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207 13.- Deportes vascos. Una de las manifestaciones que hacen del Pueblo Vasco algo singular, es la de sus juegos o deportes. Aun cuando el deporte es algo tan universal que alcanza a todos los pueblos y naciones del mundo sobre la base común del fútbol, baloncesto, halterofilia, atletismo, etc., el Pueblo Vasco ha guardado celosamente lo que la tradición de su historia le ha legado, potenciando, con el correr de los años, aquellos juegos que sus antepasados desarrollaron y que, en la actualidad, no pueden faltar en las festividades y ratos de ocio. Características generales Mirando al conjunto de juegos o deportes vascos se aprecia fácilmente que en el terreno de la confrontación deportiva no se hace sino sublimar el trabajo diario en un enfrentamiento reglamentado, buscando, en primer lugar, el honor y la gloria de vencer y ser proclamado el mejor y, por otro, ganar la cuantía económica de la apuesta, amén de propiciar las apuestas cruzadas entre los espectadores. Hay que destacar el gran desarrollo de fuerza física que en tales juegos se pone en práctica. Ya sea el levantador de piedras (arrijasotzaile), el leñador (aizkolari) o el bogador de una trainera (estropalari), todos deben emplear hasta el límite su capacidad física para, lograr acabar la tarea emprendida en el menor tiempo posible, ya que siempre tendrán enfrente otros deportistas que, como ellos, intentarán levantar la piedra cúbica o cilíndrica más veces en menor tiempo, llegar antes a la meta marina o cortar el lote de troncos en primer lugar. Pero no es solamente el hombre el protagonista de estos juegos ya que también los animales domésticos entran a formar parte de ellos. Así tenemos las pruebas de bueyes (idi probak), de burros (asto probak), pelea de carneros (ari topeka), etc. La conjunción del trabajo entre el hombre y el animal a la hora de laborar por el mantenimiento de la familia, salta, al igual que en los enfrentamientos deportivos entre hombres, las barreras de lo cotidiano y adquiere tintes de protagonismo festivo, lo que no es sino un trabajo rutinario, pero vital, en orden a la subsistencia. El hombre solo y el hombre con la ayuda de animales, es la imagen de la real soledad del casero vasco (baserritarra) que en una ladera del monte, en un valle o en medio de un bosque, trabaja en su caserío (baserria) con la ayuda de la mujer (etxekoandre) para sacar adelante la familia.

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13.- Deportes vascos. Una de las manifestaciones que hacen del Pueblo Vasco algo singular, es la de sus juegos o deportes. Aun cuando el deporte es algo tan universal que alcanza a todos los pueblos y naciones del mundo sobre la base común del fútbol, baloncesto, halterofilia, atletismo, etc., el Pueblo Vasco ha guardado celosamente lo que la tradición de su historia le ha legado, potenciando, con el correr de los años, aquellos juegos que sus antepasados desarrollaron y que, en la actualidad, no pueden faltar en las festividades y ratos de ocio.

Características generales

Mirando al conjunto de juegos o deportes vascos se aprecia fácilmente que en el terreno de la confrontación deportiva no se hace sino sublimar el trabajo diario en un enfrentamiento reglamentado, buscando, en primer lugar, el honor y la gloria de vencer y ser proclamado el mejor y, por otro, ganar la cuantía económica de la apuesta, amén de propiciar las apuestas cruzadas entre los espectadores. Hay que destacar el gran desarrollo de fuerza física que en tales juegos se pone en práctica. Ya sea el levantador de piedras (arrijasotzaile), el leñador (aizkolari) o el bogador de una trainera (estropalari), todos deben emplear hasta el límite su capacidad física para, lograr acabar la tarea emprendida en el menor tiempo posible, ya que siempre tendrán enfrente otros deportistas que, como ellos, intentarán levantar la piedra cúbica o cilíndrica más veces en menor tiempo, llegar antes a la meta marina o cortar el lote de troncos en primer lugar. Pero no es solamente el hombre el protagonista de estos juegos ya que también los animales domésticos entran a formar parte de ellos. Así tenemos las pruebas de bueyes (idi probak), de burros (asto probak), pelea de carneros (ari topeka), etc. La conjunción del trabajo entre el hombre y el animal a la hora de laborar por el mantenimiento de la familia, salta, al igual que en los enfrentamientos deportivos entre hombres, las barreras de lo cotidiano y adquiere tintes de protagonismo festivo, lo que no es sino un trabajo rutinario, pero vital, en orden a la subsistencia. El hombre solo y el hombre con la ayuda de animales, es la imagen de la real soledad del casero vasco (baserritarra) que en una ladera del monte, en un valle o en medio de un bosque, trabaja en su caserío (baserria) con la ayuda de la mujer (etxekoandre) para sacar adelante la familia.

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Sin embargo, existen otros deportes en los que compiten equipos de hombres: las regatas de traineras, trainerillas y bateles. También sabe el deportista vasco disciplinarse formando un equipo y aunar sus fuerzas con las del compañero para alcanzar la victoria. Así como de los trabajos del caserío surgen los deportes rurales, de los trabajos del litoral marino surgen los deportes marinos como las regatas de traineras y trainerillas. Llegar antes al banco de pesca que otros pescadores (arrantzales) era vital para el buen éxito de la pesca, al igual que alcanzar antes el malecón del puerto con las capturas realizadas para ponerlas en venta. De las dos áreas de trabajo en las que se desarrolla la vida del vasco, la tierra y el mar, surgen todos los deportes y juegos que conforman la idiosincrasia de un pueblo que sabe trasformar el cotidiano y rutinario trabajo en objeto de distracción y de fiesta. Las circunstancias de vida, tanto en el interior como en el litoral, han cambiado sustancialmente y las labores realizadas se han modernizado hasta tal punto que en el trabajo diario no se pone en práctica el estilo de trabajo de antaño. El casero cuenta con tractores, motocultores, motosierras, etc.; y el pescador con embarcaciones a motor y artes de pesca más productivos, sin embargo, todas las labores realizadas años atrás han trascendido la utilidad práctica inmediata para adquirir una nueva dimensión, únicamente festiva.

