava C. English. A Comprehensive Dictionary of Psychological and Psychoanalytical Terms

(Nueva York: Longinans, Green & Co., Inc., 1958), p. 417.

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Carl lung (1875-1961). Su ruptura con Freud se produjo en 1912 al publicarse el libro de Jung La psicología del inconsciente. Entre sus desacuerdos con Freud se contaba el relativo a la interpretación de la naturaleza de la libido. Jung creía que la libido (o fuerza vital) había sido primariamente sexual en las etapas iniciales de la historia humana, pero que se desexualiza a medida que los seres humanos evolucionan. Aceptaba la teoría de un inconsciente individual similar al de Freud, pero proponía también un inconciente colectivo que contenía los "recuerdos ancestrales" del hombre. Entre éstos se hallaban determinados estereotipos emocionales (arquetipos) comunes a todas las razas humanas. Algunos ejemplos de estos últimos serían la figura de Júpiter o del "hombre anciano y sabio", y la de la "madre tierra". En su desarrollo de una teoría del carácter, Jung dividió a las personas en dos tipos: introvertidos (los intereses se centran en el yo) y extravertidos (los intereses se vuelcan hacia el mundo externo). Cada uno de estos tipos se subdividía a la vez en subtipos referidos al sentimiento, el pensamiento, la intuición y la sensación. Otto Rank (1884-1939). Tras experimentar con la terapia breve (circe 1920), Rank rompió con Freud y se trasladó a París y luego a Nueva York. Consideraba que el trauma del nacimiento (el choque que se produce al abandonar el útero y la seguridad que éste proporciona) era la causa de la perturbación emocional en mayor medida que el complejo de Edipo. Pensaba que los sentimientos edípicos se producen demasiado tarde como para ser decisivos. La ansiedad generada por el trauma del nacimiento constituía una especie de reservorio que debía luego ir desgastándose gradualmente a medida que maduraba el individuo. Si persistía, entonces se producía la neurosis. Adoptó un rol más activo corno terapeuta (en contraste con el rol pasivo de Freud) y estableció límites de tiempo para la terapia. La concepción de la voluntad como expresión de los aspectos positivos y unificadores del individuo en el desarrollo de la independencia es básica para el pensamiento de Rank. Los esfuerzos hacia la dependencia se consideran frecuentemente como impedimentos para el desarrollo de una voluntad positiva. Wilhelm Reich (1897-1950. Reich rompió con Freud en 1932 a raíz de una disputa sobre la existencia del instinto de muerte y su función como causa del masoquismo. Reich utilizó el análisis del carácter como paso preliminar (otros analistas lo consideraban como el objetivo principal de la terapia) previo a la tarea principal del análisis o como modo de preparación para el análisis. Karen Horney (1885-1952). Formada como analista freudiana en Alemania, Horney se trasladó a los Estados Unidos en la década de 1930 y pronto fundó un instituto de especialización analítica independiente. Insistió reiteradamente en que sus teorías implicaban correcciones al pensamiento de Freud, y no un nuevo enfoque. No obstante, rechazó tanto la teoría estructural de la mente de aquél, como su teoría de los instintos. Trató de aplicar al análisis el pensamiento de sociólogos y antropólogos. La conducta humana, según Horney, surge de la necesidad de seguridad. Se produce una ansiedad básica cuando el niño no es capaz de manejar la sensación de inseguridad provocada por sus relaciones con sus progenitores y percibe el mundo como hostil y amenazador. Horney acentuó la importancia que reviste la presente situación de vida para la comprensión de un individuo y para poder suministrarle la ayuda pertinente, porque las estrategias que aquél inventa para hacer frente a su soledad y desamparo asumen el carácter de un impulso o necesidad y constituyen una conducta irracional o neurótica. Modificó el concepto de metas neuróticas de Adler porque creyó que incluían sus propias fuentes de ansiedad. Horneyidentificó 10 metas de este género, que abarcaban la necesidad de afecto y aprobación, el poder, la explotación de los demás, la admiración personal, el éxito personal, la perfección y la inexpugnabilidad.

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Harry Stack Sullivan (1892-1949). Sullivan sostuvo que el ser humano es el producto de relaciones interpersonales. El esquema de las primeras relaciones no sexuales del niño con ciertas figuras significativas determina en gran medida (aunque no de modo inflexible) el tipo de integración interpersonal posterior. La meta de la conducta humana es doble: incluye la búsqueda de satisfacción (biológica) y la búsqueda de seguridad (cultural). Las satisfacciones incluyen el sueño, el descanso, el sexo, el alimento, la bebida y los contactos interpersonales íntimos; la seguridad remite al bienestar, al sentimiento de pertenencia y al de ser aceptado. Sullivan aducía que la mayor parte de los problemas emocionales se derivan de la búsqueda de seguridad. La socialización es el proceso de transformarse en ser humano, y el individuo desarrolla un yo (me) con tres personificaciones: "yo", el "yo bueno", y el "no yo". Si ciertas experiencias positivas producen seguridad el "yo bueno" se constituye en el concepto de sí mismo del individuo. Los teóricos que aceptan la mayor parte de las ideas de Freud pero cuyas contribuciones se presentan más como desarrollos lógicos de aquéllas que como sistemas independientes, forman la escuela de la "Psicología del yo". Se incluye frecuentemente en esta categoría a Heinz Hartmann, a Anna Freud (hija de Freud), a David flapaport, y a Erik Erikson, quienes, básicamente, se han esforzado por comprender y estudiar la conducta humana normal. Creen que los antecedentes de la conducta son más variados que los hechos psicológicos innatos (los impulsos instintivos de Freud), y que parte de la conducta es aprendida en relación con otros acontecimientos. Han acentuado por ende las funciones del yo (conducta por medio de la cual el individuo dirige su actividad y maneja su ambiente) tales como el pensamiento, el lenguaje y las respuestas preceptúales y sensoriales. Erikson, por ejemplo, ha descrito el desarrollo de la personalidad normal mediante una serie de problemas o dilemas clave.3 Los mismos son aproximadamente paralelos a las etapas del desarrollo psicosexual de Freud, pero se continúan durante la edad adulta. No obstante, se subrayan con mayor claridad los procesos de interacción social y su resultado. Los ocho problemas o dilemas clave son: 1) confianza básica versus desconfianza básica (oral); 2) autonomía versus vergüenza y duda (anal); 3) iniciativa versus culpa (fálica); 4) laboriosidad versus inferioridad (latencia); 5) identidad versus confusión del yo (pubertad); 6) intimidad versus absorción del yo (primera parte de la edad adulta); 7) creatividad versus estancamiento (segunda parte de la edad adulta) ; t) integridad versus desesperación (ancianidad). Estos problemas se desarrollan en el capítulo 3. Entre las fuentes secundarias con que contamos para el estudio del punto de vista psicoanalítico cabe destacar a Brill,4 Arlow y Brenner,5 Ford y Urban,6 Harper,7 Beck8 y Patterson.9 3 Erik H. Erikson, Childhood and Society (Nueva York: W. W. Norton & Company, Inc., 1950). 4 A. A. Brill (comp.), The Basic Writings of Sigmund Freud (Nueva York: Modern Library, Inc., 1938). 5 Jacob A. Arlow y Charles Brenner, Psychoanalytic Concepts and the Structural Theory (Nueva York: International

Universities Press, Inc., 1964). 6 Donald H. Ford y Hugh B. Urban, Systems of Psychotherapy (Nueva York: John Wiley & Sons, Inc., 1963), cap. 5. pp.

109-178. 7 Robert Harper, Psychoanalysis and Psychotherapy (Englewood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall, Inc., 1959), tus. 1 y 2, pp. 11-43. 8 Carlton E. Beek,Foundations of Guidance (Englewood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall, Inc., 1963). 9 C. H. Patterson, Theories of Counseling and Psychotherapy (Nueva York: Harper & Row, Publishers, 1966), caps. 12,

13 y 14, pp. 275-339.

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Conceptos principales Freud dio origen a complejas teorías de la estructura de la personalidad y de las causas de los trastornos psicológicos. Sus ideas fueron ignoradas o atacadas durante largo tiempo, en parte porque derivaban de la observación clínica y no de la experimental, pero asimismo, además, porque frecuentemente parecían un tanto increíbles, y también, por último, debido a la conmoción y el disgusto que provocaron los descubrimientos de Freud. Con el transcurso del tiempo, no obstante, los estudios de la personalidad han demostrado la validez de distintas concepciones de las teorías freudianas. El objetivo del psicoanálisis. El primer objetivo de la terapia psicoanalítica consiste en ayudar al individuo a alcanzar una comprensión duradera de sus propios mecanismos de adaptación y ayudarle de tal manera a resolver sus problemas básicos. Su objeto primordial es el tratamiento de la neurosis, pero se lo ha utilizado para tratar una gran variedad de perturbaciones psicológicas. La naturaleza del hombre. Una influencia fundamental atribuida a Freud es la del irracionalismo, que acentúa la motivación, el conflicto y el simbolismo inconscientes como conceptos primarios. Freud creía que el hombre es esencialmente un ser biológico; que nace con ciertos impulsos instintivos; que el hombre es irracional, no socializado y destructivo para consigo mismo y para con los demás. El más notable de estos impulsos es el impulso hacia la autogratificación. La energía básica del hombre o libido, puede) considerarse equivalente a la energía sexual si se utiliza la palabra "sexo" de un modo amplio que denota todo tipo de placer. La libido (Eros o fuerza vital) impulsa al individuo a la búsqueda del placer. Alrededor de 1920 Freud propuso también la existencia de otro impulso, además del Eros. Se trataba del instinto de muerte o Tánatos, y se refería al impulso agresivo del individuo. Harper destaca que hay dos hipótesis de las que Freud no se apartó nunca y que sirven como guía para la comprensión de sus teorías. La primera es el concepto de determinación psíquica (cada hecho psíquico está determinado por los que lo preceden) y la segunda es la idea de que la conciencia es una característica inusual de los procesos mentales10 y no su característica usual. La teoría de la personalidad. Freud formuló (alrededor de 1900) una teoría lopográlira sobre el funcionamiento de la mente, teoría recientemente examinada por Arlow y Brenner.11 La siguiente explicación se basa en la presentación que estos autores hacen de esa teoría. Los procesos mentales no se producen por azar ni son arbitrarios o inconexos en mayor medida que los procesos físicos. Muchos procesos mentales, inclusive algunos de los determinantes más importantes de la conducta y del pensamiento consciente, se producen sin percatación consciente. En la teoría topográfica de Freud el aparato psíquico se dividía en tres sistemas. El sistema inconsciente contiene los elementos psíquicos accesibles a la conciencia sólo con dificultad o totalmente inaccesibles a la misma. El sistema preconsciente incluye los elementos fácilmente accesibles a la conciencia. Finalmente, el sistema consciente incluye todo lo que se torna consciente en cualquier momento dado. Entre los sistemas inconsciente y preconsciente actúa un censor que le permite al preconsciente excluir del sistema consciente los elementos objetables Para que un elemento inconsciente se torne consciente debe primero hacerse preconsciente. Freud definió los sistemas inconsciente y preconsciente en función de descarga y potencial de energía. Los elementos inconscientes funcionan de acuerdo con lo que denominó proceso primario, mientras que los elementos preconscientes y conscientes funcionan de acuerdo con los procesos secundarios. Los procesos primarios, típicos de los niños pequeños, se caracterizan por la descarga completa de las 10 Harrer, op. cit., p. 13. 11 Arlow y Brenner, cp. cit., pp. 9-23.

