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Modales antes que maneras. Oscar Wilde I Hace unas semanas, el escritor José de la Colina evocó una anécdota sobre el Che Guevara que le había tocado presenciar en la Cuba revolucionaria: Y, anteriormente, en el verano de 1963 y en La Habana, en un flamante restaurante de mariscos que poco después sería la heladería Coppelia, los argentinos Mario Trejo, poeta y glob-trotter, Laura Yusén, bailarina y poeta, y María y yo, matrimonio mexicano de econo- mista-arquera y escritor, comemos ruedas de atún (un raro lujo entonces en Cuba, donde, si algo se podía masticar, casi nada se podía comer y mucho menos palad e a r ) . Al establecimiento recién inaugurado llegan los comandantes Ernesto Guevara y Raúl y Fidel Castro. Rodeados de miradas y re s p e- tuosos cuchicheos, se sientan en una mesa cer- cana a nosotros, comen y discuten acerca de la calidad revolucionaria de una película checa o la partida de béisbol que habrán jugado en Alamar. Cuando Guevara, desdeñando la ser- villeta de papel, se limpia los labios con la manga del uniforme (un gesto tal vez adqui- rido durante la guerrilla en Sierra Maestra), Laura, bella y fina bonaerense bien educada a quien acaso avergüenza ese ordinario gesto en un compatriota, le susurra a Trejo: —Y... ¡pero mirá a Guevara, qué modales! —Y bueno, che, Laurita, perdoná —con- trasusurra Mario—, pero tenés que saber que un revolucionario lo es en todo, hasta en los modales después de los “alimentos terre s- tres”, que diría André Gide. 1 ¿El comandante habría olvidado la lec- tura de algún manual de urbanidad, como, por ejemplo, el del ve n ezolano Manuel Ca- rreño, autor conocidísimo del Manual de urbanidad y buenas maneras (1853), leído por varias generaciones y asiduamente cita- do por Carlos Monsiváis como una suerte de catecismo? No fue ése el caso de otro ilustre guerre ro, el libertador Simón Bolívar quien, entre otras cosas, recomendaba a su sobrino Fernando la lectura de las Cartas a su hijo de Lord Chesterfield, en un texto escrito en “El pueblo de la Magdalena, cerca de Lima”, fechado en 1825: MÉTODO PARA LA EDUCACIÓN DE UN JOVEN SEGÚN BOLÍVAR [Los sucesos inmensos que se ve r i f i c a ron en el sur de Colombia y en el Perú y Bo- livia, en los años que transcurrieron hasta 1825, ocuparon completamente toda la atención de Bolívar; mas, en el primer momento de reposo, pensó en su sobri- no, hijo de su hermano Juan Vicente, a quien amaba con ternura, y escribió en- viando desde la Magdalena cerca de Lima, las In s t rucciones para el maestro a quien Alderson hubiera confiado la edu- cación de su sobrino Fernando, en los Estados de la Unión Americana. Fe l i p e Larrazábal]. Dice así: La educación de los niños debe ser siempre adecuada a su edad, inclinaciones, genio y temperamento. Teniendo ahora mi sobrino más de doce años, deberá aplicársele a aprender los idiomas modernos, sin descuidar el suyo. Los idiomas muertos deben estudiarse des- pués de poseer los vivos. La geografía y cosmografía debe ser de los primeros conocimientos que haya de adquirir un joven. La historia, a semejanza de los idiomas, debe principiarse a aprender por la contem- poránea, para ir remontando por grados hasta llegar a los tiempos obscuros de la fábula. Jamás es demasiado temprano para el conocimiento de las ciencias exactas, porque ellas nos enseñan el análisis en todo, pasan- do de lo conocido a lo desconocido, y por ese medio aprendemos a pensar y a racioci- nar con lógica. Mas debe tenerse presente la capacidad del alumno para el cálculo, pues no todos son igualmente aptos para las matemáticas. Generalmente todos pueden aprender la geometría y comprenderla; pero no suce- de lo mismo con el álgebra y el cálculo in- tegral y diferencial. La memoria demasiado pronta, siem- pre es una facultad brillante, pero redunda en detrimento de la comprensión; así es que al niño que demuestra demasiada facilidad A veces prosa Cartas de Lord Chesterfield a su hijo Adolfo Castañón 1 Milenio, domingo 31 de agosto de 2008. 92 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO Lord Chesterfield

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  • Modales antes que maneras.

