3. el problema del mal

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¿Si Dios está en cada detalle, por qué hay mal?

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¿Si Dios está en cada detalle, por qué hay mal?

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Una pregunta angustiosa

• Una de las preguntas más frecuentes, al hablar de Dios, es ésta: - ¿Por qué Dios permite el mal? Sea lo que unos hombres nos hacemos a otros, sea el mal físico, las enfermedades o los desastres naturales. Todos nos hemos hecho esta pregunta. Y no parece fácil encontrar respuesta. Muchos dicen que es un misterio. Otros, se rebelan. No pueden aceptar que haya un Dios que permita el mal.

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¿Dónde está Dios?

• Cuando preguntamos por qué Dios permite el mal, y nos resulta insoportable, parece que pensamos que Dios está tan tranquilo, allá en el Cielo, y no le afecta que nosotros suframos. Al hacernos esa pregunta, parece que ese Dios es más frío y menos compasivo que nosotros mismos. Y un Dios así no es aceptable.

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Pero, como hemos visto, Dios Pero, como hemos visto, Dios no está fuera del mundo, sino no está fuera del mundo, sino que está en lo más íntimo de que está en lo más íntimo de cada uno, pues nuestra cada uno, pues nuestra existencia consiste en estar existencia consiste en estar siendo pensados y amados siendo pensados y amados por Dios. Somos un proyecto por Dios. Somos un proyecto ilusionado de Dios, estamos ilusionado de Dios, estamos en la intimidad de ese acto de en la intimidad de ese acto de amor que nos crea. Y por amor que nos crea. Y por eso, Dios experimenta en eso, Dios experimenta en primera persona nuestras primera persona nuestras alegrías y nuestros dolores. alegrías y nuestros dolores. Cuando sufrimos, Dios está Cuando sufrimos, Dios está en nuestro interior, sufriendo en nuestro interior, sufriendo con nosotros. con nosotros.

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¿Por qué Dios asume ese dolor que hay en nuestras vidas?

• Cuando nos damos cuenta de que Dios está dentro de nosotros, de que somos un amor ilusionado de Dios, y Él sufre nuestros dolores en primera persona, la pregunta ¿por qué Dios permite el mal? cambia de significado. Ya no es el desconcierto por la supuesta frialdad de Dios. Pero, si Él también sufre con nosotros, ¿por qué son así las cosas? ¿No podría Dios parar a los que hacen daño a los demás?

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Dios nos quiere libres y respeta esa libertad

• Sólo tiene sentido crear personas libres, que puedan ser felices, porque son las únicas que ganan algo con la creación, pues Dios ya lo tiene todo. Por eso, Dios respeta esa libertad que es el único sentido de la creación. Hacer el bien o el mal depende absolutamente de nosotros. Pero el amor de Dios que nos hace existir no se echa atrás, tiene la eternidad del mismo Dios. Aunque le hagamos daño a Él cuando nos destrozamos a nosotros mismo o a sus otros hijos, que existen en su amor.

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Dios asume el riesgo de nuestra Dios asume el riesgo de nuestra libertad. Porque la libertad es el único libertad. Porque la libertad es el único sentido de la creación: crear sentido de la creación: crear personas realmente libres que personas realmente libres que puedan responder a ese amor que puedan responder a ese amor que les crea, y así experimentar la les crea, y así experimentar la felicidad del amor mutuo, la mutua felicidad del amor mutuo, la mutua entrega que es la vida eterna en el entrega que es la vida eterna en el Cielo.Cielo.

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Cuando hacemos o sufrimos daño, lo siente Dios mismo

• Si Dios nos detuviera cada vez que hacemos el mal, no seríamos libres. No mira para otro lado, ni se desentiende, sino que sufre en primera persona ese dolor, porque ese que sufre existe porque Él lo piensa y ama: es un amor de Dios quien sufre: -“Tuve hambre y me diste de comer. Tuve sed, y me diste de beber”, dice Dios. Yo sentía su hambre, Yo sentía su sed, Yo sentía su dolor, su soledad o su humillación. Lo siente en primera persona. Hacernos libres es asumir el dolor que sufrimos y causamos. Dios no es ajeno a nada de lo nuestro, tampoco al dolor. Pero piensa que vale la pena sufrirlo, Él el primero, porque sólo siendo libres podemos amar y ser felices.

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La construcción de un mundo justo depende de las La construcción de un mundo justo depende de las personas que habitamos este mundo injusto.personas que habitamos este mundo injusto.

