1.2. algunos rasgos de la estructura económica de andalucía · 2009. 3. 3. · andalucía ocupa...

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1.2. Algunos rasgos de la estructura económica de Andalucía 1.2.1. Evolución de las macromagnitudes económicas No vamos a entrar en este apartado en un análisis exahustivo de la economía andaluza, pero sí trataremos de dibujar algunas líneas significativas que ayuden a entender el lecho económico en el que se insertan los agentes que intervienen en el MTA. España y la Europa de los doce, han seguido desde 1985 a 1990 un período de expansión en las tasas de crecimiento económico paralelo. El perfil coyuntural de la economía española está íntimamente ligado al de la CEE, con la carac- terística de que históricamente tanto las fases de recupera- ción como las de recesión han sido más acusadas para nues- tro país, en general, que para el promedio de las economías europeas. En síntesis puede decirse que la economía españo- la no puede diseñar su estrategia de crecimiento de forma aislada. Los vínculos, vía exportaciones e importaciones y vía flujos de inversión exterior en España, que progresivamente se han ido incrementando, constituyen la justificación econó- mica de esta regularidad empírica detectada (3). Sin embargo, no todas las Comunidades Autónomas par- ten de la misma base económica, por lo que esta tendencia general se ve matizada por las peculiaridades de cada región. Andalucía ocupa el lugar 153 de las 171 regiones de la CEE en PIB per cápita y el tercer lugar según las tasas de desem- pleo (siendo 100 la media Comunitaria de paro, que se corresponde con un 9,1%, Andalucía tiene un índice de 300), según datos de la Comunidad (4). (3) Raymond, J. L.: «El crecimiento del PIB por Comunidades Autónomas: un análisis de la experiencia histórica», en Cuadernos de Información Económica, n.° 49, abril, 1991, Fundación FIES. (4) Comisión de las Comunidades Europeas ( CEE), Las regiones de los 90, Cuarto informe periódico de la situación económica y social y el desarrollo de las regiones de la Comunidad. Bruselas, 1991. 53

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1.2. Algunos rasgos de la estructura económicade Andalucía

1.2.1. Evolución de las macromagnitudes económicas

No vamos a entrar en este apartado en un análisis exahustivo

de la economía andaluza, pero sí trataremos de dibujar algunas

líneas significativas que ayuden a entender el lecho económicoen el que se insertan los agentes que intervienen en el MTA.

España y la Europa de los doce, han seguido desde 1985 a1990 un período de expansión en las tasas de crecimiento

económico paralelo. El perfil coyuntural de la economía

española está íntimamente ligado al de la CEE, con la carac-terística de que históricamente tanto las fases de recupera-ción como las de recesión han sido más acusadas para nues-

tro país, en general, que para el promedio de las economíaseuropeas. En síntesis puede decirse que la economía españo-

la no puede diseñar su estrategia de crecimiento de formaaislada. Los vínculos, vía exportaciones e importaciones y víaflujos de inversión exterior en España, que progresivamentese han ido incrementando, constituyen la justificación econó-

mica de esta regularidad empírica detectada (3).Sin embargo, no todas las Comunidades Autónomas par-

ten de la misma base económica, por lo que esta tendencia

general se ve matizada por las peculiaridades de cada región.Andalucía ocupa el lugar 153 de las 171 regiones de la CEE

en PIB per cápita y el tercer lugar según las tasas de desem-pleo (siendo 100 la media Comunitaria de paro, que secorresponde con un 9,1%, Andalucía tiene un índice de

300), según datos de la Comunidad (4).

(3) Raymond, J. L.: «El crecimiento del PIB por ComunidadesAutónomas: un análisis de la experiencia histórica», en Cuadernos deInformación Económica, n.° 49, abril, 1991, Fundación FIES.

(4) Comisión de las Comunidades Europeas ( CEE), Las regiones de

los 90, Cuarto informe periódico de la situación económica y social y eldesarrollo de las regiones de la Comunidad. Bruselas, 1991.

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Ante estas cifras, partiendo de un territorio extenso y

suficientemente poblado, habría que preguntarse qué razo-

nes provocan esta desafortunada posición periférica.de la

economía andaluza. La estructura económica de una región

no es algo que se improvise, hay condicionantes estructurales

históricos que pesan mucho en las posibilidad de obtener

una buena articulación socioeconómica en el contexto de la

economía europea. Hay que partir por lo tanto del conoci-

miento de la evolución histórica de las estructuras socioeco-

nómicas para entender la base del proceso de segmentación

de los trabajadores de un área dada y aplicar en consonanciacon ello las medidas políticas más oportunas para mejorar el

empleo de los habitantes de la misma (5).

Alfonso Ortí, desde la óptica sociológica, ha abundado en

el proceso de periferización seguido por la economía espa-

ñola desde el siglo XVIII. M. Delgado ha hecho lo propio

para la economía andaluza, señalando los ejes principales del

secular subdesarrollo andaluz (6), este autor apunta:

«Mientras que la estructura económica y social de

las regiones que más tarde serían desarrolladas facilitó

la descomposición del Antiguo Régimen e hizo posible

la industrialización, en Andalucía la agricultura con-

tenía elementos estabilizadores dominantes que contri-

buían a reproducir las condiciones existentes y obstacu-

lizaban el nacimiento de la nueva industria. La forma

de a^iro^iiación y distribución del excedente muy centra-

(5) No hay que olvidar que el empecinamiento por hacer coincidirdinamismo y progreso con zonas urbano-industriales ha llevado a vivirde espalda a la realidad rural de la región durante un período impor-tante en Andalucía, cosa que carece de sentido puesto que en lamisma, lo rural y lo urbano no son más que dos aspectos íntimamenteligados de una misma realidad.

(6) Delgado Cabeza, M.: Dependencia y marginación de la economíaandaluza. Publ. Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Cór-doba, 1981.

