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2. Cambios y desafíos en la migración internacional: el ejemplo de Iberoamérica Jorge Martínez Pizarro Introducción Hay varios síntomas que indican la emergencia, consolidación y relevan- cia de nuevos hechos asociados a las tendencias, determinantes y conse- cuencias de la migración internacional latinoamericana. Aunque la infor- mación disponible no permite trazar con propiedad las modificaciones en el mapa migratorio regional, lo cierto es que se advierten problemas y oportunidades de envergadura, con perspectivas de proseguir en los pró- ximos años. En el caso de la comunidad iberoamericana, la cuestión se torna más manifiesta, dada la gran cantidad de estudios que se están lle- vando a cabo en varios países y la importancia que los estados han asig- nado a este tema, como queda de manifiesto en la atención prestada en las cumbres respectivas celebradas desde 2005, y también en el tratamiento que recibió este asunto en el Encuentro Iberoamericano sobre Migración y Desarrollo, celebrado en Madrid en 2006 (SEGIB, 2006), instancia que precedió al Primer Foro Iberoamericano sobre Migración y Desarrollo (FIBEMYD), realizado en la ciudad de Cuenca, Ecuador, en 2008. La complejización parece tener muchos flancos que, entre otros, derivan de la asociación generalizada entre migración y desarrollo, cam- po en el que las especificidades de las relaciones han sido esquivas y se han resistido a las generalizaciones, conllevando la controvertida inter- sección de numerosos ámbitos de acción, escalas de análisis y temas que van desde el desarrollo local, la cohesión social y los derechos humanos hasta la seguridad pública. Para los países que conforman América Latina estos fenómenos se dan en el marco de continuidades que guardan relación con la larga du-

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2. Cambios y desafíos en la migración internacional:el ejemplo de Iberoamérica

Jorge Martínez Pizarro

Introducción

Hay varios síntomas que indican la emergencia, consolidación y relevan-cia de nuevos hechos asociados a las tendencias, determinantes y conse-cuencias de la migración internacional latinoamericana. Aunque la infor-mación disponible no permite trazar con propiedad las modificaciones enel mapa migratorio regional, lo cierto es que se advierten problemas yoportunidades de envergadura, con perspectivas de proseguir en los pró-ximos años. En el caso de la comunidad iberoamericana, la cuestión setorna más manifiesta, dada la gran cantidad de estudios que se están lle-vando a cabo en varios países y la importancia que los estados han asig-nado a este tema, como queda de manifiesto en la atención prestada en lascumbres respectivas celebradas desde 2005, y también en el tratamientoque recibió este asunto en el Encuentro Iberoamericano sobre Migracióny Desarrollo, celebrado en Madrid en 2006 (SEGIB, 2006), instancia queprecedió al Primer Foro Iberoamericano sobre Migración y Desarrollo(FIBEMYD), realizado en la ciudad de Cuenca, Ecuador, en 2008.

La complejización parece tener muchos flancos que, entre otros,derivan de la asociación generalizada entre migración y desarrollo, cam-po en el que las especificidades de las relaciones han sido esquivas y sehan resistido a las generalizaciones, conllevando la controvertida inter-sección de numerosos ámbitos de acción, escalas de análisis y temas quevan desde el desarrollo local, la cohesión social y los derechos humanoshasta la seguridad pública.

Para los países que conforman América Latina estos fenómenos sedan en el marco de continuidades que guardan relación con la larga du-

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ración de los procesos migratorios, siguiendo la terminología braudelia-na; con las asimetrías y la desigualdad inherente al mundo actual, puestade manifiesto en todos los análisis de la economía mundial; y con la es-cala e impactos demográficos en que tienen lugar, que siguen siendo, engeneral, de relativamente baja cuantía, aunque variables según subregio-nes y países, así como al interior de ellos. De acuerdo con la informaciónactualmente disponible, basada en datos censales, hacia comienzos de ladécada de 2000 los emigrados representaban todavía una pequeña frac-ción de la población regional, cerca del 4%, si bien se pueden observarcifras absolutas en aumento (véase el cuadro 1).

En este contexto, hay que rescatar, además, la vigencia de la mi-gración intrarregional, con Costa Rica, Argentina y Venezuela como lospaíses con mayor dinámica inmigratoria —en número de inmigrantes—,junto a la eventual emergencia de Chile que, con cifras menores, vieneregistrando un aumento relativo sin precedentes en el número de inmi-grantes. En muchos casos, los movimientos intrarregionales han sido laextensión de la migración interna, como en los países de América Cen-tral, en las fronteras de Colombia y Venezuela, y en las fronteras de Ar-gentina con sus países limítrofes. Más de tres millones de personas secontabilizan en este patrón (CEPAL, 2007a). Podemos suponer que lamovilidad intrarregional está plenamente vigente y con dinámica propia(Villa y Martínez, 2004), con lo cual sigue acompañando a las distintasetapas del desarrollo y la integración de los países. Lamentablemente, suimportancia ha sido relegada en muchos debates e investigaciones, des-cuidándose tanto su papel activo en la integración subregional a través delas modalidades de inserción laboral, en las oportunidades que ofrecepara muchos grupos étnicos y para una parte importante de las mujeresque se emplean como trabajadoras del hogar, como los indiscutibles ries-gos, problemas y discriminación de todo tipo que encaran los migrantes.

