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LA OPACIDAD DE LO VISIBLE: APUNTES SOBRE IMAGEN Y REALIDAD OPACITY OF THE VISIBLE: NOTES ON IMAGE AND REALITY Manuel Canga Sosa. Universidad de Valladolid (España) [email protected] Resumen. El presente trabajo se ocupa de analizar ciertos aspectos de la relación entre cine y realidad, tomando como referencia las aportaciones de disciplinas como la Psicología de la Gestalt y la Semiótica. Se trata de una revisión teórica, de carácter abierto y con resultados provisionales, que pretende destacar la importancia del lenguaje en el proceso perceptivo y la construcción de los sistemas de representación, dentro de los cuales se incluye el cinematógrafo, haciendo hincapié en las diferencias que existen entre lo que vemos y lo que podemos comprender, tal y como se manifiestan en las obras de reconocidos cineastas. Abstract. This paper tries to focus on certain aspects of the relationship between Film and Reality, with reference to the contributions of disciplines like Gestalt Psychology and Semiotics. This is a theoretical review that aims to highlight the importance of the use of language in the perceptual process and construction of representation systems, in which Film could be included, emphasizing the difference between the things we can see and the things we can understand, as it is shown in the works of renowned artists and filmmakers. Palabras clave. Cine, Realidad, Percepción, Imagen, Lenguaje. Keywords. Film, Reality, Perception, Image, Language.
1. Introducción Esta intervención se inscribe en el contexto de unas jornadas de trabajo sobre la relación
entre Cine y Realidad, organizadas por la Dra. Mercedes Miguel Borrás en la Universidad de Valladolid durante el otoño de 2014, y tiene por objetivo examinar, de manera esquemática, los puntos de conexión entre el proceso perceptivo y eso que denominamos «realidad», tal y como se presenta en la experiencia cinematográfica. Se trata de un tema con diferentes implicaciones teóricas que, en el ámbito restringido de la fotografía y el cine, ha tomado como referencia los trabajos de André Bazin y su famosa división entre “los directores que creen en la imagen y los que creen en la realidad”1.
Un debate sobre las relaciones entre cine y realidad debería considerar, en primera instancia, las limitaciones que la estructura ocular impone a la creación artística y hacerse
1 BAZIN, André (2000): La evolución del lenguaje cinematográfico, ¿Qué es el cine? Rialp. Madrid. 130. Bazin sostenía que la fotografía es ontológicamente objetiva, más creíble que la pintura, y revela lo real. Godard había afirmado en El pequeño soldado (Le petit soldat, 1963) que la fotografía es la verdad y el cine veinticuatro verdades por segundo. Sugestiva idea que podría, sin embargo, ser cuestionada por otra de Rodin: “El artista es verídico y la fotografía mentirosa, pues en la realidad el tiempo no se detiene”. MERLEAU-PONTY, Maurice (1986): El ojo y el espíritu. Paidós. Barcelona. 60.
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cargo de las características específicas del dispositivo cinematográfico, que puede dar forma a esa mirada que simboliza la experiencia artística del sujeto; experiencia que depende del modo en que es manejado el lenguaje, el cual nos obliga a distinguir entre la realidad y lo real2. De hecho, no sería descabellado afirmar que muchas obras de arte, sobre todo a partir de las vanguardias históricas, interrogan al mismo tiempo los procesos de creación del significado y las formas que lo determinan, poniendo en cuestión el concepto mismo de realidad.
¿Qué puede captar, entonces, el cinematógrafo, y qué relación se establece entre el cineasta y lo que su cámara registra o representa? ¿Contribuye con su trabajo a dar forma y sentido a la realidad? ¿Entiende las imágenes que registra o actúa guiado exclusivamente por el deseo de experimentar y compartir sensaciones placenteras al margen de la significación? Preguntas como estas y muchas otras suponen diferentes niveles de reflexión y obligan a considerar el tema desde varias perspectivas metodológicas que solo podremos mencionar aquí de manera tangencial. Lo que en esta ocasión presentamos forma parte de un proyecto de investigación más amplio que interroga la relación del sujeto con la imagen y se apoya en el estudio de las relaciones entre el ojo y la cámara. El neurobiólogo David Hunter Hubel, premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1981, ha explicado los pasos del proceso perceptivo, haciendo hincapié en lo que ocurre en el cerebro, en el nivel de los impulsos nerviosos y las conexiones neuronales que desembocan en la corteza visual primaria o córtex estriado. A pesar de los avances de las últimas décadas, advertía Hubel que “nuestro conocimiento de la vía visual es impreciso”3, lo cual indica que todavía quedan muchos interrogantes por despejar para comprender cómo vemos la realidad. Aunque los expertos hayan sido capaces de seguir la ruta del proceso y aislar sus componentes fundamentales, sigue habiendo muchos enigmas que no tienen fácil solución y están relacionados con lo que ocurre en el interior de esa caja negra4 que es el cerebro. La cuestión radica en averiguar qué tipo de relación existe entre el proceso sensorial y el proceso global de la percepción, cuáles son las funciones exactas de los órganos sensoriales y dónde están sus límites; si desempeñan una función limitada a la captación puntual y mecánica de estímulos energéticos o si son capaces de percibir estructuras más complejas. Averiguar cómo se lleva a cabo la representación subjetiva de la realidad, si es un proceso espontáneo y automático o si requiere la actuación conjunta de procesos heterogéneos. Si José Luis Pinillos estaba en lo cierto, no habría más remedio que tomar en consideración todo el juego de relaciones que se establecen entre el cuerpo y el entorno para dar cuenta de lo que significa realmente un órgano y medir el alcance de las funciones que pueda desempeñar en la toma de conciencia. En su opinión, el mysterium conscientiae sigue siendo un “problema filosófico”5.
Trataremos, en cualquier caso, de examinar algunas ideas y procesos que ayuden a entender mejor el funcionamiento de la percepción visual y nuestra relación con las imágenes, sin olvidar que el cinematógrafo ha contribuido a forzar o cuestionar nuestra idea de la realidad, tanto desde la perspectiva del registro documental como de la representación poética. Somos conscientes, no obstante, de que es difícil manejar el concepto de realidad, porque se trata de término polisémico utilizado en diferentes ámbitos discursivos y está cargado de resonancias sociales, políticas, económicas e ideológicas. Desde un enfoque semiótico, podría entenderse la realidad como un tejido de signos y códigos que sirven de
2 GONZÁLEZ REQUENA, Jesús (2010): Lo real, en Trama y Fondo, nº 29. 3 HUBEL, David Hunter (2000): Ojo, cerebro y visión. Universidad de Murcia. 9. 4 PINILLOS, José Luis (2002): Principios de psicología. Alianza. Madrid. 103. 5 PINILLOS, Op. cit., 139.
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referencia al individuo, teniendo en cuenta que la realidad semiótica y la sensorial parecen desarrollarse de manera sincrónica y no pueden desligarse así como así6.
La visión está determinada por las condiciones psicofísicas del observador, su posición en la escena y su nivel de conocimientos, lo cual indica que cuerpo y lenguaje determinan el proceso perceptivo. En este punto, cabe recordar que autores como Rudolph Arnheim7 advirtieron hace tiempo que el pensamiento está mezclado en la actividad artística con los procesos perceptivos, que determinan el sentido de lo visible. Pensamiento y percepción se encuentran ligados, a su vez, al conocimiento, con lo cual estamos ya haciendo entrar en juego la noción misma de realidad, el proceso a través del cual aprehendemos, captamos, conocemos eso que llamamos realidad.
2. Algunas ideas sobre la percepción
Desde antiguo se dice que el hombre es la medida de todas las cosas8, lo cual significa que ve e interpreta el mundo desde una perspectiva antropomórfica, antropocéntrica, incluso egocéntrica, y ni siquiera llega a percatarse de la existencia de otras realidades que desbordan sus capacidades perceptivas. Los científicos han tratado de disipar las ilusiones ópticas para hacernos ver la realidad tal como es, y no como aparenta ser, hasta llegar a describir los movimientos de los átomos que es imposible contemplar a simple vista. Incluso han inventado todo tipo de artilugios para ampliar nuestras capacidades y mostrar lo que hay más allá de los límites que la naturaleza impone al aparato visual, cuestionando así nuestra visión directa y automática del mundo. Según explicaba Merleau-Ponty, el «mundo verdadero», ese que los investigadores ayudaron a desvelar a partir de la Modernidad, cuando empiezan a desplegarse la física y la óptica, sería el de las ondas y corpúsculos que se hallan tras las fantasías sensibles9. Autores como Luna y Tudela10 han advertido que el estudio de la percepción forma parte de la teoría del conocimiento que pretendía validar los postulados fundamentales de los sistemas filosóficos, y por eso creemos necesario ocuparse del tema, puesto que constituye un punto de partida y referencia para entender la posición del ser humano en el mundo. Ortega y Gasset resumió hace ya varias décadas lo esencial de la relación entre las cosas que nos rodean y el pensamiento mediante dos célebres metáforas11. En primer lugar, la metáfora de la tabla cerina, dominante en la Antigüedad y el Medievo a partir de Platón12 y Aristóteles13, según la cual la conciencia sería, grosso modo, resultado de la impresión que las cosas dejan en ella. Para los filósofos realistas que siguieron esta tendencia, habría una equivalencia entre el sello y la impronta dejada en la cera, de manera que el estudio de la percepción sería decisivo para entender nuestra manera de ver y captar la naturaleza. Y, en
6 Köhler explicó que las unidades sensoriales habían enriquecido su significado al recibir nombres, a pesar de existir antes como unidades: “La psicología de la configuración alega que es precisamente la segregación original de totalidades circunscritas lo que hace posible que el mundo sensorial aparezca tan pleno de significado para el adulto”. KÖHLER, Wolfgang (1967): Psicología de la configuración. Introducción a los conceptos fundamentales. Ediciones Morata. Madrid. 121. 7 ARNHEIM, Rudolph (1996): El pensamiento visual. Paidós. Barcelona. 11. 8 La frase está recogida en los textos platónicos y se atribuye a Protágoras. PLATÓN (1998): Teeteto, Diálogos V. Gredos. Madrid. 193; Crátilo, 385e. 9 MERLEAU-PONTY, Maurice (2003): El mundo de la percepción. Siete conferencias. FCE. Buenos Aires. 10. 10 LUNA, Dolores, TUDELA, Pío (2006): Percepción visual. Trotta. Madrid. 20. 11 ORTEGA Y GASSET, José (1957): Las dos grandes metáforas, en Obras Completas, II. Revista de Occidente. Madrid. 387. 12 PLATÓN, Teeteto, op. cit. 13 El sentido sería la “facultad capaz de recibir las formas sensibles sin la materia al modo en que la cera recibe la marca del anillo sin el hierro ni el oro”. ARISTÓTELES (1999): Acerca del alma. Gredos. Madrid. 211.
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segundo lugar, la metáfora del vaso, del continente y el contenido, según la cual las cosas no proceden del exterior de la conciencia, de afuera, sino que son contenidos de la conciencia, ideas alojadas en su interior. Es la postura característica del Idealismo profesado a partir de Descartes, en cuya filosofía vemos convertirse las cosas en cogitaciones, pensamientos, estados del yo. A estas dos metáforas, Ortega agregaría la suya propia: la metáfora de Cástor y Pollux, figuras míticas destinadas a nacer y morir juntas, lo cual supondría afirmar la coexistencia de sujeto y objeto como Dei consentes14. En su vocabulario, se trata de la famosa relación entre el yo y la cosa, el yo y la circunstancia −del latín circum-stantia−, lo que nos rodea y envuelve. Somos resultado de una interacción, una correlación, y no es posible concebir un término sin el otro. Por su arte, autores como Jean-Paul Sartre estudiaron a mediados del siglo XX las imágenes desde una perspectiva fenomenológica en la que tenía un papel capital el concepto de intencionalidad. Para Sartre, la imagen mental habría pasado a convertirse en una «estructura intencional», una conciencia sintética en relación a un objeto trascendente. Imagen y percepción serían vivencias intencionales que difieren por sus intenciones. La imagen designaría la relación de la conciencia con el objeto. Ya no sería un simple simulacro, un doble atenuado de lo que nos brinda la percepción directa, como venían más o menos a decir los pensadores decimonónicos, sino una “forma psíquica”15 en cuya formación colabora el cuerpo entero. Contra una larga tradición de pensadores, tanto realistas como idealistas, Sartre sostenía que imagen y percepción se oponen, que la imaginación y la percepción se excluyen. Durante la segunda mitad del siglo XX, la Psicología Cognitiva abordó el problema tomando como referencia el «procesamiento de la información», a la manera de los ordenadores, que procesan datos digitales mediante sistemas de codificación y descodificación de señales eléctricas. La percepción sería una “fase del procesamiento de la información mediante la cual el organismo construye una representación del medio ambiente que pueda guiar su actividad”16. Dentro de esta tendencia general, destaca el llamado Computacionalismo o teoría computacional simbólica17 desarrollada por David Marr, que trató de estudiar los procesos de construcción de las representaciones desde un enfoque cibernético. Durante estos últimos años ha estado desarrollándose la Neurociencia Cognitiva, que investiga la relación entre los procesos psicológicos y las estructuras cerebrales mediante el uso de sofisticados aparatos y técnicas de neuro-imagen diseñadas para medir respuestas del organismo ante los estímulos, como la tomografía o la resonancia magnética funcional. Son complejas investigaciones de laboratorio que parten, salvando las distancias, de la equivalencia entre el cerebro y el ordenador, y ayudan a entender los mecanismos internos del proceso perceptivo y los ciclos de estímulo/respuesta. Los trabajos realizados en ese ámbito son interesantes y pueden ayudarnos a entender mejor la percepción, aunque es probable que dejen sin resolver buena parte de los problemas a los que antes nos referíamos, sobre todo en relación a la toma de conciencia de la imagen, a la vivencia psíquica de la percepción, tan diferente de unos individuos a otros. Entre otras cosas porque el cerebro puede sentir y es más flexible que una máquina; porque ese tipo de planteamientos tienden a dejar intacto el problema de las fantasías y la capacidad imaginativa, que suelen ir acompañadas de una poderosa carga emocional. Añadamos que la emoción no puede ser analizada exclusivamente en términos de funcionalidad o adaptación al entorno, puesto que muchas experiencias y situaciones desmienten esa posibilidad y cuestionan la
14 MARÍAS, Julián (1982): Ortega. Circunstancia y vocación, Obras IX. Revista de Occidente. Madrid. 421. 15 SARTRE, Jean-Paul (2005): Lo imaginario. Losada. Buenos Aires. 192. 16 LUNA, Tudela, op. cit., 37. 17 LUNA, Tudela, op. cit., 44.
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correspondencia directa entre el estímulo, la reacción fisiológica y los sentimientos del individuo, sin olvidar que el proceso perceptivo también está vinculado a la existencia del deseo. La percepción no puede reducirse al simple registro de datos estimulares cuya lógica de funcionamiento sería análoga a la de una máquina, porque está determinada por la cultura, la sensibilidad individual y el lenguaje. Merleau-Ponty declaró que el pensamiento operacional viene a ser un “artificialismo absoluto”, diseñado conforme al modelo que le brindan las “máquinas humanas”18. Incluso Jacques Aumont aludió a la problemática señalando que la imagen sería lo que no podría imitar un ordenador que utilizase información binaria, y que “nadie sabe, ni siquiera en el enfoque cognitivista, cómo informan y «encuentran» las imágenes reales a nuestras imágenes mentales, a fortiori las imágenes inconscientes”19.
Capítulo aparte merecería el análisis de las ilusiones ópticas20 y los trastornos perceptivos estudiados por los psiquiatras, que pueden alterar nuestra relación con el mundo y su significado. Figuras gigantescas que surgen en el cielo (Fantasmas de Broken), palacios que crecen en el horizonte y desaparecen a medida que nos acercamos (Fata Morgana) o fenómenos como el Holandés Errante, barco fantasmagórico que aparece durante las tempestades y era visto en la Antigüedad como presagio de un naufragio, son ilusiones ópticas que se producen en determinadas circunstancias y situaciones atmosféricas, y se asemejan a los espejismos del desierto. A diferencia de estas ilusiones, que pueden ser contempladas por varios individuos de manera simultánea y registradas por una cámara, existen otras imágenes derivadas de trastornos psíquicos que, por fortuna, suelen afectar de manera exclusiva a personas concretas, a no ser que se produzcan efectos de contagio grupal. La alucinación o el delirio formarían parte de ese conjunto de trastornos perceptivos, que no parecen responder a causas biológicas o genéticas simples.
Al estudiar las patologías de la imaginación, Sartre llegaría a decir que la alucinación coincide con la destrucción de la realidad percibida, tras la cual volverá a aparecer el mundo de la percepción objetiva. Merleau-Ponty señaló que la alucinación no es un producto sensorial y tampoco una percepción propiamente dicha, a pesar de que muchas veces parezca superponerse a las percepciones reales. Se produce en un escenario diferente al del mundo percibido y, por tanto, no parece que haya nada en el exterior que la justifique. La alucinación, sostenía, “no está en el mundo sino «frente» al mismo, porque el cuerpo del alucinado ha perdido su inserción en el sistema de las apariencias”21. La experiencia psicótica suele ir acompañada de estados de sobrexcitación e hiperestesia, y en algunos casos se asemeja al delirium tremens, que puede ser pensado como una pesadilla en estado de vigilia. Y la pesadilla, lo mismo que el sueño, está compuesta de imágenes, escenas de gran potencia visual que parecen imponerse de forma espontánea desde el interior de la conciencia. Pesadillas y sueños estarían asociados al «onirismo»: estado de ensueño patológico en que predominan las actividades alucinatorias de carácter escénico22.
18 MERLEAU-PONTY, El ojo y el espíritu, 11. La teoría de la máquina “aplicada al sistema nervioso es por completo incapaz de explicar correctamente la naturaleza de la experiencia sensorial. En este campo, todo apunta hacia una teoría en la que la máxima importancia corresponda a los factores dinámicos, no a las condiciones anatómicamente prefijadas”. Köhler, op. cit., 107. 19 AUMONT, Jacques (1992): La imagen. Paidós. Barcelona. 124. 20 TARÁSOV, L, TARÁSOVA, A. (1985): Charlas sobre la refracción de la luz. MIR. Moscú. ROSSI, Bruno (1976): Fundamentos de óptica. Reverte. Barcelona. 21 MERLEAU-PONTY, Maurice (1994): Fenomenología de la percepción. Península. Barcelona. 352. Nótese que la frase citada supone la existencia de un “sistema de apariencias”, un orden opuesto al caos de la psicosis, cuyo origen debería ser interrogado en otro ámbito. 22 El psiquiatra Henri Ey se refería al onirismo como una forma de conciencia imaginativa próxima a los estados hipnagógicos. EY, Henri (1998): Estudios sobre los delirios. Triacastela. Madrid. 94.
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Hay casos de psicosis agudas caracterizados por una desorganización perceptiva que lleva a confundir la ficción con la realidad, y que a menudo provoca sensaciones de extrañamiento y pánico. Confusión que puede ser provocada artificialmente mediante la ingesta de sustancias tóxicas o alucinógenas como el ácido lisérgico (LSD). El loco podría estar viviendo en un thriller o en una película de ciencia ficción. Curiosamente, decía Bazin que la distinción lógica entre lo imaginario y lo real tiende a desaparecer en el Surrealismo y que la fotografía “crea una alucinación verdadera”23. Los surrealistas, en efecto, realizaron una abierta apología de la locura, y para comprobarlo basta con abrir el Primer Manifiesto de 1924, donde Breton llegó a afirmar con más entusiasmo que sensatez que los locos “gozan de su delirio”24 y Cristóbal Colón viajó a las Indias acompañado de locos. Queda para otro contexto el análisis de tales afirmaciones y su repercusión en la estética contemporánea. Si hiciéramos un estudio detallado del fenómeno, comprobaríamos que muchas escenas descritas por psicóticos se parecen a las imágenes producidas por los artistas de vanguardia y el cine experimental25: espacios en transformación, alteraciones del movimiento, variaciones luminosas injustificadas, fragmentación corporal, fijación de escenas y todo tipo de distorsiones formales que nos hacen ver lo nunca visto y ampliar la experiencia perceptiva. Algo de eso encontramos, por ejemplo, en las escenas delirantes de Arrebato, dirigida en 1979 por Iván Zulueta, o también en Repulsión (1965), de Roman Polansky, donde vemos ablandarse y romperse las paredes de una casa y toda una serie de imágenes extrañas que nos hacen participar de una visión psicótica del mundo, gracias a la gestión del punto de vista y el manejo de los recursos audiovisuales.
3. Lo visible y lo incomprensible
Lo visible, sostenía Aristóteles, es el objeto de la vista26. Objeto condicionado, según dijimos, por la estructura fisiológica del aparato ocular. El proceso perceptivo da cuenta de nuestra relación con el mundo a través de apariencias que no siempre es fácil describir, habida cuenta de su carácter variable y polimorfo. Así ocurre con los destellos de la aurora boreal, sus iridiscencias, sus hilos de luz; con las formas cambiantes de los fenómenos atmosféricos, las Perseidas o lágrimas de San Lorenzo o una simple fotografía desenfocada o desdibujada por el paso de los años, que desafía la interpretación del observador, su comprensión. Lo visible resulta muchas veces incomprensible. En términos visuales, el espacio real está hecho de una sucesión de manchas claras y oscuras, con innumerables gradaciones intermedias, y bastaría con abrir los ojos al atardecer para ver cómo van desapareciendo progresivamente las formas y las texturas, el espacio y las distancias que separan los objetos. El espacio natural se prolonga en todas direcciones, es infinito e incomprensible, pero, en el caso de las imágenes creadas, el espacio se reduce a la superficie del soporte, que lo contiene y delimita, transformándolo en un campo de representación. Lo real del espacio entraría de ese modo a formar parte de lo que llamaríamos realidad enmarcada, sometida a los rigores de la geometría, las matemáticas y el lenguaje. La realidad está barrada, determinada por el lenguaje, que trata de imponer un sentido, del tipo que sea, a lo que no lo tiene, es decir, lo real27.
23 BAZIN, Ontología de la imagen fotográfica, op. cit., 30. 24 BRETON, André (1969): Manifiestos del Surrealismo. Guadarrama. Madrid. 20. 25 GONZÁLEZ REQUENA, Jesús (1997): Emergencia de lo siniestro, en Trama y Fondo, nº 2; (1998) Occidente. Lo transparente y lo siniestro, en Trama y Fondo, nº 4. 26 ARISTÓTELES, op. cit., 190. 27 Lo real es impensable, sin ley, desordenado. LACAN, Jacques (2006): El Seminario 23, El sinthome. Paidós. Barcelona. 123 ss.
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La importancia y el valor del marco radica en su capacidad para establecer coordenadas de referencia y orientación, condicionando el juego de fuerzas perceptivas que animan la creación artística, ya se trate de un cuadro, una fotografía o una imagen fílmica. Podría darse la circunstancia de que el infinito llegara a representarse en la superficie a través de los puntos de fuga, líneas borrosas del horizonte o tonalidades cromáticas, como ocurría en el Barroco. Lo real –informe, inabarcable, ininteligible, inasible− podría representarse en la realidad de la superficie.
Para entender nuestra relación con la imagen cinematográfica es preciso recordar que su fuerza está basada en la potencia analógica, en su capacidad para mostrar imágenes reales, que derivan de una operación de registro mecánico. La fuerza principal del cine, afirmó Arnheim, procede del “realismo del medio fotográfico”28, aunque también advertía, por otro lado, que existen grandes diferencias entre lo que ve el ojo humano y la imagen de la realidad producida por la cámara cinematográfica29.
De hecho, la aplicación de la perspectiva central en pintura −antecedente de la fotografía−, participa de la ilusión de hacernos creer que el espacio representado sobre la pantalla plana del cuadro es realista, porque produce imágenes tal y como son vistas por el ojo, cuando lo cierto es que la visión humana es estereoscópica, tridimensional, y la imagen retiniana se forma sobre una superficie cóncava, en gran angular, provocando así que las líneas rectas se curven en los laterales. Efecto que no solemos hallar en las pinturas renacentistas. Según Panofsky30, la perspectiva central se apoya en una abstracción que no da cuenta del modo en que percibimos el espacio desde un enfoque psicofisiológico, puesto que la percepción es irreductible a conceptos tales como homogeneidad, racionalidad e infinitud. La perspectiva está basada en la presencia de puntos, posiciones sobre un plano que expresan relaciones ideales dentro de una estructura lineal. Es un artificio que facilita la representación de ilusiones ópticas, similares a las que hallamos en la percepción real, pero distintas, entre otras cosas porque las líneas, explicaba Koffka, no son líneas por sí mismas en condiciones normales, sino que pertenecen a superficies que ellas limitan, de las cosas que confinan nuestro espacio. El espacio perceptual, añadía, no puede construirse con puntos y líneas, “solo puede explicarse como un producto de la organización del campo”31.
La impresión de realidad a la que antes nos referíamos se multiplica en el cine gracias a la ilusión del movimiento. Köhler afirmó que el cinematógrafo “está basado en el efecto estroboscópico”32, que simula la sensación de movimiento mediante la yuxtaposición de estímulos próximos. Arnheim volvería sobre el tema para añadir que “toda percepción del movimiento es básicamente estroboscópica”33.
A lo largo de las últimas décadas se han inventado diferentes formatos de pantallas para reproducir mejor lo que el ojo ve y extremar el verismo de la imagen. La cámara registra de manera particular lo que tiene delante, como si fuera la tabla cerina a la que en su momento nos referíamos, y no tiene por qué coincidir exactamente con lo visto por el ojo. Establece un nuevo orden de jerarquías y referencias, de imágenes, formas y colores. La construcción del objetivo fotográfico condiciona lo que vemos en términos de angulación, profundidad de
28 ARNHEIM, Rudolph (1990): El cine como arte. Paidós. Barcelona. 11 ss. Aumont, op. cit., 21, 117. 29 Aludimos a esta cuestión en Paisajes, ciudades y fotografías, en NAVARRO MARTÍNEZ, Eva, CANGA SOSA, Manuel, GARCÍA MATILLA, Agustín (2012): Huellas de la ciudad. Un proyecto de Arte y Educomunicación. Editorial Académica Española (LAP LAMBERT Academic Publishing GmbH&Co). Saarbrücken, Germany. 35-45. 30 PANOFSKY, Erwin: (1995) La perspectiva como forma simbólica. Tusquets. Barcelona. 31 KOFFKA, Kurt: (1973): Principios de Psicología de la Forma. Paidós. Buenos Aires. 255. 32 KÖHLER, op. cit., 108. 33 ARNHEIM, Rudolph (1999): Arte y percepción visual. Alianza. Madrid. 425. Koffka explicó que el movimiento estroboscópico y el real son “esencialmente iguales” (op. cit., 337).
