48415033-los-incas.pdf

21
DOSSIER 69 70. Señores de los Andes Concepción Bravo 76. La mujer. Fuerte e influyente F. Hernández Astete 79. Momias. Equipaje para la eternidad Alicia Alonso 84. Un mundo bañado en oro E. Sánchez Montañés INCAS Gran señor inca en andas, en una ilustración de la Crónica de Huamán Poma. Alzaron ciudades ciclópeas sin conocer la escritura y vertebraron un mosaico de pueblos que los creían dioses. Sus órdenes llegaban a miles de kilómetros, sus orfebres copiaban el mundo en oro y sus cadáveres momificados eran atendidos como en vida. Hoy, el imponente Imperio de los Incas cobra actualidad en España gracias a una magna exposición. Cuatro especialistas analizan la vida, la muerte, el Arte, la Historia y el papel de la mujer en el antiguo Tahuantinsuyu Los hijos del Sol

Upload: olsen-quispe-urbina

Post on 14-Aug-2015

32 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: 48415033-Los-Incas.pdf

DOSSIER

69

70. Señores de los AndesConcepción Bravo

76. La mujer. Fuerte e influyenteF. Hernández Astete

79. Momias. Equipajepara la eternidadAlicia Alonso

84. Un mundo bañado en oroE. Sánchez Montañés

INCAS

Gran señor inca en andas, en una ilustración de la Crónica de Huamán Poma.

Alzaron ciudades ciclópeassin conocer la escritura yvertebraron un mosaico depueblos que los creíandioses. Sus órdenes llegabana miles de kilómetros, susorfebres copiaban el mundoen oro y sus cadáveresmomificados eran atendidoscomo en vida. Hoy, elimponente Imperio de losIncas cobra actualidad enEspaña gracias a una magnaexposición. Cuatroespecialistas analizan la vida,la muerte, el Arte, la Historiay el papel de la mujer en elantiguo Tahuantinsuyu

Los hijosdel Sol

Page 2: 48415033-Los-Incas.pdf

Tratando de repetir la hazaña deHernán Cortés en México, losespañoles pusieron fin a unade las más brillantes civiliza-

ciones que ha alumbrado la historia de laHumanidad, la de los Incas, cuyo espa-cio nuclear eran los Andes Centrales yla región circumlacustre del Titicaca.

La historiografía de las últimas décadasdel siglo XX ha rescatado de las antiguascrónicas del XVI y XVII el términoTahuantinsuyu para definir el conceptode ese espacio, que constituyó el vastoterritorio en el que ellos asentaron un po-deroso Estado, cuyos límites habían que-dado fijados en el año 1530: por el nor-te en el río Patia, en el sur de la actualrepública de Colombia, entre Pasto y Po-payán, y por el sur, en el río Maule, enterritorio chileno, con una distancia de5.000 kilómetros entre ambos puntos.

Tradicionalmente, se venía hablandodel Imperio de los Incas, del Imperio delos hijos del Sol o, simplemente, del An-tiguo Perú. Es éste un nombre que nofiguraba en la toponimia indígena, peroque no sólo alentó las expectativas vi-

sionarias de quienes se empeñaron enla aventura de llegar a esas tierras, adi-vinadas o presentidas, desde Panamá,en una fecha tan temprana como la de1523. Fue también un nombre y una re-ferencia aceptada y difundida sin reser-vas por los mismos habitantes del granimperio, apenas llegados los españolesa sus tierras. Pero ¿quién lo inventó? y¿por qué? Parece derivarse de una pro-vincia llamada Birú, que se abría en loslímites del territorio explorado del istmode Panamá, en el extremo de la que ha-bía empezado a identificarse como la“ruta de Levante”, inaugurada con losviajes del hidalgo vizcaíno Pascual deAndagoya, en 1522.

La obsesión por el éxito de CortésFue ésta una empresa que solamenteproporcionó fracasos y pérdidas de vi-das y recursos, pero que encendió lasambiciones y las ilusiones, perseguidascomo una quimera por otros hombresaudaces que buscaban alucinados el sue-ño de conseguir un éxito semejante al deCortés. También en la lejana corte delemperador Carlos se creía posible repe-tir esa gesta y por eso se solicitaban, enuna Real Cédula fechada en Logroño el

70

CONCEPCIÓN BRAVO GUERREIRA es catedrática de Historia de América, UCM

Lograron imponer su hegemonía sobre el mosaicode pueblos que ocupaban los vastos espacios

andinos, en los que levantaron uno de los másasombrosos imperios de la Historia. Concepción

Bravo se adentra en el complejo y brillantesistema de los Incas, que los españoles supieron

adaptar hábilmente en su propio beneficio

ANDESSeñores de los

Serie de los Incas, óleo de Marcos Chillitupac

Page 3: 48415033-Los-Incas.pdf

71

INCAS, LOS HIJOS DEL SOL

Inca, de la escuela cuzqueña, datado hacia 1837. Otras series continuaban con los reyes de España (Colección Celso Pastor de la Torre).

Page 4: 48415033-Los-Incas.pdf

22 de septiembre de 1523 y dirigida a losoficiales de la Casa de la Contratación,informaciones precisas sobre “las naosque navegan por las costas del Perú”.

Y aunque en esa misma fecha Anda-goya había abandonado la empresa yFrancisco Pizarro y Diego de Almagroapenas estarían empezando a negociarcon el gobernador de Panamá su per-

miso para continuarla, el nombre ya mí-tico del Perú había cuajado en la fanta-sía popular, más allá de las tierras y losmares de un Mundo Nuevo que se abríapromisorio a las expectativas de la cor-te castellana. Se había inscrito ya en unageografía imaginaria o imaginada y na-da impidió que se impusiera sobre cual-quier otro para designar a la que se

constató como una realidad en las leja-nas latitudes donde los Incas teníanasentado su imperio.

Pero el de Tahuantinsuyu es el que ex-presa más claramente, y con mayor pro-piedad, la verdadera significación del es-píritu que imprimieron a su política losseñores del Cuzco para llevar a cabo suplan de integrar en un Estado poderosoa las gentes y las tierras que ocupabanla geografía fragmentada del espacio an-dino. En la diversidad orográfica y cli-mática, y en consecuencia ecológica, sehabían instalado múltiples grupos hu-manos de razas y culturas diferentesque, en un proceso milenario, fueron ca-paces de irse adaptando a las difícilescondiciones de un medio casi siemprehostil que, por un lado, los empujabaa organizar sus escasas fuerzas para ob-tener los recursos imprescindibles parasubsistir y, por otro, los colocaba en unaactitud de temor ante el desafío deuna naturaleza que ellos no podían con-trolar y cuya energía atribuían a fuer-zas sobrenaturales, a las que había quepropiciar con rituales y ofrendas.

Religión y sacerdocio parecen habermarcado las bases del sistema de orga-nización social, y mas tarde política, delas sociedades andinas, y de sus activi-dades económicas. Con grandes cere-monias, y con rituales o prácticas más omenos sencillas, se sacralizaba la vidapública o cotidiana de pueblos que afir-maban sus intereses comunes en la fuer-za de una estructura familiar, el ayllu,que daba cohesión al grupo con el re-

72

El Coricancha, recinto de oro

La riqueza del gran templo solar del Cuz-co imperial no fue una fantasía nacida de

la tradición popular. Así lo recordaba el vie-jo soldado Pedro Pizarro, cuando escribió loshechos de la conquista en los que había par-ticipado siendo un paje de su pariente Fran-cisco Pizarro:

“Tenían este Sol en unas casas muy gran-des, todas de cantería muy labradas, y asímismo la cerca de cantería muy alta y muybien obrada. En la delantera della tenían unacinta de planchas de oro, de más de un pal-mo de ancho, encajadas en las piedras. En unpatio pequeño que estaba dentro, estaba unapeña a manera de escaño con el encaje de oro.Aquí asentaban el Sol cuando no salía a la

plaza de día, y de noche lo metían en un apo-sento pequeño que tenían, muy labrado, yasí mismo chapeado de oro alrededor.

Delante del aposento donde dormía el Soltenían hecho un guerto pequeño, que ser-vía como una era grande, donde sembrabana su tiempo maíz, y al tiempo que celebra-ban sus fiestas, que era en el año tres vezes,henchían este güerto de cañas de maíz he-chas de oro, con sus mazorcas y hojas al na-tural, todo de oro muy fino, las quales te-nían guardadas para poner en estos tiempos”.

También el Inca Garcilaso de la Vega guar-daba en su memoria las descripciones queoyera en su niñez a los parientes de su ma-dre, princesa de la estirpe de los Incas: “Era

jardín de oro y plata como los que había enlas casas reales de los reyes, donde había mu-chas yerbas y flores de diversas suertes, mu-chos árboles, muchos animales grandes y chi-cos y sabandijas de las que van arrastrando,y mariposas y pájaros, cada cosa puesta en ellugar que más al propio contrahiciese a lo na-tural que remedaba. Había un gran maizal,y árboles frutales con su fruta toda de platay oro, contrahecho al natural, y rimeros deleña contrahecha de oro y plata. También ha-bía grandes figuras de hombres y mujeres yniños, vaciados de los mismos, porque todoslos plateros que había dedicados para el ser-vicio del Sol no entendían de otra cosa sinohacer y contrahacer las dichas cosas”.