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energías psíquicas sin demora y la gratificación inmediata no se ve inhibida por factores de la realidad. Por el contrario, en el proceso secundario se acentúa la demora de la satisfacción del deseo, el reconocimiento de la realidad y la percepción de factores ambientales favorables o desfavorables a la descarga de la energía psíquica. Freud descartó la teoría topográfica, según Arlow y Brenner,12 porque no la encontró adecuada para explicar, entre otras cosas, el modo en que las fuerzas antiinstintivas pueden tornarse accesibles a la conciencia si no lo son los deseos sexuales que ellas reprimen. La reemplazó por la teoría estructural, que dividía la psique en ello, yo y superyó. Con mayor precisión, la psique se dividía en dos partes, el ello y el yo; el ello era la fuente de los impulsos instintivos y el yo regulaba o mediaba entre los impulsos y las demandas del ambiente. Las funciones morales del yo se separan de todas las otras funciones y constituyen el superyó. Estos tres términos representan simplemente conceptos útiles para resumir los aspectos principales de la personalidad y no existen límites claros entra ellos. El ello, según lo concibió Freud, constituye el depósito de la libido (fuerza vital) o de los impulsos fisiológicos desconocidos y de las reacciones primitivas también desconocidas que se producen para satisfacerlos. Abandonado a sí mismo, el ello buscaría una gratificación inmediata de los impulsos a medida que ellos se manifestaran, sin considerar las realidades de la vida o de ningún género de moral (estaría en realidad gobernado por el principio del placer). La personalidad humana que surge va desarrollando, a través de los contactos íntimos con la familia y otros grupos, los elementos de un "sí mismo", el Yo (Ego), que es realista, adaptable y sabe promover sus intereses. El yo refrena al ello. El yo incluye las pautas complejas de conducta y pensamiento aprendidas a fin de manejarse con eficacia en el mundo. Gobernado por el principio de realidad, el yo posterga la satisfacción de los impulsos o los canaliza hacia salidas socialmente aceptables. Aparentemente, Freud opinaba que los impulsos del hombre son básicamente los mismos que los de los animales, aunque encubiertos y modificados (pero en modo alguno anulados) por la historia de la interacción del hombre con los demás hombres, de los que aprendiera el "tú" y "tuyo" y el significado de "yo" y "mío". De ello resulta que el hombre llega a ser igualmente capaz de esfuerzos sociales dotados de sentido como de abandonarse a la vanidad, la codicia y la crueldad. El superyó corresponde a la conciencia moral, y se rige no ya por las semillas originarias de la pasión y el egoísmo, sino por el principio de moralidad. En el superyó se han desarrollado todas las restricciones socialmente adquiridas, reorientaciones y sublimaciones de los impulsos sin las cuales los hombres serían seres infrahumanos. El superyó puede condenar como erróneas cosas que el yo podría hacer para satisfacer los impulsos del ello. ¿Cómo surge esta conciencia? La preocupación por la virtud constituye presumiblemente un elemento concomitante de la conciencia del vicio y de un sentimiento de culpa por los actos "malos". Los primeros actos que se consideraron malos eran sin duda los que amenazaban la supervivencia del grupo. Quizás el canibalismo primitivo iniciara tales sentimientos a medida que los hombres percibieron borrosamente que el asesinato y el comerse unos a otros constituían potencialmente una vía para la muerte de todos. Freud planteó la tesis de que en la "horda primitiva", gobernada por un varón de cierta edad que tenía varias esposas y una vasta prole, los hijos, a medida que maduraban, trataban de matar al padre celoso y todopoderoso, de comer su carne y de luchar a muerte entre ellos por el dominio de las mujeres. El parricidio, el

12 Ibid., p. 28.

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incesto y el fratricidio provocaron la ruina del grupo y por consiguiente fueron en algún momento condenados; el grupo renunció a ellos y se protegió contra su reiteración mediante complicados tabúes contra el asesinato y el incesto, mediante mitos totémicos y reglas rígidas de exogamia, para asegurar su supervivencia. Freud derivó, pues, la conciencia de estas supuestas relaciones. La sexualidad infantil. A Freud se debe la teoría de la sexualidad infantil según la cual la libido, o energía psíquica básica, impulsa al individuo hacia la búsqueda del placer. Si bien la libido es de naturaleza sexual, incluye todo aquello que produce placer. Desde la infancia, el individuo es impulsado por la libido hacia el logro de un desarrollo maduro. Si no tropieza con un obstáculo serio, el individuo atraviesa varias fases determinadas. Si se lo frustra, persiste o se fija en una fase particular. La primera búsqueda de gratificación del infante se limita a la eliminación de la tensión producida por el hambre. Freud consideró que aquí se encontraba el comienzo de la sexualidad infantil, dado que el deseo de succionar es en parte el deseo por el pecho de la madre, o sea el primero de una larga serie de objetos sexualmente deseados. La fase oral caracteriza el primer año de vida, y la energía libidinal se centra en torno a la boca. Durante la segunda fase o fase anal, la satisfacción proviene de la defecación. Los placeres del niño durante esta fase (entre 1 y 3 años) se concentran en sí mismo (narcisismo) y la satisfacción reside en el logro del control corporal y el dominio de los objetos. Alrededor del tercer o cuarto año los genitales se convierten en un foco principal de energía libidinal. Aparece entonces la etapa fálica. El pene y el clítoris se convierten en fuente de placer y en motivo de orgullo. Toda amenaza a su existencia o funcionamiento puede redundar (entre los varones) en el temor a la castración. La niña, mediante sus exploraciones, descubre que carece de pene y puede desvalorizar a todos los hombres --"envidia del pene"—. Comienza la exploración sexual y el interés por los progenitores, y se inicia así el período edípico (3 a 7 años). Durante esta fase el niño se interesa por el progenitor del sexo opuesto, desea poseerlo sexualmente y considera al otro progenitor como un rival hostil. Todo esto, por supuesto, tiene lugar en fantasías heréditas del individuo. Debido a que el niño pronto aprende que ese interés sexual es algo prohibido, busca resolver la situación. Freud creía que la resolución de la misma constituía el factor crucial del desarrollo de la personalidad. La resolución podía lograrse mediante: 1) la represión de los deseos y pensamientos; 2) su destrucción, o 3) la identificación con el progenitor del mismo sexo. Si se desarrollaban fuertes sentimientos de ansiedad y culpa, iban surgiendo también serias perturbaciones de la personalidad. A continuación del período edípico se desarrolla el período de latencia (desde los 7 años hasta aproximadamente los 12 ó 14), caracterizada por la disminución del interés y la energía sexuales. Pero al iniciarse la pubertad aumenta nuevamente la intensidad de la energía sexual biológica y se reactivan los sentimientos edípicos. Si los sentimientos edípicos se habían resuelto anteriormente en forma satisfactoria, el individuo sano se interesa por las personas del sexo opuesto que no pertenecen a la familia y logra una realización sexual madura. La libido, entonces, alcanza su meta originaria, la fase genital del desarrollo. Harper identifica cuatro conceptos importantes que Freud extrae de su teoría del desarrollo de la personalidad.13 Los resumimos aquí:

13 Harper, op. cit., pp. 16-18.

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1. El concepto de la bisexualidad de los seres humanos. Ningún varón carece de algunos fuertes deseos de naturaleza femenina, y ninguna mujer está desprovista de algunas tendencias masculinas subyacentes. En un nivel consciente esas inclinaciones homosexuales son repudiadas con gran intensidad, pero inconscientemente la bisexualidad (y la culpa y la ansiedad que ella provoca) revisten suma importancia para comprender la conducta humana.

2. El concepto de la bipolaridad de las emociones humanas. Este proceso se conoce como ambivalencia: los sentimientos de naturaleza positiva hacia una persona o un grupo están casi invariablemente acompañados por sentimientos negativos. Con frecuencia los sentimientos negativos se reprimen de la conciencia. Los sentimientos de ambivalencia incluyen por ejemplo al progenitor que conscientemente ama a su vástago pero no es consciente de los sentimientos de hostilidad hacia el niño que acompañan a ese amor.

3. El concepto de sublimación. Freud creía que una cierta cantidad de libido que originariamente se orienta hacia un objeto sexual puede dirigirse hacia canales ostensiblemente no sexuales. En otras palabras, con el fin de gratificar un impulso determinado se utiliza una actividad sustituta que se adapta a las definiciones personales y sociales de lo aceptable. De este modo los impulsos sexuales frustrados podrían gratificarse parcialmente canalizándolos hacia el arte, la música o alguna otra actividad estética socialmente aceptable.

4. El concepto de desplazamiento. En su análisis de los sueños, Freud descubrió que el objeto o meta de un impulso se disfraza frecuentemente, substituyéndoselo por algún otro que ocupa su lugar. Es decir, que cuando se ha sustituido alguna idea o imagen por otra asociada con ella en forma emocionar (aunque no necesariamente lógica), se ha producido un desplazamiento.

La naturaleza de la ansiedad. Freud elevó inicialmente que la ansiedad resultaba de la acumulación y la falta de descarga de la libido, pero posteriormente consideró que la ansiedad se heredaba biológicamente y no que se adquiría culturalmente. La ansiedad surge de dos series de circunstancias: situaciones traumáticas y situaciones de peligro. Examinaremos aquí la descripción que de estas situaciones hace Harper.14 Un ejemplo de ansiedad traumática es la experiencia del nacimiento. Los ejemplos de señales de ansiedad ante el peligro incluyen: 1) la pérdida de un objeto amado; 2) la pérdida del amor del objeto, o 3) la desaprobación y el castigo por parte del superyó. En las situaciones de peligro el individuo aprende a reconocer y anticipar las situaciones problemáticas y reacciona con ansiedad ante tales anticipaciones. Freud distinguió tres tipos de ansiedad. En el caso de la ansiedad real u objetiva la fuente de peligro es externa al individuo (por ejemplo, la pérdida del trabajo o la pérdida de la esposa). La ansiedad neurótica resulta de un intento poco exitoso de lograr armonía entre el ello y el yo (por ejemplo, el individuo se ve abrumado por un deseo incontrolable de cometer un acto que el yo define corno perjudicial). La ansiedad neurótica podría adoptar tres formas: flotante, fóbica y pánica. La forma flotante es ejemplificada por la persona nerviosa que experimenta temor aunque la fuente de su ansiedad es vaga, transitoria y poco definida. La forma fóbica se caracteriza por un temor irracional específico (claustrofobia). El pánico surge cuando el individuo actúa sus impulsos (asesinato, suicidio, violación). La ansiedad moral resulta de una amenaza del superyó, o bien de haber sido castigado por la conciencia.

14 Ibid., pp. 32-35.

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Los mecanismos de defensa. Freud advirtió que para enfrentar la frustración y la ansiedad concomitante, el individuo utiliza defensas generales: una modificación del foco de atención, la fantasía u otros medios de neutralizar la energía del impulso peligroso. Freud formuló su noción de los mecanismos de defensa mientras trataba pacientes afectados de histeria de conversión (individuos con síntomas tales como ceguera o parálisis sin causa orgánica) que parecían incapaces de -recordar ciertas experiencias traumáticas, pero que pudieron no obstante recordarlas tras un cierto período de tratamiento psicoterapéutico. Los mecanismos de defensa se aprenden y funcionan en cierta medida en la conducta normal, tanto como pueden hacerlo también de modos patológicos. Aunque a continuación los analizamos por separado, frecuentemente funcionan asociados en múltiples formas. 1. El mecanismo más básico de reacción contra la ansiedad es la represión, reacción mediante la

cual una persona rechaza de la conciencia los impulsos o pensamientos que provocan ansiedad. Se niega a reconocer o a admitir ante sí mismo los impulsos o recuerdos que pueden causarle ansiedad y de tal manera evita o reduce la misma.

2. Un mecanismo de defensa común, la formación reactiva, consiste en la transformación de una hostilidad inaceptable en una obsequiosidad extrema, que se advierte en muchos presuntos benefactores y en algunas madres sobreprotectoras que inconscientemente rechazan a sus hijos. En otras palabras, se expresa un impulso de un modo directamente opuesto a su propósito originario.

3. Por medio de la racionalización un individuo explica su propia conducta de manera tal de ocultar el impulso que expresa y le asigna algún otro motivo. La conducta cotidiana presenta muchos ejemplos de este mecanismo. Por ejemplo, el estudiante que desea divertirse racionaliza que sus aplazos en los exámenes se debieron a que la enseñanza recibida era deficiente o a que los examinadores fueron injustos.

4. Mediante el recurso a la proyección el individuo disfraza la fuente de su conflicto interior atribuyendo los motivos a alguna otra persona. Así, cabe sospechar que la mujer que no se atreve a salir de su casa porque tiene la seguridad de que en la calle hay hombres que la esperan para atacarla está proyectando sus propios deseos sexuales reprimidos. Proyecta sus impulsos hacia los hombres como grupo.

5. La introyección es lo opuesto de la proyección. En el ejemplo de la mujer citada en el párrafo anterior, si mediante la fantasía la misma se identifica con una actriz de cine a la que un hombre abraza, puede alcanzar parcialmente la satisfacción de su deseo, pero sigue manteniendo exitosamente fuera de la conciencia el hecho de que abriga ese deseo sexual.

6. En el caso del desplazamiento, el objeto o la meta de un impulso se desplaza y se lo sustituye por otro. Utiliza el desplazamiento el hombre que tras enojarse con su jefe no se atreve a expresarle lo que piensa y al llegar a su casa se descarga con su esposa.

7. La regresión constituye un retroceso hacia formas anteriores o primitivas de conducta. Es una recaída en hábitos aprendidos con anterioridad, o bien adopta la forma de un enfoque más simple y menos intelectual para la resolución de los problemas.

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8. A veces es posible gratificar un impulso frustrado, al menos en parte, recurriendo a las ensoñaciones. La fantasía es común en muchas personas, particularmente entre los adolescentes. Como forma de adaptación rara vez conduce a una acción constructiva, pero puede producir cierto grado de satisfacción. Este mecanismo reviste mayor gravedad cuando interfiere con los modos eficaces de resolver las necesidades frustradas.

9. La negación de la realidad se observa fácilmente en los casos patológicos graves. El lesionado cerebral que sufre de parálisis de una pierna, no "ve" el miembro aunque se lo mueva hasta colocarlo en su área de visión. La negación de la realidad puede ser una forma especial de represión.