Por otra parte, al trazar un contrapunto entre continuidades y cam-bios de la migración, se advierte que la especificidad regional de la mi-gración internacional es un punto necesario de rescatar. Tal como la mi-gración ha llegado a ser reconocida como un fenómeno de escala global,hoy no pueden desconocerse los patrones regionales. América Latina esun buen ejemplo de ello, pues no comparte iguales rasgos a otras regio-nes en desarrollo; tiene una dinámica distintiva y la agenda migratoria re-gistra un conjunto de asuntos cuyo abordaje en la investigación, si bienestá proliferando, ha sido lento y hasta errático.

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Las transformaciones

Hay varios hechos que dan cuenta de cambios en el panorama migrato-rio regional, algunos de los cuales son encabezados por los intercambiosque se suceden en el espacio iberoamericano. En una lectura selectiva,se pueden identificar los siguientes asuntos: la emergencia del transna-cionalismo migratorio, el aumento de la emigración y la diversificaciónde destinos, la feminización migratoria, la movilidad de los pueblos in-dígenas, la dinámica de la migración cualificada, la visibilidad de las re-mesas y la problemática de los derechos humanos de las personas mi-grantes.

Transnacionalismo

La primera constatación, de orden general, pero muy relevante en térmi-nos de las especificidades nacionales, es el transnacionalismo migrato-rio que emerge como una tendencia incontrarrestable; a pesar de que nose dispone de mucha evidencia sobre su complejidad, expresiones y es-pecificidades, y se advierte que no todos los migrantes —sino una mino-ría- participan en las llamadas prácticas transnacionales, sobre todo enEstados Unidos.

El transnacionalismo ha generado una abundante y a veces disper-sa literatura. El concepto surge fruto de la búsqueda de un nuevo marcoconceptual para explicar la diversidad y complejidad de los movimientosmigratorios, desde una óptica interdisciplinaria, que vincula elementosmacroestructurales con microestructurales. Se trata de explicar lo que lasteorías tradicionales no advirtieron, esto es, el intercambio de prácticas,costumbres y recursos, entre las áreas de recepción y las comunidades deorigen de las personas migrantes.

La transnacionalidad también es un enfoque nacido recientemente,que da cuenta de la conformación de nuevos espacios en los que se gestaun nuevo patrón migratorio, distinto a los tradicionales de asentamientodefinitivo o de migración estacional asociada, por ejemplo, a los ciclos dela agricultura. Se trata de la convivencia de distintas prácticas y modos devivir la migración, sea esta circular, definitiva o transnacional, depen-diendo de las condiciones en las que se insertan los flujos migratorios.

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Estamos de acuerdo en que el transnacionalismo marca una infle-xión sugerente; sin embargo, más que contribuir a una integración alter-nativa y «exitosa» en las sociedades de destino, es la expresión de estra-tegias obligatorias de sobrevivencia de los migrantes que derivan de lasituación de exclusión sistemática en la que viven muchas comunidadesen los lugares de llegada. Así, lo que salta a la vista es el riesgo de re-producción de las desigualdades sociales propias de los países de origen,ya que los sectores de clase alta que emigraron a un determinado lugar,no suelen tener mayor interacción con los inmigrantes provenientes desectores populares o de zonas rurales que llegan a esas mismas ciudades(Guarnizo, Sánchez y Roach, 2003).

La perspectiva del transnacionalismo nos abre al debate sobre lasllamadas «familias transnacionales», aquellas que mantienen a algunosde sus miembros en el extranjero e imponen vínculos filiales no copre-senciales, generando así una serie de redefiniciones de los roles tradicio-nales de género y afectando la sociabilidad de los niños y a numerososprocesos de aprendizaje. No se trata de un fenómeno negativo, ya que re-viste facetas de crecimiento personal, de enriquecimiento cultural y defortalecimiento de lazos. Y no es que antes la migración —principal-mente masculina- no afectara a la familia. Lo que hay detrás es que, dadoel marco restrictivo en que acontecen los movimientos migratorios, seperfilan numerosas problemáticas. El estudio de la familia transnacionales totalmente emergente, dado el contexto en que se inscribe y que noexistió en el pasado. Desafía claramente a la investigación y a las políti-cas públicas y obliga a considerar como obsoletas las visiones de quetoda intervención migratoria está estrictamente asociada al control delingreso y la permanencia de los migrantes, urgiendo a la cooperación re-gional y global.

Tendencias y diversificación

Una segunda constatación es de orden empírico. Después de varias déca-das de ser receptores de inmigrantes de ultramar, la gran mayoría de lospaíses -velozmente algunos- se han convertido en exportadores de fuer-za de trabajo y capital social, con una progresiva diversificación de des-tinos (CEPAL, 2007a y 2006a). De acuerdo a las estimaciones del CE-

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LADE, en 2005 se registraba un total cercano a los 26 millones de mi-grantes (CEPAL, 2007a).

Todos los países participan en la dinámica migratoria sur norte y sibien los migrantes están concentrados en Estados Unidos, muchos paísessuramericanos tienen una fuerte dinámica hacia España, que se ha con-vertido en el segundo destino migratorio regional.

