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Medios

Página Web: http://unperiodico.unal.edu.co Versión Internet: UNDigital Correo electrónico: [email protected] Teléfonos: 316 5348 - 316 5000 extensión: 18384 / Fax: 3165232 Edificio Uriel Gutiérrez Transv. 38 Nº 40-01, piso 5º. ISNN1657-0987

Solo una semana separó la toma del Palacio de Justicia y la catástrofe de Armero. En ocho días todo cambió, des-de el clima de opinión frente al presidente Belisario Betan-cur hasta la manera de infor-mar de los medios de comu-nicación. Para la prensa todo era nuevo, trágico y rápido. Nadie estaba preparado para cubrir los dos hechos, que desbordaron la capacidad de las redacciones.

Hoy, 20 años después –pudo haber sido antes– con-viene reflexionar sobre las enseñanzas y lecciones que le quedaron a la prensa en la cobertura de esas dos gran-des noticias que se convirtie-ron en pruebas para el perio-dismo colombiano, debido a los poderosos intereses polí-ticos en juego, a las crispadas reacciones sociales y al eleva-do número de víctimas.

En noviembre de 1985 la hegemonía de la radio era evidente. Caracol, RCN, To-delar, Súper y Radio Melodía

eran los medios de mayor penetración en todo el país, no existía la telefonía móvil, pero sí la facilidad de utilizar cualquier teléfono fijo como transmisor. La televisión es-taba limitada por el esquema de espacios noticiosos y difi-cultades técnicas, no habían nacido los canales privados y la comunicación directa al satélite resultaba imposible.

Con estas limitaciones técnicas, el país fue informa-do de la toma del Palacio de Justicia y de la catástrofe de Armero. En las dos noticias, la especulación informativa fue constante, los datos eran alarmantes e imprecisos. El

afán de la radio se centró en sostener las transmisiones en directo, mientras la tele-visión y la prensa asumían como propias las versiones de la misma radio. El círculo vicioso de la radio fue claro y contundente, inclusive las agencias internacionales la utilizaron como fuente.

Esta influencia de la ra-dio, en el caso del Palacio de Justicia, motivó la interven-ción del presidente Betancur en procura de la autorregula-ción. El estado de sitio limitó el trabajo informativo y, en su momento, la prensa no alcanzó a evaluar las graves consecuencias de las medi-das restrictivas expedidas del Gobierno. Sin duda, el estado de sitio alteró el normal de-sarrollo profesional del pe-riodismo, obstaculizó la in-vestigación y “ordenó las ver-siones” al tenor de las fuentes gubernamentales y militares.

Esta circunstancia po-tenció el periodismo de co-municados, pronunciamien-tos oficiales, ruedas de pren-sa y entrevistas pactadas. En consecuencia se contaminó la información. Pocas voces se levantaron contra el mane-jo informativo del Gobierno, y la prensa quedó al vaivén de los acontecimientos que se sucedían uno tras otro, sin contexto, sin contraste de fuentes, sin equilibrio.

Igual sucedería unos días después con la tragedia de Armero. Ningún medio demostró estar preparado. La descoordinación fue ge-neral. Ni la Defensa Civil ni los bomberos, por mencionar algunos organismos de so-corro, contaron con voceros para enfrentar a los perio-distas que llegaban al lugar a buscar información. Cada quien hizo lo que pudo. En medio de los heridos apare-cía un periodista que simple-mente preguntaba: “¿dónde se encontraba cuando llegó la avalancha?”; o, “¿cómo se siente?” En algunos momen-tos los periodistas atropella-ron a las víctimas, perdieron el respeto por el dolor ajeno, y la cacería se concentró en tener la foto o imagen más espectacular.

El afán por nuevas his-torias, casi todas separadas y pequeñas, alejó a la pren-sa del hecho central. La ra-dio quiso ir más allá de las noticias y dedicó espacio a las crónicas que, como en la televisión y prensa, busca-ban remover el corazón, ir al sentimiento sin ahondar en causas y consecuencias del desastre.

¿Lecciones aprendidas?

Estas rutinas profesio-nales evidencian la ausencia

de seguimiento y análisis lue-go de superar las coyunturas noticiosas. En el caso del Pa-lacio de Justicia, por ejemplo, el Acta del Consejo de Minis-tros tiene reserva temporal que no sobrepasa los cuatro años y, sin embargo, vino a ser conocida veinte años des-pués. Sólo un medio de co-municación, de poca cober-tura, accedió a transmitir las delicadas afirmaciones ante la Corte Suprema del Gene-ral Víctor Delgado Mallarino, director de la Policía en 1985, acerca del operativo y la res-ponsabilidad del presidente Belisario Betancur.

La cobertura de la to-ma del Palacio de Justicia y la avalancha que sepultó a Armero es básicamente la misma. Lo que cambia es determinar cuál es la res-ponsabilidad humana. Sobre esto la prensa no puede que-darse a mitad de camino o distraer la atención pública de la cuestión central. ¿Quién o quiénes responden? Es-te mismo enfoque se puede aplicar en la reciente historia de Estados Unidos con los ataques del 11 de septiembre a las Torres Gemelas y, cuatro años después, las inundacio-nes que produjo Katrina en Nueva Orleans.

La experiencia que po-demos aprovechar aquí no constituye necesariamente

un abecé para futuras cober-turas de catástrofes y actos terroristas, pero sí debería servir para pensar otra vez en el papel de la prensa y su misión frente a la sociedad y a la historia.

Si los medios quieren dejar huella deben invertir recursos humanos y dinero en fortalecer las unidades de investigación. Hoy las redac-ciones crecen en sus seccio-nes de farándula y espectácu-lo, pero no en la contratación y estímulo de periodistas dedicados a profundizar en los hechos de cada día, en el seguimiento de temas de fondo que necesita conocer el público. Pese a muchos esfuerzos, aún existe en la prensa una tendencia hacia la plena confiabilidad de los datos suministrados en bo-letines oficiales, particular-mente cuando provienen de las Fuerzas Armadas y de los organismos de seguridad.

La especulación infor-mativa, el afán de la chiva y la difusión de datos sin confirmar son prácticas que desde la década del ochen-ta han hecho carrera en el periodismo colombiano. La veracidad debe primar sobre la rapidez. La prisa por trans-mitir se convierte en opinión interesada. La imparcialidad debe estar basada en crite-rios profesionales, por enci-ma de opiniones e intereses ajenos a la información. Hoy se carece de elementos in-formativos y se dispone de mucha opinión.

Otro hábito de la pren-sa para no repetir tiene que ver con el tratamiento a las víctimas de hechos violentos o desastres naturales. Se de-be establecer un límite para respetar el dolor ajeno. Este criterio profesional debe ser incluido en los códigos pro-fesionales, tal como aparece en los estándares de calidad de grandes cadenas de televi-sión como CBS, NBC y ABC. Por desgracia, hoy muchos periodistas repiten esta prác-tica. Si erupciona el Volcán Galeras esperemos que la prensa no repita situaciones parecidas, porque 20 años deberían ser suficientes para aprender la lección.

César Mauricio Velásquez O. Decano de la

Facultad de Co-municación de la

Universidad de La Sabana y Presi-

dente del Círculo de Periodistas de

Bogotá (CPB). ¿una tragedia mayor?¿Qué experiencia dejó al periodismo el trabajo informativo de estos dos hechos? Según el autor, a pesar de los avances tecnológicos, la calidad y la veracidad de los contenidos no parecen incorporarse aún a las salas de redacción.

La veracidad debe primar sobre la rapidez. La imparcialidad debe estar basada en criterios profesionales. Hoy se carece de elementos informativos y se dispone de mucha opinión.

De la toma del Palacio de Justicia y la tragedia de Armero

La cobertura:

La especulación informativa dominó el cubrimiento de la toma al Palacio de Justicia, por parte una prensa inexperta, que nunca había tenido en su agenda una tragedia de tal magnitud. Archivo

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Economía

Aparentemente con-tinúan dándose signos de transformación de la econo-mía colombiana en una eco-nomía de tránsito. Desde la década del noventa apareció en la nueva balanza de pagos de Colombia, sugerida por el FMI, un rubro en donde se establecen los mecanismos para incorporar las operacio-nes especiales de comercio, es decir, la entrada temporal de insumos para que luego de su procesamiento en te-rritorio nacional, tuvieran como destino las exportacio-nes. En el año 2000 se con-solida otro rubro, el de las remesas de colombianos des-de el exterior. Estos dos fenó-menos unidos a la pérdida de preponderancia del café y la emergencia de produc-tos líderes relacionados con recursos energéticos –petró-leo y carbón– constituyen las tendencias más significativas de la balanza comercial de Colombia.

Las llamadas operacio-nes comerciales especiales han estructurado un esque-ma de producción que en su primera etapa se ha apoyado en preferencias unilaterales tipo Atpa y Atpdea, según las cuales se viabiliza el acceso al mercado de Estados Uni-dos de una serie de produc-tos con cero aranceles, como una forma de dar opción a los productos elaborados en Colombia, cuya preferencia-lidad está condicionada en términos políticos y econó-micos. En efecto, si los pro-ductos emplean materia pri-ma con origen en los Estados Unidos, el acceso es muy su-perior no solo en términos arancelarios sino por ausen-cia de cuotas. La limitación crece con la incorporación de materia prima nacional y está prohibido incorporar materia prima que Colombia pudiera adquirir en otro país diferente a Estados Unidos. El caso de las confecciones es ejemplarizante, pues cada vez se utiliza menos algodón nacional o cierto tipo de hila-zas nacionales.

Es claro que esta sim-biosis entre acceso crecien-te con importación también creciente de insumos impor-tados está acompañada de otra simbiosis: consiste en articularla a la lucha contra el comercio de psicotrópicos y la intervención militar de Es-tados Unidos en nuestro país. Esta preferencialidad unilate-ral, otorgada por Estados Uni-dos, ha creado como subpro-ducto la necesidad de pro-rrogarla con la firma del TLC. Las preferencias unilaterales están acompañadas de con-dicionamientos que afectan no solo la economía nacional sino la soberanía política y militar del país. No ocurre así con las actividades del capital extranjero en nuestro país, al contrario, Colombia se com-

promete a no establecer con-troles ni regulaciones a dicho capital y, además, cualquier conflicto se resolverá en ins-tancias privadas.

Efectos en investiga-ción y educación

Pero dejando de lado el aspecto político o militar, es necesario ofrecer otra re-flexión complementaria. Se trata de la adopción por el Gobierno colombiano de un paradigma según el cual el crecimiento de la economía se explica por el crecimiento de las exportaciones y mucho más, por la incorporación del sector externo como el mo-tor de dicho crecimiento, por cuanto el fortalecimiento del sector externo significa más inversión y empleo.

En 2004, el crecimiento de las exportaciones colom-bianas fue de 27,9 %, mien-tras que el crecimiento de la economía solo de 3,8%, es decir una relación de 1 a 7. Contrasta ese resultado, con los datos calculados por Ce-pal en el periodo 1985-2000: para el caso de China, esa relación fue de 1 a 1,6; el de la India de 1 a 1,8; o el de Taiwán, cuya relación fue de 1 a 1,4. De otra parte, mientras Colombia en 1990 exportaba US $6.764 millones revalua-dos e importaba US $5.588

millones, en 2003 exportó US $1.309 millones devaluados, frente a US $13.880 millones de importación. El resultado fue una balanza deficitaria.

En esta búsqueda de un mejor posicionamiento de la economía colombiana en el contexto internacional, las exportaciones tradicionales han perdido peso relativo en la estructura de las expor-taciones, a pesar del efecto precio en los productos ener-géticos –el petróleo creció en 147% en este periodo–. En efecto, las exportaciones pa-san de representar el 60% en los noventa, a solo el 46% en 2003. En 2004, las exportacio-nes no tradicionales crecen en valores y parcialmente en volúmenes, crecimiento que se explica en buena medida por el auge importador de Ve-nezuela de confecciones de Medellín, de ganado bovino del Cesar y vehículos de Bo-gotá, entre otros componen-tes. A pesar de ello, el 59,7% del total exportado tiene valor agregado sin significa-ción. Situación que contrasta con la tendencia más exitosa de la economía mundial, cu-yo componente principal es el intercambio de productos con alto valor agregado.

Las exportaciones con mayor grado de elaboración tienen como destino los paí-ses vecinos, en especial Vene-

zuela y Ecuador. Los produc-tos básicos que son volátiles en sus precios, tienen como destino prioritario Estados Unidos y Europa. Sin embar-go en este caso se ha presen-tado un cambio importante, los bienes primarios que en 1990 representaban 60% y los industriales el 40%; para 2002 los bienes primarios repre-sentaron el 51% y los indus-triales el 49%.

El crecimiento de pro-ductos industriales de ex-portación, sin embargo, tie-ne importancia en recursos naturales, de baja tecnología o de tecnología media. Los bienes de alta tecnología co-rresponden a actividades de reparación, como es el caso de turbinas de aviones y re-presentan menos de 2%. En importaciones se destacan los bienes intermedios no terminados, que corrobora parte de la tendencia men-cionada, que podría condu-cir al país en importador de

insumos para dinamizar la producción dentro del país con el propósito de exporta-ción y, crecientemente, para el consumo interno.

Si este modelo se con-solida, es claro que afecta-rán las políticas en ciencia y tecnología, que pueden de-rivar en grandes procesos de adaptación tecnológica, con grandes limitaciones en la transferencia de tecnología.

En estas condiciones, el sistema educativo puede transformarse para aligerar los niveles de exigencia de los profesionales en formación de nuestro país, por cuanto los nuevos requerimientos se centran en actividades ope-rativas exitosas. Si la econo-mía colombiana tiende a la “maquilización”, las activida-des productivas se transfor-marán de manera continua, pero de forma acelerada si un tratado de libre comercio compromete la arquitectura institucional del país.

Carlos Martínez Becerra Profesor de la Facultad de

Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de

Colombia. hacia la maquilizacióneconomía colombianaLa

Los peligros de que Colombia se convierta en una economía de maquila parecen tener señales claras en el comportamiento de las exportaciones y el manejo de las negociaciones del tratado de libre comercio. Esta hipótesis forma parte de la argumentación que el profesor Carlos Martínez expondrá ante la Academia de Ciencias Económicas de Colombia, con motivo de la ceremonia que lo vinculará como miembro correspondiente.

Si este modelo se consolida, es claro que afectarán las políticas en ciencia y tecnología, que pueden derivar en grandes procesos de adaptación tecnológica, con grandes limitaciones.

La maquilización de la economía colombiana incidiría en la calidad de las políticas educativas y en la apropiación de nuevas tecnologías para el desarrollo. Archivo

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Debate

Los tratados comercia-les entre las naciones se han justificado como instrumen-tos para combatir el mal del presente siglo, la pobreza, a través del fortalecimiento de los mercados propios y el acceso a mercados externos, teniendo como faro teórico, el bienestar colectivo de la nación.

En el caso del TLC entre los países andinos y los Es-tados Unidos para el sector de las telecomunicaciones, aunque conllevará a la pres-tación de nuevos servicios

de información a través de proveedores tanto virtuales como establecidos, presenta serias asimetrías y viejos vi-cios como los ex monopolios nacionales, que privilegian los intereses de los operado-res sobre los de los usuarios.

Una política retomada en la Mesa de Telecomuni-caciones, donde saltan las tensiones entre las empresas de telefonía fija y móvil y los servicios de información, así como la ausencia de debate sobre los derechos colectivos de los ciudadanos: a la infor-mación, a la comunicación y a la portabilidad numérica (entendida, ésta última co-mo la posibilidad de que el usuario mantenga el mismo número cuando cambia de operador, región o servicio)

Aunque en la negocia-ción se incluyen todas las telecomunicaciones, los an-

dinos han prestado atención básicamente a la telefonía fija y móvil y dejado de lado servicios de radionavegación y localización, fundamen-tales para la seguridad área, radiodifusión y televisión, y no se ha profundizado en el impacto que producirá la presencia de los operadores extranjeros de servicios de información.

Además, se presentan asimetrías entre operadores de fijas y móviles y de ca-ble; entre propiedad de ca-pitales; entre proveedores de servicios de información con infraestructura y sin infraes-tructura; y en la prestación de servicios transfronterizos de telecomunicaciones e infor-mación. En las condiciones actuales de la negociación, el concepto de operador do-minante (tiene la posibilidad de determinar directa o indi-

rectamente, las condiciones de un mercado) solo aplica a las telecomunicaciones fijas, se retraza la oferta de la por-tabilidad, se desestimula la inversión en infraestructura, no es claro la financiación del servicio universal. El hecho de que las telecomunicacio-nes se estén negociando en términos de servicios, infra-estructuras y regulaciones di-ferentes, retardan significati-vamente la incorporación de los andinos a la convergencia tecnológica, de servicios, em-presarial y regulatoria. Final-mente, no hay claridad sobre la agenda interna sectorial.

Es inaceptable, por ejemplo, que servicios sus-titutos como la telefonía fi-ja con la móvil tengan tra-tamiento diferente, o que compañías propietarias de infraestructura sean cobi-jadas por normas distintas

como ocurre con la infraes-tructura de las empresas de cable con las de telefonía. Las empresas en las cuales el ca-pital dominante es nacional, como la telefonía fija, están sometidas a severas exigen-cias como desagregación de red, reventa, portabilidad, en contraste con los servicios en los cuales el capital dominan-te es extranjero, que gozarían de especial tratamiento, co-mo en móviles, servicios por cable y de información.