Una de las debilidades fundamentales de los mecanismos de defensa reside en que se dirigen a la ansiedad, y no a los conflictos motivacionales que la originaron. Frecuentemente ocultan o disfrazan el problema real, con lo que éste sigue subsistiendo. La inadecuación de estos mecanismos se descubre también en el hecho de que pueden aliviar la ansiedad debida a cierta causa pero aumentar la que resulta de otra. Cuando se llega a un estado de equilibrio relativamente estable entre el ello, el yo y el superyó, el estado resultante, según Freud, constituye la estructura del carácter de la persona. Si el individuo es relativamente feliz y está bien adaptado a su ambiente, se lo considera sano. Si su capacidad de placer se halla relativamente restringida y su adaptación a su ambiente dificultada, se dice que posee una estructura de carácter patológica, o un trastorno o neurosis del carácter. Neurosis y psicosis. Existe una clasificación bipartita que divide las enfermedades en psiconeurosis (más comúnmente denominadas neurosis) y psicosis. Las psiconeurosis, según Freud, son causadas por la incapacidad del yo de controlar los impulsos del ello, en cuyo caso el yo establece una solución de compromiso. El neurótico utiliza los mecanismos de defensa en grado tal que su funcionamiento se ve dañado, aumenta en demasía su ansiedad o se ve incapacitado para cumplir con su trabajo y establecer relaciones con los demás. Las neurosis se clasifican generalmente en: 1) histerias; 2) psicastenias, y 3) reacciones de ansiedad. Las psicosis, en cambio, se agrupan en funcionales (en los casos en que no parece existir enfermedad conocida) y orgánicas (que tienen su origen en lesiones o enfermedades). Tres categorías funcionales de las psicosis son las: 1) maníaco-depresivas; 2) paranoia, y 3) esquizofrenia. Existen varios tipos de psicosis orgánicas, entre las cuales se cuentan: 1) la melancolía involutiva; 2) las psicosis seniles y alcohólicas, y 3) la paresia general. El proceso terapéutico El tratamiento psicoanalítico clásico requería que el paciente se reclinara en un diván, sentándose el analista detrás del extremo en que el paciente apoyaba la cabeza. De modo literal y figurado el analista desempeñaba el papel de autoridad incuestionada. El trabajo de Freud con Breuer reveló el hecho de que el paciente hipnotizado mejoraba si expresaba verbalmente dificultades emocionales que en apariencia surgían de acontecimientos pasados que no le había sido posible recordar con anterioridad. Si bien Breuer abandonó el procedimiento de la descarga verbal (catarsis) debido a sus contenidos de gran carga sexual, Freud comenzó a utilizarlo en estado de vigilia (asociación libre).

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Después que el analista explica el procedimiento general, los propósitos y las metas de la psicoterapia, se le dice al paciente que sus conductas y actitudes pueden depender de factores emocionales de los que no tiene conciencia. y que es preciso rastrearlos hasta llegar a sus motivaciones inconscientes para que entonces pueda comprendérselos y manejárselos con eficacia. La asociación libre. El empleo de este procedimiento constituye un instrumento importante del psicoanálisis. El individuo dice todo lo que le viene a la mente (asociación libre) en especial cuanto se relaciona con traumas tempranos, sin tener en cuenta la aparente falta de coherencia de los contenidos ni lo objetables que puedan parecerles. Dado que la infancia y gran parte de la niñez se "olvidan" conscientemente, el paciente puede resistirse y no producir palabras, ideas o pensamientos de ninguna especie. La resistencia es la incapacidad de recordar acontecimientos pasados importantes o de hablar sobre temas que despiertan ansiedad. Al analista le corresponde manejar las resistencias. La interpretación. No se puede forzar la situación, pero el analista puede interpretar la resistencia para abrir el camino a las asociaciones y posibilitar así una mayor autocomprensión posterior. Las interpretaciones son provisorias y se las revisa a medida que continúa la asociación libre. El análisis de los sueños. En el curso del análisis el paciente puede relatar sueños que frecuentemente reproducen experiencias de la niñez. Se considera que los sueños son importantes porque pueden proporcionar un medio para comprender el inconsciente. El contenido manifiesto (el producto de lo soñado tal como el paciente lo comunica) no tiene tanta importancia como el contenido latente o los conflictos motivacionales que los sueños simbolizan. Si bien los sueños son frecuentemente realizaciones de deseos, no hay ningún simbolismo absoluto (las serpientes pueden ser símbolos fálicos en los sueños de un paciente pero en el caso de otros pueden recordarle simplemente una visita a un zoológico) y por consiguiente no existe ninguna clave universal. La transferencia. En el centro de la terapia psicoanalítica está la transferencia, que se desarrolla a medida que avanza el análisis. La transferencia constituye la reproducción de relaciones anteriores con las personas y, principalmente, de la relación progenitor-hijo. Este vínculo del paciente con el analista puede percibirse en realidad como una forma de desplazamiento dado que el analista se convierte en el objeto sustituto del amor o el odio inconscientemente ligados a una persona significativa. El terapeuta puede transformarse, emocionalmente, en una figura paterna para el paciente. Cuando las emociones que se dirigen hacia el terapeuta son de afecto y dependencia, la transferencia es positiva; si domina en cambio una actitud hostil, la transferencia es negativa. El manejo de la transferencia requiere una gran habilidad por parte del analista. Normalmente responde con decisión al afecto de la transferencia, pero lo trata como si no fuese real. El éxito del análisis depende de que el terapeuta dirija pasivamente la transferencia hacia la comprensión de la resistencia del paciente. Utilización de paráfrasis y chistes. Freud utilizó frecuentemente los lapsus linguae y los chistes o el humor como ayudas para comprender los impulsos inconscientes. Los interpretó como modos individuales de dar salida a la energía acumulada ligada a los deseos reprimirlos. La terminación de la terapia. Se advierte que se llega al fin del tratamiento cuando el paciente muestra haber aclarado los recuerdos de la niñez que le servían como resistencia respecto de motivos importantes. Otro indicio consiste en que se ha resuelto la situación de transferencia y se ha establecido una relación normal entre el analista y el paciente.

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Críticas y contribuciones Algunas de las principales críticas formuladas al psicoanálisis son las siguientes: 1. La concepción determinista de Freud pinta al hombre como un ser desagradable e impulsado en

grado excesivo por instintos, necesidades y deseos animales. Se ve erróneamente al hombre corno compuesto por dos partes, lo psíquico y lo físico (que derivan y dependen ambos de leyes de causa y efecto).

2. Se subrayan excesivamente las experiencias de la más temprana infancia. Se tiende a disminuir la responsabilidad del individuo, presenta la vida de éste como totalmente predeterminada, de tal modificarla parece estar fuera de sus posibilidades.

3. Cabe dudar que la conducta esté determinada por una reserva de energía psíquica. Es más probable que se manifieste ante ciertas y determinadas situaciones y no ante otras.

4. Freud reduce al mínimo la racionalidad del hombre.

5. El tratamiento en el análisis es demasiado racional en su enfoque y depende demasiado del razonamiento corno influencia terapéutica.

6. Los datos de las investigaciones no indican que el sistema dé por resultado un porcentaje de recuperación y mejoría superior al que se presenta en grupos que no han sido tratados.

Entre las muchas contribuciones del psicoanálisis se cuentan les siguientes: 1. Freud puso bien en claro que el hombre se ve frecuentemente motivado, tanto en materia de

pensamiento como de conducta, por impulsos que no reconoce o admite.

2. Las audaces y penetrantes investigaciones de cual dieron por resultado la primera teoría sustancial de la personalidad realmente rica y la primera técnica eficaz de psicoterapia.

3. La identificación que hizo Freud de las influencias tempranas que moldean el desarrollo de la personalidad originó implicaciones de largo alcance con respecto a la crianza de los niños y estimularon las investigaciones en este aspecto.

4. Freud estableció corno modelo el uso de la entrevista como instrumento terapéutico. Se contó entre los primeros que identificaron la función de la ansiedad en la neurosis y en la terapia, y entre quienes subrayaron la naturaleza crítica de la interpretación, la resistencia y la transferencia en el proceso terapéutico.

5. Freud fue uno de los primeros en acentuar la importancia de una actitud no moralizadora por parte del terapeuta.

6. El psicoanálisis constituye un sistema en el que se da un alto grado de correspondencia entre la teoría y la técnica.

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EL PUNTO DE VISTA DEL ASESORAMIENTO CENTRADO EN EL CLIENTE Su creador y las fuentes para su conocimiento El asesoramiento centrado en el cliente recibe también el nombre de asesoramiento basado en la teoría del "sí mismo" (self), asesoramiento no directivo y asesoramiento de Rogers. Carl R. Rogers, su creador, lo llamó "terapia centrada en el cliente". Como muchos otros, Rogers piensa que las distinciones entre asesoramiento y psicoterapia son artificiales e innecesarias. En una de sus publicaciones más importantes Rogers reseña el desarrollo de su pensamiento profesional y de su filosofía personal.15 Nació en 1902, cuarto hijo en una familia de seis, y fue criado en un hogar fuertemente unido, con creencias religiosas y éticas estrictas y severas. Se acentuaban en esa familia las virtudes del trabajo intenso. Cuando Rogers llegó a los 12 años, su padre (un comerciante exitoso), adquirió una granja y la familia instaló allí su hogar. Rogers concurrió a la Universidad de Wisconsin y logró su primer título en agricultura, pero en algún momento durante sus primeros dos años de estudios en la universidad, decidió hacerse ministro protestante. En 1924 se incorporó al Seminario Teológico de la Unión para prepararse así para una actividad religiosa. Entre 1924 y 1926 siguió cursos de filosofía de la educación (con William H. Kilpatrick) y llevó a cabo trabajos clínicos con niños (dirigido por Leta Hollingworth) en el Teachers College, de la Universidad de Columbia. Habiendo ganado una beca para el internado en el Instituto de Orientación del Niño (Institute for Child dance), Rogers tomó allí contacto con las teorías freudianas que entonces prevalecían eni7e el personal del mismo. Dado que estos puntos de vista entraban en conflicto con las ideas objetivas, científicas y estadísticas prevalecientes en el Teachers College, Rogers se vio obligado a resolver el conflicto. Tras concluir el internado, obtuvo empleo corno psicólogo en un Departamento da Estudio del Niño de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (Society for the Prevention of Cruelty to Children), en Rochester, Estado de Nueva York. Rogers pasó 12 años (1928.1940) en Rochester, período durante el cual se desilusionó de la "autoridad, el material de trabajo y conmigo mismo".16 En 19-10 Rogers aceptó una cátedra como titular en psicología clínica en la Universidad del Estado de Ohio y dice que fue allí, al enseñar a estudiantes graduados, que advirtió que había ido desarrollando un punto de vista personal. Trasladado a la Universidad de Chicago pasó allí 12 años productivos (1945 -1957) como profesor de psicología y secretario ejecutivo del Centro de Asesoramiento. Abandonó Chicago en 1957 para pasar a la Universidad de Wisconsin, donde se desempeñó como profesor de psicología y psiquiatría. En 1962-1963 integró el grupo de miembros del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias de la Conducta (Center for Advanced Study in the Behavioral Sciences) de Stanford, y en 1963 se incorporó al personal del Instituto de Ciencias de la Conducta del Oeste de La Jolla, California, como miembro residente. Rogers recibió su título de Bachelor of Arts en la Universidad de Wisconsin (1924) y sus títulos de Master of Arts (1928) y doctor en filosofía (1931) en la Universidad de Columbia. Recibió el diploma en psicología clínica que otorga la Junta Norteamericana de Examinadores en Psicología Profesional. Otros teóricos que sostienen el punto de vista de la teoría del yo son C. H. Patterson (Universidad de Illinois), Nicholas Hobbs (Vanderbilt) y E. T. Gendlin (Universidad de Chicago). 15 Carl R. Rogers, On Becoming a Person (Boston: Houghton Mifflin Company, 1961), pp. 3-.38. 16 Ibid., pp. 10.