Dios no es paternalista. Dios no es paternalista. No hace en lugar nuestro lo que es obligación No hace en lugar nuestro lo que es obligación

nuestra.nuestra.

Él no quiere suplantar nuestro lugar…Él no quiere suplantar nuestro lugar…

Dios ha puesto la marcha de la historia en nuestras manos…Dios ha puesto la marcha de la historia en nuestras manos…

Nos da los medios para que vayamos creciendo en Nos da los medios para que vayamos creciendo en humanidad… Pero eso es responsabilidad humanidad… Pero eso es responsabilidad nuestra.nuestra.

Dios no puede apoyar actitudes irresponsables o injustas…Dios no puede apoyar actitudes irresponsables o injustas…

Muchas veces le pedimos a Dios que él Muchas veces le pedimos a Dios que él cumpla nuestras obligaciones.cumpla nuestras obligaciones.

Puro rezar sin hacer nada, no sirve para Puro rezar sin hacer nada, no sirve para nada…nada…

Y, como es lógico, no lo hace…Y, como es lógico, no lo hace…

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Es absurdo que le pidamos a Dios

que nos dé un buen presidente, si nosotros no nos

comprometemos en una política limpia y eficaz…Es necio suplicarle que me libre del dengue, si no limpio los criaderos de larvas de mosquitos de mi

patio…¿Para qué sirven las “cadenas de oraciones” de gente irresponsable?

Es cara dura pedir a Dios aprobar un examen si no he estudiado…

¿Para qué pedir que se arregle mi matrimonio si no estoy dispuesto a bajarme del pedestal de mi

orgullo?

¿Para qué pedir a Dios que no explote una bomba que yo mismo he fabricado? ¿No sería mejor

desmontarla?Dios no puede atender la oración de los vago, los irresponsables, o los injustos que no quieren cambiar de actitud… Los haría peores…

Es necio que le pida a Dios que no me pase nada si yo me tiro por un precipicio.

En la mesa le pedimos a Dios que cuide de los que tienen hambre, y así nosotros podemos comer tranquilos, sin tener que compartir nada…

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¿Y los males y ¿Y los males y dolores naturalesdolores naturales?

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Parece difícil entender los males y dolores naturales

• Hemos visto que Dios, que nos crea libres, tiene que respetar nuestra libertad, incluso cuando hacemos mal. Si no, seríamos marionetas, no personas libres. Pero ¿qué pasa con el dolor, con la enfermedad, con los terremotos y huracanes, con las malformaciones genéticas? ¿Por qué Dios ha hecho un mundo donde esto es posible? Parece un error incomprensible. Más aún cuando sabemos que Él siente en primera persona los dolores de aquellos que, si existen, es porque Él está poniendo el corazón en ellos. Parece que, en un mundo bien hecho, no debería existir la posibilidad de estos desastres que tanto nos hacen sufrir, a nosotros y a Él.

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Dios nos quiere a ti y a mí, que somos personas de carne

• Yo me he pasado muchos años desconcertado con este problema. Parece que Dios ha hecho mal este mundo. Hasta que entendí que Dios no quiere y crea mundos o personas en general, sino a cada persona concreta, a ti y a mí. Tú y yo no somos ángeles sin cuerpo: no seríamos tú o yo. Mi cuerpo forma parte de mi identidad personal. Mi libertad es la de una persona de carne, cuya alma espiritual es la forma organizadora de este cuerpo mío, que tiene un código genético concreto. Yo no soy persona, ni soy yo, al margen de mi cuerpo. Y para poder ejercer mi libertad, la materia del mundo ha de tener indeterminación, ha de ser flexible, no rígida.

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La libertad requiere indeterminación en las leyes de la materia

• Para poder actuar con libertad en un mundo material, tanto mi propio cuerpo como el mundo en el que vivo tienen que ser, digamos, blandos, como “plastilina”, para permitir que yo pueda decidir hacer esto o aquello, moverme de esta manera o de la otra. Si el mundo fuera rígido, si su comportamiento físico y químico estuviera exactamente determinado por las leyes naturales, como un reloj, no habría indeterminación interna, no habría flexibilidad. No habría “accidentes” como los huracanes y terremotos. Pero yo no podría actuar con libertad. Cada movimiento de mi cuerpo estaría determinado por las leyes de la naturaleza, como pensaban muchos físicos antes de Heisenberg.

