200 años de historia argentina

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GUÍA DIDÁCTICA DE LA MUESTRA Dirección: Felipe Pigna -guiapap.indd 1 22/4/10 15:40:00

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Como parte del ciclo Café Cultura, el lunes 3 de mayo, el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia; y el historiador Felipe Pigna, presentaron la Guía didáctica de la Muestra 200 años de Historia Argentina del programa Argentina de Punta a punta en el Bicentenario, en la 36.ª Feria Internacional del Libro.

TRANSCRIPT

  • GUA DIDCTICA DE LA MUESTRADireccin: Felipe Pigna

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  • Entre rupturas y continuidades, los argentinos hemos transitado doscientos aos de vida como nacin soberana e independiente. Desde hoy, y hasta 2016, la celebracin nos estimula y nos invita a analizar el pasado comn para encontrar en l las claves de nuestras frustra-ciones y de nuestros logros.

    La reflexin as encarada debe echar luz y abrir la discusin sobre las diferentes visiones poltico-culturales que conviven en la Argentina. La meta es poner nuestra historia, nuestra identidad, nuestra diversidad, al alcance de todos, y ms especialmente, de los chicos y los jvenes.

    Quines somos? Quines hemos sido? Quines queremos ser? La exposicin 200 aos de historia argentina rene y sintetiza, a travs de textos escritos por Felipe Pigna, documentos, cartas, planos, daguerrotipos, fotografas y sonidos, de cada perodo atravesado por la nacin.

    Con el fin de hacer comprensible y plural la historia de nuestro pas, acompaa esta muestra la Gua didctica para docentes de nivel primario y secundario, aqu presentada. Se trata de un material que, con sentido poltico transformador, ofrece herramientas conceptua-les y pedaggicas para incentivar el anlisis y el pensamiento crtico en las aulas de toda la Argentina.

    Desplegando propuestas como esta, que ponen en dilogo y fortalecen las alianzas entre los mbitos de la cultura y la educacin, afirmamos nuestra vocacin por una ciudadana ms y mejor educada, protagonista de una cultura viva. Contribuimos, as, a generar una mirada hacia el pasado abierta e informada, que consolide nuestra intencin de edificar, con compromiso y participacin, la Argen-tina del futuro, un pas perdurable, justo y solidario, en el que elijamos vivir los prximos siglos.

    JORGE COSCIASECRETARIO DE CULTURA DE LA NACIN

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  • Entre rupturas y continuidades, los argentinos hemos transitado doscientos aos de vida como nacin soberana e independiente. Desde hoy, y hasta 2016, la celebracin nos estimula y nos invita a analizar el pasado comn para encontrar en l las claves de nuestras frustra-ciones y de nuestros logros.

    La reflexin as encarada debe echar luz y abrir la discusin sobre las diferentes visiones poltico-culturales que conviven en la Argentina. La meta es poner nuestra historia, nuestra identidad, nuestra diversidad, al alcance de todos, y ms especialmente, de los chicos y los jvenes.

    Quines somos? Quines hemos sido? Quines queremos ser? La exposicin 200 aos de historia argentina rene y sintetiza, a travs de textos escritos por Felipe Pigna, documentos, cartas, planos, daguerrotipos, fotografas y sonidos, de cada perodo atravesado por la nacin.

    Con el fin de hacer comprensible y plural la historia de nuestro pas, acompaa esta muestra la Gua didctica para docentes de nivel primario y secundario, aqu presentada. Se trata de un material que, con sentido poltico transformador, ofrece herramientas conceptua-les y pedaggicas para incentivar el anlisis y el pensamiento crtico en las aulas de toda la Argentina.

    Desplegando propuestas como esta, que ponen en dilogo y fortalecen las alianzas entre los mbitos de la cultura y la educacin, afirmamos nuestra vocacin por una ciudadana ms y mejor educada, protagonista de una cultura viva. Contribuimos, as, a generar una mirada hacia el pasado abierta e informada, que consolide nuestra intencin de edificar, con compromiso y participacin, la Argen-tina del futuro, un pas perdurable, justo y solidario, en el que elijamos vivir los prximos siglos.

    JORGE COSCIASECRETARIO DE CULTURA DE LA NACIN

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  • LA PRESENTE GUA DIDCTICA RENE UN CONJUNTO DE MATERIALES Y HERRAMIENTAS CONCEPTUALES Y PEDAGGICAS QUE APUNTAN A FACILITAR LA COMPRENSIN Y EL TRABAJO DE ALUMNOS Y DOCENTES DE NIVEL SECUNDARIO DE TODO EL PAS CON LA EXPOSICIN 200 AOS DE HISTORIA ARGENTINA.

    En la primera parte, el docente encontrar abordados los aspectos ms conceptuales de la propuesta, entre ellos:

    Un conjunto de reflexiones relacionadas con la importancia, el significado y la potencialidad que la celebracin del Segundo Centenario de la Revolucin de Mayo tiene en general y, en particular, en el mbito de la escuela.

    Un breve estado acerca de la enseanza de la Historia en la escuela, en el marco de las ltimas transformaciones en la didctica de las Ciencias Sociales en general y de la Historia en particular.

    Un planteo general acerca del lugar y potencialidad que las imgenes pueden tener en los procesos de enseanza y aprendizaje del pasado.

    La segunda parte ofrece diversas propuestas y sugerencias de actividades para que el docente encare un trabajo provecho-so con sus alumnos, a partir del rico material que propone la muestra. En esta seccin, se han distinguido:

    Actividades para realizar antes de la visita a la exposicin.

    Actividades para realizar durante la visita a la exposicin.

    Actividades para realizar luego de la visita a la exposicin.

    En la seccin final, por su parte, el lector encontrar un listado de bibliografa recomendada y brevemente comentada que cubre, en buena medida, los principales aspectos abordados en esta publicacin, como una propuesta de contextualizacin y profundizacin de todo lo puesto en juego en los contenidos cubiertos por esta exposicin.

    INTRODUCCIN

    La combinacin de manifestacin artstica y propuesta educativa que constituye el programa Argentina de Punta a Punta es una oportu-nidad para acercar la reflexin y el debate, siempre pendientes, de los argentinos con su propio destino e historia.

    La concepcin profundamente federal de su recorrido -agregada a su realizacin en espacios pblicos, abiertos y gratuitos- expresa con claridad la visin poltica a la que apunta esta gestin de la Secretara de Cultura de la Nacin: contribuir a la construccin de ciudadana, fomentando la democratizacin del acceso y difusin de la produccin de bienes culturales.

    En particular, la exposicin 200 aos de historia argentina pretende incorporar la discusin sobre nuestro devenir histrico al conjunto de la poblacin, pero no con la intencin de reflejar una visin sesgada y parcial de nuestra historia, sino con el deseo de generar, al paso de la muestra, la reflexin de los ciudadanos sobre nuestros aciertos, nuestros errores, nuestras potencialidades y, sobre todo, nuestra capacidad de proyectar un pas que incluya y brinde oportunidades para todos.

    El itinerario de la exhibicin abarca un amplio panorama de la historia desde la Revolucin de Mayo hasta la actualidad, que nos encuen-tra en pleno camino hacia la celebracin del Bicentenario. Punta a Punta propone, por intermedio de esta Gua Didctica, un conjunto de herramientas destinadas a facilitar su comprensin e incentivar la reflexin de alumnos y docentes de todo el pas.

    Pensar la trama histrica que nos ha convertido en lo que somos actualmente es un deber moral y una necesidad vital que tenemos como pueblo, para comprender el pasado que nos hermana, y proyectar el futuro de grandeza que nos espera. Y se concretar si sabemos aprender de los errores cometidos y si entendemos que, para la Argentina que deseamos, es imprescindible contar con la memoria como molde forjador de nuestro destino colectivo.

    ALEJANDRA BLANCOJEFA DE GABINETESECRETARA DE CULTURA DE LA NACIN

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  • PG. 5

    LA PRESENTE GUA DIDCTICA RENE UN CONJUNTO DE MATERIALES Y HERRAMIENTAS CONCEPTUALES Y PEDAGGICAS QUE APUNTAN A FACILITAR LA COMPRENSIN Y EL TRABAJO DE ALUMNOS Y DOCENTES DE NIVEL SECUNDARIO DE TODO EL PAS CON LA EXPOSICIN 200 AOS DE HISTORIA ARGENTINA.

    En la primera parte, el docente encontrar abordados los aspectos ms conceptuales de la propuesta, entre ellos:

    Un conjunto de reflexiones relacionadas con la importancia, el significado y la potencialidad que la celebracin del Segundo Centenario de la Revolucin de Mayo tiene en general y, en particular, en el mbito de la escuela.

    Un breve estado acerca de la enseanza de la Historia en la escuela, en el marco de las ltimas transformaciones en la didctica de las Ciencias Sociales en general y de la Historia en particular.

    Un planteo general acerca del lugar y potencialidad que las imgenes pueden tener en los procesos de enseanza y aprendizaje del pasado.

    La segunda parte ofrece diversas propuestas y sugerencias de actividades para que el docente encare un trabajo provecho-so con sus alumnos, a partir del rico material que propone la muestra. En esta seccin, se han distinguido:

    Actividades para realizar antes de la visita a la exposicin.

    Actividades para realizar durante la visita a la exposicin.

    Actividades para realizar luego de la visita a la exposicin.

    En la seccin final, por su parte, el lector encontrar un listado de bibliografa recomendada y brevemente comentada que cubre, en buena medida, los principales aspectos abordados en esta publicacin, como una propuesta de contextualizacin y profundizacin de todo lo puesto en juego en los contenidos cubiertos por esta exposicin.

    INTRODUCCIN

    La combinacin de manifestacin artstica y propuesta educativa que constituye el programa Argentina de Punta a Punta es una oportu-nidad para acercar la reflexin y el debate, siempre pendientes, de los argentinos con su propio destino e historia.

    La concepcin profundamente federal de su recorrido -agregada a su realizacin en espacios pblicos, abiertos y gratuitos- expresa con claridad la visin poltica a la que apunta esta gestin de la Secretara de Cultura de la Nacin: contribuir a la construccin de ciudadana, fomentando la democratizacin del acceso y difusin de la produccin de bienes culturales.

    En particular, la exposicin 200 aos de historia argentina pretende incorporar la discusin sobre nuestro devenir histrico al conjunto de la poblacin, pero no con la intencin de reflejar una visin sesgada y parcial de nuestra historia, sino con el deseo de generar, al paso de la muestra, la reflexin de los ciudadanos sobre nuestros aciertos, nuestros errores, nuestras potencialidades y, sobre todo, nuestra capacidad de proyectar un pas que incluya y brinde oportunidades para todos.