    Oscar Wilde

    I

    Hace unas semanas, el escritor Jos de laColina evoc una ancdota sobre el CheGuevara que le haba tocado presenciar enla Cuba revolucionaria:

    Y, anteriormente, en el verano de 1963 y enLa Habana, en un flamante restaurante demariscos que poco despus sera la heladeraCoppelia, los argentinos Mario Trejo, poetay g l o b - t ro t t e r, Laura Yusn, bailarina y poeta,y Mara y yo, matrimonio mexicano de econo-m i s t a - a rquera y escritor, comemos ru e d a sde atn (un raro lujo entonces en Cuba,donde, si algo se poda masticar, casi nadase poda comer y mucho menos palad e a r ) .Al establecimiento recin inaugurado lleganlos comandantes Ernesto Guevara y Ral yFidel Castro. Rodeados de miradas y re s p e-tuosos cuchicheos, se sientan en una mesa cer-cana a nosotros, comen y discuten acerca dela calidad re volucionaria de una pelcula checao la partida de bisbol que habrn jugado enA l a m a r. Cuando Gu e vara, desdeando la ser-villeta de papel, se limpia los labios con lamanga del uniforme (un gesto tal vez adqui-rido durante la guerrilla en Sierra Maestra),Laura, bella y fina bonaerense bien educadaa quien acaso avergenza ese ordinario gestoen un compatriota, le susurra a Trejo:

    Y... pero mir a Gu e vara, qu modales!Y bueno, che, Laurita, perdon con-trasusurra Mario, pero tens que saberque un re volucionario lo es en todo, hasta enlos modales despus de los alimentos terre s-tres, que dira Andr Gide.1

    El comandante habra olvidado la lec-tura de algn manual de urbanidad, como,por ejemplo, el del ve n ezolano Manuel Ca-r reo, autor conocidsimo del Manual deurbanidad y buenas maneras (1853), ledopor varias generaciones y asiduamente cita-d o por Carlos Monsivis como una suerte decatecismo? No fue se el caso de otro ilustreg u e r re ro, el libertador Simn Bolvar quien,e n t re otras cosas, recomendaba a su sobrinoFernando la lectura de las Cartas a su hijode Lord Chesterfield, en un texto escrito en El pueblo de la Magdalena, cerca de Lima ,fechado en 1825:

    MTODO PARA LA EDUCACIN DE UN JOVENSEGN BOLVAR

    [Los sucesos inmensos que se ve r i f i c a ro nen el sur de Colombia y en el Per y Bo-livia, en los aos que transcurrieron hasta1825, ocuparon completamente toda laatencin de Bolvar; mas, en el primermomento de reposo, pens en su sobri-no, hijo de su hermano Juan Vicente, aquien amaba con ternura, y escribi en-viando desde la Magdalena cerca deLima, las In s t rucciones para el maestro aquien Alderson hubiera confiado la edu-cacin de su sobrino Fernando, en losEstados de la Unin Americana. Fe l i p eL a r r a z b a l ] .

    Dice as:La educacin de los nios debe ser

    siempre adecuada a su edad, inclinaciones,genio y temperamento.

    Teniendo ahora mi sobrino ms dedoce aos, deber aplicrsele a aprender losidiomas modernos, sin descuidar el suyo.Los idiomas muertos deben estudiarse des-pus de poseer los vivos.

    La geografa y cosmografa debe ser delos primeros conocimientos que haya deadquirir un joven.

    La historia, a semejanza de los idiomas,debe principiarse a aprender por la contem-pornea, para ir remontando por grados hastallegar a los tiempos obscuros de la fbula.

    Jams es demasiado temprano para elconocimiento de las ciencias exactas, porq u eellas nos ensean el anlisis en todo, pasan-d o de lo conocido a lo desconocido, y porese medio aprendemos a pensar y a racioci-nar con lgica.

    Mas debe tenerse presente la capacidaddel alumno para el clculo, pues no todos sonigualmente aptos para las matemticas.

    Generalmente todos pueden apre n d e rla geometra y comprenderla; pero no suce-d e lo mismo con el lgebra y el clculo in-tegral y diferencial.