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En el caso de Rogers, se desarrolló en primer término una teoría de la terapia, a la que siguió luego una teoría de la personalidad. A lo largo de los años que van entre 1930 y 1961 presentó sus teorías en aproximadamente un centenar de artículos de periódicos profesionales, en capítulos de obras colectivas, en películas cinematográficas y en siete libros. Innecesario es decir que todos ellos revisten importancia para lograr una adecuada comprensión de su punto de vista. Particularmente útiles para ampliar y enriquecer el tratamiento de su enfoque que se hace en este capítulo son Counseling and Psychotherapy,17 Client-Centered Therapy,18 Psychotherapy and Personality Change,19 y On Becoming a Person.20 En el último volumen, Rogers ha mencionado con gran sinceridad tres puntos que son para él especialmente significativos: 1) aprender a vivir en una relación terapéutica cada vez más profunda con una serie ele clientes cada vez mayor; 2) dirigir investigaciones en la relación de ayuda (la terapia constituye una experiencia subjetiva mientras que la investigación constituye un punto de vista objetivo de esta experiencia subjetiva), y 3) valorar el privilegio de estar solo a causa de las luchas generadas por les puntos de vista21. El asesoramiento centrado en el cliente constituye un enfoque auténticamente norteamericano. Muchos de los profesionales en este campo, ansiosos por contar con conceptos e instrumentos modernos lo aceptaron con rapidez para utilizarlo no sólo con adultos y adolescentes sino también con niños. Se lo ha aplicado también en gran medida a la terapia de grupo. Harper cita cinco razones que explican la importancia alcanzada el punto de vista de Rogers: 1) se adecuaba a la tradición democrática norteamericana dado que se trata al cliente como a un igual más que como a un paciente; 2) su filosofía optimista acentuaba la potencialidad del individuo para el cambio constructivo y reflejaba la cultura optimista de los Estados Unidos; 3) atrajo a los terapeutas jóvenes e inseguros, a quienes se les presentaba como un enfoque fácil; 4) prometía constituirse en una vía más rápida para el cambio de la personalidad que el psicoanálisis; 5) despertaba una mayor comprensión entre los psicólogos norteamericanos a causa de sus postulados filosóficos, su respeto por la investigación y su carencia de términos y métodos extranjeros.22 El examen de las publicaciones periódicas profesionales del campo del asesoramiento pone claramente de manifiesto la influencia que llegó a tener el pensamiento de Rogers. Muchos asesores y terapeutas han adoptado el enfoque centrado en el cliente y otros han modificado sus métodos para incorporar aquellos rasgos que les han parecido atractivos. Como Ocurre en el caso de toda idea que logra un impacto inmediato, existía en el momento en que apareció la teoría de Rogers un clima cultural que facilitaba su aceptación. A lo largo del tiempo Rogers ha: 1) afinado y modificado los detalles y la fundamentación teórica de su terapia centrada en el cliente y su sistema de la personalidad basado en la teoría del sí mismo; 2) llevado a cabo sus propias investigaciones y estimulado a otros para que investigaran el proceso y los resultados del asesoramiento, y 3) preparado a muchos asesores y terapeutas según las orientaciones de su enfoque. 17 Carl R. Rogers, Counseling and Psychotherapy (Boston: Houghton Mifflin Company, 1942). 18 Carl R. Rogers, Client-Centered Therapy: Its Currents Practice, Implications and Theory Psychotherapy (Boston:

Houghton Mifflin Company, 1951). 19 Carl R. Rogers y Rosalind F. Dymond (comps.), Psychotherapy and Personality Change (Chicago: Universitv of

Chicago Press, 1954). 20 Carl R. Rogers, On Becoming a Person (Boston: Houghton Mifflin Company, 1961). 21 Ibid., pp. 14-15. 22 Harper, op. cit., pp. 83-84.

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Conceptos principales Este enfoque acentúa la capacidad del asesorado para determinar las cuestiones que tienen para él importancia y para resolver sus propios problemas. La intervención del asesor es mínima. La cualidad más importante de la relación de asesoramiento reside en el establecimiento de un clima cálido, permisivo y de aceptación mutua que le permite al cliente explorar la estructura de su si mismo en función de sor experiencia singular. Se capacita así para enfrentar sus características inaceptables sin sentirse amenazado y sin experimentar ansiedad; avanza hacia una aceptación de sí mismo y de sus valores y puede cambiar aquellos aspectos de sí mismo que según él lo determine requieren modificación. El concepto del yo. Para comprender el asesoramiento centrado en el cliente y también la teoría del sí mismo, revisten importancia fundamental los conceptos del sí mismo y de su devenir o realización. En primer lugar, consideraremos el concepto del sí mismo, que identificaremos y analizaremos a partir riel pensamiento previo sobre el tema. Rogers expresa que el concepto central del asesoramiento centrado en el cliente es el sí mismo, en cuanto objeto percibido en un campo fenoménico. El concepto o estructura era del si mismo, puede concebirse como una configuración organizada de las percepciones de si que son admisibles para la conciencia. Está compuesto de elementos tales como las percepciones de las características y aptitudes propias, las percepciones y conceptos del yo en relación con otros y el ambiente, las cualidades de valor que se perciben como asociadas con las experiencias y los objetos y las metas e ideales que se perciben como dotados de valencias positivas y negativas.23 El sí mismo es un atributo aprendido que integra la imagen que cada individuo tiene de si mismo. Es el "yo" o el "me' del discurso corriente, pero Roger no lo utiliza como sinónimo de organismo. Representa más bien "conciencia" de lo que uno es o del modo como funciona. Hemos mencionado poco más arriba que Freud introdujo el concepto de organismo en desarrollo, cuya conducta es dinámica (motivada). A este organismo le atribuyó impulsos que constituían necesidades biológicas innatas y le postuló deseos psíquicos. Freud concibió también el yo (ego), o sea ese constructo que interactúa con el mundo real. Jung, cabe recordar, difería de Freud en cuanto creía que la conducta estaba determinada por propósitos y aspiraciones tanto como par una historia individual y de la especie. Postuló el inconsciente colectivo (al que caracterizó como La Sombra), compuesto de arquetipos (ideas universales que contienen muchos elementos emocionales, uno de cuyos arquetipos es el sí mismo (self). Este sí mismo es la meta de la vida, por cuya consecución la gente lucha pero que raramente alcanza. Igualmente importante para rastrear el desarrollo del concepto de sí mismo es el concepto gnestaltista de campo perceptual o ambiente psicológico, definido por Hall Y Lindzey del modo siguiente.”… el modo en que se percibe un objeto está determinado por el contexto total o configuración en que un objeto se halla inmerzo. Las relaciones entre componentes del campo

23 Rogers, Client-Centered Therapy, p. 136.

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perceptual determinan la percepción y no las características fijas de les componentes individuales.24 Kurt Lewin podría expresar esto con la fórmula siguiente: C = m (V). En este contexto una necesidad es un concepto motivacional dentro del espacio vital (V) que determina la conducta de acuerde con su valor en el ambiente. Dicho de un modo simple, la percepción del "yo", "mi" y "mí mismo" es un resultado del marco perceptual del pasado, el presente y el futuro del propio individuo. Finalmente. William James y su concepto del yo, que incluía el Yo Puro o "una corriente de pensamiento que constituye el sentido de identidad personal de cada uno”25 condujo al concepto moderno de sí mismo. Este concepto puede concebirse como objeto (actitudes, percepciones, sentimientos) o en cuanto proceso (pensar, percibir). Este dualismo ha contribuido a una definida controversia y diversos teóricos adhieren a una u otra noción, o a ambas. Todos concuerdan, no obstante, en que el concepto representa la conciencia: "la teoría del sí mismo es un intento serio para explicar, ciertos fenómenos y conceptualizar las propias observaciones de ciertos aspectos de la conducta.26 La autorrealización. Rogers define la tendencia a la realización como "la tendencia inherente del organismo a desarrollar todas sus capacidades de modos que sirven para mantener o expandir el organismo".27 El concepto de autorrealización se remonta, al menos en parte, a Otto Rank y a sus continuadores, Jessie Taft y Frederick Allen. Bank rechazaba la idea de que el hombre se veía tironeado y empujado por fuerzas impersonales; hablaba de "la voluntad" y reconocía la naturaleza positiva, creadora y direccional de los esfuerzos del hombre. Desde este punto de vista el neurótico era alguien cuya voluntad positiva entraba en conflicto con el temor a las consecuencias de querer algo. Por otra parte, el individuo sano era aquel que podía ser él mismo sin temor. En el mismo año en que se publicó el libro de Rogers Asesoramiento y psicoterapia, Frederick Allen formuló con claridad el concepto de realización del sí mismo: Tengo la firme convicción de que hoy es más importante que nunca afirmar con claridad.., una creencia en la capacidad del individuo de hacerse responsable de su propia dirección —dentro de la estructura de la cultura en que vive...—. La experiencia terapéutica es un episodio dentro del itinerario que algunos niños recorren hacia la realización de las potencialidades que en ellos mismos existen... La necesidad de crecer, necesidad universal propia de toda materia viva, es la que proporciona la motivación para recorrer este itinerario.28. La teoría de la personalidad. En neto contraste con el hombre irracional y no socializado de Freud, el hombre de Rogers es "básicamente socializado", con impulsos de progreso, racional y realista".29 En lo profundo de su ser el hombre no desea devolver el golpe ni herir al otro sino liberarse de tales sentimientos. Si bien es cierto que durante el asesoramiento pueden surgir y surgen con frecuencia sentimientos negativos, por debajo de la amargura y el odio hay un sí mismo positivo, constructivo y preocupado por los demás. 24 C. S. Hall y G. Lindzey, Theories o Personality (Nueva York: John Wiley and Sons, Inc., 1957), p. 206. [Hay versión

castellana; Teorías, de la personalidad, Buenos Aires, Paidos). 25 Ibid. p. 458. 26 Ibid. 27 Carl R. Rogers, "A Theory of Therapy, Personality, and Interpersonal Relation- ships", en S. Koch (comp.), Psychology:

A Study of Science Study I, "Conceptual and Systemic", Vol. 3, Formulations of the Person and the Social Context (Nueva York: McGraw-Hill Book Co., Inc., 1959), p. 194.

28 F. H. Allen, Psychotherapy with Children (Nueva York: W. W. Norton & Company, Inc., 1942). 29 Rogers, On Becoming a Person, p. 91.

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Rogers ha presentado su teoría de la personalidad bajo la forma de 19 proposiciones. Las presentamos aquí, pero no sin encarecer al lector que estudie el examen y la aclaración que de cada una hace Rogers. 1. Todo individuo existe en un mundo de experiencias cambiantes del cual es centro. 2. El organismo reacciona al campo tal como lo experimenta y lo percibe. Este campo perceptual

es, para el individuo, "la realidad". 3. El organismo reacciona como un todo organizado a su campo fenoménico. 4. El organismo tiene una tendencia y un impulso básico: realizar, mantener y ampliar el organismo

que atraviesa las distintas experiencias. 5. La conducta es básicamente el intento del organismo de alcanzar su objetivo de satisfacer sus

necesidades según las experimenta, dentro del campo tal como lo percibe. 6. La emoción acompaña y en general facilita esa conducta orientada hacia determinadas metas; el

tipo de emoción se relaciona con los aspectos de búsqueda de la conducta y no con los aspectos de consumación de la misma, y la intensidad de la emoción depende de la significación que, de acuerdo como se la percibe, tiene la conducta para el mantenimiento y la expansión del organismo.

7. El mejor punto de mira para comprender la conducta es el marco de referencia interno del individuo mismo.

8. Una porción del campo perceptual total va diferenciándose gradualmente hasta configurarse en el sí mismo.

9. Como resultado de la interacción con el ambiente, y particularmente como resultado de la interacción evaluativa con los demás, se conforma la estructura del sí mismo, pauta conceptual organizada, fluida pero coherente, de percepciones y de características del "yo" o el "mi", conjuntamente con los valores ligados a estos conceptos.

10. Los valores relacionados con las experiencias y los valores que forman parte de la estructura del yo, son en algunos casos valores experimentados directamente por el organismo y, en otros, valores introyectados o tomados de terceros, pero percibidos en forma distorsionada, como si hubiesen sido experimentados directamente.

11. A medida que se acumulan las experiencias en la vida del individuo, ocurre que, o a) se las simboliza, percibe y organiza en cierta relación con el sí mismo, o b) se las ignora porque no hay relación percibida con la estructura de éste, o e) se les niega simbolización o se les otorga una simbolización distorsionada porque la experiencia no es coherente con la estructura del sí mismo.

12. La mayor parte de las pautas de conducta que adopta el organismo son coherentes con el concepto del sí mismo.

13. La conducta puede ser provocada, en algunos casos, por experiencias orgánicas y necesidades que no han sido simbolizadas. Esta conducta puede no ser coherente Con la estructura del sí mismo, pero en tales casos el individuo no "es dueño" de su conducta.

14. Existe un desajuste psicológico cuando el organismo niega a la conciencia experiencias sensoriales y viscerales significativas, que en consecuencia no son simbolizadas organizadas en la Gestalt de la estructura del sí mismo. Si se da tal situación, se produce una tensión psicológica básica o potencial.

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15. Hay ajaste psicológico cuando el concepto del sí misma es tal que todas las experiencias sensoriales y viscerales del organismo están asimiladas en un nivel simbólico a una relación coherente con el concepto del sí mismo o pueden estarlo.

16. Toda experiencia incoherente con la organización y estructura del sí mismo puede percibirse cosan una amenaza, y cuanto mayor es el número de estas percepciones, más rígidamente se organiza la estructura de aquél para mantenerse.

17. En ciertas condiciones, que implican fundamentalmente una ausencia completa de toda amenaza a la estructura del si mismo te puedan percibir y examinar experiencia no coherentes con él, y revisar entonces la estructura del sí misma para asimilar o incluir esas experiencias.

