5° y 6° de primaria · 2019-11-20 · no pasa mucho tiempo cuando me invita a subir a la segunda...

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5° Y 6° DE PRIMARIA

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5° Y 6° DE PRIMARIA

AUTORESSaúl Juárez VegaMaría Paula Arizmendi CuervoAlexsandra Izel García CarreraJorge Ariel Hernández de JesúsAreli Pérez CastilloCitlalli Itzel Luna ChávezNoé Yair Rodríguez GonzálezYaneth Morales VázquezEmily Juliane Guzmán VélezValeria Hernández GalindoYaritzel Sánchez HernándezLuz Nicole Suárez Arroyo

ILUSTRADORESNora Millán (p. 4)Horacio Leonardo Vázquez García (p. 8)Maya Selene García (p. 11)Jorge Mendoza (p. 12)Daniela Martín del Campo (p. 15)Verena Rodríguez (pp. 17-18)Jess Silva (pp. 19-20)Cuauhtémoc Wetzka (pp. 22-23)Matías Romo (pp. 24-25)Gerardo Suzán (p. 27)Paulina Barraza (p. 29)Inés de Antuñano (pp. 30-31)

EDITORIALCIDCLI, S.C. Elisa CastellanosCoordinación editorialRoxana Deneb y Diego ÁlvarezDiseño y diagramaciónPaola AguirreCuidado de la edición

Primera edición, 2019

D.R. © Auditoría Superior del Estado de Puebla 5 sur 1105 col. Centro, Puebla, PueblaD.R. © Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla

DISTRIBUCIÓN GRATUITA – PROHIBIDA SU VENTA

COMITÉ EDITORIAL: Alberto Segovia BlumenkronEncargado del Despacho de la Auditoría Superior del Estado de Puebla

Carlos Ignacio Mier Bañuelos Director General del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Puebla

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Introducción

Convencidos del poder de la literatura como medio de transformación social a través de la promoción de los valores en la niñez y juventud poblanas, unimos esfuerzos para presentar el segundo concurso estatal de cuento Pequeñas letras, grandes historias.

La Auditoría Superior del Estado de Puebla, en conjunto con el Gobierno del Estado a través del Sistema Estatal DIF y la Secretaría de Educación Pública, nos propusimos incentivar la creación literaria, promoviendo los trabajos de niñas, niños y jóvenes escritores de nuestra entidad, a fin de generar espa-cios de participación para la comunidad escolar.

En esta segunda edición, se recibieron un total de 1,264 cuentos, de los cuales 331 fueron escritos en lenguas indígenas.

Las categorías fueron las siguientes: • Categoría A: 3° y 4° de primaria • Categoría B: 5° y 6° de primaria• Categoría C: secundaria

Entusiasmados por el talento, la creatividad y la visión que las y los partici-pantes plasmaron en sus textos, conformamos esta segunda edición del libro con los cuentos finalistas del concurso 2018, con el propósito de transmitir la importancia de los valores como pilares de una sociedad pacífica, honesta y justa; difundir el talento de los escritores a manera de reconocimiento; e incentivar la participación de más niñas, niños y adolescentes en el concurso.

Deseamos que disfruten la lectura de estos cuentos y que, en cada lector, represente una esperanza de construir una mejor Puebla si continuamos tra-bajando con la niñez y la juventud en la formación de valores y fomentamos en ellos Pequeñas letras, grandes historias.

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Las gemelas POR SAÚL JUÁREZ VEGA

Mi nombre es Braulio, tengo diez años, soy el más alto y el más tímido del sa-lón. Algunos de la clase se burlan porque no soy bueno para los deportes. Si juego futbol, parezco un títere con dos palos largos como piernas. A pesar de todo, no soy un niño triste. Tengo a mi perro llamado Richi, un beagle del que sólo me separo para ir a clases. Y, además, soy amigo de Marcela, una niña recién llegada a la escuela. Es alta, también, tiene el pelo corto y camina muy rápido. Sus padres están divorciados, como casi todos los papás de los que estamos en el salón. Ella vive con su papá.

Todos los recreos nos sentamos juntos en una jardinera del patio a ver jugar a los demás. Pero hoy mi amiga está callada y parece que va a llorar.

Al fin, se atreve a decirme que me contará un secreto si le juro que sabré guardarlo.

—No diré nada aunque me castiguen el Playstation durante un año entero.Ya segura de que guardaré el secreto, Marcela me confía:—Tengo una hermana gemela, se llama Inés y está muy enferma. Ya no pue-

de ni caminar. Pasa todo el tiempo en la cama.Marcela se queda pensativa y luego le caen las lágrimas por las mejillas.

Entre balbuceos me dice: —Ayer me dijo mi hermana que quería tener un amigo.Suena la campana para volver a los salones y Marcela se levanta.—¿Podrías ser su amigo? —me pregunta.—Puedo —le respondo.—Entonces te espero hoy en la casa a las cuatro. Dile a tu mamá que te lleve

porque debemos hacer un trabajo juntos —propuso, y se alejó con sus pasos largos.

Marcela vive a diez casas de la mía. Algunas tardes jugamos un rato con los otros niños de la cerrada, pero nosotros dos somos los mejores amigos.

Minutos antes de las cuatro, mi mamá me lleva a casa de Marcela. Yo voy cargando a Richi, un cuaderno y el libro de texto. Nos abre mi amiga, mi mamá

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la saluda y dice que volverá por mí a las seis. La casa es pequeña y huele a hu-medad. Nunca antes había entrado. Marcela se sienta en un sillón. Carga a Richi y dice que es el perro más hermoso del mundo.