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campo, texturas, definición, sin mencionar los tratamientos de la imagen en las fases de montaje y postproducción.
Diríase, incluso, que no basta con registrar huellas de la naturaleza –aunque sean en blanco y negro, como diseñadas para espectadores aquejados de acromatopsia− para provocar la mirada, porque, de lo contrario, no tendrían sentido las diferentes técnicas empleadas desde Mélies para acusar las emociones y producir algo que no existe en lo real. El cinematógrafo ha condicionado nuestra manera de ver las cosas, y, para comprobarlo, basta con revisar películas como El retorno a la razón (1923), de Man Ray, Ballet mecánico (1924), de Leger, Anemic Cinema (1926), de Duchamp, El hombre con rayos X en los ojos (1963), de Roger Corman, o Zabriskie Point (1968), donde Antonioni mostraba una explosión ralentizada que visualizaba la fantasía de su joven protagonista. El Efecto Bala y técnicas como el Time Lapse, que consiste en trucar el movimiento mediante la edición de fotografías en una secuencia de video, se inscriben en ese registro.
La aplicación de esos recursos parece orientada a provocar sensaciones visuales que operan al margen del significado y generan efectos de pura fascinación. Así pues, constatamos que hay una escisión entre lo visible y lo comprensible que afecta a nuestra relación con las imágenes, cuya opacidad cuestiona a menudo el concepto de realidad, entendido como la suma de los signos y las buenas formas. Corresponde al cineasta forzar las expectativas para hacernos percibir, si procede, nuevas imágenes, nuevas formas que difícilmente encontraríamos en la naturaleza.
4. Bibliografía Libros ARISTÓTELES (1999): Acerca del alma. Gredos. Madrid. ARNHEIM, Rudolph (1996): El pensamiento visual. Paidós. Barcelona. − (1999): Arte y percepción visual. Alianza. Madrid. − (1990): El cine como arte. Paidós. Barcelona. AUMONT, Jacques (1992): La imagen. Paidós. Barcelona. BAZIN, André (2000): ¿Qué es el cine? Rialp. Madrid. BRETON, André (1969): Manifiestos del Surrealismo. Guadarrama. Madrid. EY, Henri (1998): Estudios sobre los delirios. Triacastela. Madrid. HUBEL, David Hunter (2000): Ojo, cerebro y visión. Universidad de Murcia. KÖHLER, Wolfgang (1967): Psicología de la configuración. Ediciones Morata. Madrid. KOFFKA, Kurt (1973): Principios de Psicología de la Forma. Paidós. Buenos Aires. LACAN, Jacques (2006): El Seminario 23, El sinthome. Paidós. Barcelona. LUNA, Dolores, TUDELA, Pio (2006): Percepción visual. Trotta. Madrid. MARÍAS, Julián (1982): Ortega. Circunstancia y vocación, Obras IX. Revista de Occidente. Madrid. MERLEAU-PONTY, Maurice (1986): El ojo y el espíritu. Paidós. Barcelona. − (2003): El mundo de la percepción. Siete conferencias. FCE. Buenos Aires. − (1994): Fenomenología de la percepción. Península. Barcelona. PANOFSKY, Erwin (1995). La perspectiva como forma simbólica. Tusquets. Barcelona. PINILLOS, José Luis (2002): Principios de psicología. Madrid. Alianza. PLATÓN (1998): Teeteto, Diálogos V. Gredos. Madrid. ROSSI, Bruno (1976): Fundamentos de óptica. Reverte. Barcelona. SARTRE, Jean-Paul (2005): Lo imaginario. Losada. Buenos Aires.
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TARÁSOV, L, TARÁSOVA, A. (1985): Charlas sobre la refracción de la luz. MIR. Moscú.
Capítulos o artículos en libros o revistas en papel: CANGA SOSA, Manuel (2012): Paisajes, ciudades y fotografías, en NAVARRO MARTÍNEZ, Eva, CANGA SOSA, Manuel, GARCÍA MATILLA, Agustín: Huellas de la ciudad. Editorial Académica Española (LAP LAMBERT Academic Publishing GmbH&Co). Saarbrücken, Germany. GONZÁLEZ REQUENA, Jesús (2010): Lo real, en Trama y Fondo, nº 29. − (1997): Emergencia de lo siniestro, en Trama y Fondo, nº 2. − (1998) Occidente. Lo transparente y lo siniestro, en Trama y Fondo, nº 4. ORTEGA Y GASSET, José (1957): Las dos grandes metáforas, en Obras Completas, II. Revista de Occidente. Madrid.
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LA REPRESENTACIÓN DE LO SOCIAL EN EL CORTOMETRAJE DE FICCIÓN ESPAÑOL
Ana Isabel Cea Navas
Universidad de Valladolid (España) [email protected]
Resumen
La inquietud que constantemente siente el hombre, de trasmitir su realidad, manifestar
lo social (representar su mundo, sus vivencias), para interactuar con el otro y transferir
conocimientos, se ha visto satisfecha, en múltiples ocasiones, a través de diversas
manifestaciones artísticas, especialmente, mediante el Séptimo Arte.
El cine, desde sus orígenes, ha dedicado un amplio espectro de su producción a la
creación de obras implicadas con los valores humanos, “cine social”. Así, las narraciones
(largometrajes o cortometrajes), son un legado donde archivar nuestras historias. Conociendo
las posibilidades de ambos formatos, este artículo propone enfocarnos en el relato breve de
ficción.
Palabras clave
Social, Representación, Cortometraje.
SOCIAL REPRESENTATION IN SPANISH SHORTS FICTION
Abstract
The concern constantly feels the man, to transmit they reality show social (represent
their world, their experiences), to interact with each other and transfer knowledge, it has been
met, on many occasions, through various art form, especially by the Seventh Art.
The cinema, since its inception, has dedicated a wide spectrum of their production to
the creation of works concerned with human values, “social cinema”. Thus, the narrations,
stories (films or short films), are a legacy where to file our stories. Knowing the possibilities
of both formats, this article focus on the short story fiction.
Keywords
Social, Representation, Short Film.
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1. Introducción
La representación de lo social ejecutada bajo la impronta del lenguaje cinematográfico
consigue traducir los ideales del ser humano, registrando los comportamientos, manifestando
aquello que se produce en la sociedad, haciendo que los hábitos y costumbres puedan ser
compartidos. Las imágenes se relacionan íntimamente con lo social, con las creencias del
individuo, etc., de ahí su significado de creación de las mismas.
Siendo conscientes de todo esto, podemos afirmar que el cortometraje de ficción, es una
herramienta idónea para dar testimonio de nuestra realidad social, ya que puede reproducir
fielmente y garantizar una identificación (emocional) entre relato y espectador. Esta
disposición, propia del cine, de imitar nuestras prácticas diarias, hace que las obras tengan
credibilidad, estableciéndose este vínculo entre las figuras ficcionales y el público.
Cabe decir que, el relato breve de ficción, no es un producto cinematográfico, audiovisual,
contaminado por las tendencias mediáticas, generalmente condicionados por la industria, en
ocasiones, manipulados. Por el contrario, se trata de una creación comprometida con lo social,
de ahí que aparezca cualquier aspecto fidedigno o próximo a ello, y relevante en nuestras
vidas. Por citar un ejemplo, en la obra Enterrats (Alex Lora, 2009), se muestra la situación
que experimentan los jóvenes en España en el momento de buscar una vivienda para alquilar
o para adquirir. Este hecho se ha convertido en una preocupación generalizada en nuestro
país, y ha sido plasmado en este tipo de
creaciones. Quizá esta descripción
cinematográfica pueda repercutir en los
espectadores, y por extensión en la sociedad.
Fotograma de Enterrats
La escritura de este artículo surge a partir de una investigación en la que se intenta
mostrar la importancia del cortometraje de ficción, como formato cinematográfico en el que
diversas situaciones sociales se hacen palpables, llegando a despertar conciencia social,
reivindicando o denunciando aspectos que atentan contra la sociedad, contra los valores
sociales, los derechos humanos, etc., o al menos invitar a la reflexión sobre distintas
problemáticas vividas en España que han sido plasmadas, representadas, en estas creaciones.
Durante la primera década del siglo XXI, se ha producido en España, una tendencia a reflejar
el contexto social en el cortometraje de ficción. Percibiendo este hecho nos hemos acercado al
Festival de Cine de Medina del Campo. Certamen que se sitúa como referente a nivel nacional
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y se implica en cuestiones sociales que a los/as ciudadanos/as nos inquietan, algo que
evidencia la programación de cada una de sus Ediciones. Por tanto, otra de las finalidades u
objetivos del presente texto es poner en relieve el trabajo llevado a cabo en este Festival, ya
que sin tener un carácter eminentemente social, desde su existencia (1988), se ha implicado
con la sociedad.
2. Metodología
El estudio del caso, como ya se ha ido apuntando, se ha delimitado a las obras
realizadas en España que han sido presentadas en el Certamen de Cortometrajes del Festival
de Cine de Medina del Campo a lo largo del primer decenio del siglo XXI.
El trabajo se basa en una aproximación empírica relacionada con el enfoque social que se
plasma a través de la narración corta cinematográfica. Para ello, hemos seleccionado una serie
de temas sociales (situación laboral, adicciones sociales, tercera edad, inmigración, violencia
de género, y estructuras familiares1), y lo que en ellos se engloba, porque hemos detectado la
presencia de estos seis aspectos sociales, y aunque la realidad social es mucho más amplia,
más compleja, hemos acotado el estudio en estas temáticas, porque son recurrentes en el
cortometraje, se da la circunstancia de repetirse, y por la especial sensibilidad hacia ellas: su
impacto en la sociedad, la inquietud que han generado, que en ocasiones han llegado a
producir circunstancias alarmantes. La elección de esta serie de temas sociales, se apoya en
los resultados mostrados en las encuestas del Centro de Investigación Sociológica (CIS) sobre
las diez las principales preocupaciones de los españoles, correspondiéndose con el periodo de
tiempo elegido del estudio, ya que coincide, en su mayoría, es decir, los temas sociales
seleccionados se encuentran dentro de las diez primeras preocupaciones de la población
española, reflejadas en las encuestas del CIS, las cuales guardan relación con los aspectos
sociales que he ido percibiendo e identificando, se daban en el cortometraje durante estos
años.
Además, de estas seis categorías, se incluye una variable más: -otros temas sociales-, porque
hemos comprobado que a estos seis aspectos sociales frecuentes en el cortometraje, se suman
diversos contenidos, también de carácter social (guerra, anorexia, enfermedades sociales,
medio ambiente, etc.), que de igual forma, aún siendo menos predominantes, se dan en el
relato breve de ficción, por ello pensamos que era importante reunirlos.
1 La transformación en las estructuras familiares incluye diversas variantes que han influido en la modificación que ha experimentado el sistema familiar tradicional, centrándonos en lo que ha sido más predominante en este cambio dentro de la sociedad española y en lo representado a través del cortometraje: separación, divorcio, familias monoparentales, uniones laicas, parejas de hecho (homosexuales y heterosexuales), etc.
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El procedimiento seguido para investigar sobre la presencia/representación de lo social en el
cortometraje de ficción español, a través del Festival de Cine de Medina del Campo, en la
primera década del siglo XXI se ha desarrollado en dos fases principales: 1ª. Documentación
para constatar la inquietud del ser humano de representar su realidad social a través del arte;
2ª. Visionado de 300 obras2 entre las 304 que fueron presentadas en los distintos Certámenes
del Festival durante el periodo de tiempo elegido.
Es importante señalar que ha sido imprescindible conocer el Festival de Cine de Medina del
Campo de cerca, así como, entrevistar a algunos/as cineastas que han participado en dicho
Certamen.
Debido a la extensión de la muestra (300 obras), en el presente artículo hablaremos de las
creaciones más relevantes.
3. Fundamentos teóricos
3.1. El pensamiento social y su representación en el arte: cine
El ser humano tiende a representar el pensamiento, pero a su vez, mediante éstas
representaciones surgen pensamientos con los que se reconstruyen otros nuevos, ambos
hechos se retroalimentan y, con ello, emerge el proceso de socialización.
Consecuentemente, el cine es un lenguaje perfecto para representar la realidad y puede llegar
a convertirse en fenómeno social.
Señala el investigador, Manuel Calvo, que “como premisa imprescindible para que todo
proceso cree algo con expectativas de éxito es que ese algo tenga una razón de ser, que en
definitiva sea beneficioso para algo o alguien” (Calvo Trías, 2007: 28).
El hombre, en su evolución como pensador social, ha ido desarrollando técnicas de
expresión cada vez más complejas que le permiten interactuar frente a sus semejantes,
creando modelos de representación basados en su forma de concebir la realidad. Utilizando
para su comunicación, herramientas que le facilitan iniciar dicho proceso mediante dibujos y
pinturas, grabados, etc., formas de expresión que han ido avanzando en paralelo al progreso y
a los cambios culturales, llegando hasta nuestros días en los que con las redes sociales la
cultura se ha universalizado; innovando con nuevos sistemas de transmisión, pero al mismo
tiempo conservando la esencia: ser reflejo de nuestra vida.
2 Algunas obras no han sido localizadas y por ello nos hemos visto obligados a excluirlas del estudio.
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Marta Selva y Anna Solà, expertas en arte e historia, respectivamente, inciden en esta idea:
“Un ideograma, una máscara mortuoria, una pintura, una fotografía o una imagen virtual
tienen en común el hecho de ser representantes de aquello a lo que hacen referencia (objetos,
personas, ideas, situaciones, etc., reales o inventadas)” (Selva y Solà3, 2004: 148).
Por todo lo que hemos ido exponiendo, consideramos que el pensamiento social está en
consonancia directa con las obras cinematográficas, ya que éstas pueden crear nuevos
pensamientos, mantener aquellos que se tenían o variarlos. La narración fílmica puede apelar
a una reflexión social en la que se creen y discutan significados.
El pensamiento social, anterior a la representación de lo social, provoca la creación de
representaciones; y esto ocurre de manera inversa, ya que unas de las consecuencias directas
de la observación de representaciones, como dijimos, es el germen de nuevos pensamientos
sociales. En el caso del Séptimo Arte, a medida que el lenguaje audiovisual va evolucionando
y adquiriendo fuerza, su potencial es tal que el espectador ante una representación
cinematográfica genera nuevos pensamientos sociales, algo que puede ejemplificase con la
influencia del cine en algunas sociedades. A lo largo de la historia algunos regímenes
políticos han utilizado el arte cinematográfico para enseñar las doctrinas de su partido, es
decir, para crear ideología; este hecho confirma que el cine puede ser herramienta de
concienciación. Sirva como ejemplo, la manera en que el líder ruso Vladimir Lenin concebía
al cine como la más importante de todas las artes, así difundió consignas revolucionarias a un
pueblo en que aproximadamente el 80% de su población era analfabeta. El teórico y cineasta
Sergei M. Eisenstein (El acorazado Potemkim, Bronenosets Potemkin, 1925) fue uno de los
exponentes que contribuyó con sus obras a estos ideales patrióticos socialistas. En Alemania,
el ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, también consciente del poder del cine,
lo percibió como vehículo perfecto para adiestrar a las masas. Goebbels, sugirió a los
cineastas que permanecieron en el país tras la victoria del nazismo en 1933, que crearan
narraciones de un modo similar al realizado por Eisenstein. En el seno de este gobierno
destacan relatos propagandísticos de la directora y actriz, Leni Riefenstahl (El triunfo de la
voluntad, Triumph des Willens, 1935).
3 Cf., en ARDÈVOL E., MUNTAÑOLA, N., (Coord.), et al., Representación y cultura audiovisual en la sociedad contemporánea, Barcelona, UOC, 2004, p. 148.
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Manuel Martín afirma que “toda representación que aliena es por definición ideológica”
(Martín Serrano, 2004: 46). Así toda representación generada con la finalidad de persuadir e
incidir en la mente de ser humano va a influir e intervenir en el pensamiento social y por tanto
se convertirá en ideológica.
La profesora Gutiérrez San Miguel reflexiona sobre todo esto, señalando: “Las imágenes
como producto del proceso de comunicación se han constituido en un elemento poderoso en
el mundo actual y tienen una gran capacidad de influencia” (Gutiérrez San Miguel, 2006: 17).
Asimismo, la investigadora, habla acerca del propósito del cineasta, quién pretende influir en
el pensamiento del público, diciendo: “Las películas intentan comunicar algo al espectador-
consumidor (ilusiones quizás), persuadiéndole de actuar o de desear en un sentido
determinado, jugando con los sueños, las esperanzas y los miedos, a la vez modelando sus
aspiraciones” (Gutiérrez San Miguel, 2006: 69).
Si entendemos por objeto social todo aquello que afecta al ser humano, serán infinidad
de situaciones ocasionadas en las experiencias cotidianas las responsables de la existencia del
pensamiento social. Llamaremos objetos sociales a los aspectos que para el ser humano tienen
un grado de preocupación elevada y, por tanto, con frecuencia aparecen como temas centrales
de las representaciones que originan el pensamiento social. Relacionando esta definición con
el núcleo del estudio que nos ocupa, el cortometraje de ficción español, centrado en la primera
década del siglo XXI, podemos decir que objetos sociales son: el mercado laboral en España
(condiciones precarias e indignas, falta de trabajo…), dificultades en la adquisición de una
vivienda, (en ambos aspectos influye el factor empleo/desempleo), la dependencia de
familiares, la soledad (experiencias pertenecientes a distintas situaciones con las que se
encuentra el colectivo de la tercera edad), las adicciones (drogadicción, alcoholismo,
tabaquismo…), separación, divorcio, parejas de hecho homosexuales y heterosexuales, etc.
(muestras evidentes de la transformación en las estructuras familiares tradicionales), la muerte
(acto radical producido en casos de violencia de género), desigualdad social (inmigración) etc.
Todas estas inquietudes (objetos sociales) de nuestro entorno provocan el pensamiento social.
Consecuentemente, el cortometraje puede despertar el pensamiento social, contribuir a
generarlo, y/o mantenerlo.
El cine invita a reflexión ya que precisa la mirada del espectador y permite conversar
sobre el discurso que contiene. Esta premisa parte de un pensamiento social y en
consecuencia, obedece a la puesta en marcha de otro nuevo.
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[…] el arte tiene la capacidad de trasladarnos a otros cuerpos, otros entornos, otras vivencias.
Es de algún modo, la catarsis aristotélica que nos ofrece, durante un tiempo, la ilusión de
vivir, o la pasión de quien no la vivió jamás,… o el dolor en quien no ha sufrido. El arte nos
permite participar de emociones, sentimientos y saciar la curiosidad que nunca se tuvo,
señalando caminos que ayudan a vislumbrar un futuro entre las ruinas o a soportar ese
presente entre las ruinas. […], el arte a través de la creación de algo bello, permite la
suspensión temporal de la pena, del dolor, de la tristeza. Y a la par que la suspende, la
sostiene y ayuda a la recuperación del alma, si es que existe (López Fdez. Cao, 2015: 91, 92).
3.2. Las representaciones sociales a través del Séptimo arte
La vida y todo lo que en ella acontece, como venimos diciendo, es susceptible de ser
representado por el Séptimo arte. Las imágenes apelan al intelecto del público, se asientan y
permanecen en su memoria. Son testigos capaces de mostrar la existencia del hombre, […]
forman parte de la experiencia íntima, constituyen una parte importante de nuestra memoria,
de lo que nos identifica individualmente y colectivamente. Igual que los recuerdos, que no
importa si se ajustan a los hechos reales o no, las imágenes pueden ser consideradas como
pautas referenciales de nuestra existencia e instrumentos de identificación que intervienen
poderosamente en la configuración de las mentalidades (Ardèvol y Muntañola, 2004: 147,
148).
¿Cómo se representa lo social?
La representación de lo social es un tipo de manifestación expresiva alcanza su meta
cuando se da a conocer ante el mundo. Al ser representaciones de la sociedad, las imágenes
pueden conseguir efectos de identificación y actuar en consecuencia, despertando e
interviniendo en la conciencia social.
En el relato breve de ficción, dicha representación es susceptible de fundirse, en
afirmación social en sí misma. Al reflejase la realidad social, se puede ofrecer al espectador
“modelos de representación del mundo” (Martín Serrano, 2004: 162).
Las representaciones sociales han sido abordadas por la historia, la sociología, la antropología
y la psicología del desarrollo. La combinación de perspectivas hace que el concepto de
representación social haya adquirido una dimensión híbrida, y quizá por ello, imprecisa.
Debido a esto, el concepto variará en función de la cuestión a la que vaya dirigida. En
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nuestros días, las disciplinas que se ocupan del significado y del análisis de las
representaciones sociales son las ciencias humanas y sociales.
Las representaciones sociales surgen y se desarrollan paralelamente a la evolución del
individuo. La interacción entre el ser humano y su modo de comunicarse se crea gracias a
ellas, pero están condicionadas por la generación o el rol al que pertenece, (un adolescente no
comprende una película de Harold Lloyd de la misma manera que un adulto, y no sería
interpretada por ninguno de ellos de igual forma que lo concebiría un anciano, y por supuesto
se alejaría del significado que supondría para un niño).
Desde nuestro punto de vista, la representación social puede definirse como la unión entre el
conocimiento del ser humano y su necesidad y manera de transmitirlo.
Para Émile Durkheim, precursor en el estudio del concepto de representación, las
representaciones colectivas se traducen en las creaciones que los artistas construyen sobre la
sociedad y que se instauran en su mente.
La herencia de la sociología clásica de Durkheim, sobre las representaciones colectivas
conduce a las representaciones sociales. Varios son los investigadores que se han
especializado en el estudio de las últimas, como Serge Moscovici y Denise Jodelet. Según
Moscovici, hablar de representación es hablar del ser humano y en concreto del pensamiento
o la idea que se genera en la mente del individuo acerca de los hechos que se producen en su
entorno. Moscovici señala que las personas, como seres independientes, libres y autónomos se
encargan de reunir los pensamientos formando las ciencias, las religiones, las artes, o
cualquier tipo de perspectiva existente en el mundo. Expone que las representaciones sociales
son las ideas que exteriorizamos cuando tenemos que comunicarnos y que se producen en el
día a día. Para el científico social, estudiar las representaciones sociales suponía investigar en
el pensamiento (conciencia, identidad) social.
3.2.1. El cine, la representación de lo social: medio socializador
El cine como medio de representación de lo social, es capaz de crear conciencia social,
de socializar. Por tanto, como señalamos en la introducción del presente artículo, “el
cortometraje de ficción, es una herramienta idónea para dar testimonio de nuestra realidad
social, ya que puede reproducir fielmente y garantizar una identificación (emocional) entre
relato y espectador”. Así, consecuentemente, las obras del Séptimo Arte (largometrajes o
cortometrajes) tienen el poder de generar ésta conciencia social.
“La sociedad es siempre autoinstitución del socialhistórico, es decir, creación (autocreación)
que se define y se identifica con el mundo que está instaura” (Carmona, 2010, 1991: 143). Las
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imágenes se relacionan íntimamente con lo social, de ahí la importancia del significado del
cine como creación que define e identifica al mundo.
Existe una necesidad de representación de nuestro entorno, para poder dar significado
a las emociones que surgen, clasificarlas y atribuirlas a alguna causa. Para llevar a cabo todas
estas acciones, (significación, clasificación y atribución), el individuo intentará proyectarlas,
gesto, que conducirá a encarnarlas, a llevar a cabo dicha representación.
La fuerza sugestiva del cine es tan potente que el hecho de identificarnos con este arte,
puede llegar a influir en la sociedad hasta el punto de iniciarse procesos de socialización.
El proceso de socialización, puede ser definido como el medio con el que se intenta
conseguir la adaptación del individuo al sistema instaurado dentro del contexto cultural al que
pertenecemos.
Es indudable el poder de las imágenes, ante una pantalla, o cualquier otro medio, condiciona y
por tanto, socializa. Sirve de ejemplo la presión que ejerce Ken Loach en las instituciones. A
partir de algunas de sus obras4, el cineasta, consigue que el público y las personas que forman
parte de las administraciones tomen conciencia, por tanto, su cine ha sido germen en procesos
de socialización, cuanto menos de sensibilización, concienciación.
En 1933 el sociólogo americano Herbert Blumer, realizó una investigación sobre la conducta
y los efectos del público joven en el cine y descubrió que las imágenes cinematográficas
influían en diversos aspectos de la vida, al causar un fuerte impacto.
El pensamiento de Blumer está refutado en la actualidad con las observaciones realizadas por
las profesoras Selva y Solà:
Las imágenes han sido una de las formas más incisivas en la configuración del imaginario
social de cada cultura. Sus convenciones y su retórica son los elementos fundamentales para
la penetración de discursos aparentemente ocultos en la configuración mental de cada
individuo, discursos que los medios de comunicación audiovisual propios de cada cultura de
masas han ampliado mundialmente (Selva y Solà5, 2004: 173).
Las imágenes por su capacidad de comunicación y de información intervienen en los
procesos de socialización, pues representan cualquier ámbito de la vida, articulan nuestras
experiencias, nos enseñan, nos muestran el mundo, nos sensibilizan y conciencian, es decir,
ejercen de educadoras y más aún en el momento actual dominado por imágenes. Como
expresión de acontecimientos, ideas o pensamientos, etc., contribuyen a reforzar cualquier
4 Riff-Raff (1990); Ladybird, Ladybird (1994); Pan y rosas (Bread and Roses, 2000). 5 Cf., en ARDÈVOL Elisenda, MUNTAÑOLA, Nora. (Coord.), et al., Óp. cit., 2004, p. 173.
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acción del ser humano y le brindan la oportunidad de ir descubriendo su entorno, su propia
cultura.
La representación de lo social subyace en el relato breve de ficción. Las esferas de la realidad
consiguen su expresión a través de su universo simbólico.