Con respecto a las em-presas móviles de capital pú-blico, se habla de aplicarles conceptos de compras esta-tales; tal es el caso de Tele-comunicaciones Móviles del Ecuador (Telecsa) y a Colom-bia Móvil, que las colocaría en clara desventaja respecto a las de capital extranjero co-mo Telefónica, América Mó-vil y Comcel.

Zoila Ramos Rodríguez

Directora del Grupo de Inves-tigación en Tele-comunicaciones

de la Universidad Nacional de Co-lombia (Gitun).

El enredo de lastelecomunicaciones

en el TLC

Las asimetrías en las negociaciones relacionadas con el comercio electrónico quedan al descubierto tras el manejo confuso de los conceptos y las definiciones, que reducen las telecomunicaciones a telefonía, mientras se deja al a la deriva acuerdos equitativos en los servicios de información y de redes, tan estratégicos para la soberanía como la primera. Las discusiones quedaron sin concretar desde la novena ronda, en un aplazamiento “casual” que traería complicaciones en regulación, mercado y desarrollo para Colombia, Ecuador y Perú.

La vaga regulación legislativa sobre los servicios de información en los países andinos, puede llevarlos a desaprovechar la oportunidad de generar nichos de mercado y a confundirlos con la infraestructura en telecomunicaciones.

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Agro

Para hacer visible la in-fluencia de las misiones esta-dounidenses en la formación agronómica, particularmen-te al promediar el siglo XX, es pertinente englobarla en el contexto del discurso del de-sarrollo que hubiera de des-plegarse tras la posguerra.

Escudriñar las estrate-gias de poder y los factores políticos y culturales que le dieran forma y funcionalidad a ese desdoblamiento dis-cursivo, a partir de la tesis de maestría1 “Influencia del discurso del desarrollo y las misiones estadounidenses en la formación agronómica” permitió caracterizar históri-camente ese resultado, más que académico, examinando las entidades interventoras –las misiones Rockefeller, Nebraska, Michigan, Kellogg en este caso– sobre la Facul-tad Nacional de Agronomía, designada, por convenio con el Ministerio de Agricultura colombiano, para realizar un plan piloto en el país y, por medio de éste, controlar la política agraria en general y su enseñanza en particular.

La comprensión del propósito enunciado supu-so el planteamiento de va-rios problemas respecto de la agronomía: abordar el tema desde su constitución como saber diferenciable; descifrar sus condiciones de posibili-

dad, emergencia y existencia, y ligarlas de modo inmanen-te a una agricultura cuyos procesos culturales ya no ja-lonan la humanidad como lo hicieran desde su invención en el Neolítico; articular su historia, la de sus resultados prácticos, con un método científico y su pretensión de racionalidad universal; enla-zar sus nomos a la base ética de lo útil y a alojar la prue-ba de la verdad en el pro-vecho tangible; vincular su quehacer, la propiedad sobre la tierra y el utillaje agrario con las necesidades sociales referidas a este conocimiento específico.

Los referentes naciona-les de la agricultura latinoa-mericana (precolombina y colonial) en contraposición con la europea, y después con la estadounidense, y las consecuencias agrarias del triunfo norteño en la Guerra de Secesión y el fenómeno contrario que ocurrió al sur del río Bravo, dan cuenta, entrambos, de los disímiles substratos rurales que se for-jaron, de los peculiares regí-

menes sobre tenencia de la tierra y las respectivas nece-sidades por la técnica, de los tipos de agricultura y mode-los de formación agronómica adoptados en América.

Además, los inicios del periodo republicano hasta la Gran Depresión en Colom-bia y los hilos hilvanados en-tre la Expedición Botánica, la Misión Zea y la Comisión Corográfica, facilitan el ras-treo sobre el debate acerca del tipo de agricultura más

conveniente y de qué modo surgieron los saberes agrope-cuarios en el país. Así, la tesis inquiere sobre la necesidad social por tales conocimien-tos y por sus instituciones de formación y apoyo, mientras documenta el ámbito que rodeó la fundación de la Es-cuela de Agricultura Tropical y Veterinaria.

A la luz del contexto ge-neral en el que se desenvol-vió la agricultura colombiana durante el periodo 1930-1950

y la inserción de la Escuela en la Universidad Nacional de Colombia, transformada luego en Facultad Nacional de Agronomía, se compren-de, entonces, el porqué de las características de sus planes de estudio en 1916, 1926 y 1945, así como la influencia de la Misión Chardon en el segundo de los años. Como consecuencia surgen nuevas instituciones agronómicas de nivel superior y la designa-ción de la Facultad Nacional

de Agronomía como centro de formación agrario para desarrollar el convenio entre el Ministerio de Agricultu-ra de Colombia y la Misión Rockefeller.

Para la realización del citado convenio, el entorno social y político de la segun-da posguerra, específicamen-te en el agro colombiano, sir-vió de raigambre para alojar el discurso del desarrollo y facilitar la intervención de las citadas misiones estadouni-

denses. De ahí su afinidad con la promoción y avance de la “Revolución verde” en la Facultad, égida bajo la cual se hacen visibles las repercusio-nes que ésta tuvo para la agri-cultura del país, sus modelos de producción, la tenencia de la tierra y los flujos migrato-rios campo-ciudad.

La labor documental en el Archivo Central de la Uni-versidad Nacional de Mede-llín se basó en la búsqueda de las reformas a los planes de estudio, desde el inicial en 1916 hasta el establecido en 1963, y agrupados entre los de antes y después de 1950. El análisis comprensivo de tales cambios curriculares se em-prendió con fundamento en la perspectiva hermenéutica; vale decir, desde el captar y deducir la dimensión implí-cita en la intencionalidad de los agentes reformadores.

De este modo, el ejer-cicio comparativo de las in-novaciones curriculares, hizo palmario el objetivo misional de fragmentar y especiali-zar las disciplinas del saber agronómico, en armonía con una agricultura de mayores costos, cada vez más depen-diente de agroquímicos y de semillas mejoradas. La estra-tegia discursiva, tanto como su reproducción, se basó en la posibilidad de las misiones para intervenir los planes de estudio a cambio de dotación de laboratorios y posgrados predeterminados para los docentes. El proceso, iniciado en la medicina colombiana por la Fundación Rockefeller dos décadas antes, derivó no solo en la creación de otras carreras agropecuarias, sino que tal especificidad dejó su talante en los trabajos de grado y en la orientación de los artículos publicados por la Revista Facultad Nacional

de Agronomía, su órgano di-vulgativo. Todo lo cual hizo posible articular la enseñan-za a los designios discursivos del desarrollo, y que éste, de la mano de la “Revolución verde” y la “Alianza para el progreso”, se desplegara con una gama de consecuencias, negativas la mayoría de ve-ces.

Entre tales secuelas es-tá el énfasis en el modelo agroexportador en desmedro de los mercados internos, y sin revisión crítica de lo ocu-rrido con los predecesores del café (quina, añil, tabaco); un tipo de agricultura inten-siva en capital y no en mano de obra, dentro de la fallida política en la sustitución de importaciones; reducción de áreas de cultivos durante los seis quinquenios subsiguien-tes a 1950 (ajonjolí, algodón, caña, cebada, maíz, soya, ta-baco y trigo); mayor acento en el heredado régimen la-tifundista, que deprimió la necesidad social por saberes agrarios escindidos, e hizo vanos los esfuerzos de una transferencia tecnológica es-pecializada. La conjunción de los anteriores factores de-rivó en un aumento violento de los flujos migratorios cam-po-ciudad y creó las condi-ciones para los cultivos de uso ilícito.

Una valoración inter-pretativa acerca de las con-secuencias globales de ese discurso permite concluir su determinante papel en el acontecimiento más signifi-cativo en la segunda mitad del siglo XX, cual fue el pro-clamado “final de la agricul-tura en tanto modeladora de conductas y culturas, cien-cias y vida social, cuerpos y religiones”2. Y junto al mi-lenario cultivo de la tierra, las implicaciones relativas a la “muerte del campesino”3 como puntal de la seguridad y la soberanía alimentarias. Tal es el escenario para una segunda versión de la “Revo-lución verde”, las condiciones para insistir en la solución del hambre mundial con un modelo productivista pero ajeno al fenómeno de la dis-tribución, las circunstancias asimétricas para discutir tra-tados de libre comercio con potencias que subsidian y protegen su agricultura.

Mario Arango Marín*Alberto Castrillón

Aldana** Profesores asociados de

la Universidad Nacional Sede Medellín.

*Ingeniero Agrónomo, magíster en Historia,

miembro del Grupo In-vestigación Colciencias

“Historia y Filosofía de las ciencias y las técnicas”.

** Historiador, Ph.D. en Historia, Director del

Grupo Investigación Col-ciencias “Historia

y Filosofía de las ciencias y las técnicas”.

1 Del primero de los autores: Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, 2005, con distinción Meritoria. 2 SERRES, Michel, Hominiscencia,. Universidad Nacional,

Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Medellín, 2003, p.48. 3 HOBSBAWM, Eric, Historia del siglo XX: 1914-1991, Barcelona, Crítica, Grijalbo Mondadori, 1ª. edición, 1995, p. 292.

bajo el efecto desarrollistaLa agriculturaLa influencia del discurso del desarrollo y las misiones estadounidenses en la formación agronómica, dejaron una agronomía fragmentada y especializada. Una revisión histórica permite, hoy, leer la crisis del campo colombiano.

El discurso del desarrollo trajo implicaciones relativas a la “muerte del campesino” como puntal de la seguridad y la soberanía alimentarias.

En consecuencia con el discurso desarrollista impulsado por los Estados Unidos en la segunda posguerra, la visión sobre el agro colombiano se fragmentó en aras de un cuestionable modelo de seguridad alimentaria.

Sucesivas misiones norteamericanas –justificadas por la paranoia anticomunista– influyeron decididamente en el diseño de las políticas gubernamentales del país. Cortesía: Mario Arango

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Nación

Luego de las esperanzas que abriera la promulgación de la Ley 70 de 1993, marco para el reconocimiento de las titulaciones colectivas de los territorios comunitarios del Pacífico y el Atrato, comenza-ron a multiplicarse las agre-siones dirigidas a arrebatar sus territorios, desde Caca-rica, frontera con Panamá, hasta Tumaco o las vegas del Jiguamiandó y el Curvaradó, Urabá. En los años noventa, el espejismo del canal Atrato-Truandó fue el motivo para los primeros desplazamien-tos masivos en el Atrato, lue-go fue el avance, al parecer incontenible, de las planta-ciones de palma africana.

Una de las más inquie-tantes alarmas proviene ahora del propio Estado, que mediante Decreto 1516 de octubre de este año, inició la reversión de uno de los ma-yores logros de las comunida-des afrocolombianas, conse-guido a través de la Ley 70.

La decisión de este De-creto traduce, a no dudarlo, un signo político que se vie-ne expresando ya sea en los territorios comunitarios ne-gros, los resguardos indíge-nas de Caldas o el Cauca o en las reservas campesinas de Cimitarra o Calamar, al lado de la creación de condiciones para la “privatización” de los bosques y las “concesiones” de parques naturales. Es, en últimas, la “solución final” para las comunidades que tienen en estos territorios sus raíces históricas y espacios de resistencia al capital.

Como lo expresan estu-dios y testimonios sobre esa prolongada “desterritoriali-zación”, luego de las presio-nes y el terror, del despojo y de la pérdida de los lazos de familia y comunidad, muy pocas opciones quedan a los sobrevivientes: convertirse en jornaleros o aparceros de sus propias tierras, sumarse a los miles de migrantes que con inmensa dificultad se acercan a las principales ciudades, para evadir no siempre con éxito, el hambre y la muerte, o enfrentar las desventuras de las colonizaciones.

De esta manera, campe-sinos, colonos y nuevos ci-tadinos de los barrios más pobres reviven en estas histo-rias de desplazados lo que ha llegado a ser parte de nuestra historia: el despojo violento de las tierras como condición del llamado desarrollo. Así, entre los desplazamientos forzados de los años cincuen-ta y los que comenzaron a arreciar a mediados de los ochenta nos acercamos al

porqué del éxodo.

Los elementos comunes tienen que ver, de una parte, con la destrucción de los la-zos sociales y la pérdida del territorio, y de otra, con el despegue de nuevas fases de desarrollos empresariales en los campos y las ciudades. En los años cincuenta y sesenta fueron los cultivos de la “agri-cultura comercial” como ca-ña de azúcar, banano, arroz y algodón o el impulso eco-nómico y político de los em-prendimientos manufacture-ros urbanos; en los ochenta y noventa, la palma africana y los cultivos proscritos, en especial la coca, de la mano con todas las empresas que han servido de mampara al lavado de activos y catapulta-do la informalización urbana e internacional del empleo.

Las cifras del despla-zamiento forzado superan la escala de aquellas de los años cincuenta. Para media-dos del siglo XX, cuando Co-lombia apenas sobrepasaba los 14 millones de habitantes, la población desterrada al-canzó las 800 mil personas, equivalentes a poco más del 5% del total. De acuerdo con Codhes esta cifra supera hoy los 3,5 millones de personas, que para una población de 45 millones representa poco más del 7%.

¿A dónde llegan los migrantes?

Una proporción de la población desplazada, tal vez la más numerosa, se enca-mina hacia los mercados ur-banos, afectados por la crisis iniciada a comienzos de los 90, de la cual da cuenta el ba-jo crecimiento demostrado hasta ahora por la economía colombiana. Esta circunstan-cia ha dificultado la absor-ción laboral de los migrantes, en particular los recientes:

para 1997 el desempleo de este sector de la población al-canzaba 16,3% frente al pro-medio de 11,8% de los años anteriores1.

Estas condiciones solo podrían modificarse signi-ficativamente con un creci-miento mayor al alcanzado hasta ahora; no obstante, las perspectivas no parecen mostrar mejoría: un estudio reciente del CID2 estimó este crecimiento en 4%, cifra infe-rior a la de buena parte de los países latinoamericanos.

La estrechez de los mer-cados laborales converge con los cambios ocurridos en las relaciones de trabajo, mar-cados por la denominada “flexibilización” y por el de-bilitamiento de las organiza-ciones sindicales, resultante del asesinato selectivo de sus dirigentes, registrado por la OIT en los niveles mundiales más altos. De acuerdo con la Escuela Nacional Sindical, en 2004 se presentaron 688 casos de violaciones a los de-rechos a la vida, la libertad y la integridad de los trabaja-dores sindicalizados en Co-lombia, y de este total 13,6% correspondió a homicidios3.

Las sucesivas reformas laborales iniciadas con la Ley 50 de 1990 y continuadas con la Ley 789 de 2002 han im-plantado la precarización, la deslaboralización y la terce-riarización de los mercados de trabajo4. Durante la déca-da se perdieron 900 mil con-tratos de trabajo asalariado, modalidad que hoy solamen-te contribuye con 355 mil, y el trabajo por cuenta propia y bajo nexos familiares sin re-muneración, convertidas en las modalidades dominantes de ocupación, explican 642 mil nuevos puestos de traba-jo; solamente el trabajo por cuenta propia ha aumentado en 2,5 millones empleos.

En los mercados urba-nos, de los 582.493 puestos generados, el 60,3% corres-ponde a trabajadores por cuenta propia, 24,6% a con-tratos asalariados y el 15,1% a trabajadores urbanos sin remuneración; el 55% de los trabajadores por cuenta pro-pia reciben menos de medio salario mínimo5 y según la Escuela Nacional Sindical, más del 80% de los asalaria-dos devenga menos de dos salarios mínimos.

Lo anterior da como re-sultado la desestabilización laboral y la pobreza, frente a las cuales es útil traer las tajantes reflexiones de Hugo López en su estudio sobre la inestabilidad laboral: “Co-lombia no tiene clase obrera. No puede haber clase obrera en un país donde la probabi-lidad de llegar a los 10 años en una empresa es menos de 4% y donde la perspectiva la-boral después de los 35 años es por cuenta propia”.

Al decir del autor, el empresariado colombiano coloca sus expectativas de utilidades no tanto en las in-novaciones técnicas y en la generación de productos co-mo en el manejo de personal: gasta su tiempo no en trans-formar la base productiva de las empresas sino en escoger el trabajador más caro que hay que despedir y al más barato que habrá de reem-plazarlo.

Y añade: “La elevada rotación de personal en to-dos los tipos de firmas, in-dica que la gran mayoría de los empresarios centra sus esfuerzos y sus expectativas de utilidades en el ahorro de costos de nómina, más que en el cambio tecnológico y en la introducción de nuevos productos”6.

Tales observaciones destacan elementos que

trascienden lo coyuntural. Se inscriben en la esencia de las relaciones entre quienes controlan los recursos para la producción y el mundo de los trabajadores, ya sea en la sociedad rural, ya en los medios urbanos, y ponen de manifiesto los ejes cen-trales de un sistema exitoso para la gestión de grandes

empresas, como lo demues-tran las cifras reiteradas de sus balances anuales, a costa del empobrecimiento de una proporción creciente de la población.