No pasa mucho tiempo cuando me invita a subir a la segunda planta de la casa.

Entramos a una recámara que tiene poca luz y huele a medicinas. Al dar apenas un paso, noto que en la cama hay alguien que sube la cobija para ta-parse. Marcela me devuelve a Richi y yo no sé qué hacer ni qué decir.

Marcela descorre la cortina de la ventana y entra la luz de la tarde. Ahora se sienta a un lado de la cama.

—No seas así, Inés, aquí está nuestro amigo Braulio y vino con Richi. Al iluminarse la habitación, puedo ver que en una pared cuelga un cuadro

con osos panda. Sobre el buró hay un celular viejo, un vaso de agua y un libro con duendes en la portada.

En la cama, Inés sigue envuelta en la cobija como taco. No asoma ni su cara hasta que Richi empieza a ladrar como si le hablara. Sólo entonces, el bulto se mueve. Empieza a asomar la cabeza, el pelo rizado y luego la frente y los ojos negros, igualitos a los de su hermana. Al descubrir todo el rostro, Richi se zafa de mí y salta a la cama. Se acerca a Inés y ella saca los brazos y las manos y empieza a acariciar a mi perro. Después, la niña me mira. Es idéntica a Marcela sólo que pálida y con el cabello desordenado. Tiene, además, la mirada más triste del planeta.

Al poco tiempo, con la ayuda de mi amiga, Inés se ha acomodado en la cama y ahora está recargada en la cabecera acariciando a Richi. La enferma me mira otra vez y me sonríe, pero es una sonrisa extraña, como si me pidiera perdón por estar así.

Estoy sentado en una silla que hay en una esquina de la habitación y miro a las hermanas, tan iguales y tan diferentes.

Ahora la mirada de Inés se ha vuelto casi alegre. Mi perro ha cambiado a esa niña en unos cuantos minutos. Y ahora soy yo quien se siente extraño. Nunca había visto a alguien que sufre. A pesar de sentirse contenta con Richi, la niña jadea y tose, se queja bajito.

Sin que nadie lo diga, sé que es momento de irse. Cuando me acerco a la cama esperando que el perro salte a mis brazos como hace siempre, encuen-tro que se queda junto a Inés.

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—¿Me lo prestas un momento más? —me pide ella con una voz más dulce que la de Marcela.

—Sí, te lo presto, le respondo.Marcela y yo bajamos a la sala y nos quedamos en silencio. Yo no dejo de

pensar en cómo haré para llevarme a Richi. Nunca había imaginado que mi mascota pudiera quedarse en otra casa. ¿Qué puede pasar si le presto a mi pe-rro toda la noche?

Cuando mi mamá llega por mí, es difícil convencerla de que Richi se quede. Pero acepta al escuchar el motivo. Nos vamos a la casa y yo no dejo de pen-sar en Inés.

A la mañana siguiente, en la jardinera, Marcela tiene luz en los ojos. Me cuenta lo bien que le hace mi perro a su hermana.

—Mañana mismo te lo devolvemos. Pero pasan dos días más y mi beagle sigue con Inés. Como lo extraño mu-

cho, decido ir a visitarlo a la casa de mis amigas. Inés tiene una nueva mirada y hasta parece moverse un poco más. Decido

dejar otra noche más a Richi.A la tarde siguiente, Marcela toca a la puerta de mi casa. Lleva a Richi que,

al verme, contento salta a mis brazos.—Se llevaron a Inés a un hospital en México donde le aseguraron a mi padre

que la salvarán. Nosotros tenemos que mudarnos también para allá, mañana nos vamos. Adiós, Braulio —me dice Marcela.

Mi mamá la escucha y la invita a pasar a la casa. Nos prepara una malteada de fresa y nos sirve galletas.

Al acabar, Marcela y yo nos despedimos en la banqueta de la calle.—Tu perrito es mágico —me dice.Richi le ladra moviendo la colaYo tengo ganas de llorar.Marcela se va volteando muchas veces a vernos.Quizá algún día volveré a ver a las gemelas.

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María Paula Arizmendi CuervoEdad: 10 años Grado: 5°

Nombre de la escuela: Patricio Der Irlanda Municipio: PueblaNombre del docente: Ana Paola Jiménez Montiel

1erLUGAR

Los sueños sí se cumplen

Había una vez, en un pueblo pequeño, una niña con un gran sueño: ser ju-gadora de futbol. Sus padres le decían que las niñas sólo podían jugar con muñecas, princesas o a las fiestas de té y que los únicos trabajos disponibles para una mujer eran ser ama de casa, diseñadora de ropa o florista. Por eso, cuando sus papás no se daban cuenta, salía a jugar futbol con sus amigas en el patio trasero de su casa.

Un día, un grupo de niños las cacharon jugando futbol, les poncharon la pe-lota, les tiraron la portería y le fueron a decir a los papás de las niñas a lo que estaban jugando. Sin embargo, uno de estos niños soñaba con cultivar flores y abrir su propia tienda, ya que había perdido a su madre y a ella le gustaban mucho las flores y, por eso, les dijo a sus amigos que dejaran jugar a las niñas pues todos tenemos las mismas oportunidades. Les contó su sueño de ser florista, pero todos se empezaron a reír de él y se regresó a su casa llorando.

