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PO rlada: Ja ime La nd i. a r , ICONOS INDICE COYU NTUR A Perspectivas del sistema electoral ecuatoriano MI CHEL ROWLAN D Heteroq eneidcd, legitimkJad e ineertidumbre ADRIAN B ONILLA 4 9 CUlTURA Y GlO BAUZACION De losmedios a las 62 mecncco nes0 los crecuotos per el se ntido QUINCHE ORTI Z "Que es 10 que hoee 68 ceooercs a nuesncs cludades? E DUARDO KI NGMAN DJ AlOGOS eesencs bibliogr6ficas: 124 - EI Estodo como souco n - Fr6g il felkldod Un e nsayo sco re eocsseoo -l os escec eos de Mo rx Ecuador ,sercs portic utcre s REVISTA DE FLACSO· ECUADOR N' 4. - Diciemb re . Marzo, 1998 L os artiewos que se publicall ell Ia revista son de respon sabl ldad de sus aUlOres, l'l(I reneiall r'IOO8 S<loamente e1 pensamlrmto de IC ONOS D IR ECTOR Fl ACS C-E eUA OOR ARO. FERNANDO CARRION ED ITOR leONOS FW Pl: BUABANO DE LARA eC-EDlTOR ico so s SEBASTIAN MANTIL U\ B ACA eOL AB OR AOORES EN E$TE NUMERO BoNil LA GERMANlCO S Al.GA OO J Ul IO E CHEVERRIA AlEX P,ENKN AIl URA A BDON UBIDIA Qu 'NCH E OIlTll E DUARDO JA lr.IE lANDIVAIl SILVIA M EJIA CA RMEN M ARTINEZ ANDRE S GUERRERO J AVI ER 60Nil LA II A(!>< KlI i\1l0 R lui, I l< -h, .... U llll'lllSlO\ S,iI, FLACSO ECUADOR Diru ci on: A•. Ulpo."o Pl.•• lie y ""<1" 0. Te'.;fon "" , 232 -029 232-03 0 212-031 232-012 F a. , S&&·139 E_Mail, ,oo ,d. 2@ lso y. ..." leONOS .g eod e, eel.U iP"" de ILOISy Fund>elOn E SQUEL AC TU AUDAD Gklbalizaclon e ntecccion en Ameri ca Latina GERMANICO SALGADO PO SM ODERNIDAD La 'necr esentooncoo' de la co nnco JUUO E CHE VERRIA EI nebuloso sis tema posrrodemlstc ALEX PI ENKNAGURA Mooerraccc y posmodernidad ABDON UB IDIA 18 32 44 54 Lo s clrculos vcroso s del prestdenciclsrno ARTURO VALENZUE LA FRO NTERAS E NSAYO Ci udadania trcnt erc e tr a co yc cm polson binaria ANDRE SGUE RRE RO RE SENAS 81 112

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POrlada: Jaime Landi. a r

,

ICONOS

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INDICE

COYUNTURA

Perspectivas delsistema electoralecuatorianoMICHEL ROWLAND

Heteroqeneidcd,legitimkJad eineertidumbreADRIAN BONILLA

4

9

CUlTURA YGlOBAUZACION

De los medios a las 62mecnccones0 loscrecuotos per el sentidoQUINCHE ORTIZ

"Que es 10 que hoee 68ceooercs a nuesncscludades?EDUARDO KINGMAN

DJAlOGOS

eesencs bibliogr6ficas: 124- EI Estodo como soucon- Fr6g il felkldod Un e nsayoscore eocsseoo- los esceceos de Mo rx•Ecuador, sercs porticutcres

REVISTA DEFLACSO· ECUADOR

N' 4. - Diciembre . Marzo, 1998

Los artiewos que se publicallell Ia revista son de e~clU$l\'a

responsabl ldad de sus aUlOres,l'l(I reneiall r'IOO8S<loamente e1

pensamlrmto de ICONOS

DIRECTOR FlACSC-EeUAOOR

ARO. FERNANDO CARRION

EDITOR leONOSFWPl: BUABANO DE LARA

eC-EDlTOR icososSEBASTIAN M ANTILU\ B ACA

eOLABORAOORESENE$TE NUMERO

MlC ~El RAWLA~

A~IAN BoNil LAGERMANlCO SAl.GAOO

JUlIO ECHEVERRIAAlEX P,ENKNAIlURA

A BDON UBIDIAQu'NCHE OIlTll

EDUARDO KI~IAANJAlr.IE lANDIVAIl

SILVIA M EJIACARMEN M ARTINEZANDRES GUERRERO

JAVIER 60Nil LA

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FLACSO ECUADORDirucion: A• . U lpo."o Pl.••li e y ""<1"0.Te'.;fon"", 232-029232-030 212-031 232-012Fa., S&&·139E_Mail, ,oo,d.2@ lsoy...."

leONOS .geode,e el . UiP""de ILOISy Fund>elOn ESQUEL

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ACTUAUDADGklbalizaclon entecccion enAmerica Latina

GERMANICO SALGADO

POSMODERNIDAD

La 'necresentooncoo 'de la conncoJUUO ECHEVERRIA

EI nebuloso sistemaposrrodemlstcALEX PIENKNAGURA

Mooerrac cc yposmodernidadABDON UBIDIA

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54

Losclrculos vcrososdelprestdenciclsrnoARTURO VALENZUELA

FRONTERAS

ENSAYO

Ciudadania trcntercetraco y ccmpolsonbinariaANDRESGUERRERO

RESENAS

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Nolas de releclura de una invesligacion ontropoloqico I

i,A quien represenlan los dirigentes indigenasque ensamblan un discurso politico sobre "lasnacionalidades" del Ecuador?

Par Andres GuerreroFlACSD-Ecuador (2)

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Me recorre una curiosa sensation a1re­Leer el libro de Carola Lentz (3) ocbcaries luego. (Su investigaci6n? La co­

nazca de cerca por las placenteras converse­clones que sostuvlmos a med iados de los enosochenta, cuando bajaba a pie de la comuns deShamanga (provincia del Chimborazo). Viaja­ba a Quito en au tcbus y se acercaba a mi ofic i­na en un pequeno centro de investigacicn. Por10 tanto, aquella sensacion de perplej idad queme embargo al reeorrer nuevamente su libroapenas si podia venir de que descubriera, 0 re­descubriera, alguna realidad ignorada en el es­tudio de las andanzas y anoranaas de los cornu­neros de Sha manga. alga inedito 0 quizas olvi­dado.