Fragmento delperímetro exterior delCoricancha, el grantemplo solar del Cuzcoimperial, sobre el quese alza un edificio de laépoca colonial.

Page 5: 48415033-Los-Incas.pdf

conocimiento de un antepasado común,su ancestro fundador, que adquiría losrasgos de héroe cultural protector de susgentes y de las tierras que ocupaban.

Fuerzas de la naturaleza divinizadas,dioses de la tierra y del espacio celestesuperior, donde los astros rigen los des-tinos de los hombres, héroes locales fun-dadores de grupos, son percibidos co-mo artífices y garantes de las empresasde sus fieles.

Integración panandinaLa geografía sagrada establece los refe-rentes de la geografía humana del es-pacio andino, que se unificará en elTahuantinsuyu, en el prestigio de losgrandes santuarios de Chavin y Tiahua-naco, en las alturas de la sierra, y de losque se alzaron en las regiones norteñasde Lambayaque, Moche o Pachacamaccomo centros de culturas matrices. Éstasmarcaron sucesivamente las fases de unproceso de integración cultural panan-dina de un mosaico de pueblos que, noobstante, se disputaron entre sí el con-trol de la tierra y la hegemonía de susdioses, sus héroes y sus líderes sobre losde sus vecinos y oponentes.

En la memoria de unas gentes que noalcanzaron a desarrollar la escritura, seconfundían las hazañas de los dioses yde los hombres que fueron forjando suhistoria. La tradición oral ha pervivido enrelatos que hablan de enfrentamientos depueblos que se dirimían en combates oañagazas de sus dioses huacas. El mitotiñó de un aura legendaria la historia delos incas, uno de los muchos pueblos queocuparon el espacio central de la cordi-llera en el valle del Cuzco, en abiertacompetencia con los que los habían pre-cedido. Los incas lograron imponerse co-mo dominadores del extenso Tahuantin-suyu, “el Imperio de los cuatro rumbosdel mundo”, cuyo centro establecieronen un punto que la investigación histó-rica y arqueológica todavía no ha con-seguido establecer con precisión. Aun-que el mito sí es rico en referencias a unorigen y una procedencia señaladas porlos designios de su divinidad protecto-ra: el padre Sol. A partir de relatos queofrecen versiones diferentes, y que fue-ron recogidos en los textos de los cro-

73

SEÑORES DE LOS ANDESINCAS, LOS HIJOS DEL SOL

La corona imperial

La Mascapaicha era el emblema del po-der absoluto del Sapay Inca. En con-

traste con los suntuosos adornos y joyas desu vestimenta y del lujo de los ajuares pa-laciegos, el símbolo de la realeza era de unasobriedad y sencillez sorprendentes. Con-sistía en una simple flecadura de finísimoshilos de color carmesí que, sujetos por unospequeños canutillos de oro a una diade-ma formada por un cordón trenzado conhilos de la misma calidad, pero multico-lores, cubrían la frente de sien a sien.

Su fuerza y su prestigio se asentaban ensu simbolismo: su forma sobre la frente re-cordaba la de un hacha ensangrentada, gue-rrera y ceremonial. Su significado y su va-

lor se mantuvieron para las elites indíge-nas después de la conquista, al ser incor-porada como motivo heráldico a los escu-dos de armas concedidos por la Corona es-pañola a los descendientes de la noblezacuzqueña.

La magia de la “borla imperial” man-tuvo su fascinación en los antiguos súb-ditos del Tahuantinsuyu y figuraba comoelemento imprescindible en la indumen-taria de gala que lucían los nobles de as-cendencia inca en las grandes ceremoniasde los fastos virreinales, pero con una no-table modificación: la diadema de lanatrenzada se sustituyó por una de oro ex-quisitamente labrada.

Los descendientes de los Incas fueronennoblecidos por el emperador Carlos V.

Retrato sobre pergamino de Topa IngaYupanqui, de 1545.

Page 6: 48415033-Los-Incas.pdf

nistas españoles, la memoriade sus hechos, tamizada,idealizada y posiblementemodificada, se registraba apartir de un sistema mne-motécnico, el de los famososquipus, manejados conasombrosa precisión por fun-cionarios estatales, los quipu-camayocs, encargados de con-servar y transmitir la tradición oral.

La fuerza del mito como inter-pretación de la realidad estaba tanarraigada en la mentalidad de las cultu-ras que sometieron, que la versión de losvencedores fue no sólo conocida, sinoreconocida por los pueblos sojuzgados.

Todos los pueblos de los Andes re-cordaban que el grupo étnico inca al-canzó su preeminencia sobre ellos a par-tir de su asentamiento en el Cuzco, elcentro desde el cual organizaron un Es-tado poderoso. Pero, en las versiones di-ferentes de esos hechos, se advierte lainsistencia en poner de manifiesto su ori-gen foráneo y en que los incas no ocu-paron un espacio vacío, sino pobladopor gentes que los precedieron en lafundación de la ciudad sagrada, que an-tes se llamaba Acamama.

La tradición oral no permite estable-cer una cronología exacta de los hechos.Pero aún contando con la inseguridaden las fechas y en los hechos concretosde cada uno de sus soberanos, es posi-ble establecer el proceso de formacióny desarrollo del Tahuantinsuyu, que des-de un nivel embrionario de pequeño se-ñorío regional de carácter agrario llegóa constituir uno de los más poderososimperios del mundo. Un Estado basa-do en el principio de poder absoluto y

teñido de rasgos teocráticos–estaba gobernado por los hi-jos del Sol–, pero que no te-nía sólo este carácter.

La versión historiada delmito se refleja en relatos quenos ofrecen dos corrientesque algunos cronistas se es-

forzaron por unificar. Una deellas sitúa el origen del grupo in-

vasor en Pacaractambo, veinticin-co kilómetros al sur de Cuzco, en la

margen derecha del río Apurimac. Esel mito de los Ayar, que hace salir deuna cueva a un grupo de tres/cuatro pa-rejas de hermanos, uno de los cuales esManco Capac, con sus respectivas her-manas/esposas. De todos ellos, sólo es-te último consiguió llegar a la pequeñaciudad, de la que tomó posesión y en laque instauró con su hermana esposa ysus otros hermanos la dinastía de losUrincuzcos, denominación derivada desu asentamiento en la parte baja de laciudad, alrededor de un templo levan-tado en honor del padre Sol: el Cori-cancha o recinto de oro.

El cronista Garcilaso de la Vega, el in-ca mestizo, sin omitir esta versión, di-fundió en el texto de sus ComentariosReales de los Incas otra más hermosa ypoética de esa llegada legendaria de susantepasados maternos a la ciudad queconvertirían en capital del imperio.

En ella se narra cómo Manco Capac yMama-Ocllo, hermanos y esposos, crea-dos por el Sol en una isla del lago Titi-caca, fueron enviados por su padre enbusca una tierra donde asentarse, conel mandato de enseñar a los hombresque encontraran en su camino, sumidostodos en un estadio de barbarie primi-tiva, los principios de una gente civili-zada. El lugar propicio sería aquel enque lograran hundir en la tierra una ba-rra de oro que les entregó. Caminandohacia el Norte, y después de una es-tancia en Pacarectambo, llegaron al va-lle del Cuzco. Allí, Manco “procuró hin-car en tierra la barra de oro, la cual conmucha facilidad se les hundió al primergolpe que dieron con ella, que no lavieron más. Entonces dijo nuestro Incaa su hermana y mujer: En este vallemanda nuestro padre el Sol que pare-mos y hagamos nuestro asiento y mo-rada por cumplir su voluntad”.

La leyenda permite establecer que losincas se asentaron en este lugar en con-

74

Quipu UR 6, hallado en una tumbaprovincial, de hacia 1470-1532, que

probablemente se utilizaba como calendario.

Las dos dinastías de los Incas

Las crónicas del Perú mencionan dos dinastías de gobernantes Incas, la Urin y la Ha-nan. Se cree que la forma del gobierno del Estado fue la de una duarquía, en la queterminó imponiéndose el linaje de Hanan sobre el de Urin.

URIN HANAN

Gobernantes efectivos de UrinGobernantes efectivos de Hanan

Desplazados por los HananImpuestos por los Hanan

Sinchi Roca

Lloque Yupanqui

Mayta Capac

Cápac Yupanqui

Tarco Huaman I

Tarco Huaman II

Juan Tambo Mayta

Manco CapacFundador mítico

Inca Urco

Amaro Tupac

Yamque Yupanqui

Huayna Capac

Huascar

Yahuar Huacac

Viracocha Inca

Pachacuti IncaYupanqui

Tupac Inca I

Tupac Inca II

AtahualpaNo proclamado

Inca Roca

Page 7: 48415033-Los-Incas.pdf

vivencia con los grupos étnicos origina-rios del valle –Sañu, Ayarmaca y Alca-viza–, con los que establecieron pactosy alianzas hasta ver reconocido su lide-razgo, no antes del siglo XIV.