Desde hace décadas, Estados Unidos ha sido el destino preferentepara la mayoría de los emigrantes latinoamericanos y caribeños. Los in-migrantes en este país representan, aproximadamente, tres cuartas partesdel total de los migrantes de la región, unos 19,3 millones de personashacia 2005, cifra que, a su vez, equivale a más de la mitad del total acu-mulado de inmigrantes en Estados Unidos. Los inmigrantes han pasado atener una presencia de importancia nacional, lo que es coincidente con elaumento constante de sus flujos y la diversificación de sus orígenes, for-mas de ingreso y características sociodemográficas. Las desigualdadessocioeconómicas entre el norte y el sur, la demanda laboral estadouni-dense, el papel de los reclutadores, las redes sociales y la presencia decomunidades, así como el fuerte contraste entre ese mercado laboral y elde todos los países de la región, explican en gran parte el movimientomigratorio hacia ese destino. A estos elementos cabe agregar factores so-ciales y culturales que dan cuenta, por ejemplo, del surgimiento de en-claves étnicos y laborales (CEPAL, 2007a).

La migración latinoamericana reviste mucha heterogeneidad, quese expresa en múltiples dimensiones. Por ejemplo, la emigración desdelos países suramericanos se ha convertido en un tema cada vez más rele-vante, porque al mismo tiempo que combina su importante destinaciónhacia Estados Unidos parece desplazar parte de su eje geográfico haciaEspaña, donde son la mayoría entre los latinoamericanos. Las personasnacidas en países de América Latina captadas por los censos de pobla-ción pasaron de 210.000 en 1991 a 840.000 en 2001 (CEPAL, 2007a).Según los datos del Padrón Municipal de Habitantes, en enero de 2004,por ejemplo, había casi 1,6 millones de personas nacidas en algún paíslatinoamericano, y tal cifra había subido a poco más de 2,4 millones acomienzos de 2009.1 Se trata de un contingente que ha crecido de mane-ra constante y que en su conjunto representa casi la mitad de las entradasde extranjeros desde el año 2000 (Domingo, 2004); además de represen-tar casi el 40% de los extranjeros en el país (CEPAL, 2006a y 2006b).

La inmigración latinoamericana en España todavía tiene un alto

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componente de mujeres, manteniendo la idea de que este fenómeno hasido tradicionalmente encabezado por las mujeres, aunque en los últimosaños se estaría observando una tendencia hacia la masculinización de losflujos y la entrada de significativos contingentes de menores de edad, loque indica un aumento de las migraciones por reagrupación familiar, prin-cipalmente entre los flujos más antiguos (Vono y Domingo, 2007 y 2008).

Estos antecedentes indican que hay una brecha importante entre laespecificidad migratoria suramericana y mesoamericana en términos decomposición de los migrantes, niveles de asociación, existencia y opera-ción de redes sociales y estrategias en el envío y utilización de las reme-sas. Estas distinciones establecen, además, prioridades diferentes de in-vestigación, como por ejemplo, en el plano de la familia transnacional.

Otros signos de cambio en el mapa migratorio regional se despren-den al observar que hay países que combinan su condición de receptorescon la de emisores, de tránsito y retorno (México, los países del istmo

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MAPA 1Nacionales latinoamericanos y caribeños residentes en algunos países fuera de

la región, alrededor de 2000

FUENTE: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE)-División de Población de laCEPAL, Proyecto Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA).

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centroamericano y, en menor medida, algunos del Cono Sur). Esta cons-tatación es otro de los cambios más significativos que están desafiandolas políticas y acuerdos migratorios.

Feminización migratoria

La tercera constatación concierne a la creciente visibilidad de la partici-pación de mujeres. Aunque uso del término feminización migratoria escomún en el debate público y, por lo tanto, está en camino de vaciarse designificado, lo cierto es que sigue desconociéndose, en gran medida, laespecificidad de la migración y la diversidad de sus consecuencias paralas mujeres.

Si bien el elemento definitorio de esta denominación es una parti-cipación creciente —e incluso, mayoritaria— de mujeres en numerososflujos, sobre todo en los más recientes, la feminización tiene un impactocualitativo más importante (Martínez, 2003). Al transformar los signifi-cados y consecuencias de la migración internacional, esta ha implicadola consideración del género en el análisis de los procesos y en el diseñode políticas migratorias, lo que significa prestar atención adecuada a laexperiencia de las mujeres, sin descuidar la perspectiva de la masculini-dad, es decir, conocer también lo que sucede a los hombres en sus expe-riencias migratorias.

Si bien varios mecanismos asociados a la migración pueden repre-sentar condiciones emancipadoras para las mujeres —y así lo prueban al-gunas experiencias individuales—, también es cierto que perpetúan asi-metrías colectivas y estructuras de subordinación, independientes de lapercepción exitosa que algunas migrantes puedan tener de su inserción enlas sociedades de destino. Es indispensable reconocer ampliamente estadualidad que ofrece la migración internacional a la igualdad de género.