Noticias históricas

No se conservan crónicas de tiempos pasados en las que se relaten los diversos juegos vascos. Todo este tipo de manifestaciones populares (al igual que el folklore y música popular) no eran apreciadas por las clases cultas y por los biógrafos e historiadores surgidos de ellas. La primera noticia, en letra impresa, está recogida en un manuscrito del siglo XV que corresponde al libro IV del Fuero de Navarra en el que se detallan las reglas para realizar el lanzamiento de la "piertaga" que no es sino una vara de avellano de 8 codos de largo y que al lanzarse debía hacerse con un pie fijo en el suelo. Sin embargo, la primera cita, algo pormenorizada, de los juegos y deportes vascos surge fuera del País Vasco, con la ida de canteros vascos a la construcción del Monasterio de El Escorial, promovida por Felipe II. Fray Juan de San Jerónimo relata el motín que todos los canteros de la obra llevaron a cabo, dándole pie, este hecho, para relatar las costumbres del grupo de canteros vascos que en sus ratos de ocio practicaban unos juegos

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muy peculiares. Las primeras crónicas deportivas de los juegos vascos corren a cargo de los bertsolaris. Estos cantores populares (con imaginación y habilidad semántica) se convirtieron en verdaderos cronistas que relataron desde comienzos del siglo XIX todos los sucesos sociales, incluyendo en ellos, por supuesto, las manifestaciones deportivas. Estos versos que en un principio eran dichos solamente de palabra fueron recogidos desde mediados del siglo XIX en papeles impresos, dando origen a los bertso-paperak o kanta-paperak.

De todos es conocida la imagen utilizada por el historiador romano Plinio, el joven, al hablar de la riqueza forestal de la península Ibérica. Decía que una ardilla podía ir saltando de árbol en árbol desde los Pirineos hasta Gibraltar. El País Vasco ha sido uno de los últimos reductos forestales donde los bosques de hayas, robles, castaños, etc., eran cuidados con esmero y explotados racionalmente en orden a obtener madera para la construcción de navíos y principalmente para la producción de carbón vegetal, combustible necesario para la fundición de hierro en las ferrerías. La figura del carbonero (ikatzagilliak) es parte integrante de la historia del trabajo en el País Vasco. En cuadrillas de varios individuos pasaban más de seis meses en el monte dedicados al corte de troncos y construcción de carboneras (txodorrak) de las que obtener cargas de carbón vegetal. Mientras los más jóvenes de la cuadrilla derribaban los árboles, los de más edad desbastaban los troncos de ramas y preparaban la carbonera. En la Historia General del Señorío de Bizcaya de Labayru no se recoge ni una sola cita sobre los deportes vascos en sus más de 5.000 páginas.

AIZKOLARIAK

El hacha utilizada por estos leñadores se fue conformando poco a poco al diseño que tiene actualmente y que es el más apropiado para sacar mayor rendimiento al corte y extraer el hacha de la hendidura realizada con más facilidad. Se trata de un hacha que tiene la boca curvada, en forma de media luna, y que carece de peto abultado (la parte posterior del acero). Del éxito de este tipo de hachas, a cuya perfección de diseño actual se ha llegado tras la gran experiencia de trabajo de los leñadores, dan fe los numerosos pedidos que actualmente tienen los fabricantes vascos y la utilización que de ella hacen todos los aizkolaris. De aquellas primeras cuadrillas montañeras surgió, como es natural en el vasco, el desafío concretado en una apuesta. Ya sea entre compañeros de la

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misma cuadrilla, primero, ya entre leñadores de diferentes cuadrillas, después, no, faltaban nunca enfrentamientos deportivos en que los mejores medían sus fuerzas entre sí para satisfacción de ellos mismos y de sus convecinos y compañeros de trabajo. No existen actualmente, por supuesto, cuadrillas de leñadores como antaño, ya que las nuevas técnicas y el material utilizado ganan en efectividad y tiempo a la hora de talar los bosques, además de que, hoy en día, la riqueza forestal vasca está muy mermada respecto del pasado. No obstante, el trabajo puro y noble del aizkolari se ha perpetuado en pruebas deportivas a lo largo y ancho del País Vasco, entrando en contacto últimamente con leñadores de Australia e Inglaterra. Existen dos modalidades en las pruebas de hachas: la de corte vertical (utilizada principalmente por leñadores australianos e ingleses) y la de corte horizontal (típicamente vasca). Las confrontaciones con leñadores extranjeros han hecho que se alternen las dos modalidades, en algunas ocasiones, aun cuando prime el corte horizontal en la mayoría de las pruebas.