    La memoria demasiado pronta, siem-pre es una facultad brillante, pero redundaen detrimento de la comprensin; as es queal nio que demuestra demasiada facilidad

    A veces prosa Cartas de Lord Chesterfield a su hijoAdolfo Castan

    1 Milenio, domingo 31 de agosto de 2008.

    92 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    Lord Chesterfield

  • REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 93

    C A RTAS A LORD CHESTERFIELD

    para retener sus lecciones de memoria, debe-r ensersele aquellas cosas, que lo obli-guen a meditar, como resolver problemas yponer ecuaciones; viceversa, a los lentos dere t e n t i va, deber enserseles de memoriay a recitar las composiciones escogidas delos grandes poetas; tanto la memoria comoel clculo estn sujetos a fortalecerse por elejercicio.

    La memoria debe ejercitarse cuando seaposible pero jams fatigarla hasta debilitarla.

    La estadstica es un estudio necesarioen los tiempos que atravesamos, y deseo quela aprenda mi sobrino.

    Con pre f e rencia se le instruir en lamecnica y ciencia del ingeniero civil, perono contra su voluntad, si no tiene inclina-cin a esos estudios.

    La msica no es preciso que la aprenda,sino en el caso que tenga pasin por esea rte; pero s debe poseer aunque sea ru d i-mentos del dibujo lineal, de la astronoma,qumica y botnica, profundizando ms omenos en esas ciencias segn su inclinacino gusto por algunas de ellas.

    La enseanza de las buenas costumbreso hbitos sociales es tan esencial como l ai n s t ruccin; por eso debe tenerse especialcuidado en que aprenda en las cartas de L o rdChesterfield a su hijo, los principios y mo-dales de un caballero.

    La moral, en mximas religiosas y en laprctica conservadora de la salud y de la vida,es una enseanza que ningn maestro puededescuidar.

    El derecho romano, como base de lalegislacin universal, debe estudiarlo.

    Siendo muy difcil precisar dnde t e r-mina el arte y principia la ciencia, si su in-clinacin lo decide a aprender algn arte uoficio, yo lo celebrara, pues abundan entrenosotros mdicos y abogados, pero nos fal-tan buenos mecnicos y agricultores, queson los que el pas necesita, para adelantaren prosperidad y bienestar.

    El baile, que es la poesa del mov i m i e n-to, y que da gracia y soltura a la persona, a la

    vez es un ejercicio higinico en climas tem-plados, deber practicarlo si es de su gusto.

    So b re todo, recomiendo a usted inspi-rarle el gusto por la sociedad culta donde elbello sexo ejerce su benfico influjo; y ese re s-peto a los hombres de edad, saber y posicinsocial, que hace a la juventud encant a d o r a ,asocindola a las esperanzas del porvenir.

    Pueblo de la Magdalena, cerca de Lima,ao de 1825, Bolvar.

    [Pginas pre l i m i n a res a Ca rtas completas de L o rd

    C h e s t e rfield a su hijo St a n h o p e, traduccin de

    Luis Ma n e i ro, editorial Diana, Mxico, 1 9 4 9 ,

    pp. XVII-XVII].

    II

    Las cartas de Lord Chesterfield a su hijo f u e-ron, a lo largo de todo el siglo X I X y aun p a r-te del X X, un re f e rente ineludible en Eu ro p ay las naciones sucursalizadas por sta. Sloas se explica que el mismsimo libertadorSimn Bolvar las re c u e rde en el texto arribacitado cuyo tema es precisamente la educa-cin, entendida en el sentido ms amplio.

    La carta de Bolvar se encuentra en laspginas preliminares a la edicin mexica-na de las Cartas completas de Lord Chest e r -field a su hijo St a n h o p e que hizo en 1949 laeditorial Diana en una versin directa yesmerada del cnsul mexicano, Luis Ma-n e i ro, hermano de Manuel, a mediados delsiglo X I X. Traductor y diplomtico, Lu i sManeiro naci en la Ciudad de Mxico en1825; muri aqu en 1873. Estudi en laEscuela Nacional de Ju r i s p rudencia, sin lle-g a r a recibirse. Si rvi al pas como cnsul enBarcelona y El Havre, puerto desde dondefirma la carta fechada el 3 de agosto de 1 8 4 3en la que le enva a su hermano Ma n u e l ,entonces cnsul de Mxico en Burdeos, suadmirable traduccin. Antonio Lpez deSanta Anna acababa de retomar el poderde manos de Nicols Br a vo. Ms tarde, en lai n t e rvencin tripartita (Francia, In g l a t e r r a

    y Espaa) de 1861 y 1862, Luis Ma n e i roescribi varios artculos en los principalesperidicos de Madrid, Pars, Bruselas yLondres: defendi siempre la posicin deMxico.

