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REVISTA GRATUITA Edición número Trescientos setenta y uno. Año 08. Caracas, 8 de mayo de 2020 371 EL TRANSEÚNTE SONREÍDO

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REVISTA GRATUITA

Edición número Trescientos setenta y uno. Año 08.Caracas, 8 de mayo de 2020371

EL TRANSEÚNTE SONREÍDO

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Las mujeres estarán dialogando este sábado, desde las 6 pm, en torno a la otra pandemia que azota al mundo, más allá del coronavirus: la violencia machista, organizado por la plataforma Muderes. Claro, el encuentro es virtual a través del siguiente acceso: https://chat.whatsapp.com/BR8xKrdo7hKAGDUeoF4iJb. Pero la causa es física y urgente.

La otra pandemia

Recordar que son más de 4 millones de milicianos y milicianas

AQUÍ LEStraigo

«

« Que existan atrocidades como Silvercorp

El último chamánEn la era de Netflix, en medio de la cuarentena social, date la oportunidad de disfru-tar de una profunda reflexión en torno al agobio de las sociedades capitalistas sobre sus jóvenes promesas, afectadas fatalmente por un altísimo nivel de competencia. Solo la ruta de la introspección en las culturas ancestrales, gracias a un chamán ama-zónico, uno de ellos logra evitar el suicidio tras definir su camino en la vida.

EL MENJURJE

Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014, 2015 y 2017.Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.

Premio de Periodismo Aníbal Nazoa, 2018.

Consejo editorialErika FaríasRoberto MalaverGustavo Borges RevillaMercedes Chacín

direCtor Mercedes Chacín (E)

editor jefe Rodolfo Castillo

direCtora de arte María Isabel Guerrero

Coordinador de fotoGrafÍaJesús Castillo

Coordinadora 2.0Yanira Albornoz (†)

Web y redesEnyeli González

redaCCiónMarlon ZambranoMaría Eugenia Acero ColomineKetsy Medina Sifontes fotoGrafÍaMichael MataEnrique Hernández

CorreCtorRosa ArévaloMario Flores

loGÍstiCaDaniela FernándezEdi Cordero

Colaboran en esta ediCiónJosé Roberto Duque, Clodovaldo Hernández, Humberto Márquez, Armando Carías, Lorena Almarza, Natchaieving Méndez, Nathali Gómez, Rodolfo Porras, Gerardo Blanco, Erasmo Sánchez, Julietnys Rodríguez, Daniel Pérez y Justo Blanco.Archivo Ciudad CCS Ilustración de portada: Sol Roccocuchi

redes www.epaleccs.info

[email protected]

@epaleccs

@epaleccs

Épale CCS

Una publicación de la

Contenido

03. carbono 14De diez en diez

04. MIToS La madre de todas las mentiras

04. TroTa ccSEl trotador sonreído (para Aquiles)

05. MúSIcaY a tí: ¿A qué te suena la música Aquiliana?

05. boleroS que curan el alMaAquiles «Tango» esto

06. TraMa coTIdIanaJacinto ven a veinte

07. cIudadLa parroquia de las pequeñas cosas

10. la vIda eS juegoLa pava en el béisbol

10. TeaTroAquiles y su «Cajita de Arrayanes»

11. MIradaSAquiles Nazoa: Herido de amor por Caracas

14. enTrevISTaAída Nazoa. Piñatas subversivas

15. el ruMor de laS bolaSReencontrarse con la Caracas física y espiritual, de Aquiles

15. PoeMaMi madre en un pueblito de recuerdos

Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114Distribución: 0212-8085843

Depósito Legal: pp201202dc4166

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03

POR JOSÉ ROBERTO DUQUE • @JROBERTODUQUE

ilUsTRación DAniEL PÉREz

De Diez En DiEz

Nació eN mayo de 1920. a medida que va crecieNdo y cambiaNdo, el país va cambiaNdo coN él. aquí, el ejercicio

de señalizacióN de estas vidas paralelas (poeta-creador y país) segúN cada

década traNscurrida

Nace en una Venezuela que comienza a ser entregada por Juan Vicente Gómez, en cómodas cuotas, a Estados Unidos. Tal vez en su tierna niñez tuvo ocasión de vivir algo de la ternura que quedaba en aquella Caracas rural, orgullosa de sus ríos y quebradas cantarinas. Favor, no asociar a Aquiles con esa cursilería aberrante y estafadora de “la Caracas de los techos rojos”: esos techos eran para los caraqueños ricos. El techo bajo el que se formó el niño Aquiles seguramente era gris o blanco, y algunos caraqueños, más jodidos que él, tenían techos de car-tón o no tenían techo.

Cuando arriba a sus primeros 10 años seguramente algún eco le había llegado ya de ciertos acontecimientos recientes: un carnaval de agitación, estudiantes presos y exiliados (tal vez oyó a sus ma-yores mencionar a la Generación del 28) y la invasión fallida de un barco lleno de patriotas en el extremo oriente del país. El nombre del Falke probablemente co-menzó a resonarle, como le resonaron más tarde los nombres de Román Del-gado Chalbaud y José Rafael Pocaterra, notables ocupantes de ese barco, aunque seguramente el corto trayecto vital no le alcanzaba para comprender de qué se trataba todo el escándalo.

A sus veinte ya sabe mucho más sobre lo que ocurre en el país y el mundo; ape-nas dejaba atrás la adolescencia y ya lo estaban contratando como corresponsal del diario El Universal en Puerto Ca-bello. Venezuela también salía de una cierta modorra y se iniciaba la década de una transformación atroz: la Caracas

CARBOnO 14

de Aquiles recibiría en pocos años una avalancha de nuevos habitantes y pobla-dores, embullados por la propaganda o directamente secuestrados como escla-vos para construir una urbe, una ciudad capitalista industrial, una caricatura de ciudad europea o norteamericana. El jo-ven periodista y poeta dijo algunas cosas que no debió decir y lo metieron preso, allá mismo en el puerto. Una experien-cia dolorosa para el muchacho, mientras el país sufría la suya propia.

Cuando aterriza el poeta en sus 30 años ya ha pasado por notables escuelas del periodismo en su etapa romántica: Úl-timas Noticias, El Nacional, Fantoches, Élite. Ha recibido el Premio Nacional de Periodismo y está en plena ebullición de su etapa en El Morrocoy Azul. Vene-zuela evoluciona o involuciona: ha visto pasar raudamente a un López Contreras y a un Medina Angarita, ha visto trans-currir los años del ensayo adeco y de pronto toma el poder un triunvirato con un Marcos Pérez Jiménez al frente. Nin-guna noticia es particularmente buena para el periodismo ni para la militancia política, ya Aquiles le ha declarado su amor al marxismo-leninismo, así que su ingreso en eso que llamamos común-mente “la madurez” sobrevino lleno de amenazas y peligros.

Cuenta ya 40 de edad en 1960, ha co-nocido lo amargo del exilio, la euforia del derrocamiento del dictador Pérez Ji-ménez y la del triunfo de la Revolución Cubana, y luego la ilusión destrozada de que la democracia le iba a respetar su in-genio y su humor lacerante. Se dedica a

fundar y propagar publicaciones humo-rísticas, y al menos una de ellas (Domin-guito) fue cerrada bajo el gobierno del padre de la democracia representativa. En esa década, su producción de poemas humorísticos vivió un notable estallido, así que cuando llega a su medio siglo de vida, en 1970, ve aparecer el robusto vo-lumen Humor y amor de Aquiles Nazoa. El país ha salido con traumas y dolores de una década de desapariciones, guerra

de guerrillas, persecuciones y mutilacio-nes, y se dispone a entrar a la década de unas “vacas gordas” para los de arriba, y perras flacas para los de abajo.

El fin de un ciclo terrenal tan marcado por las redondas cifras del sistema deci-mal se rompió antes de que la década de los 70 cumpliera su redondez: en 1976 agarró poemas, muñecas, crónicas y car-cajadas y se echó a volar.

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www.epaleccs.infoEdición Número Trescientos setenta y uno. Año 08. ÉPALE CCS Caracas, 8 de mayo de 2020.

04 mitoS

la vida poesía de aquiles Nazoa

Algunos textos, ideas y proyecciones de Aquiles Nazoa fueron escritos con los pa-tines puestos.

En su taller de sueños concentraba fuer-zas, y cuando le llamaba el hambre y la comida estaba servida, dejaba las letras, se levantaba de la silla y emprendía vuelo sobre cuatro ruedas de hierro.