Sin embargo, es e l c ase . Porzosamcnte

erectuada con pupilas de hoy en dill y, por con­siguiente, interpretada desde mi "mundo de lavida" (Habermas)(4) de ahnra, ya modificadopor los " levan tamientos indtgenas nacio na­les"(S), la relectura de esa investigaci6n meaporta un conjunto inedito de respuesta a in­qu ietudes que me interpelaban desde 1990.Preguntas que se reptantearon vertrcarmenrecuatrc anos Iuego, suscttadas por la segundaacci6n de protesta que ratific6 como algo nomeramente fugaz la presencia de los indfgenasen la pohtica ecuatorianaje)

En verdad, cabe decir que dicho conjunto deinterrogantes condensa en un nucleo dense detemas: (quienes son los manifestantes que pa­ral izaron al pais por dos vecest En ter minusde agentes sociales: (quienes integran la po-

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blacien que hoy en dia se au tocalifica de "indl­gena" e irrumpe en los caminos, plazas, canesy medics de comunicacicnj i A quien represen­tan los dirigentes indigenas que ensamblan undiscurso politico sobre "las nacionalidades delEcua dor"? , Que imagen ideal (social y steele­gica) de sf asum en aquellas mujeres y hom­bres que, con su presencia masiva en los espa­cios publicos. ponen en tela de juicio el proce­so de construcccn del Estado-nacien, inte rpe­Ian ta rcrmacton htsronca de la ciudadanfa yexigen modalidades de representacien pcliti­ca?

En otro plano de reflexicn , mas abst racto ytecrico, ese nucleo de problemas tiene que vercon una rede finicidn del sujeto etnico del Esta­do nacionat; con las condiciones de su surgt­miento y perpetuacirin como actor social. Por10 tanto, se trat a de un problema vinculado aun cambio estructural en la rormacion de do­minacion, una modificaciou de 10 que he den­nido en ot ros t rabajos como un fen6meno deadministracion de poblaciones por el sistemaciudadano. Un sist ema de gubiernc de sujetosindios que se construye , en esta pa rte de losAndes del Norte, a principios del siglo XIX y,a 10 que parece, se prolongara con cambics irn­portantes hasta mas alta de inici os del sigloXXI.

Tal vez mi perplejidad se afinca en un he­cho: cuando la antrop6loga conoclo la comunade Shamanga, ni ella mismo ni nadie podia in­terrogarse so bre la existencia de indfgenas(hombres y mujeres) que ean no se manifesta­ban umsona y mesivamente como tales: comouna poblaci6n de nacion alidades indigenes delEcuador.

No cabe la menor duda: un atributo comun atoda investigacion que reune las condicionesacacemtccs de calidad es, precisamente. la deofrecer una espaeto abierto, aunque metodol6­gicamente sometido a verificac ien, a Iecturasde reinterpretarien desde va riadas iluminacio­nes de las ciencias sociales, no tan s610 res­pecto 11 procesos sociales del pasado sino tam­bien del presenre.

En efecto, la lectura de ese est udio antropo­logrco proporciona no solamente una riquezaen cuanto a material factual (etnografico) sinoque, a 10 largo de sus paginas. subyacente 0 talvez impltcito. fluye un analtsts de problemasde fonda que paracojicamen re no fue ron, co­mo la aurora previene en un articulo posterior,et eje vctu ntartc de su atencton ni el centroconsciente de su problematica. Cuando Ilega a

Shamanga, las inquietudes que Ie monvabantenian que ve r con la experieneia de vida delos comuneros al emigrar hacia la Costa; fue elhilo conductor que organize su trabajo de cam­po y que, post eriormente, encauzo el analisisde la informaci6n recogida.

Aqui, precisamente, me se rvire de aquellatrama de temas presentes en filigrana de pa­pel en el libro de c arota Lentz para reanzaruna reffexion, antes con una mirada de soclolo­go que desde la vivencia del antrupelogo, so­bre el tema de la consntucion de es te nuevoag ente socia l. En concreto, me re fiero a latransicion de los multiples y diferentes gruposindigenes locales del pasadu (para llamarlosde alguna manera), hacia una poblaci6n indtge­na de perfil nacional hoy en dia.

Esto implica detenerse en des aspectos: enprimer lugar; en la modificaci6n de las fcrmasde dominac ien de poblaciones dentro del siste­ma ciudadano y republicano en las ultirnas de­cadas; y en segundo, en la experiencia de vidaen el borde de la nueva fron lera etnica y laviolencia transformadora Que recorre el anchoy ajeno mundo del mercado y 10 ciudadano. 113

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ENSAYO

de genera: una matriz de clasificaci6n y jerar­quizacion social y polltica que instaura la cons­truccion discursiva de la diferencia y funda ladominaci6n en e l orden simb6lico. En pocaspalabras, la frontera etmca serfa una suerte deart ilugio simb6lico de dominaci6n que, en lasr elaciones de poder condtena s, produce y re­produce a la vez al ind io y al btenco-mesu­zo.(9)

Por ultimo, preciso que la frontera et­mea que aqui me tnteresa pertenece a un or­de n simb6lico precise, hist6ricamente cons­truido con la formaci6n del F..stado nacional re­publicano; deriva, pues. de un proceso pcscolo­nial.l ODicha rrontera cruza por todos los cam­po sociales y les otorga una suerte de estrucru­ra elemental de dominacion etnica., instaura

una dicotomia primaria queorganiza y justifica las posi­ciones que, en dichos cam­pos, ocupan los habitantesbauuzados de ecuatorianos,can lodas s us demas com­plejas determinaciones so­ci ales (economicas, polit i­ca s, culturalesj. Separa enet imaginan o a los habitan­res en dos grandes grupos:los blanco-mestizos ciuda­daocs y los otros.ll Es unprinc ipia gene rador de es­t rateg ias de poder en todoel espacin de ta sociedad na-cional, desde el Estado cen­tral (10 publico estatah has­

ta la periferia domesnca 00 privado y cot idia­no), incluye ndo ambitos intermedios y colin­dantes. Dicha matr iz bina ria es una rormactonmental y, como tal, posee una his tcria. Se cons­tit uye en los Andes a partir del acto de violen­cia fundador de la dominaci6n de poblaciones.Luego de la conquista hispanica . los micro jue­gas cot idianos de puder entre las poblac ionesas! instituidas (en un inicio registradas por laleyes coloniales como castes) crean y recreanen el plexn de la vida social, a escs dos grup usprimarios como clas ificaciones de ident idad.Bajo el s isle ma republica no, hist6r icamenteinscr ita en el sentido practico de los ecuatoria­nos, dicha matriz binaria se com'ierte en unarealidad simb6lica que enca rna en agentes so­ciales rederinidos: los ciudadanos y los sujetospar civilizar del Ecuador .