    El itinerario de la exhibicin abarca un amplio panorama de la historia desde la Revolucin de Mayo hasta la actualidad, que nos encuen-tra en pleno camino hacia la celebracin del Bicentenario. Punta a Punta propone, por intermedio de esta Gua Didctica, un conjunto de herramientas destinadas a facilitar su comprensin e incentivar la reflexin de alumnos y docentes de todo el pas.

    Pensar la trama histrica que nos ha convertido en lo que somos actualmente es un deber moral y una necesidad vital que tenemos como pueblo, para comprender el pasado que nos hermana, y proyectar el futuro de grandeza que nos espera. Y se concretar si sabemos aprender de los errores cometidos y si entendemos que, para la Argentina que deseamos, es imprescindible contar con la memoria como molde forjador de nuestro destino colectivo.

    ALEJANDRA BLANCOJEFA DE GABINETESECRETARA DE CULTURA DE LA NACIN

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  • Recorrer estos casi doscientos aos de historia puede resultar un ejercicio vertiginoso. Les proponemos recorrerlos con el humilde objeti-vo de recordar, de conocernos un poco ms, porque la historia de un pas es su identidad, es todo lo que nos pas como sociedad, desde que nacimos hasta el presente. All, estn registrados nuestros triunfos y derrotas, nuestras alegras y tristezas, nuestras glorias y nuestras miserias. Como en un gran lbum familiar, all nos enorgullecemos y nos avergonzamos de nuestro pasado, pero nunca dejamos de tener en claro que se trata de nosotros, que somos lo que fuimos. Hay que reconquistar nuestra historia para disfrutar de una maravi-llosa herencia comn que, como todos los bienes de nuestro querido pas, est mal repartida y apropiada indebidamente. La historia es, por derecho natural, de todos, y la tarea es hacer la historia de todos, de todos aquellos que han sido y van a ser dejados de lado por los seleccionadores de lo importante y lo accesorio. Quienes quedan fuera de la historia mueren para siempre; es el ltimo despojo al que nos somete el sistema: no dejar de nosotros siquiera el recuerdo. Los desobedientes de la obediencia debida a la traicin, los hones-tos contra viento y marea, los rebeldes an en la derrota. Aquel pasado debera ayudarnos a dejar de pensar que en este pas siempre estuvo todo mal y no tiene solucin. Nuestra historia, rica como pocas, desmiente categricamente esa frase funcional al no cambio, que no nos deja ni la posibilidad de soar con un pas mejor para todos. Esta es parte de la herencia vacante que tenemos los argentinos. Este recorrido se propone apenas ser una invitacin para comenzar a apropiarnos, como sociedad, de lo que nos pertenece a todos.

    FELIPE PIGNAHISTORIADOR

    El Segundo Centenario en la escuela

    La inminencia de los festejos del Segundo Centenario de la Revolucin de Mayo de 1810 viene suscitando, lenta pero firme, un conjunto de reflexiones y producciones de muy variado tipo, pero, todas ellas, confluyentes en visualizar esta efemride como una oportunidad para repensar, de manera integral, los dos siglos de vida independiente de la Repblica Argentina. Hay consenso entre los especialistas en que doscientos aos constituyen un nmero significativo para que una nacin pueda encarar, de manera colectiva y mediante una amplia participacin de todas las voces involucradas, una evaluacin crtica de su pasado y, fundamentalmente, tomar la fecha como una oportunidad para rediscutir la identidad del pas y la direccin de su marcha futura.

    La escuela, en tanto institucin privilegiada en la transmisin de saberes acerca del pasado de una sociedad y, en buena medida, instan-cia forjadora de identidad, no puede estar ausente de dicha celebracin y, mucho menos, de los debates que pueda generar. De all, la necesidad de aprovechar el Bicentenario y todos los eventos que en torno a l se organicen para potenciar estos aspectos. Al mismo tiempo, el carcter integral del proceso histrico, que ofrece la posibilidad de abordar como un todo la perspectiva de doscientos aos (la totalidad de la vida de la Argentina como tal), implica un desafo especial en la medida en que permite, entre otras cosas, buscar hilos conductores de su evolucin, constantes de largo plazo y quiebres o rupturas innovadoras.

    Al mismo tiempo, el Bicentenario puede constituirse en el tema excluyente de proyectos institucionales escolares, ya que la fuerza de su contenido y de su mensaje habilita, como pocos otros temas, la posibilidad de convergencia de un trabajo colectivo y multidisciplinario, abriendo desafos a todos los actores del medio escolar, adems de poder convertirse la escuela y los procesos de enseanza mismos en objetos de estudio de inters histrico.

    PG. 6

    PRIMERA PARTE

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  • Recorrer estos casi doscientos aos de historia puede resultar un ejercicio vertiginoso. Les proponemos recorrerlos con el humilde objeti-vo de recordar, de conocernos un poco ms, porque la historia de un pas es su identidad, es todo lo que nos pas como sociedad, desde que nacimos hasta el presente. All, estn registrados nuestros triunfos y derrotas, nuestras alegras y tristezas, nuestras glorias y nuestras miserias. Como en un gran lbum familiar, all nos enorgullecemos y nos avergonzamos de nuestro pasado, pero nunca dejamos de tener en claro que se trata de nosotros, que somos lo que fuimos. Hay que reconquistar nuestra historia para disfrutar de una maravi-llosa herencia comn que, como todos los bienes de nuestro querido pas, est mal repartida y apropiada indebidamente. La historia es, por derecho natural, de todos, y la tarea es hacer la historia de todos, de todos aquellos que han sido y van a ser dejados de lado por los seleccionadores de lo importante y lo accesorio. Quienes quedan fuera de la historia mueren para siempre; es el ltimo despojo al que nos somete el sistema: no dejar de nosotros siquiera el recuerdo. Los desobedientes de la obediencia debida a la traicin, los hones-tos contra viento y marea, los rebeldes an en la derrota. Aquel pasado debera ayudarnos a dejar de pensar que en este pas siempre estuvo todo mal y no tiene solucin. Nuestra historia, rica como pocas, desmiente categricamente esa frase funcional al no cambio, que no nos deja ni la posibilidad de soar con un pas mejor para todos. Esta es parte de la herencia vacante que tenemos los argentinos. Este recorrido se propone apenas ser una invitacin para comenzar a apropiarnos, como sociedad, de lo que nos pertenece a todos.

    FELIPE PIGNAHISTORIADOR

    El Segundo Centenario en la escuela

    La inminencia de los festejos del Segundo Centenario de la Revolucin de Mayo de 1810 viene suscitando, lenta pero firme, un conjunto de reflexiones y producciones de muy variado tipo, pero, todas ellas, confluyentes en visualizar esta efemride como una oportunidad para repensar, de manera integral, los dos siglos de vida independiente de la Repblica Argentina. Hay consenso entre los especialistas en que doscientos aos constituyen un nmero significativo para que una nacin pueda encarar, de manera colectiva y mediante una amplia participacin de todas las voces involucradas, una evaluacin crtica de su pasado y, fundamentalmente, tomar la fecha como una oportunidad para rediscutir la identidad del pas y la direccin de su marcha futura.

    La escuela, en tanto institucin privilegiada en la transmisin de saberes acerca del pasado de una sociedad y, en buena medida, instan-cia forjadora de identidad, no puede estar ausente de dicha celebracin y, mucho menos, de los debates que pueda generar. De all, la necesidad de aprovechar el Bicentenario y todos los eventos que en torno a l se organicen para potenciar estos aspectos. Al mismo tiempo, el carcter integral del proceso histrico, que ofrece la posibilidad de abordar como un todo la perspectiva de doscientos aos (la totalidad de la vida de la Argentina como tal), implica un desafo especial en la medida en que permite, entre otras cosas, buscar hilos conductores de su evolucin, constantes de largo plazo y quiebres o rupturas innovadoras.

    Al mismo tiempo, el Bicentenario puede constituirse en el tema excluyente de proyectos institucionales escolares, ya que la fuerza de su contenido y de su mensaje habilita, como pocos otros temas, la posibilidad de convergencia de un trabajo colectivo y multidisciplinario, abriendo desafos a todos los actores del medio escolar, adems de poder convertirse la escuela y los procesos de enseanza mismos en objetos de estudio de inters histrico.

    PG. 6

    PRIMERA PARTE

    PG. 7

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  • Breve panorama de las ltimas tendencias en la enseanza de la Historia

    No se trata de una mera casualidad que haya sido en coincidencia con la apertura y profundizacin de la democracia en nuestro pas que en la escuela haya comenzado a producirse una transformacin de importancia, no slo en los contenidos de la enseanza, sino tambin en la modalidad de sus abordajes didcticos. Todas las perspectivas disciplinares, las prcticas pedaggicas y la misma escuela como institucin comenzaron a ser revisadas en el marco de apertura, debate y confrontacin de ideas que da lugar a un sistema demo-crtico. Ms all del tenor, profundidad, o incluso, mayor o menor acierto que pudieron tener las reformas educativas que se llevaron a cabo desde 1983, lo cierto es que la escuela de comienzos del siglo XX es bien diferente a la que fue, no slo en los comienzos del siglo anterior cuando el pas celebraba sus primeros cien aos de vida-, sino tambin en la ltima parte.

    En dicho marco, era inevitable que un rea disciplinar tan sensible a los vaivenes polticos e ideolgicos como las Ciencias Sociales y en particular, dentro de ellas, la Historia- no fuera una de las que ms se haya transformado en los ltimos tiempos, aunque, desde ya, quede mucho camino por recorrer todava. De hecho, ningn espacio cientfico ha sido, en definitiva, tan disputado por los regmenes autoritarios como el de estas ciencias. Justamente, una de esas importantes transformaciones evidenciadas por la ciencia histrica ha sido la reivindicacin de la importancia para la comprensin del pasado de los procesos sociales en tanto realidades complejas y dinmi-cas y, fundamentalmente, del lugar de protagonismo que en ellos han tenido y tienen los diferentes actores. Un enfoque de estas carac-tersticas siempre sospechoso para miradas autoritarias de cualquier tipo- permiti, de manera ineludible, ampliar la perspectiva unila-teral y compartimentada del saber histrico, as como tambin articular sus perspectivas y herramientas metodolgicas con las de otras disciplinas afines, tales como la sociologa, la economa, los estudios culturales, etc. De la mano de lo ocurrido en los mbitos acadmi-cos, en los que comenz a evidenciarse un saludable encuentro y confusin disciplinar que, adems de enriquecer el debate, multipli-c los temas y objetos de estudio-, tambin la didctica y la bajada al aula de los contenidos histricos dieron cuenta tmida, zigza-gueante pero firme, de que una nueva forma de comprender el pasado comenzaba a instalarse entre nosotros. La necesidad de contras-tar fuentes, de hacer intervenir en el debate histrico las diferentes voces, la recuperacin del valor de las vidas privadas y cotidianas son hoy una realidad cada vez ms evidente en las aulas y en todas las herramientas didcticas de quienes tienen a su cargo la enseanza del pasado, en los mbitos escolares.