Su fuente de inspiración no provenía de la fuerza aplicada al desplazarse de un punto a otro, usando como vehículo el patín, el origen y toda su fuerza creadora se encon-traba en la raíz, su vida familiar.

Rezo el Credo, El niño que yo era, Mi ma-dre en un pueblito de recuerdos, La mamá de Mateo Manaure habla el lenguaje de los pájaros, son parte de los escritos que se encuentran compilados en el libro al que Nazoa tituló Vida privada de las muñecas de trapo. ¿Cuántas de estas líneas habrán sido escritas rodando?, no lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que las siguien-tes comillas son citas tomadas de sus tex-tos para homenajearlo.

El mundo de Aquiles se hizo público, y al-gunas personas al leerlo pensarán que se trata de fantasías, pero así como él creyó “en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida”, quienes le escuchamos hoy día creemos en que conoció “un caba-llo que se alimentaba de jardines”.

Así como Nazoa creyó “en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa”, quienes le leemos creemos en que su “niñez fue pobre, pero nunca fue triste; fue más bien pensativa y serena y en muchos aspectos fue en la realidad tan hermosa como la revivo en la memoria”

Aquiles creía “en las monedas de choco-late que atesoro secretamente debajo de

POR kEtSy mEdinA / ILustRacIón ERASmo SánCHEZ

tRotA CCS

Un paréntesis para hablar de nuestro poe-ta Aquiles. Y tú me dirás, ¿qué tiene que ver el trote con el Ruiseñor de Catuche? Bueno, tal vez el trote no, pero Caracas sí, Caracas tiene que ver todo con él. Porque nuestro Aquiles era caraqueñísimo.

En su libro Caracas física y espiritual, dice Nazoa: “He aquí que me senté a escribir un libro sobre Caracas y lo que me salió fue un kaleidoscopio. No por el estilo, sino por los temas, mi libro a lo largo de su lectura irá dejando en el alma del lec-tor un reguero de cositas pequeñas colo-ridas... desechos del tiempo cuyo destino es la diáspora y el olvido”. Y te voy a decir algo que tal vez parezca oportunismo, pero a través del trote un caraqueño de hoy puede mirar por ese caleidoscopio. A mí me ha pasado.

Mi lugar más caleidoscópico es el Cor-tafuego del Waraira Repano. Si subes a ese balcón montañés y lo recorres al trote verás en la urbe ese reguero de cositas pequeñas y coloridas que anun-ciaba el poeta.

Aquiles siempre destacó lo variable, ines-table, mutable que era Caracas y lo des-tructivos que eran sus constructores (una paradoja muy poco poética). Los que hemos corrido a través de ella podemos dar fe de este fenómeno. Recuerdo mis primeros trotes en el inmenso descampa-do entre Antímano y Montalbán, donde ahora están la urbanización Juan Pablo II, el Cardiológico Infantil y seguimos de-biendo el cardiológico de adultos. Aquel fue, probablemente, el último pedazo de tierra plana que quedaba por urbanizar en la metrópoli.

En mis recorridos por la ciudad he vis-to cambiar el paisaje: edificios que caen,

POR CLodovALdo HERnándEZ / @cLOdOheR

ILustRacIón dAniEL PÉREZ

el trotador soNreído (para aquiles)

Otra cosa sencilla. Una de las enseñanzas del trote es la belleza de lo simple o, para decirlo al estilo Nazoa, de las cosas más sencillas. No solo el acto en sí de correr, que nos da licencia para volver a la niñez -época por excelencia de esa sencillez que asombra-, sino también por todo lo que puedes mirar en tus vueltas por calles y parques. Por ejemplo, la fuente de Maragall, en Los Caobos, o la espléndida vista del campus de la UCV, desde Tierra de nadie, un domingo bien temprano.

Próxima entrega: “Trotar y dejar volar

(la imaginación)”

edificios que nacen; aceras que se re-ducen, aceras que crecen; ciclovías creadas, ciclovías demolidas, ciclovías vueltas a crear; plazas restauradas y plazas echadas al abandono.

Tratando de ser como Aquiles, siem-pre habrá que empeñarse en ver el lado poético de la ciudad. Si él tituló su primer libro El transeúnte sonreí-do, por acá podemos empeñarnos en ser trotadores sonreídos. Y, como dice su poema sobre Don Anselmo, tal vez la historia no sea cierta, pero es algo bello, bello, bello.

la almohada de mi niñez”, así como en “la amistad entrañable de mi abuela que en su colorido castellano de isleña de El Hierro, sabía contar tan extraordinarias historias como la de su viaje de Tenerife a La Guaira en un barco de vela azotado por los furio-sos vientos del Atlántico”.

Los escritos de Aquiles son sueños reales, recuerdos salpicados de colores y olores, en los que las figuras de peso aparecen re-flejadas en sus textos “también tenía a mi padre, que era un temperamento sencillo y poético, ciclista que amaba las excursiones dominicales al campo a las que yo siempre lo acompañaba. Algunos domingos nos íbamos a pie al Ávila y por la tarde volvía-mos cargados de flores, de moras, de du-raznos o de plantas de anís y de romero”.

Para Aquiles el día de su cumpleaños era un día de fiesta nacional. “En los tiem-pos en que yo tenía seis años había en Caracas muchos españoles; el día del cumpleaños del rey Alfonso XIII que era el del mío, los españoles ponían sus grandes banderas rojo y gualda en las ventanas. Mi padre entonces me llevaba a pasear y me decía que las casas estaban embanderadas porque era el día de mi cumpleaños.

“Creo en la amistad como el invento más bello del hombre; creo en los poderes creadores del pueblo, creo en la poesía, y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.” Esta enseñanza la aprendió gracias a “la pasión del radio y la generosidad de mi padre que a todo el que lo pidiera le enseñaba la sencilla técnica para confeccionar un receptor, atrajo a nuestra casa a mucha gente jo-ven e interesante, llena de ideas nuevas y de conocimientos, con la que descubrí el mundo de los libros”. Por esto y más, es que la capacidad creadora de Aquiles es la fuerza del amor hecha comunidad.

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05

Y a ti: ¿a qué te suena la música aquiliana?

múSiCA

Sé que cuando muchos de los lectores se encuentren con la pregunta con la que comienza este escrito se dirán “¡vaya bestialidad de interrogante! si Aquiles Nazoa no era músico”. Bueno, pues per-mítame contestarle amigo y amiga de conversa escrita que tiene razón, pero la pregunta está correcta. No, en ningún momento pretendo responder como en cierta competencia estereotipada de mujeres, en las que hace algún tiempo una concursante contestó que “escu-chaba música de Shakespeare”, memo-rable momento ¿verdad? Si lo recordó recoja la cédula como justo cuando lo escribo recojo la mía.

Escribir acerca de Aquiles Nazoa en la columna de Swing Latino al principio, les confieso, me pareció una tarea titánica, pero un reto interesante. Así que me dispuse a contactar a familiares en las redes, ver documentales, leer escritos o indagar a través de conoci-dos cuáles eran las preferencias musicales de este maestro de la palabra, una aventura en la que no tuve éxito… aun.

En esta búsqueda encontré que cuando mencionaba el nombre de Aquiles Nazoa, se despertaba en el interroga-do una necesidad de hablar sobre él, sus obras, hablaba la añoranza que sentía al evocarlo. Conversaban de la Cara-cas de antaño, esa la que nos cuentan o leemos, con retre-tas y merengues caraqueños que sonaban en las plazas de las parroquias, especialmente en la Bolívar.

Otros sonreían y tarareaban canciones infantiles, inclu-so con la letra de uno de los fragmentos de su obra Los Martirios de Colón. Pasaban pues por la amplia variedad musical de géneros autóctonos venezolanos, recordaban el sonido del cuatro y uno hasta mencionó al cantante es-pañol Raphael ¡figúrese! sí compa, el mismo que llegó a su mente en este momento, el de “Escándalo”.

Entonces me dije a mi misma: “mi misma, parece que la música de Aquiles no es la que en vida él escuchaba -bue-no esa también- pero realmente este hombre traspasó las barreras, sus gustos mortales y ahora su música es la que se escucha en la memoria de quienes lo recuerdan”.

¿Y la música, justamente no es esa expresión artística que produce en el que la escucha sentimientos, emo-ciones y lo lleva a realizar un viaje al infinito mundo de sus recuerdos? Cuando se nombra al creador de Las cosas más sencillas parece que este principio se cum-ple, así que no es descabellado pensar que Aquiles Na-zoa también es música. Su armonía es la que suena en la mente del venezolano en su cotidianidad; sea salsa como se reseña en esta columna, galerón, vals o meren-gue, su melodía es lo que su palabra produce en quien lo sigue.