18. Cuando el individuo percibe y acepta en un solo sistema coherente e integrada todas sus experiencias sensoriales y viscerales, entonces necesariamente adquiere mayor comprensión de les demás y los acepta en mayor grado como individuos distintos.

19. A medida que el individuo percibe y acepta en su estructura del self un mayor número de sus experiencias orgánicas, descubre que está reemplazando su sistema de valores presente —basado en tan gran medida en introyecciones que han sido simbolizadas de modo distorsionado— mediante un proceso continuado de evaluación orgánica.30

No pretendemos desarrollar adecuadamente la teoría de la personalidad de Rogers. Más bien se limitará nuestro examen a tres conceptos fundamentales. En primer lugar, la percepción (traducción del conocimiento del propio ambiente a procesos mentales tales como el juicio, el razonamiento y la memoria) constituye un proceso activo. Los individuos asignan significados a su experiencia y no reconocen meramente significados inherentes a cada situación. Lo que se percibe constituye la realidad para el individuo, y éste atiende o responde al foco de esa realidad (se comporta como un sistema total organizado. No aspira a ser controlado sino que avanza mediante luchas � dolores hacia el autogobierno, la autorregulación y la autonomía. En segundo lugar, a medida que el individuo se desarrolla una parte del campo perceptual se diferencia y se constituye en conciencia de su propia personalidad. En otras palabras, aprende a diferenciar su cuerpo y su conducta de otros objetos de su ambiente y adquiere conciencia de su ser. Cuando aparecen experiencias y necesidades que no han sido simbolizadas y que no son coherentes con el sí mismo, el individuo, para decirlo con palabras de Roger, las repudia. La mente, inconsciente no ocupa lugar alguno en la teoría de la personalidad de Rogers. La autopercepción de la persona está influida por los modos como otros la perciben y los modos en que ella percibe las referencias definitorias de su sí mismo que otros hacen de ella. Los valores asignado, a estas experiencias se basan o bien en la introyección de las referencias de otros o en una relación directa. El individuo precisa que otros lo consideren positivamente. De sus experiencias fluye la necesidad de autoconsideración o valor como individuo. La necesidad fundamental que subyace a toda conducta es la de preservar y realzar el sí mismo. Brammer y Shostrom han destacado que

30 Carl R. Rogers, Client-Centered Therapy, pp. 483 – 524.

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Aunque se postula que la tendencia a la realización del yo" está biológicamente determinada, se supone que la dirección de las tendencias de crecimiento está culturalmente determinada por los progenitores, los pares, los maestros y otras personas significativas para el niño. Dado que el individuo tiende a negar las percepciones que entran en conflicto con su concepto de sí mismo, estas fuerzas de crecimientos se distorsionan frecuentemente en el proceso de desarrollo. Esta situación da origen muchas veces a la imagen de una persona desprovista de motivos positivos de crecimiento. Los cultores de la teoría del si mismo parecen persuadidos que las fuerzas positivas de desarrollo triunfarán en última instancia. Por ejemplo la independencia reemplazará a la dependencia; la integración superará la desintegración, la conducta social reemplazará a la conducta antisocial.31 En tercer lugar, la necesidad de autoestima puede conducir a percibir las experiencias de un modo selectivo, de manera tal que estén de acuerdo con las propias condiciones de definición de lo valioso. Si surgen incongruencias entre el yo y la experiencia, se producen serios problemas de adaptación porque el individuo se ve forzado a explicar y descartar constantemente pruebas incompatibles con su visión de sí mismo. Esta incongruencia se percibe subconscientemente como amenazadora y, si se la simboliza en la conciencia, introduce la incoherencia en la conducta, conduce a la ansiedad y produce rigidez de la percepción o concepciones inexactas de la realidad. El yo en el pleno ejercicio de sus funciones. Persona sana es quien puede incorporar sin distorsionarlos la mayoría de los datos de su vida, entre los que adquieren máxima significación sus propias reacciones orgánicas ante las experiencias. Rogers ha dicho que el individuo se esfuerza por convertirse en él mismo. Busca hallar la pauta u orden básico que existe en la corriente de su experiencia. El individuo que llega a funcionar con plenitud: 1) está abierto a la experiencia; 2) vive plenamente cada momento, y 3) confía en sus propios juicios y elecciones y depende menos de la aprobación o desaprobación de los demás.32 Carácter de la ansiedad. La vulnerabilidad o la ansiedad se producen cuando hay discrepancia entre el organismo que realiza las distintas experiencias y el concepto de sí mismo. El problema surge cuando hechos que se perciben como dotados de significación para el sí mismo son incompatibles con la organización de éste. En este caso, o bien se niegan estos hechos, o bien se los distorsiona hasta el punto en que sean aceptables. La cuestión importante es si son o no coherentes con el sí mismo. Cuando las experiencias no son coherentes, dice Rogers, El control consciente se hace más difícil a medida que el organismo se esfuerza por satisfacer necesidades que no son conscientemente admitidas, y por reaccionar ante experiencias que le son negadas al sí mismo consciente. Surge entonces la tensión, y si el individuo llega a adquirir cierto grado de conciencia de esta tendencia o discrepancia, experimenta ansiedad, siente que no está unido o integrado, que carece de seguridad respecto de las direcciones que debe seguir.33 La persona sana o "que se acepta a sí misma" puede admitir a la conciencia sin distorsión y simbolizar las experiencias sensoriales que surgen de fuerzas internas o externas. "La persona emocionalmente perturbada, el 'neurótico', se encuentra en dificultades, en primer lugar, porque se 31 Lawrence M. Brummer y Everett I., Shostrom. Therapeutic Psychology (Englewood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall, Inc., 1960), p. 40. 32 Rogers, On Becoming a Person, pp. 187-192. 33 Rogers, Client-Centered Counseling, p. 511.

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ha quebrado la comunicación en su propio interior y, en segundo lugar, porque, como resultado de esto, se ha dañado también su comunicación con los demás".34 En efecto, el neurótico actúa antes de haber incorporado todos los datos. Brammer y Shostrom, presentan un diagrama esquemático del ajuste y desajuste según la perspectiva de quienes apoyan la teoría del yo (aquí reproducido como figura 9).35 Estos autores destacan que la coherencia, la correspondencia estrecha de conciencia y de experiencia, es importante en el asesoramiento centrado en el cliente. Para el asesor, ello implica que debería ayudar al cliente a enfrentar la incongruencia existente entre su conciencia y su experiencia de modo que su comunicación de las experiencias reales no se vea distorsionada como medio de defensa. FIGURA 9. Desajuste y ajuste desde el punto de vista de los teorizadores del self FUENTE: Lawrence M. Brammer y Everett L. Shostrom, Therapeutic Psychology: Fundamentals of Counseling and Psychotherapy. Englewood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall, 1960, p. 39. El asesor y el proceso El asesoramiento centrado en el cliente enfoca fundamentalmente al individuo que experimenta. Cuando debe intervenir en un proceso de desorganización y de organización del yo, trata de reducir a un mínimo la amenaza percibida por el yo y de llevar al máximo y prestar apoyo a la exploración del yo. La modificación de la conducta se produce liberando las potencialidades del cliente para evaluar sus experiencias, permitiéndole esclarecer y comprender sus sentimientos, lo cual presumiblemente conduce al desarrollo. Mediante la aceptación del asesorado, el asesor le permite expresar, examinar e incorporar a su concepto de sí mismo las experiencias previamente coherentes e incoherentes. Mediante su redefinición, el individuo posibilita su autoaceptación y aprende a aceptar a los demás y a convertirse en una persona en pleno ejercicio de sus potencialidades. Las entrevistas duran generalmente una hora y se las lleva a cabo una o dos veces por semana. Se hacen todos los esfuerzos posibles por impedir el desarrollo de una relación de dependencia. En general, en el asesoramiento centrado en el cliente: 1) la atención se centra en el individuo y no en el problema; 2) se atiende a los sentimientos más que al intelecto; 3) se otorga mayor atención al presente que al pasado, y 4) se produce un desarrollo emocional en la relación de asesoramiento. 34 Rogers, On Becoming a Person, p. 33. 35 Brammer y Shostrom, op. di., p. 39.

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El asesor. El asesor eficaz es quien "posee un conjunto de actitudes coherentes y en pleno desarrollo, profundamente enraizadas en su organización personal, sistema de actitudes que puede poner en práctica mediante técnicas y métodos coherentes con él".36 Según Rogers, son las actitudes del asesor, y no sus técnicas, las que facilitan la terapia, y la filosofía operativa básica del asesor lo que determina cuánto se demorará en llegar a ser un asesor diestro. Entre las diversas actitudes del asesor tiene importancia primordial su conducta funcional con los demás —la actitud según la cual les acuerda valor, dignidad, respeto, derecho a autodirigirse, etc. "Podríamos decir que el asesor elige actuar de modo coherente a partir de la hipótesis de que el individuo posee capacidad suficiente para manejar constructivamente todos los aspectos de su vida de los que potencialmente puede tomar conciencia".37 El asesor no trata de modificar su rol de modo de adoptar una actitud más directiva o asumir la responsabilidad de la reorganización del asesorado, porque cree que al hacerlo confundiría y perjudicaría al asesorado. Si bien el asesor tiene sus propios valores, en la medida de lo posible deberá mantenerlos fuera de la relación de asesoramiento para evitar su introyección por parte del asesorado. El rol del asesor en el asesoramiento centrado en el cliente, no es, como muchos lo creen, pasivo o del tipo laissez-/aire. La pasividad sería probablemente interpretada por el asesorado como falta de interés. La actitud de laissez-faire podría ser interpretada por el cliente de modo que implicara que él no es una persona valiosa. Rogers ha advertido también (de un modo no directivo, por supuesto) que definir el rol del asesor diciendo que clarifica y objetiva los sentimientos del cliente es adoptar una actitud demasiado intelectual. En un sentido literal, la objetivación de esos sentimientos significaría que sólo el asesor sabe cuáles son esos sentimientos, y esto sería interpretado por el cliente como una falta de respeto hacia él. Rogers ha formulado el rol mediante estas palabras: "...la función del asesor consiste en asumir, en la medida de lo posible, el marco interno de referencia del cliente, en percibir el mundo como lo ve el asesorado, en percibir a este último tal como él mismo se le, en dejar de lado al hacerlo así todas las percepciones recibidas desde el marco externo de referencia, y en comunicar al cliente parte de esta comprensión empática".38 Hobbs ha presentado las que, a su juicio, son características de los asesores centrados en el cliente mientras llevan a cabo el asesoramiento: 1. El terapeuta trata de comprender lo que está diciendo el cliente con referencia al contenido, al

sentimiento, y la importancia que ello tiene para este último, y de comunicarle esta comprensión. 2. El terapeuta interpreta lo que el cliente ha manifestado, ofreciéndole un resumen o una síntesis

de los sentimientos expresados. 3. El terapeuta acepta simplemente lo que el cliente ha manifestado, añadiendo alguna señal que

implique que ha sido comprendido. 4. El terapeuta define al cliente, en momento en que hacerlo tiene sentido desde el punto de vista

de este último, la naturaleza de la relación terapéutica, las expectativas de la situación y los limites de la relación terapeuta-cliente.

5. El terapeuta trata de comunicarle al cliente, mediante gestos, postura y expresión facial, tanto como mediante palabras, una sensación de aceptación y confianza en la capacidad de aquél para manejar sus problemas.

36 Rogers, Client-Centered Therapy, p. 19. 37 Ibid., p. 24. 38 Ibid., p. 29.

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6. El terapeuta responde a preguntas y suministra información cuando esas respuestas parecen oportunas para el tratamiento, pero puede abstenerse de proporcionar información cuando en la pregunta parece hallarse implicada la cuestión de la dependencia.

7. El terapeuta participa activamente en la situación terapéutica, manteniéndose alerta, tratando de advertir los matices afectivos, interrumpiendo al cliente si es necesario para dejar claro que el terapeuta comprende lo que aquél dice y siente.39

Se considera que el diagnóstico no sólo es innecesario sino imprudente. Se cree que la utilización de datos de tests y de opiniones formuladas por el asesor sobre los problemas del cliente favorecen la dependencia, porque entonces se tenderá a considerar al asesor corno a un experto. El asesoramiento centrado en el cliente hace recaer la responsabilidad no en el asesor sino en el cliente. Si bien pueden aparecer en el proceso actitudes de transferencia, Rogers cree (irle no se transformarán en una neurosis de transferencia, porque la comprensión y la aceptación del asesor llevan al cliente al reconocimiento de que estos sentimientos son los suyos y no los del asesor. El asesorado. En su primera obra sobre el asesoramiento centrado en el cliente Rogers presentó ocho criterios tendientes a orientar esta actividad. De acuerdo con los mismos, era necesario que el cliente: 1) sufriera tensión, 2) poseyera cierta capacidad de enfrentar las distintas circunstancias de su vida, 3) tuviese la oportunidad de un contacto regular con un asesor, 4) estuviese en condiciones de expresar sus conflictos verbalmente o a través de otros medios, 5) fuera "razonablemente independiente ... de un control familiar estrecho", 6) se viese "razonablemente libre de inestabilidades excesivas, particularmente de naturaleza orgánica", 7) tuviese una inteligencia normal o superior al promedio y 8) tuviese una edad adecuada "aproximadamente entre 10 y 60 años---",40 Rogers cree ahora que estas condiciones no se aplican ya, o carecen de mayor importancia. La investigación y la experiencia clínica han llevado a desautorizar algunas de ellas, y cabe presumir que el asesoramiento centrado en el cliente ha resultado eficaz en un ámbito más amplio de individuos y problemas. Los pasos del proceso de asesoramiento. Al tratar el desarrollo de este proceso, Rogers destacó que sus pasos no están separados. Los procesos se entremezclan y se confunden el uno con el otro y sólo observan el orden que se indica de un modo aproximado. Rogers ha descrito y ejemplificado cada uno de esos pasos, pero en esta sección sólo identificaremos brevemente los 12 pasos. i. El individuo acude en busca de ayuda. ii. Se define generalmente la situación de ayuda.

iii. El asesor fomenta la expresión libre de sentimientos relativos al problema. iv. El asesor acepta, reconoce y aclara estos sentimientos negativos. v. Cuando los sentimientos negativos del individuo han sido expresados cabalmente, se ven

seguidos de expresiones débiles y provisorios de los impulsos positivos que favorecen el desarrollo.