En la migración femenina hay numerosos casos en que se cumplenexpectativas, se logran realizaciones individuales y se produce una in-serción exitosa en la sociedad de destino. Pero el cuadro general tiende aalejarse de esta situación y, más bien, se acerca a condiciones de vulne-rabilidad social, que tienen especificidades en cada caso. Hay un altoporcentaje de migrantes ocupadas como trabajadoras del hogar. En la es-cala intrarregional ello representa un 27% de la fuerza de trabajo mi-

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grante y en España tal proporción es aún mayor (40%) (CEPAL, 2007a).Se está generando un mercado transnacional de mano de obra femenina,constituido por redes de mujeres que prestan servicios de trabajo domés-tico (y otras ocupaciones) que muestra que el mercado de trabajo haceuso de identidades laborales ancladas en las relaciones de género parasuplir su demanda de mano de obra flexible y barata.

Ahora bien, la importante gravitación del trabajo doméstico entrelas migrantes, como se ilustra en los gráficos 1 y 2 para la migración in-trarregional y hacia España, está fuertemente vinculada a una doble preo-cupación de la comunidad internacional con respecto a la situación devulnerabilidad que enfrentan las mujeres migrantes que se insertan en ta-les ocupaciones, ya que se encuentran vulnerables de ser víctimas de dis-criminación laboral y sexual, y de la violación de sus derechos humanosy libertades fundamentales. Un análisis en profundidad de este tema es lavía que ofrece mayores probabilidades de lograr acuerdos entre los paí-ses de la región y de aprovechar diversas iniciativas en curso que buscan

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GRÁFICO 1América Latina: porcentaje de mujeres inmigrantes ocupadas en el servicio

doméstico en los países de la región, por país de nacimiento (alrededor de 2000)

FUENTE: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE)-División de Población de laCEPAL, Proyecto Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA).

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la gobernabilidad migratoria, incluida la protección de las mujeres y delos hombres migrantes (Cortés, 2005).

Durante el Encuentro Iberoamericano sobre Migración y Desarro-llo (SEGIB, 2006), los participantes concordaron en muchos de estos as-pectos, según se menciona en las conclusiones del evento. En tal sentido,conviene resaltar que:

En los países de destino se reproducen las pautas de discriminación aso-ciadas a los roles tradicionalmente asignados a la mujer; condiciones labo-rales desmedradas para la mujer migrante; jornadas largas, informalidad enel empleo, salarios más bajos, ocupación de empleos de baja cualificación.En los países de destino, las mujeres migrantes sufren, además, dificulta-des para acceder a la vivienda, reagrupar a sus familias y atender a las per-sonas dependientes; a raíz de la extensión de las jornadas laborales, la con-ciliación de la familia contratante de la mujer se hace a costa de la«desconciliación» de la vida y la familia de la mujer migrante.

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GRÁFICO 2España: distribución relativa de los nacionales latinoamericanos ocupados,

según sector de actividad y sexo (2001)

FUENTE: Domingo y Martínez (2005).

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La migración femenina tiene consecuencias que no se detectan enla masculina. Este es el caso de muchas mujeres que son madres y debendejar atrás a sus hijos, con enormes costes para ambos, tema que, en todocaso, debería ser analizado en el marco del impulso transnacional.

Movilidad de los pueblos indígenas

La cuarta constatación alude a la movilidad de los pueblos indígenas, untema que, si bien antiguo, es mucho más novedoso en sus determinantesy consecuencias. En América Latina existen más de 650 pueblos indíge-nas reconocidos por los estados y es cada vez más frecuente mencionar-los en los debates sobre la migración contemporánea (CEPAL, 2007b).

Las investigaciones que se realizan actualmente en el Celade mues-tran que solo recientemente ha surgido con fuerza el interés por abordaresta temática. El impulso proviene, en especial, desde las propias orga-nizaciones indígenas, que han puesto de relieve, sobre todo, las situacio-nes de vulnerabilidad y exclusión y sus implicaciones en el reclamo desus derechos colectivos. La comunidad internacional también ha reac-cionado recomendando desarrollar estudios sistemáticos —tanto cuanti-tativos como cualitativos— de las dinámicas, rutas, determinantes e im-pactos de la migración internacional en la vida de los pueblos indígenas.

La principal constatación que cabe resaltar es que casi todos los gru-pos indígenas recurren a la migración como una práctica inherente a su re-producción económica y social. Claro está que los destinos y volúmenesde la migración, las temporalidades, los ciclos y las actividades que desa-rrollan en los lugares de destino, varían de un pueblo a otro y su estudiose ve muy dificultado por la ausencia de información en dichos lugares ypor el hecho que los pueblos indígenas no son grupos homogéneos.

Los análisis del Celade muestran que, de acuerdo a la informacióncensal disponible, en los países que consignan la identificación de po-blaciones indígenas hay una menor propensión de la migración interna-cional indígena comparada con la no indígena (CEPAL, 2007b). Al pare-cer, esto se relaciona con el arraigo, ya que los indígenas sostienenvínculos indisolubles con sus territorios, así como con a la desventaja es-tructural que tienen para enfrentarse a una estrategia incierta y costosacomo es la migración internacional.