3.2.2. El cortometraje
El cortometraje está totalmente inmerso en lo que hemos ido exponiendo, se ha
convertido en un instrumento con el que transmitir valores sociales, comunicar. Estas obras
pueden suscitar un gran impacto, logrando que los mensajes que encierran un contenido social
incidan en la conciencia del espectador, dinamizando el carácter activo de la razón. Así, los
relatos breves de ficción podrían convertirse, en un legado en el que archivar nuestras
historias.
“En la medida en que identifiquemos las imágenes de la pantalla con la vida real, se ponen
en movimiento nuestras proyecciones-identificaciones propias de la vida real” (Morin, 2001:
86).
El cortometraje es el alma de expresión del artista, su punto de partida, el inicio de
aquello que el autor pretende contar, la esencia de la actividad cinematográfica, y con
frecuencia son historias que representan realidades sociales que viven los propios
espectadores. Como campo artístico libre de las ataduras industriales manifiesta de manera
constante aspectos del ámbito social. Dicha libertad permite al cineasta hablar de la realidad
social sin tapujos, sin censura, siguiendo la senda de la Nouvelle Vague, el Free Cinema, el
Neorrealismo italiano, etc. La decisión de elegir el cortometraje de ficción, viene determinada
porque sabiendo que el cine es una herramienta para plasmar lo social, el corto es el formato
ideal para visualizar este aspecto social, ya que bebe de la fuente de la realidad y la transfiere,
además el hecho de tener libertad creativa, incluso en algunos casos, dota a la obra de ciertas
características de creación experimental, puesto que está menos condicionado por la industria,
o no tiene restricciones impuestas, y consecuentemente hace que aparezcan con frecuencia
temas sociales, por tanto, es una medio valioso para llegar a la sociedad, a través del que
poder identificarnos, también puede servir para concienciar ante determinadas situaciones…
Gerart Imbert, sostiene que una de las funciones del cine, es la de reconocimiento,
aunque al mismo tiempo, e incluso con mayor frecuencia, es “una formidable caja de Pandora,
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adonde vienen a parar una serie infinita de obsesiones, deseos y fobias. […] enraíza en el
inconsciente colectivo, conecta con el «espíritu del tiempo»” (Imbert, 2010: 11).
El director, Fernando Colomo expone la utilidad del relato breve de ficción como
recurso esencial en los primeros pasos del cineasta, además hace referencia al contenido del
mismo: “En el corto ya estaba la génesis de todo lo que queríamos contar, la forma de trabajar
con los actores, la forma de planificar y de rodar las historias que queríamos contar, que eran
historias como mucho más cotidianas”6.
El cortometraje tiene una dimensión social relevante. Quizá no seamos conscientes de
las posibilidades expresivas de este producto cinematográfico.
Los argumentos del relato corto audiovisual, en los diez primeros años del siglo XXI
se encuentran en la delgada línea que separa la ficción del documental al contarnos
acontecimientos verídicos, narrando las vivencias personales y sociales, o convirtiéndose, en
ocasiones en vehículo de reivindicación, de protesta. Parten de ideas basadas en hechos reales,
en acontecimientos sociales, y dejan en ellas la huella del autor, por tanto, pese a su fuerte
impronta documental, el imaginario está marcadamente presente, así consiguen sustituir a la
propia realidad (social), incluso teniendo carácter ficcional.
Dado que el cortometraje invita al espectador, a contemplar y explorar el hábitat en el que
vive; y tiene una gran poder de comunicación7, debería ser un fenómeno social, algo que,
desde los orígenes del cine, lleva demostrando, pero en silencio.
4. Análisis
Sabemos que una de las finalidades de la ficción es transmitir lo que nos ocurre en
sociedad. ¿Por qué hay un interés en construir una historia en la que se refleje lo social?
Podemos encontrar diversas respuestas, pero hay una central que sobresale por encima de
todas ellas: la necesidad de reflejar lo social, dado que las narraciones cinematográficas,
independientemente de su extensión, son el espejo donde poder vernos. Nuestro estudio,
indica que diversas situaciones sociales producidas en España durante la primera década del
siglo XXI han sido representadas a través del cortometraje de ficción. A continuación citamos
6 Testimonio de Fernando Colomo sobre el cortometraje. Extraído del documental Un cine como tú en un país como este (Chema de la Peña, 2010). 7 Este es uno de los motivos por los que pensamos que debemos defenderlo y conseguir que se difunda en otras áreas, no solo a través de festivales, sino que su círculo de exhibición se amplíe. No puede estar destinado a unos pocos.
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algunas obras de referencia en función de cada una de las temáticas sociales tratadas en las
mismas.
• La situación laboral: La intensa pérdida en la ocupación, el contexto generalizado de
desempleo se muestra en cortometrajes como: Siempre quise trabajar en una fábrica8
(Esteban Crespo, 2004); La oficina (Gonzalo Crespo, Rafa Oliver, 2009); Algo que aprender
(María Eugenia Arteaga, 2009); Mellizas (Aron Benchetrit, 2009); El último golpe (Juan
Cavestany, David Serrano, 2009); Lo siento te quiero (Leticia Dolera, 2009); El vendedor del
año (Cote Soler, 2010), etc. El estrés laboral o las condiciones escasamente saludables en los
puestos de trabajo también se han podido ver reflejadas en obras como: El hombre que volaba
un poquito (Sergio Catá, 2001); Cuando puedas (Kepa Sojo, 2003); Diez minutos (Alberto
Ruiz Rojo, 2004); Fábrica de Muñecas (Ainhoa Menéndez Goyoaga, 2010). La explotación
infantil, aparece reflejada a través de la conversación que mantienen los personajes del relato:
Aloe (Sergio Delgado, 2004). La desesperación ante la situación de desempleo es otro de los
aspectos manifestados en el relato breve de ficción, sirve de ejemplo la obra: La rubia de
pinos puente (Vicente Villanueva, 2009), donde puede observarse que la protagonista
atraviesa por una crisis de identidad, producida por la desesperanza al encontrarse en paro. El
deseo y en intento de conseguir un puesto de trabajo, y la desigualdad entre hombres y
mujeres en el mercado laboral, podemos apreciarlo en los cortometrajes: Pantalones (Ana
Martínez, 2000/01); Recursos humanos (José Javier Rodríguez Melcón, 2004) y Victoria
Mercedes (Félix-Urda, 2004).
• Las adicciones sociales: El consumo de tabaco se traslada al cortometraje, podemos
verlo en obras como: Cero en conciencia (Jonás Rodríguez, 2001); Yo sólo miro (Gorka
Cornejo, 2007); Equipajes (Toni Bestard, 2006); Palos de ciego (Miguel del Arco, 2003). La
adicción al alcohol puede verse títulos como: Adoro tu vómito (Pablo Montero, 2000/01); Era
que no era (Ignacio Moliné, 2002); Nieves (Alberto Palma, 2003); Círculo9 (Adrián López
Maratín, 2004; Botellón (Tomás Silverman, 2005). El uso y abuso de drogas sintéticas
asociado a ambientes festivos, discotequeros, mayoritariamente los fines de semana, entre
jóvenes y adolescentes, unido al consumo simultáneo de alcohol, se da en obras como: Ruta
Destroy (Diego Abad, 2002); Diente por ojo (Eivind Holmoboe, 2007); Pichis (Marta Aledo,
2009). El consumo, específico de drogas de diseño aparece representado en el cortometraje:
Bailongas (Chiqui Carabante, 2000/01). Y el del cannabis en Ponys (David Planell, 2005). El
8 Esteban Crespo anunciaba la inestabilidad económica y social, la idea de un futuro incierto se hace presente en esta obra de 2004. 9 Relato que también ha sido incluido en la variable violencia de género, por la agresión que sufre una mujer en manos de un hombre y que puede observase de forma explícita.
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uso de fármacos y su consecuente adicción podemos observarlo en obras como: La envidia
del ejército nipón (Miguel del Arco, 2000/01); Un dulce despertar (Vicente Seva, 2001). El
deterioro, la decadencia y la destrucción que produce la adicción a las drogas y la forma en la
que atenta contra la dignidad humana (prostitución, etc.), puede verse representado, a través
del personaje principal10 del cortometraje Express (Daniel Sánchez Arévalo, 2003).
• La Tercera edad: La situación de este colectivo (invalidez, dependencia de otras
persona, aislamiento y exclusión social) se evidencia en los cortometrajes: Gloria (Jesús
Monllaó, 2002); Bañeras (Jaume Bayarri, 2001); La llamada (David del Águila, 2004); En lo
que va de año (Inés Enciso, 2004); Catharsis (Daniel Chamorro, 2006); Reconocerse (Iván
Cerdán, 2009). La falta de respeto hacia la Tercera edad, se percibe en La Yaya (Juana
Macías, 2001). El abuso hacia los ancianos se describe en: El tiempo prestado (David
González, 2008); Porque hay cosas que nunca se olvidan (Lucas Figueroa, 2008); No se
preocupe (Eva Ungría, 2008). La fase terminal de las personas ancianas queda patente en las
obras: Envejece conmigo (Alberto Moreno, 2006); Alumbramiento (Eduardo Chapero-
Jackson, 2007). El duro tratamiento que en ocasiones ejercemos hacia los/as miembros
pertenecientes a la Tercera edad, queda plasmado en los cortometrajes: Él nunca lo haría
(Anartz Zuazua, 2009), Amona Putz! (Telmo Esnal, 2009). Dándose también de manera
señalada en Éramos pocos (Borja Cobeaga, 2005). La experiencia de retirarse a vivir a
residencias de ancianos, se observa en: Perdidos (Humberto Miró, 2002); La llamada (David
del Águila, 2004); Rober y Pedrín (Luis Éngel Ramírez, 2007). La convivencia de tres
generaciones en un mismo hogar (abuelos, hijos y nietos), puede verse en Sofía (Álvaro
Brechner, 2005). El paso del tiempo, envejecimiento, la llegada a la senectud se hace patente
en las creaciones: Mi patio (Rafael R. Tranche, 2001); Treinta y cinco (Marc Cistaré, 2004);
Viejos perdedores (Rubén Ordieres, 2009).
• La inmigración: Las actitudes racistas y de rechazo, la intolerancia hacia otras culturas
hacía el alumno/a extranjero/a, aparecen en el cortometraje Hiyab (Xavi Sala, 2005). El caso
contrario de aceptación, respeto y amistad entre culturas se observa en las cintas: Sueños
(Daniel Guzmán, 2003) y Bota de oro (José Luis Baringo y Ramón Tarrés, 2005); Padam
(José Manuel Carrasco, 2007); Dime que yo (Mateo Gil, 2008); Casual (Aitor Echevarria,
2008); 5 minutos de cortesía japonesa (Santi Veiga, 2009); Basket Bronx (Martín Rosete,
10 Cuya vida gira en torno a su adicción, sin detenerse a pensar en las consecuencias que la dependencia conlleva o las complejas situaciones que tendrá que experimentar al estar atrapada en el mundo de la droga. El director consigue que el espectador perciba que la joven protagonista llegará a prostituirse o a realizar prácticas de sexo oral, para alcanzar su objetivo: obtener su dosis de heroína diaria.
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2009). La manifestación del fenómeno de la descendencia de inmigrantes, se da en Amigo no
gima (Iñaki Peñafiel, 2003). Además en esta obra puede verse también el desprecio hacia lo
diferente, de la misma forma que se evidencia en Pensar mal (Álvaro Begines, 2001), reflejo
de exclusión y xenofobia. La cuestión laboral de la inmigración puede verse en relatos como:
El extra. La historia de un personaje secundario (Alberto Pernet, 2003); Segundo aniversario
(Álvaro Brechner, 2007); On the line (Jon Garaño, 2008); Panchito (Arantxa Echevarría,
2010). Las experiencias de refugiados/as y/o las circunstancias difíciles de personas
inmigrantes que llegan a España en pateras, se refleja en: Otra historia diferente (Miguel
Añón, 2000/01); Yakar (Esperanza), Guillermo Sempere (2004); Nana (José Javier
Rodríguez, 2005). El intento de mostrar la explotación sexual de mujeres inmigrantes
engañadas por grupos de su mismo país de procedencia, donde se ejerce el soborno,
obligándoles a prostituirse aparece en el cortometraje: Miente11 (Isabel de Ocampo, 2008). La
salida de personas españolas a otros países para buscar trabajo se plasma en obras como: Lala
(Esteban Crespo, 2009); Voltereta (Alexis Morante, 2009) y Cannon Beach, la playa de
Berlín12 (Manuel Calvo, 2010). La importancia de los movimientos migratorios en España,
queda patente en diversas en las que los personajes principales son personas procedentes de
otros países, algo que puede corroborarse en: Bienvenido a Disneyland (José Víctor Fuentes,
2001); Flores (David Ilundain, 2002); Whipped (Cibrán Isasi, 2002); Las Superamigas contra
el profesor Vinilo (Domingo González, 2003); Un cuento chino (Antonio Llorens, 2003);
Amuak (Koldo Almandoz, 2004); Sintonía (Jose Mari Goenaga, 2005); En el hoyo (David
Marín de los Santos, 2006); El regalo (Carlos Agulló, 2006); Quiero ser piloto (Diego
Quemada-Diez, 2006); Rémoras (Marisa de la Fuente, 2007); Otaku (Eduardo Jimenez Rojo
‹‹Grojo››, 2007); Mofetas (Inés Enciso, 2007); ¡Salve, oh patria! (Alicia Díaz, 2007); Polillas
(Pedro Touceda, 2008); La parada (Alejandro Andrade, 2009).
• La violencia de género: Los actos de respeto para evitar futuros casos de violencia de
género se describen en cortometrajes como: Amar13 (Esteban Crespo, 2005) y Marina (Alex
Montoya, 2010).
11 Creación que ha sido incluida dentro de la variable violencia de género. Esto evidencia que los temas, en ocasiones, se entremezclan. 12 Cortometraje perteneciente a la temática de estructuras familiares, pero de manera colateral aparecen aspectos correspondientes a esta categoría. 13 Merece una mención especial, las aportaciones de Crespo, cuando señala que su obra Amar representa un acto de respeto hacia las personas, y concretamente hacia la mujer. Como afirma el cineasta, su cortometraje no es una narración dedicada específicamente a la violencia de género, pero que puede ser mucho más ilustrativa que cualquier otro corto en el que sea totalmente evidente el tema, en el que se haga explícita la intencionalidad de la violencia hacia la mujer. Esto lo justifica con la manera en la que pone en relieve el acto del respeto, imprescindible para el cambio de mentalidad y la concienciación del trato hacia el otro, hacia lo femenino. Entrevista a Esteban Crespo, Madrid (14 de enero de 2015).
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El relato breve de ficción El orden de las cosas (César Esteban y José Esteban, 2010), define
por excelencia la violencia de género en esta época; incluso podemos ver representado a
través del personaje del hijo, Marquitos, la experiencia de una víctima indirecta, situaciones
alarmante en las que se integran también cuestiones referentes a la educación (cultura
patriarcal, etc.), y que se producen en nuestra sociedad. Otros ejemplos de víctimas indirectas
se plasman en Círculo (Adrián López Maratín, 2004) y en No se lo digas a mamá (Luis Ángel
Ramírez, 2005).
La narración Sueño de una mujer despierta (Almudena de la Fuente, 2002), destaca porque
describe la ayuda recibida de una mujer víctima de maltrato de género14. La violencia hacía
mujeres en la trata de blancas, obligadas a prostituirse, aparece en la narración Miente15
(Isabel de Ocampo, 2008), citada anteriormente. La araña negra (Álvaro Merino, 2001),
refleja también el soborno. Otro caso de abuso sexual, aunque no se comercializa con el
cuerpo, se da en Padre (Ben Temple, 2005). La apariencia de comportamiento ejemplar por
parte del agresor, podemos encontrarla en el relato Heart of Gold (Guido Jiménez Cruz,
2000/01. También se oculta el maltrato en Campo de la rosa (Rodrigo Rodero, 2006), una
historia en la que las mujeres se prostituyen en suburbios. Los indicios de futuros agresores de
violencia de género, se plasman en V.O. (Antonia San Juan, 2001), así como en Llévame a
otro sitio (David Martín Santos, 2004); Frozen Souls (Almas congeladas), Juana Macías,
2006; A las once (Antonia San Juan, 2008); Esto no es amor (Javier San Román, 2009),
narraciones que enfatizan, especialmente, los actos despectivos del hombre hacia la mujer
(violencia verbal y psicológica). Los sucesos o ideas de asesinatos en manos de hombres
hacia mujeres, se muestran en títulos como: Historia de un búho (José Luis Acosta, 2002);
Todo lo que necesitas para hacer una película (Alfonso Amador, 2002); El punto ciego (Álex
Montoya y Rául Navarro, 2004). El homicidio por celos se incluye en Mesa para dos
(Medardo Amor y Ángel Almazán, 2004); Diente por ojo (Eivind Holmoboe, 2007). El triste
suceso de lapidación aparece representado en Nasija (Guillermo Ríos, 2006). La discusión y
agresión física en la calle en presencia de terceras personas que acuden a ayudar a la víctima,
se observa en Gris (Álex Montoya, Raúl Navarro, 2003).
14 Con el objetivo de mitigar el fenómeno del maltrato, España cuenta con una serie de instrumentos sociales, sostenidos muchas veces con una importante presencia del voluntariado. Entre ellos destaca el de asistencia telefónica, centralizado en el ya citado número 016, cuyo fin principal consiste en prestar asesoramiento jurídico a las víctimas, así como informarlas de los recursos a su disposición o incluso socorrerlas de manera inmediata; aunque también existen servicios de rehabilitación médica y psicológica o de mediación entre víctima y agresor. 15 Se observa agresión física, sexual, incluso psicológica, y que el proxeneta que le fuerza y/o le somete a estos actos, procede del mismo país que la protagonista. Además puede verse el intento de traer a España a la hermana de ésta, para continuar beneficiándose del indignante y deplorable negocio.
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La dependencia de maltrato es representada en (Dentro), David Delgado-Llavina (2004),
donde la mujer sufre síndrome de Estocolmo. La denuncia de violencia de género a través del
arte puede verse en Retrato de mujer blanca con navaja (Carlos Ceacero, 2008), un
cortometraje en el que una famosa escritora se inspira para su/s novela/s al ser testigo de las
palizas de un vecino hacia su mujer.
• Las estructuras familiares: Los nuevos modelos de familiar, en este caso
monoparental, aparece en el cortometraje (EspermaZotoides, Isabel de Ocampo, 2005). Esta
transgresión con las formas de familia tradicionales, también la hemos podido ver Triángulos
(Eliazar Arroyo, 2007); Test (Marta Aledo y Natalia Mateo, 2007). La ruptura radical con las
tipologías conservadoras de la unión entre dos personas, habitualmente creada por hombre y
mujer, dando paso a la diferencia y conformándose en época contemporánea por vínculos
entre personas del mismo sexo, ha sido mostrada en obras como: Invulnerable (Álvaro Pastor,
2004); Looking for Chencho (Kepa Sojo, 2002); 1.150 Kg., (Daniel Gimelberg, 2003);
Groucho (Ángel Almazán y Medardo Amor, 2006), y se intuye u oculta en Mujeres en un tren
(Jorge Torregrosa, 2000/01); Turismo (Mercedes Samprieto, 2008); Pulsiones (José Manuel
Carrasco, 2009). El incumplimiento con lo sociablemente establecido en las formas
conservadoras se refleja en La viuda16 (David Martín Porras, 2010). El reflejo de crisis
matrimonial, los casos de abandono por parte de uno de los miembros de la pareja y, la
manifestación en el aumento de casos de separación y divorcio aparece en narraciones como:
In crescendo (Jesús Ramos, Joan Marimón Padrosa, 2000/01); Upside Down (Guillen
Morales, 2002); Handycam (Juan Moreno, 2002); Expreso nocturno (Imanol Ortiz, 2003); Lo
que el ojo no ve (José Braña, 2003); Canciones de invierno (Félix Viscarret, 2004); El salto
de Beamon (Ane Muñoz, 2004); El abandono (Guillermo Fernández, 2004); El álbum blanco
(Félix Viscarret, 2005); Mi madre tiene la culpa (Lucía García, 2004); Contratiempos
(Antonio Gómez Olea, 2005); Desconocidos (David del Águila, 2005); Limbo (Miguel Ángel
P. Prieto, 2005); Traumalogía (Daniel Sánchez-Arévalo, 2007); 24 horas contigo (Cristina
Otero, 2007); Final (Hugo Martín, 2007); Acción reacción (David Ilundain, 2008). La
influencia de las separaciones en descendientes del matrimonio, se observa en títulos como:
El derecho de las patatas (Mercedes Gaspar, 2000/01); El laberinto de Simone (Simone's
Labyrinth, Iván Sáinz-Pardo, 2003); La culpa del alpinista (Daniel Sánchez Arévalo, 2004);
Manchas (Jorge Torregrossa, 2005); El prestidigitador (Hugo Sanz, 2006); Banal (David 16 Cortometraje en el que se hace patente la homosexualidad entre un adolescente, hijo de una mujer viuda, y el sacerdote del pueblo donde viven. Un hecho que rompe absolutamente con la concepción tradicional de las relaciones de uniones heterosexuales.
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Planell, 2006); No es una buena idea (Ugo Sanz, 2007); Una bofetada a tiempo (Ana
Ballabriga, David Zaplana, 2007); Viaje a Bangkok (Dionisio Pérez Galindo, 2008); Cannon
Beach, la playa de Berlín (Manuel Calvo, 2010).
Además de esta serie de categorías que han sido reincidentes en el cortometraje, se ha
podido observar que existen otros temas sociales, en los que se tratan aspectos como la
marginalidad en las aulas, la discriminación hacía las mujeres, la segregación y/o exclusión de
clases sociales bajas, conflictos bélicos (guerra, niños soldado, pena de muerte, etc.), el
terrorismo, el rechazo hacia el sistema, la discapacidad, las hablan de enfermedades
extendidas en nuestra sociedad, que comienzan a ser consideradas como patologías sociales
(anorexia, cáncer, esquizofrenia, etc.), los aspectos educacionales, las diferentes formas de
violencia, la situación de pobreza y/o mendicidad. Globos (Carlos Lorenzo, Roberto Pérez y
Pedro A. Loma, 2005), el aborto, la eutanasia, la crisis del medio ambiente (sequía,
desertización, contaminación, etc.).
El cortometraje de ficción español, ha albergado todas estas cuestiones. Sus autores
han profundizando en ello, o bien, lo han tratado de manera trasversal.
Finalmente, exponer que aunque en menor medida, también se dan temáticas alejadas de lo
social.
5. Conclusiones
La representación de lo social en las creaciones cinematográficas, impactan en el
espectador. Las situaciones vividas por los personajes en la ficción inciden en nuestras
emociones y sentimientos, las imágenes que las encarnan son poderosas e impactantes, nos
identificamos con ellas al mostrarnos la propia realidad (mímesis), originándose esa
vinculación necesaria entre la obra y su receptor.
El cine, y consecuentemente, el cortometraje como mediador de la realidad, tiene una doble
función: contribuir en la construcción de la realidad y reflejarla.
La similitud de la realidad plasmada a través del cortometraje hace que sus imágenes sean el
testimonio de la sociedad.
Vivimos en una sociedad en la que el poder visual ha cobrado una importancia capital,
aunque la comunicación a través de la imagen, es un rasgo que ha estado presente en
cualquier organización humana a lo largo de la historia.
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Como señala Ardevol: “El mundo social está inmerso en historias, versiones y
representaciones cuyo objeto es el mismo mundo” (Ardèvol, 2004: 74).
Crear nos convoca a la vida, a sentir el proyecto vital, a hacerlo andar. La creación nos
implica en el cuerpo, en la cognición, en la emoción, en nuestra individualidad siempre
atravesada por los otros y el mundo. Esa red compleja que es el vivir, se manifiesta a través
del arte renovando afectos, nuevos pensamientos y estructuras culturales y sociales (López
Fdz. Cao, 2015: 96).
Muchas de las historias descritas en los relatos breves de ficción reflejan acontecimientos
producidos en nuestra sociedad de manera recurrente. Englobados y calificados como “lo
social”, están centrados en circunstancias sociales o problemáticas que se han producido en
nuestro país durante el periodo que abarca este estudio.
Son diversos los ejemplos en los que hemos podido ver la representación de lo social. Por
todo ello, podemos afirmar que lo social acontece en el cortometraje de ficción español en la
primera década del siglo XXI que han participado en el Certamen de su categoría en el
Festival de Cine de Medina del Campo, sí representan lo social, mostrando valores,
proyectando, reforzando e incluso contribuyendo a su consolidación.
El Festival de Cine de Medina del Campo pese a no ser un Certamen específico de cine social,
siempre ha seleccionado obras de contenido social, y ha elaborado la programación, desde sus
orígenes, teniendo en cuenta e incidiendo especialmente en la dimensión social del Séptimo
Arte; en los principios morales y la ética, en los valores, etc. Constantemente ha ido
decantándose por historias que pueden sensibilizar al espectador y por extensión a la
humanidad. Sus ediciones han sido conformadas por obras en las existe una huella de lo
social; porque el equipo del Festival lleva sus emociones e inquietudes a su tarea, es decir,
todo esto viene condicionado por la forma de ser las personas que integran el Certamen.
Siempre se han inclinado a elegir narraciones en las que se incluyen temas sociales,
precisamente por su sensibilidad hacia estos y porque ésta es la idiosincrasia de propio
Festival.
Los relatos breves de ficción son obras de arte en estado puro, por tratarse del primer
contacto con la experiencia de creación cinematográfica, por tanto, una forma de
experimentación con la cámara; el cineasta, generalmente, llega virgen y posteriormente va
desarrollando nuevas maneras de narrar. Está alejado del cualquier influencia comercial, no le
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condiciona la industrial y consecuentemente se asemeja a las formas de concebir el cine de los
movimientos cinematográficos europeos que innovaron e iniciaron las rupturas con los
modelos impuestos por las grandes productoras, que les permitían trasladar a la pantalla la
realidad social, mencionamos, por ejemplo, la Nouvelle Vague, el Free Cinema, el
Neorrealismo italiano, etc.
Sugerimos que es necesario un cambio, al menos en la difusión de estas obras y/o en el
sustento de las mismas. La pérdida de valores en la sociedad actual, deja entrever que es
imprescindible detenernos sobre qué está ocurriendo, se requiere una transformación que exija
acabar con el analfabetismo emocional y la creación de cortometrajes puede llegar a ser una
forma para la consecución de este objetivo.