    PG. 6

    PRIMERA PARTE

    PG. 8

    La potencialidad de las imgenes en los procesos de enseanza y aprendizaje de las Ciencias Sociales

    Resulta paradjico que ya no se discuta acerca de la preeminencia que en las sociedades actuales ocupan las imgenes (al punto de llegar a nombrarse nuestros tiempos como los de la cultura visual) y que, en oposicin a aquella realidad, la pedagoga no se haga eco an, de manera suficientemente profunda y sistemtica, del potencial que las imgenes de todo tipo tienen en las prcticas pedag-gicas. Poco a poco, y de la mano del uso que las jvenes generaciones le dan a las imgenes en relacin con los textos, el estatus mismo de stas ha sido puesto en consideracin. Y en especial en los mbitos acadmicos desde la semiologa a la historia del arte- se ha comenzado a producir un giro en la reflexin no slo del significado de las imgenes del pasado, sino tambin del presente. As, hoy resultan ms habituales los estudios que exploran la imagen ampliando la tradicional asociacin de sta con la fotografa, el cine y la televisin, y, fundamentalmente, analizando su transformacin a partir de la irrupcin del mundo virtual. Estas reflexiones tericas acerca del mundo iconogrfico han sido paralelas con la emergencia de acciones tendientes a la recuperacin y puesta en valor de diferentes expresiones visuales del pasado, entre ellas, la concientizacin acerca de la necesidad de recuperar y conservar el patrimonio visual. En esta lnea, merecen destacarse la aparicin de publicaciones que vienen inventariando diferentes aspectos del pasado en imgenes, la organizacin de muestras y exposiciones que, haciendo eje en aspectos muy diferentes, reactualizan la mirada sobre imgenes conocidas o bien dan a conocer muchas nuevas. Tal como sostienen Dussel y Gutirrez (ver bibliografa) se trata de poner en cuestin toda una tradicin de los sistemas educativos modernos, en los que la imagen ha sido generalmente despreciada como una forma de representacin inferior y menos legtima que la escritura (p. 85).Ahora bien, resultan todava escasas las producciones tericas y las experiencias puntuales que den cuenta del uso de las imgenes en la escuela y de sus potencialidades pedaggicas. La semitica de la imagen no ha decantado an, de manera sencilla y operativa, en una didctica de la imagen, an cuando algunas de las herramientas habituales -como los libros de texto, o cada vez ms habituales, como la computadora y el acceso a Internet- de uso en el aula se hayan teido en las ltimas dcadas de una ms clara y contundente lgica visual. Una vez ms, con Dussel y Gutirrez, se trata de proponer otros vnculos entre palabras e imgenes, proponer otros modos de trabajo con las imgenes, analizando la carga que contienen, abrindolas en su especificidad, y ponindolas en relacin con otras imgenes, relatos, discursos e interpretaciones de la realidad (Ibdem).Ahora bien, como muchas otras veces ha ocurrido en la prctica escolar cotidiana, debe reconocerse el valor que vienen teniendo las iniciativas de algunos docentes de Historia, y de muchos establecimientos educativos, en el trabajo con las imgenes (en especial con el cine y el video). Muchas de estas acciones innovadoras se han visto potenciadas en los ltimos tiempos gracias a la mayor accesibilidad a los recursos tecnolgicos y, desde ya, al clima de apertura en la sociedad que, poco a poco, ha permitido la llegada al aula de estas prcticas. Docentes y alumnos, haciendo uso de estos recursos y dispositivos, llevan adelante experiencias muy ricas y variadas con las imgenes muestras artsticas, fotogrficas o videos- que, de manera inminente, debieran convertirse en fuentes de inspiracin y reflexin de especialistas y pedagogos interesados en el uso y potencialidad de las imgenes en los mbitos escolares. En este sentido, se espera que muestras como la presente acten como disparadores de ideas similares que puedan reproducirse en las aulas.

    PG. 6

    PRIMERA PARTE

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  • Breve panorama de las ltimas tendencias en la enseanza de la Historia

    No se trata de una mera casualidad que haya sido en coincidencia con la apertura y profundizacin de la democracia en nuestro pas que en la escuela haya comenzado a producirse una transformacin de importancia, no slo en los contenidos de la enseanza, sino tambin en la modalidad de sus abordajes didcticos. Todas las perspectivas disciplinares, las prcticas pedaggicas y la misma escuela como institucin comenzaron a ser revisadas en el marco de apertura, debate y confrontacin de ideas que da lugar a un sistema demo-crtico. Ms all del tenor, profundidad, o incluso, mayor o menor acierto que pudieron tener las reformas educativas que se llevaron a cabo desde 1983, lo cierto es que la escuela de comienzos del siglo XX es bien diferente a la que fue, no slo en los comienzos del siglo anterior cuando el pas celebraba sus primeros cien aos de vida-, sino tambin en la ltima parte.

    En dicho marco, era inevitable que un rea disciplinar tan sensible a los vaivenes polticos e ideolgicos como las Ciencias Sociales y en particular, dentro de ellas, la Historia- no fuera una de las que ms se haya transformado en los ltimos tiempos, aunque, desde ya, quede mucho camino por recorrer todava. De hecho, ningn espacio cientfico ha sido, en definitiva, tan disputado por los regmenes autoritarios como el de estas ciencias. Justamente, una de esas importantes transformaciones evidenciadas por la ciencia histrica ha sido la reivindicacin de la importancia para la comprensin del pasado de los procesos sociales en tanto realidades complejas y dinmi-cas y, fundamentalmente, del lugar de protagonismo que en ellos han tenido y tienen los diferentes actores. Un enfoque de estas carac-tersticas siempre sospechoso para miradas autoritarias de cualquier tipo- permiti, de manera ineludible, ampliar la perspectiva unila-teral y compartimentada del saber histrico, as como tambin articular sus perspectivas y herramientas metodolgicas con las de otras disciplinas afines, tales como la sociologa, la economa, los estudios culturales, etc. De la mano de lo ocurrido en los mbitos acadmi-cos, en los que comenz a evidenciarse un saludable encuentro y confusin disciplinar que, adems de enriquecer el debate, multipli-c los temas y objetos de estudio-, tambin la didctica y la bajada al aula de los contenidos histricos dieron cuenta tmida, zigza-gueante pero firme, de que una nueva forma de comprender el pasado comenzaba a instalarse entre nosotros. La necesidad de contras-tar fuentes, de hacer intervenir en el debate histrico las diferentes voces, la recuperacin del valor de las vidas privadas y cotidianas son hoy una realidad cada vez ms evidente en las aulas y en todas las herramientas didcticas de quienes tienen a su cargo la enseanza del pasado, en los mbitos escolares.

    PG. 6

    PRIMERA PARTE

    La potencialidad de las imgenes en los procesos de enseanza y aprendizaje de las Ciencias Sociales

    Resulta paradjico que ya no se discuta acerca de la preeminencia que en las sociedades actuales ocupan las imgenes (al punto de llegar a nombrarse nuestros tiempos como los de la cultura visual) y que, en oposicin a aquella realidad, la pedagoga no se haga eco an, de manera suficientemente profunda y sistemtica, del potencial que las imgenes de todo tipo tienen en las prcticas pedag-gicas. Poco a poco, y de la mano del uso que las jvenes generaciones le dan a las imgenes en relacin con los textos, el estatus mismo de stas ha sido puesto en consideracin. Y en especial en los mbitos acadmicos desde la semiologa a la historia del arte- se ha comenzado a producir un giro en la reflexin no slo del significado de las imgenes del pasado, sino tambin del presente. As, hoy resultan ms habituales los estudios que exploran la imagen ampliando la tradicional asociacin de sta con la fotografa, el cine y la televisin, y, fundamentalmente, analizando su transformacin a partir de la irrupcin del mundo virtual. Estas reflexiones tericas acerca del mundo iconogrfico han sido paralelas con la emergencia de acciones tendientes a la recuperacin y puesta en valor de diferentes expresiones visuales del pasado, entre ellas, la concientizacin acerca de la necesidad de recuperar y conservar el patrimonio visual. En esta lnea, merecen destacarse la aparicin de publicaciones que vienen inventariando diferentes aspectos del pasado en imgenes, la organizacin de muestras y exposiciones que, haciendo eje en aspectos muy diferentes, reactualizan la mirada sobre imgenes conocidas o bien dan a conocer muchas nuevas. Tal como sostienen Dussel y Gutirrez (ver bibliografa) se trata de poner en cuestin toda una tradicin de los sistemas educativos modernos, en los que la imagen ha sido generalmente despreciada como una forma de representacin inferior y menos legtima que la escritura (p. 85).Ahora bien, resultan todava escasas las producciones tericas y las experiencias puntuales que den cuenta del uso de las imgenes en la escuela y de sus potencialidades pedaggicas. La semitica de la imagen no ha decantado an, de manera sencilla y operativa, en una didctica de la imagen, an cuando algunas de las herramientas habituales -como los libros de texto, o cada vez ms habituales, como la computadora y el acceso a Internet- de uso en el aula se hayan teido en las ltimas dcadas de una ms clara y contundente lgica visual. Una vez ms, con Dussel y Gutirrez, se trata de proponer otros vnculos entre palabras e imgenes, proponer otros modos de trabajo con las imgenes, analizando la carga que contienen, abrindolas en su especificidad, y ponindolas en relacin con otras imgenes, relatos, discursos e interpretaciones de la realidad (Ibdem).Ahora bien, como muchas otras veces ha ocurrido en la prctica escolar cotidiana, debe reconocerse el valor que vienen teniendo las iniciativas de algunos docentes de Historia, y de muchos establecimientos educativos, en el trabajo con las imgenes (en especial con el cine y el video). Muchas de estas acciones innovadoras se han visto potenciadas en los ltimos tiempos gracias a la mayor accesibilidad a los recursos tecnolgicos y, desde ya, al clima de apertura en la sociedad que, poco a poco, ha permitido la llegada al aula de estas prcticas. Docentes y alumnos, haciendo uso de estos recursos y dispositivos, llevan adelante experiencias muy ricas y variadas con las imgenes muestras artsticas, fotogrficas o videos- que, de manera inminente, debieran convertirse en fuentes de inspiracin y reflexin de especialistas y pedagogos interesados en el uso y potencialidad de las imgenes en los mbitos escolares. En este sentido, se espera que muestras como la presente acten como disparadores de ideas similares que puedan reproducirse en las aulas.