1 López, Hugo et al., Empleo y pobreza rural 1988-1997, Cide-Cega-TM Editores, p. XXX. 2 Bonilla, R. y González, J.I. (coordinadores), Bien-estar, macroeconomía y pobreza, CID, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004,

p.14. 3 Bonilla, R., González, J.I., op. cit., p.14 4 Ibídem. 5 Ibídem, p. 29. 6 López C. Hugo, Ensayos sobre economía laboral colombiana, Fonade-Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1996, pp. 315-316.

Darío Fajardo Montaña

Oficial FAO de la Naciones Unidas

El desplazamiento forzado,

El despojo violento de las tierras en nombre del desarrollo está creando nuevos citadinos, quienes encuentran un mercado laboral que también los expulsa. Tal dinámica de desplazamiento-migraciones urbanas, perfecciona y prolonga un ciclo de pobreza, que solo ha resultado exitoso para el sector productivo.

Campesinos, colonos y nuevos citadinos de los barrios más pobres son parte de nuestra historia: el despojo violento de las tierras como condición del llamado desarrollo.

¿palanca del “desarrollo”?

Un informe reciente del Banco Mundial señala que entre l999 y 2000 la cifra de los desplazados era de 1.8, consistente con el último dato de Codhes Archivo

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Después de reflexionar acerca de su propia realidad, y de animarse mutuamente “porque la pelea es dura”, los indígenas más ágiles y sanos de la comunidad Nasa salen armados con palos para en-frentar a la fuerza pública. Se agrupan de cien en cien, y alternan la lucha cada dos horas, mientras las mujeres y los niños se resguardan en la cocina o prenden fogatas para dispersar el humo de los gases lacrimógenos con los que la policía antimotines enfrenta el choque, en una misión que busca desalojar a los nativos, de los predios que tomaron a la fuerza.

Por pura convicción de que la tierra es la madre de todos los seres vivos y por ello debe ser colectiva, des-de el pasado 12 de octubre la Comunidad Indígena de Caldono, compuesta por seis resguardos con una pobla-ción de 20 mil habitantes, ocupó la hacienda El Japio de una tal familia Garcés. Siguiendo el consejo de los taitas rompieron los cercos para “liberar a la pacha ma-ma” (madre tierra) de la ley que según ellos “le impone dueños, dominios, escrituras, y la somete a la propiedad y

a la explotación en benefi-cio de unos pocos, mientras reduce la posibilidad de que todos quepamos”.

De esa visión ancestral sale la propuesta que le hacen al Gobierno de una Reforma Agraria Popular, porque “más que redistribuir y ver quién se queda con la mejor parte, se trata de convivir, respetar, garantizar la soberanía y la vida”. Por eso están seguros que su reclamo es justo y “lle-gará hasta las últimas conse-cuencias”, como dijo Rafael Coycue, indígena paez del Cabildo de Corinto, durante la Cátedra Latinoamericana “Antonio García Nossa” de la Universidad Nacional. Como emisario de los indígenas del Cauca, Coycue expresó el sentir de su pueblo y la forma como está afrontando este conflicto, que en días pasa-dos le costo la vida a su com-pañero Belisario Camayo y ha dejado más de 40 heridos en su comunidad, mientras varios policías también han resultado lesionados.

“La sangre de Belisario nos dio más fuerza y su cuer-

po lo enterramos en este pre-dio como símbolo de nuestra lucha”. Quizá esa fuerza es la que les ha permitido so-portar enfermedades como diarrea y dolor de cabeza, así como las quemaduras y el escozor en los ojos, oca-sionados por los gases lacri-mógenos, que afectan sobre todo a mujeres y niños.

En la finca, los indíge-nas cuentan con provisiones de maíz, yuca, plátano, ba-nano, habas y fríjol. Cuando se agotan, las comunidades que no alcanzan a ocupar predios las proveen, “eso es lo que llamamos principio de unidad”, dice Rafael, evo-cando lo que para su pue-blo fue la peor humillación: “Un día llevábamos dos mil bolsas con comida cocida y la policía nos la quitó para arrojarla a la basura”.

En El Japio, hacienda de renombre porque algu-na vez albergó al Libertador Simón Bolívar, hoy las indí-genas caucanas le cocinan a los hombres que combaten mientras cuidan los hijos, los más viejos dan consejos, y

otros se encargan de la ges-tión política y la comunica-ción, dentro de un proceso de organización interna que refleja parte de su estructura social afuera: el argumento más fuerte para hacer resis-tencia.

En estas condiciones, Ra-fael y su comunidad requie-ren alimentos y medicamen-tos como analgésicos o aceite para las quemaduras –aunque ya una misión médica de la ONU obtuvo permiso para atenderlos–, pero ante todo que el resto de la sociedad sepa lo que, desde su punto de vista, ocurre con las comu-nidades indígenas, campesi-nas y afrodescendientes en el país, y por qué iniciaron un proceso de “Liberación de la madre tierra”.

Acuerdos inconclusos

La comunidad indígena del Cauca está presente en cinco de las siete regiones que integran el departamento. En Silvia, Jambaló, Totoró, Cal-dono y Toribío se encuentran los guambianos; en el centro está parte del pueblo Coco-

nuco; oriente alberga a los pueblos Guanaca y Totoroe; y Pacífico, en el municipio de López de Micay, a repre-sentantes del pueblo Eparara Siapidara de la etnia Embera. En el Macizo Caucano se en-cuentran los yanaconas, cu-yos resguardos se localizan en los municipios de Sotará, La Vega, Almaguer, San Sebas-tián, Piamonte, Santa Rosa, Bolívar y La Sierra. Pero en el norte y oriente donde se con-centra el mayor número de indígenas del departamento, e incluso del país: los paeces, ubicados principalmente en las poblaciones de Toribío, Caloto, Miranda, Santander de Quilichao, Corinto, Mora-les, Buenos Aires y Suárez, y se extienden hasta los depar-tamentos de Huila, Tolima, Putumayo, Caquetá y Valle del Cauca.

Sus problemas son de vieja data, por eso permane-cen presentes en la memoria de los nativos. Dicen que en 1810 Simón Bolívar ordenó entregar tierras a los resguar-dos y comunidades indíge-nas por su participación en el proceso de lucha, derechos

Nelly Mendivelso Unimedios “liberar la pacha mama”

Rompiendo el cerco:Hace un año, los indígenas Nasa fueron recocidos con el Premio Nacional de Paz, como organismo ancestral propio y como un instrumento de resistencia, unidad y autonomía en defensa del territorio y del plan de vida de las comunidades indígenas. Hoy están en la picota pública por reclamar el incumplimiento de acuerdos pactados sobre algunos territorios.

En uno de los enfrentamientos murió Belisario. Los nativos custodiaron el cuerpo dentro de la hacienda El Japio, donde se le practicó un entierro simbólico.

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que abolió en 1830 el general Santander.

La Constitución de 1886 negó su existencia, prevale-ciendo la de blancos y mes-tizos. En 1890, la Ley 89, or-denada a 40 años, promulgó que para entonces no debía existir un solo resguardo ni cabildo, por lo cual las comu-nidades debían reducirse a la vida civil, pues se trataba de salvajes. Manuel Quintín Lame entre 1905 y 1910 tomó un aspecto positivo de esta ordenanza, la que señalaba a los resguardos como un terri-torio legítimo de las comuni-dades indígenas, por lo cual se debía regir por una auto-ridad, el Cabildo; así organi-zó y reclamó tales derechos. Luego en 1948 la violencia entre conservadores y libe-rales no los dejó por fuera, y se presentó el desplazamien-to de indígenas y campesi-nos, así como el despojo de tierras más aberrante de la historia. “Nos echaron para los páramos y las pendientes montañosas, mientras ellos se quedaron con las mejores tierras, eliminando los títulos coloniales. Fue de tal mane-ra como familias prestigio-sas del país se apoderaron de esas tierras y hoy ostentan su dominio”.

En 1971 nació el Con-sejo Regional Indígena del Cauca (Cric), con objetivos como la recuperación de las tierras de los resguardos que habían sido fincados desde La Colonia y usurpados por terratenientes. Con la Cons-titución de 1991 fueron ex-puestas tales inquietudes y plasmados unos derechos. “En esas andábamos cuando, el 16 de diciembre del mis-mo año, 20 indígenas (entre ellos mujeres y niños) fueron masacrados en una opera-ción de la fuerza pública y los paramilitares. Los indígenas estaban en la finca El Nilo, ubicada en un resguardo en el norte del Cauca”.

“El 23 de diciembre del mismo año, el Gobierno se comprometió a adquirir 15.600 hectáreas de tierra fér-til, para entregárnosla y así solucionar en parte nuestras necesidades”. Se estableció un plazo de 4 años, es de-cir que el compromiso de-bía cumplirse hacia 1994. Un año después se firmó el Acuerdo de La María Pienda-mó con el propósito de dar cumplimiento a los acuerdos del Nilo, mientras la Corte Interamericana de Derechos Humanos que analizó la ma-

sacre, ratificó la responsabili-dad del Estado colombiano e instó la reparación integral y a llevar a fin los convenios so-bre adjudicación de tierras.

“Han pasado catorce años y en ese lapso nos han entregado solo 9.000 hectá-reas de tierra improductiva, erosionada y de vocación fo-restal”. De acuerdo con los indígenas, apenas un 30% de los terrenos entregados les sirve para sobrellevar su so-beranía alimentaria, y el pro-blema aumenta, pues alegan que su frontera agrícola se ha visto reducida con la Ley de Parques, por la cual se dictan disposiciones para garantizar la conservación y uso soste-nible de las áreas de páramo en Colombia. “Seis de nues-tros municipios colindan con estos reservorios de agua. Sa-bemos que hay que conser-varlos pero también es cierto que están en vilo cerca de setenta mil hectáreas del te-rritorio que habitamos, pues según un estudio técnico hay setenta mil nacimientos de agua en estas zonas”.

En la cronología que exponen aparece el Decreto 982 suscrito en 1999, don-de se establece la emergen-cia social y económica de las comunidades indígenas del departamento del Cauca y el Gobierno de entonces se compromete a hacer un es-tudio social y económico. “En 2000, una estadística del In-cora señaló que los indígenas necesitábamos 162.000 hectá-reas, pues las tierras que ocu-pábamos no eran suficientes ni aptas para la agricultura”. Hoy, el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) encargado de adelantar los estudios socioeconómicos,

analiza la necesidad de cada comunidad, pues según el coordinador de asuntos indí-genas de esta entidad, Silvio Garcés, resultaría imposible hablar de una cifra general cuando en cada grupo los requerimientos de tierra son distintos.

Lo cierto es que en este momento a los nativos les adeudan cerca de 6.000 hec-táreas y en su proceso de “re-cuperar la madre tierra” han recurrido a vías de hecho que comenzaron el pasado mes de septiembre con la ocu-pación de La Emperatriz en Caloto (Cauca), predio que hace parte de las tierras pro-metidas en el acuerdo del Nilo. El 12 de octubre fue El Japio, pero también se han adelantado tomas en los mu-nicipios de Caldoso, Silvia y, según Rafael Coycue, “hay más de 17 predios afectados, y aumentarán pues indígenas del Tolima, Córdoba y Sucre, entre otros, pronto se unirán a la lucha”.

“Los Guambianos ha-blan de 12.000 hectáreas identificadas por el Estado como el mínimo necesario para satisfacer urgencias del plan de vida. Por eso ocupa-ron en Silvia una hacienda de los Rodríguez Orejuela, dando una pista para iniciar un proceso de concertación con la entrega de predios que se encuentran incautados a narcotraficantes. En la lista de estupefacientes hay más de 30 de esas propiedades que podrían ser tituladas a indígenas y campesinos an-tes de que se apoderen de ellas cuatro vivos de cuello blanco bien ubicados en la burocracia”, asegura Camilo González Posso del Instituto

de Estudios para el Desarro-llo y la Paz (Indepaz).

Para Ricardo Peñaranda, investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relacio-nes Internacionales (Iepri), los indígenas del Cauca están apelando a los mecanismos que emplearon hace más de 30 años, cuando invadie-ron predios de hacendados y lograron recuperar cerca de 70.000 hectáreas. Para el analista, valdría la pena pre-guntarse ¿hasta qué punto un relativo mejoramiento de las

condiciones produjo un in-cremento demográfico y por supuesto, más presión?

Muchos acuerdos, pocas acciones

Los reclamos de los in-dígenas toman fuerza cuan-do los estudios muestran que el 48% de las tierras más productivas están en manos de narcotraficantes, y otro porcentaje en manos de gue-rrilleros y paramilitares. Los que protestan son indígenas, campesinos y afrodescen-dientes, poseedores del 5% de la tierra apta para la agri-cultura. Tomaron la vocería de los más de 3.5 millones de desplazados que sobreviven en los cinturones de miseria de algunas capitales del país, para unirse en una lucha co-

mún. “Algunos intentan des-legitimarnos diciendo que obedecemos a intereses de la guerrilla, cuando siempre nos hemos declarado un pueblo neutral dentro del conflicto armado, pues no estamos de acuerdo con una guerra que tan poco nos interesa”.

Los indígenas explican sus acciones debido al in-cumplimiento de lo pacta-do. “Pero está claro que el Gobierno solo quiere desalo-jarnos por la fuerza; de este modo los muertos y heridos que haya serán única y exclu-sivamente responsabilidad del Gobierno”.

Las deudas fueron asu-midas por la actual adminis-tración. Por eso el 13 de sep-tiembre pasado, la toma de La Emperatriz concluyó con una reunión entre represen-tantes del Gobierno y auto-ridades indígenas, en la cual se acordaron los términos en que se entregarían las 6.600 hectáreas prometidas por la administración Gaviria. Para los indígenas este acuerdo, así como otros, aún no ha dado frutos. Mientras tanto en un comunicado la Casa de Nariño asegura que en año y medio cumplirá todos los compromisos adquiridos con los indígenas en el acuerdo del Nilo. “La administración

Uribe gestiona, para el 2006, una incorporación al Proyec-to del Presupuesto de $10 mil millones, y en el presupuesto de 2007 se añadirán otros $10 mil millones. A estas cifras se sumarán otros rubros presu-puestales con los que se acu-mula un total de $25 mil mi-llones que permitirán cum-plir con los compromisos”, dijo el ministro del Interior y de Justicia, Sabas Pretelt.

En consideración a es-tos hechos, las comunidades y autoridades tradicionales indígenas manifiestan su disposición al diálogo y exi-gen la firma de un acuerdo que se concrete en acciones, pues “están cansados que la voluntad de solucionar sus problemas quede siempre en el papel”.

“liberar la pacha mama”

A los nativos les adeudan cerca de 6.000 hectáreas y en su proceso de “recuperar la madre tierra” han recurrido a vías de hecho que comenzaron el pasado mes de septiembre con la ocupación de la finca La Emperatriz

En el norte del Cauca habitan 117 mil indígenas. El 70% sufre problemas de desnutrición y paludismo. La expectativa de vida actual está entre 40 y 60 años de edad.

De acuerdo con los indígenas, si bien es cierto que hay 27 millones de tierras adjudicadas a sus comunidades, el 72% se encuentran en la selva amazónica, y el porcentaje restante en sitios erosionados de la zona andina. Cortesía: Consejo Regional de Indígenas del Cauca

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La respuesta en general sería sí. Esa es la percepción que tienen los ciudadanos respecto a sus propios países en el corto plazo, según lo da a conocer la más reciente pu-blicación de Latinobaróme-tro, un centro encuestador de referencia mundial cuando se trata de estudios sobre la región.

Las conclusiones se ba-san en una encuesta reali-zada entre el 1 de agosto y el 18 de septiembre pasados, en 18 países latinoamerica-nos, en la que se incluyeron unas 20.000 personas. En to-tal, la aprobación del sistema democrático en la región ha pasado de ser 36% en 2002 a 49% en 2005. Estos núme-ros pueden dejar satisfechos a más de algún político, pero

son cifras generales. “El dia-blo está en los detalles” y este caso no es una excepción. Los países presentan datos contrastantes.

En cuanto a la aproba-ción de los gobiernos y los presidentes, los países que resultan más favorecidos son, en ese orden: Uruguay, Ar-gentina, Colombia, Venezue-la y Chile. Siendo las aproba-ciones de 62% (Chile) a 72% (Uruguay).

Las razones para el apo-yo varían. En Uruguay y Ar-

gentina se impone más la perspectiva de un futuro mejor, que los logros espe-cíficos de los gobernantes. El caso más representativo es el presidente uruguayo Tabaré Vásquez, con sus pocos me-ses en el poder.

Percepciones divergentes

En el caso argentino, el presidente Kirchner mantie-ne vivas las expectativas y no debe enfrentar hasta ahora la embestida de los grupos de choque peronistas, los de su propio partido. Su régimen ha sido un constante juego de maniobras en medio de la tormenta. Aún no ha fina-lizado la renegociación de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional.

Uribe en Colombia pa-rece mantenerse hasta aho-ra sólido y podría ganar la reelección sin mayores obs-táculos, salvo que de aquí a siete meses explotaran al-gunos temas espinosos. Esos son los asuntos que entu-siastamente la oposición se empeña en afilar. El tema de la desmovilización de los pa-ramilitares podría enredarse y el presidente parece con-fiar en que de noviembre a la elección del año entrante, se fortalezca más su percepción de hombre trabajador y res-petuoso de las instituciones.