Es necesario defender y proteger el cortometraje, porque pensamos firmemente que estas
obras pueden crear conciencia social.
6. Referencias documentales
- ARDÈVOL, Elisenda, MUNTAÑOLA, Nora (Coord.) y et al., Representación y cultura
audiovisual en la sociedad contemporánea, Barcelona, UOC, 2004.
- CALVO TRÍAS, Manuel, Tallando la piedra. Formas, funciones y usos de los útiles
prehistóricos, Barcelona, Ariel, 2007.
- CARMONA, Ramón, Cómo se comenta un texto fílmico, Madrid, Cátedra, 2010 (1991).
- GUTIÉRREZ SAN MIGUEL Begoña, Teoría de la narración audiovisual, Cátedra, Madrid,
2006.
- IMBERT, Gerard, Cine e imaginarios sociales, Madrid, Cátedra, 2010.
- LÓPEZ FERNÁNDEZ CAO, Marián, Para qué el arte, Madrid, Fundamentos, 2015.
- MARTÍN SERRANO, Manuel, La producción social de comunicación, Madrid, Alianza,
2004, p. 46.
- MORIN, Edgar, El cine o el hombre imaginario, Barcelona, Paidós, 2001 (1956).
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OLMI, ULMER, JÜNGER: I FIDANZATI Y LOS FANTASMAS DE LA
TIERRA BALDÍA
Alberto Lena Ordóñez. Universidad de Valladolid (España)
Resumen
I fidanzati de Olmi es una obra clave del cine italiano de los años sesenta por ir más
allá del realismo, al mostrar el lado subjetivo de los personajes. En este ensayo se analiza el
film desde otro punto de vista: se recurre al concepto del trabajador de Jünger y a diferentes
aspectos del film noir procedentes de Detour de Ulmer. Con esto se pretende demostrar que I
fidanzati representa un paradigma nuevo en el cine italiano: no solo muestra el lado oscuro
del boom económico de Italia, sino que la idea de progreso no es más que una ilusión.
Palabras clave: Cine italiano, film noir, modernidad, tierra baldía, trabajador universal de
Jünger.
OLMI, ULMER, JÜNGER: I FIDANZATI AND THE WASTELAND
GHOSTS
Abstract
Olmi’s I fidanzati is considered a landmark in 1960s Italian cinema because the film
managed to go beyond realism by showing the main characters from a subjective perspective.
This essay analyzes the film from a different approach. Thus, drawing upon Jünger’s notion
of universal worker and several film noir motives appearing in Ulmer’s Detour, this essay
argues that I fidanzati represents a new paradigm in Italian cinema because the film not only
shows the dark side of Italian economic boom but that it cast doubts on the very idea of
progress as well.
Keywords: Italian cinema, film noir, modernity, wasteland, Jünger’s worker.
1. UN NUEVO PARADIGMA EN EL CINE ITALIANO
Estrenada en 1963, durante el periodo álgido del boom de la economía italiana, I fidanzati
es una de las obras más complejas en la carrera cinematográfica del director milanés Ermanno
Olmi. A pesar de no gozar de un gran éxito de taquilla, I fidanzati ha sido apreciada por
cineastas de la talla de Martin Scorsese por la singularidad de su puesta en escena y su
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montaje (Morandini, 2009: 44). Además, a lo largo de las últimas décadas diferentes trabajos
académicos han resaltado la importancia histórica del film (Jones: 2003; Morandini, 2009: 44-
45; Cardullo, 2010: 96-98; Cepeda Romero; Sánchez Blasco, 2013: 89-90). Estos trabajos
muestran que I fidanzati es una obra a contracorriente, pues desafía la construcción narrativa
tradicional que aparece en otras obras cinematográficas de la época que abordan temas
sociales, como por ejemplo, Una storia milanese (1962) de Eriprando Visconti o I ragazzi che
si amano (1963) de Alberto Caldana. Por el contrario, I fidanzati se apoya en la vanguardia
narrativa del cine francés, en concreto de Alain Resnais, a la hora de profundizar en la
importancia del recuerdo y de la subjetividad. Olmi recurre al uso del flashback y del
flashforward de manera original con el fin de mostrar el mundo interior de los personajes
principales. Teniendo en cuenta los estudios mencionados anteriormente, en este trabajo se
pretende analizar el film de Olmi desde otro paradigma. Por una parte, I fidanzati representa
la constatación de una nueva realidad: la de una Italia que ha surgido con la llegada de la
modernidad, una Italia dinámica, industrializada y altamente tecnológica que ha dejado atrás
la imagen de un país agrario y retrasado, que aspira a convertirse en una potencia mundial.
Por otra parte, I fidanzati deja entrever el precio que supone para el individuo el desarrollo
pleno de esa modernidad: un mundo de cambios constantes, tanto a nivel espacial como a
nivel psíquico, que exigen enormes esfuerzos y sacrificios, que quizás no valgan la pena.
En este ensayo intentaremos analizar esa doble dimensión de esta obra de Olmi,
haciendo hincapié en que la película se puede considerar como un ambiguo símbolo de un
mundo en constante transformación, así como una reflexión sobre los peligros y posibilidades
de la modernidad. Intentaremos mostrar que la introducción de estos elementos hace que se
pueda considerar I fidanzati como una obra cinematográfica única dentro del panorama
cultural italiano de principios de los años sesenta, y acerca el cine de Olmi a las
preocupaciones del cine de Hollywood y a la vanguardia cultural europea que se había
enfrentado con diferentes aspectos técnicos y sociales de la modernidad desde principios de
1930. Analizaremos la película de Olmi teniendo en cuenta el contexto cultural de la misma.
Se recurrirá al método comparativo, siguiendo la metodología que aparece en trabajos de
historiadores cinematográficos, como por ejemplo, los de Millicent Marcus (Marcus, 1993),
Alexander Nemerov (Nemerov, 2005), Linda Hutcheon (Hutcheon, 2006) y Jonathan
Auerbach (Auerbach, 2011). Así, en primer lugar, trataremos de comprender la trayectoria
ideológica de Olmi antes de filmar la película: sus años de formación en Milán. En segundo
lugar, se analizan en el film diferentes motivos ideológicos relacionados con la modernidad:
el tema del viaje en Detour y la figura del trabajador universal en la obra de Ulmer.
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Finalmente, se utilizan estos elementos para comprender mejor la visión que tiene Olmi de la
modernidad tal y como se expresa en I fidanzati. Este contexto ideológico permitirá valorar
por qué esta película representa un nuevo paradigma dentro del cine italiano de los años
sesenta, ya que el film de Olmi anuncia, de forma original, muchas de las problemáticas
sociales y ecológicas que afectarán a Europa en las siguientes décadas.
2. EL HOMBRE DE LA EDISONVOLTA
Nacido en Bérgamo en el año 1931, Ermanno Olmi es un director de cine italiano
profundamente unido tanto al mundo rural como industrial de la región lombarda. Su padre,
un trabajador de ferrocarril de Rovato, entre Brescia y Bergamo, pertenece a la pequeña
burguesía de la época. Durante el periodo fascista, el padre de Olmi es despedido debido a su
ideología política. Se ve obligado a trasladarse a Milán y allí encuentra trabajo en una
importante compañía de electricidad y gas: la Edisonvolta. La familia se instala en un barrio
periférico, Malpensata, en donde será testigo de los momentos más críticos del régimen, del
estallido de la Segunda Guerra Mundial y de las bombas que se ciernen sobre Milán (Olmi,
2014: 111-121). Durante ese grave periodo de crisis y de desconcierto que conduce a la
sociedad italiana a grandes y violentas transformaciones, la compañía Edisonvolta se
convierte en una gran familia para sus empleados. La compañía evacua de la ciudad a los
hijos de sus empleados para protegerlos de las bombas. Gracias a la Edisonvolta, Olmi pasa
dos años en Pallanza, una localidad cercana al Lago Maggiore y logra así escapar al horror de
la guerra que atenaza Milán (Olmi; Manzoni, 2015: 83). A los catorce años regresa a la capital
lombarda para encontrarse un paisaje de pesadilla y de terror mientras estudia en un colegio
salesiano muy cerca de la Estación Central de la ciudad y de las bombas. Son momentos
duros y difíciles para Olmi. Su padre muere víctima de las bombas que caen sobre la ciudad,
pero la familia no está completamente sola. La Edisonvolta le ofrece un trabajo a su madre.
Más tarde, cuando Olmi decide que no desea seguir sus estudios y desperdicia la oportunidad
de terminar el bachillerato, encuentra trabajo también en la compañía milanesa (Olmi, 2014:
62-63).
La relación inicial entre Olmi y la Edisonvolta será fundamental para comprender los
primeros años de la carrera del futuro realizador italiano. En la Edisonvolta Olmi desempeña
diferentes oficios a lo largo de su juventud que lo llevan a conocer desde dentro el
funcionamiento de esa gran compañía. La empresa milanesa se convierte para él en su
territorio natural, en su propio país. Trabajando para la Edisonvolta, Olmi puede observar el
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progresivo desarrollo industrial de un país que ha dejado atrás un mundo agrario y
semifeudal, así como un régimen totalitario, y ahora aspira a convertirse en una potencia
mundial y en un modelo de democracia para todo el Mediterráneo. Es en esos años cuando
Olmi descubre que el cine es mucho más que un mero espectáculo hollywoodiense, que se
trata de una poderosa arma social y política. A través de la obra de Roberto Rossellini, de
Robert Flaherty y Roberto de Sica, Olmi descubre la potencialidad del medio
cinematográfico, el realismo, el cine documental y la importancia de la autenticidad. A este
aprendizaje fílmico, se añade el descubrimiento de un mundo intelectual. En Milán comienza
a frecuentar el bar Rosati, en la Piazza del Popolo en donde se reúne con destacados escritores
de la época como Goffredo Parise, Pier Paolo Pasolini y Tullio Kezich (Olmi, 2008: 24-28).
Sin embargo, a pesar de la riqueza intelectual de la ciudad de Milán, Olmi no se deja
atrapar en la torre de marfil de la vida cultural italiana de los años cincuenta. Es un hombre
formado en las fábricas de gas y en los pasillos de una compañía eléctrica, ha visto demasiado
a pesar de su juventud y desconfía de ese mundo intelectual que al mismo tiempo parece
atraerlo con tanta fuerza. Sabe que la mayoría de los intelectuales que lo circundan en esos
momentos nunca ha pisado una fábrica y, sin embargo, aspira a explicarle al obrero cómo
debe vivir el proletariado (Olmi, 2014: 149-150). Olmi, además, está siendo testigo de un
momento histórico en el que la ciudad de Milán aspira a convertirse en la capital europea de la
política y de la economía (Montanelli; Cervi, 2002: 156-161). El joven empleado de la
compañía eléctrica sabe aprovecharse de ese gran momento intelectual y económico de la
ciudad. A partir de 1953 y hasta 1961, la Edisonvolta le concede a Olmi la oportunidad de
mostrar cómo es realmente el mundo industrial que está surgiendo. Con su entusiasmo y su
creatividad logra convencer a los dirigentes de la compañía de la importancia del cine como
un instrumento fundamental para valorar su desarrollo tecnológico, así como un importante
instrumento publicitario de la misma. Gracias al apoyo de altos dirigentes de la Edisonvolta,
Olmi comienza a filmar centrales eléctricas, diques, galerías de montañas, pabellones
industriales, complejos petroquímicos (Olmi; Manzoni, 2015: 83). Olmi recorre Italia de norte
a sur, convirtiéndose en un testigo único de las transformaciones de todo un país. Surgen así
algunos de sus mejores documentales como La diga sul ghiacciaio (1953), Dialogo tra un
venditore di almanacchi e un passeggero (1954), La pattuglia del Passo San Giacomo (1954),
Manon: Finestra 2 (1956), Tre fili fino a Milano (1958) o Il grande paese d’acciaio (1960).
En estos documentales Olmi muestra todo su optimismo, su fe en el progreso tecnológico, en
la nueva Italia que está surgiendo tras la pesadilla del Fascismo. A pesar del cambio, Olmi
cree que existe aún una continuidad entre el mundo rural y la nueva realidad industrial. La
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nueva Milán que está surgiendo en esos momentos aparece retratada en su adaptación de un
texto de Giacomo Leopardi, Dialogo di un venditore di almanacchi e un passaggere (1832).
Es una ciudad de veloces luces de neón y atractivos escaparates, en donde se mueve el dinero
y el poder, pero en la que no han desaparecido los humildes vendedores ambulantes
procedentes del mundo rural que recuerdan a sus transeúntes lo efímero del tiempo y los
vínculos culturales existentes aún entre el campo y la ciudad. Los trabajadores que se abren
paso por las montañas lombardas en Tre fili fino a Milano o Manon: Finestra 2 desafiando
todos los peligros son el reflejo de una generación de italianos que ha abandonado un mundo
rural para integrarse en la realidad tecnológica del país, pero que no por ello han perdido sus
raíces, sus tradiciones ancestrales y su amor por el trabajo artesanal.
En los documentales de Olmi, la industria y la tecnología se adaptan al mundo de la
naturaleza y de la cultura tradicional, perfeccionan esas realidades, no las destruyen. Con sus
manos, con su inteligencia y con sus dotes artesanales, los trabajadores transforman la
realidad y encuentran una nueva dignidad en un mundo en constante cambio (Olmi; Manzoni,
2015: 57-59; 84-86). En Tre fili fino a Milano, los obreros logran con un enorme desgaste
físico que se establezca una red telefónica que una las montañas a Milán y luego celebran su
gesta compartiendo el vino y las viejas tradiciones de un mundo rural. Sus voces dialectales,
sus sonrisas y sus gestos celebran la belleza del trabajo bien hecho y muestran al mismo
tiempo un profundo respeto por el entorno natural del que se acaban de apropiar. Sin
embargo, a pesar de ese optimismo, en el cine documental de Olmi hay también momentos de
silencio y de cansancio que muestran la soledad de los trabajadores, su progresivo desarraigo
de un entorno rural y comunal, su angustioso alejamiento del entorno familiar como en La
diga sul ghiacciaio. A pesar de esos momentos de incertidumbre y desasosiego, en este
documental se muestra con optimismo el triunfo de la nueva sociedad industrial, la misteriosa
belleza de los glaciares del monte Adamello acompañados por las voces humanas y la nueva
tecnología.
3. EL ENIGMÁTICO SUR
I fidanzati es el tercer largometraje de Olmi, tras rodar anteriormente Il tempo si è
fermato (1957) y Il Posto (El empleo, 1961), por los que había recibido un gran
reconocimiento, tanto a nivel nacional como internacional. Las primeras obras de Olmi
muestran el surgimiento de una Italia industrial y tecnológica, lo que plantea nuevos retos a
los individuos. El pasado agrario ha ido quedando atrás, aunque no ha desaparecido del todo,
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y de manera paulatina Italia se ha ido convirtiendo tras la Segunda Guerra mundial en un
mundo enormemente burocratizado, en el que los valores tradicionales vinculados a la cultura
de la tierra y a las tradiciones familiares han sido alterados. La nueva realidad industrial del
norte de Italia exige al individuo nuevas adaptaciones y nuevas respuestas.
En Il tempo si è fermato aparecen dos generaciones diferentes de italianos. Por una
parte, se retrata la Italia tradicional encarnada por un obrero veterano, Natale (Natale Rossi),
que se encarga de controlar la construcción de una presa a 2,500 metros de altitud. Por otra
parte, aparece la Italia moderna encarnada por un joven estudiante amante de la música rock,
Roberto (Roberto Seveso), encargado de sustituir a un empleado veterano de la compañía.
Los dos personajes, atrapados en las duras condiciones climáticas del monte Adamello, son
los guardianes silenciosos de un complejo universo tecnológico que trata de controlar la
fuerza de la naturaleza. Entre ambos personajes se establece un diálogo, no exento de
silencios, que parece indicar la posibilidad de que surja una armonía generacional entre la
Italia que ha sobrevivido a la guerra y la nueva Italia de la música rock, de la riqueza
económica y de los bruscos cambios sociales.
En Il posto, Olmi retrata con menos optimismo la realidad tecnológica e industrial que
está surgiendo en las grandes ciudades del norte de Italia como Milán. El protagonista del
film, Domenico (Alessandro Panseri), procede de un pequeño pueblo de Lombardía, Meda, a
pocos kilómetros de Milán y encuentra trabajo en el seno de una gran compañía de dicha
ciudad. El futuro de un joven como Domenico, lleno de vitalidad e inocencia, en la Italia de
finales de los años cincuenta no es otro que el de quedar atrapado en una anónima oficina a
contemplar cómo van pasando las horas de su vida sin ninguna esperanza. En estas dos obras,
Olmi nos muestra las dos caras de la modernidad que impregnan los inicios de su obra: la
posibilidad de la armonía entre hombre y naturaleza, entre la vieja y la nueva Italia, como se
muestra en Il tempo si è fermato y el riesgo de que el brusco desarrollo industrial acabe con
todo lo espontáneo y creativo del ser humano y termine fosilizándolo como le sucede a
Domenico en Il posto.
A diferencia de las obras anteriores ubicadas en diferentes parajes de Lombardía,
aunque no abandona completamente esa región, I fidanzati se ubica además en Sicilia, en los
alrededores de Siracusa, en una Italia que todavía no ha sido trasformada de manera radical
por la tecnología y la industrialización incipientes, un paisaje cercano a la visión de una Italia
exótica y misteriosa que había sido retratada por Roberto Rossellini en Viaggio in Italia (Te
querré siempre, 1954). Sin embargo, Olmi no renuncia a abordar los retos que plantea para
Italia la nueva realidad económica. Con I fidanzati, Olmi da un salto cualitativo en su carrera
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cinematográfica. El cineasta pretende pararse en el tiempo y hacer un balance de la nueva
sociedad que tiene delante de sus ojos. Nos encontramos en una época en la que se ha
consolidado el desarrollo tecnológico y la economía italiana ocupa uno de los primeros
puestos a nivel mundial, gracias al llamado triángulo industrial que se establece entre Turín,
Milán y Génova. El pasado trágico de Italia parece haber quedado atrás y ha surgido un nuevo
horizonte industrial que se debe explorar y comprender. Son pocas las obras filmadas a
principios de los años sesenta que se adentran con tanta valentía en ese nuevo horizonte
cultural como lo hace I fidanzati, a través de una historia de amor, aparentemente simple, pero
que encierra complejas connotaciones culturales. La película muestra como una pareja de
novios milaneses, Liliana (Anna Canzi) y Giovanni (Carlo Cabrini), se ve obligada a
separarse durante un cierto tiempo: Giovanni, que trabaja como soldador, tiene la oportunidad
de ascender en su trabajo y trasladarse al sur, a Sicilia, en donde su compañía está instalando
un enorme complejo petroquímico en Prialo, Siracusa. Ir al sur significa para Giovanni
abandonar momentáneamente una relación amorosa llena de dudas y de altibajos, así como
tener que dejar en un asilo a su padre, anciano y enfermo. Ir al sur representa también para
Giovanni una ruptura con la realidad industrial de Milán, descubrir un mundo preindustrial de
tradiciones arcaicas y sofisticadas que nada tienen que ver con el norte de Italia. Giovanni es
el instrumento de un mundo tecnológico y global que quiere colonizar el sur de Italia y
convertirlo en una realidad no menos anónima que el Milán en el que viven Liliana y
Giovanni.
Liliana y Giovanni son los hijos del boom económico que se había apoderado del norte
de Italia tras la Segunda Guerra Mundial. Se han conocido hace diez años en una sala de baile
milanesa y desde entonces han tratado de realizar un proyecto de vida en común. Sin
embargo, la estrechez económica de la vida en una pequeña metrópolis no les permite tener el
dinero suficiente para comprar una vivienda. Su mundo se reduce a la fábrica, al barrio
industrial en el que viven, a sus paseos en moto por el extrarradio y a la sala de baile. Se han
desarraigado casi por completo del mundo del campo del que proceden, pero en el universo
urbano en el que se han adaptado no pueden aspirar a más que a ser unos meros
supervivientes que anhelan una vida mejor. Olmi logra presentar de forma austera y casi
desnuda unos hechos cotidianos llenos de transcendencia y significado. La película comienza
en una sala de baile milanesa, días antes de que Giovanni se aleje de la ciudad rumbo a
Sicilia. Es una sala poblada de silencios y de miradas que recuerda la solemnidad de una nave
industrial. Un grupo de trabajadores, que viven en el barrio, bailan solemne y ordenadamente
ante la mirada desesperada de Liliana y la incomprensión y la rabia de Giovanni. Los dos
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están sentados en un lado de la sala, se miran sin hablar, muestran sus miedos y su
desesperación. Para Liliana el viaje a Sicilia representa el fin de la relación, un horizonte de
incertidumbre. Al final, la pareja acaba uniéndose al grupo, participa del baile y de sus reglas,
y, a través del ritual, acepta la incertidumbre de su destino de una manera ciega.
La llegada a Sicilia significa para Giovanni el encuentro con un nuevo mundo y con
los lados más oscuros de su personalidad. La compañía le paga el viaje en avión hasta Catania
y lo aloja por unos días en un anónimo hotel, producto de la especulación inmobiliaria de esos
años. Pronto, el trabajo se apodera de Giovanni, conoce el complejo petroquímico de Prialo,
se adapta a sus ritmos y a sus compañeros, muchos de ellos trabajadores inexpertos. Se da
cuenta de que no es un trabajador más, que es superior a los trabajadores sicilianos
procedentes de un mundo rural que aún no han interiorizado el ritmo de trabajo de las grandes
fábricas. En su tiempo libre, Giovanni recorre el paisaje semidesértico de la Sicilia rural, con
sus antiguas calles e iglesias, con sus playas y sus arenales. La lejanía hace que Giovanni viva
en tres dimensiones diferentes del tiempo: en el presente, en el pasado y en el futuro
(Muguiro, 2008: 76). El mundo exterior, el universo siciliano con sus gentes y sus rituales,
parece invadir su conciencia. Por otra parte, la nueva realidad que no acaba de comprender y a
la que parece no haberse podido adaptar plenamente, lo aliena y hace que se refugie en su
mundo interior que se llena de fantasías, recuerdos y dudas. Giovanni habita en dos mundos
diferentes y no pertenece a ninguno. Milán y Sicilia parecen tan cercanos como distantes. No
le faltan momentos de extrañamiento y, al mismo tiempo, su conciencia comienza a despertar
al enfrentarse a tantos cambios imprevistos. Su amor por Liliana parece a veces muy lejano,
especialmente cuando se siente atraído por una mujer que conoce durante el Carnaval de
Paternò, en Catania. Este inesperado encuentro revela en su inconsciente la atracción por una
compañera de baile en sus días milaneses: un recuerdo que había censurado, pero que ahora
sale a la luz en un mundo lejano. Al final de la película, Giovanni comienza a recibir
diferentes cartas de Liliana en las que le habla de su amor, de su soledad, de sus dudas. Las
palabras de Liliana parecen despertar en Giovanni un cierto sentimiento de amor que lo llevan
a llamar por teléfono a su prometida, pero ante la llegada de una tormenta, la comunicación se
interrumpe.
Poco a poco, a lo largo de sus días en Sicilia, Giovanni ha ido descubriendo una nueva
verdad acerca de sí mismo. Como en Viaggio in Italia de Rossellini, Olmi sumerge a los
personajes de ficción en un mundo concreto y real para llevar a cabo un proceso de
descubrimiento interno en el que la verdad sale a la luz (Cepeda Romero; Sánchez Blasco,
2013: 89). Tras colgar el teléfono después de hablar con Liliana, protegido por un parapeto,
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Giovanni contempla la tormenta inesperada que se ha desencadenado en el cielo siciliano.
Todo parece estar en movimiento, los árboles, los campos, las aspas del molino, el mar.
También la mente de Giovanni parece estar en movimiento, se resiste a ser un ente mecánico
atrapado por un mundo que no conoce. Quizás en el futuro se pueda volver a reunir con
Giovanna y con su padre, quizás el ascenso social llegue pronto. Entretanto, Giovanni no es
más que un soldador que forma parte del engranaje de una gran compañía y un hombre
perdido en medio de los campos sicilianos, un hombre desarraigado de su familia, torturado
por sus anhelos y por sus recuerdos. Olmi muestra en 1963 que ese es el precio del cambio
tecnológico que está sufriendo en esos momentos Italia: un mundo de tierras baldías y de
desarraigo, de enormes costes sociales y familiares, en el que el único dios parece ser el
dinero que mueve de una parte a otra del país a hombres como Giovanni con falsas promesas
y un futuro incierto.
4. OLMI, DETOUR Y LA METÁFORA MODERNA DEL VIAJE
Con I fidanzati, Olmi muestra todo su desencanto con la modernidad que se apodera de
Italia a principios de los años sesenta. Su cine se aleja del optimismo de los años de la
Edisonvolta, de la idea de que el progreso técnico y el desarrollo pleno del capitalismo pueden
cambiar al ser humano y mejorar su condición social. Olmi se aleja también de los
paradigmas del cine italiano de la época, del mero realismo social y de crítica amarga a las
instituciones que aparece en obras contemporáneas como Rocco e i suoi fratelli (Rocco y sus
hermanos, 1960) de Luchino Visconti. En esta obra, Visconti nos muestra la desintegración
de una familia siciliana que emigra a Milán. La ciudad destruye la Italia tradicional, los
valores de la familia y al final lo único que permanece es un individuo desarraigado y violento
que ha perdido sus referentes culturales. Aunque ambos autores, Olmi y Visconti, hablen de
los contrastes norte y sur, así como del desarraigo del individuo, I fidanzati se adelanta a su
época. Ya no nos encontramos meramente entre el enfrentamiento entre un mundo urbano y
rural, sino que el espectador tiene ante sus ojos una nueva realidad: la de un individuo aislado
que se separa por completo de su comunidad para emprender un viaje que no solo lo aleja de
su entorno natural y de su familia, sino también de sí mismo, de sus anhelos y de sus
recuerdos. Giovanni vive en un mundo global, en el que ha interiorizado el valor de la técnica
y la importancia del cambio geográfico, no solo para sobrevivir o escapar de la miseria como
los personajes de Visconti, sino sobre todo para ascender socialmente. En los momentos más
críticos del film, cuando el personaje se siente alejado de su familia y del entorno siciliano
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que lo acoge, Olmi parece darnos a entender que Giovanni no pertenece a ninguna realidad
geográfica, solo a su trabajo, y a las expectativas que genera en él la nueva realidad
macroeconómica italiana.
