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Biblioteca Fundación Juan March
:::,ábado 12.04.14 EL NORTE DE CASTILLA
W elles era partidario del secreto. Supermanente de
dicación al arte del ilusionismo teatral fue uno de sus secretos mejor guardados. Al gigante con rostro de niño le gustaba ofrecer pistas falsas. Formaban parte de su concepción mágica del arte, del cine y del espectáculo que en esencia consiste en borrar las fronteras entre la realidad y la ilusión. «El trabajo de un mago -escribió en el prólogo a un libro de prestidigitación de Bruce Elliott- radica en abolir la solución: incluso Ia posibilidad misma de cualquier sol ución en el espíritu del espectador».
Corno Rosebud fue la enigmática palabra a la que se aferra Kane moribundo, lamagia concluyó siendo el hilo siempre roto y recompuesto de la trama de su vida. Tras la muerte de su madre, su padre alcohólico se instaló en un hotel de un pueblo de Illinois, al que invitaba a gentes de paso del mundillo del circo. Entre ellos un regurgitador: Tragaba peces y los devolvía vivos al cabo de unas horas. Welles estaba fascinado. Se escapó con una prima con la que había tenido sus primeras experiencias sexuales y planearon vivir en los bosques y de los juegos de magia.
Su tutor el Dr. Bernstein, antiguo amante de su madre, le regaló su primera caja de magia y un tea trillo de marionetas. Su formación tuvo lugar en el escenario, de acuerdo con las teorías pedagógicas que conferían un papel relevante al teatro en la educación. «Nunca vi nada en el teatro que me deslumbrara tanto corno lamagia», recordaría años después. Fue un genio precoz. Con poco más de 20 años fundó su propia compañía -el Mercury Theatre- y recurrió a su experiencia corno ilusionista para adaptar efectos de magia a sus montajes. El gobierno de Roosevelt puso en sus manos el Maxine Elliot's Theatre de Nueva York, al que consideró una caja de magia ampliada. Una de sus producciones fue el 'Fausto' de Marlowe en el que incluyó levitaciones y escamoteos, bajo una luz negra que provocaba que los actores aparecieran y desaparecieran de repente en un espacio escénico desnudo y oscurecido.
'La guerra de los mundos' y 'Ciudadano Kane' le habían otorgado la fama cuando transformó el MercuryTheatre en el Mercury Wonders Show, un espectáculo circense cuyo número estrella era su actuación corno mago. Lo estrenó en una carpa, en Hollywood,
ürson Welles, como Abu Khan. A La derecha, en 'Hollywood Parade', con Marlene Dietrich. :: KosALc:oLLEC:TION
Haciendo magia con Orson Welles El ilusionismo fue el hilo siempre roto y recompuesto de la trama de la vida del director de 'Ciudadano l<ane'
en plena Guerra Mundial, con la intención de elevar la moral de la tropa. Lo logró. Sin desatender su cigarro, con el rostro velado por el humo, cortaba en dos a Rita Hayworth con una sierra de leñador. Hasta que lo impidió la Pararnount, con quien Rita tenía contrato exclusivo. Marlene Dietrich, enemiga acérrima de los nazis, la sustituyó. Durante una gira para las tropas americanas en Francia, rodó parte del show para la película 'Sueños de gloria'. No volvería filmar un juego hasta el 53 cuando realizó 'Truco de magia', un cortometraje destinado al espectáculo del mago Richard Himber. Welles desde la pantalla jugaba a las cartas con el mago situado en el teatro. Tras su muerte, David Copperfield repetiría el efecto, bromeando con la idea de que hablaba con un Welles de ultratumba.
Después de la guerra, Welles colisiona con la industria
Welles, en una escena del filme 'Un coin tanquille'.
del cine. Nos movemos entre jirones y fragmentos. A veces ejecuta juegos en películas: la aparición de un conejo en una chistera en 'El esplendor de los Ambersons' o la levitación de una mujer sobre una mesa d~ bacarrá en 'Casino Royal'. En 'Mr. Arkadin', le bastan
una lupa y una chistera para trazar el personaje de un amaestrador de pulgas a las que alimenta con su propia sangre. Sabía que las grap.des ficciones se gestan enlamente del público. En medio de una torna, volvía los ojos a la cámara y se planteaba dirigir
la atención del espectador ha- ' cia un punto distinto a donde sucedía la acción. De ese modo lo que ocurría se convertía en una sorpresa. Usó a menudo estas técnicas provenientes del ilusionismo. ·
Robert-Houdin, padre de la magia moderna, afirmaba que el mago es un actor que interpretaelpapeldemago.A Wells le encantaba interpretar ese
• papel. Encamó a Cagliostro en 'Black Magic' y al mago de 'A safe place' de HenryJaglorn.
· <<Si la sorpresa y el encanta-miento no llevan al público a las salas de espectáculo -escribió- hay algo podrido en Estados Unidos». Cuando hablaba de magia hablaba de sí mismo. Durante años no consiguió culminar ninguno de sus proyectos cinematográficos y se ganó la vida haciendo juegos de manos en programas de televisión corno los de Merv Griffin y Johnny Carson. Presentaba efectos novedosos que preparaba con magos corno Don Ke-
ller o Don Wayne. Incluso creó su propia máscara -Abou Khan- en la estela de los falsos magos orientales corno Okito o Furnanchú. Fue en 'The Magic Show', proyecto al que consagró diez años de su vida, en el que colaboraron grandes creadores de·ilusiones como Abb Dickson, Jirn Steinrneyer o Mike Caveney.
Quedó inacabado. Pretendía ser la reflexión definitiva sobre los límites de la ficción y la realidad. Un terna que también inspiró 'F de Fake', portentosa película-ensayo sobre el artista corno prestidigitador y el engaño en el arte. Caracterizado de Robert Houdin muestra que las cosas que no existen a veces son más reales que las que existen. Fue su testamento artístico. Rosebud revelaba que la magia es un trineo en las manos de un niño. Efectivamente «la magia- era para Welles-la legitimación del arte de divertirse solemnemente con juguetes, con los placeres solitarios, táctiles y visuales de la primera infancia».
Jamás renunció al asombro. Le encantaba que le hicieran juegos. Los encargaba en tiendas de magia y se reunía con sus colaboradores para abrir los paquetes y hacerlos. Por entonces habían cerrado miles de teatros y la magia se refugiaba en los cabarets. Añoraba el teatro: «Hubo un tiempo, ya sabes, en esta tierra nuestra que en cada parada aguardaba un verdadero teatro» -así comienza 'The Magic Show'- «Te llevaré de vuelta a aquellos grandes días cuandolosrnagosactuábarnos en palacios dorados lujosamente tapizados de terciopelo rojo».