En Venezuela, continúa dando dividendos de acep-tación el populismo del pre-sidente Chávez, en medio de su “revolución del siglo XXI”, y de la inundación de petro-dólares. Tómese en cuenta que a los precios actuales del barril de petróleo, unos US $63, y considerando que Ve-nezuela exporta 2,6 millones

de barriles por día, el ingreso bruto que recibiría el gobier-no de Chávez en función del precio de la cesta de petró-leos del país, sería de US $4.8 millones por hora, 24 horas al día, 365 días al año.

En el plano político, Hugo Chávez quiere fortalecerse en la región aprovechando la de-bilidad de liderazgo regional del presidente Lula de Brasil. Utiliza para ello, su “oposi-ción incendiaria” contra Es-tados Unidos, la compra de deuda externa de otros países como Argentina y Ecuador, y trata de hacer inversiones en sectores energéticos estraté-gicos de Colombia. Este últi-mo país será el más afectado por los cambios políticos en Caracas.

Lo que no se dice con suficiente fuerza es que el ac-tual régimen del presidente Chávez, entrega concesiones muy favorables precisamente a transnacionales del “impe-rialismo”. Ese es el caso de la cesión de derechos de explo-tación petrolera y de gas, de la Plataforma Deltana en el oriente del país. Las princi-pales beneficiadas: Exxon y Chevron.

En Chile, los logros pa-recen muy enraizados en la disminución de la pobreza. Es el único país latinoame-ricano que redujo a la mitad la cantidad total de pobres que tenía en 1990. Es cierto que la inequidad aumenta en Chile, pero no es menos cier-to que las oportunidades se siguen abriendo para muchos de los sectores excluidos. De continuar la tendencia, Mi-chelle Brachelet, la candidata oficial, será la primera mujer presidente de ese país para 2006.

La mayor aceptación del sistema democrático se ve acompañada en Latinoamé-rica por el progreso que la población percibe en cuan-to a reducir la corrupción. Es notorio que en Colombia, Uruguay, Venezuela y Chile se manifieste la mayor satisfac-ción en cuanto al control de mecanismos y funcionarios responsables de corrupción en las instituciones públicas.

Sin embargo también están las respuestas som-brías de parte de quienes se sienten defraudados por los sistemas democráticos. Esos son los casos de Perú, Ecua-dor, Nicaragua y Guatemala. Son países que también coin-ciden en tener una población que percibe altos niveles de corrupción pública. Allí tam-bién muchos grupos sociales concurren en reconocer la inoperancia de los sistemas judiciales.

Se trata de países con grandes conglomerados so-ciales subsistiendo en la marginalidad, en la lucha “a como dé lugar” de las eco-nomías informales, en el “re-busque” del sustento diario. Estas naciones, salvo el caso de Ecuador donde la crisis es más institucional y política, presentan una mayor vulne-rabilidad económica externa. Los precios del petróleo que importan se han triplicado, la gasolina también es tres ve-ces más cara y eso aumenta el costo de vida.

En Latinoamérica, un 44% de la población sub-siste en condiciones de po-breza (cerca de 220 millones de personas) y un 19% debe enfrentar la pobreza extrema (casi 92 millones). Ese cons-tituye el reto esencial de los

sistemas políticos que se es-tablecen en el área.

Problemas del poder

Los problemas en el manejo del poder incluyen dos aspectos básicos. Por una parte hacer que los partidos políticos sean instancias de intermediación social; es decir, que el ciudadano “de a pie” se sienta representa-do por esas organizaciones. Cuando eso no sucede, como en el caso de muchos par-lamentarios, los políticos al no representar a nadie más, ni tener mayores controles sobre ellos, se terminan re-presentando a sí mismos.

El otro problema político es el de la renovación. ¿Qué hacer cuando un gobernante no llega a ganarse la legitimi-dad concreta del poder, que la dan los resultados a favor de las mayorías? En Europa ese problema se ha enfren-tado al separar el cargo de Jefe del Estado (presidente), del cargo de Presidente del Gobierno (primer ministro). En Latinoamérica esos es-quemas no se ven realizables en el futuro previsible.

De manera más especí-fica, la agenda del desarrollo latinoamericano sigue pre-sentando los desafíos de dis-minuir la fuga de capitales, promover la inversión en re-cursos humanos, y atraer re-cursos que amplíen la oferta de trabajo. De esa manera las democracias no serían naves a la deriva. Los gobernantes pasarían a ser estadistas que resuelven problemas de fon-do, más que administradores coyunturales de crisis perma-nentes.

Giovanni E. Reyes Profesor de la Facultad de Ciencias Económi-cas de la Universidad

Nacional de Colombia.

¿Se afianzan los

sistemas democráticosen Latinoamérica?

La lectura a la práctica de la política, al manejo de los dineros públicos y a las inequidades sociales parece desnudar, mejor que el Latinobarómetro, lo que piensan los latinoamericanos del ejercicio de la democracia en sus países.

Lo que no se dice con suficiente fuerza es que el presidente Chávez, entrega concesiones muy favorables a transnacionales del “imperialismo”. Es el caso de la cesión de derechos de explotación petrolera y de gas, de la Plataforma Deltana, a Exxon y Chevron.

A pesar de la llegada al poder de los partidos socialdemócratas en América Latina, la corrupción lesiona la democracia, como ha sucedido con los escándalos de Lula Da Silva en Brasil.

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Los levantamientos de las banlieus en Francia y otros países europeos nos recuerda que las realidades de miseria se dan también, aunque en menor escala, en el primer mundo. Pero esa constatación no puede ser-vir, como pretenden algunos columnistas vengativos, para sacar conclusiones ligeras y simples como las que asegu-ran que el modelo de estado de bienestar en Europa se ha agotado.

Si en la coyuntura de los trágicos atentados del 11 de septiembre en los Estados Unidos se criticó con razón la posición de cierta intelectua-lidad de izquierda europea que encontró razonable tal atentado, o por lo menos lo justificó como una reacción a la política imperialista norte-americana; lo razonable aho-ra no es tomar una especie de venganza y renegar de lo europeo, o sostener que el modelo de bienestar es una farsa, y expresar cierta ale-gría perversa y sardónica con los problemas que enfrentan varios países con masas de jóvenes que se sienten recha-zados.

Salir a batir palmas por los hechos de vandalismo ocurridos, no solo es inicuo sino que revela un sentimien-to primario que obnubila el necesario reconocimiento histórico a los aportes que a la cultura occidental ha rea-lizado Europa, con todas sus complejidades y contradic-ciones internas incluidas. Por supuesto que no está fuera de lugar recordarle a ciertos sectores políticos franceses sus inconsecuencias cuando

se refieren a las realidades del tercer mundo.

Recepción no integración

Es pertinente preguntar-nos: ¿el levantamiento de los pobladores de las banlieus es el signo del fracaso del mo-delo de desarrollo de la pos-guerra? Esto es por lo menos lo que se desprende de las lecturas que algunos analis-tas hacen de los hechos ocu-rridos en este otoño en París y otras localidades de Francia y Europa. Y, tanto aquellos que desde América o desde la “derecha” pasan una espe-cie de cuenta de cobro, como quienes desde Europa usan la pluma para darse golpes tardíos de pecho, echan por la borda toda la herencia de la modernidad y de la cultura occidental ante una dificul-tad que, en todo caso, puede ser superada en el mediano plazo con las herramientas institucionales legadas por esa modernidad.

Los que tiran toda la herencia por la ventana, en actitud avergonzada, obran de modo simplista y cómodo, demasiado irresponsable. Un fenómeno como el que se ha venido apreciando, en el que están involucradas, no las ma-sas de migrantes, sino la de sus hijos, no da para pensar en términos tan categóricos sino para reflexionar acerca de las fallas, omisiones, equívocos y errores cometidos por sucesi-vos gobiernos, de izquierda y de derecha en el tratamiento de la integración de culturas foráneas necesarias para su desarrollo. Estos hechos tam-bién dan para realizar una mi-rada crítica a los elementos de la cultura cotidiana en la que afloran conductas de exclu-sión y racismo.

Los norteamericanos, que en buena medida, como cualquier zona del llamado primer mundo, presentan los

mismos conflictos, han de-mostrado una mayor eficacia en la adopción del fenómeno migratorio que los franceses y los europeos en general, que se han conformado con la recepción mas no con la in-tegración. Ello es síntoma de una política que suponía que el modelo de estado de bien-estar se extendería por obra y gracia de la inercia a todos quienes fuesen habitantes de la nación, y que no tenía en cuenta que en el marco de esas migraciones había agen-tes y realidades sumamente conflictivos, en la medida en que se ponían en contacto no sólo estructuras sociales sino también de tipo nacional, ra-cial y religioso.

No es lo mismo una ma-sa de migrantes cristianos a una nación cristiana, que la de una masa de musulmanes y negros a una nación blanca y católica. Si los mecanismos de integración han fracasa-do, lo que se está revelando no es una falla en el mode-lo de desarrollo del estado de bienestar adoptado por la mayoría de países euro-

peos de la posguerra, sino la irresponsabilidad de haberse negado a adoptar una polí-tica clara en materia de mi-graciones que permitiese no solo el cubrimiento de áreas “sucias” de la economía sino la educación y socialización, en suma, la integración de los nuevos habitantes, y en cambio haber confiado ese proceso a las fuerzas de la evolución.

Discriminación: ¿los costos

de la migración?

Es claro que los países adelantados arrastran consi-go una discriminación que puede estar en la base de los conflictos actuales. En ella ha habido descuido en la pro-yección de políticas de inte-gración y formalización de esas comunidades que llegan a las metrópolis en busca de oportunidades y que solo en-cuentran allí el trabajo “su-cio”, el malpago o la exclusión total. Sin embargo, el desafío de las migraciones es de tan altos costos que ningún go-

bierno se ha querido plantear seriamente el problema por temor a ser culpado de racis-ta. Las consecuencias están a la vista con la insurrección espontánea de los jóvenes de las banlieus que, por ahora, no son presa exclusiva de los predicadores del fanatismo religioso musulmán, pero que lo podrían llegar a ser en cosa de instantes si no hay una reacción adecuada del estado.

Lo que está en cues-tión, por tanto, no es como alegremente pregonan los hacedores de catástrofes, el modelo de estado de bien-estar o el capitalismo o la globalización, no es que los mecanismos estatales hayan fallado, sino que la inclusión de nuevas realidades en el desarrollo no se ha realizado con los procedimientos ade-cuados. En esa falla hay tanta responsabilidad de las dere-chas como de las izquierdas, si nos atenemos a lo que afir-ma buena parte de los analis-tas en el sentido de que esto se ha fraguado en los últimos 30 años. Por tanto, el conflic-to podría tener más relación con deficiencias en políticas corrientes en materia edu-cativa, de salud y de empleo que no contemplaron el pro-blema de una migración in-discriminada y masiva que hizo fracasar todo el disposi-tivo estatal existente, que con una política expresamente racista.

En ninguna parte del mundo encontramos países en los que la exclusión y la discriminación no figuren de manera lacerante. Por supuesto, si las democracias más avanzadas no reaccio-nan con sensatez y realismo, sus enemigos, o sea, los ex-tremistas que explotan la cri-sis con referentes religiosos, aprovecharán para sembrar la duda sobre las ventajas de la sociedad liberal y demo-crática de Occidente.

Darío Acevedo Carmona

Profesor de la Uni-versidad Nacional de Colombia Sede Medellín; docente

invitado del Instituto de Altos Estudios pa-

ra América Latina.

Contraponer a los disturbios en Francia el fracaso del modelo planteado en el estado de bienestar, es desviar y simplificar las equivocaciones en la política de migración y el comportamiento discriminatorio, que, según el autor de este análisis, están en la base de la tensión.

El estado de bienestar y el levantamiento de las

banlieus

Luego de tres semanas de disturbios a las afueras de París, los reclamos de los banlieues son respondidos por el gobiernos francés con una campaña publicitaria para no afectar el turismo.

La discriminación laboral, en salud y otros servicios sociales a los hijos de los migrantes cuestiona el modelo de estado bienestar en Europa.

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Entrevista

Entre los narradores colombianos de las últimas décadas y de mayor recep-ción literaria, descolla R.H. Moreno-Durán (Tunja, 1946-Bogotá, 2005), autor de va-rios libros de ensayo sobre literatura nacional y europea, de destacadas novelas y li-bros de cuento, de una pieza dramática, de una biografía literaria, de una consolidada tipología femenina definida como Meninas, Mandarinas y Matriarcas, de recreaciones de mujeres ficticias de la lite-ratura universal y del recono-cido programa Palabra Ma-yor que incluye entrevistas a grandes autores de la lite-ratura iberoamericana. Con motivo de la valoración múl-tiple Fantasía y verdad pu-blicada por Unibiblos, el au-tor dialogó con Juan Gabriel Vásquez y Luz Mary Giraldo sobre sus años de formación en la Universidad Nacional, el oficio de escritor, la impor-tancia de la lectura, sus años en Barcelona, la literatura de hoy y las condiciones de la crítica contemporánea.

Amante de la vida y de la literatura, responde al tipo de escritor que desde el culto a la palabra y el conocimiento se compromete críticamente ante la sociedad y la histo-ria. De amplia cultura, pluma incisiva y juguetona, prodi-giosa memoria e inteligencia pronta, en su obra confluyen el gramático que domina el idioma, el escritor iconoclas-ta y burlón, y el pensador que reflexiona en cada pági-na de sus ficciones, ensayos o conversaciones, dejando ver la sintonía del escritor que lee o el lector que escribe, lo que desde su erudición “se aproxima a la sabiduría”, co-mo lo reconociera Noé Jitrik en el homenaje que le rindió su Alma máter en las Prime-ras Jornadas de Literatura y Escritura Iberoamericana, coordinadas por la Escuela de Cine y Televisión y el De-partamento de Literatura.

Luz Mary Giraldo: Em-pecemos por la historia de lector y escritor. Usted con-cede un valor fundamental a la época de estudiante en la Universidad Nacional, ¿qué hay de ese periodo, de las lecturas de entonces, de los primeros escritos?

Rafael Humberto Mo-reno: Yo creo que todos los escritores sin habernos pues-to de acuerdo, empezamos a descubrir que había algo muy atractivo, adictivo ca-

si, en cierto tipo de lecturas que nadie nos recomendaba y que uno encontraba por su cuenta: Stevenson, Julio Ver-ne, por ejemplo, pero eran lecturas que uno hacía entre novia y novia, fiesta y fiesta,

en el bachillerato. El bachi-llerato lo hice en seis colegios diferentes, sin perder ningún año, pero no me sentía có-modo en ninguno de ellos. Este cambio continuo me permitió comparar sistemas de educación, en el caso de la literatura constatar formas de enseñanza diferentes: si un profesor le ponía una mística extraordinaria y era maravi-lloso, otro hacía de ella una

verdadera costura. Llego a la universidad a estudiar una ca-rrera que nada tiene que ver con la literatura, el Derecho, y me da todo en el sentido de que me enseñó a leer a través de unos profesores iconoclas-tas; creo que los más icono-clastas son los de derecho, ni siquiera los de filosofía (al fin y al cabo ellos mismos decían que la ley está para violarla). Recuerdo a algunos de ellos

con mucho cariño; un pro-fesor que cambiaba de Justi-niano y el Código Civil y daba un salto maravilloso a Joyce; o analizaba cómo se veía el pro-blema del derecho en Kafka o por qué el noventa por ciento de escritores eran abogados. Uno empezaba a descubrir a fondo a Goethe, como abo-gado, juez, poeta, dramaturgo y científico. Yo me decía: “el derecho lo es todo”.

Yo me hice lector en la Universidad gracias a que la Facultad de Derecho tenía su propia biblioteca, pero ha-bía una biblioteca central y al mismo tiempo otras bibliote-cas en las otras treinta o cua-renta carreras de la universi-dad. Libro que no estaba en mi facultad o en la central lo encontraba en las otras. Me hice lector en la universidad y me hice escritor leyendo las malas cosas que algunos compañeros escribían.

LMG: En la Universidad confluyen la literatura, la historia, las ideas políticas. Ha sido termómetro de los acontecimientos del país y del mundo, así se deja ver en Juego de damas, su primera novela.

RHM: Los que tuvimos la suerte de vivir del 65 al 70, la Revolución cubana, Viet-nam, la minifalda, la píldora anticonceptiva, el boom, en-contramos muchas cosas. Si yo tenía alguna reserva con el nouveau roman que me parecía muy aburrido, lle-gaba el boom para salvarme la vida porque me descubre grandes autores y a los que a su vez éste descubre: Fili-berto Hernández y el mis-mo Borges. Por todos esos escritores empecé a hacerle trampa al derecho y a leer robándole tiempo al derecho, leyendo uno o dos libros si-multáneamente. Aquí viene la novela, una muy particu-lar. Un día entré a la cafetería y había cuatro o cinco tipos de cuarto o quinto año de Derecho a punto de irse a las manos porque no se ponían de acuerdo sobre si la mejor novela era Ulises. Yo nunca había oído hablar de Ulises y me dije: “ese libro tiene que ser importante”, y cuando terminó el conflicto le pre-gunté a uno de ellos si me lo podía prestar y sin problema lo hizo sin saber quién era yo. Lo devoré y a los quince días, cuando lo devolví me dijo: “¡sobreviviste!”; el libro tenía muchas cosas que no enten-día, pero descubrí una face-ta diferente de la literatura, entonces empecé a alternar literatura de creación.