Con ayuda del SolVino después el sometimiento de los ve-cinos más próximos, el belicoso pueblode los Chancas, que dominaban la re-gión de Ayacucho, controlando a una se-rie de pequeños grupos tribales. Su vic-toria sobre ellos, que en el mito se de-be a la ayuda que el Sol brindó al granInca Pachacutec, abrió el camino a la ex-pansión imparable que culminó en lascampañas militares de Huayna Capac, elgran estratega que fue el penúltimo delos señores del Cuzco. Muerto hacia1530, Huayna Capac fue un personajehistórico también magnificado por la le-yenda popular.

En la verdadera historia de los Incas,desde su fundador mítico hasta el de-rrumbe de su imperio en 1532, puedeestablecerse que hubo dos líneas de go-bernantes –que los cronistas españolesmencionan como dinastías– que inte-graron en dos grandes linajes a la no-bleza cuzqueña, el grupo de elite incadominador de todos los pueblos de losAndes, y a los que se adscribieron sussoberanos, los Sapay Inca reinantes. Es-tos linajes fueron los Urincuzcos y losHanancuzcos, a cuyos descendientes lle-garon a conocer e identificar los con-quistadores españoles. Las informacio-nes que proporcionaron a la nueva ad-ministración colonial permitieron a los

españoles elaborar su plan de gobierno,al aprovechar en su beneficio las insti-tuciones con que los Incas gobernabancon eficacia a la numerosa población in-dígena bajo su control.

La organización familiar, social y eco-nómica pervivió en el seno de las co-munidades constituidas sobre la base delos antiguos ayllus, tras la desapariciónde los antiguos soberanos. Los elemen-tos fundamentales fueron hábilmenteaprovechados para instalar con mayorprovecho el régimen laboral que se im-puso a los súbditos del Tahuantinsuyu

convertidos en vasallos de la Corona deCastilla. Los datos recabados por losnuevos funcionarios facilitan la recons-trucción del modo de vida de las socie-dades mejor que las gestas de sus jefes.

Un mundo dualDurante todo el tiempo del virreinatoesos funcionarios conocieron bien las es-tructuras territoriales de los Andes Cen-trales, divididos en dos mitades, la Urino de abajo, y la Hanan, o de arriba, res-pondiendo a una concepción dual del

cosmos que presidía también las estruc-turas mentales, la organización social yel ejercicio del poder en todas las co-munidades. La tradición oral de los In-cas, que no se esforzaron por conservarla memoria de los pueblos que domina-ron, recogía los nombres de los seño-res étnicos de estos grupos, mencionán-dolos siempre como parejas de gober-nantes, tanto si se trata de los Chancasmíticos como de pueblos de comproba-da historicidad, y no es lógico pensarque en la organización de sus propias re-laciones como grupo, o en la organiza-

ción del Tahuantinsuyu, fueran ajenosa un principio panandino de tan arrai-gada tradición y larga persistencia. Co-bra sentido así la mención a las dos di-nastías Urin y Hanan que insistentementese citan en todas las fuentes escritas; pe-ro un riguroso análisis de todas ellas nospermite interpretar que no se sucedieronen el tiempo, sino que gobernaron con-juntamente compartiendo diferentes fun-ciones y competencias del poder políti-co del Cuzco como centro del Estado.

La usurpación de los Urin por los Ha-nan, a partir del tercero de sus respec-tivos gobernantes, y consagrada por elcuarto de los de Hanan, Pachacutec –elque abrió paso a la expansión territorialtras su triunfo sobre los Chancas que ha-bían llegado en sus incursiones a ponercerco a la ciudad del Cuzco–, generó du-ros enfrentamientos entre ambos linajes.Sus disensiones culminaron cuando, a lamuerte de Hayna Capac, uno de sus hi-jos, Huascar, intentó restablecer las fun-ciones de la dinastía Urin, frente a laspretensiones de su hermano Atau Huall-pa, que alentaba la ambición de ser elúnico señor del imperio. La devastado-ra guerra civil que asoló las tierras delviejo Tahuantinsuyu y diezmó las po-blaciones de muchos grupos étnicosallanó a Francisco Pizarro el camino pa-ra la conquista del Perú. ■

75

Atahualpa en presencia de Pizarro, en un grabado de América, de Teodoro de Bry. Losespañoles fueron a Perú soñando con repetir la gesta de Hernán Cortés en México.

La guerra civil entre Huáscar y suhermano Atau Huallpa, allanó a Pizarroel camino para la conquista del Perú

SEÑORES DE LOS ANDESINCAS, LOS HIJOS DEL SOL

Page 8: 48415033-Los-Incas.pdf

Una atenta observación de losmitos y rituales incaicos querecogieron los cronistas delos siglos XVI y XVII mues-

tra claramente la estrecha relación queexistió entre las diosas andinas y la agri-cultura y producción de alimentos, puesa diferencia de los dioses, siempre vin-culados a fenómenos naturales, como elrayo (Tunupa e Illapa) o los movimien-tos sísmicos (Pachacámac), las diosas an-dinas estuvieron asociadas con el origeny equilibrio de las subsistencias necesa-rias para la manutención humana. Éstees el caso de deidades como Pachama-ma, vinculada con la tierra; Mama Qui-lla, vinculada con la luna; Mama Cocha,relacionada con el mar; Urpay Huachac,que estuvo asociada a los peces, avesmarinas y pescadores, y Mama Raigua-na, a quien se le vinculó con el repartode plantas útiles a los hombres, así co-mo también es el caso de las conopas,objetos sagrados que personificaban alas plantas, como las llamadas Mamasdel maíz, papas, coca, etc. Sin embargo,aunque es clara esta suerte de definiciónde funciones, no debemos olvidar queel Sol, divinidad típicamente masculina,estaba también asociado con el éxitoagrícola, por lo que el vínculo de la di-vinidad con la agricultura no es una ex-clusividad femenina.

Paralelamente, en la tradición oral an-

dina, la mujer aparece relacionada conuna función similar a la que se atribu-ye a las diosas, pues tanto la siembra co-mo la transformación de los productosagrícolas en alimentos para el consumo,así como su transformación en produc-tos rituales, básicamente la preparaciónde chicha y zancu –una suerte de pande maíz– destinados al consumo en lasgrandes festividades cuzqueñas, fuerontareas típicamente femeninas. De estamanera, existe claramente un vínculoentre las funciones de la mujer incaicacon las que se atribuía a las diosas an-dinas, las mismas que validan simbóli-camente esta división de tareas.

Sin embargo, aun cuando es posiblepercibir esta distinción, en la vida coti-diana, hombres y mujeres podían inter-cambiar sus funciones, aunque en los ri-tuales, las funciones de hombres y mu-jeres quedaban claramente establecidas,ya que, por ejemplo, aun cuando exis-ten evidencias de las habilidades mas-culinas para el tejido, las prendas que seutilizaban en los rituales eran encargadasexclusivamente a las acllas, de la mis-ma forma que la preparación y repartodel resto de objetos y alimentos que erannecesarios para las celebraciones.

Resulta importante señalar que en lasociedad inca no existió ningún tipo deparadigma cultural que mostrara una cla-ra debilidad de las mujeres con respec-to de los varones, pues éstas realizabantodo tipo de tareas, incluso pesadas, quefueron destacadas siempre por los testi-gos españoles de la sociedad andina enel siglo XVI, que muchas veces obser-vaban sorprendidos las capacidades fí-sicas de la mujer andina.

Por otra parte, las notables alusionesa la pareja, tanto en el comportamientode las divinidades como en el desarro-llo de los ciclos míticos incaicos, mues-tran que en el mundo sagrado incaicoexistía una perfecta complementariedadentre lo masculino y lo femenino. Porello, en los textos que recogen la tra-dición andina prehispánica, se puedeobservar la existencia de parejas divi-nas, y se encuentra en la mayoría de loscasos una contraparte femenina para

76

FRANCISCO HERNÁNDEZ ASTETE

Pontificia Universidad Católica del Perú.

En el Tahuantinsuyu, la mujer estuvo asociada a la agricultura y a lapreparación de alimentos rituales, tareas de vital importancia en elequilibrio social. Pero también era fuente de poder político y, a veces,decisiva para la sucesión del inca, señala Francisco Hernández Astete

LA MUJERFuerte e influyente

Escena de recolección en Perú. A losespañoles les asombró la fuerza de la mujerindia. Ilustración de Huamán Poma de Ayala.

Page 9: 48415033-Los-Incas.pdf

cada divinidad con atributos masculi-nos, como en el caso de Inti (Sol) y Ma-ma Quilla (Luna), identificados comouna pareja celeste.

La pareja vitalLa complementariedad entre hombres ymujeres fue siempre importante en elTahuantinsuyu. Por eso, tanto en el uni-verso simbólico incaico como en la vi-da social y política, la pareja fue siem-pre un elemento vital. El matrimoniomarcaba el inicio de la vida adulta pa-ra la pareja andina y, por ende, el desus obligaciones para con el grupo ét-nico y con el Estado. En este sentido, lanovia, durante la celebración del matri-monio, era considerada un ser sagrado,ya que, una vez casada, cumplía las fun-ciones de reproducción y protección delos hijos, asegurando la estabilidad deparentesco del grupo al garantizar sucrecimiento y, por tanto, su riqueza.