39 Nicholas Hobbs, “Client-Centered Psychotherapy” en J. L. McCary, Six Approaches Psychotherapy (Nueva York:

Dryden Press, 1955), p. 16. 40 Rogers, Counseling and Psychotherapy, pp. 76 – 77.

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vi. El asesor acepta -y reconoce les sentimientos positivos que se expresan, del mismo modo que ha aceptado y reconocido los sentimientos negativos.

vii. Esta comprensión y aceptación del sí mismo constituyen el siguiente aspecto de Importancia en todo el proceso.

viii. Entremezclado con este proceso de comprensión --y es preciso destacar nuevamente que los ¡o-os bosquejados no son mutuamente excluyentes ni se presentan en un orden rígido— se halla un proceso de esclarecimiento de las decisiones y de los cursos de acción posibles.

ix. Aparece entonces uno de los aspe-tos fascinantes de esta terapia: la iniciación de acciones positivas, mínimas al comienzo, pero sumamente significativas.

x. Se produce, ante todo, e1 desarrollo del insight --una comprensión más completa y precisa del sí mimo a medida que el individuo adquiere el valer necesario para percibir sus propias acciones en mayor profundidad.

xi. Se produce una acción de integración positiva cada vez mayor por parte del cliente, menor temor de realizar elecciones y más confianza en su acción autodirigida.

xii. El cliente siente que va disminuyendo su necesidad de ayuda, y finalmente reconoce que la relación debe llegar a su fin.41

Posteriormente Rogers trató de identificar las direcciones que se tornan evidentes en el proceso del asesoramiento42. Conceptualizó una serie de tendencias que parafraseamos a continuación. 1. El cliente experimenta su sí mismo potencial en el marco de seguridad que le brinda la relación

de asesoramiento. 2. El cliente aprende a experimentar y a aceptar plena y libremente sentimientos positivos de asesor. 3. El cliente no solo se acepta a sí mismo, sino que llega eventualmente a quererse. 4. El cliente descubre que en la esencia de su personalidad no reside el odio, sino más bien un sí

mismo profundamente positivo y socializado. 5. El cliente no actúa constantemente en función de la línea de conducta que se le impone ni actúa

de acuerdo con las opiniones y expectativas de los demás, sino sobre la base del significado de sus propias experiencias -del equilibrio realista de las satisfacciones y descontento que una acción cualquiera le apareará-. Deviene.

Condiciones necesarias para el cambio de /a personalidad en la terapia. Rogers ha atendido a las condiciones psicológicas que se consideran necesarias y suficientes para provocar un cambio de personalidad. El cambio implica modificaciones superficiales o profundas de la estructura de la personalidad, el paso de conflictos menos obvios a la conducta madura, o a la modificación de la conducta en el sentido de utilizar más energía para una vida más eficaz. Cree que si se mantienen durante un cierto lapso las condiciones siguientes tendrán lugar cambios constructivos en la personalidad:

41 Ibid., pp. 30 - 45 42 Rogers, On Becoming a Person, pp. 74 – 106.

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1. Entran en contacto psicológico dos personas.

2. La primera, a la que denominaremos cliente, se halla en estado de incoherencia y se muestra vulnerable o ansioso.

3. La segunda persona, a la que denominaremos terapeuta, es coherente o está integrada en la relación.

4. El terapeuta experimenta un interés positivo incondicional por el cliente.

5. El terapeuta experimenta una comprensión empática del marco de referencia interno del cliente y se esfuerza por comunicarle esta experiencia.

6. La comunicación al cliente de la comprensión empática del terapeuta y de su interés positivo incondicional se llevan a cabo al menos en un grado mínimo.43

Finalmente, Rogers describe una concepción del asesoramiento como proceso. Consiste en siete etapas, que constituyen un continuo, y cada una de ellas posee características propias. A continuación, presentamos estas etapas resumidas y ligeramente modificadas. Primera etapa 1. Hay poca disposición a comunicar el sí mismo. La comunicación se refiere sólo a aspectos

exteriores. 2. No se reconocen ni se admiten como propios los sentimientos y los significados personales. 3. Los conceptos sobre la propia persona son extremadamente rígidos. 4. Se interpreta que las relaciones estrechas y comunicativas son peligrosas. 5. Durante esta fase no se reconoce ni se percibe ningún problema. 6. No existe el deseo de cambiar. 7. Hay gran bloqueo de la comunicación interna. Segunda etapa 8. Comienzan a fluir expresiones de temas ajenos al si mismo. 9. Se perciben los problemas como externos al sí mismo.

10. No hay sentido de responsabilidad personal por los problemas. 11. Los sentimientos se describen como si no fueran propios, o a veces como objetos pasados. 12. Pueden manifestarse sentimientos, pero no son reconocidos como tales ni integrados al sí mismo. 13. La experiencia se ve limitada por la estructura del pasado.

43 Carl R. Rogers, "The Necessary and Sufficient Conditions of Therapeutic Personality Change", Journal of Consulting

Psychology, Vol. 21 (abril, 1957), pp. 95-103.

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14. Los conceptos personales son rígidos, y no se los reconoce como tales sino que se piensa que son hechos.

15. La diferenciación de significados y sentimientos personales es muy limitada y global. 16. Pueden expresarse contradicciones, pero no se las reconoce mayormente como tales.

Tercera etapa

17. Se produce una corriente más libre de expresión sobre el sí mismo como objeto. 18. Existe cierto grado de expresión de experiencias vinculadas con el sí mismo como objeto. 19. Se expresa también el yo como objeto reflejado, que existe principalmente en otros. 20. Se expresan en gran medida los sentimientos y los significados personales que no están

presentes en el momento. 21. Hay una aceptación muy reducida de los sentimientos. En su mayor parte los sentimientos se

revelan como algo vergonzoso, malo o anormal, o inaceptable por otros motivos. 22. Se exhiben los sentimientos y en ciertos casos se los reconoce como tales. 23. Se describen las experiencias como si se hubiesen dado en el parado, o como algo que en cierta

manera está alejado del sí mismo. 24. Los conceptos personales son rígidos, pero pueden ya reconocerse como conceptos y no como

hechos externos. 25. La diferenciación de sentimientos y significados es ligeramente más precisa, menos global que

en las etapas previas. 26. Se produce un reconocimiento de las contradicciones de la experiencia. 27. Con frecuencia se consideran ineficaces las elecciones personales.

Cuarta etapa 28. El cliente describe sentimientos más intensos "que no están presentes ahora". 29. Ocasionalmente se expresan tos sentimientos como sí tuvieran lugar en el presente irrumpiendo

a veces casi contra los deseos del cliente. 30. Se tiende a experimentar los sentimientos en el presente inmediato y hay desconfianza y temor

ante esta posibilidad. 31. Hay escasa aceptación abierta de los sentimientos, aunque se manifiesta alguna aceptación. 32. La experiencia está menos atada a la estructura del pasado, es menos remota y puede

ocasionalmente producirse con poca posposición. 33. Se hace menos rígida la manera en que se interpreta la experiencia. Se producen alguno,

descubrimientos de conceptos personales; se los reconoce como tales de un modo definido y comienza a cuestionarse su validez.

34. Se produce una diferenciación mayor de los sentimientos, los conceptos y los significados personales, con cierta tendencia a la búsqueda de exactitud en la simbolización.

35. Se adquiere conciencia de la preocupación por las contradicciones y las incongruencias que surgen entre la experiencia y el sí mismo.

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36. Surgen sentimientos de responsabilidad del yo por los problemas, aunque los mismos vacilen. 37. Aunque una relación estrecha parece todavía peligrosa, el cliente se arriesga, confiando en

cierto grado reducido en sus sentimientos. Quinta etapa

38. Se expresan libremente los sentimientos como si fuesen presentes. 39. Los sentimientos están muy cerca ya de ser experimentados en su plenitud "asoman" e

"irrumpen" a pesar del temor y la desconfianza que el cliente siente al experimentarlos en su plenitud e inmediatez.

40. Aparece una tendencia incipiente a advertir que experimentar un sentimiento implica una referencia directa.

41. Se experimenta sorpresa y temor, --rara vez placer-, ante los sentimientos que "asoman". 42. Se admiten cada vez más los sentimientos cobre el sí mismo como propios, y un deseo de

corporizarlos, de ser el "yo real". 43. La experiencia se hace menos rígida, menos remota y con frecuencia se produce sin gran

postergación. 44. Los modos en que se interpreta la experiencia son mucho menos rígidos. Se producen muchos

descubrimientos nuevos de conceptos personales en cuanto tales y un examen crítico y cuestionamiento de los mismos.

43. Se da una tendencia poderosa y evidente a la precisión en cuanto a la diferenciación de sentimientos y significados.

46. Se produce un enfrentamiento cada vez más claro de las contradicciones y las incongruencias de la experiencia.

47. Aumenta la aceptación de la autorresponsabilidad por los problemas que se enfrentan y una preocupación por la medida en que el sujeto mismo ha contribuido a que se produjesen. Se dialoga cada vez más libremente dentro del yo y mejora la comunicación interna y también se reduce su bloqueo.

Sexta etapa 48. Sentimientos que anteriormente habían sido "sepultados", inhibidos en cuanto a la calidad del

proceso que los producía, se experimentan ahora con inmediatez. 49. Algunos sentimientos fluyen hacia su realización plena. 50. Se experimenta directamente un sentimiento de modo inmediato y con toda su riqueza. 51. Se acepta esta inmediatez de la experiencia y el sentimiento que constituye su contenido. Se

trata de algo real y no de algo que debe ser negado, temido o contra lo cual es preciso luchar. 52. Aparece en la experiencia una cualidad que indica que se la vive subjetivamente y no que se

siente a su respecto. 53. Tiende a desaparecer el sí mismo en cuanto objeto. 54. La experiencia, en esta etapa, adquiere la calidad de proceso real. 53. Otra característica de esta fase del proceso constituye la menor rigidez fisiológica que lo acompaña.

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56. Se experimenta vívidamente la incongruencia entre la experiencia y la conciencia, a medida que desaparece para dar lugar a la congruencia.

57. El constructo personal pertinente se disuelve en este momento de la experiencia y el cliente se siente perdido y despojado de su marco previamente estabilizado.

58. El momento de la plena experiencia se convierte en un referente claro y definido. 59. La diferenciación de la experiencia es neta y básica. 60. En esta fase no hay ya "problemas" externos o internos. El cliente vive, subjetivamente, una fase

de su problema. Este no constituye ya un objeto. Séptima etapa

61. Se experimentan nuevos sentimientos con inmediatez y riqueza de detalle, tanto en la relación terapéutica como fuera de ella.

62. La experiencia de tales sentimientos se utiliza como un referente claro. 63. Aparece un sentimiento creciente y continuado de aceptación de estos sentimientos cambiantes

como propios, una confianza básica del cliente en su propio proceso. 64. La experiencia ha perdido casi completamente sus aspectos atados a la estructura y se

transforma en un proceso de experimentación, es decir que la situación se experimenta y se interpreta en su carácter de novedad y no de algo pasado.

65. El sí mismo se transforma con mayor facilidad en la conciencia subjetiva y reflexiva de la experiencia. El sí mismo es cada vez menos un objeto percibido y cada vez más algo experimentado confiadamente en el proceso.

66. Se formulan provisionalmente los conceptos personales, que deben ser validados en relación con la experiencia futura, pero aun entonces, mantenidos con menor rigidez.

67. La comunicación interna es clara, dotada de sentimientos y símbolos que se corresponden adecuadamente, y aparecen nuevos términos para designar los nuevos sentimientos.