Juan Gabriel Vásquez: ¿Qué dejó esa etapa?

RH: La Universidad fue la mayor proveedora de en-

Para exorcizar

olvidoel

Los profesores tenían la misión de decir “¡ojo!, ese es un charlatán”, y eso era muy importante para quienes creíamos en llegar al conocimiento a través de la insolencia y el escepticismo.

Una tarde, la del viernes 21 de octubre, el maestro Rafael Humberto Moreno dio la última entrevista, a UN Periódico. En ella dejó percibir que sus días le alcanzarían para escribir algunas más de sus inefables letras. Sin embargo dejó estas palabras, que serán publicadas en su versión completa en un libro de entrevistas al autor que prepara la Universidad Nacional.

Bajo el marco de la valoración crítica del autor de Femina suite, Germán Espinosa, Rafael Gutiérrez Girardot, Juan Goytisolo o Raymond Williams, entre más de veinte intelectuales, fueron convocados en Fantasía y verdad. Valoración múltiple, el último libro sobre Moreno-Durán.

La Gran Orden del Ministerio de Cultura, otorgada en abril anterior, resume el reconocimiento que muchos le hacen como contemporáneo del porvenir. Guillermo Flórez P.

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Entrevista

sayo, precisamente por es-tos profesores iconoclastas que me ayudaron a pensar cuestionando las verdades establecidas. Nunca olvidaré la rabia que me dio cuando hablando de Sartre con un profesor de filosofía, me di-jo: “para hablar de filosofía tenemos que hablar de filó-sofos serios y Sartre no lo es”; en ese entonces yo adoraba a Sartre y la afirmación del profesor me molestó mucho. Años después comprendí que tenía razón. Sartre era un militante muy genial con sus obras de teatro que para mí es lo que sobrevive; pero to-do lo demás… reintenté leer Los caminos de la libertad y no, ideologismo indigesto. El profesor tenía la razón, pero entonces estaba tocando uno de mis ídolos. Frente a mu-chos filósofos que nos vendía París, los profesores tenían la misión de decir: “¡ojo!, ese es un charlatán”, y eso era muy importante para quienes creíamos en llegar al conoci-miento a través de la insolen-cia y el escepticismo, eso me lo enseñó la Universidad.

LMG: Hay un ensayo sobre Lautreaumont que se identifica como su primer texto. Luego vienen De la bar-barie a la imaginación y Juego de damas, lo que indica que desde el comienzo cabalga entre el ensayo y la ficción.

RHM: Como casi toda mi generación, yo sentía que algo se estaba moviendo en el mundo, que iban a cam-biar las cosas. El poeta Lau-treaumont de alguna forma propugnaba una rebelión contra lo absoluto, pero lo absoluto eran categorías que ya habían manejado Sartre, Camus, una cantidad de gen-te; era el rebelde que a los veinte años había escrito una obra impresionante.

Cómo no sentir la sen-sación de militancia políti-ca teniendo a los troskistas, comunistas, ortodoxos, línea Moscú, línea Pekín, cubanos, en fin. Los veía y los distin-guía por los grupos; ahí des-cubrí al joven rebelde pero ya no en el sentido de Lau-treaumont sino aterrizado en una realidad tan terrible como Colombia entre 1965 y 1970, cuando surgen dos grupos guerrilleros, Farc y Eln. Uno no puede ser in-diferente a eso. Yo vi cómo muchos compañeros míos cayeron. Menciono ese lus-tro porque no todo el mundo ha tenido la fortuna de te-ner como profesor a Camilo Torres Restrepo, o a Martha Traba que nos lleva a Mario Vargas Llosa, a Juan García Ponce a dictar conferencias, a Marcuse, el otro pontífice del movimiento contestatario traducido por García Ponce; ese privilegio lo hemos teni-do muy pocos, con autores que estuvieron al alcance de la mano.

Ahí entendí que se es-taba moviendo algo, pero lo que más se movía y cambia-ba eran las muchachas, las jóvenes, las minifalderas, to-das inteligentísimas, bellas, destructoras de hombres, nú-mero uno de su carrera. Ahí pensé: “este personaje no ha sido tratado por la literatura colombiana”; desde María hacia acá no veía a esa mujer por ningún lado y sigo sin verla. No estaba en Lizarazo, en García Márquez que era la moda, en Cepeda Samudio,

no estaba en los cosmopoli-tas; ahí me dije: “esa mujer es nueva y va ser mía”. Descubrí que tampoco estaba el movi-miento estudiantil como tal, vinculado a la liberación fe-menina, ambos relacionados a los movimientos políticos que se estaban abriendo ca-mino en el mundo. De ahí nació Juego de damas. Las tres columnas de Juego de Damas, que siguen rigiendo mi vida.

En estos momentos, oc-tubre de 2005, lo que estoy es-cribiendo está regido por un criterio cronológico, por eso cuando viene la caída del Muro de Berlín en 1989, Jue-go de Damas se había pu-blicado catorce años antes y en la novela esto se antici-paba: ya había guerrilleros absolutamente arrepentidos, escépticos, enmarihuanados que preferían la marihuana al monte, decepcionados, cuando aquí todo el mundo empezaba a irse para el mon-te engañado por la falsa ideo-logía. Hay una serie de cosas que yo no entiendo por qué los demás no siguieron en sus historias, muy respeta-bles, del campo, de los bares, de las prostitutas, el tránsito del campo a la ciudad, la vio-lencia con mayúscula, pero mi violencia era la que yo estaba viviendo, si estoy en el 73 era la del 73. Eso se lo debo a la Universidad porque en ese caldo de cultivo era donde conocía todo.

JGV: Cuando llega a Barcelona termina Juego de Damas, ¿cómo afectó el ale-jamiento del caldo de cultivo para la escritura de los otros dos volúmenes de la Trilo-gía, que comparten el mismo clima y dan una unidad de ambiente total?

RHM: Porque, como en el poema de Kavafis, la ciu-dad, en este caso la Universi-dad no me abandonó nunca. Yo me fui del país por las buenas, sin resentimiento ni nostalgia, ni deudas pen-dientes, lo que me permitía trabajar sin rabia, que es el problema de muchos escri-tores al convertir el exilio de sus países en verdaderas ba-tallas campales y luchas que transmiten –así tengan la ra-zón– a sus novelas en puro resentimiento; la novela no es para tumbar gobiernos, ni para sacar a la gente de la cárcel, en lo posible es para meter al autor a la cárcel, es lo que casi siempre ocurre. Además ningún escritor na-ció para ser la Madre Teresa de Calcuta ni para reivindicar a nadie, un escritor no tiene por qué ser Simón Bolívar o el Ché Guevara. La escritura es diversión, arte, profundi-

dad, si no puede aportar algo en esos temas muy bien, si mi lector se divierte bien, si enri-quezco la tradición de la que formo parte o sea la tradición española, hispanoamericana, colombiana, me siento bien, el mismo conocimiento que me enseña el estar trabajan-do permanentemente sobre la realidad de mi país, de mi continente en el mundo.

Me fui en barco y a los seis meses de llegar de Co-lombia éste se incendió en el Puerto de Barcelona y como no tenía ninguna necesidad de regresar, esto permitió que me olvidara de Colombia en el sentido doméstico, cotidia-no. Colombia estaba conmigo todos los días por la prensa, la prueba es que muchos de mis libros son “colombianos”. Para descansar de eso apare-ce Metropolitanas, mi primer libro de cuentos (como se di-ce en algún momento de la Trilogía: “Monsalve se tuvo que ir a Europa y por allá es-tá escribiendo un libro sobre mujeres”). Entre un libro y otro descubrí algo que para mí ha sido muy importante: que estaba escribiendo una especie de panel colombiano sobre el siglo XX; cuando se publicó hace dos años con motivo de no sé qué cente-nario de Bogotá, mis dos no-velas: Los felinos del canciller, sobre la Atenas latinoame-ricana o sea finales del XIX y comienzos del siglo XX y El caballero Invicta, sobre la época de Pablo Escobar, el apagón de Gaviria y todo el final del siglo XX, vi el acierto de mi editor al meter en un solo volumen los dos libros porque sirven de arco a toda mi obra. Sin darme cuenta he escrito un fresco balzaciano o pruostiano sobre Colombia, Corea, los años sesenta, los ochenta…

JGV: Los escritores so-mos gente supersticiosa, de seguir rutinas y horarios, Hemingway escribía de pie y tajaba un determinado nú-mero de lápices diarios antes de ponerse a escribir, porque eso lo ayudaba a concen-trarse, García Márquez con sus rosas amarillas… ¿Rafael Humberto qué manías tiene?

RHM: Varios escribían de pie, como Óscar Wilde, otros en la cama y no sa-lían de ella, como Onetti. Yo soy maniaco, trabajo de sol a sol, nunca con luz artificial porque ésta siempre fue para leer, después de las diez de la noche. No puedo sentarme a trabajar si hay algo abier-to, una ventana, una puerta, si no está hecha la cama, si no hay un orden absoluto. Si empiezo a escribir y escucho ruidos o si el cuadro está tor-

cido me levanto a enderezar-lo, si encuentro algo que está sucio me pongo a limpiarlo y se me va todo el día en esas cosas que son pendejadas pero determinan el día.

LMG: ¿Música?

RHM: Al comienzo aprendí a escribir con músi-ca porque aprendí a leer con ella, cuando yo supe que por más fascinante que fuera Bee-thoven no me interrumpía un fragmento de la Montaña Má-gica, entendí que son compa-tibles aunque diferentes. La música me va entrando por algún lado, el silencio abso-luto me vuelve nervioso, es como si hubiera algo, como si algo va a pasar, entonces prefiero la música clásica.

JGV: ¿Cuál es el esta-do de la crítica, visto con la perspectiva de un libro que se acaba de publicar con las críticas de su obra a lo largo de los últimos treinta años?, ¿cómo se ha transformado

ese oficio en Colombia?

RH: Aquí hay una es-pecie de proceso paralelo de descomposición de criterios: de la facilidad, de lo inmedia-to, de la lectura superficial, de la falta de profundidad; yo no creo que para escribir una reseña se necesiten cin-co páginas. Recuerdo cuando Borges escribió por primera vez una reseña de Hermann Broch que ocupó media pá-gina en una revista; con ella nos reveló a un extraordina-rio escritor. O sea, no es cues-tión de espacio. No existe un sujeto llamado crítico; las mejores críticas en Colombia las siguen haciendo los pro-

pios creadores, lo mismo que en otros ambientes los hacen los pintores o los cineastas; el oficio de crítico especializado ha ido desapareciendo.

JGV: ¿El creador litera-rio, novelista, cuentista, tiene elementos de juicio de los que el crítico carece?, es decir el hecho de que en Colombia las mejores críticas las estén haciendo los creadores, no es muy distinto de lo que ha pasado en otros momentos del siglo XX. Las críticas de Virginia Wolf eran las mejores de su momento; el mejor crí-tico sigue siendo Eliot…

RHM: En Colombia po-demos comprobarlo con el mismo García Márquez. Antes del éxito fulminante de Cien años de soledad y de la uni-versalización de su obra y una especie de dedicación casi ex-clusiva de la creación. Era un excelente crítico; las críticas de cine y de libros de La jirafa o de los periódicos de la costa

o las de La razón lo dejan a uno sorprendido del gran cri-terio que tenía. Héctor Rojas Herazo, maestro de la prosa, autor de tres obras magistra-les y que curiosamente nun-ca escribió cuento, fue uno de los críticos más brillan-tes que he leído en mi vida. Los dos tomos que publicó Eafit en Medellín muestran su lucidez, sentido del olfa-to extraordinario. Eso mismo pasaba con contemporáneos de Buenos Aires, La Habana o México. Creo que hay un problema de formación; me parece que el escritor, por lo menos de las dos últimas ge-neraciones en Colombia, ha despreciado olímpicamente la crítica, no porque no le den la oportunidad.

Ésta es una generación que se dedicó exclusivamen-te, entre comillas, a crear, a soñar, a divagar y no a re-flexionar. La ausencia de re-seña crítica corre pareja con la ausencia de ensayo; Co-lombia es un país de grandes y extraordinarios ensayistas y lo demuestra Mito que es la gran generación de críti-cos, reseñistas y ensayistas; uno encuentra un artículo de Martha Traba de veinte líneas, absolutamente contundente sobre Bacon o cualquiera de los grandes pintores del siglo XX, pero también un artículo de veinte páginas; eso solo lo da la formación; un crítico no se improvisa. Un crítico corre parejo con el gran creador. Es el caso de Octavio Paz, el gran poeta a quien su prosa le ayudó a su carrera. Su gran prosa tanto en ensayo exten-so como en reseñas breves, Lezama Lima, Borges, Fuen-tes, Vargas Llosa, Cortázar. Lo que ha ocurrido en Colombia en los últimos veinte años, pero no solamente en Colom-bia, es que la minicrítica está haciendo una carrera tan ne-fasta como el minicuento que es donde hay verdaderas per-las, pero no todo es calidad. Me parece que el problema es el sujeto crítico, si el sujeto crítico no existe, no existen resultados, se impide una lec-tura del producto estético.

La actual generación de escritores se dedicó a crear, a soñar, a divagar y no a reflexionar. La ausencia de reseña crítica corre pareja con la ausencia de ensayo.

Luz Mary Giraldo y Juan Gabriel Vásquez, amigos y colegas, hicieron la última entrevista al escritor colombiano en la que, como siempre, hizo uso de su agudo sentido del humor para confesar las cosas por hacer y las ya hechas.

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Cultura

La vida de Germán de Granda es la de un académi-co que encontró su laborato-rio de estudio en las tierras lejanas e inexploradas. Cons-tantemente recalca a sus es-tudiantes de la Universidad de Valladolid que la realidad está afuera, no en una oficina y menos frente a un com-putador, cosa que no todos atienden a pesar de que él es la personificación de tal consejo.

Su primer viaje ocurrió cuando ni siquiera había terminado la licenciatura en Lingüística en la Universidad Complutense de Madrid; en-tonces, fue a Marruecos co-mo legionario español, “algo realmente aventurero”, dice. En ese momento inició un itinerario por países de África y América que comprendía destinos tan remotos como la isla de Annobón (Guinea Ecuatorial) a la que solo lle-ga un barco al año; y Palen-que de San Basilio (Colom-bia). Fue en esta población del departamento de Bolívar donde hizo uno de sus des-cubrimientos más relevantes: que el palenquero no es una curiosa variedad de español con influencias africanas –como hasta entonces se había creído–. Es una len-gua aparte, cuya base es un criollo mezcla de portugués y lenguas africanas que tra-jeron consigo los esclavos, y que se conserva casi intacto. Un descubrimiento hecho en 1968 y que hoy muy pocos colombianos conocen.

Los estudios lingüísticos de De Granda en Latinoamé-rica le han valido para ser considerado el hispanista vivo más importante en la actualidad; ser nombrado académico correspondiente de las academias de la len-gua en Cuba, Colombia, Pe-rú, Chile, Bolivia, Paraguay y Argentina, además de la Real Academia Española; y ser nombrado profesor honora-rio de las universidades más antiguas de América como la Autónoma de Santo Domin-go, fundada en 1536, y la de San Marcos de Lima, fundada en 1551.

Aprovechando su visita a Bogotá durante una serie de conferencias programa-das por el Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional, UN Periódico con-versó con él.

UN Periódico: Usted ex-plica que el palenquero es una lengua criolla en un es-tado basilectal, es decir, que aún conserva muchos rasgos del criollo original (mezcla de portugués y lenguas africa-nas) que traían los esclavos a

América. ¿Qué características tiene el palenquero?

Germán de Granda: En primer lugar la simplificación gramatical de una serie de rasgos de la lengua europea de prestigio, en este caso el español. Por ejemplo, el ver-bo no tiene conjugación, si-no que está en infinitivo y es precedido por morfemas invariables que indican el

tiempo o la modalidad de la acción. El sustantivo es tam-bién invariable y cuando se quiere manejar en forma plu-ral se le provee de un morfe-ma anterior. No hay oracio-nes subordinadas y una serie de preposiciones tienden a perderse.

El segundo elemento importante es la conserva-ción de rasgos de las lenguas africanas en las que se formó originariamente ese criollo, según mi teoría. El elemento pluralizador de los sustanti-vos es “ma”, ubicado al inicio de la palabra; por ejemplo, para gallina (ngañía) el plu-ral sería mangañía; ese es un morfema del kikongo, la len-gua bantu que hablaban los

que empezaron a manejar el criollo portugués del que sa-lió el palenquero.

Y en tercer lugar, que una buena parte del léxico es procedente de la lengua de prestigio, el español, pero se conserva un porcentaje, no muy alto pero muy signifi-cativo, de la lengua kikongo. En su fonética hay prenasa-lización, que consiste en que abundan las consonantes

precedidas de una nasal, por ejemplo en ngañía, la “g” está precedida de “n”. Esto es ca-racterístico de varios grupos de lenguas africanas. Tam-bién los pronombres perso-nales de segunda y tercera persona plural son africanos: enú (ustedes) y ané (ellos). Es decir, ¡todo esto es bastante complicado!