Por otra parte, existió entre los incasun “matrimonio normal”, realizado paraconstituir una pareja medianamente es-table, procrear y compartir la residencia,y un “matrimonio ritual”, realizado úni-camente con el propósito de ampliar elsistema de parentesco y en el que los in-volucrados no constituían una pareja es-table ni se esperaba que compartieranel lugar de residencia. De este modo,por ejemplo, el inca y el curaca, o señorlocal, “intercambiaban” mujeres al tiem-po que establecían provechosas alian-zas entre sus pueblos. Ésta fue una delas maneras que tenía el inca para in-crementar su poder, pues cuando no fuepor guerra, fue a través de este inter-cambio como se fue delineando la su-premacía del Cuzco en los Andes.

Asimismo, las mujeres eran entrega-das por el inca como un don a los cu-racas, con el fin de actualizar las alian-zas existentes en una suerte de repar-to de las mismas, pues parte del pres-tigio de la autoridad andina se basabaen su posibilidad de entregar mujeres amanera de respaldo de las alianzas quecelebraba y, de hecho, fue la maneramás tangible de mantenerlas. De acuer-do con la información que nos propor-cionan las crónicas andinas, las mujeresque el inca entregaba a los jefes étnicoseran tomadas de los acllahuasis cuz-queños, a través de un sistema de re-clutamiento y reparto de mujeres des-tinado a cubrir esta práctica que, de al-

77

INCAS, LOS HIJOS DEL SOL

Retrato de Coya con paisaje. Este lienzo anónimo peruano del siglo XVIII refleja la visióncolonial sobre las antiguas consortes del inca, que le ayudaban a fijar su sistema de alianzas.

Page 10: 48415033-Los-Incas.pdf

guna forma, contribuía al equilibrio in-caico. A diferencia de lo que podría pen-sarse, las mujeres repartidas, así comolas intercambiadas, tuvieron una posi-ción social importante tanto en el Cuz-co como en los grupos étnicos, puesconstituían la garantía de las alianzasrealizadas y de algún modo reforzabanel poder de las autoridades.

De ese modo, el inca, el más impor-tante y poderoso señor andino en laépoca del Tahuantinsuyu, se casaba conuna mujer de cada grupo étnico, nor-malmente las hijas o hermanas de loscuracas, al tiempo que dejaba como es-posa del curaca a una mujer cuzqueña,quedando así establecidas las relacio-nes de parentesco entre ellos. Ésta fuela herramienta que reforzó el poder yla riqueza del inca, debido a que teneruna extensa parentela era garantía deriqueza y poder y fue precisamente elinca quien acumuló este tipo de ma-trimonios.

El poder de la mujerSi bien no es posible afirmar una pre-ponderancia femenina en el ejercicio delpoder incaico, es claro que existió unequilibrio entre el poder masculino y elfemenino. Existen evidencias que per-miten plantear la fuerte influencia fe-menina en el ejercicio del poder. Así, enel tema político, es visible la fuerte in-fluencia de la mujer en el proceso su-cesorio incaico, debido al tremendo im-pacto que tenían las madres y esposasde los candidatos a incas, al punto quepodían cambiar la posición de los can-

didatos. Para convertirse en inca, no so-lo era necesario pertenecer a la elite ymostrar habilidades para gobernar, sinoque era importante descender de unamadre poderosa y, sobre todo, conse-guir una esposa cuyo poder, a través desu familia, permitiera desplazar a losotros candidatos. Ésta es probablemen-te la razón por la que Iñaca Panaca, lafamilia de los descendientes de Pacha-cútec, era la principal proveedora de es-posas de incas en los años posterioresa su gobierno, no por la belleza de susmujeres, sino por la ventaja que daba alfuturo soberano la alianza matrimonialcon tan importante grupo, debido alprestigio del fundador. Asimismo, estambién clara la relación de las mujeres

con el ejercicio de la reciprocidad y laredistribución y con la ampliación delparentesco, es decir, con la celebraciónde los rituales que permiten el funcio-namiento del poder.

Las habilidades de la coyaLa presencia del ámbito femenino den-tro del ejercicio del poder se dio siem-pre en pareja con las actividades rela-cionadas con lo masculino, ya que am-bos actuaban como elementos opuestosa la vez que complementarios entre sí.

Así, la coya, la mujer principal del in-ca, se elegía por su habilidad en el ejer-cicio de la redistribución, visiblementeexpresada en la organización de la pro-ducción y reparto de objetos valiosos enlos rituales y en la celebración de ban-quetes con miras a mantener el equili-brio social en el Tahuantinsuyu, puesuna parte importante del equilibrio in-caico estaba asociada con el sosteni-miento de las alianzas con los grupos ét-nicos, dado que éstas garantizaban tan-to mano de obra para el Cuzco comoejércitos para mantener y ampliar la do-minación cuzqueña.

La coya, tradicionalmente entendidacomo una reina europea, era conside-rada, como el inca, un ser sagrado y asícomo el inca era vinculado con el sol, lacoya estaba asociada con la luna y, dela misma manera que en el Coricancha,el templo cuzqueño destinado al sol, seguardaban las momias de los incas, enun recinto del mismo edificio dedicadoa la Luna, estaban guardados los cuer-pos de las coyas.

En ese sentido, el inca y la coya ac-tuaban como seres opuestos y comple-mentarios entre sí y constituían la pa-reja primordial del Tahuantinsuyu, si-tuación que se entiende desde el mis-mo hecho de que el inca no podría sersoltero y que se casaba con la coya elmismo día en que se convertía en el go-bernante incaico. Además, de la mis-ma manera que existía un ejercicio dualen el poder incaico a través del gobier-no de dos incas cada vez, uno de Ha-nan Cuzco y otro de Urin Cuzco, exis-ten evidencias razonables para pensaren que la idea de dualidad funcionabatambién para las coyas, por lo que exis-tían simultáneamente dos de ellas (ha-nan y urin) en el Tahuantinsuyu, en tan-to eran las esposas del inca Hanan y elinca Urin, respectivamente. ■

78

Las acllas

Las acllas, denominadas también mama-conas, eran las mujeres reclutadas por

el Estado, cuyas funciones estaban relacio-nadas con los rituales y ofrendas a favor delos principales dioses. Se sabe que las acllasestuvieron separadas de sus grupos de pa-rentesco y que vivían juntas en los acllahuasi,donde fabricaban, por ejemplo, los tejidosde cumbi y preparaban chicha y pan de maíz,productos relacionados con los rituales, prin-cipalmente solares, aunque muchas veces elinca repartía estos valiosos tejidos entre loscuracas cuando celebraba algún tipo de alian-za o cuando reclutaba mano de obra a travésde las mitas. La función exacta de las acllas

dentro de la organización social o políticaincaica se desconoce, ya que muchas vecesun mismo cronista afirma, por un lado, quelas acllas eran mujeres que pertenecían al in-ca y que éste disponía libremente de ellaspara entregárselas a los curacas; paralela-mente, se afirma que eran una suerte de vír-genes del sol destinadas exclusivamente alculto solar. Obviamente, estas imágenes es-tán asociadas con las distintas experienciaseuropeas sobre grupos de mujeres debido aque las entendieron simultáneamente comolas vestales romanas, las monjas cristianasy las mujeres que vivían en los serallos mu-sulmanes.

Toilette de la oncena coya, según HuamánPoma de Ayala. La esposa del inca erasagrada y estaba vinculada con la luna.

Page 11: 48415033-Los-Incas.pdf

La recuperación de ritos y creen-cias de los pueblos nativos ame-ricanos comienza prácticamentea la vez que los relatos de ba-

tallas y conquistas que tanto militares co-mo religiosos enviaban a la metrópoli yadesde la primera mitad del siglo XVI.

La amplitud y diversidad del territo-rio andino, con más de 8.500 kilómetrosde cordillera flanqueada por el Pacífico

y la cuenca amazónica, enseguida pusode manifiesto la variedad y diversidad deeste nuevo continente, donde el mun-do de las creencias estaba íntimamenteligado a la naturaleza y así el Sol (Inti),junto con la luna, el rayo o las pléyades,aparecen deificados y convertidos en lasgrandes presencias celestes, protagonis-tas de mitos y leyendas. La tierra fértil, laPachamama, el mar, o las montañas –losApus y Achachilas del mundo andino–,aparecen dando estabilidad al mundopresente, al mundo del hombre.

En todo este entramado de equilibriossobrenaturales, el hombre representó unpapel fundamental y así los ayllus o cla-nes andinos, se organizaron como célu-las sociales de ayuda mutua, caracteri-zadas por el principio de reciprocidad.Pero la vida en los Andes no era fácil yesa cohesión de los grupos, esa “ayudamutua en vida”, quizás fue la causa deque no se olvidara a los hombres des-pués de la muerte. La creencia, en el másallá, en un mundo donde los muertos lle-vaban una existencia muy semejante a la

79

ALICIA ALONSO SAGASETA es profesora titular de Historia de América, UCM.