La obra de Olmi refleja una enorme modernidad y un gran poder visionario para ser
rodada a principios de los años sesenta, en una Italia optimista y autocomplaciente, muy
lejana aún de los problemas que surgirán a partir de finales de los años setenta tras la crisis del
petróleo y la postindustrialización. Su preocupación por los efectos de la modernidad se
muestra en el sufrimiento de los personajes al tener que separarse. La metáfora de la
separación de la pareja, de los peligros del viaje y de la soledad e incertidumbre de los seres
humanos en el mundo moderno son elementos que están ya presentes en el film noir. Este
género cinematográfico había surgido en los Estados Unidos en los años cuarenta para
expresar una nueva realidad marcada por el miedo, el desarraigo y la frustración social
(Simsolo, 2009: 141-146). En esa década, obras noir como Detour (1945) de Edgar G. Ulmer,
utilizan la metáfora del viaje para analizar la modernidad. Como en la obra de Olmi, en
Detour aparece retratada una pareja que no puede realizar sus deseos acosada por los
problemas económicos de una gran ciudad, Nueva York. Se trata de una cantante, Sue Harvey
(Claudia Drake), y un pianista fracasado, Al Roberts (Tom Neal), que se ganan la vida en un
anónimo club nocturno. De una forma parecida a Giovanni, Sue decide alejarse de Nueva
York y emprender un viaje a California con el fin de poder triunfar como cantante: el viaje
supone la posibilidad de realizar un anhelo y un cambio social. Dicho viaje altera la relación
de la pareja y la lleva al borde de la ruptura. Como Giovanni, que no deja de ser un soldador
en Sicilia, Sue descubre al llegar a la tierra prometida que su condición no mejora, que sigue
ganándose la vida en locales anónimos. Al contrario que Liliana atrapada en Milán, en Detour
Al decide ir al encuentro de su amada. Sin dinero, emprende un viaje en autoestop hasta
California que lo lleva a descubrir un nuevo mundo interior y un nuevo paisaje de tierras
baldías y de gasolineras.
El viaje de Al por las desérticas carreteras estadounidenses se puede comparar al viaje
de Giovanni en Sicilia. Es un viaje que lleva a ambos personajes al desarraigo interior, a un
mundo en el que no existe en realidad el progreso, ya que no es más que una ilusión. El viaje
aleja a ambos personajes de sus amadas, los acerca a un mundo de peligros y despierta en
ellos sueños eróticos que no pueden controlar. El viaje espacial termina convirtiéndose en un
viaje interior: el inconsciente acabará adueñándose de ambos personajes. Además, su meta
parecerá más y más lejana. El personaje de Ulmer es más trágico y complejo que Giovanni.
Al acaba sintiéndose culpable de la muerte accidental de un hombre y, tras usurpar la
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personalidad de este, queda atrapado en una relación con una mujer, Vera (Ann Savage), que
lo alejará para siempre de su objetivo final: una vida feliz con su prometida. Además, Al
como narrador resulta un personaje desconcertante de quien la audiencia no puede fiarse
(Britton, 1992: 175-178; Auerbach, 2011: 146). Por otra parte, el mundo interior de Giovanni
parece ser más transparente y fehaciente. Sin embargo, Al y Giovanni comparten un universo
marcado por la incertidumbre y la decepción. Los dos personajes viven en un universo que es
seguro e inseguro a la vez. Giovanni viaja a Sicilia como parte de una compañía que quiere
colonizar la isla. Se siente seguro en el mundo del complejo petroquímico, en el hotel que lo
acoge, con los compañeros milaneses. Su vida es parte de un engranaje que se rompe de
repente cuando comienza a vagar por las calles de Sicilia, cuando siente la tentación de una
figura femenina durante el Carnaval, o cuando comparte el diminuto espacio de la pensión
con otros huéspedes que invaden una y otra vez su frágil universo privado. Al, por otra parte,
recorre haciendo autoestop las planicies de los Estados Unidos colonizadas por una red de
gasolineras y de restaurantes, en las que nunca falta la presencia de la policía ni de las
autoridades federales y en las que el poder burocrático del estado está siempre presente: no es
fácil deshacerse de un cadáver y aún más complicado de un coche robado. En ese universo
controlado y predecible, Al descubre el poder del destino y de la casualidad, se encuentra con
hombres y mujeres irracionales, que lo llevan a alejarse de su meta y a cometer un asesinato.
Tanto Olmi como Ulmer muestran la metáfora del viaje en la modernidad como reveladora de
un mundo bajo el poder total del capitalismo que, sin embargo, es un universo inseguro, frágil
y amenazador.
A pesar de los elementos en común, el universo de Olmi no es un universo trágico
como el de Ulmer. La desolación y el vacío del mundo capitalista llevan a Al y a los
personajes de Detour a la pérdida completa de la identidad personal y al sentido de la
orientación: el universo se transforma en una tierra baldía (Cantor, 2007: 139-148). Como
Molloy, el personaje de Samuel Beckett, símbolo de la Europa que nace tras las ruinas de la
Segunda Guerra Mundial, los personajes de Detour descubren que en el camino no se avanza
ni se retrocede, porque han desaparecido tanto las metas como los puntos de partida. Por el
contrario, Giovanni, aunque atrapado en una realidad que no conoce, sabe que el pasado
(Liliana, su padre, Milán) está todavía ahí, aún no se ha desvanecido de la conciencia: el
nihilismo no ha acabado todavía con la esperanza (Cardullo, 2010: 98). Olmi saca a la luz las
amenazas que irrumpen en la vida de los hombres y las mujeres del mundo moderno
atrapados por anhelos y esperanzas ilusorias, pero no se deja arrastrar por un pesimismo
absoluto.
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5. I FIDANZATI Y JÜNGER: EL NUEVO TRABAJADOR PLANETARIO
Olmi contempla la modernidad que comienza a surgir en Italia en los años sesenta con
un gran escepticismo. I fidanzati refleja un mundo en transformación, en el que no parece
haber armonía entre técnica y civilización, entre progreso y naturaleza, que era una de las
constantes principales del cine de Olmi a finales de los años cincuenta. El universo de la
Edisonvolta, el de un modelo paternalista de capitalismo, ha dejado paso a un modelo de
empresa impersonal y enormemente burocrático. El laberinto de acero que ha construido
sobre el fértil suelo siciliano la empresa para la que trabaja Giovanni es el ejemplo palpable
de una nueva realidad industrial en la que ya no existe la posibilidad de una continuidad entre
el mundo artesanal y el mundo técnico, tan celebrada por Olmi en La diga sul ghiacciaio.
Giovanni no puede aspirar a ser más que un soldador: una pieza minúscula en un complejo
engranaje industrial (Owens, 2001: 44). Como hemos mencionado anteriormente, el valor de
su trabajo no es el producto de su creatividad sino de una serie de circunstancias favorables:
su disposición para la movilidad geográfica y la baja calidad de la especialización industrial
de muchos trabajadores del sur en ese momento histórico.
Además, la vida de Giovanni, sus conocimientos, su técnica, su vocación por el trabajo
y sus ambiciones sociales se convierten en instrumentos que utiliza la modernidad para ir
transformando el territorio siciliano, aunque el personaje de Olmi no sea consciente de ello,
atrapado por las necesidades cotidianas. En muchos sentidos, Giovanni encarna la figura del
trabajador universal que ha sido analizado por Ernst Jünger en su obra Der Arbeiter (El
trabajador, 1932). En esta obra el autor alemán propone una nueva figura social: la del
trabajador del siglo XX. Se trata de un modelo que rompe para siempre con el orden burgués
que se había establecido en Europa a partir del siglo XVI y que se había consolidado tras las
revoluciones industriales del siglo XIX. Para Jünger, la figura del trabajador que surge tras la
Primera Guerra Mundial en todo el mundo industrial no es más que el producto de un nuevo
paradigma técnico que pretende controlar toda la realidad. En esa nueva realidad desaparecen
muchos de los valores de la vieja burguesía: el culto al ocio, la seguridad y el apego a los
objetos (Jünger, 2005: 309-312). El mundo se convierte en una realidad dinámica y totalitaria
controlada por la técnica que en un principio no era más que la expresión de la voluntad de
poder del capitalismo y ahora se rebela contra él. La técnica subyuga todo lo humano, impone
una voluntad de poder infinita y convierte la realidad en un continuo cambio y devenir sin
ninguna meta posible, en una suerte de nihilismo (Armitage, 2003: 191-196; Sánchez Durá,
2005: 58-62).
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Jünger muestra que la historia ha cambiado su curso de manera radical con la llegada
de la técnica. Antes del triunfo de la Ilustración, el ser humano se afanaba por dominar la
naturaleza. La naturaleza era algo incomprensible, difícil de dominar, un reto constante. Con
el desarrollo de la técnica el ser humano creía poder controlar la realidad y subyugar la
naturaleza. Sin embargo, las catástrofes que acontecen a la humanidad a partir del siglo XX
muestran que la técnica es algo que escapa al ser humano, que va más allá de su capacidad, y
que el universo técnico es ahora no menos incomprensible y desconcertante que lo que era la
naturaleza en otras épocas de la historia. La figura del trabajador universal encarna el poder
de la técnica sobre el ser humano. Ya no puede aspirar a los valores de un mundo burgués: su
tiempo libre está controlado, su identidad es el trabajo sin descanso (Jünger, 1990: 58-61; 69-
76). Desaparecen para él los ciclos de las estaciones, el día y la noche y poder controlar el
tiempo y el espacio fuera de la jornada laboral. Su vida es el reflejo de la voluntad de poder de
la técnica. Además, como un soldado, se encuentra en un estado de movilización total,
siempre alerta, dispuesto a moverse en el espacio. El trabajo se convierte en el centro de su
vida afectiva y psíquica, además de su entorno material (De Benoist, 2008: 54-56; Jünger,
1990: 77-82; 89-94).
Con gran habilidad, Olmi muestra en I fidanzati que la vida de Giovanni y de muchos
de sus compañeros de trabajo se ha convertido en la imagen de ese nuevo orden técnico. Los
trabajadores que aparecen en la sala de baile al principio de la película han perdido toda la
espontaneidad del mundo de la campiña lombarda, se mueven mecánica y ordenadamente en
la pista, apenas hablan, su tiempo libre se ha convertido en una rutina ordenada, en una
continuidad de la fábrica. Giovanni aparece como un personaje atrapado en ese engranaje
técnico. No puede rehusar a formar parte de la movilización total, es decir, tiene que irse a
Sicilia y dejar su entorno material y afectivo: sabe que no tiene otro remedio, que si se niega a
ir, otros obreros ocuparan su lugar. Más tarde, al llegar a Sicilia, Giovanni aparece atrapado
en el frenético ritmo de la empresa. En su primera noche en el hotel, descubre a otros hombres
cansados como él, que regresan del trabajo como si fuesen sonámbulos: incapaces de hablar y
de comunicar entre sí se agolpan delante de una televisión antes de la llegada del sueño. Esa
misma noche, al salir del hotel y entrar en un café cercano, Giovanni descubre la realidad del
mundo técnico: nadie duerme ya placenteramente, el complejo petroquímico no cesa en su
actividad, los autobuses recogen y descargan a los obreros durante la noche, no hay descanso,
no hay reposo. Los trabajadores sicilianos del hotel y de los bares reflejan en sus rostros y en
sus movimientos una extraña mezcla de cansancio y de mecanicismo que se ha apoderado de
ellos.
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Con esos pequeños detalles, Olmi muestra cómo el universo infernal y subterráneo que
aparece en Metropolis (Metrópolis, 1927) de Fritz Lang se está apoderando de la clara
superficie y la belleza virginal de la isla de Sicilia, a la cual se refiere el cineasta italiano en la
entrevista concedida a Charlie Owens (Owens, 2001: 48-49). En ese paisaje paradisiaco,
Giovanni descubre que su única identidad es la de ser un soldador en el engranaje de una
planta industrial. La planta, con sus horarios sin descanso, representa un reto para la isla.
Giovanni ha interiorizado ese mundo: trabaja a veces de día, a veces de noche, también
algunos domingos, asiste a clase durante su tiempo libre y participa de las actividades
grupales de su empresa. Una de las escenas cumbre de la película tiene lugar cuando, tras
pasar toda la noche soldando en el complejo petroquímico, Giovanni regresa a la pensión
siciliana en la que ahora se aloja. El mundo despierta, una luz enorme invade la ciudad, la
gente se despierta para ir a trabajar, mientras Giovanni penetra en la penumbra de su cuarto e
intenta dormir, pero no puede. Hay demasiada luz, demasiado ruido, demasiada vida a su
alrededor. Es como si Olmi nos estuviera diciendo que no hay descanso para el trabajador
planetario, que su verdadera condena es la de no poder dormir.
Además, en sus ensoñaciones, Giovanni intenta regresar a la naturaleza, se imagina a
sí mismo con su amada reposando sobre la hierba tras juguetear amorosamente con ella en un
río. Esa hierba, ese río, la espontaneidad de los personajes, la armonía que surge inexplicable
entre lo humano y la natural es tan solo transitoria. Olmi nos muestra que muy cerca de las
márgenes del río se expanden los enormes edificios de la ciudad de Milán, símbolo de la
especulación inmobiliaria que no cesa y que está destruyendo la ciudad. Es una escena
enigmática en la que aparece un anhelo de catarsis y la imposibilidad de alcanzar la misma en
un mundo dotado de una racionalidad ciega que lo convierte en algo absurdo, como si fuera
uno de los parajes urbanos que aparecen en 1984 (1949) de George Orwell. Olmi muestra
como el progreso está destruyendo no solo la naturaleza, sino también el mundo interior de
los seres humanos.
Sin embargo, la Sicilia de Olmi es aún un paisaje en transición. La propia conciencia
de Giovanni, que se muestra en la película a través de flashbacks y de flashforwards, parece
rebelarse contra ese estado de mecanización y de movilización total que se está adueñando de
su vida. Y, además, los propios trabajadores sicilianos se rebelan contra ese mundo:
aprovechan cualquier oportunidad para volver al campo y escabullirse del trabajo en el
complejo petroquímico. Además, cuando llueve permanecen en sus casas y no van al trabajo.
Sus tradiciones y sus valores aún no han cambiado completamente: sus fiestas, la forma que
tienen de divertirse espontáneamente durante el Carnaval muestra que no han sido
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colonizados aún por un mundo técnico que aspira a apropiarse no solo de su trabajo, sino
además de su tiempo libre. Ese mundo siciliano, aún vinculado a una cultura agraria, a los
molinos de sal, a la naturaleza salvaje, a otro ritmo del tiempo y del espacio, incita a Giovanni
a vagabundear de un lado al otro, a alejarse de sus compañeros de trabajo y a encontrar una
nueva identidad. En ese mundo arcano y misterioso, de tradiciones milenarias, asaltado por la
vitalidad de sus gentes, Giovanni, inconscientemente, va encontrando fragmentos de su propia
identidad como ser humano que ha dejado atrás en un mundo perdido. Sin embargo, Olmi
muestra que ese renacer de la conciencia es un proceso lento y complejo, que Giovanni es un
soldado en el frente siciliano, que su destino es el universo marcado por las leyes implacables
de las grandes empresas, y que ese puede ser no solo el destino de Giovanni, sino el de Sicilia
y el de la humanidad entera, que todos terminaremos convirtiéndonos en seres mecánicos, sin
esperanza. Con todo, Olmi descubre en la conciencia de los hombres y mujeres atrapados por
la modernidad, una red de necesidades emotivas que subyacen en el inconsciente humano que
la nueva realidad técnica no parece ser capaz de aniquilar.
Los personajes de Olmi, como Giovanni en I fidanzati, son seres corrientes, atrapados
en un mundo complejo que parece devorarlos, al que aceptan pasivamente. Al contrario que
Federico Fellini en La dolce vita (1960) que recurre a un complejo personaje, Marcello
Rubini (Marcello Mastroianni), para mostrar la rebelión del hombre moderno contra la
sociedad que está naciendo en la Italia del boom, Olmi evita representar seres excepcionales
en sus películas. La decadencia final de Marcello Rubini en la película de Fellini es el
producto de una larga lucha con su mundo interior y con la realidad que rodea al personaje.
Giovanni, por el contrario, no es más que el producto de un mundo dominado por el trabajo,
un ser que se deja arrastrar indefenso por la corriente de la modernidad. A pesar de eso, Olmi
consigue mostrar, sin recurrir a un personaje excepcional como Marcello Rubini, cómo
cualquier persona es interesante para el ojo de la cámara, cómo la conciencia puede despertar
y rebelarse contra la realidad sin importar la clase social ni la formación de la persona. Basta
tan solo sentir y vivir para despertar a la realidad.
Eso es lo que hace Giovanni que vaga por Sicilia con la misma indeterminación y la
misma soledad que lo hace Marcello Rubini por las calles de Roma. Los contrastes de la
realidad siciliana con sus puestas de sol, sus perros que deambulan perdidos por las iglesias,
con la alegría de sus gentes, se apodera de un hombre corriente como Giovanni. Esa realidad
invade sus sentidos, hace que algo muy profundo nazca en su conciencia y que le haga
enfrentarse a su vida de una manera más auténtica. Giovanni es el hombre atrapado por la
rutina del trabajo que descubre en su tiempo libre una nueva realidad interior. Como
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Domenico, el personaje de Il Posto, Giovanni se puede identificar con millones de italianos
que tan solo tratan de sobrevivir y adaptarse a las necesidades de una nueva realidad técnica e
industrial.
6. LA NUEVA SICILIA
Olmi con valentía retrata el nacimiento de una nueva Sicilia que está surgiendo
lentamente con la llegada de la industrialización acelerada. Se trata de un film visionario que
rompe con muchos de los tópicos acerca de la isla. El film se estrena en el mismo año que Il
Gattopardo (El gatopardo, 1963) de Luchino Visconti, una reflexión amarga de la historia de
Italia con Sicilia como fondo, basado en la novela homónima de Giuseppe Tomasi di
Lampedusa (1958). El universo de Il Gattopardo, que se expresa a través del discurso del
príncipe don Fabrizio Corbera, es el de una Sicilia determinista, incapaz de superar un pasado
agrario y feudal que condiciona para siempre la vida de la isla. El carácter siciliano, el clima
extremo, la ignorancia y la soberbia de los lugareños, así como el peso de la historia
determinan la realidad siciliana: un mundo en el que no es posible el progreso, en el que todo
cambia para seguir siendo lo mismo (Tomasi di Lampedusa, 1963: 123-127).
Por otro lado, la película de Olmi parece rebelarse contra esa visión fatalista de la vida
siciliana. Olmi sugiere que, como el Milán de los años cincuenta, Sicilia está sujeta a una
serie de cambios radicales que van a alterar para siempre las vidas de sus habitantes. El
complejo petroquímico supone una invasión y un reto para una realidad agraria que tendrá
que adaptarse a la nueva realidad industrial que va a trasformar no solo Sicilia, sino todo el
planeta. El pueblo siciliano no está inmune a los cambios y I fidanzati muestra como esa
población se adapta creativamente a la realidad que se le viene encima tratando de mezclar
innovación y tradición (Morandini, 2009: 44).
Con su parsimonia, con su vida familiar y con sus tradiciones milenarias, los sicilianos
se enfrentan a la nueva realidad industrial. Para Giovanni y Liliana la modernidad supone
separación y soledad, angustia, incertidumbre. Para Sicilia, la modernidad supone nuevas
oportunidades de trabajo, nuevos ritmos de vida, la posibilidad de la riqueza económica y
nuevas ambiciones para una población que se ha pasado siglos luchando con la pobreza y las
contradicciones de un mundo feudal. El mundo tradicional del molino de sal y del trabajo
manual no ha desparecido aún. El calor, la sensación de letargo, la capacidad de la gente para
comunicar emociones, como el camarero del hotel hastiado de los horarios, son algunos de los
rasgos distintivos de la cultura siciliana que no puede borrar la tecnología. Por si fuera poco,
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los trabajadores salen de las fábricas para ir a la huerta: la continuidad campo ciudad prosigue
inalterable como en el Milán de principios del siglo XX, como hace notar Ermanno Olmi en
una entrevista que concede a Charlie Owens (Owens, 2001: 44; 49).
Sin embargo, I fidanzati deja entrever que hay muchas cosas que están cambiando en
la isla como consecuencia de la invasión del norte. Los complejos hoteleros que están
surgiendo al lado de los aeropuertos, los autobuses que transportan a los obreros a las fábricas
durante todo el día, la progresiva avidez pecuniaria de los habitantes deseosos de aumentar la
renta de las casas, son ejemplos del cambio que se avecina. Curiosamente, Olmi regresará a
Sicilia cuando han pasado seis meses del rodaje de la película. Allí descubre amargamente
que se han cristalizado algunos de los cambios sociales más amenazadores que anticipaba su
obra. Olmi constata que la ambición y la riqueza se han apoderado de muchos sicilianos con
la llegada del dinero fácil de los complejos industriales. Algunas mujeres de la zona de
Siracusa en la que rodó la película han abandonado su vida tradicional dedicada a las tareas
del campo y de la familia para dedicarse a la prostitución (Owens, 2001: 48-49). El dinero ha
comenzado a corromper a los sicilianos como antes lo había hecho con los milaneses.
Sin embargo, el mundo que retrata Olmi en I fidanzati es aún una Sicilia en transición,
un mundo que pugna por alcanzar un equilibrio entre el mundo moderno y los valores
tradicionales. Es aún un universo abierto, lleno de posibilidades, que escapa al determinismo
histórico de Il Gattopardo de Tomasi di Lampedusa. La Sicilia de Olmi se puede transformar,
se puede abrir al mundo y retener una parte importante de su rico bagaje cultural. A pesar de
eso, Olmi comparte con Lampedusa un enorme pesimismo, aunque este sea diferente al del
escritor siciliano. El problema, para Olmi, no está en el carácter siciliano, sino en la nueva
realidad industrial de Italia que está produciendo un modelo de progreso en el que
desaparecen los valores de la familia, la riqueza de una cultura tradicional vinculada a la tierra
y desaparece la esperanza de que la técnica y la naturaleza puedan convivir en armonía. En
esa nueva realidad hombres y mujeres como Liliana y Giovanni se ven atrapados por un
mundo de falsas promesas.
7. CONCLUSIÓN
Lejos de ser un mero film intimista o una mera crónica del boom económico, I
fidanzati es una obra ambiciosa que se adelanta a su época ya que muestra las consecuencias
de la modernidad en la familia, en la pareja y en el individuo. Como muchos films noir del
Hollywood de los años cuarenta, muestra un mundo de individuos desarraigados, traicionados
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por las falsas esperanzas de la modernidad, que recorren paisajes desérticos y tierras baldías
en busca de una identidad. Es el mundo del trabajador planetario, ya descrito por Ernst Jünger
en los años treinta: el trabajo constituye la única identidad del individuo, un individuo que ya
no pertenece a ninguna comunidad, que se ha desarraigado de la tierra y que es solo un
instrumento de la voluntad de poder para controlar el mundo.
No es de extrañar que, al valorar la película, con la mirada puesta en su trayectoria
cinematográfica, Olmi advierte que se trata de una de sus obras más complejas, una reflexión
sobre el destino de los seres humanos en un mundo cambiante. Este aspecto había pasado por
completo inadvertido por la crítica de la época (Owens, 2001: 43-44). Olmi se había
percatado en los años sesenta de que estaba naciendo una nueva realidad social y tecnológica
en Italia que nada tenía que ver con la revolución industrial del siglo XIX y de los cambios
que había sufrido la sociedad del norte de Italia con la Primera Guerra Mundial y el Fascismo.
En ciudades como Milán, la continuidad entre el campo y la ciudad ha desaparecido de la vida
italiana, un hecho cultural fundamental en la historia de ese país tan vinculado al mundo
agrícola desde hace milenios. La nueva realidad industrial es tan dinámica como amenazadora
y debe ser descubierta y analizada para comprenderla en su conjunto.
Ante esa realidad, el final de I fidanzati muestra un horizonte lleno de incertidumbre.
Es un final abierto, no menos enigmático que el que aparece en L’eclisse (El eclipse, 1962) de
Michelangelo Antonioni. La escena final tiene lugar en una mañana de domingo cuando
Giovanni se decide a llamar por teléfono a Liliana. La llama porque desea oír su voz, porque
siente nostalgia del mundo que ha dejado, y porque es domingo y la factura del teléfono se
reduce a la mitad. Giovanni y Liliana tratan de hablar, de manera entrecortada, son incapaces
de sostener un largo discurso, no saben qué decirse. Antes de que llegue la tormenta y la
conversación se interrumpa, ya que solo pueden hablar por teléfono un breve tiempo,
Giovanni le dice a Liliana que si él decide no ir al trabajo, no va a pasar nada, nadie notará su
ausencia. Se ha dado cuenta, por primera vez, de que su trabajo no lo dignifica, que es una
pieza más de un enorme engranaje industrial en el que todo parece ser indiferente.
Cuando llega el vendaval, Giovanni se refugia en una casa y contempla la llegada de la
lluvia antes de que el autobús pase a recogerlo para transportarlo al trabajo. Es una escena
enigmática y telúrica. Giovanni decide no ir al trabajo. Se convierte de repente en un
espectador y abandona su vida enmarcada por el ritmo de los turnos del complejo industrial.
Contempla la lluvia que cae cerca del mar y de las casas humildes: es como si dentro de él
hubiese brotado de repente una conciencia diferente que lo obliga a meditar sobre su futuro y
dejar de lado la acción. Los otros obreros parecen también no querer ir al trabajo, huyen a
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refugiarse de la lluvia. El complejo petroquímico, aunque parezca desierto, no teme a la
lluvia, más bien la reta: es una catedral que se yergue sobre la tierra virgen (Morandini, 2009:
44).
Sin embargo, el viento y la lluvia parecen más fuertes que todo, más fuertes que la
tecnología humana, que las ambiciones y que los recuerdos. Es como si Olmi quisiera hacer
notar a los espectadores que la naturaleza, al final, se impone a la técnica y a la
industrialización, que el ser humano no es más que una diminuta parte del cosmos. A pesar de
eso, el autobús está listo para pasar a recoger a los obreros y llevarlos al trabajo: la planta no
puede parar ni en domingo, ni con el viento ni con la lluvia. Es como si la película quisiera
cerrarse con una serie de preguntas: ¿Será la tecnología capaz de cambiar a Sicilia? ¿La tierra
virgen se convertirá en tierra baldía? ¿Será el hombre capaz algún día de dominar la
naturaleza? ¿No será todo nada más que una ilusión? Ese horizonte de incertidumbre, lleno a
la vez de esperanza y desasosiego hace de I fidanzati una obra cumbre del cine italiano.