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lizado, orientaba la capacidad de compra e inversión

hacia una clase muy minoritaria, desalentaba la emer-

gencia de un mercado estimulado por la demanda y asu vez convertía la inversión en tierras en la vía más

rentable, de tal modo que la oligarquía agraria no

estaba interesada en desintegrar las formas de produc-ción vigentes en el campo, condición exigida para el

tránsito hacia la industrialización, sino más bien en

asegurar los medios oportunos para perZietuar este siste-ma agrario que le permitía fáciles, seguros y sustancio-

sos beneficios».

A esta situación habría que añadir el fracaso del comer-

cio colonial, en manos de especuladores y extranjeros, y,

por último, el afianzamiento durante el siglo xIx del siste-

ma neocolonial, en connivencia con el capital autóctono,

mediante la desamortización, que acentuó la polarización

en las estructuras de la propiedad de la tierra y la articula-

ción de una red ferroviaria que contribuiría a drenar los

recursos y a generar una gran acumulación de capital, per-

mitiendo desviar el excedente generado en la agricultura a

negocios lucrativos sin necesidad de modificar la forma de

producción en el campo, donde mantener los bajos salarios

era un objetivo básico. Así pues, las posibilidades de que se

desarrollaran las fuerzas productivas eran escasas. A1 capital

nacional y foráneo tampoco le interesaba que se desarrolla-

ra la industria en la región. Así es como en la economía

andaluza se afianzaban los mecanismos del subdesarrollo:

extraversión, desarticulación y dependencia del capital

exterior.En 1955 la especialización en la producción primaria

agrícola, pesquera y minera es un hecho, como también

lo es la posición que ocupará desde ahora Andalucía en

la división nacional del trabajo: suministradora de mate-

rias primas y de fuerza de trabajo simple a las regiones

centrales.

55

Andalucía era una región de escasa diversidad producti-

va. Existía una rígida especialización agrícola que constituía

el único núcleo importante de la economía de la región,

aunque existía también un raquítico sector industrial en el

que abundaban las formas tradicionales, incapaz de competircon vascos y catalanes.

La capacidad de ahorro de la agricultura andaluza era

muy elevada en el período 1956/75. Se ha estimado que su

volumen resulta ser 20,3 puntos mayor que el total invertido

en la industria durante el período 1964/75. De haberse cana-

lizado este capital a la industrialización de Andalucía el pano-

rama habría sido bien distinto. Por lo tanto, no fue la falta de

capital lo que relegó a la región, sino la subordinación de la

economía de la misma a los centros industriales, para estafecha ya mucho más consolidados (7).

Durante el período 1955/70, la agricultura andaluza pier-

de 610,7 miles de activos. Esta pérdida se traduce en el enve-

jecimiento y deterioro de los recursos humanos. Así pues,

este éxodo rural no cumplió la función que tuvo para las

regiones desarrolladas, en las que contribuyó al auge econó-mico de las mismas.

La apertura al capital internacional y el modelo urbano-

industrial adoptado, relegaron aún más a Andalucía. Este

modelo abundó en un tipo de industrialización regional arti-

culado más con las regiones centrales que con la economía

de la región. Así tiene lugar la implantación de una industria

moderna y concentrada en muy pocos sectores: bebidas, quí-

micas, papel, metalúrgicas. Junto a esta industria moderna

coexiste una actividad artesanal importante, que no llegó a

desaparecer, que viene caracterizada por el minifundismoempresarial.

El sector servicios adquiere en estos años un desarrollo

muy por encima de lo que el sector industrial vigente requie-

(7) Delgado Cabeza, M.: op. cit.

56

re. La actividad salta del sector agrícola al de servicios, sin

pasar por un desarrollo de la industria. Esta desarticulación

genera un sector terciarizado, poco especializado, con baja

productividad, caracterizado por el minifundio empresarial,

en el que existe un alto nivel de subempleo.

En este sentido, como señala M. Delgado (8), cabe decir

que la economía andaluza es una economía extrovertida, porestar orientada hacia el exterior, por estar compuesta por

una serie de sectores orientados a las economías centrales

que complementan su estructura productiva, por ser en defi-

nitiva una economía deformada en función de un centro de

gravedad que se encuentra fuera de ella.

Como consecuencia del desarrollo desigual de Andalu-cía, el empleo sigue una tendencia decreciente para el perío-

do 1955/75, perdiéndose una media de 10.430 empleos

anuales durante 25 años, en tanto que en las economías cen-

trales el empleo aumenta un 2,6% cada año.En ese período la fuerte emigración proveniente de la

agricultura, que dio pie por parte de renombrados economis-

tas de la época a pronosticar la desaparición de los jornale-

ros (9), no consiguió, sin embargo, cambiar la estructurasocial del empleo, aún cuando se diera un significativo des-

censo del número de asalariados. Este descenso se deja sentir

fundamentalmente en la industria, pues la penetración delos productos industriales del centro trae consigo la desapari-

ción de muchos puestos de trabajo en la industria tradicio-

nal, en tanto que se produce un avance relativo de formas

tradicionales de producción en el sector terciario.

En la década de los 60 los empleos que más disminuyensiguen siendo los agrarios, pero ahora con un cambio de

signo: disminuyen más los no asalariados que los asalariados.

Serán pues los pequeños campesinos los que más emigren,

(8) Delgado Cabeza, M.: op. cit.(9) Destacan E. Baron con El final del campesinado, Edit. Zero/ZYX,

Madrid, 1971., R. Tamames y otros.

57

poniéndose de manifiesto la crisis del sector. En este mismo

período los puestos de trabajo asalariados creados en laindustria, no fueron suficientes para absober la reproducción

de la fuerza de trabajo del sector secundario. En cuanto al

empleo no asalariado, no sólo no se crea, sino que se destru-

yen 21,2 miles de empleos. El excedente generado de fuerzade trabajo pasa así a engrosar las cifras del paro, la emigra-

ción o a ocupar un empleo marginal. Puede decirse, para

este período, que la economía andaluza tiene una capacidadmuy débil o nula para crear empleo.