AI respecto, creo que conviene ret ener lanocion de frontera etnica porque connota Y. a

La frontera etnicaes una suerte de

artilugio simbolicode dominacion, quese reproduce en losespacios publicos

donde transeurre lavida eotidiana

"",~......-...;,:

LA MODIFICACION DE LAFORMACION DE DOMINACION

Cuando C. Lentz sube a la comunidad deShamanga, la formacien de dominaci6n etnicahabfa atravesadc, sobre rode desde la reformaagraria en los anal sesema, por una modifica­cion sin precedentes a 10 largo de la Sierra. Es­te cambio, que trastoco ja experiencia de viday el ser-indfgena, se puede enfocar recurrien­do a la nocion clastca de fronter a etnica tcma­da del trabajo de Frederik Barth. Pero convie­De ubicar la en un tej ido de enlaces ccnceptue­les diferente. Para Barth, dicha nociOn derivade las categorlas estrueturales del soci61ogo T.Parsons: el estatus, la adscripciOn y la identi­dad. En su concepcion, posee ante todo un ca­racte r estatico; seii.ala unapermanencia . La c reacton0, si se prefiere la inven­cion, de grupos etmcos esun problema que Barth ape­nas alude. La Irontera sertaante todo un limite culturalque desJinda una identidadestablecjda: mara una dis­tinci6n de sf mismo, faja ungrupo social que se auro-re­conoce y diferencia de losdemas. Vale decir , pe rm iteuna suerte de concienciasoc ial de grupo que se ads­cribe a sf mismo. (7)

Por mi parte, pienso queconv iene conserv er a ntesque desechar esta nocien sobretcdo por la eli­cacia de su insinuacien metafdrica: de una di­vision 0 separacien simbdlica, un espacio crea­do por un deslinde exte m o al grupo social; fijaun mas a lia constitutive; 0 sea, los ot ros seconvierten en el confin de la frontera. Aunqueretengo la nneidn, s in emba rgo la ubico en elcruce de dos contextos conceptuales diferen­tes y dis tmtns que le otorgan otro significado yposibilidades de unneecion. Por una parte , laasocio a los conceptcs de campo, habitus yes­t ra le gia s de fuer za de P. Bourdie u (8); porotra parte, siguiendo a J udith Butler en sus es·t udios sahre la domi nacion de genera, vinculola division dual que provoca la exislencia deuna front e ra elnica a una rnat riz b inaria depe rcepcion mental, un pa rteaguas simbOlicopropio a un sistema de dominacion. Es 10 quedicha autora define como un "orden dicotomi­co compulsivo", la l como rige en las relacione s114

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la vez, recalca ese principio de deslinde bina­rio: aquella esrructura slmbclica tan eficaz,elemental y recondna. La frontera instituye enlas posiciones y las est rategias de fuerza de losagentes soctales, en 10 rea l, los hitcs simb6licos(los marcadores de vatortaacton y de dist tn­cion) que delimitan el campo de [uego. Invisi­ble pero real, la fronlera esconde la arbitrarie­dad de su instituci6n imaginaria (el acto funda­dar de la dominacien, pe rpetuamente reprodu­cido par la violencia cotidiana) bajo la sombrade un erecto de naturalizacion. "racializa" a loshabitan tes nacionales en termtnos de un su ­puesto sistema aenencc.nz: En la vida cotidia­na. la fronte ra engendra la diferencia como in­feriorida d v. por consiguiente. Jegitima la do­rmnacion de la poblacion indigene por la ciu­dadana blanco-mestiza.

Uno de los aciertos del t rabajo de cam po dela antropologa que releo reside en la narracionvtvez de la experiencia de vida de los emigran­tes en el mgenin San Carlos y en las ciudadesde la Costa en los anos oc henta . AI recor rersus pagmas se advierte que la frontera etnicano qued6 atras en el camino desde las altas co­munidades cercanas allago de Colta, hac ia el"ancho y ajeno mundo" de la Costa. Al abando­nar el espacio acorralado de dominacion de lahacienda, nucleo radiante de poder (13), inclu ­yendo en sus dimensiones a las autoridades delultimo escalon de la jerarquia estatal y a los

habitantes blanco-mestizos del pueblo cabece­r a parroquial 0 cantonal, oc urre que dichafrontera acompana a los emigrantes, paso traspaso. Reacuva los envites en cada sitio de tran­site; en los lugares de arribo e instalaci6n reor­ganiza los juegos de podcr. En sin tesis , en laesfera publica ciudadana, en los ambitos gene ­ral izados de rrenco social, en las plazas demercado, las calles, comercios, oficinas publi­ca s y en el mercado de trabajo, se restructuranlos campos de ruerza en funcion de la divtsiondual , de la matriz colonial rec6ndita que es­tructura al sentido practice de los ecuatorta­nos. (14)

Conviene detenerse en esta division etnicaimaginaria que sigue como su propia sombre alos emigrantes de las comunidades, en el espa­cio nacional y ciudadano. Destacan tres aristasque son pertinentes: en pr imer lugar , la violen­cia que genera 1a frontera; e n segun do, laccnstitucion de un nuevo sujeto indigena por lacoercion y la resistencia; y, te rcero, la conco­mitante e implicita legitimacidn del ciudadanoecuatcriano como elernento de dominaci6n.