Pasaron diez años y los niños y niñas de ese pueblo ya tenían entre diecio-cho y veinte años. Matilde —la niña que quería ser jugadora de futbol— ya estaba harta de las reglas del pueblo, de que los niños pudieran jugar a lo que quisieran mientras que las niñas debían jugar a lo que sus padres o el alcalde dijeran en su feo reglamento. Entonces salió de su casa, enfrentó cara a cara a los niños y les dijo sus verdades, también enfrentó a sus padres. Las demás niñas, que eran sus amigas con las que jugaba futbol, siguieron sus pasos y se marcharon del pueblo junto con Pepe, el niño que quería ser florista, quien también había enfrentado a sus padres y a sus amigos.

Años después, las niñas formaron parte de una selección famosa de futbo-listas y el niño tuvo un imperio de tiendas de flores, a estos locales les puso el nombre de su mamá en su honor. Entonces todos juntos obligaron al alcalde de su pueblo a cambiar las reglas para que cada quien pudiera ser lo que quisiera.

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Alexsandra Izel García CarreraEdad: 11 años Grado: 6° Grupo: B

Nombre de la escuela: Primaria vespertina “José Clotilde Torres Ramos” Municipio: PueblaNombre del docente: Noé Javier Fosado Hernández

2doLUGAR

El árbol embrujado

Había una vez un árbol que estaba embrujado. Él vivía en un bosque oscuro y grande, rodeado de muchos animales y enormes árboles.

Un día un niño paseaba por el bosque y de pronto el árbol le habló: —¡Hola, amiguito!, ¿paseas por el bosque?El niño, asustado, se fue corriendo a su casa y llamó a sus amigos para con-

tarles lo que había sucedido. Sus amigos le dijeron que fueran a ver el árbol, que tal vez estaba embrujado.

Cuando llegaron al bosque los niños empezaron a gritar:—¡Hola, árbol! ¿Es verdad que hablas? ¿Estás embrujado?El árbol respondió: —Sí, es verdad. Soy Javier, hace muchos años una bruja del bosque me he-

chizó y me convirtió en árbol, desde entonces estoy atrapado y no he podido salir.

Entonces los niños le dijeron: —No te preocupes, nosotros te ayudaremos a salir de ahí. A partir de ese día, los niños visitaban el árbol todas las tardes después de

la escuela, para que no se sintiera solo. También buscaban entre la gente del pueblo a alguien que pudiera ayudarles a deshacer el hechizo. Así fue como un día encontraron al Mago Rodrigo. Él los acompañó al bosque y descubrió que sólo podía deshacer el hechizo con plumas de gallina, pelo de gato, agua de río, un ajo y veneno de serpiente.

Al otro día, el Mago Rodrigo y los niños volvieron al bosque con todos los ingredientes para rescatar a Javier. Estando frente a él, el mago lanzó la pó-cima que había preparado y dijo las palabras mágicas:

—¡Pelos de gato, plumas negras, agua de río, que Javier sea el mismo de antes!

Y ¡Pum! Javier se convirtió en un niño y corrió a abrazar al mago y a los niños.

Desde entonces, se hicieron grandes amigos. Javier supo que siempre conta-ría con ellos en las buenas y en las malas. Todos vivieron felices y aprendieron que la amistad hace magia.

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Jorge Ariel Hernández de Jesús Edad: 9 años Grado: 5° Grupo: A

Nombre de la escuela: Centro Escolar “Manuel Espinosa Yglesias” Municipio: Puebla

Dos amigos inseparables

Juan y Pablo eran dos amigos que estudiaban juntos en la escuela desde que iban en preescolar. Crecieron juntos y fueron amigos desde el primer día de clases. Con el paso de los años, cambiaron de nivel escolar y conocieron a otros niños.

Un día llegó un niño nuevo llamado Memo, que era un oportunista, envidioso y mentiroso. Memo envidiaba la amistad de Juan y Pablo, y empezó a hacer chismes de uno y otro para tratar de separarlos.

Memo inventaba cosas que le decía a Pablo para que se enojara con Juan.A Juan, Memo le decía que Pablo no sabía valorar su amistad, lo que provo-

caba que hubiera problemas entre ellos.Memo se divertía y disfrutaba de su maldad al separar a esos dos amigos,

pero nunca imaginó que ellos hablarían y resolverían esa diferencia que él estaba ocasionando. Juan y Pablo eran tan amigos que no podían creer lo que Memo decía de ellos, así que decidieron dialogar y así se dieron cuenta de que Memo mentía.

Juntos hablaron con Memo para encarar sus mentiras y le hicieron enten-der que su comportamiento era malo; lo perdonaron y lo invitaron a tener una amistad sin rencores, y con ello le demostraron que la amistad es más fuerte cuando hay confianza, lealtad y comunicación.

Memo comprendió que la envidia y las mentiras que dijo estuvieron mal; se arrepintió, pidió disculpas y aceptó la amistad que le brindaron Juan y Pablo. Así los tres se hicieron grandes amigos.