    PG. 6

    PRIMERA PARTE

    PG. 9

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  • 1. El significado del Bicentenario

    Los doscientos aos de vida independiente permitirn al docente trabajar con sus alumnos interrogantes disparadores para el abordaje general de la efemride. Entre otros:

    a. Qu significa para una Nacin cumplir doscientos aos?b. Puede sostenerse y si es as, con qu criterios- que existen naciones viejas y naciones jvenes? Cules seran las ventajas y desventajas de dichas realidades?c. En el marco del Primer Centenario, estuvo presente la idea de que la Argentina era un pas joven, con ms futuro que pasado. As, por ejemplo, lo sostuvo el filsofo espaol Jos Ortega y Gasset quien, en su primera visita a nuestro pas, pocos aos despus de 1910, sostuvo: La Argentina de entonces era una nacin que no poda definirse como usualmente se definen las naciones, por un pasado, por una lengua, por una religin, por un repertorio de costumbres. La Argentina, hecha de prepotentes diversidades (), haba logrado el milagro de hacer convivir lo ms heterogneo en el compacto edificio de un Estado comn. La Argentina, para el viajero de Castilla, era pura futuridad: el ensayo de vivir como nunca antes se haba vivido, fuera de los moldes de conceptos ya forjados, que se resquebrajaban y estallaban sin contener lo nuevo (Lojo, Mara Rosa. Las libres del sur. Una novela sobre Victoria Ocampo. Buenos Aires, Sudamericana, 2004, pp. 90-91). Puede proponerse a los alumnos la lectura de la cita anterior y discutir, adems de su vigencia en el marco del Segundo Centenario, el significado que podra tener, antes y ahora, la idea de nacin vieja y de nacin joven, fundamentalmente, en relacin con el lugar que el pasado ocupa en la construccin de la identidad nacional.

    2. Primer y Segundo Centenario

    Dada la importancia que, en 1910, el Estado Nacional le otorg a los festejos por el Primer Centenario, sera interesante que los alumnos pudieran llevar adelante una comparacin de dicho contexto histrico con el actual. Como en todo trabajo comparativo, es necesario tener presentes algunos criterios sobre los que trazar dicho parangn. Entre otros, pueden abordarse los siguientes:

    a. Qu tipo de Estado era el que festejaba en 1910 y cul el que lo hace hoy?b. Qu lugar ocupaban los festejos del Primer Centenario en el proyecto de pas de quienes conducan el Estado en 1910? Y en el actual?c. Cul era el mundo en aquel entonces y el lugar de la Argentina en ese mundo- y cul el de hoy?d. Cules fueron las principales transformaciones que el pas sufri en sus primeros cien aos? Y en el siglo siguiente? Esta pregunta puede ser un buen disparador para que los alumnos aborden tanto las cuestiones de la vida pblica como las de la vida privada, actuali-zando as el anlisis histrico.

    PG. 7

    SEGUNDA PARTE

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  • 1. El significado del Bicentenario

    Los doscientos aos de vida independiente permitirn al docente trabajar con sus alumnos interrogantes disparadores para el abordaje general de la efemride. Entre otros:

    a. Qu significa para una Nacin cumplir doscientos aos?b. Puede sostenerse y si es as, con qu criterios- que existen naciones viejas y naciones jvenes? Cules seran las ventajas y desventajas de dichas realidades?c. En el marco del Primer Centenario, estuvo presente la idea de que la Argentina era un pas joven, con ms futuro que pasado. As, por ejemplo, lo sostuvo el filsofo espaol Jos Ortega y Gasset quien, en su primera visita a nuestro pas, pocos aos despus de 1910, sostuvo: La Argentina de entonces era una nacin que no poda definirse como usualmente se definen las naciones, por un pasado, por una lengua, por una religin, por un repertorio de costumbres. La Argentina, hecha de prepotentes diversidades (), haba logrado el milagro de hacer convivir lo ms heterogneo en el compacto edificio de un Estado comn. La Argentina, para el viajero de Castilla, era pura futuridad: el ensayo de vivir como nunca antes se haba vivido, fuera de los moldes de conceptos ya forjados, que se resquebrajaban y estallaban sin contener lo nuevo (Lojo, Mara Rosa. Las libres del sur. Una novela sobre Victoria Ocampo. Buenos Aires, Sudamericana, 2004, pp. 90-91). Puede proponerse a los alumnos la lectura de la cita anterior y discutir, adems de su vigencia en el marco del Segundo Centenario, el significado que podra tener, antes y ahora, la idea de nacin vieja y de nacin joven, fundamentalmente, en relacin con el lugar que el pasado ocupa en la construccin de la identidad nacional.

    2. Primer y Segundo Centenario

    Dada la importancia que, en 1910, el Estado Nacional le otorg a los festejos por el Primer Centenario, sera interesante que los alumnos pudieran llevar adelante una comparacin de dicho contexto histrico con el actual. Como en todo trabajo comparativo, es necesario tener presentes algunos criterios sobre los que trazar dicho parangn. Entre otros, pueden abordarse los siguientes:

    a. Qu tipo de Estado era el que festejaba en 1910 y cul el que lo hace hoy?b. Qu lugar ocupaban los festejos del Primer Centenario en el proyecto de pas de quienes conducan el Estado en 1910? Y en el actual?c. Cul era el mundo en aquel entonces y el lugar de la Argentina en ese mundo- y cul el de hoy?d. Cules fueron las principales transformaciones que el pas sufri en sus primeros cien aos? Y en el siglo siguiente? Esta pregunta puede ser un buen disparador para que los alumnos aborden tanto las cuestiones de la vida pblica como las de la vida privada, actuali-zando as el anlisis histrico.

    PG. 7

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 9PG. 12

    3. Criterios cronolgicos de la periodizacin 1810-2010

    En las primeras pginas de esta Gua se reproducen, reducidos, cada uno de los 17 paneles que integran la muestra. Dicha segmentacin en paneles ser de utilidad para que, antes de realizar la visita a la muestra, el docente pueda adelantar y discutir con sus alumnos los criterios historiogrficos de periodizacin del devenir histrico de nuestro pas entre 1810 y 2003, as como la informacin ms relevante sobre los hechos ocurridos en cada una de esas etapas. A continuacin, se reproducen los perodos en cuestin, como as tambin los textos informativos que podrn leerse en cada panel.

    Hasta cundo esperamos para declarar nuestra independencia? nimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas...

    Jos de San Martn

    El desconcierto generado en la corona espaola por la invasin napolenica fue la oportunidad que encontraron los criollos de Buenos Aires para avanzar en el proceso de ruptura con su metrpoli. Eligieron jurar fidelidad a un rey cautivo y segn se pensaba entonces- con pocas posibilidades de retomar el trono antes que a una Junta como la de Cdiz, claramente conservadora. Esta fue la famosa ms-cara de Fernando VII, una verdadera estrategia de los criollos para encaminarse a la definitiva independencia que llevara aos de lucha. Los hechos ocurridos a partir del 18 de mayo de 1810 que pasarn a la historia como la Semana de mayo- marcaron el inicio de un largo camino hacia la conformacin de una nacin libre de toda dominacin extranjera. La participacin de los vecinos en el Cabildo abierto del 22 de mayo y la formacin de una Junta de Gobierno fueron apenas los primeros pasos dados en este sentido. Pero las dificultades para conformar un gobierno que representara los intereses de Buenos Aires y el interior, sumadas a las diferencias dentro de la Junta entre quienes, como Mariano Moreno y Juan Jos Castelli, pretendan darle un contenido social a la revolucin y apurar la ruptura con Espaa, y quienes, como Cornelio de Saavedra, tenan una actitud ms conservadora, hicieron que los primeros tiempos de vida de nuestro pas estuvieran plagados de intentos fallidos de conformacin de un gobierno estable.

    PG. 8

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 9

    3. Criterios cronolgicos de la periodizacin 1810-2010

    En las primeras pginas de esta Gua se reproducen, reducidos, cada uno de los 17 paneles que integran la muestra. Dicha segmentacin en paneles ser de utilidad para que, antes de realizar la visita a la muestra, el docente pueda adelantar y discutir con sus alumnos los criterios historiogrficos de periodizacin del devenir histrico de nuestro pas entre 1810 y 2003, as como la informacin ms relevante sobre los hechos ocurridos en cada una de esas etapas. A continuacin, se reproducen los perodos en cuestin, como as tambin los textos informativos que podrn leerse en cada panel.

    Hasta cundo esperamos para declarar nuestra independencia? nimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas...

    Jos de San Martn

    El desconcierto generado en la corona espaola por la invasin napolenica fue la oportunidad que encontraron los criollos de Buenos Aires para avanzar en el proceso de ruptura con su metrpoli. Eligieron jurar fidelidad a un rey cautivo y segn se pensaba entonces- con pocas posibilidades de retomar el trono antes que a una Junta como la de Cdiz, claramente conservadora. Esta fue la famosa ms-cara de Fernando VII, una verdadera estrategia de los criollos para encaminarse a la definitiva independencia que llevara aos de lucha. Los hechos ocurridos a partir del 18 de mayo de 1810 que pasarn a la historia como la Semana de mayo- marcaron el inicio de un largo camino hacia la conformacin de una nacin libre de toda dominacin extranjera. La participacin de los vecinos en el Cabildo abierto del 22 de mayo y la formacin de una Junta de Gobierno fueron apenas los primeros pasos dados en este sentido. Pero las dificultades para conformar un gobierno que representara los intereses de Buenos Aires y el interior, sumadas a las diferencias dentro de la Junta entre quienes, como Mariano Moreno y Juan Jos Castelli, pretendan darle un contenido social a la revolucin y apurar la ruptura con Espaa, y quienes, como Cornelio de Saavedra, tenan una actitud ms conservadora, hicieron que los primeros tiempos de vida de nuestro pas estuvieran plagados de intentos fallidos de conformacin de un gobierno estable.