DE INDIGENA PARTICULARA EMIGRANTE ANONIMO

En la Republica, entre 1857 y 1964, para fi­jar a grandes rasgos algunos puntos de rete­rencia temporales, la administraci6n privada 11 5

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ENSAYO

LA VIOLENCIAOELAIGUALDADCIUDADANA

Shamanga , la st .tuacion se transfer­rna masiva y radica l­mente al ab r ir se elbonzcnte local can laemtaracton hacia laCosta entre 1950 y19l10. La antropclogacensa en Shamangaun 80ck de hombres r50"10 de mujeres emi­grantee para 1987, ci­fras que, ca n varia­clones de un luger aotro, refle jaban sinduda una r ealidad

FOIC: Eduar<I<J Oumrana

propios" de un ha cendado, vtncutos secretesamplia men te difundidos en la Sierra, pOI' 10 ge­neral r equer fan una previa inclusion en estra­tegias de reconocimiento, afecto, conflicto 0

reciprocidad. Situacion generac ional y cotidia­na que msntuta el significado de ser persona: ala vez de indfgena (18) y de compadre 0 pa­tron.

A su vez, para los ciudadanos del pueblo, losindfgenas que se acercaban a sus propiedadeso comercios, ventan de tala cual hacienda acomunidad, per tenecian a grupos domesticosidentificados 0 identincables : eran "personasconocidas", asf fueran tan 0010 amigos, parien­tes, clientes 0 "recomendados" de un ccmpa­dre. Estas relaciones adoptaban una dime n­sion temporal de larga duracion: cubrian la es­tabilidad de areas generacionales.(I9)

Al decir esto 10 que des eo recalcar es queesre tipo de ror macton de dominacion delegadahacia los confines de 10 publico, excluye la re olaci6n social impersonal, evira los vmcutos noparticular izados y cesconoce (en pr incipio) elt rato an6n imo de la ciudadania, ta l cual se daen el espacio urbano 0 el mercado de trabajonacionales.(20) P OI' otra parte, esa personalize­cion tenia un efectc sobre la violencia de lafrontera emtce: eufemizaba (en el sentido deBourdieu) los enfrentamientos puesto que per­

milia barrocas estra­tegias de amorngua­cion y restsren­cia.(21 )

de poblaciones en el sistema ciudadano puedeser pensada como una suerte de variante msto­rica de 10 que Bourdie u analiza como una do­minaci6n simbclica. (I S)

Por administracion pr ivada me refiero a unacto de delegaci6n de atribuciones polfticas, afin de cuentas de soberania. El Estado republi­cano erectua ese acto de t ransferenc ia a me­diados del siglu XIX con la supresi6n del tr ibu­to de indios.(l6J Por omisien, cast sin instru­mentes legales ni discusiones politicas, (baju elsil encio autojueti ffcado que impone la 16gicade la igualdad universal oiudadana), se otorgaa una periferia de poderes (haciendas, iglesia,unidades domesucas ciudadanas, redes declientela, instituciones locales de gobierno), lagestion (demografica, economica, espacial ysimbclica) de la s poblaciones que antes eranidentificadas y numeradas en los padrones ycensos republicanos bajo el rubro de "indios",Las poblaciones indfgenas devienen re s priva­de, una preocupacidn micro pclftica de un hete­rcaeoec conglome rado no estatal: de las for­maciones perlfericas de poderes en los confi­nes de 10 pliblico.(17)

Ahara bien, dichas formaciones const riiienel espacio de las estrategtas de dominacion yresistencta a ambitos locales, -a las redes yjuegos de poder en un canton y sus parroquiapa r a situarlasde a lg una ma­nera en el terri­to rio naciona l.Enma rcan lasrelaciones entreciudadanos e in­dtgenas dentrode una etiquetar ituali zada desubordmacicn yen a li a nza s der e c i p r o c ida ddesigual analo­gas a las del pa­rentesco: la de­Ieg acion hacia10 p rivado Im­plica una perso­nalizacion de ladominac i6n .Asi , pe r ejem ­plo, el compe ­drazac can ranocien de "h iji ·tcs'' a [a condi­cton de "indios116

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ENSAYO

En arnbitosciudadanos, la

trontera etnica seerige en una suerte

de enervaduraprimaria de poder -

bastante extendida en ctrasregiones de la Sierra.(22) Alescaper del ambito local,los comuneros acceden a unsistema de poder de distin­te naturaleza . Se insertanen 1.'1 mercado la boral y 1.'1espacio publico ciudadano:acceden a juegos de fuerzaque no requieren una perse­naliaacicn ni tampoco unapart icularizacion de losagentes socia les. Las rela-ciones que se entablan pcseen un caracte raleatoric, pueden ser cast an6nimas y no ext­gen ninguna conlinuidad generacional .

Sin embargo, sabemos que en estos camposciudadanos 18 froote ra etmca se erige en unasuerte de ene rvadura primaria de poder. Enerecto. a l convivir con los emigrantes queacompafia en su via je a la Costa, C. Lenz ex pe­rimenta Y. 1uego, descr ibe la violencia que suofren los comunerc s convernoos en indios ge­nertcos: la b rutalidad que debe n e nfrentarcuando cortan cane en el ingemo San Car los 0

se convrer te n en vendedores que deambula npor las calles de tas ciudades de Milagro, Na­ranjit o 0 Machala.

En el roce publico los ciudadanos sobre-im­prunen en los comuneros la imagen del indioincivilizado (23) pa ra, de esta manera. colo­carlos de l ctro lado de la frontera emica. Ar­man gambnos de diferenciaci6n y dominaci6nque son est ra tegias cotidianas y generalizadasde desvalorizaci6n del ctro. urdida s y ungidaspor un senlido practice que trabaja sin cese m

perd6n . Asumen Ia formaconcrete de chistes, burlasy ofen sas simb61icas que encualquier momento puedende sbocarse e n a gresionesttstcas. Apuntan a su mane­ra de vestir, la gestualidad,la forma de pensar, la rna­nera de ha blar espa jiol y,desde luel o, al idioma pro­pia e inhibido: el quichua.Sin mas. ser ciudadano delse nudc pra ctico (e l dntco

agente legitimo de la historia ol icial de la ne­ci6D). se r blanco-mestizo, rinde una renta dile­rencial simb6lica : simplemente no se es indio.