INCAS, LOS HIJOS DEL SOL

MOMIASEquipaje para la eternidad

La momia inca “Juanita”, también llamada la Dama de Ampato, expuesta en el Museo de la Nación de Lima.

Al igual que los egipcios, los habitantes de los desiertos andinosdescubrieron, gracias al clima, cómo conservar a sus muertos. ALICIA

ALONSO describe los elaborados rituales funerarios de los incas y explicalos cuidados diarios que recibían las momias de los emperadores

Page 12: 48415033-Los-Incas.pdf

80

de los vivos, es una de las ideas másconsolidadas en el mundo andino.

Algunos de los últimos hallazgos ar-queológicos, como los de la Laguna delCóndor (Chachapoyas), los Señores deSipán y de Sicán (costa norte del Perú)y el cementerio de Puruchuco (Lima),confirman las diferencias entre los dis-tintos sistemas de enterramientos que,en muchos casos, y dada la compleji-dad del ritual, llevan a pensar en prác-ticas llevadas a cabo por especialistas.

Algarabía de vivos y muertosA la llegada de los conquistadores alCuzco, las crónicas de la época cuentancómo la algarabía entre vivos y muertosera tal en plaza y calles, que no se di-ferenciaba a los unos de los otros, con-

firmándonos de este modo que la vi-gencia del culto a los antepasados, quese remontaba a períodos muy remotos,estaba todavía plenamente en vigor du-rante el gobierno de los últimos incas.

¿Cuándo surgen estos rituales de en-terramiento? Los primeros grupos ca-zadores, alrededor de 10.000 a.C., setrasladaban de un lugar a otro por elaltiplano o la costa como bandas traslos rebaños de llamas, alpacas o ve-nados, y los restos humanos encontra-dos se correspondían con el abandonode los cuerpos allí donde morían odonde eran arrastrados por las alima-ñas. Sin embargo, a partir de 4.000 a.C.,los cuerpos presentan alguna manipu-lación, al ser flexionados o recostadosantes del rigor mortis, lo que lleva a

pensar en una clara intencionalidad fu-neraria. A su muerte, el hombre andi-no ya no es abandonado.

Hacia 2000 a.C., la organización delos grupos cazadores camina hacia la se-dentarización, lo que implicó la cons-trucción de poblados donde los entie-rros se efectuaban en el suelo de las vi-viendas. Buen ejemplo de ello podríaser Huaca Prieta, en la costa norte dePerú, una aldea de pescadores dondese depositaban los cuerpos en peque-ñas oquedades o agujeros en el interiorde las casas.

Sin embargo, uno de los descubri-mientos más importantes para el estudiodel rito funerario lo constituyen los en-tierros de la cultura Paracas. Localizadaen la costa sur del Perú entre 2500 a.C.y 500 d.C., hemos podido conocer suscostumbres gracias a su peculiar formade enterramiento. La vida en el desierto,aprovechando los oasis y ríos que des-cienden desde las altas cumbres hasta elocéano, afectó a los ritos funerarios, yaque el entorno proporcionaba un siste-ma de deshidratación o momificación na-tural de los cuerpos que, una vez pro-tegidos y tratados adecuadamente, po-dían resistir el paso de los siglos.

Los paraqueños enterraban colectiva-mente a los suyos. Hombres, mujeresy niños eran flexionados hasta lograruna posición fetal, en que la cabeza lle-gaba a tocar las rodillas. En esta pos-tura, el individuo era colocado sobreuna pequeña cestilla y envuelto en dis-tintas piezas de tela, según su categoríasocial, consiguiendo poco a poco unaforma de “higo o fardo funerario”, quese ataba en el exterior para consolidarel envoltorio.

Las piezas de tejido podían variar sucalidad; algunas eran de algodón natu-ral y confección simple a modo de re-des y lienzos; otras de piel de camélido,y las terceras y más refinadas, las de losinmejorables mantos de algodón de laselites paracas. Teñidos de mil colores,confeccionados con las técnicas más so-fisticadas de telar y cargados de innu-merables motivos decorativos, como pá-jaros, guerreros, dioses, han supuestopara la historia del Arte uno de los me-jores documentos para el conocimien-to de esta cultura. Por si fuera poco, laintroducción de distintos objetos dentroy fuera del fardo, tanto de uso perso-nal –collares, pulseras, cajas de costura–

Fardo funerario de la región de Nazca, revestido de una túnica y dotado de una “falsa cabeza”,perteneciente a la cultura huari (Lima, Museo de Arte).

Page 13: 48415033-Los-Incas.pdf

como ofrendas de comida, cerámicas,conchas de spondylus princeps, instru-mentos de música, etcétera, dan idea cla-ra de la complejidad del ritual.

A pesar de que la colocación de losfardos se hacía en una gran fosa o es-pacio funerario común, el estatus socialde los individuos quedaba diferencia-do tanto por el número y calidad de lascapas de tejido del envoltorio, como porlas piezas de ajuar y ofrendas que leacompañaban. Los metales, general-mente aleaciones de oro y cobre, quecomponían sugestivas diademas, nari-gueras y adornos personales, indiscuti-blemente asociadas a las clases más al-tas de la sociedad.

Los cuerpos deshidratados permane-cieron en el interior, protegidos por lasnumerosas capas de algodón que los ais-laban y las condiciones idóneas quebrindaba la arena del desierto. Así seconvirtieron poco a poco en las cono-cidas momias peruanas.

Fardos personalizadosLos descendientes de la cultura de pa-racas, los nazca, entre 500 a.C. y 500d.C., proporcionaron a los fardos y a las

momias una identidad definida, lo queen la actualidad entenderíamos comouna “personalización”, conseguida porla introducción de las “máscaras fune-rarias”, que ya no dejaron de utilizarsehasta la época incaica.

La máscara se colocaba en la parte su-perior del fardo funerario, en lo que co-nocemos como “cabezas falsas”, rellenasde algodón, ya que no coincidían en ab-soluto con la del individuo introducido

en el fardo que se encontraba en su in-terior. Confeccionadas en todo tipo demateriales, madera, metal y tejido, la ma-yoría de ellas representa facciones hu-manas, aunque nunca reprodujeron elrostro del hombre al que pertenecían.

Los fardos fueron también para estaépoca ataviados o vestidos con prendascorrespondientes a ambos sexos, quejunto a sus máscaras y cabezas falsas lesdaban un nuevo aspecto exterior a mo-do de figura humana. Pero la disocia-

ción entre el contenido del fardo y sunueva apariencia fue tanta que, en nu-merosas ocasiones, los ropajes exterio-res de hombre o mujer no coincidíancon el sexo del cuerpo momificado ensu interior.

La costumbre de ataviar a los fardosse extiende hasta la época incaica ycuando los documentos de la época noshablaban de momias, no se se referíansólo a los cuerpos, sino también a los

vestidos, engalanados con sus adornos.Así, algunas de las momias pasaron a

ser objeto de adoración, huaca, a las quese les pedía consejo, se paseaban por loscampos para propiciar las buenas cose-chas o se les solicitaba protección.

No todas tuvieron este estatus, ya queno todos los habitantes de los Andes po-dían ser momificados de igual modo. Lamomificación como tal fue uno de losprivilegios de elite de que gozaronlos señores étnicos y, dependiendo de

81

MOMIAS, EQUIPAJE PARA LA ETERNIDADINCAS, LOS HIJOS DEL SOL

El arqueólogo peruano Guillermo Cock, entre un grupo de momias de la recién descubierta necrópolis de Puruchuco-Huaquerones.

Los nazca añadían al fardo funerario una“falsa cabeza” rellena de algodón, sinrelación con la momia en el interior

Page 14: 48415033-Los-Incas.pdf

su comportamiento en vida, el prestigiode su momia alcanzaba mayor o menorimportancia y se prolongaba la duracióny pomposidad de sus funerales.

La muerte y el más allá no parecen te-ner en los Andes el mismo sentido dra-mático que en otras culturas y, si bientodo el ritual funerario está cargado desentimientos de pena, luto y recordato-rio del muerto, la idea de premio o cas-tigo para las almas parece proceder dela evangelización católica. Las almas noesperan un juicio final que determine sulugar en el otro mundo, sino que puedenvagar de un lugar a otro libremente. El

Arte de distintas culturas andinas, comomoche, wari y chimú, representa esce-nas de ultratumba en las que la mayoríade las veces, los esqueletos bailan, ta-ñen instrumentos, ríen y se divierten taly como lo hacían en vida. Lo que sípreocupaba era la idea de una buenamuerte, recogida por los cronistas y porla tradición oral actual.

Cuando la muerte era por accidente,por un rayo, de parto, ahogamiento, et-cétera, el alma vagaba por la tierra mo-lestando a los vivos, lo mismo que su-cedía cuando sentía frío o hambre pordescuido de sus parientes. Para reme-

diarlo, había que suministrarle ropa y ali-mento, a fin de evitar que se transfor-mara en un ánima en pena o un espec-tro molesto, causando daños, enferme-dades e incluso la muerte. Los mitos ac-tuales todavía recogen recuerdos ances-trales sobre la fragilidad del ánima, y có-mo puede ser robada por los seres quehabitan en el fondo de los lagos y las la-gunas cercanas, donde se alimentan deellas. De igual modo, los niños puedenperder parcialmente el ánima con el maldel susto, para lo que son necesarias lapresencia y ayuda de un curandero.