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No obstante, conviene puntualizar dos hechos. Primero, ha aumen-tado la migración indígena y la diversificación de los pueblos que migran,los lugares de origen y de destino. Segundo, existen diversas modalidadesde movilidad, algunas asociadas a los desplazamientos coercitivos deri-vados, entre otros, de procesos de desterritorialización. Entre los pueblosindígenas existe una migración internacional estilizada, una trasnacionaly una cualitativamente diferente, la movilidad ancestral, que tiene lugaren territorios de antigua ocupación (CEPAL, 2007b).

La gran pregunta que subyace consiste en determinar apropiada-mente si la migración altera la identidad étnica y bajo qué condiciones nolo hace. En estos estudios, a diferencia de otros, la participación de re-presentantes indígenas es una condición ineludible.

Dinámica de la migración cualificada

La quinta constatación alude a un asunto que, si bien tiene rasgos de con-tinuidad, es también emergente: la dinámica de la migración cualificada.Este fenómeno y numerosos debates sobre sus consecuencias han estadopresentes en América Latina al menos desde los años sesenta del sigloXX. La preocupación se ha concentrado en la emigración desde el sur alnorte, en especial a Estados Unidos, si bien hay razones para prestaratención a los intercambios intrarregionales (gráfico 3) y muchas inquie-tudes acerca de los que se producen hacia España.

El debate motivó tempranas controversias por la percepción predo-minante de las pérdidas que implicaba. A pesar de algunas visiones pro-cedentes de la economía, que sostenían que la movilidad acarreaba con-secuencias positivas para todos los actores al reasignar recursos, el braindrain pasó a ser considerado un problema de primer orden entre acadé-micos, políticos y organizaciones internacionales interesadas en losasuntos del desarrollo social y económico (Martínez, 2005).

La migración cualificada sigue siendo un capítulo esencial de la mi-gración latinoamericana. A su persistencia contribuyen diversos factores,relacionados tanto con las condiciones de deterioro del mercado laboralen cada país de origen, las limitaciones para el desarrollo de la investiga-ción, la ciencia y la tecnología, así como con los factores de atracción pre-sentes en países desarrollados que guardan relación con la demanda de

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competencias específicas en los sectores de innovación tecnológica y lasalud (CEPAL, 2007a).

¿Qué diferencias existen en los debates y preocupaciones actualesque lo hacen emergente? En general, hubo una renovación en los añosnoventa, siguiendo a los ajustes que impuso el contexto económico in-ternacional y las vicisitudes por las que atraviesan las economías y so-ciedades latinoamericanas. La renovación queda reflejada en la idea—exportada de experiencias de otras regiones- respecto a que la movili-dad cualificada no sería solo una pérdida, sino que admite muchas mo-dalidades que comprenderían una eventual circulación y retorno de losprofesionales, además de la vinculación de los países de origen con susdiásporas científicas.

Aunque parece existir evidencia en apoyo de estas visiones, lo quealentaría una postura optimista, debe tenerse presente que hay escaso co-

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GRÁFICO 3Porcentaje de personas nacidas en América Latina en ocupaciones de

profesionales técnicos y afines sobre el total de la PEA en Estados Unidos y enel país de origen (alrededor de 2000)

FUENTE: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE)-División de Población de laCEPAL, Proyecto Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA).

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nocimiento de las especificidades de los países de la región, por lo que sesigue estando lejos de comprender el asunto en su gran complejidad (Pe-llegrino y Martínez, 2001). El punto central es el diseño de políticas ac-tivas que, reconociendo que no es posible ni conveniente «erradicar» lamigración en un mundo de grandes asimetrías, se propongan trabajar enun marco en el que se fijen directrices para la circulación, la vinculacióny el retorno sin sacrificar opciones para el desarrollo de un país y tenien-do en cuenta los derechos individuales sobre la elección del lugar donderesidir, estudiar y trabajar.

La visibilidad de las remesas

La sexta constatación concierne a la emergencia de las remesas como re-cursos de los emigrantes. Para la opinión pública de todos los países dela región, estas se convirtieron rápidamente en la quintaesencia de la mi-gración internacional contemporánea, y no solo en América Latina.

Es indiscutible que, en las cuentas nacionales, las remesas han visi-bilizado de modo extremo a los migrantes. Tales recursos son hoy uno delos principales rubros en la partida de transferencias corrientes en la ba-lanza de pagos de muchos países y en 2005 sus montos llegaron a un es-timado de 54 mil millones de dólares para los países de la región, lo quecorresponde a poco más de un tercio del total mundial de los recursos ge-nerados por esta fuente en países en desarrollo (CEPAL, 2007a). Por sumagnitud, constituyen un considerable aporte de recursos económicos ensectores específicos de las economías nacionales, regionales y locales. Asu vez, para muchas familias receptoras son una importante fuente de in-gresos, los que tienden a destinarse al mantenimiento del hogar.

Aunque las remesas se han extendido a más países, continúan sien-do un fenómeno social y económico que se focaliza en un grupo reduci-do. México, Brasil y Colombia concentran más del 60% del total de lasremesas que se perciben en la región, en tanto que otro 20% es captadopor Guatemala, El Salvador y República Dominicana.