A lo largo de los años 75/85 tiene lugar un incrementode las dificultades económicas de la región. Durante este

período de crisis la economía andaluza sufre, más que las

regiones centrales, la consecuencias de su subordinación. Al

cierre de los canales de emigración hay que añadir la debili-

dad productiva de la región, lo que se traducirá en las tasas

de paro más elevadas del país, junto a un florecimiento de la

economía sumergida que es lo que permite la subsistencia demuchas familias.

En definitiva, las consecuencias para la economía andalu-

za, a lo largo de este período, podrían resumirse en lossiguientes puntos, siguiendo una vez más el análisis realizadopor M. Delgado (10) :

- Se profundiza en la especialización productiva agra-

ria, pasando la agricultura andaluza a aportar del

20,5% a la producción españolá en 1973, a un 26,8%en 1985.

- Este auge del sector agrario se corresponde con el

declive del sector agroalimentario, que continúa su

regresión a un mayor ritmo. Se pierde no sólo en par-

ticipación en las industrias agroalimentarias españolas(del 19,5% en el 1973 al 15,9% en el 85), sino que

(10) Delgado Cabeza, M.: «Condicionantes del futuro económicode Andalucía», Revista Estudios Regionales, n.° 28, Sevilla, 1990.

58

también se pierde casi la mitad del empleo existente

en 1973.

- La crisis trae como consecuencia un freno de las activi-

dades industriales, al que se une el deterioro de las

condiciones de inversión en determinados sectores a

los que el empresariado andaluz venía orientándose

por tener un acceso más favorable.

- E1 sector servicios ha conocido una penetración

importante de las formas productivas modernas, junto

a la pervivencia e incluso expansión de actividades

marginales de baja productividad, continuando las dis-

tancias respecto a otras áreas, en cuanto a la producti-

vidad media del sector.

Puede decirse, como afirma Delgado Cabeza, que hasta

1985 existen unas tendencias estructurales en la dinámica

económica andaluza que han llevado a la polarización des-

vertebrada de las dos partes de que consta ese cuerpo econó-

mico: una moderna, articulada con el exterior, y otra autóc-

tona, débil y en regresión cualitativa para la que se van ale-

jando las posibilidades de integración en el sistema en condi-

ciones de igualdad. Romper esta dinámica supondría poner

en marcha transformaciones capaces de modificar de mane-

ra esencial los procesos de generación, apropiación y utiliza-

ción del excedente económico.Ahora bien, en los últimos años, de 1986 a 1990, ha tenido

lugar un proceso de crecimiento del PIB de Andalucía por

encima de la media nacional y europea, que ha llevado a una

euforia político-administrativa desmesurada. Pero habría que

preguntarse ^qué hay detrás de los indicadores macroeconó-

micos?, ^qué está sucediendo en realidad, si paralelamente se

dan tasas de paro elevadas, condiciones de empleo precarias,

polarización en la distribución de la renta...?. Tendremos,

pues, que analizar la dinámica seguida en estos años en los

distintos sectores económicos y tratar de analizar qué estamos

midiendo realmente, para saber si se justifica esa euforia.

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Una vez más recurriremos al análisis realizado porM. Delgado (11) . Este autor da las siguientes cifras sectoria-les para referirse al crecimiento económico de Andalucía:

TABLA 1.1.

EVOLUCION DEL CRECIMIENTO EN LOS DISTINTOSSECTORES ECONOMICOS

Sectores ' 1955/64 64j73 73/85 85/89Agricultura ........ 1,9 5,4 3,2 0,4Industria ....... ..... 6,1 8,4 0,1 8,3Construcción ... 2,9 6,1 0,6 10,4Servicios ......... ... 3,5 6,2 3,2 4,7

Total .................. 3,6 6,7 2,1 5,5

Fuente: Para 1955/85, Banco de Bilbao: Renta Nacional de Esfiaña y su distribu-ción provincial. Para 1985/89, Consejería de Hacienda: Coyuntura Económica deAndalucía.

Puede observarse como de 1964 a 1973 la economíaandaluza creció un 6,7%, en tanto que de 1985 a 1989 ha cre-

cido un 5,5%. Así pues, el elevado crecimiento del PIB no esun hecho insólito, antes bien en los años de 1964 a 1973, la

tasa de crecimiento fue aún más alta, sin que ello significara,a nivel de comportamiento dinámico de las distintas estruc-turas productivas, un cambio importante ya que los sectoresmás productivos han sido bastante autárquicos, siguiendo latendencia histórica de estar más conectados con el exteriorque con la propia economía de la región.

La agricultura es el sector que ha tenido la tasa de creci-miento menor de todos estos años, debido a factores coyun-turales que han hecho que el año 1985 fuera excepcional-

(11) Delgado Cabeza, M.: «Condicionantes del futuro económicode Andalucía», op. cit.

60

mente bueno y el 1989 excepcionalmente malo. Las condi-

ciones climáticas favorables de 1987 y 1988 han llevado a la

agricultura a aportar aproximadamente un •20% del creci-

miento de estos años, con un extraordinario incremento de

los cultivos industriales (remolacha, algodón, girasol) y sobre

todo una cosecha récord de aceitunas de almazara.