    III

    La algaraba que anima y calienta a losmedios de comunicacin tiene en el temade la educacin uno de los panales que man-tiene zumbando a su alrededor al avispero.El de la educacin es uno de esos temas paralos que se sienten autorizados a opinar elp o b re y el rico, el Arlequn y el Po l i c h i n e l a ,aunque no sepan a ciencia cierta qu decirni a quin. El de la educacin es un espacio,una arena donde se cruzan las guardias yvanguardias de todo gnero y color, sobretodo en un pas todava conmovido por losritmos peristlticos del corporativismo.

    La publicacin de un libro clsico, comolas Cartas a su hijo escritas por Lord Ches-terfield (1694-1773) y publicadas pstu-mamente en 1774, un ao despus de sum u e rte, invita a reconsiderar bajo una pers-p e c t i va histrica el tema, toda vez que lapalabra educacin para citar a nuestroquerido maestro Juan Jos Arreola no selimita al aprendizaje de destrezas ni a la me-morizacin, sino que pasa por un pro c e s oprolongado de auto-control y gobierno des mismo, como la mismsima etimologade la palabra docente implica y como ana-liza el socilogo alemn No r b e rt Elas en su l i-bro clsico El proceso de la civilizacin. In -vestigaciones sociogenticas y psicogent i c as(1977) cuyo asunto gravita precisam e n t een torno a los breviarios de urbanidad c o m oEl cort e s a n o de Ba l d a s a re Castiglione.

    L o rd Chesterfield, cortesano ingenioso,algo mordaz, a veces superficial fue, comop a d re, un tutor amoroso, un preceptor per-se verante y un vigilante discreto pero re-c o n o zcmoslo algo entro m e t i d o. A q u i nle hubiese gustado estar en el pellejo del

    Lord Chesterfield, cortesano ingenioso, algo mordaz,a veces superficial fue, como padre, un tutor amoro s o ,un preceptor perseverante y un vigilante discreto.

  • 94 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    joven Stanhope? se podra ser el tema deuna novela.

    Las Ca rtas a su hijo de Lord Chesterf i e l dre p resentan un momento singular en la his-toria de la educacin y la urbanidad.

    L o rd Chesterfield era un hombre prcti-co, gozaba de cierta fama de libert i n o. Estelado prctico de Chesterfield era una ve r-tiente cortesana, un saber andar y nadar enel mundo, un ejercicio consciente del ro c es o c i a l y de la convivencia que iba desde laexperiencia en el deporte (la equitacin, elesgrima), los modales en un saln, la admi-nistracin de la riqueza, el conocimiento delos actores clsicos en griego, latn, ingls,italiano, francs y alemn, el trato con losiguales, con los inferiores y superiores, el co-m e rcio ertico, las formas de la conve r s a-cin y del silencio, la escritura de cartas, laforma de hablar segn los pblicos, de ve s-t i r, de asear Los cuidados y solicitacionesque tiene Lord Chesterfield hacia su hijo aveces parecen ms los de una madre que losde un padre Pe ro es sobre todo en elgobierno y desarrollo de la conve r s a c i ndonde el preceptor Chesterfield logra crista-lizar en las Ca rtas a su hijo un breviario dec o rtesa, de urbanidad y de buenas manerascuya lectura era amena, dive rtida y formati-va, y que hoy nos sugiere un paisaje en ru i-nas donde la idea misma de educacin esantiptica y el alumno aplicado es calificadod e s p e c t i vamente de...