DesDe el merengue caraqueño hasta una canción infantil, la meloDía Del ruiseñor Del catuche se escucha en el imaginario

Del colectivo caraqueño

POR nAtChAiEving mÉndEz ⁄ FOTOGRAFÍAs ARChivO

Como no tengo nada de Aquiles Nazoa con tan-go, no me queda más que, al mejor estilo del poeta de las muñecas de trapo, jugar con las pa-labras, y “aquí les tango esto”, porque después de una buena rebuscada no conseguí en la his-toria de nuestro querido Aquiles ni un tango ni un bolerito “pa’ remedio”. No quiero decir con esto que no los escuchara en el “Picó” de su casa mientras patinaba y arrullara a su querida espo-sa María Laprea, ni tampoco consultarle a nues-tro común amigo, Luis Alberto Montenegro, que sí sabe de tangoleros y boletangos, porque escribo de madrugada.

Esperanzado en conseguir un tanguito, por el amor de Dios, en su fase de guionista, me vi la película “La balandra Isabel llegó esta tarde”, so-bre el cuento de Guillermo Meneses que Aquiles dialogó, pensando que siendo argentinos el di-rector Carlos Christensen y gran parte del elen-co, pero nada que ver, la banda sonora estuvo a cargo del maestro Eduardo Serrano, quien aparte de la canción que canta la antagonista Esperanza, se ajustó a la música nativa afrovenezolana.

Lo más aproximado es que, sin cruzarse con Carlos Gardel, lo único que conseguí en co-mún fue un vínculo con el hotel Majestic que encontré en mi “wikiLil” particular y dejemos que nos cuente nuestra querida Lil Rodríguez: “La mañana del 25 de abril de 1935 una Vene-zuela alborotada se agolpaba como podía a las puertas del hermoso hotel Miramar de Macuto. No era para menos: A La Guaira había llegado, procedente de Puerto Rico, nada menos que el mismísimo Carlos Gardel, y allí descansaría. Carlitos subiría con sus acompañantes a la ca-pital venezolana en ferrocarril y ya cayendo la noche de ese 25 de abril lo recibía ‘la Sultana del Ávila’ en la estación de Caño Amarillo. Se hospedaría en el hotel ‘Majestic’… Si tal acon-tecimiento hubiera acaecido dos años antes, en 1933, lo hubiera recibido un flamante Botones llamado Aquiles Nazoa. Y es que Aquiles se desempeñó en ese cargo dos años antes de la llegada de Gardel”.

Boleros que curan el alma

aquiles “tango” esto

El merengue caraqueño sonaba en la Plaza Bolívar

Es así como me decidí a lanzar la pregunta en las redes: “¿Qué música suena en tu mente cuando escuchas nombrar a Aquiles Nazoa?” y una gran cantidad de respuestas coinci-dió en el merengue caraqueño.

AQUiLES Y EL mEREngUEEntre las razones expresadas por quienes relacionan a Aquiles Nazoa con el merengue caraqueño, resalto la de la cantante, locutora y poeta aragüeña Marvin de los Ángeles Colmenares, quien se refirió a este género musical como “una expresión única de Venezuela, con unos compases muy particulares y una construcción musical que es ex-traordinaria, que solo se consigue en esta tierra, resulta-do quizás de esta forma de ser del venezolano que todo lo hace sencillamente complejo (…) Es así como (la canción) “Patatín patatán” refiere un poco lo que expresaba Nazoa cuando decía que los caraqueños hablan como en sueños’, así es el merengue venezolano”.

Si hablamos de la música “aquiliana” es necesario mencio-nar las canciones surgidas de los poemas de Nazoa como “Guillermina”, “Retablillo de Navidad”, “A la una”, entre muchas, que muestran la musicalidad de la obra de este caraqueño, cronista de lo cotidiano, consignador de las costumbres e identidad de un pueblo, que supo hacer de la palabra una melodía que suena en la mente de quien escu-cha o lee su obra.

Contaba el gran Simón Díaz que un día Nazoa le pidió que le musicalizara un poema. Al tiempo, relató el aragüeño, en medio de un compartir de cervezas, le tocó lo que había compuesto. “Y se la canté y nos pusimos a llorar los tres, como tres locos: él (Aquiles), el loco Juan y yo”, relató.

Tal como lo afirma Enrique Hidalgo en la canción que le compuso al poeta caraqueño, “mientras el palo va y viene/ mientras esto viene y va/ la gente que fue (y “es” le agrego yo) tu gente/ ya jamás te olvidará”, porque en la memoria colectiva, Ruiseñor del Catuche, se escuchará “tu canto, canto un pueblo inmortal”, más ná Aquiles…¡Saravá!.

POR hUmbERtO máRQUEz

ILUsTRACIÓN jULiEtnYS ROdRígUEz

Swing Latino

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06 TRAMA COTIDIANA

“Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento.

Ramón María del Valle-Inclán

El origen del teatro es el mismo origen de la humanidad. Esta no es una ma-nera de recalcar la solera del teatro, es una descripción que da cuenta de que todo hecho teatral está vinculado al devenir humano.

En el mundo occidental, el nacimiento del teatro está marcado como un fenó-meno muy reciente, algo más de cinco siglos antes de nuestra era. La tragedia es la expresión de ese nacimiento. En-tre el origen ancestral y complejidad y profundidad de la tragedia se le podría conferir al teatro un aire trascendente, místico, serio…

Sin embargo, desde los mismos inicios ha habido una ruptura, una diversión del camino solemne, que no solamente le ha otorgado al quehacer teatral una condición profana, sino que en casi toda su historia se le ha atribuido a sus oficiantes una dudosa reputación, por-que si la tragedia es la expresión aca-bada e inaugural del teatro occidental, las orgías místicas (unas festividades religiosas en la que los participantes desataban y practicaban sus apetencias sexuales, se emborrachaban, se droga-ban y dejaban salir la represiones que ninguna otra celebración les iba a per-mitir) eran las celebraciones que deri-varon en ese arte acabado y trascen-dente. Por ello, no es de extrañar que al lado de la tragedia se desarrollara la comedia, por eso es que el símbolo del teatro son esas dos máscaras que todo el mundo reconoce.

El teatro, entonces, se ha desarrollado dando cuenta de esas dos caras. Des-pués de un largo camino que no cabe en este texto, al teatro lo fueron confinan-do a una cárcel que si bien le permitió alcanzar una enorme dimensión esté-tica, también hizo que sus posibilida-des de expresión cotidiana y liberadora fueran vistas con muy malos ojos: los ojos del desprecio. El teatro tenía que ser trascendente, escrito, representado desde unos parámetros que dictaba la “cultura”. Es inolvidable en la película Moliere, en el que este se empeña en montar tragedias a lo Racine, pero ni al rey -que era su mecenas- ni al público y ni siquiera a los de su propia trou-pe le gustaba, así que un día, en plena representación interrumpió sus parla-mentos trágicos y arrancó con un texto y una actuación cómica, lo que logró que todos los que estaban a punto de

POR RODOLFO PORRASilustRación ERASMO SáNCHEZJacinto Ven a Veinte

abandonar la sala se devolvieran a sus asientos y aplaudieran hasta rabiar.

En esta dicotomía entre ese teatro se-rio, “culto” y celebrado por ciertas aca-demias y un teatro popular y alejado de la pompa, un español comenzó a escribir, a hacer su teatro soslayando la solemnidad, acercándose a la tradi-ción popular, y al mismo tiempo escri-biéndolo como dictaba la norma. Esto produjo maravillas como Los intereses creados, una de sus mejores obras, la acogida popular y elitista, el premio Nobel y una enorme difusión en el pla-neta fueron su recompensa.

HOMENAJECuando Aquiles Nazoa comienza a escribir “Teatro para leer”, se le ocu-rre utilizar el seudónimo Jacinto Ven a Veinte. De esta manera sintetiza un montón de cosas, tales como homena-jear a Jacinto Benavente, el español en cuestión, dar cuenta de ese teatro hu-morista, basado en la comedia del arte que usó el dramaturgo premiado por los suecos y, tal vez lo más importante, que se toma a broma tanto al drama-turgo, al premio, y a lo muy de moda que estaba en Venezuela este escritor madrileño.