Desde el punto de vista macroeconómico, las remesas generan unmayor impacto en los países más pequeños, aun cuando no figuren entrelos principales captadores de estos aportes. De hecho, en México, Brasily, en menor medida, en Colombia, el peso relativo de las remesas es con-

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siderablemente más reducido en comparación con lo que se aprecia enpaíses con un nivel de captación más bajo, pero también de menor tama-ño económico y demográfico. En los países de menor tamaño las reme-sas pueden tener un peso relativo apreciable hasta el punto de constituiruna variable macroeconómica relevante en la generación y sustentaciónde los equilibrios macroeconómicos fundamentales.

Existe un vivo interés en fortalecer y apoyar las iniciativas que bus-quen reducir los costes de transferencia, orientar el uso productivo y en-contrar mejores prácticas para su contribución al alivio de la pobreza y,en general, a la elevación del bienestar. Sobre la base de algunas expe-riencias nacionales y regionales bien conocidas —si bien no claramenteexitosas- (México, El Salvador y Colombia), en varios países de la re-gión se ha ido aceptando la idea de que las interrelaciones entre las re-mesas y el desarrollo son todavía un área de potencialidades por descu-brir (CEPAL, 2007a y 2006a).

Si bien se sabe que el grueso de las remesas en los países de la re-gión es de carácter individual o familiar, es menester reiterar que los ho-gares receptores las destinan preponderantemente a los gastos corrientes,y solo reservan una fracción para enfrentar los costes de educación y sa-lud, y otra para el ahorro.

Ante esta situación, los especialistas latinoamericanos y caribeñosconcuerdan en que se requiere mayor investigación acerca de los emiso-res y los receptores para llegar a conclusiones más esclarecedoras. Porotro lado, las organizaciones internacionales han hecho hincapié en lanecesidad de buscar mejores prácticas en la medición y en la utilizaciónde las remesas (BID, 2001). Y, además, se ha hecho notar que la relación«remesas y desarrollo» exige precisarse indagando primero en los im-pactos sociales y económicos agregados, con el ejemplo de la variaciónen los tipos de cambio y el análisis, en cada situación nacional, de lastendencias anticíclicas, prosiguiendo con los impactos sobre la pobreza.

En las conclusiones del Encuentro Iberoamericano sobre Migracióny Desarrollo, se reconoció que «la migración llevará aparejado, por lomenos a corto plazo, un aumento en el monto de las remesas. Esto susci-ta un especial interés por los impactos que la transferencia de estos re-cursos ejerce sobre las economías de los países de emigración y por lasmodalidades de utilización que se hace de tales flujos. Además, si bien seha avanzado en la reducción de las comisiones que deben pagar los emi-grantes (en la actualidad el coste medio de las comisiones es de casi el

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6% del valor remitido y hace unos seis años ascendía al 15%), todavíahay costes escondidos en los tipos de cambio aplicados», según los par-ticipantes de dicho encuentro.

Se está aceptando que su notoriedad como fondos de inversión es la«contracara» de la ausencia de otras fuentes de financiamiento de la in-versión productiva, tanto públicas como privadas. Sintetizando este nue-vo enfoque crítico, liderado por especialistas latinoamericanos (véase,por ejemplo, los trabajos de Canales, 2005 y 2004), la falta de desarrollono se resuelve con emigración, sino con políticas de desarrollo y fomen-to de la inversión. Y tal aserto es refrendado en las conclusiones del en-cuentro de Madrid, cuando se señala que: «Las remesas de los emigran-tes no son ni una panacea para el desarrollo ni un mecanismo capaz desustituir la responsabilidad central de cada Estado en materia de políticasde desarrollo y equidad social. Con todo, especialmente en el caso de do-naciones de comunidades de emigrados, las evidencias empíricas (re-cientes y antiguas) permiten indicar que estos recursos pueden ser un ins-trumento relevante para la financiación de proyectos de desarrollo».

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GRÁFICO 4Evolución de las remesas en América Latina y el Caribe en millones de dólares

a precios corrientes (1980-2008)

e: estimado.FUENTE: estimaciones del Banco Mundial, basadas en el International Monetary Fund’s Balance of Pay-ments Statistics Yearbook, 2008.

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Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, conviene situar el estudiode estos flujos de dinero en el contexto de la migración contemporánea yno atomizarlo, sin negar la importancia de la perspectiva financiera.

Los derechos humanos y la migración

Finalmente, llegamos a la problemática de los derechos humanos y la mi-gración, cuya novedad se refiere a la creciente vulneración de los dere-chos de los migrantes. Las pruebas tienen diversas fuentes y se relacionancon las muy frecuentes alusiones a la elevada incidencia de la migraciónirregular (con la consiguiente indeseabilidad y estigmatización del inmi-grante), el aumento de la trata de personas (niños incluidos) y el tráfico demigrantes, que se unen a la discriminación y abusos que siempre han su-frido muchos inmigrantes, especialmente en los países desarrollados. Estoes indicativo de que los potenciales beneficios de la migración, tan difun-didos en las declaraciones oficiales, se oscurecen con la presencia de es-tas facetas negativas cuya generalidad se conoce cada vez más.