En el conf licto estructurado y estrucrurantede poder en torno a la const ituciOn del ciuda­dano-frater y pater- (24), es decir de la mascu­linidad mterpares. sea cual Iuere el campo $0­

cial y el mteres (materia l 0 simb6lico) que es­te en fuego. los indigenas son vistos como nodel todo vtrnes: va le decir no hombres, nomasculinos igua les . A fi n de cuentas. en elcampo ciudadano a pa recen desprovist os delsignificante simb61ico del poder : son seres nocalicos. (2S) Para competir en la esfera ciude­dana en condicione s de menor desve ntaja y,edemas, amortiguar de alguna manera la vic­lencia ubicua que gene ra la frontera, t ienenque imponerse una t ransmutacien y renege­ciar su nocion de mascuhnidad; nenen que in­corporar y representar una nueva imagen de simasculina. Abandonan sus hab itos: los vestidosy las costumbres; finalmeme, restructu ran sushabitus: cambian las formas mentales de pe r- 117

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ENSAYO

cepcicn y las disposiciones de comportamien­to. Intentan "costentzarse" 0 "urbanizarse'';adoptan una estrategia mimetica con el enter­no ciudadano vir i! (blanco-mestizo) imperanteen el espacio publico nacional.

Al hacerlo, ent ran en un proceso de unifor­mtaacron bajo impronta nacional que alisa laespecificidad cultural local, tal como las repro­duda la ad mmist racton prlvada en e1 pasado,en el mundo compartimentadc de la hacienda­pueblo.

Sin embargo, parad6jicamente, no dejan deser Indfgenas, perc ya no 10 son como 10 fueronsus abuelos 0 sus padres.Con los camhios, los "in­dios" de los poderes localescompartimentados tiendena fundirse en una pobla­cion mas unitaria. Devie­nen una suerte de comuni­dad capaz de imaginarse asf misma en tanto que con­junto social, par encima desus diversidades . Se con­vier te en un grupo socialvinculado por lazes stmbo­lieos e hisror lcos comparti­dos y reinventados en r t­tu ales poHticos como los le­vanta mientos; por parttci­par en una e xperiencia devida y sociabitidad de emi­grantee en las redes socrates que surgen en lasciudades. Por consiguienre, hay dos procesosque gestan un grupo social nuevo: par una par­te , la segregacion. la ubieaci6n del otrc lade dela Ironrera en un mas aHa politico indefinido(no ciudadano), y la violencia que asumen lasrelaciones "interetnicas''; por otra parte, la re­sistencia a la suuacion de dominacion y explo­radon a nivel nacional.

UNA CIUDADANIA PDSCDLDNIAL

Sin embargo, leOmo explicarse que los emi­grantes de Shamanga connneen siendo indfge­nas cuando, precisamente, se constata un pro­ceso de t ransmutaci6n de tipo nacional? A miparecer conviene det enerse una vez mas en untenomeno que revels la investigaci6n que re­leo: la violencia inducida par la frontera en loscampos de poder cotidianos, que son los luga­res de signfftcacicn de la desigualdad ciudada­na y donde se maroa la exclusion.

Haber dejado de se r indigenas de la admi-

nistracion pr ivada, conseguir escapar al cercode la dominacion local y adentrarse en los vas­tos circuitos del mercado y el andnimo espaciopublico ciudadano, no conduce sin mas a una li­beraci6n. Como ya se menclono, Ia fronte ra et ­nica no se desvanece: el muro de la exclusionse vuelve a erigir donde llega el e migrante delas comunidades. Para comprender este rene­meno hay que destacar que la ciudadama, noobstante el discurso juridico y estatalista quedomina su concepcion e impone una pretensionde universalidad, e s una construccion y, parconsiguiente, posee tambien una historia. Des­

de los inic ios de la Repu­blica (26), la forma ciuda­dana es una de las piedrasangulares de la construe­cion del ed ifi cio politicorep resentattvo. (27) Nome refiero aqu i tan solo alcuerpo jur idico del Esta­do nacien, sino a la 16gicade la practica ciudadanaen la fla mante Rep ublica.Mientra s en la s le yes sepr e tende un a nive laci6njuridica de la s pob lacic­nes, sabre todo luego de18S7 cuando se deroga ele statuto de mdfgena con­t r ibu yent e (la traduccionrepublicana del tributario

colonial), en cambio en la vida cotidiana se re­produce la jerarquia etnica de origen colonial.(28) Resalta el hiato ent re la 16gica de igualdaddel Estado repres entative de los ciudadanos yla logtca de ta practica del gru po dominante: laestruct ura colonial de su mundo de \3 vida ysus est rat egtas de oomtnacion. Respecto a lapoblacion indigena (y negra) la igualdad ciuda­dana no a flo ra en la imaginaci6n co lectivablanco-mest iza como un heche consuetudina­rio. Los indfgenas son percibidos bajo la cate­gorfa de incivil iza dos, a nimalizados, ap enashumanos. (29) Es as i que et trato publico entreiguales ciudadanos despliega una paradoja:frenre a los indfgenas se convierte en un privl­legio colonial en las cattes, los mercados y los!ugares de trabajo . Fuera de! ambito de la pro­piedad privada ciudadana y la intimidad de 10domestlco. la igualdad se la reserva a los clast­Cicadas de blanco-mestizos. a quienes se ubicaen un mas eca de la frontera etnica, con todaslas obvias distinciones de c1ase.