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El tipo de madera ideal para estas competiciones es la de haya que, por otra parte, ha sido la especie más común de nuestros bosques. No obstante y dado que comienza a escasear se ha comenzado a utilizar madera de pino que, ciertamente, no ofrece las mismas cualidades que la de haya, aunque actualmente es la especie más abundante. El pino, a pesar de tener la madera más blanda que la del haya, no suelta la astilla de madera con cada corte y puede esconder en su interior nudos durísimos, haciendo muy desiguales los lotes de cada aizkolari en las pruebas. Los troncos se miden por pulgadas (1 pulgada = 0,0231943 m.) y suelen presentarse en medidas que oscilan desde las 36 a las 72 pulgadas. El tronco de menos pulgadas requiere, para su corte, fuerza y velocidad, por lo que se adapta mejor a las características del aizkolari joven. Por el contrario, cuanto más grueso es el tronco más resistencia se necesita para su corte y también más conocimiento del oficio. Esto hace que el aizkolari de más edad se halle en mejor disposición para su corte. Cada aizkolari cuenta con dos ayudantes en el momento de la prueba. Uno es el botillero que se encarga de darle el hacha solicitada, facilitarle toallas para secarse el sudor y proporcionarle bebida. El otro es el enseñador quien con una vara marca el punto adecuado para el corte, quita las astillas que estorban y lleva el ritmo de la prueba. Entre las hazañas más conocidas, en la historia de este tipo de pruebas, podemos citar la de Juan José Narvaiza, Luxia, que aunque no pudo terminar la tarea se enfrentó con la famosa haya airoko-pago de 2,10 m. de diámetro con un tope de dos horas para terminar la labor. El calor agobiante que hizo aquel 25 de julio de 1949 le impidió llevar a cabo la hazaña y perdió la apuesta. Ramón Latasa sí salió triunfador tras 3 horas y 17 minutos de trabajo el 14 de julio de 195 en que midió sus fuerzas con un gran tronco de eucalipto de 5,15 m. de circunferencia. El tope de tiempo sobre el que se concertó la apuesta fue de cuatro horas. Santa Aguada, uno de los más famosos aizkolaris, cortó dos troncos de 108 pulgadas cada uno (2,50 m.) en 28 minutos. José Martín Goenaga, Atxumberría, vencedor de Santa Aguada en la apuesta de Tolosa del 26 de diciembre de 1903 (con anterioridad había perdido dos veces con él el mismo año) mantiene como hazaña personal la de cortar cuatro troncos de kana (108 pulgadas) en 64 minutos. José Aramburu, Keixeta, concertó más de 31 apuestas y salió vencedor en todas ellas. Es a partir de los años 30 cuando se dio a conocer en las apuestas, ya que hasta entonces se dedicaba únicamente a su trabajo en el monte con una cuadrilla de leñadores.

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Muchos son los nombres famosos de aizkolaris que a lo largo de la historia de este deporte han destacado. Aun a sabiendas de que nos quedamos cortos, a los ya citados añadimos, Jerónimo Iturbe (Aguiñeta), Ramón Astigarraga (Errekalde), Ignacio Orbegozo (Arriya), primero de la gran dinastía de los Arriya, Antonio Soraluce (Korta), Martín Garciarena, Miguel Beracoechea, Miguel Irazusta (Polipaso), Patxi Astibia, José Ignacio Orbegozo (Arriya), etc.

ARRIJASOTZAILEAK

Un motivo de satisfacción para el vasco es comprobar que su fuerza física es grande y que su vigor le permite hacer demostración de ella. Los estudios y datos antropométricos llevados a cabo por diversos entendidos en el tema como José Miguel de Barandiaran, Telesforo de Aranzadi, Georges Hervé, Henri V. Vallois, etc., demuestran que el pueblo vasco se ha conservado en una gran pureza, destacando por su estatura elevada, grandes espaldas, pecho ancho, brazos fuertes, talle fino y piernas delgadas. Esta constitución morfológica la hace apta para realizar grandes esfuerzos físicos como pueden ser los relativos al levantamiento de piedras (arrijasoketa) que nos ocupa en este apartado. La mezcla actual de diferentes tipos morfológicos fruto de la inmigración que en las últimas décadas se ha establecido en el País Vasco, ha comenzado a igualar las características de sus habitantes con los de España. Sin embargo, subsisten aún, y máxime en los núcleos rurales, unas características peculiares y propias que permite hablar de una etnia vasca como contradistinta a otros tipos de etnias. Existen en el acerbo cultural vasco narraciones y leyendas en las que el vigor y la fuerza física son los auténticos protagonistas de las mismas. Estas leyendas son un canto a la ferza en las que trogloditas, mikolases (diablos), gigantes, Sansón, etc., realizan hazañas hercúleas. Citamos algunas de ellas, contadas por José Miguel de Barandiarán:

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"En el barranco de Urkiola (Arrankudiaga) situado entre el monte de este nombre y el del Castillo de Arakaldo, existen dos o tres piedras redondas, a modo de bolas muy grandes. Cuentan los habitantes de Arrankudiaga que antiguamente jugaban a bolos los jentilles desde uno al otro monte; pero habiendo chocado las bolas, cayeron al barranco, donde se han conservado hasta ahora." "La peña Txoritekoa, situada cerca del caserío Agerre de Zerain, fue lanzada a honda por un gentil desde la sierra de Aralar. Otros dicen que lo fue desde Aizkorri, por habérsele escurrido de la mano, a uno de aquellos gigantes que jugaban con ella a la pelota desde una sierra a la otra." "En el término denominado Illarramendi, de Tolosa, a la izquierda de la vía férrea que va de Madrid a Hendaya, se halla una peña caliza a modo de un obelisco. Su nombre es Sansonarri. Dícese que Sansón la tiró desde el monte Usturre." La predisposición de la raza vasca para realizar grandes esfuerzos en el trabajo y su tradición ancestral en el mismo sentido, alimentada por las leyendas que oralmente recorren su historia, se concreta en uno de los deportes o juegos vascos más arraigados en nuestro pueblo: el levantamiento de piedras (arrijasoketa). Pero esto no podía existir si no es por la sublimación de un trabajo diario de las mismas características. Quizá pueden servir como antecedentes de este tipo de confrontación deportiva, la colocación de mojones de piedra que eran utilizados para señalizar por un lado las tierras comunales y las particulares por otro. Esta labor estuvo muy extendida dado el carácter minifundista de la tierra, sobre todo en los campos de labranza. Es posible, sin embargo, que el trabajo en las canteras de piedra, muy extendido en el País Vasco, diese pie a la medición de fuerzas entre sus trabajadores, levantando bloques de piedra. De cualquier manera las labores del caserío ponían a prueba la fortaleza del vasco al levantar pesos ya sea de sacos de grano, ya de piedras para construir muros, etc. Como un caso excepcional podemos citar al gigante de Alzo que nació en el caserío Ipintza-zarra el 10 de julio de 1818. Llegó a medir 2,35 m. de altura y alcanzó los 232 kg. de peso. Proporcionado y esbelto tenía una fuerza extraordinaria de la que dan fe las enormes piedras de 250 kg. cada una que él solo se encargó de transportar y colocar en la construcción de un muro cercano a su caserío. Pero, dejando aparte este hombre excepcional, tenemos que citar a Víctor Zabala, Arteondo, como el primer levantador piedras (arrijasotzaile) que llevó este deporte a las plazas pública sacándolo del ámbito familiar o cuasi familiar en el que hasta entonces se había desarrollado. Nació en Itziar el

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año 1886 y sus exhibiciones comenzaron el año 1910 continuándose hasta 1948. A lo largo de esos años se paseó como un gran campeón, aunque su primer revés lo sufrió en Eibar el 15 de marzo de 1925 en que fue vencido por Pedro María Txurruca, Aritza, quien en dos tandas de 10 minutos levantó la piedra rectangular de 15 arrobas (187,5 kg.) 21 veces mientras que Arteondo sólo consiguió 13 alzadas. Al principio, las piedras utilizadas conservaban su forma natural pero es precisamente con Arteondo cuando comienzan a ser talladas tomando las cuatro formas peculiares de hoy en día: cilíndrica, cúbica, esférica y rectangular. Sin embargo, de las primitivas piedras, con su forma natural, todavía se conservan algunas como la famosa Albizuri-haundi de unos 170 kg. Desde 1870 todos los levantadores habían fracasado en el intento de levantarla. Hay que señalar que aun no siendo de peso excesivo su forma impide manejarla con facilidad. Santos Iriarte, Errekartetxo consiguió nivelarla en el hombro tras 10 minutos de intentos. Pero es José Ibar, Urtain, padre del famoso José Manuel, quien en una tanda de 10 minutos consiguió cuatro alzadas válidas. Otra de las famosas piedras es la que se encuentra en la plaza de Aizarnazábal, de 194 kg. de peso. Fue Agerre I quien en 12 segundos consiguió levantarla el 30 de noviembre de 1959. La forma cilíndrica es utilizada para pesos pequeños: 8, 9 y 10 arrobas (100, 112,5 y 125 kg. respectivamente). Cada arroba equivale a 12,5 kg. La cúbica y la rectangular oscilan entre 10 y 17 arrobas (125 y 212,5 kg.). La cilíndrica o bola va de las 9 a las 10 arrobas (112,5 -- 125 kg.). En competición se han utilizado piedras menores, de 100 kg. aunque en contadas ocasiones. Sin embargo, con mayor frecuencia, se han utilizado piedras mayores de 212,5 kg. aunque, éstas, más en exhibiciones personales. Hay que destacar al forzudo Iñaki Perurena que en dos tandas de 5 minutos ha conseguido realizar seis alzadas con una piedra de 263 kg.. Para la preparación de las piedras se utiliza el granito de varias densidades para evitar que el mayor peso lleve consigo un excesivo volumen. En algunas épocas se incrustaban trozos de hierro o plomo en el corazón de la piedra lo que marcaba el centro de gravedad y facilitaba la nivelación. Sin embargo en las apuestas siempre se presentan las piedras puras, sin ningún tipo de incrustación. - El levantador tiene que subir la piedra hasta el hombro y después de nivelarla arrojarla hacia adelante. Previamente se han colocado en el suelo unos sacos o llantas de goma para evitar que la piedra golpee contra el suelo. Puesta nuevamente en posición por el ayudante, el levantador se apresta a levantarla de nuevo. El trabajo se desarrolla, normalmente, en tres tandas de diez minutos cada una. La suma del número de alzadas en cada tanda da

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el vencedor de la prueba. Normalmente los contrincantes son dos y se alternan en las tandas. La piedra no tiene que ir directamente del suelo al hombro sino que normalmente se apoya en los muslos o en la cintura antes de ser subida al hombro. La piedra más fácil de manejar es la cilíndrica ya que al carecer de aristas no hiere el cuerpo del levantador, siendo la cúbica la que encierra más dificultades. Entre los levantadores más famosos podemos añadir, a los ya citados, a Eltzekondo, José Cruz Huegun, Luis Amilibia, Manuel Araquistain, Ziaran-Ziar, quien en 30 minutos levantó 202 veces la piedra de 112,5 kg., Juan Cortajarena, Ondartza, Tomás Astigarraga, Kataolatza, José Antonio Lopetegui, Aguerre II, quien levantó la piedra de 100 kg. 22 veces en un minuto, Francisco Irazusta, Usateguieta, Chiquito de Mallavia que con 62 kg. de peso corporal hizo 98 alzadas, de tres tandas de diez minutos, con una piedra que pesaba el doble que él, es decir, 124 kg., José Manuel Ibar, Urtain, quien con el brazo izquierdo hizo 188 alzadas en dos tandas de diez minutos, a la piedra de 100 kg., José Manuel Aguirre, Endañeta, que realizó 98 alzadas con la piedra cúbica de 125 kg. en tres tandas de 10 minutos. Iñaki Perurena, de Leixa (Navarra) es quien hasta el momento a levantado la piedra más pesada. En dos tandas de cinco minutos cada una ha logrado hacer cuatro alzadas válidas a una piedra de 270 kg.