La industria mantiene altas tasas de crecimiento, pero no

mayores que en los años 64/73. No hay que olvidar que este

sector aporta apenas algo más del 8% del Valor Añadido por

la industria española y que sigue la misma tendencia de los

años anteriores. Los sectores que conservan cierto dinamis-

mo son el naval, inmerso en una profunda crisis hasta el año

1986, la industria de papel, la construcción de automoviles,

la extracción de materiales de construcción y la fabricación

de máquinas de oficinas y ordenadores. Siendo las industrias

con cierto peso significativo: producción de minerales metá-licos (un 42% del total español), minerales no metálicos (un

18%), alimentación, bebidas y tabaco (un 16%) y la industria

química (un 11%).Junto a este crecimiento polarizado del sector industrial

andaluz, éste vuelve a poner de manifiesto su incapacidad

para crear empleo: sólo un incremento del 2,6% anual acu-

mulativo es lo que supone para el total de la ocupación del

período.El único sector que crece a un ritmo significativamente

superior a años anteriores es la construcción. Este sector es

también importante por el volumen de empleo que arrastra,

aunque tiene una escasa vinculación con la economía anda-

luza (sólo con la producción y primera transformación de

metales, materiales de construcción, madera y corcho). Las

empresas de producción y primera transformación cubren

sólo el 29% de las necesidades del sector en la región, el

resto debe importarse; también los demás sectores relaciona-

dos con ella tienen fuertes necesidades de importación.

La construcción, a pesar de ser el principal responsabledel fuerte crecimiento de Andalucía, no puede decirse que

61

sea el motor de la economía andaluza, pues, según diversos

estudios (12), se revela incapaz de inducir empleo mediante

su actividad en'los demás sectores de la economía. Aunque es

cierto que ha contribuido a crear empleo a nivel del sector,

éste desaparecerá una vez terminadas las obras, ya que no

hay que olvidar, que ha predominado la construcción de

obras públicas, mientras ha habido una desaceleración en la

construcción de viviendas privadas. De cara al futuro es

importante tener en cuenta que e137,3% del empleo genera-

do en el período ha sido en la construcción.

El sector servicios es el responsable, en un 53,7%, del

fuerte crecimiento de los años 85/89. Si se sigue la trayecto-

ria del mismo, se observa que la tasa de crecimiento acumu-

lativo del sector (4,7%)'está por debajo de la correspondien-

te al empleo (6,4%). Ello significa una disminución de la

productividad del sector, ya con niveles bastante bajos, y una

proliferación de formas de actividad marginales, cuyo creci-

miento se refleja en indicadores como la contratación relati-

va de asalariados frente al crecimiento de empresarios o el

incremento de licencias de venta ambulante.

El PIB por habitante es un indicador más, que sirve para

situar a Andalucía respecto al resto de las regiones españo-

las, según la evolución seguida por esta magnitud de 1979 a

1990 (13) . En plena crisis económica, en 1979, el PIB por

habitante andaluz, considerando la media española 100 era

de 73,0. En 1990 el PIB era de 70,9, así, aunque se sigue

conservando el penúltimo lugar, sólo Extremadura está

detrás, se ha perdido parte del volumen relativo alcanzado

en la crisis. ^

(12) Morillas Raya, A.: «Multiplicadores y modelo de empleo en elanálisis input-uotput. El caso de Andalucía», en Tablas input-output ycuentas regionales, IDR, Sevilla, 1982.

(13) Fuente: Banco de Bilbao, La renta nacional y su distribución 1iro-vincial. 1990, Cuadernos de Información Económica. n.° 49. FundaciónFIES, 1991.

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Como referencia general del peso de los distintos secto-res económicos, apuntamos la participación de Andalucía enel PIB de España y la distribución sectorial del Valor Añadi-

do, que se se expresa en las tablas siguientes.

TABLA 1.2.

DISTRIBUCION SECTORIAL DEL VALOR ANADIDOEN ANDALUCIA (%)

Sectores 1979 1990

Agricultura ..........:........... 12,8 8,9

Industria .......................... 20,0 17,2Construcción ................... 8,1 10,9

Servicios ........................... 59,1 63,0

Total ................................. 100,0 100,0

Fuente: Banco de Bilbao: La renta nacional y su distribución frrovincial. 1990,

Cuadernos de Información Económica, n.4 49. Fundación FIES, 1991.

TABLA 1.3.

PARTICIPACION DE ANDALUCIAEN EL VAÑOR AÑADIDO BRUTO ESPAÑOL (%)

Sectores 1979 1990

Agricultura ...................... 21,4 24,3

Industria .......................... 8,9 8,9

Construcción ................... 14,8 16,4

Servicios ........................... 12,8 12,7

Fuente: 1979, Banco de Bilbao: Renta 1990, Cuadernos de Información Eco-nómica, n 4 49. Fundación FIES.

De estas cifras se deduce la clara orientación agraria de laeconomía de la región y el escaso Valor Añadido que genera

el sector, que también ha ido disminuyendo de 1979 a 1990.Sin embargo estos agregados económicos carecen de signifi-

63

cado social, con ellos sólo se intenta expresar en valores

monetarios las relaciones entre magnitudes que tienen lugar

en el mercado. El valor de cambio, en este caso también sig-

nificativo, como dice M. Delgado, se convierte así en protago-

nista de la visión del cambio social. Por eso adquiere cada vez

más sentido analizar qué ocurre con el empleo y la distribu-ción de la renta.

1.2.2. Características del empleo en Andalucía

Hablar de las características del empleo desde la perspec-

tiva que hemos planteado en el apartado anterior, es decir,trascendiendo el concepto del trabajo como pura y simple

mercancía, dada la complejidad y heterogeneidad de situacio-nes que afectan al mismo, supone ir más allá del análisis de

las fuentes estadísticas convencionales que se ocupan de eva-

luarlo y, de paso, hacer una revisión de hasta qué punto, losresultados ofrecidos por ellas, sirven para analizar en profun-

didad la realidad de la relación oferta-demanda de trabajo.

Este planteamiento para ser aplicado exahustivamente,requeriría el verificar cada una de las fuentes disponibles, las

categorías de trabajadores y las características de los puestos

que utilizan en Andalucía, lo que rebasaría las posibilidadesde esta investigación, que se centra en el trabajo realizado por

los obreros vinculados al sector agrario. No faltan, sin embar-

go, investigaciones sobre algunas de estas fuentes (14) en las

que se abordan problemas planteados desde la perspectiva desu validez como instrumentos macroeconómicos para el análi-

sis de las características del «mercado de trabajo» español.