3erLUGAR

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Areli Pérez Castillo Edad: 11 años Grado: 6° Grupo: A

Nombre de la escuela: Niños Héroes de Chapultepec Municipio: NealticanNombre del docente: Nora Nelia Domínguez Luis Lengua materna: náhuatl

Ni chikahualis in huanpoyohualis

Itch se altepetsi tlen katki ikxitlan in Popokatipetl otlachanchihuaya siki chankame simi molhuejtsitsi tlen okimpiyaya nahui nin pilhuan: Emilio, Cel-so, Margarita uan Anita, tlen oyaya in kaltlamachtiloyan momachtitihua Emilio uan Anita in occikin iknime otikitia ihuan nin táhuan itich masehual tikitl

Anita uan Emilia okisaya ninchan simi kualkan amo tlakuajtehuaya okon oya-ya kaltlamachtiloyan, ijkuak ojatka in kaltlamachtiloyan okuaya tlen okihuan-taya ni huampotlamachtil ikniuh Rosita tlen okihuantaya ijukuak omosehuaya in tlajko tonal tlamachtil. In huanpoyolis okachi o mo yolchikahuaya inahuak omosepan matlania nochipa noiuki osepan tlajmatía simi kualtsin.

Sipa se tonal Emilio uan Anita omoyoleuke ik huikaske ninchan in Rosita, nin nana omotetsahui nik aik akin kin sepan chan tlajpalohua. Ninchan sino molhuejtsin uan simi tlachipahuakan, in sihuatsuntli Juana ok sehui uan ok tlasojmaka se xalojtsin siskatl okanato xopanak amo huejka kampa chanchi-hua, in sihuatsintli Juanita yakin okualikak sijsiliktsin kilitl tlen okhuihuitlake mijmila, ok tlakualtchiu uan ok tlamakake ika tepak in Rosita, yeh simi oyolpak uan okitak nik itich non chantli molhuejtsi omo yekhuikaya ika tlakachihualis, omosepan ilhujtaya nin chihualis tlen okachi omotaya nin yoltlakachihualis; nochi tlen okitak nichan amo omotaya.

Ya ijkuak nochi in tonalme ijkuak okisaya in kaltlamachtiloyan, Rosita oyaya ihuan Emilia uan Anita mahuiltitihua, oanimiya hueyapan tlen katki inahuak in ojtli tlen oyaya in kalijtik ni huanpoyohuan satepan oksepan chihuaya nin tlamachtil tikiuh.

Se tiotlaktika ijkuak omahuiltitoya, oejkok Celso simi hual elsijsiutiu kualte-mojtijuits tlamatlanilis ni tatla ijkuak otikitoya ok tiliksak ni tlajpial uan amo

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huilia motsakuilis ni eso. Rosita ijkuak okikak nin tlajtol, otsikuin simi nichan kampa oktlajtlan inahuak ni tahuan tlamatlanil ik huikaske kaltlapajtiloyan in tlakatsin Juan ni in Celso.

Milahuak kualtsin nik ni chankahuan Anita ni tata o mo palehui kualtsin no-chipa omo tlasojkamatilijke inahuak ni chankahuan Rosita. Yopanok mik xihutl uan huanpoyolis in Emilio, Ana uan Rosita omokuip iknilis.

El poder de la amistad

En una comunidad localizada al pie del volcán Popocatépetl, vivía una familia muy humilde que tenía cuatro hijos: Emilio, Celso, Margarita y Anita. A la es-cuela sólo asistían Emilio y Anita, pues sus otros hermanos trabajaban en el campo con sus papás.

Todos los días, Anita y Emilio salían muy temprano de casa, sin desayunar, para ir a la escuela; mientras estaban en clases sólo comían lo que su amiga Rosita les regalaba en el recreo. La amistad entre ellos tres se fortalecía día tras día, pues convivían en todo momento y se divertían mucho.

Cierta ocasión, Emilio y Anita decidieron invitar a Rosita a su casa. Doña Juanita, la mamá de los hermanos, se sorprendió al verla, ya que nunca reci-bían visitas. La vivienda era muy pobre, pero todo estaba muy limpio.

Doña Juanita invitó a Rosita a sentarse, le ofreció un jarro con agua fresca traída de un manantial que pasaba cerca de la casa, y preparó las verduras que había cosechado para que la invitada comiera con ellos. Ella quedó muy contenta y notó que en esa casa humilde había armonía, respeto, comunica-ción y, sobre todo, reinaba el cariño. Eran valores que en su casa no había.

Desde entonces todos los días al salir de la escuela, Rosita se iba con Emilio y Anita a jugar; nadaban en un río que estaba camino a la casa de sus amigos y luego hacían la tarea juntos.

Una tarde mientras jugaban, Celso llegó muy agitado pidiendo ayuda pues mientras trabajaba su padre había sido pateado por un caballo y no dejaba de sangrar. Al escuchar esto, Rosita corrió hasta su casa, sin detenerse, para pedirle apoyo a su padre y llevar al hospital a don Juan, el papá de Celso.

Afortunadamente para la familia de Anita, su padre se recuperó y siempre estuvieron agradecidos con la familia de Rosita. Han pasado varios años y la amistad de Emilio, Ana y Rosita se ha convertido en hermandad.

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Citlalli Itzel Luna ChávezEdad: 10 años Grado: 6° Grupo: A

Nombre de la escuela: Resurgimiento Proletario Municipio: SoltepecNombre del docente: Erik David García Morales

Ciudad Luna

Es el año 2030 y se ha comprobado que la Luna se puede habitar como la Tierra. Mandaron a diez personas con un gran reto: vivir ahí durante seis me-ses. Los elegidos fueron: Gustavo, un albañil; David, un panadero; Fabiola, una maestra; Ángel, un doctor; Nadia, una jardinera; Paco, un barrendero; Pedro, un campesino; Santiago, un arquitecto; Rosario, una cocinera; José, un gana-dero y, finalmente, Mía, una niña.