Jacinto Ven a Veinte inaugura su “Tea-tro para leer” en la revista humorística El Morrocoy Azul. Terminó escribien-do 34 piezas, en su mayoría parodias de

obras teatrales, narraciones literarias o acontecimientos históricos, esto hace que el seudónimo también le venga al dedo por su carácter paródico. Otras piezas de su “Teatro para leer” están muy vinculadas a la estructura del sai-nete, que es una de las expresiones tea-trales más arraigadas en la Venezuela a finales del siglo XIX y bastante entrado el siglo XX, de hecho José Ignacio Ca-brujas se valió del sainete para escribir parte de su obra.

Aquiles Nazoa escribe un teatro con profunda raigambre popular. Sus códi-gos, estructura, giros son de las voces de la calle, los chistes. Frases y usos que se podían escuchar en cualquier barrio caraqueño. Al mismo tiempo que estas están escritas de manera magistral, con alto vuelo poético en tanto métrica, imágenes, construcción y gran conoci-miento de los referentes.

Un buen amigo al principio y enemi-go jurado después de Jacinto Benaven-te, fue Ramón María del Valle-Inclán, creador de una forma teatral “El esper-pento”, este autor viene a cuento porque su dramaturgia la declaró como teatro para leer, las acotaciones estaban ela-boradas con características literarias y poéticas, esto lo hermana con Aquiles Nazoa, quien también hace de las aco-taciones parte de la proposición estéti-ca. En ambos casos crearon un teatro para leer que fue y es llevado a escena

innumerables veces. Por otro lado, es-tilística, ética y políticamente hay más cercanía entre estos dos escritores que entre Nazoa y Benavente.

Aquiles Nazoa es un maestro de la paro-dia, su manera de abordarla trasciende la intención de hacer humor para con-vertirla en un vehículo que le otorgar varios significados a lo que escribe, nos dice de manera subyacente: “Esto es la versión de algo escrito anteriormente, que tiene carácter universal”; “con ello estoy haciendo una crónica del modo de ser del venezolano”, “aprecie cómo suena esto en venezolano y en clave de humor”, también dice: “Podemos escri-bir esto con nuestro propio lenguaje de la calle”, intenta descifrar los códigos de la obra original por el contraste que establece con su pieza. Es decir, con-vierte la parodia en una exégesis de la pieza original, al igual que en su mo-mento hizo Aristófanes con su come-dia que terminada siendo una parodia de los trágicos. De hecho El credo de Nazoa, tantas veces dicho en escena, es una parodia de un rezo católico.

Aquiles Nazoa echa mano de Jacinto Ven a Veinte para inaugurar su “Tea-tro para leer”, y con ello le brindó a la humanidad una excelente dramatur-gia, que ha sido acogida, no solo para ser leída sino representada, haciendo divertidamente amable ese vínculo in-disoluble del ser humano y el teatro.

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07

La parroquia de Las pequeñas cosas

ConozCamos un poCo más aCerCa de la zona que vio naCer y CreCer al ruiseñor de CatuChe. san Juan es una Comunidad que aún mantiene

vínCulos Con su pasado a pesar de Contar Con una avenida amplia y moderna que la reCorre, y en sus Calles aún se ve pasar el refleJo

de sus personaJes más emblemátiCos.

POR mAriA EugEniA ACEroFOtOgRaFías jACoBo mÉnDEZ

Aquiles Nazoa nació y desarrolló su in-fancia en el barrio El Guarataro, ubicado en la parroquia San Juan, al lado del 23 de Enero. Crecer en este sector le dio al hijo de Rafael Nazoa y Micaela González la sensibilidad de disfrutar y embelesar-se con la sencillez de la vida, ya que las penurias de ser pobre le llevaron a desa-rrollar toda clase de artes y oficios para poder subsistir, como ser repartidor de bodega, panadero, aprendiz de carpinte-

ría, telefonista y botones. En sus propias palabras, Nazoa rememora sus primeros años afirmando que “Mi infancia fue po-bre, pero nunca triste”. La escuela 19 de abril, ubicada en la Plaza Capuchinos, fue el espacio que le brindó al juglar sus pri-meros conocimientos, y tiempo después sería el recinto donde se desempeñaría como docente. Esta escuela aún sigue el legado de Nazoa, y se mantiene acti-va en el desarrollo de los poderes crea-

dores del pueblo con la celebración de semanas temáticas llenas de teatro, poesía y artesanía. Se dice que Aquiles Nazoa tuvo muchas casas. No porque haya sido millonario, sino por la mi-litancia política de sus padres, que les obligó a deambular de un lado a otro para protegerse. Sin embargo, la casa más emblemática de sus tiernos años está ubicada en la calle Real del Guara-taro, cerca de la estación de ferrocarril

Palo Grande, en la esquina El Pino. A través de su prosa podemos conocer el tranvía, las taguaras, los sainetes, el cine, los animales de Caracas, el amola-dor de cuchillos, la dulcera de la esqui-na de Sociedad con la que aprendió sus primeras lecciones de inglés, cuando tenía 12 años, “socorrido también por un vendedor de tostadas que tenía su carro junto a las escalinatas de El Cal-vario”, como lo cuenta el propio Aquiles

CiuDAD

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llamado así por las pedreras de los padres Neritas, ya que existían bastantes piedras llamadas guarataras o rocas calcitas, que tienen en su interior material para hacer espejos y vidrios.

El barrio El Guarataro antiguamente era vigilado por los militares de la marina y la parte de la Acequia estaba enrejada porque se prohibía la proliferación de

El Guarataro es el barrio más emblemático de la parroquia San Juan

La Plaza Capuchinos se engalana para celebrar el centenario de AquilesAquiles Nazoa estudió en la escuela 19 de abril

Nazoa en su libro La vida privada de las muñecas de trapo (1974).

El barrio El Guarataro es una comunidad especial. Parte de él está en la parroquia San Juan, que contiene como 5 munici-pios más, tiene una población de 110.692 personas y la densidad es de 31.393 por km2. El Guarataro, es uno de los más po-blados de San Juan y por tal las casas crecieron apilándose piso por piso, uno arriba del otro. A partir de su construcción, hasta los finales de los años 70, El Guarataro gozó de una re-putación relativamente respetable debido a la construcción de la nueva maternidad y otras instituciones de salud que quedan muy cerca del barrio. Sin embargo, con la urbanización masiva desde el cerro a mediados y finales del siglo XX y princi-

pios del XXI, El Guarataro fue creciendo con sorprendente velocidad, ésta aupada por su localización cercana al centro de Caracas. Debido a su vertiginoso creci-miento, tanto físico como demográfico, la respetable reputación de la cual go-zaba la zona, se fue perdiendo con igual celeridad.

Desde su prin-cipio, la po-blación del Guarataro era variada. Aparte de los venezo-lanos, llegaron a vivir allí una gran cantidad de portugueses, dominicanos y c o l ombi ano s ,

todos conviviendo tranquilamente en el empinado barrio. Este barrio se erigió desde la calle la Amargura llegando hasta una calle llamada Venezuela, actualmen-te donde se encuentra el Hospital Militar. Posiblemente el barrio El Guarataro es

EL GuArAtAro, ES uno dE LoS bArrioS máS

PobLAdoS dE SAn JuAn y Por tAL LAS CASAS

CrECiEron APiLándoSE PiSo Por PiSo, uno ArribA dEL otro

-

ranchos. Los límites de la parroquia San Juan actualmente son por el norte Parro-quia 23 de Enero, por el sur parroquia La Vega y Santa Rosalía por el este parroquia Catedral y Santa Teresa, y al oeste Paraí-so y Sucre. En el pasado contó con una estación de trenes. La estación de Palo Grande constituía el límite urbano de la ciudad, ahí llegaban visitantes tanto del interior del país como desde La Guaira

La avenida San Martín ha recibido bastante cariño de las autoridades

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El Guarataro es el barrio más emblemático de la parroquia San Juan La avenida San Martín es un símbolo de progreso en la parroquia

Felipe pinta y cuenta a Aquiles.

por el túnel de El Calvario. Quizás las primeras pensiones y casas de vecindad de Caracas, alojamientos temporales que han devenido en viviendas precarias, es-tuvieron en El Guarataro y el casco de San Juan.

Este barrio es la comunidad más emble-mática de la parroquia San Juan. Esta pa-rroquia se distingue por la unión de su

EL bArrio EL GuArAtAro

AntiGuAmEntE ErA viGiLAdo Por LoS miLitArES dE LA

mArinA y LA PArtE dE LA ACEquiA

EStAbA EnrEjAdA PorquE SE ProhibíA

LA ProLifErACión dE rAnChoS.