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EL MONTAJE DE COMPILACIÓN Y EL CAMBIO DE SENTIDO
THE COMPILATION MONTAGE AND CHANGING CONTENT
Lidia Martín Merino. Universidad de Valladolid (España).
Resumen
En el montaje de compilación partimos de un montaje de conceptos, sin seguir una
continuidad espacio temporal (donde capte su fragmentación). Es aquí cuando encontramos
una ruptura que nos forja la mirada hacia otros sentidos distintos a las intenciones originarias
del rodaje primigenio.
Empuja a un nuevo enfoque en el discurso, con unos materiales ya existentes con la idea de
la apropiación (expropiación), para cambiar el discurso. La historia del cine de compilación
hasta la II Guerra Mundial nos ofrece una nueva visión de los mensajes documentales donde
entra un desarrollo de la idea, más que de la técnica.
Palabras clave: Montaje de compilación – Montaje conceptual – Continuidad
espaciotemporal - Documentales
Abstract
In the compilation montage we start assembling a montage of concepts, without following a
temporal continuity space (where fragmentation is captured). This is when we find a break
forging we look to other ways different from the original intentions of the primeval shooting.
Shove a new approach in the speech, with some existing materials with the idea of
appropriation (expropriation) to change the discourse. The compilation film history until II
World War offers a new vision of documentary messages which enters a development of the
idea rather than technique.
Keywords: Compilation montage - Montage of concepts - Temporal continuity -
Documentary films
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“Las películas documentales son aquellas que tratan de sujetos históricos, sociales, científicos o económicos
tanto en su contexto actual como reconstruido, y en los que el acento está más en el contenido de los hechos
que sobre la distracción. “(Jacobs, 1971: 276)
1-El Montaje como identidad
El Documental nació como un film sin escenario, sin actores. Su decoración
era el paisaje que acogía la escena filmada: “La vida al imprevisto”
proclamada por El hombre de la cámara (Celovek´s Kinoapparatom 1929,
DzigaVertov).
Según el Diccionario de la Lengua Española, en el significado de documental
encontramos: Dícese de las películas cinematográficas que representa, con
propósito meramente informativo, hechos escenas experimentos, etc. tomados
de la realidad.
Si vamos más allá, el sentido etimológico de la palabra documental procede del
latín, del verbo docere: enseñar; de donde provienen palabras como docto,
dócil, doctor, doctrina.
En ambos casos se dan los significados que se unen en la idea de
“representación/expresión” de la realidad.
El cine nació de la magia de tomar la vida en imágenes como captura
inmediata y para la proyección diferida de un momento único, que confiere ese
tono documental con esa capacidad de memorizar el tiempo que pasa, de
registrar la vida y de reproducirla en las formas mismas de su devenir, con el
rodar de un tren, la carrera de un caballo la siesta de un hombre bajo un árbol.
Esos cuerpos existen, y se les fotografía, pero son y representan lo que se
quiere de ellos, desde el momento en que se unen dentro de un discurso.
Descubrir o elaborar un hecho es encontrar su lugar exacto y asignarle un
sentido que se engarce con la historia de la que se trata.
Si nos paramos en las enunciaciones asumidas como definitorias de la obra
documental, la interpretación compromete a una noción de “hecho real”, y es
así que lo “verdadero” y lo “real” llegan a mezclarse llevando a la confusión.
No es solamente la naturaleza supuestamente real o imaginaria de lo rodado lo
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que nos lleva a determinar el sentido documental sino la relación entre el lo
filmado y la persona que lo filma, en el caso que nos ocupa, la persona que lo
expresa por medio del montaje. Según el filósofo John Austin:
”para saber si una frase es verdadera o falsa, no es suficiente saber
lo que es una frase, ni saber su significado, sin embargo es
necesario conocer las circunstancias dentro de las que se encuentra
enunciada. Las frases no son en sí mismas verdaderas o falsas”.
(Austin, 1994)
Si tomamos por tanto, el montaje como concepto alegórico que comprende
procedimientos de apropiación y de borrado de sentido, la fragmentación, la
segmentación dialéctica de detalles y la separación del significante y del
significado, nos encontramos con métodos provenientes de la vanguardia, en la
que el objeto artístico pierde la suspicacia de la propiedad, para pasar a ser arte
de la comunidad. El rastro de intención que envuelve a las imágenes filmadas
queda borrado en el momento en que son tomadas para un re-montaje y
disueltas en otro discurso diferente al pretendido en su origen por medio de un
nuevo planteamiento en la propuesta de montaje. La semántica del primer
metraje pierde su anterior alcance, para alcanzar otro que se aleja en su
descontextualización. El enlace que mantiene la imagen con su referencia en la
historia se pierde al tomar un nuevo vínculo en la semántica del nuevo
discurso.
El valor del Montaje fue trabajado con tanta intensidad en las obras teóricas de
S.M. Eisenstein, se explica como un elemento dador de ritmo, portador de
fuerza en la escena, un testimonio de las relaciones entre conceptos y entre los
rasgos del relato. Según lo expuesto en las teorías del autor ruso el montaje
marcha en contra de las teorías del MRI(Modo de Representación
Institucional), que pretendían que la noción de montaje permaneciera en
silencio frente al espectador que mira la película. Como si el montaje debiera
ser sigiloso y mudo, pasando de puntillas a nuestro lado.
Es un hecho que a través del primer cine ruso hallamos la causa primera que da
el valor a esa voz impetuosa con la que se impone el montaje como
fundamental para el discurso fílmico.
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2- Montaje de compilación
En el arte la apropiación es algo que convierte al objeto del que se apropia el
artista, en la materia prima de la creación. La vanguardia de los años 20
comienza en su afán de búsqueda llegando al collage. Recordemos al autor
alemán John Heartfield quien con sus irónicos cuadros de recopilación de
imágenes de diarios, lograba cambiar el significado a muchos de los mensajes
originales. Es, sin embargo, el documental de compilación el que plantea otra
forma de discurso en su ensamblado de imágenes y en su ligazón de contenidos
que dan forma nueva a la linealidad de la historia contada hasta ese momento.
Convierten la horizontalidad de una narración en un juego intertextual que
requiere de la inteligencia del espectador para una comprensión de sus
diferentes líneas que unen parámetros dispersos. Sin embargo, a pesar de
constatar la variedad de un lenguaje documental desde su propio origen según
algunos autores, permanece la idea de que el lenguaje del documental histórico
y social se mantiene dentro de una metodología de montaje cronológico que
ansía el mantenimiento del referente, presentándose ante el montaje de
compilación como ante un precipicio que puede ser definido como algo
superficial en el “corta y pega” o en la simple y rutinaria manipulación que el
cambio del discurso supone empujando a un desorden de las escenas. Así pues
el documental convencional, pierde su sentido cuando toma un nuevo
significado mediante la mezcla de imágenes de archivo y se crea una
continuidad que salta a través de las líneas del tiempo y de las reglas de
escritura establecida, se admite el giro poético o ensayístico, pongamos por
ejemplo la gran obra de documental histórico que realiza Chris Marker en Le
tombeau d’Alexandre(1992).
Dice Pasolini: “Los signos gramaticales del cine, son los objetos de un mundo
cronológicamente exhausto en cada momento”(Duflot, 1970: 15).
Sin embargo Chris Marker en la película sobre Alexandre Medvedkin (Le
tombeau d’Alexandre, 1992), en su descontextualización, al sacarlos de su
contenido para reutilizarlos por medio del montaje, hace que tomen esa esencia
en el sentido que apuntaba el genial director italiano para cargarse de otra
realidad y llenarse de una nueva historia.
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Aunque los materiales sean ajenos, el hecho de ensamblarlos en otro contexto
los convierte en parte de otra obra. Esto es algo aceptado, sin embargo, es a
veces tomado con cierto resquemor en el paisaje del documental. El material de
archivo (escrito) se recopila en un lugar físico para salvarlo, no solo de su
pérdida, sino también para permitir su renacer en la mirada nueva del próximo
lector o, en caso del cine documental, para formar parte de un próximo
discurso fílmico. Es decir, el montaje de compilación toma su identidad propia
tras el montaje dando lugar a un sentido en sí mismo cuando se convierte en un
archivo que pueda ser tomado después para utilizarlo como parte de material
de otro film.
En el montaje de compilación partimos de un montaje de conceptos, donde el
orden discursivo sigue una pauta temática y semántica más que un orden de
continuidad espacio temporal. Este cambio de “reglamento” hace que aparezca
una ruptura en el entendimiento para sentir la carencia de la imagen con su
referente histórico y encontrarle una evolución hacia otros sentidos, distintos a
las intenciones originarias del rodaje primigenio.
El nuevo montaje(re-montaje) permite captar la fragmentación del tiempo.
Empuja al montador a un nuevo enfoque en el discurso, a partir de unos
materiales originarios que existen con la idea de la apropiación(expropiación),
lleva intrínsecamente la intención de otra narración, de que se convierta en otro
discurso. Se plantea de nuevo la verdad entre lo real y lo imaginario, entre la
realidad y la ficción. El hecho de apropiarse de imágenes ya rodadas, permite
que en su montaje se lleguen a encontrar lo experimental y lo documental,
haciéndolo como idea, más que como técnica. Se llega por tanto a un arte de la
apropiación que origina una re-contextualización.
3- Imágenes sin autor: la objetividad
La construcción de la objetividad no tiene nada de objetivo, la objetividad en sí
no está garantizada desde ningún punto de partida ni tampoco es el fin que se
consiga al seguir una metodología. El resultado se verá cuando veamos el final
de la película, como objeto del ajuste entre el dispositivo fílmico y lo que se
persigue de lo real. Esta persecución de las realidades que aparecen en el film
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encuadradas y cortadas conducen a la verdad del montaje como consecuencia,
una verdad que no es ni única ni arbitraria.
La imagen reciclable del mundo natural o cultural, actual o histórico, debe
seguir ciertos criterios, antes de todo diremos que debe tomarse como un
hecho, no como un film. El film puede constituirse de la unión de una serie de
imágenes que sin ser propias en la grabación sí manifiestan una percepción de
continuidad en su ensamblaje, su unión seguirá unas líneas definidas en el
propio mensaje del film, aunque la plasmación de la verdad por cada autor es
en sí misma subjetiva, sin por ello dejar de llamarse verdad.
Antes incluso de que existiera el concepto de cine documental al final de los
años 20, se desarrolla el uso en la filmación de actualités para ser unidas con
tomas de escenas de la vida diaria.
En muchos casos el interés periodístico daba lugar a grabaciones que luego
serían montadas siguiendo el método de compilación.
Antes de la llegada del afianzamiento del documental como tal en la historia
del cine, se necesitaba ir ensamblando los cuatro temas fundamentales de
donde se crea su raíz. La primera evidencia esa toma de vistas de la realidad
con un cierto carácter científico como la muestra de ciertas particularidades del
mundo, que el historiador Tom Gunning llegó a llamar “a cinema of
attractions”. Otro de los temas a citar era el cine experimental tratado de
manera poética, que como hemos citado antes estaba estrechamente ligado a
las vanguardias tanto artísticas como políticas. La tercera manera en la que se
particulariza el documental se narra por el relato la realidad (de manera ficticia
o no). La cuarta forma de contar desde una perspectiva que se pueda incluir en
el documental es la que proporciona al mundo real una visión desde un punto
de vista concreto del autor.
4- Apuntes históricos sobre el Documental de Montaje hasta la II Guerra
Mundial.
El constructivista ruso Lev Kulechof en el año 1919 establece por medio de un
experimento, que la comprensión del sentido de los planos está directamente
relacionada con el montaje.
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Nos muestra al actor Mosjoukine que mira hacia fuera de la imagen, le sigue
un plato de sopa humeante. Vuelve la misma imagen del actor a la que le sigue
un plano de una joven atractiva. Otra vez él y después un niño…; Es así que el
espectador relaciona una intención distinta en la mirada de cada uno de los
planos de Mosjoukine y ve en su rostro el hambre primero, el deseo, la tristeza,
etc. Sin embargo, no debemos olvidar que el plano del actor es el mismo en
todos los casos.
Por la proximidad de los planos el sentido viene dado e induce a una
causalidad entre ellos.
En los mismos años Dziga Vertov comienza su posición teórica que basa en
una crítica radical al cine dominante y pone en cuestión las estructuras
imperantes del film narrativo clásico. Puede hablarse de Vertov como uno de
los padres de lo que podríamos definir como noción de documental. Son los
primeros años de la andadura de su revista filmada Kino-Pravda. Las teorías de
este autor y su obra emanan de la unión de diferentes elementos: Un proyecto
del socialismo naciente que buscaba “el hombre nuevo”, así como unas
circunstancias artísticas que forjaron una situación creativa única en la historia.
Las actualidades (entendidas como el montaje y la organización
de tomas filmadas por otra persona que el realizador) y el
documental cuando a partir de un plan de trabajo , el realizador
filmaba o mandaba filmar tales o cuales aspectos de la realidad.
(Sadoul,1971: 131)
La creación necesaria de un cine para ese “hombre nuevo” que rechaza la
películas de ficción que parten de las reglas del Hollywood. Es por tanto, de
este concepto de dónde surge la definición de documental.
El cineasta se siente atraído hasta tal punto por el Futurismo que toma el
pseudónimo de Dziga Vertov (En ucraniano "¡Gira, peonza!"). Las teorías de
este autor constructivista no pueden ser asimiladas en la tradición de los
discursos realistas, en los que se confunde la significación y el referente,
porque Dziga Vertov no concibe el film como un resultante de la
representación transparente que ofrece al espectador una línea de acceso
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inmediato a un mundo ya formado. Por el contrario, él afirma que la coherencia
de todo discurso es más bien el resultado de un trabajo, no la labor de un
cineasta burgués en tanto que individuo, sino el de un colectivo de trabajadores
del cine que elaboran una representación del mundo visible, a lo largo de
etapas sucesivas de producción. Es en esta mezcla de imágenes en un sentido
futurista lo que le lleva a un tratamiento análogo de las Actualidades, que
llevarán al nacimiento del programa documental de los Kinoks y su Kino-Glaz
(Cine-ojo).
En los años veinte, nace en Europa un nuevo concepto del cine, el definido por
Dziga Vertov, Esfir Schub, y Mikhail Kaufmann :El Cine Ojo.
El hombre de la cámara (Celovek´s Kinoapparatom, 1929, Dziga Vertov) es la
obra (en la que no se incluye imágenes de compilación) que presenta el
caleidoscopio de la vida cotidiana soviética revolucionando el cine, desde el
momento en que hace consciente al espectador de las capacidades que posee el
cine como lenguaje propio, en el que mediante el montaje se dan metáforas a
nivel de construcción.
Vertov será el primero que sistemáticamente, filma todos los elementos en
primer plano y desarrolla diversas perspectivas de manera simultánea. Opuesto
al punto de vista narrativo producido por el cine clásico.
Vertov desarrolló una amplia labor dentro del cine de compilación cuando en
1928 se dedica a la dirección de la edición del noticiario Kino-Nedelia (cine-
semana). Creaba el relato de los sucesos después de obtener las imágenes que
le llegaban de diferentes temas y debía organizarlas con un carácter
informativo y con intertítulos.
En sus obras de compilación se incluyen “Godovschina Revolitsii”, (“El
aniversario de la revolución”, 1919), que según Sadoul parece ser “la primera
película de montaje de actualidades que haya tenido tal importancia” al tener
un metraje de dos horas y media o tres de proyección” (Sadoul, pag. 200).
Vertov da mucha importancia al ritmo dentro del film, así como al papel
creador del montaje dentro de los sentidos que quiera otorgar el director.
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Contrario a Lev Kulechof al no dar ninguna oportunidad a la puesta en escena
que tenga una dramatización prevista.
Sin embargo podemos considerar que la primera obra de Compilación como tal
fue la llevada a cabo entre 1926 y 1928 por la autora rusa Sfir Shub, integrante
del “Cine ojo”, la famosa trilogía sobre la historia de Rusia: La caída de los
Romanov (Padenie dinastii Romanovykh, 1927), La gran ruta o El gran
camino (Velikj Put, 1927) y La Rusia de Nicolás II y Tolstoi (Rossija Nikolaja
II i Lev Tolstoi, 1928), tres películas que no contienen ningún plano rodado por
la directora.
Schub es la primera directora que verdaderamente comienza a desarrollar el
género de compilation, al añadir al concepto de montaje, el de archivo. Sfir
Schub se había formado en el Goskino, remontando películas extranjeras para
su exhibición ante el público soviético.
La directora solicitó permiso para buscar antiguas imágenes de archivo entre
los noticiarios existentes y encontró las filmaciones hechas a la familia del zar
desde 1900 por el propio operador de cámara del emperador, Alexander
Iagelskii. Estas imágenes olvidadas en el archivo estatal de Krasnogorsk.
Schub tuvo que enfrentar la tarea de su utilización contra una definición
prejuzgada de su consideración como contrarrevolucionarias. Tras una lucha
sin cuartel consiguió el montaje de un film para el aniversario de la revolución
de Octubre. Las películas caseras del Zar mostrarían la caída de su dinastía.
El método que sigue la cineasta es de yuxtaposición, contraste, ironía, para
poner en tensión la diferencia de clases entre ricos y pobres y la evidencia de la
injusticia que ello conlleva. Por medio de esta metodología se plantea un efecto
directo y pedagógico para la educación a través del cine, que pertenece a una
de las teorías que defendían los soviéticos en aquel momento. En esta forma
dialéctica de contrasentidos en el montaje, hace que todo lo que se va
presentando en la película conduzca a una conclusión que parece obvia. En
nuestro tiempo este tipo de yuxtaposiciones las definiríamos con una cierta
crudeza difícil de aceptar por acercarse demasiado a un discurso
propagandístico. Así pues podemos decir que, en un principio, propaganda y
compilación estuvieron estrechamente unidas.
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Shub trabajaba en su trilogía con materiales de archivo, pero no con materiales
de la vida captada al improviso, como hizo Vertov, quien para muchos era de
un excesiva velocidad en el montaje, lo que para aquellos tiempos no permitía
al espectador la comprensión inmediata de sus películas. Mientras que Schub
mantenía recursos de tomas más largas en el material de archivo, que facilitaba
a las masas una mayor comprensión en su mensaje, imprimiéndole así una
mayor autenticidad, una mayor observación, lo que hace que el espectador se
sienta con mayor calma ante el documento.
El alcance del film de Shub concierne a un sentido cercano al famoso
experimento ya citado de Lev Kulechov solo hay que aplicarle el sentido dado
por medio de un material de archivo, viendo así como el trabajo de montaje
alterará su posterior comprensión respecto a los planos del principio.
Schub nombrada profesora de la VGIK (Escuela Estatal de
Cinematografía), introdujo a S.M. Eisenstein en las prácticas
del montaje mientras adaptaba el Doctor Marbuse-der spieler-
( Friz Lang,1922) para el público soviético, obteniendo por ello
un premio en su estreno en 1924. (Palacio y Pérez Perucha,
1997: 323).
La búsqueda teórica de Eisenstein viene por un sistema de relaciones formales
entre los planos. Una búsqueda entre las reglas psicológicas e ideológicas del
montaje. En las obras cinematográficas de S. M. Eisenstein, el découpage y el
montaje se aplican como nunca hasta entonces; La dialéctica entre puntos de
vista: dentro de cuadro-fuera de campo, visible-invisible, evidencia-sugestión,
collage-elipse, presente-pasado, son pares contrarios y complementarios que
están presentes en lo que él define como “el conflicto dentro del plano”.
En 1929, Jean Vigo invitó a Boris Kaufman (hermano de Dziga Vertov) para
trabajar con él en la obra sobre Niza À Propos de Nice (1930, J. Vigo). Es
necesario nombrar a Vigo, por su novedosa forma de trabajo, aunque también
hay que especificar que no se le puede incluir dentro del cine de Compilación.
El cine social asume aquí unos postulados de clase que volverán a debatirse en
los años 60 en el género documental.
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Años después en el año 49 y en la revista Cine Club, otro de los
Kaufman, Boris, su cameraman, se refiere a los postulados del
Kino-Glaz en Vigo, al uso de todas las posibilidades de la cámara,
incluido el falso desnudo de la chica de la silla en medio del paseo,
congelando imágenes, rodando a cámara lenta, ocultándola y
registrando por sorpresa hechos, acciones, actitudes, expresiones.
Una historia para entender sin comentarios ni subtítulos la
evocación de ideas con medios audiovisuales, la capacidad
asociativa del espectador por entre la mesa de montaje, la
anticipación que nos permite lo real. (Ledo, 2004:46)
Vigo y Vertov eran conscientes de las ambigüedades que podía causar este
método de prise de vue à l’improviste; Como podemos ver, ambos cineastas
parten de parecidos planteamientos, tanto que si escribiéramos cualquiera de
los postulados del Kino-Glaz, podríamos creer que pertenece a una frase de
Vigo. De hecho, Boris Kaufmann, refiriéndose a À propos de Nice(1930)
apuntaría que durante los años 30 y 40, la utilización del montaje de
compilación se incluyó en mayor medida, como arma de propaganda para una
propuesta de manipulación de los dictados de la época de entreguerras y de la
2ª Guerra Mundial.
La utilización del montaje de compilación con fines políticos en el mensaje del
documental, mantuvo un cariz de clandestinidad que daba una cierta sensación
de manipulación en la utilización de las tomas. Este carácter extremista hizo
que muchos de los metrajes de compilación desaparecieran y no se guardaran,
siendo, a pesar de ello, muy utilizado en los años 20 y 30.
Directores como Joris Ivens y Béla Balátzs montaban los newsreels de una
manera diferente a sus orígenes cambiando así la orientación de su mensaje por
un enfoque político y social del que carecía el montaje en su procedencia.
En el cine alemán de finales de la década de los veinte Siegfried Krakauer
apunta lo siguiente:
En 1928, la Asociación Popular de Cine (Volksverband für
Filmkunst) transformó con meros procedimientos de montaje, un
grupo de incoloros noticiarios de UFA en un film teñido de rojo
que provocó clamorosas manifestaciones en el público de Berlín.
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Los censores prohibieron inmediatamente sus exhibiciones
ulteriores aún a pesar de que la Volksverband basó su propuesta en
la demostrable afirmación de que el film no contenía otra cosa que
tomas de noticieros ya exhibidos entonos los cines de UFA, sin
escandalizar a nadie. (Krakauer, 1947: 280).
Como ya habíamos adelantado, a partir de fines de los años 20 y comienzos de
los 30 el documental de compilación(en Europa) debido a los postulados en los
que se mueve su propia evolución toma un cariz político y social. Es sobre todo
en los noticieros obreros que el carácter del documental de compilación se
mueve en unos ámbitos políticos. Según el documentalista británico Paul
Rotha:
“Al adoptar la propaganda como una base alternativa de producción, no solo el
cine sirve a los más altos propósitos, sino que la producción podría entrar en
una fase de libertad imposible para el cine de entretenimiento”.(Rotha, 1968).
John Grierson históricamente fue el fundador del documental británico.
El cineasta convence al gobierno para que cree en 1926 la Film Unit del
Empire Marketing Board (EMB), que cambiará su centralismo en 1933 para
pasar a unas oficinas que mantenían el esfuerzo cinematográfico dentro de una
visión social de ocio y cultura.
Tanto John Grierson como Paul Rotha, los dos principales teóricos del
movimiento, buscan una identificación de los rasgos distintivos del documental
según un doble movimiento de oposición al film de ficción. La realidad del
documental parte de una situación concreta de un mundo observable y no
imaginario, a la vez que se puede distanciar de las simples películas de acción
si valoramos como un papel esencial el elemento creativo y no el simplemente
reproductivo en la interpretación de lo real.
Rotha es uno de los directores que consideraban el documental como una
propuesta para desarrollar teorías e influirá en la historia formal del
documental hasta más allá de los años 60 a través de su evolución en el medio
y de la importancia otorgada a la naturaleza estética, de donde no se impedía la
función de la compilación dentro de su trabajo.
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Como ya hemos dicho el carácter propagandístico y el esfuerzo bélico de los
años 30 se deben destacar dentro de la función informativa del documental de
compilación y su uso de los newsreels para su re-montaje.
Se puede decir que en los años 30 se desarrolla un hacer cinematográfico
dentro de los grupos militantes que toman el documental como arma política y
con tendencias asociativas se despliegan los noticiarios obreros para el cambio
social. En Holanda se crea el Vereeniging voor VolksCultur (Asociación para
la Cultura Popular de los Países Bajos), también surge la asociación alemana
Volksfilm Verband (Asociación Popular para el Arte Filmico). En los Estados
Unidos de América se fundaron asociaciones que estaban radicalmente contra
los newsreels gubernamentales, como Workers’ Film and Photo League ,
Frontier Film Group, o Nykino.
En Alemania, en 1933, a la subida de los nazis al poder, Joseph Goebbels se
impuso como ministro de propaganda y tomó la UFA como herramienta
política que mantuvo el brazo de hierro respecto al cine. La directora Lenni
Riefensthal trabajó ampliamente en sus documentales para la propagación del
idealismo ario, en Triumph des Willens(El triunfo de la Voluntad, 1935), o en
Olympia(1936).
En Italia Mussolini centra el esfuerzo propagandístico en la creación de un
ministerio y el instituto LUCE que había sido fundado en 1924 reduce su
acción fílmica a partir de los años 30 a la vanagloria del fascio.
Por otra parte los Estados Unidos de América fundan en 1938 el United States
Film Service y en Canadá es el mismo John Grierson en 1939 quien colabora
en el origen del National Film Board. El mismo director británico habla de la
guerra mundial como una guerra “no del documental sino de los newsreels”.
Como vemos el documental en los años 30 y 40 demanda al noticiario fílmico
su imagen para poder así dar viva cuenta de la realidad que le circunda. Aquí
podemos entender el trazo sutil que separa el documental de compilación del
documental con fines propagandísticos.
En España, Luis Buñuel rueda Tierra sin pan(1932). El documental de la
región española de Las Hurdes fue elogiado en su momento por directores de
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importancia como Robert Flaherty o Joris Ivens entre otros. Aunque no
contiene en su metraje imágenes de compilación si podremos citarlo como un
documental con ciertos visos de propaganda (como llamada de atención contra
la miseria) que fue prohibido por el gobierno de la República por ofrecer una
visión demasiado pobre de una zona de España en los años 30.