Paradojalmente, la región es una de las más activas en la protecciónde los derechos humanos de los inmigrantes: trece países del área han ra-tificado la convención específica para los migrantes y el tema de los flu-jos migratorios se consigna en múltiples foros, tales como la Organiza-ción de Estados Americanos, la Cumbre de las Américas, y la ConferenciaIberoamericana (con su reciente aprobación del Convenio Iberoamerica-no de Seguridad Social para los Trabajadores Migrantes, suscrito duran-te la Cumbre de Santiago, en 2007, y en la misma Declaración de Santia-go y sus considerandos acerca de la necesidad de resguardar los derechosde los migrantes). Además, en la región existe una importante experien-cia en cuanto a foros intergubernamentales de consulta. En 1996 fuecreada la Conferencia Regional sobre Migración (Puebla, México, 1996,que reúne a los países de Centro y Norteamérica) y en 2000 se establecióla Conferencia Suramericana sobre Migraciones (Buenos Aires, con 12países de la subregión). Ambas iniciativas han intentado intercambiarprácticas en temáticas migratorias específicas y acumulan resultados quesugieren una consolidación institucional, especialmente el Proceso Pue-bla, que concita la atención de muchos otros países de la región y de lamisma comunidad internacional (CEPAL, 2007a).

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De todas formas, según estudios de la Comisión Interamericana deDerechos Humanos, cada uno de los países reconoce que sus emigradosson discriminados y son objeto de explotación, lo que es una prueba con-tundente de la vulnerabilidad de los migrantes en su conjunto y de la ne-cesidad de la cooperación entre los estados de la región (CEPAL, 2006a).

Los relatores especiales de las Naciones Unidas para los migrantesy los comités de tratados han destacado que la discriminación es una si-tuación frecuente que encaran los migrantes latinoamericanos y caribe-ños. En sus informes consignan la asociación de la migración femenina yla vulnerabilidad, en particular en los países desarrollados, a partir demuchas fuentes: además de la discriminación y xenofobia, estas personasse enfrentan a riesgos de violencia, la trata de personas, la baja escolari-dad y los salarios inferiores a los mínimos establecidos, el trabajo forza-do y las peligrosas condiciones de vida, la falta de acceso a servicios so-ciales básicos, entre otros, que agudizan las inequidades de género. Estassituaciones se hacen más complejas en el caso de las personas indocu-mentadas o que trabajan de manera irregular, y en el caso de las mujeresdestacan especialmente aquellas que son víctimas de la pornografía yprostitución forzada, las trabajadoras domésticas o las empleadas delsector de servicios informales (CEPAL, 2007a y 2006a).

La situación de las víctimas de la trata de personas constituye unproblema prioritario en la agenda regional y global sobre migración(OIM, 2006). Sin embargo, esta realidad se conoce muy poco y tampocoes la única que atañe a las violaciones de derechos. Las investigacioneshan comenzado a revelar los circuitos de la trata y las redes de operaciónpara la prostitución forzada y explotación laboral, así como los nichos dela demanda, casi siempre concentrada en los países desarrollados. En estepunto, no obstante, no debe desconocerse que los principales países dedestino de la migración intrarregional no están exentos de este problema.Asimismo, es preocupante que existan indicios de que este se está inter-pretando solamente como una faceta de la migración irregular, es decir,una situación en la que se admiten penalidades a las personas víctimas.

Preocupa entonces la victimización y desvictimización que se ex-presa en la emergencia de discursos estigmatizantes sobre las migrantes,ya que, por un lado, se les relaciona demagógicamente con la trata, se lessindica como víctimas de la movilidad contemporánea y, a la vez, son pe-nalizadas, en ocasiones, al no existir una aplicación correcta de los ins-trumentos internacionales y de la legislación nacional.

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Con todo, hay muchas razones para preocuparse por los derechoshumanos de los migrantes. Existen inquietudes generalizadas sobre elriesgo de discriminación y limitación del goce de derechos de los mi-grantes, como lo declara el relator de las Naciones Unidas para los Mi-grantes, Jorge Bustamante. Por ahora, hay poca evidencia de que los ade-lantos tecnológicos estén contribuyendo a reducir la migración irregulary el riesgo de ataques terroristas. Además, la adopción de medidas parareforzar los sistemas de identificación (biometría, huellas digitales), elmayor intercambio de datos y el refuerzo del control de ingresos a los te-rritorios, son instrumentos que si son bien conducidos pueden preservarel derecho a la privacidad de las personas y al mismo tiempo alcanzar lospropósitos que persiguen. Pero esta no parece ser la norma.

Uno de los asuntos más acuciantes para que los países de AméricaLatina puedan contribuir a este objetivo es el tratamiento de los riesgos yla vulnerabilidad que enfrentan muchas personas migrantes, a pesar delaparente activismo que indican las anotaciones anteriores. Por lo tanto,los países de la región deben hacerle frente a la pregunta ¿Cómo acortarla brecha entre la intención y la práctica?