(14) Toharia, L.: «Los parados en España: cómo los medimos,cuántos hay y cuántos habrá», Debats, n.° 25, 1988; Garrido, L.: «Para elestudio del mercado de trabajo», Tesis doctoral, Madrid, UniversidadComplutense, 1988 (próxima public. por el Ministerio de Trabajo ySeguridad Social, colecc. Tesis doctorales).

64

A pesar de ello, aún con las limitaciones señaladas, novamos a renunciar a realizar dentro de este capítulo, una pre-

sentación del marco global del empleo en Andalucía, sirvién-donos de las fuentes disponibles y de algunos de las investiga-

ciones realizadas recientemente (15), para desarrollar másdetenidamente lo que se refiere específicamente al sectoragrario.

Así pues, pasaremos en este apartado a presentar lascaracterísticas generales del empleo en esta Comunidad

Autónoma, para reflejar como se une a la situación subordi-nada de una economía de esta características, un mercado de

trabajo muy segmentado con elevadas tasas de paro y subem-pleo, que trasciende y pervierte (en el sentido de contradecirlos objetivos propuestos) la acción del Estado en la aplica-

ción de las políticas de protección al desempleo, siendo tam-bién discriminatorias respecto al resto de España.

En los cuadros 1.1, 1.2 y la tabla 1.4 presentamos como

han evolucionado durante los últimos años la actividad, laocupación, el paro y la cobertura del mismo en relación a la

media nacional.

TABLA 1.4.

DISTRIBUCION DE LAS PRESTACIONES POR DESEMPLEO(Año 1990)

Total de Contrábutivas Asástenciales

prestaciones Desempleo Desempleo EventualesSubsidioeconámácas total parcial agrarios

Andalucía . 449.497 18% - 57% 25%España ...... 1.306.853 38% 0,3% 22% 39%

Fuente: Boletín de estadísticas laborales del Ministerio de Trabajo.

(15) Gavira, L.: «EI sistema de asesoramiento a los desempleadosen España», informe dactilografiado. Resultados de la 1.^ etapa del pro-grama EUROCOUNSEL. Fundación para la Mejora de las Condicionesde Vida y Trabajo. Dublín, 1992.

65

CUADRO 1.1.

ACTIVIDAD, OCUPACION YPARO(En %)

(%) 1985 1986 1987 {*) 1988 1989 1990 ^ 1991

ActividadAndalucía ..... 43,8 44,2 46,2 47,2 47,1 47,1 47,2

España .......... 47,5 47,8 48,8 49,1 49,1 49,4 49,1

OcupaciónAndalucía ..... 70,4 69,6 69,2 71,1 73,0 74,4 74,2

España .......... 79,4 79,8 79,4 80,2 82,7 83,7 83,7

Paro

Andalucía ..... 29,6 30,4 30,8 28,9 27,0 25,5 25,8

España .......... 21,6 21,2 20,6 19,8 17,3 16,3 16,3

(*) En el segundo trimestre de 1987 se produjo un cambio en la metodolo-gía de la EPA que venía utilizándose desde 1976 que afectó, como se analizarámás adelante, al concepto de parado y empleado, así como a ciertas categoríasde activos que hasta entonces estaban subrepresentados (jóvenes y mujeres,especialmente). Por consiguiente, hay que tomar con prudencia la comparaciónde los datos de la serie anteriores a 1987.

Fuente: Encuesta de Población Activa (EPA). INE.

CUADRO 1.2.

DISTRIBUCION SECTORIAI. DE LA POBLACION ACTNAEN EL AÑO 1990 (en %)

Agricultura Industria Construcción Seruicios1990

Activ. Paro Activ. Paro Activ. Paro Activ. Paro

Andalucía ........... 18 24 13 7 12 11 48 24España ................ 11 8 22 11 10 8 50 26

Nota: Los activos sin empleo anterior suponen el 9% y el 7% de total de losactivos y el 34% y e144% del paro en Andalucía y España, respectivamente.

Fuente: Encuesta de Población Activa (EPA). INE.

La falta de dinamismo en la economía de esta Comunidad

Autónoma ha hecho que sus tasas de actividad sean aún infe-riores a la media nacional, las cuales a su vez son más bajas

66

que las medias de la CEE. La mujer tiene una incorporaciónal MT inferior al resto de España con una elevada participa-

ción en actividades de economía sumergida, lo que suponeque en muchos casos no sea atractiva la incorporación al MT.

La ocupación, que tuvo su momento de recuperación enEspaña a partir de 1986, en Andalucía no se deja sentir hasta1988, siendo en cambio muy sensible al período de crisis que

se inicia a partir de 1990, lo que se refleja en una pérdida deempleo, a pesar de las grandes obras que se. realizan en rela-ción con la Exposición Universal de 1992. En 1991 la tasa ofi-cial de paro andaluza es del 25,8%, casi 10 puntos por enci-ma de la media española, la más alta de las CC.AA. a excep-ción de Ceuta y Melilla (30,3%). A esta situación de paro, sesuma una fuerte precariedad en el empleo que existe,

fomentada por la política de flexibilización de contratos.La fragilidad de la estructura productiva andaluza, en la

que, como hemos analizado, domina un sector servicios de

refugio, de escasa cualificación y poco Valor Añadido, y unsector agrario con fuertes desequilibrios, según analizaremosen los siguientes capítulos, son elementos importantes que

configuran las bases de esta situación.En lo que se refiere a las prestaciones por desempleo,

también existen diferencias sustanciales con el resto del país.La tasa bruta de cobertura (16) en España es del 42,9% y enAndalucía del 34,3%. El porcentaje de parados que cobran

una prestación contributiva completa, es en España superioren 20 puntos a Andalucía. Sólo el 18% del total de los para-dos andaluces que percibían alguna prestación (el 12,5% del

total de parados señalado por la EPA), cobraban en 1990 laprestación completa, el resto sólo accedía a prestaciones par-

ciales o a subsidios. Siendo especialmente significativo que el57% de todos los parados, que en 1990 percibían alguna

(16) La tasa bruta de cobertura se obŭene dividiendo el número deperceptores de prestaciones económicas, menos los subsidiados agrariosy del desempleo parcial, por el paro registrado en las oficinas del INEM.

