50 preguntas sobre la fe, nº 47

2
47 ¿No es posible que el núcleo espiritual de una persona, después de la muerte, pase a otro cuerpo, humano o animal (es decir, se reencarne)? D e hecho, la creencia de la re- encarnación se encuentra en algunas religiones de amplia difusión, como por ejemplo el hinduismo y el budismo. Según estas religiones, el núcleo espiri- tual de la persona no queda deshecho por la muerte, sino que es capaz de pervivir y de animar un nuevo cuerpo, al igual que una persona cambia un vestido por otro. De esta manera, es posible vivir muchas vi- das sucesivas a lo largo de la historia; y el ciclo de muerte-reencarnación-vida durará mientras no se haya logrado el desprendi- miento cabal del mundo sensible y alcan- zado el estado de descanso (la disolución en Brahman, según el hinduismo; la per- manencia en Nirvana, según el budismo). Esta doctrina no resulta tan convin- cente para la razón humana (¿por qué no guardo ningún recuerdo de mis vidas an- teriores?; ¿cómo puede mi alma vivir en un cuerpo distinto del actual, si hay una singular adecuación de mi porción espiri- tual –llamémosla alma– a mi porción cor- poral?). Sin embargo, la doctrina de la re- encarnación contiene una intuición válida: que para lograr el último destino es preciso pasar antes por un proceso, por algún tipo de purificación. Según las religiones reen- carnacionistas, tal proceso es lento en la mayoría de los casos: requiere varias (en la práctica, muchísimas) vidas terrenas para completarse. Según el cristianismo, en cambio, es su- ficiente una sola vida: basta una única exis- tencia terrena, vivida bajo la ayuda divina, para que una persona se autoconforme o autodefina como amigo de Dios (o extraño a Él); en otras palabras, como salvado o re- probado. Según la religión cristiana, todo el trabajo de purificación o adecuación para el destino eterno –que las religiones reen- carnacionistas conciben como algo que re- quiere un largo tiempo– se comprime, se adensa, como diálogo entre gracia de Dios y libertad del hombre, en «el único curso de nuestra vida terrena» (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen Gentium, n. 48). La Carta a los Hebreos (9, 27) resu- me esta visión con las siguientes palabras: «Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y que después haya un jui- cio...». Ciertamente, este cuadro que dibuja el cristianismo resulta mucho más dramático

Upload: gonzalo-orti-del-hoyo

Post on 18-Nov-2015

4 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Arguments

TRANSCRIPT

  • 47

    No es posible que el ncleo espiritual de una persona, despus de la muerte,

    pase a otro cuerpo, humano o animal (es decir, se reencarne)?

    D e hecho, la creencia de la re-encarnacin se encuentra en algunas religiones de amplia difusin, como por ejemplo el hinduismo y el budismo. Segn estas religiones, el ncleo espiri-tual de la persona no queda deshecho por la muerte, sino que es capaz de pervivir y de animar un nuevo cuerpo, al igual que una persona cambia un vestido por otro. De esta manera, es posible vivir muchas vi-das sucesivas a lo largo de la historia; y el ciclo de muerte-reencarnacin-vida durar mientras no se haya logrado el desprendi-miento cabal del mundo sensible y alcan-zado el estado de descanso (la disolucin en Brahman, segn el hinduismo; la per-manencia en Nirvana, segn el budismo).

    Esta doctrina no resulta tan convin-cente para la razn humana (por qu no guardo ningn recuerdo de mis vidas an-teriores?; cmo puede mi alma vivir en un cuerpo distinto del actual, si hay una singular adecuacin de mi porcin espiri-tual llammosla alma a mi porcin cor-poral?). Sin embargo, la doctrina de la re-encarnacin contiene una intuicin vlida: que para lograr el ltimo destino es preciso

    pasar antes por un proceso, por algn tipo de purificacin. Segn las religiones reen-carnacionistas, tal proceso es lento en la mayora de los casos: requiere varias (en la prctica, muchsimas) vidas terrenas para completarse.

    Segn el cristianismo, en cambio, es su-ficiente una sola vida: basta una nica exis-tencia terrena, vivida bajo la ayuda divina, para que una persona se autoconforme o autodefina como amigo de Dios (o extrao a l); en otras palabras, como salvado o re-probado. Segn la religin cristiana, todo el trabajo de purificacin o adecuacin para el destino eterno que las religiones reen-carnacionistas conciben como algo que re-quiere un largo tiempo se comprime, se adensa, como dilogo entre gracia de Dios y libertad del hombre, en el nico curso de nuestra vida terrena (Concilio Vaticano II, Constitucin dogmtica Lumen Gentium, n. 48). La Carta a los Hebreos (9, 27) resu-me esta visin con las siguientes palabras: Est establecido que los hombres mueran una sola vez, y que despus haya un jui-cio....

    Ciertamente, este cuadro que dibuja el cristianismo resulta mucho ms dramtico

  • que uno en el cual el hombre dispone de ul-teriores oportunidades despus de la vida actual; sin embargo, la perspectiva cristia-na concuerda bien con el instinto profun-do que tenemos de tomarnos la vida como algo en que nos jugamos algo en serio y no como una experiencia trivial.

    La doctrina cristiana de una nica vida concuerda igualmente bien con la nocin de un Dios que es por esencia Amor, y que por tanto otorga a sus criaturas libres opor-tunidades ms que suficientes para respon-der con un s a su oferta de amistad. Si, al final de la vida, una persona se encuentra alejada de Dios, es porque ella misma ha elegido estar as.

    Por estas razones el Catecismo de la Igle-sia dice explcitamente: No hay reencar-nacin despus de la muerte (n. 1013).n

    Para saber ms: Catecismo de la Iglesia Catlica,

    1005-1019. Jos Alviar

    47No es posible que el ncleo espiritual de una persona, despus de la muerte,

    pase a otro cuerpo, humano o animal (es decir, se reencarne)?