UNP: ¿Por qué el palen-quero se ha conservado en estado basilectal?

GG: Por el aislamiento en que vivió el palenque du-rante siglos, prácticamente hasta el siglo XVIII. Palenque fue eso, palenque: un esta-blecimiento de negros libres que permanecen al margen e incluso en estado de guerra

con todo lo que les rodea. La autoridad colonial no admitía ese tipo de hechos. Entonces, estoicamente, se mantienen en lucha con la autoridad colonial hasta el siglo XVIII, en el que hay una especie de tratado de paz entre las autoridades y los palenque-ros. Si hubieran tenido una relación normal con el resto del país tal vez hubiera segui-do aproximándose al espa-

ñol hasta desaparecer como lengua.

UNP: Resulta paradójico que esta preservación sea al mismo tiempo expresión de un cierto abandono del esta-do hacia esta población…

GG: Es cierto que ese abandono es un factor de la preservación hasta hoy del palenquero. Es lo mismo que pasa con otras zonas del Pacífico, donde también las condiciones de vida son terribles, su aislamiento es prácticamente total. Eso es lo que da lugar a que se con-serven rasgos no solo lingüís-ticos sino culturales que en otras partes han desapareci-do, como determinado tipo de poesía tradicional como los romances antiguos y las décimas.

UNP: Quizá todavía ha-ya colombianos que desco-nozcan la particularidad de esta lengua criolla. ¿Por qué el palenquero es un caso úni-co en América?

GG: Las modalidades criollas son un símbolo lin-güístico de la mezcla de cul-turas. En ningún territorio de lengua española actual se conserva una modalidad criolla basilectal, salvo el ca-so del palenquero. Ni en Cu-ba ni en el resto de América. Y el que hay aquí es un es-pléndido ejemplo del contac-to entre las culturas africana y occidental. Es una reliquia verdaderamente preciosa.

UNP: ¿Qué se debe ha-cer para que se siga conser-vando?

GG: Durante algún tiem-po hubo una tendencia en Palenque a que los jóvenes se avergonzaran de hablarlo considerando que era un es-pañol mal hablado y lo aban-donaban. Parece que en los últimos años, quizá a partir de la Constitución de 1991, las cosas están cambiando y se está volviendo a valorizar. Hay que seguir por ese ca-mino, la educación debe ser bilingüe: en castellano y en palenquero y, sobre todo, ha-bría que lograr que la gente no tenga la idea falsa de que es un castellano mal hablado. No, ¡es otra lengua!, aunque en buena parte coincide con el léxico del español. Enton-ces que se enorgullezcan de hablar palenquero.

UNP: Desde la Lingüísti-ca, ¿cuál es el paso a seguir?

GG: Convertirlo en una modalidad dotada de presti-gio, estandarizarlo para que se pueda escribir y que no haya esa vergüenza por el uso del palenquero –que no hay realmente ningún motivo– y luego habría que averiguar si en Colombia hay sin descu-brir alguna otra modalidad similar, porque en este país hubo muchos palenques de esclavos sublevados. Es po-sible que en alguna zona aún no investigada se dé alguna modalidad semejante.

Paula Grisales Unimedios

reliquia lingüísticaEl palenquero:

La vitalidad y dinamismo de la lengua quedaron preservados en el palenquero, que no es “español mal hablado” –como se llegó a pensar– sino una lengua criolla que da testimonio del contacto de culturas en América. Germán de Granda, reconocido hispanista responsable del hallazgo, volvió a Colombia para hablar de los aportes afro al español.

Habría que lograr que la gente no tenga la idea falsa de que es un castellano mal hablado. No, ¡es otra lengua!, aunque en buena parte coincide con el léxico del español. Entonces que se enorgullezcan de hablar palenquero.

Hace 37 años De Granda descubrió que la lengua de San Basilio de Palenque era algo único en toda América; hallazgo del que hoy pocos colombianos tienen noticia. Guillermo Flórez P.

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Arte

La historia de la dan-za contemporánea es la de una ruptura provocada por el cuerpo y el movimiento. Es-pecialmente desde que Isa-dora Duncan –aquella norte-americana de principios del siglo XX, bailara descalza, y que con cautivante pasión fuera capaz de romper los rígidos esquemas clásicos– le diera una segunda oportu-nidad al cuerpo y su liber-tad para expresarse. Desde entonces, esta manifestación artística no ha dejado de cre-cer en busca de su identidad.

La sombra de la Dun-can se proyecta en el trabajo de siete jóvenes que hace un par de años decidieron con-formar la compañía Cortoci-nesis, que surgió del Grupo de Danzas Folclóricas de la Universidad Nacional. Entre ellos, Vladimir Rodríguez, su director, quien después de intentar con la filosofía y el diseño gráfico, se vio sedu-cido por la fuerza del movi-miento corporal y su proyec-ción coreográfica.

Su trabajo evoca la con-tundencia del corto cinema-tográfico, donde los bailari-nes son capaces de exhibir total concentración y acople de sus intenciones en el esce-nario. Él define su propuesta como una que reivindica el formato pequeño y la resis-tencia corporal del bailarín. En consecuencia, La Sala no pasa de los quince minutos, en los que cuatro bailarines dotan de sentido un espacio en apariencia anodino y lo convierten en un escenario de movimientos vertigino-sos y precisos para que cada danzante llegue al límite de su inteligencia corporal. En la obra se perciben historias fugaces y frágiles relaciones humanas: metáfora de la vida cotidiana condicionada por parciales equilibrios.

El espectador se pregun-ta: ¿cómo pueden alcanzar tal grado de coordinación en movimientos tan rápidos y ju-gando con apenas dos sillones y sus cuerpos? “La formación personal es muy importan-te porque permite apropiar varias técnicas para interpre-tar lo que requiere la obra”, afirma John Edwin Vargas, bailarín. Él coincide con el resto del grupo en que lo más importante es profundizar en el principio de la danza: el movimiento. A partir de allí, la investigación, la disciplina y la mística juegan a favor de un producto cuya calidad ha sido reconocida en festivales de gran prestigio.

La experiencia española

Uno de los certámenes más importantes de danza contemporánea en el mundo es el “10MASDANZA”. Alrededor de cien trabajos son envia-dos en video desde

varias partes del planeta con la ilusión de ser invitados a las Islas Canarias, en España, para participar de la fase final de selección de los diez me-jores. La Sala fue distinguida entre las cinco propuestas con mayor calidad, lo cual confirma que la experiencia de Vladimir en compañías reconocidas como L’ Explose, de Tino Fernández, aunada a la preparación constante de los bailarines, le ha permitido crear una compañía de danza contemporánea con un perfil definido, “en el que la inteli-gencia corporal del grupo y la investigación van dando la estructura de la obra, y la manera como va a quedar planteada”, dice el director a propósito de su método de trabajo.

Éste le ha servido para “patentar” el piso móvil, una herramienta coreográfica y estilística que recoge varias de las influencias que ha re-cibido Rodríguez durante su formación y le facilita el trabajo de desplazamiento por el piso con énfasis en

la concentración motora y gran exigencia muscular. A este respecto, Olga Lucía Cruz, otra de las integrantes de Cortocinesis, sostiene que la herramienta posibilita el reconocimiento en peque-ños rangos del movimiento y la reinterpretación de la técnica personal para los re-

querimientos de la obra.

Estas condiciones de investigación y

disciplina han sido

expuestas en creaciones más largas como La Mesa, que du-rante sus 55 minutos, exige del bailarín una apropiación del espacio y de su propio cuerpo. “Cuando bailamos perdura el mismo vértigo: el vértigo ante el poder de un grupo”, afirma su director.

Una sensación similar a la del par de moscas que copulan donde no deben y que plas-man el sentido de la obra.

En todo caso, La Mesa, concebida como una “osci-lación entre lo individual y lo colectivo”, con cuerpos que parecieran obedecer a un in-visible y poderoso dispositivo de relojería, fue premiada con la Beca de Creación para pequeño formato del Insti-tuto Distrital de Cultura y Turismo. El estímulo, aunque algo precario (diez millones de pesos) sirve para constatar el interés por la danza con-temporánea en el país.

Ahora son más de diez compañías las que inves-tigan y producen obras de variada calidad en la ciudad, siempre con el cuerpo y el movimiento como referentes, aunque los formatos y nar-rativas varíen. “Es necesario persistir en la consolidación de una conciencia sobre el oficio de bailarín y la calidad de las propuestas indepen-dientes, como la nuestra”, afirma Vladimir Rodríguez, quien conserva en la memo-ria de su cuerpo los rasgos, las tensiones y todo el cono-cimiento que como danzante y coreógrafo obtuvo en la Universidad Nacional. Ahora, con Cortocinesis, el panora-ma parece mucho más am-plio que el que podrían di-visar un par de moscas sobre una mesa.

como escenario El cuerpo

Con creaciones como La Sala y La Mesa, ambas premiadas en certámenes de gran importancia, la compañía Cortocinesis se posiciona entre los grupos más destacados de danza contemporánea en el país. El itinerario empezó hace más de dos años en la Universidad Nacional y continúa con las conocidas dificultades que tienen los creadores en Colombia.

En la obra se perciben historias fugaces y frágiles relaciones humanas: metáfora de la vida cotidiana condicionada por parciales equilibrios.

Yino Castellanos Unimedios

Diversos momentos del montaje La Sala, seleccionado entre los

cinco mejores del festival “10MASDANZA”,

celebrado en Islas Canarias. Nótese la tensión

corporal minuciosamente dosificada para las

exigencias del montaje.

Varias influencias ha recibido Vladimir Rodríguez, director de la compañía Cortocinesis

a lo largo de su trabajo, entre otras, la de la conocida técnica “volando bajo”.

Danzar no es bailar (...) La coreografía es como el

cauce de un río. Sonia Sajona,

bailarina venezolana.

Cortesía: Cortocinesis

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Universidad

El pasado 17 de febrero de 2005 se celebró el Pacto Nacional por la Innovación Tecnológica por parte del Gobierno, el empresariado, el sector financiero, los científi-cos colombianos y un grupo de universidades. Estas insti-tuciones se han comprome-tido a elevar la conciencia de nuestra sociedad sobre la importancia de la innovación tecnológica para contribuir a generar las condiciones de un

futuro próspero para las nue-vas generaciones, a aumentar los niveles de inversión en in-novación y a fortalecer la for-mación del capital humano vinculado a las actividades productivas.

Una expresión notable y concreta de este pacto nacio-nal es el recientemente creado Comité Universidad-Empresa liderado por la Universidad Nacional. El Comité surge por el trascendental consenso en-tre las principales universida-des y empresas de Bogotá y su región, por la necesidad de generar y promover proyec-tos de investigación aplicada,

enfocados a resolver necesi-dades tecnológicas reales de las empresas y de consolidar equipos multidisciplinarios conformados por académi-cos, miembros de los depar-tamentos de investigación, desarrollo, tecnología, diseño y producción de las empresas comprometidas.

En este contexto surge la primera versión del pro-yecto Catella. Se trata de un nuevo modelo de incubación financiado por el sector pri-vado capaz de fomentar la innovación en las empresas colombianas mediante la aplicación directa en ellas de metodologías de gestión del conocimiento y de la inno-vación por medio de alianzas entre la academia y el sector productivo; estas alianzas de-ben ser entendidas como un puente entre las necesidades del mercado y la capacidad de los centros y grupos co-lombianos de investigación de satisfacerlas.

El proyecto, calificado como innovación tecnológi-ca por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en octubre pasado, busca tender puentes entre la academia y los grandes empresarios co-lombianos, con el objetivo de crear nuevas empresas para el país. La lectura de la situa-ción actual de la innovación en el país hace que el enfo-que de Catella sea particular-mente interesante.

En Colombia, el sector privado no ha aprovechado significativamente los in-centivos disponibles para financiar la innovación tec-nológica y no ha desarrollado suficientemente una cultura de la innovación. Prueba de ello es que de acuerdo con la segunda Encuesta de De-sarrollo e Innovación Tecno-lógica (Colciencias 2005), las 6.172 empresas encuestadas emplean un total de 555 mil personas, de las cuales, so-

lamente el 1% trabaja en I+D (innovación y desarrollo), el 1% en diseño y el 1% en in-geniería. El resultado: el país se encuentra dentro del 20% de las naciones menos com-petitivas del mundo, según el Foro Económico Mundial.

Tres discursos

Por otro lado, la univer-sidad no ha sabido acreditar-se frente el sector empresa-rial como motor de innova-ción y como socio estratégico en el proceso de penetración de los mercados internacio-nales1. De 6.172 empresas en la mencionada encuesta, solamente 23 realizaron pro-yectos de desarrollo e inno-vación tecnológica en asocio con universidades y 11 en asocio con centros de desa-rrollo tecnológico.

Catella recoge tres lite-raturas relevantes para abor-dar el problema planteado: los documentos sobre ges-tión del conocimiento y de la innovación –particularmente con respecto al tema de de-sarrollo en las empresas de nuevos productos–, los do-cumentos sobre incubación de empresas y la que habla sobre comercialización de la tecnología generada desde las universidades y sobre el consecuente rediseño insti-tucional requerido por parte de las universidades mismas. Estas tres fuentes han segui-do tradicionalmente trayec-torias separadas. Catella las integra en un modelo de in-cubación de empresas.

Imaginémonos un equi-po de trabajo de clase mun-dial compuesto por profeso-res reputados y banqueros de inversión que llega a su empresa con el objetivo de capturar y construir con sus empleados oportunidades de negocio. Una vez allí se des-pliegan técnicas y procesos que van dirigidos a seleccio-nar las mejores oportuni-

Jorge Jaramillo Vargas Profesor Asociado Uni-

versidad Nacional de Colombia (2017).

1 En el Reporte de SCOPE (Medina, 2005) se lee: “Si bien los estímulos del Estado para la inversión privada no son suficientes, es evidente que

los empresarios colombianos tienen escasa confianza en el papel del conocimiento como fuerza motriz de sus empresas y de sus negocios”.

es cadenaCatellaUn nuevo modelo de incubación financiado por el sector privado fomentará la innovación en las empresas colombianas. El modelo propuesto por cuatro organizaciones, entre ellas la Universidad Nacional, hará de la academia un socio estratégico para consolidar la productividad de la industria.

Los incentivos están sobre la mesa: el 125% de exención tributaria es para aquellos empresarios que estén dispuestos a generar valor, a innovar y a crear país.

dades; pensemos cómo esa fusión de equipos evalúa y selecciona las mejores ideas con el objeto de crear va-lor desde diversas perspec-tivas disciplinarias; llevemos esas ideas a la investigación y el desarrollo; sigamos ca-minando y encontremos un plan de negocios formulado con estándares internaciona-les; observemos finalmente a los empresarios creando una nueva empresa con un grupo de jóvenes brillantes y em-prendedores, con el apoyo de los centros de investigación colombianos. Eso es Catella. Es el momento para invertir y para creer.

El Sena, Colciencias, la Universidad Nacional y la Corporación Innovar creen. Es el momento para que los empresarios inviertan. Los incentivos están sobre la me-sa: el 125% de exención tribu-taria es para aquellos empre-sarios que estén dispuestos a generar valor, a innovar y a crear país.

La innovación prospera donde los grupos y centros de investigación y de desarrollo tecnológico están articulados con el sector productivo y empresarial, principio del que parte Catella. Archivo

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Salud

Desde el sismo de Popa-yán, el país ha consolidado una institucionalidad en el tema de prevención de de-sastres en la que es reconoci-da en Latinoamérica. Ciuda-des, como Bogotá, Manizales, Pereira cuentan con sólidos diagnósticos para prever las estacionalidades del peligro y las formas de reacción ante un fenómeno natural.

El avance en la preven-ción, sin embargo, presenta una notoria asimetría con el de la atención de desastres. En este último, el desarrollo ha sido mínimo y en cada evento se repiten la mayor parte de los errores cometi-dos en el pasado.

Los estudios de María del Rosario Saavedra con respecto a los desastres de Armero y del eje cafetero; los presentados por Gusta-vo Wilches sobre Popayán y Armero; así como el análisis del Centro de Investigaciones para el Desarrollo de la Uni-versidad Nacional con res-pecto al Eje Cafetero, eviden-cian características similares en la deficiente atención de desastres que se repetirán en los hechos venideros, básica-mente por la preponderancia de la hora política y los inte-reses privados sobre la nece-sidad de los afectados.

En efecto, todo gran desastre se convierte en una oportunidad política. El Go-bierno Nacional, los pode-res regionales y la oposición enfilan baterías en busca de espacios de fortalecimiento político. Este hecho inicia una serie de compromisos entre los que más dan y los que más solicitan, en nom-bre de los afectados; quienes, por demás no se enteran con la misma velocidad, ni de lo que les dan, ni de lo que soli-citan en su nombre.

Gerencia de desastres

Una vez sucedido el fe-nómeno, ante la falta de rigor en las reglas del juego y en la premura de los hechos, los gobernantes prometen solu-ciones desarticuladas, que al final se cobran y tienen un efecto considerable sobre el fisco, que en últimas recurre al crédito o a crear impuestos para cumplir las promesas mal formuladas.