-

gente, por sus tradiciones y por los perso-najes emblemáticos que nacieron e hicie-ron vida en la zona, como Connie Mén-dez, Alfredo Sadel, José Luis Rodríguez, Héctor Cabrera, Óscar Yanes, Yolanda Moreno, Francisco Narváez y muchos más. Manu Chao y Calle 13 han inmor-talizado al barrio El Guarataro no solo al frecuentarlo y festejar con la comunidad, sino al mencionarlo en sus canciones.

La reseña histórica de la zona cuenta que el corazón de la parroquia, la Plaza Capu-chinos, fue establecida como Plaza León en 1776. Luego, fue renombrada Plaza de Abril entre 1875 y 1881 cuando se le lla-ma Plaza Zamora. En 1827 Simón Bolí-var acompañado de José Antonio Páez vi-sitó el lugar como parte de su último viaje a la ciudad de Caracas. Años después de la construcción de la avenida San Martín recupera el nombre de Plaza Capuchinos.

La parroquia San Juan nace el 22 de febre-ro de 1834 cuando se segrega de la antigua parroquia de San Pablo, luego en el gobier-no de Antonio Guzmán Blanco el conflicto con la iglesia católica llevó a la desaparición de la parroquia San Pablo, siendo anexada al este por la parroquia Santa Teresa y al oeste por la parroquia San Juan. Los límites desde entonces han variado en múltiples oportunidades, a comienzos del siglo XX la quebrada Caroata formaba el límite este, pero luego con la construcción de la ave-nida Baralt, éste pasó a ser el nuevo límite con Santa Teresa. Durante el gobierno del General Marcos Pérez Jiménez la parroquia sufrió una importante transformación con la construcción de diversas obras públicas incluyendo la Maternidad Concepción Pa-lacios, el Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo o el Mercado Municipal de Quinta Crespo. La parroquia San Juan posee una superfi-

cie estimada en 380 hectáreas o 3,80 ki-lómetros cuadra-dos. Está ubicada al oeste del centro histórico del Mu-nicipio Libertador. Entre sus princi-pales urbanizacio-nes se encuentran San Juan, Artigas, El Calvario, San Martín, Puerta Negra, Eucaliptos, La Acequia, Cor-tada de Jesús y Las Piñas, entre otras.

El legado de Aqui-les Nazoa aún se siente en la parroquia,

que aún destila destellos del pasado en medio del progre-so de su amplia avenida San Mar-tín. Justamente en ocasión de su cen-tenario, la Alcal-día de Caracas y el Ministerio de la Cultura empren-dieron un remoza-miento de la Plaza Capuchinos y el levantamiento de un mural bajo la autoría del maes-tro Felipe García para el disfrute de

toda la comunidad.

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La pava en eL beisboL

En su Caracas física y espiritual, ese retra-to profundo e ingenioso de la desaparecida ciudad de los techos rojos, Aquiles Nazoa glosó la acendrada costumbre de los vene-zolanos de atribuir poderes nefastos a obje-tos o personas cuya sola presencia atraen la mala fortuna o lo que muy criollamente de-nominamos pava. Si don Aquiles llevara su “mavitógrafo”, el aparato que inventó para medir el potencial pavoso de un objeto o persona, a un estadio, el “pavovatios” podría alcanzar niveles insospechados.

En el beisbol sobran ejemplos de pavosi-dad. Como llevar un reloj al estadio para estar pendiente de la hora. Porque, como se sabe, este deporte se opone al tiempo. Nunca nadie verá a un mánager o al umpire consultando el reloj para ver cuántos mi-nutos lleva el juego, como es normal en el fútbol. El beisbol es tan contrario al tiempo que las bases se recorren al revés de cómo se mueven las manecillas del reloj. Por esa misma razón resulta pavosísimo colocar en el terreno a un catcher zurdo; pues la mano izquierda apunta a la tercera base, es decir, hacia el recorrido natural de las manecillas, lo que contradice la esencia atemporal de este deporte. A los narradores y comentaris-tas de beisbol tampoco les escuchará decir

POR GERARDO BLANCO / @geRaRdOblancO65

IlUSTRacIÓn JUSTO BLANCO

LA VIDA ES JUEGO

que un pitcher está lanzando un no hit no run, aunque el juego apenas vaya por el se-gundo episodio. El locutor que lo mencione será acusado inmediatamente de pavoso, en el caso de que por cualquier jugada fútil se estropee el juego perfecto del serpentinero.

Si usted sueña con tener un hijo grandeli-ga, ni se le ocurra bautizarlo con el nombre de Aurelio. Como los Aurelianos de Cien años de soledad, los Aurelio parecen venir con una marca indeleble que los condena a finales trágicos. Fíjese si no, que los únicos tres Aurelio que han jugado en las Mayores, murieron en fatales accidentes de tránsito, incluyendo el recordado Aurelio Montea-gudo, el fino lanzador cubano-venezolano de los Tiburones de La Guaira, quien fa-lleció en México en un trágico choque. Y ahora que mencionamos a los Tiburones, este equipo no aguanta un análisis del “ma-vitógrafo” de don Aquiles. La pava macha se ha cebado con los litoralenses que llevan 34 años sin conquistar un título en la LVBP, y en esa larga sequía han sufrido todos los avatares habidos y por haber.

La pava no es un patrimonio exclusi-vo de los Tiburones. Mucho antes que ellos, los Cachorros de Chicago la atra-

aQUiLes Y sU “CaJiTa De aRRaYanes”

Con Aquiles me pasa que cada vez que quie-ro escribir algo sobre él, intento dármelas de poeta y escribir bonito, procurando estar a tono con su altura y su sensibilidad.

Generalmente fracaso.

Por eso, en lugar de pretender llegarle al menos a los talones a nuestro centenario cumpleañero, buscaré compartir una de las experiencias más hermosas que he tenido como director teatral: el montaje de la obra “Cajita de Arrayanes”.

Su primera puesta en escena la llevamos a cabo en el año 1988, con el Teatro Univer-sitario para Niños “El Chichón”, de la UCV.

Sus autoras, Lutecia Adam, creadora del guión, y Alecia Castillo, autora de la música, fueron entrañables amigas del poeta; por lo que el proceso de ensayos fue un maravillo-so viaje a través de vivencias, personajes y lugares muy cercanos a la vida y a la obra de Aquiles Nazoa.

La anécdota de la obra nos remite a una colonia de ratones en donde todos tra-bajan la tierra, produciendo el alimento y el sustento necesario para vivir.

Junto a ellos, un ratón observador de los bachacos y las hormigas, coleccio-nista de cocuyos y de los sonidos que pueblan la noche, enamorado de la luna y de las mariposas, trovador de su adorada Mariú.

Un ratón poeta llamado Aquiles, a quien el resto de la colonia le repro-cha que no tome la pala y el arado para sembrar y cosechar, reclamo que él responde diciendo que la poesía es su trabajo.

Transcurre la historia y un trágico día llega la tormenta, arrasa los sembrados y deja todo destruido. Vienen los espe-cialistas: doctores, ingenieros, arqui-tectos y hasta el cura a intentar arreglar ese desastre. Pero nada.

En medio del desconsuelo, Aquiles, el humilde ratoncito, ofrece su “Cajita de Arrayanes”, de la cual saldrá la luz que re-gresará el calor y el optimismo.

Moraleja de vida que le calza a la perfec-ción al momento que atraviesa la huma-nidad, desolada y sin respuesta ante una pandemia que, como la tormenta de la obra, amenaza con dejar todo desolado.

Lutecia y Alecia, decía, nos llevaron de paseo por recuerdos entrañables de su amistad con el bardo: ensayos en Hato Viejo, visita a la casa de Aquiles, conver-saciones con su esposa María, reunio-nes con su amigo Fruto Vivas, charlas con el estudioso de su obra, Ildemaro Torres y las muy personales historias vividas por ambas al lado del persona-je que nos seducía en cada cuento que ellas nos echaban al evocarlo.

La escenografía era un carrusel sobre el cual giraba toda la historia; el ves-

jeron en las Grandes Ligas, todo gracias a William “Billy” Sainis, un fanático de los Cubs a quien le negaron el ingreso al estadio Wrigley Field en la Serie Mundial de 1945 por querer ingresar acompañado de su querida cabra. Y por pura vengan-za Sainis y su cabra empavaron al equipo

durante 71 años; hasta que la maldición se terminó en 2016, cuando los Cacho-rros vencieron a los Indios de Cleveland y se coronaron en la MLB. Así que los Tiburones tienen un consuelo, porque no hay mavita que dure cien años ni equipo que la resista.

tuario, muñecas y muñecos de trapo, la música, una amalgama de merengues, valses, serenatas y aguinaldos de clara referencia a la juventud del poeta.