Volviendo a los hallazgos arqueoló-gicos, entre los últimos acontecimientosrelacionados con el mundo funerarioque más han llamado la atención estosúltimos años, encontramos los localiza-dos en la costa norte peruana, junto a laciudad de Trujillo, donde el descubri-miento de algunas tumbas, sin saquear,de los señoríos mochica permite re-construir los magníficos funerales contodo tipo de detalles.

Muertos muy acomodadosLugares como Sipán, Sicán, Pacatnamu,El Brujo y San José del Moro nos vandesvelando desde 600 d.C. la compleji-dad de esta cultura, sus desarrollos re-gionales y la increíble forma de preparara sus líderes para el más allá. En grandescámaras sepulcrales se introducía un granataúd, con el cuerpo extendido del granseñor, junto al que se disponían sus em-blemas de poder: armas, pectorales, to-cados, cetros, collares y orejeras. No fal-taban su máscara funeraria y un gran nú-mero de objetos de gran belleza, reali-zados en su mayoría en aleaciones deoro y plata con cobre, que confirman alos moche como los grandes guerrerosdel norte peruano; junto al ataúd prin-cipal, encontramos la presencia de dis-tintos cuerpos colocados ritualmente deforma ordenada, que posiblemente per-tenecían a criados, hombres y mujeresque, en la mayoría de los casos, fueronsacrificados para continuar sirviéndoledespués de la muerte.

Este rito de cosepultamiento, conoci-do como “necropompa”, donde la muer-te del gobernante condiciona la de al-gunos de sus servidores, aparece única-mente vinculado a los grandes señores,pero no al resto de los habitantes de lazona. En el caso del Señor de Sipán, lla-ma extrañamente la atención el acom-

82

Un arqueólogo mostrando el rostro de una de las momias incas pertenecientes al grupo que fuerecuperado en Puruchuco, Lima, en 2002 (Cordon Press).

Page 15: 48415033-Los-Incas.pdf

pañamiento de un perro junto al ataúddel noble, con el mismo trato que si deun servidor se tratase. ¿Podría tener re-lación este hecho con los comentariosdel padre Arriaga para la época de laconquista, cuando refiere que los muer-tos tenían que atravesar un puente acom-pañados por perros negros, criados pa-ra ese fin? Posiblemente, se tratara de esamisma costumbre retomada en tiemposincas de los pueblos de la costa, y su pre-sencia fue asociada con la hechicería, porlo que muchos de ellos se exterminaronen el proceso de “extirpación de idola-trías” en tierras peruanas.

Sangrientos rituales fúnebres En el siglo XIV, los incas aparecen yacomo la gran fuerza que dominó losAndes desde Ecuador hasta Chile, Bo-livia y el noroeste argentino. La figuradel inca era irrepetible en la historia delos territorios andinos, su persona go-zaba de los privilegios no sólo de serel gobernante, sino, además, un ser di-vino, por lo que el respeto y la adora-ción a su persona iban unidas de for-ma indisoluble. Sus rituales funerarios,que conocemos por las crónicas, eranfabulosos.

La muerte del inca constituía una con-moción general no sólo para el gobier-no sino para todos los habitantes delTahuantinsuyu: su dios había muerto. Lasmuestras de dolor y luto se hacían pa-tentes en todos los lugares. Las gentes searrancaban y cortaban los cabellos y lascejas, se cortaban las mejillas hasta ha-cerlas sangrar, flagelaban sus cuerpos pa-ra hacer brotar la sangre, de gran signi-ficado simbólico, y dejaban sus orejas li-

bres de sus adornos (orejeras), por loque los lóbulos les caían hasta los hom-bros. Los gritos y lloros eran generales yse expresaban abiertamente. A conti-nuación, se realizaban plegarias, ofren-das y sacrificios en todos los oráculos yhuacas (lugares sagrados) del imperio.Si todas estas muestras de tristeza se ha-cían cada vez que moría un inca, su du-ración y el número de sacrificios y ofren-das dependían directamente del com-portamiento que hubiera tenido en vida.

Las crónicas diferencian perfectamentelos actos dedicados a cada uno de elloscon sus diferentes tratamientos. La lunamarcaba las fases del ritual que se pro-longaba por meses y aun por años.

Respecto a los ritos de “necropompa”,las víctimas podían remontarse a un grannúmero, ya que la autoinmolación esta-ba permitida de forma espontánea al co-

nocerse la muerte del inca. Algunas va-sijas de cerámica moche representan es-te tipo de sacrificio.

Los acompañantes incluidos en la tum-ba eran también un número muy eleva-do, sabiendo que se les embriagaba yasfixiaba con polvos de coca. Sin em-bargo, la coya, la mujer del inca, queperpetuaba su dinastía, no era introdu-cida en este séquito de ultratumba, yaque ella misma, a su muerte, recibía ho-nores y ofrendas muy semejantes a las

de su marido. No así las mujeres secun-darias, que sí podían formar parte de losacompañantes.

Según las informaciones de Polo deOndegardo, cuando los españoles en-contraron las momias de los antiguos in-cas descubrieron que su aspecto no po-día ser más radiante. Los cuidados a losque estas momias estaban sujetas erandignos del propio inca en vida y todossus parientes se encargaban de que asífuese para siempre. La momias eran la-vadas, peinadas y vestidas todos los dí-as del año, se les aplicaban betunes quelas hidrataban y conservaban, y la co-mida y la bebida (chicha), nunca les fal-taban.

Las momias de los incas y de las co-yas fueron el centro de referencia desus respectivos grupos de parentesco;se les consultaba y se les pedía conse-jo para las decisiones de gobierno y,desde sus capillas en el Templo del Sol(del Cuzco Coricancha), siguieron con-trolando, como si del propio inca se tra-tase, los destinos de las gentes delTahuantinsuyu. ■

83

Cortejo fúnebre de la cultura chimú, en madera, madreperla y textiles, que muestra a unosporteadores cargando con el fardo funerario que contiene la momia (hacia 900-1470).

A la muerte del inca, las gentes searrancaban el cabello y las cejas, serasgaban las mejillas y se autoflagelaban

MOMIAS, EQUIPAJE PARA LA ETERNIDADINCAS, LOS HIJOS DEL SOL

Page 16: 48415033-Los-Incas.pdf

Quién no ha oído hablardel rescate del inca Ata-hualpa a cambio de unahabitación llena de objetos

de oro y plata? ¿Quién no ha visto unafoto o un documental sobre Machu Pic-chu, la imponente “ciudad perdida” delos incas? Pero las manifestaciones ar-tísticas de los antiguos peruanos no seagotaron con la construcción de in-mensos muros de piedras perfectamen-te talladas, entre cuyas junturas no po-día entrar “ni el filo de un cuchillo”, nicon joyas maravillosas, enterradas enmagníficas tumbas. También fueron ca-paces de realizar los más finos y ricostejidos de toda la América antigua, demodelar las cerámicas de formas y de-coraciones más variadas, sin ayuda detorno y sin conocer los hornos cerrados,y de construir gigantescas ciudades ymagníficos templos usando como únicomaterial el barro.

Perú es sorprendente por las fechastempranas en las que se manifiestan al-gunos de sus logros culturales. Uno delos más llamativos es la aparición de laarquitectura que, en forma de templosy ciudades planificadas, se produce yaen torno a 2500 a.C. Ese sorprendentedesarrollo arquitectónico revela la exis-tencia de una sociedad centralizada y

jerarquizada, capaz de organizar la fuer-za de trabajo necesaria para realizaresas obras públicas. Algunos arqueólo-gos hablan de jefaturas; otros, señalanincluso la existencia de Estados teo-cráticos. Es indudable que, en el anti-guo Perú, la religión aparece como elfactor aglutinante de la sociedad, yaque el poder de los dioses se encon-traba unido al poder político y se ma-nifestaba en templos monumentales y

tumbas imponentes, en las que losdirigentes deificados se hacían en-terrar acompañados de un fas-tuoso ajuar. En él, los tejidos, lacerámica y las joyas tenían una

importancia de primer orden.En Perú, a diferencia de Mesoa-

mérica, no existió la escritura y el Ar-te se convirtió en vehículo de ex-presión y difusión de un muestrariode seres sobrenaturales que no sólo

se hacen presentes en forma de escul-tura y pintura mural asociada a la ar-quitectura, sino que, completando elprograma iconográfico, utilizan otros so-portes para expresarse, completarse ydifundirse.

Monumentos a los diosesLas primeras construcciones de carác-ter monumental se encuentran en lacosta y parecen ser templos. En la sie-rra norte, en pleno período formativo,lugares como Chavín de Huantar apa-recen como ejemplo de centro de pe-regrinación y de culto. Los llamadosTemplos Viejo y Nuevo de El Castillo,organizados en galerías que se entre-cruzan a diferentes niveles, encierranrepresentaciones de seres sobrenatura-les imponentes, en los que se entre-mezclan rasgos de felinos, serpientes,halcones, caimanes y otras criaturas ani-males y vegetales diversas. Esos seresse grabaron sobre monolitos en forma

84

EMMA SÁNCHEZ MONTAÑÉS, profesora titularde América, UCM.