La oposición, por su parte, se encarga de aumen-tar sin dolor el número de afectados y de presentar las solicitudes en su nombre, sin confrontar la veracidad de los datos.

Todo se traduce enton-ces en un complejo entra-mado de intereses políticos y económicos que encuentran en el desastre la oportunidad de fortalecerse siempre en nombre de los damnificados.

Ante la débil institucio-nalidad de las normativas de la atención, los estudios evidencian las siguientes co-incidencias:

Todo gran desastre trae consigo un flujo especial de recursos necesarios para la reconstrucción de la zona afectada, a causa de esto se inicia una lucha por la coor-dinación y la participación en su ejecución. Esto sucedió en Armero y en el Eje.

En este caso, se impone la supremacía del Gobierno Nacional que ha creado or-ganismos especiales como Resurgir o el Forec para la ejecución de los recursos, que dependen directamente del Presidente de la Repúbli-ca. En últimas, la hora polí-tica de la reconstrucción es ganada por el presidente de turno frente a los políticos regionales.

En consecuencia, las oficinas nacionales, regiona-les y locales de atención de desastres están aisladas del proceso (más en el Eje Ca-fetero que en Armero) y su experiencia sobre las zonas y sus habitantes no es tenida en cuenta. De acuerdo con las declaraciones que se ofre-cieron en su momento, esas oficinas son consideradas dé-biles para asumir la coordi-nación que les demandan los hechos y, a pesar de las con-diciones especiales con que las reviste la Ley 919 de 1989, tienen limitaciones jurídicas para enfrentar con eficacia las decisiones gerenciales de la atención de desastres.

Dado el flujo de recursos extraordinarios que reciben las zonas, se crea un falso imaginario de prosperidad, pero una vez finalizadas las tareas de reconstrucción sue-le quedar un vacío, con im-pactos negativos en el corto y mediano plazo. En Armenia, en dos años, se inyectaron recursos de inversión que en épocas normales recibiría en

12 años. A pesar de esto, no se incorporaron estructuras económicas que mantuvie-ran un nivel de desempeño económico mejor al que se presentaba en 1999, en el momento del sismo; por el contrario, el Quindío ostenta hoy la mayor tasa de desem-pleo del país, 20%.

El flujo de dinero per-mitió, tanto en Armero co-mo en el Eje, la construcción de obras de infraestructura sobredimensionadas para las posibilidades de mante-nimiento de los entes regio-nales.

Excesos costosos

Una de las consecuen-cias más importantes se en-cuentra en las soluciones de vivienda. Éstas se construyen con altos niveles de funcio-nalidad, pero sin tener en cuenta quiénes van a vivir allí. De acuerdo con Saave-

dra, a diez años de entrega-das las viviendas en Armero, se presentó un gran movi-miento inmobiliario que les permitió a los beneficiarios vender su vivienda por el 50% del costo de construcción. En el caso del Eje Cafetero, en particular en Armenia, don-de las universidades Nacio-nal y del Quindío realizaron encuestas y en donde se ha hecho seguimiento especial, se evidencian transacciones

por valores que oscilan entre el 20% y el 40% del costo de construcción.

Una buena parte de los nuevos barrios se construyó en áreas desarticuladas de los movimientos urbanos, sin equipamiento educativo ni de salud, lo que los ha des-membrado de su cotidiani-dad y ha motivado en buena medida el traslado de los ho-gares a su zonas de origen en alto riesgo y en condiciones de vulnerabilidad, pero que les resuelve el ingreso y el ac-ceso a servicios sociales.

La conclusión, es la ne-cesidad de consolidar reglas del juego claras para la aten-ción de desastres, que reto-men las experiencias del pa-sado, vigorizando los aciertos y eliminando los errores. En este sentido, hay que incor-porar los avances en la pre-vención y fortalecer un siste-ma de prevención y atención

con herramientas jurídicas y financieras definidas, con la suficiente capacidad organi-zacional para evitar los pro-tagonismos coyunturales que afectan finalmente al fisco y no solucionan de fondo el problema.

Se espera que la hora política se aproveche, y ba-jo procedimientos precisos afronte los hechos y evite los excesos de todas partes.

Juan Carlos Ortega Bermúdez Ex gerente zona de

reconstrucción, Univer-sidad Nacional de Co-

lombia en Armenia.

sin reglas clarasAtención de desastres:

Al revisar las tragedias de Armero, Popayán y el Eje Cafetero, una suerte de intereses políticos se mezclan con el dolor de las víctimas. A pesar de los logros institucionales, Colombia debe avanzar en los aspectos financiero y jurídico de la atención de desastres.

El flujo de dinero permitió, tanto en Armero como en el Eje, la construcción de obras de infraestructura sobredimensionadas para las posibilidades de mantenimiento de los entes regionales.

Iván Andrés Botero, Unimedios

Con el fin de aprove-char las enseñanzas luego del terremoto en el Eje Cafetero, al atender 55 mil habitantes, aparecen una serie de documen-tos que recuperan el reto institucional de planear y distribuir recursos, en este caso, para cubrir 414 hectáreas, y de involu-crarse con las necesida-des de 1.800 hogares que acudieron a ‘cambuches’ o alojamientos surgidos al sur de Armenia, llama-da zona 13, en 1998.

En Armenia: enfo-ques de la reconstrucción, la Universidad Nacional, llamada por el Estado para acompañar la recu-peración del sur de esa región, revela los criterios para definir las construc-ciones y reparaciones, los recorridos para el encuen-tro con las comunidades y las metas de recons-trucción. Por este trabajo obtuvo el mayor grado de confianza del Estado y la tarea de ampliar su labor en toda la ciudad de Armenia, incluso para asegurar el desmonte de los alojamientos restan-tes después de dos años de reconstrucción y de impulsar el traslado de las familias a sus nuevas casas.

Los seis documentos de la serie, elaborados por el Centro de Investiga-ciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional, exponen ante-cedentes, planeación y ejecución de actividades para atender el terremo-to, así como el trabajo de campo, tanto urbanístico como sociodemográfico, que los convierten en una guía para el manejo de la rehabilitación social y física.

La publicación logra profundizar en la ejecu-ción de actividades, recu-perar los conocimientos de la interventoría social en nuevos barrios y so-cializar las prácticas en comunicación y movili-zación, pioneras en Co-lombia.

Desastre con

aprendizajes firmes

Pese a la experiencia acumulada en atención de desastres, el desafío está en fortalecer las estrategias antes y no después de las tragedias. Archivo

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Noticias

La formulación de estra-tegias dirigidas a mejorar los lugares de trabajo del sector informal, es una novedosa propuesta que el grupo de Sa-lud de Colectivos de la Facul-tad de Enfermería adelanta desde hace tres años, a partir de la investigación de limita-ciones, riesgos y fatalidades a los que los trabajadores de lavaderos de carros, curtiem-bres y fábricas de calzado se exponen diariamente.

La primera propuesta de intervención de dicha línea de investigación es la adop-tada con éxito por la Coo-perativa Integral de Curtido-res (Copicur), del barrio San Benito en la Localidad Sexta de Tunjuelito, que se calcula, genera empleo directo a más de 1.300 trabajadores.

En esta ocupación, la exposición permanente a químicos y a ruidos por en-cima de los decibeles permi-tidos para el oído humano, constituyen los peligros más importantes que afectan la calidad de vida de los traba-jadores dedicados a la obten-ción de pieles. En consecuen-cia, “fomentar la Promoción de la Salud, con acciones y condiciones que apunten a obtener lugares de trabajo saludables y seguros es una

prioridad”, dice Amparo Lo-zada, coordinadora del pro-yecto.

Para cumplir con ese objetivo, el grupo de Salud de Colectivos de la Facultad de Enfermería lleva a cabo actividades de sensibiliza-ción, capacitación y empo-deramiento del trabajador en el cuidado y defensa de su salud.

No hay que pasar por alto que la Organización In-ternacional del Trabajo (OIT) reporta que cada año mueren en el mundo 1’129.000 per-sonas como consecuencia del trabajo, con un promedio de 3.000 trabajadores, cifra superior a la que arroja cual-quiera de los conflictos que se desarrolla en diferentes lugares del orbe.

En Colombia, según el Ministerio de la Protección Social, en 2004 se presentaron 223.631 accidentes de trabajo de los cuales 600 resultaron fatales. De igual forma, el in-forme de la Dirección Gene-ral de Riesgos Profesionales, de la misma cartera, indica que 959 enfermedades pro-fesionales y 160 trabajadores quedaron inválidos por ac-cidentes relacionados con el trabajo que desempeñaban.

Las tareas que mayores índices fatales generan son las relacionadas con trabajos en altura, espacios confina-dos, electricidad, accidentes de tránsito y manipulación de sustancias peligrosas, mientras los principales sec-tores asociados con muertes laborales, son la vigilancia privada, la administración de justicia y el transporte.

¿Qué factores explican esta situación teniendo en cuenta que existe un Siste-ma de Riesgos Profesionales cuya primera función es la prevención? “El Sistema ado-lece de las mismas debilida-des de la Ley 100 de 1993: un modelo centrado en el ase-guramiento sin un esfuerzo amplio por la incorporación de la prevención como res-ponsabilidad exclusiva de los patronos”, responde la profe-sora Amparo Lozada.

La investigación eviden-cia que el Sistema de Riesgos Profesionales margina al sec-tor informal debido a que la promoción de la salud está amarrada al contrato laboral, por lo que estos trabajadores quedan desprovistos de este beneficio social, al no contar, además, con una capacidad sólida de aportes mensuales.

Trabajo informal

Por primera vez, los as-pirantes a un cupo en pregra-do presentaron el examen de admisión de la Universidad Nacional de Colombia en una sola jornada.

El pasado 22 de octubre, solo en Bogotá, 46.463 de los 62.433 inscritos nacionales de calendario A, presenta-ron las pruebas escritas en el campus de la Ciudad Univer-sitaria y en 45 colegios que facilitaron sus instalaciones para el proceso de admisión.

“Con esta nueva mecáni-ca, la aplicación del examen no interfiere con las múlti-ples actividades académicas desarrolladas por la Universi-dad y los profesores son cita-dos a participar únicamente en una jornada y no en tres, como en ocasiones anterio-res. Igualmente, se elaboró un solo examen y no tres, con el fin de optimizar el banco de preguntas y permitir que el aspirante se pueda llevar el cuadernillo del examen”, explica el ingeniero Mario Al-berto Pérez, actual Director Nacional de Admisiones.

En convocatorias anterio-res, la evaluación era realizada en las instalaciones de la Uni-versidad. Para esta ocasión, el

70% de aspirantes en Bogo-tá presentó su examen fuera del campus, y se contó con el apoyo y supervisión de 1.500 docentes de la Institución.

La reducción de las jor-nadas de aplicación del exa-men de admisión obedece a la política de optimizar los recursos. Esta dinámica fue aplicada en el primer semes-tre de 2005 con los estudian-tes de calendario B y se con-solidó para el segundo ciclo, ante la mayor afluencia de candidatos de los colegios de calendario A.

En las otras cinco sedes, el proceso fue el mismo. Se aplicó el examen en una sola jornada, aunque no fue ne-cesario utilizar colegios pú-blicos o privados, ya que la capacidad física de los edifi-cios se ajusta al número de aspirantes que presentan el examen en esas ciudades.

Adicionalmente, se uti-lizaron colegios públicos y privados en 10 ciudades, dis-tintas de donde la Universi-dad Nacional no tiene sedes, distribuidas en todo el país: Barranquilla, Cúcuta, Floren-cia, Ibagué, Mitú, Montería, Pasto, Riohacha, Tunja y Vi-llavicencio.

La Organización Pana-mericana de la Salud (OPS) aprobó recientemente tres textos publicados por la Fa-cultad de Enfermería de la Universidad Nacional para su Programa Ampliado de Li-bros de Textos y Materiales de Instrucción (Paltex). Éste es un mecanismo para pro-porcionar materiales de ins-trucción de alta calidad cien-tífica, dirigido a estudiantes y profesionales en el área de la salud de Latinoamérica, con precios que representan un incentivo real para la inves-tigación.

Los títulos avalados por el organismo internacional son El arte y la ciencia del

cuidado, que presenta pro-puestas para entender la orientación del cuidado en el concepto asistencial de la en-fermería y analiza aspectos de investigación y produc-ción científica en Colombia; Cuidado y práctica de enfer-mería, que recopila las ideas de varias enfermeras sobre la práctica disciplinar; y Di-mensiones del cuidado, una mirada crítica sobre el creci-miento en la profesión.

La OPS ha querido aten-der las necesidades de opti-mización en las aptitudes de los trabajadores de la salud a través de este programa, que busca en las universidades y editoriales de toda Latino-

américa, las publicaciones más actualizadas, no solo en Enfermería, sino también textos que apoyen las disci-plinas de Medicina, Odonto-logía y Veterinaria.

Dichos títulos son el re-sultado de una política de la Facultad de Enfermería que le apuesta a la investigación como respuesta al compro-miso con la salud y con la formación calificada de pro-fesionales en el continente. Por ello la ratificación de los tres textos por parte de la OPS traduce la calidad por parte de la Universidad para abordar la investigación y la profesión.

saludable

proceso de admisiónMejora

OPS acreditalibros de

Enfermeríatres

Guillermo Flórez P.

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Educación

La utilización de las nuevas tecnologías por parte de estudiantes con necesi-dades educativas especiales (déficit intelectual y retrasos curriculares) implica, en la tan traída y llevada sociedad de la información, el uso de programas específicos y la posibilidad de encontrar en ellas herramientas motivado-ras que proporcionen tanto conocimientos educativos como “mundanos”, o que sir-van de base para la adquisi-ción de otros.

Hace ocho años, el equi-po de atención a la diversidad del Colegio Público Dionisio Bueno (Abanilla, Murcia -España) vio la necesidad de mejorar la metodología lú-dica institucionalizada en el “día del juego” –una jornada en la que los alumnos disfru-tan del juego o juguete que les apetece sin saber que ya están previstos los posibles aprendizajes que se favorecen con ellos–, al incorporar una herramienta que fuera mo-tivadora en sí misma y muy cercana a los intereses de los estudiantes: los videojuegos.

Se constituyó, entonces, un grupo de trabajo en el cur-so 2000/2001 inspirado en la experiencia desarrollada con el alumnado ordinario, por parte del grupo F9, que se dio a conocer en el trabajo mo-nográfico Jugar y aprender. De la lectura de este texto y de otros autores como Pe-re Marqués o Jack Sanger, se planteó aplicar esos aportes a los alumnos con necesidades educativas especiales.

Videojuegos que enganchan

Los inicios de esta expe-riencia se remontan a anéc-dotas trascendentales como la de Alberto, un estudiante de cinco años con problemas de lenguaje y con una actitud negativa, que lo bloqueaba en clase y lo llevaba a no par-ticipar en actividades “acadé-micas” ni lúdicas.

A este niño le presenta-mos diversos juegos que no llamaron su atención. Sólo uno conocido como “Bum-py” lo enganchó de tal ma-nera que consiguió pasar to-das las pantallas del primer bloque, con lo que implica en organización espacial, co-ordinación visomanual, reso-lución de problemas y, lo que es más importante, disfrutar de tal manera que verbali-zaba espontáneamente; esto permitió deducir que aunque el videojuego no fue el único motivo del desbloqueo, sí fue un desencadenante decisivo.

Lo anterior permitió que los alumnos del curso 2002/2003 contaran con la aprobación y financiación de la Consejería de Educación y Cultura de Murcia, con un proyecto de uso educativo de los videojuegos. Ello abrió la posibilidad de ser más am-biciosos y cambiar los jue-gos de computador por los de videoconsola, ya que el trabajo dirigido a necesida-des educativas especiales se apoya en la premisa de la mo-tivación permanente, y para

mantenerla hay que propor-cionar a los alumnos aquello que más les atrae.

La videoconsola presen-ta una gran ventaja respecto al uso del ordenador, ya que frente al “aislamiento” del computador, ésta permite, en la inmensa mayoría de los juegos, la competición con otros y de paso comunica-ción e intercambio fluido de informaciones que favorecen y terminan por derivar en aprendizajes altamente sig-nificativos.

Valoración previa

Una fase previa a la uti-lización de los videojuegos es su valoración, la cual es realizada por los maestros vinculados al grupo, quie-nes utilizando una ficha in-formativa observan en ellos sus aspectos curriculares, habilidades y valores. En el videojuego se observan as-pectos motores, cognitivos, visuales, procedimentales o de actitud, pero también los posibles elementos negativos que se pueden presentar para entonces descartarlo.

Así se aprenden trucos de funcionamiento que luego son muy importantes en la puesta en práctica, ya que se evitan sorpresas de bloqueo del juego y ayuda a conocer las posibles respuestas ante situaciones “límite”.

Después lo más recon-fortante: el juego. Una vez

de distintas áreas incluidas en sus Adaptaciones Curri-culares Individualizadas, es-pecialmente las relacionadas con las matemáticas.

Herramientas integradoras

Dentro de las conclu-siones, hay dos resultados incuestionables: el primero, y principal, es que los alum-nos de integración han dis-frutado de la posibilidad de aprender jugando con algo que no entraba ni en el me-jor de sus sueños (y en un lugar tan extraño para su uso como es el colegio); el segundo, recordando a Pere Marqués, que son general-mente los profesionales los que “tiramos del carro” con la incorporación tecnológica al mundo de la escuela y es nuestra obligación seguir ha-ciéndolo. Este “atrevimiento” de incluir una videoconsola en la dinámica curricular sir-ve para seguir avanzando en esta mejora tecnológica en nuestros centros.