    PG. 8

    SEGUNDA PARTE

    PG. 13

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  • PG. 11PG. 14

    Primero se crey en la viabilidad de gobiernos colegiados como la Primera Junta y la Junta Grande (1810)- y, luego, se fue pasando a gobiernos ms centralizados: dos triunviratos primero y, finalmente, gobiernos unipersonales como el Directorio. Llevara todava muchas dcadas ponerse de acuerdo en la forma de gobierno que deba darse en la nueva nacin. Estas diferencias se expresaron en violentos enfrentamientos, conflictos que iran, incluso, mucho ms lejos en el tiempo que la propia declaracin de Independencia (1816). Podra decirse que muchos de los choques de intereses que sern una constante en la historia posterior de la Argentina encuen-tran su expresin originaria en las turbulentas jornadas de mayo de 1810.

    El libro del perodo:

    Escritos y discursos, de Bernardo de Monteagudo.

    PG. 10

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 11

    Primero se crey en la viabilidad de gobiernos colegiados como la Primera Junta y la Junta Grande (1810)- y, luego, se fue pasando a gobiernos ms centralizados: dos triunviratos primero y, finalmente, gobiernos unipersonales como el Directorio. Llevara todava muchas dcadas ponerse de acuerdo en la forma de gobierno que deba darse en la nueva nacin. Estas diferencias se expresaron en violentos enfrentamientos, conflictos que iran, incluso, mucho ms lejos en el tiempo que la propia declaracin de Independencia (1816). Podra decirse que muchos de los choques de intereses que sern una constante en la historia posterior de la Argentina encuen-tran su expresin originaria en las turbulentas jornadas de mayo de 1810.

    El libro del perodo:

    Escritos y discursos, de Bernardo de Monteagudo.

    PG. 10

    SEGUNDA PARTE

    PG. 15

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    Unidos ntimamente por vnculos de naturaleza y de intereses recprocos luchamos contra tiranos que intentan profanar nuestros ms sagrados derechos

    Jos Gervasio Artigas

    Declarada la Independencia el 9 de julio de 1816, en San Miguel de Tucumn, la nueva Nacin se dispona a continuar la resistencia en la guerra desatada con Espaa. En esta contienda se destacaron, en un primer momento, Manuel Belgrano, Martn Miguel de Gemes y el general Jos de San Martn, cuyos planes emancipatorios desbordaban las fronteras del ex Virreinato. Encar la creacin del Cuerpo de Granaderos a Caballo y las campaas libertadoras a Chile y Per, que concluyeron con la independencia de estos pases hermanos. Las tropas de aquellos ejrcitos comandadas por Gemes, Belgrano y San Martn estuvieron compuestas por hombres del pueblo, los gauchos, que lo dejaban todo para abrazar la causa de la independencia, y siguen siendo los menos reconocidos de toda esta historia que hubiese sido muy distinta sin su coraje y entrega.

    Si bien, por ese entonces, el consenso era absoluto respecto de la necesidad de consolidar los pasos dados desde mayo de 1810 y plas-mar un texto constitucional que diera forma a la nueva entidad nacional, lo que segua sin poder alcanzar un acuerdo era la forma de gobierno que deba asumir el nuevo pas.

    Esta dificultad haba quedado claramente expresada durante las sesiones del Congreso de Tucumn, que proclam la Independencia, donde ya aparecieron dos modelos de organizacin claramente enfrentados. Por un lado, el unitario que defenda la centralidad de Buenos Aires, y por el otro, el federal, defendido por hombres como Artigas, Lpez, Ramrez y Quiroga, que gozaban de gran consenso en sus zonas de influencia y pugnaba por el reconocimiento de las autonomas provinciales. La sancin de la Constitucin de 1819, unitaria y centralista, provoc el rechazo de todas las provincias y el agravamiento del conflicto.

    PG. 12

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 13

    Unidos ntimamente por vnculos de naturaleza y de intereses recprocos luchamos contra tiranos que intentan profanar nuestros ms sagrados derechos

    Jos Gervasio Artigas

    Declarada la Independencia el 9 de julio de 1816, en San Miguel de Tucumn, la nueva Nacin se dispona a continuar la resistencia en la guerra desatada con Espaa. En esta contienda se destacaron, en un primer momento, Manuel Belgrano, Martn Miguel de Gemes y el general Jos de San Martn, cuyos planes emancipatorios desbordaban las fronteras del ex Virreinato. Encar la creacin del Cuerpo de Granaderos a Caballo y las campaas libertadoras a Chile y Per, que concluyeron con la independencia de estos pases hermanos. Las tropas de aquellos ejrcitos comandadas por Gemes, Belgrano y San Martn estuvieron compuestas por hombres del pueblo, los gauchos, que lo dejaban todo para abrazar la causa de la independencia, y siguen siendo los menos reconocidos de toda esta historia que hubiese sido muy distinta sin su coraje y entrega.

    Si bien, por ese entonces, el consenso era absoluto respecto de la necesidad de consolidar los pasos dados desde mayo de 1810 y plas-mar un texto constitucional que diera forma a la nueva entidad nacional, lo que segua sin poder alcanzar un acuerdo era la forma de gobierno que deba asumir el nuevo pas.

    Esta dificultad haba quedado claramente expresada durante las sesiones del Congreso de Tucumn, que proclam la Independencia, donde ya aparecieron dos modelos de organizacin claramente enfrentados. Por un lado, el unitario que defenda la centralidad de Buenos Aires, y por el otro, el federal, defendido por hombres como Artigas, Lpez, Ramrez y Quiroga, que gozaban de gran consenso en sus zonas de influencia y pugnaba por el reconocimiento de las autonomas provinciales. La sancin de la Constitucin de 1819, unitaria y centralista, provoc el rechazo de todas las provincias y el agravamiento del conflicto.

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  • PG. 15PG. 18

    Cada una de las provincias encarara la administracin de sus propios intereses colocando a un caudillo al frente de la defensa de estos. Buenos Aires hara lo propio, aunque se ver beneficiada por retener los ingresos de la aduana y de los negocios que generaba su condi-cin portuaria. La situacin del interior era diferente. En algunas regiones, como en Cuyo, Crdoba, Corrientes y las provincias del Noroeste, se haban desarrollado pequeas y medianas industrias, en algunos casos, muy rudimentarias, pero que abastecan a sus mercados internos y daban trabajo a los habitantes de estas regiones. Para el interior, el comercio libre signific en muchos casos la ruina de sus economas regionales arrasadas por los productos importados ms baratos y de mejor calidad.

    La superioridad de recursos econmicos y financieros de Buenos Aires haran que su influencia predominase en cualquier tipo de gobier-no nacional.

    Por lo tanto, para que las provincias pudieran eludir la dominacin de Buenos Aires, era imprescindible que conservaran cierto grado de autonoma econmica y fiscal; para ello era necesario lograr la autonoma poltica y, por lo tanto, limitar los poderes y autoridad del gobierno central. Se iniciaba as una larga y sangrienta guerra civil que demorara varias dcadas la ansiada y definitiva organizacin nacional.

    El libro del perodo:

    Escritos y discursos, de Bernardo de Monteagudo.

    PG. 14

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 15

    Cada una de las provincias encarara la administracin de sus propios intereses colocando a un caudillo al frente de la defensa de estos. Buenos Aires hara lo propio, aunque se ver beneficiada por retener los ingresos de la aduana y de los negocios que generaba su condi-cin portuaria. La situacin del interior era diferente. En algunas regiones, como en Cuyo, Crdoba, Corrientes y las provincias del Noroeste, se haban desarrollado pequeas y medianas industrias, en algunos casos, muy rudimentarias, pero que abastecan a sus mercados internos y daban trabajo a los habitantes de estas regiones. Para el interior, el comercio libre signific en muchos casos la ruina de sus economas regionales arrasadas por los productos importados ms baratos y de mejor calidad.

    La superioridad de recursos econmicos y financieros de Buenos Aires haran que su influencia predominase en cualquier tipo de gobier-no nacional.

    Por lo tanto, para que las provincias pudieran eludir la dominacin de Buenos Aires, era imprescindible que conservaran cierto grado de autonoma econmica y fiscal; para ello era necesario lograr la autonoma poltica y, por lo tanto, limitar los poderes y autoridad del gobierno central. Se iniciaba as una larga y sangrienta guerra civil que demorara varias dcadas la ansiada y definitiva organizacin nacional.

    El libro del perodo:

    Escritos y discursos, de Bernardo de Monteagudo.

    PG. 14

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  • PG. 17PG. 20

    El sistema federal puede hacer nuestra felicidad, tanto ms, cuanto es un sistema ms anlogo a los sentimientos de todos, porque est ms en contacto con el pueblo

    Manuel Dorrego

    La provincia de Buenos Aires gobernada por Martn Rodrguez y teniendo a Bernardino Rivadavia (1780-1845) como ministro- conti-nuaba con su poltica autnoma y, fundamentalmente gracias a los ingresos que le provea la Aduana, comenz un perodo de expan-sin econmica sin precedentes y de importantes transformaciones sociales que beneficiaron a Buenos Aires en desmedro de las provin-cias. Rivadavia impuls la educacin e intent quitarle poder poltico a la Iglesia. En 1822, el Tratado del Cuadriltero firmado por las provincias del litoral y Buenos Aires- fij para 1824 la convocatoria a un Congreso para sancionar una Constitucin. En ese marco, Riva-davia impuls la ley de Presidencia, por medio de la cual se creaba el cargo de Presidente de la Repblica Argentina que l mismo pasara a ejercer. El gobierno de Buenos Aires Aires, bajo el impulso de Rivadavia, contrata un emprstito con la banca Baring Brothers de Londres. Comenzaba as la larga historia de nuestra deuda externa.

    PG. 16

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 17

    El sistema federal puede hacer nuestra felicidad, tanto ms, cuanto es un sistema ms anlogo a los sentimientos de todos, porque est ms en contacto con el pueblo

    Manuel Dorrego

    La provincia de Buenos Aires gobernada por Martn Rodrguez y teniendo a Bernardino Rivadavia (1780-1845) como ministro- conti-nuaba con su poltica autnoma y, fundamentalmente gracias a los ingresos que le provea la Aduana, comenz un perodo de expan-sin econmica sin precedentes y de importantes transformaciones sociales que beneficiaron a Buenos Aires en desmedro de las provin-cias. Rivadavia impuls la educacin e intent quitarle poder poltico a la Iglesia. En 1822, el Tratado del Cuadriltero firmado por las provincias del litoral y Buenos Aires- fij para 1824 la convocatoria a un Congreso para sancionar una Constitucin. En ese marco, Riva-davia impuls la ley de Presidencia, por medio de la cual se creaba el cargo de Presidente de la Repblica Argentina que l mismo pasara a ejercer. El gobierno de Buenos Aires Aires, bajo el impulso de Rivadavia, contrata un emprstito con la banca Baring Brothers de Londres. Comenzaba as la larga historia de nuestra deuda externa.