Con el tiempo, “Cajita de Arrayanes” se fue transformando en un clásico del teatro infantil venezolano.

“El Chichón” la repuso en dos opor-tunidades y la Compañía Nacional de Teatro la llevó a escena hace varios años, siempre bajo mi dirección.

Hace dos meses la estábamos ensayan-do para la inauguración del Festival In-ternacional de Teatro.

Pero en eso llego esa tormenta llamada Coronavirus y con ella la cuarentena.

Ya volverá Aquiles con su cajita a en-señarnos el valor de la poesía, ca-paz de aplacar tormentas y convocar al amor.

POR ARmANDO CARíAS

TeaTro

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11 mirAdAS

Aquiles NAzoA: herido de Amor por CArACAs

Más que poeta, cantor, utilero, artesano, actor y Mil oficios Más, el ruiseñor de catuche fue, sobre todo, un aMante de la ciudad que

lo vio nacer y que defendió, con el arMa de la palabra, hasta el final de sus días. se enfrentó, coMo a Molinos de viento, a un ejército especialMente peligroso que él llaMó, siMpleMente, los feístas,

cuyo poder se extiende hasta hoy.

POR mArLon ZAmbrAno / FOtOgRaFías ArChivo / IlustRacIón SoL roCCoCuChi

“Los que mueren por la vida, no pue-den llamarse muertos”, así como los que aman sin ser correspondidos, no pueden llamarse desengañados.

Sería una grave contradicción frente a esa vieja tradición caribe de los amores

contrariados, que denunciaba García Márquez en El amor en los tiempos del cólera.

Para amar a Caracas, debemos de-cir, hay que ser antes que nada un despechado.

“¿Qué se propuso Nazoa al escribir sobre la ciudad?”, se pregunta Alecia Castillo, docente e investigadora de la Universidad de Carabobo en su traba-jo “Aquiles Nazoa, su vida y visión de Caracas”, para responderse ella misma: “Caracas es un tema, una realidad que

debe ser poetizada. Nazoa comprende esta necesidad y se muestra como un poeta nostálgico y memorioso. Ve la realidad del presente como quien se asoma al espectáculo de la ciudad con incomodidad y dolor pero que siempre deja ver en el fondo un especial opti-

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Reurbanización del El Silencio

Estampa de la Caracas de mediados del siglo XX.Las ventanas que valoraba Aquiles.

mismo melancólico, porque él está seducido por su ciudad y se propone fomentar en otras personas el amor a Caracas”.

Quisiera, cualquier cronista de la urbe, tener esa vocación natural de enamo-ramiento que demostró siempre el “Ruiseñor de Catuche” como asoma en su tesis, luego de 19 páginas, la inves-tigadora, quien emparenta a Nazoa con Jorge Luis Borges en aquello de cantar-

le a su ciudad, redescubrirla y servirla plagada de anécdotas menudas para las nuevas generaciones que, por un asun-to de dilación vital, no pudieron dis-frutar de la Caracas de los techos rojos que describió Enrique Bernardo Núñez antes de ser devastada por las punzan-tes oleadas del “progreso”.

Ciudad situada en el pasado, la Cara-cas de Aquiles Nazoa se alimentó de sus fantasmas y sus angustias, pero

también de sus añoranzas primorosas o, por qué no, de ese ejercicio fantás-tico de inventar los recuerdos para ir hilvanando una memoria apócrifa con la que ir nutriéndonos de lo real mara-villoso que abunda en esta ciudad ilu-soria, imposible de describir desde lo concreto.

Su obra quizás más caraqueña, Caracas físi-ca y espiritual, transparenta la ciudad del ima-ginario, en su “triple condi-ción de evoca-ción, realidad y sueño”, como escribe Castillo.

Decía Pedro Beroes en la p r e s e n t a c i ó n de una nueva edición de esa joya bi-bliográfica perdida en un anonimato absurdo: “No es, precisamente, un li-bro de historiador, aunque su tema sea de historia en buena medida. Es, ante todo, un libro de poeta, lleno de magia, de encanto y de poesía, escrito con gar-bo y llaneza, como han de escribirse los grandes libros...”.

NoStALgioSo CoNtrA EL fEíSmo EStÉtiCoSu vida de caraqueño errante, tránsfu-ga en la geografía nómada de los anhe-los, lo llevó a sentir cada vez con más pasión a su ciudad desde realidades lejanas que le sirvieron de contraste, adonde fue a parar huyendo muchas veces del hambre, pero sobre todo de la opresión política a la que confrontó con las mismas pasiones, según su pro-pia confesión, enunciadas por Bertrand Russell: “El ansia de amor, la búsqueda

del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento humano”.

Desde La Habana, La Paz, Bogotá, Ca-gua o Villa de Cura, Nazoa alimentó un espíritu “nostalgioso” (como él lo ex-presaba) por arar en la caraqueñidad, y desde allá (y acá) se hizo acompa-ñar, como si fueran muñecas de trapo

imaginarias, del frutero, el chi-chero, el prego-nero, la señora de sociedad, el panadero, el afi-lador, el vende-dor de loterías y un largo etcé-tera, para que le fueran dic-tando ese largo poema-ensayo-a n e c d o t a r i o con el que elevó su terruño, a

través de la literatura, al olimpo de la Acrópolis de Atenas.

“He aquí que me senté a escribir un libro sobre Caracas y lo que me salió fue un kaleidoscopio. No por el estilo, sino por los temas, mi libro a lo largo de su lectura irá dejando en el alma del lector un reguero de cositas pequeñas y coloridas... desechos del tiempo cuyo destino es la diáspora y el olvido...”, es-cribe Nazoa en la introducción de Ca-racas física y espiritual, en 1967.

Esa turba alegre de la Caracas real, que aún pervive, más allá de las fachadas arrasadas por el peso demoledor de la bola de hierro que derrocó a su ama-do hotel Majestic -donde comenzó a conocer mundo como botones-, para imponer a una legión de funcionarios mediocres y a malvivientes sin imagi-nación, que llegaron con la migración

CiudAd SituAdA EN EL PASAdo, LA

CArACAS dE AquiLES NAzoA SE ALimENtó dE SuS fANtASmAS y SuS ANguStiAS, PEro tAmbiÉN dE SuS AñorANzAS

PrimoroSAS_

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Nazoa habló no solo de sus remembranzas, sino de “la ciudad sufrida”.

aldeana del interior del país y su aban-dono de cinco siglos, y el éxodo euro-peo que huía de las guerras, a sembrar de “feísmo” los aires bucólicos de una ciudad que en otro tiempo fue mejor.

Esteta confe-so, no solo vi-vió del recuerdo de una Caracas más entregada al fervor por su hábitat tropical, dialogando con el Waraira, los zaguanes, las pe-rezas o el Guaire, sino que se detuvo a denunciar con discernimiento de ex-perto (hasta un premio de arquitectu-ra recibió), los crímenes ornamentales que cometieron desde Guzmán Blanco hasta Rómulo Betancourt, en su extra-ño empeño por hacer de la ciudad un “infatigable espectáculo de subversión y trastocamiento”.

Guzmán dedica cuantiosos recursos del erario público a la construcción de una gran plaza y de un gran parque, cuando aún la ciudad no tiene cloacas, señala. El general Crespo lo imita construyendo en El Cal-vario una capillita para pagar la promesa que su esposa le había hecho a la Virgen de Lourdes, “…o construyendo caprichosa-mente un puente para pasar por debajo, un túnel para pasar por encima y un arco para pasarle por un lado”, prosigue.

Manifiesta escozor por las palabras “remo-zamiento” y “remodelación”, “repintamien-to” y “remaquillado”.

Susto por la “pesantez de paquidermo ar-quitectónico” que intuía en el Palacio Blan-co, y la propensión feísta que halló en ese “maruto” inexplicable que levantó Pérez Ji-ménez en “la barriga” del Ávila, que es el ho-tel Humboldt y que él veía tan inútil como construir una piscina en el medio del mar.

Terror a la “ortopedia de cemento”, al “bo-livarianismo decorativo”, a los “dignifica-dores de la mampostería”, a la “utilería de chivera”, al “mamarrachismo” endémico, al esnobismo de una clase media enso-berbecida que proclama su primitivismo estético, sustituyendo calles por buleva-res y cerros por colinas.