La ciudadania en el Ecuador se const ruye a10 larRo del siglo XIX como un campo de do-

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minacien donde se juega la ex­clusion de poblaciones. Apro­vecho un ejemplo ctastco queofre ce una alegorl a a la vezsimbolica y concreta del espa­cio ciudadano nacional: el par­que principal de la Villa de Ota­valo. Por definicion es un espa­cio publico y un centro de poderdesde el siglo XVI; lugar de en­cuentros, paseo y sociabilidadcotidiana. Sin embargo, comoen t iempo de la colonia, bajo 1aRepublica persist i6 en su cali­dad de stno tacitamente prohi­bido para los indigenas. Todavlaslgue rresca en la memoria dealgunos otavalenos que haeeunas dos 0 Ires decades las in­fracciones recibian el casti gopublico de "quitar una pre nda"(un sombrero por 10 general) yla imposicien de un rescate hu­millante que redibujaba la fron­tera como prohibici6n y lugarde viclencia. La persona, sene­lada en su condici6n de inferio­ridad, debia barrer la plaza: seIe recordaba la distincion entrequienes tienen derecho y quie­nes no. Con plena igualdad deatribuciones, el escarmiento no10 ejecutaba ninguna au torldaddel Estado ni tampoco un fu n­cionario de la municipa lidad,estaba a cargo de un crevetencanommo: una persona masculi­na blanco-mestiza que , te st igode la transgresi6n, cumplfa undeber ciudadanc. Simplementeobedecia a un sentido practicecclonialmente estr ucturado: elejercicio de un poder y la imposicien del actohumillante re-creaban, en una compulsion bi­nar ia, a la vez al ciudadano blanco-mes tizo y alindfgena. (30)

He analizado en otro trabajo que el intentodesde el Estado de igualacien ciudadana (conla impcsicion de una contribuci6n general) enlos albores de la Republica, desembccc en 1843en una rebeli6n de la poblacien criolla serra­na. De 'rulcan a Riobamba, man ifesto vrctenta­mente su rechezo, de pueblo en pueblo y en lascapitales de provincia e xcepto Quito. Paraquienes se consideraban "blancos'' en aquella

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epoca, significaba la perdida de su privilegiocolonial y una integracion nacional hacia abajoen la jerarqufa social. Los ciudadanos sintieronel remer de verse impelidos por el Estado enuna derive que les arrimaba al estatuto lgual i­tario de tribu taries, 0 sea, de indios. (31) A fl­nes del siglo XIX, la Revoluctcn Libera l notransfor me la est ruct uractcn colonial casi decasta inscrita en la ciudadania, sino que ins­cribie en la Const it uci6n de la Republica laimagen del indio en termincs de poblaci6n quelos poderes publtcos debian proteger y civih­zar. (32) Lo que, simultaneamente, se desdob16en una oficializaci6n y ratificacidn de un ideal 11 9

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ciudadano cent rado en el modelo blanco-mesu­1:0 masculine Y. por con siguiente, consolid6 1aexclusion de l indio.

La violencia que soportan los emlgrantes enla Costa (33) y en las ciudades de la Sie rra ,perpetua un analo go patr on de funcionamien­to. La Fr onte ra etntca implanta una demarca­cion de , por una parte, un pr tvilegjc, un rangociuda dano y, por ot re, 1a exclusion y negaci6n.El artificio simbdl icoimpone a nivel nacio­nal la aspiraci6n de de­ventr ciudadano: el re­chazo de ser indio. (34)En el trato entre blan­cos e indios se desplie­ga n ubtcuas estrate­gias de violencia con­dianas para perpetuarde man era no cons­ciente Ia frontera y suprincipia generador deuna clastrlcacton bina­r ia . Se rechaza a losrecien lIegados y se tesco loca en un mas aliacons ttturtvc q ue , almarcar una diferenciade desva lorizac i6n,perpetua la ciudadanladent ro de un contextede significados histdri­cos: de un privilegio dedominaci6n. (35)

La clasincacion delos habita ntes del patsen r an go s etniccs esuna par tida de fu erzaque se juega con el ob­je t iv o de e stab lecerdist inciones sociales.Se trata de establece ren cada momen to quie­nes pe r ten ecen a l sector de los Iegi timosmiembros del Estado nacicn y quienes son losexcluidcs del poder masculinc-ciudadanc. (36)La partida se juega en todos los campos socia­les: en la producci6n cultural, la economra 0

las relaciones pohticae. Rige en ella la matr izbinar ia de impronta colonial que, ntsto r tca­mente , esrrucrura en la Republica la ciudada­nla en tanto que un siste ma de habitus del sen­tido pract ice, un mundo de la vida btstcnca­mente moldeado por la dominacion de pob la­ciones. (37)

A fin de cuentas, resulta una paradoja que,

vista globalmente, la violencia ubicua de lafro ntera resulte dotada de una doble Iunciona­Iidad. En primer lugar, impulsa una esrrateg iacotidiana y dispersa de ccnstruccton del Esta­do nacional: rati fica el poder delegado a la no­blaci6n que se considera como los Iegttimosciuda danos de la histor ia; e n segundo lugar,mueve un t roquel simbelico eficaz que, en elproceso de re sistencia a la dominacion, acuna

al nuevo indfgena, atemigrante que retornaa su comunidad tra ns­formado. Le convierteen un nuevo agentesocial, el indigena delas nacionalidades delEcuador que r eclamasu diferencia. (38)

lmpone a los cornu­neros emigrantes, co­mo estrateg ia de so­brev tvencia y de r e­ststencia, el trasvesn­mie nto ffs ico, Impul­sado par un desec do­ble y am bivalente . Semaniftesta , en pr imerlu ga r , en un recnazode la imagen de sf co­mo mcivilizado - comoindio-, para Iograr unamimetizac i6n e ll lassombras de l mode!ociudad ano. De estamanera consigue miti­gar Ia violen cia ciuda­da na en los espaciospilbl icos; se evade deuna posicion marcadapor una extre ma des­venraja de rue rzas enel campo srmbouco dela masculinidad.

Sin embargo, se mantiene como indigena; 0

sea, adopta Ia estrategia de consohdar la fran­te ra en lugar de atravesarla, no solo porque laexclusion 10 rechaza hacia un con fin desvalor i­zadc de 10 ciudadano, sino porque las condicio­nes de sobrev ivencia (a fectivas, mate riales yel nortaonte de significado de su vida ) depen­den de Ia cohesion de las redes de solidar idadque se tienden entre indige na s emigrantes:una sociahilidad de grupo op rimido, discr imi­nado y explntado.

En segundo lugar, la estrat egta de mutactcnse expresa en aspiracion de progreso, aven tu-

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ra de vida y ascenso social. 1.0 que implica unarelative mdividualizacion que provoca un reochazo del pasado como epcce sombria: de la vi­da y la cultura de las generaciones anteriores,del yo colectivo indigena pre-modemo; impul­sa la busqueda de una nueva imagen de si valo­rizante en 1a comunidad y la sociedad nacional.