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    PG. 21

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  • PG. 19PG. 22

    En 1825 se firma el tratado de libre comercio con Gran Bretaa, lo que implicaba el reconocimiento por parte de Inglaterra de nuestra independencia. El convenio sentara las bases de los roles de cada una de las firmantes: la naciente Argentina exportara materias primas y le comprara a Inglaterra productos elaborados, facilitando adems la inversin de capitales britnicos en distintos rubros de nuestra economa. Una vez ms, Rivadavia encontr la oportunidad para llevar adelante medidas claramente unitarias, como por ejemplo la Ley de Capitalizacin de la Ciudad de Buenos Aires y, finalmente, la sancin de la Constitucin de 1826, de impronta claramente centralista. Esto motiv un nuevo rechazo por parte de las provincias y la renuncia, en 1827, del Presidente, quien debi marchar al exilio. Acto seguido, la Legislatura de Buenos Aires eligi como gobernador a Manuel Dorrego.

    El libro del perodo: Cielitos y dilogos patriticos, de Bartolom Hidalgo (1821).

    PG. 18

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 19

    En 1825 se firma el tratado de libre comercio con Gran Bretaa, lo que implicaba el reconocimiento por parte de Inglaterra de nuestra independencia. El convenio sentara las bases de los roles de cada una de las firmantes: la naciente Argentina exportara materias primas y le comprara a Inglaterra productos elaborados, facilitando adems la inversin de capitales britnicos en distintos rubros de nuestra economa. Una vez ms, Rivadavia encontr la oportunidad para llevar adelante medidas claramente unitarias, como por ejemplo la Ley de Capitalizacin de la Ciudad de Buenos Aires y, finalmente, la sancin de la Constitucin de 1826, de impronta claramente centralista. Esto motiv un nuevo rechazo por parte de las provincias y la renuncia, en 1827, del Presidente, quien debi marchar al exilio. Acto seguido, la Legislatura de Buenos Aires eligi como gobernador a Manuel Dorrego.

    El libro del perodo: Cielitos y dilogos patriticos, de Bartolom Hidalgo (1821).

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  • PG. 21PG. 24

    Yo, mi respetado general, en la posicin en que estoy colocado, no debo tener corazn. Vuestra Excelencia siente por s mismo, que los hombres valientes no pueden abrigar sentimientos innobles, y al sacrificar al coronel Dorrego, lo hago en la persuasin de que as lo exigen los intereses de un gran pueblo

    Juan Lavalle

    Durante su breve gobierno (1827-1828), Manuel Dorrego llev adelante una poltica progresista y popular. Suspendi el pago de la deuda externa contrada por Rivadavia, fij precios mximos para los artculos de primera necesidad y se acerc a los caudillos federales de las provincias. Con la excusa de la firma de la paz con Brasil, los unitarios llevaron adelante un golpe de Estado encabezado por Lava-lle, y fusilaron a Dorrego, en diciembre de 1828. Tras el breve y violento gobierno de Lavalle, en 1829 asumi la gobernacin de Buenos Aires uno de los estancieros ms poderosos de la provincia, Juan Manuel de Rosas, que ejerci una enorme influencia sobre todo el pas. A partir de entonces y hasta su cada en 1852, el llamado Restaurador de las Leyes ejercer el poder en forma autoritaria para perse-guir duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteas. En 1837, surgi una generacin intelectual que, inspirada en el romanticismo europeo, dar un sello propio a las letras argentinas y se constituir en una aguda opositora al rosismo. Esteban Echeverra y Juan Bautista Alberdi fueron dos de sus exponentes ms notables.

    PG. 20

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 21

    Yo, mi respetado general, en la posicin en que estoy colocado, no debo tener corazn. Vuestra Excelencia siente por s mismo, que los hombres valientes no pueden abrigar sentimientos innobles, y al sacrificar al coronel Dorrego, lo hago en la persuasin de que as lo exigen los intereses de un gran pueblo

    Juan Lavalle

    Durante su breve gobierno (1827-1828), Manuel Dorrego llev adelante una poltica progresista y popular. Suspendi el pago de la deuda externa contrada por Rivadavia, fij precios mximos para los artculos de primera necesidad y se acerc a los caudillos federales de las provincias. Con la excusa de la firma de la paz con Brasil, los unitarios llevaron adelante un golpe de Estado encabezado por Lava-lle, y fusilaron a Dorrego, en diciembre de 1828. Tras el breve y violento gobierno de Lavalle, en 1829 asumi la gobernacin de Buenos Aires uno de los estancieros ms poderosos de la provincia, Juan Manuel de Rosas, que ejerci una enorme influencia sobre todo el pas. A partir de entonces y hasta su cada en 1852, el llamado Restaurador de las Leyes ejercer el poder en forma autoritaria para perse-guir duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteas. En 1837, surgi una generacin intelectual que, inspirada en el romanticismo europeo, dar un sello propio a las letras argentinas y se constituir en una aguda opositora al rosismo. Esteban Echeverra y Juan Bautista Alberdi fueron dos de sus exponentes ms notables.

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  • PG. 23PG. 26

    Durante los aos en que gobern Rosas, creci enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas. Rosas defendi decididamente la soberana nacional frente a las agresio-nes de Francia en 1838 y de Francia e Inglaterra en 1845.

    Los terratenientes bonaerenses, con Rosas a la cabeza, se opusieron a la organizacin nacional y a la sancin de una constitucin, porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del pas y la prdida de la hegemona portea, intereses que l representaba en buena medida. El gobernador de Entre Ros, Justo Jos de Urquiza, se pronunci contra Rosas en mayo de 1851, se puso al frente del Ejrcito Grande que march sobre Buenos Aires y derrot a Rosas el 3 de febrero de 1852 en la batalla de Caseros.

    Algunos libros del perodo: Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento (1845).La cautiva (1837) y El matadero (1874), de Esteban Echeverra.El gigante amapolas, de Juan Bautista Alberdi (1842).

    PG. 22

    SEGUNDA PARTE

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  • PG. 23

    Durante los aos en que gobern Rosas, creci enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas. Rosas defendi decididamente la soberana nacional frente a las agresio-nes de Francia en 1838 y de Francia e Inglaterra en 1845.

    Los terratenientes bonaerenses, con Rosas a la cabeza, se opusieron a la organizacin nacional y a la sancin de una constitucin, porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del pas y la prdida de la hegemona portea, intereses que l representaba en buena medida. El gobernador de Entre Ros, Justo Jos de Urquiza, se pronunci contra Rosas en mayo de 1851, se puso al frente del Ejrcito Grande que march sobre Buenos Aires y derrot a Rosas el 3 de febrero de 1852 en la batalla de Caseros.

    Algunos libros del perodo: Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento (1845).La cautiva (1837) y El matadero (1874), de Esteban Echeverra.El gigante amapolas, de Juan Bautista Alberdi (1842).

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  • PG. 25PG. 28

    La geografa, la historia, los pactos vinculan a Buenos Aires al resto de la Nacin. Ni ella puede existir sin sus hermanas, ni sus hermanas sin ella. El destino de la Nacin est en vuestras manos dictad una Constitucin que haga imposible para adelante la anarqua y el despotismo

    Justo Jos de Urquiza

    Aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta portea seguan siendo los mismos. Bartolom Mitre y Adolfo Alsina dieron un golpe de Estado contra Urquiza conocido como la "Revolucin del 11 de septiembre de 1852". A partir de entonces, el pas qued por casi diez aos dividido en dos: el Estado de Buenos Aires, y la Confederacin (el resto de las provincias con capital en Paran). Urquiza convoc al Congreso Constituyente que el 1. de mayo de 1853 sancion el texto constitucional tan demorado.

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  • PG. 25

    La geografa, la historia, los pactos vinculan a Buenos Aires al resto de la Nacin. Ni ella puede existir sin sus hermanas, ni sus hermanas sin ella. El destino de la Nacin est en vuestras manos dictad una Constitucin que haga imposible para adelante la anarqua y el despotismo

    Justo Jos de Urquiza

    Aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta portea seguan siendo los mismos. Bartolom Mitre y Adolfo Alsina dieron un golpe de Estado contra Urquiza conocido como la "Revolucin del 11 de septiembre de 1852". A partir de entonces, el pas qued por casi diez aos dividido en dos: el Estado de Buenos Aires, y la Confederacin (el resto de las provincias con capital en Paran). Urquiza convoc al Congreso Constituyente que el 1. de mayo de 1853 sancion el texto constitucional tan demorado.

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    Pese a las limitaciones econmicas que le impona la separacin de Buenos Aires, la Confederacin urquicista intent dar los primeros pasos hacia la modernizacin y el desarrollo. Mientras tanto, el Estado de Buenos Aires gozaba de la prosperidad de las rentas prove-nientes del puerto y de la Aduana, y no dejaba de hostigar a la Confederacin, primero econmicamente y, luego, de forma militar. La batalla final se dio en Pavn en septiembre de 1861, donde Buenos Aires se impuso definitivamente sobre el resto del pas. Mitre fue electo presidente en 1862 dando comienzo al proceso de organizacin nacional bajo el predominio de los intereses porteos.

    El libro del perodo: Bases y puntos de partida para la organizacin poltica de la Repblica Argentina, de Juan Bautista Alberdi (1852).

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  • PG. 27

    Pese a las limitaciones econmicas que le impona la separacin de Buenos Aires, la Confederacin urquicista intent dar los primeros pasos hacia la modernizacin y el desarrollo. Mientras tanto, el Estado de Buenos Aires gozaba de la prosperidad de las rentas prove-nientes del puerto y de la Aduana, y no dejaba de hostigar a la Confederacin, primero econmicamente y, luego, de forma militar. La batalla final se dio en Pavn en septiembre de 1861, donde Buenos Aires se impuso definitivamente sobre el resto del pas. Mitre fue electo presidente en 1862 dando comienzo al proceso de organizacin nacional bajo el predominio de los intereses porteos.

    El libro del perodo: Bases y puntos de partida para la organizacin poltica de la Repblica Argentina, de Juan Bautista Alberdi (1852).