Al tercer día de su llegada comenzaron diferentes pruebas. Los encargados dijeron que la prueba más grande sería convivir. A todos se les hizo muy fácil, pues cada uno se sentía superior a los demás.

Iniciaron con la prueba más sencilla: barrer. Los que tenían una profesión decían que ésa no era una actividad propia de su nivel, por lo que le pidieron a Paco que barriera.

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La segunda prueba fue cocinar. A la mayoría se le quemó la comida, en cambio, Rosario estaba orgullosa de su platillo.

Para la tercera prueba necesitaban sembrar flores. Gustavo, el albañil, no era nada bueno pues terminó quebrando los tallos de las flores.

En la cuarta prueba, al panadero le tocó darse el gusto de hacer un rico pan. El pan que hizo el doctor Ángel se veía bueno, pero tenía grumos.

Pasaron los días y a pesar de las distintas pruebas, cada uno se seguía sintiendo superior a los demás.

Mía, la niña, se daba cuenta de lo que pasaba, así que decidió reunirlos y les dijo que se necesitaba de todos, que si querían hacer historia en la Luna tendrían que cambiar su forma de ser y de pensar, pues todas las personas merecían ser respetadas. En ese momento entendieron lo que los encargados habían querido decirles desde un principio. Ya no les pusieron más pruebas, pues ya habían entendido el mensaje, y cada quien se puso a hacer lo que sabía.

Ciudad Luna cada día se veía mejor, con grandes edificios, hermosos jardi-nes, escuelas y hospitales que atendían cualquier emergencia. También había una granja con buenos animales para comer, grandes cosechas, panaderías que hacían un pan delicioso y había una cocinera cuya comida estaba para chuparse los dedos.

Se cumplió el día de su regreso y se pusieron muy contentos, pues dijeron que habían hecho un gran trabajo en Ciudad Luna, pero ahora tenían mucho por hacer en el planeta Tierra.

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Noé Yair Rodríguez González Edad: 10 años Grado: 5° Grupo: A

Nombre de la escuela: Emiliano Zapata Municipio: Tlachichuca Nombre del docente: Yaneth Pérez Gómez

La melodía leal

Había una vez una ciudad llena de romanticismo, ahí vivían Amadeus y Cris-tian, dos niños que tocaban maravillosamente el violín. Escribían sus propias melodías y eran grandes amigos; se habían comprometido a ser leales y ho-nestos.

Un día su maestra les preguntó si querían escribir una melodía para tocarla en la fiesta de Nochebuena. Los dos aceptaron y de inmediato se pusieron a trabajar. Amadeus se inspiró en el canto de los pájaros, en los árboles, en el viento y en lo blanco de la nieve. Cristian escribió pensando en el respeto a

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los demás, en la gratitud hacia los regalos que nos da la vida y la lealtad entre las personas. Como eran amigos y se tenían confianza, decidieron mostrarse las melodías; las dos eran bellísimas, capaces de emocionar a quien las escucha-ra. Sin embargo, Cristian dudó de su obra y le dijo a Amadeus:

—Creo que tu pieza es la mejor. Si pudiera, yo tocaría tu música.Justo dos días antes de Navidad, Amadeus tuvo un accidente y se lastimó el

brazo. El médico le prohibió tocar el violín durante un mes. La noche del con-cierto, Cristian estaba solo y a punto de entrar al escenario. Llegó su maestra y le dijo:

—Traigo la melodía que escribiste, pero por error también traje la de Ama-deus. Voy a dejar aquí las dos. Te deseo mucho éxito.

Al ver las dos carpetas, Cristian pensó en tocar la pieza de Amadeus y decir que era suya para que le aplaudieran más; aunque también pensó que hacer eso sería deshonesto y estaría traicionando a su amigo. Durante va-rios segundos dudó qué hacer, tocar la pieza de Amadeus y recibir muchos aplausos o ser un niño leal.

Finalmente salió al escenario y dijo:—Buenas noches. Permítanme tocarles mi obra: “El himno a la lealtad”.Esa noche Cristian tocó maravillosamente. La gente, emocionada, se levan-

tó de sus asientos para aplaudirle. Estaba feliz por los aplausos, y pensó que había hecho lo correcto al tocar su propia melodía. Había sido honesto consi-go mismo y con su amigo. Él podía considerarse una persona leal.

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Yaneth Morales Vázquez Edad: 10 años Grado: 5° Grupo: A

Nombre de la escuela: José María La Fragua Municipio: HueytlalpanNombre del docente: Celedonio Cano Pérez Lengua materna: totonaco

IAkgtsu Kgawasa Xchanapin

Xwi chatum akgtsu kgawasa lux xlakgatiy xpakgachapanan, katiwa tixmin antak kxchik, tunkun xchaxa xmakan, katiwa xwan piwayama akgtsu kgawas, xilpan tlan nalikatsiy akxni tlanka nawan. Chana yama tsukulh staka kgawasa, titanulh antak kpukgalhtawakga xlikilhtsukut, chantiya smalhwa xlikatsiy xtayat, wax-talakgskgatan lulipekgawa xlakgkatsankgoy, xtawakgoy xtachulakan xtalakgs-kgatan, nitiku xtalamakgasitsiy, kaatanu xwakxilhkgo amakgapitsisn xtalakgs-kgatan, xplakata nitilu xlismanikgo lakumu xlikatsi uyma aktsu kgawas. Akgxni makgatsilh xlipulakgtiy xtakgalhtawakga, lipulanikgolh xaliputum xtalakgskga-tan, pix xlakaskinga xaputum naskujkgo, xpalakgata wanikgolh pinatakaskin xa tumi akgxni nakisput tamay xtakgalhtawakgakan, xau nixlakgaskinga wnas-kinkgoy lixtapalin antak kxchikgan, xpalakata pi ay xmakgalhtawakgamakgoka, wanikglh xtakamanan, pixlakaskinka nalimasiyakgoy wantu katsinikgolh kxpo-kgalhtawakgokgakanm chuya kgawas tsukulh wanikgoy wantu xlakapastakgnit, chumatistaminikgolh:

—Chatunu kinin naliminau tampuchanil tiyat malham. Liputum akininin lakgt-su kgalhtawakganin, naliminau tamputsanin xaskgakgni lakgtsupin. Chatunu kininin nalixpatayau kimakankan. Akgxni naxpatakgoyau, naanau chanau wa talhtsi lakgtsupin antak kxamalam tiyat. Akgni aypankgolh nawan uyma ta-chanan, naanau xtamayau antak jkinkawinkan. Chatanu kinin, lunaskgalayau uy kintachanankan. Akxni xanama nawan, naskgalau ninalitawaka chan, xpa-lakata ninalakgawa kxanat. Nawakxilhau axni nakatlanana, chu chatanu kinin napuxau kinpinkan. Wantu napuxtilhayau xastakga, naanau stapuliyau. Wan-tu napuxau xa chan, namaskakayau chu akgtsu skgtsu, nastalihayau. Wantu namastokgatit min tuminkan, namakiyatit. Akxni naskinkan xatumin, wantu

nalipaskwanankan xlisputni kintakgalhtawakgakan, kaymana naxokgoyau, xau nixlakaskinkga naskiniyau lixtapalin kinatlatnikgan.

Chana uyma lipulalh akgtsu kgawas, lipekgwa timakgalakgolh lakgtsupin, chu lakgskgatan lhuwa tumin timastokgkgolh, tlanka tapaxuwan titlawakgolh akig-ni limasputukglh xtakgalhtawakgakan, antalimasiyakgolh piwa xtayat akgtsu akgtsu kgawas tixpakgachapanan, tlan talakgapastakgni xlimin. Chuyma jka-chikin antani xala xwanit akgtsu kgawasa, lipekwa lakchamikgolh lakgstus-pin, xau putum latamanin tsukulh stakgoly uyma pin, tlan tsukulh tuxtunikgoy, lhuwa tumin tuskulh kgalhikgoy, xau nixlakaslinkga lakatanu namakgskukgoy. Lakglanka chiki tsukulh tlawakgokan, chu tapaxuwan xrasiyakgo xalatamanin, xpalakata nituxkitsankgananikgo, xkgalhikgo ankgalhin tumin, xpalakata xcja-nanin pin tiwankgolh. Akgtsu kgawasa wanti xpakgachapan, tlan xlikatsi anta kikgolhalh.

Un niño que sembraba chiltepín

Había una vez un niño muy respetuoso que a todo mundo saludaba; si alguien llegaba a su casa, de inmediato levantaba la mano para saludar. Mucha gente decía que era un niño nato en liderazgo, que si seguía así podía llegar a ser alguien útil para la sociedad.

Cuando ingresó a nivel preescolar, muchas personas lo veían raro porque no era común encontrar esa actitud en los niños: llegaba a su salón y todos sus compañeros le daban la mano. A ese niño lo querían mucho y se convirtió en un líder escolar. Sus compañeros le invitaban taquitos en el receso; eran tan amables con él que al terminar el preescolar, cursó el nivel primaria jun-to a sus mismos compañeros. El niño seguía siendo muy amable con todos y cada vez tenía una actitud más respetuosa.

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Todos los años, la escuela hacía un festival de clausura para los que salían de la escuela. Cuando el niño se dio cuenta de que los papás hacían muchos gastos para hacer ese festejo, organizó a sus compañeros y, para recabar dinero, les propuso lo siguiente:

—Consigamos una bolsa de tierra fértil y traigámosla a la escuela. Cada uno de nosotros debe traer un puño de chiltepín seco. Seleccionaremos las semi-llas más grandes para machacarlas. Una vez machacadas, hay que sembrar las semillas en el pequeño espacio de tierra fértil. Cuando broten las plantas, vamos a limpiar las malezas. En el momento en que las plantas estén listas, las llevaremos a campo abierto. Debemos hacer dos limpias para que reverdez-can bien nuestras plantas. Una vez que empiecen a salir las flores, hay que cuidar que las hormigas no las dañen. Vigilaremos todo el desarrollo de nues-tras plantas, y cuando esté verde la cosecha, la cortaremos. Si cortamos los chiles cuando estén rojos, es decir, ya maduros, hay que secar las semillas y guardarlas. En tiempos difíciles, se puede vender el chile seco guardado para así usar el dinero de la venta para hacer la fiesta.

La propuesta del niño líder fue aceptada por sus compañeros y se pusieron a trabajar. Juntaron una gran cantidad de chiltepín verde y seco, y toda la gente se admiraba al ver cómo obtenían dinero. La población hizo lo mismo que él y se convirtió en un pueblo productor de chile piquín. Todos tenían re-cursos suficientes y nada les faltaba; era un pueblo con casas muy bonitas y bien diseñadas.