Joris Ivens es un autor que no dudó en la utilización de metraje de compilación
en sus últimos trabajos.
Cualquier ángulo de su trabajo o de los modos de exponer su
trabajo nos interesa, como nos interesa por ser un prototipo de
profesional moderno que conoce la técnica, que piensa en los
diferentes recursos porque piensa en un público que se sabe parte
de las relaciones sociales de producción de su tiempo y, por eso,
trabaja para organizaciones políticas o para firmas y lo hace con la
misma intensidad en cuanto a la forma, a los contenidos, a los
conflictos que aparecen entre forma, contenidos y quien hace el
encargo o que manifiesta sentido de grupo trabajando con los
autores de New Deal y con las Brigadas Internacionales, como
harán Ivor Montagu -acompañado de MacLaren- o Cartier-
Bresson.(Ledo, 2004: 48).
Cofundador de Film Liga (Amsterdam, 1927), en los años 30 se enrola con los
cineastas progresistas de Estados Unidos. Junto a un grupo de escritores
pertenecientes a las Brigadas Internacionales, entre ellos Hemingway, llega a
España y rueda Spanish Hearth (Tierra de España, 1937, Ivens), film
remarcable sobre la realidad de la Guerra Civil.
Durante los años de la Guerra Civil, en España (1936-39) se realizaron
numerosos documentales con una labor de propaganda bien definida. En un
principio, hasta finales del año 1938 por parte de las tropas del Estado
Republicano.
Basados en los noticieros y en la muestra de la labor cívica llevada a cabo por
las fuerzas militares republicanas ante los desastres de la guerra. Por otra parte,
y a partir del año 1938, momento en que ganaron mayor extensión y poder las
tropas rebeldes del general Franco, se nota un amplio desarrollo de los
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documentales y reportajes de propaganda en la zona golpista con el auge del
Ministerio de Subsecretaría de Propaganda.
Entre los documentales de propaganda de la República Española se pueden
encontrar muestras de la actuación de las guerrillas en los campos de batalla y
políticas de retaguardia, rodados durante conflicto bélico, así como Noticiarios
de España, el día a día desde el 36 hasta el 39, entre numerosos noticieros.
Destaca especialmente, como documento histórico, el film sobre el apoyo del
extranjero a la II República Española en la exposición de París de 1937, en la
que Luis Buñuel se encontraba en un cargo comprometido para el apoyo al
Gobierno Constitucional.
Otro documental de gran valía que se encuentra entre estos es El entierro de
Durruti (1936) realizado por SUEP (Sindicato Único de Espectáculos
Públicos) que permanece en versión inglesa y en versión sueca.
La producción de los documentales en el bando republicano estaba a cargo de
empresas como Cifesa, en Valencia, Laya Films, en Barcelona, Socorro Rojo
Internacional y la colaboración de los intelectuales antifascistas, y la
productora de la CNT y la FAI, entre otras. También hubo producciones en
inglés, francés y ruso, de las Brigadas Internacionales, Francia Films
Populaires y el Comité ruso del Partido Comunista.
En 1940 Luis Buñuel, en su residencia norteamericana hizo su incursión en el
montaje de compilación con los films Triumph des Willens(1935, Riefenstahl)
que mezcló con otro llamado Feurtafe, en un solo film que nunca fue expuesto
al público. Al igual que Buñuel, varios autores utilizaron películas de
orientación fascista, tanto alemanas como italianas para su re-montaje, con
unas intenciones claramente contrarias a la función ideológica original de las
mismas.
En los años de la II Guerra Mundial, en los Estados Unidos de América, los
grandes cineastas de ficción se sienten en el deber de realizar películas que
enardezcan a la opinión pública y a las tropas comprometidas en Europa. Tras
el bombardeo de Pearl Hearbour y la declaración de guerra alemana, autores
como Frank Capra, John Ford, William Wyler o John Huston son invitados a la
armada, para que contribuyan en el esfuerzo bélico. Frank Capra, quien hasta el
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momento nunca había dirigido documentales, con un equipo de colaboradores
y la supervisión de Departamento de Guerra se implica en ello y realiza la serie
Why we Fight(1943-45), formada por seis partes con un claro enfoque
propagandístico.
Pero la película propiamente de compilación que produjo Estados Unidos
durante la guerra fue The Word at War (Samuel Spewack, 1943), que mezcla
materiales fílmicos de los aliados y de los nazis, para derrochar un montaje de
plano-contraplano.
El historiador ruso Jay Leyda comenta en diferentes ocasiones que Schub y
Eisenstein planearon varias veces compilaciones en momentos del esfuerzo
bélico que no pudieron lleva a cabo.
Básicamente, la escuela realista británica, originada sobre todo en el trabajo de
John Grierson y de Paul Rotha (como ya hemos mencionado) en las décadas
anteriores a los años 50, fundamenta el cine de compilación con innumerables
películas de defensa doméstica, rearme moral y también de propaganda anti-
enemiga. Es así que la noción del trabajo de los directores se debe acercar lo
más posible a la labor conjunta como “servidores públicos” para producir
material que fuera destinado a la educación de las clases sociales trabajadoras.
Una de las películas más mostradas en Gran Bretaña tras la II Guerra Mundial
es la compilación The True Glory (Carol Reed, Garson Kanin, 1945).
Hasta el momento del ejercicio propagandístico unido a la II Guerra mundial,
el desvío del sentido de las imágenes hacia fines claramente de instauración de
opiniones no había sido ofrecido al público por aparatos del Estado y es en
estos momentos donde el cine de compilación llega a romper las reglas del
Séptimo Arte para cruzar un límite muy delicado.
Referencias bibliográficas:
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(Francia)
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SADOUL, Georges. 1972. El cine de Dziga Vertov. Ediciones Era, México D.F. (Méjico)
FILMOGRAFÍA
El hombre de la cámara (Celovek´s Kinoapparatom. 1929, DzigaVertov).
El acorazado Potemkin (Bronenosets Potemkin. 1925, S.M. Eisenstein)
À Propos de Nice (1930, Jean Vigo))
La caída de los Romanov (Padenie dinastii Romanovykh.1927, Sfir Shub)
Spanish Hearth (1937, Ivens)
Documentales sobre la Guerra Civil Española (1936-39)
The True Glory (1945, Carol Reed, Garson Kanin,).
Le tombeau d’Alexandre (1992, Chris Marker)
Triumph des Willens(1935, Riefenstahl)
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EL REALISMO POÉTICO EN EL CINE SEGÚN MARIO BRENTA
Mercedes Miguel Borrás
Universidad de Valladolid (España)
RESUMEN
Tomando como punto de partida las relaciones que el cine establece con la realidad, este trabajo tiene como propósito estudiar la poética presente en la propia naturaleza de su discurso. Los filmes y escritos de Mario Brenta tejen un corpus perfecto que responde a esa poética de la que hablamos. Un realismo entendido como una actitud ética más que estética, expresión de una determinada ideología.
Los resultados de esta investigación nos acercan hacia la relación que este cineasta establece con su entorno, del que surge ese realismo poético. El realismo, nos dice Brenta (2008), no es una cuestión estética ni de estilo, es un problema de orden semántico.
PALABRAS CLAVE : Esencia del cine. Escrituras realistas. Cine y realidad. Naturaleza poética del cine. ABSTRACT Taking as a starting point the relations that cinema establishes with reality, this work has as a porpuse to study the poetic inside in the own nature of its speech. The Mario Brenta’s films and writings weave a perfect corpus that responds to that poetic we are talking about. A realism understood as an ethical attitude rather than aesthetic expression of a particular ideology. The results of this research bring us to the relation that this filmmaker establishes with his environment, from which emerges this poetic realism. Realism, Brenta tell us (2008), is not an aesthetic or style issue, it is a problem of semantic order. KEYWORDS: Essence of cinema. Realistic scriptures. Cinema and reality. Poetic nature of cinema.
1. INTRODUCCIÓN
Tomando como punto de partida las relaciones que el cine establece con la realidad, este trabajo
tiene como propósito estudiar la poética presente en la propia naturaleza de su discurso. Los
filmes y escritos de Mario Brenta (Venecia, Italia, 1942), fruto de su experiencia como docente
y cineasta (ha rodado en igual medida ficción y documental), tejen un corpus perfecto para
entender esa poética presente en la realidad, pues aunque su lenguaje ha ido evolucionando,
siempre ha estado sumergido en la metáfora. De sus primeros filmes, situados dentro de un
realismo fenomenológico (Vermisat, 1974; Effetto Olmi, 1982; Robinson in laguna, 1985;
Maicol, 1989), va desviándose hacia estructuras más libres (Barnabo delle montagne, 1994),
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que le abren nuevos caminos a la experimentación visual y narrativa (Calle de la Pietà, 2010;
Agnus Dei, 2012; Corpo a corpo, 2014)1.
Diferentes aproximaciones metodológicas nos sirven para llevar a cabo nuestra propuesta: Las
investigaciones de los estructuralistas, desde Roman Jakobson a Roland Barthes, así como los
estudios de Teoría de la Literatura de Antonio García Berrio. Rastreamos en las huellas del
realismo a través de las teorías de Siegfrid Kracauer, continuando con Marc Ferro y los
estudios de Ángel Quintana. El análisis de los filmes se nutre de la Teoría del Texto (Jesús
González Requena) y la Semiología en cuanto al estudio y significación de los signos iniciada
por Christian Metz.
Los resultados de esta investigación nos aproximan a esa poesía que se desprende de la
realidad. Y que el cine, en su relación con el entorno, es capaz de hacer brotar, haciendo
surgir su poética. Un realismo entendido como una actitud ética más que estética, expresión
de una determinada ideología (Ferro, 1995). El realismo, nos dice Mario Brenta (2008), no es
una cuestión estética ni de estilo, es un problema de orden semántico.
El estudio de los filmes y los ensayos de este artista veneciano conforman un gran texto que,
ayudado por sus palabras,2 nos permitirá desvelar las múltiples formas en las que la poética del
cine se inscribe en la realidad. Iremos descubriendo un texto plural, como un mosaico de citas
(Kristeva, 1978), en el que se percibe un mismo deseo de acercamiento al cine a través del
lenguaje en busca de su esencia. Dejaremos que sean ellos quienes nos conduzcan por ese fluir
de sentidos que forma parte de la verdad. Se trata de buscar lo oculto en las cosas, como
señalaba el cineasta Robert Bresson, uno de sus faros.
Durante más de cuarenta años Mario Brenta ha ido elaborando un corpus teórico-práctico del
que, a lo largo de estas páginas, intentaremos dejar constancia mediante sus escritos, sus
películas y sus palabras. Son reflexiones acerca del cine que transmiten su profundo amor por el
Séptimo Arte, pues, como André Bazin, es un escritor de cine3.
2. FUENTES Y METODOLOGÍA
Mario Brenta ha sabido unir sin solución de continuidad la teoría y la práctica. El cine forma
parte de su vida, es un alumno aventajado de Bresson, Michelangelo Antonioni, Vittorio De
Seta, Pier Paolo Pasolini y por supuesto de Ermanno Olmi, con quien colaboró durante más de
25 años en Ipotesi Cinema, escuela cuyo denodado esfuerzo por acercar el cine hacia la realidad
1 Los tres filmes están codirigidos por Karine de Villers. 2 Además de los ensayos y filmes, en este trabajo se incluyen reflexiones de Mario Brenta recogidas a lo largo varias entrevistas realizadas durante un periodo de investigación en la Universidad de Padova (Italia). 3 Así lo denominó Truffaut en la presentación del libro “Jean Renoir”, escrito por André Bazin (1973).
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ha dado como resultado filmes realistas, cercanos al documental pero al mismo tiempo a la
poesía4.
La impronta de Olmi se deja sentir sobre todo en sus primeras películas, Vermisat, Effetto
Olmi (mediometraje documental que dedica a la figura del cineasta) y Robinson in laguna.
Comparte afinidad de intereses, sensibilidad y una complicidad en el modo de entender el
lenguaje del cine, no como un fin en sí mismo, sino como instrumento de indagación de lo
real. Pero existe una distancia temática y formal entre ambos marcada por el diferente enfoque
de la mirada.
“El cine de Olmi está centrado en el hombre y su relación con sus semejantes, a través de una
visión más antropocéntrica, introspectiva, mientras que en mi cine se verifica más bien una
puesta en relación de lo singular del individuo como representación de la humanidad, con la
totalidad del mundo exterior donde el hombre no es forzosamente protagonista sino
simplemente uno de tantos sujetos de la existencia. Aunque como en Olmi, el fin es la
representación de la interioridad” (Brenta, Entrevista, 2012).
De Bresson reconoce una gran influencia, a posteriori, confirmándole pensamientos que estaban
en él pero que vivía inconscientemente. Admira la lucidez y honestidad de su mirada, su gran
respeto y amor por el mundo; su sentido de la realidad, sumergido en la sustancia de las cosas.
Su capacidad de corresponder a aquella idea del realismo tan bien definida por María
Zambrano: una mirada admirada sobre el mundo que se suma al mundo sin pretensión de
reducirlo a otra cosa (Brenta, Entrevista, 2012).
El cine para Bresson es el arte de lo indecible, lo que no se puede expresar sólo con palabras,
algo que también está presente en cineastas como Antonioni, o por citar un ejemplo más
actual, Michael Haneke, por quienes Brenta también declara su interés.5
Estamos hablando de un cine inmerso en el realismo, pero conviene matizar algo esencial: el
realismo es un problema de verdad y no de verosimilitud. La verosimilitud –nos dice Ricoeur-
es una cuestión paradigmática, pero no sintáctica. La verdad existe porque las cosas tienen sus
propias características, que no se reducen a nuestro pensamiento. Lo verosímil no siempre es
verdad. Y concluye con un esclarecedor pensamiento de Michael Foucault: Los signos son
siempre verdaderos, sus articulaciones no siempre. 4 En L’occhio selvaggio (2008), Mario Brenta fundamenta sus principios y teorías cinematográficas en la experiencia en Ipotesi Cinema. 5 Además de los cineastas citados, Brenta rinde pleitesía a: los italianos Mateo Garrone (Gomorra, 2008 y El
cuento de los cuentos, 2015); Michelangelo Frammartino (Le quattro volte, 2010); Pietro Marcello (La bocca de Lupo, 2009); el turco Nuri Bilge Ceylan (Lejano, 2002; Érase una vez en Anatolia, 2011); el francés Bruno Dumont ( Camille Claudel, 2013); la austriaca Jessica Hausner (Amor loco, 2014); la suiza Ursula Meier (Los puentes de Sarajevo, 2014); el lituano Sharunas Bartas (Indígena de Eurasia, 2010); el polaco Lech Majewski (El molino y la cruz, 2011; Basquiat, 1996).
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Es el sentido del cine de Jean Luc Godard quien mejor se acerca hacia estas ideas: No interesa
que las cosas puedan parecer verdaderas, sino cómo pueden ser verdaderamente. No es el
pensamiento el que forma, sino la forma que piensa6.
Pero también desde sus planteamientos fenomenológicos, Ricoeur (1995-1996) señala que
interpretar es extraer el “ser en el mundo que hay en nosotros”7, algo que apoya Gadamer,
quien adentrándose en la hermenéutica de Heidegger concluye: el sentido de “ser” está
íntimamente relacionado con su tiempo; el significado de un texto concluye, no puede
reducirse a la intención del autor, siempre depende del contexto en el cual es interpretado. La
conciencia del individuo está moldeada por la historia, somos producto de nuestro tiempo.
Todos ellos introducen conceptos esenciales que nos permiten entender y acercarnos al
sentido del cine de Brenta. Se trata de un problema de verdad, de nuestro “ser en el mundo”.
Y es en ese punto donde se encuentra enmarcada la idea del cine para Brenta y,
consecuentemente, desde aquí podemos empezar los múltiples recorridos por los que fluye la
verdad, la sustancia expresiva de la que se nutre esa realidad de la que parte y confluye su
discurso.
Hay dos cuestiones capitales que nos permitirán acceder a ese “ser en el mundo” presente en
su discurso:
- ¿Qué es el cine?
- ¿Cuáles son los rasgos que definen esa sustancia expresiva?
3. ¿QUÉ ES EL CINE? 8
3.1. El cine como protolenguaje universal
En L’Occhio Selvaggio (2008), Mario Brenta expone sus ideas sobre el lenguaje del cine,9
que merecen especial atención. Para este teórico, el lenguaje del cine se asemeja al lenguaje
primitivo, aquello connotado a nivel emocional que tiene sus raíces en lo simbólico. La
interpretación conceptual parte de una realidad primitiva, virgen, rica en significados por
descubrir. Se trata de filmar el pensamiento a través de las cosas y no viceversa.
6 Ideas esgrimidas por Godard, para referirse a la esencia del cine como creador de formas, y enunciadas en: Historia (s) del cine (Godard, 2007). 7Para Heidegger el ser del hombre está definido por su relación con lo que le rodea, es propio de su existencia como ser-en-el-mundo; esto le permite comprender la vida auténtica que reconoce la caída que tiene la existencia, la imposibilidad de dominar su fundamento, es decir, el ser, y una vida no auténtica, la vida superficial, que olvida el ser en nombre de entes concretos. 8 Este título es un pequeño homenaje, al libro de Bazin ¿Qué es el cine?, cuya referencia consideramos obligada para entender y atender al sentido del lenguaje cinematográfico y al que, consecuentemente, haremos mención en este trabajo. 9 Libro que supone el fruto de la experiencia en la escuela Ipotesi Cinema y como cineasta.
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“El pensamiento es un lenguaje y se construye a través de las imágenes o palabras, pero
siempre a partir de una experiencia del mundo (visual, auditiva), se forma, por tanto, sobre
asociaciones de imágenes; al unir un acontecimiento con otro se crean oposiciones,
relaciones…. Esto es el principio de la abstracción” (Brenta, 2008).
El lenguaje hablado tiene una relación no analógica con la realidad. Llegamos a los conceptos
a través de asociaciones de las imágenes; es así como tenemos sentido de la realidad.
Consecuentemente el acontecimiento es el que produce el discurso, y éste genera el concepto
como último eslabón de la cadena comunicativa.
Es a través del pensamiento icónico como se han comenzado a construir los conceptos sobre
los cuales se ha construido el lenguaje hablado, es decir, haciendo una transposición de la
cosa al concepto de la cosa; de lo particular a lo general.
El lenguaje hablado se aprende, pero el de la imagen es innato, es un protolenguaje (un niño
que no sepa hablar, puede entender una sucesión de imágenes), es el más antiguo que existe
del cual derivan los otros lenguajes, solo que el cine lo ha podido utilizar miles de años más
tarde cuando las innovaciones tecnológicas se lo han permitido.
“Es necesario retornar a origen de las cosas, encontrar la emoción en el misterio originario. El
lenguaje del cine es el lenguaje de la realidad. El cine es una suerte de protolenguaje universal
que el hombre ha adoptado desde siempre. El lenguaje del cine esta muy cerca del lenguaje
primitivo, fuertemente connotado a nivel emocional, a través del uso de la metonimia, la
sinécdoque y la metáfora, y sobre todo la mirada –como reacción selectiva, natural, al
producirse el evento que se concreta en la elección del encuadre a través de la interrelación
prioritariamente espacial de sus elementos constitutivos- mas que la concatenación sintáctica
realizada a través del montaje (Brenta, 2008).
El lenguaje, afirma el teórico italiano, se encuentra en ese momento en el que se pasa
de lo puramente perceptivo a lo expresivo. Nuestro “ser en el mundo” con el cual nos
relacionamos a través de un proceso de simbolización-abstracción. Estas ideas se ven reflejadas
en los principios en los que se fundamenta Ipotesi Cinema, esta interesante experiencia
didáctica que tuvo lugar en Italia a principios de los años ochenta del siglo pasado.
3.1.1. Experiencia Ipotesi Cinema 10
Teórico y cineasta, Mario Brenta no entiende el aprendizaje del lenguaje del cine sin la propia
experiencia. Fruto de ello es su participación activa durante más de 25 años en Ipotesi Cinema,
esa escuela (no escuela, como la denominan sus componentes) cuyos principios han alterado los
10 Este tema ha sido ampliamente tratado en “Entre el cine y la realidad. Metodologías de análisis. El caso de Ipotesi Cinema”. (Miguel Borrás, Mercedes, 2013).
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paradigmas de la enseñanza, una especie de Escuela de Atenas, en la que el saber fluye como
vasos comunicantes entre profesores y alumnos.
El cine es un instrumento que les permite lograr sus objetivos: acercarse a la realidad, buscar en
la vida. Cada estudiante aprende a descubrir “eso” que busca.
Para llegar a ser artista no basta con ir a la escuela, hay que aprender a serlo, se trata
de volverse artista. Hay que aprender a mirar, y esto lleva implícito la expresividad y la
emoción, vehículos inseparables del arte. Encontrar el eslabón que permita unir la forma al
contenido como una misma cosa. En este proceso es donde irrumpe la voz del artista (Brenta,
2008).
Se prioriza el uso automático e irreflexivo del lenguaje como descubrimiento. La fase
teórica se plantea como aspecto reflexivo a partir de los datos extraídos de la experiencia
y el conocimiento adquiridos en la relación directa con la realidad…. (Miguel Borrás, 2013 b).
Pero, paradójicamente, fundamenta sus principios en el estudio del lenguaje cinematográfico -
ya el nombre, Ipotesi Cinema (Hipótesis del Cine) lleva implícito su carácter investigador-,
trabajan los filmes no como un producto acabado, sino en su proceso de creación, que se abre
así a la pluralidad de sentidos.
3.2 Ser-en-el-mundo
Consecuentemente, para Brenta el lenguaje del cine es el lenguaje de la realidad y ser realista
es ser fiel a eso que se quiere plasmar con verosimilitud. La diferencia en cualquier caso
puede estar en esta idea esbozada más arriba: el evento es quien produce el discurso que
genera el concepto, y no el evento produce el concepto que genera el discurso.
Brenta no concibe la separación, como hiciera Pasolini, entre cine de prosa y de poesía. La
poesía se encuentra en la propia realidad; pero la poética del cineasta no es estética, rechaza la
belleza formal en el cine, que considera, en cierto modo, superficial (como por ejemplo en el
cine de Bernardo Bertolucci), sino que busca la relación con la realidad, lo que tiene de extraño,
de desconocido. La idea más importante será la más escondida, decía Bresson.
La poesía se encuentra en cualquier suceso, por pequeño que sea, forma parte de la verdad
que está en cada uno de nosotros. Nuestro ser en el mundo.
Como heredero del neorrealismo y las nuevas olas, el entorno forma parte indisociable de los
personajes y el acontecimiento (no olvidemos que se nutre de ideas fenomenológicas), no
casualmente es hijo putativo de Ermanno Olmi.
Pero para Brenta, como venimos diciendo, el problema no es estilístico, o al menos, bajo
ciertos aspectos, estético, el problema es de orden semántico. “Trabajar sobre el simbolo en
un encuentro feliz de las cosas. Es cuestión de mirada, todo funciona de manera sincrónica;
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nada está en contradicción, es lo que uno ve. Como dice María Zambrano: respetuosos con el
realismo que lo coge sin violentarlo” (Brenta, Entrevista, 2012).
3.3. Cine y verdad
3.3.1. De qué hablamos cuando hablamos de realismo
Es el modo de abordar la realidad, alejada de todo artificio, lo que queremos rescatar del
realismo y de la forma de entender el cine para Mario Brenta. Cercana a la poesía, como
ocurre a Víctor Erice, Abbas Kiarostami o Bresson; sesgada hacia el naturalismo, como los
relatos de los hermanos Dardenne, y por supuesto Olmi, además de Rossellini, unos años
antes; pero también inmersa en las rupturas, en la experimentación de Jean Luc Godard o
Michael Haneke. Un realismo, pues, entendido como una actitud ética más que estética.
Un cine realista que no trata de restituir la impresión de realidad, sino que crea un discurso
artístico en el que dialogan las imágenes, el mundo y las relaciones que el hombre establece
con las cosas. Señala Quintana (2003) que el problema reside en la subjetividad de su
existencia que contradice la objetividad de su esencia. El cine, por su naturaleza ontológica,
certifica que aquello que muestra ha estado allí, le hace portador de cierta verdad, pero,
como afirmaba Bazin (1959-1962), esa dependencia con la realidad no le convierte en
garante de verdad. Es índice (señala) y es icono (simboliza). (Miguel Borrás, 2013). El
problema es que la realidad en la que se sustenta el mundo no es empírica. La cámara está
condicionada por la intencionalidad del sujeto (Esqueda; Cuevas, 2012).
Es un arma de doble filo, reflexiona Brenta, ya que puede dar la ilusión de que estamos en el
camino correcto y sin embargo hemos tomado el equivocado. No olvidemos que los
conceptos nacen de las cosas y no viceversa. El realismo es un problema de verdad y no de
verosimilitud. La verdad existe precisamente porque las cosas tienen sus propias
características, que no se reducen a nuestro pensamiento. Está en nosotros interpretarla,
(incluso si el cine no es capaz de captar la verdad de las cosas en cuanto tal sino la verdad de
los pensamientos que se puede construir en torno a estas cosas). (Brenta, Entrevista, 2012).
Esa idea de verdad, ya esgrimida por Adorno, que se produce en las relaciones dialécticas que
surgen de la propia obra de arte, entre el artista, en el interior de la propia obra, con el
receptor.
La necesidad de interpretación, de producir verdad es al mismo tiempo el estigma de su
insuficiencia constitutiva… porque el contenido de verdad no coincide con la idea subjetiva,
con la intención del artista. La interpretación de la realidad es necesariamente lingüística,
dado que para hacer inteligible cualquiera de los mundos posibles planteados a través de
nuestro imaginario, debemos someterlos a códigos del lenguaje.
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Es difícil concebir otra realidad porque la alteridad se constituye no solo en oposición a la
cosa sino a partir de la misma cosa. Cada mundo posible no puede sino referirse al mundo
real, ser pensado a partir de este. 11
El realismo no puede ser reducido a un problema de verosimilitud. No debemos mostrar cómo
las cosas son verdad, sino cómo son realmente las cosas.