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Cada vez que pedimos a Dios que cure la enfermedad de un familiar estamos suponiendo que lo puede hacer y, en consecuencia, que, si no lo hace, es porque no quiere. Y un Dios que, pudiendo, no elimina los enormes males que afectan al mundo, sería un ser mezquino, indiferente y cruel.

El mal existe porque es inevitable en las condiciones de un mundo y de una libertad

finitos.

Un mundo en evolución no puede realizarse sin choques y sin catástrofes; una vida limitada no puede escapar al conflicto, al dolor y a la

muerte; una libertad finita no puede excluir el fallo y la culpa.

No es posible creer en un Dios que, pudiendo, no impide el mal…

Hay que dar una vuelta radical a nuestra manera de comprender a

Dios. Un Dios que crea por amor es evidente

que quiere sólo el bien para sus creaturas.

Por eso no debe decirse que «Dios lo manda» o que «Dios lo permite», sino que lo sufre y lo padece como frustración de la obra de su amor en nosotros.

No es que Dios no pueda mantener un mundo sin mal, es que eso no es posible: sería tan contradictorio como hacer un círculo-cuadrado…

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Los males naturales, precio de mi existencia y libertad

• Cuando Dios nos quiere a ti o a mí, personas de carne, quiere un mundo material en el que podamos desarrollar nuestra libertad. Y eso exige esa flexibilidad, esa indeterminación que incluye huracanes, terremotos y enfermedades. Si me puedo mover en el aire es porque el aire no es rígido, porque sus moléculas tienen relaciones flexibles, no rígidamente determinadas. Y por eso mismo hay huracanes. Si el aire fuera tan rígido como un bloque de piedra no habría huracanes, pero yo no me podría mover a través de él. Es la indeterminación y flexibilidad de la materia lo que permite mi libertad de carne. Es necesaria para que yo exista, y Dios me quiere a mí

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• Es increíble, pero es así: Dios no quiere Es increíble, pero es así: Dios no quiere personas en general, me quiere a mí, te personas en general, me quiere a mí, te quiere a ti. Y por eso quiere un mundo quiere a ti. Y por eso quiere un mundo material como éste. A veces, no nos material como éste. A veces, no nos damos tanta importancia como para pagar damos tanta importancia como para pagar el precio de nuestra existencia, pero Dios el precio de nuestra existencia, pero Dios sí nos da esa importancia. Dios, que siente sí nos da esa importancia. Dios, que siente todos mis dolores en primera persona, todos mis dolores en primera persona, piensa que le vale la pena pagar ese piensa que le vale la pena pagar ese precio, con tal de que yo pueda existir y precio, con tal de que yo pueda existir y ser eternamente feliz con Él en el Cielo. ser eternamente feliz con Él en el Cielo. Dios se toma en serio mi carne, y se toma Dios se toma en serio mi carne, y se toma en serio mi libertad. Me quiere a mí, se la en serio mi libertad. Me quiere a mí, se la juega conmigo, y asume el dolor que juega conmigo, y asume el dolor que cuesta mi carne, y el dolor que cuesta mi cuesta mi carne, y el dolor que cuesta mi libertad. libertad.

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¿ El mejor de los mundos ¿ El mejor de los mundos posibles?posibles?

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PROBLEMA DEL MALPROBLEMA DEL MAL

“En su poder Infinito, Dios podría siemprecrear algo mejor” (S. Tomás, S. Th. I, q. 25,S. Tomás, S. Th. I, q. 25,a. 6a. 6). Ha preferido el mundo tal como es: unmundo que debe alcanzar su perfección. “Portanto, con el bien físico existe también el malfísico, mientras la Creación no haya alcanzadosu perfección” (Idem, Suma contra los genti-Idem, Suma contra los genti-les 3, 71les 3, 71). Estudiaremos el problema del malmás adelante.

CCE 308CCE 308: Dios “es la causa primera que opera en y por las causassegundas: ‘Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar,como bien le parece’ (Flp 2, 13Flp 2, 13). Esta verdad, lejos de disminuir ladignidad de la criatura, la realza”.