Sin duda, ambas situaciones son e1 terrenofertil donde, hoy en dfa, de 1a uniformizaci6nrelative inducida por la ciudadanfa brota la di­rerencta: la conciencia de ser una poblaci6necuatoriana que se construye en varias nacio­nalidades .

Para terminar, quiero cerrar aqui la relectu­ra de una investigacien de antropologta fecun-

NOTAS

1.- ' Posfaoo" en: Carola Lentz: De su tiemt na­dia puede dejar. Una comunidad de migrantes in­d(genas del Ecuador, ed Abya Yala, Quito 1998.En aleman: Von seiner Heimat kann man nchtlassen. Migration In einer Dorfgemeinde in Ecua­dor, Campus Verlag, Frankfurt 1988 (pp.315)

2.- Ponencia princlpal ieroa en el let. Congre­so Ecuatoria no de Antropolog fa , Quito28/10/1996, PUCE, FLACSO, ABYA YALA.MARKA, ILOIS. AgradezCQ los ccmentanos deFelipe acrterc, Heman Ibarra y Eduardo King­man.

3.-Lentz, carers: De su tierra uno no se puededejar.. ldem.;

4.- Habermas, J .: Pensamiento postmetaflsico,ad. Taurus, Madrid 1990 (pp. 87-89); reorra dete Accl6n Comunicativa I, eo. Taurus. Madrid1987 (pp.l05-110).

5. - Le6n, J .: Et levente mrentc indlgena: decampesinos a cledacaoos oterentes: CEDIME,Quito, 1994 ; autores varios: semc etnlcc en elEcuador- Varias perspectivas; CEDIME, Ouilo1993. Moreno Y., S. y Figueroa. J .: EI levanta­miento indlgena del Inti Rayml de 1990, Feso­Abya vee, Quilo 1992. (autores varies): Indios.Una reUexi6n sobre et Ievantamletc ind lgena de1990; ILOIS, ABYA YAlA, Quito 1991 (pp, 527).

6.- Guerrero. A.: 'De sujetos-indios a cludada­nos-emccs: de la manifestaci6n de 1961 al Ie­vantam iento ind igefla de 1990", en (autores va­rios): n emccrece. emicoao y violencia polfticaen los ceeee andinoa, Instiluto de Estudios Pe­ruanas (IEP)- lnstiluto Frances de EstudiOs Andi­nos (IFEA), Lima, 1993 (pp.83- 103);" Ellevanta­miento nacional de 1994: discurso y representa­cl6n polltlca ' , en: Memoria. n.5 , 1995, Quito(pp.89-123); Idem: Probl~mes d'Amerique Latine,oct-dec. 1995, Paris (pp.51-74).

7.- Barth, F.: Los grupos etnices y sus fronte-

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dan te, tal como la intcte: con preguntas y sinrespuestas.

Los Ievantamientos nacionales han trastoca­do las relaciones de fuerza pollticas y erntces.Pero , abren estas acciones de masa nuevos he­montes a1 funcionamiento, haste ahora im pla­cable, de una construcci6n h ist6rica de la ciu­dadan ia como f orma de dominaci6n: de un or­den constrictive de clasificaci6n, una Ironteraetnica que genera violencta ubicua en los cam­pos sociales coti dianos?

La etnogenesis del ind igena ecuaronano delas nacionalidades, les un in ten to de desvir­tuar esta arquitectura de una ciudadania esen­cializada poscolon ial y neocolonial?

ras Ontroduccl6n). FeE, Mexico 1976. cc.t e.8.- Bourdieu, P.: te sens pratique, ad. Minuil.

Paris 1980 (chap.3).9.- Butler, J.: Gender Trouble. Feminism and

the Subversion of Identity. Routledge, N.Y. 1990(cap.I).

10.- Una dlscusi6n sabre ta nocl6n de poscolo­naraplicado a Ia historia republicana en M. Thur­ner: 'Historicizing '!he Postcolonial' from Nine­teenth-Century Peru"; en: Journa l of HistoricalSociology, vet 9, n.t . march 1996 (pp.1-17) YenPrakash. Gyan: "Subaltern Studies as Postcolo­nial Criticsim", en: American Historical Review....01.99, n.5, dec. 1994.

11 .- lncluyo en los ' ot-oe", a las mujeres y lapoblaciOn negra.

12.- Recojo fa nocl6n de "racializaci6n" de To­dorov, T. (1989): Nous et les autres. La rllflexlonfram;aise sur Ia diversite humaine. Seuil, Paris1989.

13.- eeraore. R.: Tenencia de fa tierra y oasa­110110 sccc-ecorcmco del sector agrfcola en elEcuador, OEA-CIDA, Washington 1966.

14.- Por publico c1udadano ent iendo un espa­etc que no es oomestcc ni estatal, donee losciudadanos legitimos (del sent ido practice) sefrecuentan entre iguales. Me inspire de los anaj­sis de J. Hacermes en cuanto a to publico, (His­toria y crttca de Ia opini6n publica. ed. GiIi, Bar­celona 1994.; cap.!); en cuamc a la nocten deciudadanfa del senlido practico, en las prOPUBS­tas conceptuales de P. Bourdieu (op.cit.)..

15.- aouroeu. P.: La sene pratique. ed . Minuit,1980, (pp. 209 Y ss.).

16.- "M.l .- coeea abofiClO en fa RepUblica elimpuesto conocido con el nombre de comribu­cl6n Personal de Indigenas, y los indMduos deasia clase igualados a los demas ecuatorianosen cuanto a los deberes y derechos que la cartafundamental Ies impone y concede." (Ley de 21de Octubre de 1857. enlasis mlo).

17.- Guerrero, A: "De sujetos indios a ciudada-

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nos...• op. cit.e 18.- Sabre Ia condici6n personataada de "indio

proclo", ver mi trabajo La sementca de la dam!­recon. (op.cit. pp.1 62·198; sobre 91 oompadraz­go comunal en el Ecuador, entre una amplfsimabibliograffa en varios parses. Montes del Castillo,A. : Simbolismo y Poder. Un estudio amropol6gicoscore compadrazgo y priostrazgo en una comuni­dad andina; ed . Anthropos, Barcelona 1989(cap.5).