REGATAS DE TRAINERAS

Tres sellos de plomo, uno perteneciente al Concejo de SS Donostia, otro al Concejo de Fuenterrabía y otro el de Bermeo, del año 1927, nos dan testimonio gráfico del tipo de embarcaciones utilizadas, entonces, en el País Vasco. Los sellos de Bermeo y Fuenterrabía nos muestran una embarcación de unos 8 m. de eslora, movida a remo exclusivamente. Su capacidad era de 5 tripulantes. El sello de San Sebastián reproduce una nave mayor, movida a vela, con una eslora de unos 15 m.. Por documentos del siglo XVI se conoce que el número de tripulantes de las embarcaciones era parecido al número de remeros de las actuales traineras. Estudio de Mariano Ciriquiain publicado en 1954 en el Boletín de la Real Academia Vascongada de Amigos del País, citado por Rafael Aguirre en el tomo de Juegos y Deportes vascos de La Gran Enciclopedia Ilustrada del País Vasco de la Editorial Auñamendi.

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En el siglo XIX se utilizaban tres tipos diferentes de embarcaciones: lanchas de altura, llamadas kaleras, utilizadas para la pesca de la merluza, besugo, bonito y congrio; las traineras, con las que se salía a la pesca de la anchoa y la sardina y los botes, para la pesca de anzuelo en las rocas del litoral. Las redes utilizadas por los pescadores de traineras se llamaban trainas. Tras lanzarlas por la borda, la embarcación tenía que realizar una boga rápida en círculo para envolver con las redes el banco de pesca. Las traineras eran, normalmente mixtas, a vela y a remo. Tenían 12 m. de eslora y su tripulación constaba de 12 pescadores más el patrón. Era una embarcación ligera de 600 a 700 kg. de peso, con la proa afilada y manga estrecha.

Las traineras utilizadas en la competición deportiva eran las mismas que las de la pesca pero despojadas de paneles y otras partes, para reducir su peso. En 1916, Vicente Olazábal, construyó en Motrico una trainera de unos 400 kg., para ser utilizada en competición por la tripulación de Getaria. No hay que reseñar la ventaja que esto suponía para la tripulación de Getaria frente a las demás tripulaciones. Poco a poco las traineras de pesca fueron quedando arrinconadas por la utilización primero de barcos a vapor y después de barcos con motor de explosión. Sin embargo la trainera se mantuvo en activo aunque solamente para las regatas de competición. El año 1930 se determinó que cada trainera se ajustase a las siguientes medidas: 12 m. de eslora, 1,75 m. de manga y 0,90 de puntal. El peso se fue

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reduciendo considerablemente conforme se utilizaban maderas de menor densidad, llegando a pesar la trainera "Cantabria" de Pedreña (Santander) solamente 164 kg. La quilla fue poco a poco desapareciendo y los dos lados contiguos a la proa fueron cediendo en su diseño abombado, hundiéndose, para lograr así una menor resistencia del agua. Los remos que entonces eran bastante pesados alcanzan hoy en día 3,200 kg. cada uno y tienen 3,57 m. de longitud y 0,20 m. de anchura en la pala. Su sujeción al tolete (palo de unos 20 cm. de altura que sale verticalmente de la borda) se hace por medio de una cuerda de cáñamo circular llamada estrobo. Actualmente la trainera debe ajustarse a las siguientes medidas: Eslora Total: 12 metros Manga Total: 1,9 metros Puntal en proa: 0,950 metros Puntal en la cuaderna maestra: 0.600 metros Peso minimo: 200 kilos Tripulacion: patron y 13 bogadores Los tripulantes de las kaleras y de las traineras eran contratados por un patrón que era el dueño de la embarcación, pero la mayoría de los tripulantes poseían pequeñas embarcaciones como bateles y trainerillas con las que, en sus horas libres se dedicaban ala pesca menor. La entrada de medios mecánicos de tracción hizo que todas estas embarcaciones dedicadas a la pesca profesional incorporasen las nuevas técnicas pero no por eso quedaron en el olvido los bateles y trainerillas propulsadas a remo. Han seguido construyéndose unicamente por el placer de la competición deportiva. Por otra parte las medidas del campo de regateo son de 2.000 m. para bateles, 3.500 m. para trainerillas, y 5.556 m. (3 millas) para traineras. La anchura del campo de regateo debe ser tal que, al menos, se puedan alinear tres embarcaciones en calles o balizas, teniendo en cuenta que la distancia de una a otra trainera debe ser de 35 m., en trainerillas de 23 m. y en bateles de 15 m. No cabe duda que las confrontaciones surgieron en el mismo escenario del trabajo y que poco a poco se fueron conformando las regatas que hasta hoy día nos han llegado. Sin embargo como primera noticia constatable de una regata podemos citar la que el 22 de julio de 1719 enfrentó a una tripulación de Mundaka y a otra de Bermeo. Quien antes alcanzase la isla de Izaro podría incorporarla a su municipio respectivo. La tripulación de Bermeo fue la que primero alcanzó la isla y desde entonces pertenece a ese puerto

