27 (de boletos)
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8/18/2019 27 (de Boletos)
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No hago problemas si mi esposa me trae una sopa fría o si caigo en la cuenta
de que me engaña con un bombero; no levanto la voz si la encuentro
sustrayendo de los cajones mis pomitos de insulina, si la descubro colocando
en mi café una considerable cantidad de ácido clorhídrico; no inicio unadiscusión si de pronto decide hacer una fogata casera con las fotografías de
nuestro matrimonio o con mi dientes postizos: lo que sí no puedo aceptar bajo
ningún punto de vista es que no nos pongamos de acuerdo sobre el nombre de
nuestro rollizo primogénito.
Cuando se toca ese tema las ollas se convierten en naves espaciales y la vajilla
en víctima sonora de la necedad. Yo afirmo, mientras pretendo sacarle la nariz
como una estaca, que el nombre apropiado es “Gerundio”, pues este sugiere lacontinuidad de una tradición milenaria (en ese sentido todos nos deberíamos
llamar “Gerundio”); ella, clavándose las uñas y unos insultos que no sería
conveniente repetir, vocifera que el indicado es “Cabeza de Zapallo”, porque,
efectivamente, tiene la cabeza de la misma forma que un zapallo, y es natural
que las palabras estén en estrecha relación con la apariencia de las cosas.
Las discusiones no terminan hasta que nos vence el sueño o el aburrimiento,
pero lo cierto es que nunca sacamos nada en claro, pues los dos insistimos enmantener los brazos erectos como palos de escoba. Ese es el motivo por el cual
no hemos inscrito a nuestro hijo en el Registro Civil, pese a que tiene veinte
años y un amor extremo hacia los empleados públicos. Yo, naturalmente, lo
llamo “Gerundio”, y he obligado a mi secretaria y al subgerente que lo llamen
así. Mi esposa, como es obvio, le dice “Cabeza de Zapallo”, y para congraciarse
con ella, la vendedora de verduras lo llama de la misma manera. Sus amigos se
refieren a él de acuerdo a su estado de ánimo: pueden decirle “Caracol”,“Carpeta”, “Mar”, “Reloj”, “Tormenta”, “Insecticida”, “Agua de Colonia”,
etc.
Gerundio lee en el parque, feliz de poseer todos los nombres de la tierra.
Boletos, Lorenzo Helguero