Para hablar del mundo y de nuestra relación con él (¿de qué otra cosa podemos hablar?),
debemos descender del concepto a las cosas (de la idea al filme), para después volver de las
cosas a los conceptos (del filme a la idea), a través del lenguaje de las cosas y no a través del
lenguaje de los conceptos disfrazado del lenguaje de las cosas (Brenta, Entrevista, 2012).
Lo verosímil no es forzosamente la verdad, dice Adorno, la verdad no está en la totalidad de
las cosas, la totalidad es el lugar de la no-verdad.
La verdad (sin mayúsculas), nuestra exclusiva y pequeña verdad es simplemente la
experiencia de nuestro hacer. Pudiera ser una verdad no basada en el principio de la
conformidad: esto es verdadero o falso. Pudiera ser una apertura de horizontes personal sobre
la realidad. Pudiera ser el encuentro con cualquier cosa del otro, en nosotros, aquello que
quizá pudiéramos ser…. El arte consiste en poner a trabajar esa verdad….es la puesta en
práctica (messa in opera) de esa verdad. A este respecto la idea Heidegger es esclarecedora:
Tesoro en que la realidad cada vez renueva al hombre dándole esplendor para que en ella
pueda ver de forma más pura y escuchar de forma distinta aquello que habla de su existencia
(Brenta, 2001).
Se puede ser realista y traicionar a la verdad, se trata de encontrar nuestro ser en el mundo,
con el cual nos relacionamos a través de un proceso de simbolización- abstracción (Brenta,
2008).
3.4. EL Documental
El documental es un instrumento privilegiado, en ese acercamiento hacia la verdad.
Regresamos a Godard: No se trata de que las cosas puedan parecer reales, sino de cómo las
cosas son verdaderamente.
“El cine no logra captar totalmente la verdad de las cosas en cuanto tales; sin embargo puede
llegar a la verdad de los pensamientos que, en torno a estas cosas –pero sobre todo partiendo
de estas cosas- se pueden construir” (Brenta, 2012).
11 La diferencia en la correspondencia con lo real, dice Brenta, se coloca a nivel de la superficie, según una mayor o menor situación de las formas y de los registros del discurso en la utilización de los diversos códigos mientras permanecen, sin embargo, inalterables las estructuras profundas del lenguaje y de la significación.
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El cine no produce la realidad, pero es mediador. El documental es un arte despojado del
artificio que nos remite al origen de las cosas, a su sacralidad (estamos hablando de discursos
alejados de lo meramente informativo) y volver a lo sagrado, al origen, significa encontrar la
función redentora del arte para reencontrar su sentido trascendental.
Brenta recurre al mito de Orfeo y Eurídice para poder explicar la relación que se establece
entre el documental y el arte:
“Arte, no como la nave de Ulises que vuelve a casa para encontrar lo familiar, sino como la
barca de Orfeo que nos lleva al infierno, a lo más profundo y desconocido de nuestra
existencia. Orfeo pierde a Eurídice porque está enamorado no de ella sino del amor que siente
por su amada. Visión metafórica del retraimiento narcisista del arte que olvida la finalidad
expresiva para transformarla en un acto de virtuosismo formal hacia sí mismo” (Brenta,
2012).
Orfeo impone sus reglas, no ve la realidad por lo que es, sino por lo que quiere que sea. Se
trata de encontrar un camino que vaya de las tinieblas a la luz, dejar que el acontecer venga
hacia nosotros (no reducirlo la entrevista de la que ya sabemos la respuesta), sin imponer una
visión de las cosas (como Orfeo hace con su mirada).
Dar prioridad a la función poética, a lo simbólico, no significa anular el sentido denotativo,
sino transformar el significante hacia los múltiples sentidos de la connotación…. Una
fenomenología de lo inagotable. Una nueva profundidad de la conciencia que se sitúa en otro
plano del ser como una suerte de velo que re-vela. Como dice “El Principito”, de Saint
Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos” (Brenta, 2012).
El documental, afirma Brenta, es una elección de vivir el riesgo de la incertidumbre de la
existencia. La ficción, en cambio, se plantea como ritualización de la certeza, sobre todo en
esa codificación de la ficción que es el cine de género y de la que el documental debería
alejarse con cautela.
Salvando algunos aspectos exteriores, el documental está muy próximo a la ficción. A nivel
teórico, en ese aspecto lingüístico referido a la significación, se producen relaciones de
diferencia y coincidencia al mismo tiempo: en la ficción las imágenes representan las cosas,
mientras que en el documental las cosas son re-presentadas (se hacen de nuevo presentes) a
través de las imágenes.
A nivel pragmático, en la ficción la escritura del guion generalmente precede al rodaje, en el
documental la película se escribe (se debería escribir) tras el rodaje, a través de la
concatenación de las imágenes que se produce en la fase del montaje. Pero el guion no se crea
espontáneamente en el montaje; en el origen de cualquier documental se esconde la presencia
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de un guion, no en formato de páginas escritas, sino una estructura, un esquema de
pensamiento, una decisión con respecto a la interpretación de lo real que, sin embargo, debe
surgir en el montaje en la articulación dialéctica de lo rodado, no antes (Brenta, 2012).
El problema, como ya vimos al hablar del realismo, está en la semejanza que tiene el cine con
el significante. Dada su naturaleza ontológica puede dejarse llevar por la verosimilitud;
forzando la realidad en el interior de la esquematicidad del pensamiento conceptual; esto
puede conducir hacia un peligroso y oculto naturalismo. El peligro del naturalismo está en el
hecho de que el objeto real sea confundido con el objeto de conocimiento o con el modo de
representarlo. Cambiando así el aspecto ontológico por el aspecto lingüístico (Brenta,
Entrevista, 2012).
Aboga el cineasta por un documental como elección, riesgo de la incertidumbre. No se trata
de buscar garantías en aquellos elementos de lo real que confirmen la idea que tenemos sobre
la realidad sino en aquellos que puedan producir pensamientos originales de la realidad; no se
trata de confirmar, sino de dar un salto al vacío, andar hacia el pensamiento naciente para
descubrir recorridos de sentido inesperados, volver a mirar otra vez las cosas.
Estas ideas parecen acercarnos de nuevo a Rossellini y a Godard para quienes, sólo alejado
del artificio, se puede provocar un mayor acercamiento a la pureza de las formas expresivas.
La simplificación en el uso de las tecnologías conduce a un aligeramiento en la activación de
los procesos de captura y reproducción de la realidad y en la producción de sentido obtenida
no a través de forzar lo real en el interior de una estructura significante conceptual pero
respetando la concreción fenoménica de su acontecer.
Brenta parece hacer suyas las palabras de Alexander Astruc cuando señalaba:
“ La cámara en el bolsillo derecho del pantalón, la grabación del sonido y la imagen en
una banda de meandros… Un cine de confesión, de ensayo, de revelación, de mensaje,
de psicoanálisis, obsesión, una máquina de lectura para palabras e imágenes de nuestro
paisaje personal”.12
Es necesario, nos dice Brenta, hacer retornar al autor (y el documental) a su esencia
originaria, para recorrer, metafóricamente, el mito de Orfeo; una bajada al infierno dentro del
más profundo pantano de la retórica del lenguaje cinematográfico para llegar a un final en el
cual Eurídice (la realidad de las cosas) no esté perdida en el mundo ficticio de las sombras y
sea finalmente encontrada en la luz.
12 “Nacimiento de una nueva vanguardia: la caméra-stylo” fue publicado en L’Écran Français (nº 144) el 30 de marzo de 1948.
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El documental como instrumento privilegiado de búsqueda de la verdad; no es, por citar
nunca suficientemente a Godard, que las cosas puedan parecer reales, sino cómo son
verdaderamente.
4. SUSTANCIA EXPRESIVA DE LA QUE SE NUTREN SUS FILMES
4.1. Realidad “Tout court”
Para referirse a su filmografía, más que hablar de realismo, Brenta prefiere referirse a la
realidad tout court, filmes alejados del concepto tradicional del concepto. Al menos de aquella
idea estrechamente ligada a la verosimilitud del significante que no es el aspecto determinante
y en ocasiones puede tener valores negativos.
El cineasta rechaza la lógica basada en estructuras preconcebidas; su mirada no es neutra,
objetiva; se acerca a la realidad con una lógica que, más que buscar algo concreto “pone en
escucha” y espera. Deja que sean las cosas, la realidad, las que sugieran caminos de sentido a
través de la narración.
“Podría decir, mediante un juego palabras, que nunca he buscado las historias que he contado,
sino que he sido elegido por ellas, a pesar de que la historia se produjo a través de mi visión
y, sobre todo, a través de esa visión imaginada, pero no por eso menos real, de los personajes
de mis filmes” (Brenta, Entrevista, 2012).
Son caminos del pensamiento icónico, de aquel arcaico “pensamiento naciente” que se basa
en las cosas y no en los conceptos.
Si abordamos el realismo bajo el aspecto formal del discurso, podríamos decir que sus
primeros filmes están unidos a los aspectos fenomenológicos del acontecer, con un recorrido
más lineal, relacionado con los vínculos espacio-temporales de la realidad. En ellos se percibe
la herencia neorrealista, pero también su impronta fenomenológica: No debemos disolver,
dice Brenta, las relaciones que percibimos entre las cosas a través de aquello que lo real en su
acontecer nos ofrece a la mirada y a la interpretación (Brenta, Entrevista, 2012).
IMAGEN 1. Vermisat IMAGEN 2. Maicol IMAGEN 3. Barnabo delle montagne
Personajes marcados por el entorno, la soledad, el silencio: en Vermisat, el retrato de un
campesino víctima de la industrialización; el otro lado de Venecia a través de la vida de un
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pescador solitario, en Robinson in laguna; en Maicol, el acceso al conocimiento de un niño en
su recorrido por la noche metropolitana; en Barnabo delle montagne, el hombre enfrentado a
las fuerzas de la naturaleza. Una realidad metafórica, en suma. Un conjunto de situaciones que
en su interrelación desvelan esa verdad oculta tras las apariencias.
Pero en sus últimos filmes (como dijimos al iniciar estas páginas) se separa de las estructuras
lineales para tomar un camino más libre, a veces no secuencial, y subjetivo de los procesos
mentales, rompiendo con el espacio y el tiempo. Estamos hablando de Calle de la Pietà,
documental que sigue las huellas de Tiziano en la Venecia actual; Agnus Dei, estructurada
sobre una voz en off que, a modo de diario, sigue el deambular de una mujer por los senderos
de la memoria.13
IMAGEN 4. Calle de la Pietà
Pues no importa cuál sea el estilo, el realismo no es una cuestión estética, sino semántica, lo
que importa es encontrar ese ser en el mundo que le permite mostrar la verdad deseada.
Distanciándose de los personajes para observarlos en su entorno: La cámara observa alejada el
primer encuentro entre Vermisat y la prostituta (con la que compartirá sus días), a las afueras
de la ciudad, entre el ruido del tráfico y marcado por el vacío de una carretera que los separa;
también al ferroviario que ha recogido a Maicol durmiendo en el último metro y lo lleva en
brazos caminando entre los vagones a oscuras, mientras en el apartamento del niño, sólo está
la televisión, encendida, en silencio, sin palabras.
Utilizando el formato de la pantalla para intensificar la fuerza dramática: Barnabo delle
Montagne fue rodada en formato panorámico para mostrar la realidad en toda su entereza.
Centrándose en la mirada de los personajes: El cine, señala Brenta, es un instrumento de
comunicación y conocimiento del mundo, muestra lo invisible a través de lo visible y la
mirada de los personajes es uno de los vehículos fundamentales para mostrarlo (2012).
En Maicol efectuamos un largo viaje por los subterráneos de la ciudad, a través de sus ojos de
13 Queda fuera del alcance de este ensayo, Corpo a corpo, documental sobre los ensayos y la representación de Orchidee del autor teatral Pippo Delbono, al que dedicaremos un amplio espacio en un próximo acercamiento a la inabarcable tarea creadora de Mario Brenta.
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mirada desviada (tiene un ligero estrabismo); el viaje se transforma en recorrido real, pero
también figurado, hacia lo más profundo de la propia interioridad.
Un auténtico viaje “al final de la noche” a lo más profundo de si mismos, de la propia
interioridad. Como dice aquél otro Pequeño Maicol que es El Principito de St. Exupéry: Lo
esencial es invisible a los ojos…. Pero no a la mirada, se podría decir en aras de la paradoja
(2012)14.
El fuera de campo, la elipsis y el silencio: abren un nuevo y más vasto horizonte al imaginario
del espectador que integra así con su propia imaginación la “falta” de imagen. Muestra algo
que alude a otra cosa que está excluida del campo de visión.
El fuera de campo, dice Brenta, pone en silencio una imagen con respecto a su significante
con el propósito de potenciar su significado, como hace el silencio sonoro respecto al sonido.
El Sonido no son solo palabras. El diálogo en muchos casos está reemplazando a la imagen.
Como decía Bresson, el cine sonoro ha descubierto el silencio.
La elipsis con la que se abre Barnabo delle montagne condiciona su estructura: La mirada del
guardabosques; el monte cubierto de nieve y unas huellas sobre las que se escucha, en off, un
disparo; y después un rifle cae sobre la nieve.Tras un fundido, unas manos colocan la
fotografía enmarcada del guardabosques; en off, el sonido del tren anuncia la llegada del
nuevo operario.
Este procedimiento no puede ser aplicado automáticamente como una fórmula segura,
funciona sólo si se revela a través de la intuición poética y la poesía, decía Jakobson, señala
hacia el sentido desviado de las palabras, alejado del nivel meramente referencial: es un
encuentro placentero, a menudo inesperado, entre el lenguaje y la realidad del mundo; un
accidente, un cortocircuito que emana un nuevo significado, de lo conocido nace lo
desconocido (Brenta, Entrevista, 2012).
Observación atenta de la realidad. Focalizamos nuestra atención brevemente en Osolemio.
Autoritratto italiano (2004) pues, aunque este filme no está dirigido por Brenta, supervisó el
rodaje como coordinador de los directores (alumnos de Ipotesi Cinema), y sus resultados son
un ejemplo paradigmático para entender su sentido del cine. El filme está planteado como una
reflexión sobre los aspectos gramaticales del lenguaje cinematográfico que inciden
14 Comenta Brenta que durante el rodaje de Maicol, tras el cristal de un vagón del metro contiguo al que se encontraba el pequeño protagonista, apareció, cogida de la mano de sus padres, una niña más o menos de su edad, con un par de gruesas lentes y un ojo tapado por una venda, que notó inmediatamente el estrabismo de Maicol y lanzaron (pusieron en marcha), antes de bajar en la siguiente parada, un juego de miradas de espontánea solidaridad por su común modo distinto de ver lo que la sociedad considera solo en cuanto defecto, desvío, enfermedad a curar, para sanar. Acerca de metáforas, aquí me parece que incluso hay demasiadas….
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directamente sobre su retórica como vehículo para la expresión artística (Miguel Borrás,
2013, b).
IMAGEN 5. Osolemio. Autorittrato italiano
Compuesto por una sucesión de relatos articulados bajo una misma luz, mostrar la Italia
actual, los 28 directores que firman el filme trabajaron sin imposición para acercarse a una
realidad en la que participaban como creadores, observadores y actores. La observación
atenta de la realidad dio lugar a las ideas (son las cosas las que llevan a los
conceptos y no viceversa), no olvidemos que, lo que aparece en la superficie es
fundamental para comprender sentidos que brotan de su interior.
A partir de la observación (postazione)15 de cada uno de los directores se fue reconstruyendo
la película. Osolemio. Autoritratto italiano funciona como un hipertexto en el que cada
estudiante-autor se reencuentra con su propia historia. Una suerte de introspección de
la mirada, espejo fragmentado que refleja una única luz pero en la que se percibe la
intermitencia constante creada por el flujo de puntos de vista. Un conjunto de realidades,
una suerte de microrrelatos, que se enlazan formando un puzzle de afinidades y contrastes -
una estructura general, macrosintagmas que operan inscritos en microsintagmas de orden
inferior- que en su conjunción devuelven la idea de Italia”.
Porque la realidad en el cine de Brenta está más allá de lo meramente formal, intrínsecamente
unida a la significación; la pluralidad de sentidos del texto, la poética, en suma.
El predominio de la función poética y simbólica respecto a la referencial no anula el nivel
denotativo pero lo eleva a significante de la ambigüedad, de la multiplicidad de significados
de la connotación. La reducción esquelética y genérica de la interpretación conceptual viene
entonces sumergida de una realidad primitiva, aún virgen, rica de significados a descubrir,
que a través de esta tensión dialéctica entre orden y desorden aumenta la cantidad y la calidad
15 La Postazione es un lugar donde pararse y esperar el acontecer. Contemplar es confiar en el asombro que seguramente se producirá si se dispone de tiempo y corazón para esperar. Este término fue acotado por Ermanno Olmi en el seno de Ipotesi Cinema. Este tema ha sido ampliamente tratado en “Entre el cine y la realidad. Metodologías de análisis. El caso de Ipotesi Cinema”. (Miguel Borrás, Mercedes, 2013).
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del sentido del mensaje. Como venimos diciendo: filmar el pensamiento a través de las cosas,
y no viceversa (Brenta, 2012).
Lo que importa es la expresión, el modo de ver el mundo con el cual nos relacionamos
mediante un proceso de simbolización. Se trata de mostrar lo visible para acercarnos a lo
invisible
Esta es la gran apuesta del cine, concluye Brenta, más allá de su figura formal exterior. Y aquí
se juega su éxito como instrumento de interpretación y de conocimiento del mundo.
4.1. Realismo de la sustracción
El cine de Brenta, pues, está construido mediante un entramado de signos de diferente
procedencia y en cuyo cruce se producen múltiples significados en un intento por interpretar
y/o entender ese constante fluir que es la realidad. No es un cine de respuestas, sino de
preguntas. Un universo de sentidos abiertos a la interpretación múltiple, que sugiera
cuestiones al espectador que le lleven a formularse otras.
Siempre he pensado que mis filmes están marcados por un realismo de la sustracción más que
de la acumulación de signos; de la búsqueda del sentido abierto a muchas interpretaciones; un
principio ordenador, aunque no el único, que deje espacio al misterio a aquellas preguntas sin
respuesta que son la esencia de nuestra realidad. No puedo (no podemos) más que estar de
acuerdo con Pascal cuando, con un cierto aire de indignada compasión, dice: “Quieren
encontrar las respuestas a dónde todo es enigma” (Brenta, Entrevista, 2012).16
4.2. Metáfora de la realidad, pero realidad
Brenta trabaja sobre la retórica como vehículo privilegiado de creación de las emociones. En
el fondo no es más que el procedimiento que está en la base de la metáfora…. metáfora de la
realidad, pero realidad…. “La metáfora es y debe ser un redescubrimiento de un significado
oculto del mundo. Si es así ¿podemos considerar el mundo como una metonimia de la
verdad?” (Brenta, 2008).
No importa si la cámara es o no protagonista, lo importante es la expresión, nuestro modo de
ver el mundo. El lenguaje se produce en el momento en el que se pasa de la percepción a la
interpretación, nuestro modo de verlo. Puede que haya una distancia muy amplia entre el
16 “Un cine que también me gustaría definir (y espero que lo sea) adhesivo, que se queda pegado al espectador también después de salir de la sala, al volver a la realidad de la vida, de su vida, y no de aquella del cine. Pegajoso como el chewing-gum que a veces se queda sin querer en la suela del zapato, quizá justo en el interior de una sala de cine, y que permanece pegado y nos persigue a pesar de todos los intentos que hacemos por liberarnos, restregando la suela por el asfalto de la calle, la acera, el borde de un escalón, acompañándonos hasta la puerta de casa, o más allá del umbral, a su interior” (Brenta, Entrev 2012).
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significante o el referente o puede que coincidan, el realismo no puede reducirse a un
problema de verosimilitud.17
El cine trabaja sobre la metáfora y la metonimia. La metáfora, esa cadena de metonimias
como la denomina A. J. Greimas, es y debe ser un redescubrimiento de un significado oculto
del mundo.
Vermisat se abre y se cierra en un hospital. El protagonista está enfermo y sobrevive
vendiendo lombrices, pero también su sangre; y la mujer con la que vive comercia con su
cuerpo...
El filme, dice Brenta, habla de las relaciones entre la mayoría y la minoría, entre la sociedad y
el individuo, entre la cultura oficial, homologada y la cultura marginal e incluso la
contracultura, sobre todo cuando estos elementos entran en conflicto entre sí. La relación
entre las especies individuales, ya sea a nivel primario, biológico ¿no es quizá uno de los
aspectos más problemáticos de la existencia? …. En una relación de exclusión total no es de
extrañar que los límites de ese mundo “aparte” en el cual ciertos individuos están encerrados,
coincidan con aquellos de su propio cuerpo del cual, para sobrevivir, están obligados a
aprovechar sus propios recursos ya sean mentales o físicos. Una suerte de autoalimentación
que no puede llevar más que a la autodestrucción por autoconsumo. Vida clandestina,
subterránea que es negada a la luz del sol, obligado a vivir en el lodo, tanto metafórico como
real. Sistemas cerrados, autoreferenciales, privados de todo contacto con el mundo exterior
del cual poder extraer y con el cual poder cambiar, renovar energías, condenados al trágico
final de la entropía existencial sin esperanza (Brenta, Entrevista, 2012).
Una realidad próxima a lo surreal; el surrealismo, como decía Luis Buñuel, se encuentra en la
realidad. Si el cine pudiera moverse en el terreno de la poesía nada podría detener su potencial
liberador…. El cine es un arma maravillosa y peligrosa si la maneja un espíritu libre, es el
mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños, de las emociones….18 .
“Nosotros conocemos bien cual puede ser la fuerza del imaginario, si viene guiado por el
impulso que lo hace nacer, cuando sale de las limitaciones del espacio y del tiempo real para
adaptarse a esa espacio-temporalidad particular que es la de la mente, donde todo,
paradójicamente, se concentra en un punto, que es espacio y tiempo a la vez. La paradoja del
17 En ese momento en el cual se pasa de lo concreto a lo abstracto, de lo particular a lo universal es muy fácil extraviarse. Esta pérdida consiste en no respetar las reglas del juego y esto se encuentra en la verosimilitud. 18 El cine como instrumento de poesía (1953). Título de la conferencia impartida por Buñuel en la UNAM (Universidad autónoma de México).
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límite que representa (encarna) en sí la fuerza explosiva, que no tiene límites, del significado a
través de la emoción (Brenta, Entrevista, 2012).19
En Barnabo delle montagne la sangre que brota de la mano del protagonista va marcando el
tiempo en las huellas que va dejando sobre él; en Vermisat, el encuentro sexual entre los
enfermos del hospital se produce mientras el protagonista, escondido en el baño, ve impotente
cómo se derrama su sangre que ha metido en la botella para venderla a clínicas que favorecen
el comercio clandestino….
“Surreal, tal vez por su super-real, que no está fuera de la realidad, pero más que real, dos
veces real. La sangre es aquí en el sentido que nuestra esencia más íntima (la sangre, a punto,
como esencia emblemática del cuerpo y metáfora de nuestra vida, física y psíquica) y también
la misma esencia del mundo. Como dice Merleau-Ponty: nosotros y las cosas estamos hechos
de la misma 'carne' que es también nuestro lenguaje común. Lenguaje a través del cual el
mundo, al que pertenecemos se convierte en parte de nosotros. Y esta doble afiliación, no es
otra que la esencia de la metáfora, o semejanza, la comunión en la diversidad. Aquella
dialéctica de los entes de lo real que produce los conceptos, los alimenta, los enriquece
reconduciéndolos a las formas que ellos han generado. Y es cuando estas formas son formas
nuevas, nuevos descubrimientos de significante, como de significado, cuando se puede hablar
de metáfora viva, creativa, que se renueva renaciendo en sí misma, contrariamente a la
metáfora muerta, luego es justo decir que es aquella del lugar común” (Brenta, Entrevista,
2012).
En los primeros minutos de Agnus Dei una sucesión de metonimias adelantan sentidos que
irán siendo desvelados a lo largo del filme: en la iglesia, un Cristo clavado en la cruz, sentada
en los bancos una mujer; en el hospital, conectado a ellos, un hombre en sus últimos
momentos de vida; en un prado, un rebaño de ovejas. Tras esta obertura, sobre fondo negro,
estas palabras escritas en blanco: “Aquello que hemos olvidado no se olvida de nosotros”.
A partir de este momento el filme se organiza en una relación de orden temático-afectiva que
no respeta la causalidad del relato. La protagonista efectúa un viaje en el que va
recomponiendo su vida. Son pequeños retazos de su existencia pero que al mismo tiempo
pertenecen a la memoria colectiva.
19 Vuelve también aquí el “fuera de campo”, la alusión, incluso, lo “no dicho”, la realidad representada en su totalidad a través de la totalidad y la integridad del respeto a la mirada que solo es indiferente en apariencia.
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IMAGEN 6. Agnus dei.
“Esta mirada discreta, alusiva pero no elusiva, que mira al efecto más que a la causa, a la
huella de las cosas más que a la cosa misma, se puede llamar metonimia, que no es otra cosa
que el alma de la metáfora, la chispa (llama) sintáctica que interrumpe la certeza del
paradigma, que socava las fronteras para abrir los vastos horizontes del sentido” (Brenta,
Entrevista, 2012).
En definitiva, se trata de una ruptura con las estructuras que funciona en orden semántico más
que sintáctico-narrativo, que no respeta la cronología lineal (o tal vez una cronología
verdadera, propia), recorriendo las imágenes personales que al mismo tiempo pertenecen
a nuestra memoria colectiva. Un discurso construido según un procedimiento asociativo de
orden temático-afectivo, recorriendo las imágenes originales que, al mismo tiempo,
pertenecen a una memoria colectiva situada en una suerte de hic et nunc atemporal. Un
recurso a las estructuras sintácticas, si queremos referirnos a las definiciones de Metz, se
encuentra entre el sistema destinado al contenido ideológico del sintagma paralelo y aquello
mayormente ontológico del sintagma de las frases. Un nivel conceptual alcanzado a través de
la visión simbólica de la realidad mediada por una lógica más emocional que racional. La
aplicación directa del pensamiento conceptual a las cosas debilita la ambigüedad sustancial de
los fenómenos haciéndolos antipoéticos, es decir, los priva de ese cortocircuito de sentido de
cada mensaje centrado en sí mismo que es la base del lenguaje poético” (Brenta, Entrevista,
2012).
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