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marinero. Todos los años, durante las fiestas de La Magdalena, las autoridades de Bermeo hacen una toma de posesión simbólica de la Isla de Izaro. En 1854 se organizó un regateo entre las tres tripulaciones, dos de Pasajes de San Juan y uno de Pasajes de San Pedro, cuya labor era la de remolcar a los barcos que querían atracar en el puerto de Pasajes. El 22 de setiembre de 1871 se enfrentaron las tripulaciones de Fuenterrabía y Pasajes en un recorrido de unas 9 millas que son las que separan Fuenterrabía de San Sebastián. Ganó la tripulación de Pasajes. Precisamente este enfrentamiento fue la espoleta que encendió la idea en San Sebastián de organizar regatas durante las fiestas de la ciudad. Así el año 1879 el Ayuntamiento de San Sebastián invitó a participar en una regata a Pasajes y Fuenterrabía. Nuevamente Pasajes con su trainera "Avante" salió vencedora de la confrontación. Los resultados obtenidos desde 1880 a 1890 no se conservan. Sólo se sabe que en 1890 venció una tripulación de San Sebastián patroneada por Luis Carril. Exceptuando los años 1902 a 1908, 1912 a 1914 y 1936 a 1938 en que la prueba fue suspendida, las regatas de La Concha han reunido siempre a las mejores tripulaciones del litoral Cantábrico, incluyendo también las santanderinas. La trainera de Orio cuenta con 23 victorias; 64 títulos se quedaron en Guipúzcoa, 7 fueron para Vizcaya y 4 para Santander.. El Campeonato de España comenzó a celebrarse el año 1944 y exceptuando los años 1950, 1953, 1954 y 1956 en que no hubo regatas, arroja una balance nuevamente favorable a Orio que se ha alzado con 10 campeonatos, por 7 de Pedreña y 5 de Pasajes de San Juan. El Gran Premio Nervión que comenzó en 1966 cuenta en su palmarés nuevamente con Orio, esta vez empatado con Santurtzi, con tres victorias y Kaikú, dos victorias. Muchas otras regatas tendrían que ser reseñadas pero nos es imposible hacerlo. Remitimos a quien quiera conocerlas al Tomo dedicado a Juegos y Deportes Vascos de la Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco de la Editorial Auñamendi.

IDI PROBAK

El buey es el animal doméstico que más utilidad ha tenido, y tiene todavía, en los trabajos que el casero vasco realiza en el caserío. Su extraordinaria fuerza, su mansedumbre y su docilidad le convierten en un buen colaborador

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que alcanza aquellos lugares empinados a los que cualquier máquina puede acceder. No cabe duda que algunas de sus funciones y en algunos lugares donde la orografía no es tan agreste, como en la montaña, han sido sustituidos por la mecánica, pero aún conserva su vigencia. Como en los demás juegos y pruebas reseñadas anteriormente, el arrastre de piedras por bueyes surge con la inevitable comparación con las yuntas de bueyes de los caseríos vecinos. Esta corporación lleva a un desafío que, normalmente, se realizaba en las plazas de los pueblos, donde a base de incrustar cantos rodados en el piso se preparaba el lugar donde tenía lugar el arrastre de piedras

Es posible que entre los antecedentes de las pruebas se encuentre en las canteras de piedra donde los grandes bloques extraídos debían ser trasladados por yuntas de bueyes hasta el lugar donde se tallaban y preparaban las piedras. El uso de la gran fuerza de tracción de estos animales también tuvo su aplicación en los astilleros, a la hora de botar las embarcaciones. Por ejemplo, en el año 1593, para botar al agua, en Zarauz, el buque Santa María de 400 toneladas, se utilizaron 200 yuntas de bueyes. Todavía pueden verse los grandes y macizos carros con ruedas sin radios y de ejes fijos que durante siglos han sido el único medio de transporte de materiales en el País Vasco. Así pues, el buey, ha sido y es, todavía hoy día, una pieza necesaria para el casero vasco. En un principio la alimentación de estos animales estaba reducida únicamente al pasto en terrenos comunales o particulares. Sin embargo, el casero vasco, ha ido estabulando a estos animales, al igual que a las vacas, completando con pienso, habas, etc., su dieta alimenticia. En cuanto a las razas de bueyes, el pirenaico, llamado erriidiyek, es un buey aborigen que en la actualidad casi no se da. El más extendido es el llamado

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"durangués" de procedencia asturiana o gallega, aunque también hay bueyes como el "merciano", de color castaño, y el "burgalés" de color negro. Para el trabajo de tracción existen dos tipos de yugos: uno yugular que se aplica al cuello y otro cornal que se aplica a los cuernos. El tipo vasco es el coral (uztarri) y se ha ido imponiendo en áreas colindantes. Según el estudio de Aranzadi, el yugo vasco se ha extendido por el Sur hasta el Condado de Treviño; por el Este hasta cerca de Javier (Navarra); por el Oeste hasta el Valle de Mena (Burgos) y la Montaña; y por el Norte hasta Soule (País VascoFrancés). Las pruebas de bueyes arrastrando grandes pesos han sido, a lo largo de los años, el mejor banco de pruebas para comprobar que en el acarreo de cargas el yugo vasco es el más apropiado y el de mejor rendimiento. Los bueyes están uncidos al yugo que generalmente está construido en madera de haya, confeccionado a la medida de la pareja que lo va a utilizar y bien sujeto a la testuz por cintas. Este "yugo se ata a una fuerte pértiga que acaba en una cadena que a su vez se engancha a una argolla en la parte baja de la piedra. Los bueyes hacen, pues, fuerza con la cabeza y los cuernos". Las herraduras son de hierro de unos 3,5 mm. de espesor y llevan cinco claveras cada una.