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    El poder, la riqueza y la fuerza de una nacin dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la compo-nen; y la educacin pblica no debe tener otro fin que el aumentar esas fuerzas de produccin, de accin y de direccin, aumentando cada vez ms el nmero de individuos que las posean

    D.F. Sarmiento, De la educacin popular, 1849

    Con la derrota de la Confederacin Nacional a manos de Buenos Aires, le quedaba allanado el camino al poder central para concretar la unificacin nacional segn sus intereses. A dicha tarea se abocaron los presidentes Bartolom Mitre (1862-1868), Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) y Nicols Avellaneda (1874-1880). Durante estas gestiones, la Argentina logr un gran avance en materia de consolidacin del Estado y modernizacin de la sociedad. Se profundiz la poltica migratoria, se estimul la educacin popular, se crearon instituciones y organismos que contribuyeran a delinear un estado fuerte, centralizado y ordenado. Pero estas polticas impues-tas a todo el pas desde Buenos Aires siguieron provocando la lgica resistencia del interior, que se alz en armas contra el poder central y en defensa de sus industrias y artesanas provinciales, con las montoneras federales de ngel Vicente el Chacho Pealoza en 1863, Felipe Varela en 1866 y Ricardo Lpez Jordn en 1876.

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    SEGUNDA PARTE

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    El poder, la riqueza y la fuerza de una nacin dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la compo-nen; y la educacin pblica no debe tener otro fin que el aumentar esas fuerzas de produccin, de accin y de direccin, aumentando cada vez ms el nmero de individuos que las posean

    D.F. Sarmiento, De la educacin popular, 1849

    Con la derrota de la Confederacin Nacional a manos de Buenos Aires, le quedaba allanado el camino al poder central para concretar la unificacin nacional segn sus intereses. A dicha tarea se abocaron los presidentes Bartolom Mitre (1862-1868), Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) y Nicols Avellaneda (1874-1880). Durante estas gestiones, la Argentina logr un gran avance en materia de consolidacin del Estado y modernizacin de la sociedad. Se profundiz la poltica migratoria, se estimul la educacin popular, se crearon instituciones y organismos que contribuyeran a delinear un estado fuerte, centralizado y ordenado. Pero estas polticas impues-tas a todo el pas desde Buenos Aires siguieron provocando la lgica resistencia del interior, que se alz en armas contra el poder central y en defensa de sus industrias y artesanas provinciales, con las montoneras federales de ngel Vicente el Chacho Pealoza en 1863, Felipe Varela en 1866 y Ricardo Lpez Jordn en 1876.

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    Todos estos movimientos fueron sangrientamente reprimidos por el flamante Ejrcito Nacional, que puso fin a las milicias provinciales unificando el poder coercitivo del Estado y ponindolo bajo el mando del poder central. Este ejrcito debutar internacionalmente en la sangrienta, injusta y costossima Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), por la que la Argentina, Uruguay y el Brasil invadieron el Para-guay con la excusa de destituir a su presidente, Francisco Solano Lpez (1826-1870), a quien los aliados consideraban un dictador. El Estado Argentino se consolidar sobre la base de las necesidades de un modelo agroexportador que implicar grandes diferencias econmicas y sociales entre una minora beneficiaria del sistema y una mayora excluida del reparto de la riqueza y de la participacin poltica. La irrupcin de un movimiento obrero combativo y de partidos polticos modernos llevar a los dirigentes oligrquicos a replan-tear su forma de hacer poltica sin modificar el modo de produccin y distribucin de la riqueza.

    El libro del perodo: Martn Fierro, de Jos Hernndez (1872).

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    Todos estos movimientos fueron sangrientamente reprimidos por el flamante Ejrcito Nacional, que puso fin a las milicias provinciales unificando el poder coercitivo del Estado y ponindolo bajo el mando del poder central. Este ejrcito debutar internacionalmente en la sangrienta, injusta y costossima Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), por la que la Argentina, Uruguay y el Brasil invadieron el Para-guay con la excusa de destituir a su presidente, Francisco Solano Lpez (1826-1870), a quien los aliados consideraban un dictador. El Estado Argentino se consolidar sobre la base de las necesidades de un modelo agroexportador que implicar grandes diferencias econmicas y sociales entre una minora beneficiaria del sistema y una mayora excluida del reparto de la riqueza y de la participacin poltica. La irrupcin de un movimiento obrero combativo y de partidos polticos modernos llevar a los dirigentes oligrquicos a replan-tear su forma de hacer poltica sin modificar el modo de produccin y distribucin de la riqueza.

    El libro del perodo: Martn Fierro, de Jos Hernndez (1872).

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    Mi opinin es que el comercio sabe mejor que el gobierno lo que a l le conviene; la verdadera poltica consiste, pues, en dejarle la ms amplia voluntad

    Julio Argentino Roca

    El lema Paz y Administracin con el que Julio A. Roca inici su mandato en 1880 era mucho ms que una frase. Alcanzada la paz interior, ordenado el Estado, federalizada la ciudad de Buenos Aires, integrado el territorio, no quedaba sino dedicarse a profundizar los pasos iniciados en 1862. Prcticamente sin perturbaciones, un mismo grupo dirigente control durante varias dcadas los resortes del poder, insertando a la Argentina en los trminos de la divisin internacional del trabajo que determinaba que nuestro pas se especiali-zara en la produccin de materias primas para su exportacin y comprara todos los productos manufacturados a los pases centrales, particularmente a Inglaterra. A consolidar ese modelo se dirigieron polticas tales como el poblamiento del territorio con mano de obra inmigrante, el tendido de lneas frreas que trasladaran la produccin agropecuaria a las zonas portuarias y la inversin en infraestructu-ra que facilitara la salida de los barcos. La poltica inmigratoria que implic el ingreso de vastos contingentes de extranjeros- no tuvo slo un efecto econmico. Implic tambin la conformacin de una nueva cultura nacional, basada en la diversidad y en la pluralidad, un sello que, por dcadas, identificara a la Argentina.

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    Mi opinin es que el comercio sabe mejor que el gobierno lo que a l le conviene; la verdadera poltica consiste, pues, en dejarle la ms amplia voluntad

    Julio Argentino Roca

    El lema Paz y Administracin con el que Julio A. Roca inici su mandato en 1880 era mucho ms que una frase. Alcanzada la paz interior, ordenado el Estado, federalizada la ciudad de Buenos Aires, integrado el territorio, no quedaba sino dedicarse a profundizar los pasos iniciados en 1862. Prcticamente sin perturbaciones, un mismo grupo dirigente control durante varias dcadas los resortes del poder, insertando a la Argentina en los trminos de la divisin internacional del trabajo que determinaba que nuestro pas se especiali-zara en la produccin de materias primas para su exportacin y comprara todos los productos manufacturados a los pases centrales, particularmente a Inglaterra. A consolidar ese modelo se dirigieron polticas tales como el poblamiento del territorio con mano de obra inmigrante, el tendido de lneas frreas que trasladaran la produccin agropecuaria a las zonas portuarias y la inversin en infraestructu-ra que facilitara la salida de los barcos. La poltica inmigratoria que implic el ingreso de vastos contingentes de extranjeros- no tuvo slo un efecto econmico. Implic tambin la conformacin de una nueva cultura nacional, basada en la diversidad y en la pluralidad, un sello que, por dcadas, identificara a la Argentina.

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    Toda esta transformacin pudo llevarse a cabo gracias a la vigencia de un sistema poltico fraudulento basado en el control de la suce-sin presidencial, por medio del cual un mismo grupo dirigente se garantizaba la permanencia en los altos cargos de la administacin y, normalmente, el presidente saliente impona el nombre de su sucesor. Durante aos, Roca se constituy en el gran elector, al punto de ocupar la presidencia en dos perodos: 1880-1886 y 1898-1904. Sin embargo, hacia 1890 comenzaron a aparecer manifestaciones polticas adversas al rgimen. Surgieron as, por un lado, la Unin Cvica Radical reclamando mediante acciones revolucionarias- el libre sufragio y, por el otro, las primeras organizaciones de izquierda (socialistas y anarquistas), denunciando el deterioro de la calidad de vida de los trabajadores. En 1910, la oligarqua en el poder celebr el Primer Centenario de la Revolucin de Mayo con gran pompa e invita-dos de todo el mundo. La Argentina era un pas rico, el granero del mundo, pero la mitad de sus habitantes, segn cifras oficiales, esta-ban debajo de lo que hoy llamaramos lnea de la pobreza. El movimiento obrero se manifest contundentemente durante aquellos das y fue reprimido con toda dureza por el gobierno de Figueroa Alcorta. Luego de dcadas de resistencia, el Rgimen sancion en 1912 la Ley Senz Pea que garantizaba el voto universal, secreto y obligatorio. Gracias a ella, el radicalismo pudo acceder al gobierno en 1916.

    El libro del perodo:

    Juvenilia, de Miguel Can (1884).

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    Toda esta transformacin pudo llevarse a cabo gracias a la vigencia de un sistema poltico fraudulento basado en el control de la suce-sin presidencial, por medio del cual un mismo grupo dirigente se garantizaba la permanencia en los altos cargos de la administacin y, normalmente, el presidente saliente impona el nombre de su sucesor. Durante aos, Roca se constituy en el gran elector, al punto de ocupar la presidencia en dos perodos: 1880-1886 y 1898-1904. Sin embargo, hacia 1890 comenzaron a aparecer manifestaciones polticas adversas al rgimen. Surgieron as, por un lado, la Unin Cvica Radical reclamando mediante acciones revolucionarias- el libre sufragio y, por el otro, las primeras organizaciones de izquierda (socialistas y anarquistas), denunciando el deterioro de la calidad de vida de los trabajadores. En 1910, la oligarqua en el poder celebr el Primer Centenario de la Revolucin de Mayo con gran pompa e invita-dos de todo el mundo. La Argentina era un pas rico, el granero del mundo, pero la mitad de sus habitantes, segn cifras oficiales, esta-ban debajo de lo que hoy llamaramos lnea de la pobreza. El movimiento obrero se manifest contundentemente durante aquellos das y fue reprimido con toda dureza por el gobierno de Figueroa Alcorta. Luego de dcadas de resistencia, el Rgimen sancion en 1912 la Ley Senz Pea que garantizaba el voto universal, secreto y obligatorio. Gracias a ella, el radicalismo pudo acceder al gobierno en 1916.

    El libro del perodo:

    Juvenilia, de Miguel Can (1884).