Advierte Alicia Castillo: “Nazoa cumple con resaltar y denunciar abiertamente las transformaciones violentas que Caracas su-fre con la obra de cada gobierno que desea cambiar la cara de la ciudad según su políti-ca y gusto personal”.

Según Héctor Seijas en esa compila-ción maravillosa llamada Amada Ca-

racas: antología esencial de la ciudad contemporánea, Nazoa habló no solo de sus remembranzas, sino de “la ciu-

dad sufrida, la ciudad atrope-llada, la ciudad fragmentada, la ciudad empaste-lada en una suer-te de collage de incongruencias e incoherencias arquitectónicas que le otorgan a la urbe un carác-ter neocolonial, de ciudad toma-da por intereses extraños, ajenos

a su particular ser natural”.

EL quE LE PASAbA LoS LibroSJesús María Sánchez, un cronista mi-randino esencial, nos toma de la mano y nos pasea desde la esquina de La Bolsa a San Francisco, en pleno cora-zón del casco histórico, cuando la Bi-blioteca Nacional despachaba desde el Palacio de las Academias y allí pasaba lar-gas horas el bardo de El Guarataro, anclado a un sillón que especialmente habilitaba el

Caracas cambiando.

joven funcionario para que Aquiles con-sultara cómodamente, de 10 de la mañana a 4 de la tarde, las experiencias vicarias de grandes autores venezolanos y universales que terminaron de darle espesor a su alma de nigromante.

Muchas veces, nos cuenta Sánchez con su grave vozarrón de cantante lírico, salían a deambular las calles de pueblo

llano que aún era Caracas a finales de los años 50 del siglo pasado, y se dete-nían a oír el escándalo del señor Mi-randa pregonando su miel de abeja en las afueras del Capitolio, que alegraba las tardes cuando aquel hombre trajea-do de blanco terminaba aclarando, por si quedaba alguna duda, que él no era Miranda el de la Carraca, sino Miranda el de la miel.

Revistas, periódicos, folletos, guías, li-bros, recetas, anuarios, volantes y todo lo escrito que hiciera referencia a su ciudad natal, nos confiesa Sánchez con sus ochenta años de vida largos y su memoria intacta, le exigía Aquiles para alimentar su inmensa obra.

De pronto, sin venir a cuento y deto-nando una algarabía emocionada en medio de la sala de consultas, el poeta entraba en un trance festivo celebrando el hecho de hallar el esquivo apodo del poeta gastronómico de Caracas: “Chi-charrita”, quien le cantaba con habili-dad de juglar romántico nada más ni nada menos que al mondongo.

Al momento de su muerte, recuerda Je-sús María y lo menciona en su indaga-ción Alecia Castillo, Aquiles se encon-traba escribiendo, simultáneamente, tres libros: Navegantes de Colores, so-bre los papagayos, con ilustraciones de grandes maestros de la pintura venezo-lana contemporánea; Genial e ingenio-so: la obra literaria y gráfica del gran artista caraqueño Leoncio Martínez, también con abundantes ilustraciones; y una recopilación de poesía lírica, con el título Amigos, jardines y recuerdos.

Siempre, hasta el día fatal de su inex-plicable accidente automovilístico en la autopista Caracas-Valencia, muy cerca de Maracay, con el alma jalonada por ese destino inexorable que fue, y es, la Caracas de nuestros tormentos..

TError A LA “orToPEdiA dE CEmEnTo”, AL

“boLivAriAniSmo dECorATivo”, A LoS “dignifiCAdorES dE LA mAmPoSTEríA”, A LA “uTiLEríA dE

ChivErA”-

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Aída durante el exilio de su esposo, vino 2 veces al país para parir a sus dos hijos.

ENTREVISTA

PIÑATAS SUBVERSIVAS

Aída Nazoa pronto cumplirá 90 años de na-cida, de los hijos e hijas de Rafael Nazoa y Micaela González, es la última hermana con vida de esta familia caraqueña.

Su mente lúcida conserva frescos los re-cuerdos que evoca y que refuerza con las fotografías blanco y negro o a color que res-guarda como un tesoro en los rincones más inesperados de su hogar.

Cuando hablé con ella por primera vez vía telefónica, me dijo entre muchas cosas, que su mente marchaba a la velocidad de sus 30 años. La voz de Aída timbraba en sus 90 años, y expresaba la preocupación por la tensión política a la que se encuentra some-tido el país.

Nuestro segundo encuentro fue en un sue-ño que tuve, Mercedes Chacín me acompa-ñaba a la entrevista, estábamos en la casa de la hermana de Aquiles Nazoa, para hacer justamente este trabajo y cuando fui a tomar las fotos, mi cámara no servía, no funciona-ba, y aquello me generó un sobresalto que de sopetón me hizo despertar.

El día de la entrevista me encargué de tener todo listado y organizado, grabadora, pilas, cámara con batería cargada, ciruelas de hue-sito, volver a repasar el listado y mucho ner-vio, aquel sueño me había dejado en alerta, era importante prevenir.

Cuando me encontré con Aída, lo que sur-gió entre ambas fue mucho cariño, confian-za; entramos a su casa tomadas del brazo y una vez dentro comenzó la fiesta.

Una caja de madera color natural, un cajón forrado en una especie de tela gamuza roja, repisas, mesas, a donde veía había fotos. Una de las que más me gustó fue en la que apa-recía una chicha hermosa sentada en una mesa, con su guitarra y los pies descalzos, era Aída, hija de Aidé, hermana gemela uni-vitelina de la entrevistada, o morocha como dice el populacho.

Aída y Aidé se sentían como una sola per-sona, quizás por eso desprenderse del hogar materno, para formar el suyo propio le costó tantas lágrimas y sufrimientos, yo creo que se le juntó el haber tenido que vivir la deten-

En homEnajE al fruto dE un hogar alEgrE, dE pasEos En biciclEta y florEs dominguEras,

quE lEgó a la ciudad dE caracas colorEs, canto y poEsía, aída, hErmana dE aquilEs,

a sus 90 años nos pErmitE conocEr mÁs dE la familia naZoa

POR KETSY MEDINA SIFONTESfOtOgRafía KETSY MEDINA SIFONTES

ción arbitraria de su esposo por parte de la Seguridad Nacional durante la dictadura de Pérez Jiménez, el exilio al que se vio forza-da a experimentar, y que le llevó a vivir en varios países de Centroamérica, entre ellos Guatemala, país que nuevamente tuvo que abandonar junto a Pepe su esposo y Nora su primera hija, cuando derrocaron al pre-sidente Jacobo Árbenz.

Los recuerdos nos paseaban por la historia reciente de los pueblos de América, siempre en amenaza colonial, incluso en la actuali-dad, cuando dos gringos fueran capturados en las costas de Aragua por pescadores del pueblo de Chuao.

Rafael, el padre de los Nazoa, quería que la A fuera la letra con la que iniciaran los nombres de cada uno de sus hijos e hijas, sin embargo un cura al bautizar a Alba, le puso Elba y a la querida Aidé, le colocaron delante una H, por normas gramaticales.

Mi cámara buscaba distintos ángulos para retratar a Aída junto a sus recuerdos, y al preguntar de dónde sacó tanto encanto Aquiles Nazoa, que era de quien debíamos hablar, me respondió que quizás fue el ha-ber nacido en un hogar tan alegre y unido.

Micaela, su madre, era una mujer con una capacidad para canalizar la tensión a través

del humor, de todo sacaba un chiste, Rafael su padre, era un inventor, que disfrutaba ha-ciendo feliz a las personas.

La imagen más hermosa que conserva Aída de su padre y Aquiles, se remonta a sus cin-co años, Aquiles tendría unos 15, quienes después de un paseo dominguero, llegaban a casa con las manos llenas de flores y los rostros rebosantes de felicidad.

“Mi papá, Aquiles y Elba eran patria o muerte los tres, ellos se iban todos los do-mingos a pasear, en una bicicleta los tres, llegaban cargados de flores, llegaban con-tentos, frescos, felices”, así recordó nuestra entrevistada.

Recordando a Aquiles, su hermana me-nor dijo “Aquiles era una persona su-mamente graciosa, muy amigable, una se moría de risa estando con Aquiles, era tan buena gente, que si tu tenías una tristeza, podías jurarlo, te ponías a hablar con él, a los diez minutos ya eras un ramo de felicidad”.