19.- Guerrero. A.: La semanbca de la domina­con. op.ct. cap. Vy VI.

20.- Una descripci6n de ese mundo encapsule­do de la dominecl6n personallzada y pnvaoa.

tt precsamente cuando desaparece a fines de losenos 1960, sa puede encontrar en ellrabajo deH. Burgos: RetaCiones interetl1 icas en RiO/Jamba,lnslit. Indig. lnteramericano, Me~ico 1970 (pp.308Yss.).

21.- Ver las descripciones que hacen los comu­neros de Shamanga a! reseecso.

22.- Korovkin, T.: "Indigenous Peasant Strug­gles and the Capitalist Modemizafion 01 AgrictJlru­reo Chimborazo 1964-1991' ; Latinamerican Pers­pectives, vol 24, n~, may 1997 (pp.25-49).

23.- Guerrero A.: "Una imagen vennnccua eldecuesc liberal de "la desgraciada raza indige­03", a fines del siglo XIX ."; en: Muralorio (ed.]:Imagen e imagineros. Representaciones de losIndigenas Ecuatorianos Siglos XIX y XX; FLAC­SO-Ecuador, Qu~o (pp.197-252).

24.- Pateman, Carole: "The Fraternal SocialContract", in J. Keane (ed.): Civil Society and theState , london 1988.

25.- EI poseer 0 no el significanle simb6lico 'te­10" no deriva de atributos anat6micos: no es unaesencia biot6gica. Es una conseucccn hist6ricaque e otorga santido y depende del contexte so­cial. los indlgenas pueden ser ratcos en un es­pace mas aHa de 10 cuoaoeoo. en Ie comunidady 10 domesncc patriarcal, entre interpares y res­pecto a las mujeres indigenas, esposas 0 hijas.

26. - Las "leyes Colombianas" establecen he­cia 1827 los pnrneros elementos de la construe­ci6n jurldica de ta cucacanra (leyes Colombia­MS, 1821-1627, caracas, Imp. de Valentin Espi­ne

27.- Guerra, F. X.: "The Spanish-Ame ricanTradit ion of Representation and ils EuropeanRools", en: Journal of Latinamerican Studies,voL 26, Part 1, feb. 1994, pp.l -34.

28.- Guerrero, A.: "09 Protectores a Tinterillos:la Prtvafizaci6n de la Administraci6n de Poblacio­nes Indlgenas"; en: H. Bonilla (ed.) : Los PueblosGampesinos de las Americas: etnicidad, cultura ehistoria en el siglo XIX, Univ. de santander, Bu·caramanga, 1996, pp.193-121.

29.- Cevallos, P. F,: "Costumbres" T .IV, en: Re­sumen de la historia general del EcuadOl desdesu origen hasta 1845; "Geog raffa polftica"; T.XIV;T.VI; 30. edk:i6n, s. p . 1.

:>L30.- Comunicaci6n personal (1986) de un pros­

pero comerciente que sufri6 dieho casligo enotavarc hacia los enos 1960-70. Otro eje mploson los intentos de impedir"la toma de la plaza"de Otavato durante las fiestas de San Juan: lairrupcl6n ritua l de las comparsas de las comuni­dades en el espacio cuceoero. Archivo del He­gistro Civil de Otavalo, Juzgado 1v Municipal alJefe Polifico, 8/611870.

31,- Guerrero, A.: "The Administration 01 Domi­nated Poputations in a Citizens' System", presen­tado en el seminario: "The Forging of Nationhoodand the Contest over Citizenship, Ethnieity andHistory" , (Untv. of Rotterdam, SEPHtS), NewOehli, feb. 1996 (en prensa para 1998).

32.- idem .: ' Una imagen ventrOocua' ; op. crt.33. - Hebna que estudiar an la Sierra el fen6­

mano, que sin dude as notorio.34.- Aunque COIl cneencras an cuanto a ta for­

maei6n his16rica de los procesos de dominaci6n,ta snrmacon as extensible a las mujeras y ta po­blaci6n negra.

35. - La noci6n de J . Derrida de un ' au-delaconsnmnr la adopto via la reformulaci6n de J .BuUer en: "Contingent Foundations", en: (autorasvanas): Feminist Contentions, Routledge, N.Y.,1995 (pp. 46 Y$S.) .

36.- Sin ecce. se constata una analogla entrelas formas de la dominaci6n ciudadana sobre lascouecores indigenas y la dominaci6n de genero.

37.- Esta nocl6n de la eiudadania como senti­do crecncc 0 estrategia del mundo de la vida,esta emparentada con 10 que algunos autorescennen por ' ciudadanla cumear que : -consistede aquellas prac tces sociales Ie que permilen aun ciudadano adiestrado perttclpar plenamenteen Ia cueura naconar' (pp.159), Turner, B.: "Post­modem culture/Modern Citizens", en Bart vanSteenberg: The Condition of Citizenship, Sage,London 1994.

38.- La tormaccn de la cucecenre universal yhcrncqenea parece exigir, por 10 general, el ejer­cicio de una violencla. Puede'asumir la forma deuna pedagogia estatal (en Francia, p.ej.) mas 0rnenos coercnva 0 de una represi6n privada (enEcuador), para convertir en cncacenos a las pc­blaciones de las periferias oonsideradas no civili­zadas, en particular las coloniales y poscolonia­las. Ver Gellner, Ernest Nation and NalkXtalism.Cornell Univ. Press., Ithaca , 1983; Weber, Eu­gen: La fin des terroirs: la modernisation de laFrance rurale 1870-1914 (cap.! Y II); Fayard, Pa­ris, 1983; Elias, N.: EJ prooeso de la civilizaci6n.Investigaciones sociogeneticas y psicogenelicas.FCE, Mexico, 1987 (91-96). Muratorio, B.: "Oialo­go de mujeres, mon610go de poder: genero y Ieconstrucci6n del sujeto colonial en la Alta Ama­zonia", en: Andes, n.6 , 1994 (pp.24S-251). Vertambien: Rival, L.: Hijos del Sol, padres del ja­guar. Los Huaorani de ayer y hoy. Abya-Yala ,Quito, 1996 (cap,6 Ypp.311-318).