Cada yunta de bueyes (normalmente las pruebas son por parejas de bueyes aunque a veces, es uno solo, pero esto no en concursos sino en desafíos particulares) va acompañada de un boyero que dirige la punta y lleva en su mano el akuilu o palo largo de avellano terminado en un pincho, y por uno o varios arreadores que colaboran con el esfuerzo de los bueyes empujando la piedra por detrás. Al objeto de evitar que los posibles excrementos de los animales caigan en el campo de pruebas haciéndolo resbaladizo, un basurero (pekorotza-batzalleak) sigue el recorrido, con una sartén de mango largo dispuesto a recoger los excrementos antes de que éstos caigan al suelo. El peso de la piedra utilizada varía mucho. Oscila entre 1.500 kg. y 4.500 kg. En los desafíos se utiliza generalmente, una piedra de más peso, pero en los concursos, con participación de mayor número de yuntas se utiliza una piedra de menor peso con la que se consigue más vistosidad en el trabajo y también más rapidez. La plaza tiene un ancho de unos 6 m. por 28 m. de largo. Está construida con cantos rodados de río incrustado en cemento. El recorrido es de ida y vuelta, dando un tiempo de 30 minutos por pareja. La que más recorrido haga en ese tiempo es la ganadora. Si la yunta se sale del recorrido tiene que volver al punto donde lo dejó para poder seguir la prueba. Con objeto de igualar las condiciones de las yuntas si alguna de ellas pasa el tope de peso

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señalado la piedra deberá llevar una sobrecarga de sacos de arena equivalente a 1,500 kg. por cada kilogramo de más. El premio en los concursos, aparte de la cantidad en metálico determinada, es de un par de mantas bordadas. En los desafíos se reduce a la cantidad en metálico cruzada en la apuesta. Las plazas más famosas donde se realiza el arrastre de piedras son las de Oyarzun, San Sebastián, Usúrbil, Azkoitia, Tolosa, Elgóibar, Cestona, Abadiano, Berriz, Gatica, Gernika, Berriatúa (preciamente en este Ayuntamiento se conserva un documento en el que se recoge las condiciones de una apuesta de bueyes celebrada el 9 de mayo de 1828), Markina, Elorrio, Erandio, etc.

JUEGO DE PELOTA El juego de pelota es, entre los deportes vascos, el más extendido no sólo en el País Vasco, sino también en el mundo entero. Sin embargo no es un juego que nazca del trabajo cotidiano como pueden ser las pruebas de hachas, el levantamiento de piedras, las regatas de traineras y las pruebas de bueyes. Es un deporte en el sentido estricto de la palabra cuya finalidad es la de divertirse a la vez que se desarrolla el ejercicio físico. Sin embargo, cuenta, al igual que los demás juegos, con el espíritu competitivo y aun cuando no nace de una apuesta, sí propicia las apuestas cruzadas entre los espectadores de los partidos. El juego de pelota se remonta a los pueblos más antiguos y a las edades más pretéritas. Pero el juego de pelota lanzada contra un frontis y tras el bote devuelta nuevamente al frontis, ya sea pegando a la pelota con la mano, o con cualquier instrumento (pala, cesta) es típicamente vasco y así es bautizado el conjunto de juegos de pelota en un frontón: Pelota Vasca. El carácter espectacular de este juego ha hecho se extienda por varios países y así tenemos que existen o han existido frontones en Cuba, Italia; Bélgica, Estados Unidos, China (Tientsín y Shangai, abandonados tras la invasión japonesa) y en toda América del Sur. Los pelotaris suelen ser jóvenes vascos que se desplazan a los diferentes frontones del mundo para formar en los cuadros respectivos de cada frontón. Los frontones con mayor actividad, exceptuando los del País Vasco, son los de Miami en los Estados Unidos. Existen tres grandes escuelas de cestapunta en el País Vasco: la de Markina (denominada la Universidad de la Pelota), la de Guernica y la de Durango. En estos frontones, los niños, desde los 10 años se van formando en el difícil

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arte de jugar con la cesta llegando a salir verdaderos fenómenos en este arte pelotístico.

Rápidamente vamos a describir las diferentes modalidades del juego de pelota vasca: Pelota a mano. Como su denominación indica se juega con la mano limpia sin utilizar ninguna herramienta. Los partidos se juegan individualmente, uno contra uno, o en parejas, dos contra dos. El que primero llegue a 21 tantos es el vencedor del partido. Para hablar de un campeonísimo en esta especialidad tenemos que citar al gran Atano III (Mariano Juaristi). Otros nombres son los de Gallastegi, Arriarán, Azkárate, Ogueta, García Ariño, Retegi I, Lajos, Maíz, Gorostiza, Retegui II, Bengoechea III, etc.