Aída emocionada contó que “todo el mun-do quiere a Aquiles, es el ser más querido, aún por quienes no lo conocieron”

Por eso cuando todavía ni pensaba en casar-se, Aída decidió que su primera hija nacería el 17 de mayo, el mismo día que su querido hermano, y así pasó, Nora llegó el mismo día que Aquiles a este mundo.

“Cuando me preguntaban por qué, respon-día, porque el 17 de mayo es el día que na-ció Aquiles, el ser más querido del país y yo quiero que a mi hija la quieran así. Eso fue mágico, realmente mágico”.

Pero eso no fue todo, su hermana moro-cha la cogió también por ahí, dijo Aída “ella quería que su hija también naciera el 17 de mayo”.

El parto de Aidé estaba cuadrado para una fecha distinta, los tiempos no coin-cidirían, el 17 de mayo fue al cine a ver una película documental sobre la trage-dia de Hiroshima y la angustia la em-bargó, al salir tuvieron que llevarla a la clínica, le dijeron, hay que hacerte una cesárea ya, entonces mi hermana vio na-cer a su primera hija a quién le puso mi nombre y quien también nació en la de-cretada fecha. A modo de pregunta Aidé dijo: “¿No te parece mágico?”

Aquiles, Nora, Aída (hija) celebraban en familia los cumpleaños como uno solo, muchas veces lo hicieron en un jardín de la casa de San Antonio de los Altos en los que hacían tremendo bonche, con piñatas monumentales, en esas fiestas Aquiles recitaba y filmaba los alegres encuentros.

“Cuando nos allanó la Digepol la casa en los Palos Grandes, años después, se lleva-ron todas las películas porque eran sub-versivas, nuestras piñatas, fueron robadas”

Las fotos que tomé desaparecieron de la memoria de la cámara, mi sueño se hacía realidad, Bernardo, el Coordina-dor de Fotografía de Ciudad CCS logró recuperar los archivos, la magia Nazoa, permitió entregar este trabajo, resulta-do de un encuentro, del que falta por escribir.

aída naZoa

Las morochas decidieron que sus hijas nacerían el mismo día que nació Aquiles

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www.epaleccs.info Edición Número Trescientos sesenta y seis. Año 08. ÉPALE CCSCaracas, 29 de marzo de 2020.

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reencontrarse con la caracas física y espiritual, de aquiles

EL RUMOR DE LAS BOLAS

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Acupuntura: técnica milenaria que consis-te en dejarlo como un colador sin que se dé cuenta. Bitas num estiehfhgAtur, ne pro quisqui quholuptaquiehfhgehfui quholupta-qui ne holuptaquipt holuptaquiptercide vid

por qué se niega tanto lo que se es

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Reencontrarse con Aquiles es hurgar en los “últimos cachivaches” de su corazón y de su memoria, como escribe en la presentación de Caracas física y espiritual. En la Caracas de ahora, los adoquines de ese inventario de despojos se volvieron polvo bajo los pasos destructores del progreso, ese que lo alcanzó y del que habla amargamente. Este minimanual es una excusa, como casi todos los demás, para sentirnos un poco más cerca de él y de nuestra ciudad, que es una colección interminable de retazos, de “desechos del tiempo cuyo destino es la diáspora y el olvido” y de las “pequeñas cosas” de las que “está hecha la vida secreta de las ciudades”.

1. Déjese llevar por la historia rebelde de nuestra ciudad. Se le va a inflar el pecho cuando sepa sobre los años de asedio de los conquista-dores y la resistencia de nuestros indígenas.

2. Recorra el casco histórico, cuando esté permitido, sin apuro, con detenimiento. Saboree cada esquina, sepa quiénes llegaron a poblar-la, cuáles acontecimientos importantes, que delinearon la historia del país, ocurrieron entre sus calles. Sienta cómo palpita el corazón de Caracas.

3. Deténgase en las ven-tanas caraqueñas, esas de las casas centenarias. Cada vez son menos pero aún las puede ver en La Pastora, San Martín, La Candelaria, Santa Teresa, Altagracia y otras parro-quias más.

4. Vaya al Palacio Federal Legislativo, vea las rejas que lo circundan y dése cuenta que aún tienen las iniciales

de Antonio Guzmán Blanco.

5. Vea hacia el Ávila y piense cómo sería estar bajo la sombra de los pájaros hace doscientos años.

6. Ocupe las horas muertas con un inventario de las cosas pavosas. Aunque algunas se actuali-zan, su esencia permanece.

7. Piense que ya hemos comenzado los “locos años 20”, y de qué manera. Para rendirle un homenaje centenario, asómese al Hotel Ribot, cerca de la torre Viasa. Fue construido en 1927 en honor a Tutankamón.

8. Investigue sobre quién será el Duque de Rocanegras.

9. Sepa que Aquiles, aplastado por el progreso de la Venezuela petrolera, consideraba que Ca-racas se estaba convirtiendo en el Museo de las Fealdades, por el estilo recargado en la arqui-tectura de algunos de sus edificios, que ahora consideramos emblemáticos.

10. Recuerde que hace 100 años Aquiles nació en el Guarataro, en la parroquia San Juan.

Mi madre vive en un pueblito de recuerdos; yo algunos domin-gos me subo en el elefante del Libro Mantilla para ir a visitarla.Allí vive mi madre entre las cuentas de colores que con los años se le han ido cayendo como hermosas gotas de sangre de su co-razón.Allí está ella pensativa, allí está ella muy joven y elegantemente triste, a tono su tristeza con la melancolía de la hora en que atar-dece en su pueblito de recuerdos.Yo que amé siempre la tarde, pienso que a la envejecida luz de esa hora mi madre es el alma misma de la tarde; y cuando en esa actitud la he encontrado, me vuelvo de puntillas y llego a casa contando que en el pueblito de recuerdos donde vive mi madre, la tarde permaneció hoy largo rato con la mano en la mejilla.Allí, como entre vestigios de jardín, vive mi madre entre sus úl-timos ovillos de sedalina, entre los irisados témpanos de cristal de la lámpara que nunca se compuso, junto a la cruz de palma bendita que en otros años poníamos en el patio dentro de un plato de agua cuando había tormenta.Hay algo allí de primavera archivada, serán las flores secas que también hay, o bien aquella mota que aunque ya sin polvera conserva su ampulosidad de bailarina que ha engordado; en todo caso será de tanto vivir entre esas cosas por lo que la mi-rada de mi madre es lejanamente dulce y vagamente apagada, como sería si uno pudiera verlo, el nostálgico aroma de las ga-lletitas Palmer´s.A veces mi madre y yo nos vamos pueblo adentro, oyendo bajo nuestras pisadas el crujir de oro de las hojas secas, nos vamos a lo largo de ese territorio de oro, a veces ella y yo nos vamos, mirando yo caer las hojas secas que a lo largo de años y años de vivir en su pueblito de recuerdos, se la han ido desprendiendo de su anticuado vestido de flores a mi madre.Vamos en un tranvía bajo la lluvia; pasajeros los dos de un puente que ella le dijo a papá que parecía un barco, mi madre quiere que nos detengamos donde está el vendedor de granizado para que yo me coma las estrellas. Ahora me sube a su hombro para que yo con-temple por primera vez un río. Pero el fulgor de sus cabellos me resultó más fascinante, pues como era ya la noche y era marzo, y apareció la luna bajísima e inmensa, yo por la primera vez vi el mar, ¡lo vi dormido de mi madre en los líquidos cabellos!Ahora llegamos al momento en que yo no he nacido. Ahora mi madre está tendida sobre el mundo, y el amor la agasaja de per-fumes como a la tierra un río de duraznos; dócil, pluvial, arbó-rea, taza de leche enamorada, está ahora tendida allí mi madre, cuna de flores el dulce cuenco de su vientre, para tornear – sua-vísima alfarera – la sustancia de siglos que cantando la nombra en la palabra de mi padre.Madre, pequeña fábrica de amor, mansa esposa del Tiempo, mi-lagro de tu carne fue darles forma huma-na a las tinieblas y recoger la noche en tus entrañas para levantarla como una espiga hacia la aurora.Yo lo sé, yo lo sé, porque mis ojos, yo lo sé, no han conocido estrellas más suntuosas, ni mañana más claras, ni flores más augus-tas ni en fin nubes, como las que apren-dí desde tu cuerpo a mirar a través de tu mirada.

Mi Madre en un pueblito de recuerdos

POR AQUILES nAZOA • ilustRación DAnIEL PÉREZ

CRÓNICA

POR natHali GÓMeZ • @laesPeRgesia / lustRación jUStO BLAnCO

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