67

prestación económica por desempleo en Andalucía, la obtu-vieran del subsidio agrario (ver capítulo 5). Por lo tanto, a laprecariedad del empleo se suma la precariedad de las presta-ciones sociales derivadas del mismo, lo que evidencia la faltade empleo real que existe en esta Comunidad y las diferen-cias que se dan respecto a otras regiones más ricas en cuantoal tipo de prestaciones sociales derivadas de esta situación.

El cambio, a partir de 1992, en la normativa que regula eldesempleo, se produce a través del polémico Real Decreto-Ley 1/92 (17) . Este viene a propiciar aún más estos desequili-brios, pues si debido a la estacionalidad del empleo existen-te, sólo un pequeño porcentaje de parados accedía al desem-pleo contributivo total, al aumentarse el volumen de trabajonecesario para acceder al mismo y disminuir el número dedías de prestación en razón a los de cotización ( antes la rela-ción era de 1 a 2 días, actualmente de 1 a 3 días, aplicando ala base reguladora un tipo del 70% durante los 180 primerosdías y un 60% durante el resto, con un máximo de 2 años),serán aún bastante menos, los que logren este tipo de presta-ción contributiva. Aunque, por otra parte, se aumentan los

subsidios (para los trabajadores con responsabilidades familia-res que hayan trabajado al menos 3 meses y los que no tienenresponsabilidades familiares que hayan trabajado al menos 6meses), ello supondrá una mayor redundancia aún en el asis-tencialismo, frente a la prestación contributiva que «legitima»la consideración de ser un trabajador con plenos derechos,con todo lo que esto conlleva socialmente.

La extensión del subsidio puede favorecer una mayor dis-ponibilidad del trabajador para aceptar las condiciones de tra-bajo que imponen los empleadores, como ya ha ocurrido conel subsidio agrario, redundando en perversiones que generandesarticulación social. La escasez de empleo y de prestaciones,

(17) Este Real Decreto-Ley ha sido aprobado por el parlamentoespañol con escasas modificaciones después de la redacción de estainvestigación, siendo sustituido por la Ley 22/1992 de 30 de julio.

68

conduce a los trabajadores a estar mucho más dependientesde los que tienen el poder de emplear y certificar que se ha

trabajado, Ilegando a alianzas con los mismos para acceder a

los subsidios, los cuales benefician, sobretodo, al empresario,

que aumenta de este modo la productividad del trabajador, el

cual necesita el subsidio para alcanzar una renta mínima que

le permita acceder al nivel de consumo que considera necesa-

rio. En función de ello organiza sus estrategias, alejándose delos sindicatos en razón de sus intereses personales o familiares.

Las investigaciones que hemos realizado sobre este tema

y su relación con el desarrollo (18), ya han puesto de mani-fiesto que, sin voluntad política de controlar las políticas asis-

tenciales de empleo, éstas revierten perversamente sobre las

políticas activas de fomento de empleo o de desarrollo. Así

pues, desde nuestro punto de vista, habría que diferenciarclaramente las políticas de mantenimiento de rentas asisten-

ciales, de las de cobertura del desempleo, para evitar pertur-baciones en el mercado de trabajo y facilitar que las políticas

de fomento de empleo respondan al espíritu que las inspira

de contribuir de forma activa al desarrollo.

El panorama laboral existente se presenta, por lo tanto, muysegmentado y, frente al mismo, se han articulado una serie de

políticas de fomento de empleo a nivel nacional y autonómico

que tratan de enfrentarse a la dura realidad del paro, pero que

a su vez retoman la estratificación eacistente y la reproducen.

Durante los últimos años y hasta el Real Decreto-Ley

1/92, los programas y medidas desarrolladas por el gobier-

(18) Gavira, L.: Trabajos realizados en Planes de desarrollo enHuesca-Baza (Granada) CERUR (Israel) Junta de Andalucía, 1985; elCoronil, Gabinete de Iniciativas Europeas, 1990; en la codirección de laformación de agentes de desarrollo rural para la Dirección General deInvestigación, Formación y Nuevas tecnologías Agroalimentarias de laJunta de Andalucía, donde seis equipos han estudiado las potencialida-des de desarrollo de Conil de la Frontera, Huetor-Taja, La Carlota,Fuente Palmera, Rute y Sanlúcar la Mayor, 1991-92. También ver al res-pecto capítulo 5 de este libro.

69

no español en materia de fomento de empleo eran lossiguientes:

- Apoyo al empleo en cooperativas y sociedades laborales.

- Promoción de iniciativas locales de empleo.

- Promoción del empleo autónomo.

- Integración laboral de minusválidos en centros espe-ciales de empleo y trabajo autónomo.

- Programas especiales de empleo temporal en el sectorpúblico: contrataciones realizadas en base a conveniosde colaboración del INEM y las Administracionespúblicas, Plan de empleo rural y programas de colabo-ración social.

Además de estos programas, el Ministerio de Trabajo y

Seguridad Social ha venido desarrollando, desde 1985, la

colaboración con las Administraciones Autonómicas y otras

instituciones en materia de políticas de fomento de empleo yformación profesional.