Concluyendo, hacia la gobernabilidad migratoria

Para terminar, un comentario ulterior sobre otro tema recurrente en laagenda de investigación: la gobernabilidad migratoria. Ante el veloz in-cremento de la migración internacional latinoamericana, sus variacionesy múltiples repercusiones -para los países de origen, tránsito y destino-han planteado a los estados la necesidad de trabajar en su gobernabilidad,lo que acarrea grandes retos, particularmente en un contexto de globali-zación incompleta y asimétrica, cuyos rasgos de desigualdades en las re-laciones sociales, económicas, políticas y culturales opera como un po-deroso acicate para la movilidad de la población (Martínez y Courtis,2007).

Respecto a los acuerdos de gobernabilidad, como destacan diversosanalistas, hay que partir reconociendo que a comienzos del siglo XXI lamigración dejó de ser un tema nacional, ya que se aceptó que sus alcan-ces son de índole local, comunitaria, regional y transnacional, y que esun proceso continuo que se transforma «desde abajo» a raíz de las prác-

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ticas cotidianas de los inmigrantes en las sociedades de origen y destino(Castles y Miller, 2004).

Están de moda los acuerdos de gobernabilidad de la migración,aunque nuestros análisis muestran que no hay concordancia con un enfo-que afín al transnacionalismo, al debilitamiento de las barreras y fronte-ras de los estados, por lo que los avances tienden a ser restringidos, sobretodo ante el nudo gordiano de la seguridad. A pesar de ello, los países deAmérica Latina participan activamente en los dos foros interguberna-mentales creados hace unos años y han trazado una trayectoria que in-cluye logros, avances y desafíos y, también, dentro de ese marco de rigi-deces y promesas incumplidas.

Estas experiencias se están extendiendo a la Comunidad Iberoame-ricana y en tal sentido destaca la creación del Foro Iberoamericano sobreMigración y Desarrollo, cuya instalación se celebró en abril de 2008 enla ciudad de Cuenca, Ecuador, y contó con la participación de más de 400personas, entre ellas, delegados de los 22 países miembros de la Confe-rencia Iberoamericana, representantes de gobiernos y organizaciones in-ternacionales, académicos y expertos en migración y desarrollo, y repre-sentantes de organizaciones de la sociedad civil. Esta reunión tuvo comoprincipal objetivo constituir un espacio idóneo para el intercambio debuenas prácticas y acciones compartidas en el ámbito de la migración yel desarrollo que pudieran ser replicadas en el espacio iberoamericano.También se buscó consolidar modalidades eficientes de cooperación quecontribuyan a dar continuidad a la implementación de los mandatos de laDeclaración de Salamanca, del compromiso de Montevideo y del Pro-grama de Acción de la Declaración de Santiago. El foro tuvo como re-sultado la adopción de un nuevo Programa de Acción sobre migración.Transversalmente, se planteó establecer los derechos humanos en el nú-cleo de los debates sobre migración internacional entre países de origen,tránsito y destino, iniciativa que reconoce la positiva contribución de losmigrantes al desarrollo, promueve el completo respeto a sus derechos hu-manos y defiende la humanización de los procesos migratorios.

Desde una perspectiva crítica, además de las rigideces detectadas,hay que recordar que la tarea de la gobernabilidad exige la participaciónactiva de todos los países, y representa un desafío cuya solución comien-za en el ámbito nacional, con una serie de reformas de toda índole, dondeademás se reflejen los intereses de cada país. Este es un objetivo difícil dealcanzar en la región, sobre todo tomando en cuenta las actuales circuns-

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tancias de las democracias latinoamericanas, por lo que muchas veces lasociedad civil no participa activamente en decisiones que la involucran, apesar del relevante papel que pueden desempeñar algunas organizaciones.

De cualquier forma, la gobernabilidad migratoria debe descansar enciertos principios comunes. Uno de estos principios es la protección de losderechos humanos de los migrantes. Para el ejercicio de esos derechos, re-sulta crucial que se generalice la adhesión de los países a los instrumentosdel derecho internacional, tanto del sistema de las Naciones Unidas comodel sistema interamericano, ya que los países que suscriben instrumentosinternacionales pueden exigir reciprocidad, y así beneficiarse de un mar-co uniforme para las legislaciones sobre migración y plantear firmemen-te sus preocupaciones ante la comunidad internacional. Hoy en día, laConvención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todoslos Trabajadores Migratorios y de sus Familiares de las Naciones Unidas(1990) es el régimen central para la defensa de los trabajadores migrantes.

La Convención Internacional es un instrumento que extiende losderechos humanos fundamentales de los migrantes a todos los trabajado-res migrantes,2 documentados e indocumentados, sin prejuicio de los de-rechos adicionales que establece para los trabajadores en situación regu-lar y sus familias. Este instrumento contiene disposiciones que tienden ala eliminación de la explotación de los migrantes y de las situaciones ymovimientos clandestinos. Por su perspectiva amplia —que integra la fa-milia del migrante, la situación de las mujeres y los niños, y que a la vezreconoce de manera explícita los derechos de los migrantes no documen-tados—, la Convención constituye una herramienta primordial para laprotección de los derechos humanos de los migrantes.

Notas

1. Según el Padrón Municipal Continuo de Habitantes, 1 de enero de 2009,INE España.

2. El término «trabajador migratorio» se define en el artículo 2 de la Con-vención como «toda persona que vaya a realizar, realice o haya realizado una ac-tividad remunerada en un Estado del que no sea nacional».

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