68. Se experimenta la elección adecuada de nuevas formas de existencia.44 Resultados. Desde comienzos de la década de 1950, Rogers y otros han consagrado mucho tiempo y energía a evaluar los cambios producidos por el asesoramiento centrado en el cliente. Entre los hallazgos obtenidos se cuentan: 1) se produjeron cambios profundos en el sí mismo percibido por el cliente, 2) se modificaron las características y la estructura de la personalidad del cliente, 3) la dirección del cambio se orientaba hacia la integración y la adaptación personal, y 4) los amigos del cliente observaban su mayor madurez.45 En una reunión científica dedicada especialmente a los problemas de investigación en psicoterapia, Rogers manifestó su creencia en que "se han hecho progresos en lo concerniente a la definición conceptual de los resultados de la terapia", de modos que "son específicos y mensurables y están enraizados en un contexto teórico".46 No obstante, la

44 Rogers, On Becoming a Person, pp. 125 – 158. 45 Ibid., p. 231. 46 Carl R. Rogers, "A Tentative Scale for the Measurement of Process in Psychotherapy", en E. A. Rubinstein y M. B.

Parloff (comps.). Research in Psychotherapy (Washington: American Psychological Association, 1958), Vol. I, p. 277.

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mayoría de los restantes asistentes no se mostraron tan optimistas. Es necesario advertir que cuando Rogers utiliza el término "cambio" no necesariamente significa "éxito" o "curación". Considera que estos dos últimos términos son indefinibles, constituyen juicios de valor y no se prestan a la aplicación de la investigación científica. Críticas y contribuciones Las siguientes se cuentan entre las principales críticas dirigidas contra el punto de vista centrado en el cliente: 1. Acentúa los determinantes afectivos, emocionales y sentimentales de la conducta, pero ignora o

niega los factores intelectivos, cognitivos y racionales. 2. El empleo de información para ayudar a los asesorados se halla notoriamente ausente de la

teoría. 3. Debido a que se plantea la misma meta para todos los clientes --la evolución máxima del yo—

es tan amplia, general y abarcadora que resulta imposible evaluarla para cualquier individuo en particular.

4. Especifica que el asesorado establece sus metas, pero las metas del asesoramiento son establecidas a veces por el medio en que el asesor y el asesorado se encuentran.

5. Si bien ciertos datos indican que el asesoramiento centrado en el cliente resulta eficaz para una amplia gama de individuos y problemas, esta prueba no es suficientemente sistemática ni completa, particularmente en lo que concierne a clientes que aceptan poca responsabilidad por sus problemas.

6. Si bien se espera que los asesores centrados en el cliente sean neutrales, es imposible intervenir en una situación interpersonal como si se careciera de valores.

Las contribuciones que con mayor frecuencia se atribuyen a esta relación de ayuda son las siguientes: 1. Ha establecido que el centro, el foco o el agente decisivo del proceso del asesoramiento no es el

asesor sino el asesorado. 2. Ha identificado y subrayado la relación de asesoramiento come el agente primario para la

facilitación del cambio de la personalidad. 3. Ha colocado en perspectiva la importancia de las actitudes del asesor con prioridad a sus

técnicas, en lo que concierne a ejercer efecto sobre la relación de ayuda. 4. Ha ofrecido un rico repertorio de datos de investigación y ha estimulado las investigaciones

cuantitativas entre otros puntos de vista, todos los cuales han conducido a una comprensión mucho mayor del proceso que la lograda hasta ahora.

5. Ha subrayado que el asesoramiento se ocupa adecuadamente de la emoción, el sentimiento y el afecto.

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EL PUNTO DE VISTA EXISTENCIAL Proponentes y fuentes La historia del existencialismo es paralela a la de la teoría psicoanalítica. En sus orígenes, no obstante, toma los puntos de vista analíticos de Freud y aparece en un período extraordinariamente productivo del pensamiento filosófico acompañado por el auge y el dominio de la ciencia de fines siglo XIX y de nuestro siglo XX. El punto de vista existencialista —tomado de modo lato durante los últimos 100 años— fusiona conceptos de teología, filosofía, psiquiatría y psicología que se combinan en un esfuerzo tremendo por comprender las conductas y las emociones humanas. Entre los primeros individuos a quienes se asocia con el concepto existencialista del hombre y su conducta se cuenta Soren Kierkegaard, el filósofo y teólogo danés del siglo XIX. Se considera por lo común que sus obras que tratan sobre las relaciones entre el hombre, el universo y Dios constituyen la línea originaria del pensamiento existencial. Debido a sus orígenes diversos y a las complejas contribuciones que al mismo se han hecho desde una variedad de campos, el existencialismo sigue planteando grandes dificultades para su comprensión, y especialmente para su análisis claro y cabal. Una adecuada apreciación de esta conceptualización del individuo requiere que la protagonice un hombre adecuadamente educado, con un profundo conocimiento de las disciplinas que han contribuido a su estado presente. La naturaleza misma del existencialismo hace imposible distinguir con claridad y en forma precisa entre sus proponentes, y son también difíciles de mantener las distinciones que se fundan en los sectores que a él contribuyen. Proponentes de orientación teológica, tales como Kierkegaard y Paul Tillich, filósofos tales como un Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre, y otros provenientes del campo de la psicología, como Eugene Minkowski, Ludwig Binswanger y Rollo May han efectuado notables aportes a una teoría sumamente compleja. Sin duda, este enfoque se esfuerza por evitar el fraccionamiento del hombre en un intento por comprenderlo, utilizando en cambio un enfoque realmente "holístico" para captar la realidad y la esencia de su ser. Se piensa que el hombre es algo que es y que deviene, como un proceso dinámico, como un organismo complejo en relación con el universo. Si bien pertenece al mundo de las cosas naturales, sólo el puede reflexionar, adoptar decisiones libres y establecer metas. Cada hombre debe aprender a actuar como persona libre y no como parte de la multitud. Contribuyentes al pensamiento existencial Soren Kierkegaard (1813-1855). Filósofo y teólogo protestante, adalid del existencialismo religioso. Creía que sólo es posible conocer a Dios mediante la fe y no mediante la razón. Encaró apasionadamente el problema de llegar a ser un individuo, expresó que la verdad era una relación y acentuó la necesidad de compromiso. Entre su veintena de obras cabe quizá destacar O•O (1843) v Concepto de la angustia (1844), este último un penetrante análisis de la ansiedad.

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Paul Hillich (1866-1965). Teólogo germano-norteamericano que abandonó Alemania cuando Hitler accedió al poder en 1933. Quizá sus puntos de vista más profundos se hallen en The Courage to Be (1952) que emplea el existencialismo como un enfoque de la crisis vital del presente. Utiliza simultáneamente la razón y la religión. Martin Heidegger (1889, ...). Se lo considera frecuentemente como uno de los más importantes contribuyentes al pensamiento existencial del presente. Su obra principal, Ser y tiempo (1927), es citada por muchos como material básico para los psiquiatras y los psicólogos que aplican los conceptos existenciales para la comprensión del hombre. Jean-Paul Sartre (1905-....). Filósofo, novelista y dramaturgo francés que durante la década de 1940 se convirtió en uno de los grandes líderes de la vida intelectual de su patria. Su punto de vista existencialista es nihilista y subjetivo y acentúa la afirmación de que el mundo tiene poco o ningún sentido para el hombre y que el individuo debe encontrar alguna dirección y significado para su propia vida personal. El individuo desarrolla un sentido de responsabilidad por sus propias decisiones y acciones y de este modo se hace libre. La desesperación existencial de Sartre se ha expresado en muchas novelas: La náusea (1953), cuentos: La pared (1939), obras de teatro: Las moscas (1943) y escritos autobiográficos: Las palabras (1964). Eugene Minkowski (1885, ...). Nació en. Holanda, finalizó sus estudios secundaria en Varsovia y obtuvo su título de medicina en la Universidad de Munich (1999). Tras la Primera Guerra Mundial ejerció la psiquiatría en París y realizó estudios de psiquiatría fenomenológica. Entre sus contribuciones se cuenta una perspectiva distinta del concepto de tiempo. Desafió la idea tradicional de que los pacientes no pueden remitirse al futuro a causa de su trastorno y propuso en cambio que la perturbación básica consiste en actitudes distorsionadas hacia el futuro, que pueden dar origen a la ansiedad y la depresión. Ludwig Binswanger (1881-....). Estudie con Jung en la Universidad de Zurich y se desempeñó coreo interno de Bleuler. Se contó entre los primeros que aplicaron el análisis existencial a la ampliación de los conceptos básicos del psicoanálisis. En particular busco interpretar al hombre a través de sus relaciones personales con su prójimo y consigo mismo. Concibió al hombre como una existencia que se comunica con otra. Aplicó a sus formulaciones el nombre de Daseinanalyse (análisis del "ser-ahi"). Rollo May (1909-....). May, terapeuta psicoanalítico ampliamente conocido, ha contribuido en gran medida a la interpretación de la psicoterapia existencial para la perspectiva de los psicólogos norteamericanos. Es autor y editor de Existence (1958) y de otras obras existencialistas. Viktor E. Frankl (1906-....) Fundó la logoterapia (logos se traduce generalmente como "discurso" o "razón" pero Frankl lo define como "significado"). Frankl rechaza: 1) el punto de vista de Freud según el cual los hombres son impulsados principalmente por la energía sexual, 2) la gran importancia atribuida por Adler a los impulsos de poder, 3) los arquetipos de Jung y 4) las teorías del condicionamiento que definen al hombre como una simple máquina. Para Frankl, la búsqueda del significado de la vida constituye la raíz más profunda de los esfuerzos humanos y esta búsqueda se da en el nivel cognitivo más bien que instintivo. El "significado" constituye algo propio del individuo, singular e inherente a su situación en un momento dado, en contraste con los valores que muchas personas comparten.

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Entre el material que ayudará al lector a comprender más cabalmente el pensamiento existencial se cuentan los libros de Beck47 y May y otros,48 así como los artículos aparecidos en publicaciones periódicas de que son autores Dreyfus49, Vaughan50, Arbuckle51 y Landsman52. Conceptos principales May ha identificado los factores que condujeron al desarrollo del existencialismo. Cree este autor que la base fundamental de esta corriente es un intento de comprender al individuo tal corno realmente es, de conocerlo en su realidad, de ver su mundo como él lo ve, de comprender que se mueve y posee un ser único, concreto y muy distinto de la teoría abstracta.53 May indica que el movimiento existencialista surgió espontáneamente en diferentes partes de Europa en distintas escuelas de pensamiento, y no es posible atribuir su nacimiento a ninguna persona en particular. Entre los estímulos notorios que urgían su aplicación por la psicoterapia se hallaban la incapacidad de comprender por qué se producían o no las curaciones, las teorías dudosas del hombre y los puntos oscuros que presentaban las teorías existentes. Fue en esencia un intento por llegar a una estructura dentro de la cual pudieran comprenderse todos los sistemas terapéuticos. Es quizás único entre los enfoques terapéuticos en cuanto no ha creado ningún nuevo líder y no pretende haber fundado una nueva "escuela de terapia". May cita varios factores que han tendido a crear resistencia a la aceptación del existencialismo.54 Entre ellos se cuenta el supuesto de que las viejas terapias bastan para explicar la naturaleza del hombre y que todo lo que se requiere es elaborar sus detalles. Una segunda forma de resistencia reside en la posición según la cual el existencialismo constituye un avance de la filosofía sobre la psiquiatría y la psicología; perjudica a disciplinas que se consideran como ciencias. Finalmente, otros métodos terapéuticos tienden a preocuparse por las técnicas y prefieren no penetrar en las cuestiones fundamentales que le plantea a la terapia el enfoque existencial. Beck, al rastrear el surgimiento del análisis existencial, indica que debido a que la fenomenología no proporcionaba un marco lo suficientemente amplio y vital como para responder a los requerimientos de la terapia surgió el Daseinanalyse. La fenomenología como punto de vista teórico aboga por el estudio de la experiencia directa tomada en su valor manifiesto. Afirma que la conducta está determinada por la experiencia y no por una realidad objetiva externa. Difiere de las suposiciones del Daseinanalyse, según Beck, en estos aspectos particulares:

47 Carlton E. Beck, Philosophical Foundations of Guidance (Englewood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall, Inc., 1963). 48 Rollo May, Ernest Angel y Henri F. Ellenberger (comps.), Existence (Nueva York: Basic Books, Inc., Publishers, 1958).

[Hay versión castellana: Existencia. Madrid, Gredos, 1967]. 49 Edward A. Dreyfus, "The Counselor and Existentialism Personnel and Guidance Journal, Vol. 43 (octubre, 1964), pp.

114-117. 50 Richard P. Vaughan "Existentialism in Counseling: The Religious View", Personnel and Guidance Journal, Vol. 43

(febrero, 1965), pp. 553 – 557. 51 Dugald S. Arbuckle. "Existentialism in Counseling: The Humanist View", Personnel and Guidance Journal, Vol. 43

(febrero, 1965), pp. 558 - 567. 52 Ted Landsman, "Existentialism in Counseling: The Scientific View", Personnel and Guidance Journal, Vol. 43 (febrero,

1965), pp. 568 - 573. 53 May y otros (comps.), op. cit., p. 4. 54 Ibid., pp. 7 - 9.