Las medidas utilizadas, para llevar a cabo estos programas,

han consistido en flexibilizar la contratación a través de mode-

los de contratos temporales, a tiempo parcial y de relevo, en

prácticas, en formación, para mayores de 45 años y de sustitu-

ción en caso de jubilación. Estas medidas trataban de incentivar

la contratación, bien mediante subvenciones, o bien mediante

reducción en las cuotas de la Seguridad Social que debían pagar

los empresarios al contratar. Así se han conseguido en 1990 un

total de 5.158.739 colocaciones en España, de las que el 45,1%

se realizaron mediante contratos de fomento de empleo, según

fuentes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

No obstante, el nuevo Decreto Ley introduce significativas ^

modificaciones en los distintos aspectos de la política de

fomento de empleo: ampliación a doce meses la duración

mínima de los contratos de fomento de empleo; se opta por

eliminar la política de subvenciones en las cuotas de la seguri-

dad social (salvo para los mayores de 45 años), limitándose la

incentivación a subvenciones económicas que oscilan entre

70

400 y 550 mil pesetas, dependiendo de las dificultades de

inserción laboral que se supone que existen en razón de laedad y el sexo; se prima el autoempleo siempre que se realice

a través de empresas asociativas, eliminándose la capitaliza-ción individual de las prestaciones por desempleo. No se

modifica nada de lo que afecta al Plan de Empleo Rural, nisiquiera en lo relativo a las becas de formación de los eventua-

les agrarios, medida que desaparece para el resto de la forma-ción, con la excepción de las Escuelas Taller y Casas de Oficio.

Consideramos, sin embargo, que la política nacional de

empleo regida por el Real Decreto 1/92, que, según se argu-menta desde instancias oficiales, supone una redistribución

de fondos hacia las políticas activas de empleo, se va a verfuertemente mediatizada por las perversiones expuestas ante-

riormente respecto a la política de subsidios, pues a pesar deque supone un paso hacia el fomento del empleo estable, en

vez de la rotación por el desempleo, producto del sistema decontratación anterior, si no se modifica ampliamente lascaracterísticas del INEM, que tiene que gestionarlas, y se inte-

gran en las dinámicas sociales que rigen en las distintas enti-dades territoriales, tratando de potenciar proyectos globales

que generen tejido productivo, consideramos que difícilmen-te tendrán alguna repercusión en la creación de empleo.

A1 mismo tiempo, la Comunidad Autónoma Andaluza

por su parte, ha puesto en marcha una serie de programas ymedidas en 1991 (19) para enfrentarse con la situación de

desempleo de los andaluces. Estos programas no siempre sonfáciles de coordinar con los nacionales y pueden suponer en

algunos casos duplicidades.Estos programas son los que siguen:

- Ayudas a la contratación a menores de 25 años.

- Ayudas a la contratación a mayores de 25 años ensituación de desempleo prolongado.

(19) Decreto 61/1991, de 12 de marzo de IaJunta de Andalucía.

%1

- Ayudas al empleo de la mujer.

- Promoción del empleo autónomo.

- Integración laboral de minusválidos.

- Ayudas a acciones que generen empleo estable.

- Apoyo a Iniciativas Locales de Empleo.

Para ponerlos en marcha las medidas instrumentadas han

sido las siguientes: subvenciones a la contratación, rentas de

subsistencia, ayudas financieras y de asistencia técnica y ayu-das a la formación mediante la financiación de cursos.

Estos programas se han mantenido con algunas modifica-

ciones durante 1992 (20), debido «al buen resultado obteni-do con los mismos durante 1991», según se argumenta en la

exposición de motivos del decreto (21).Debemos señalar que; al menos en la norma, en los pro-

gramas autonómicos, desde 1991, se apuesta por comple-mentar los programas de fomento de empleo del gobierno

central teniendo en consideración, de forma quizás más

acentuada que aquél, lo que se "refiere a fomento del empleo

(20) Decreto 3/1992, de 14 de enero y Orden de 20 de febrero de1992 de la Junta de Andalucía.

(21) Las modificaciones realizadas se refieren a la contratación dejóvenes menores de 25 años y consisten en admitir subvencionar pro-yectos a municipios con menos de 10.000 habitantes que cumplan losrequisitos exigidos por el anterior decreto. También se flexibiliza laposibilidad de contratar a mayores de 25 años, que necesariamente yano deben ser parados de larga duración. Otra modificación se refierea las ayudas a trabajadores autónomos, que ya no deben ser sólo para-dos, sino que se extiende la posibilidad de lograr una subvención a losque ya se han constituido como tales. Por último, se incorpora unnuevo programa de «Formación en prácticas para la ciudad», que «seconfigura como un programa de inserción que combina la formacióny el empleo en oficios que tengan salidas inmediatas para la coloca-ción, y que al tiempo, los proyectos en los que trabajen los desemplea-dos participantes sirvan para adecentar espacios urbanos deteriorados,consiguiéndose de esta manera un doble objetivo». Este programa espara parados con más de un año de antigúedad que hayan aprendidoun oficio.

72

estable y las acciones integradas que favorecen el desarrollolocal, enmarcándose en la política de empleo establecida por

la CEE (22). Dentro de los presupuesto generales en Andalu-cía, se destinan a este fin más de 8.000 millones de pesetas,

de las que 1.100 provenían del Fondo Social Europeo.Otra cuestión es cómo se han llevado a la práctica y a qué

intereses han servido, pues uno de los problemas más impor-

tantes que se plantea al valorar la incidencia de la política defomento de empleo consiste en que, salvo en el caso de las

unidades de promoción de empleo (UPES) , que parece quese están evaluando por un equipo técnico y que nosotros mis-

mos tuvimos ocasión de estudiar en tres casos que se expo-nen en este libro (23), no se realiza ninguna evaluación de la

eficacia de los programas.Salvo los programas de ayuda al empleo de la mujer, el de

promoción del empleo autónomo y el de integración de

minusválidos, que son los únicos incompatibles entre sí, prác-ticamente todos los demás se vinculan a través de las corpora-

ciones locales. Esta batería de programas, generalmente, favo-rece más el abaratamiento de la gestión de las corporaciones

locales, que el fomento de empleo, ya que aquéllas los instru-mentan según sus interes inmediatos, en muchos casos, tra-

tando de favorecer sus intereses políticos, ahondando en el

sistema clientelar vigente en los mercados de trabajo locales.Por otra parte, se señala en el Decreto que regula estos

programas, que la resolución de los mismos estará condicio-

nada a la disponibilidad presupuestaria correspondiente encada momento. Teniendo en cuenta las enormes dificultades

económicas que está atravesando el gobierno autóno-mo (24), no podemos ser muy optimistas al respecto de que

(22) Reglamento n.4 4255/88 de la CEE, sobre la reforma delFondo Social Europeo.