Para terminar, una frase que sintetiza, en cierta ma-nera, el deseo de continuidad para este tipo de iniciativas: “Utilizar los juegos de orde-nador como un elemento ca-paz de motivar, de aportar contenidos educativos, de generar la discusión de de-terminados valores, acerca la escuela a lo que la sociedad actualmente demanda”.

J. Manuel Saz Rubira

Maestro de Pedagogía Terapéutica del Cole-gio Público “Dionisio

Bueno” de Abanilla, Murcia (España).

herramienta educativaVideojuegos:

Algunas ideas constatadas

en la experiencia

con los videojuegos:

* Sirven para mejorar los grados de atención, po-tenciar el razonamiento, la reflexión y el pensamiento deductivo.

* Pueden salvar situaciones de bloqueo comunicativo y aumentar la cantidad y calidad de verbalizaciones espontáneas.

* Son muy apropiados para el desarrollo de habilida-des visomotoras, laterali-dad, organización espacial y temporal, imprescindibles para el desarrollo integral de la persona.

* Son la puerta de entrada a la cultura informática.

* Generan nuevos modos de socialización.

* Permiten aprendizajes en-cubiertos que salvan la re-sistencia a los aprendizajes formales.

* Permiten el ejercicio de la fantasía.

* Favorecen la repetición instantánea y continua hasta dominar la situación, adquiriendo sensación de control.

por semana, y manteniendo la tradición del “día de jue-go”, disfrutan de 45 minu-tos de videoconsola (no hay que olvidar que ellos juegan y en ningún momento se les pasa por la cabeza que es-tán aprendiendo contenidos curriculares o habilidades de cualquier tipo).

El tiempo de juego efec-tivo no suele pasar de 35 mi-nutos, ya que son los estu-diantes quienes preparan el televisor, las conexiones con la videoconsola, buscan el canal de video, se ponen de acuerdo en el juego a utilizar, lo que está ayudándoles en situaciones aparentemente tan sencillas como la auto-nomía.

La elección del juego se realiza entre un abanico de posibilidades seleccionadas con anterioridad, en función de los objetivos planteados en ese momento de desa-rrollo de su Adaptación Cu-rricular Individualizada. Es cuando realmente se ven los resultados de la experiencia, al observar situaciones de autoaprendizaje y de apren-dizaje cooperativo entre alumnos que en circunstan-cias “ordinarias” tienen serios problemas de intercambio de ideas, de comunicación y, por supuesto, de realización de aprendizajes significativos.

El uso de los videojue-gos ha resultado muy útil para desarrollar una serie de contenidos curriculares

Una experiencia con juegos electrónicos de consola como material pedagógico, ha permitido a niños entre 5 y 12 años, afectados con deficiencias psíquicas de carácter leve, superar deficiencias en aspectos motores, cognitivos, visuales y de actitud.

Un juego electrónico normalmente resulta más seductor para un escolar que la pizarra de clase, pero para quien tiene problemas de aprendizaje, resulta conveniente y eficaz. Cortesía: Manolo Sanz

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Sociedad

En 1973 se erigió en la capital norteamericana de la espinaca, Cristal City, en Texas (EE.UU.), un monumento de Popeye, el primer personaje de historieta en ser inmorta-lizado en una escultura pú-blica. El reconocimiento lo hicieron los agricultores que cultivaban espinaca, pues las ventas subieron un 33%, y este marinero gruñón había salvado a la industria en un país desgarrado por la crisis de la década del 30.

Más que un éxito co-mercial, este personaje se transformó en un modelo a imitar para muchos niños en Estados Unidos, quienes ha-bían modificado sus hábitos alimenticios y empezaron a comer más verduras, parti-cularmente espinaca. Así Popeye se constituyó en una experiencia inicial de lo que más tarde se conoció como “edu-entretenimiento” (EE).

Aunque el EE ha servido desde entonces como estra-tegia de comunicación, su aplicación ha crecido duran-te la última década, especial-mente en problemas de salud como la presión sanguínea, el consumo de cigarrillo, la promoción de la vacunación y la planificación familiar; también en sectores como el medio ambiente, el desa-rrollo rural, la resolución de conflictos y la promoción de la paz.

Thomas Tufte, investiga-dor y docente de la Universi-dad de Roskilde en Dinamar-ca, estudioso del EE, ha co-nocido experiencias en África y Latinoamérica. Durante su segunda visita a Colombia, participó como invitado es-pecial al “Seminario interna-cional comunicación y salud: situación y perspectivas”, or-ganizado por el doctorado en Salud Pública de la Universi-dad Nacional de Colombia. UN Periódico conversó con él acerca de esta estrategia que hace parte de la comunica-ción para el cambio social.

UN Periódico: Cuando se habla de comunicación para el cambio social, ¿a qué aspectos de la comunicación se refiere?

Thomas Tufte: La co-municación para el cam-bio social es una propuesta que ha tomado fuerza en la academia y algunas organi-zaciones internacionales. Se refiere a una reinterpretación de lo que desde finales de la década del 70 se conoce como comunicación para el desarrollo, la cual se relacio-nó con la teoría de moderni-

zación que se basaba en una perspectiva instrumental y li-neal de comunicar. Después de esta primera concepción

se reinterpreta el cambio so-cial en una contemporanei-dad, donde la incidencia de los medios masivos obliga a pensar cuál es el papel de éstos en la sociedad y cómo aprovechar los espacios me-diados hacia una orientación de cambio.

UNP: Una propuesta esencial de la comunicación para el cambio social es el EE, el cual usted orienta más hacia las diversas formas de usarlo y aprovecharlo.

TT: Lo que propongo es definir el EE como el uso del entretenimiento en una prác-

tica comunicacional específi-ca, utilizada para comunicar estratégicamente respecto de cuestiones del desarrollo, en

una forma y con un propó-sito que pueden ir desde el marketing social de compor-tamientos individuales en su definición más limitada, a la articulación de agendas en pos del cambio social, lide-rado por los ciudadanos y de efecto liberador.

UNP: ¿Cuál ha sido el desarrollo de esta estrategia comunicacional?

TT: La propuesta empezó a forjarse desde hace mucho tiempo, Popeye fue sin dudas el primer ejemplo de cómo se puede trabajar la ficción y el entretenimiento con fines

estratégicos, sean comercia-les o de cambio social. En el campo de la comunicación de la salud ha sido más evidente el mercadeo social orientado a promover la prevención de enfermedades aprovechando los géneros de entretenimien-to: novela, radionovela, tele-novela, conciertos musica-les, obras de teatro y dibujos animados. Pero las primeras experiencias fueron cuestio-nadas por la linealidad frente a la idea racionalista de cómo opera la comunicación. Ahora se propone utilizar este tipo de comunicación poniendo otro contenido en el formato, en el género, conectando la comunicación interpersonal en las escuelas, buscando es-pacios de participación po-pular para la definición del problema que después se di-vulgará masivamente.

UNP: Usted destaca a Popeye como uno de los ejemplos tempranos del EE; sin embargo, existen otras experiencias que, aunque no fueron concebidas como tal, han servido para generar cambio social.

TT: Latinoamérica ha contado con experiencias co-mo El rey del ganado (1996) que llevó a la pantalla el asunto de la reforma agra-ria y el movimiento social de los campesinos sin tierra en Brasil. Otro ejemplo es Sexto sentido, el nombre de una te-lenovela nicaragüense emiti-da por la ONG Puntos de En-cuentro, la cual ha compren-dido mejor el uso prosocial del género de la telenovela.

UNP: Una prueba de la efectividad de las telenovelas con el EE, es Soul City (Ciu-dad de las almas) una ONG sudafricana que ha mostra-do excelentes resultados en proyectos para combatir el VIH/sida en la región.

TT: Soul City se ha com-prometido de manera cre-ciente con estrategias mul-timetodológicas, combinan-do varios tipos de medios y promoviendo asociaciones con la sociedad civil y el ac-tivismo de base, así como con instituciones educativas formales.

El problema en Sudáfri-ca no es la falta de informa-ción, pues las personas saben cómo deben cuidarse. Sin embargo, es necesario com-prender que una cosa es el conocimiento y actitudes pa-ra las prácticas, pero también saber cómo son las relacio-nes en un ambiente donde cada 1 de 5 adultos tiene VIH. A través de la serie Soul City, emitida todos los días duran-te una hora en horarios triple A, se abordan aspectos como el abuso sexual, el maltrato infantil, las desigualdades de género, el consumo de dro-gas ilícitas, etcétera.

UNP: Usted reconoce el protagonismo de las teleno-velas en la dinámica de la comunicación para el cam-bio social.

TT: En Brasil tuve la oportunidad de indagar so-bre el papel de la telenovela en la vida cotidiana de las mujeres pobres. Traté de en-tender el fenómeno cultural que este género significa, el cual va más allá de una “fu-ga de la vida cotidiana”. Las telenovelas para estas comu-nidades son más relevantes que el noticiero de televisión; en ellas se reconoce el día a día rodeado de amor, des-amor, infidelidad, envidia, celos, maltrato, abuso sexual y laboral, riqueza y pobreza.

Por eso considero que quienes vemos en el EE una estrategia comunicacional contundente al momento de generar un cambio social en las comunidades, debe-mos reconocer el papel tras-cendental de las telenovelas que tienen la gran ventaja de conectar a la audiencia ma-sivamente y llegar a lo más íntimo de los hogares.

Diana Manrique Horta Unimedios

El “edu-entretenimiento”, una estrategia comunicacional que se ha fortalecido durante la última década, hace parte de la reinterpretación del papel de los medios masivos y en especial del género de la telenovela, como protagonistas esenciales en la comunicación para el cambio social. Durante su segunda visita a Colombia, UN Periódico conversó con el danés Thomas Tufte, uno de los estudiosos de esta propuesta que ha empoderado las audiencias para generar cambios frente a problemáticas de salud pública tan devastadoras, como el VIH/sida en Sudáfrica.

La gran incidencia de los medios masivos obliga a pensar cuál es el papel de estos en la sociedad y cómo aprovechar los espacios mediados hacia una orientación de cambio.

para educar audienciasMercadeo

Guillermo Flórez P.

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Medio ambiente

Dentro de la política nacional de biodiversidad se plantea como marco es-tratégico la tríada “conocer, conservar, usar”, que ofrece a cualquier persona no es-pecializada los elementos para entender dónde ubicar las acciones relacionadas con el patrimonio biológico. Sin embargo, fijarse como meta estos objetivos, centrándose en una especie promisoria como el chigüiro, ha permi-tido descubrir más compo-nentes y enfrentarlos con la realidad que conlleva ade-lantar en el país procesos de desarrollo sostenible.

Durante los últimos cua-tro años, el Grupo en Con-servación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional se ha vinculado al fomento del uso sostenible del chigüiro, desarrollando investigaciones en el depar-tamento de Casanare, apoya-do en las autoridades am-bientales, los usuarios y otras entidades de investigación. Las necesidades y dificulta-des fueron el punto de parti-da para adelantar proyectos exitosos de uso de la especie, cuyo consumo se ha hecho más popular en ciudades co-mo Bogotá, donde es posible encontrarlo en reconocidos restaurantes e incluso, escu-char a voceadores ofrecer su carne en algunos barrios de la ciudad.

L a m e n t a b l e m e n t e , la demanda del roedor por parte de Venezuela y la ba-ja capacidad de control, han contribuido a la sobreexplo-tación de la especie, como lo muestra la aprobación en 2000 del aprovechamiento de diez mil chigüiros provenien-tes de un zoocriadero ficticio, lo que originó la sentencia a la Corporación Autónoma Regional de la Orinoquia (Corporinoquia) y al Minis-terio del Ambiente, Vivien-da y Desarrollo Territorial (Mavdt) de adelantar accio-nes de recuperación de ese mismo número de ejempla-res en Casanare.

A pesar que desde 1987 se ha promovido la creación de zoocriaderos de chigüiro, las explotaciones de carácter comercial no cumplen con las características definidas para este tipo de actividad. Por eso, las autoridades am-bientales están impulsando la reglamentación de la ca-cería comercial como alter-nativa productiva sostenible de ésta y otras especies, y la investigación como herra-mienta que sustente sus de-cisiones.

Piezas de la investigación

El componente “cono-cer” ha sido abordado por la investigación, al tratar de contestar ¿cuántos chigüiros hay?, ¿dónde y cómo están las poblaciones y sus hábitat?, así como proveer conocimiento para simular escenarios de cosecha. La información ob-tenida, apoyada por el saber local, ha conducido a la eva-luación de planes de conser-vación y monitoreo, así como al conocimiento de la dieta y áreas de desplazamiento in-

dispensables para el manejo sostenible de la especie.

No obstante la dificultad en el intercambio de infor-mación y equipos entre las diferentes entidades, la len-titud y exigencias adminis-trativas imposibles de cum-plir en áreas remotas, que no reconocen la realidad de la investigación en campo ni el papel de la universidad en la resolución de este tipo de problemas, la información técnica obtenida ha permiti-do avanzar hacia un mercado legal.

Las autoridades ambientales

Más de dos años se ha tomado el Ministerio en re-glamentar la cacería comer-cial, lo que unido a la falta de liderazgo de Corporinoquia con respecto a las licencias ambientales, han ocasionado la percepción de los usuarios interesados en aprovechar el chigüiro, que es más conve-niente mantenerse en la ile-galidad. A pesar de la direc-triz presidencial expresada en un consejo comunitario local donde ofreció que en un mes el aprovechamiento legal del chigüiro sería una realidad.

La actitud de las autori-dades ambientales dificulta los objetivos de “conservar” y “usar” y va en contravía del principio de que el manejo sostenible de fauna silvestre es fundamental en el desar-rollo económico.

La fragmentación de cri-terio entre las entidades invo-lucradas como el Ministerio de Protección Social, quien tiene a su cargo la regulación de productos para el consu-mo humano, las autoridades ambientales y las policivas, puede ocasionar la imposi-bilidad legal y técnica de uti-lizar productos provenientes de la vida silvestre.

Los usuarios

El interés de los usua-rios, principalmente propie-tarios de hatos en Casanare, organizados en asociaciones de productores de chigüi-ro ha sido un punto a favor del componente “usar”. Sin embargo, en la lentitud de las respuestas políticas han encontrado justificación pa-ra involucrarse en el activo mercado ilegal de la carne de la especie.

De otra parte, la explo-tación con poca inversión los lleva a mirar con escepticis-mo las propuestas de regla-mentación y la necesidad de invertir recursos para su uso sostenible. Las múltiples per-cepciones por parte de quie-nes conviven con el chigüiro, que lo tienen desde plaga hasta negocio fácil, deben ser un elemento de planificación para las autoridades ambien-tales, teniendo claro que la persistencia de las poblacio-nes en vida libre depende de la actitud y el compromiso locales.

Así la voluntad política en los diferentes niveles es la clave para reunir las múltiples piezas de este rompecabezas. De lo contrario, mientras nos desgastamos legislando y tra-tando de controlar un merca-do ilegal, pero inmerso, vere-mos desaparecer al chigüiro y sus hábitat bajo la mirada cómplice de investigadores, usuarios y autoridades.

Hugo Fernando López Arévalo

Magíster en Conservación y Manejo de Vida Silvestre y profesor del Instituto de

Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de

Colombia.

de más de tres piezasUn rompecabezas Conocer, conservar y usar constituyen las fichas fundamentales de la propuesta que la Universidad Nacional viene acompañando para reglamentar el comercio legal de chigüiro en el país.

El uso del chigüiro, capibara o ponche, el roe-dor más grande del mundo con un peso de 50 kilos, se remonta a épocas precolombinas. Las referencias a su comercialización vienen de La Colonia, cuando los primeros ganaderos lo sacri-ficaban en gran número, convencidos de la com-petencia con el ganado vacuno y por el uso que el chigüiro hace de la poca agua disponible en verano. Los mayores sacrificios, que coincidían con la Semana Santa, llevaron a la intervención papal mediante una bula del siglo XVIII, la cual autorizó su consumo convirtiéndolo en una tra-dición religiosa.

Venezuela es quizás el país donde su consumo es más arraigado. Sin embargo, Brasil, Argentina y Colombia también cuentan con poblaciones silvestres y tradición de uso, los dos primeros con mercados de piel y carne establecidos legal-mente. Ante la inminencia de extinción, Venezuela originó la declaratoria de veda total en la década de 1960 y actualmente al desarrollo de programas de manejo, los cuales no logran cubrir el mercado interno, estimado en 120.000 individuos anuales. El excedente ha sido cubierto, desde 1959, por in-dividuos provenientes de áreas silvestres colom-bianas, tanto de explotación legal como ilegal.

Consumos depredadores

El chigüiro es excelente nadador y vive en numerosas manadas. Cuando llega a adulto pesa 50 kilos.

Durante el periodo de cuaresma, el roedor más grande del mundo, sufre una fuerte presión, pues la iglesia católica acepta el consumo de su carne durante la Semana Santa.

Cortesía: Hugo Fernando López Arevalo