Pelota a pala. Hasta el famoso reto lanzado por los hermanos Eraso, aceptado por Goikoetxea y txiquito de Abando, el año 1903, la pala no contaba con excesivos practicantes. Poco a poco y dado el éxito del triple enfrentamiento que llevaron a cabo las parejas citadas, la afición creada propició el que comenzasen a programarse partidos en los frontones de Ermúa, Durango y Zabalbide (Bilbao). Es de este último frontón de donde salieron los famosos hermanos Begoñeses", siendo Juan Guisasola, Begoñés I, quien dio a la pala una categoría artística que hasta entonces no tenía. Pronto se extendió la afición y se construyeron frontones en Madrid, Valladolid, Sevilla, Zaragoza, Valencia y Barcelona. Los palistas probaron fortuna en los frontones de La Habana y México. Entre los pelotaris más famosos hoy día tenemos a Iturri, el fenómeno de Burguete, Goldaracena,

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Beitia, Ansorena, Arribillaga y el argentino afincado en el Deportivo de Bilbao, Utge

.Pelota a remonte. El remonte es una pequeña cesta parecida a la utilizada en cestapunta pero más corta y menos abombada en su interior. Su antecedente lo tiene en el guante de cuero utilizado antaño en la modalidad de juego largo que, con el correr de los años, fue transformándose hasta adquirir la forma actual. Fue Juanito Moya quien en el frontón pamplonés "Juego Nuevo" realizó la transformación del guante de cuero por la cesta de remonte actual. La especialidad pasó de Navarra a Guipúzcoa y de ésta a Madrid. El especialista más consumado y campeonísimo en el arte de pelota a remonte fue Jesús Abrego quien siempre salía vencedor de las confrontaciones, aun a pesar de enfrentarse a tríos de contrincantes.

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Se trata de una derivación de la famosa chistera utilizada a mediados del siglo pasado, inventada por Gaintxiki. Primeramente fue utilizada en el juego de rebote en plaza libre pero cuando comenzaron a construirse los grandes frontones de "blé" (de dos paredes: una en el frontis y otra en el lateral izquierdo) fue adoptada por los profesionales como única herramienta. También se denominó punta-volea. El juego realizado era denominado "juego limpio" y no estaba permitida la retención de la pelota, los reveses y todas las variantes que los cestapuntistas ponen en juego actualmente en sus partidos. Melchor Guruceaga aumentó las proporciones de la cesta, dando mayor profundidad a la bolsa o tripa de la cesta y alargándola. El llamado "juego limpio" dio paso a una mayor vistosidad en el juego al poner en práctica toda una serie de variantes que hacen de la cesta el juego más espectacular. Tras el éxito de la cesta-punta se comenzó a construir frontones por todo el mundo: Italia, Bélgica, Egipto, Filipinas, Cuba, China, EE.UU., etc.

Existen igualmente las modalidades del juego a rebote pero se realiza casi exclusivamente en frontones vasco-franceses: San Juan de Luz, Ainhoa, Ustaritz, etc., y el juego de share que se practica en Uruguay y Argentina.

Otros deportes vascos

¿Quién, viviendo en la ciudad, no recuerda con agrado la bajada que de los caseríos hacían diariamente las aldeanas con las cantimploras de leche o productos de la huerta a lomos de un paciente borriquillo fasto)? Este animal era el medio ordinario de desplazamiento a la vez que el porteador de pequeñas cargas. Su utilización en pruebas de arrastre no ha sido muy profusa, sin embargo Antonio Zavala recoge unos versos del bertsolari Udarregui nacido el 1 de octubre de 1829 en los que canta la apuesta protagonizada por cinco burros contra una pareja de vacas. Parece ser que los burros no se lo tomaron muy a pecho ya que fueron batidos ampliamente por las vacas. En Guipúzcoa los años 1961, 1962 y 1963 tuvieron lugar varias pruebas de burros pero actualmente es en Vizcaya (Gatica, Mendata, Lujua y Arbacegi) donde existe un cierto movimiento en las asto-probak. Los nombres de los protagonistas son, por lo demás, muy peculiares: Anquetil, Agente 009, Barreiros, Josefina, etc. La piedra utilizada en el arrastre es de unos 500 kg. de peso.

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Son muchos los rebaños de ovejas que pastan en el monte Gorbea, Sierra de Andía, Urbasa, Urbía y Avalar. Esta ocupación ganadera del vasco ha saltado las fronteras de Euskal Herría y se ha extendido hasta los EE.UU. de Norteámerica que en su Estado de Idaho cuenta con un buen número de pastores vascos que cuidan de grandes rebaños. A la fiereza congénita de los machos (moruecos) del rebaño y al espíritu competitivo del vasco se deben las apuestas que los pastores, primero en el monte, luego en las plazas públicas, hacían sobre la bravura de sus respectivos moruecos. Los moruecos más apropiados para este tipo de lucha son, aparte de los de cualidades físicas más apropiadas, los que tienen más querencia con las ovejas. Su peso oscila entre los 65 y 80 kg. y la mejor edad para las pruebas es de los 4 a los 5 años que es cuando el morueco está en la plenitud de su desarrollo. La preparación de los ejemplares antes de las confrontaciones sigue unos modelos perfectamente establecidos en los que entra el entrenamiento físico (trota de varios kilómetros al día) y una alimentación determinada (habas negras, vino, hierba y hasta huevos). Las apuestas se conciertan a tantos topetazos como sean necesarios hasta que uno de los contrincantes vuelva grupas y rehuya seguir peleando. Hemos descrito hasta aquí los juegos populares más extendidos y que con mayor arraigo cuentan en el Pueblo Vasco. Sin embargo tenemos que citar otros más que, ciertamente, requerirían un tratamiento más amplio pero que las dimensiones y pretensiones de este libro no lo hacen posible. Así tenemos las peleas de gallos (ollar-joko), el juego del ganso (antzar jokua), el juego del gallo (ollar-jokua), carreras de burros, concursos de perros pastores, etc. Esto, en cuanto se refiere a las pruebas en las que los animales son los protagonistas.

Barrenadores (arrisulatzaileak). De las manifestaciones meramente deportivas tenemos el juego de bolos con sus diferentes modalidades, los palankaris (lanzadores de una barrra de hierro llamada palanka), corredores (korrikalaris), saltadores (saltaris) y jugadores de pelota (pelotaris). Trabajo realizado por:

Itzal Aldama

Antxon Unzaga