Desde entonces, el niño líder siguió siendo muy respetado en su pueblo, había sembrado una semilla que se convirtió en ejemplo de grandeza para su comunidad, y continuó siendo muy atento y un niño al que le gustaba saludar. Siguió dando consejos y siendo un ejemplo hasta convertirse en consejero del pueblo.

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Emily Juliane Guzmán Vélez Edad: 11 años Grado: 6° Grupo: A

Nombre de la escuela: Miguel Hidalgo Municipio: Tlachichuca Nombre del docente: Miguel Ángel Mora García

Los panaderos

En la calle de mi pueblo viven dos famosos panaderos, llamados Miguel y Luis. Ellos preparan los panes más ricos del mundo.

Un día, Luis retó a su vecino a participar en un concurso de panes. Propu-sieron que el que ganara sería el mejor panadero. La competencia sería el sábado. Luis, impaciente por conseguir rápido los ingredientes, se peleó con el lechero porque lo hizo esperar; con el vendedor de azúcar, por ser tan len-to; con la señora de la harina, por caminar tan despacito, y le gritó a la gente del pueblo porque se atravesaban en su camino.

Como Miguel fue paciente y respetuoso, el lechero le consiguió leche fresca, el tendero le dio la mejor azúcar y la mujer de la harina le vendió una especial.

El día de la competencia, ansioso y lleno de nervios, Luis se levantó a la una de la madrugada y a esa hora despertó a sus ayudantes.

—Todavía es muy temprano —dijeron entre bostezos—. Si cocinamos desde este momento, el pan va a estar frío para la hora del concurso.

—¡No es cierto! —respondió enojado—. Lo que pasa es que son unos flojos. Miguel, en cambio, se levantó al amanecer e invitó a sus ayudantes a traba-

jar felices. Ellos, muy contentos, cantaban mientras preparaban el pan. Luis sufrió mucho el resto de la mañana, pues la leche ya no servía, el azú-

car que compró no le gustaba y, para colmo, sus ayudantes ya no querían trabajar con él, renunciaron.

A las diez en punto, Miguel presentó unas charolas con panes deliciosos de distintas formas y colores que se antojaba comer con un vaso de leche. En cuanto Luis vio las delicias de su vecino, comprendió que había perdido; además, la gente seguía molesta con él y nadie quiso probar sus panes.

Decepcionado de sí mismo, Luis se dio cuenta de lo mal que se había porta-do con todos. Pidió disculpas, felicitó a Miguel y juró aprender a ser paciente y respetuoso. Como cumplió su promesa, la gente lo perdonó y poco a poco empezaron a quererlo.

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Valeria Hernández GalindoEdad: 11 años Grado: 6º Grupo: A

Nombre de la escuela: Angélica Castro de la Fuente Municipio: TezuitlánNombre del docente: Teresa Cardoso Mendoza

La gran honestidad

Había una vez un niño llamado Raúl; era muy honesto y tenía un amigo llama-do Carlos que era muy mentiroso.

Un día los dos fueron a casa de los abuelos de Raúl. Los dos jugaron mucho y Carlos, por accidente, rompió la lámpara favorita de los abuelos. Luego los abuelos preguntaron:

—¿Quién rompió la lámpara?Y Carlos contestó: —¡Fue Raúl!Raúl dijo que él no había sido, pero sus abuelos no le creyeron. Al otro día, fueron al parque a comer un helado. Anduvieron muy contentos

y luego fueron al cine a ver una película llamada El gran mentiroso. Trataba de un muchacho que era muy mentiroso y que al final tuvo un gran castigo. Carlos reaccionó y le preguntó a Raúl:

—¿Por qué eres tan honesto? Raúl contestó: —Porque uno tiene que enfrentar las consecuencias de lo que hace. A lo que Carlos volvió a preguntar:—¿Me podrías ayudar a ser honesto? —¡Claro que sí! —le respondió Raúl.Carlos les dijo a los abuelos de Raúl que él había roto la lámpara y les pidió

disculpas. Ellos aceptaron sus disculpas y le dijeron que estaban muy orgullo-sos de él porque estaba aprendiendo un buen valor, que es la honestidad. Y lo siguieron invitando a que fuera un niño bueno.

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Yaritzel Sánchez HernándezEdad: 11 años Grado: 6º Grupo: A

Nombre de la escuela: José María Morelos Municipio: AquixtlaNombre del docente: Mariana Garrido Lecona

La muralla

Había una vez dos grandes ciudades, una se llamaba Samian y la otra se llamaba Broche. Estaban separadas por una gran muralla de piedra. Daisham era una niña y era la princesa de Samian, era feliz en su ciudad, pero no tenía con quien jugar.

La ciudad donde vivía la princesa era muy tranquila y solitaria, desde hacía tres generaciones. Gracias a la muralla que habían construido sus antepasa-dos, ella no conocía la guerra. Un día decidió salir a galopar con su caballo y de repente se encontró con una gran pared que atravesaba el verde pasto y los bosques. La princesa pensó: “Buscaré una escalera y podré ver qué hay al otro lado del muro”. Al llegar a lo alto de la muralla, cuando se asomó, vio un mundo diferente: las flores estaban preciosas, y decidió llevarle una cesta llena a su madre. En ese lugar se encontró con una niña que estaba sola, jugando con su juego de té; tenía la piel amarillenta y los ojos alargados. La princesa se acercó y se presentó:

—Hola, soy Daisham, princesa de Samian. Y la niña, asombrada, le dijo:—¡Has cruzado la muralla prohibida!—¡Sí, eso creo! —le contestó la princesa Daisham.La niña de la ciudad de Broche compartió la merienda con la princesa y es-

tuvieron toda la tarde jugando y contándose cosas de chicas. Cuando llegó la noche, Daisham se despidió de su nueva amiga y le prometió que la volvería a visitar por la mañana.