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PROVIDENCIA DE DIOSPROVIDENCIA DE DIOS

Por su providencia, Dios ha previsto que el hombre fuera partícipelibremente de la vida bienaventurada, y le ha salido al encuentro.Pero el hombre puede rechazar la llamada a esa vida bienaventura-da y considerar los acontecimientos históricos como resultado ex-clusivo de las acciones del hombre, sin reparar en su dimensión deeternidad. Sin embargo, estos acontecimientos se mueven en lasmanos amorosas de Dios, que no quiere el mal en la historia, perolo permite por respeto a la libertad creada y porque de esos malespuede sacar bienes.

La providencia infalible de Diosno fuerza la acción libre de lascriaturas racionales. No sabremosel sentido pleno de la historia has-ta el final de los tiempos.

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CAPÍTULO I: CREO EN DIOS PADRE

La Providencia de Dios51. Si Dios lo sabe todo, ¿por qué no impide entonces el mal?«Dios permite el mal sólo para hacer surgir de él algo mejor»

(Santo Tomás de Aquino). [309-314,324]El mal en el mundo es un misterio oscuro y doloroso. El mismo

Crucificado preguntó a su Padre: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Hay muchas cosas incomprensibles. Pero tenemos una certeza: Dios es totalmente bueno. Nunca puede ser el causante de algo malo. Dios creó el mundo bueno, pero éste no es aún perfecto. En medio de rebeliones violentas y de procesos dolorosos se desarrolla hasta su consumación definitiva. De este modo se puede situar mejor lo que la Iglesia denomina el mal físico, por ejemplo, una minusvalía de nacimiento o una catástrofe natural. Por el contrario, los males morales vienen al mundo por el abuso de la libertad. El «infierno en la tierra» (niños soldado, ataques de terroristas suicidas, campos de concentración) es obra de los hombres la mayoría de las veces. Por eso la cuestión decisiva no es: «¿Cómo se puede creer en un Dios bueno cuando existe tanto mal?», sino: «¿Cómo podría un hombre con corazón y razón, soportar la vida en este mundo si no existiera Dios?». La Muerte y la Resurrec ción de Jesucristo nos muestran que el mal no tuvo la primera palabra y no tiene tampoco la última. Del peor de los males hizo Dios salir el bien absoluto. Creemos que en el Juicio Final Dios pondrá fin a toda injusticia. En la vida del mundo futuro el mal ya no tiene lugar y el dolor acabará. 40, 286-287

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I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-527)

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PROVIDENCIA DE DIOSPROVIDENCIA DE DIOS

CIC 303CIC 303: “La solicitud de la divina Providenciaes concreta e inmediata; tiene cuidado de todo,desde las cosas más pequeñas hasta los aconte-cimientos decisivos del mundo y de la historia”.

Esta convicción implica que las cosas no sucedenal azar o por casualidad, y que el orden causaldel universo no deriva de una fuerza anónimao de agentes que actúen al margen de Dios.

Se excluye especialmente la fatalidad, es decir, la idea supersticiosade que el hombre se encuentra dominado por energías ocultas en elcosmos, que ejercerían sobre la existencia humana una influencianegativa e inexorable. Visión fatalista y no providente en la brujería.

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PROVIDENCIA DE DIOSPROVIDENCIA DE DIOS

CIC 305CIC 305: “Jesús pide un abandono filial en laprovidencia del Padre celestial que cuida de lasmás pequeñas necesidades de sus hijos: ‘No an-déis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos acomer?, ¿qué vamos a beber? (...). Ya sabe vuestroPadre celestial que tenéis necesidad de todo eso.Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esascosas se os darán por añadidura’ (Mt 6, 31-33Mt 6, 31-33)”.

En Cristo, los cristianos aprenden la confianza en su Padre Dios.No hay nada para un cristiano que no provenga de la mano amo-rosa de Dios, porque ni siquiera los momentos más duros de laexistencia están alejados de la voluntad de Dios. Rom 8, 28Rom 8, 28:“Todo coopera al bien de los que aman a Dios”.

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PROVIDENCIA DE DIOSPROVIDENCIA DE DIOS

Los santos, ante las adversidades más extremas, no dejan de invo-car a Dios para que puedan verse libres de la amenaza, pero sobretodo para que se cumpla el designio amoroso de Dios. Por eso notienen temor ante el dolor ni la muerte, ya que las adversidades dela tierra no pueden más que unirles al cuerpo doliente del Señor.

Santo Tomás Moro, poco antes de sumartirio, para consuelo de su hija: “Nadapuede pasarme que Dios no quiera. Ytodo lo que Él quiere, por muy malo quenos parezca, es en realidad lo mejor” (cfr.CCE 313CCE 313).