Del asombroso urbanismo ciclópeo a la exquisita orfebrería queacompañaba a los nobles a la tumba, el Arte del antiguo Perú produjoformas sorprendentes. Emma Sánchez Montañés explica las técnicas, la estética y la exuberancia que deslumbraron a los conquistadores

Un mundobañado en ORO

Quero de madera con forma de cabeza dejaguar con las fauces abiertas. Cultura incacolonial, hacia 1680-1720.

Page 17: 48415033-Los-Incas.pdf

de lanzón o estela, alrededor de co-lumnas o sobre dinteles, componiendoun estilo muy característico, fuerte-mente convencionalizado y rígida-mente estructurado.

Si descendemos de nuevo a la costa,descubriremos que, a lo largo de los si-glos, el material básico arquitectónicofue el barro, en forma de ladrillos deadobe de configuración diversa, de ta-pial levantado mediante encofrado o deuna especie de mampostería de piedrasy barro. De mampostería recubierta debarro es la imponente Huaca de Gara-gay, en la costa central; de adobe, lasimponentes construcciones de la costanorte, de las que sólo perviven gigan-tescas moles medio desmoronadas, co-mo la Huaca del Sol, y también los con-juntos urbanísticos de la costa central,como Cajamarquilla o Pachacamac. Pe-ro el apogeo de la arquitectura del ado-be podría ser Chan Chan, la capital delreino del Gran Chimú en la costa nor-te. Sus enormes muros de tapial llegana tener hasta nueve metros de altura ytres de espesor y se encuentran deco-rados con gigantescos frisos de motivosgeométricos o animales esquemáticos.

Perfecta geometríaPero la culminación de la perfecta geo-metrización del espacio la representa laarquitectura de los incas. La perfecciónde la talla de las piedras de los templosy palacios de Cuzco, las gigantescas ro-cas talladas en aparejo poligonal de lastitánicas murallas de Sacsahuamán, olas ciudadelas de Machu Picchu o deOllantaytambo revelan la existencia deun poder absoluto.

Los textiles tuvieron en Perú unaenorme importancia, ya que las telas te-nían una función social de gran impor-tancia. Se regalaban a los altos digna-tarios, eran uno de los elementos másdestacados en las ofrendas funerariase incluso se quemaban como sacrificiopara los dioses.

Las materias primas fundamentalesfueron el algodón y la lana de los ca-mélidos andinos. Para los vestidos dela nobleza se usaba la lana de la vicu-ña, de color trigueño y difícil de ob-tener, por tratarse de un animal silves-tre. Las fibras, después de su hiladomanual en un sencillo huso en formade una varilla fina y un tope de ma-dera, podían teñirse con productos

85

INCAS, LOS HIJOS DEL SOL

Cuchillo sacrificialchimú, con la efigiedel dios Naym-Lap(siglos XIV-XV, Lima,Museo del Oro).

Page 18: 48415033-Los-Incas.pdf

obtenidos tanto de plantas como de in-sectos y moluscos.

Lo más sorprendente es la elaboraciónde mantos gigantescos, muchos rica-mente decorados, con la única finalidadde envolver los cadáveres y acompa-ñarlos en su última morada. Y son esos

tejidos funerarios los que, desde los pri-meros tiempos de su aparición, se de-coran con sorprendentes seres que ha-cen sin duda referencia al mundo míti-co de los antiguos peruanos.

Ese universo fascinante alcanza su má-xima expresión en los tejidos de la costa

sur. Los espectaculares mantos Paracas-Nazca se decoran profusamente con di-seños de impresionante policromía.Unos son de aparente carácter natura-lista, en forma de plantas, animales,figuras humanas o cabezas cortadas,pero destacan sobre todo los diseños

86

Telares y tejidos

Elemento esencial del tejido es el te-lar de cintura, todavía en uso entre

las comunidades indígenas andinas. Lasprimeras evidencias de un tejido tren-zado en fibras vegetales se remontan a5780 a.C., pero el uso del verdadero te-lar se confirma hacia 2000 a.C. Está com-puesto por dos palos de longitud varia-ble, dispuestos en paralelo y a los quese ata un cordón que sujeta los hilos dela urdimbre. Uno de los palos se ata conuna cuerda a un lugar fijo y el otro se su-jeta con una correa a la cintura de la te-jedora. El lizo, una vara de seccióncircular, levanta alternativamente los hi-los de la urdimbre y permite que los hilosde la trama pasen por encima y por de-bajo de los mismos.

Entre la variedad de técnicas utilizadaspor las tejedoras peruanas, aparece en pri-mer lugar, la “tela”, o tejido en el que loshilos de la urdimbre y de la trama se cru-zan de forma alternativa y regular en to-da su longitud. En el “tapiz”, tramas di-ferentes se elaboran en espacios limitadospara componer figuras diversas. Se rea-liza así una decoración de carácter linealy geométrico. Existen además muchas va-riantes del tapiz, según la manera en quelas distintas tramas se unen o no entre sí.Para los tejidos compuestos o dobles, seutilizan dos o más grupos de tramas o deurdimbres, obteniendo la misma decora-ción por ambas caras, pero con los colo-res invertidos. Los motivos decorativospodían también bordarse una vez termi-nada la tela, lo que permite una gran li-bertad de tratamiento y la combinaciónde múltiples colores.

El tejido servía para realizar vestidos:el uncu, o túnica corta y una especie decapita, la llacolla, para los hombres; pa-ra las mujeres, el acsu o túnica larga yla lliclla o capa. La forma del vestido erasimilar para el pueblo llano y para la no-bleza; variaban la calidad de la materiaprima y la decoración.Uncu (especie de camisa) de lana de camélido y algodón, tejido entre 1440 y 1532. El vestido

era similar para la nobleza y el pueblo llano, sólo variaba la calidad del tejido (col. particular).

Page 19: 48415033-Los-Incas.pdf

fantásticos, generalmente producto deuna transformación de animales y sereshumanos o de la hibridación de ambos.

Cerámica hecha a manoRepresentaciones del mismo carácteraparecen también sobre otras manifes-taciones artísticas, siendo tal vez la másdestacada de ellas la cerámica, que apa-rece en Perú en torno a 1800 a.C. y re-presenta una de las cumbres del Arteprehispánico americano. Los ceramistasperuanos, como los del resto de Amé-rica, no conocieron el torno, por lo quemodelaron su cerámica a mano, direc-tamente o por medio del adujado o su-perposición de rollos de arcilla, y desdeel Intermedio Temprano se generalizóen algunas culturas, sobre todo en elnorte, el uso del molde.

La más característica forma peruanaes la botella, con multitud de varian-tes, entre las que destaca la botella glo-bular con gollete estribo, de cuerpo máso menos esférico y caño curvo, con unaproyección central vertical. Otra botellatípica peruana es la de forma globularcon dos picos y asa puente, y se en-cuentran también otras formas corrien-tes en el ámbito andino, como la bote-lla con caño vertical y un asa o las bo-

tellas dobles, que suelen tener incor-porado un silbato.

La decoración de la cerámica sigue enPerú dos caminos diferentes, pero quea veces se encuentran en la misma cul-tura e incluso en las mismas vasijas. Porun lado, existe una tradición pictóricaque en muchos casos se apunta a la vi-brante policromía que hemos visto enlos tejidos. La cerámica nazca representaprobablemente el triunfo de esa deco-ración pictórica, fundamentalmente decarácter simbólico, en la que los seresfantásticos que hemos visto en los teji-dos reciben nombres como el del sermítico antropomorfo, el boto (orca) mí-

tico, el gato moteado, el pájaro horrible,la criatura serpentiforme o la harpía. Losnazca utilizaron la cerámica –y los tex-tiles– como soporte de transmisión desus sistema de creencias, de sus seressobrenaturales relacionados con lasimponentes fuerzas de la naturaleza ycon la agricultura y la fertilidad, creen-cias asociadas también con el poder

ostentado por sus dirigentes y con lossacrificios. Tema común en el estilo naz-ca fue la cabeza humana; en muchos ca-sos, claramente un trofeo.

En el antiguo Perú se encuentra tam-bién una tradición de cerámica escultó-rica, en la que el cuerpo de la botella setransforma en una figura, humana, ani-mal o vegetal o en parte de la misma, oen la que ese mismo cuerpo de bote-lla se aplana y se convierte en unaespecie de escenario sobre el cual unasfigurillas modeladas representan unaescena.

La cerámica escultórica, combinadaen muchos casos con pintura que com-

pleta o subraya determinados elemen-tos de la figura representada, se en-cuentra en todas las épocas y lugares dePerú, aunque es más característica de lasculturas septentrionales. Y entre todasellas la más conocida es la moche, aun-que su mensaje iconográfico se com-pleta también con cerámica pintada, decolor muy sobrio, generalmente rojizo,

87

UN MUNDO BAÑADO EN OROINCAS, LOS HIJOS DEL SOL

Los incas almacenaban los recursosalimenticios en depósitos como éste, de Ollantaytambo, una buena muestra de la solidez de sus estructurasarquitectónicas.