Cuando Daisham volvió a su casa, les contó a sus padres la aventura que había vivido:

—Tengo una nueva amiga al otro lado del muro. Sus padres se enfadaron y la regañaron:

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—¿Cómo te atreves? Son nuestros enemigos, el muro está para protegernos de ellos.

Sus padres la enviaron a su cuarto. Esa noche, mientras sus padres dormían, Daisham había soñado que desa-

parecía la muralla, que eran todos felices y que ella podía jugar con su amiga. Entonces decidió ir a buscarla. Cuando la encontró, le contó todo lo que había soñado y ambas dijeron:

—¡Vamos a romper la muralla y así podemos estar juntas!A la mañana siguiente, cuando los padres vieron lo que estaban haciendo

sus hijas, se dieron cuenta de su error y decidieron ayudarlas para destruir la muralla que los separaba, y así unieron las dos ciudades.

Con el paso del tiempo, lograron por fin desaparecer la muralla. Se dieron cuenta de que era mejor vivir sin peleas ni odios, que sus problemas habían ocurrido hacía muchos años y desde entonces vivieron en paz.

Luz Nicole Suárez ArroyoEdad: 10 años Grado: 6°

Nombre de la escuela: Cuitláhuac Municipio: XiutetelcoNombre del docente: Felipe de Jesús Luna Rojas Lengua materna: náhuatl

In pilimej tlen paxalol

Se tonal seki pilimej tlen yayaj expa tlamachtil Juan, Marcos y Andrés tlen ki nekia yaske mauiltitilj, wan amo kin kawayaj tlel katkaj kanemej tlen tlayekana ki piaya majtlak xiuitl, kuali moixmatiayaj kan nemiaj nochipa matamiaya nin-kitl tlen kin kauayaj, mauiltiayaj niminchan miak auilmej se tonal kistej mauil-titoj, keman mauiltiayaj ijkuak nejon Aistak Juan kimakak Andrés ni ajkilko wan semi mokualantijkej, kamayan Andrés moluij ipa kimakasjnekia, ijkui kualan-tiajki nichan.

Nejon youal Juan peua mokokoua tlen kimatoya ni wampoy amo kuali yetoya ijkuak inokse tonal Marcos kitato Andrés uan kilij tonpanotoya iuan nieampoy Juan yajki kilito nochi keniuj yanotoya uan kilij ninan, wan ywj kilij ika chikaualis yaskia kitati.

Andrés uan maj kili maj kitlapojpolui tlen toni panoka uan ijkon maj pano nejon kuejmol panok tonalmej uan nitaian Marcos kijtojkej kuikaskej Marcos, Andrés yan Juan ompa kampan mauiltiayaj, nejon tonal kualtsin kampan ipa mauitliaj ika miak tlajoj kemej uampoyuan.

Se taixmatilis den tapowalis Tikpiaskej tik momaxtisken tlen okseki, wan no ykon timotlapopoluikan no

ijkon tik tomakaske toixko keman tejtsa kuejmol panoa ika mial tlajskamatilis. Se taixmatilis den tapowalis Tik teixitaske ton amo ki chuwa kuali in to yoloiknime no to ixmayaiknime,

wan no tikin ixpantiliske tlen ni xayak keman yejuan kipia se tamankualnemilis.

Los niños del parque

Había una vez tres niños, Juan, Marcos y Andrés, que querían ir juntos al parque, pero sus papás no los dejaban porque estaban muy pequeños; el más grande apenas tenía diez años. Ellos se conocían de la comunidad donde vivían y todas las tardes después de hacer —con responsabilidad y sabidu-ría— las tareas de la escuela, jugaban en la calle con cartas, pelotas y a las escondidas.

Un día, los niños salieron a jugar a la calle con una pelota. Cada que juga-ban se divertían mucho, porque compartían su tiempo con solidaridad, since-ridad y humildad. Esa tarde, Juan, sin querer, le pegó a Andrés con la pelota en la espalda y se creó un pequeño conflicto, pues Andrés pensaba que le había dado el golpe a propósito, y se fue molesto y furioso a su casa. Juan se sentía muy mal por haber hecho que su amigo se sintiera triste y molesto.

Al día siguiente, Marcos fue a hablar con Andrés y le comentó que lo que había hecho Juan había sido sin querer y que aceptara que por error la pe-lota le había caído en la espalda. Aun así Andrés se sentía muy triste. Juan le contó todo lo sucedido a su mamá y ella le dijo que con valentía, confianza y bondad debía ir a la casa de Andrés a ofrecerle una disculpa.

Por la tarde, Juan, con todo respeto y humildad, fue a casa de Andrés a dis-culparse y a solucionar el malentendido.

Pasados unos días, los padres de Marcos decidieron llevar a su hijo, a An-drés y a Juan al parque. Ese día fue el más feliz para ellos, ya que compartie-ron su amistad con mucha empatía, amor e igualdad.

Moraleja: debemos aceptar los errores de las demás personas y aprender a disculpar a nuestros amigos. También se debe dar la cara ante cualquier di-ficultad para solucionar todo.