    Por anacrnico que pudiese parecer sutema, el manual de urbanidad sigue infor-mando la prctica civil y poltica. Pongo tre s

    ejemplos: el conocido libro de la usamerica-na Amy Vanderbilt Complete Book of Et i -quette (1952), (anti) Manual de la gente bien(1996)2 de Guadalupe Loaeza (hbrido decrnica neo-costumbrista burlesca y alfabe-tizacin satrica) y una obra que algunos di-plomticos tienen debajo de la almohada:Diplomacia contempornea. Teora y prctic ap a ra el ejercicio profesional (1997) del do-minicano Manuel Morales Lama,3 d o n d ehay varias pginas sobre normas pro t o c o l a-res y de etiqueta social. No olvido que laeducacin, el idioma gestual y la convive n c i ag a s t ronmica de los mexicanos han sidoexplayados, adems, por don Luis Go n z l ez yGo n z l ez en Modales de la cultura nacional.4

    IV

    Jos Guilherme Me rq u i o r, el ensayista, fil-sofo y diplomtico brasileo, en alguno de losrecodos de su deslumbrante conve r s a c i n ,me cit de memoria en perfecto ingls algu-nos pasajes de las Ca rt a s de Lord Chester-field, alguna vez en una cena all por 1988, ap ropsito de las buenas maneras y para sub-r a y a r, con las ancdotas recitadas en otro idio-ma, la grosera cometida a la mesa por uno delos invitados al tomar los cubiertos del ve c i n o.

    V

    Invitamos al lector a contrastar un mismopasaje en las tres versiones, la original in-glesa, la espaola de Mxico en el siglo XIXy la flamante editada en Barcelona:

    LETTER CCXXIXMy dear friend: I should not deserve

    that appellation in return from you, if I didnot freely and explicitly inform you of eve rycorrigible defect which I may either hear

    of, suspect, or at any time discover in you.Those who, in the common course of theworld, will call themselves your friends; orwhom, according to the common notionsof friendship, you may possibly think such,will never tell you of your faults, still lessof your weaknesses.

    [Letters written by the Ea rl of Chesterfield to hiss o n, J. B. Lippincott Company, Ph i l a d e l p h i a ,1886, 609 pp].

    La versin mexicana dice:

    Londres, 9 de julio de 1750

    Mi querido amigo:No merecera yo que me re t r i b u ye s e s

    este ttulo, si no te dijese franca y explcita-mente tus defectos corregibles de que hubie-re yo odo hablar o que pudiere sospechar odescubrir en ti. Aqullos que en el curso or-dinario del mundo se llamaren amigos tu-yos, o que t pudieres considerar como talessegn las nociones que generalmente se tie-nen de la amistad, nunca te dirn tus defec-tos, y mucho menos tus debilidades

    [Ca rtas completas de Lord Chesterfield a su hijoSt a n h o p e, traduccin de Luis Ma n e i ro, Ed i t o-rial Diana, Mxico, 1949, 942 pp., p. 385].

    La versin espaola asienta:

    CARTA CCXVIILondres, 9 de julio, v.s., de 1750

    Mi querido amigo:No merecera ser llamado por ti con este

    a p e l a t i vo si dejara de sealarte libre y clara-mente cualquier defecto susceptible de sercorregido que he tenido ocasin de or res-pecto a ti, o bien de sospechar o de descu-brir en algn momento. Quienes en el cursonormal de la vida se dirn tus amigos, o aqu-llos que quiz t mismo puedas considerarcomo tales segn el concepto corriente deamistad, no te hablarn nunca de tus de-fectos, y mucho menos de tus debilidades.

    [Lord Chesterfield, Cartas a su hijo Stanhope,edicin de Marc Fumaroli, traduccin de JosRamn Monreal, Editorial Acantilado, Barce-lona, 2006, 349 pp., p. 91-92].

    2 Guadalupe Loaeza, Manual de la gente bien, dos vo-lmenes, presentacin de Guillermo Tovar y de Te resa, pri-mera edicin, Editorial Plaza y Jans, Ba rcelona, Espaa,1 9 9 6 .

    3 Manuel Morales Lama, Diplomacia contempor -nea. Teora y prctica para el ejercicio profesional, Funda-cin Antonio M. Lama, Santo Domingo, Repblica Do-minicana, 1997, 530 pp.

    4 Luis Gonzlez y Gonzlez, Modales de la culturanacional. Obras completas de Luis Gonzlez y Gonzlez,tomo XIV, Clo, Mxico, 1998, 225 pp.

    Simn Bolvar