Los ceramistas peruanos, como los delresto de América, no conocían el torno,por lo que modelaban el barro a mano

Page 20: 48415033-Los-Incas.pdf

que dibuja toda una serie de escenasplenas de movimiento y de estilo apa-rentemente realista.

Son escenas que nos aparecen aisla-das y fáciles de reconocer, una cacería,un combate, un encuentro amoroso,

pero que deben interpretarse como par-te de otras más complejas, cuyas ac-ciones pueden situarse en un mundosobrenatural o real y cuyos actores, se-res míticos o dirigentes poderosos, queaparecen en escenas diferentes rela-

cionadas con el ciclo ceremonial y elagrícola, fundiéndose una vez más enel mensaje iconográfico el poder de losdioses y el de los reyes.

Muy características son también las ce-rámicas monocromas, generalmente gris-negro o negro pulido, cuya decoraciónse realiza por medio de incisión o mo-delado. Se encuentran desde épocastempranas, donde destacan las podero-sas botellas chavín y cupisnique con suiconografía draconiana, y llegan hastalos tiempos tardíos, cuyas vasijas sicány chimú representan la culminación deesa tendencia formal, sobria y de enor-me elegancia.

La mayor parte del contexto del artecerámico es funerario. Se hicieron in-gentes cantidades de magníficas vasijaspara acompañar a los difuntos a su úl-tima morada, aunque existe también to-da una importante serie de cerámica ca-racterísticamente ceremonial. De esta úl-tima función tenemos evidencias en lostiempos incaicos, con el uso de aríba-los y pajchas para libaciones, y pucuspara ofrendas de hojas de coca.

Pero en algunas épocas la cerámica sevio relegada a ofrenda de menor im-portancia, reemplazada por otra mani-festación artística como distintivo de po-der de los muertos, pero también y ob-viamente de los vivos: la orfebrería.

Cuna de la orfebreríaLa orfebrería, el trabajo de los metalespreciosos, es el Arte de aparición mástardía, siendo precisamente Perú la cu-na de esa técnica y arte. Las evidenciasmás tempranas del trabajo de metales,

88

Los tesoros de Perú, en dos exposiciones

El Museo Nacional de Arte de Catalu-ña (MNAC, Palau Nacional, Montjuïc,

Barcelona) mostrará de 24 de mayo al 31 dejunio una ambiciosa exposición sobre las cul-turas de Perú, que constará de más de 300piezas. Es la primera vez que un número tanelevado de obras de gran excepcionalidad sa-le simultáneamente del país andino.

El hilo conductor de la exposición, titu-lada Perú indígena y virreinal, es la evoluciónhistórica de las formas artísticas peruanasdesde el 1500 a.C. hasta la Ilustración enLima, en el siglo XVIII.

La primera parte de la muestra se dedi-

ca a las culturas prehispánicas, divididas encuatro grandes bloques: La época de Chavín(1500-500 a.C.), que incluye las culturaschavín, cupisnique y Virú; Las artes clási-cas (500 a.C.-500 d.C.), que comprende lasculturas Mochica, Nazca, Paracas, Tiawa-naku y Vicús; Las épocas legendarias (500-1300 d.C.), con elementos de las culturasWari, Chimú, Chancay y Lambayeque; y LosIncas.

La segunda parte de la exposición se cen-tra en los desarrollos culturales que se pro-dujeron entre los siglos XVI y XVIII, co-rrespondientes al virreinato del Perú, y está

dividida a su vez en cinco partes, que abor-dan el sincretismo cultural, la definición delas nuevas ciudades; las artes plásticas, conespecial atención a la orfebrería; la vida co-tidiana y los efectos de la Ilustración en laciudad de Lima.

Otra exposición de 87 piezas de oro pe-ruano prehispánico se exhibirá en la Funda-ción Bilbao Bizkaia Kutxa, de 1 de abril a16 de mayo, y en el Museo Arqueológico deAlicante, de 1 de junio a 31 de julio. La ex-posición Oro del Perú reúne pectorales y más-caras de oro de las culturas Moche y Lam-bayeque.

Aríbalo inca de estilo imperial(1440-1532), decorado conmotivos vegetales y animales.

Page 21: 48415033-Los-Incas.pdf

de oro laminado en trocitos minúscu-los, se remontan a 1500 a.C.

En Perú hay que hablar más pro-piamente de metalurgia, por su amplioconocimiento de los metales y el do-minio maestro de las aleaciones. El co-bre se utilizó para herramientas, armas yadornos para la gente corriente y en elsur se conoció el bronce hacia 600 d.C.Pero, para objetos preciosos, los antiguosperuanos usaron el oro, el “sudor delsol”, y la plata, las “lágrimas de la luna”,metales a los que dieron parecida im-portancia, y de los que apreciaban sobretodo su brillo y color, con el que juga-ban para producir tonalidades diversas.Raramente se emplearon el oro y la pla-ta en estado puro. La aleación de plata ycobre se conoce desde 700 a.C. Produ-ce un metal fuerte y resistente para sermartillado y al recocerse se elimina el co-bre superficial, logrando objetos que pa-recen de plata pura. La aleación de oroy cobre (tumbaga) facilita el trabajo delaminado y de fundido, y la mayor o me-nor cantidad de cobre logra colores di-ferentes, rojizos, rosados, incluso verdo-sos cuando el oro contiene plata comoimpureza natural.

En Perú dominó una estética de lámi-nas de metal. Uno de los efectos bus-cados por los orfebres peruanos era elimpacto dramático a base de grandes ex-tensiones de oro, o plata, resplande-ciente, para lo que se cubrieron paredesenteras de templos y palacios con plan-chas de metal. Pero también, y dada laimportancia del color y de la aparien-cia superficial, se doraban o plateabanlos objetos apreciados como distintivos

de la nobleza por medio de diferentesprocedimientos, incluso recubriéndolosde finísimas láminas.

Martillado, repujado y fundidoDe acuerdo con esa estética, las técni-cas dominantes en el antiguo Perú fue-ron las del martillado y el repujado, aun-que en épocas tardías los peruanos fue-ron también maestros en la fundición alvaciado, con ayuda de moldes abiertos,o de dos o incluso más piezas.

A lo largo de los siglos dominaronunas u otras técnicas, se dio preferenciaa unos y otros metales, pero los hallaz-gos más espectaculares se han produ-cido siempre asociados a tumbas de eli-te. No olvidemos que de las obras pre-ciosas de las que nos hablan los cronis-tas, los objetos del rescate de Atahual-pa, las paredes de oro del Templo delSol en Cuzco, el Coricancha, con sus jar-dines de plantas de maíz y llamas, no haquedado nada, probablemente fundidostras la conquista.

De tumbas proceden los adornos co-locados directamente sobre el cadáver,como las enormes narigueras nazca, lá-minas recortadas decoradas con cabezasde serpientes, o los collares de cuentasen forma de cacahuete, únicos en Perúy asociados al famoso Señor de Sipán,junto con imponentes orejeras circula-res de metal y mosaico de piedras se-mipreciosas. O las vasijas de oro y plata

que imitan formas de botellas de cerá-mica de Sicán, de donde proceden tam-bién los famosos tumis, rematados poruna imponente figura cuyo rostro apa-

rece también sobre máscaras de oro enalgunas momias y que se conoce comoel Señor de Sicán.

Aunque la mayor parte de las obras deorfebrería de los incas no se haya con-servado, nos han llegado algunas muycaracterísticas, como las figurillas de se-res humanos o de llamas, de oro y pla-ta, macizas o más comúnmente hechasde varias láminas de metal martilladoque se utilizaban en las capacochas, sa-crificios realizados en fechas señaladasdel calendario o en acontecimientos re-levantes en la vida de los incas.

Es en esas ceremonias en las que po-dríamos ver cómo las diferentes Artes sealían para configurar esa peculiar ico-nografía del poder peruano. Imaginé-monos al inca, ataviado con suntuososvestidos tejidos, adornado con múltiplesjoyas de oro, vertiendo chicha sobre elterreno desde una vasija ceremonial decerámica (pajcha), con el imponentefondo de la pared de un templo exqui-sitamente labrada. ■

89

UN MUNDO BAÑADO EN OROINCAS, LOS HIJOS DEL SOL

Nariguera deoro, en formade murciélagovolando, de lacultura Moche(1000 a.C.-850 d.C.).

BRAVO, C., El tiempo de los Incas, Madrid,Alhambra, 1986.

DE LA VEGA, G,. Primera parte de los ComentariosReales de los Incas, tomo CXXXIII, Madrid, Biblio-teca de Autores Españoles, 1960.LUMBRERAS, L. G., De los pueblos, las culturas ylas gentes del antiguo Perú, Lima, Mosca azul,1969.VV. AA., Los Incas y el antiguo Perú. 3000 añosde Historia, Madrid, Quinto Centenario, 1991.

PARA SABER MÁS