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    En mayo de 1910 la esplndida oligarqua argentina se preparaba para celebrar el Centenario de la Revolucin de Mayo. Se organizaron grandes desfiles y una exposicin universal para demostrarle al mundo los progresos de la Pars del Plata. Se cursaron invitaciones a todos los reyes y gobernantes del mundo occidental, pero slo acept el convite la infanta Isabel de Espaa, una arist-crata de segunda clase para la afrancesada gente decente de Buenos Aires; aquella clase dirigente quera exhibir los avances del granero del mundo. A los escritores orgnicos les dio un notable ataque de nacionalismo y reivindicaron al otrora vago y mal entreteni-do gaucho, con tal de diferenciarse de la oleada inmigratoria y de sus ideas disolventes. El movimiento obrero advirti la gran trascendencia de los festejos y aprovech su repercusin en la prensa internacional para dar a conocer la real situacin de los habitantes del pas.La Federacin Obrera Regional Argentina (FORA), de tendencia anarquista, lanz una huelga general para la semana de mayo y realiz una manifestacin que reuni a 70.000 personas frente a la penitenciara de la calle Las Heras. Pedan la libertad de los presos sociales, entre ellos Simn Radowitzky, el joven anarquista ruso que haba asesinado al Coronel Ramn Lorenzo Falcn responsable de la matan-za de trabajadores que pas a la historia como la Semana Roja de mayo de 1909.El gobierno del presidente Figueroa Alcorta decret el estado de sitio, y el Congreso sancion la Ley 7026, llamada de Defensa Social, que inclua la pena de muerte para los activistas sindicales, limitaba seriamente la actividad gremial, prohiba explcitamente la propagan-da anarquista y el ingreso de extranjeros que hubieran sufrido condenas por motivos polticos. Pese a la dura represin, los fastuosos festejos del Centenario se vieron afectados por numerosas huelgas y actos de sabotaje llevados adelante por el movimiento obrero que dej sin luz a la ceremonia inaugural del festejo. Mientras hablaba Figueroa Alcorta sonaron petardos, y un anarquista se at con cadenas a las rejas de la Sociedad Rural. Hasta que lo desataron, logr llamar la atencin de la prensa extranjera y contar que en la Argentina el pueblo se mora de hambre y que eso que ellos vean era un dramtico decorado.La respuesta no se hizo esperar. Grupos autodenomindados nacionalistas, que actuaban con total impunidad, atacaron locales y bibliotecas obreras y hasta incendiaron el circo de Frank Brown. El gran payaso ingls haba instalado su carpa en Florida y Paraguay. Los pitucos decan que afeaba la ciudad y llenaba esa zona elegante de gente indeseable, porque Frank abra su circo a todas las clases sociales y no cobraba entrada a los nios pobres. El fuego patritico arras tambin con la alegra infantil.

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    En mayo de 1910 la esplndida oligarqua argentina se preparaba para celebrar el Centenario de la Revolucin de Mayo. Se organizaron grandes desfiles y una exposicin universal para demostrarle al mundo los progresos de la Pars del Plata. Se cursaron invitaciones a todos los reyes y gobernantes del mundo occidental, pero slo acept el convite la infanta Isabel de Espaa, una arist-crata de segunda clase para la afrancesada gente decente de Buenos Aires; aquella clase dirigente quera exhibir los avances del granero del mundo. A los escritores orgnicos les dio un notable ataque de nacionalismo y reivindicaron al otrora vago y mal entreteni-do gaucho, con tal de diferenciarse de la oleada inmigratoria y de sus ideas disolventes. El movimiento obrero advirti la gran trascendencia de los festejos y aprovech su repercusin en la prensa internacional para dar a conocer la real situacin de los habitantes del pas.La Federacin Obrera Regional Argentina (FORA), de tendencia anarquista, lanz una huelga general para la semana de mayo y realiz una manifestacin que reuni a 70.000 personas frente a la penitenciara de la calle Las Heras. Pedan la libertad de los presos sociales, entre ellos Simn Radowitzky, el joven anarquista ruso que haba asesinado al Coronel Ramn Lorenzo Falcn responsable de la matan-za de trabajadores que pas a la historia como la Semana Roja de mayo de 1909.El gobierno del presidente Figueroa Alcorta decret el estado de sitio, y el Congreso sancion la Ley 7026, llamada de Defensa Social, que inclua la pena de muerte para los activistas sindicales, limitaba seriamente la actividad gremial, prohiba explcitamente la propagan-da anarquista y el ingreso de extranjeros que hubieran sufrido condenas por motivos polticos. Pese a la dura represin, los fastuosos festejos del Centenario se vieron afectados por numerosas huelgas y actos de sabotaje llevados adelante por el movimiento obrero que dej sin luz a la ceremonia inaugural del festejo. Mientras hablaba Figueroa Alcorta sonaron petardos, y un anarquista se at con cadenas a las rejas de la Sociedad Rural. Hasta que lo desataron, logr llamar la atencin de la prensa extranjera y contar que en la Argentina el pueblo se mora de hambre y que eso que ellos vean era un dramtico decorado.La respuesta no se hizo esperar. Grupos autodenomindados nacionalistas, que actuaban con total impunidad, atacaron locales y bibliotecas obreras y hasta incendiaron el circo de Frank Brown. El gran payaso ingls haba instalado su carpa en Florida y Paraguay. Los pitucos decan que afeaba la ciudad y llenaba esa zona elegante de gente indeseable, porque Frank abra su circo a todas las clases sociales y no cobraba entrada a los nios pobres. El fuego patritico arras tambin con la alegra infantil.

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    Cuenta un testigo de los hechos: Se haba alquilado un inmenso local para encerrar a los presos, precaucin necesaria sin duda alguna, ya que las numerosas crceles que tiene Buenos Aires estn siempre recargadas de detenidos. Mientras tanto, en la ciudad se organiza-ban columnas de patriotas que, al amparo del estado de sitio, iban sembrando el terror por todas partes. Nada en verdad ms alejado del sentimiento patritico que aquellos malones organizados y dirigidos por la polica. Las turbas del 14 de mayo y das siguientes no estaban animadas de sentimientos patriticos. Tuvieron el propsito de aterrorizar a los trabajadores impidiendo que stos, movidos a impulsos de la solidaridad, respondieran a los prisioneros y a la declaracin del estado de sitio con el paro general. Era preciso impedir a todo trance que hubiese huelga, para que las fiestas del Centenario se realizasen tranquilamente, con todo el brillo que era posible esperar de la presencia de la nieta del rey espaol destronado por la revolucin que se conmemoraba. La autocracia, el autoritarismo, la cesacin de las leyes constitucionales es lo que los republicanos federales de la Argentina pusieron en vigencia para celebrar aquella revolucin que proclam la libertad, los derechos del hombre, la soberana popular.As festejaba la oligarqua a travs del gobierno de Figueroa Alcorta aquel que el 28 de enero de 1908 haba clausurado el Congreso Nacional los cien aos de libertad. As conmemoraba el Centenario de la Revolucin liderada por Mariano Moreno, aquel que los haba sentenciado con su frase premonitoria: Es necesario destruir los abusos de la administracin, desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al Estado, excitar y dirigir el espritu pblico, educar al pueblo, destruir o contener a sus enemigos y dar nueva vida a las provincias. Si el gobierno huye el trabajo, si sigue las huellas de sus predeceso-res, conservando la alianza con la corrupcin y el desorden, har traicin a las justas esperanzas del pueblo y llegar a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en sus manos.As fue aquel maravilloso Centenario, con la prensa obrera incendiada y acallada, dos mil trabajadores detenidos, cien deportados y otros cien enterrados en el infierno del penal de Ushuaia. Nos encaminamos hacia el Segundo Centenario de nuestra revolucin fundacional. El mejor homenaje a aquellos padres fundadores no ser seguramente un fro monumento o una placa de bronce destinada a ser robada y fundida, sino cumplir con aquellos puntos cardi-nales trazados por Belgrano y Moreno que anhelaban un pas con industria, justicia, equidad y educacin, como lo dejaron plasmado en sus notables escritos.

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    Cuenta un testigo de los hechos: Se haba alquilado un inmenso local para encerrar a los presos, precaucin necesaria sin duda alguna, ya que las numerosas crceles que tiene Buenos Aires estn siempre recargadas de detenidos. Mientras tanto, en la ciudad se organiza-ban columnas de patriotas que, al amparo del estado de sitio, iban sembrando el terror por todas partes. Nada en verdad ms alejado del sentimiento patritico que aquellos malones organizados y dirigidos por la polica. Las turbas del 14 de mayo y das siguientes no estaban animadas de sentimientos patriticos. Tuvieron el propsito de aterrorizar a los trabajadores impidiendo que stos, movidos a impulsos de la solidaridad, respondieran a los prisioneros y a la declaracin del estado de sitio con el paro general. Era preciso impedir a todo trance que hubiese huelga, para que las fiestas del Centenario se realizasen tranquilamente, con todo el brillo que era posible esperar de la presencia de la nieta del rey espaol destronado por la revolucin que se conmemoraba. La autocracia, el autoritarismo, la cesacin de las leyes constitucionales es lo que los republicanos federales de la Argentina pusieron en vigencia para celebrar aquella revolucin que proclam la libertad, los derechos del hombre, la soberana popular.As festejaba la oligarqua a travs del gobierno de Figueroa Alcorta aquel que el 28 de enero de 1908 haba clausurado el Congreso Nacional los cien aos de libertad. As conmemoraba el Centenario de la Revolucin liderada por Mariano Moreno, aquel que los haba sentenciado con su frase premonitoria: Es necesario destruir los abusos de la administracin, desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al Estado, excitar y dirigir el espritu pblico, educar al pueblo, destruir o contener a sus enemigos y dar nueva vida a las provincias. Si el gobierno huye el trabajo, si sigue las huellas de sus predeceso-res, conservando la alianza con la corrupcin y el desorden, har traicin a las justas esperanzas del pueblo y llegar a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en sus manos.As fue aquel maravilloso Centenario, con la prensa obrera incendiada y acallada, dos mil trabajadores detenidos, cien deportados y otros cien enterrados en el infierno del penal de Ushuaia. Nos encaminamos hacia el Segundo Centenario de nuestra revolucin fundacional. El mejor homenaje a aquellos padres fundadores no ser seguramente un fro monumento o una placa de bronce destinada a ser robada y fundida, sino cumplir con aquellos puntos cardi-nales trazados por Belgrano y Moreno que anhelaban un pas con industria, justicia, equidad y educacin, como lo dejaron plasmado en sus notables escritos.

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    En la enormidad de los inmensos daos que causara el rgimen en su dominio detentado por tan largo tiempo, y en la dilapidacin del patrimonio y de la riqueza nacional, la tierra pblica fue la ms vorazmente arrebatada, apropindosela en casos para s, o enajenndola en otros en grandes latif