(23) Ver capítulo 2.(24) El Partido Popular asegura que la Junta se encuentra en

«quiebra técnica» y cifra en 850.000 millones la deuda actual. Diario 16Andalucía, 5 junio de 1992.

73

la aplicación de los mismos tenga resultados significativospara el empleo en Andalucía.

1.2.3. La distribución de la renta en Andalucía

Constatamos pues como el empleo refleja también lasubordinación andaluza. Si, por otra parte, abundamos en la

distribución de las rentas generadas por el crecimiento eco-nómico de los últimos años, de nuevo encontramos la vieja

paradoja: no existe correspondencia entre creación de rique-za y distribución de la misma.

Resulta por lo tanto insuficiente para valorar el impactodel período de crecimiento, recurrir sólo al método economi-

cista ortodoxo que consiste meramente en elaborar conside-raciones en torno a las variaciones del PIB o del Valor Añadi-

do. Para entender el significado y las implicaciones de esaevolución habrá que tener en cuenta como se distribuye lariqueza generada, explicar como se lleva a cabo la apropia-

ción del excedente desde la perspectiva del control del proce-so de acumulación y los efectos que el proceso de control ycrecimiento ocasionan en el tejido económico y social. Esto es

así, aún más, desde el punto de vista que señala el profesorDelgado Cabeza al apuntar que el cómputo de los beneficiosderivados de la especulación en el mercado inmobiliario 0

financiero, que explicaría en gran medida «el auge» económi-co de los últimos años y que, según J. M. Naredo ha estimado,

supone alrededor de un 30% del excedente empresarial, estáincluido en la contabilidad oficial. Se oculta así un importan-te mecanismo acelerador de desigualdades que en economías

como la andaluza, con un tejido económico desmembrado,con una parte autóctona débil y en regresión, cobra un prota-gonismo inusitado, pues de este modo cada vez se aleja más laposibilidad de integración en condiciones de igualdad.

Resulta significativo y sintomático comprobar las escasas

fuentes disponibles para estudiar lo que se refiere a la distri-bución de la riqueza. Una primera aproximación viene dada

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por el Banco de Bilbao (25) cuyos resultados exponemos enla tabla 1.5. ^

TABLA 1.5.

EVOLUCION DE LA RENTA FAMILIAR PER CAPITAEN ANDALUCIA Y ESPANA

Año Andalucía EspañaCoef. España/

Andalucía

1977 ........................... 147.346 189.369 1,281979 ........................... 218.739 272.380 1,241981 ........................... 298.518 365.967 1,22

1983 ........................... 370.319 470.564 1,27

1985 ........................... 457.961 570.623 1, 241987 ........................... 599.443 723.430 1,20

Fuente: La Renta Nacional de España y su distribución prorrincial 1987. Banco deBilbao, 1990.

Podemos observar como en toda la serie, el valor de larenta per cápita familiar española está, en más del 20%,por encima de la renta media andaluza. Se aprecia comohay un progresivo acercamiento entre ambas hasta 1981, apartir de aquí se vuelven a distanciar tras los efectos de lacrisis, para empezar de nuevo a aproximarse. No hay queolvidar que en el ranking de posiciones, según nivel derenta familiar disponible por persona, Andalucía ocupa elpenúltimo lugar de España, por delante sólo de Extrema-

dura.La siguiente tabla 1.6 expone como se distribuyen secto-

rialmente las rentas del trabajo. Puede apreciarse el sobredi-mensionamiento de los servicios, en relación al resto de los

sectores.

(25) Banco de Bilbao: La renta nacional y su distribución jrrovincial.1987, Serie homogénea.

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TABLA 1.6.

DISTRIBUCION SECTORIAI. DE LAS RENTASDEL TRABAJO (Año 1987)

Sectores Pesetas % del total

Agricultura ...................... 126.656 5,5Pesca ................................ 29.502 1,3Industria .......................... 635.621 27,7Servicios ........................... 1.406.317 61,3Otros ................................ 95.050 4,1

Total ................................. 2.293.146 100,0

Fuente: La Renta Nacional de España y su distribución ^rrovincial 1987. Banco deBilbao, 1990.

Una vez presentadas las características del tejido produc-tivo andaluz y los rasgos estructurales que hacen del sector

agrícola uno de los ejes fundamentales de su existencia ymarginación frente a las comunidades autónomas más ricas,pasaremos a analizar que repercusiones tiene sobre la confi-

guración del MTR este marco económico. Para ello seguire-mos el mismo esquema metodológico, es decir, aportaremosen primer lugar un análisis económico del sector agrario,para ofrecer al lector algunas macromagnitudes acerca de las

características productivas del sector y las rentas obtenidas.Seguidamente estudiaremos las cifras dadas por las fuentesque se ocupan del análisis de la población activa del sector,

pasando después a entrar de lleno en la estructura social delempleo y la relación existente entre las distintas fuentes que

aportan información sobre el trabajo en la agricultura.

1.3. Estructura productiva del sector agrario:producción, actividad y renta

En el año 1987 se realiza, para la totalidad del territorionacional, la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones

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