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1. El Daseinanalyse acentúa el hecho de que, debido a la ansiedad existencial, uno puede vivir en dos o más mundos mutuamente excluyentes. La fenomenología subraya la centralidad o unidad de las experiencias del organismo. El teórico del Daseinanalyse cree que esta última afirmación puede ser cierta pura formas inferiores de vida, pero que el hombre participa de un modo diferente de existencia (al que se denomina Dasein) y que enfrenta por lo tanto significados que complican frecuentemente sus significados vitales.

2. El Daseinanalyse trata de reconstruir la estructura de significado del mundo del individuo, o las estructuras en conflicto de sus dos o más mundos de significados e influencias; explica cómo y por qué se modificaron los significados. La fenomenología en cambio acentúa el campo presente de influencias.

3. La fenomenología acentúa la conciencia, el conocimiento, las percepciones. El Daseinanalyse se preocupa por la estructura total de significados del paciente; su estilo de vida, sus concepciones de la vida y la muerte, sus elecciones lingüísticas y todos los aspectos de su relación con la vida.55

Los conceptos de ser y no ser. El existencialismo intenta comprender al hombre —de modo más simple, de comprender al hombre en cuanto es y se transforma--. La captación del ser de otro se produce en un nivel diferente que el conocimiento de las cosas relativas a él. "Se trata de la distinción clásica entre conocer y conocer acerca de algo. Cuando tratamos de conocer a una persona, el conocimiento acerca de ella debe subordinarse al hecho más importante de su existencia actual56. En este contexto, el existencialismo trata de comprender al hombre en un nivel más profundo que el representado por la dicotomía sujeto-objeto que ha impregnado el pensamiento occidental desde el Renacimiento. Trata de ver al individuo humano como un todo significativo. A menos que se acentúe el hecho fundamental de la existencia y el ser de una persona, no es posible comprender sus impulsos y su conducta. Todo pierde significado a menos que se lo vea desde la perspectiva dinámica del ser y el devenir. El ser es la conciencia que el hombre adquiere acerca de quién es, la definición que hace de sí mismo, lo que hace de sí. El individuo sano está abierto a la realidad y se crea un significado. La forma más obvia de no ser es la muerte. No obstante, la cuestión terapéutica real del no ser se concentra en el no ser vivo representado por la conformidad total, por la absorción en la sociedad colectiva, en resumen, por la pérdida de la singularidad y la identidad individual. Concepto de ansiedad y culpa. Desde la perspectiva existencial, la ansiedad y la culpa ocupan un lugar central en cuanto concierne a la comprensión de la existencia. May afirma que "la ansiedad es la experiencia de la amenaza del no ser inminente.57 A medida que el individuo confronta la realización de su potencialidad, experimenta ansiedad. Si niega su potencialidad o no la realiza, su condición es la culpa. May identificó cuatro características de culpa ontológica (cosas que existen). En primer lugar, dado que nadie realiza jamás plenamente sus potencialidades, todos experimentan culpa. En segundo lugar, la culpa no está totalmente determinada por razones culturales que derivan del fracaso en responder a las demandas de las reglas sociales; surge, más bien, de las realidades

55 Beck, op. cit., p. 107. 56 May y otros (comps.), op. cit., p. 38. 57 Ibid., p. 50.

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de la elección —elegir un tipo de conducta impide elegir otro---. En tercer lugar, la culpa ontológica difiere de la culpa neurótica en cuanto es una condición de la existencia. Finalmente, la culpa ontológica debe considerarse corno una fuerza constructiva de la personalidad humana que conduce a la humildad, a la sensibilidad en las relaciones personales y a una utilización creadora de las propias potencialidades.58 El concepto de tiempo. Algunos existencialistas rechazan el concepto tradicional de tiempo como análogo de espacio y tratan de comprender el significado existencial del tiempo para el cliente. Minkowski, podrá recordarse (véase la página 344), propuso que las actitudes distorsionadas con respecto al futuro traían como consecuencia manifestaciones (por ejemplo, alucinaciones) en lugar de que las alucinaciones le impidiesen al individuo relacionarse con el futuro. Dado que el hombre está siempre en proceso de transformación, no es posible nunca definirlo en un punto estático, como si se tratara de un objeto que ocupa un lugar determinado. El hombre puede proyectarse hacia atrás y hacia adelante en el tiempo y de tal manera trascender el presente y actuar y reaccionar en estas dimensiones. El individuo puede sufrir perturbaciones o experimentar ansiedad porque llega a creer que no tiene futuro. La represión y otros procesos de bloqueo de la conciencia constituyen en esencia métodos de asegurar que no se produzca la relación usual del pasado con el presente. Dado que sería demasiado doloroso o en otros casos demasiado amenazador para el individuo conservar ciertos aspectos de su pasado en su conciencia presente, debe arrastrar el pasado corno a un cuerpo extraño que está en él pero que no es de él, cual si fuera una quinta columna encapsulada que tiende compulsivamente a buscar salida en los síntomas neuróticos.59 El modo de tiempo dominante del hombre no es el presente ni el pasado sino el futuro. La personalidad se comprende mejor como proyección del futuro del hombre. Sus exploraciones en el futuro inmediato lo moldean y lo impulsan de modos particulares. El concepto de trascendencia de la situación dada. El hombre posee la capacidad de trascender (pasar por encima o más allá) su situación inmediata. Busca destacarse y mediante su capacidad para el pensamiento abstracto puede orientarse y proyectar lo que puede ser. La libertad. Algunos existencialistas ven al hombre como un ente en continuo devenir, dotado de voluntad y capacidad de elección, y que, en consecuencia, hace uso de la libertad. Este punto de vista es diametralmente opuesto al de algunos conductistas que consideran que el hombre está controlado por su ambiente y estiman que su conducta está gobernada por leyes. Para algunos existencialistas el yo es el determinante de la cultura del hombre. Aunque el determinismo puede ser parte del mundo, no se aplica al hombre. "El hombre libre vive dentro de las leyes de su cultura, si vive en una cultura relativamente 'libre', pero no está sujeto a ellas." No lo controlan, sino que su yo las trasciende.60 Si bien el hombre no es libre respecto de los factores que lo condicionan, es libre para actuar según ellos o enfrentarlos. Es el individuo quien decide lo que será su existencia y no su ambiente.

58 Ibid., p. 55. 59 Ibid., p. 68. 60 Arbuckle, op. cit., p. 560

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El hombre. Beck propone 13 normas que cree constituyen un credo para los asesores. En ellas se manifiesta en forma evidente la naturaleza del hombre según el punto de vista existencialista. 1. Todo hombre que no sea mentalmente incapaz es responsable de sus actos. 2. El hombre puede hacer poco por modificar la mayor parte del universo físico, lo dado, pero

puede predecirlo y hacer su vida más feliz enfrentando la realidad. 3. Cada hombre debe ayudar a los demás y tratar de comprender sus sentimientos, porque la

humanidad está sola en un mundo indiferente. 4. El hombre crea su propia naturaleza. Esto implica una elección individual. 5. El hombre debería actuar con los demás como querría que ellos actuaran con él. 6. Las decisiones sólo se adoptarán según el criterio "¿cuál es el efecto que esto tiene para la

humanidad?". El hombre debe ser tratado con dignidad; su condición como un ser que experimenta el pasado y el futuro, la única criatura dotada de esta capacidad, hace de esta proposición un mandato.

7. El determinismo se aplica a las leyes físicas, la capacidad de elegir constituye un hecho de la existencia humana dentro del marco de las circunstancias dadas.

8. El hombre busca consejo porque ningún hombre puede enfrentar solo todos los problemas. 9. Es el asesorado quien debe efectuar las elecciones, porque el asesor no puede pretender ser

omnisciente. 10. El fin del asesoramiento es permitir que los hombres soporten mejor los golpes de la vida,

busquen mejor la felicidad y la realización individual. 11. El hombre debe actuar como si estuviese solo en el universo juntamente con sus semejantes.

Es absurdo argumentar respecto de la creación sobrenatural. No hay prueba alguna de ella. 12. Los sufrimientos del hombre pueden aliviarse gracias a las sugerencias de quienes han

recorrido antes que él el mismo camino u otro similar. 13. Sería un acto de crueldad no tratar de beneficiar a otros, ya que están inmersos en la vida con

nosotros.61 El asesor y el proceso Los individuos recurren al asesoramiento por alguna entre múltiples razones. No obstante, Dreyfus señala que el asesor supone que el objetivo de los clientes es expandir su mundo psicológico de un modo u otro.62 El mundo del cliente es único y el asesor debe comprenderlo para poder ayudarlo. La premisa básica en el punto de vista existencial es que "el cliente es una figura que se destaca de su fondo, siendo este fondo el mundo de las demás personas, criaturas y objetos. La meta del asesoramiento no es otra que la elucidación de la singularidad de este cliente".63

61 Beck, op. cit., pp. 124-125. 62 Dreyfus, op. cit., p. 115. 63 Ibid., p. 114.

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El problema que el cliente plantea puede ser sólo una excusa socialmente aceptable para lograr ayuda. Por consiguiente, el asesor anima al cliente a desplegar su mundo durante las entrevistas, de modo que ambos puedan comenzar a comprenderlo y e: asesorado pueda actuar según las posibilidades inherentes a ese mundo. Dreyfus sostiene que el asesor existencial "no ofrece interpretaciones en función del pasado del cliente, sino más bien en función del ser en el mundo presente del cliente".64 Dado que la honestidad constituye una característica esencial del encuentro entre asesorado y asesor, éste debe exponerse y no puede considerar al cliente como a un objeto que puede manipularse o explotarse. La capacidad de humanidad del asesor le permite al cliente adquirir conciencia de las cualidades similares existentes en él mismo. A través de este proceso el individuo tomará conciencia de sus potencialidades y logrará el desarrollo de su yo porque esto se transforma en su responsabilidad. La importancia atribuida por los asesores existenciales a la comprensión del individuo relega a una posición secundaria las técnicas del asesor, por oposición a la perspectiva tradicional según la cual la comprensión llega después de la técnica. La tarea básica del asesor consiste en penetrar en el mundo del cliente y participar con él en las realidades de ese mundo. En la relación especial —la entrevista— que comienza a existir entre asesor y asesorado éste no es ya un objeto sino que se convierte en un "tú". El propósito de la entrevista, de acuerdo con Vaughan, es triple: auspiciar la libertad interna del asesorado mejorar sus relaciones con otro y descubrir el significado de su existencia.65 Las técnicas del asesor existencial son flexibles y su aplicación se basa en lo que según se cree le permitirá al asesorado revelar su propia existencia. La represión y la resistencia se perciben corno manifestaciones de rechazo de las potencialidades. La presencia del asesor le proporciona al cliente una experiencia tal que su existencia se convierte para él en algo real. En el asesoramiento existencial se presume que el conocimiento y la comprensión se dan a continuación del compromiso. El supuesto generalmente aceptado por otros enfoques del asesoramiento es que la decisión aparece después de comprender o de conocer. "Utilizamos el término decisión en el sentido de una actitud decisiva hacia la existencia, una actitud de compromiso. A este respecto, el conocimiento y la comprensión siguen a la decisión en vez de darse la relación inversa".66 Finalmente, la mayor parte de los asesores existencialistas no creen que deba verse al hombre como dividido en partes conscientes e inconscientes. Sostienen que lo que frecuentemente se denomina inconsciente es parte del ser del individuo y que el inconsciente se utiliza con excesiva frecuencia como un medio frívolo de racionalizar la conducta y la responsabilidad y como modo de evitar las realidades de la propia existencia. El propósito de la psicoterapia consiste en permitirle al hombre aceptar la responsabilidad que de sí mismo tiene.

64 Ibid., p. 116. 65 Vaughan, op. cit., p. 555. 66 May y otros (comps.), op. cit., p. 88.

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Contribuciones y críticas Cabe citar tres contribuciones de los existencialistas a la relación de ayuda: 1. Han destacado las cuestiones filosóficas relativas a las metas, los valores y la existencia del

hombre en la primera línea de la relación de ayuda y han postulado que constituyen la fuente del conflicto. Han acentuado que la identidad de una persona, o la conciencia que de sí mismo tiene, constituyen antecedentes básicos de su conducta.

2. Han iniciado el estudio de la conducta a partir de una metodología subjetivamente observable (sensaciones y sentimientos) que pueden proporcionar ciertos hechos científicos que podrían ser verificados y comunicados a otros.

3. Han dado más importancia a la persona del asesor que a sus técnicas.

Las críticas incluyen las siguientes: 1. La terminología es con frecuencia modo totalmente incoherente.

2. El enfoque que se utiliza no es sistemático y se presta poca atención a los métodos o técnicas que permitan aplicar los conceptos de esta orientación. En pocas palabras, el punto de vista existencial no es científico.